El Pensamiento Revolucionario INDIANISMO Y KATARISMO
El Pensamiento Revolucionario INDIANISMO Y KATARISMO
El Pensamiento Revolucionario INDIANISMO Y KATARISMO
de Fausto Reinaga
Fausto Reinaga (1906-1994) se autodefine como un indio –pues, como él mismo lo
señala, así lo definió el colonizador– que piensa, tiene y crea ideas con el fin de forjar
uan ideología de su propia raza.
Participó en movimientos marxistas y es fundador de la corriente indianista. Sin
embargo, después de conocer Europa se dio cuenta de que su verdadera esencia
estaba en su propia cultura, por ende, rompe con la tradición intelectual occidental en
la que estaba formado para forjarse un “pensamiento del indio”.
Por su obra fue considerado por la élite intelectual de su país como un loco, resentido
social, radical, renegado y de fundamentalista irracional. con respecto al indio. Y es
que Reinaga no solo se encarga de denunciar la brutalidad occidental hacia su pueblo,
utilizando, incluso, su propio lenguaje, sino que lanza una propuesta liberadora, según
la cual el indio solo podría recuperar su dignidad si un día, uno de ellos, lograse
gobernar las riendas del Alto Perú.
Esta propuesta utópica sería, sin embargo, el desencadenante de la construcción de
un partido político en su país, el cual se encargaría de gestar la liberación del indio;
esta liberación, a su vez, empezaría cuando el indio se saque a Cristo y a Marx de la
cabeza. Esto porque el cristianismo bajo su doctrina de “fe” lo que hizo fue engañar y
oprimir al indígena, convirtiéndole en una bestia al servicio de los blancos; en cuanto a
Marx, Reinaga le critica el haber estudiado solamente dos tipos de clases, la que
explota y la explotada, dejando de lado los estragos que el capital causaría contra los
seres humanos con otro tipo de color de piel y color de conciencia. Según Reinaga,ni
la religión ni el marxismo ayudaron al indio y, por ello, la propuesta hacia su liberación
debe surgir desde ellos mismos, y con esta propuesta se corona como uno de los
exponentes del indianismo boliviano.
Reinaga es quechuaymara que vivió entre 1906 y1994 y en su madurez intelectual fue
el gran artífice del pensamiento indianista y el amautico. Esta investigación pretende
contribuir a la comprensión de esa política intelectual, enfatizando sus orígenes, su
desarrollo y la experiencia política de los últimos 50 años del siglo XX en Bolivia. El
indianismo decolonial de Reinaga, fue construido frente al pensamiento occidental,
entendido como la razón, la edificación absoluta del poder occidental sobre otras
sociedades y sintetizado en “el hombre”. El indianismo, tiene varios perfiles; pero el
haber reorientado el indianismo al plano político con sujetos indios, es uno de sus
principales aportes. Además profundizó el indianismo, bajo el denominativo de
pensamiento amautico, entendida como la fusión del pensamiento ancestral de los
pueblos indígenas con la “ciencia salvadora”. El indianismo decolonial tiene plena
vigencia hoy en día en Bolivia y en países con fuerte población indígena y sectores
sociales excluidos. El debate medio ambientalista del siglo XXI, bajo denominaciones
como el “Vivir bien” o el “Buen vivir”, tienen una estrecha relación con el pensamiento
amautico de Reinaga.
contraposición
es
propiedad
social,
por
tanto, paz.
Indianismo vs indigenismo
El indianismo, término asumido por Fausto Reinaga para nombrar
su doctrina, es el discurso y el proyecto político indio de
transformación de las condiciones de opresión y explotación
vigentes sobre la mayoría india de Bolivia por parte de las élites
blancas y mestizas. Afirma el papel protagónico de los indios en
la historia boliviana, y su capacidad para luchar por sus propias
reivindicaciones y bajo su propio programa, liderazgos y
organizaciones. Es el proyecto que sienta las bases para la
constitución del indio como sujeto políticamente autónomo.
La limitada capacidad del Estado para organizar la vida social y de absorber la mano de obra
que migraba del campo a las ciudades (dando cuerpo a los sectores “informales”) estaba
consustanciado con los procesos de diferenciaciones racializadas. Los “signos raciales” como
el origen social, el color de piel, el apellido, etc., se tomaron como indicadores del rol y estatus
de quienes portaban dichos signos. Este fenómeno se mimetizaba con el discurso estatal sobre
el “mestizaje”. El “indio” en el ideario nacional “mestizo” tenía su lugar, un grandioso pasado
precolonial, pero en el presente se trataba de un ser que debía desaparecer haciéndose
mestizo para superar su condición de “atraso” e “inferioridad” (popularmente esta idea quedo
como “mejorar la raza”).
