Prevención, Control y Uso Del Fuego en La Chiquitanía
Prevención, Control y Uso Del Fuego en La Chiquitanía
Prevención, Control y Uso Del Fuego en La Chiquitanía
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Este documento es fruto de un esfuerzo conjunto entre la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN) y el Instituto Boliviano de la
Montaña (BMI) y ha sido preparado por Alfredo Rodríguez Peña, exclusivamente para su publicación en el blog “Cambio Climático
Bolivia” (www.cambioclimatico-bolivia.org).
Cita Bibliográfica:
Rodríguez Peña, Alfredo. 2012. “Prevención, control y uso del fuego en la Chiquitanía. Comunidades buscan reducir el impacto de
incendios forestales provocados por prácticas agrícolas inadecuadas y el cambio climático”. Instituto Boliviano de la Montaña (BMI)
y Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN), blog “Cambio Climático Bolivia” (www.cambioclimatico-bolivia.org), La Paz y Santa Cruz.
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Marzo, 2012
Santa Cruz de la Sierra - Bolivia
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Prevención, control y uso
del fuego en la Chiquitanía
Comunidades buscan reducir el impacto de incendios
forestales provocados por prácticas agrícolas
inadecuadas y el cambio climático
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Fue cuestión de minutos. La propiedad San Fernando del productor ganadero Carlos Banegas Suárez,
ubicada a 12 kilómetros de San José de Chiquitos, en el municipio del mismo nombre, del departamento
de Santa Cruz, fue devorada por el fuego que llegó desde una estancia vecina, favorecido por la sequía que
hacía varios meses asolaba a la Chiquitanía y alimentado por los fuertes vientos.
Las llamas quemaron veinte hectáreas de pasto, postes, alambrado y un corral que todavía no había sido
estrenado. Afortunadamente, el ganado pudo ser evacuado a tiempo por el casero del lugar, pero aun así,
los daños superaron los diez mil dólares americanos.
Aunque Banegas no se considera un ganadero grande, la recuperación fue lenta. Desde que le ocurrió el
siniestro, él se cerciora que sus vecinos hagan los contrafuegos correspondientes en la época de quema para
evitar que ocurra un nuevo incendio. “Siempre estamos a la expectativa, cuando vemos humo corremos
para ver si no es en San Fernando”, explica el productor.
Su temor no es infundado, puesto que en los últimos diez años, los incendios forestales afectaron 259.583
hectáreas en el municipio de San José de Chiquitos, dejando tras de su inflamable paso una marcada
cicatriz en la geografía de la zona que ha afectado incluso, a las áreas protegidas de Laguna Concepción,
Santa Cruz la Vieja y el Valle de Tucavaca del vecino municipio de Roboré.
En el ecosistema del bosque tropical, tradicionalmente, el sistema de roza, tumba y quema ha sido la
forma en la cual sus habitantes - asentados en pequeñas poblaciones dispersas - abrían un claro en el
bosque para fines agrícolas. En algunas formaciones de bosque de la Chiquitanía, como el Cerrado, el fuego
cumple además una función de regeneración, siendo que muchos organismos vegetales dependen de las
llamas para mantener su estado de conservación; hay especies típicas de este ecosistema cuya estructura
y composición está determinada por el fuego. Si no hay fuego, con el tiempo se presenta un proceso de
“embarbechamiento” que va degradando el ecosistema.
El fuego también cumple una función económica al ser una técnica de bajo costo que se utiliza para reducir
la cobertura vegetal del área a ser cultivada. Esto es válido tanto para los estancieros, como para los
pequeños productores, siendo que para estos últimos, es la única herramienta accesible para ese fin, dadas
sus posibilidades económicas.
En la actualidad, el fuego continúa siendo una herramienta empleada por todos los productores de la
Chiquitanía para habilitar tierras con fines agrícolas y/o ganaderos. En este sentido, el fuego es un buen
aliado de los productores en general, siempre y cuando es utilizado con cuidado y no deriva en incendios
forestales. El fuego se constituye en un problema cuando se va de las manos y resulta perjudicial para el
bienestar de la población, su economía y la conservación del patrimonio natural de su región.
Así lo explica Julio Socoré Rivero, presidente de la Central de Comunidades Indígena Chiquitos Turubó,
cuando nos dice que los comunarios que aglutina su organización han usado siempre el fuego para limpiar
sus chacos, teniendo cuidado de no quemar más allá de lo que cada uno precisa y tomando en cuenta las
épocas adecuadas para hacerlo, es decir, cuando llega el tiempo de lluvias.
