De La Genealogía Como Método - Bruno Gandini

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Universidad Austral de Chile

Facultad de Filosofía y Humanidades


Doctorado en Ciencias Humanas, mención Discurso y Cultura

Seminario obligatorio:
Perspectivas del discurso

Trabajo final:
La genealogía como método

Profesora responsable: Dra. Ana Traverso


Doctorando: Bruno Gandini Oddone

10 de agosto de 2020
Índice de contenido

1. Introducción ...................................................................................... ¡Error! Marcador no definido.


2. La procedencia y la emergencia ................................................................................................... 4
3. La wirkliche Historia ...................................................................................................................... 8
4. Conclusiones .................................................................................................................................. 10
5. Referencias bibliográficas ............................................................................................................ 11

2
1. Introducción:

Nos proponemos aquí señalar un camino, una senda, mas también una forma de caminar. En este caso
se trata de un camino que nos conduce a pensar la genealogía, lo que aquí quiere decir: comprender e
interpretar la genealogía en tanto que método. Y es que, precisamente hodós, en griego, significa
“camino”. Si ahora agregamos un prefijo, si, en verdad, metemos un prefijo, a saber, mét(a)1, es decir,
“hacia”, obtenemos lo siguiente: méthodos. De suerte que de modo originario método significa: “camino
para llegar a un resultado” (Coromines, 2009). Propiamente, se trata de encaminarse, de ponerse en
camino a... hacia algún lugar. Heidegger lo dirá así:

Auf einen Stern zugehen, nur dieses.


Encaminarse a una estrella, sólo eso.
(Heidegger, 2007, pp. 12-13)

Lo dirá de otra manera señalando lo que entiende por camino en Holzwege, en la leyenda que precede a
la obra:

“Holz” (madera, leña) es un antiguo nombre para el bosque. En el bosque hay caminos (“Wege”), por lo
general medio ocultos por la maleza, que cesan bruscamente en lo no hollado. Es a estos caminos a los que
se llama “Holzwege” (“caminos de bosque, caminos que se pierden en el bosque”).

Cada uno de ellos sigue un trazado diferente, pero siempre dentro del mismo bosque. Muchas veces parece
como si fueran iguales, pero es una mera apariencia.

Los leñadores y guardabosques conocen los caminos. Ellos saben lo que significa encontrarse en un camino
que se pierde en el bosque. (Heidegger, 2012)

Ahora bien, la genealogía como método es el encaminarse hacia aquello que quiere ser pensado, en este
caso, genealogizado. Aquello que se quiere pensar puede ser, por ejemplo, la moral. Bien puede ser
también el racismo. Bien puede ser la locura o las prisiones. En verdad, siempre que se piensa se piensa
la vida. En todo caso, el objeto particular de una genealogía lo determina el genealogista. La genealogía
se compone de tres grandes líneas que, una vez que se trazan, resultan en un cuadro. Mas con la

1
“Meta” se ha interpretado regularmente como “más allá”, “allende”, “después”. Todo lo cual es ciertamente correcto, mas
no agota su sentido. En rigor, “meta” es una preposición de los casos genitivo, dativo y acusativo. Con genitivo podría ser
“en medio de”, o “entre”, como “entre los vivos”. Figuradamente puede indicar una circunstancia, como”entre lágrimas”,
“con miedo”, “entre peligros”. En caso dativo su uso es poético: como “entre las manos”, “con los soplos del viento”. Ahora
bien, y esto es lo que más nos interesa aquí: con acusativo puede ser “el mejor entre nosotros”, o en busca de, como “en
busca del bronce”, o todavía “hacia”, como “hacia los laureles”. Sobre la etimología de “meta” consúltese el Diccionario
bilingüe, manual Griego clásico-Español, de J. M. Pabón de Urbina. (2012); España: Vox, p. 388. Sobre la etimología de
“método”, íntimamente ligada a la de “episodio”, el Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, España: Gredos,
del filólogo catalán Joan Coromines, específicamente la p. 217.