Se supuso una unidad sanguínea (“sangre de mestizos” es expresivo de esto) que habría
surgido de entre los colonizados y los colonizadores. Pero en el fondo esta reivindicación de las
“sangres mescladas” fue como hoy la negación tacita de quienes pasaron a ser “campesinos”
(fundamentalmente aymaras y quechuas), pues lo mestizo entre las capas dominantes
blancoides era una afirmación de su distancia o “no relación” con los “indios”, como diciendo:
“mis abuelos ya hicieron el terrible sacrificio de mezclarse con los indos por lo tanto yo ya no
tengo por qué hacerlo”. El mestizaje fue (y es) una reivindicación de un hecho siempre ubicado
en el pasado pero que no podía ni debía repetirse en el presente. Así, el proyecto nacionalista
del MNR y de quienes le siguieron fue hacer una “nación mestiza” sin mezclarse con los
“indios”. Si en países como Argentina mestizo remite a la cercanía con los “indios”, en Bolivia
será lo inverso, se referirá a la cercanía con los “blancos” y a la vez la mayor distancia posible
con los “indios”. Por eso decirse mestizo en este país tiene un sentido de superioridad.
En general, el proyecto nacionalista al no resolver las “contradicciones coloniales” dio pie a que
entre jóvenes migrantes andinos (en especial aymaras) que vivían como las diferenciaciones
racializadas marcaban sus vidas en el ámbito laboral, sindical, político, estudiantil, etc., se diera
la formación de dos corrientes político-ideológicas: el indianismo y el katarismo; las que desde
sus perspectivas apuntaron sus críticas a las relaciones racializadas, al carácter colonial del
Estado, a la relación Nación-Estado. En estas corrientes se puede identificar tres periodos en la
segunda mitad del siglo XX [1], los cuales son: I. Periodo inicial-formativo (1960-1971), II.
Periodo de bifurcación (1973-1980) y III. Periodo de decadencia (1982-1997).
1. Periodo inicial-formativo (1960-1971)
El indianismo surge en La Paz, en noviembre de 1960, con la fundación del Partido Agrario
Nacional (PAN), a menos de una década de la “revolución nacional” (abril de 1952) y a pocos
años de la “República Aymara de Laureano Machaca”. Sus impulsores fueron José Ticona,
Raymundo Tambo, Juan Rosendo Condori y Constantino Lima, entre otros. Posteriormente, en
1962 se funda el Partido Indio de Aymaras y Keswas (PIAK) que en 1966 toma el nombre de
Partido Indio de Bolivia (PIB) y en cuya directiva se encuentran Raymundo Tambo y Rosendo
Condori, dos fundadores del PAN. A finales de los años 60, en la Universidad Mayor de San
Andrés (UMSA), Raymundo Tambo, Rosendo Condori y Constantino Lima forman el
Movimiento Universitario Julián Apaza (MUJA), cuyo primer directivo fue Quintín Apaza. En
1969 se forma el Centro de Promoción y Coordinación Campesina MINK’A, la que en la década
del 70 jugará un papel de suma importancia.
De este primer periodo se tienen pocas referencias pero lo que sobresale es la inestabilidad de
las primeras organizaciones y la relación conflictiva y tensa que Fausto Reinaga tenía con los
fundadores del PAN. También es de destacar que en este periodo se van formando las bases
discursivas respecto al “indio”, entendido como sujeto político, y su confrontación con los
“otros”, los q’aras. Se proyectan las primeras organizaciones políticas “indias”, como también
se incursiona en la vida universitaria y sindical. Se hacen los primeros homenajes a Tupaj
Katari, introduciéndose el nombre de este personaje en el lenguaje sindical campesino, en lo
que Raymundo Tambo tuvo un papel de suma importancia. A finales de los 60 Constantino
Lima, inspirado en un libro peruano, confeccionó una wiphala que fue el antecedente de
muchas otras posteriores y de la que estandarizo German Choque Condori (“Inka Waskar
Chukiwanka”), hoy oficializada. Puede decirse que en este periodo los indianistas “alargan la
memoria” en función de dar sentido histórico a la reproducción del orden social racializado que
vivían; pero además, y esto es de suma importancia, se pone ya en claro, aunque de manera
rudimentaria, el trabajo por convertir la mayoría social “india” en mayoría política para gobernar
el país.
