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LAND, TERRAIN, TERRITORY

TIERRA, TERRENO, TERRITORIO

Elden S (2010) Land, terrain, territory. En: Progress in Human Geography. Durham University, UK
(Traducción: Avila Emanuel, Llorens Santiago, Palladino Lucas. Catedra de Epistemología de la
Geografía. Departamento de Geografía. Ffyh. U.N.C. Primera versión sujeta a modificaciones)

Resumen
El presente artículo traza un camino para establecer claridad conceptual e histórica en torno
a la cuestión del territorio. El objetivo no es definir el territorio en un sentido único; sino
más bien indicar las cuestiones que están en juego al comprender cómo este se ha entendido
en diferentes contextos históricos y geográficos. En primer lugar, realiza esta tarea al
interrogar críticamente el trabajo sobre la territorialidad sugiriendo que ni los usos
biológicos ni sociales de este término son formas particularmente útiles para acercarse a la
categoría históricamente más específica de "territorio". Una vez examinadas las ideas de
'tierra' y 'terreno', se sugiere que estas relaciones político-económicas y político-estratégicas
son esenciales para la comprensión "territorio", pero en última instancia insuficientes. El
territorio necesita ser entendido en términos de su relación con el espacio, en sí mismo una
categoría relacionada con el cálculo al depender de la existencia de una serie de técnicas.
En última instancia esto requiere repensar las definiciones no problematizadas del territorio
como un "espacio delimitado" o el Estado como un “contenedor de poder con límites/
bordes” porque ambos presuponen las dos cosas que deben ser interrogadas el espacio y las
fronteras. Más que ser las fronteras la distinción entre lugar y espacio, o entre tierra o
terreno y territorio, las fronteras son un problema de segundo orden fundadas en un sentido
particular del cálculo y la comprensión consiguiente de espacio. El territorio entonces se
puede entender como una tecnología política: comprende técnicas para medir la tierra y el
control del terreno, y medir y controlar - lo técnico y lo legal - debe ser pensado junto a lo
económico y lo estratégico.
Palabras clave: cálculo, tierra, terreno, territorialidad, territorio.

Introducción
La teoría política carece de un sentido de territorio; el territorio carece de una teoría
política1. Aunque es un término central dentro de la geografía política y las relaciones
internacionales, el concepto de territorio ha sido poco examinado. Jeffrey Anderson (1992:
xiii) señala que "la política tiene sus raíces en el territorio. . . [pero] la dimensión espacial
de la economía política es tan evidente que es fácilmente, si no frecuentemente, pasada por
alto". Bertrand Badie (2000: 58) sugiere que «el principio de territorialidad a menudo
1
Un libro reciente (Kolers, 2009) hace la afirmación de que el territorio es un 'punto ciego' de la filosofía
política, y tiene como objetivo hacer frente a esto. Sin embargo, se aplica la teoría de la justicia liberal a una
noción relativamente no problemática del territorio, en lugar de proporcionar una teoría propiamente política
del territorio.
escapa a los críticas, debido a que parece tan obviamente universal. Es un componente
decisivo en las acciones del Estado, pero está, sin embargo, vinculado a un desarrollo
histórico’. Claude Raffestin (1980: 143) sostiene que "el problema de la territorialidad es
uno de los más desatendidos en la geografía, y que “la historia de esta noción sigue por
hacerse”2. Vale la pena señalar que Badie y Raffestin hablan de 'territorialidad' más que de
'territorio', un punto al que este trabajo volverá.
Si bien hay algunas excelentes e importantes investigaciones de configuraciones disputas o
cuestiones territoriales particulares, (véase, por ejemplo, Sahlins, 1989; Winichakul, 1994;
Paasi, 1996; Jonsson et al, 2000) y algunos libros de texto con valor sobre el tema (Storey,
2001; Delaney, 2005), hay poco trabajo que investigue conceptual o históricamente el
término "territorio"3. Esto es, en parte, debido a que el territorio es frecuentemente asumido
con un significado auto-evidente, teniendo en cuenta sus manifestaciones particulares - las
disputas territoriales, el territorio de países específicos, etc - sin reflexión teórica sobre
"territorio" en sí mismo. Cuando se lo define, se supone que el territorio es una relación que
puede ser entendida como un resultado de la territorialidad, o simplemente como un espacio
delimitado, en la forma en que Giddens (1981: 5-6, 11) describe el Estado como un
"contenedor delimitado de poder" (ver también Giddens, 1987) 4. En el primer caso, la
dimensión histórica se descuida, ya que al parecer existe territorio en todo tiempo y lugar;
en el segundo caso, las condiciones de posibilidad de tal configuración son asumidas de
antemano en lugar de ser examinadas. Ambos toman la cosa que necesita ser explicada
como la explicación: el explanandum como el explanans. Más bien, el territorio requiere el
mismo tipo de análisis histórico y filosófico como el que llevó a cabo Edward Casey (1997)
para otro concepto geográfico clave, el de lugar5.
Linda Bishai (2004: 59) sugiere que “el territorio se puede examinar de una manera similar
a la soberanía - a través de la historia conceptual”. Sin embargo, la historia conceptual,
Begriffsgeschichte, con excepciones parciales, no se ha orientado explícitamente hacia la
cuestión del territorio. Hoy, por ejemplo, no hay discusión explícita de territorio en el
Geschichtliche Grundbegriffe, en el Handbuch politisch-sozialer Grundbegriffe in
Frankreich, o la Historisches Worterbuch der Philosophie, que son las obras más
completas del enfoque pionero del Begriffsgeschichte desarrollado por Reinhart Koselleck