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Adhemar Elías Justiniano, presidente de la Asociación de Ganaderos de San José, también comenta que
entre los productores de su gremio el fuego es un aliado que tradicionalmente se controló, haciendo los
contrafuegos en las cercas de las estancias para evitar que se propague; y últimamente, a través de la
técnica de quema de cordones, consistente en acumular la basura en lugares limpios para evitar que se
dañen otras áreas.
El ingeniero forestal Carlos Pinto, coordinador del proyecto Manejo Adaptativo del Fuego Alrededor de
Áreas Protegidas del Bloque Chiquitano, que lleva adelante la Fundación Amigos de la Naturaleza, explica
que debido al crecimiento de la población y a las necesidades socio-económicas actuales de la gente, se ha
modificado en gran medida el carácter de agricultura de subsistencia practicada tradicionalmente, en áreas
pequeñas, por los pueblos indígenas de Bolivia, hacia una agricultura comercial no mecanizada de mayores
superficies.
La práctica de roza, tumba y quema, llamada comúnmente chaqueo, es una técnica efectiva que, brinda
resultados inmediatos, pero que aplicada en grandes extensiones, y en el largo plazo, es responsable de la
deforestación y el empobrecimiento de los suelos, puesto que no siempre se quema solo el área deseada,
si no que muchas veces el fuego se descontrola y se propaga a las áreas vecinas, recorriendo grandes
extensiones de bosques, comenta Pinto. Es así, como se produce un significativo aumento en la ocurrencia
de incendios forestales originados en áreas agrícolas. Porque no es lo mismo controlar el fuego en espacios
de grandes extensiones, que hacerlo en pequeños chacos.
Pero debemos entender que el problema no es solo de escala, sino que hay otros factores, como el cambio
climático, que también están contribuyendo ampliamente a esta situación.
El Bosque Seco Chiquitano tiene una particularidad, está seco por unos seis meses, pero cuando llegan las
primeras lluvias se cubre todo de verde y queda como un bosque tropical. Entonces, los productores agrícolas,
los ganaderos e incluso los productores de las colonias menonitas esperan las primeras precipitaciones
para prender fuego a sus chacos, pues si lo hacen antes, es seguro que el bosque se va a incendiar y se va
a perder. Ellos saben, que tras el rebrote de las primeras lluvias, el fuego no va a tener cómo expandirse
dentro del monte.
Hasta hace algunos años atrás, los productores y los ganaderos tenían un calendario agrícola relativamente
regular, sabían que la fiesta de Santa Rosa, el 30 de agosto, era la mejor fecha para quemar y habilitar las
tierras para la siembra del maíz porque coincidía con la llegada de la temporada de lluvias. Ahora, el clima
ha cambiado, y ya no se puede quemar en las mismas fechas de antes.
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El cambio climático y los tamales
Si bien es cierto que los incendios forestales han comenzado a generar la preocupación entre los
productores de la zona, pocos asocian este problema a las alteraciones que está experimentando el
planeta en torno al clima.
Frank Dick, jefe de la colonia Valle Hermoso que aglutina a aproximadamente 200 familias menonitas,
dice que el retraso de las lluvia es siempre igual y se remonta a la década de los ochenta para explicar
que entonces ocurrió lo mismo.
Pedro Thissen, productor menonita de la colonia Nuevo México, comenta que el tema del cambio
climático no es un asunto de conversación entre sus compañeros, aunque sí perciben que las lluvias
antes eran más frecuentes y que últimamente son escasas. Sin embargo, no se sienten responsables
por este desequilibrio. “Nosotros no hacemos llover”, sentencia el agricultor.
Carlos Ragone, un productor ganadero y que preside la Asociación de Ganaderos de Roboré, tiene
una percepción particular sobre el cambio climático. Si bien es cierto que su organización gremial
lleva un registro de la precipitación pluvial en la zona desde hace veinte años, él explica muy gráfica
y amenamente, cómo la falta de lluvias está afectando el calendario agrícola y la cosecha del maíz.
“A partir de los noventa, las lluvias dejaron de caer en septiembre y se trasladaron a noviembre y
finalmente a diciembre; este año volvió a llover en septiembre después de mucho tiempo. En los años
setenta y ochenta, la gente ya tenía su chaco listo para sembrar maíz en esa época y en diciembre ya
estábamos comiendo tamales, era una cosa regular como la manga o los achachairuses; pero después
el maíz se cosechó más tarde y los tamales aparecieron en febrero, para carnaval”, explica.
