MARRADI (2002) Método Como Arte
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Sumario
1. El término en el lenguaje ordinario Método y técnica
2. Conceptos de método en las Metodología (y método)
reflexiones sobre la ciencia entre gnoseología y técnica
3. Método, métodos, metodología Bibliografía
a) Criterio: «Cada sociedad debe tener un método para distribuir entre sus
miembros los bienes materiales que produce» (Homans, 1950: 275).
b) Forma: «Un noble tiene varios métodos de perder su status: la derrota mili-
tar, la venta de su título...» (Sorokin, 1947: 259); «Nada sería considera-
do más sospechoso que este método para expandir la producción» (Galbraith,
1958: 106).
c) Camino (para conseguir un fin): «La fe en una dosis mayor de planifica-
ción y nacionalización como método de mejoramiento económico»
(Goldthorpe y otros, 1968: 23); «El ideal de igualdad es fuerte, pero no
tiene métodos regulados y garantizados para afirmarse» (Cooley, 1909: 14).
d) Uso corriente, praxis: «Según el viejo método de pasar de madre a hija las
nociones tradicionales de economía doméstica» (Lynd y Lynd, 1929: 157).
«Los viejos métodos para inspirar respeto fueron cada vez menos usados»
(Collins, 1975: 224); «Se está dejando de lado la erosión social atribuible
al método actual de introducir rápidos cambios tecnológicos» (Merton,
1949: 325);
e) Procedimiento: «Todos los métodos conocidos de evaluar y calcular el tiem-
po comportan repeticiones» (Giddens, 1979: 204).
f) Técnica: «Los métodos para saciar el hambre y la sed se aprenden con la
experiencia y la enseñanza» (Hobhouse, 1906: 2) 2); «A causa de la mejo-
ra en los métodos agrícolas la tierra está en condiciones de alimentar una
población mayor (Riesman y otros, 1950: 14).
g) Artificio, engaño: «Todos los métodos conocidos para deshacer una muche-
dumbre implican algún método para distraer la atención» (Park y Burgess,
1921: 876-77).
1. Carlos Strasser ha resaltado (1979: 19) otros rasgos que Bacon y Descartes tienen en común:
el desprecio por todos los conocimientos que la sabiduría humana habría acumulado antes
de ellos y el énfasis sobre la utilidad práctica de los descubrimientos.
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tónicas» (ver Berka, 1963: 8) que no tenía en Bacon y tenía sólo potencial-
mente en Descartes. Se hace cada vez más explícita la idea —implícita en el
concepto griego de επιστηµη— que verum y certum son conjugables, que se
puede, por lo tanto, hablar de la realidad que nos circunda sin renunciar a la
certeza de lograr el nivel de veracidad que sólo los matemáticos pueden garan-
tizar: una ambición que será la bandera del empirismo lógico —como mues-
tra la auto-denominación del movimiento.
La idea de un programa que establece con anticipación una serie no modi-
ficable de operaciones que de ser practicadas garantizan el conocimiento cien-
tífico sobre cualquier argumento es, todavía hoy, uno de los significados que pre-
valecen en la expresión método científico. Pero —vistas también las dificultades
encontradas por los empiristas lógicos a la hora de transferir aquellas ideas
desde el plano de los enunciados de principio a sus aplicaciones prácticas en
todos sus mínimos detalles— tal idea queda pospuesta antes de ocupar triun-
falmente el escenario, como en los tiempos de Bacon y Descartes. Lo confirma,
entre otras cosas, la creciente escasez de textos que se proponen especificar la
mencionada serie no modificable de operaciones.
La más reciente —a mi entender— de dichas listas de operaciones que
tiene, aún sin entrar en detalles, una cierta pretensión de complitud ha sido
publicada por Theodorson y Theodorson en la voz «Scientific Method» en su
Diccionario de Sociología (1970: 370). Dice así:
La aplicación del método científico a un problema comporta los pasos
siguientes:
Primero: se define el problema.
Segundo: el problema se formula en los términos de un cuadro teó-
rico determinado.
Tercero: se imaginan una o más hipotésis relativas al problema, uti-
lizando los principios teóricos ya aceptados.
Cuarto: se determina el procedimiento a utilizar en la recolección
de datos para controlar la hipótesis.
Quinto: se recolectan los datos.
Sexto: se analizan los datos para averiguar si la hipótesis es verifica-
da o rechazada. En fin, las conclusiones del estudio se relacionan con el
corpus precedente de la teoría que se modifica, a su vez, para ajustarlo a
los nuevos resultados.