Con todo, este periodo dará lugar a dos expresiones fundamentales y que tendrán gran
significación en adelante: 1) la publicación de La Revolución India de Fausto Reinaga en 1970
y 2) la participación indianista en el VI Congreso Nacional de la Confederación Nacional de
Trabajadores Campesinos de Bolivia (CNTCB), el 2 de agosto de 1971 en Potosí.
1) La Revolución India es la mayor contribución de Fausto Reinaga al indianismo [2]. Este libro
responde no solo a las inquietudes y vivencias individuales del autor, sino a un periodo histórico
en el que el indianismo emerge y que permite que dicha obra alcance y brinde a la vez un nivel
básico de clarificación ideológica. Pero además, las influencias que signan las ideas que
Reinaga plasma en este libro son de suma importancia para entender los planteamientos
indianistas surgidos en este periodo, influencias como el nacionalismo revolucionario o el
indigenismo, así como las críticas de Marx a la religión o las reflexiones de Lenin sobre la
relación entre espontaneidad y conciencia. Una de las influencias que logró abrir las
perspectivas en las ideas indianistas que Reinaga expresa en La Revolución India, vinculando
sus observaciones a los problemas y luchas de otras poblaciones racializadas, fue la de los
pensadores negros como Stokely Carmichael y Frantz Fanon, lo que se plasmó en la
formulación de Poder Indio (inspirado en el Poder Negro) y en buena parte de la crítica
antioccidental de Reinaga[3].
2) El VI Congreso Nacional de la CNTCB tiene una serie de antecedentes que dieron lugar a
que el indianista Raymundo Tambo lo dirigiera, pero además en tal evento se aprobó el
documento redactado por Reinaga y Jenaro Flores fue electo como ejecutivo. A mediados de
los años 60 Tambo había ingresado en la actividad sindical con una postura que apuntaba a
romper con el “Pacto Militar-campesino”. Fue en 1970 que Raymundo Tambo y Jenaro Flores
se enfrentaron en un congreso en Patacamaya. Flores estaba vinculado al “Pacto Militar
Campesino” mientras Tambo combatía dicho “pacto”. Sin embrago, por la mediación de
Teodomiro Rengel, estos dos personajes empezaran a trabar juntos llegando a incidir de modo
determinante en el VI Congreso Nacional de la CNTCB en 1971.
Con el golpe de Estado dirigido por el general Hugo Banzer, a finales de agosto de 1971, se
pone fin a este periodo, el cual se desarrolló entre el último gobierno del MNR, el de Barrientos,
Ovando y Torres. Se trató de años en los que el racismo de izquierda a derecha era más crudo
y el escenario para el trabajo político de los “indios” era muy adverso.
2. Periodo de bifurcación (1973-1980)
En 1973 se publicó el Manifiesto de Tiahuanaco, documento que a pedido de Teodomiro
Rengel fue redactado por el cura Gregorio Iriarte y que perfila la formación de una corriente
enfrentada al indianismo: el katarismo [5]. Si bien el indianismo no es “reconocido” se evidencia
el afán por diferenciarse de él, promoviendo posturas “más viables” y centradas en una mirada
campesinista con toques culturales. Fue el Centro de Coordinación y Promoción Campesina
MINK’A, en plena dictadura de Banzer, el espacio donde se fueron delineando las diferencias
entre estas corrientes y que en 1978 dieron lugar a dos expresiones políticas: el Movimiento
Indio Tupaj Katari (MITKA) de línea indianista y el Movimiento Revolucionario Tupaj Katari
(MRTK) de línea katarista.
En el MITKA destacan figuras como Luciano Tapia, Nicolás Calle, Jaime Apaza, Felipe Quispe
Huanca y Constantino Lima (uno de los fundadores del PAN). En MRTK se puede mencionar a
Jenaro Flores (quien fue electo ejecutivo de la CNTCB en el congreso de potosí, en 1971),
Macabeo Chila y Víctor Hugo Cárdenas. Cabe mencionar, además, que por aquellos años
murió (posiblemente en 1977) en circunstancias no esclarecidas uno de los fundadores del
PAN, Raymundo Tambo, a los 36 años.
Cabe señalar un hecho poco conocido que se dio en este segundo periodo. De Sudáfrica llegó
a Bolivia una delegación, el Comité Divisional del Vryheldas, entre cuyos miembros estaba un
diputado sudafricano de nombre Jan Foley, quien en una nota periodística referida a la
preparación de la posible migración blanca a Bolivia decía no estar satisfecho con la “relación
racial” que encontraron en Bolivia, pero que no preveían problema real al respecto, pues en
Bolivia como en Sudáfrica se practicaba una discriminación mediante la que la minoría “blanca”
mantendría a mestizos e indios “en el lugar que verdaderamente les corresponde”, “la única
diferencia está en que ellos [los bolivianos] lo hacen calladamente sin publicarlo al resto, así
que desde ese punto de vista, los sudafricanos blancos se sentirán como en casa” [6]. Este
intento de “importar blancos” fue denunciado por ejemplo por MINK’A mediante su periódico [7].