Edith Mendoza, Secretaria General del Central Sindical Única de Trabajadores Campesinos de
Roboré, dice, que para su sector el trabajo es ley y que su principal preocupación ha sido producir
para abastecer el mercado con productos locales y también para mejorar sus condiciones de vida.
“Quizás el campesino no ha tenido conciencia sobre el impacto de su trabajo en el medio ambiente,
de chaquear indiscriminadamente, y es por ello que pudo haber cometido errores al no planificar su
trabajo; pero la gente del campo está consciente del daño que ha hecho pues ha sufrido por la quema
de sus pastizales, por la sequía, por la mortandad de su ganado y por el fuego”, aclara.
A todo este escenario se debe sumar otros factores como la práctica de la cacería en la zona y también
la irresponsabilidad de algunos viajeros que transitan por el nuevo corredor bioceánico y que no tienen
consideración alguna al botar sus colillas de cigarros aún encendidas a las orillas de la carretera., factores
que fueron identificados por un estudio de percepción llevado adelante por la Fundación Amigos de la
Naturaleza.
El uso del fuego sabemos, es una práctica que difícilmente va a ser sustituida por otra, por los productores
de la región. Sin embargo, lo importante es contribuir a reducir el descontrol del fuego y la incidencia de
incendios forestales. Preocupa la magnitud y la frecuencia con la que éstos se están presentando. Antes
ocurrían grandes incendios cada diez años, ahora y debido a la expansión de la frontera agrícola y ganadera,
los nuevos asentamientos humanos y al cambio climático, los regímenes temporales de ocurrencia de
eventos de gran magnitud se presentan con mayor frecuencia.
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Ante este panorama, la Fundación Amigos de La Naturaleza, con el apoyo del Development Marketplace
y el Reino de los Países Bajos, se encuentra implementando, junto a los principales actores locales, un
proyecto dirigido al fortalecimiento de la organización comunitaria para el manejo del fuego. El mismo
está orientado a la planificación y coordinación para el uso del fuego en áreas agropecuarias, a través del
establecimiento de buenas prácticas de manera que solo se quemen las áreas previstas, evitando con ello
que las llamas se expandan descontroladamente por el bosque y provoquen incendios forestales. El ajuste
en las prácticas de quema reduciría los impactos del fuego en áreas protegidas y en otras áreas boscosas.
El área de intervención
Trabajos de modelación realizados por la Fundación Amigos de la Naturaleza han ayudado a pronosticar la
presión, cada vez mayor para realizar desmontes, tanto por colonos, como por gente del lugar.
Para encarar el desafío de controlar el fuego, la Fundación Amigos de la Naturaleza se propuso promover
y consolidar alianzas y mecanismos de coordinación entre actores locales e instancias competentes para
impulsar acciones conjuntas de prevención y control de incendios forestales en la región, reconociendo las
necesidades de uso de fuego de la gente. En esta primera fase del trabajo, las actividades han apuntado
justamente a involucrar a los actores locales del área de intervención del proyecto.
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A la convocatoria de esta iniciativa respondieron
positivamente representantes de los gobiernos Los comités intercomunales de manejo de
locales del municipio de San José de Chiquitos y fuegos conformados en el municipio de Roboré
Roboré; delegados de las organizaciones matrices son tres:
de las comunidades indígenas y campesinas, como
la Central Indígena Chiquitana de San José (TURUBÓ) 1. Comité AGUAS CALIENTES
y la Central Chiquitana Amanecer Roboré (CICHAR); • Comunidad San Lorenzo Nuevo
colonias menonitas; la Autoridad de Bosques y Tierras • Comunidad San Lorenzo Viejo
• Comunidad Quitunuquiña
de ambos municipios; los ganaderos; las direcciones de • Comunidad Yororoba
las áreas protegidas presentes en la zona y la Dirección • Comunidad Aguas Calientes
de Recursos Naturales de la Gobernación de Santa Cruz. • Comunidad Santiagoma
A cada uno de ellos se le presentó los retos y alcances • Comunidad San Rafael
del proyecto, y con todos se procedió a la conformación • Comunidad Gavetita
de los comités interinstitucionales de manejo de fuego.