2
Afirmaciones similares se realizan, entre otros, por Gottmann (1973: ix), Ruggie (1993: 174), Kratochwil
(1986: 27 y 28) y más recientemente por Antonsich (2009).
3
Afirmaciones similares se realizan, entre otros, por Gottmann (1973: ix), Ruggie (1993: 174), Kratochwil
(1986: 27 y 28) y más recientemente por Antonsich (2009). 3. Esto a pesar de los intentos periódicos para
reafirmar la importancia del concepto de territorio a la geografía política. Véase, por ejemplo, Cox (1991;
2003), Driver (1991) y Johnston (2001). Un trabajo más detallado se ha producido desde fuera de la
disciplina. Véase, por ejemplo, Mann (1986; 1993), Spruyt (1994) y Teschke (2003).
4
Uno de los desarrollos más productivos de este en la geografía ha sido Taylor (1994; 1995). Para un trabajo
reciente, véase Paasi (2009).
5
Esto no quiere decir, por supuesto, que ese territorio es el objeto privilegiado de la teoría social / espacial,
sino que en comparación con otras dimensiones (ver Macleod y Jones, 2007; Jessop et al, 2008.) se ha
examinado poco. Simplemente no hay estudio de territorio comparable con el de Casey sobre lugar; examina
menos la red en términos conceptuales; y con la excepción de algunos debates iniciales (es decir, Cox, 1991;
Steinberg, 1994) no ha habido un "debate sobre territorio '. Otros términos, como el paisaje, han recibido un
análisis histórico mucho más cuidadoso (ver Cosgrove, 1998; Olwig, 2002).
(ver Ritter et al, 1971-2007;.. Bruner et al, 1972-1997; Reichardt y Schmitt, 1985-;
Koselleck, 2002; 2006). El trabajo contextualista de la Escuela de Cambridge se acerca a la
historia del pensamiento político, de los cuales Quentin Skinner y JGA Pocock son quizás
las figuras más importantes, este ofrece ayuda material desde sus principios metodológicos,
pero sólo tangencialmente en términos de su enfoque (Skinner, 1978; 2002; Pocock, 2009).
Por importante que estos métodos puedan ser, el método empleado aquí está más cerca de
un historia genealógico, del tipo desarrollado por Foucault a partir de los trabajos de
Nietzsche y Heidegger (ver Elden, 2001; 2003b). La genealogía, entendida como una
interrogación histórica de las condiciones de posibilidad de las cosas siendo como son, es
útil por una serie de razones. Hace uso del enfoque textual y contextual que ofrece
Begriffsgeschichte o la escuela de Cambridge; pero es crítico de la noción de que la
producción de sentido es dependiente de la intención del autor. Hace uso de toda la gama
de técnicas - incluyendo la etimología, la semántica, la filología y la hermenéutica- que
debe informar a la historia de las ideas, pero acompaña a estas con un análisis de las
prácticas y el funcionamiento del poder. Y es declaradamente política, proyectando el
trabajo como parte de un proyecto más amplio que aspira a ser una 'historia del presente'.6
El mejor estudio general del territorio sigue siendo de Jean Gottmann La importancia del
territorio (Gottmann, 1973; ver también Muscará, 2005). Este es trabajado en su libro
anterior La politique des E'tats et leur g'eographie, donde afirma que “no se puede concebir
un Estado, una institución política, sin su definición espacial, su territorio”(Gottmann,
1951: 71). No obstante, en ambas obras se tiende a usar el término en un sentido histórico
indiferenciado, como un concepto utilizado a lo largo de toda la historia (véase, por
ejemplo, Gottmann, 1951: 72-73). Así, mientras realiza un análisis detallado y valioso,
permanece demasiado dispuesto a ver el territorio como si existiera en una variedad de
escalas espaciales y períodos históricos. Esto tiende a crear un análisis ahistórico y,
potencialmente, ageográfico. Uno de los pocos intentos que comienza a ofrecer un enfoque
histórico más adecuado del territorio se encuentra en la obra del teórico del derecho Paul
Alliès en su libro L'invention du territoire, que fue originalmente una tesis dirigida por
Nicos Poulantzas en 1977. Alliès (1980: 9) sugiere que “territorio siempre parece estar
relacionado con las posibles definiciones del Estado; dándole una base física que parece
hacerlo inevitable y eterno”. Es precisamente con el fin de perturbar esta naturaleza
inevitable y eterna que un interrogatorio del estado del territorio es necesario.
Este documento resume algunas de las cuestiones que están en juego al realizar un proyecto
de este tipo. Se procede a través de una serie de etapas. En primer lugar, se pregunta por
qué el territorio ha sido descuidado como tema de análisis conceptual e interroga
críticamente el trabajo sobre la territorialidad. En segundo lugar, sugiere que
frecuentemente territorio es tomado efectivamente como 'tierra' o 'terreno' – relaciones
político-económicas y político-estratégicas que son esenciales, pero en última instancia,
insuficientes. En tercer lugar, se sostiene que el territorio debe ser interrogado en relación
con el Estado y el espacio, y que sus aspectos políticos necesitan ser entendidos en el
sentido más amplio de las cuestiones político-legales y político-técnicas. Por último, se
6
Un intento de mostrar cómo la comprensión del territorio puede iluminar los acontecimientos
contemporáneos se hace en Elden (2009).
propone que el territorio puede entenderse como una tecnología política; esta no pretende
ser una definición absoluta, sino plantear las preguntas que se deben responder para
comprender cómo el territorio se ha entendido en diferentes contextos históricos y
geográficos.

II La negligencia con el territorio y el problema con la territorialidad


¿Por qué se ha descuidado el territorio? Hay varias razones. En primer lugar, el
distanciamiento de la reflexión sobre el Estado, sobre todo por los enfoques
postestructuralistas, parece haber dirigido a una atención sospechosa sobre estos temas.
Como nota Joe Painter ('Territorio-redes', manuscrito inédito, p. 3), las "definiciones
convencionales del territorio enfatizan la delimitación, la identidad, la integridad, la
soberanía y la coherencia espacial - conceptos que a menudo se piensa que fueron
demolidos por el postestructuralismo". En segundo lugar, y no sin relación, el temor a lo
que John Agnew (1994a; 2009) identifica como la “trampa territorial”. Agnew sugiere que
se trata de un triple supuesto en la comprensión convencional de la geografía del poder
estatal: que "la soberanía del Estado moderno requiere territorios claramente delimitados;
que 'hay una oposición fundamental entre los asuntos "nacionales" y "extranjeros" en el
mundo moderno'; y que «se considera que el Estado territorial actúa como "contenedor"
geográfico de la sociedad moderna" (Agnew, 1994a; ver también Agnew, 1994b; 2005: 41).
Como observa Agnew, la primera suposición data del XV hasta el siglo XX; y los otros dos
de los últimos 100 años, aunque por supuesto hay precedentes anteriores (Agnew, 2005:
41). Otros han hecho afirmaciones similares. Gottmann (1973: 5), por ejemplo, señala que
es muy fácil asumir acríticamente la noción moderna, o jurídica, del territorio como una
"porción de espacio geográfico bajo la jurisdicción de ciertas personas". Con demasiada
frecuencia, sin embargo, las indagaciones no han dado lugar a un examen más cuidadoso de
lo que es el territorio y sus límites intrínsecos, sino más bien a una completa evasión del
tema. Es a través de un examen histórico conceptual que es posible ir más allá de "la
trampa territorial", en lugar de simplemente bordearla. En tercer lugar, hay un grado de
imprecisión conceptual en los términos territorio y territorialidad. El deslizamiento entre
estos dos términos distintos se señaló más arriba en las citas de Ruggie y Raffestin, pero
ellos no están solos (he perdido la cuenta sobre el número de veces en que he dicho que
estoy trabajando sobre territorio y que me responden con una referencia a, o discusión de,
la territorialidad). Es crucial lograr claridad sobre el objetivo de la investigación.
¿Cuál es el problema con la territorialidad? Lo primero a destacar es que a diferencia de,
digamos, 'espacialidad', que generalmente se entiende como una propiedad o condición del
espacio, algo perteneciente al mismo, 'territorialidad' tiene hoy una connotación bastante
más activa. El otro sentido, más viejo de 'territorialidad', como la condición o estatus de
territorio más que un modo de operar sobre ese territorio, generalmente se pierde. Sería
bueno recuperarlo. En segundo lugar, la territorialidad, en el sentido más reciente tiene que
ser distinguido en sí mismo, ya que hay al menos dos tradiciones en conflicto en el uso de
la palabra, la primera biológica y la segunda social. Estas no pueden ser en realidad
distinguidas, y se debe tener cuidado de sugerir una división naturaleza / cultura implícita,
pero los defensores de la territorialidad los presentan de esta manera. Por tanto, existe una
lógica para acercarse a estas obras bajo su propia división terminológica.
Escritores como Wagner (1960), Ardrey (1967) y Malmberg (1980) describen las formas en
que el territorio puede ser entendido sobre la base de una unidad biológica fundamental y
como una forma de asociación animal. Su trabajo a menudo cubre una gran cantidad de
campos, dentro de un amplio recorrido histórico, pero continuamente desdibujan
conjuntamente territorio y territorialidad, viendo la territorialidad como un elemento
humano constante, jugado en diferentes contextos. Esta es una importante tradición de
conocimiento7. Algunos geógrafos, sobre todo a finales de 1960 y principios de 1970,
utilizaron estos supuestos conductistas en la vinculación entre la territorialidad humana y
animal8. Edward Soja (1971: 19), por ejemplo, declaró que "la territorialidad”, tal como se
utiliza aquí, es un fenómeno de comportamiento asociado a la organización del espacio en
esferas de influencia o territorios claramente delimitados que se hacen distintivos y
considerados al menos parcialmente exclusivos de sus ocupantes o definidores. El
problema con esto es que mientras nos puede decir algo sobre la conducta humana en el
espacio, no es del todo claro qué nos puede decir sobre "territorio". En parte esto se debe al
hecho evidente de que la organización social humana ha cambiado más rápidamente que los
impulsos biológicos. Soja (1971: 28) reconoce precisamente estas cuestiones y, en una
sección posterior de este trabajo ofrece un enfoque más útil para el territorio. De hecho,
como señala Soja casi dos décadas más tarde, "gran parte de ese trabajo tenía que ser
puramente defensivo, la visión vigente en ese momento de territorialidad se encontraba
repleta de imperativos etológicos que oscurecían cualquier interpretación socio-política "
(Soja, 1989: 150, nota 9).
Un enfoque bastante diferente es ofrecido por Robert Sack en Territorialidad humana
(1986, véase también Sack, 1983). A pesar de su título, Sack no sugiere un enfoque
puramente biológico, determinista. Sugiere que la territorialidad es una estrategia
geopolítica, y no un instinto vital básico. Sack afirma que mientras ve "la territorialidad
como un fundamento de poder, no la ve como parte de un instinto, ni ve el poder como
esencialmente agresivo" (Sack, 1986: 1). Sack califica al área o lugar delimitado y
controlado a través de la territorialidad un territorio, pero la naturaleza no específica de su
investigación se hace evidente aquí. Un lugar puede ser un territorio en alguno casos, pero
no en otros; 'los territorios requieren constantes esfuerzos para establecerlos y
mantenerlos"; y como corolario de la definición anterior son 'los resultados de las
estrategias para afectar, influenciar y controlar a las personas, fenómenos y relaciones'
(Sack, 1986: 19). De hecho, en su posterior Homo Geographicus, Sack concibe el 'papel de
lugar como territorio' sugiriendo que "el significado de lugar en este actual libro es
entonces muy parecido al de territorio '(Sack, 1997: 272, nota 1).