Como el lector habrá observado, se trata de una descripción puntual del
así llamado «método hipotético-deductivo» elaborado a partir de la reflexión filo-
sófica en torno a la física del siglo XVII en adelante (Losee, 1972, cap. 7-9). La
convicción de que éste es el único método posible para la ciencia ha sido muy
defendida incluso en las ciencias humanas (lo revelan, entre otros, Strasser,
1979 y Pérez Ransanz, 1995). Hasta los años cincuenta no era nada raro encon-
trarse con declaraciones como la siguiente, del antropólogo Nadel: «Hay un
único método científico, a pesar de ser practicado con diversos niveles de rigor
y coherencia, y a este respecto la física y la química han alcanzado los mejores
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2. Véase, por ej., Sorokin (1947: 22); Znaniecki (1950: 220); Homans (1950: 40, 371-372;
Riesman y otros (1950: 180); Alberoni (1967: 11); Goldthorpe y otros (1968: 8); Collins
(1975: 8) y Sztompka (1979: 72).
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3. Definiciones análogas han sugerido, entre otros, Weber (1922), Von Wright (1971), Kaplan
(1964: 23), Holt y Turner (1970: 4); Opp (1970: 7); Nickles (1986: 114).
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Davis y otros —es más, muestra que su concepción de método es tan clara y sóli-
da que resiste incluso la ampliación semántica que el término método sufre casi
inevitablemente cuando se vuelve parte del término metodología.
Definiendo metodología muchos sienten la necesidad de precisar que no
se debe confundir con el método mismo, y menos aún con las técnicas.4 Esta
precisión parecería superflua, porque confundir «X» con «el estudio de X»
constituye un error manifiesto. Sin embargo, no es en absoluto superflua:
en la investigación social norteamericana —cuyos practicantes tienen gene-
ralmente una consciencia muy tenue de las raíces griegas del lenguaje cien-
tífico— se ha difundido desde hace tiempo (y ha sido implacablemente expor-
tada a otros continentes) la costumbre de llamar methodology a la técnica. Es
éste el abuso terminológico que se señalaba más arriba; del que son respon-
sables incluso autores de notable sofisticación intelectual, como Galtung
(1967, por ej., p. 376). Se comprenden las protestas del interaccionista
Blumer hacia esta «asombrosa inclinación a identificar la metodología con
una limitada porción de su objeto de estudio» (1969: 22; también véase
Sartori, 1984: 9).
A propósito de la metodología en sentido estricto, se debate si debe de ser
una disciplina prescriptiva o descriptiva. A favor de la segunda alternativa se
ha pronunciado con fuerza Dewey (1938); otros han resaltado que el estudio
empírico de como trabajan los científicos es una tarea de la historiografía y de
la sociología de la ciencia; la metodología debe ser prescriptiva (Holzner, 1964;
Nickles, 1986: 107); debe «fijar y justificar un sistema de reglas tal que ase-
gure la corrección de acciones y decisiones determinadas» (Pera, 1978: 7). «La
metodología —escribe Bruschi— implica una concepción lógico-racional de
la ciencia [...] El aspecto normativo que en la filosofía de la ciencia puede ser
latente, aquí es manifiesto y directo [...] el metodólogo declara aquello que el
investigador debe hacer para obtener ciencia» (1991: 38-9).
Se puede aceptar la idea de que la metodología sea, en última instancia,
también una disciplina normativa, en cuanto da indicaciones acerca de lo que
es oportuno hacer en cada situación específica. Pero tales indicaciones no deben
hacerse en base a un modelo abstracto y general de ciencia, sino a la luz de lo
que la historiografía y la sociología de la ciencia nos indican. Por ejemplo, mos-
trando que una cierta técnica, perfectamene adecuada en abstracto, es en rea-
lidad muchas veces portadora de graves sesgos; por ejemplo, avisando de que
una insuficiente consideración de los procesos psicosocioantropológicos hace
que su aplicación tiienda a mover las relaciones entre los sujetos observados
y/o entre los observadores.
La contraposición descripción/prescripción encuentra un paralelismo en la
distinción entre los dos significados que el término metodología tiene en el
lenguaje corriente en las universidades y en la investigación social —significados
que corresponden a los dos roles del metodólogo profesional—. Cuando estu-
4. Véanse, por ej., Parsons (1937: 23-24), Selvin (1958: 607) y Kaplan (1964: 18-19).
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4. Método y técnica
También el término técnica deriva del griego, en el que τεχνη designa una
capacidad artística, no aquélla individual e irrepetibile del genio, sino aquélla
más doméstica, transmisible de padre a hijo, del artesano (en efecto, el térmi-
no tiene un probable parentesco con τεκνον, hijo).
La bella definición de Gallino («complejo más o menos codificado de nor-
mas y formas de proceder reconocido por una colectividad, transmitido o trans-
misible por aprendizaje, elaborado con el fin de desarrollar una actividad manual
e intelectual de carácter recurrente [...] Un procedimiento extemporáneo, que
no se reitera ni sufre forma de codificación alguna, no es una técnica aún cuan-
do resulte, una sola vez, excepcionalmente ingeniosa y eficaz» (1978: 712-3)
muestra que muchos elementos del significado original griego se han mante-
nido por lo menos en uno de los significados centrales del término.