3
expresión cuadro no queremos señalar aquí la “abigarrada pintura de todo lo que ha sido”, sino la viva
imagen de la comprensión de la historia por medio de su estudio crítico y su sentido actual. Las tres
líneas que componen la genealogía no son sino el análisis de la procedencia, la determinación del punto
de emergencia y la comprensión, justamente, del sentido histórico de aquello que interpretamos con
nuestro método.

La genealogía, como estamos diciendo, es también un ejercicio comprensivo. De tal suerte, es un


ejercicio hermenéutico. La genealogía busca realizar una interpretación de aquello que genealogiza.
Para ello se necesita un arte, un arte interpretativo. De modo que por medio del método genealógico el
pensamiento deviene un pensamiento artístico.

La interpretación (Deutung) -dice el español Andrés Sánchez Pascual- es algo que a Nietzsche le viene
de su pasado de filólogo, pero que él luego transpone a la filosofía. En sus manos, sin embargo, la
interpretación adquiere un sentido radicalmente nuevo. No se trata sólo de examinar críticamente la
verdad o falsedad de unas determinadas proposiciones, sino de desenmascarar ilusiones y autoengaños,
es decir, de sospechar de aquello que se nos ofrece como verdadero. (Sánchez Pascual, 2013, p. 19)

Mas Nietzsche no realiza una investigación teorética de la genealogía, sino que realiza, de modo directo,
un estudio de tal suerte. Por ello lo tres libros de la Genealogía de la moral no son sino “hermenéutica
realizada” (Sánchez Pascual, 2013, p. 19). Para nosotros, sin embargo, será importante detenernos en
los aspectos teóricos que componen el método genealógico. De ahí que nos serviremos, en primer lugar,
de la obra de Nietzsche, mas de ahí también que tomaremos como complementos exegéticos algunas
obras de, podríamos decir, dos nietzscheanos del siglo próximo pasado, a saber: los franceses M.
Foucualt y G. Deleuze. Si logramos nuestro cometido, al final de nuestro trabajo seremos capaces de
comprender tanto el sentido como la composición del método genealógico.

2. La procedencia y la emergencia:

La elección de un camino no es del todo azarosa. Investigar la procedencia de los conceptos que son en
la actualidad no tiene más sentido que el de responder y, a la vez, interrogar a una voluntad fundamental
de saber. Una voluntad de saber que, asaz impostergable, rápidamente deviene una de acción (Nietzsche,
2013; Foucault, 2005). En efecto, “llamamos (…) genealogía -dice Foucault (2008)- al acoplamiento
de los conocimientos eruditos y de las memorias locales: el acoplamiento que permite la constitución
de un saber histórico de las luchas y la utilización de este saber en las tácticas actuales” (p. 18).

Como el devenir, la genealogía no tiene ninguna meta que le sea extranjera, aspirando sólo a su propia
realización en cada trazo (Nietzsche, 1947). No tiene fines ni principios, tampoco destino u origen, sino

4
tan sólo el proceso en el que se despliega a sí misma desplegando concomitantemente multiplicidades
que es capaz de ir construyendo en su trayectoria. Se trata de una actividad necesaria 2y dadora. La
genealogía busca componer una crítica que trace sus propias líneas de sentido y valor ( Deleuze, 1998).
Persigue valorar los valores en su elemento diferencial (sentimiento de diferencia o de distancia, de lo
alto y lo bajo, lo noble y lo vil) en medio de los cuales se crea un saber (Deleuze, 1998).

Genealogía –dice Deleuze- quiere decir a la vez valor del origen y origen de los valores. (…) se opone
tanto al carácter absoluto de los valores como a su carácter relativo o utilitario. (…) significa el elemento
diferencial de los valores de los que se desprende su propio valor. (1998, p. 9)

Genealogizar implica realizar una crítica, hacer explotar los sedimentos y, al mismo tiempo, afirmar la
positividad de la creación. Se presenta como un ejercicio de ofensiva: un ataque, de ningún modo una
reacción.