7
Obras clave sobre el comportamiento animal que influyeron en este trabajo incluyen Hachet-Souplet (1912),
Howard (1948) y Hediger (1955).
8
Desde dentro de la ciencia política Grosby (1995) ha intentado reafirmar esta noción.
Sack sostiene efectivamente que la territorialidad es una construcción social (no
exactamente un producto), forjado a través de la interacción y de la lucha, e impregnado
completamente de las relaciones sociales. Hay algunos excelentes capítulos - en especial
sobre el relevamiento topográfico cuadrangular en EE.UU. y la iglesia (Sack, 1986:
capítulos 4 y 5) - pero ninguno de estos realmente capta las complejidades del término
"territorio" en sí mismo. El problema con este tipo de análisis - un problema compartido
con el enfoque biológico - es que es a la vez histórica y geográficamente impreciso. Estos
tipos de enfoques parecen trascender los períodos históricos y el desarrollo geográfico
desigual, y funcionar más allá de la escala geográfica (véase también Dear y Wolch, 1989).
Tal vez esto es de esperar dado que la atención se centra en la 'territorialidad' en vez del
territorio. Sack muestra su mejor análisis cuando se aproxima históricamente a la cuestión
de la territorialidad como en los pasajes sobre el pensamiento del Renacimiento (Sack,
1986: 83), o en el rol del capitalismo en la conformación de la comprensión del espacio y
tiempo (Sack, 1986: 84-85)9. Sin embargo, como Soja (1989: 150, nota 9) observa, "ni mi
anterior trabajo, ni el de Sack, proporcionan sin embargo, una satisfactoria ontología social
de la territorialidad".
Un análisis relacionado con Sack se puede encontrar en algunos de los escritos del geógrafo
suizo Claude Raffestin. Como Sack, Raffestin (1988: 264) es también cauteloso de asumir
una relación directa entre la territorialidad animal y la humana. Más bien, desarrolla un rico
trabajo basado en una lectura conjunta de Foucault y Lefebvre. Si bien esto se ha vuelto
común en los últimos años, Raffestin fue pionero en la lectura conjunta de ambos autores
en su libro de 1980 Pour une geographie du pouvoir. Raffestin (1980: 46) desarrolla la
teoría del poder de Foucault, sugiriendo que “el espacio-tiempo relacional está organizado
por una combinación de energía e información" (véase también Raffestin, 2007). En cierto
sentido, la energía puede ser leída junto al poder, e información con el conocimiento, los
otros dos términos de la tríada foucaultiana del espacio, conocimiento y poder. Para
Raffestin (1980: 17), "la población, el territorio y la autoridad" son los tres elementos del
Estado, y sugiere que "toda la geografía del Estado se deriva de esta tríada” (ver también
Muir, 1981).
Raffestin (1980: 129) sostiene que "espacio" y "territorio" no son equivalentes, y que su uso
indiscriminado ha dado lugar a una gran confusión. El espacio es, para Raffestin, el término
anterior, debido a que el territorio es generado desde el espacio, a través de las acciones de
un actor, que 'territorializa' el espacio. Existe un peligro potencial en esto. Cuando Raffestin
desarrolla el argumento para precisar conceptualmente territorio, invoca la territorialidad
como la manera de indagar en el término. El desplazamiento del territorio por la
territorialidad anula el potencial de su análisis. Sin embargo, en algunos puntos ofrece
algunas ideas muy valiosas, particularmente evidentes en su examen cuidadoso e histórico
de la noción de frontera (Raffestin, 1986). Se podría hacer una crítica similar contra Rhys

9
Una crítica relacionada podría hacerse a sus concepciones de espacio en el pensamiento social (Sack, 1980),
que ofrece un trabajo conceptual de diferentes concepciones de espacio pero en gran medida ahistóricos sobre
todo en relación a la brecha y la relación entre las ciencias humanas y físicas . Para discusiones que utilizan
Sack a pensar el territorio más específico del Estado, véase Johnston (1995; 2001) y dentro de la ciencia
política Vollard (2009).
Jones, Peoples/states/territories, que es igualmente bueno en las prácticas particulares de la
formación territorial del Estado, pero tiende a subsumir el territorio en la territorialidad,
perdiendo la precisión conceptual y el alcance analítico del término anterior (Jones, 2007:
especialmente 3, 34).

