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Ahora bien, si el método científico se ajusta a lo que dejamos dicho de

7 EL MÉTODO CIENTÍFICO­SOCIAL Y LA HISTORIOGRAFÍA forma breve, surge de inmediato la cuestión de si ese procedimiento pa­
ra obtener conocimientos es aplicable a la realidad del hombre, a la rea­
No habiendo más que una verdad para cada cosa,
lidad social en su más amplio sentido2. A lo largo de esta obra se ha
cualquiera que la encuentre sabe de ella todo lo que abordado ya el problema de las dificultades específicas que presenta un
se puede saber. conocimiento del hombre que pueda llamarse científico. Por razones
RENÉ DESCARTES, Discours de la Méthode que ya hemos apuntado antes, es preciso concluir que el estudio científi­
co del hombre es problemático. Por lo menos, el estudio científico al mo­
Como ya hemos expuesto, existe un método científico. El método cientí­ do en que lo hace la ciencia natural. No obstante, ahora hemos de anali­
fico es un procedimiento para obtener conocimientos a través de unos zar esta cuestión desde otro punto de vista: el del método. ¿Existe un
pasos que aseguren que aquello que se pretende conocer sea «explica­ único método de la ciencia sea cual sea el objeto de su conocimiento?,
do» e, inexcusablemente, explicado significa que debe darse cuenta de ¿o es preciso hablar de un método de la ciencia natural y otro de la cien­
la realidad proponiendo afirmaciones demostrables. Por ello, decimos cia social? Se trata de problemas que arrancan ya de la filosofía y la
que se aplica un método científico y, en consecuencia, que hay conoci­ ciencia del siglo XIX y que permanecen abiertos3.
miento científico, cuando se definen claramente los problemas, se for­ Por último, nos encontramos con los problemas particulares del método
mulan hipótesis, se analiza de forma sistemática la realidad a la que las historiográfico que han sido objeto de muchos análisis desde el siglo XIX
hipótesis se refieren ­y se experimenta con ella, si se puede­ y se propo­ hasta ahora también. Ya hemos tratado antes, en la primera parte de la
nen explicaciones de los fenómenos y soluciones a los problemas ob­ obra, el papel que en el intento de establecer las reglas de un método
servados. Todo ello permite el estudio empírico y la contrastación de las histórico desempeñaron estudiosos como Droysen, Seignobos, Berr,
observaciones1. Bloch, y, en nuestros tiempos, Pierre Vilar, Braudel, Topolsky, Koselleck
Una de las cuestiones más discutidas en los últimos tiempos en el cam­ o C. Tilly. La posibilidad de aplicar un método «científico­social» al estu­
po de la metodología de la ciencia es precisamente la idea de si el méto­ dio de la historia ha sido siempre muy discutida y ha dividido la opinión
do consiste en última instancia en un conjunto de reglas establecidas. de los propios historiadores. La cuestión permanece hoy igualmente
Muchas veces, los grandes descubrimientos de la ciencia no se han he­ abierta.
cho con sujeción a esas previstas reglas. No existe un «camino real» Las peculiaridades, los procedimientos y los problemas del método his­
para la ciencia. El científico dispone siempre de una gran capacidad de toriográfico tienen una doble vertiente bien clara que coloca a la historio­
decisión para orientar su propia búsqueda. Pero no cabe duda tampoco grafía en un plano enteramente acorde con las otras ciencias sociales.
de que los «fundamentos» del método de la ciencia son cosa real y que Primero, su método participa del método general del conocimiento cien­
pueden enseñarse y transmitirse. tífico de lo social, con las salvedades sobre este lenguaje y su alcance
que ya reiteradamente hemos hecho. El método de la historiografía po­
2
1
Descripciones asequibles de lo que es «método científico» existen en diversas En la interpretación de las páginas que siguen ha de tenerse muy en cuenta lo
publicaciones bien conocidas. Señalemos entre ellas, citadas ya en el texto o que expuesto ya en el capítulo 2 de la obra acerca del conocimiento científico-social.
3
citaremos después, las de M. Bunge, E. Nagel, M. Cohen y E. Nagel, C. G. Hempel, A. Puede consultarse una bibliografía general sobre los métodos y las técnicas de la
Chalmers, K. R. Popper, etc. Abundan aún más las que específicamente se refieren al investigación social, de unas cien páginas de extensión en M. Latiesa, ed., El pluralismo
método de las ciencias sociales, Hughes, Winch, Gibson, García Ferrando, Wallace, metodológico en la investigación social: ensayos típicos, Universidad de Granada,
etcétera. Granada, 1991, pp. 314-408.
see, por tanto, todas las características, favorables y desfavorables, de siciones muestran coincidencias. La idea de método que forjó la meto­
ese método general científico­social al que hemos de referimos ahora. dología de la ciencia dominante en los años sesenta y setenta de nues­
Segundo, es también la traducción específica a una disciplina concreta tro siglo puede ser un buen punto de partida para hacer las precisiones
de esos mismos caracteres generales. Es un reflejo de esas característi­ mínimas que nos parecen aquí imprescindibles.
cas generales y tiene, además, algunas otras privativas. Hay, por tanto,
aspectos generales del método histórico y algunas peculiaridades muy La naturaleza del método científico
específicas. Sin duda, la que lo es más es la naturaleza de las fuentes
históricas. La parte del trabajo teórico y científico que se ocupa de la definición del
método es la metodología. Se ha definido metodología como «el arte de
1. EL MARCO DE REFERENCIA: EL MÉTODO DE LAS CIENCIAS SO­ aprender a descubrir y analizar los presupuestos y procedimientos lógi­
CIALES cos en que se basa implícitamente la investigación»6. Suele distinguirse
en el tratamiento de las cuestiones metodológicas una metodología des­
El método científico ha sido objeto de definiciones diversas. Descartes, criptiva frente a metodología normativa, metodología general frente a
uno de los más clásicos metodólogos, lo definió en el siglo XVIII como el metodologías especiales, método científico general y métodos científi­
conjunto de «reglas ciertas y fáciles, gracias a las cuales todos los que cos particulares. A veces se ha distinguido entre los estudios metodoló­
las observen escrupulosamente no supondrán jamás verdadero lo que gicos que se refieren a la ciencia como actividad de investigación y que
es falso y alcanzarán, sin fatigarse en esfuerzos inútiles, más bien acre­ conciernen a la forma en que se fundamentan y se formulan las afirma­
ciendo regularmente su saber, el conocimiento exacto de aquello que ciones de la ciencia: es lo que se ha llamado metodología pragmática. Y
pueden alcanzar»4. Los problemas más profundos del método de la aquellos otros que conciernen a la forma que tienen los enunciados
ciencia y las grandes filosofías y teorías metodológicas sobre el funcio­ científicos que se llama metodología apragmática7.
namiento de ella tienen su origen en la ya referida «revolución En último extremo, el método es, desde luego, un conjunto de reglas de
científica» del siglo XVIII. La «filosofía de la ciencia» es un tipo de refle­ procedimiento ­lo que no quiere decir exactamente reglas de «trabajo»­
xión que arranca de la Ilustración ­de Kant y los empiristas ingleses, es­ o principios normativos para el trabajo científico pero que no agotan, ni
pecialmente Hume­ y que tiene su culminación en el positivismo, que es pueden pretender agotar, las posibilidades operativas que todo proceso
la forma típica de expresión del nuevo pensamiento progresista de la de conocimiento presenta. Más bien el método es un regulador y un pro­
burguesía del siglo XIX y que ha tenido importantes prolongaciones en cedimiento corrector del trabajo. Cuando se describe un cierto método
el XX5. en realidad no se alude a un proceso secuencial real, a una sucesión de
operaciones obligatorias, sino más bien a una jerarquía de proposicio­
Las imágenes del método que se han forjado científicos y filósofos han nes en sentido lógico. Podríamos decir, de forma más gráfica, que un
presentado diferencias notables según su procedencia de una u otra es­ método científico no prescribe lo que hay que hacer, pero sí establece
cuela, pero existen naturalmente algunas grandes cuestiones centrales qué es lo que no debe hacerse.
sobre el carácter del conocimiento científico en las que cualesquiera po­
4 6
R. Descartes, Discurso del método, Orbis, Barcelona, 1983, p. 59. R. Boudon, P. Lazarsfeld et al., Metodología de las ciencias sociales, 3 vols., Laia,
5 Barcelona, 1985, vol. I, p. 6.
J. Losee, Introducción histórica a la filosofía de la ciencia, Alianza Editorial, Madrid,
7
1976. Cf. el capítulo 9, pp. 104 y ss. J. Topolsky, Metodología de la historia, pp. 36-40.
La discusión sobre la naturaleza de la ciencia ha versado siempre, en cubrimiento, porque no existe una «lógica del descubrimiento» 11. Es de­
realidad, sobre la naturaleza y existencia de un método científico. Lo cir, no hay un «camino» marcado que lleve al descubrimiento científico.
que está en crisis precisamente es la concepción uniformista de la cien­ 2. Todo campo de estudio de la ciencia es, o tiene que ser, una realidad
cia, la pretensión de que existe una diferenciación nítida y tajante entre adecuadamente definible y definida. No toda realidad es objeto de la
ciencia y no­ciencia, la posibilidad de evaluar toda la ciencia. El concep­ ciencia. No hay investigación científica sin una clara definición de un
to de ciencia ha de ser manejado con mucha más flexibilidad8. problema, aunque en principio no esté claro el modo real de abordarlo.
Expongamos tres grupos de consideraciones de interés que caracteri­ En consecuencia, no existe investigación válida alguna si se la aísla de
zan el método científico. Uno sobre sus condiciones mínimas; otro sobre un contexto de problemas que presenta en cada momento un «estado
la relación sujeto­objeto en el método científico; el tercero sobre los dos de la cuestión» bien preciso y que es imprescindible conocer. Aquellas
grandes procedimientos metodológicos clásicos: la inducción y la deduc­ teorías y más aún aquellos «paradigmas» que consiguen establecer un
ción. nuevo nivel en todos los conocimientos referentes a un aspecto del
mundo cambian a su vez las concepciones metodológicas habituales en
Las condiciones del método tal campo.
El uso del método científico no es nunca una decisión que pueda tomar­ 3. El método no se reduce a, ni se confunde con, un mero catálogo de
se sin condiciones. No bastan unas reglas de trabajo o de procedimien­ prácticas para la descripción o la clasificación de «hechos». No hay mé­
to, sino que existen unas condiciones de partida y unos requisitos míni­ todo científico si no se llega a conocimientos que están más allá del sen­
mos que son los que permitirían distinguir, con mayor o menor nitidez, tido común. Se ha dicho, incluso, que «los resultados de la investigación
desde luego, las operaciones del método científico de las de cualquier científica no pueden ser anticipados por el sentido común...»12. En todo
otra forma de conocimiento. Estas condiciones podrían enunciarse, caso, un método se valora si es capaz de establecer un procedimiento
aproximadamente, así:9 que nos haga avanzar en conocimientos de forma sencilla, completa y
fiable, además de contrastable.
1. Todo método proviene de unos previos «presupuestos teóricos». El 4. La ciencia no termina, naturalmente, en una descripción de cosas, co­
proceso metodológico no puede establecerse fuera de una delimitación mo decimos, sino en la definición de un lenguaje para aprehenderlas de
de los «objetivos» de un determinado conocimiento. El método de una forma universalizada13. Ese lenguaje de la ciencia, al que ya nos hemos
ciencia «no es algo que concierna a sus técnicas transitorias sino a la ló­ referido antes, tiene mucho que ver con el método. Los principios meto­
gica de su justificación»10. Esto quiere decir que la clave del método dológicos fundamentales y los estadios formales o fases operativas de
científico se encuentra en la forma en que las verdades son «demostra­ un método son los que definen una práctica científica correcta. En último
das», «justificadas». En realidad, los problemas del método se dan caso, las concepciones metodológicas no llevan nunca aparejadas el
siempre en el contexto de la validación, como veremos, no en el del des­ uso de técnicas estrictamente definidas. Un método puede emplear di­
versas técnicas y una misma técnica puede ser útil a diversos métodos.
8
Esto es lo que proponen todos los escritos más recientes de filosofía y metodología de
11
la ciencia. Cf. C. Chrétien, La Science à l'ouvre. Mythes et limites, Hatier, París, 1991. Ibidem, p. 22.
También los dos trabajos citados de A. Chalmers y de Fernández Buey. 12
D. Shapere, «Method in the Philosophy of Science and Epistemology», en J. Nersessi-
9
Seguimos especialmente a M. Bunge, La investigación científica, Ariel, Barcelona, an, ed., The Process of Science, Nijhoff, Dordrecht, 1987, p. 2.
1975, pp. 24 y ss. 13
Y. Bar-Hillel, M. Bunge, A. Mostowski et al., El pensamiento científico. Conceptos,
10
R. Rudner, Filosofía, p. 21. avances, métodos, Tecnos-Unesco, Madrid, 1993 (reimp.), « El lenguaje», pp. 165 y ss.
Pero la observación científica no deja de tener, a pesar de todo esto,
Sujeto y objeto en el método científico perfiles de relativismo. Nadie puede negar que la observación de los he­
Como ya se ha señalado, un problema común cuando se habla de las chos por el científico está condicionada en alguna manera, aun en las
pretensiones y las dificultades del método científico, y sobre todo cuan­ ciencias más formalizadas y abstractas, por la psicología, la cultura y los
do se habla de ello en relación con la ciencia social, es el de la objetivi­ intereses. De ahí que el método científico haya procurado establecer
dad. ¿Hasta qué punto el conocimiento puede tener garantías de que su unas reglas de la «observación normalizada» y formas de contrastar la
resultado no está viciado por la «subjetividad» del sujeto que conoce, adecuación de la observación a condiciones normales perceptibles inter­
por sus prejuicios, preferencias, intereses y demás? ¿Es posible un co­ subjetivamente. La ciencia posee hoy poderosos instrumentos para ob­
nocimiento objetivo? Este problema ha suscitado muy diversas interpre­ viar los problemas de la subjetividad de la percepción17. Por tanto, la
taciones sobre las posibilidades de hacer ciencia en relación con deter­ cuestión de la fiabilidad de las observaciones no es sólo cosa de con­
minados objetos de conocimiento, particularmente el ser humano como senso, sino de resistencia misma de las observaciones aportadas a las
entidad específica. pruebas a que sean sometidas. La objetividad, pues, es una construc­
Métodos científicos son, precisamente, aquellos que intentan eliminar ción18, o como se podría decir más sencillamente: la objetividad no es
deliberadamente el punto de vista individual del sujeto que conoce, que cuestión de voluntad sino de método...19
están concebidos como reglas que permiten establecer una distinción
adecuadamente nítida entre el productor de un enunciado y el procedi­ Dos alternativas: deducción e inducción
miento por el cual es producido14. El método científico tiene, pues, como La dicotomía más fuerte que se ha introducido de hecho entre las opcio­
característica esencial su transparencia. El proceso de exposición de un nes metodológicas que la ciencia permite es la establecida entre el pro­
conocimiento debe expresar con absoluta claridad los pasos seguidos cedimiento deductivo y el procedimiento inductivo. Esa dicotomía es una
para su adquisición. No hay método científico si no puede ser entendido constante de la historia de la ciencia20. Tanto el inductivismo como el de­
de forma intersubjetiva, a partir de principios universales. ductivismo tienen una larga historia en la filosofía del conocimiento.
Por otra parte, el método científico se basa siempre en la observación y El procedimiento inductivo es aquel que parte de la existencia de hechos
la observación tiene que dirigirse a objetos empíricos, que puedan ser o realidades que presentan homologías, rasgos comunes, redundancias
denotados por la experiencia15. El carácter de la observación es esencial suficientes como para establecer que hay entre tales realidades, hechos
para la objetividad del método. Es cierto que no hay una «observación o fenómenos, relaciones discernibles y permanentes que pueden ser de­
pura» de los hechos, como creyó el primitivo positivismo. Toda observa­ finidas. El descubrimiento y definición de esas relaciones estables, que
ción de hechos está dirigida y precedida por el pensamiento formal, por pueden llegar a formularse en forma de «ley natural», es el objetivo del
nociones y por convenciones lingüísticas. Es decir, no hay observación método científico, según el inductivismo, bien tengan esas leyes validez
de hechos sin hipótesis16. Todos los hechos de observación han de ser absolutamente universal o estén limitadas a un particular ámbito. Simpli­
luego recopiladas y representados formalmente.
17
A. Chalmers, La ciencia, p. 51.
14 18
J. Hughes, La filosofía, p. 29. Es una cita que el autor toma de W. Wallace, La lógica, Ibidem, p. 62. Véase J. Habermas, La lógica, «Neutralidad valorativa y objetividad»,
p. 11. pp. 71 y ss., donde recoge los planteamientos de Weber.
15 19
M. W. Wartofsky, Introducción a la filosofía de la ciencia, Alianza Editorial, Madrid, G. Ferreol y P. Deubel, Méthodologie des sciences sociales, Armand Colin, París, 1993,
1978, 2 vols., vol. 1, cap. 5, «La observación». p. 11.
16 20
Ibidem. J. Losee, op. cit., pp. 155 y ss. Véase también D. Oldroyd, El arco, cap. 3.
ficando podría señalarse que el inductivismo va de los hechos ­particula­ laws­ de cuyo intento de aplicación a la explicación histórica ya hemos
res a las generalizaciones por repetición: de los casos a la ley general. hablado.
El paso crucial en la explicación de los fenómenos a través del método El positivismo lógico se ocupó largamente del método y de la explicación
inductivo es el de la predicción de la universalidad de un comportamien­ científica deductiva. Hempel es en ello un autor fundamental. El primer
to. capítulo de la conocida obra suya que estamos comentando lleva por tí­
El método inductivo, que fue propuesto y sostenido por ciertos lógicos y tulo precisamente «La investigación científica: invención y
metodólogos del siglo XIX como John Stuart Mill, ha sido insistentemen­ contrastación»23. En realidad, este trabajo de Hempel es un alegato en
te negado como posibilidad de ser un método científico genuino por el favor del método hipotético­deductivo y una exposición de las dificulta­
neopositivismo y por el racionalismo popperiano. C. G. Hempel ha trata­ des más básicas de la inducción. Las hipótesis y la contrastación de las
do del papel de la inducción en la investigación científica y la descarta hipótesis serían hitos tan esenciales en la investigación científica que
como método apropiado de la ciencia 21. La inferencia inductiva, frente a constituirían lo central de su actividad. Hempel dedica un amplio espacio
la deductiva, es aquella que partiendo de premisas que se refieren a ca­ a la descripción de las etapas que llevan a la «contrastación» de una hi­
sos particulares llevan a conclusiones, leyes o principios generales o pótesis24.
universales. Pero la verdad de las premisas no garantiza la verdad de la El hecho de que una hipótesis sea apoyada por un hecho cierto no prue­
conclusión, como se ha dicho. O sea, el problema es que siempre podrí­ ba su veracidad, pero que sea desmentida por uno solo prueba su false­
an aparecer nuevas evidencias que desmintieran una afirmación general dad. Es lo que planteaba también K. R. Popper en su tesis central acer­
que se basa en el análisis de un conjunto finito de casos particulares 22. ca de la «falsabilidad» de las proposiciones científicas. Si una sola impli­
La inducción supone que se poseen datos con anterioridad a la pose­ cación deducida de ella es falsa la hipótesis será falsa25. Si las premisas
sión de principios. de una argumentación no son verdaderas la conclusión es indefectible­
Por el contrario, el procedimiento hipotético­deductivo arranca del princi­ mente falsa. Pero del hecho de que las premisas sean verdaderas no se
pio de que la multiplicación de ocurrencias de un fenómeno nunca pue­ infiere que, deductivamente hablando, la conclusión sea consecuente­
de probar la generalidad de la relación que aparece entre ellas. Por tan­ mente verdadera. Una conclusión puede ser falsa aunque sus premisas
to, el método deductivo de descubrimiento no parte de la observación y sean verdaderas26.
recopilación de los hechos, sino de la predicación «hipotética» de que Se deduce de todo lo dicho que la manera de «contrastar» que una hi­
existen unas determinadas relaciones que han de ser contrastadas y ve­ pótesis sea verdadera no es sencilla. Las implicaciones contrastadoras
rificadas. Normalmente se dice que el método deductivo es el que pro­ de hipótesis son de carácter condicional, es decir, «bajo ciertas condi­
cede desde lo universal hasta lo particular, pero esta no es, desde lue­ ciones». Esas condiciones pueden a veces reproducirse tecnológica­
go, una buena definición. Lo que realmente sucede es que el método mente. Por ello existe contrastación experimental. La experimentación
deductivo pretende llegar a explicaciones de fenómenos como deriva­ se emplea, sin embargo, no sólo como método de contrastación sino
ción de la existencia de ciertas leyes generales, que en este caso han 23
C. G. Hempel, Filosofía de la ciencia natural.
sido llamadas «leyes de cobertura» o «leyes de subsunción» ­ covering 24
Ibidem, pp. 20 y ss.
25
M. Cohen y E. Nagel, Introducción a la lógica y al método científico, 2 vols.,
Amorrortu, Buenos Aires, 19907. (La obra fue originalmente publicada en 1961), 1, pp.
21
C. G. Hempel, Filosofía de la ciencia natural, especialmente pp. 25 y ss. 118 y ss. a propósito de los silogismos hipotéticos. Puede verse también W. Salmon,
22 Lógica, UTEHA, México, 1967.
Ibidem, pp. 26 y ss. Cabe afirmar, sin embargo, que con una inferencia deductiva,
26
como ya observara Popper, puede ocurrir esto mismo. Hempel, op. cit., p. 22.
también de descubrimiento. Hempel aborda detenidamente la cuestión La posibilidad de una aplicación sin más de los métodos de la ciencia
de la importancia de la experimentación en la ciencia, pero concluye que natural a la ciencia social es algo que ninguna metodología actual man­
ella misma no es toda la ciencia27. En la ciencia, casi siempre, las rela­ tiene sin importantes matizaciones. De hecho, sólo los neopositivistas
ciones entre las hipótesis y sus implicaciones contrastadoras no son to­ mantuvieron sin distingos esa posibilidad. Pero parece que, en lugar de
do lo directas que parecen, sino que requieren de hipótesis auxiliares. hablar de la diferencia irreductible, o supuestamente tal, entre la natura­
La importancia de las hipótesis auxiliares en la investigación es también leza humana y la no­humana, podría hablarse mejor, como ha hecho J.
ampliamente destacada por Hempel28. Habermas, de grados diferentes de desarrollo entre las ciencias, aunque
esa visión es rechazada por bastantes metodólogos antipositivistas. O
El método en la ciencia social bien de diferencias entre unas ciencias con alto grado de generalidad y
ciencias de objetos más restringidos.
A la problemática general de la ciencia de la sociedad nos hemos referi­
do ya. Podemos añadir ahora que pretender que existen dos tipos radi­ Un resumen de esas dificultades ontológicas señaladas podría estable­
calmente distintos de «ciencia» lejos de resolver problema alguno no ha­ cerse en estos tres puntos:
ce sino complicar inútilmente la dificultad ya ardua del conocimiento de 1. La intencionalidad del comportamiento humano. El ser humano tiene
nuestra propia realidad humana. La ciencia social en su conjunto, y cada caracteres absolutamente más allá de la naturaleza no humana, de lo
una de las disciplinas particulares, tiene problemas meteorológicos que que se derivaría la existencia del significado de todas las acciones hu­
son objeto de continuo tratamiento y de continua reconsideración. Ni manas y de la reflexividad o capacidad del ser humano de reflexionar
que decir tiene que la historiografía participa de muchos, o de todos, de sobre sí mismo.
esos problemas genéricos y tiene también algunos otros particulares. 2. La historicidad de los fenómenos sociales que impide hablar de una
Ha sido, sin duda, la diferencia sustancial entre los dos grandes campos verdadera redundancia de ellos, la inmersión en la temporalidad que ha­
de estudio, naturaleza y sociedad, la que ha planteado desde antiguo ce que la experiencia humana sea acumulativa, no repetitiva. Esta es
los problemas más agudos, que se han tenido por dificultades casi insal­ una cualidad que no poseen, claro está, los fenómenos naturales, que
vables, en la definición de un método de la ciencia social. Los problemas pueden tener historia, que tienen tiempo pero no «historicidad» como
del conocimiento social según el método científico se ha considerado cualidad subjetiva.
que eran de un doble carácter. Primeramente, de naturaleza ontológica. 3. La complejidad de los fenómenos sociales en función del elevado nú­
Luego vendrían otro tipo de dificultades que tendrían más bien naturale­ mero de variables que en ellos intervienen y de la opacidad de las rela­
za operativa, instrumental, de aplicación concreta de particularidades del ciones e influencias mutuas que estas variables presentan. Los fenóme­
método. Nos referiremos a ambas cuestiones. nos sociales son difícilmente abarcables para su reducción a modelos
con un número bajo de variables, sin riesgo de que haya distorsión o
empobrecimiento de la realidad social­sistémica.
27
Ibídem, p. 42.
28
Se habla a veces, precisamente en relación con los problemas de explicación de lo Pero, como decimos, a las dificultades incardinadas en la propia natura­
histórico, de un tipo de inferencia lógica llamada abducción, distinta de las otras dos y
que consiste, como estableció Aristóteles, en un razonamiento que parte de una leza de lo humano, pronto se añadieron las dificultades derivadas de los
premisa mayor cierta y una menor que es sólo probable, siendo, en consecuencia, la problemas de conocimiento, las dificultades epistemológicas y metodoló­
conclusión sólo probable. Este procedimiento fue desarrollado por el filósofo
pragmatista norteamericano Charles Peirce. gicas que estando ligadas, naturalmente, a las anteriores son traduci­
bles a un plano más formal e instrumental. Aun las posiciones más cien­ lidad social, es una cuestión más problemática que en las ciencias de la
tificistas han de reconocer que el estudio científico del hombre y la so­ naturaleza.
ciedad presenta problemas de índole distinta a los que plantea la natura­
leza. Serían al menos estos: Una recapitulación final de este género de dificultades que individuali­
1. Los derivados de la dificultad de observación. G. G. Granger ha dicho zan, desde el punto de vista del método, el estudio de los fenómenos
que las ciencias sociales derivaban su primera dificultad metodológica socio­históricos, nos llevaría a concluir que unas de ellas se refieren a
de la propia forma de la observación. En la observación de la naturaleza las dificultades «objetivas» ­le experimentación, de disparidad cultural,
funciona el aparato de la percepción, de los sentidos, mientras que en la de reflexividad­; otras son de índole «subjetiva» ­implicación sujeto/obje­
observación social se implica ya desde el principio todo un aparato men­ to, ideologías, subjetivismo en general­; otras, en fin, son «históricas»
tal, que permite hablar de que todo es «elaboración», es función de la ­temporalidad, acumulación progresiva, no recurrencia o singularidad­.
preparación ideológica29. Tales dificultades afectarían, por una parte, a la cuestión de la observa­
2. Los derivados de la no­ neutralidad del objeto de estudio de la ciencia ción y por otra a la de la verificación.
social. El objeto que una ciencia social trata no es neutro. Se ha desta­ La investigación social no ha dejado de plantearse, sobre todo después
cado por los metodólogos las especiales dificultades que presenta el he­ del desarrollo creciente de los medios técnicos puestos a su disposición,
cho social, con respecto al cual ningún investigador puede tener una vi­ la verdadera relación que existe entre una gran capacidad para recoger
sión «externa». ¿Cómo podría el hombre ver la humanidad desde fuera? datos sobre la vida social ­encuestas, censos, estadísticas de todo gé­
La ciencia social es un pensamiento del hombre sobre sí mismo. Un nero, medios de comunicación, documentación histórica­ y una capaci­
pensamiento autorreferente30. dad más limitada de explicar todos los fenómenos de una forma teórica
3. Los derivados de la problemática de la objetividad. Puesto que todos satisfactoria, de una forma que excluya, cada vez más, las interpretacio­
estamos implicados en la vida social no es posible con respecto a ella nes sesgadas, las manipulaciones de la información, etc. El problema de
una observación verdaderamente intersubjetiva, «neutra». Pero la condi­ la relación teoría­empiria es uno de los más presentes31. Con ello se re­
ción de la ciencia es, precisamente, que el sujeto que conoce no esté laciona estrechamente el problema general de la medición de los fenó­
implicado en la cosa conocida. En ello estriba la consideración detenida menos sociales.
que siempre se ha hecho en las ciencias sociales del problema de la ob­ En términos globales, puede insistirse en que la generalidad de los pro­
jetividad. blemas del método de observación y explicación de lo social estriba en
4. Los procesos de explicación y contrastación en las ciencias sociales la gran cantidad de variables implicadas en esa realidad y, en conse­
son tan dificultosos que algunos creen que tales ciencias nunca podrán cuencia, en los problemas de medida y formalización. A pesar de todo
dar verdaderas explicaciones y tampoco, por tanto, establecer prediccio­ ello, poderosas corrientes metodológicas han insistido en que en térmi­
nes. La cuestión de las leyes de la vida social y del desarrollo histórico nos absolutos ninguno de los problemas de método de las ciencias so­
está en el trasfondo de esta dificultad. La explicación en las ciencias so­ ciales es más insuperable que los que tiene la ciencia en su conjunto.
ciales, la capacidad de este conocimiento para descubrir leyes en la rea­ Existe, por último, el que, tal vez, es el problema más específico de toda
investigación científica de lo social: el de las técnicas de trabajo científi­
29
co. Si bien es verdad que puede hablarse de unos componentes del tra­
G. G. Granger, Formalismo y ciencias humanas, p. 32.
30 31
Véase sobre esto J. Ibáñez, Del algoritmo al sujeto. Perspectivas de la investigación F. Alvira et al., Los dos métodos de las ciencias sociales, Centro de Investigaciones
social, Siglo XXI, Madrid, 1985, especialmente pp. 253 y ss. Sociológicas, Madrid, 1988, pp. 74-77.
bajo científico, del método científico, presentes en todos los casos, es La mejor forma, a nuestro modo de ver, de hacer una exposición intro­
evidente que no puede hacerse y hablarse lo mismo de la transposición ductoria del método científico en el estudio de la sociedad es aquella
de técnicas. La experimentación, la formalización matemática, la medi­ que empieza prestando atención a las características del método de la
da, son buenos ejemplos de estas dificultades genéricas bien conocidas ciencia como el proceso general y formal de las operaciones de conoci­
para la ciencia social. miento. Justamente esa sería la forma de abordar primero la lógica del
método científico, aunque sea en su forma más elemental. Esta forma
Las «operaciones lógicas» del método en la ciencia y en la ciencia so­ es, desde luego, la adoptada por los estudios metodológicos que proce­
cial den de metodólogos, especialmente en la tradición neopositivista, de
bastantes de los cuales hemos hablado ya.
Aun existiendo notables diferencias entre los campos que estudian las En un libro de carácter introductorio como el presente, nos parece que
ciencias de la naturaleza por una parte y las de la sociedad por otra, am­ no puede obviarse esa presentación somera de la lógica del método. La
bas obedecen, naturalmente, a una misma lógica en las operaciones for­ investigación científica normalizada efectúa unas «operaciones forma­
males del método. La lógica de la investigación en las ciencias sociales les», atraviesa unas etapas de su trabajo, unos «momentos» o «contex­
no difiere, ni puede diferir, en sus fundamentos, de la que preside la in­ tos», en secuencias, desde luego, que no tienen un orden inalterable o,
vestigación en la ciencia natural32. Las afirmaciones en sentido contrario mejor, que no terminan necesariamente una para comenzar la otra 33.
son indudablemente un dislate. Puede no haber ciencia social, pero tam­ Los «momentos» de una investigación científica pueden perfectamente
poco puede haber una ciencia con distinta lógica de la de la ciencia na­ superponerse y el camino del uno al otro puede recorrerse en sentido
tural. Ese es el fundamento real para poder hablar de que, por encima contrario en cualquier etapa de la investigación.
de las dificultades, ontológicas y epistémicas, que se presentan a la
ciencia del hombre, es posible un método científico­social de conoci­ Las secuencia u operaciones lógicas del método
miento. Pero otra cosa es, sin duda, la «práctica metodológica», como Entendemos aquí por operaciones lógicas de un método, o por fases
veremos después. operativas de él, aquellas situaciones o momentos, aquellos estadios o
En efecto, si la formulación de hipótesis de trabajo y el uso que se haga fases de la investigación, por los que atraviesa todo proceso de conoci­
de ellas puede no diferir mucho en unas y otras ciencias, es evidente miento que intenta descubrir relaciones reales entre los fenómenos o las
que en los procesos de observación­ experimentación los mecanismos leyes de su comportamiento, que no son deducibles de la mera observa­
son, por lo general, distintos. Las explicaciones en las diversas ciencias ción. Al hablar de fases debe huirse, hemos dicho, de pensar en ellas
pueden ofrecer también notables diferencias. Unas serán formalizadas, como si se tratara de secuencias sucesivas u obligatorias, cronológicas
matematizadas, y otras no. Hay ciencias que han de echar mano del re­ y ordenadas, del proceso de conocer. Debe, por el contrario, entenderse
curso metodológico de la modelización como mecanismo explicativo, que se trata de situaciones marco, o estados de una investigación, que
mientras que en otros casos podrá intentarse la explicación causal. Es ni se producen necesariamente en el orden en que aquí las describimos
indudable que en la cuestión metodológica en las ciencias de la socie­ ni forman una cadena obligatoria, pero que sí, desde luego, son esta­
dad no puede pretenderse el unitarismo. dos, por una parte, inexcusables de toda investigación científica y que
representan, por otra, operaciones con una ordenación lógica.
33
M. Bunge, La ciencia, su método y su filosofía, Siglo XX, Buenos Aires, 1991, véanse
32
Q. Gibson, La lógica de la investigación social, Tecnos, Madrid, 1968, pp. 8 y ss. pp. 37 y ss., «¿Qué es el método de la ciencia?».
El resultado de todo proceso de conocimiento sujeto a un método es una explicación ha sido sometida a prueba y la ha superado. Pero en la
siempre, desde luego, una explicación. Una explicación que en su grado ciencia jamás hay una contrastación definitiva.
de mayor perfección es una teoría. También el conocimiento común Las operaciones lógicas del método de las ciencias sociales tienen una
busca y da explicaciones; la cuestión está en la diferencia que existe, similitud esencial con las del método propio de la ciencia natural. Pero el
precisamente, entre las explicaciones de sentido común y las de la cien­ objeto social impone unas condiciones que hemos de comentar en la
cia: una diferencia de método que se traduce en el grado de fiabilidad propia aplicación del método. Existe, en primer lugar, en aquellas disci­
del conocimiento adquirido. Lo que deba entenderse exactamente por plinas que progresivamente han ido desarrollando un método y unas
«explicación», según la metodología científica, es cuestión que ya he­ técnicas que incluyen un amplio «trabajo de campo», una preocupación
mos abordado antes. De todos modos debe insistirse en que las explica­ constante por mostrar que siempre debe elaborarse un diseño de la in­
ciones científicas obedecen a diversos patrones y responden más a la vestigación34. Una definición simple de ello es la de que «un diseño de
índole de la materia estudiada que a la generalidad de los métodos. investigación es un plan de guía de la recogida, análisis e interpretación
En suma, según los más conocidos tratados de metodología de la cien­ de la información, datos u observaciones»35. Proyecto de investigación y
cia, sea cual sea su orientación, su terminología concreta y el énfasis diseño de ella no deben confundirse; lo segundo está en estrecha de­
que pongan en una u otra, establecen que todo procedimiento de cono­ pendencia de lo primero.
cimiento científico atraviesa siempre por estos momentos de una serie
de operaciones cognoscitivas que podemos llamar «momentos lógicos», La operación de las hipótesis previas. Cualquier tarea de investigación
fases, operaciones o «contextos»: parte siempre de problemas irresueltos, de preguntas, de anomalías, de
Hipótesis previas en las que se fundamenta el origen de una investi­ aparición de nuevos fenómenos, cuyo contenido o cuya representación
gación; la fijación de los problemas de partida, las primeras explicacio­ formal pueden adquirir las más variadas formas36. La investigación parte
nes tentativas o los ensayos de explicación de ciertos fenómenos o ano­ de experiencias o de conocimientos ya establecidos que no acaban de
malías es el mayor grado de aproximación que las hipótesis alcanzan. responder a todos las interrogantes. Cualquier primera respuesta posi­
Observación o descripción sistemática, estadio ocupado por el análi­ ble a fenómenos no explicados, el intento de poner orden en la defini­
sis, clasificación, taxonomización, definición, medida, etc., de las realida­ ción de un problema que suponga nuevos planteamientos, con distintos
des presentes en un determinado campo o «universo» de estudio. grados de elaboración, cualquier esbozo de explicación provisional, pue­
Validación o contrastación; es el momento de poner a prueba las hi­ de constituir una hipótesis de trabajo. Contra lo que muchas veces se
pótesis previas, de verificar si la explicación tentativa da cuenta de todos cree, la ciencia no parte de observaciones «de hechos», entendiendo
los hechos, si explica o no nuevos fenómenos. Es, en el lenguaje clásico por ello realidades establecidas, sino de problemas o de preguntas so­
de Popper, el proceso de la falsación. Las ciencias más desarrolladas bre los hechos y de la formulación de explicaciones tentativas. La inves­
pueden aplicar la experimentación a la contrastación de hipótesis e, in­ tigación científica deberá tender a poner a prueba esas explicaciones
cluso, al experimento definitivo, experimento «crucial» que le llamó Pop­ previas o hipótesis.
per.
Explicación, es decir, la operación de formular definitivamente se ex­ 34
Véanse a este efecto trabajos diversos de F. Alvira como, por ejemplo, Diseños de
presa en forma de una proposición o conjunto de ellas que pretenden investigación, en M. Latiesa, op. cit., pp. 17 y ss.
35
Ibidem, p. 17.
establecer una o varias leyes, y que en su grado más acabado estable­ 36
M. Cohen y E. Nagel, Introducción a la lógica, 2, p. 14, «Las hipótesis y el método
ce una teoría, de la que pueden extraerse predicciones. Se entiende que científico».
Toda formulación, más o menos elaborada, que pueda considerarse co­ más, las hipótesis nuevas pueden surgir, y de hecho surgen, en cual­
mo respuesta a cualquier género de preguntas podemos considerarla quier momento de la investigación.
como una hipótesis de trabajo, destinada a orientar la investigación. El
objeto de la investigación, como dirá Popper, no es tanto intentar confir­ La operación de la descripción y observación sistemática (el análisis).
mar este tipo de explicaciones provisionales, las hipótesis, cuanto el de En el desarrollo de una investigación científica, los hechos nunca son re­
intentar desecharlas, rechazarlas, al probar que no resisten la contrasta­ alidades dadas. Ninguna observación deja de estar dirigida por alguna
ción con los hechos. Uno de los grandes peligros de la investigación de forma de teoría, por alguna pregunta orientativa. La observación no es
base hipotética es que en la mente del investigador se vayan elaboran­ posible sino desde las preguntas previas y desde algún intento de res­
do hipótesis ad hoc, es decir, respuestas para problemas suplementa­ puesta. No existe, claro está, nada parecido a «hechos en bruto». La ob­
rios que van apareciendo a fin de mantener en pie una hipótesis de par­ servación es ya una generalización, lo que equivale a una «proposición
tida, a la que se aferra su formulador, que se muestra inviable pero que que afirma una conexión universal entre propiedades»40. Existe una ope­
nos resistimos a rechazar como falsa37. ración que es la de transformar observaciones, recuentos, mediciones
Aunque la hipótesis es el punto de partida lógico de toda explicación de de fenómenos o de cosas, en datos que se relacionan con una cierta ex­
un fenómeno, en las ciencias sociales la creación de hipótesis es un mo­ plicación o hipótesis, que la confirman o desconfirman. El método trans­
mento muy multivalente del método y bastante complejo38. Es difícil for­ forma los hechos en datos. El proceso de la transformación de los he­
mular verdaderas hipótesis, en principio, por el alto número de variables chos de observación en datos de un problema es, naturalmente, la pri­
que intervienen en los fenómenos sociales y por la dificultad de que mera operación crucial de una investigación científica41. Y está claro
esas hipótesis sean verificables. Por ello, en las ciencias sociales apare­ también que todo el proceso de la ciencia experimental ha de ser colo­
ce con frecuencia el uso de hipótesis alternativas: la formulación de más cado en este contexto. En último extremo el experimento es una forma
de una, en principio, para explicar un mismo fenómeno39. El caso es que de observación controlada.
sin hipótesis no se puede delimitar con claridad el campo de una investi­ El acopio de los datos constituye así un momento ya plenamente norma­
gación y, en consecuencia, no se puede diseñar correctamente. A la lizado y decisivo en todo proceso de investigación. Necesita ahora el
construcción de hipótesis cada vez más afinadas contribuye, sin duda, el mejor apoyo posible de las técnicas y nunca es una operación mera­
avance del trabajo de clasificación de los datos, es decir, la construcción mente mecánica. El acopio de datos requiere un control continuo del
de taxonomías y tipologías. sentido de las operaciones, una clarificación continua de los presupues­
El problema del trabajo hipotético en la investigación científico­social es tos por los que las informaciones que buscamos son considerados datos
fundamentalmente el de la tentación del trabajo meramente descriptivis­ de una explicación. De hecho, un dato es una información sobre el «es­
ta, o tecnicista, que no intenta buscar verdaderas explicaciones y no se tado» de una variable, es decir, sobre algo real que puede adquirir diver­
preocupa de formular estas preguntas básicas con claridad. Por lo de­ sos valores y sobre su cambio y la forma en que cambia. Puede referir­
se también a las relaciones entre variables. El acopio de los datos debe
37
La aparición de las hipótesis ad hoc y su nociva acción sobre la ciencia son descritas
estar orientado siempre, por tanto, a partir de la elección de las variables
con sencillez y claridad por A. Chalmers, ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?, Siglo XXI, que el investigador considera significativas en su estudio.
Madrid, 1987, pp. 26 y ss.
38 40
R. Boudon y P. Lazarsfeld, Metodología, I, pp. 47 y ss. R. Braithwaite, La explicación científica, Tecnos, Madrid, 1965, p. 22.
39 41
F. Pardinas, Metodología y técnicas de investigación en ciencias sociales, E. Tierno Galván, Conocimiento y ciencias sociales, Tecnos, Madrid, 1973 (reimp.). Cf.
Introducción elemental, Siglo XXI, México, 1970, p. 139. pp. 29 y ss.
La generalización en los fenómenos sociales siempre presenta limitacio­ ciencia social. Por ello, la critica de las fuentes o procedencia de las ob­
nes espaciales, transculturales e históricas. Los problemas de la obser­ servaciones es una parte importante del método en todas las ciencias
vación, del análisis y de la sistematización de los fenómenos sociales sociales. La observación no se reduce al acopio, sino que incluye tam­
son, sin duda, de los más discutidos en todas las posiciones metodológi­ bién las operaciones precisas para la valoración de los datos en sí mis­
cas sobre el asunto. ¿Cómo acercarse a la realidad social «desde mos, su previa definición, su clasificación y descripción.
fuera»? El problema de la «autorreferencialidad» es tan profundo que, Queda referirse, por último, a la cuestión de la medida, de la asignación
en definitiva, ello ha dado lugar a un progreso continuo de las técnicas de valores numerales a los estados de las variables. Sin descartar la im­
de observación de los fenómenos sociales. Un progreso continuo en los portancia de lo numérico, es preciso decir que lo cuantitativo o lo cuanti­
«instrumentos» de observación, en el más amplio sentido, y un progreso ficado no es la mera reducción de todo dato a números; oponer cualitati­
también en la propia consideración de lo que es y no es observación co­ vo a cuantitativo como procedimientos excluyentes es un mecanismo
rrecta. En las técnicas de observación se ha distinguido entre los siste­ nada infrecuente, pero en cuanto disyuntiva radical carece de sentido.
mas de observación «directa» y los de observación «documental», como
veremos más adelante en detalle. La operación de validación o contrastación. El intento de «destruir hipó­
tesis», el proceso de la conjetura y la refutación del que habló Popper, o,
Entre los primeros, la entrevista, la encuesta, sobre todo, las técnicas de como se ha llamado también, de ensayo y error, es lo que lleva al méto­
observación participante ­en sociología, psicología, psicología social, an­ do al momento de la contrastación o validación. Para aceptar que una
tropología, etc.­ son hoy los decisivos42. La observación documental es hipótesis explica realmente unos hechos es preciso contrastarla con la
propia de todas las ciencias sociales y es el primer escalón de toda ob­ realidad empírica para que quede validada. La validación de las hipóte­
servación indirecta, mediata. El «documento» es siempre la huella de sis es, en definitiva, un momento crucial del método, probablemente el
una acción humana y, en ese sentido, se considera una observación se­ definitivo, porque la hipótesis validada es la que consideramos una ver­
cundaria; los grados en que esto sucede son, naturalmente, muy varia­ dadera explicación científica. Pero la verdad es que una hipótesis no
dos. Se considera que la «observación histórica», en el caso de ser ad­ puede considerarse nunca definitivamente validada. La validación del
mitida, es la más indirecta de todas. Existen muy diversos tipos de docu­ conocimiento es considerada hoy por todas las metodologías como un
mentos: públicos y privados, periódicos o no, escritos o en otros sopor­ asunto no concluyente44 y la cosa afecta aún más a las ciencias socia­
tes, todos los cuales tienen sus técnicas peculiares de explotación. les.
Por supuesto, el problema esencial de toda observación de fenómenos Por validación, contrastación o confirmación de una hipótesis o de una
sociales es el de asegurar su fiabilidad, problema de todas las ciencias, propuesta de explicación, se entiende el procedimiento, y el resultado de
pero muy nítido en las sociales43. No hay ninguna observación «espontá­ él, por el que se garantiza que unos hechos ajustan su comportamiento
nea» sino siempre dirigida por preguntas e hipótesis. El campo de ob­ a las predicciones que hemos hecho sobre ello bajo la forma de una teo­
servación es extremadamente disparejo, escasamente homogéneo; la ría o ley. Validar una hipótesis significaría que no quedan sin explicar
documentación social es amplia y variada; los datos sociales son de un hechos del tipo de los que tal hipótesis haya considerado. El proceso de
tipo cuya elaboración es el primer gran problema metodológico de la la validación, según las tesis popperianas, es el de la falsación, la bús­
42
queda de nuevos hechos para intentar mostrar que la explicación pro­
M. Duverger, Métodos de las ciencias sociales, Ariel, Barcelona, 1962, pp. 198 y 281.
43 44
L. Festinger y D. Katz, eds., Los métodos de investigación en las ciencias sociales, Véase el tratamiento claro de este problema que hace A. Chalmers, ¿Qué es esa cosa
Paidós Mexicana, México, 1987 (ed. original de 1953), p. 236. llamada ciencia?, especialmente cap. 6.
puesta no puede dar cuenta de ellos. Si da cuenta de ellos puede decir­ cia de ello y modifique la naturaleza del comportamiento. El experimento
se que tal explicación ha sido confirmada. Si no da cuenta de uno solo altera la realidad en un grado que no se presenta en los experimentos
de ellos, la propuesta de explicación, la hipótesis, se revelará como ina­ con la realidad natural. Estos problemas conocidos no han impedido el
decuada, como falsa. Pero está claro que la ciencia postpopperiana ha continuo perfeccionamiento de las técnicas experimentales a algunas
destacado con fuerza las dificultades reales de una verdadera falsa­ materias mientras que les están vedadas a otras entre las que se inclu­
ción45. La «confirmación de las teorías» es un asunto que nunca puede yen la geografía, la economía y, como es obvio, la historiografía47.
darse por zanjado. La imposibilidad de experimentar no es, sin embargo, un obstáculo ab­
La gran cuestión implicada en el falsacionismo, o en cualquier otro pro­ soluto para el desarrollo del conocimiento social. La validación de las hi­
cedimiento de validación, es la de que tales procedimientos podrían es­ pótesis puede obtenerse por otros caminos metodológicos que permiten
tablecer cuándo una hipótesis es, en definitiva, falsa ­en cuanto haya un un suficiente análisis causal de los fenómenos o una inferencia estadísti­
solo hecho que la desconfirme­, pero nunca pueden establecer de ma­ ca. Aludimos, justamente, a los dos mecanismos básicos que han permi­
nera absolutamente concluyente que algún día no aparecerá un hecho tido el progreso de las teorías económicas, sociológicas, demográficas y
que lo haga. El falsacionismo establece la falsedad de una hipótesis, pe­ geográficas, entre otras48. La comparación, en fin, constituye también
ro no puede dar fe de su absoluta veracidad. Sólo la lógica matemática otro de los grandes recursos de las ciencias sociales frente a las dificul­
puede establecer verdades de esa índole, verdades absolutamente in­ tades de la experimentación. En tal caso nos encontramos con la posibi­
contestables porque son verdades formales. lidad de intentar algún tipo de «generalización histórica». Fenómenos de
En las ciencias sociales la contrastación o validación de las explicacio­ fuerte recurrencia histórica y con posibilidades de delimitación suficiente
nes tiene problemas adicionales. La experimentación es la práctica me­ ­la violencia, urbanización, natalidad, delincuencia, etc.­ son suscepti­
todológica admitida en la ciencia que parte del momento de la observa­ bles de esas generalizaciones comparativas.
ción y que se convierte en el eje de la validación de las teorías o, vale Es evidente que esto no resuelve todos los problemas de la explicación
decir, de las hipótesis. Pero la experimentación es una tarea problemáti­ en las ciencias sociales. Piénsese en una tesis como la referente a la
ca en la mayor parte de las ciencias sociales. Hay ciertas ciencias socia­ existencia de la lucha de clases: ¿mediante qué mecanismos, qué prác­
les en las que el uso de la experimentación es hoy aceptado de forma ticas metodológicas, qué técnicas, es posible presentar sistemas de
general: la psicología, ciertos aspectos de la sociología o la lingüística, comprobación de las hipótesis de este tipo? Las ciencias sociales tienen
las técnicas educacionales, se prestan a experimentos dentro de límites que acudir a explicar ciertos fenómenos, mejor o peor conceptualizados,
de validez discutidos, bien sean «de campo», bien «de laboratorio», bien a través de mecanismos indirectos, del comportamiento de indicadores
de «simulación»46. más simples, o a través de explicaciones que no pueden pasar de lo
La «reflexividad» de la condición humana hace que no haya ninguna ex­ cualitativo.
perimentación de los comportamientos que no genere una autoconcien­
La operación de explicación. Sea cual sea el momento del proceso me­
45
El problema de validez y aplicabilidad real de la falsación empezó a plantearse no ya todológico en el que intenta formulársela, la explicación es lógicamente
sólo desde algunos enemigos declarados del popperismo como P. Feyerabend, Contra
el método, Ariel, Barcelona, 1974, sino desde las posiciones de los mismos discípulos y
el resultado final de todo intento de conocimiento científico. La explica­
epígonos de Popper como Lakatos, Musgrave, Feigl y también desde las de Kuhn.
47
46
Festinger y Katz, op. cit., pp. 104 y ss. y 137 y ss.; y R. Mayntz, K. Holm, y P. Hübner, R. Mayntz, K. Holm y P. Hübner, op. cit., p. 219.
48
Introducción a los métodos de la sociología empírica, Alianza Editorial, Madrid, 1988, p. Un ejemplo de ello en la economía es el progreso de la econometría. Cf. J. Tinbergen
239. y H. C. Bos, Modelos matemáticos de crecimiento económico, Aguilar, Madrid, 1966.
ción de un fenómeno, o de un cierto conjunto de relaciones entre cosas, vaciones y experimentaciones pretenden siempre establecer explicacio­
es el descubrimiento de formas características de alguna realidad, de nes y lo que llamaremos contrastación o validación es, en realidad, la
sus regularidades, sus causas y la posibilidad, pues, de establecer pre­ confirmación de una explicación. Y, como una pescadilla que se muerde
dicciones sobre lo que ocurrirá a partir de ciertas condiciones. La expli­ la cola, el problema de las ciencias sociales regresa al origen y llega a
cación, y la forma más perfecta de ella, la teoría, constituyen asuntos un punto anterior: la posibilidad y validez de la generalización. Una expli­
fundamentales en la epistemología, a las que ya nos hemos referido. cación verdadera tiene que trascender el orden de proposiciones que se
En principio, es preciso distinguir entre explicación e interpretación de reiteren al cómo de los fenómenos para dar cuenta de su porqué. Una
una realidad y, por otra parte, es preciso establecer también cómo am­ explicación puede no ser completa pero puede ser un esbozo valioso si
bos resultados se comportan a la hora de la validación de sus enuncia­ establece al menos, con claridad, las siguientes cosas:
dos. Una interpretación no es mucho más que una hipótesis, que admite - A qué hechos se refiere de manera inequívoca.
la existencia de otras alternativas y que no se somete a una validación - Cuáles son los problemas que presentan tales hechos.
rigurosa. La explicación, por su parte, pretende tener valor excluyente, - Cuáles son los principios desde los que pueden ser explicados.
ser confirmada, y no supone otras alternativas con las que pueda convi­ Muchos intentos de explicación en las ciencias sociales no pasan de es­
vir si no es a través de su propia superación. Si existen alternativas a te nivel.
una explicación la confrontación entre tales alternativas es inevitable y,
en condiciones dadas, una resultará más explicativa que otra. Este es, en suma, el modelo ideal del proceso metodológico que durante
Como hemos señalado ya, existen diversos tipos de explicaciones esta­ mucho tiempo ha sido el canon aceptado en la filosofía de la ciencia y
blecidos y caracterizados por los epistemólogos: causales, teleológicas, que, como tal, se ha tenido por el único reproducible en la ciencia social.
genéticas o funcionales. Las ciencias sociales, sin embargo, se enfren­ Ello no oculta las dificultades. Por lo pronto, existen aquellas que obsta­
tan a notables dificultades para dar explicaciones completas, y la causa­ culizan la necesidad de probar que unos hechos obedecen realmente y
lidad en los fenómenos sociales ha sido el aspecto más debatido. Las sin desviaciones a una hipótesis explicativa; la complejidad de los fenó­
ciencias sociales se enfrentan, pues, a la dificultad de conseguir explica­ menos sociales no permite casi nunca una contrastación nítida de las hi­
ciones en el sentido científico «duro» de la expresión, que incluyan la pótesis y de las teorías. Con ello resulta que en las ciencias sociales ra­
capacidad de predicción. Explicaciones que incluyan, en definitiva, leyes ra vez se producen verdaderas teorías.
universales o leyes probabilísticas controladas. Se señala también la Por lo demás, en las ciencias sociales la misma observación de los he­
propia naturaleza de la acción humana, dotada de intenciones y dirigida chos es ya el primer problema, siendo perturbada por muy distintos gé­
por motivaciones, como el obstáculo fundamental para el establecimien­ neros de dificultades, desde las subjetividades del observador hasta la
to de leyes y, por tanto, de predicciones sobre la conducta humana. De continua movilidad de la realidad. Con estas peculiaridades se ha rela­
ahí la búsqueda de sistemas de explicación, de respuestas a los por­ cionado la especial significación que el experimento tiene en las ciencias
qués, que no manejen la idea de causa sino las explicaciones contex­ sociales. Y, sin embargo, como modelo general de la forma en que el
tuales, sistémicas, acudiendo, en muchos casos, a la construcción de científico se enfrenta con la realidad a estudiar esta descripción del pro­
modelos explicativos. cedimiento metodológico sigue siendo válida. Pero no puede hacerse de
La formulación de hipótesis y su puesta a prueba son los fundamentos ella un dogma.
de la operación de explicar y, a su vez, todo ello tiene como operación
previa la construcción de generalizaciones empíricas. Hipótesis, obser­
En definitiva, entre las posibles esquematizaciones gráficas del proceso nuevos, más ricos. Eso es lo que podemos entender por progreso cientí­
lógico­ideal del método científico podría figurar la que proponemos49 en fico.
este cuadro:
Método, prácticas y técnicas