Por otro lado, la tarea del genealogista también es paciente, meticulosa, y a veces (no pocas) incluso
dolorosa. Muchas son las horas largamente pobladas de su soledad, de su encierro. No puede dejar pasar
aquello que, de suerte, pareciera baladí; no puede dejar pasar “lo que pasa por no tener historia”
(Foucault, 2004, p. 12). El genealogista trata de captar el retorno de lo aparentemente fútil; mas no para
aprehender un (aparente) movimiento lineal, sino para iluminar “diferentes escenas donde han
representado diferentes papeles” (Foucault, 2004, p. 12). Su trabajo descansa en las letras y en las
historias de las prácticas que las mismas precipitan. Por eso su color es el gris. Para el genealogista
importa “lo fundado en documentos, lo realmente comprobable, lo efectivamente existido, en una
palabra, toda la larga y difícilmente descifrable escritura jeroglífica del pasado (…)” (Nietzsche, 2013,
p. 34). Porque sucede que “la jovialidad, o (…) la gaya ciencia –es una recompensa: la recompensa de
una seriedad prolongada, valiente, laboriosa y subterránea, que, desde luego, no es cosa de cualquiera”
(Nietzsche, 2013, p. 45).

Ahora bien, para el genealogista no hay significaciones metahistóricas ni teleologías (Foucault, 2004).
En la genealogía no hay, hablando con propiedad, búsqueda del origen (Ursprung). “En Nietzsche –
dice Foucault- encontramos dos usos de la palabra Ursprung. Uno no está señalado: lo encontramos
alternado con términos como Entstehung, Herkunft, Abkunft, Geburt” (Foucault, 2004, p. 13). El otro,
por el contrario, sí está señalado; “Nietzsche lo utiliza en oposición a otro término: el primer parágrafo
de Humano, demasiado humano3 pone frente a frente el origen milagroso (Wundersprung) que busca

2
Dice Nietzsche (2013): "(…) con la necesidad con que un árbol da sus frutos, así brotan de nosotros nuestros pensamientos,
nuestros valores, nuestros síes y nuestros noes, nuestras preguntas y nuestras dudas- todas ellas emparentadas y
relacionadas entre sí, testimonios de una única voluntad, de una única salud, de un único reino terrenal, de un único sol.-
¿Os gustarán a vosotros estos frutos nuestros?- Pero ¡qué les importa eso a los árboles! ¡Qué nos importa eso a nosotros
los filósofos!” (p. 27) (itálicas en el original).
3
Dice Nietzsche en el señalado parágrafo, respondiendo a la pregunta de cómo puede nacer una cosa de su contraria, por
ejemplo la sinrazón de la razón o la vida de la muerte: “La filosofía metafísica se las ingenió hasta hoy para

5
la metafísica, y los análisis de una filosofía histórica que plantea preguntas über Herkunft und Anfang”
(Foucault, 2004, p. 14). Por fin, un último uso del término Ursprung radica en una forma “irónica y
decepcionada”, como por ejemplo en virtud de la inquietud por el “fundamento originario (Ursprung)
de la moral que se busca desde Platón”, o de “ese origen de la religión que Schopenhauer situaba en un
cierto sentimiento metafísico (…)”. Se trata, al final, de nada más que una “invención (Erfindung) (…),
un artificio (Kunststück) (…), el trabajo de los Schwarzkünstler” (Nietzsche, citado en Foucault, 2004,
pp. 14-15).

