Adrienne Rich - Poemas - Cuadernos Lumpen (2018)
Adrienne Rich - Poemas - Cuadernos Lumpen (2018)
Adrienne Rich - Poemas - Cuadernos Lumpen (2018)
I
Mientras en esta ciudad parpadean las pantallas
con pornografía, vampiros de ciencia ficción
y asalariados doblándose bajo el látigo,
también hay que caminar… nada más, caminar
entre la basura mojada, con las crueldades
de nuestros barrios en primer plano.
Tenemos que entender que nuestras vidas son inseparables
de esos sueños rancios, del borboteo del metal, de esas
desgracias
y de la begonia roja que destella peligrosamente
en la cornisa de un edificio de seis pisos
o de las chicas de piernas largas que juegan a la pelota
en el patio de la escuela.
Nadie nos imaginó. Queremos vivir como árboles,
sicomoros llameantes en el aire sulfúrico,
moteados de cicatrices, pero floreciendo con exuberancia,
con nuestra pasión animal enraizada en la ciudad.
1
II
Me despierto en tu cama. Sé que estuve soñando.
Mucho antes nos separó la alarma, y estás
desde hace horas en tu escritorio. Sé lo que soñé:
nuestra amiga, la poeta, entra en mi cuarto
donde llevo días escribiendo, hay borradores,
carbónicos y poemas desparramados por todas partes,
y quiero mostrarle un poema
que es el poema de mi vida. Pero dudo,
y me despierto. Me besaste el pelo
para despertarme. Soñé que eras un poema,
te digo, un poema que le quería mostrar a alguien…
me río y vuelvo a soñar otra vez
con el deseo de mostrarte a todos los que amo,
de andar juntas sin reservas
con el impulso de la gravedad, que no es simple,
que arrastra un largo trecho al plumerillo en el aire
exhalado.
III
Puesto que no somos jóvenes, las semanas tienen que contar
por los años que perdimos. Así y todo, solamente esta
peculiar distorsión
2
del tiempo me dice que no somos jóvenes.
¿Acaso a los veinte alguna vez caminé por la calle a la mañana
con los miembros flameando de la más pura alegría?
¿O me incliné desde una ventana sobre la ciudad
a escuchar el futuro
con los nervios afinados, como escucho tu llamada ?
Y vos, vos te acercás a mí con la misma cadencia.
Tus ojos son inmortales, la chispa verde
del lirio a principios del verano,
el berro verdeazul que lavó la primavera.
A los veinte, sí: pensábamos que íbamos a vivir para
siempre.
A los cuarenta y cinco, quiero conocer incluso nuestros límites.
Te toco sabiendo que no nacimos ayer,
y de algún modo, cada una va ayudar a la otra a vivir,
y en algún lugar, cada una va a ayudar a la otra a morir.
IV
Vuelvo de estar con vos por donde la luz temprana
de la primavera destella en las paredes de siempre,
el Pez Dorado[1], la casa de saldos, la zapatería…
arrastro la bolsa de las compras, corro el ascensor
donde un hombre viejo, tenso, almidonado, deja
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tranquilamente que las puertas casi me cierren encima.
le grito –¡Párela, por el amor de dios!,
y él me dice –histérica– por lo bajo.
Me instalo en la cocina, descargo los paquetes,
hago café, abro la ventana, pongo a Nina Simone
que canta Here Comes the Sun… abro el correo
mientras bebo el café delicioso, la música deliciosa
con el cuerpo liviano y pesado a la vez, todavía con vos.
Del correo se cae una fotocopia de algo que escribió
un hombre de 27 años, un rehén, torturado en prisión:
Mis genitales fueron objeto de tal despliegue sádico
que me mantienen siempre despierto del dolor…
Hacé lo que puedas para sobrevivir.
Sabés, creo que a los hombres les encantan las guerras…
Y mi enojo incurable, mis heridas insuturables
se abren más con las lágrimas, lloro inútilmente,
ellos todavía controlan el mundo, y vos no estás en mis
brazos.
V
Este departamento lleno de libros podría partirse en dos
bajo las mandíbulas gruesas y los ojos saltones
de los monstruos: una vez que abrís un libro, te tenés que enfrentar al
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lado oscuro de todo lo que amaste–
el estante y las pinzas listos, la mordaza
con la que hasta las mejores voces tuvieron que mascullar,
el silencio que entierra en la arena del desierto
a los niños no deseados —mujeres, desviados, testigos.