La elucidación de las características generales del método en la ciencia


social se ve muchas veces entorpecida por equívocos que hacen la
cuestión más opaca de lo que es en sí. Un problema real es que bastan­
tes veces falta en absoluto entre lo científicos sociales una idea clara y
única de lo que quiere decirse cuando se habla de método. Es frecuente
el equívoco ya mencionado entre método y técnicas, haciendo un uso
indiscriminado de ambas palabras para referirse al trabajo científico. La
idea genérica de lo que es método, tal como ha quedado expuesta líne­
as arriba ­o cualquier otra idea genérica alternativa­, suele aparecer con
harta frecuencia confundida con, o diluida en, la de «corrientes metodo­
lógicas», o, lo que es peor, confundida con lo que no son sino «prácticas
metodológicas» que constituyen una parte del proceso metodológico en­
tero.
Esto puede ejemplificarse en ciertas exposiciones que se hacen a veces
de la multiplicidad de «métodos» empleados en sociología o en historio­
CUADRO 5
grafía. Hablar, por ejemplo, como hace algún autor, en libros muy em­
Estadios lógicos del método de la ciencia
pleados, de la existencia en sociología de un método histórico, uno
comparativo, otro crítico­ racional, el cuantitativo y el cualitativo es, sen­
Este esquema atiende a mostrar no sólo que el procedimiento científico
cillamente, y por múltiples razones, un despropósito 50. Estas «cinco
presenta unos ciertos estadios «canónicos», más o menos flexibles, sino
vías» de acceso a la realidad social de que se nos habla ni tienen todas
sobre todo que el resultado de la ciencia nunca es, ni puede considerar­
en absoluto la misma categoría lógica y metodológica, ni son
se, un conocimiento definitivo, irrebatible. Al contrario, la ciencia progre­
«métodos», ni se encuentran correctamente descritos. Si se parte del
sa únicamente gracias a la discusión perenne de los conocimientos ad­
supuesto, que creemos correcto, de que el método es un conjunto de
quiridos, de forma además que ese progreso presenta una forma pareci­
principios reguladores, «método sociológico» no hay más que uno, da­
da a la de una espiral, de la misma forma que representaba el progreso
histórico Gianbattista Vico. El progreso del conocimiento es circular y li­ 50
La discusión que aquí se plantea es con el trabajo de M, Beltrán, «Cinco vías de
acceso a la realidad social», tal como aparece en el libro de M. García Ferrando, J.
neal a un tiempo. Unas teorías engloban a otras, las completan, no las Ibáñez, y F. Alvira, El análisis de la realidad social, pp. 17-47. Estamos ante un libro
eliminan, pero ello hace que el conocimiento pase a estadios cualitativos hecho por sociólogos, de temática muy completa, donde reina un confusionismo
general de propuestas y de conceptos. Método, técnicas, instrumentos y teoría,
aparecen todos sin la suficiente delimitación y, en realidad -con excepción de las
49
Pueden ser muy útiles también, aunque algo más complicadas, las que se muestran colaboraciones del malogrado Jesús Ibáñez-, se trata de un catálogo de técnicas. Aun
en el libro citado de W. L. Wallace, La lógica, pp. 22 y 26. así, en la historiografía española no hay nada parecido a un libro reciente de este tipo.
do, por lo demás, que una disciplina se constituye, precisamente, cuan­ de lo que diremos después, de un método histórico. Y tales métodos
do posee un método. Una disciplina enfoca o ha de enfrentarse a una tendrán partes comunes a todo el método científico­social y partes espe­
cíficas.
En el terreno de los principios lógicos nada distingue a esos métodos
unos de otros. Todos elaboran hipótesis, observan la realidad, «expli­
can», contrastan y formulan leyes. ¿En qué se diferencian, pues, los
métodos de las disciplinas concretas? En principio, en los sistemas de
observación de la realidad, en el tratamiento empírico de sus objetos,
habida cuenta de que cada disciplina parte ya de la conceptuación preci­
sa de un objeto teórico que es el que la define primordialmente. Y, en
segundo lugar, en los procesos de contrastación de hipótesis. La socio­
logía, economía, geografía, psicología, lingüística e historiografía, por
ejemplo, tienen objetos distintos, pero ¿tienen métodos distintos? Todas
trabajan sobre el «campo de lo social», pero construyen en él «objetos»
diversos. Por tanto, en sentido estricto decimos que sí. En sentido lato,
si son consideradas «ciencias», todas tienen que aplicar el método cien­
tífico. ¿Qué es lo que las distingue entonces? Algo a lo que llamaremos
realidad en último extremo unívoca y delimitada, y que ella procura ho­ las prácticas metodológicas que aplican de manera prioritaria cada una
mogeneizar aún más, aunque presente diversos aspectos o áreas de fe­ de ellas.
nómenos. Así, lo que distingue verdaderamente a unas disciplinas de otras son las
En el nivel de generalidad adecuado a la forma de conocimiento que lla­
mamos científica, podemos hablar de un método específico y único de
prácticas metodológicas que emplean. Bien es verdad que una disciplina
puede aplicar prácticas diversas de forma paralela: la comparativa, la
!!
ella. Ahora bien, incardinado como parte o área particular del «método histórica, la formalizadora, etc. Prácticas metodológicas son, esencial­
científico», cada disciplina en particular tiene, sin duda, un método pro­
pio, específico, que ha de poseer en la forma adecuada unas caracterís­
mente, los conjuntos de reglas sistematizadas para la observación efi­
caz y el mejor análisis de la realidad estudiada y para la validación o re­
!!
ticas comunes del método científico como un todo y otras específicas de chazo de hipótesis. Las prácticas metodológicas se incardinan, pues,
la disciplina. esencialmente en la operación o momento lógico de la observación y
Así, verbigracia, tanto a la sociología, como a la economía o psicología, sistematización de la realidad. Es decir, en el mismo lugar del método
puede interesarles elaborar explicaciones nomológico­deductivas u ob­ donde tienen su función también las técnicas. Colocar en el mismo pla­
tener grandes masas de datos organizados a través de encuestas; pero no metodológico lo «histórico», lo «crítico­racional» y lo «cuantitativo»,
es más que probable que a la economía no le interesen las «historias de verbigracia, es una evidente confusión. Cuando menos, se están mez­
vida» y a la psicología las «técnicas econométricas». En ese orden de clando métodos típicos con prácticas metodológicas, como ocurre con
conceptos, en el terreno de la ciencia social, puede hablarse de un mé­ «histórico» y «comparativo», cuando no con simples técnicas. Lo que se
todo «sociológico», como de un «método antropológico», «geográfico», llama método crítico­racional alude, en realidad, a un problema gnoseo­
«económico» y, a salvo de los problemas que venimos mencionando y
lógico, no de método. Y lo cuantitativo y cualitativo son, ante todo, técni­ decirse de la comparación. Hay métodos que emplean o no la compara­
cas. ción, que es cosa distinta. Y cuando se habla de método crítico­racional
Realmente, la existencia de vías distintas de aproximación a la investi­ estamos ante mucho más que un método: sencillamente ante una teoría
gación de la realidad social no autoriza a hablar de la existencia de di­ completa de la ciencia.
versos «métodos» en las ciencias sociales, sino de variaciones perfecta­
mente explicables en función de las disciplinas concretas. Es decir, de En resumen, en la cuestión de los métodos de las ciencias sociales con­
diversas prácticas metodológicas. No son los objetos de estudio los que viene establecer una clara jerarquía de conceptos que debe reflejarse
determinan el método, como hay quien mantiene equivocadamente, sino igualmente en el lenguaje. En términos sólo muy genéricos puede ha­
que el investigador tiene en cada momento que aplicar las técnicas más blarse de un método científico, cuya multiplicidad de opciones es evi­
eficaces. Los principios lógicos del método tienen una validez general en dente y cuya dispersión también, pero que tiene una única lógica de fon­
toda investigación social y, por supuesto, en la historiográfica. Pero ello do. Es una equivocada trivialidad decir que no existe «algo que pueda
no excluye que cada disciplina concreta presente sus propias especifici­ ser llamado sin equivocidad el método científico». Si esa dificultad de la
dades y adaptaciones. dispersión del concepto de «método», que es cierta, no fuera resoluble,
A veces, las propias prácticas metodológicas se encuentran mal descri­ no podríamos hablar de la existencia de la ciencia.
tas. Así, la que se llama «método histórico» tiene poco que ver con el Puede luego hacerse una primera distinción interna en tal método gene­
verdadero método histórico o «método historiográfico». El método histó­ ral hablando de un método científico­ natural y de un método científi­
rico es el que emplea la historiografía y no se reduce, obviamente, a la co­ social, en función de las diversas complejidades del objeto, el mundo
reconstrucción de los antecedentes de un determinado problema. Estu­ humano y el mundo no humano, y de la propia perfección de las explica­
diar, por tanto, el desarrollo temporal de una determinada variable so­ ciones de su objeto que las diversas ciencias son hoy capaces de dar.
cial, o los cambios de un fenómeno social total, en el lenguaje de Gur­ En un nivel de mayor concreción y particularidad pasaríamos a hablar
vitch, o lleva, a través de procedimientos más complejos, a una verdade­ de método de las disciplinas concretas: matemático51, sociológico, quí­
ra reconstrucción historiográfica, o es simplemente una secuenciación mico e histórico, por ejemplo. No es lo mismo la física que la economía,
temporal, no un «método histórico». ni ésta que la biología, ni la psicología que la historiografía.
El cuantitativismo ­cuestión sobre la que habremos de volver­, por su En el contexto de ese método científico discernible hablaríamos de la
parte, no es un método. No existe, sin más, una contraposición entre existencia de diversas prácticas metodológicas. Las prácticas metodoló­
métodos cuantitativos y métodos cualitativos. Cuantificar variables es gicas son formas de acceso a la realidad empírica en función de la natu­
una opción en el momento de la observación científica, opción que pue­ raleza de las hipótesis y de las características de la realidad o de la
de depender de una decisión entre varias alternativas. Así, mientras que orientación misma de una investigación. Las prácticas históricas ­mucho
el uso de procedimientos de observación y contrastación cualitativos mejor llamadas procesuales­, comparativistas, experimentales, interdis­
puede ser producto de una opción voluntaria del investigador o una im­ ciplinares y bastantes otras posibles, son adecuadas a la investigación
posición de la necesidad o de la imposibilidad de tratar ciertas realida­ en ciencias diversas, tanto naturales como sociales o formales. Es posi­
des de otra forma, la cuantificación es siempre una opción optimizadora ble hablar del énfasis que esas disciplinas concretas ponen en un deter­
que se escoge entre otras varias. Pero el cuantitativismo o el cualitativis­
mo son tipos de trabajo o de instrumentaciones que se emplean en una 51
Y nada más oportuno en este momento que hablar de la distinción entre método de
la ciencia matemática y de la «matemática» como instrumento metodológico de uso en
parte del método, pero no son en sí mismos métodos. Lo propio puede muchas ciencias.
minado momento o proceso preciso del método, o en algún instrumento La historiografía ha recibido abundantes préstamos metodológicos y téc­
o factor analítico o formal, para que sean preferibles unas prácticas a nicos. Entre ellos, la atención a la cuantificación, el análisis de las es­
otras. Cantidad, cualidad, comparación, experimentación, informatiza­ tructuras sociales, las creaciones simbólicas, los problemas del poder,
ción, trabajo de campo, etc., son instrumentos de un método concreto y, entre otras muchas cosas, son direcciones del estudio acompañadas
en función del énfasis que se les conceda, puede hablarse de escuelas generalmente de sus propios medios de exploración, que han venido