Volviendo al asunto, el proyecto de formar un partido político “indio” tuvo sus primeros
antecedentes en la década de los 60 y uno de sus gestores, Constantino Lima, continuó con
ese proyecto en los 70, esta vez junto a otros actores que también estaban en un afán similar,
como Luciano Tapia. Por su parte, Jenaro Flores, luego de volver del exilio y entablar
relaciones con militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), trabajó en la
reorganización sindical apuntando a desconocer a los dirigentes del “Pacto Militar-campesino”
apoyándose en la legitimidad del VI Congreso Nacional de la CNTCB en el que fue elegido
como ejecutivo. Los unos, los indianistas, dirigían sus esfuerzos a conformar una organización
partidaria, mientras los otros, los kataristas, desarrollaban su trabajo fundamentalmente en los
sindical.
Sus relaciones fueron no solo tensas, sino que incluso estuvieron marcadas por la violencia
física. Por su parte, los kataristas eran más propensos a entablar vínculos con grupos de
izquierda y de la iglesia, mientras que los indianistas eran reacios a ese tipo de vinculaciones,
aunque estos últimos, por ejemplo Lima y a pesar de su retórica radical, fue inclinado a
participar en algunos eventos internacionales dedicados “pueblos indígenas”. Sin embargo se
dieron algunos intentos de unificación entre indianistas y kataristas pero en definitiva cada
corriente tomó su camino. Así, en abril de 1978 se fundaron el MITKA y el MRTK.
En las elecciones de 1978 el MRTK apoyó a la UDP mientras que el MITKA participó con
candidatos propios y de forma independiente, logrando 13.281 votos (0.71%). En las elecciones
de 1979, año del Congreso de Unidad Campesina que dio origen a la CSUTCB, el MITKA
obtuvo 28.344 votos (1.67%), más del doble de la anterior elección, mientras que el MRTK fue
en alianza con el MNR, FRI y PDC. Para las elecciones de 1980 el MITKA se dividió en MITKA,
liderado por Luciano Tapia y MITKA-1, liderado por Constantino Lima. El MITKA obtiene 15.852
votos y el MITKA-1, 17.022 votos, haciendo un total en porcentaje entre ambos de 2.5 % [8]; por
su Parte el MRTK vuelve a la alianza con el MNR y el FRI.
Tapia y Lima siendo candidatos “indios” a la presidencia logran diputaciones en las elecciones
del 80, pero no pueden asumir sus respectivos cargos por el golpe de estado de García Mesa
del 29 de junio de ese mismo año. En ese escenario se cierra este segundo periodo, en el que
se da la formación y confrontación entre el katarismo y el indianismo. Se trata de un periodo
que se desarrolla en medio de la dictadura y en espacios abiertos a procesos electorales.
Hasta aquí las ideas fundamentales apuntaban a cuestiones de orden político o sindical, los
esfuerzos se dedicaban a la organización, en un caso más partidaria y en otro más sindical.
Puede decirse que en términos de organismos político-partidarios fue en este periodo que los
“indios” irrumpieron en el escenario político electoral del país, abriendo así un camino que
después otros transitarían.
3. Periodo de decadencia (1982-1997)
En octubre de 1982, cuando en el país termina el periodo dictatorial y se inaugura un periodo
democrático que llega hasta el presente, los diputados “indios” del MITKA y MITKA-1 toman
sus curules y así se inicia el tercer periodo. La participación indianista parlamentaria en lugar
de fortalecer a sus organizaciones las debilita por la forma en que ejercían sus cargos tanto en
el parlamento como en sus respectivos partidos. El MITKA y el MITKA-1 fruto de sus problemas
organizacionales y las disputas internas no pudieron participar en las elecciones de 1985
mientras que los kataristas se dividieron, por una parte se presentó el MRTK de Macabeo Chila
obteniendo 16.269 votos a nivel nacional (1.08%), mientras que el MRTK-L de Jenaro Flores
logró 31.678 votos, obteniendo dos diputados: Víctor Hugo Cárdenas y Walter Reynaga
(sobrino de Fausto Reinaga).