¿Qué quiere decir, pues, desechar la búsqueda del origen (Ursprung)? No quiere decir sino que tras
sobrevolar los avatares de la historia, se descubre que más allá de las cosas “hay otra cosa bien distinta:
no su secreto esencial y sin fecha, sino el secreto de que no tiene esencia, o de que su esencia fue
construida pieza a pieza a partir de figuras extrañas a ella” (Foucault, 2004, p. 18). No es baladí,
entonces, que Nietzsche oponga Herkunft a Ursprung. En la raíz no habrá esencia sino disparate:
disputa, odio, necesidad de vencer, vanidad de los señores. Al cuento de “en el origen fue tal… o cual…”
sólo le cabe una respuesta seria: la risa4. ¡Reírse de la bajeza, que tal es el origen! El último punto del
disparate descansa en la esencia vilipendiada por un discurso que la ennegrece: la (oscura) Verdad. En
efecto, no se trata tanto aquí de la Warhheit (la Verdad), que no es sino un efecto de Der Wille zur
Macht, es decir, de la voluntad de poder, como de la Wahrhaftigkeit (es decir, la veracidad).

Realizar una genealogía, para decirlo en una palabra

no será jamás partir a la búsqueda de su “origen”, despreciando como inaccesibles todos los episodios
de su historia; será, al contrario, insistir en las meticulosidades y azares de los comienzos; prestar una
atención escrupulosa a su irrisoria mezquindad; prepararse para verlos surgir, al fin sin máscaras, con
la cara de lo otro; no tener pudor en ir a buscarlos allí donde están – “registrando los bajos fondos”-;
darles tiempo para ascender del laberinto en el que jamás verdad alguna los ha tenido bajo custodia.
(Foucault, 2004, p. 23)

No siendo el Ursprung el objeto de la genealogía, será pertinente discernir entre Herkunft y Entstehung,
términos estos que señalan mucho mejor tal objeto (Foucault, 2004). Herkunft remite a la procedencia,
la pertenencia a un grupo, ya de sangre, ya de tradición, en todo caso, señala “el que se orea entre los
de una misma nobleza o una misma bajeza” (Foucault, 2004, p. 25). De tal suerte no es casual que en el
trabajo sobre la Herkunft aparezcan la “raza” o el estrato social. No se trata, empero, de iluminar los
rasgos que hacen de tal o cual una individualidad, sino de “descubrir todas las marcas sutiles, singulares,
subindividuales que pueden entrecruzarse” (Foucault, 2004, p. 25). Marcas que

superar esta dificultad, negando que una cosa naciese de la otra y aceptando que las cosas superiormente valiosas tienen un
origen milagroso, que salen del núcleo y de la esencia de la “cosa en sí”. En cambio, la filosofía histórica (...) ” (Nietzsche,

6
2007, p. 17). Luego Nietzsche habla aquí de la necesidad de una ciencia natural, de una química de las representaciones y
los sentimientos morales, religiosos, estéticos, etc. Ello ya no forma parte de nuestro interés.
4 “Los Dioses están muertos; pero se han muerto de risa al oír decir a un Dios que él era el único” (Deleuze, 1998, p.11).

forman un principio de consistencia. El análisis de la procedencia permite explotar la unificación


aparente y hacer emerger cantidades de disrupciones, vueltas… en una palabra: “mil acontecimientos
ahora perdidos” (Foucault, 2004, p. 26). La procedencia permite, además, un reconocimiento nada
menor, a saber: “bajo el aspecto único de un carácter, o de un concepto, la proliferación de los
acontecimientos a través de los cuales (gracias a los cuales, contra los cuales) se han formado” (
Foucault, 2004, pp. 26-7). Seguir la línea en sus curvas, sus tramos rectos, en sus giros y/o sus abruptas
particiones, dar cuenta de los movimientos que han permitido el desarrollo de los conceptos y prácticas
hasta aquí, y ahora; tal es el desarrollo del análisis de la procedencia. Descubrir, al fin, que en la raíz de
lo que hoy es no hay ni Verdad ni Virtud, sino tan sólo “la exterioridad del accidente” ( Foucault, 2004,
p. 28).