!! o corrientes metodológicas.
Por último, queda en otro plano lo que son las técnicas de investigación,
desde fuera, de la sociología, la antropología, la politología o la econo­
mía. Pero es preciso destacar que toda disciplina debe crear su propio
método, aun cuando el estímulo para ello proceda del exterior. No pue­
que podemos adelantarnos ya aquí a definir como conjuntos articulados
de reglas para transformar los «hechos» en «datos». Sobre ellas volve­ de, en consecuencia, haber disciplina bien fundamentada de la historio­
remos de forma más detallada al hablar del método historiográfico. El grafía sin la creación de auténticos métodos específicos para el estudio
confusionismo que se introduce con harta frecuencia entre método, par­ de lo histórico. Decir esto en modo alguno representa un desconoci­
tes y prácticas del proceso metodológico, corrientes, instrumentos y téc­ miento o un repudio de lo mucho que nuestra disciplina debe a otras.
nicas tiene, sin duda, mucho que ver con las dificultades reales de con­ La exposición que vamos a hacer aquí de los fundamentos del método
ceptuación de la realidad con las que las ciencias sociales han de vérse­ historiográfico sigue estrechamente la pauta de lo que se ha expuesto
las muchas veces. antes a propósito de las ciencias sociales en general. Creemos que es­
Un esquema de esa argumentación es lo que intenta exponer gráfica­ tas dos exposiciones simétricas son la mejor forma de transmitir esta
mente este cuadro: idea central de que el historiador trabaja lo mismo que cualquier otro in­
CUADRO 6 vestigador social. Si bien, en un plano disciplinar, el historiador se en­
Método, prácticas metodológicas y técnicas cuentra con algunos problemas especiales derivados de su objeto de
estudio que dan a su método algunos rasgos característicos.
2. LA NATURALEZA DEL MÉTODO HISTORIOGRÁFICO
Lo genérico y lo específico en el método historiográfico
El método historiográfico puede entenderse también en función de otra
doble perspectiva, paralela a la que ya hemos expuesto líneas arriba. Si, Se ha repetido reiteradamente que el obstáculo principal para que sea
de una parte, investigar la historia es investigar una dimensión de la so­ posible una investigación de la historia en términos de método científico
ciedad y, en tal sentido, el método historiográfico es una parte del méto­ deriva del hecho de que la historia se compone de procesos «únicos»,
do científico­ social, por otra, reconstruir la historia, reconstruir ciertas o, dicho con mayor propiedad, «singulares» y que, en esas condiciones,
historias particulares, es, a su vez, una de las alternativas metodológi­ donde no hay «regularidad» en los fenómenos no puede haber estudio
cas, de las prácticas, de las que hemos hablado antes, con las que científico. Pero, sin duda, pueden constatarse también otras dificultades.
cuenta el conjunto de las ciencias sociales. No hay dificultad alguna en Se ha dicho que la historia no puede «observarse» de forma directa y
admitir, naturalmente, que hay un método historiográfico en sentido es­ que por ello tampoco puede ser estudiada científicamente. Con la histo­
tricto, que es el que da su carácter propio a la disciplina de la historio­ ria, como con otros muchos aspectos del comportamiento humano, no
grafía, pero que «método histórico», como hemos visto, es, en realidad, puede «experimentarse» y, en consecuencia, tampoco puede hacerse
una práctica metodológica que, aún de forma bastante desvirtuada, apli­ un estudio empírico real, lo que es básico para que pueda hablarse de
can otras ciencias sociales en sus investigaciones. método científico. En definitiva, el comportamiento temporal de la reali­
dad humana, que es la clave de la historia, es muy difícil de encuadrar Si la historiografía puede establecer con claridad que existe un objeto
en explicaciones teóricas, de validez universal, lo que es otra de las con­ histórico53, de ello debe inferirse que existe también un método capaz de
notaciones de la ciencia, y ello hace que para muchos el estudio de la investigarlo. La definición del objeto y el método para su investigación
historia se aleje de la imagen correcta de un conocimiento científico. son dos extremos que no pueden separarse, que se imbrican mutua­
Las dificultades que nombramos son perfectamente reales, innegables. mente. Podría ser, en efecto, que el conocimiento de la historia fuera
Coinciden, justamente, con algunas que hemos señalado como propias una cuestión sui generis, absolutamente ajena a cualquier otra práctica
de la naturaleza de lo humano: las dificultades de la observación, de la de conocimiento y que, por tanto, hubiera de tener también un método
experimentación, el papel de la temporalidad, etc. Pero, en realidad ­y enteramente autónomo, la construcción del discurso narrativo, por ejem­
esto conviene tenerlo muy en cuenta­, uno de los mayores problemas en plo. Sin embargo, nosotros hemos mostrado que lo histórico es un atri­
la construcción de nuestra disciplina procede precisamente del erróneo buto de lo social y que, por consiguiente, su estudio, y el método para
enfoque que ha considerado durante mucho tiempo, y sigue consideran­ ello, tendrá que estar incardinado dentro del ámbito de lo social. La so­
do, que la «historia» (la historiografía) es una forma de conocimiento sui ciedad es el sujeto de la historia.
generis. Ello quiere decir que el conocimiento histórico es una forma es­ Pero nadie niega tampoco al método histórico su especificidad. Y, si ello
pecífica de conocer, que no puede ser encuadrado dentro de la ciencia, es así, ¿cuáles son sus connotaciones? Para responder a esto podemos
de la filosofía o de otra forma de conocimiento establecida, que es una emplear un orden de ideas enteramente análogo al que hemos puesto
forma de conocimiento aparte, de la misma categoría, que esas otras. en práctica al hablar de las ciencias sociales. Las primeras peculiarida­
Ya conocemos lo que esto ha supuesto de negativo en las corrientes de des y dificultades detectadas en un posible método histórico procedían
la historiografía «tradicional», en el historicismo, en el idealismo en la lí­ de la naturaleza misma de lo histórico. Recuérdese que la inespecifici­
nea de Croce y de Collingwood hasta llegar a Ricoeur, y en ciertas co­ dad de los «hechos históricos» fue agudamente percibida por C. Seigno­
rrientes anglosajonas como puede ser la filosofía analítica de la historia. bos; lo histórico en un hecho no era otra cosa que una connotación «re­
Hayden White ha señalado que fue J. G. Droysen el primero que insistió ferente a su posición» en el tiempo. No cabe duda, obviamente, de que
en que la historia era un tipo de conocimiento distinto de todos los de­ la dificultad de captar lo histórico es igualmente la primera que se perci­
más52. Si se acepta tal premisa, la temática del conocimiento y del méto­ be también para establecer un método.
do historiográficos se encuadraría así en un sistema de conocimiento El método historiográfico, ya lo hemos señalado, tiene así una parte ge­
distinto y divorciado de los que llamamos «de lo social». Pero, por nues­ nérica que coincide con el método de la ciencia social en general. No es
tra parte, hemos insistido a lo largo de todo este texto en que la historio­ posible conocer la historia sin alguna forma de generalización. Porque la
grafía, el conocimiento de la historia, se encuadra, sin ninguna duda, historia no es el puro registro de la diacronía en los fenómenos huma­
dentro del conocimiento de lo social. Es conocimiento de la sociedad. nos. No hay unas «leyes» de la historia, pero de ahí no se sigue, tampo­
Esto resulta crucial para un entendimiento de lo que, en nuestra opinión, co, que el objetivo del conocimiento histórico no pueda superar el plano
caracteriza el método histórico. de lo descriptivo. En realidad, lo que el método historiográfico tiene de
genérico, es decir, de plenamente coincidente ­al menos en sus rasgos
más básicos­ con el método de la ciencia social estriba en:

52 53
H. White, El contenido, capítulo dedicado a Droysen. Véanse los caps. 4 y 5.
a) Que es captación de sociedades, de sistemas. El «evento» es una de interpretar la «secuencia temporal»­ de los fenómenos sociales. No
«manifestación de estructura». puede decirse con propiedad, ya lo hemos advertido, que el mero estu­
b) Que no es simplemente una ciencia del comportamiento humano, si­ dio del pasado sea ya un estudio histórico. Raymond Aron expuso una
no de las estructuras que se crean, o se destruyen, más allá de las in­ idea en este sentido equívoca: para él, la diferencia esencial entre soció­
tenciones de la acción humana. logo e historiador es que el uno estudia en el presente las cosas que el
c) Que hay un método específico de la historiografía, pero no sui gene­ otro estudia en el pasado54. Tal distinción es insuficiente; la diferencia
ris. verdadera es la diferente consideración que uno y otro están obligados a
hacer de la variable tiempo.
Por el contrario, el método historiográfico tiene de distintivo, de particu­ 2. El estudio de la historia tiene, naturalmente, como su objeto teórico
lar, de específico: preciso, la consideración de la historicidad. ¿Cómo y en qué medida el
proceso aprehensible de lo histórico expresa la historicidad? En reali­
a) Que el tiempo, la temporalidad, el cambio, es el determinante, el con­ dad, la respuesta a esta pregunta es el problema que subyace en la difi­
dicionante esencial de su investigación. cultad de trascender una mera historia de «acontecimientos». Porque la
b) Que para poder hablar de regularidades, la historiografía tendría que historicidad no es en este caso ya sólo una cualidad intrínseca al objeto
proceder siempre a través del establecimiento de claras tipologías entre estudiado, un presupuesto, como en el caso de las demás ciencias so­
los «hechos» históricos, por la inespecificidad de la que hemos hablado. ciales, sino que es el objeto fundamental del estudio de la historia, sien­
c) Que la descripción (en forma de relato o no) ocupa en el método his­ do la historicidad una de las condiciones de la naturaleza humana más
tórico un lugar de gran relieve. Que la descripción histórica sea esencial difíciles de aprehender.
en el análisis histórico, aunque en forma alguna sea lo exclusivo, expli­ 3. Otro más de los problemas máximos del método historiográfico es la
ca, sin embargo, que la historiografía se haya quedado muchas veces fijación de lo que debe entenderse, en el plano teórico y, por consiguien­
en mera descripción. te, en sus consecuencias metodológicas, por singularidad del devenir
histórico. La unicidad y singularidad de todo el devenir de la historia es
Objetivos e instrumentos en el método historiográfico una de las más destacadas notas que los filósofos han captado. Se ha
dicho que lo histórico es «lo concreto», «lo único», lo que realmente ha
Si desde este plano general nos adentramos después en las peculiarida­ sucedido. La singularidad de los fenómenos y los estados en el devenir
des más internas, más distintivas, del método de la historiografía, podre­ humano constituye, sin embargo, una cuestión que se presta a interpre­
mos señalar que ellas derivarían de dos tipos de realidades. En primer taciones muy diversas. Ella constituye el fundamento tanto de la nega­
lugar, de la naturaleza de su objeto, es decir, serían determinaciones del ción de la posibilidad de una «ciencia» de la historia, como de la afirma­
método histórico condicionadas por las dificultades ontológicas de su ción de que la historia es la realidad más global que hay en el mundo y,
objeto. Así: como tal, la más universal; la historiografía sería por esa circunstancia la
1. El objeto histórico tiene, por definición, como determinación intrínseca «casi» única ciencia de lo humano, según decía Gianbattista Vico.
la temporalidad. Seguramente, en el contexto general de la investigación 4. Aunque parezca paradójico, la singularidad del devenir se acompaña
de lo social, esta es la particularidad más radical de lo específicamente de la generalidad de lo histórico como cualidad de las cosas. Todo es
histórico. Por ello, el método histórico no puede hacer abstracción jamás
del comportamiento temporal­secuencial ­cualquiera que sea la forma 54
R. Aron, Dimensiones de la conciencia histórica, Tecnos, Madrid, 1962, p. 29.
histórico, todo está afectado por el tiempo y, en sentido absoluto, ontoló­ ño que, como hemos visto ya, buena parte de la vieja preceptiva meto­
gico, todos los hechos que afectan al hombre son objeto de la historio­ dológica de la historiografía se centrara casi en exclusiva en el análisis y
grafía. Lo histórico es inespecífico, es cuestión de su ordenamiento tem­ crítica de los documentos, como si el trabajo del historiador no consistie­
poral no de una tipología. Por ello, el problema metodológico típico de la ra más que en eso.
historiografía es el tan manoseado asunto de cuáles «hechos» debe te­ 2. El método de la historiografía tiene una orientación esencial que es la
ner en cuenta el historiador y cuáles no. Como ya sabemos, el problema comparativa. Y ello en un doble sentido: la comparación entre procesos
real es cómo construir el discurso histórico, no cómo seleccionar los he­ simultáneos que se producen en ámbitos diversos ­comparación entre
chos históricos. historias nacionales o entre tipos de fenómenos o procesos paralelos (la
Estos cuatro puntos, cuando menos, podrían resumir cuáles son los aparición de la violencia política, de la sociedad industrial, etc.)­, pero
principales problemas metodológicos que se derivan de la naturaleza también la comparación sucesiva, la comparación entre lo anterior y lo
misma del hecho u objeto socio­histórico. Se trata de dificultades que posterior. Esta es la clave de lo historiográfico. Al intentar reconstruir la
tienen, tal vez, más entidad, más calado, que las que afectan a los obje­ sucesión de los comportamientos humanos, lo que el historiador se pro­
tos de otras ciencias sociales particulares. pone en última instancia es definir estados sociales y compararlos, ana­
Pero, además, a las peculiaridades ontológicas se suman en la realidad lizar esencialmente el cambio. El método histórico tiene, en consecuen­
histórica también aquellas otras que afectan al método desde el punto cia, una segunda característica propia: investigar la historia es distinguir
de vista de las dificultades, instrumentales, desde el punto de vista pro­ las composiciones sociales en unos momentos con respecto a las de
piamente operativo, cognoscitivo. En este sentido, las especificidades otros. Es decir, en algún sentido el método histórico es siempre compa­
del método histórico podrían ser caracterizadas así: rativo. Estudiar una situación estática en el pasado puede ser el objetivo
1. Siendo lo histórico el resultado del comportamiento de los fenómenos de cualquier otra ciencia social. De hecho, sucede así muchas veces
sociales en el tiempo, el material empírico sobre el que la historiografía con estudios politológicos, sociológicos o antropológicos56. El objetivo es
trabaja consiste en una proporción muy alta, en restos. Pero no, desde definir el grado de desenvolvimiento de una sociedad en un determinado
luego de una manera absoluta55. Los documentos históricos pertenecen momento ­obsérvese la gran dificultad de definir ese «momento» en el
por lo general a esa categoría de cosas. A la inmensa mayoría de los fe­ tiempo­ desde el punto de vista de su permanencia o su cambio y todo
nómenos que conforman la historia los conocemos por las huellas que ello a base del análisis morfológico. Por tanto, el método histórico gira
han dejado, puesto que se han producido en un tiempo anterior al nues­ sobre dos pivotes: estructuras de las sociedades y comportamientos
tro. Por tanto, en la investigación de la historia, el «documento temporales.
indiciario», y no la observación del fenómeno mismo, es la «fuente de in­ 3. El método histórico capta su objeto a través de conceptualizaciones
formación» por excelencia. Pero de esto no debe hacerse en forma al­ sobre los colectivos pero también sobre los individuos. Como ya hemos
guna un mito, como hace la historiografía tradicional y algunas corrien­ indicado anteriormente, el contencioso entre individualismo y holismo es
tes actuales. Hay que decir que se trata de una peculiaridad que se pre­ superable, y está hoy superado, saliendo del plano de la irreductibilidad
senta también en todas las otras disciplinas sociales, aunque no con la
56
importancia, la centralidad, que en la historiografía. Por ello no es extra­ Los ejemplos aducibles de esto son fáciles. Existe, por ejemplo, más de un estudio de
politólogos o sociólogos españoles sobre problemas concretos de la Segunda República,
es decir, de los años treinta. Existe una rama o corriente de desarrollo
55
No lo es así, como puede comprenderse, en empresas historiográficas como la histórico-antropológico que ha dado en llamarse antropología histórica. El estudio de los
historia oral -como método o como sector- y, en buena parte, en todo el ámbito en «sistemas políticos», por ejemplo, no es otra cosa que el estudio de la historia política
general de lo que se llama historia del tiempo presente o historia reciente. contemporánea.
de esas dos concepciones. Las acciones de los individuos no explican la ta a todas las ciencias sociales con sus propias realidades, a cada una
historia, pero en absoluto puede marginarse su papel. El método históri­ en su campo.
co debe buscar los colectivos sin olvidar a los individuos. Ninguno de
esos dos planos de la realidad social contiene en sí mismo toda su inteli­ De lo expuesto puede concluirse, en resumen, que el método historio­
gibilidad. El proceso histórico se configura siempre por la interacción de gráfico tiene, como caracterización de su procedimiento, al menos tres
las estructuras y el sujeto. peculiaridades distintivas:
4. El método histórico es esencialmente globalizante. Pierre Vilar señaló
ya que la sociología y la historiografía eran las dos únicas ciencias «glo­ a) Su tratamiento de una realidad prácticamente siempre mediata (res­
bales y dinámicas» de la realidad social57. La distribución de la materia tos).
historiográfica en sectores, ya sean de materiales y enfoques sistemáti­ b) Su necesidad de captar siempre el proceso (diacronía).
cos ­las historias política, económica, de las mentalidades, de la literatu­ c) Su necesidad de globalización (inespecificidad de lo histórico).
ra, etc.­ o en sectores de la historia mediante cortes cronológicos ­anti­
gua, medieval, renacentista, etc.­ no es más que un recurso de método, Y, en su estado actual al menos, el método historiográfico debe conjugar
de exposición. La historia, como ontología, es una, pero otra cosa es tres problemas importantes:
que podamos reducirla entera a un discurso. Tal vez puede hablarse, no
obstante, de una diferencia teórica entre la reconstrucción de un proce­ a) Su escaso nivel de formalización metodológica, la escasa articulación
so histórico­social global y la historia de un fenómeno social parcial. Ello de las reglas del método histórico y la carencia de un lenguaje distintivo.
puede basarse en que, en teoría, todo fenómeno sectorial puede tomar­ b) Los escasos instrumentos teóricos y técnicos de que dispone para la
se en sí mismo como un todo. aprehensión de una realidad con muchas variables implicadas.
5. Lo que sabemos de la historia es necesariamente una visión desde el c) El problema siempre presente de la necesaria articulación entre el
presente. Independientemente de las implicaciones epistemológicas de análisis de las estructuras y el acontecimiento, y entre lo sistemático y lo
esta situación, desde el punto de vista del método hay que decir que la secuencial.
historiografía no puede nunca pretender que la historia que podemos co­
nocer es el legado de todo el pasado del hombre. Ni está claro si esa La comparación en el método historiográfico
expresión «todo el pasado del hombre» tiene algún sentido. La historia
que escribimos es una concepción que forja el hombre presente. Ni pue­ Por todo lo dicho, se comprende que la comparación tiene una especial
de entenderse técnicamente la posibilidad de un todo que sería la suma importancia en el método histórico. La investigación de la historia es
de «todos los acontecimientos», lo que es incognoscible, pero ni siquie­ siempre en algún sentido comparativa, al menos en una comparación
ra que haya una realidad pensada de esa forma que tenga algún senti­ que podríamos llamar «diacrónica», en el tiempo, puesto que no es posi­
do. Esto muestra el profundo error en que caen quienes piensan que es ble captar la naturaleza del movimiento histórico si no es por la compa­
posible una historia total, como suma de historias parciales. El discurso ración de sucesivos estados sociales. O «por la contraposición de las
histórico lo hacemos desde el presente, la adecuación de ese discurso condiciones precedentes con las consecuentes»58. Pero la práctica com­
con la realidad «objetiva» es un problema del mismo tipo que se presen­
58
Así lo dice C. S. Maier, «La historia comparada», Studia Historica (Salamanca), X-XI
(1992-1993), p. 12. Este número de la revista, aparecido en 1994, es un monográfico
57
P. Vilar, Iniciación al vocabulario, pp. 17 y ss. de gran interés sobre la historia comparada.
paratista explícita es aquella que busca homologías o heterologías entre método comparativo, aunque sea implícitamente, se ha empleado desde
desarrollos históricos de sistemas separados, no la evolución de esta­ la Antigüedad nunca se ha hecho una historia de ello64.
dos sucesivos de un mismo sistema. La comparación en historia implica Las más interesantes generalizaciones históricas que se han producido,
la confrontación entre sociedades globales o entre determinados facto­ e incluso los intentos de formular ciertas «leyes» de lo histórico, presen­
res, movimientos, peculiaridades de cualquier tipo, niveles de actividad, tes en el pensamiento de Montesquieu, Tocqueville, Comte, Marx, Toyn­
etc., observables en sociedades distintas y, normalmente, en periodos bee o Braudel, proceden justamente de la comparación de una abun­
cronológicos coetáneos o cercanos a la coetaneidad59. dante evidencia empírica, aunque el verdadero valor teórico de todo ello
La comparación como práctica metodológica ha sido definida de formas no se justifique de forma plena por la existencia de similitudes a gran es­
diversas. Ya Durkheim mantuvo que había que buscar las «variaciones cala. Pero las tienen siempre como base. La comparación puede dar
concomitantes» como forma de analizar los hechos sociales 60. Marc cuenta de importantes procesos de diferenciación y también de lo con­
Bloch habló de la búsqueda de similitudes entre «series de naturaleza trario, de desdiferenciación, cosas ambas de importancia obvia en la
análoga, tomadas en medios sociales distintos»61. La posición de Char­ complejidad creciente de las sociedades.
les Tilly es más radical puesto que cree que no hay posibilidad de supe­ El estudio comparativo en historiografía procura grandes aportaciones
ración de los postulados «perniciosos» en la ciencia social heredados pero a condición de hacer de él una aplicación cautelosa y bien planifi­
del siglo XIX si no es a través del estudio histórico­comparativo de los cada; los peligros de una práctica inadecuada de la comparación son
fenómenos sociales62. Pero no han faltado tampoco aquellos que pien­ bastante claros65. Un análisis comparativo no es posible sin un trabajo
san que la comparación en términos que hagan posible el hallazgo de previo para definir lo que es comparable, para definir de forma muy es­
verdaderas homologías, o de diferenciaciones que tengan valor signifi­ tricta las realidades empíricas o las conceptuaciones extraídas de cada
cativo para explicar las sociedades, es una quimera. ámbito que quieren ser comparadas, y sin un control constante de la
El método comparativo en las ciencias sociales se ha descrito con unas comparación66. Las ventajas son en unos casos propiamente metodoló­
coincidencias básicas para todas ellas. No hay procedimiento comparati­ gicas: mejora la utilidad del trabajo histórico, ayuda a formular proble­
vo practicado en una disciplina que no pueda ser útil en otras 63. La com­ mas nuevos, fija mejor el «territorio» sobre el que se trabaja, permiten
paración es no sólo en historiografía, sino en todas las ciencias sociales, generalizar y controlar las conclusiones. En otros son ventajas explicati­
una manera de paliar la imposibilidad de experimentación. De otra parte, vas: permiten definir mejor cada uno de los fenómenos comparados,
la importancia de la comparación reside en que es uno de los caminos pueden establecer mejor las «causas» o la relación entre fenómenos,
para generalizar, para obtener conclusiones de más alta universalidad etc.
acerca de las características de procesos socio­históricos que pueden Pero los peligros son también evidentes. El fundamental de ellos es el
producirse con regularidad o con rasgos regulares. A pesar de que el que de antiguo se ha formulado diciendo que «sólo se puede comparar
59
lo que es comparable», lo que viene a querer decir que la comparación
Cercanos a la coetaneidad, pero no estrictamente simultáneos, porque una de las
funciones de la comparación es establecer si procesos homólogos se producen en
es ociosa. Pueden cometerse grandes anacronismos intentando compa­
momentos diversos de la historia de sociedades determinadas.
60
É. Durkheim, Las reglas, p. 128. 64
G. Busino, La permanence du passé: questions d'histoire de la sociologie, Droz, Gine-
61
Citado en C. Cardoso y H. Pérez Brignoli, op. cit., p. 339. bra, 1988, p. 320.
62 65
C. Tilly, Grandes estructuras, p. 173. Véase C. Cardoso y H. Pérez Brignoli, op. cit., pp. 339-346, que son unas breves pero
63 excelentes páginas sobre la comparación.
G. Sartori y L. Morlino, eds., La comparación en las ciencias sociales, Alianza Editorial,
66
Madrid, 1994, p. 12. G. Sartori y L. Morlino, eds., La comparación, pp. 17, 31 y passim.
rar sociedades, instituciones, evoluciones que están separadas en el es­ temas mundiales, como el definido por Immanuel Wallerstein en su «mo­
pacio y el tiempo, donde las analogías pueden ser meros espejismos; derno sistema mundial»71.
pueden quererse comparar cosas que no se conocen aún bien. Pero en La comparación se ha visto como la mejor posibilidad de que la historio­
la historiografía actual las ventajas son muy superiores a los riesgos y grafía pueda contribuir de una forma decisiva a explicar grandes proce­
presentan, sobre todo, el gran avance de que la historia comparativa es sos lo que, a su vez, es la mejor manera de contribución a que la ciencia
la forma mejor de entender los procesos de «mundialización» de algu­ social adquiera una importante base histórica. Los procesos históricos,
nas de las características de las sociedades contemporáneas. evidentemente, sólo pueden facilitar sus mejores enseñanzas si de la
La comparación puede tener temática y objetivos diversos, que requie­ misma manera que se les ve como fenómenos «singulares», se intenta
ren métodos diversos también67. La principal diferencia se da entre la también ver qué rasgos «generales» poseen. Tal como ya hemos dicho
comparación caso a caso o de fenómenos análogos y la comparación antes, la inteligibilidad general de los cambios históricos reside en que
entre el desarrollo de dos procesos amplios. Ejemplo del primer tipo están compuestos de muchos elementos de cambio simples que son ho­
puede ser la evolución demográfica de dos o más conjuntos sociales; mologables entre sí.
del segundo, por ejemplo, el de las «transiciones» a la democracia ope­
radas en años recientes en varios países deficitarios en burguesías mo­
dernizadoras y en desarrollo del capitalismo industrial68. O el de los pro­
cesos de violencia social de amplio desarrollo en épocas de ruptura de
sistemas de valores establecidos y vigentes durante mucho tiempo69.
Charles Tilly ha expuesto la necesidad de la comparación entre los gran­
des cambios estructurales históricos y ha señalado cuatro tipos de com­
paraciones que él llama individualizadoras, universalizadoras, diferen­
ciales y globalizadoras70. La primera es la que compara dos fenómenos
específicos a fin de captar las peculiaridades de cada caso, el fascismo
en dos países, por ejemplo. La universalizadora intenta analizar casos
de aplicación específica de algún modelo definido, como el del creci­
miento económico. La tercera busca explícitamente las diferencias entre
situaciones comparables. La comparación globalizadora, la más amplia
de todas, «coloca distintos casos en distintos puntos del mismo
sistema», intentando ver cómo funciona el sistema en su conjunto al ver
las relaciones de cada caso con él; el ejemplo adecuado es el de los sis­
67
Un buen recuento, excelentemente estructurado, en M. Duverger, Métodos, pp. 411 y
ss.
68
G. O'Donnell, P. C. Schmitter, L. Whitehead, eds., Transiciones desde un gobierno
autoritario, Paidós, Buenos Aires, 1989. Para lo que decimos interesa especialmente el
vol. 3: «Perspectivas comparadas».
69
H. Arendt, On Violence, Harcourt, Brace and World Inc., Nueva York, 1970.
70 71
C. Tilly, op. cit., pp. 104 y ss. I. Wallerstein, El moderno sistema mundial, Siglo XXI, Madrid, 1979-1984.
grandes investigaciones históricas se han hecho siempre, sin embargo,
sobre la base de un trabajo detenido que iba mucho más allá de la mera
explotación y transcripción de unas fuentes, para construir, en definitiva,
8 EL PROCESO METODOLÓGICO Y LA DOCUMENTACIÓN un relato. En alguna manera, una investigación histórica debe responder
HISTÓRICA a un plan. En el curso mismo de la investigación, el diseño o plan primiti­
vos serán con toda probabilidad profundamente modificados y el resulta­
do final seguramente tendrá poco que ver con las presunciones iniciales.
Los textos, o los documentos arqueológicos, aun los
más claros en apariencia y los más complacientes, no
Pero así ocurre con todas las investigaciones en el campo de la ciencia
hablan sino cuando se sabe interrogarlos. natural o social. A ilustrar este proceso general del trabajo del historia­
MARC BLOCH, Apologie pour l'Histoire ou métier d'historien dor se orientan las páginas que siguen.

Es indudable que uno de los grandes obstáculos para la consecución de El diseño de la investigación
una historiografía más sólida en sus fundamentos cognoscitivos, más
fiable en sus hallazgos y más explicativa en sus conclusiones, ha sido Rara vez una investigación histórica es planificada con cuidado. Y, es
siempre la escasa atención de muchos a los problemas del método his­ más, una de las más frecuentes imputaciones negativas que se hacen al
tórico. Ello ha sido así, y en buena parte sigue siéndolo, aun cuando trabajo historiográfico desde el punto de vista metodológico es la falta de
desde hace más de un siglo no han cesado los esfuerzos por constituir explicitación de sus presupuestos y la falta de previsión de sus desarro­
definitivamente un método para la historiografía. El extraordinario peso llos. Es una herencia de la historiografía más pragmática y «cronística»
de la historia­relato sin ninguna prolongación ha seguido gravitando so­ que entendió siempre que la historia era la más simple transcripción en
bre el problema. un texto de aquello que las fuentes, los «documentos», decían. Esta
Hay muchas formas de llevar adelante una investigación histórica. Pero imagen del trabajo de la investigación histórica es completamente erró­
existen también unos presupuestos, unas operaciones y unas cautelas nea y está, en las corrientes historiográficas más sólidas, ampliamente
sin las cuales realmente es difícil poder hablar de «investigación». Y la sobrepasada.
verdad es que todo ello constituye un procedimiento que coincide en sus En la escritura tradicional de la historia, en el pensamiento historiográfi­
líneas generales con las particularidades de toda investigación social. El co más simple, se ha entendido siempre que la «descripción» histórica,
procedimiento por el que el historiador aborda el problema de construir el narrar los acontecimientos «como realmente han sido», poseía ya en
una representación de lo histórico y de explicar por qué los hechos son sí misma un carácter sintético, ordenado, explicativo, que bastaba para
como son obedece a la misma lógica que cualquier otro método científi­ dar cuenta de los porqués de los eventos. Se ha creído en una especie
co social. Sus «operaciones lógicas» son las mismas. de causalidad implícita. Por ello, el trabajo historiográfico tradicional se
entendió, durante mucho tiempo, como compuesto de dos partes esen­
1. EL PROCESO METODOLÓGICO EN LA HISTORIOGRAFÍA ciales que reunirían en sí todo el método historiográfico:
1. La recolecta de los hechos, a los que, a veces, con notable impropie­
Hasta hoy día, la investigación histórica es por lo común una aventura dad suele llamarse datos1. En la historiografía del siglo XIX la temática la
mucho más confiada a la improvisación, a la intuición y al buen sentido 1
Recuérdese la precisión que hemos hecho de que no puede hablarse de datos si no en
del investigador que a una preparación técnica rigurosa. Pero todas las relación con una o unas hipótesis. Datos no son informaciones sobre algo, sino intentos
dictaban muchas veces la mera disponibilidad de tales hechos. Los Como cualquier otra investigación practicada con intención de aportar
grandes progresos de la historiografía del siglo XIX se hicieron sobre el un conocimiento más allá del sentido común, la investigación histórica
supuesto metódico de que primero es el trabajo de archivo, la consulta debe de ir precedida de la aparición de un «tema», pero también de un
de los documentos y el acopio de información factual, y que sólo des­ proyecto, al menos en esbozo, del procedimiento para abordarlo. El his­
pués de esta fase puede pasarse a la segunda, sin que ésta pueda co­ toriador tiene que establecer un «diseño» o un itinerario de manera ex­
menzar antes... plícita, que sirva de guía a su trabajo y de orientación en la búsqueda de
2. La construcción del relato, la integración de los hechos en una trama conclusiones sobre un objeto histórico bien definido. Todas las investi­
secuencial, cronológica, que en sí misma contendría su propia lógica, su gaciones sociales poseen un cierto diseño, una planificación, lo que se
propia inteligibilidad como curso de la historia. Sin «hechos» no podría consigue en un proceso que las metodologías propias de cada disciplina
haber historia y sin «documentos» no podría haber hechos. El relato, co­ procuran clarificar.
mo forma arquetípica y casi exclusiva del discurso histórico, se ha basa­ Planificar una investigación es, en alguna manera, prever los momentos
do en una información abundante casi siempre y ha tenido además que cognoscitivos y técnicos por los que el trabajo habrá de pasar. Pero, de
poseer una amplia perspectiva temporal desde la que poder enjuiciar los forma más práctica, planificar sería la previsión de adaptación del traba­
acontecimientos, con sus antecedentes y sus consecuentes. jo a los problemas concretos del objeto investigado. Una planificación
En su fundamentación general, esta concepción es completamente erró­ tendría que atender a tres niveles: el de lo que se quiere conocer, el de
nea. Pero con mayor o menor sofisticación, imaginación, variedad de te­ cómo conocer y el de la comprobación de lo conocido. Ello conllevaría la
mas y auxilio de otras metodologías, todos los narrativismos historiográ­ previsión del conjunto de problemas relacionados a investigar ­«por qué
ficos, antiguos y modernos, han obedecido a esta concepción del discur­ un proceso es como es»­, sus límites cronológicos y la inteligibilidad y
so histórico y a este esquema de trabajo. Tan sumarias ideas son la he­ justificación de ellos y la pregunta que hay que formular. El cómo articu­
rencia, sin duda, de los preceptistas historiográficos del siglo XIX. Pocas lar una investigación habría de atender a las fuentes, la organización de
son la escuelas historiográficas posteriores que han hecho algo de for­ la información, su tipología y su uso, así como la relación con otras in­
ma sistemática por eliminar esta falsa idea de que un discurso histórico vestigaciones. Ninguna investigación puede permanecer aislada de las
de garantía sólo estaba obligado a tener buenas fuentes de información. demás de su misma área. Pues bien, el diseño es la planificación que se
En realidad, no hay ninguna práctica del conocimiento social serio que hace una vez que tenemos claro el problema ­y sus fuentes­, el método
proceda de esta manera, ni siquiera aquellas que más se asemejan a lo y la técnica. Los trabajos escolares se suelen planificar. Paradójicamen­
histórico: la descripción etnológica, por ejemplo. El clásico esquema He­ te, muchas investigaciones profesionales no.
chosSíntesis, herencia del inductivismo positivista más ingenuo que Pero esta suposición de que la investigación histórica puede ser orienta­
impregnó las ideas historiográficas del XIX: primero los «datos», des­ da y sustancialmente mejorada en función del rigor del procedimiento de
pués las «síntesis», ha tenido una larga persistencia. Pero, a sus res­ trabajo debe ser matizada en los dos sentidos siguientes:
pectivos niveles, muchos autores, que pueden ejemplificarse desde el Primero, en el de que lo dicho no supone promover ni recomendar que
metodólogo K. R. Popper al historiador Edward H. Carr, han expuesto la investigación de la historia, o de cualquier otra materia social, haya de
que el trabajo del descubrimiento en la realidad natural y en la social estar sujeta a «corsés» para poder garantizar alguna productividad.
nunca procede así. Segundo, en el de que el diseño de una investigación tiene que servir no
sólo a la optimización del trabajo, sino a la riqueza de las conclusiones.
de «evidenciar algo».
Es necesario que el historiador haga siempre explícitos sus procedi­ El «problema» histórico
mientos de trabajo de forma que procure, como procura cualquier prácti­
ca científica, presentar una imagen exhaustiva de los elementos de la La raíz de una investigación histórica puede encontrarse, lógicamente,
argumentación y de las fuentes ­de sus «evidencias»­ que le conducen en muy diversas motivaciones. No existen textos que enseñen al histo­
a determinadas conclusiones. O, dicho en otras palabras, que tampoco riador a diseñar un proceso de investigación una vez que se han hecho
sonarán nuevas: para que un discurso pueda considerarse científico de­ las primeras aproximaciones a un problema y, por tanto, a un tema. Pe­
be presentar siempre la posibilidad de que sus propias conclusiones ro al propio diseño precede ciertamente al problema.
puedan ser rebatidas. La investigación histórica surge de «hallazgos» ­de nuevas fuentes, de
La práctica de la investigación histórica tiene que ajustarse a la defini­ nuevas conexiones entre las cosas, de comparaciones­ o surge de insa­
ción clara de problemas, la formulación de hipótesis, la construcción de tisfacciones con los conocimientos existentes, in satisfacciones que, a
los datos, la elaboración de explicaciones lo más consistentes posible y su vez, están provocadas por la aparición de nuevos puntos de vista, de
la construcción de mecanismos para «probar» comparativamente la nuevas «teorías», o de nuevas curiosidades sociales. «Temas de inves­
adecuación de sus explicaciones. Es visible que la investigación norma­ tigación», como decimos en la jerga académica, existen muchos. Nadie
lizada en la ciencia social parte de unos presupuestos o «estados de la puede negar que la puesta en marcha de un tema de investigación, o
cuestión», identifica unos objetos de investigación y no se confunde con supuestamente tal, sigue teniendo muchas veces un origen ideológico,
la mera descripción de unos hechos. Una investigación tiene un «tema», político o de otro género bastante ajeno a los intereses de la ciencia. Pe­
pero la problemática de tal tema no se resuelve, evidentemente, en el ro temas relevantes existen muchos menos que estos que suelen ser fo­
acopio de informaciones sobre él. mentados desde instancias no científicas.
La investigación de un determinado proceso histórico no puede empren­ Por lo demás, una disciplina madura distingue plenamente entre la «ex­
derse con garantías científicas si no está instrumental y conceptualmen­ posición normalizada» de los conocimientos, los tratados o síntesis, y la
te bien definida. Es cierto que en el punto de partida es difícil que exista, aparición de «investigaciones nuevas», de aportaciones más o menos
y normalmente no existe, una correcta definición y planteamiento de un decisivas. Las disciplinas seleccionan la producción por la relevancia de
problema y de los instrumentos para su resolución; sólo el propio proce­ los temas y la validez de la investigación. En la «buena ciencia» ambas
so de investigación va perfilando esas definiciones. Pero tal perfil no cosas deben ir estrechamente unidas. Temas de enorme relevancia his­
puede progresar si el investigador no es consciente de cuáles son sus tórica, de los que pueden citarse muchos ejemplos, pueden estar franca­
objetivos y cuáles sus medios o instrumentos. Es decir, por sumario que mente mal estudiados, aunque se estudien de manera insistente. Debe
sea, un proyecto de investigación tiene que tener una estructura clara, distinguirse entre la verdadera aportación de nuevos conocimientos y el
pero abierta, y naturalmente perfectible, donde queden fijados objetivos simple «amateurismo» u oportunismo.
y medios, donde se pueda ir introduciendo cada vez mayor diversifica­
ción y diferenciación y, a un tiempo, mayor coherencia2. Si el historiador trabaja con el rigor metodológico adecuado, ha de dis­
tinguir muy cuidadosamente entre lo que es la aparición de campos his­
tóricos nuevos sobre los que la investigación no se ha concentrado ante­
2
Resulta especialmente peregrina la proposición de que la «investigación histórica» y riormente, es decir, nuevos campos temáticos, de aquellos otros que
el «método histórico» son dos cosas distintas. Esa proposición procede de un libro en sí son los espacios de investigación sobre los que se vuelve de nuevo, es
mismo peregrino y con pretensiones didácticas, el ya citado de B. Escandell, Teoría, pp.
131 y ss.
decir, de aquellos otros tipos de temas ya estudiados pero que se some­
ten a revisión con nuevos instrumentos de método o nuevas informacio­ tuiciones» previas del investigador, pueden verse muy ayudados por la
nes, de viejos problemas que aparecen ahora como no adecuadamente clarificación de la tipología formal y material mismas a las que de hecho
resueltos. se suelen adoptar las investigaciones históricas. Veamos cómo puede
Unas veces se indaga acerca de problemas reales que por alguna razón hacerse, en efecto, una tipología de las investigaciones históricas posi­
habían permanecido intratados. El conocimiento de la periferia y el con­ bles.
texto de tales problemas es siempre fundamental. A veces, la falta de
tratamiento de un asunto evidencia que no había capacidad teórica para En el objetivo de una investigación socio­histórica pueden distinguirse,
ello. Otras, puede reflejar una carencia de datos decisiva. En estas si­ al menos, cuatro planos:
tuaciones los ensayos explicativos previos pueden jugar papeles muy
distintos: desde ser claves hasta ser absolutamente desorientadores. - el de la secuencia temporal
La aparición de nuevas fuentes, de enfoques nuevos de problemas anti­ - el del espacio o espacio socio­ histórico
guos, de nuevas posiciones «interpretativas» acerca de fenómenos co­ - el de la sociedad global
nocidos, tienen tanta o más importancia para el progreso historiográfico - el de los fenómenos socio­ históricos particulares
que la rotulación de nuevos campos de investigación. De hecho, al con­
fluir en lo historiográfico estos dos tipos de aportaciones al conocimiento A su vez, la investigación de la realidad histórica, bien comprenda los
de la historia, los territorios de la investigación se hacen inagotables, en cuatro planos antes citados o cualquier combinación posible de ellos,
contra de la opinión de los viejos preceptistas que creían en la posibili­ puede abordarse desde una o varias de estas aproximaciones o pers­
dad del agotamiento de un campo de estudio al llegar a la exploración pectivas formales e instrumentales:
completa de sus fuentes3.
Todas las ciencias, las naturales y las sociales, se vierten sobre estos - la espacial (territorial), que atiende preferentemente a la «amplitud»
dos territorios de la investigación: los nuevos temas y la reinvestigación física o social de un asunto;
de los viejos. En modo alguno es solamente la historia la que se escribe - la cronológica, que atiende sobre todo al ritmo temporal;
de nuevo en cada generación, según se ha dicho muchas veces. Todos - la sistemática, que atiende a «temas» bien individualizados.
los campos de la actividad humana son continuamente reinvestigados.
Lo importante es no confundir las meras innovaciones temáticas con En términos absolutos, del entrecruzamiento, o de la combinación orde­
progresos metodológicos. nada de esos planos y esas aproximaciones se deriva toda una maraña
de «historias» plausibles distintas, de especializaciones, de investigacio­
La dicotomía «historia general»/«monografía sectorial» nes posibles y de complejidad metodológica, en suma, de la historiogra­
La aparición de un cierto «problema» histórico a investigar y el intento fía. No sería ociosa una mínima clarificación de esas conceptuaciones.
de diseñar una planificación, de proyectar en el trabajo unas ciertas «in­ A modo de ejemplo, sin agotar enteramente la clasificación ­que, por lo
demás, es sencilla de establecer­, puede verse que las investigaciones
3
Esta ingenua posición manifestaban Langlois y Seignobos con referencia a la historia historiográficas pueden tener carácter de historia general o historia sec­
antigua que ellos suponían que no estaba lejos de ser conocida «completamente» en
cuanto se descubrieran todas las fuentes existentes. Esta sola afirmación es por sí torial, historia nacional, regional o local (historias territoriales), historia
misma expresiva de la idea que se hacen de la historia y la historiografía los grandes global o historia monográfica, historia sistemática o historia cronológica.
preceptistas de la historiografía clásica de comienzos del siglo XX. Cf. C. Langlois y C.
Seignobos, Introduction, cap. 1.
Una «historia» no queda nunca definida, en principio, sin la explicitación La historia general es un trabajo de síntesis histórica que pretende dar
del lapso cronológico en que ocurre. Lo histórico lleva dentro el tiempo, cuenta de las determinaciones totales de un fenómeno histórico al que
y puede llevar distintos tipos de él. La cronología es la denominación re­ se accederá desde el conjunto de esas perspectivas. La articulación de
ferencial y simplificada de la temporalidad. Una «historia», por otra par­ determinaciones y perspectivas para que una historia general pueda ser
te, tiene siempre un espacio de desarrollo, o, como hemos dicho, de in­ historia total es un problema abierto de la teoría de la historiografía. La
teligibilidad; puesto que una historia trata de un proceso social que no es historia monográfica es la historia de un sector de la sociedad, de un fe­
universal ha de ser ubicada de forma que señale el espacio físico donde nómeno particular en el seno de un conjunto, del que se hace un análi­
ocurre, bien un territorio ­un Estado, una región, un municipio­ o lo que sis sistemático, antes que cronológico o territorial. Las historias cronoló­
hemos llamado un espacio socio­ histórico cuando la historia no tiene gicas y territoriales no son sino limitaciones de la historia general busca­
una determinación territorial, sino que tiene carácter institucional ­inqui­ das por el investigador, impuestas a veces por las posibilidades mismas
sición, masonería, beneficencia, por ejemplo­ o es historia intelectual, de la investigación. Existe, en definitiva, una investigación «monográfi­
etc. ca» y existe una necesaria construcción de «historias generales» que
Estas dos delimitaciones, la cronológica y la espacial, se hallan presen­ constituyen la presentación más completa del estado de la ciencia histo­
tes en todas las historias de una u otra manera; pero hay unas historias riográfica en un momento dado.
que tienen como referente las sociedades globales, es decir, realidades La investigación monográfica tiene, a su vez, dos orientaciones básicas
analizadas como globalidad4, como sistema5, y otras que lo tienen en fe­ distintas. O es una historia «temática» que corresponde también a las
nómenos particulares, que forman parte, como subsistemas, de otra rea­ habituales especializaciones historiográficas de acuerdo con las espe­
lidad superior, realidad esta que es tenida como marco de referencia en cializaciones de las ciencias sociales en el estudio de la sociedades: las
el proceso metodológico. historias política, económica, social, cultural, etc., y todas sus múltiples
Las determinaciones de la materia histórica en el espacio, el tiempo y el subespecializaciones posibles, o es una historia «territorial» que repre­
nivel de globalidad se conjugan, a su vez, con tres posibles maneras de senta el intento de globalización del proceso histórico sobre un determi­
acercamiento metódico que atenderán de forma especial a cada una de nado territorio, que en el caso de la orientación monográfica ha de ver­
tales determinaciones. Las historias territoriales son aquellas que adop­ sar sobre un campo territorial razonablemente abarcable por el investi­
tan un enfoque determinado por el espacio de desarrollo de un fenóme­ gador.
nos socio­histórico; las historias cronológicas son las determinadas por
el lapso cronológico; las historias sistemáticas analizan fenómenos parti­ Indudablemente, como está a la vista, los tipos de fenómenos, situacio­
culares atendiendo a la naturaleza misma del fenómeno, en función del nes y episodios históricos susceptibles de convertirse en objeto de in­
cual habrá de establecerse su marco cronológico y espacial. vestigación son innumerables. De hecho, infinitos. Pero, como toda dis­
ciplina establecida, la historiografía presenta en cada momento de su
desarrollo unas concretas «costumbres» para hacer las taxonomías de
4
los «terrenos» de la investigación. Las prácticas historiográficas estable­
No parece preciso insistir en que la globalidad es una categoría relativa. Casi cualquier
entidad puede ser tenida como un todo o considerada como parte de otra que la
cidas identifican los problemas a investigar de acuerdo con una división
engloba. El alcance de la globalidad es una decisión epistémica y metodológica, bajo convencional de los campos. El propio estado de desarrollo de una dis­
ciegas condiciones, del investigador. ciplina marca muchas veces las posibilidades de surgimiento de cam­
5
Como «sistema emergente», o con propiedades emergentes, si prestamos atención a
las sugerencias de M. Bunge, Mente, pp. 130 y ss.
pos, temas, método e investigaciones nuevas. El «paradigma científico»
en el que se desenvuelve la interpretación de la realidad también. De produce es parte de la cultura de una época y forma parte, pues, de la
ahí la decisiva importancia de corrientes e investigaciones que significan historia de esa época.
«rupturas». Lo dicho podría esquematizarse en un cuadro como este:
Las operaciones lógicas de la investigación histórica