III Una aproximación al territorio


Al identificar algunas de las razones por las cuales el territorio fue descuidado como tema
de análisis, Painter (‘Territory-networks’ manuscrito inédito, p 6) sugiere que la
''territorialidad' es tratada a menudo como compleja y dinámica; mientras que 'territorio'' es
trabajado como más directo y sin la necesidad de un análisis sofisticado'. Si bien es difícil
disputar las complejidades que rodean la territorialidad, su dinamismo no parece ser
histórico. En efecto, dado que la territorialidad está extendida tanto en el comportamiento
animal y humano, sólo nos puede ayudar a comprender el territorio si este es un término sin
historia. Más bien es el territorio el que es lógicamente anterior a la territorialidad, aunque
sea existencialmente el segundo. Las estrategias y procesos respecto al territorio - de los
cuales la territorialidad no es más que una fracción - presuponen conceptualmente el objeto
que prácticamente producen. Bien puede, por lo tanto, ser más fructífero abordar el
territorio como un concepto en sus propios términos.
Mientras Soja fue analizado inicialmente junto a los enfoques conductistas, como se indicó,
no se hace justicia a la riqueza de su análisis. Una de las cosas que es más notable es su
afirmación de que mientras que todas las sociedades tienen dimensiones espaciales, pocos
operan en formas territoriales, lo que implica que el territorio es más histórica y
geográficamente limitado de lo que a menudo se supone. Señala igualmente la tendencia a
asumir que un modelo occidental puede ser universalizado para explicar el mundo más
generalmente (Soja, 1971: 16). Analiza una serie de sociedades, sugiriendo que "en casi
todas estas sociedades existía una definición social del territorio más que una definición
territorial de la sociedad" (p 13;. véase también p 33.). Sobre esta base, llega a su
afirmación general respecto de 'la organización política del espacio'. Su objetivo principal
es crear y mantener la solidaridad dentro de la sociedad por la configuración de procesos
de competencia, conflicto y cooperación, al operar espacialmente (7 p.).
Para entender estos tres procesos de la competencia, el conflicto y la cooperación, Soja
(1971: 7) propone un análisis tripartito de recursos, poder y organización social, que
implica una cuidadosa reflexión:
(1) “control sobre la distribución, asignación y propiedad de los recursos escasos (incluidos
la tierra, el dinero y poder - la capacidad de tomar decisiones con autoridad)”;
(2) “el mantenimiento del orden y la aplicación/imposición de la autoridad”;
(3) “la legitimación de la autoridad a través de integración social”.
La reivindicación aquí es que para el análisis del territorio, lo anterior es más útil que su
trabajo en los modelos biológicos de comportamiento, es más provechoso que el enfoque
social de Sack través territorialidad, y se puede poner en fructífera combinación con
Raffestin. Mientras Raffestin está demasiado dispuesto a acercarse al territorio a través de
la territorialidad, y tiende a ver el espacio como un absoluto ahistórico, tiene un valor
incalculable en el pensamiento de la forma en que el territorio debe ser entendido a través
de la representación, la apropiación y el control, en un sentido amplio como el
funcionamiento del poder.
En la competencia, los conflictos y la cooperación, los recursos, el poder y la organización
social, Soja ha identificado dos grupos de tres términos relacionados. Estos términos nos
permiten comenzar a pensar a través de tres conceptos intrínsecamente relacionados, sin
embargo, en última instancia, distintos: tierra, terreno y territorio. La sugerencia realizada
es que tierra, terreno y territorio deben ser distinguidos conceptualmente, aunque en
muchos casos están prácticamente entrelazados.
 La tierra es una relación de propiedad, un recurso finito que se distribuye, asigna y
apropia, una cuestión político-económica. La tierra es un recurso sobre el que hay
competencia.
 El terreno es una relación de poder, con una herencia en la geología y lo militar, el
control que permite la creación y el mantenimiento del orden. Como un 'campo', un
sitio de trabajo o batalla, es una cuestión político-estratégica.
 El territorio es a la vez estos, y más que éstos. Territorio debe enfocarse en sí
mismo más que a través de la territorialidad, y en relación con la tierra y el terreno.

Cada uno puede, por supuesto, leerse en lo que parece ser una manera no-política: la tierra
como categoría estética; Terreno en un registro científico; territorio como el mero resultado
de la territorialidad. Sin embargo, cada uno de ellos está atravesado por las relaciones de
poder. Hay una economía política para el medio ambiente, una estrategia política para el
impacto de la tecnología, y una sutil política a la territorialidad.

IV Tierra
Algunos trabajos consideran el territorio como una forma de propiedad. En ingles moderno
la palabra territorio - una palabra común a las lenguas romances y que se encuentra en
muchos muchas germánicas - tradicionalmente se deriva del latín terra. Esta es una palabra
que se traduce como “tierra” o “suelo”. Parte de la razón de esto es su etimología: tir es lo
seco, terra es tierra seca. Hay una referencia similar en la palabra “terrace”, o “terracotta”,
tierra cocida. En el irlandés antiguo tir es de tierra o tierra y ters es seco. En latín torrere es
secar, resecar; en griego tersesthai es convertido en seco; en sánscrito trsyati es que tiene
sed. Mientras que el término "tierra" se encuentra en Inglés Antiguo (a veces escrito como
lond), y tiene un linaje distinto, no es de extrañar que un número de escritores hayan hecho
el vínculo explícito entre la tierra y el territorio. Los que tomaron una perspectiva de
territorialidad a menudo hacen esa sugerencia. Hoebel (1949: 331) sugiere que la tierra es
la base de la existencia humana, “el objeto más importante de la propiedad. Todas las
sociedades están basadas territorialmente, y más sustento se extrae de la tierra, ya sea
directa o indirectamente" (ver también Malmberg, 1980: 84). Para Ardrey (1967: 4), “la
propiedad de la tierra es apenas una invención humana, como nuestra propensión territorial
es algo menos que una distinción humana”, mientras que Malmberg (1980: 87) subraya
cómo “están en la tierra estrechamente relacionados el comportamiento territorial y la
propiedad “.
Aquí, sin embargo el interés se centra en los que tienen un enfoque político-económico
sobre la cuestión de territorio, haciendo hincapié en el vínculo entre el territorio y la tierra,
viendo territorio como una forma de propiedad. Soja (1971: 9) muestra este punto
claramente: “las perspectivas occidentales convencionales sobre la organización espacial
están poderosamente influidas por el concepto de propiedad, en el que las piezas de
territorio son vistos como "mercancías" capaces de ser compradas, vendidas o
intercambiadas en el mercado”.
Como era de esperar, muchos de los que ofrecen esta visión operan a menudo dentro de una
perspectiva marxista. Mientras que la cuestión de la tierra es a veces subestimada en los
trabajos de Marx, es un elemento importante de su análisis, en el trabajo de economistas
políticos anteriores, como Ricardo. En Marx, Lefebvre insiste, hay una noción de la tierra
junto a los temas laborales y de capital. En vez de mirar las relaciones capital-trabajo, hay
una relación de tres vías de "tierra-capital-trabajo" (Lefebvre, 1974: 325; 1991: 282). Uno
de los capítulos finales del volumen III de El Capital, titulado “La Fórmula trinitaria”
refiere a los tres términos en sus aspectos económicos: "Capital-ganancia…tierra-suelo-
renta, salarios-trabajo, esta fórmula trinitaria tiene en sí todos los misterios del proceso
social de producción" (Marx, 1981b: 955). Pero los comentarios de Marx en este capítulo -
compilados por Engels a partir de tres fragmentos - son más bien superficiales. Discusiones
dispersas en otras partes de este volumen sobre la renta y la minería dan algunos detalles
adicionales.
En La ideología alemana, Marx y Engels (1970: 45) reconocen el carácter geográfico de los
diferentes sistemas políticos de gobierno. Mientras que el feudalismo funcionó con la
categoría de tierra, fue el capitalismo y el surgimiento del Estado moderno que cimentaron
la idea de la tierra como un activo imponible. A la vez, la relación orgánica de la gente a la
tierra es fracturada. En El Capital, Tomo I, Marx sugiere que "la expropiación de la gran
masa de la gente de la tierra, de los medios de subsistencia y de los instrumentos de trabajo,
esta expropiación terrible y arduamente lograda de la masa del pueblo constituye la
prehistoria del capital" (Marx, 1981a: 928; véase también p 876.). Hubo una serie de
cambios políticos y económicos en la transición desde el mundo medieval al moderno
temprano que impactaron en la tierra, incluyendo la industrialización, la concentración de
personas en pueblos y ciudades, el surgimiento de la clase media, el cambio a los mercados
nacionales más que locales, y una concentración gradual de la jurisdicción con la
centralización del poder del Estado.
Está claro que Marx pretendía que este tratamiento sea mucho más extenso - de hecho en su
plan proyectado, después de El Capital el próximo volumen seria Sobre la propiedad de la
tierra antes que un volumen referido al trabajo, y otros al Estado, el comercio internacional
y el mercado mundial (Marx y Engels, 1983: 270, 298, véase también Marx, 1975: 424).
Sin embargo, aparte del trabajo sobre los Grundrisse, poco de esto se conserva (Marx,
1973: 275-79, 485-88; para un desarrollo fructífero ver Harvey, 1982). Uno de los
comentarios en los Grundrisse es revelador. Marx (1973: 485) afirma que “la relación con
la tierra como propiedad está siempre mediada a través de la ocupación de la tierra y el
suelo, pacífica o violentamente”. Lefebvre (1974: 374-75) sugiere igualmente que la
"tierra" - la terre - debe entenderse en este sentido potencialmente amplio: “¿La terre? Esto
no es sólo agricultura, sino también el subsuelo y sus recursos. También es el Estado-
nación vinculado a un territorio. Y de ahí también la política absoluta y la estrategia
política”(ver también Lefebvre, 1991: 325).
Los pasajes de Perry Anderson Transiciones de la antigüedad al feudalismo y El Estado
absolutista proporcionan un análisis a gran escala del Estado desarrollado desde esta
perspectiva amplia, concentrándose en las fuerzas materiales y las condiciones económicas
para diferentes formaciones políticas (Anderson, 1974a; 1974b). Este no es
económicamente reductivo, pues mientras ve la tierra como crucial, su comprensión del
espacio político no es enteramente determinado en forma económica. En El Estado
absolutista por ejemplo, Anderson observa los conflictos dentro del feudalismo. Como era
de esperar, estos eran a menudo conflictos por la tierra:
Por el contrario, el medio típico de la confrontación interfeudal era militar y su estructura
siempre era, potencialmente, la de un conflicto de suma nula en el campo de batalla, por el
que se perdían o ganaban cantidades fijas de tierras. Esto es así porque la tierra es un
monopolio natural: sólo se puede redividir, pero no extender indefinidamente. El objeto
categorial de la dominación nobiliaria era el territorio, independientemente de la
comunidad que lo habitase. Los perímetros de su poder estaban definidos por la tierra
como tal, y no por el idioma. (Anderson, 1974b: 31)