Como se ha oportunamente señalado, la búsqueda de la procedencia no fundamenta, no solidifica, antes


bien, procede como una bomba: agita lo quieto, dispersa lo unido, caotiza lo calmo; no lleva sino un
poco de vida a lo cristalizado, a lo aparentemente puro.

El último punto de la procedencia es determinante; atañe al cuerpo. Que los antepasados tengan un
cuerpo enfermo, débil, que los padres procedan por sinécdoque, metonimia, incluso por metafísica, y
los hijos padecerán por ello (Foucault, 2004). La maldición de los lastres. Es en el cuerpo, entonces,
donde se carga inexorablemente la procedencia, y “la genealogía, como análisis de la procedencia, está,
pues, en la articulación del cuerpo y de la historia” (Foucault, 2004, p. 32). La Herkunft debe mostrar
al cuerpo atravesado por la historia y, a su vez, mostrar a ésta determinando la ruina de aquél.

Entstehung refiere, por otro lado, a la emergencia. “Es –dice Foucault- el principio y la ley singular de
una aparición” (2004, p. 33). Analiza el poder en los procesos, es decir que la genealogía, a través del
análisis de la Entstehung, ilumina los juegos de dominación. La emergencia ocurre en medio de un
juego de fuerzas, y la genealogía debe arrojar luz a los procesos mediante los cuales unas se cotejan
entre sí y a la vez con otras, cómo logran someter, o cómo se debilitan en apariencia para no renacer
sino, luego, mucho más poderosas. La búsqueda del sentido, también, dependerá de la iluminación de
la fuerza que se apropia, encamina o expresa en la cosa (Deleuze, 1998). De tal modo la genealogía
debe aprehender endoluchas; es decir, luchas entre fuerzas de un mismo orden; y exoluchas, esto es,
luchas entre fuerzas de órdenes diversos. “En general, la historia de una cosa es la sucesión de las fuerzas
que se apoderan de ella, y la coexistencia de fuerzas que luchan para conseguirlo. Un mismo objeto, un
mismo fenómeno cambia de sentido de acuerdo con la fuerza que se apropia de él” (Deleuze, 1998, p.
10). Entstehung no es sino el momento en que un poder entra en cotejo con otro poder para, de ese
modo, trastocar fatalmente la escena. Ahora bien, tal cotejo no ocurre ni en un territorio determinado ni

7
en un ejercicio mano a mano; en rigor, el enfrentamiento ocurre en “un nolugar, una pura distancia”
(Foucault, 2004, p. 38). Para decirlo en una palabra: “mientras que la procedencia designa la cualidad
de un instinto, su intensidad o su debilidad, y la marca que deja en un cuerpo, la emergencia designa un
lugar de enfrentamiento (…)” (Foucault, 2004, p. 37). Un lugar de enfrentamiento que, hablando con
propiedad, no es sino un vacío.

Las emergencias en cuanto tales no son repeticiones de lo mismo, antes bien, “son otros tantos efectos
de sustituciones, de reemplazamientos y de desplazamientos, de conquistas disimuladas, de giros
sistemáticos” (Foucault, 2004, p. 41). La dominación de las fuerzas se caracteriza por imponer reglas
meramente funcionales, a-teleológicas. El juego de las mismas, su danza, será la de captarlas, cooptarlas,
direccionarlas, tergiversarlas y utilizarlas en tal o cual sentido en virtud de una voluntad. Interpretar,
según esta clave, no será sino “apropiarse, violenta o subrepticiamente, de un sistema de reglas que en
sí mismo no tiene significación esencial, e importarle una dirección, plegarlo a una nueva voluntad,
hacerlo entrar en otro juego y someterlo a reglas secundarias (…)” (Foucault, 2004, p.

42).

