Nobleza y Arete

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1.

Educación:

Se considera como algo tan natural y universal de la comunidad humana, que por
su misma evidencia tarda mucho tiempo en llegar a la plena conciencia de aquellas
que la reciben y la practican. En este sentido se distingue la formación del hombre,
mediante la creación de un tipo ideal íntimamente coherente y claramente
determinado. La educación no es posible sin que se ofrezca al espíritu una imagen del
hombre tal como debe ser. En ella la utilidad es diferente o, por lo menos, no es
esencial. Pero es fácil ver que cuando empleamos la expresiones educación y
formación o cultura para designar estos sentidos históricamente distintos, la
educación y la cultura tienen raíces diversas. La educación no es otra cosa que la
forma aristocrática, progresivamente espiritualizada de una nación. Al principio
esta educación se encuentra reservada sólo a una pequeña clase de la sociedad, la
de los nobles.

La educación para los griegos se basaba en la perfección absoluta. También


se habla de la belleza en cuanto a la perfección corporal

2. Cultura:

Se ofrece en la forma entera del hombre, en su conducta y comportamiento


externo y en su apostura interna. La cultura se considera como la actitud tomada
por el hombre como individuo, en cuanto a su forma de actuar y ver la sociedad,
en cuanto a su comportamiento referirá al respeto hacia los Dioses y superiores.

3. Nobleza:

Es la fuente del proceso espiritual mediante el cual nace y se desarrolla la cultura


de una nación. Es un hecho fundamental que toda alta cultura surge de la
diferenciación de las clases sociales, la cual se origina a su vez, en la diferencia de
valor espiritual y corporal de los individuos.

El código de la noblesa caballeresca tiene una doble influencia en la educación


griega. La etica posterior de la ciudad heredo de ella, como una de las mas altas
virtudes, la exigencia del valor, cuya ulterior designación, “hombría”, recuerda de un
modo claro la identificación homérica del valor con areté humana.
La fuerza educadora de la nobleza se halla en el hecho de despertar el
sentimiento del deber frente al ideal, que se sitúa asi siempre ante los ojos de los
individuos

En otro concepto es también la Iliada testimonio de la alta conciencia educadora


de la nobleza griega primitiva. Muestra como el viejo concepto guerrero de la arete
no era suficiente para los poetas nuevos, sino que traia una nueva imagen del hombre
perfecto para la cual al lado de la acción, estaba la nobleza del espíritu, y solo en la
unión de ambas se hallaba el verdadero fin.

Para Homero y el mundo de la nobleza de su tiempo la negación del honor era, en


cambio, la mayor tragedia humana. Los héroes se trataban entre sí con constante
respeto y honra. En ello descansaba su orden social entero. La sed de honor eran en
ellos simplemente insaciable, sin que ello fuera una peculiaridad moral característica
de los individuos.

4. Areté:

Su raíz se halla en las concepciones fundamentales de la nobleza caballeresca. En


el concepto de la areté se concentra el ideal educador de este periodo en su forma mas
pura. El concepto de arete es usado con frecuencia por Homero, asi como en los
siglos posteriores, en su más amplio sentido, no sólo para desginar la excelencia
humana, sino también la superioridad de seres no humanos, como la fuerza de los
Dioses o el valor y la rapidez de los caballos nobles.

La nobleza y el arete emanan de una aptitud aristocrática, es decir estar por


encima de todo (intentar resplandecer sobre todos) no existe la humildad.

La arete es un tributo propio de la nobleza. Señorío y areté se hallaban


inseparablemente unidos.

Los griegos entendían por arete, sobre todo, una fuerza, una capacidad. A
veces la definen directamente. El vigor y la salud son arete del cuerpo. Sagacidad y
pentracion, arete del espíritu. Es difícil compaginar estos hechos con la explicación
subjetiva ahora usual que hace derivar de “complacer”. Es verdad que arete lleva a
menudo el sentido de reconocimiento social, y viene a significar entonces “respeto”,
“prestigio”. Pero esto es secundario y se debe al fuerte contacto social de todas las
valoraciones del hombre en los primeros tiempos. Originalmente la palabra ha
designado un valor objetivo calificado en ella. Significa una fuerza que le es propia,
que constituye su perfección.
Pues es posible pensar en distintas medidas para la valoración de la aptitud de
un hombre según sea la tarea que debe cumplir. Bajo el concepto de areté es preciso
comprender otras excelencias además de la fuerza denodada, como la muestra,
además de las excepciones mencionadas, la poesía de los tiempos mas viejos.

La lucha y la victoria son el concepto caballeresco la verdadera prueba


del fuego de la virtud humana. No significan simplemente el vencimiento físico
del adversario, sino el mantenimiento del areté conquistada en el rudo dominio
de la naturaleza.

Íntimamente vinculado con la arete se halla el honor. Según la explicación de


ARISTOTELES, el honor es la expresión natural de la idea todavía no consciente
para llegar al ideal de la arete, al cual aspira. “Es notorio que los hombres aspiran al
honor para asegurar su propio valor, su “arete. Aspiran así a ser honrados por las
gentes juiciosas que los conocen y a causa de su propio y real valer. Asi reconocen el
valor mismo como lo más alto”.

El elogio y la reprobación son la fuente del honor y el deshonor.

En cierto modo es posible afirmar que la arete heroica se perfecciona solo


con la muerte física del héroe.

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