En algunos aspectos, esto no es nada especial, pero se indican una serie de cuestiones
importantes. La posesión de la tierra es el factor determinante del poder, y los conflictos
por la tierra son un indicador clave de las luchas de poder. La tierra, sin embargo, no es
algo que se puede crear, sino un recurso escaso, cuya distribución y redistribución es una
importante preocupación política y económica.
Pensar territorio como la tierra, como la propiedad, da una relación político-económica.
Esto es una parte esencial de cualquier análisis del territorio. Sin embargo, al igual que
Lefebvre reconoce que el análisis del espacio social debe ir más allá de las relaciones de
propiedad de 'la tierra y el suelo, para mirar el proceso productivo que impone "una forma
sobre la tierra o suelo”, se requiere un énfasis que va más allá de la económico (Lefebvre,
1974: 102; 1991: 85).

V Terreno
El conflicto por la tierra indicado por Anderson es significativo. La propiedad es importante
como un indicador, pero el conflicto por la tierra es doble: por su posesión y llevado a cabo
en su terreno. El suelo es tanto el lugar y lo que está en juego en la lucha. En esto se
diferencia de un conflicto sobre otros recursos. Por lo tanto, las razones estratégicas
militares se vuelven significativas. Además de buscar maximizar la posesión de la tierra
como un recurso escaso, los señores feudales y los Estados nacientes también estaban
preocupados por la seguridad, la gestión y la administración. Fronteras defendibles, la
homogeneidad y la promoción de la cohesión territorial ofrecen una gama de ejemplos -
ejemplos que se sitúan en las cuestiones estratégicas y vinculadas estrechamente al
desarrollo de una serie de técnicas de la práctica estatal. Francia, por ejemplo, a raíz del
Tratado de los Pirineos en 1659, inició un proceso de mapeo y evaluación de los recursos
de la tierra, empleando especialistas técnicos tanto para trazar como para reforzar sus
llamadas "fronteras naturales".
Por tanto, un término relacionado con el de la tierra es 'terreno'. Esta es la tierra que tiene
un sentido estratégico, político, militar. El Inglés territory, el Francés territoire y términos
relacionados en otros idiomas se derivan de un buen sentido específico del latin territorium.
Territorium es un término muy poco frecuente en latín clásico que se vuelve común en la
Edad Media. La definición estándar es la tierra que pertenece a una ciudad u otra entidad tal
como una orden religiosa. Se utiliza, por ejemplo, en Cicerón (1858: tomo IV, 522) para las
tierras agrícolas de la colonia, y en frases como la que se describe el lugar de nacimiento de
la Venerable Bede en su Historia eclesiástica. Bede (Colgrave y Mynors, 1969: v, 24) se
describe como habiendo nacido ‘in territorio eiusdem monasterii, 'en tierras pertenecientes
al monasterio'. Este monasterio era el de Jarrow en el noreste de Inglaterra. En la Gran
traducción Anglosajona Alfred Beda había nacido en el “on sundorlonde del monasterio”,
las tierras periféricas, tierras separadas de la finca misma, pero bajo su posesión, y por lo
tanto se ha afirmado que es el origen del nombre de la ciudad de Sunderland, aunque no es
claro que este fuera tal sundorlonde (Brown, 1855: 277, 280; Colgrave, 1969: xix).
Como una serie de escritores han expuesto, la etimología de territorium es disputada, con el
significado del lugar alrededor de un pueblo suplementado por el de un lugar desde el cual
las personas son advertidas o aterradas (véase, por ejemplo, Connolly, 1995; Neocleous,
2003 ; Hindess, 2006). El latín terrere es para aterrar, que deriva de la trein griega que
significa huir de miedo, tener miedo, y el sánscrito, trasati, lo que significa que tiembla,
tiene temor. Esto significa que el término territorio tiene una asociación con el temor y la
violencia, una asociación que es más convincente en la historia que en la etimología. Como
se argumentó en otro lugar, "la creación de un espacio delimitado ya es un acto violento de
exclusión e inclusión; mantenerlo como tal requiere una vigilancia constante y la
movilización de la amenaza; y desafiarla necesariamente implica una transgresión" (Elden,
2009: xxx).
El terreno es, por supuesto, un término usado por los geógrafos físicos y geólogos. Sin
embargo, con demasiada frecuencia el término terreno se utiliza en un sentido muy vago.
Evans (1998: 119), por ejemplo, señala que "para algunos de nosotros, 'análisis del terreno"
significa, sobre todo, el análisis cuantitativo del terreno”, viendo así una mayor necesidad
de calificar el modo, en lugar del objeto de análisis. Terreno es visto como la forma de la
tierra, en lugar de proceso (Lane et al, 1998;. Véase también Lawrence et al, 1993;. Wilson
y Galán, 2000). También es un término usado por los estrategas militares. Sin embargo, hay
una relación, así como una separación, con el conocimiento del campo de batalla, terreno
esencial para el éxito militar. Hay una serie de estudios importantes de diferentes campañas
militares y la cuestión del terreno, pero poca precisión conceptual (véase, por ejemplo,
Parry, 1984; Winters, 1998; Rose y Nathanail, 2000; Doyle y Bennett, 2002a) 10. Para Doyle
y Bennett (2002b: 1), el terreno “abarca tanto los aspectos físicos de la superficie de la
tierra, así como la interacción humana con ellos”. A veces el terreno parece ser un paisaje
desprovisto de vida, como cuando la planificación de las ciudades es discutida sin hacer
referencia a las personas que viven en ella, o es reducida de una materialidad concreta a un
nivel de virtualidad.
El análisis de Max Weber sobre el desarrollo histórico del Estado, y el estudio de Michael
Mann de las cambiantes dinámicas de poder (Mann, 1986; 1993), donde hacen intervenir el
territorio, puede ser visto que opera de una manera que considera el territorio como terreno,
una relación político-estratégica. En su entrevista con los geógrafos de la revista Herodote,
Foucault desvía la interpelación de los entrevistadores respecto a su uso de categorías
espaciales, sugiriendo que no son principalmente geográficas sino que están atravesadas
por/con el poder. Como declara, “territorio es sin duda una noción geográfica, pero es ante
todo una noción jurídico-política: la zona controlada por un cierto tipo de poder" (Foucault,
2007: 176). Al responder sus entrevistadores que, “ciertas metáforas espaciales son
igualmente geográficas y estratégicas, lo cual es muy normal puesto que la geografía se
desarrollo a la sombra del ejército" (p. 177). Realizan el vínculo explícito entre la región de
los geógrafos y la región comandada, de regere (dirigir); el territorio conquistado de una
provincia, de Vincere; y el campo como campo de batalla. Foucault señala a continuación
cómo “el término político-estratégico indica cómo el ejército y lo administrativo se
inscriben efectivamente ya sea sobre un suelo materia, ya sea dentro de las formas de
discurso"(p. 177).
Lefebvre ofrece un debate más concreto y convincente de esta relación (véase también
Lefebvre, 1974: 133; 1991: 122; 2009; Brenner y Elden, 2009):