No hay posibilidad de una buena investigación sin una definición clara,


en todas las dimensiones a las que nos hemos referido antes, de los
problemas investigados. Hay grandes temas históricos cuya investiga­
ción ha de ser abordada a través de intentos parciales, por la magnitud
del asunto, su importancia, la dispersión de las fuentes u otras múltiples
razones posibles. Así ha ocurrido, por ejemplo, con la desamortización
en España, la disolución del Imperio romano en los diversos territorios,
la expansión del feudalismo, por poner ejemplos dispares. Y esta nece­
sidad afecta igualmente a los temas amplios de investigación y a los
muy monografizados. Ahora bien, es absolutamente cierto que esa co­
rrecta definición no puede estar ya dada siempre en el inicio de la inves­
tigación. A veces se parte de meros indicios, de «huellas», de sospe­
chas. Pero definir con precisión, cuanto antes, en un momento dado del
trabajo, la entidad real y los límites de lo que se quiere investigar es un
paso inevitable e inexcusable de todo proceso metodológico.

CUADRO 7 La construcción de las primeras hipótesis


Los campos de investigación de lo histórico No hay exploración posible de la realidad si no es aquella que está «diri­
gida» por unas ciertas presunciones explicativas. Tales presunciones
En este panorama general de temas, espacios y estado científico de las encajan, a su vez, en un doble marco de diverso valor. De la forma más
cuestiones, de historias generales e historias sectoriales, en el marco de condicionante, es evidente que no hay desarrollo metodológico sino
los conocimientos y las fuentes disponibles en un momento dado, en co­ dentro de un aparato explicativo de suficiente valor teórico. Rara vez
nexión con intereses sociales que son muchas veces extra­historiográfi­ una investigación empieza en la teoría. Lo normal es o bien que haya
cos, la atención de los historiadores se dirige hacia determinados «pro­ que completar un determinado tipo de conocimientos ­piénsese, por
blemas», a los que no son ajenos tampoco las modas, las convenciones ejemplo, que este es el origen de muchas investigaciones territoriales
de escuela o los intereses académicos. Los «problemas» históricos, co­ (regionales, locales) de temas históricos de mayor alcance, como la
mo cualesquiera otros problemas de conocimiento, surgen siempre de­ guerra civil española­ o bien que aparezcan nuevas documentaciones
terminados por el marco histórico­social en el que los científicos viven. sobre algún asunto conocido, o que los propios asuntos conocidos
Los problemas históricos que se detectan hablan tanto del estado de la muestren su concomitancia con nuevos posibles campos de investiga­
disciplina como de la sociedad que los detecta. La historiografía que se ción. En más de un caso, son los mismos problemas del presente los
que incitan a una investigación histórica. Ello es notorio en el caso de mos percibir tal «anomalía». Esto quiere decir, en definitiva, que la in­
las investigaciones de los años sesenta sobre la Revolución industrial, vestigación histórica tiene que ir encajando «hechos» dentro de ideas
de las investigaciones sobre historia ecológica o sobre historia de las re­ preconcebidas en intentos sucesivos de explicar una situación desde el
laciones de género. análisis del comportamiento de sus ingredientes y del origen de ellos,
En todo caso, sin una teoría orientadora es posible investigar la historia, por no decir desde sus «causas». Pero llega un momento en que los
pero difícilmente se la podrá explicar. No es esta hoy la orientación de nuevos hechos no pueden explicarse desde las ideas establecidas. En­
muchas investigaciones sociales. En el pensamiento postmodernista tonces se producen «revoluciones científicas».
hay una tendencia a suponer que la «gran descripción», la descripción El investigador histórico, aunque sea de forma implícita y aun incons­
«densa», como la ha llamado C. Geertz, explica las cosas6. Pero, nece­ ciente, busca sus hechos del pasado sirviendo al intento de explicar por­
sariamente, todo proceso metodológico, ya lo hemos advertido antes, se qués. Es posible que una investigación histórica se detenga en la mera
da en el seno de un marco teórico, de unas concepciones globales so­ «descripción». Es decir, aporte los sucesos que dan a conocer las fuen­
bre lo social­histórico. Sólo en esos marcos, aunque sea implícitamente, tes en una situación histórica que el historiador encuentra ya definida.
es posible formular preguntas, conjeturas, hipótesis en definitiva. Pero la descripción es sólo una parte de la real investigación histórica.
A un nivel de generalidad más bajo, las precondiciones explicativas se Construir hipótesis es una tarea que va ligada siempre a la formulación
enmarcan dentro de costumbres de escuela, de costumbres científicas de las preguntas y que se hace necesaria desde que se reúnen los pri­
acrisoladas. Las hipótesis aparecen dentro de un horizonte que el esta­ meros hechos pertinentes en el fenómeno que se investiga. No es dudo­
do de la ciencia en cada momento presenta como plausibles. En cual­ so que muchas investigaciones históricas empiezan en el intento de «re­
quier caso, toda investigación, como han dicho los más reputados meto­ llenar» un espacio cronológico determinado con los sucesos que lo ca­
dólogos, parte de preguntas. Las preguntas dirigen la investigación y las racterizan. Muchas investigaciones han empezado ahí y, en ocasiones,
posibles respuestas, aún poco elaboradas, asaltan al investigador a ca­ no han superado esa fase.
da paso de su investigación. Es decir, un fenómeno es identificado des­ Pero sin la construcción de hipótesis no es posible dar cuenta al final de
de el momento en que puede aislársele de otros, al menos mentalmen­ una investigación de las razones por las que una situación histórica es
te, que pueden delimitarse sus contornos y que puede esbozarse una como es. El ideal de la ciencia es que una hipótesis no sea más que un
explicación de él. instrumento que nos permite ir coleccionando datos, que orienta la bús­
Ya se trate de cosas tan dispares como la aparición de movimientos po­ queda de nuevas evidencias empíricas, que ilumina la lectura de los do­
líticos, la introducción de una nueva forma o una nueva sustancia ali­ cumentos o determina las preguntas a hacer a las fuentes ­sean éstas
menticia, la observación de que los testamentos de una determinada las que sean­. Una hipótesis es algo que, por definición, sirve para ser
época y lugar nos muestran últimas voluntades muy semejantes, o de enfrentada a los datos y que debe ser sistemáticamente puesta a prue­
que la actividad económica obedece a ciclos ­y estamos poniendo ejem­ ba. Lo que ocurre es que en la ciencia los investigadores se aferran mu­
plos temáticos de trabajos historiográficos reales­, un fenómeno nuevo chas veces a las hipótesis propuestas aunque los datos tiendan a negar­
es, como lo es el acontecimiento, una anomalía en lo que existe y tal las. Para salvar sus hipótesis los investigadores acuden entonces a
anomalía sólo es identificable desde el conocimiento suficiente de lo que construir otras hipótesis ad hoc, para apuntalar las primeras e ir resol­
existe, dentro de unas ideas previas, en contraste con las cuales pode­ viendo las contradicciones que surgen sin tener que desecharlas. Ese
6
es un camino equivocado de la ciencia, detrás del cual se ven ordinaria­
C. Geertz, La interpretación de las culturas. Cf. también G. E. Marcus y M. Fisher,
Anthropology, cap. 2.
mente, sobre todo en las ciencias sociales, las resistencias ideológicas.
Rara vez una primera hipótesis explicativa de un problema, fenómeno o
grupo de fenómenos, en cualquier ciencia y también en la historiografía, 1) Las fuentes son siempre mediatas.
pervive a lo largo de una investigación. Las hipótesis primeras suelen 2) Se suele decir que nos encontramos «con comportamientos singula­
ser erróneas en todo o en parte. Investigar es justamente ir destruyendo res de sistemas singulares».
esas hipótesis primeras y, si es preciso, cambiar toda la orientación de 3) Nos encontramos ante realidades de extrema complejidad, tanto por
la búsqueda de nuevas realidades y verdades. Existen procesos históri­ el número de los datos como por el carácter de sus relaciones.
cos para los que nunca hemos tenido explicaciones satisfactorias pero Pero en la medida en que, según mantenemos aquí, la historiografía es
sí muchas hipótesis de trabajo. Las causas de la decadencia de Roma, el estudio de los comportamientos en el tiempo de fenómenos sociales,
de la desaparición de la cultura maya, de la potencia del nazismo en los se basa igualmente en la observación. En el terreno historiográfico, es­
países germánicos, del anarquismo español, del fracaso de los supues­ tas realidades llenan de sentido aquellas palabras de Marc Bloch acerca
tos regímenes socialistas en el siglo XX... de que «los documentos no hablan sino cuando se sabe interrogarlos»7.
¿Cómo es posible observar el pasado? La respuesta es que la construc­
De la observación a la explicación de la historia ción de los datos históricos se hace sobre «huellas» o «testimonios» y
La persistencia en la identificación entre «investigación histórica» y «re­ ellos son los observables. Pero ¿qué es y cómo se practica la observa­
lato historiográfico», o, mejor, de la identificación del «producto» de la ción en la historia? El problema central es en la historiografía el mismo
historiografía con el relato, ha sido, y lo es aún, uno de los obstáculos que en las ciencias en su conjunto, pero la tradición historiográfica nun­
más importantes para establecer en el seno de la disciplina un corpus ca ha sido unánime en la consideración de la historiografía como una
metodológico mejor articulado. Como hemos dicho al hablar de la expli­ ciencia de observación. Naturalmente, la historiografía no puede «obser­
cación histórica, el discurso de la historia contiene relatos, pero no se var el pasado». Ni ciencia alguna puede hacerlo. Existen fenómenos
compone exclusivamente de ellos. que pueden ser observados con los sentidos porque se producen ante
nuestra vista. E, incluso, bien se producen repetidamente o bien pueden
La observación histórica. En realidad, el asunto debemos enfocarlo co­ ser repetidos experimentalmente. La historiografía no puede observar el
mo una vertiente del problema de la observación. La observación es, en pasado humano; ni la cosmología el pasado del universo, ni la geología
principio, una actitud de conocimiento común, es la fuente de toda expe­ el de la tierra, ni la psicología los estados mentales o mentes sucesivas
riencia y de ella surge todo conocimiento fundamentado. El conocimien­ que un hombre atraviesa. Pero las ciencias estudian fenómenos que es­
to científico se apoya sobre la observación sistemática, masiva, ordena­ tán a la vista o que no lo están. Algunas estudian ambos tipos y la histo­
da y dirigida y lo más diversificada posible. Las hipótesis y la observa­ riografía está incluida entre ellas. La historiografía no es el estudio del
ción de la realidad constituyen una armazón dialéctica no fragmentable. pasado, sino el estudio del comportamiento social temporal y parte de
No puede existir la una sin la otra. ese comportamiento está a la vista...
Podemos señalar aquí que en más de una ocasión se ha discutido si la No obstante, la cuestión esencial no es esa, sino la de que las ciencias
historiografía podría ser tenida por un tipo de estudio basado en la ob­ que no estudian, o no estudian siempre, fenómenos a la vista tienen que
servación. «Observación histórica» es, desde luego, una expresión bas­ conocer la realidad a través de huellas, testimonios, reliquias. En el sen­
tante usada por los preceptistas clásicos para defenderla o refutarla. La tido metodológico más directo, testimonios, huellas y reliquias pueden y
discusión llega hasta Marc Bloch. El problema es aún más singular por
algunas connotaciones específicas que tiene el estudio del pasado: 7
M. Bloch, Introducción, p. 54.
tienen que ser observados. Entonces se introduce el concepto de docu­ de preparar encuestas de opinión, ni puede «fabricar» documentación,
mento y entramos en el mundo genérico de las fuentes de información. fuera de los procedimientos de la historia oral. El descubrimiento de las
En el caso de la historiografía esas fuentes de la observación son las lla­ fuentes es, por tanto, el primer trabajo de observación. Pero las fuentes
madas tópicamente fuentes de la historia. no pueden descubrirse sino desde las hipótesis previas. Las monografí­
Desde nuestras posiciones de hoy la consideración de la historiografía as históricas investigan problemas, asuntos, parcelas de la realidad y
como ciencia de observación no parece dudosa. Los testimonios históri­ deben buscarse las fuentes que puedan dar noticias acerca de pregun­
cos son «observables», son recopilables, acumulables y tratables siste­ tas concretas sobre instituciones, pensamientos, cambios sociales, etc.
máticamente desde una definición previa y estricta de una tipología de Una fuente histórica es fuente «para» alguna historia; pero una misma
los «hechos» que estamos buscando. La pregunta sobre la «observabili­ fuente, indudablemente, puede contener informaciones para varios pro­
dad» de los testimonios no se refiere a las fuentes en sí mismas, sino a blemas o puede interpretársela de diversas formas.
las informaciones concretas que buscamos en ellas. Desde un diseño La confrontación de las hipótesis con los hechos, y viceversa, conducirá
preciso de una investigación histórica, la materia que se investiga es, la investigación hacia la acumulación de un conjunto importante de «da­
desde luego, observable; no se trata meramente de reconstrucción es­ tos» sobre alguna realidad que cada vez aparecerá mejor definida y deli­
peculativa. mitada. Ese universo de los datos podrá haber sido mejorado, optimiza­
La observación de la historia es la observación de las fuentes. Pero el do, con la aplicación de diversas técnicas de trabajo, cualitativas o cuan­
conocimiento de la historia no se reduce exclusivamente a la explotación titativas. Pero una cuestión de importancia, no obstante, que el investi­
de las fuentes, sino que se apoya también en conocimiento «no basado gador no puede nunca perder de vista es un axioma sutil acerca de la
en fuentes», como ha dicho Topolsky8, lo que es una manera simple de relación entre información y explicación de un fenómeno o de un proce­
decir que las fuentes no funcionan sin un aparato teórico­crítico. Es más, so: ¿el aumento lineal de la información sobre un determinado tema se
no es factible ni siquiera el concepto de fuente sin la idea correlativa de transmite linealmente también a una mejor inteligencia de él?; ¿la expli­
«fuente para...». La conceptuación de las fuentes de la historia ha cam­ cación de una realidad es estrictamente proporcional a la información
biado hoy drásticamente, lo mismo que su tratamiento, como veremos acumulada sobre ella?
más adelante en este mismo capítulo. El problema metodológico de la La relación que buscamos es bastante compleja y para establecerla es
observación histórica a través de las fuentes es, en definitiva, si la ob­ preciso determinar primero la cualidad de la información recibida. Pero
servación empírica es un proceso que tiene que estar dirigido estricta­ puede establecerse, en principio, que hasta un determinado nivel de co­
mente desde instancias metodológicas que van más allá de lo empírico, nocimiento la aportación de «datos» contribuye linealmente al incremen­
desde las teorías, las hipótesis, las conjeturas, o si vale un ingenuo in­ to del conocimiento del asunto pero a partir de un umbral, que en cada
ductivismo que cree que lo primero es la recolección de los hechos. sistema tiene un momento diferente de aparición, cuando se trata de
Hay, no obstante, una característica que distingue a las ciencias que tra­ continuar con la aportación de hechos redundantes, tal información ya
bajan sobre testimonios de las que lo hacen sobre fenómenos presen­ no enriquece el conocimiento si el curso de la investigación no pasa a
tes. Y es que aquéllas no pueden producir sus fuentes. El historiador, una fase cualitativamente distinta, la de la organización sistemática de
salvo en lo que se refiere a la historia del presente, no puede construir tales datos con arreglo a criterios que no son ya exclusivamente empíri­
sus fuentes, tiene que valerse de las que existen. El historiador no pue­ cos y la de aplicación de conocimientos formales y de contrastaciones
de evidencias ya adquiridas. El investigador de la historia, de la socie­
8
J. Topolsky, op. cit., p. 309.
dad en general, tiene que tener en cuenta que una inmensa acumula­ debe tener esas tres cosas: relato, argumentación y generalizaciones,
ción de datos tiene un umbral a partir del cual ya no es productiva. pero el historiador puede y debe disponerlas a su arbitrio, de la forma en
El método de explicación. La desembocadura lógica del progreso de una que las conclusiones, el producto investigado, pueda ser mejor interco­
investigación es, ya lo hemos dicho, la construcción de una explicación. municado. El sistema clásico de relato de «hechos», seguido de juicio
A la explicación histórica le hemos dedicado ya un espacio notable en sobre ellos y culminado en unas conclusiones, puede ser tenido hoy por
esta obra y no es preciso insistir de nuevo sobre su conceptuación y una simplificación factual impropia e insatisfactoria, pero indica un orden
problemas9. Recalquemos únicamente que si la historiografía no puede natural.
resumirse en el relato histórico y si la explicación de la historia, como El camino inverso es igualmente plausible. La historia puede explicarse
mantenemos, debe situarse en la tipología de las explicaciones agen­ «al revés», en el sentido contrario al desarrollo del tiempo, y también
cial­estructurales, lo que cabe proponer es que la forma de expresión una historia puede empezar exponiendo las más perfiladas generaliza­
del discurso histórico tiene que coincidir, en mayor o menor medida, con ciones y racionalizaciones que el historiador puede construir, para llegar
lo que podemos llamar la proposición argumentativa. O, de otra manera, finalmente a la descripción de los elementos más pormenorizados de la
que el discurso será un conjunto de proposiciones donde se argumente, situación histórica considerada.
con las evidencias disponibles, con la construcción de modelos explica­ Dicho de forma sintética: una explicación sistemática de la historia obli­
tivos, si hay lugar a ello, la necesidad de que las cosas ocurriesen como ga a adoptar un sistema expositivo basado en proposiciones argumenta­
han ocurrido y la posibilidad de que una determinada realidad presente tivas, pero éste no puede prescindir de todos los elementos descriptivos
rasgos extrapolables hacia proposiciones de mayor grado de generali­ que sean precisos y ello hace que desde el punto de vista estrictamente
dad ­elaboradas por procedimientos comparativos, si es posible. metodológico sea preciso articular como «producto final» del historiador,
La explicación histórica es, como cualquier otra, más un proceso, una un texto, un discurso escrito que tropieza con evidentes dificultades para
cadena de argumentaciones ordenadas, que una única proposición aca­ expresar ese «sistemismo argumentativo». El producto final de la histo­
bada. Pero tiene que contar con esta última una cualidad: una explica­ riografía tiene como vehículo prácticamente exclusivo, aunque en algu­
ción tiene que mostrar el proceso metodológico que la ha producido. La na de sus partes con otras posibilidades, el lenguaje verbal. La historio­
explicación misma, o el esbozo de ella, no es, pues, una simple proposi­ grafía, como la mayor parte de las producciones de las ciencias socia­
ción final sino un proceso que muestra sus fases. No basta con decir lo les, se expresa en textos, no en ecuaciones, ni en diagramas, ni en soft­
que sabemos sino que es preciso decir cómo lo sabemos. ware o en metalenguajes. De la naturaleza del discurso historiográfico
Esta cadena que compone la explicación adopta generalmente la forma hemos hablado ya también. En el terreno absolutamente más pragmáti­
de exposición que sigue el camino co del proceso metodológico la cuestión ahora es cómo se compone un
libro de historia.
relatoargumentosgeneralizaciones explicaciones
La exposición. Una exposición de determinado devenir histórico a través
y que pueden orientar la construcción de un texto. Desde luego, preten­ de los recursos habituales del lenguaje verbal tiene que mantener un al­
der que es posible el paso a generalizaciones del tipo de una «ley» es to grado de relación con el discurso en forma de relato, asunto al que ya
hoy día una presunción injustificada, como sabemos. Un libro de historia nos hemos referido. Pero la articulación de un relato, por más que otra
cosa se pretenda, no explica la historia, no la racionaliza. Un relato pre­
9
Cf. nuestro capítulo 6. senta el cómo de las cosas, pero no explícita los porqués. Relato de la
diacronía histórica, sí, pero si lo que se tiene como objetivo es la expli­ separados en la realidad, sino que tienen mucho de abstracciones meto­
cación de los «estados sociales» es preciso proponer una visión de las dológicas que para entender la realidad aplicamos a su estudio. Todas
estructuras ocultas de las situaciones históricas y argumentar sobre su las instancias o niveles o sectores de la vida social están estrechamente
origen, su alcance y su evolución hasta la creación de nuevos estados correlacionados, codeterminados. Recursos materiales, grupos sociales,
distinguibles de los anteriores. Lo que esto significa en el plano episte­ hegemonías políticas o ideológicas, simbolismos culturales, creación
mológico lo hemos comentado. La cuestión metodológica alude a la for­ científica son, en una determinada coyuntura social e histórica, elemen­
ma en que el historiador puede presentar relatos y argumentaciones tos, de hecho, inextricables. ¿Por dónde, pues, empezar la descripción
perfectamente articulados en un discurso textual. En definitiva, en una histórica del comportamiento de un determinado conjunto humano en
obra o libro o en otro soporte material donde la comunicación, desde busca de la exposición de una historia general de él?
luego, se haga en lenguaje natural. Este problema es especialmente acusado en las historias generales, pe­
El hecho de que una situación histórica se presente mostrando ciertas ro a otro nivel es detectable en cualquier tipo de historia sistemática. Un
realidades «sistémicas», irreductibles a otras más sencillas, que son libro de historia tiene diversas partes y en él de alguna manera han de
continuamente perturbadas y que, por tanto, cambian, en forma de siste­ integrarse relatos, argumentaciones y proposiciones generalizadoras.
mas que atraviesan estados sucesivos, es la razón de la dificultad princi­ Existen buenas ejemplificaciones de las dificultades que se presentan
pal, pero también es la clave, para la exposición de la historia. El len­ para una articulación suficiente de la exposición de lo histórico y de có­
guaje natural, hablado o escrito, puede describir un sistema social y su mo se resuelven permitiéndonos ver los sistemas desde todos los ángu­
comportamiento a través de muy diversos caminos. Puede aludir prime­ los de su inteligibilidad. Existen variadas obras de diverso talante y reso­
ro a los elementos, después a las relaciones simples, los subsistemas y, lución que ejemplifican modelos singulares de exposición de la difícil ar­
por último, a la entidad global del sistema considerado. Pero puede tam­ ticulación de la historia. El célebre estudio de Braudel sobre el Medite­
bién seguir la vía inversa: exponer el modelo, bien verbal, bien formali­ rráneo en la época de Felipe II es un modelo paradigmático. Pero esa
zado en mayor o menor escala, con el auxilio de otros lenguajes no na­ maestría se puede ver también en Mommsen tratando de la historia de
turales ­matemático, gráfico­, bien por una utilización conjunta de todos Roma, en Witold Kula y el feudalismo polaco, en I. Wallerstein y el mo­
ellos, para pasar después a la descripción y argumentación relativas a derno sistema mundial, en C. Ginzburg y el mundo simbólico de un moli­
subsistemas, relaciones y elementos. Uno y otro camino son válidos. La nero del siglo XVI...10
dificultad estriba en cómo conjugar sincronía y diacronía, mientras que, El relato histórico simple puede ser asimilado a lo que la descripción de
de otra parte, las necesidades del discurso argumentativo obligan a se­ los fenómenos, su caracterización, su taxonomización, representa en
parar dos grandes campos: el libro de historia general y la monografía cualquier método de la ciencia social e, incluso, de la natural. El nivel de
temática, a los que nos hemos referido. la descripción es lógicamente anterior al de la explicación, pero la metá­
El problema es cómo representar en un texto, en un discurso que es por fora existe siempre en todo discurso científico. Un libro de historia tiene
definición secuencial, los niveles de actividad enlazados sistémicamente que describir ­relatar­ y tiene que explicar ­argumentar­. Un libro de his­
y, en ese sentido, sincrónicos, que articulan la mecánica social y que ac­ toria es, en último extremo, un discurso sometido a la lógica de la comu­
túan de forma absolutamente interrelacionada, circular, que están code­ nicación, discurso que es descriptivo y argumentativo. La «argumenta­
terminados: economía, dinámica de población, grupos sociales, ejercicio ción» es lo que diferencia tal discurso del relato.
del poder y la dominación, creación ideológica, ecología, equipamiento
material y producción intelectual, no son meros estratos descriptibles y 10
Todas ellas obras lejanas del relato secuencial.
Un libro de historia describe un sistema, decimos. La descripción y expli­ festación del «relativismo cognitivo», que se expresaría en que «es muy
cación de un sistema ha de basarse en la presentación del elemento 0 habitual en historia, aunque no exclusivo de esta disciplina, encontrar
la relación significativa, la variable, la relación entre variables o la rela­ versiones radicalmente diferentes de un mismo acontecimiento»11. Esta
ción entre los subsistemas, que permita explicar mejor cómo se crea, re­ aseveración está aquejada en cierta forma de lo que podríamos llamar
laciona, mantiene y destruye tal sistema. La clave está en el descubri­ el «síndrome Schaff»12. Para responder adecuadamente convendría par­
miento de la variable o la relación básica, determinante. La descripción tir de un hecho bien establecido en la metodología de la ciencia: un mis­
de una historia puede empezar por cualquier sitio y emplear en ella la mo conjunto de datos puede satisfacer distintas explicaciones. Es el pro­
metáfora. La argumentación debe estar, sin embargo, sujeta a una lógi­ blema permanente de cómo compaginar estrechamente la explicación
ca estricta. Un libro de historia puede escribirse de cualquier manera. con los hechos. Eso no ocurre sólo, en modo alguno, con la explicación
Puede empezar por la política o terminar en ella. Lo que no puede hacer de la historia. Un conjunto de fenómenos puede ser explicado de diver­
es describir sin argumentar o argumentar sin describir. sas maneras, sin que podamos decir de ninguna de las explicaciones
La historia que se escribe tiene que captar lo histórico. Decir esto no es que es falsa. Pero, sin duda, existen explicaciones mejores que otras.
una obviedad, porque el mero relato basado en fuentes no expresa por Que de una misma situación histórica haya interpretaciones diversas es
sí mismo lo histórico. Desde la historia general a la microhistoria, desde lo mismo que ocurre en otras diversas investigaciones, y no digamos en
la historia total a la biografía individual, lo que define la historicidad pro­ la social, en general. No hay ningún gran proceso ­no acontecimien­
pia de una situación es alguna variable especialmente significativa. En to­histórico que no sea objeto de controversia en su «interpretación».
torno a ella tiene el historiador que construir su «producto»; las demás Es erróneo pensar que la disparidad de explicaciones de la realidad de
cosas son materiales para el edificio. Son imprescindibles para la edifi­ su propio campo, que se presenta siempre dentro de las disciplinas, es
cación, pero no la sostienen. un signo de su debilidad. Conviene señalar que la disparidad, el contras­
te, el debate, la agresividad, incluso, entabladas entre explicaciones dis­
Historia abierta: las explicaciones en contraste. ¿Cómo pueden ser con­ tintas de la realidad, no sólo es común y normal en todo tipo de ciencias,
trastadas las explicaciones históricas? Entre quienes no conocen sufi­ incluidas, por supuesto, las naturales, sino que constituyen un presu­
cientemente la forma de operar de la ciencia produce muchas veces es­ puesto inevitable para el propio progreso de ellas. La confrontación de
cándalo la situación frecuente de discordancia palpable entre las «expli­ explicaciones es esencial en el desarrollo científico.
caciones», las « interpretaciones», los juicios en general que investiga­ En las ciencias sociales la cuestión tiene vertientes muy peculiares a las
dores diversos pueden dar de hechos que lógicamente no pueden tener que ya nos hemos referido hablando de las dificultades específicas que
más que una realidad unívoca. La razón por la cual Fernando VII, rey de tiene la explicación de las realidades sociales, cuyos cuadros completos
España, en septiembre de 1832, contradice sus disposiciones anteriores de componentes nos son mal conocidos hasta el día de hoy. Todos ad­
sobre la sucesión de su hija Isabel, para declarar heredero del trono a mitimos que un fenómeno social es más difícil de someter a, o encua­
su hermano Carlos, sea una razón sencilla o compleja, no puede ser
11
más que una. Pero de este, y de otros muchísimos episodios históricos, M. Carretero y M. Limón, «Aportaciones de la psicología cognitiva y de la instrucción a
la enseñanza de la historia y las ciencias sociales», Aprendizaje, 62/63 (1993), pp.
mínimos o complejos, los testigos y los historiadores han dado explica­ 162-163.
ciones muy distintas. ¿Qué significa esto? 12
Ya hemos comentado antes el espacio dedicado por A. Schaff, Historia y verdad, pp.
Algunos poco documentados en la manera de funcionar la explicación 9-72, a analizar cómo los historiadores nunca se han puesto de acuerdo sobre las
causas de la Revolución francesa. Pero al menos Schaff entra en el problema de las
en la ciencia han hablado de un específico «relativismo histórico», mani­ causas...
drar bajo, una explicación completa y suficiente que pueda ser perfecta­ ra penetrar en la realidad de lo histórico. Esto quiere decir que será pre­
mente contrastable que la generalidad de los fenómenos naturales. En ciso hablar primero de las fuentes de la historia y después de las cate­
la escala de lo natural a lo social el aumento de la complejidad es un he­ gorías que emplea el historiador, sin que haya alguna prescripción sobre
cho establecido. qué cosa ha de preceder a la otra. En último lugar, es imprescindible,
En la historiografía es normal que se presenten diversas «interpretacio­ además, que dispongamos de unas técnicas que permitan obtener infor­
nes» para fenómenos o conjuntos de fenómenos. ¿Cómo elegir la acer­ mación en las mejores condiciones y nos permitan el análisis más fiable.
tada? La metodología de la ciencia tiene respuesta para esto. La mejor La tradicional consideración de las «fuentes de la historia» como las re­
interpretación es aquella que explica más cosas, que tiene en cuenta feridas casi en exclusiva a la documentación original de archivo, debe
más elementos y que, por el contrario, tiene la arquitectura más sencilla, ser inexcusablemente sustituida hoy por su concepción y tratamiento
más simple. Una interpretación que tenga en cuenta un gran número de mucho más amplio, aunque como parcela específica, dentro del campo
elementos puede convertirse en una explicación satisfactoria. E igual­ de la documentación. La tradicional «fuente de archivo» que ha sido la
mente lo será más aquella que esté apoyada por mayor evidencia empí­ pieza esencial de la documentación histórica en la tradición positivista, y
rica. ¿Cuáles son las causas de la caída del Imperio romano? Existen que vino a reemplazar a la historia que se componía siempre sobre rela­
desde antiguo diversas maneras de ver el fenómeno. Unas intentan en­ tos históricos anteriores, es hoy un tipo más, y no necesariamente el
contrar causas simples y potentes: la demografía, el agotamiento de los más importante, entre los medios de información histórica.
suelos. Otras, causas más distendidas y «visibles»: la irrupción de pue­ Justamente una de las características más acusadas del moderno pro­
blos extraños, etc. Esas conjeturas deberían ser apoyadas por una evi­ greso de la utilización de la documentación histórica es la concepción
dencia empírica, por datos, de una enorme abundancia. Ninguna de cada vez más extendida de que «fuente para la historia» puede ser, y de
esas explicaciones básicas puede ser desechada. Probablemente la hecho es, cualquier tipo de documento existente, cualquier realidad que
mejor de ellas es la que, sin excluir a las demás, establece con claridad pueda aportar testimonio, huella o reliquia, cualquiera que sea su len­
el papel jerárquico de las evidencias en el hecho que se pretende expli­ guaje. En este sentido no es pequeña la aportación que hicieron las ide­
car. as de los primeros representantes de la escuela de los Annales, de uno
de los cuales, Lucien Febvre, son estos clarificadores párrafos: «Hay
2. UNA TEORÍA DE LA DOCUMENTACIÓN HISTÓRICA que utilizar los textos, sin duda. Pero todos los textos. Y no solamente
los documentos de archivo en favor de los cuales se ha creado un privi­
Hemos intentado describir muy sintéticamente un modelo de procedi­ legio... También un poema, un cuadro, un drama son para nosotros do­
miento de investigación que el historiador emplea. No es ocioso insistir cumentos, testimonios... Está claro que hay que utilizar los textos, pero
de nuevo en que toda pauta metodológica ha de ser muy abierta en sus no exclusivamente los textos…»13.
prescripciones. Aunque, lo hemos dicho también repetidamente, ningún
método garantiza la verdad; la ausencia de él hace a ésta imposible. La «información historiográfica»: las fuentes
El conocimiento histórico como cualquier otro se construye con informa­
ción y conceptos, con observación y con pensamiento formal, estando
ambas cosas ligadas dialécticamente. En consecuencia, son dos los ex­ 13
L. Febvre, Combates, pp. 29-30. Se trata de un artículo de gran interés, «De 1892 a
tremos que quedan aquí todavía por tratar: la adquisición de información 1953. Examen de conciencia de un historiador». El texto es, en alguno de sus pasajes,
un verdadero manifiesto contra la exclusividad y el fetichismo del archivo. (Las cursivas
histórica y los instrumentos operativos conceptuales más apropiados pa­ son de Febvre.)
El término de información historiográfica parece el idóneo para expresar variedad de ellas que es posible utilizar. La información histórica es algo
adecuadamente la problemática actual de las fuentes históricas. La ex­ más que la mera «lectura» de las fuentes y la transcripción de las noti­
presión debe ser distinguida de la de «información histórica». Esta últi­ cias que facilitan. La información es un elemento permanente del méto­
ma puede entenderse en su acepción de conocimiento y difusión de la do. La tradicional «crítica de las fuentes» ha de verse a la luz de la idea
historia escrita, elaborada, del producto de la historiografía, que llega al de «depuración de la información».
público en forma de libros, textos diversos, colecciones gráficas u otras
obras o soportes ­vídeo, cine­. La expresión «información historiográfi­ El concepto de «fuente»
ca» puede recoger con menos dificultad y con menos posibilidad de
equívocos la idea de las informaciones «primarias», los testimonios, los Marc Bloch dedicó todo un capítulo de su clásica Apologie pour l'histoire
materiales de observación a partir de los cuales el historiador establece a la cuestión de la «observación histórica» y a mostrar que la pretensión
la síntesis histórica. de que el presente es aquella fase temporal que tiene el privilegio único
Podemos adelantar desde ahora que el trabajo de la investigación histó­ de poder ser observado directamente no es del todo verdad. La coinci­
rica, desde el punto de vista de sus fuentes, tiene dos momentos: a) la dencia con el pasado en este punto estriba en que lo que entendemos
definición del asunto a investigar; b) la búsqueda de las fuentes de infor­ como «presente» tampoco es de manera absoluta observable directa­
mación. Es decir, es el problema el que condiciona las fuentes y no al mente. Recíprocamente, la observación del pasado, además, no se dis­
contrario, al menos en un correcto entendimiento de lo que es el progre­ tingue siempre de la del presente. Toda la vieja tesis de Seignobos acer­
so de los conocimientos. La expresión información historiográfica reco­ ca de la imposibilidad de una «observación» de la historia, sobre la que
gería bien, por tanto, la idea de fuente de la historia. La información so­ se basaría la absoluta singularidad del conocimiento histórico, tiene, por
bre, y la documentación de, un problema es un paso subsiguiente, no el tanto, escasa base14.
primero, en todo inicio de un proyecto de investigación. Sobre qué información, o qué evidencia, se basa el conocimiento históri­
Probablemente en ningún otro terreno ha sido tan patente el avance de co, sobre qué materiales construye el historiador sus datos, es una
la historiografía en la segunda mitad de nuestro siglo como en las nue­ cuestión cuya importancia no necesita ser ponderada. En consecuencia,
vas ideas sobre las fuentes de la historia. En ningún otro terreno ha que­ es un asunto que requiere un tratamiento específico. La idea de fuente
dado más obsoleta la vieja preceptiva de tradición positivista que, sin adquiere su importancia fundamental si se repara en que todo conoci­
embargo, en algunos de sus tópicos y orientaciones ha llegado a nues­ miento tiene siempre algo de exploración de «huellas». En historiografía,
tros mismos días. La extensión del concepto de fuente, la caracteriza­ ciertamente, esto tiene una especial relevancia, pero no está desprovis­
ción de los objetivos, la necesidad y las técnicas de la «crítica de fuen­ to de sentido en ningún otro tipo de conocimiento. Fuente histórica sería,
tes», la conceptuación de las «disciplinas auxiliares» que han sido el en principio, todo aquel objeto material, instrumento o herramienta, sím­
apoyo tradicional del historiador para la interpretación de las fuentes, bolo o discurso intelectual, que procede de la creatividad humana, a cu­
han cambiado radicalmente. Han quedado arruinadas tres viejas con­ yo través puede inferirse algo acerca de una determinada situación so­
cepciones: la de las fuentes de la historia y su crítica como el origen de cial en el tiempo.
toda investigación; la distinción entre fuentes primarias y secundarias; la
concepción tradicional de las ciencias auxiliares de la historia.
Las ideas de información y documentación en la investigación son esen­
ciales hoy en el uso de las fuentes en la investigación, dada la enorme 14
M. Bloch, op. cit., pp. 24 y ss.
Una definición de tal tipo indica ya de entrada el carácter extremada­ mos­ o la contemporánea que tiene que hacer uso de fuentes de otras
mente amplio y heterogéneo de una entidad como la que llamamos muchas procedencias.
«fuente».
Tal vez, la diferencia sustancial entre el acervo documental que lega la Una nueva taxonomía de las fuentes históricas
historia y la documentación utilizable por cualquier otro tipo de investiga­
ción social es la finitud irremediable de todo lo que es documentación de La ampliación misma del concepto de fuente, la extraordinaria generali­
la humanidad en el pasado. Las fuentes históricas son teóricamente fini­ zación de las posibilidades de exploración de objetos materiales o de re­
tas. La cuestión es si están descubiertas o no. Sin embargo, de ello no alidades intelectuales como fuente de información histórica, la extensión
se deduce en absoluto que la investigación de algún momento de la his­ del campo de la realidad que los historiadores exploran habitualmente,
toria pueda detenerse por agotamiento de las fuentes. Como ya hemos hace que las viejas consideraciones sobre el carácter, crítica y uso de
señalado, ni la investigación histórica ni ninguna otra depende en exclu­ las fuentes históricas sean hoy casi inservibles. Una de las cuestiones
siva de la aparición de fuentes de información, sino de explicaciones ca­ previas, por tanto, para todo estudio profundo de las fuentes históricas
da vez más refinadas. es la de establecer una taxonomía adecuada y suficiente de las muy di­
Carecemos de una bibliografía a la altura de las exigencias actuales so­ ferentes variedades de fuentes posibles.
bre la problemática de las fuentes y la crítica fontal. Existen las abun­ A la clasificación o taxonomía de las fuentes pueden aplicarse muy va­
dantes obras de tradición positivista a las que nos hemos referido15, pero riados criterios. Es preciso encontrar criterios de clasificación que permi­
la tradición positivista sólo aparece superada de forma aparente, a pesar tan referirse globalmente a todas las fuentes posibles, sea cual sea su
de la aportación esencial que la historiografía de los Annales, o las co­ procedencia, soporte y aspecto, pero, sobre todo, es preciso que tales
rrientes cuantitativista y marxista, han hecho al concepto mismo de fuen­ criterios sean útiles para algo que resulta ser imprescindible en todo tra­
te. Sin embargo, tanto la archivística como las técnicas de la documen­ tamiento de las fuentes históricas: su evaluación. De ahí que lo reco­
tación, en un amplio espectro, han progresado de forma espectacular en mendable sea el establecimiento precisamente de varios criterios clasifi­
los últimos decenios y tales progresos en forma alguna pueden dejar de catorios.
ser conocidos por el historiador.
La idea tradicional de «fuente histórica» ha de ser reformulada, pues, en Los criterios taxonómicos
el contexto más adecuado de la idea de información documental. Las De hecho, una taxonomía completa de las fuentes de información histó­
fuentes para la historia tienen una variadísima procedencia. El archivo rica sólo es realizable por la combinación de puntos de vista, de crite­
histórico constituye hoy uno de los repositorios fundamentales de la do­ rios, diversos en orden a la distinción y la evaluación y, en definitiva, al
cumentación histórica, pero en modo alguno las fuentes históricas tienen uso que el investigador hará de sus fuentes. Es posible atender, al me­
en exclusiva esa procedencia. Esto es especialmente cierto en sectores nos, a un cuádruple criterio básico. Las fuentes pueden ser ubicadas en
cronológicos de la historia general como pueden ser la historia antigua una clasificación con arreglo a los criterios siguientes, expresados sin
­para la que no existen archivos en el sentido habitual de esos organis­ orden de prelación:

15
Las de Droysen, Meyer, Langlois-Seignobos, Bernheim, Bauer, Halphen, Halkin, P.
Salmon, etc., entre las de tradición positivista. De otra índole son las de Berr, Bloch,
Topolsky, Cardoso-Pérez Brignoli o Vilar. Pero véase, en todo caso, la bibliografía final.
CRITERIOS TAXONÓMICOS: Los caracteres taxonómicos de los tipos de fuentes

posicional (fuentes directas o indirectas) La clasificación por criterios específicos que tienen que ver con la natu­
intencional (fuentes voluntarias o no voluntarias) raleza interna de las fuentes y no meramente con la forma en que han
cualitativo (fuentes materiales o culturales) de ser «leídas», o sea, por la forma en que se extrae de ellas la informa­
formal­ cuantitativo (fuentes seriadas o no seriadas o seriables y ción ­escritas, orales, arqueológicas, etc.­, permite una gran flexibilidad.
no seriables). Así, un ejemplo de clasificación por aplicación simultánea de los cuatro
criterios podría procuramos una fuente que fuese, por ejemplo:
Esa taxonomía permitiría una variación, más bien formal, que atendiera material/involuntaria/seriada/directa, con lo que nos encontraríamos, jus­
a la posición, la intención, la información cuantitativa y la información tamente, ante uno de los mejores tipos de fuentes pensables, o
cualitativa. verbal/no narrativa/seriada/indirecta, que respondería a un tipo de fuente
Todo esto podría expresarse gráficamente en el siguiente cuadro: como la judicial, verbigracia, aplicable al estudio de la evolución del len­
guaje oficial. En definitiva, estos criterios, y las correspondientes catego­
rías complejas que de ellos se desprenden, tienen ante todo un valor
técnico al favorecer de modo especial la observación, crítica y evalua­
ción documentales, que es de lo que se trata. Son, como decimos, crite­
rios combinables en la búsqueda de la correcta ubicación taxonómica de
una fuente.
La clasificación de las fuentes tiene también interés, cuando menos, por
el criterio orientativo que facilita en la búsqueda de las fuentes idóneas
para el estudio de determinadas situaciones históricas, teniendo en
cuenta siempre que el ideal de una gran investigación es el uso de las
más variadas fuentes posibles y la confrontación sistemática entre ellas.
Aun así, sería posible encontrar, claro está, fuentes de clasificación du­
dosa o imposible.
Una clasificación de fuentes, por lo demás, que se limitara a distinguir
entre materiales o arqueológicas y todas las demás ­lo que no es raro­
tendría por sí misma una utilidad técnica bastante limitada. Una buena
taxonomía de las fuentes no es, en definitiva, una cosa fácil. Cualquier
CUADRO 6 clasificación plantea siempre problemas que muestran cuán decisivo es
Criterios para la clasificación de las fuentes históricas el criterio mismo del investigador a la hora de procurarse una documen­
tación idónea para el establecimiento de conclusiones. Señalemos,
pues, las características fundamentales de estas clasificaciones y algu­
nas de las dificultades en cuanto a los criterios de clasificación.
1. El criterio posicional conceptos relacionados con la pertinencia metodológica que a la forma
de reunir la información.
Fuentes directas y fuentes indirectas. El asunto clave implicado en el cri­ Por fin, el criterio posicional nos lleva al problema del carácter de las
terio posicional se refiere justamente a la cuestión de las fuentes direc­ fuentes en relación con los periodos históricos de los que tratamos. Ca­
tas e indirectas, que, una vez más, pueden interpretarse también como da periodo tiene algunas fuentes enteramente típicas. Compárese el
primarias o secundarias. ¿Cómo establecer el criterio distintivo? ¿Según asunto de las fuentes antes de la aparición de la escritura y después, o
la procedencia de la fuente, su contenido, el grado de relación con el nú­ el tipo de fuentes históricas que generan las sociedades preindustriales
cleo central de lo investigado? En historia agraria, por ejemplo, imagíne­ en relación con las industriales. Por ello, en definitiva, la teoría de las
se la diferencia entre un catastro de la propiedad agraria y una informa­ fuentes según criterios posicionales, nos lleva a contemplar las fuentes
ción sobre las costumbres festivas rurales en relación con la recolecta históricas estrechamente ligadas a la historia que se pretende investigar.
de los frutos. Por fin, un asunto muy clásico relacionado con la clasificación posicional
La distinción entre fuentes directas e indirectas resulta bastante clásica. es el de esa posición en sentido cronológico. La «cercanía» o «aleja­
Pero en su forma clásica esta distinción era aplicable más que a la cate­ miento» de un determinado tipo de fuentes en relación con la situación
goría misma de fuente a la naturaleza del testimonio contenido en ella. de la que dan cuenta ha planteado en la historiografía tradicional el em­
Una fuente clasificada de directa era un escrito o relato de algún testigo brollo de la distinción entre documentación y bibliografía, o entre fuentes
presencial de un hecho, de un protagonista, de una documentación, a primarias y secundarias. Y, sin embargo, esas diferencias no obedecerí­
veces, que emanaba directamente del acto en estudio. Una fuente indi­ an en realidad a un criterio posicional, sino más bien intencional. «Docu­
recta era una fuente mediata o mediatizada, una información basada, a mentación» es la información no elaborada, no discursiva. «Bibliografía»
su vez, en otras informaciones no testimoniales. En definitiva se trataba define más bien el contexto científico, el «estado de la cuestión», en el
de un criterio clasificador aplicable a los escritos cronísticos, a las me­ que nos movemos. Así, se plantearía el problema: ¿una crónica es do­
morias, a los reportajes. Las fuentes eran de uno u otro tipo según la cumentación o es bibliografía?; ¿tiene sentido aquí emplear un criterio
manera en que la información era recogida, según la «cercanía» de la cronológico como distinción y ayuda a la clasificación? Parece claro que
fuente a los hechos narrados. no. La distinción debe establecerse entre lo que es crónica­testimonio o
Pero hoy la categorización directa/indirecta, sin abandonar del todo esa lo que es estudio historiográfico.
noción referente al grado de «originalidad» ­información, diríamos, de
primera mano o no­, debe atender primordialmente a la funcionalidad o 2. El criterio intencional
idoneidad de una fuente en relación con el tipo de estudio que se pre­
tende. Se traslada así el criterio de clasificación desde la naturaleza de Fuentes testimoniales y fuentes no testimoniales. Son precisamente
la información al tipo de investigación que se emprende. De esta forma, unas observaciones hechas por Marc Bloch en su clásico libro las que
unas fuentes pueden ser directas para un determinado asunto e indirec­ permiten fijar uno de los grandes puntos de vista para discriminar en el
tas para otro. Así, ciertos documentos históricos muestran una extrema­ campo de las fuentes un carácter que resulta básico en su evaluación: el
da polivalencia. Las vidas de santos informan sobre todo del simbolismo de la voluntariedad. Según que los testimonios que el historiador maneja
religioso puesto que intentan «edificar» al fiel, pero al mismo tiempo son se hayan generado de forma voluntaria o de forma no pretendida explíci­
fuente inestimable sobre las costumbres de una época, por ejemplo. Es­ tamente, su carácter ha de ser tenido, en principio, como enteramente
te criterio de clasificación de las fuentes, por tanto, deja actuar más a los diferente. O, dicho de otra forma, es radicalmente diferente que una cre­
acto intencionado y no testimoniales a las fuentes involuntarias. En fun­
ción de esa primera distinción es posible elaborar un cuadro como el
que aparece en la página 344. (cuadro 9)
El conocimiento de la forma de producción de un documento es, natural­
mente, esencial en cualquier análisis de la información que transmite.
Por ello, la clasificación de las fuentes según el carácter y proceso de su
producción tiene un innegable interés para el ejercicio de la crítica fon­
tal, con independencia de las propias características intrínsecas que
conceda al documento el «destino» con que se produce. A través de
una hermenéutica nada complicada parece fácil diferenciar la problemá­
tica crítica que presentarían fuentes, por ejemplo, como una inscripción
conmemorativa de algo y las cuentas de una explotación minera. En ca­
si todos los aspectos atendibles en el proceso de su producción, estos
dos tipos de fuentes muestran una diferencia radical.
En definitiva, el mecanismo de producción de un documento de cual­
quier tipo empleado como fuente de información histórica, mecanismo
en el que habría de considerarse desde la «intención» hasta el material
mismo de que está hecho el documento, es esencial en la evaluación de
las fuentes. Un testimonio que fue producido para crear una forma de
«memoria histórica» ­por ejemplo, los lugares de la memoria de los que
ha hablado Pierre Nora­16 no puede tener el mismo tratamiento y valor
que el producto material de la actividad cotidiana del hombre, como es,
por ejemplo, una lista de asistentes a un banquete, o una inscripción
censal.

La fuente voluntaria, la que propiamente podemos llamar testimonial, es


la fuente clásica, la fuente por excelencia, aquella en la que durante si­
CUADRO 9 glos se ha basado toda la tarea de la reconstrucción de la historia hasta
Fuentes históricas según su intencionalidad la época de la Ilustración. La fuente voluntaria es la que ha constituido la
memoria oficial de las sociedades. Es el reflejo del «imaginario» que los
ación humana haya sido concebida como «testimonio histórico» o que, componentes de un grupo construyen, de su mentalidad e ideología. Es
por el contrario, haya sido producida en el curso de una actividad y fina­ la que refleja, por tanto, el conflicto interno de toda sociedad.
lidad sociales que en absoluto tienen como horizonte la testimonialidad.
Por ello aquí llamamos testimoniales a las fuentes que proceden de un 16
P. Nora, ed., Les lieux de la mémoire, 6 vols., Gallimard, París, 1989 y ss.
Por el contrario, las más perfectas y objetivas inferencias que pueden
hacerse de la vida de los colectivos humanos lo son a través de sus pro­ El criterio intencional es probablemente el de mayor interés, el que se
ductos objetivados, de sus huellas no intencionadas, no voluntarias, no presta a mayores sutilezas críticas y el que permite conocer mejor las
testimoniales. Se trata de todos aquellos vestigios del hombre que se posibilidades de información correcta que las fuentes contienen. Es por
han conservado sin que éste se haya propuesto conscientemente su ello el criterio que más problemas interpretativos plantea también.
conservación como «testimonio histórico». La vida de las sociedades
modernas está llena de este tipo de «restos». Son de este carácter to­ 3. El criterio cualitativo
dos los restos arqueológicos, etnográficos; lo son todos los productos de
las burocracias normalizadas. Todo lo que podemos llamar la «memoria Fuentes materiales y fuentes culturales. Estamos aquí ante las clasifica­
infraestructural». ciones más complejas por la gran cantidad de tipos de fuentes que en
Es normal que la historiografía científica prefiera trabajar con fuentes no función de su contenido, soporte, campo, etc., pueden encontrarse en
testimoniales. Las fuentes testimoniales son presumiblemente las más una investigación. Formalmente hablando hay un par de conceptos cla­
manipulables. Pero hasta hoy, la mayor parte de la historia del mundo sificatorios en virtud de los cuales pueden señalarse también dos tipos
se ha hecho sobre fuentes testimoniales. La Gran Historia anterior al de fuentes alternativas. Se trata de las clasificaciones en fuentes verba­
historicismo del siglo XIX no concebía otro tipo de fuentes sino los vesti­ les/fuentes no verbales o culturales/materiales. Incluso, dentro de las
gios que el hombre deja de sí mismo de manera «histórica». De ahí el fuentes verbales puede establecerse otra importante dicotomía entre
adelanto que supuso la valoración fundamental del «documento históri­ fuentes narrativas y fuentes no narrativas.
co», del material de archivo que podía darnos a conocer cosas no pre­ Nos encontramos ante un tipo de criterio taxonómico que se basa en la
paradas para crear una especial memoria histórica. Y la validez y fecun­ diferenciación del tipo de lectura que puede hacerse de una fuente. Es
didad del concepto de «historia inconsciente». decir, de una fuente pueden importar dos cosas: su propia y aparente
El problema de las fuentes no testimoniales es también de otra índole. materialidad o el mensaje que, a través de su materialidad, se expresa.
En la medida en que una determinada fuente no fue originariamente Unas fuentes interesan como objetos, otras interesan por su mensaje
concebida como tal, asimismo es menor la cantidad de información que del que el objeto mismo es mero soporte. Normalmente, toda fuente in­
procura. Esto tiene dos lecturas; de una parte exige un mayor esfuerzo teresa por ambos aspectos, pero ambos pueden y deben separarse por
de «interpretación», un esfuerzo de lectura técnica muy sofisticada17, criterios taxonómicos. Aquellos documentos históricos cuyo valor infor­
que ha de comenzar descifrando con garantía los lenguajes ­de todo ti­ mativo reside, en primer lugar, en su propia materialidad ­los restos ar­
po­ en que los documentos se expresan; de otra, todas las fuentes no queológicos en general­ precisan, sin duda, un tratamiento diferente de
testimoniales tienen mayores problemas de contextualización. No dice lo aquellos otros cuya identidad y valor reside «en lo que dicen», en su
mismo una fuente arqueológica, un instrumento de labranza primitivo, contenido intelectual. No es equívoca ni difícil de establecer, por tanto,
por ejemplo, que un texto escrito que nos hablase de ello. La producción una tajante distinción entre fuentes materiales y fuentes culturales o, si
no testimonial está mucho menos elaborada que la contraria. En ello re­ se quiere, entre arqueológicas y filológicas.
side su gran ventaja en cuanto información objetivada, o no contamina­ Los documentos culturales son, sin duda, un amplio tipo de fuentes don­
da, pero ahí reside también su mayor dificultad técnica de manejo. de se incluyen todas aquellas en las que es posible separar un «sopor­
17 te» de un «contenido» de la información. Fuentes culturales son, por
De las que puede ser buen ejemplo el análisis de contenido del que hablamos en el
capítulo siguiente. tanto, prácticamente todas las existentes que no son fuentes arqueológi­
cas, todas aquellas, escritas, habladas, simbólicas o audiovisuales que géneos, susceptibles de ser ordenados, numéricamente o no. Estamos
transmiten un mensaje en lenguaje más o menos formalizado. ante fuentes que se componen de un número plural de elementos de in­
formación o conjuntos de ellos formalmente iguales ­que permiten el uso
Fuentes narrativas y fuentes no narrativas. Pero en las fuentes cultura­ de los conceptos de variable, de «caso» o de «registro» en una base de
les, en las fuentes expresadas en lenguaje verbal, la moderna crítica ha datos­18 y que, en definitiva, dan cuenta de un hecho repetido, redundan­
de incluir una referencia a su carácter narrativo o no narrativo. Fuentes te. Hay, o puede haber, una extremada variedad de fuentes seriadas o
narrativas y fuentes no narrativas son categorías también centrales en lo susceptibles de seriación: desde un fichero policial a una contabilidad de
que es el discurso textual. Las fuentes no narrativas son una categoría empresa o desde un libro de protocolos de un notario hasta los anuarios
muy genérica que deja fuera sólo una categoría bastante homogénea estadísticos de una serie de años. Unas fuentes se presentan, por su
pero extensísima: todo lo que es el relato. En principio se trata de una naturaleza, seriadas: las escrituras de tasación o de venta de bienes na­
distinción clara, pero que permite sutilezas y distinciones de forma que a cionales en el siglo XIX. Otras no están seriadas por su naturaleza, pero
partir de unas u otras se puede extraer un trabajo histórico bien distinto. son seriables: un conjunto de testamentos, los sermones religiosos de
La verdad es que lo mismo que la preferencia se decantará con el tiem­ una determinada época, los discursos políticos, etc.
po hacia el tipo de fuentes no testimoniales, lo hará también hacia las La materialidad19 o el contenido comunicacional estricto de una fuente
seriadas y hacia las no narrativas. pueden ser sometidos hoy a algún tipo de seriación si ello es útil para el
La historia tradicional se hacía esencialmente sobre fuentes narrativas: objetivo de una investigación. Pueden ser reducidos a una «matriz de
crónicas, relatos, reportajes, memorias, que eran ya en sí mismas una datos» desde las características más externas de una fuente, como pue­
«historia» en cuanto narración. El adelanto fundamental de la moderna den ser los colores de cada una de sus partes, hasta las distribuciones
historiografía en materia de fuentes reside en el uso cada vez más am­ de frecuencias de las palabras de un texto o de las cantidades de unas
plio de las fuentes no narrativas. A su vez, la diferencia en el tratamiento cuentas. La diferencia estriba en que unas fuentes aparecen construidas
entre las fuentes culturales de todo tipo y las arqueológicas, también de sobre la seriación ­así las fuentes económicas, de forma habitual y ar­
todo tipo ­desde los restos prehistóricos a la llamada ahora «arqueología quetípicamente­ mientras que en otras la seriación ha de ser hecha por
industrial»­, es tal que estas últimas requieren para su uso el auxilio de el historiador. Las fuentes no seriadas o no seriables serían esencial­
técnicas de gran especificidad normalmente tomadas en préstamo a mente las cualitativas.
otras disciplinas. La condición de seriadas o no seriadas alude esencialmente, aunque no
de forma exclusiva, a la distinción que puede hacerse en las fuentes en­
4. El criterio cuantitativo tre aquellas que presentan, o de las que puede extraerse, un contenido
expresable numéricamente, frente a las que no tienen esta posibilidad.
Fuentes seriadas y fuentes no seriadas. Queda, por último, un criterio de Nos encontramos así ante el muy tratado tema de la existencia de mag­
clasificación de las fuentes de una extraordinaria importancia concep­ nitudes mensurables implicadas en la investigación histórica y sus ca­
tual, crítica y técnica. Sin los conceptos discriminatorios de fuentes se­ racterísticas. La vieja discusión, y la vieja forma de optar, entre fuentes
riadas (seriables) y no seriadas (no seriables), muchos de los progresos
18
de la historiografía de los últimos decenios no hubieran sido posibles. Véanse ampliaciones de estos conceptos en el capítulo 9 que trata de las técnicas.
19
Digamos, primero, que entendemos por fuente seriada aquella, material Es decir, las características de su soporte -textos, cuentas, objetos repetidos,
imágenes-, alguna característica de la fuente donde pueda establecerse cualquier tipo
o cultural, que está compuesta de muchas unidades o elementos homo­ de recurrencia.
cualitativas y fuentes cuantitativas, la oposición entre ellas, carece hoy los soportes que las contienen. Medios que están relacionados con las
prácticamente de sentido. Rara es la fuente de contenido no narrativo, técnicas de laboratorio, químicas, electrónicas, informáticas y de otros ti­
incluyendo desde luego las verbales de ese tipo, que con los medios pos. La crítica y evaluación de fuentes ha cambiado también de forma
técnicos hoy existentes20 no sean susceptibles de algún tipo de seria­ espectacular en la misma medida en que lo han hecho el concepto de
ción. La seriación tiene relación con la cantidad, pero lo que importa no fuente y, por tanto, las fuentes realmente utilizadas.
es siempre el número sino la repetición, la recurrencia. Una prueba de estos adelantos nos la da, por ejemplo, el hecho de que
Una seriación no debe entenderse, como se deduce de lo expuesto, que sea normal que los «supuestos» manuales de metodología existentes
es siempre seriación en el tiempo. Realmente, seriadas en el tiempo es­ no aludan a los problemas de la prensa como fuente21 y, por otra parte,
tán todas las fuentes por lo que tal característica no tiene interés taxonó­ también como ejemplo, que hasta no hace aún muchos años, en bastan­
mico, aunque sí, obviamente, técnico, en su tratamiento por parte del in­ tes repositorios documentales se distinguía entre una documentación
vestigador. La seriación de que aquí hablamos alude sobre todo al con­ que era o tenía carácter «histórico» y otra que carecía de tal cualidad y
tenido. Fuentes no seriadas son las tradicionales fuentes cualitativas ge­ era considerada documentación «administrativa». Y no se trataba ya de
neralmente escritas: crónicas y memorias, documentos diplomáticos, una distinción originada en la antigüedad de la documentación ­lo que,
restos arqueológicos en determinadas circunstancias, etc. Pero no esta­ en cierto modo, hubiera justificado esa diferenciación­ sino de su cuali­
rá de más concluir reiterando que la habilidad técnica del historiador de­ dad. Una distinción de ese género es impensable hoy.
be ser la suficiente para expresar en forma de series, si ello es preciso El progreso de la historiografía en el siglo XX, por tanto, no ha dejado in­
para el análisis, para la comparación o para la estadística, las informa­ tacto, ni podía hacerlo, el panorama de la vieja crítica. De una parte,
ciones que procuran sus fuentes. aquellas disciplinas historiográficas que más contacto han tenido con los
adelantos técnicos ­es decir, la arqueología y, sobre todo, la arqueología
Los fundamentos del análisis documental: la «crítica de las fuentes» prehistórica, la paleontología humana, la archivística, y, en relación con
los progresos de la filología, la historia antigua y medieval, o la historia
Los problemas de la información empírica que se presentan en cualquier contemporánea por lo que se refiere a la economía o sociología, etc.,­
tipo de investigación social han adoptado en la historiografía unas curio­ han podido perfeccionar hasta extremos muy considerables los recursos
sas manifestaciones. De esta forma, resulta muy sintomático que el técnicos para la comprobación de la autenticidad de las piezas o los tex­
«método histórico» se haya creído durante décadas que se basaba en, y tos fontales.
se dirigía a, asegurar buenas y veraces fuentes de información. Como si Pero los progresos de la crítica se deben en igual o parecida medida al
ahí acabara todo el trabajo... Nadie duda de que esto es esencial en la progreso mismo de las concepciones sobre la historiografía, al progreso
investigación histórica, pero en modo alguno agota su método. de la relación de la disciplina con sus vecinas y afines, a los progresos
de la filología, las técnicas de análisis textual, la comparación estadística
Los progresos de la crítica fontal
El progreso decisivo en la crítica de las fuentes está en estrechísima re­ 21
Es curioso y altamente significativo para lo que decimos sobre la persistencia de
lación con los medios técnicos para dictaminar su autenticidad y su da­ viejísimas ideas en relación con el método histórico y las fuentes históricas, que un libro
que se presenta casi como la «biblia» de la metodología historiográfica, el de C.
tación, para dilucidar la historia material interna de ellas mismas y la de Samaran, dir., L'Histoire et ses méthodes, Gallimard, París, 1961, 1.771 páginas (Col.
«Encyclopédie de La Pléiade») no hable en absoluto de la prensa como fuente histórica,
mientras se refiere al cine, discoteca y demás. Jamás se podría recomendar un libro
20
Nos referimos especialmente al uso de la informática. como este a joven historiador alguno.
y el propio diseño de la investigación historiográfica. Los problemas de de información se encuentra estrechamente incardinado en el proceso
la crítica de las fuentes han debido ser así puestos en contacto con los metodológico normal; no es algo previo ni desconectado de las demás
ámbitos técnicos del laboratorio químico, de los análisis lingüísticos, de operaciones metodológicas. La información desempeña un papel esen­
técnicas de análisis de textos, incluida la informática, de los conocimien­ cial a lo largo de todo el proceso investigatorio. El análisis documental
tos crítico­documentales o de la estadística. La crítica de las fuentes ha encaja en el proceso general de la investigación científica que considera
dejado de ser una labor «artesanal» guiada muchas veces por el buen siempre que las fuentes equivalen al campo general de la observación
sentido y los conocimientos comparativos, para convertirse en una tarea en el que han de obtenerse los datos.
tecnificada, más fácil y más compleja a un tiempo, que las antiguas. La La iniciación a la actividad crítica y evaluativa de las fuentes es esencial,
rémora consiste en que en este campo se arrastra también mucha idea sin duda, en toda preparación concienzuda para el aprendizaje del mé­
obsoleta, mucha supuesta técnica absolutamente ineficiente y ciertos todo historiográfico. El acopio de la evidencia documental es la base
convencimientos infundados, entre los que resalta la persistente idea de empírica decisiva de cualquier investigación y la idoneidad de tal base,
que la actividad historiográfica no tiene relación con ningún otro de los relativa siempre al tipo de objetivos que la investigación pretende, es la
conocimientos y técnicas de trabajo en la investigación social. función final de la crítica y evaluación de las fuentes. La competencia
Probablemente pueden encontrarse los orígenes más directos de la mo­ para la crítica y evaluación requiere en lo fundamental una preparación
derna crítica y búsqueda de las fuentes en las aportaciones de la escue­ teórica, metodológica y técnica perfectamente adquiribles que incorpora
la de Annales y en particular en el inteligente corpus de observaciones también necesariamente no sólo recursos técnicos, sino también intui­
que sobre ello hizo Marc Bloch en su Apologie..., recogiendo y yendo ción y rigor en la aplicación del método. Pero tampoco es ajeno a ello el
más allá de toda la vieja erudición de la crítica de los medievalistas. propio ejercicio de la «práctica» de la investigación.
Bloch habló en ese texto inacabado de la función de los documentos, de En la metodología historiográfica, la obligatoriedad y la necesidad técni­
la forma de interrogarlos, de la persecución del error y de la mentira, pe­ ca de la crítica y evaluación del campo de observación o fuentes proce­
ro también del «sentido» que es posible extraer de un documento que de de cuatro principios básicos, dos de los cuales son propios de la na­
miente. La mentira es también fuente de la historia... La lectura de este turaleza específica de la documentación histórica y son estos:
texto de Bloch sigue siendo insustituible como introducción al «arte» de
criticar las fuentes. Pero no puede decirse lo mismo de otros viejos tex­ a) Que los hechos estudiados sólo son captables por inferencia desde
tos de la preceptiva prolongados en algunos de sus epígonos. los restos o huellas.
b) Que la información histórica se genera en fuentes de extraordinaria
El análisis documental en historiografía heterogeneidad.
La idea de crítica de las fuentes puede ser sustituida hoy con mucha Existen otros dos condicionamientos que son, sin embargo, comunes a
ventaja por la de análisis documental. El análisis documental es algo todas las documentaciones:
más que la clásica crítica en sus aspectos de autenticidad, veracidad y c) Que la búsqueda y tratamiento de las fuentes está absolutamente li­
objetividad, en sus aspectos de crítica «externa» e «interna», y, más gada en todo el campo de la ciencia social al de la adecuación entre las
aún, sustituye a la vieja distinción entre heurística, metódica y sistemáti­ hipótesis orientadoras de la búsqueda y el tipo de hechos que contribu­
ca, etc.22 El trabajo de preparación y manipulación técnica de las fuentes yen a hacer fecundas tales hipótesis. Es por ello que la crítica de la ade­
22
El origen de todas estas expresiones citadas se encuentra, claro está, en la este efecto todos los clásicos textos ya citados de Droysen, Bernheim, Bauer,
terminología propia de la antigua preceptiva, la historicista y la positivista. Repásense a Langlois-Seignobos, García Villada, y hasta Sainaran, Halkin, Salmon, Reglá, etcétera.
cuación, a la que nos referiremos después, no contiene sustancialmente Mientras que el saber para qué puede servir una fuente encontrada es
aspectos técnicos sino epistemológicos y contextuales. En líneas gene­ un problema hermenéutico de gran interés.
rales, e ideales, toda correcta investigación parte de un problema y no En consecuencia, el análisis documental podría ser definido ya como el
de una fuente. El problema en cuestión decide siempre la crítica de ade­ conjunto de principios y de operaciones técnicas que permiten estable­
cuación. cer la fiabilidad y adecuación de cierto tipo de informaciones para el es­
d) Que las fuentes por sí mismas pueden aportar un componente de dis­ tudio y explicación de un determinado proceso histórico. La crítica, pues,
torsión de la realidad. No la que introduce el historiador, como efecto de no se agota en la depuración de los datos; ésta es más bien un primer
dificultades de método o técnica, o como efecto de presuposiciones ide­ paso para aquélla. Se entiende, pues, la estrecha implicación entre las
ológicas, sino aquella distorsión que se encierra ya en la propia fuente y tareas críticas y las hipótesis sobre las que se trabaja. Todas las demás
que, como cualidad intrínseca de ella, plantea además problemas de ló­ caracterizaciones de las tareas críticas tradicionales ­autenticidad/vera­
gica y de contenido. Porque ¿cómo medir una distorsión? o, simplemen­ cidad/objetividad, críticas externas e internas­ son, de hecho, cuestiones
te, ¿cómo descubrirla? La distorsión o los errores que contienen las derivadas y, en cierto sentido, secundarias.
fuentes presentan un problema crítico de primera magnitud que ya vio En cualquier caso, esto no significa que los viejos y clásicos criterios de­
Marc Bloch: la intencionalidad de los errores es por sí misma una fuente ban ser desterrados bruscamente. Es evidente que la clarificación de la
impresionante de verdad en la historia: ¿por qué miente el que autenticidad de una fuente, o la distinción entre su forma y su contenido,
miente?... así como la elucidación de su origen, son operaciones enteramente
inexcusables. Todas ellas pueden reunirse en el análisis de la fiabilidad.
El análisis documental en la historiografía, también aquí como en cual­ Aunque aquí hablemos de la evaluación de todas estas cualidades en
quier otra investigación social, tiene aspectos instrumentales y aspectos las fuentes históricas, está claro que cualidades de ese tipo se exigen a
epistemológicos. Como en toda ciencia normalizada, es preciso efectuar cualesquiera documentaciones que contienen información sobre algo.
siempre un trabajo de depuración de los datos, lo cual constituye una de Cada tipo de investigación requiere sus fuentes y, por tanto, su crítica.
las tareas propias del contexto metodológico de la observación. Noso­ También puede seguir siendo útil, en principio, el clásico criterio que lle­
tros llamaremos aquí a estas operaciones técnicas análisis de la fiabili­ vaba al investigador desde una crítica externa de las fuentes ­conserva­
dad de las fuentes. Pero en la historiografía hay una vertiente más, co­ ción, rasgos taxonómicos, soporte, etc.­ a una interna propiamente, el
mo es la del establecimiento del propio y adecuado tipo de fuentes a contenido, el mensaje, el análisis mismo de la información contenida.
emplear. La investigación de este aspecto es lo que llamaremos análisis Permaneciendo vigente la utilidad relativa de todos estos viejos precep­
de la adecuación de las fuentes. Este segundo sería la búsqueda de tos, lo que, en todo caso, resulta hoy necesario a efectos pragmáticos
respuestas a preguntas tales como «qué carácter tiene una determinada es que el historiador integre todas estas operaciones en la perspectiva
investigación», «qué tipo de fuentes serían precisas», «qué puede ha­ que el adelanto de las ideas metodológicas y de las técnicas ofrece ac­
cerse con las encontradas». Los objetivos de la investigación condicio­ tualmente. Esto potencia, además, el recurso, en los casos pertinentes,
nan la adecuación de las fuentes. La pregunta acerca de qué fuentes a las viejas y clásicas «disciplinas auxiliares»: la paleografía, diplomáti­
serían precisas es un problema en buena parte teórico, de una buena ca, epigrafía, numismática, sigilografía, etc. Y de las nuevas: documen­
conceptualización previa o de hipótesis claras. Es un problema heurísti­ tación, archivística, lexicografía, etc. Lo que ocurre es que la formación
co. del historiador ha de ser hoy más amplia en campos nuevos, más selec­
tiva en cuanto a sus dedicaciones o, lo que es lo mismo, tiene que ser
más especializada.