3. La wirkliche Historia:

La genealogía, entonces, será definida como la búsqueda de la Herkunft y de la Entstehung. Pero todavía
se le sumará otro elemento, a saber: “la genealogía como wirkliche Historia”. La wirkliche Historia, en
varias ocasiones, es caracterizada como el espíritu o el sentido histórico4 (Nietzsche, citado en Foucault,
2004, p. 43). El sentido histórico poco tiene que ver con una mirada suprahistórica, pues, de hecho, sólo
deviene instrumento “privilegiado” de la genealogía en la medida en que no se asienta sobre ningún
absoluto. El sentido histórico en su práctica de la wirkliche Historia contribuye, nuevamente, a
desacralizar lo petrificado. “El sentido histórico, y en eso practica la “wikliche Historia”, reintroduce
en el devenir todo lo que habíamos creído inmortal en el hombre” (Foucault, 2004, pp. 44-5).

Ahora bien, el uso de la historia no será efectivo en el ejercicio de los reconocimientos sino que sólo
devendrá de tal suerte si logra introducir lo discontinuo en lo discontinuo, lo parcial en lo parcial. Sólo
será efectiva en la medida en que “divida nuestros sentimientos; dramatice nuestros instintos;
multiplique nuestro cuerpo y lo oponga a sí mismo” (Foucault, 2004, p. 47). No será sino socavando la
apariencia de continuidad en que se la hace descansar que la historia devendrá un instrumento

4
Así, por ejemplo, dice Nietzsche en el parágrafo 224 de Más allá del bien y del mal: “El sentido histórico (o la capacidad
de adivinar con rapidez la jerarquía de las valoraciones según las cuáles han vivido un pueblo, una sociedad, un ser
humano, el “instinto adivinatorio” de las relaciones existentes entre esas valoraciones, de la relación entre la autoridad
de los valores y la autoridad de las fuerzas efectivas) que nosotros los europeos reivindicamos como nuestra peculiaridad
lo ha traído a nosotros la encantadora y loca semibarbarie en que la mezcolanza democrática de estamentos y razas ha
precipitado a Europa. El siglo XIX ha sido el primero en conocer ese sentido como su sexto sentido” (Nietzsche, 2004,
p. 122).

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genealógico. La historia, así, marcará la hora de los acontecimientos, entendiendo por éstos –en este
punto- “una relación de fuerza que se invierte, un poder que se confisca, un vocabulario recuperado y
vuelto contra los que lo utilizan (…)” (Foucault, 2004, p.48). Nuevas fuerzas que, ciegas o lúcidas,
ejercerán una nueva dominación. No será baladí detenerse en esto unos momentos. El sentido histórico
tiene tres usos:

Uno es el uso paródico y destructor de realidad, que se opone al tema de la historia-reminiscencia o


reconocimiento; otro es el uso disociativo y destructor de identidad, que se opone a la historia
continuidad o tradición; el tercero es el uso sacrificatorio y destructor de verdad, que se opone a la
historia-conocimiento. De todas formas, se trata de hacer de la historia un uso que la libere para siempre
del modelo, a la vez metafísico y antropológico, de la memoria. Se trata de hacer de la historia una
contramemoria (…). (Foucault, 2004, p. 63)

Entonces el sentido histórico arrojará luz sobre la realidad de la actualidad, a fin de visibilizar que el
presente no es el desarrollo del origen, sino el punto exacto que “mil acontecimientos ahora perdidos”
han producido. Y, para decirlo todo, mil acontecimiento que, por medio de nuestro método, son ahora
recuperados.

La historia, además, ha de ser a la genealogía lo que la semiología a la medicina, a saber: el estudio de


lo fuerte y lo débil, de lo alto y lo bajo, de lo robusto y lo enfermo, de lo altivo y lo parasitario, “de los
venenos y de los contravenenos” (Foucault, 2004, p. 53). Toda una lectura de signos y síntomas. La
historia, de tal modo, no devendrá sino un saber perspectivo.