La soberanía implica el "espacio", y lo que es más implica un espacio contra el que


la violencia, ya sea latente o manifiesta, se dirige - un espacio establecido y
constituido por la violencia. . . Cada estado nace de la violencia, y el poder del
Estado perdura sólo en virtud de la violencia dirigida hacia un espacio. . . Al
mismo tiempo, también, la violencia entronizada una racionalidad específica, la de
la acumulación, el de la burocracia y el ejército - una racionalidad unitaria,
logística, operativa y la cuantificación que haría posible el crecimiento económico
y sacar fuerzas de este crecimiento para su propia expansión hasta un punto en el

10
Un sentido más amplio del impacto militar en el espacio y el medio ambiente se encuentra en Woodward
(2004).
que tomaría posesión de todo el planeta. Una violencia fundadora, y la creación
continua por la violencia (por el fuego y la sangre, según la frase de Bismarck) –
tales son las marcas distintivas de la identidad del Estado. (Lefebvre, 1974: 322-
33; 1991: 280)
Lo que es central en la lectura de Lefebvre es la relación entre la acumulación, la violencia
y la “racionalidad unitaria, logística, operativa y cuantificadora”. Para Lefebvre esto pone
de manifiesto las limitaciones de una lectura político-económica del territorio como tierra:
'Ni Marx y Engels ni Hegel perciben claramente la violencia en el núcleo del proceso de
acumulación. . . y por lo tanto su función en la producción de un espacio político-
económico. Este espacio fue, por supuesto, el lugar de nacimiento y la cuna del Estado
moderno (Lefebvre, 1974: 322; 1991: 279; véase también pp 413/358.).
En un análisis relacionado Achille Mbembe ha analizado los tipos de violencia sobre los
que se fundó la soberanía colonial. La primera de esta fue la violencia, que "sustenta no
sólo el derecho de conquista, sino de todas las prerrogativas que se derivan de ese
derecho. . . la cual ayudó a crear el espacio sobre el que se ejerce". El segundo y el tercer
tipo de violencia se vincula a la legitimación y la autoridad, y en particular al
"mantenimiento, expansión y persistencia” de la autoridad (Mbembe, 2001: 25). Pero es la
primera la que es central aquí: la creación del espacio a través de la violencia sobre la que
se ejerce entonces la violencia. La discusión de Heidegger de la transición del polis griego
al latín imperium vincula similarmente estos dos sentidos - la tierra y el terreno:
Para los romanos, por el contrario, la tierra, tellus, terra es lo seco, la tierra, a
diferencia de la mar; esta diferencia a aquellos lugares en que es posible la
construcción, el asentamiento, e instalación, de aquellos lugares en los que es
imposible. Terra se convierte territorium, tierra de asentamiento como ámbito de
comando [das Sieglungsgebiet als Befehlsbereich]. En la terra romana se puede
percibir una acento imperial, completamente extranjero a la gaia y ge griega.
(Heidegger, 1982: 88-89; 1992: 60)
Es importante señalar que el término alemán Gebiet - con su sentido de región - tiene un
conjunto de asociaciones muy diferentes al latin territorium. Gebiet es el término utilizado
en la famosa descripción de Weber del Estado. Este guarda relación con la noción de un
Flachenstaat o un "Estado territorial", con Gebiet como región sobre la cual reinó la
violencia: a Bereich-Gewalt, un campo de la violencia. Es en este contexto que la
descripción que hace Heidegger de una 'tierra de asentamiento como un reino de comando”
articula lo que se entiende por terreno y tierra.
Tierra y el terreno son obviamente nociones importantes, y muchos teóricos combinan
elementos de ambos enfoques. Por tanto, es claro que lo político-económico y lo político-
estratégico tienen un mérito considerable, y que sobre todo la interrogación histórica ofrece
mucho a un análisis crítico. Sin embargo, al igual que el enfoque a través de la
territorialidad, tienden a fallar el examen específicamente histórico. Como una relación
política-económica la importancia de la propiedad de la tierra es clara desde tan atrás como
existe registro de la historia humana. Desde Las Leyes de Platón o la reforma urbana de
Atenas de Clístenes (Elden, 2003a), a su importancia en Guillermo el Conquistador de
Domesday de 1086, la propiedad de la tierra es claramente anterior a la especificidad del
Estado territorial. La tierra como una mercancía para ser comprada y vendida fue un
elemento importante de la construcción de los Estados Unidos de América con la compra
de Luisiana y la venta de Alaska por parte de Rusia. Un argumento similar puede hacerse
en relación con el terreno, con una importancia estratégica que también se extiende a lo
largo de la historia humana. De la Historia de Tucídides de la Guerra del Peloponeso
pasando por el relato de La Guerra de las Galias o La Guerra Civil de Julio César, la tierra
como el terreno poseen una significativa importancia militar. Igualmente cuando
Maquiavelo habla de la tierra en El Príncipe esta también próximo a un sentido de terreno.
La traducción de la khora clásica griega o la terra, agrum o finibus latinas como "territorio"
enmascara estas distinciones.