El proceso del análisis documental


Así, pues, fiabilidad y adecuación son las dos grandes características
que una fuente debe poseer para poder ser considerada como tal en
una determinada investigación. Es evidente que para el historiador, co­
mo para cualquier otro investigador social, la fiabilidad de sus fuentes si­
gue siendo, como es natural, un problema previo a resolver, antes aun
del problema siguiente que es el de hacer un uso correcto de ellas.
La idea de fiabilidad de las fuentes sustituye ampliamente y con ventaja
a las antiguas conceptuaciones que ya hemos comentado de la «auten­
ticidad», «veracidad», «objetividad». Pero hay otra conceptuación que
importa tanto como la fiabilidad material y formal de una fuente y ella es
CUADRO 10
la de adecuación. La adecuación de una fuente para emitir información
La evaluación de las fuentes
acerca de un determinado asunto es algo que supera propiamente la crí­
tica tal como la entendemos habitualmente. El problema de la adecua­
La fiabilidad. El análisis de la fiabilidad de las fuentes se basaría en una
ción de las fuentes ha sido, sin embargo, una cuestión normalmente
batería de medios instrumentales más o menos sencillos y directos que
marginada por la preceptiva historiográfica de origen historicista. El jui­
incluirían cosas como:
cio sobre la adecuación es una decisión metodológica pero es más im­
portante que la propia crítica «externa», según la llamaban los clásicos.
La manera en que el análisis de la fiabilidad y la adecuación se relacio­ Autenticidad:
nan puede representarse así: Técnicas de datación (estratificación, radiactividad, compro­
bación de dataciones explícitas).
Técnicas lingüísticas (lexicografía, análisis del « estado» de
la lengua), erudición literaria y crítica histórica.
Análisis de la historia de la fuente.

Depuración de información:
Coherencia interna de la fuente (rastreo de interpolaciones).
Comprobación externa de la información.
Investigación por encuesta o cuestionarios comparativos.

Contextualización:
Técnicas de clasificación documental. estricto o demanda de la opinión pública, necesidades ideológicas, «mo­
Análisis de « series» o «familias» de documentos. das intelectuales», etc. La relación entre tema y fuentes es siempre dia­
Comparación de fuentes diversas. léctica y es ella la que explica y condiciona el diseño de una investiga­
ción. La dialéctica entre problemas, hipótesis y fuentes es también la
La crítica documental, en definitiva, ha de echar mano de muchos tipos que plantea la necesidad de un estudio de la adecuación.
de técnicas: filológicas, estadísticas, de laboratorio, etc. Pero siempre Podemos decir que son fuentes adecuadas para un tema aquellos con­
las tareas de evaluación de una fuente han de atender en primer lugar a juntos documentales capaces de responder a mayor número de pregun­
establecer la historia de la fuente misma­ El origen, vicisitudes y trayec­ tas, con menos problemas de fiabilidad, de menos equivocidad o mejor
toria de una fuente hasta llegar a nuestras manos puede ser una extra­ adaptación a los fines de la investigación y susceptibles de usos más
ordinaria información para proceder desde ella a la crítica. Conocida la cómodos. Por desgracia, el problema de la adecuación no se presenta
«historia» de la fuente es posible proceder ya a su observación. Exami­ como mera posibilidad y necesidad de opción entre unos tipos de fuen­
nanda adecuadamente una fuente, puede pasarse a su análisis interno. tes u otras. Raro es, o poco exigente, el investigador que se encuentra
Este tipo de análisis será más claro y ordenado si se guardan precaucio­ satisfecho de sus fuentes. Pasado un cierto umbral elemental de ade­
nes para que el análisis clasifique la fuente en cuanto al tipo de informa­ cuación ­es decir, descartando la absoluta disparidad entre la informa­
ciones que es capaz de ofrecer. La crítica utiliza, pues, unos medios ción, por ejemplo, extraible de una contabilidad y la pregunta por las cre­
propiamente técnicos y otros de análisis histórico. El tipo de fuentes ante encias religiosas del contable...­ las fuentes pueden responder a diverso
las que nos hallemos harán prevalecer unos procedimientos sobre otros. género de preguntas y dar respuestas a ellas directas o indirectas ­de
Bien críticas textuales, bien análisis complejos arqueológicos con ayuda ahí la clasificación de ese tipo que hemos hecho.
de técnicas auxiliares, valoración de fondos archivísticos, valoración de El problema de la adecuación es más bien el que se relaciona con la ne­
testimonios orales, etc. cesaria «cantidad de información» para poder decir que un problema es
resoluble y de la necesaria «variedad de la información» que permita dar
La adecuación. El análisis de la adecuación es ya una tarea de mayores generalidad a las respuestas. Las fuentes son adecuadas cuando, pasa­
contenidos teóricos que técnicos, según hemos dicho, pero que forma do ese umbral mínimo a que aludimos de relación entre lo que se pre­
parte del proceso de evaluación de las fuentes. En el terreno práctico, tende preguntar y a qué o quién se le pregunta, hay de ellas suficiente
de forma absoluta, el diseño de una investigación puede provenir de la cantidad y variedad ­formal y de contenidos­ y cuando han superado
definición, o el intento de ello, de un problema para cuya resolución, en una suficiente evaluación de su fiabilidad.
principio, carecemos de fuentes de información, o puede provenir tam­
bién de todo lo contrario: del hallazgo de nuevas fuentes aplicables al Una evaluación de la adecuación requeriría, pues, prestar atención a
estudio de problemas ya conocidos y definidos o, incluso, del hallazgo cuestiones como:
de documentaciones ­de cualquier tipo­ de cuya exploración primaria se
deduce que pueden ser aplicadas al estudio de alguna cuestión nueva o Demanda de información:
ya planteada anteriormente. Establecimiento de los tipos de documentos requeridos ­se­
Ninguna cosa como el origen de una investigación social e histórica se gún criterios taxonómicos explícitos.
presta tanto a la presencia de una casuística variadísima que depende Cantidad de información precisa.
de multitud de factores: estado de los conocimientos, interés intelectual Variedad de los soportes y los contenidos.
Recopilación documental:
Acopio exhaustivo de fuentes.
Búsqueda de fuentes contrastables y comparables.
Posibilidades de análisis de tales fuentes.

Selección:
Jerarquización de las fuentes.
Confrontación con las primeras presuposiciones.
Nuevas búsquedas en función del resultado de las confronta­
ciones.
únicamente informativa, de las técnicas de investigación que el historia­
9 MÉTODO Y TÉCNICAS EN LA INVESTIGACIÓN HISTÓRI­ dor tiene hoy a su disposición. Y ello se intenta hacer desde dos puntos
CA de vista. Primero, diferenciando las técnicas por su carácter u orienta­
ción global o por el tipo de instrumentos que emplean. Siempre dentro
del contexto de las técnicas de investigación que las ciencias sociales
Dicho con brevedad, teóricamente el individuo es un
aplican ­no todas posibles para el historiador­ puede distinguirse entre
postulado: metodológicamente, el individuo es una uni­
dad de medida. las cualitativas y las cuantitativas, entre las generalizantes y las indivi­
Amos H. HAWLEY, Teoría de la ecología humana dualizantes. Segundo, distinguiéndolas por la instrumentación que ha­
cen de los medios de trabajo; desde ese punto de vista, podemos hablar
No sabemos que hasta este momento exista libro alguno con un titulo de técnicas archivísticas, estadísticas, informáticas, etc.
semejante a «Técnicas de trabajo en investigación histórica»1. Salvo al­ En el estado actual de la enseñanza del método y las técnicas del histo­
gunos libros especializados dedicados al empleo de la estadística, los li­ riador es prácticamente imposible exponer materia alguna sobre técni­
bros de archivística y ciertos tratados que se ocupan de alguna de las cas de investigación ­con excepción quizás de la archivística­, donde no
que se llaman ahora de forma tan bárbara como inconcluyente «ciencias sea obligado recurrir a manuales, recopilaciones y libros básicos pensa­
y técnicas historiográficas» ­paleografía, epigrafía, diplomática, numis­ dos para otras ciencias sociales, la sociología especialmente. La penuria
mática, etc.­, además de lo referido a las fuentes orales, la formación de publicaciones de esta índole y la antigüedad o superficialidad de al­
historiográfica carece de esas abundantes publicaciones sobre «técni­ guna de las existentes hace que no haya otra solución. Ello no es grave
cas de investigación» de las que disponen otras disciplinas. Y no parece en cuanto que muchas de las técnicas de la investigación social son per­
fácil que este vacío se colme en poco tiempo. En todo caso, lo que aquí fectamente aplicables en la investigación histórica, según veremos. Pe­
se ofrece, a modo de colofón, no es mucho más que una introducción al ro, en todo caso, y este es el problema central, es evidente que las téc­
asunto. nicas de investigación no pueden enseñarse con su descripción, sino
Como hemos advertido antes, la presente obra no se propone analizar obligatoriamente con su práctica. Una razón más para no conceder a lo
en detalle y mostrar el desarrollo de las técnicas de investigación que que sigue sino un mero carácter orientativo.
pueda emplear el historiador. Carecemos, sin duda, de textos adecua­ Cuando hablamos de técnicas de investigación es obligado no olvidar la
dos de ese tipo, pero para el tratamiento de la materia se necesita por relación estrecha, necesaria e insustituible, que liga siempre en una dis­
su extensión hoy de volúmenes específicos que el presente libro no es. ciplina la teoría, el método y las técnicas. Por ello, rara vez se habla de
Lo que este capítulo final ofrece, pues, es una idea muy somera, casi técnicas de investigación sin establecer primero esa clara jerarquización
entre lo conceptual, los presupuestos del método y las habilidades de
1
Un libro, por ejemplo, como el ya citado de G. Thuillier y J. Tulard, Cómo preparar un las técnicas.
trabajo de historia (métodos y técnicas), Oikos-Tau, Barcelona, 1989, traducción del
original francés de la colección «Que sais-je?», es del tipo de los que difícilmente
pueden ser tenidos por una obra como las que echamos en falta. Se compone de un 1. LAS TÉCNICAS CUALITATIVAS
conjunto de consejos, en general elementales y ridículos (sobre cómo fotocopiar, por
ejemplo, p. 78), que no describen técnica alguna y que parecen dar por buena la
absoluta desprofesionalización técnica del trabajo del historiador. Por desgracia, Tradicionalmente la historiografía apenas ha empleado para su trabajo
tampoco responde a esas características tan excelente libro como el clásico de C. otra cosa que técnicas de crítica y análisis cualitativas. En principio, po­
Cardoso y H. Pérez Brignoli, Los métodos, orientado a la historia demográfica,
económica y social, y cuya disposición de la materia es algo caótica. dríamos decir que técnicas cualitativas serían aquellas que no aspiran a
medir en la construcción de los datos. Su aspiración es, por tanto, la de
clasificar, tipologizar, reunir los datos, pues, en función de su cualidad, Las técnicas no son sino las operaciones que el investigador realiza pa­
de su carácter ­lo que necesariamente exige primero del investigador ra transformar los hechos en datos. Las técnicas son el punto de engar­
una tarea de conceptualización­, clasificando fenómenos con arreglo a ce entre la realidad empírica ­que es objeto de la observación­ y la con­
informaciones verbales o verbalizando las informaciones numéricas. Las versión de ésta en un cuerpo articulado de evidencias para demostrar
técnicas cualitativas acaban siempre en informaciones verbales. una hipótesis. Mediante las técnicas, los contenidos temáticos de los le­
El análisis cualitativo describe unas variables en un proceso, pero no las gajos de un archivo, pongamos por caso, se convierten en tablas de va­
mide, no se preocupa de, o no alcanza a, contabilizar numéricamente lores de precios, en listas de represaliados, en índices de la evolución
los valores que esas variables adquieren, aunque puede establecer que de un fenómeno, etc. Antes de eso, es evidente también que nada pue­
hay cambios de valor. Sin embargo, las viejas técnicas cualitativas que de convertirse en estas cosas si no existe el diseño de una investigación
se limitaban a «reunir» informaciones por la analogía entre ellas, que y, es más, si no existe una concepción del historiador de lo que entiende
eran una mera recopilación de datos iguales, han sido muy superadas por «sociedad» y por «historia de la sociedad». Pero de ello hemos ha­
hoy por técnicas que pueden analizar el discurso verbal de las fuentes, blado ya.
con arreglo a la estructura de su contenido, que pueden analizar el esta­ Las técnicas se componen de un conjunto de reglas comprobadas y re­
do de la lengua o el uso de determinadas palabras, que pueden aplicar petidas, redundantes, que están subordinadas siempre a los principios
modelos verbales a una descripción de la información. Podría decirse, metodológicos. Las técnicas son el elemento clave en la construcción de
incluso, que las técnicas que persiguen una discriminación cualitativa los datos. Los datos son hechos estructurados conceptualmente; no son
entre los datos, sin medida, pueden estar en alguna manera «matemati­ el mero resultado de la observación, sino «observaciones registradas»2.
zadas». La informática puede ser una vía para ello. Hay mucha diferen­ Las técnicas son «operaciones de campo» y, por lo demás, acostum­
cia entre técnicas cualitativas tradicionales y las más sofisticadas de la bran a cambiar con frecuencia en función del progreso de las tecnologí­
actualidad: análisis filológico, modelos verbales, análisis de contenidos, as. Existe un método, pongamos por caso, sociológico o psicológico o
etc. Pueden existir técnicas cualitativas aun empleando la matematiza­ historiográfico. Ellos son peculiares de las disciplinas que los aplican.
ción como ayuda en algún momento del proceso. Aun así, no hay obstáculo para que la sociología aplique en ocasiones
Las técnicas de análisis cuantitativo son muy posteriores a las del análi­ elementos del método psicológico. Y aún hay menos obstáculo, por el
sis cualitativo. La cuantificación fue entendida en sus orígenes como contrario es más bien una constante, que muchas disciplinas apliquen
una forma de controlar toda la carga subjetiva que el tratamiento de los en algún momento un método histórico. Con las técnicas ocurre esto en
fenómenos sociales comporta siempre para el investigador. La aplica­ mayor medida. La encuesta de campo o el cuestionario a que se somete
ción de las técnicas matemáticas al análisis de los fenómenos sociales la documentación, el análisis de textos, la estadística ­ejemplos todos
es antigua, pero el hecho es que en el transcurso del tiempo ciertas ellos de técnicas­ pueden ser aplicados por muy diversas ciencias. Esas
ciencias sociales, como la economía, se han dotado de un aparato ma­ reglas a las que llamamos técnicas son, en principio, intercambiables
temático que las ha transformado completamente. La clave de la cuanti­ entre diversos métodos.
ficación ha estado siempre en la medición numérica de los valores de Sólo las concepciones metodológicas rigurosas y bien establecidas pue­
las variables. den engendrar técnicas de trabajo empírico igualmente eficaces y pro­

Naturaleza y función de las técnicas 2


R. Mayntz et al., Introducción, p. 46.
ductivas. Poseer un buen método significa saber aplicar también las téc­ Otra clasificación posible de las técnicas, que tiene interés en relación
nicas de trabajo más apropiadas. Por ello, de todo científico social es­ con las historiográficas, es aquella que distinguiría entre unas de obser­
crupuloso, y naturalmente también del investigador de la historia, ha de vación documental y otras de observación directa3. Dentro de cada uno
poderse decir que posee un «oficio», es decir, que domina el método y de tales grupos aparecerían las cualitativas y las cuantitativas y aún
las técnicas adecuadas para su trabajo. otras distinciones más según el carácter y objetivo de cada una. Las téc­
Técnicas de manipulación orientadas a la investigación científica existen nicas de observación documental, como su nombre indica, serían las
muchas y su número aumenta cada día, pero todas poseen ciertos ras­ aplicables al estudio de los «documentos», hoy día de muy diversos ti­
gos comunes. Las técnicas se agrupan según sus características en pos y sobre soportes variados, con la peculiaridad de que siempre nos
prácticas delimitadas y coherentes ­por ejemplo: técnicas gráficas, técni­ darían una observación mediata de la realidad. Documentos escritos ­de
cas estadísticas, técnicas documentales, técnicas de archivo, de en­ archivo, publicaciones oficiales periódicas o no, libros, folletos, opúscu­
cuesta, de muestreo, etc.­ que están al servicio del método, o de alguna los diversos, prensa, etc.­, o documentos visuales o sonoros, serían los
de sus fases, en la investigación científica. En el mundo de la investiga­ tipos fundamentales.
ción empírica, las técnicas desempeñan un papel fundamental en el Las técnicas de observación directa serían aquellas de las que en líneas
contexto de la recogida de la información, de la observación. El progreso generales podemos decir que construyen ellas mismas los documentos.
de las técnicas conlleva el de los métodos, pero por sí solas no son ca­ Son las técnicas de muestreo, entrevista, encuesta, tests, observación
paces de hacer avanzar significativamente una ciencia. participante o la más moderna de intervención sociológica4. Estas técni­
cas podrían agruparse en un doble tipo: observación directa extensiva
La clasificación de las técnicas ­muestreo, cuestionario repartido, encuestas­ o intensiva ­tests, entrevis­
tas, intervención u observación participante­ según, justamente, el ma­
La clasificación de las técnicas es posible en función de criterios diver­ yor o menor grado de intervención del investigador en la preparación de
sos, de forma que es poco probable encontrar una clasificación única y la documentación.
generalmente aceptada. Se admite, desde luego, que el criterio más pri­ Una clasificación de este tipo, sin perder de vista su relativismo y sus
mario es aquel que las divide en técnicas cualitativas y técnicas cuanti­ imperfecciones, tiene para el entendimiento de las técnicas del historia­
tativas. Para distinguirlas con algún rigor, es necesario además no con­ dor un interés innegable. En líneas generales, puede decirse que el
fundir lo que son técnicas normales de «cuantificación» con presupues­ campo técnico del historiador es el de la observación documental, la ob­
tos metodológicos «cuantitativistas» que son dos cuestiones distintas. servación mediata. La característica de la investigación historiográfica
Las técnicas cualitativas son aquellas que trabajan con datos no expre­ es, en lo esencial, la de que no puede construir sus documentos. Aun­
sados en forma numérica, es decir, con conceptos agrupables en clases que ello no debe, en modo alguno, confundirse con el hecho de que el
pero no susceptibles de adquirir valores mensurables numéricamente. historiador no construya sus fuentes. La fuente es una elección del his­
La medida numérica es, pues, la clave de la distinción entre unas y otras toriador sobre los documentos existentes en los que organiza y seleccio­
técnicas, pero no es una distinción absoluta. Las técnicas cuantitativas
son aquellas que operan con conceptos susceptibles de tomar diversos 3
Tomamos estas ideas del viejo y muy completo libro de M. Duverger, Métodos. La
valores o magnitudes que pueden expresarse como serie numérica. clasificación central que hace Duverger de las técnicas es esta.
4
Esos conceptos son los que normalmente se llaman variables. La técni­ Practicada, por ejemplo, por M. Viewiorka a propósito de la acción terrorista en
Sociétés et Terrorisme, Fayard, París, 1988. Se trata de conversaciones colectivas con
ca que opera con datos cuantificados por excelencia es la estadística. protagonistas y un interrogador que dirige la conversación.
na la información que le interesa. Pero, como decimos, estas observa­ clasificación sencilla podría hacerse como se muestra en el cuadro de la
ciones son ciertas de forma general, no absolutamente. En la investiga­ página 363 (cuadro 11).
ción de la «historia reciente» el historiador puede emplear las técnicas
de observación directa: técnicas de investigación oral (historia oral), Tratamiento temático de la documentación escrita: archivo y hemerote­
cuestionarios, etc. La vieja posición metodológica que excluía a la histo­ ca
riografía como «ciencia de observación» no tiene hoy ningún sentido.
Entre el acervo general de las técnicas que se encuentran a disposición
del investigador social es claro que el historiador puede hacer un uso
normalizado de bastantes de ellas, mientras que tendrá bastantes limita­
ciones e, incluso, imposibilidad de emplear otras. No obstante, la barrera
tradicional que durante mucho tiempo se creyó que existía entre el análi­
sis de los documentos del pasado como elemento esencial de la tarea
del historiador, frente al análisis de documentos del presente como lo
propio de otras disciplinas ­los documentos del sociólogo, antropólogo o
politólogo­, ha dejado de ser aceptable, al menos de forma absoluta. Y
no lo es en una doble dirección: porque la historiografía actual en modo
alguno rechaza entrar en análisis históricos de procesos muy recientes
cuya documentación puede considerarse «presente» y porque, al con­
trario, sociólogos, antropólogos y demás investigadores hacen uso tam­
bién de documentación histórica5.
La documentación escrita que el historiador emplea pertenece, en cual­
quier caso, a dos grandes campos:
­ documentación de archivo
­ documentación bibliográfica y hemerográfica.

En principio, hoy aceptamos que no tiene razón de ser la distinción tradi­


cional también en ciertos preceptistas entre unas fuentes de tipo docu­
mental y otras bibliográficas. Desde el punto de vista de la construcción
del discurso histórico eso carece de relevancia6. El análisis tradicional de
la documentación de archivo es el que enfrenta al historiador con los le­
CUADRO 11
Naturaleza de las técnicas 5
J. Chaumier, Les techniques documentaires, PUF, París, 1986, pp. 23 y ss.
6
Véase el buen criterio que adopta en este sentido un análisis general de las fuentes
En lo que se refiere a las técnicas disponibles para el historiador y des­ para la historia de España como el que presenta la Enciclopedia de Historia de España,
de el punto de vista central de su carácter cualitativo o cuantitativo, una Alianza Editorial, Madrid, 1993, vol. 8, dirigida por M. Artola y este volumen en concreto
por M. Pérez Ledesma.
gajos de un fondo documental que son los que recogen una información hecho lo está, hacia la búsqueda de cosas concretas. Porque la lectura
de variadísima especie, que no podemos clasificar aquí, claro está, en de la información es siempre «hipotética», está orientada por unas pre­
detalle y que han facilitado la «información fáctica», de «hechos», con la guntas. Otra cosa significaría prácticamente la imposibilidad de superar
que el historiador construye su relato. Por lo común, hoy día los fondos el nivel de la «descripción». Un historiador no lee «a ver lo que hay», si­
documentales públicos, los archivos públicos, en mejor o peor estado de no buscando cosas orientadas por un proyecto previo de observación.
conservación y catalogación, ofrecen fuentes al historiador que han sido Hay un análisis externo e interno de un documento, de la forma ello y
ya sometidas a procesos de identificación, inventario, catalogación y ra­ del contenido. Un análisis contextual y otro sustancial. Y todo e l inde­
cionalización en general, a través de una refinada técnica de la archivís­ pendientemente de las cuestiones de crítica documental de las que ya
tica que, en sus fundamentos generales, todo historiador aunque no sea hemos tratado y que son distintas y, probablemente en muchos casos,
especialista en ella debe conocer. previas a lo que aquí tratamos ahora.