Kenneth me cuenta que ordenó los libros de modo
que mientras escribe puede ver a Blake y a Kafka;
sí, y todavía hay que ajustar cuentas con Swift,
que aborrece la carne de las mujeres pero les alaba la mente,
con el terror de Goethe por las madres, con Claudel
vilipendiando a Gide
y con los fantasmas —sus manos entrelazadas por siglos—
de las artistas que murieron en el parto, de las sabias
calcinadas en la hoguera,
siglos de libros sin escribir, apilándose detrás de estos
estantes;
y todavía nos tenemos que quedar mirando la ausencia
de los hombres que no debieron, y de las mujeres que no pudieron,
hablarle
a nuestra vida— este hoyo aún sin excavar
llamado civilización, este acto de traducción, este
medio-mundo.
5
VI
Tus manos chiquitas, exactamente iguales a las mías—
solo el pulgar es más largo, más grande— en esas manos
podría poner el mundo, o en muchas manos como esas,
que empuñan herramientas o el volante
o tocan un rostro humano… manos así podrían acomodar
al nonato en el canal de parto
o pilotar un barco de rescate
a través de los icebergs, o reunir
los pedazos delgados como agujas de una gran crátera
que a los lados tiene
figuras de mujeres extáticas marchando
al cubil de la sibila o a la caverna eleusina—
manos como esas podrían ejercer una violencia inevitable
con tal moderación, con tal comprensión
del rango y de los límites
que la violencia se volvería obsoleta para siempre.
VII
6
¿Es como la señal que aúlla el carcayú,
esa cantata modulada de lo salvaje?
¿O cuando, lejos de vos, trato de crearte con palabras,
te uso, nada más, como se usa un río o una guerra?
¿Y cómo usé los ríos?, ¿cómo usé las guerras?
¿para escaparme escribiendo de la peor de las cosas—
no de los crímenes de los otros, ni siquiera de la propia muerte,
sino del error de querer la libertad con suficiente pasión como para
que
los olmos apestados, los ríos enfermos y las masacres
parecieran
meros emblemas de esa profanación de nosotros mismos?
VIII
Puedo verme a mí misma años atrás en Sunion,
dolorida y con un pie infectado, Filoctetes
con forma de mujer, rengueando por el largo sendero,
recostada en un promontorio sobre el mar oscuro,
mirando las piedras rojas abajo, donde un espiral
de blancura me decía que había golpeado una ola,
imaginando el empujón del agua desde esa altura,
sabiendo que el suicidio no es lo mío,
pero todo el tiempo cuidando y midiendo esa herida.
7
Bueno, se terminó. La mujer que quería
a su sufrimiento está muerta. Yo soy su descendiente.
Amo la cicatriz que me legó,
pero de acá en más quiero seguir con vos
luchando contra la tentación de hacer del dolor una carrera.
IX
Hoy tu silencio es un estanque donde viven cosas ahogadas,
cosas que quiero ver levantarse chorreando y secarse al sol.
No es mi cara la que veo, sino otras caras;
también la tuya, a otra edad.
Lo que sea que esté extraviado ahí, las dos lo necesitamos—
un reloj de oro antiguo, un registro de temperatura que el agua borró,
una llave… Hasta el barro y las piedritas del fondo
merecen su cuota de reconocimiento. Me asusta este
silencio,
esta vida sin articular. Estoy esperando
un viento que abra suavemente los pliegues de estas aguas
de una vez y me muestre lo que puedo hacer
por vos, que muchas veces le pusiste nombre
a lo innombrable para los otros, incluso para mí.
8
X
Tu perra dormita, tranquila e inocente, en medio
de nuestros llantos, nuestras conspiraciones susurradas al alba,
nuestras llamadas telefónicas. Ella sabe —¿qué puede saber?
y si en mi arrogancia humana pretendo leerle
los ojos, solo encuentro mis pensamientos animales:
que las criaturas deben encontrarse para el bienestar físico,
que las voces de la psique atraviesan la carne
más allá de lo que el cerebro torpe podría predecir,
que las noches planetarias se enfrían para los
que están en el mismo viaje y quieren tocar
una criatura-viajero inequívoco hasta el final;
que sin la ternura, estamos en el infierno.
XI
Cada pico es un cráter. Esa es la ley de los volcanes,
lo que los hace eterna y visiblemente femeninos.