Hay que decir, por último, que el sentido histórico en tanto que mirada sabe desde dónde se efectúa: no
existe la neutralidad para el genealogista. Se trata, como hemos sugerido, de la parodia, la disociación
y el sacrificio, en una palabra, llevar a cabo la destrucción del reconocimiento, de la identidad y de la
continuidad: será la historia como contramemoria.

Cuando se ha estudiado la historia, uno se siente “feliz, por oposición a los metafísicos, de albergar en
sí mismo no un alma inmortal, sino muchas almas mortales” (Nietzsche, citado en Foucault, 2005, p.

p. 66-7). Y en cada una de esas almas, la historia no descubrirá una identidad olvidada; siempre pronta
a renacer, sino un sistema complejo de elementos a su vez múltiples, distintos, y que ningún poder se
síntesis domina (…). (Foucault, 2004, pp. 66-7)

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4. Conclusiones:

El estudio genealógico no investigará el pasado de las verdades del presente, sino que, como ya se ha
dicho, tratará “de arriesgar la destrucción del sujeto de conocimiento en la voluntad, indefinidamente
desplegada, de saber” (Foucault, 2004, pp.74-5). Dará cuenta de la pluralidad de sentidos: “y era esto…
y aquello…, y aquello otro también”. La genealogía, para decirlo todo, dará cuenta de un saber
perspectivo e interpretativo, es decir, hermenéutico. El filósofo francés G. Deleuze lo dirá así:

(Se trata de) la más alta conquista de la filosofía, la conquista del concepto verdadero, su madurez, y no
su renuncia ni su infancia. Porque la evaluación de esto y aquello, el delicado acto de pesar las cosas y
los sentidos de cada una, la estimación de las fuerzas que definen en cada instante los aspectos de una
cosa y sus relaciones con las demás, todo aquello (o todo esto) revela el arte más alto de la filosofía, el
de la interpretación. (Deleuze, 1998, p. 11)

La genealogía, como anti-ciencia, no será sino la “insurrección de los saberes”; y ello no tanto por una
pasión formal como por un querer subversivo. Contribuirá a la lucha en contra de los poderes
establecidos, ya por su supuesta cientificidad, ya por su supuesta eficacia: en todo caso, por su
pertenencia a los ejercicios de la gubernamentalidad5 -es decir, el gobierno de las conductas-, y por sus
sostenidos ejercicios de poder-fantasma. Porque, como sugiere Foucault,

poco importa si esta institucionalización del discurso científico toma cuerpo en una universidad o, de
modo más general, en un aparato pedagógico, en una institución teórico-comercial como el
psicoanálisis, o en un aparato político con todas sus implicaciones como en el caso del marxismo: la
genealogía debe conducir la lucha justamente contra los efectos de poder de un discurso considerado
científico (Foucault, 2008, p. 19).

La genealogía deviene, pues, un ejercicio contra los poderes oficiales y oficiosos, contra los saberes
amalgamados en las jerarquías científicas y pseudo-científicas, contra los efectos de poder que éstos

5
En su seminario de 1976-7, Seguridad, Territorio, Población, Michel Foucault (s.f.) traza un distingo entre el Estado en
tanto que Estado, esto es, “en tanto que realidad compuesta y abstracción mitificada” (p. 9), y el instrumento de poder
que el Estado implica, a saber: el gobierno. Foucault entiende que es el gobierno el que permite sobrevivir al Estado,
“dado que son las tácticas de gobierno las que permiten definir paso a paso qué es lo que compete al Estado y qué es lo
que no le compete, qué es lo público y qué es lo privado, qué es lo estatal y qué lo no estatal”. De lo que se desprende
que el Estado, “en su supervivencia y en sus límites” (p. 9), no puede captarse más que en función del gobierno y de las
tácticas de gubernamentalidad en las que se asienta: el micro gobierno de la vida. La constitución del gobierno será
inseparable de la de un saber que refiera al objeto de ese poder; tal saber no será sino la economía o, todavía más
precisamente, la economía política. En una palabra, “será captando la red de las relaciones continuas y múltiples
existentes entre la población, el territorio, la riqueza, etc., como se constituirá una ciencia que se ha denominado
economía política” (p. 9). Ahora bien, la población –objeto y realidad del ejercicio del gobierno moderno poseerá un
nuevo y doble carácter en la Modernidad, a saber: como sujeto de necesidades y como objeto a ser intervenido,
“consciente frente al gobierno de lo que quiere, pero inconsciente de quién le hace quererlo” (p.9). La
gubernamentalidad puede consultarse en: corujeira.info/semiotica/espacios_de_poder.rtf

