T. Austin Sparks - Un Dios Que Se Oculta

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UN 

DIOS QUE SE OCULTA

T. Austin-Sparks
 

Verdaderamente tú eres un Dios que te ocultas, oh Dios de Israel, el Salvador. (Isaías 45.15)

Es como si el profeta fuera de pronto tomado por un temor, y golpeado por uno espanto
con lo que él estaba para profetizar! En medio de su ministerio, su espanto rompió sobre sí
mismo y él exclamó con esta oración.
Dejando aun lado lo que esto podría implicar como profecía, vamos detenernos a la
exclamación en sí. Aquella declaración, en principio, es una con varias instancias en las
Escrituras. Mirando hacia el contexto, vemos que se trata de la liberación de Israel del
cautiverio, y el retorno a la tierra para reconstruir Jerusalén y el templo. No hay duda que
mucha especulación y discusión ha habido sobre como las profecías de su retorno serían
cumplidas. Setenta años habían sido determinados y hechos conocidos cuanto la duración del
cautiverio. Los poderes de los Gentiles estaban con seguridad en ascendencia y parecía haber
muy poca perspectiva o posibilidad de Israel reconquistar su poder y gloria nacional entre las
naciones. El estado de las cosas en su propio país el templo destruido, la ciudad incendiada, la
tierra dominada por bestias fieras, los emisarios de los enemigos instalados y la desintegración
entre las propias personas en el exilio, hizo de la previsión algo cargado de problemas
aparentemente insuperables, y eso podría bien haber conducido a una completa confusión, e
incluso desesperación.
Entonces el profeta es obligado a profetizar que todo esto iría a acontecer esta
restauración en las manos o por la voluntad del mismo poder Gentil; que el Soberano Espíritu
de Dios descendería sobre uno que hasta entonces no estaba en posición para hacerlo, y
probablemente cuyo nombre aún no era conocido. Babilonia aún no estaba vencida: el Imperio
Babilónico aún no había sido destruido; las profecías de Daniel aún no habían sido cumplidas.
Pero aquel que lo haría fuera mencionado por el nombre y los detalles de su conquista son
dadas en este capítulo 45 de las profecías de Isaías. Y entonces, mucho aunque este hombre
estuviera en ignorancia de Dios, él sería constreñido y coaccionado por Dios, como un ungido
para cumplir las Escrituras, liberar el pueblo, proveer los medios, y de modo general, facilitar
la restauración.
Así que el profeta ve todo esto en su “visión” (“la visión de Isaías” 1.1, una visión
incluyendo todo), Todos los problemas están resueltos, las preguntas respondidas, las
“montañas” niveladas! ¿Quién habría pensado en esto? ¿Quién habría soñado con tal cosa? Oh,
cuan profundo son los caminos de Dios, abajo de nuestra imaginación, escondidos de nuestras
más intensas especulaciones. “Verdaderamente tú eres un Dios que te ocultas, ó Dios de
Israel, el salvador”.
Hay otras varias grandes y considerables instancias en el misterio de los caminos de Dios
en cumplir sus mayores propósitos. Todas las razas se habían apartado de él y envuelto con el
ateísmo y con la idolatría. Era universal. ¿Como Dios encontraría una solución? Él se movió
para por sus manos sobre un hombre, y a partir de aquel hombre Él hizo una nación. En su
Soberana Gracia Él hizo de aquella nación su misterio, su secreto, entre las naciones. Israel era
el misterio de Dios, el camino escondido de Dios. Siempre hubo algo misterioso acerca de
Israel. Pablo, contemplando este método de Dios y hallándolo elevado, con poder tan mortero,
hizo exactamente lo de Isaías. Mientras escribía él sólo exclamó un alto y resonante voz: “Oh

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profundidad de las riquezas, tanto de la sabiduría y del conocimiento de Dios! cuan
insondables sus juicios y inescrutables sus caminos! (Romanos 11:33)
Él bien podría haber añadido, “Tú eres el Dios que te ocultas”. ¿Quién podría haber
pensado en la encarnación, en gloria, sino en humillación, contrariando cualquier expectativa
humana? ¿Quién podría haber pensado en una cruz para el Dios encarnado como el método y el
medio de solucionar el mayor problema ya conocido en este universo? ¿Quién podría haber
sospechado que todo esto estaba incorporado en aquel Hombre de Nazaret, “el hijo del
carpintero”, como ellos lo llamaban? Allá estaba el mayor misterio de Dios! ¿Funcionaría?
¿Había él probado ser el camino, el único camino, y el camino transcendental?
Y lo que es verdad cuanto al misterio de Israel, y el misterio de Cristo, es también verdad
en cuanto al misterio de la Iglesia. Hay una cosa oculta acerca de la Iglesia. Ningún ojo natural
puede discernir. Ninguna mente natural puede explicarlo. Redúzcalo al sentido y descripción
humana y usted lo habrá perdido, usted tendrá que tomarse de la cosa errada. “La sabiduría de
Dios está en misterio”, dice Pablo. Intente recomendar la Iglesia para el mundo sin fe y usted
estará desnudó de su poder secreto. A menos que los hombres vengan directamente al
encuentro con el Dios insondable que los llama, aquello que afirma ser su escondite será sólo
una concha vacía.
Y nosotros nos acordaríamos de usted que lo que es verdad en aquellas épocas de
soberano adelanto a través de los años, aquellas intervenciones y advientos en la historia de la
vida espiritual de este mundo, también es verdad para cada uno de su verdadero pueblo. Y esto
será constantemente confrontado con “cómo” de situaciones imposibles, a fin de que ellos
puedan ser coaccionados las repetidas exclamaciones delante de sus simples soluciones.
“Verdaderamente tú eres un Dios que te ocultas a sí mismo” Profundiza en impenetrables
minas de capacidad que nunca falla, Él atesora sus designios brillantes y opera su voluntad
soberana. “Y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados; para que sepas que
yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre”. (Isaías 45.3).

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