En 1986 varios militantes del MITKA, entre ellos Felipe Quispe, quien luego de viajar a Cuba en
1980 y recibir formación guerrillera ya había retornado al país, forman la Ofensiva Roja de
Ayllus Tupakataristas (ORAT) que será la base del Ejército Guerrillero Tupaj Katari (EGTK) en
1989. En 1988 se llevó acabo el I Congreso Extraordinario de la CSUTCB donde el dirigente
Jenaro Flores llegó debilitado por los problemas y divisiones entre los kataristas fue
desplazado. Para las elecciones de 1989 Jenaro Flores se presentó como candidato a la
presidencia por el Frente Único de Liberación Katarista (FULKA), obteniendo 16.416 votos.
Víctor Hugo Cárdenas se presentó como candidato a la presidencia por el MRTK-L, logrando
22.983 votos y obteniendo una diputación, pero los vocales de la Corte Nacional Electoral
(CNE), “la Banda de los Cuatro”, anularon votos y así ese curul pasó a otro partido. A inicios de
los 90, el EGTK, en su desarrollo incipiente, fue desarticulado en 1992 [9] y en 1993 Víctor
Hugo Cárdenas formó una alianza con Gonzalo Sánchez de Lozada y será electo como el
primer vicepresidente aymara en Bolivia.
En este tercer periodo surgían una gran cantidad de organizaciones por la división, fruto de los
problemas internos en el MITKA y el MRTK. Las disputas entre estos grupos será intensa y ello
les quitará capacidad de incidir en otros ámbitos. Pero además, en este periodo empezaran a
jugar un papel político preponderante las ONG’s, que terminaron siendo la autoridad para
definir quiénes y que son los “indígenas”. Se promoverán ideas sobre la “otredad”, el respeto a
la diferencia. Se trata de un periodo en el que, dejando de lado la lucha política y privilegiando
el simbolismo (hasta llegar a lo exótico), varios indianistas y kataristas caerán seducidos por las
ideas multiculturalistas, las que empezaban a ganar terreno y que con la caída del muro de
Berlín no encontraron obstáculos para imponerse, aunque en Bolivia la aplicación del D.S.
21060 ya había logrado allanar el campo para el florecimiento de las especulaciones
posmodernas sobre los “indígenas”.
Desde los años 2000 y 2001, en los que se produjeron bloqueos protagonizados por los
aymaras, bloqueos dirigidos por la CSUTCB, entonces encabezada por el indianista Felipe
Quispe Huanca, se cuestionó el carácter colonial del Estado y se propaló masivamente el ideal
de que los “indios” deberían gobernar Bolivia, a diferencia de la “guerra del agua” (2000) en
Cochabamba que cuestionó las políticas neoliberales. En esos años el trabajo de varias
décadas hecho por indianitas y kataristas tendrán gran incidencia e importancia, en un
escenario de crisis económica y política, pero ese es otro tema.
[1] Sobre los temas tratados en este artículo se encontrarán mayores referencias en: Pedro
Portugal y Carlos Macusaya, El indianismo katarista. Una mirada crítica, Fundación Friedrich
Ebert (FES), La Paz-Bolivia, 2016; disponible en: http://www.periodicopukara.com/archivos/el-
indianismokatarista.pdf
http://grupo-minka.blogspot.com/2014/12/desde-el-sujeto-racializado.html
[6] “¡Bolivia, allá vamos!”, en IXIM Notas Indígenas, año 2, nº 14 y 15, noviembre y diciembre
1978, p. 7. Sobre los indios Jan Foley decía: “[Los indios de Bolivia] tienen una inteligencia
comparable a la de nuestros negros y se les puede enseñar labores manuales sin ningún
problema. No son exactamente la gente más productiva que yo haya encontrado. Poseen un
poco más de auto-respeto por ellos mismos que nuestros negros, y se mantienen
razonablemente limpios y arreglados”. (Op. cit.). Jan Foley veía en Bolivia una situación similar
a la que se vivía en su país, Sud África, por ello creía que los “blancos” sudafricanos “se
sentirán como en casa”. Paradójicamente en Bolivia los únicos “locos” que veían y denunciaban
el racismo eran los indianistas, catalogados por los izquierdistas como “racistas” y/o
“resentidos”.
[7] “50 familias racistas invadirán Bolivia”, en: Collasuyo, Año I, Nº 2, La Paz- Bolivia, junio de
1978, p.7.
[8] Los datos son extraídos de: Javier Hurtado, El Katarismo, Ed. Hisbol, La Paz-Bolivia, 1986,
p. 265.