Principios de La Sustentabilidad

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INGENIERÍA INDUSTRIAL

Desarrollo sustentable

Grupo: 3

ACTIVIDAD:

Principios de la sustentabilidad

Integrante(s):

Rodríguez Santiago Juan Manuel


Fecha: 8 de septiembre del 2021
Los principios son:

 Principio de sostenibilidad ambiental.


 Principio de integración.
 Principio de contaminador-pagador.
 Principio precautorio.
 Principio de equidad.
 Principio de Derechos Humanos.
 Principio de participación pública.

Vale aclarar que esta lista no es exhaustiva ya que hay otros principios que han sido propuestos
por analistas, ONGs, gobiernos y académicos. Sin embargo, esta selección corresponde a que son
los de mayor aceptación a nivel mundial. En distintos grados, estos principios han sido
incorporados en tratados internacionales y leyes nacionales.

1. Principio de sostenibilidad ambiental

Lograr el confort y el estilo de vida actual no ha sido gratis para la humanidad. Un gran costo que
estamos pagando es el de la degradación ambiental, por ejemplo, la deforestación, la
contaminación del agua y aire, la pérdida de biodiversidad y el calentamiento global. El
crecimiento físico de nuestro sistema económico tiene un límite, a partir del cual agotaremos
nuestros recursos y dañaremos irreversiblemente los ecosistemas de los cuales dependemos.

Para poder operar un sistema ecológico dentro de esos límites físicos, el economista ecológico H.
Daly propuso las siguientes tres reglas:

1. Los recursos renovables (suelo, agua, bosques, peces), no pueden usarse a una velocidad
superior que su propia tasa de renovación.

Así, por ejemplo, el consumo de agua es insostenible cuando el ritmo de extracción es superior a la
tasa de recarga natural del recurso, tal como sucedió con el Mar de Aral.

2. Para un recurso no renovable (combustible fósil, menas minerales de alta pureza, acuíferos de
profundidad), la tasa de consumo sostenible no debe ser superior a la tasa con que un recurso
renovable, utilizado de modo sostenible, puede sustituirla.

Por ejemplo, un tanque de petróleo se consumiría de modo sostenible si parte de los beneficios
obtenidos del mismo se invirtiera sistemáticamente en R&D de energías alternativas, parques
eólicos, paneles fotovoltaicos y plantaciones de árboles, de manera que cuando el petróleo se
haya agotado todavía esté disponible un flujo equivalente de energía de fuentes renovables.
3. Para un contaminante, la tasa de emisión sostenible no debe ser mayor que la capacidad de
carga del ecosistema.

Por ejemplo, las aguas residuales podrían verterse en un lago siempre y cuando se haga a un ritmo
no mayor al que las bacterias y otros organismos puedan absorber sus nutrientes sin desbordar y
desestabilizar a su vez el ecosistema acuático.

¿De qué manera podemos implementar estos criterios en un sistema económico expansionista?
¿Alcanza el vertiginoso desarrollo tecnológico para dar solución a estas cuestiones o debemos
plantear un cambio sistémico más profundo?.

2. Principio de integración

La definición más clara la podemos encontrar en el famoso informe Brundtland de 1987 que da
nombre a este blog:

“El tema común en toda esta estrategia para el desarrollo sostenible es la necesidad de integrar
consideraciones económicas y ecológicas en la toma de decisiones.”

Por lo tanto, hay que lograr que cada vez que se tomen decisiones en el ámbito público (o privado)
se consideren cuestiones que tengan que ver con la sostenibilidad. Por ejemplo, preguntándonos:
¿Cuál es el impacto de esta política o proyecto en el ambiente y las personas? ¿De qué manera se
relacionan? ¿Cómo puedo evaluarlo? ¿Qué estrategias existen para integrar el ambiente a los
negocios?.

3. Principio de contaminador-pagador

El hecho que las compañías paguen por el costo de la contaminación que producen pareciera un
tema saldado hoy día, pero no. El principio de quien contamina paga establece que la empresa
debe pagar para evitar la contaminación o remediar el daño causado. Esto no significa que el
contaminador tenga que pagar dinero al gobierno o a otros, sino que deben pagar por las medidas
de control apropiadas para evitar la contaminación o, en el peor de los casos, su remediación.

¿Pero hasta donde consideramos el alcance de una contaminación? Por ejemplo, la emisión de
gases de efecto invernadero a la atmósfera no es una acción contaminante, pero es causante del
calentamiento global. No todas las “externalidades” resultantes de una actividad son hoy
debidamente pagadas, lo que da lugar a importantes fallas del mercado. Pregunto, ¿Quién debería
pagar el oneroso costo de detener y adaptarse al cambio climático?
4. Principio precautorio

El riesgo (R) de cualquier actividad puede ser definido como el producto entre la magnitud (M) de
sus consecuencias y la probabilidad (P) de que ocurra. Matemáticamente puede expresarse como
R(x) = M(x)*P(x). Cada vez que la magnitud de un evento es elevada y la probabilidad incierta (por
no contar con certeza científica) tendremos un caso donde aplicar el principio precautorio.

El principio 15 de la Declaración de Río lo define de la siguiente manera:

“Cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá
utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costos
para impedir la degradación del medio ambiente”.

En cambio, si dicha actividad presenta un riesgo elevado pero conocido, lo que se requiere es
acción preventiva en lugar de acción precautoria. De todas maneras, la aplicación de este principio
es extremadamente controvertida, ¿hasta qué punto estamos dispuestos a prohibir una actividad
que genere cuantiosos beneficios económicos por los riesgos que ésta conlleva? La línea que
separa estos dos puntos es muy difícil de trazar.