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despliegan, y a favor de la emergencia de lo local, lo menor, lo fragmentario, lo disperso, los saberes
sujetos y no-sujetados, en una palabra: los saberes libertarios.

Todavía es pertinente esbozar una última palabra sobre el ejercicio genealógico y su objeto. Así como
aquél no se plantea desde la neutralidad, así tampoco éste es de tal suerte. ¿Esto qué quiere decir? Quiere
decir “que la propia cosa no es neutra, y (que) se halla más o menos en afinidad con la fuerza que
actualmente la posee”. Incluso más, en la medida en que “hay fuerzas que sólo pueden apoderarse de
algo dándole un sentido restrictivo y un valor negativo. Se denominará esencia, contrariamente, entre
todos los sentidos de una cosa, a aquél que le da la fuerza que presenta con ella mayor afinidad”
(Deleuze, 1998, p. 12).

Construido un concepto se lo tratará como síntoma de una voluntad que quiere algo. “¿Qué quiere, el
que dice esto, piensa o experimenta aquello?” (Deleuze, 1998, p. 111). Responder esta pregunta
ameritará la construcción de una tipología. En efecto, en tanto que la voluntad no quiere objetos, exige
que se responda con un tipo. Y un tipo es la cualidad de una voluntad de poder determinada. Debe
plantearse la siguiente pregunta:

¿Qué quiere el que busca la verdad? Esta es la única manera de saber quién busca la verdad. El método
de dramatización se presenta así como el único método adecuado al proyecto de Nietzsche y a la forma
de las preguntas que formula: método diferencial, tipológico y genealógico. (Deleuze, 1998, p. 113)

La genealogía, para decirlo en una palabra, es tanto el análisis de la procedencia como de los puntos de
emergencia, implica un sentido histórico y una valoración de los valores en su elemento diferencial;
implica, además, una dramatización de las líneas de saber, y exige, pues, la insurrección de un saber
otro. Se trata de una crítica no piadosa, sino afirmativa: una destrucción que es, desde ya, un acto del
pensamiento creativo.

5. Referencias bibliográficas:

Coromines, J. (2009). Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Madrid: Gredos.


Deleuze, G. (1998). Nietzsche y la filosofía. Barcelona: Anagrama.
Foucault, M. (2004). Nietzsche, la genealogía, la historia. Valencia: Pre-textos.
Foucault, M. (2005). La arqueología del saber. Buenos Aires: Siglo veintiuno.
Foucault, M. (2008). Genealogía del racismo. La Plata: Altamira.
Heidegger, M. (2007). Desde la experiencia del pensar. Madrid: Abada.
Nietzsche, F. (1947). Obras completas. La Voluntad de domino. Buenos Aires: Aguilar.
Nietzsche, F. (2004). Más allá del bien y del mal. Buenos Aires: Gradfico.

11
Nietzsche, F. (2007). Humano, demasiado humano. Buenos Aires: Gradfico.
Nietzsche, F. (2011). Así habló Zaratustra. Madrid: Alianza.
Nietzsche, F. (2013). La genealogía de la moral. Madrid: Alianza.
Nietzsche, F. (2016). La gaya ciencia. Madrid: Tecnos.
Sánchez Pascual, A. (2013). Introducción. En Nietzsche, La genealogía de la moral. Madrid: Alianza.

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