Gallino toma, en efecto, el significado antropológico, muy difundido tam-
bién en el lenguaje ordinario. Pero junto a ese significado, se pueden distin-
guir al menos otros dos, que tienen en común una relación instrumental entre
su referente y la ciencia, pero que se distinguen por la dirección de tal rela-
ción. En el segundo significado, la técnica utiliza el conocimiento adquirido
por las ciencias sobre la realidad para modificar algunos aspectos de la misma.
En el tercer significado, es la ciencia la que usa las técnicas para conocer mejor
algún aspecto de su objeto. En ambos conceptos, y en particular en el último
—él que aquí nos interesa— están presentes aspectos de la acepción del con-
cepto ilustrado por Gallino.
En el ámbito de la medicina, la clínica se sirve del conocimiento adquiri-
do por la fisiología y la patología —que son ciencias— para curar a los enfer-
mos, y es por lo tanto una técnica en el segundo significado. Una situación
análoga se da en la ingeniería civil, cuando utiliza los conocimientos de estática
y dinámica para fabricar edificios, carreteras, puentes. Es cierto —como hace
notar Cini— que «la tecnología proporciona a la investigación científica con-
tribuciones originales» (1990: XIV; análogamente Lecuyer, 1987: 65); pero la
distinción es analítica: si en el ámbito de la investigación tecnológica se adquie-
ren nuevos conocimientos sobre la realidad que se desea modificar, en ese
momento se está haciendo ciencia. Además, decir que la técnica (en el segun-
do significado) aplica los conocimientos científicos para intervenir sobre la
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5. Sobre como es la realidad, como podemos conocerla y cuales son los objetos y los límites de
la ciencia.
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6. Véanse Phillips (1966/1972: 345), McKennell (1973: 206-207), Blalock (1974: 2), Nowak
(1979: 158-159), Duncan (1984: 97) y Lutynski (1988: 174).
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Existe un consenso general sobre el hecho que la metodología ocupa «la por-
ción central de un continuum de análisis crítico [...] [entre] el análisis de los
postulados epistemológicos que hacen posible el conocimiento social y [...] la
elaboración de las técnicas de investigación» (Gallino, 1978: 465). Ocuparse de
metodología es encontrarse en una continua tensión dialectica entre los polos
de este continuum, porque «si la metodología abandona su lado epistemológi-
co se reduce a una tecnología o una práctica que ya no controla intelectual-
mente. Si abandona el lado técnico, se transforma en una pura reflexión filo-
sófica sobre las ciencias sociales, incapaz de incidir sobre las actividades de
investigación» (Bruschi, 1991: 41).
Queda por añadir que en uno de los polos no está tan sólo la epistemo-
logía (reflexión sobre los fines, condiciones y límites del conocimiento cien-
tífico), sino también la gnoseología (reflexión sobre los fines, condiciones y
límites del conocimiento tout-court). La gnoseología ha sido y es frecuente-
mente olvidada en enunciados como los aquí mencionados. Las razones pue-
den ser dos, una lingüística y otra substancial. El término homónimo (sería gno-
seology) no existe en inglés, y por lo tanto nunca aparece en la imponente
literatura anglo-norteamericana sobre el tema. En inglés, de hecho, se usa
epistemology para designar la filosofía del conocimiento («gnoseología») y pre-
dominantemente philosophy of science por lo que nosotros llamamos «episte-
mología».
El segundo motivo puede derivar del hecho que todos los intentos por pro-
porcionar fundamentos de certeza absoluta al conocimiento científico (los más
recientes el fenomenalismo de Schlick y el primer Carnap, y el fisicalismo de
Neurath o el segundo Carnap) han fracasado frente a la constatación, inevita-
ble en gnoseología, que no pueden haber nexos rígidos entre la esfera de los
referentes (la realidad), la esfera del pensamiento y la esfera del lenguaje (Marradi,
1994). Puede suceder que esta situación, aceptada con escaso entusiasmo por
muchos de los que se ocupan de ciencia, haya provocado un sentimiento de
turbación frente a una disciplina que pone en evidencia los límites de las pre-
tensiones cognoscitivas de las otras.
Si la metodología se sitúa donde se ha dicho, ¿dónde se sitúa el método?
En el apartado 4 se ha planteado que el método consiste esencialmente en el arte
de elegir las técnicas más apropiadas para enfrentar un problema cognosciti-
vo, eventualmente combinándolas, comparándolas, aportando modificacio-
nes e incluso proponiendo alguna solución nueva. Lo que no surgió en las sec-
ciones precedentes y que quisiera subrayar antes de concluir estas reflexiones,
es que el metodólogo no realiza estas elecciones sólo a la luz de sus compe-
tencias técnicas y de las experiencias de investigación propias y ajenas. Su pro-
pensión a utilizar una u otra técnica y su manera de interpretar las experiencias
de investigación están condicionadas por sus opciones gnoseoepistemológicas:
«Las soluciones técnicas presuponen soluciones metodológicas generales y éstas
últimas, por otra parte, implican que se den respuestas adecuadas a ciertas
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