5. Principio de equidad

La equidad, según el diccionario, se define como una “cualidad que consiste en no favorecer en el
trato a una persona perjudicando a otra”. Esto requiere repartir a cada uno lo que necesita, ni más
ni menos, asegurando un trato igualitario para todos, pero tomando en cuenta las diferencias y
respetando cada una de ellas. La equidad es, por lo tanto, un trato desigual entre desiguales para
garantizar el derecho de todos a una calidad y nivel de vida aceptables.

La equidad puede ser aplicarse en distintas escalas, por ejemplo, entre distintos países. Esto lo
veremos reflejado en el famoso principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas a la
hora de encarar acuerdos internacionales en materia de cambio climático. Por otro lado, si
recordamos la definición de Brundtland del Desarrollo Sostenible, encontraremos también que la
equidad también se da entre distintas generaciones, “satisfacer las necesidades del presente sin
comprometer las necesidades de las futuras generaciones”.

Pero ¿cómo logramos un desarrollo equitativo en un mundo donde los países desarrollados
consumen desproporcionalmente más que los países más pobres? ¿Qué es lo que consideramos
“justo” conservar hoy para que las futuras generaciones puedan también disfrutar? Estas dos
cuestiones de equidad carecen de respuesta y enardecen un acalorado debate que no termina
nunca de cerrarse.

6. Principio de Derechos Humanos

Los Derechos Humanos son derechos basados en la moral, la justicia y la equidad y son dados a
todos por su condición humana “sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión
política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o
cualquier otra condición”. Los Derechos Humanos se consideran esenciales para la dignidad
humana y son inalienables. lo que significa que no pueden ser quitados, vendidos o regalados.
Incluyen los derechos a la vida, la libertad, la salud y el bienestar.

¿Pero cómo se relaciona con el medio ambiente? Actualmente, el respeto a los Derechos
Humanos es ampliamente aceptado como condición previa para el desarrollo sostenible, y se
entiende que Derechos Humanos y el medio ambiente son interdependientes y están
interrelacionados. Esta forma de entender el desarrollo sostenible es siempre enfatizada por
diversos líderes, incluyendo el Papa Francisco. Desde luego, los Derechos Humanos no pueden
asegurarse en un ambiente degradado o contaminado, haciendo imposible gozar de una vida
saludable donde hay exposición a productos tóxicos y a agua contaminada. Es común que las áreas
urbanas de peor calidad sean también las de peores condiciones ambientales, tales como las que
están próximas a basurales, cuerpos de agua contaminadas y polos industriales.

¿Cómo podemos defender el derecho a un ambiente sano si no podemos siquiera garantizar el


derecho a la vida? Esta difícil pregunta aplica a más casos de los que debería. Un claro ejemplo de
este principio lo pude apreciar cuando visité la comunidad aborigen QOM durante la realización de
mi tesis de ingeniería.

7. Principio de participación pública

Los Derechos Humanos incluyen también el derecho de los ciudadanos a participar en la formación
de las decisiones y políticas que les afectan. Si bien varias declaraciones, tratados y convenciones
han reforzado y elaborado estos derechos, el principio 10 de la Declaración de Rio de 1992
remarca claramente la importancia y sabiduría de brindar información pública de calidad y
también alentar la participación pública:

“El mejor modo de tratar las cuestiones ambientales es con la participación de todos los
ciudadanos interesados, en el nivel que corresponda. En el plano nacional, toda persona deberá
tener acceso adecuado a la información sobre el medio ambiente que dispongan las autoridades
públicas, incluida la información sobre los materiales y las actividades que encierran peligro en sus
comunidades, así como la oportunidad de participar en los procesos de toma de decisiones. Los
Estados deberán facilitar y fomentar la sensibilización y la participación de la población poniendo
la información a disposición de todos. Deberá proporcionarse acceso efectivo a los procedimientos
judiciales y administrativos, entre éstos el resarcimiento de daños y los recursos pertinentes.”

A partir de esto, podemos resumir este principio en tres grandes categorías:

El derecho a saber

El derecho a participar de los procesos de toma de decisiones

El acceso a la justicia ambiental

Este principio ha ido acaparando cada vez más la atención en todas las cuestiones ambientales.
Los ciudadanos debemos conocer los riesgos ambientales de las actividades que nos pueden
afectar, para poder decidir si efectivamente estamos dispuestos a aceptar ese riesgo y bajo qué
condiciones, o bien, para acudir a la justicia en caso de que se verifiquen daños.

Analizar los problemas ambientales bajo esta luz puede derivar en una serie de cuestiones de
difícil solución. ¿Quién decidió llevar a cabo este proyecto? ¿Cómo y cuándo se hizo la consulta
pública? ¿Qué pasa si aún, ante la falta de apoyo, las autoridades decides hacerlo porque es para
el “bien de la nación”? ¿Cómo se diseña ese proceso de participación pública? ¿Es representativo?.
El riesgo está en que hacer participar a las partes interesadas puede poner de manifiesto la
oposición a un determinado tema, tal como sucede con innumerables proyectos de alto impacto
como la minería o lo proyectos de explotación no convencional de hidrocarburos. Las cuestiones
de poder son inevitables.

De todas maneras, tener en cuenta este principio desde la concepción de los proyectos y políticas
públicas fortalecerá su licencia social y ayudará a lograr sustentabilidad en el largo plazo.

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