La regla de oro de toda exploración documental de archivo es, sin duda, La documentación hemerográfica y bibliográfica tiene, a su vez, sus pro­
la de que la búsqueda y la explotación de la documentación ha de ha­ pios condicionamientos. Por lo pronto es preciso señalar que toda inves­
cerse desde una buena planificación de la investigación que es la única tigación en cualquier ciencia social y, por tanto, en historiografía, es im­
que permite optimizar el trabajo desde puntos de vista de imprescindible posible de llevar a buen término sin un correcto y suficiente apoyo biblio­
observación: gráfico. Es decir, sin la consulta del aparato preciso de la bibliografía
científica sobre un determinando tema, a la cual es posible tener acceso
­ posibilitar búsquedas exhaustivas; a través de repertorios variados, catálogos de bibliotecas, bases biblio­
­ permitir la reorientación de la búsqueda; gráficas informatizadas, etc.8 No es posible definir un proyecto de inves­
­ producir una agrupación correcta de las informaciones; tigación o planificar su estrategia sin un conocimiento, exhaustivo hasta
­ facilitar un claro control de las «lagunas» de la información. donde sea posible, del estado de la cuestión científica en un determina­
do campo temático y en un determinado momento. La bibliografía exis­
La técnica de exploración documental tiene como punto clave no sólo la tente sobre un tema es no sólo la primera y fundamental fuente de infor­
lectura correcta de las documentaciones halladas, es decir, la extracción mación, cuya consulta puede tener, justamente, el resultado de descu­
de información primaria, información factual de cualquier tipo, bien de brimos que un determinado tema o no ha sido tratado o lo ha sido insufi­
expedientes administrativos, correspondencia, contabilidad o cualquier cientemente, sino que la bibliografía existente y la que se va producien­
otro tipo de documentos sino, sobre todo, el trasvase de las informacio­ do es siempre un imprescindible control para el proceso de investigación
nes obtenidas al aparato de «organización de la información». El investi­ propio. «Descubrir el Mediterráneo» es, como se dice en la jerga propia
gador construye tipologías en función de su proyecto y sus formas de de la investigación, la consecuencia de no conocer suficientemente el
trabajo: ficheros de contenido, base de datos, recopilación de citas, etc. estado de un tema científico.
La «lectura» de un documento, contra lo que pueda parecer, no es cosa
fácil7. Un investigador no puede leer sin más un documento para captar
su sentido superficial, sino que su lectura tiene que estar orientada, y de 8
Véase J. Mª. Sánchez Nistal, «Problemas y soluciones para la búsqueda de información
bibliográfica en la investigación histórica», en M. Montanari, E. Fernández de Pinedo et
al., Problemas actuales de la historia, Universidad de Salamanca, Salamanca, 1993, pp.
7
M. Duverger, Métodos, pp. 151 y ss. 9-18.
Los libros, folletos y otras publicaciones de imprenta no periódicas, o, en cimiento de la importancia de las fuentes visuales10 o iconográficas, so­
su caso, las documentaciones escritas en otros soportes y formas, tales noras, informáticas, etc., que en el futuro llegarán a adquirir probable­
como manuscritos, papiros, inscripciones, etc., constituyen un campo mente mayor importancia que los textos escritos que hoy soportan la
esencial y muy tipificado de la documentación de cualquier investigación mayor parte de las manifestaciones culturales.
historiográfica sobre cualquier época. Los progresos de la documenta­
ción archivística y de la observación directa en modo alguno han invali­ Lenguaje y discurso
dado el hecho de que la construcción histórica sigue basándose también
sobre relatos antiguos, relatos de época, trabajos historiográficos ante­ En la actualidad no basta al progreso técnico de la investigación históri­
riores, libros de memorias, ensayos y toda la bibliografía utilizable para ca con la mera lectura temática de las fuentes escritas. El progreso de
obtener evidencias empíricas sobre un periodo o un problema. las técnicas cualitativas marcha, evidentemente, en la dirección de que
La documentación hemerográfica nos coloca ante uno de los conjuntos aquello que hemos llamado informaciones primarias, es decir, lo que se
documentales de mayor interés hoy en la investigación de la historia en obtiene de información «directa» a través de la lectura del contenido de
todo Occidente desde el siglo XVIII. La prensa ha sido la fuente de co­ un texto, vaya siendo progresivamente más elaborado por técnicas com­
municación pública de mayor importancia desde ese siglo y que ha ido plejas que permitan organizar conjuntos de datos por el estudio de codi­
adquiriéndola cada vez más a medida que nos acercamos a la época re­ ficaciones menos aparentes que el texto contiene también: la lengua, la
ciente. Para las investigaciones en la historia política, cultural, social, la semiótica, la semántica de un texto pueden aportarnos contenidos «sub­
prensa es una fuente imprescindible. Pero los problemas de crítica fon­ yacentes», ocultos, que la mera lectura primaria no descubre. Es por
tal de la prensa son de bastante envergadura9. Las informaciones de ello importante que el historiador que trabaja sobre fuentes escritas de
prensa necesitan una estricta y profunda depuración con arreglo a técni­ carácter textual esté impuesto en las técnicas muy diversas de los análi­
cas que hoy adquieren un alto grado de sofisticación. La importancia de sis de las codificaciones ocultas de los textos que practican otras disci­
la prensa es tal que por sí misma constituye, incluso, un campo de estu­ plinas. Aunque se trata de una especialización laboriosa.
dios historiográfico preciso ­historia de la prensa o del periodismo­, ade­ Naturalmente, estamos hablando aquí de las técnicas de trabajo en el
más de su uso como fuente para otras muchas sectorializaciones. análisis de los textos fontales para la historia en una posición teórica
En definitiva, hoy por hoy, a fines del siglo XX, la documentación escrita, bien lejana de lo que significan las corrientes postmodernas y, especial­
que además de la de archivo y la hemerográfica comprende los amplios mente, deconstruccionistas, a lo Jacques Derrida, que hacen problemá­
géneros de las «publicaciones oficiales» de las administraciones públi­ tica la noción misma de fuente textual, por cuanto se niega el «carácter
cas, de las empresas e instituciones de todo tipo ­censos, anuarios, in­ referencial» del texto, cosa que ya hemos comentado anteriormente. La
formes, estadísticas de muy variados tipos, etc.­, es la predominante en posibilidad de que un texto no pueda ser tomado como
el aparato informativo del historiador. Las técnicas de investigación fun­ «representación» de una realidad, que es el caso propuesto por el es­
damentales se dirigen hoy, pues, primordialmente, al trabajo con docu­ tructuralismo de Derrida, que no se entienda como algo más que una
mentación escrita. Pero aparecen ya claras las tendencias hacia el cre­ codificación cerrada en sí misma ­que debe ser descodificada­ sin refe­

9 10
Entre las obras básicas para iniciar el estudio de los problemas críticos de la prensa Existe hoy en este sentido la incógnita de que todavía no se conoce bien la
como fuente histórica véase B. Barrère, J. F. Botrel, G. Brey et al., Metodología de la perdurabilidad de los soportes de almacenamiento de información tales como cintas
historia de la prensa española, Siglo XXI, Madrid, 1982. magnéticas de audio o vídeo, disquetes de ordenador y demás.
rente externo, destruye la idea misma de fuente histórica escrita11. No es El análisis de contenido
esta nuestra posición12.
El recurso habitual a los procedimientos filológicos, estado de la lengua, Las técnicas que permiten obtener información adicional de los docu­
uso selectivo de palabras, estudios etimológicos, variaciones semánti­ mentos escritos a través del análisis de sus codificaciones internas las
cas, es acompañado hoy de recursos semióticos, de referencias a los podemos llamar en general técnicas de análisis de contenido, pero este
medios que el emisor del mensaje tiene para producir sentido, al uso del sistema de trabajo admite diversos niveles y objetivos. Pueden hacerse
lenguaje metafórico, o a la distribución del discurso en relación con los estudios del vocabulario de forma cuantitativa, de la semántica, de las
momentos sucesivos de un proceso de comunicación. Los principios de formas de expresión y todo ello admite y, posiblemente, hace recomen­
la teoría de la comunicación, como la de Habermas, o de inferencia her­ dable, el estudio comparativo. Por otra parte, el análisis sistemático de
menéutica, como la de Gadamer, son hoy elementos muy útiles en el un texto desde el punto de vista de su lengua, de su semántica o sinta­
análisis de la información histórica desde el punto de vista del lenguaje. xis, de su «mensaje», necesita ya de la aplicación de ciertas técnicas
En todo caso, el recurso al estudio del lenguaje como elemento de cap­ numéricas: contar tipos de palabras, por ejemplo, clasificar tipos de ora­
tación de lo histórico no es reciente, sino que tiene cierta tradición. La fi­ ciones o de frases, analizar frecuencias de aparición de ciertas formas o
lología y la historia han colaborado desde antiguo. Un libro pionero en ciertas asociaciones de palabras y de ideas, etc.
ese tema fue el de Regine Robin13. El análisis del lenguaje es un primer
método de aproximación pero en el que cierta epistemología ve más una El análisis de contenido (AC) es una técnica antigua, pero desarrollada
cárcel que un progreso. El estudio de la lengua en relación con los pro­ hoy sobre bases mucho más sofisticadas, que resulta esencial en el
cesos históricos se ha ampliado también hacia el análisis propiamente li­ análisis cualitativo de datos. Se trata de una técnica basada en el análi­
terario del «discurso» histórico, en lo que una tradición americana repre­ sis del lenguaje, pero cuyo objetivo no es conocer éste en sí mismo sino
sentada por Hayden White, Dominick La Capra, Louis O. Mink, o el ma­ «inferir» alguna otra realidad distinta a través de él. El AC empezó como
gisterio de P. Ricoeur, han tenido una influencia decisiva. Pero se trata análisis de la propaganda y del lenguaje político15. El AC fue definido por
de un asunto que va mucho más allá de las técnicas de análisis históri­ B. Berelson como «una técnica de investigación para la descripción ob­
co. En este sentido técnico, es más importante el estudio de la aparición jetiva, sistemática y cuantitativa del contenido manifiesto de la comuni­
del «hecho lingüístico» como hecho histórico14. Los cambios sociales cación»16. Una definición más completa hoy es la que establece que es
son también cambios de lenguaje. El lenguaje adquiere su genuina for­ «un conjunto de técnicas de análisis de las comunicaciones17 tendente a
ma en el concepto y, como estableció Wittgenstein, es una representa­ obtener indicadores (cuantitativos o no) por procedimientos sistemáticos
ción del mundo que dice casi todo sobre una época. y objetivos de descripción del contenido de los mensajes, permitiendo la
inferencia de conocimientos relativos a las condiciones de producción/
recepción (variables inferidas) de estos mensajes»18.
11
Véase G. M. Spiegel, History, Historicism, and The Social Logic of the Text, pp. 59 y
15
ss. L. Bardin, Análisis de contenido, Akal, Madrid, 1986, p. 11.
12 16
Que, naturalmente, se encuentra más cercana de la que expone E. Moradiellos, Citado en Bardin, op. cit., p. 13. Esa obra clásica de B. Berelson de la que parte esta
«Últimas corrientes en historia», Historia social, 16 (1993), pp. 97 y ss. Los textos son técnica moderna es Content Analysis in Communication Research, The Free Press,
«representaciones». Nueva York, 1952.
13 17
R. Robin, Histoire et Linguistique, Armand Colin, París, 1973. Se entiende que cualquier tipo de «comunicaciones» verbales, no se refiere a las
14 comunicaciones electrónicas ni a los medios de comunicación.
P. Achard et al., dirs., Histoire et Linguistique, Maison des Sciences de l'Homme,
18
París, 1984 L. Bardin, op. cit., p. 32.
El AC se aplica a documentos de interés cualitativo desde luego, pero él oraciones, párrafos; el establecimiento de categorías de clasificación, es
mismo puede tener una orientación cualitativa o cuantitativa. Puede in­ decir, crear unas unidades básicas de codificación. Una vez que se tie­
tentar hacer ostensible alguna cualidad del mensaje, su capacidad de nen claras las unidades a analizar ­palabras, frases, documentos norma­
persuasión o su intención política, por ejemplo, o puede pretender con­ lizados (cartas, pasquines, imágenes simples, etc.)­ puede emprenderse
tar la aparición de palabras para ver el estado de la lengua. En este sen­ un doble tipo de análisis: categorial y estructural.
tido, el AC es una parte de lo que Duverger llamó «semántica cuantitati­ El análisis categorial es el que descompone y distribuye un texto en
va»19. En los años posteriores a 1960 el AC progresó en función de la esas categorías, en grupos de características homogéneas, morfológi­
aplicación del ordenador, del estudio de la comunicación no verbal y de cas o de otro tipo: los adjetivos, los tipos de oraciones, los significantes
la mayor precisión aplicada al análisis. políticos, etc. El trabajo fundamental es el establecimiento de esas cate­
Las técnicas del AC son siempre muy abiertas. Se ha dicho que es pre­ gorías en función de lo que se pretende investigar y atendiendo a nor­
ciso inventarlas cada vez que se emplean. mas técnicas y lógicas precisas. Las categorías han de ser objetivas,
El AC tiene unos patrones descriptibles en pocas palabras. Se puede homogéneas, excluyentes entre sí, exhaustivas y pertinentes20. «El aná­
entender brevemente su carácter a través de cuatro características lisis vale lo que valen las categorías previamente definidas.» Las cate­
esenciales: gorías clasificatorias pueden referirse a materia (temática), forma (decla­
rativa, promocional, etc.), apreciación (valorativa), etc.
• campo El análisis estructural es el que establece no una clasificación en cate­
• procedimiento analítico gorías sino el que profundiza en la organización de ellas, las característi­
• Objetivo de inferencia cas de sus relaciones ­cuántas veces aparece una determinada relación
• relación con la lingüística de palabras, por ejemplo­, la situación de los elementos en un todo y de­
más. El análisis estructural supone el categorial y lo profundiza.
Campo. El campo de aplicación del análisis de contenido no deja fuera El análisis de contenido puede realizarse, naturalmente, a diversos nive­
nada que sean sistemas de intercomunicación por medio del lenguaje: les. Cuanto más minuciosa es la base categorial, es decir, son más las
textos escritos de todo tipo, discursos orales recogidos en algún soporte, «unidades de análisis», y el criterio de división del texto empleado es
etc. Y ese es uno de sus principales problemas, puesto que es aplicable más desagregante el análisis será más completo, complejo y más rico
también a la comunicación no verbal, de donde se deriva la dificultad de en posibilidades. Una cosa es analizar al nivel de las palabras y otra al
una sistematización fija de las técnicas de análisis. nivel de frases, párrafos o temas. Más o menos también puede emplear­
Análisis sistemático. Es el momento clave de esta técnica. La técnica del se un aparato numérico o estadístico.
AC es difícil de definir a partir de su campo, por lo que sus procedimien­ Inferencia. La cuestión fundamental en la técnica del AC, como en cual­
tos de análisis resultan más delimitativos. Hay varias formas de sistema­ quier otra, es que persigue un objetivo más allá de la propia manipula­
tizar la forma de proceder de un AC. El análisis de un texto, de un dis­ ción de lo real. El análisis interno de un texto o de cualquier otra estruc­
curso, empieza siempre en una descripción de él, pero ello es una cues­ tura que pueda descomponerse en elementos no pretende quedar en sí
tión meramente introductoria. Naturalmente, las operaciones parten de mismo sino que mediante esa técnica se pretende hacer una inferencia,
la división de un texto en unidades previamente designadas: palabras, es decir, averiguar otras cosas que la observación primaria de los datos
19
Duverger, op. cit., p. 165. E. Ander-Egg, Técnicas de investigación social, El Ateneo,
20
México, 1993, habla también de una «semántica diferencial», pp. 339 y ss. lbidem, p. 27.
no nos dice en sí misma. Así, el AC «identifica y describe de una mane­ Un ejemplo característico del uso del análisis del discurso para desen­
ra sistemática las propiedades lingüísticas de un texto con la finalidad de trañar el significado de determinadas situaciones históricas nos los dan
obtener conclusiones sobre las propiedades no­lingüísticas de las perso­ sobre todo los trabajos sobre el análisis del discurso político emprendi­
nas o los agregados sociales»21. Analizar el lenguaje de un documento dos por Antonio R. de las Heras y sus discípulos 23. Una de las técnicas
pretende averiguar cosas sobre quienes lo escribieron, sus intenciones, empleadas es la llamada de análisis de las regulaciones24, donde el indi­
intereses, situación o importancia en un contexto social dado. La cues­ cador es el perfil del discurso. Por este procedimiento de análisis del dis­
tión esencial es, pues, que el análisis de los documentos trata a éstos curso se puede entrar en el análisis del poder, de las estrategias y regu­
como indicadores, como indicios o restos, de una realidad que se intuye laciones del antagonismo. El método empleado en los trabajos de la es­
­que es «hipotética»­ y que se quiere desvelar. cuela de A. R, de las Heras comprende siete regulaciones: sublimación,
Los libros de memorias, sometidos a AC, pueden ser un excelente ejem­ favor, desviación, miedo, culpabilidad, represión, expulsión 25. Son estra­
plo de lo que queremos decir. El análisis del contenido lingüístico de un tegias para regular la relación orador/auditorio.
manifiesto político puede llevar a establecer su inautenticidad por no en­ La regulación de un discurso tiene dos momentos o elementos: perfil y
cajar su lenguaje en una serie bien conocida de textos políticos del tipo secuencia26. Pero, en realidad, estos elementos, a más alto nivel, pare­
a los que aquél dice pertenecer22. Las inferencias pueden ser más o me­ cen más una estrategia de regulación de contradicciones que de relacio­
nos amplias. Desde aquellas que se refieren sólo a personas muy liga­ nes de poder. El tratamiento del discurso político resulta esencial en
das al contenido de los documentos hasta el intento de reconstruir situa­ cierto tipo de historia, porque el «discurso político» es el canal funda­
ciones sociales de mayor alcance. En la historiografía como en cualquier mental de comunicación entre el poder y la sociedad. El discurso político
otra disciplina se procede siempre a través de «restos documentales». es algo institucionalizado en la época contemporánea. Parece, sin em­
En rigor, ninguna realidad presente o pasada nos está dada de inmedia­ bargo, que un problema básico de este análisis es el tener que estar
to: hay que inferirla. mezclando siempre interpretaciones formal/cuantitativas con las con­
Lengua. Un AC tiene una estrecha relación con la lengua, pero no es un ceptual/cualitativas. Cada uno de esos sistemas no tiene traducción en
análisis de lenguaje sino de palabras. Lo que interesa es el contenido de el otro.
las palabras no el lenguaje en sí. Por ello el AC llega a ser «análisis del El perfil alude a la «cantidad», al nivel, en cada regulación. J­as siete re­
discurso», un análisis semántico de lo que el emisor de un mensaje gulaciones definidas se pueden reducir a tres bloques teniendo en cuen­
quiere realmente decir aunque parezca decir otra cosa. ta su fundamento teórico y el hecho de que se trata de regulaciones del
antagonismo. 1.° sublimación­favor; 2.° desviación­miedo­culpabilidad;
El análisis del discurso 3.° represión­expulsion. Es posible, en todo caso, que este tipo de trata­
mientos puedan ponerse en contacto con otros de base dialéctica con la
21 teoría de los juegos.
R. Mayntz et al., op. cit., p. 198.
22 23
J. Aróstegui, «El Manifiesto de la "Federación de Realistas Puros" (1826). Contribución M. P. Díaz Barrado, Análisis del discurso político. Una aplicación metodológica, Editora
al estudio de los grupos políticos en el reinado de Fernando VII», en Estudios de Historia Regional de Extremadura, Mérida, 1989. Mª. P. Amador, Análisis de los discursos de
Contemporánea, Instituto «Jerónimo Zurita» del CSIC, Madrid, 1976, vol. II, pp. 119-185. Francisco Franco. Una aplicación metodológica, Universidad de Cáceres, Cáceres, 1987.
En este trabajo se pretendía demostrar que el Manifiesto aludido era una falsificación 24
M. P. Díaz Barrado, op. cit., p. 18.
liberal que quería hacerse pasar por realista o «apostólico» proclamando rey a Carlos 25
Sin duda, la teoría podría haber encontrado términos más precisos para expresar
Mana Isidro de Borbón, hermano de Fernando VII. El estudio de su lengua no deja
prácticamente lugar a dudas: su terminología no es la auténticamente realista de la esas connotaciones semánticas.
26
época y sus ideas tampoco. M. P. Díaz Barrado, op. cit., p. 32.
Las técnicas documentales que emplea la historiografía son, en líneas
generales más limitadas que las de aquellas otras disciplinas que pue­
den «construir» en alguna manera su campo de observación, cosa que,
en principio, no parece posible en el estudio del pasado. ¿Es posible uti­
lizar la técnica de la encuesta en historiografía? La respuesta obvia pa­
rece ser la de que no. No es posible encuestar a documentos escritos;
otra cosa es la historia oral de la que hablamos después. No obstante,
¿es posible aplicar un cuestionario de preguntas a la documentación
histórica? Esa, desde luego, parece otra cuestión 28. La posibilidad de un
análisis extremadamente formalizado de una documentación histórica,
cualitativa o cuantitativamente hablando, depende del carácter mismo
de la fuente, antes aun que del objetivo de la investigación.
Precisamente, las documentaciones seriadas, de diverso tipo, son las
que permitirían la aplicación de técnicas de cuestionario y, si ello es pre­
ciso, de muestreo29. La formalización de los datos, un tratamiento que
permita su organización estricta ­tabulación, su clasificación en categorí­
as, su estricta seriación cronológica­ puede ser un objetivo deseable en
la investigación histórica si con ello «se pueden ver más cosas». Pero
estos trabajos, sobre todo con datos cualitativos, textos, expedientes
verbales ­jurídicos o de otro tipo­, informes, etc., sólo están justificados
para su uso instrumental, no en sí mismos.