VI Territorio
El punto que se subraya aquí es que 'territorio' es sin duda algo que está estrechamente
relacionado con la "tierra" o "terreno", pero es más que ellos. 'Territorio' necesita ser
pensado en su especificidad. Perfilándose así este enfoque difiere del trabajo de Saskia
Sassen en sus último libro Territory, authority, rights: from medieval to global
assemblages, que examina lo que llama conjuntos estatales medievales, modernos y
globales a través de un interrogatorio de la interrelación de tres términos claves -
"territorio", "autoridad" y "derechos", unidos como 'TAD' 11 (Sassen, 2006). Sassen sugiere
que las formas particulares en que trabajan en combinación nos ayudan a comprender las
configuraciones políticas que surgen en un punto determinado en el tiempo. En este sentido
'territorio' se asume como un concepto estático, ahistórico con el fin de iluminar otra
problemática (véase, por ejemplo, p. 18). De hecho, Sassen dice que "territorio",
"autoridad" y "derechos" son sus "bloques de construcción" y son “navegantes dentro de las
dos cajas negras que son lo nacional y lo global. Esto pone en evidencia la capacidad
analítica para el estudio de estas dos categorías principales” (. P 6). Una observación
particularmente reveladora es cuando sugiere que “mi preocupación no es la evolución
histórica, sino el desarrollo de un análisis de los cambios utilizando la historia” (. p 27). Si
bien esto puede dar algunas ideas posibles, lo hace con gran violencia sobre la historia del
pensamiento.

Por otro lado, a continuación, una manera más fructífera es analizar cómo el territorio
depende de una serie de técnicas y de la ley. De este modo, este enfoque no sólo supera la
historia meramente conceptual, sino que comienza a dirigir el análisis de las prácticas en su
enfoque genealógico. Los aspectos jurídicos de la relación entre la soberanía, jurisdicción y
competencia con el territorio han sido relativamente bien examinados - la emergencia
histórica de estos términos no tanto - pero en términos de las técnicas estos incluyen los
avances en la geometría, como las coordenadas o la geometría analítica promovida por
Rene Descartes (una forma de la geometría que utiliza álgebra, coordenadas y ecuaciones).
También hay una serie de acontecimientos relacionados con la cartografía y la topografía
11
TAR en ingles refiriendo a las siglas ‘territory’, ‘authority’ and ‘rights’. (N/T)
de la tierra, sobre todo incluyendo el uso de la escuadra de agrimensor y el cuadrante para
encontrar la latitud; nuevas herramientas y técnicas de medición; el redescubrimiento de la
Geografía de Ptolomeo; y los cambios en la navegación marítima especialmente a través de
una medición más precisa del tiempo y por lo tanto de la longitud12.
El mapeo y el control del territorio, en gran parte, depende de tales técnicas. Sólo con este
tipo de habilidades las fronteras modernas podrían establecerse como algo más que una
simple línea replanteada sobre el terreno. Para las regiones montañosas, los desiertos, la
tundra, o en particular para la división abstracta de lugares desconocidos del mundo
colonizado, tales técnicas fueron cruciales.
Ellos se hacen posibles a través de una comprensión calculadora del mundo material, lo que
Lefebvre llama espacio abstracto, pero que en realidad caracteriza la emergencia de una
categoría de espacio en el pensamiento occidental en general. Spatium en latín clásico no
significaba 'espacio', sino más bien una medida; de manera similar los griegos no tenían una
palabra para espacio. Uno de los comentarios de Lefebvre es relevante aquí: “como
producto de la violencia y la guerra, [el espacio abstracto] es político; instituido por un
Estado, es institucional" (Lefebvre, 1974: 325; 1991: 285). Como han señalado una serie de
pensadores, en este sentido la cartografía no sólo representa el territorio, sino que es
activamente cómplice de su producción. No es ninguna sorpresa que los principales
patrocinadores de los avances en las técnicas cartográficas eran Estados (King, 1996: 16-
17; Corner, 1999: 222; Pickles, 2004: 31; Jacob, 2006; Strandsbjerg, 2008). En una cita
anterior, donde Soja sugiere que el territorio occidental se relaciona con la propiedad,
continúa: "El espacio es visto como subdividido en componentes cuyos límites son
“objetivamente” determinados a través de las técnicas matemáticas y astronómicas
basadas en la topografía y la cartografía” (Soja, 1971: 9; véase también Paasi, 1996: 19).
Entonces, siguiendo al antropólogo Paul Bohanan, señala que “somos las únicas personas
en el mundo que utilizan los instrumentos de navegación para determinar nuestra posición
en el terreno” (Bohanan, 1966: 165). Estos “instrumentos de marinería” tienen, por
supuesto, un gran desarrollo, incluso en los años posteriores a esta observación, pero la
determinación básica permanece. ¿De qué manera la cuantificación del espacio y el papel
de los mecanismos de cálculo permiten el dominio del territorio y el establecimiento de las
fronteras?13

Hay, al menos, una doble relación entre la estratégica y lo técnico. Por un lado, por
ejemplo, el trabajo realizado por Vauban para la corona francesa dependía de una serie de
técnicas recién descubiertas; como fue el trabajo de topografía de la familia Cassini
(Godlewska, 1999; Mattelart, 1999). Como Von Clausewitz (1976: 112) reconoce, estas
técnicas eran esenciales para las operaciones militares modernas: Bonaparte dijo con razón
al respecto que muchas de las decisiones que se enfrenta el comandante en jefe se parecen a
problemas matemáticos dignos de los dones de un Newton o un Euler (véase también
Lacoste, 1976: 16; Alli`es, 1980: 57). Por otro lado, hay una violencia inherente a estas
técnicas. En el famoso título del libro de Lacoste de 1976, “Geography is, above all,
12
Este argumento se hace con mayor extensión en Elden (2005). Para un rango de trabajos útiles ver Dock'es
(1969), Swetz (1987), Hadden (1994) y Linklater (2003).
13
Se discutieron los aspectos filosóficos de este modelo de cálculo de Elden (2001; 2006); y la relación entre
el Estado y el espacio era un tema clave en Elden (2004), especialmente los capítulos 5 y 6.
making war’(ver Lacoste, 1976: 7 Edición en castellano: La geografía un arma para la
guerra). Al mismo tiempo que estas técnicas de cálculo, hay desarrollos político-jurídicos
en los códigos legales, en la comprensión de la relación soberanía-territorio y la distinción
entre soberanía y majestad, todos los cuales determinan la cuestión del poder político sobre
el espacio.
Las conferencias de Seguridad, territorio y población de Foucault son invaluables aquí,
porque aunque Foucault se aleja de un enfoque sobre el territorio, el desplazamiento tiene
que ver con que demuestra el desarrollo de una serie de técnicas que, efectivamente, serían
ejercidas sobre el territorio como objeto de gubernamentalidad, junto con la de la población
(2004). Foucault afirma que hay un cambio entre el territorio como foco de la
gubernamentalidad y el gobierno de las cosas, esencialmente las personas como una
población. Diferenciándose de su argumento histórico, pero utilizando sus herramientas
conceptuales, Foucault es más valioso ya que ve el cambio paralelo de las personas en
población y de la tierra / terreno al territorio. Territorio ya no es sólo el objeto económico
de la tierra, ni un terreno estático; el territorio es una entidad vibrante, “dentro de sus
fronteras, con sus cualidades específicas"(Foucault, 2004: 99-100). Las estrategias
aplicadas al territorio - en términos de su cartografía, ordenamiento, medición y
demarcación, y la forma en la que es normalizado, permitida la circulación y regulado
internamente – son de cálculos. El territorio es más que simplemente la tierra, y va más allá
del terreno, sino que es una interpretación del concepto emergente de 'espacio' como una
categoría política: apropiado, distribuido, mapeado, calculado, confinado y controlado
(Elden, 2007)14.

