El Zeitgeist de La Independencia

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El zeitgeist de la Independencia

Por: Pedro Rafael Gutiérrez Doña


Periodista

En Alemania usan un término en la actualidad, que encierra en una palabra el


sentimiento que se vive en cada momento, algo así como el espíritu del tiempo, la
mentalidad de la época; el Zeitgeist.  Golpeados hoy en día por una pandemia a nivel
global, el sentimiento de temor en muchos casos y de frustración e impotencia en otros, 
representan en gran parte de la población el espíritu de nuestro tiempo.  Sumado a esto, 
el desarrollo miope de la política interna en muchos países y el fracaso latente en
política exterior, han creado falsos positivos con los ya conocidos efectos en la
población: destierro, guerras, migraciones descontroladas, experimentos legales o
invasiones militares.

Hace 200 años ocurría lo mismo.  Centroamérica convulsa buscaba la manera de


independizarse de España, apoyada por muchos y despreciada por otros, la realidad no
era la mejor.  El historiador Manuel Montúfar se refería en 1821 a los gobernantes de
ese entonces, como certeras profecías para nuestros tiempos  “…estos que tienen la
fuerza y buscan la legitimidad son siempre engañosos y fáciles en prometer; pero
cuando han conseguido lo que se proponen descubren sus verdaderas intenciones y se
convierten en tiranos…”  A finales del período colonial, las finanzas en Centroamérica
estaban en clara bancarrota.  La precaria situación en la agricultura, los malos caminos y
la mala administración en la recolección de impuestos en la venta de caoba en
Honduras, los provenientes de Nicaragua y Costa Rica en los estancos de tabaco, los de
aguardiente y chicha de Guatemala y la recolección del ‘quinto’ por el oro y la plata
quedaron en manos de la colonia.

Ya en vísperas de la emancipación y al amparo de la libertad de imprenta que


decretaron las Cortes de Cádiz, el Dr. Pedro Molina fundó el periódico «El Editor
Constitucional» en el Reino de Guatemala, en cuyas columnas se habló sin disfraz el
idioma elocuente del patriotismo, defendiendo los derechos del americano y criticando
los vicios de la antigua administración». No sólo el idioma del patriotismo encontramos
en aquellas columnas, sino también el pronóstico de las ideas que iban a imperar en
Centro América en sus primeros años de independencia, dando a sus desórdenes el
carácter de lucha de clases, las que parecen no tener fin.  Decía un diálogo publicado en
aquel periódico:

«El Pueblo:  -¿Qué trabajo ejercéis en nuestra sociedad?


La clase distinguida:  -Ninguno, nosotros no hemos nacido para trabajar.
El Pueblo:  -¿Y cómo habéis adquirido esas riquezas?
La clase distinguida: -Tomándonos la incomodidad de gobernaros.
El Pueblo:  -¿A qué llamáis gobernar? Nosotros nos fatigamos y vosotros sois los que
gozáis;  nosotros producimos y vosotros disipáis;  las riquezas vienen de nosotros y
vosotros las devoráis... ¡hombres distinguidos!  Clase que no sois el pueblo; formad una
nación aparte y gobernaos a vosotros mismos.»

El año de 1823 el territorio de Centro América estaba dividido políticamente tal como lo
tenía el Gobierno español en los últimos años de su dominación, o sea en cinco
provincias, llamadas antes el «Reino de Guatemala», bajo un Presidente y Capitán
General que residía en Guatemala y de quien dependían las otras cuatro Intendencias,
llamadas así para los efectos administrativos: la de El Salvador, cuya capital era San
Salvador; la de Comayagua u Honduras, con su capital en Comayagua; la de Nicaragua,
que tenía por capital a León; y la de Costa Rica, con Cartago por capital.

La independencia, proclamada el 15 de septiembre de 1821, trajo pocos cambios en este


sistema, acaso más de nombre que de fondo, pues todo siguió lo mismo; los
Ayuntamientos, Diputaciones Provinciales, Alcaldes, Procuradores o Síndicos.

En la América Española siempre hubo malas ideas y malos hombres. Hubo rebeldes,
herejes, hechiceros, tiranos, explotadores de los pueblos; pero había Inquisición y
Gobierno fuerte para reprimir excesos; había Audiencias que condenaban a los malos
gobernantes, y sobre todo se les hacía efectiva la responsabilidad  mediante los juicios.

Si bien es cierto Centroamérica logró su independencia de España hace ya 200 años,


aún no hemos logrado independizarnos de luchas intestinas, de deseos egoístas y de
guerras fratricidas,  de las cuales aún en nuestros días debemos dedicar tiempo y trabajo
para ser verdaderamente independientes.

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