2. Comité CHOCHIS
• Comunidad Chochis
También se han conformado comités intercomunales
• Comunidad Peniel
de manejo de fuegos, que involucran la participación • Comunidad Primero de Mayo
de 32 comunidades del área de intervención del • Comunidad Motacusito
proyecto. En estos comités participan los dirigentes de • Comunidad San Antonio
cada comunidad, en cada una de ellas hay un delegado • Comunidad Motacusal
comunal que se encarga de llevar el registro de cuántos
chacos hay en su comunidad, en qué fechas se va a 3. Comité TURUBÓ ESTE
• Comunidad Ipias
quemar, si tiene o no permiso de quema; información
• Comunidad Entre Ríos
fundamental para la planificación de quemas. • Comunidad Buena Vista
• Comunidad Ramada
Cada comunidad elige a su delegado, quien recibe
capacitación sobre el levantamiento de la información Los comités intercomunales de manejo de
sobre los chacos existentes en su comunidad, el llenado fuegos conformados en el municipio de San
de las planillas, utilización de GPS y otras herramientas José son cuatro:
necesarias para que sepan cuáles son los requisitos
1. Comité “LAGUNA CONCEPCIÓN”
legales para obtener los permisos de quema. • Comunidad El Cerro
• Comunidad Motacusito
La idea es establecer un calendario entre las
comunidades para que la quema de potreros, cordones 2. Comité VALLE HERMOSO
y áreas de chaqueo se realice de manera coordinada y • Colonia menonita Valle Hermoso
responsable; contribuir a bajar el nivel de emisiones de
humo que van desde esta zona y reducir el riesgo de 3. Comité NUEVO MÉXICO
• Colonia menonita Nuevo México
origen de incendios desde estas áreas.
4. Comité TURUBÓ CENTRAL
La lógica de trabajar en estas jurisdicciones • Comunidad Pororó
intercomunales es justamente para que el control sea • Comunidad Cruz Blanca
coordinado entre vecinos, pues por más esfuerzos • Comunidad Pozo del Cura
que se hagan en un sitio determinado, puede que • Comunidad Quituquiña
todo el plan de trabajo hecho con una comunidad • Comunidad Taperita
sea perjudicado por la irresponsabilidad del dueño de
la estancia colindante, como ocurrió con el caso del
ganadero Banegas.
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Según Pinto, la intención es fortalecer las capacidades locales para el establecimiento de buenas prácticas de
uso del fuego en áreas agropecuarias, de acuerdo a las características ecológicas y sociales de la región. “Hay
capacidades instaladas en las comunidades, resulta sobrador pretender enseñarles cómo quemar, la idea es
compartir conocimientos y experiencias”, explica el ingeniero forestal. Actualmente se ha identificado a 26
representantes comunales, algunos de los cuales ya trabajan en el proceso de registro de áreas de chaqueo.
Además del establecimiento de estos comités, se lleva adelante un proceso e identificación de las estancias
ganaderas involucradas en el área de intervención del proyecto, actividad que se desarrolla con las
asociaciones de ganaderos de San José y Roboré. Actualmente se tienen identificadas 80 estancias ganaderas
con las que se tiene previsto trabajar desde enero de 2012.
Paralelamente a todo este esfuerzo, también se ha avanzado en el establecimiento de convenios con gobiernos
locales, organizaciones comunales matrices y las instancias competentes de fiscalización y regulación de
desmontes y quemas. Actualmente se tienen convenios consolidados con los gobiernos municipales de San
José de Chiquitos y Roboré.
Esta acción, sumada a las precipitaciones pluviales en algunas regiones del país, de alguna manera ayudó a
disminuir la magnitud con la que la temporada de incendios forestales empezaba a generar una situación
descontrolada. El instructivo que restringía el uso de fuegos fue suspendido el 8 de noviembre del 2011.
La restricción emitida por la instancia competente obligó a replantear la ejecución de actividades planificadas
para el inicio del proyecto, principalmente aquellas orientadas al establecimiento y seguimiento de buenas
prácticas de uso del fuego en áreas agropecuarias, por el desarrollo de actividades de identificación
participativa de mapas comunales de riesgos de incendios forestales. Esta actividad tuvo como objetivo
desarrollar un análisis espacial para la identificación del uso actual de la tierra y las amenazas que afectan a
la jurisdicción comunal, tanto al interior como fuera de los límites de cada comunidad.
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El análisis se lo hizo a nivel de las comunidades que conforman cada uno de los comités intercomunales
de manejo de fuegos ya consolidados, para mostrar así la importancia de la coordinación entre ellos e
incentivar la gestión comunitaria de sus recursos naturales. Actualmente se ha desarrollado esta actividad
con los comités intercomunales de manejo de fuegos de Aguas Calientes, Limones, Nuevo México y con
todas las comunidades que los conforman.