VII Conclusión: Territorio como tecnología política


Sería inusual o reduccionista ver el territorio en un sentido político-económico, político-
estratégico, político legal o político-técnico en aislamiento estricto. El enfoque político-
económico a menudo indica una relación estratégica; el trabajo estratégico reconoce la
importancia de la ley y la dependencia de la medida y el cálculo. Por lo tanto, es sólo
viendo estos elementos en conjunto y, en el privilegio de lo jurídico y lo técnico, que la
comprensión de las complejidades del territorio puede ser alcanzada. Concentrarse en lo
político-económicos corre el riesgo de reducir el territorio a la tierra; hacer hincapié en la
definición político-estratégica enfoca hacia el sentido de terreno. Reconocer esto, y viendo
el desarrollo posibilitado por técnicas políticas emergentes, nos permite entender el
territorio como un modo distintivo de organización social / espacial, que es histórica y
geográficamente limitado y dependiente en lugar de una unidad biológica o necesidad
social. De hecho, el reconocimiento y el cuestionamiento de esto no sólo nos permite ver
claramente que la división moderna y el ordenamiento del mundo no es peculiar y la única
forma posible, sino que también nos permite que comencemos a escapar de lo que Agnew
describió como “la trampa territorial”. Como el mismo Agnew (1995: 379) señala, las
ciencias sociales a menudo han sido demasiado geográficas e insuficientemente históricas.
Es a través de un examen histórico conceptual que se puede ir más allá de 'la trampa
territorial" en lugar de simplemente evitarla (Brenner y Elden, 2009; para una investigación
relacionada, consulte Murphy, 1996).

14
Análisis relacionados de cálculo que se derivan de Foucault también se pueden encontrar en Rose-Redwood
(2006), Hannah (2009), Steinberg (2009) y Crampton (2010).
La sugerencia general es aquí, que territorio no se comprende mejor a través de la
territorialidad, sino a través de un examen de la relación del Estado con la aparición de una
categoría de "espacio". Edward Casey (2002: xvii) describe su libro The fate of place como
una investigación que "traza la idea de lugar vis-à-vis espacio”. ¿Qué comprensión del
espacio fue necesario para que la idea del territorio fuera posible? Si el territorio es visto
como un "espacio delimitado" o como Giddens diría un “contenedor de poder ", las
preguntas que quedan son: ¿Qué es este espacio y cómo son posibles esos límites? Tal
como Pablo Alliès (1980: 32) sugiere: "para definir el territorio, se nos dice, uno delimita
fronteras [frontieres]. O para pensar la frontera, ¿no debemos tener ya una idea de territorio
homogéneo? Para darle más fuerza a esto, los límites son posible en su sentido moderno a
través de una noción de espacio, no en un sentido contrario. Centrándose en la
determinación del espacio que hace posible las fronteras, y en particular el papel de cálculo,
se abre la idea de ver fronteras no como una distinción primaria que separa el territorio de
otras formas de entender el control político de la tierra, sino como un problema de segundo
orden fundado en un sentido particular del cálculo y una concomitante comprensión del
espacio. ¿De qué manera ese concepto de espacio se convierte en una categoría político-
legal y qué tipo de técnicas atraviesan ese trabajo?
Son necesarios dos salvedades a este análisis. La primera es que se trata de un enfoque
derivado de, y dirigido hacia el pensamiento político occidental. El término “occidente” es
por supuesto discutible, pero se lo considera aquí para ser leído en relación con una
cronología de pensamiento que se puede rastrear desde la antigua Grecia, a las
apropiaciones finales de los romanos y el redescubrimiento del latín medieval tardío,
proporcionando el marco conceptual dentro de la cual ocurre la aparición del Estado
moderno y sus territorios15. Otras tradiciones tendrían muy diferentes historias, geografías y
linajes conceptuales. La especificidad del análisis iniciado aquí milita en contra de la
generalización y las pretensiones de universalismo. No obstante, se espera que este enfoque
histórico conceptual sea útil en otros tipos de análisis, aunque tendría que ser
complementado, desarrollado y criticado. El segundo requisito es que mientras que este
trabajo busca utilizar una comprensión más amplia del territorio que va más allá de
enfoques estrictamente económicos o estratégicos, también está atento a la especificidad de
la noción, su enfoque es necesariamente parcial. Como Valérie November (2002: 17)
señala, "la noción de territorio es a la vez jurídica, política, económica, social y cultural, e
incluso afectiva". Aquí, los elementos sociales, culturales y afectivos han restado
importancia a fin de hacer hincapié en los políticos en un sentido amplio. Esto no es sugerir
que esos otros elementos no son importantes, sino más bien se han discutido con cierto
detalle en otro lugar. La literatura sobre la nación, en apego a la patria, y la política de la
identidad, por ejemplo, puede ser leída desde el punto de vista territorial (see Winichakul,
1994; Paasi, 1996; Yiftachel, 2006). Recuperando las ideas de los análisis ofrecidos en el
esquema presentado aquí sería un paso necesario para cualquier enfoque que pretenda ser
comprehensivo.
Por lo tanto tres proposiciones interrelacionadas proporcionan una agenda para el trabajo
futuro; un proyecto que trata de captar la historia del estado del territorio:
(1) El territorio debe ser abordado como tema en sí mismo; en lugar de abordarlo a través
de la territorialidad. De hecho, puede darse el caso de que la noción de 'territorialidad' con
15
Para un estudio inicial, consultese Elden (2010).
respecto a los seres humanos sólo pueden comprenderse adecuadamente a través de una
noción de territorio. En otras palabras, mientras que las estrategias o prácticas particulares
producen territorio, existe la necesidad de entender el territorio para captar lo que la
territorialidad, como condición de territorio, se ocupa.
(2) El territorio puede ser entendido como un "espacio limitado" sólo si se tienen "límites"
y "espacio" como términos dignos de investigación por derecho propio como paso previo.
Estos términos requieren de un trabajo conceptual e histórico en sí mismos, en lugar de ser
suficientes para obtener una explicación.
(3) 'Tierra' y 'terreno' - como relaciones económicas y político-estratégicas son necesarias
pero insuficientes para captar la idea de "territorio".

Territorio puede entenderse como una tecnología política: comprende técnicas para medir
la tierra y control de terreno. Medida y control - lo técnico y lo legal - necesitan ser
considerados junto con la tierra y el terreno. El entendimiento del territorio como una
tecnología política no es definir al territorio de una vez por todas; más bien es indicar las
cuestiones que están en juego para comprender cómo fue entendido en diferentes contextos
históricos y geográficos. El territorio es una cuestión histórica: producido, mutable y
fluido. Es geográfico, no sólo porque es una de las maneras de ordenar el mundo, sino
también porque es profundamente desigual en su desarrollo. Es una palabra, un concepto y
una práctica, donde la relación entre estos sólo puede ser captada genealógicamente. Se
trata de una cuestión política, pero en un sentido amplio: económico, estratégico, legal y
técnico. El territorio debe abordarse políticamente en su especificidad histórica, geográfica
y conceptual.

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