CUADRO 12 La historia oral como técnica: las fuentes orales


Perfiles de discursos, según la regulación de «sublimación»
La «historia oral» (HO) es una actividad historiográfica que comprende
La secuencia es la sucesión de las regulaciones. Una especie de elec­ dos cosas distintas que sus propios cultivadores distinguen y que es
troencefalograma del discurso. Analizando, por tanto, grandes cantida­ preciso mantener separadas conceptualmente. La HO es de una parte
des de texto de discurso se puede llegar a crear en base a perfiles y se­ «un acceso a lo histórico» que supone un determinando tipo de fuentes,
cuencias una tipología de los discursos27. El tipo de discurso de debate, los testimonios orales, y un determinado método de trabajo para obte­
de Parlamento, es uno de ellos. También ese tipo de discurso puede en
el caso político descubrir que nos encontramos en la primera fase de la 28
Las técnicas de cuestionario son descritas en todos los manuales de técnicas de
vida de una asociación que no acaba de aceptar el sistema en el que investigación social. Unos planteamientos muy renovados y recientes se exponen en M.
B. Miles y A. M. Hubermann, Qualitative Data Analysis, Sage Publications, Londres,
está inmersa. 1994. Su capítulo 2 trata de la preparación del proyecto de cuestionario. Véanse
asimismo los tratados citados de Duverger, García Ferrando et al., Festinger y Katz,
Sierra Bravo.
27 29
M. P. Díaz Barrado, op. cit., p. 36. C. Cardoso y H. Pérez Brignoli, op. cit., p. 277.
nerlos, para hacer un discurso histórico, sin embargo, del tipo mismo del la construcción de sus propias fuentes lo que constituye la peculiaridad
hecho con otras fuentes y método. En este sentido la historia oral sería máxima de este tipo de historia34. Y ello resulta ser una de las caracte­
una técnica cualitativa practicada con un cierto tipo de fuentes, las ora­ rísticas más interesantes que en el panorama de las fuentes historiográ­
les. ficas y de las técnicas de investigación pueden señalarse.
Pero en cuanto que la historia oral como técnica exclusiva sólo es posi­ En efecto, es esta una técnica historiográfica que acerca la HO a los
ble en el ámbito de la historia reciente, y en cuanto que su temática y su modos de investigación de disciplinas como la sociología, psicología o
propia forma de acceso a los hechos tiene concomitancias con investi­ antropología. Y que la coloca fuera de la general imposibilidad de la his­
gaciones como la sociológica y la psicológica, entre otras, la HO puede toriografía, que ya hemos señalado, de construir su propias documenta­
ser tenida como una sectorialización historiográfica, como una especiali­ ciones. La técnica de la HO puede acercarse cuanto se quiera a la en­
dad temática e, incluso, como una especialización cronológica, con lo trevista sociológica, la encuesta, la intervención, el test, la observación
que nos salimos del ámbito de las técnicas e incluso de la teoría discipli­ participante y demás. Pero está claro que sus objetivos pueden ser, y de
nar de la historiografía para enfrentarnos con una parte sustantiva del hecho son, enteramente diferentes de los de esas técnicas, dado el ca­
estudio de la historia. rácter mucho más envolvente, globalizante, que tiene la HO35.
Lo que aquí nos interesa es la primera de las acepciones, la de la HO
como una técnica ­o un método, si se prefiere así­ cualitativa de trabajo La HO es un instrumento verdaderamente nuevo y de inmensas posibili­
con fuentes específicas30. De esa forma la caracteriza quien es uno de dades en la investigación histórica del mundo presente36. Los cultivado­
los pioneros de esta especialización historiográfica, Paul Thompson31. res han destacado que su temática y orientación hasta el presente ha
La HO ha adquirido un importante desarrollo en la década de los ochen­ penetrado en ámbitos de la realidad social que la historiografía académi­
ta32. Su forma de investigar consiste concretamente en el empleo de tes­ ca convencional ha dejado desatendidos: grupos marginales o en vías
timonios transmitidos de palabra al historiador, lo que ha hecho funda­ de desaparición, discriminados, sometidos, analfabetos, etc. La HO se
mental el uso de la grabadora o magnetófono, según el proyecto de éste ha extendido por campos como la historia de las relaciones de género y
sobre una determinada investigación33. La entrevista personal es, pues, la historia local, terreno este en el que ha venido a coincidir con la mi­
básica. Todos los practicantes y tratadistas del asunto reconocen que es crohistoria. En definitiva, se ha dicho que la HO es la encarnación com­
pleta de lo que E. J. Hobsbawm llamó la «historia desde abajo» 37. Sus
30
La mejor introducción en castellano a los precedentes y desenvolvimientos de la problemas metodológicos y técnicos, de los que ha ido ocupándose ca­
historia oral es el libro de P. H. Joutard, Esas voces que nos llegan del pasado, FCE, da vez más ­se ha señalado por M. Pollak que se publican más trabajos
México, 1986.
31
P. Thompson, La voz del pasado. Historia oral, Alfons el Magnànim, Valencia, 1988. La
metodológicos que de investigación­, son, no obstante, de cierta enver­
edición original es de 1978. Thompson ha remozado las ediciones sucesivas. gadura.
32
Existe una asociación internacional de sus cultivadores, varias revistas dedicadas a
ella como Oral History, International Journal of Oral History, Historia y fuente oral
(Barcelona), algunos centros donde se cultiva especialmente como el Institut d'Histoire 34
Véase, por ejemplo, M. Pollak, «Pour un inventaire», Les Cahiers de l'IHTp (París), n.°
du Temps Présent (París), seminarios específicos, etc. 4: Questions à l'Histoire Oral (junio de 1987), p. 15.
33
Un ejemplo de la difusión alcanzada en España por este tipo de investigación lo 35
P. H. Joutard, op. cit., p. 273.
proporciona la celebración en Barcelona del V Congreso Internacional en 1985 y la 36
L. Niethammer, «¿Para qué sirve la H.O.?», Historia y fuente oral (Barcelona), n.° 2:
continua celebración de Jornadas donde se trata la más variada temática. Cf. J. M.
Trujillano, ed., Historia y fuentes orales. «Memoria y sociedad en la España Memoria y Biografía (1989), p. 5.
37
contemporánea», Actas de las Ill Jornadas, Fundación Cultural Santa Teresa, Ávila, R. Fraser, «La historia oral como historia desde abajo», en P. Ruiz Torres, ed., La
1993. historiografía, Ayer (Madrid), 12 (1993), p. 79.
El problema crítico y técnico de la fuente construida sobre declaración tas investigaciones sean obra de equipos de investigadores, lo que nos
oral reside en las dificultades de su objetividad, su exhaustividad, su coloca también ante otra característica nada habitual del trabajo historio­
transcripción correcta, la dinámica específica que se entabla entre entre­ gráfico42. El diseño de la investigación, la fijación de su campo temático,
vistador y entrevistado, la complementariedad con otras fuentes, etc. En en su caso, y sus límites sociales, la preparación de cuestionarios y la
este último sentido, debe decirse que una parcela de gran autonomía y orientación clara de las preguntas contenidas en éstos, etc., tienen una
también de fuerte presencia interdisciplinar es la de la construcción his­ importancia fundamental. Estamos ante un tipo de trabajo histórico don­
tórica mediante el relato oral del pasado de pueblos ágrafos, que no tie­ de la rectificación de los errores, de diseño o de realización o de orienta­
nen fuentes escritas, en África u Oceanía38. La construcción de la fuente ción, es mucho más difícil que en la investigación historiográfica conven­
oral está sujeta a una serie de condicionantes « de situación», psicológi­ cional.
cos y sociológicos, que es cierto que no tiene la documentación escrita.
La recolección y control de los testimonios orales es una tarea cuyo rigor Independientemente de las críticas suscitadas y de los debates metodo­
debe ser extremado39. El procedimiento técnico tiene tres momentos que lógicos, la HO ha prestado interesantes aportaciones al conocimiento
han sido descritos con brillantez por E. P Thompson: proyecto, entrevis­ contrastado de acontecimientos recientes de gran trascendencia: la se­
ta y almacenamiento y criba40. gunda guerra mundial vista desde diversos países, los episodios de re­
La encuesta oral es el elemento básico de esta técnica. Si bien es ver­ sistencia y represión, la guerra civil española43, la vida en barrios margi­
dad que presenta problemas de «distanciamiento», tiene las ventajas de nales, etc. Sin embargo, en la técnica de la HO hay que introducir una
toda comunicación inmediata que permite abrir siempre nuevas vías de doble distinción que afecta grandemente a su uso y eficacia. Por una
información. Se trata de una técnica que prima absolutamente lo cualita­ parte hay una notable diferencia entre su aplicación a elementos indivi­
tivo, lo subjetivo, con problemas de censura y autocensura y ofrece tam­ duales, lo que luego obliga a la reconstrucción de toda la observación
bién la ventaja de que la forma tan peculiar de recoger la información no por el historiador44, o a grupos y con técnicas de intervención colectiva.
impide que con posterioridad se puedan aplicar a su tratamiento técni­ La otra distinción esencial es la que se establece entre el uso de la HO
cas refinadas, como la del análisis de contenido, por ejemplo. La ausen­ de forma exclusiva, lo que nos coloca ya en esa especialidad historio­
cia de una estandarización de las encuestas puede ser otra de las difi­ gráfica a la que nos referíamos, y que es lo que ha dado a esta actividad
cultades para objetivizar la HO. Ello junto al problema del nivel de «re­
presentatividad» que el acopio de fuentes orales pueda aportar al estu­ 42
Mª. C. García Nieto, M. Vázquez de Parga y M. Vilanova, Historia, Fuente y Archivo
dio de un problema concreto. El número de las entrevistas que una in­ oral. Actas del Seminario «Diseño de Proyectos de Historia Oral», Ministerio de Cultura,
Madrid, 1990. Los tres trabajos incluidos tratan de creación y utilización de fuentes,
vestigación necesita es una cuestión metodológica importante41. valor de la fuente oral y proyectos y equipos.
La HO presenta, sin duda, un panorama técnico delicado a la hora de su 43
El trabajo pionero y más conocido es el de R. Fraser, Recuérdalo tú y recuérdalo a
proyección real en la investigación. Ello explica que buena parte de es­ otros, Crítica, Barcelona, 1979, 2 vols. Fraser ha escrito además algún texto
metodológico sobre el asunto. Nosotros mismos hemos empleado abundantemente la
38 HO en la reconstrucción de la historia de las milicias en la guerra civil de 1936, pero
Una síntesis actual de sus problemas en G. Prins, «Historia Oral», en P. Burke, ed.,
Formas de hacer historia, Alianza Editorial, Madrid, 1991, pp. 144 y ss. Esta siempre como complemento de otras fuentes.
44
contribución no habla de otra cosa más que de esto que señalamos. Esto nos coloca también en el terreno del uso de la biografía como fundamento de la
39 reconstrucción historiográfica. Cf. A. Rosa, ed., Biografia e Storiografia, Franco Angeli,
D. Voldman, «L'invention du témoignage oral», en Questions, pp. 77 y ss. El
historiador oral tiene que «inventan» la fuente. Milán, 1983. Y A. Morales, «Biografía y narración en la historiografía actual», en
40 Problemas actuales, pp. 229 y ss. Y la pirueta de P. Nora, ed., Essais d'ego- histoire,
P. Thompson, op. cit., caps. 6, 7, 8.
Gallimard, París, 1987, donde un conjunto de «grandes» de la historiografía francesa
41
M. Pollak, op. cit., p. 19. hacen su propia «historia de vida».
su importancia en estrecha relación con la concepción de una historia
reciente, o el uso de fuentes orales de forma complementaria con la do­ 2. LAS TÉCNICAS CUANTITATIVAS
cumentación convencional, cosa practicada con relativa frecuencia por
los historiadores contemporaneístas. En la historiografía, la cuantificación empezó por la historia económica
desde comienzos del siglo XX, particularmente en Francia ­Simiand, La­
La técnica de la HO ha venido cada vez más a converger con la más li­ brousse­ y sufrió un notable impulso en la segunda mitad del siglo50. La
mitada de la llamada historia de vida ­ Life History­ que practican desde cuantificación en historiografía general adquirió un auge importante en
antiguo disciplinas vecinas45. La conexión o diferencia entre una y otra los años setentas51. El comienzo de la aplicación de los ordenadores dio
plantea algunos problemas. Por lo demás, la analogía que quiere verse, un mayor impulso a la tendencia, capaz ahora de analizar ingentes ma­
a veces, entre «historia de vida» y una «historia cotidiana» no parece sas de datos, como hizo la cliometría. Sin embargo, la renovación técni­
correcta. La historia de vida (HV) es, en líneas generales, «la narración ca no fue acompañada siempre del suficiente grado de reflexión sobre
de la vida de una persona hecha por ella misma». En principio es, pues, las aportaciones explicativas que el cuantitativismo estaba en condicio­
una fuente sencilla, bien delimitada, utilizáble de distintas maneras. Se nes de procurar para no convertirse en un fin en sí mismo52. Hoy día la
mantiene, a veces, que no es posible hacer buena HO sin que haya un cuantificación es incluso mirada bajo sospecha, pero es enteramente
fondo de HV46. Los problemas normales de la validez epistemológica de inútil negar su importancia. El objetivo de las páginas que siguen es tra­
la fuente oral se complican en la HV por la absoluta proximidad del pro­ tar algunos problemas generales de las técnicas cuantificadoras.
ductor y el recopilador de la fuente.
Por ello, hay fuertes corrientes que propenden, por una parte, a integrar El cuantitativismo: las técnicas cuantificadoras
en el método el hecho indescartable de que la subjetividad preside esta
investigación, buscando justamente esa subjetividad47. La experiencia Cuantificación y cuantitativismo
del sujeto ha sido puesta en relación con su posible explotación psicoa­ La cuestión de la cuantificación en el estudio de los fenómenos sociales
nalítica, con la explotación e interpretación de los «silencios», etc.48. Y es ardua y por sí sola representa una de las grandes disyuntivas ­y
propenden, por otra, a considerar que hay un concepto más amplio de la siempre lo representó­ en las orientaciones teórico­metodológicas de las
extroversión de la subjetividad histórica del individuo que es el de «do­ ciencias sociales. No hay duda de que este problema afecta medular­
cumentos personales», de forma que la investigación oral se completa­ mente a la historiografía53. Históricamente, resulta ilustrativo que fue ya
ría con el uso de otras fuentes como cartas, diarios, fotografías, etc.49. Véase también G. Pineau y J. L. Le Grand, Les Histoires de vie, PUF, París, 1994.
50
45 P. Chaunu, Historia cuantitativa, historia serial, FCE, México, 1987. La edición original
Cf. Terminología científico- social, pp. 457-458 para una definición breve. D. Bertaux,
francesa es de 1978. La primera parte, «Historia cuantitativa o historia serial», es una
Biography and Society, Sage Publications, Londres, 1983 y la recopilación de textos de buena introducción al asunto.
J. M. Marinas y C. Santamaría, La historia oral: métodos y experiencias, Debate, Madrid, 51
G. Kurgan y P. Moureaux, eds., La quantification en histoire, Université de Bruxelles,
1993, que muestra el acercamiento al asunto desde el lado de las historias de vida de
la psicología y sociología. 1973, contiene varios artículos sobre el estado de la cuestión.
52
46
M. Vilanova en Historia, Fuente, p. 31. Un análisis interesante del asunto en E. Le Roy Ladurie, Le territoire de l'historien,
47 Gallimard, París, 1973. La primera parte de esta obra está dedicada a «Du coté de
M. Pollak, op. cit., p. 18.
I'ordinateur: la révolution quantitative en Histoire».
48
P. Thompson, op. cit, pp. 178 y passim. 53
W. O. Aydelotte, «Quantification in History». Este artículo, varias veces republicado,
49
K. Plummer, Los documentos personales. Introducción a los problemas y bibliografía es un clásico en el análisis de las ventajas y los límites de la cuantificación en la
del método humanista, Siglo XXI, Madrid, 1989. Libro denso y complejo pero de gran investigación histórica. De él es esta frase: «el uso de los métodos cuantitativos en
interés por el tratamiento interdisciplinar de los problemas de las historias de vida. historia presenta dificultades no siempre apreciadas por los neófitos».
Condorcet, en el siglo XVIII, el tratadista que pensó en la posibilidad y miento de grupos humanos, de que la relación matemática que es posi­
ventajas de aplicar las matemáticas a las ciencias «morales»; él fue el ble descubrir en las estructuras básicas, en todas o en algunas, de las
precursor de la matemática social a la que luego se llamaría estadísti­ sociedades, explica la vida social y la vida histórica, ha sido también,
ca54. ciertamente, expuesta por algunos científicos sociales. Pero en este ca­
Técnicas cuantificadoras son aquellas que aspiran a medir relaciones, o so nos encontramos ya no ante las técnicas cuantificadoras, no ante el
a descubrir nuevas relaciones mediante la estadística. Cuantificar las lenguaje numérico, sino ante la concepción teórica del cuantitativismo.
variables que intervienen en un fenómeno histórico y expresar sus rela­ Pero esa es otra cuestión, por más que esté relacionada con la anterior.
ciones a través de medidas, de ecuaciones, a través del lenguaje mate­ Toda la filosofía del estructuralismo se encuentra en mayor o menor me­
mático de más o menos alto nivel, no es jamás el «objetivo» de una in­ dida relacionada con la idea cuantitativista. El cuantitativismo, con unas
vestigación sino, como siempre, un instrumento de preparación de los u otras manifestaciones y en épocas diversas, se encuentra representa­
datos. Puede caerse en el error de identificar la capacidad científica con do, por su parte, en todas las ciencias sociales.
la capacidad cuantificadora, que son cosas suficientemente distintas. La
investigación cuantificada tiene los mismos fines que la cualitativa: expli­ El significado de la medición: variables e indicadores
car al hombre, colectivo e individual. La cuantificación permite encontrar
relaciones, explicaciones de comportamientos, que muchas veces per­ La medición de las variables es, indudablemente, una de las característi­
manecen ocultas a una investigación cualitativa. La potencia de la cuan­ cas de las técnicas de investigación social que más han hecho progre­
tificación reside esencialmente en la posibilidad que ofrece de estable­ sar la observación empírica en las ciencias sociales. El caso es perfec­
cer relaciones exactas. Pero cuantificar no es nunca un fin en sí mismo. tamente aplicable a la historiografía56. Se ha dicho que «la medición es
La cuantificación, como expusieron Landes y Tilly, cumple, al menos, un medio por el cual un concepto es empíricamente interpretado» 57. La
tres importantes funciones metodológicas: medición es en alto grado consecuencia de la teoría; la medición ordena
1) Obliga a expresar claramente los presupuestos de los que se parte, a los hechos y no al contrario58.
desarrollar con especial precisión los argumentos y procura una mayor En la medición de los fenómenos sociales es clave la idea de variable a
facilidad de refutación de lo que se expone. 2) La presentación conjunta la que ya nos hemos referido. Una variable es la representación simbóli­
de los datos cuantitativos hace más probable que la aparición de casos ca de un atributo, de una característica, que posee alguna realidad, aun­
no contemplados o inusuales sea mejor detectada, al tiempo que sea que a veces, se distingue con mayor nitidez entre «atributo», o variable
más fácil la observación del comportamiento a lo largo de diferentes pe­ cualitativa, y «variable» en sentido estricto. Para que una característica
riodos, grupos o espacios de alguna cualidad. 3) El empleo del lenguaje pueda ser llamada variable ha de ser posible que adopte valores diver­
matemático y la presentación de los datos de forma ordenada hace más sos, es decir, al menos dos. El hecho de que existan valores diferentes
factible que otros investigadores comprueben, verifiquen, o refuten las para una variable es ya el principio mismo de la medición. En el análisis
conclusiones establecidas55. histórico de cualquier tipo, político, cultural, económico o social, encon­
La idea de que la «cantidad» en que determinadas realidades o varia­ tramos siempre variables susceptibles de alcanzar valores diversos: los
bles aparecen puede ser determinante en la explicación del comporta­
56
Cf. W. Kula, Las medidas y los hombres, Siglo XXI, Madrid, 1980. Un conjunto de
54 escritos sobre el significado histórico de la medida.
Existe un trabajo de G. G. Granger sobre Condorcet et la mathématique social. La
57
obra de Condorcet está traducida al español. J. Hughes, La filosofía, p. 110.
55 58
D. Landes y C. Tilly, History as Social Science, p. 14. J. Ibáñez, «Las medidas de la sociedad», Reis (Madrid), 29 (marzo de 1985), p. 115.
individuos pertenecientes a una determinada asociación, el precio de los previas­, son datos nominales. Sólo pueden ser clasificados. El siguiente
cereales, los individuos internados en prisiones, tipos de libros en las bi­ nivel de medición es el ordinal, aquel en que las cosas además de ser
bliotecas. Se trata de ejemplos, entre cualesquiera otros muchísimos po­ nombradas pueden ser ordenadas; en estos datos existe clasificación y
sibles, de realidades conceptualizadas, que son divisibles en unidades y orden. Estratos sociales, parentesco, etc., pueden tener medición de es­
que pueden ser medidas: socios, unidades de moneda por kilo de trigo, te tipo. De intervalo es aquel tipo de medición en el que los valores son
presidiarios y libros. clasificados, ordenados y puede saberse la diferencia cuantitativa que
La cuestión es que no todas las posibles variables conceptualizables hay entre uno y otro; existe una unidad de medida común y, por tanto,
son mensurables con el mismo grado de dificultad. Hay conceptos que una secuencia ideal de magnitudes. La edad, el peso, el coeficiente de
por su propia naturaleza tienen una implicación numérica: precio, altura, inteligencia, etc., pueden ser medidos en este nivel. Por último, el nivel
producción, riqueza, etc. Hay otros conceptos cuya medición y, por tan­ de proporción está presente cuando puede establecerse que el orden de
to, expresión numérica es, por su propia naturaleza también, difícil. Así, magnitud de los valores que pueden aparecer contiene el grado cero. Se
dignidad, prestigio, conflicto, violencia, etc. Hay por tanto unas concep­ llama también escala de razón. Magnitudes como la riqueza en dinero,
tuaciones que tienen ante todo un carácter cualitativo. Existen variables la duración, la producción de una materia, etc., son de ese tipo. Poseen
discretas, sólo divisibles hasta un cierto nivel, como el número de hijos, clasificación, orden, distancia entre ellas y posibilidad de un punto cero.
que no pueden tener valores que no cambien de unidad en unidad. Con uno u otro nivel de medición, pues, todas las variables manejadas
Otras son continuas, pueden adoptar cualquier valor: la talla, por ejem­ en una investigación histórica serían mensurables. Pero en la práctica
plo. esa posibilidad tiene escasa relevancia. Una cosa es que algo pueda ser
Precio o actitud ante la muerte, riqueza o violencia, estudios o prestigio, medido y otra que lo sea efectivamente y que de su medida puedan infe­
son grupos de variables en las que el contraste entre su mayor o menor rirse conocimientos útiles. No es tan importante la posibilidad de que las
posibilidad y facilidad de ser medidas salta a la vista. Para que la medi­ cosas sean aprehendidas en su «cantidad», lo que de ninguna manera
ción sea posible se requieren al menos dos condiciones: una definición significa algo contrario a «cualidad», sino complementario, como el he­
de la variable inequívoca, lógicamente válida; y la existencia de una uni­ cho de que la cualidad pueda ser, además, cuantificada. La relación de
dad de medida para ella. ¿Qué es violencia?, y ¿en qué unidad medirla? las técnicas cualitativas y las cuantitativas no es, en manera alguna, de
Es obvio que la dificultad estriba esencialmente en la naturaleza oposición sino de complementariedad. Por ello, a la cuestión del cuanti­
«moral», simbólica y no material de ciertas atribuciones que hacemos tativismo, que puede ser una filosofía, lo que técnicamente hay que aña­
del comportamiento humano. Una variable cuya definición contenga, por dirle es el problema de la cuantificación.
cualquier causa, elementos o rasgos de ambigüedad será difícilmente En la investigación histórica, los problemas de la cuantificación no pro­
medible. Pero, además, no son lo mismo aquellas entidades ceden sólo de las técnicas precisas que, desde luego, se basan siempre
«discretas», susceptibles de ser divididas en partes iguales fijas de for­ en la estadística, sino también de la posibilidad y el estado de las fuen­
ma natural, que las «continuas» que no lo son. tes disponibles59. La investigación histórica típica es aquella que intenta
En la medida de las variables se establecen cuatro niveles: nominal, or­ mostrar el comportamiento en el tiempo de los fenómenos estudiados,
dinal, de intervalo y de proporción. La medición nominal es la más sim­ por ello para el historiador son esenciales las cuantificaciones con ex­
ple de todas y no consiste sino en categorizar cosas dándoles nombre presión de series temporales, a veces de gran duración. No siempre las
para diferenciarlas: sexo, nacionalidad, moralidad, etc., son caracteriza­
ciones que no permiten operaciones matemáticas ­sin modificaciones 59
C. Cardoso y H. Pérez Brignoli, op. cit., pp. 229-233.
fuentes permiten estos estudios en lapsos temporales significativos. Y en el asunto general de lo que se llaman indicadores. Los indicadores
no sólo se trata de la existencia de fuentes, sino de la homogeneidad de son conceptos, variables que sirven de «mediadores» entre el concepto
las existentes. definido y su presencia real en una determinada situación. El uso de
buenos coches es signo de (indica) riqueza, las cifras de paro pueden
Variables indicadores ser signo de (indican el estado de) la coyuntura económica; el número
Hemos dicho que ciertos conceptos tienen una mayor facilidad que otros de incidentes callejeros es signo de (indicio de) estado de violencia. Los
para ser expresados en el lenguaje matemático, para que sus valores conceptos «buen coche», «paro» e «incidente callejero» constituyen in­
sean expresados numéricamente. Pero hay algo más: es, por supuesto, dicadores de la magnitud de otros conceptos como «riqueza» (de una
pensable la posibilidad de introducir una escala de medida en conceptos persona en general), «actividad económica» y «violencia», respectiva­
que son de suyo cualitativos. ¿Es posible medir, por ejemplo, el grado mente.
de adhesión a algo?: adhesión a una idea, adhesión a una persona, a Los sistemas de «indicadores sociales» son muy empleados en la inves­
una ideología política, etc. Se trata de un problema complejo que trae­ tigación empírica de las características sociológicas de poblaciones60.
mos aquí a colación para ilustrar la idea de cuantificación. Por supuesto Su uso en la investigación histórica sería enteramente análogo al socio­
que esa medición es posible en ciertos niveles de ella. En el nivel ordi­ lógico: el de medir mediante ellos variables de difícil medida directa, por
nal, por ejemplo, es posible establecer una escala de actitudes, tenden­ ejemplo el grado de violencia61. Presentan el serio problema teórico del
cias, etc. Es el tipo de medición que aplican la mayor parte de las en­ establecimiento de la verdadera relación entre la variable que se quiere
cuestas de opinión. El problema consiste en la posibilidad de aplicar re­ cuantificar y su «indicador». Se ha dicho que los indicadores son «"me­
almente el lenguaje matemático. diación" metodológica entre la teoría y el empirismo»62. Pero en el caso
«Cuantificar» es la operación de conversión de conceptos que de por sí historiográfico la cuestión es también la disponibilidad de fuentes ade­
no son mensurables en variables medibles, manipulables mediante una cuadas capaces de suministrar el suficiente número de datos sobre los
escala homogénea de medidas que tenga su unidad patrón. La cuantifi­ indicadores. La búsqueda del indicador adecuado no presenta proble­
cación en absoluto altera las condiciones cualitativas de las cosas; sim­ mas específicos en la investigación histórica con respecto a la sociológi­
plemente las somete a otro tipo de operaciones. Para operar con las téc­ ca. Pero en la investigación histórica esta vía técnica apenas está explo­
nicas cuantitativas, con las técnicas de medición de cualidades de la re­ tada, con excepción, una vez más, de los intentos en historia de las
alidad, una cuestión fundamental es la de encontrar la «unidad de medi­ mentalidades.
da». ¿En qué unidades podemos medir la adhesión, la agresividad, el
conflicto? Lo habitual es que este tipo de conceptuaciones puedan so­ La estadística, técnica cuantificadora por excelencia
meterse a denominaciones, clasificaciones, ordenaciones, pero no a es­
calas numéricas de intensidad. El trabajo de ordenación de las variables
con arreglo a escalas determinadas es ya un trabajo de precuantifica­
60
ción susceptible de ser aplicado en cualquier investigación. S. del Campo, dir., Los indicadores sociales a debate, Euroamérica, Madrid, 1972, es
una buena introducción al asunto.
Pero, en ocasiones, la técnica consiste en que ciertos conceptos abs­ 61
R. Cibrián, «Violencia política y crisis democrática: España en 1936», Revista de
tractos, como conflicto, adhesión, prestigio, clase, etc., se introduzcan Estudios Políticos (Nueva Época), 6 (1978), es un intento de analizar el grado de
en el nivel de la medición estricta a través de variables numéricas espe­ violencia y de establecer un índice de ella a través de los «incidentes» y de las variadas
tipologías de éstos. Los resultados son discutibles, pero de interés.
cialmente relacionadas con ellas y que son mensurables. Entramos así 62
C. Moya, Teoría sociológica, Taurus, Madrid, 1982, p. 210.
La técnica por excelencia en el estudio de las variables cuantitativas o Estadística es la parte y derivación de la ciencia matemática más emple­
cuantificadas es la estadística. La importancia indiscutible de esta técni­ ada como técnica de manipulación numérica de grandes masas de da­
ca aplicada a todo tipo de operaciones de análisis interno de los siste­ tos para reducir éstos a presentaciones y relaciones simplificadas utiliza­
mas de variables no ha sido captada seriamente en la formación del his­ bles por la ciencia. La estadística tiene como base de su aplicación la
toriador. En las ciencias sociales el uso de la estadística es común en homogeneidad de todo «universo» ­conjunto delimitado­ de datos, su
disciplinas como la economía, demografía, sociología, psicología y es seriación, la idea de «variable», la idea de «caso» definido por varias va­
bastante frecuente en casi todas las demás. En historiografía sólo la his­ riables y el establecimiento último de los valores que las variables adop­
toria económica ha hecho un uso relevante de ella. Son escasos los tra­ tan, las formas de su variabilidad y la manera de presentar los datos en
tados de estadística pensados específicamente para historiadores63. Pe­ conjuntos estructurados65.
ro no escasean las publicaciones, de dificultad mayor o menor según la La estadística, que es hoy un recurso usadísimo en todo tipo de investi­
preparación matemática previa, dedicadas al uso de la estadística en la gaciones científicas, es igualmente útil en la investigación histórica de
investigación social64. Como es evidente, y hemos repetido antes, en es­ cualquier tipo siempre que se presenten series de datos suficientes para
te libro no podemos sino hacer unos comentarios básicos sobre la enti­ poder aplicar sus técnicas. En modo alguno es una técnica utilizable só­
dad y el valor de las técnicas estadísticas. Para entrar realmente en su lo en historia económica. Todas aquellas variables que intervienen en la
aprendizaje es preciso remitirse a los tratados específicos. vida socio­histórica, desde la acumulación de riqueza a las característi­
La palabra «estadística» procede de «Estado» como término político o cas del lenguaje, desde las peculiaridades del culto religioso a la expre­
del latín status, y su acepción actual deriva del uso dado desde el siglo sión de la violencia, a las cuales podamos aplicar una medida homogé­
XVIII a ciertas técnicas matemáticas para presentar informaciones y nea de sus valores, son susceptibles de tratamiento estadístico. Lo úni­
cuentas del Estado. Así se dijo que la «estadística» era «la ciencia que co verdaderamente imprescindible es la toma de todas las garantías téc­
describe cuantitativamente los hechos que interesan al Estado». De ahí nicas para que lo que parecen posibilidades de análisis no sean meros
que el pensamiento ilustrado pensara en la aplicación de la matemática espejismos. Y en evitar ese peligro no sólo tiene un papel el conocimien­
al análisis de fenómenos sociales, dando lugar a la «aritmética política». to de una técnica, sino también la capacidad conceptualizadora, la ima­
Podemos definir la estadística como una parte de la matemática ­en lo ginación y hasta la audacia del investigador bien preparado.
que respecta a la teoría estadística­ o como una técnica matemática que
permite el análisis interno de series de datos numéricos y la inferencia o La estadística tiene dos grandes partes de muy desigual importancia. La
inducción de las cualidades matemáticas que posee un gran conjunto de primera y más elemental es la estadística descriptiva, la segunda es la
datos a partir de un limitado número de ellos, que es con los que se ope­ estadística inferencial y ambas hemos tratado de tenerlas en cuenta en
ra. Esta segunda operación es la que se llama «inferencia estadística». la definición aproximada que hemos dado antes. La estadística descripti­
63
va es aquella que se usa para reducir un conjunto generalmente amplio
R. Floud, Métodos cuantitativos para historiadores, Alianza Editorial, Madrid, 1973.
También contiene una apreciable parte dedicada a las técnicas estadísticas,
de datos a otro más limitado, formado por varios tipos de medidas, que
especialmente en historia demográfica (sic) y económica, C. Cardoso y H. Pérez da mejor cuenta e informa mejor de las relaciones internas entre esos
Brignoli, op. cit.
64
datos. La característica esencial de la estadística descriptiva es que sus
Mª. J. Mateo Rivas y M. García Ferrando, Estadística aplicada a las ciencias sociales,
UNED, Madrid, 1990. Mª. J. Fernández Díaz, J. M. García Ramos et al, Resolución de conclusiones no superan el ámbito de la serie de datos con la que se
problemas de estadística aplicada a las ciencias sociales, Síntesis, Madrid, 1990. M.
García Ferrando, Socioestadística. Introducción a la estadística en sociología, Alianza
65
Editorial, Madrid, 1989. Existen editados bastantes libros de ejercicios resueltos. M. García Ferrando, op. cit., pp. 26-28.
opera. La estadística inferencial o inductiva es aquella que opera con un El conjunto de datos numéricos que representan los valores de una va­
limitado número de datos, a los que se suele llamar «muestra» a partir riable, o los de varias, se presentan en una tabulación que es la que re­
de los cuales se quieren obtener conclusiones de conjuntos mucho más sume de forma visual el conjunto de valores que una variable adquiere.
amplios, de los que se supone que la muestra es un reflejo. Por tanto, Cada uno de los valores que toma una variable, medida en diversos mo­
las conclusiones de la estadística inferencial superan el ámbito del con­ mentos históricos ­precios del trigo cada año, por ejemplo­, o los que to­
junto de datos con que se opera. Esta segunda parte es la que se llama man el número de las variables que se refieren a un mismo conjunto de
propiamente estadística matemática y su base fundamental es el cálculo datos ­por ejemplo, precio de los diversos artículos de alimentación en
de probabilidades. cada año­ forman lo que se llama un caso (o un registro en términos in­
Cualquier operación estadística supone un universo de datos, es decir, formáticos). Floud define el caso como «uno o más elementos de infor­
un conjunto de datos numéricos, generalmente muy amplio, cuyas rela­ mación67 relacionados con una unidad de investigación concreta»68. Ca­
ciones quieren analizarse. El universo de datos más sencillo es aquel da caso es el conjunto de los valores de las variables que lo componen.
que corresponde a los valores que una sola variable adquiere en un de­ Pues bien, la representación en un gran cuadro del conjunto de los valo­
terminado campo, problema o situación: número de militantes de un par­ res de las variables de forma que las columnas presentaran cada una de
tido en un lapso de tiempo, número de propietarios de fincas, número de las variables y las filas los valores de ellas en cada caso sería la matriz
lectores de un periódico, etc. Las nociones elementales que nos permi­ de datos. Una matriz de datos es una representación que reúne simultá­
neamente todos los casos y todos los valores. En historiografía los ca­
sos pueden ser, y frecuentemente lo son, los valores de las variables
«en un determinado periodo de tiempo» ­años, meses, reinados,
siglos... (véanse cuadros 13 y 14, al final).

La matriz de datos es la primera representación que el investigador tiene


ten comprender cómo se pone en marcha un proceso de análisis esta­ que hacer del conjunto de sus datos, si el número de ellos lo permite. La
dístico de un universo de datos empiezan con la organización misma de presentación informática en una base de datos es otra posibilidad. La
ellos y su presentación tabulada o matricial66. Conocemos ya los niveles disponibilidad conjunta y rápida de todos los datos es condición inexcu­
posibles de medición de los valores de las variables, niveles que por sí sable para el trabajo cuantitativo y estadístico. La representación en for­
mismos nos designan ya tipos de variables. Son los nominales, ordina­ ma de matriz es además la manera de captar la consistencia interna de
les, intervalos, proporciones, de forma que es posible encontrarse con ese conjunto de datos. La consistencia de los datos estriba, por lo pron­
esos tipos de datos. Realmente los tratamientos estadísticos habituales to, en que cada fila sea realmente un caso y cada columna contenga el
se emprenden con los datos de tipo intervalo o proporción. Distinguir el mismo tipo de información. Puede haber también inconsistencia en la
tipo de datos cuantificables con los que trabajamos es naturalmente de unidad de medida. La consistencia de los datos es fundamental en todo
fundamental importancia. Los datos ordinales se encuentran poco en la análisis cuantitativo. Columnas y filas han de ser homogéneas; no pue­
investigación histórica.

67
Variables, podríamos decir.
66 68
Esto se expone bien en el capítulo 2 de R. Floud, op. cit., pp. 31-42. R. Floud, op. cit., pp. 32-33.
den agruparse sino datos previamente homogeneizados. No hay posibi­ ce. Pero también constituyen esa tendencia central las variaciones que
lidad de cuantificación sino de datos «consistentes». se producen en torno al valor medio.
Tanto como las medidas de las medias, o valor medio, importan las de
El análisis estadístico de los datos: estadística descriptiva las variaciones más acusadas que se dan entre los valores extremos de
La estadística descriptiva es aquella parte de la técnica estadística, la los datos de un universo y el tipo de variaciones más frecuentes que se
primera, que empieza a determinar las relaciones que existen entre los dan entre los valores de toda la muestra. Es decir, las medidas de la
datos efectuando con ellos operaciones aritméticas. Las más sencillas dispersión. Una de ellas es la desviación media que consiste en sumar
de estas operaciones dejan conceptualizados ciertos tipos de relacio­ las diferencias de cada valor con respecto a la media ­valor que puede
nes. ser positivo o negativo­ y dividir esa suma por el número total de valores
La distribución de frecuencias es la primera de las operaciones. La dis­ (o sea, de casos); la varianza: fórmula que nos proporciona la suma de
tribución de frecuencias de los valores de una variable es el número de todas las desviaciones ­es decir, siempre el valor de una variable menos
veces que se repite cada valor, categoría u orden con que la variable se la media, con el signo que le corresponda­ elevadas al cuadrado y dividi­
presenta. La distribución de frecuencias puede estudiarse con cualquier das por el número de valores también. La desviación estándar: la des­
tipo de medición de datos: nominal, ordinal, intervalar o proporcional. viación estándar es la raíz cuadrada de la varianza. El coeficiente de va­
Puede decirse también que es el número de veces que cada valor de riación es el grado en que dos variables difieren de sus medias respecti­
una variable aparece en la serie de los valores de ella69. Existe también vas. El coeficiente de variación de un vector de números que son valo­
la distribución de frecuencias porcentuales. La distribución de frecuen­ res de una variable es «la variación standard de ese vector expresada
cias acumuladas y distribución de frecuencias acumuladas porcentuales en tantos por cientos de su media aritmética».
son subtipos de las anteriores. Por supuesto, existen aún otros tipos de relación entre los valores de
Las clasificaciones encontradas, las tablas de contingencia y la repre­ una variable que expresan la «tendencia central» de ellos o sus «prome­
sentación gráfica de todo ello son los artificios más habituales para em­ dios de dispersión». Si aquí no podemos, naturalmente, entrar en la for­
pezar a adentrarse en la estructura interna de un determinado universo mulación matemática de todo ello, sería interesante que, al menos, pu­
de datos. Con los promedios y las dispersiones empieza el proceso de diera quedar esbozado el sentido de la centralidad y de la dispersión de
lo que se llama medidas de la tendencia central que, como esa misma los datos que aporta una imagen de la variabilidad con que un fenómeno
apelación sugiere, son aquellas características del universo que pueden se presenta. En este caso estamos hablando del estudio de la variación
expresar de forma más directa y sencilla las características básicas, y en una sola variable. Es lo que se llama la «variación univariable».
las cifras, de la relación más elemental entre los valores.
Entre estas medidas de tendencia central están básicamente la media La correlación
aritmética, la mediana, la moda. Que son respectivamente el valor me­ Entramos, sin duda, en otro terreno del trabajo estadístico cuando de lo
dio de todos los datos, aquel valor que deja el mismo número de los de­ que se trata es de establecer la relación que existe entre dos variables y
más por encima que por debajo del suyo, y aquel que más veces apare­ los valores que toman o, en forma de técnicas más avanzadas y com­
plejas, el análisis de las relaciones entre más de dos variables o «multi­
variables». El interés que tiene el análisis de la relación entre las varia­
69
Bien explicado todo ello en los dos primeros capítulos de M. García Ferrando, ciones de dos o más variables puede convencernos con facilidad de
Socioestadística, pp. 45-1 18. Y en R. Floud, op. cit., pp. 43 y ss., con mayor énfasis en
lo historiográfico. que, probablemente, la utilidad última en la investigación socio­histórica
del trabajo estadístico es el establecimiento de correlaciones entre varia­ so tener en cuenta que el establecimiento de una «correlación» en ma­
bles. La correlación expresa de forma matemáticamente elaborada la nera alguna equivale al de una «causalidad»70.
idea sencilla de la forma en que dos variables toman valores cada una La importancia de las relaciones no visibles en primer análisis que la
de ellas en relación con los valores que toma la otra. técnica de la correlación puede descubrir no necesita ser ponderada. La
Se dice que dos variables están efectivamente correlacionadas cuando variación de la relación entre grados de riqueza y opinión política, entre
a determinados valores tomados por la una corresponden en la otra va­ formas de propiedad agraria y práctica religiosa u otras cualesquiera en­
lores ligados a los de la primera dentro de un campo de variación fijo, tre dos variables significativas del comportamiento social, rastreada ade­
cuya amplitud se puede determinar. La correlación puede ser más o me­ más a lo largo de series temporales71, es de importancia obvia en la ex­
nos estrecha. Una correlación muy íntima establecería que en los valo­ plicación histórica.
res de dos variables hay una dependencia estrecha de los unos a los Lo propio y más habitual de la investigación histórica es precisamente la
otros. Una correlación menos fuerte nos daría una idea de una cierta re­ serie cronológica72. El estudio a lo largo del tiempo de la variación de
lación pero con mayores posibilidades de variabilidad. una determinada variable o fenómeno, o de una correlación entre varia­
De esta forma, la correlación perfecta es la simbolizada por el número 1. bles, permite analizar el comportamiento pasado, pero es la única mane­
A cada valor tomado por una variable correspondería en la otra uno de­ ra también de poder decir algo sobre las tendencias, las variaciones es­
terminado y sólo uno. La correlación 0 indicaría que dos variables no es­ tacionales y las variaciones de dependencia temporal de unas variables
tán en absoluto ligadas. La expresión de una correlación positiva entre respecto a otras. Es evidente que ciertos procesos históricos pueden ex­
variables discurrirá así entre 0 y l, y desde el valor 0,5 puede decirse plicarse mejor si se descubre que la aparición de una cierta característi­
que una correlación es significativa. Puede haber una correlación nega­ ca o circunstancia en un momento lleva aparejada la aparición de otra, o
tiva: la que expresara qué valores no tomaría una variable al tomar la que determinados comportamientos están influenciados, con algún gra­
otra unos determinados. La correlacción negativa se expresa con el sig­ do de correlación, por la presencia de otras realidades. Los ejemplos
no ­, y tendría valores de 0 a ­1. De forma que en su conjunto total los aducibles de las relaciones que pueden ser estudiadas y más fácilmente
valores de una correlación entre variables van de ­1 a l. La fórmula más explicadas a través del establecimiento de correlaciones son casi infini­
sencilla de la correlación es la llamada r de Pearson que se expresa así: tos. Así, propiedad de la tierra y natalidad, voto electoral e intereses
donde x e y representan las desviaciones con respecto a la media en los económicos o ideológicos variados, afiliación a partidos políticos y situa­
valores de cada variable. ción socioprofesional, depresión económica y revuelta política, etc.
La correlación más sencilla es la que se establece entre dos variables,
pero la verdadera complejidad se presenta cuando se pretende estable­ La formalización y la informatización
cer la variabilidad conjunta de más de dos variables, en el llamado análi­
sis multivariable. La idea de la correlación se expresa también mediante Acerca de las ventajas y objetivos de la «formalización» de los datos
la técnica de la regresión de una variable sobre otra, de análisis de los con arreglo a algún patrón de clasificación hemos hablado ya algo. Po­
valores que una variable toma para cada uno de otra, cosa que permite drían añadirse ciertos comentarios más sobre la importancia de la trans­
ya un análisis de las relaciones causa­efecto si se considera que una de 70
A. Alcaide Inchausti, C. Arenales y J. Rodríguez, Estadísitica (Introducción), UNED,
las variables opera independientemente ­variable independiente­ indu­ Madrid, 1989. Tema 11 «Regresión y correlación simple lineal».
ciendo que otra, la variable dependiente o función, adquiere valores es­ 71
Véase el análisis que de ese tipo de series hace R. Floud, capítulo 6.
trechamente relacionados con los que toma la primera. Si bien es preci­ 72
E. Ander-Egg, Técnicas, capítulo 24, «Las series cronológicas».
formación de conjuntos de datos complejos en otros más sencillos, me­ El equipo informático personal, o el que puede estar a disposición de un
diante técnicas de presentación, codificaciones, etc. Pero el sistema por investigador en seminarios, departamentos o centros de investigación,
excelencia de formalización de los datos de investigación es hoy la infor­ se compone de un hardware y un software, cuyo uso es comúnmente de
mática, acerca de la cual no podremos hacer aquí sino unos breves co­ fácil aprendizaje y cuya utilidad no necesita mayor ponderación. No pa­
mentarios e indicaciones. rece preciso, ni podríamos hacerlo aquí, detenerse en consideraciones
La informática ha significado para la investigación social, como un míni­ sobre la entidad del equipo ni sobre sus programas. La bibliografía so­
mo reflejo de su impacto en la investigación científica en general, una bre el material informático es también muy amplia75. La informática pone
novedad prácticamente decisiva desde la aparición de los primeros or­ al servicio del investigador una inmensa gama de ayudas que aquél
denadores comerciales en los años sesenta. Pero cuando puede empe­ puede perfectamente dosificar: desde el sencillo ­pero hoy potentísimo­
zar a hablarse realmente de una «era informática» en el trabajo profe­ tratamiento de textos, a los más sofisticados programas de cálculo, dise­
sional que aquí nos ocupa es en los años setenta con la aparición pri­ ño y simulación. Esta extraordinaria y flexible gama es una de las más
mero de los miniordenadores o equipos medios de computación cuya sorprendentes cualidades de la informática.
admisión de información se hacía mediante tarjetas perforadas y, a co­ En consecuencia, conviene advertir que la informática no es, en térmi­
mienzos de la década de los ochenta, con la aparición más decisiva si nos precisos, una técnica de investigación. Aunque, incluso, se ha pre­
cabe del microordenador u ordenador personal con monitor de vídeo y tendido que es más que eso una aproximación metodológica nueva y
microprocesadores, dando lugar a los equipos de sobremesa. distinta76. Lo correcto es entenderla más bien como un instrumento de
La era del ordenador personal ha cambiado de tal manera las aplicacio­ ayuda al conocimiento, de procesamiento de la información, que sirve
nes de la informática que la lectura de cualquier publicación sobre el uso como soporte posible de cualquier técnica de exploración. La informática
de la informática en las diversas ciencias sociales o en la historiografía es más una herramienta de trabajo y no una técnica específica. La infor­
anterior a mediados de los años ochenta produce la impresión de estar matización puede ser puesta al servicio del almacenamiento y recupera­
leyendo una «crónica de época»73. En menos prácticamente de una dé­ ción de la información, de la manipulación y organización de ésta con
cada el progreso de la informática ha sido tan espectacular ­y sigue arreglo a diseños de alta complejidad ­para todo tipo de operaciones es­
siéndolo­, que es muy difícil establecer nada sobre sus aplicaciones en tadísticas, por ejemplo­, para la resolución de problemas matemáticos,
el futuro. Aunque puede hablarse de las aplicaciones en mayor escala, para la simulación de situaciones o de procesos, etc. La inmensa flexibi­
tales como grandes bancos de datos, instalaciones en redes al servicio lidad de este instrumento hace presagiar que sus posibilidades son ina­
de las comunicaciones científicas o del cálculo, etc., nuestras breves ob­ gotables.
servaciones se van a limitar aquí al uso por el historiador de la informáti­ ¿Qué ayuda puede prestar la informática al historiador en su trabajo es­
ca personal74. pecífico? La respuesta a esta pregunta parece casi trivial: cualquier tipo
de ayuda. Desde la sencilla de un procesador de textos, a los problemas
73
Tal ocurre con el simpático tratadito de Edward Shorter, El historiador y los más complejos de tratamiento, ordenación y análisis de relaciones ­a in­
ordenadores, Narcea, Madrid, 1977, cuya edición original fue de 1971. Al autor de estas
75
líneas le cabe la satisfacción de haber promovido la traducción de ese libro pionero, hoy Incluso de venta en kiosco existen numerosas publicaciones de introducción general
día ampliamente superado. a la informática, a los sistemas operativos, con especial referencia al más comúnmente
74 empleado, el MS-DOS, y a todo tipo de programas concretos.
Véase un revisión de publicaciones recientes sobre computación en la investigación
76
histórica en O. V. Burton, «Quantitative Methods for Historians. A Review Essay», M. Thaller, «The Need for a Theory of Historical Computing», en P. Denley, S. Fogelvik
Historical Methods, vol. 25, 4 (otoño de 1992), pp. 181-188. Todos los libros recientes y C. Harvey, History and Computing II, Manchester University Press, Manchester, 1989,
sobre métodos cuantitativos se refieren ampliamente a la informática. pp. 2-3.
mensa velocidad­ de grandes masas de información. Hace muchos años nómenos, de su evolución temporal o de relaciones entre ellos puede
que E. Le Roy Ladurie se atrevió a vaticinar, ya en 1968, que «l'historien también hacerse por otros muchos procedimientos de presentación, ta­
de demain sera programmeur ou il ne sera plus»77. Las cosas no han ido les como histogramas, gráficos de sectores ­o «tarta»­, mientras que las
exactamente por ese camino, sino por uno aún de mayor singularidad frecuencias permiten el «polígono de frecuencias».
que la prevista por Le Roy Ladurie.
En efecto, hoy no es preciso que el historiador sea programador; le bas­
ta con encargar que le programen según sus necesidades o con adquirir
el paquete de software adecuado. Son tales las masas de información
que el individuo tiene hoy a su disposición que se ha dicho que lo que se
hace ya es «navegar por los mares de la información» 78. La informática
es, en algún modo, una especie de brújula que hace posible una explo­
ración del mundo de la información sin perderse en él.
CUADRO 15 Ejemplos de representaciones gráficas
Las técnicas de representación gráfica de los datos
Los medios informáticos actuales han permitido una facilidad y simplifi­
La representación gráfica del conjunto de los datos cuantificables de una
cación en la confección de representaciones gráficas desconocidas an­
investigación, de las relaciones entre ellos y de su evolución temporal,
tes. Ni que decir tiene, por lo demás, que las representaciones cartográ­
es un recurso técnico no sólo expositivo, es decir, para la presentación
ficas de los fenómenos, cuando ello es posible, es otro de los grandes
de los datos, sino útil también en el proceso de la investigación, por lo
recursos explicativos y expositivos en los estudios históricos.
que puede ayudar a clarificar, de un golpe de vista, bastantes caracterís­
ticas del universo de datos. Las representaciones gráficas tienen siem­
pre como clave la construcción, en un sistema de coordenadas, de la
evolución de los valores de las variables. Las «curvas aritméticas» don­
de los valores son representados en una escala aritmética son las más
sencillas; pero se pueden emplear también las escalas logarítmicas o
semilogarítmicas.
En historiografía, la representación de la evolución temporal de un deter­
minando proceso, precios, votos, o cualquier otro, es la más habitual79.
El eje de abscisas de las coordenadas representa siempre el tiempo y el
de ordenadas los valores de la variable. La representación gráfica de fe­

77
«El historiador de mañana será programador [de programas informáticos] o no será
ya nada.» E. Le Roy Ladurie, Le territoire, p. 14.
78
A. R. de las Heras, Navegar por la información, Fundesco, Madrid, 1991, p. 14.
79
Una detallada presentación de la construcción de curvas en historia económica en C.
Cardoso, op. cit., pp. 233-276.

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