El Sistema de Alerta Temprana de Riesgos de Incendios fue concebido para generar información oportuna
para la planificación de quemas a nivel comunal y regional y se ha desarrollado en dos escalas: una regional,
para toda el área del programa; y otra a escala de las comunidades.
El sistema de alerta temprana de riesgos de incendios a escala de paisaje aplica un modelo de regresión
logística desarrollado en FAN que utiliza variables ambientales como el contenido de humedad para estimar
el riesgo ambiental; la velocidad de viento para calcular el riesgo de propagación; la distancia entre focos
de calor acumulados hasta la fecha que muestran el riesgo de ignición; y una máscara de sabanas naturales
dándole mayor probabilidad de ocurrencia en estos sitios. Con todas estas variables combinadas se ha
logrado generar un modelo de riesgo de incendios forestales.
Sensibilización y participación
Las acciones y productos comunicacionales se han definido y diseñado a partir de la delimitación de cada
una de las etapas del proyecto. Para cada una de ellas se ha definido un objetivo comunicacional, el tema
núcleo, los públicos, los mensajes, los medios de comunicación y los productos.
Los primeros materiales de sensibilización que se han producido, corresponde a un lote de 1000 cartillas
que reflejan el enfoque al que apunta lograr el proyecto. Estas cartillas, que llevan por título Aprendamos a
manejar el fuego, ya han comenzado a ser distribuidas en el área de intervención del proyecto.
Aprendamos a manejar el fuego describe gráficamente los contrastes entre realizar una quema controlada
y las consecuencias de no hacerlo, además incentiva la participación y la organización comunitaria para
la ejecución de quemas controladas en áreas de chaqueo, identifica también las principales causas de
incendios forestales y sus consecuencias, finalmente muestra las condiciones favorables para realizar una
quema controlada.
Pese a que el proyecto se encuentra en la etapa inicial de su ejecución, ya muestra resultados positivos que
anticipan el éxito de sus objetivos.
Uno de los primeros logros de esta experiencia es haber conseguido que los diferentes actores identificados
en torno a esta problemática hayan respondido positivamente a la iniciativa. Particularmente llama la
atención la respuesta de las colonias menonitas, un grupo tradicionalmente cerrado a su cultura y creencias.
Su apertura hacia el programa es una grata sorpresa que da oportunidad para introducirlos en la temática
de la responsabilidad social respecto al cambio climático.
La organización de los comités intercomunales es otra de las señales del buen rumbo que ha tomado
esta experiencia. Hasta el cierre del presente reporte ya se había conformado 7 comités intercomunales,
procedentes de aproximadamente 32 comunidades.
Por supuesto que también se han registrado algunas dificultades. Un conflicto ajeno al proyecto, pero que
deberá ser considerado, es la acumulación de material para quemar el próximo año, debido a la restricción
que hubo en 2011. La planificación de quema deberá contemplar esta situación.
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Preocupa también la consolidación de nuevos asentamientos humanos en las proximidades de las áreas
protegidas, particularmente en las cercanías del Valle de Tucavaca, donde se lleva adelante un programa de
dotación de tierras fiscales para nuevos migrantes, hecho que ha llevado al pueblo de Roboré a protagonizar
una serie de acciones de protesta.
No es esta la única amenaza de este tipo para el bosque. Las colonias menonitas también han llegado a
sobrepoblarse y nuevos requerimientos de desmontes esperan autorización en las oficinas de la ABT.
Richard Rivas Castro, Director del Área Protegida de Tucavaca explica que si se desmontan las áreas colindantes
para cultivar pasturas o para sembrar cualquier otro producto, el valle corre mucho riesgo de arder y también
de que desaparezcan las cabeceras de río desde donde se abastecen de agua sus comunidades.
Otro reto lo constituye la posibilidad de replicar este proyecto piloto con su enfoque de alianzas y de
coordinación interinstitucional a nivel de otros municipios y también a mayor escala, a nivel de provincias
o de otros departamentos.
Con todo, en el Bosque Seco Chiquitano ha comenzado a operarse un cambio muy importante: las
comunidades, los productores y todos los actores apuntan ahora al manejo y a la planificación del fuego,
tomando en cuenta que hay una necesidad vital de él. Corresponde ahora ampliar esta iniciativa con la
misma celeridad e ímpetu que se propaga un incendio para que los resultados se aprecien en el más corto
de los plazos.
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