No hay altura sin profundidad, sin un centro candente,
aunque nuestras suelas se deshilachen contra la lava
endurecida.
Quiero viajar con vos a cada montaña sagrada
que humea por dentro, encorvada como la sibila sobre su trípode,
quiero estirarme para alcanzar tu mano al escalar la senda y
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sentir tus arterias brillando en mi mano,
sin dejar de notar nunca la flor pequeña como una joya
desconocida, sin nombre hasta que la nombramos,
prendida a la roca que cambia lentamente—
ese detalle de fuera que nos lleva hacia dentro,
que estaba ahí desde antes, sabía que íbamos a venir, y ve más allá.
XII
Durmiendo, turnándonos para girar como planetas
que rotan en su prado nocturno:
un roce es suficiente para hacernos saber
que no estamos solas en el universo, ni siquiera al dormir:
fantasmas del sueño de dos mundos
que andan por sus ciudades fantasmas, casi guiándose entre sí.
Desperté con tus palabras murmuradas
hace años luz —u oscuridad—,
como si mi propia voz hubiese hablado.
Pero tenemos voces diferentes, incluso en sueños,
y nuestros cuerpos, tan semejantes, también son tan
distintos
que el pasado que reverbera en la corriente sanguínea
va cargado de idiomas diferentes, diferentes significados—
sin embargo, en cualquier crónica del mundo que
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compartimos
podría escribirse con un sentido nuevo que
éramos dos amantes de un mismo género
éramos dos mujeres de una misma generación.
XIII
Las reglas se rompen como un termómetro,
el mercurio se vuelca sobre los gráficos,
estamos en un país que no tiene lengua
ni leyes, vamos cazando al cuervo y al reyezuelo
por barrancos inexplorados hasta el amanecer
cualquier cosa que hagamos juntas es pura invención
los mapas que nos dieron están desactualizados
desde hace años… conducimos por el desierto
preguntándonos si el agua alcanzará
las alucinaciones se convierten en aldeas
la música de la radio nos llega con claridad–
ni Rosenkavalier ni Gotterdammerung
sino una voz de mujer que canta canciones viejas
con palabras nuevas, con un bajo sereno y una flauta
robada y tocada por mujeres fuera de la ley.
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XIV
Fue tu imagen del piloto
la que me confirmó mi imagen de vos: sigue
yendo, a propósito, de cabeza a las olas, dijiste
mientras nos agachábamos en la escotilla
a vomitar en bolsitas de plástico
las tres horas entre St. Pierre y Miquelon.
Y nunca me sentí más cerca tuyo.
En la cabina había parejas de luna de miel
acurrucados uno en la falda o en los brazos del otro
yo puse mi mano sobre tu muslo
para darnos consuelo a las dos, tu mano se acercó a la mía
y nos quedamos así, sufriendo juntas
en nuestros cuerpos, como si todo sufrimiento
fuera físico, así nos tocamos en presencia
de extraños que no sabían nada y les importaba menos,
que vomitaban su dolor privado
como si todo sufrimiento fuera físico.
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del helecho de agua en los bosques
recién lavados por el sol. Tus muslos recorridos, generosos,
entre los que mi rostro entero vuelve y vuelve—
la inocencia y la sabiduría del lugar que mi lengua encontró—
la danza vital e insaciable de tus pezones en mi boca—
tu contacto firme, protector, descubriéndome,
tu lengua fuerte, tus dedos finos
llegando adonde estuve esperándote por años
encerrada en mi cueva húmeda y rosa— pase lo que pase, esto es.
XV
Si me acosté con vos en esa playa
blanca, vacía, pura agua verde entibiada por la Corriente del Golfo
y en esa playa no pudimos quedarnos
porque el viento nos arrojaba la arena
como si estuviese en nuestra contra
si tratamos de soportarlo y fracasamos—
si nos fuimos a otra parte
a dormir abrazadas
y las camas eran angostas como catres de presos
y estábamos cansadas y no dormimos juntas
y eso fue lo que encontramos, y eso fue lo que hicimos—
¿fue nuestro el error?
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Si me aferro a las circunstancias no me siento
responsable. Solamente la que dice
que no eligió es al final la que pierde.
XVI
Atravesando una ciudad desde vos, estoy con vos
como una noche de agosto
en una bahía —mirándote dormir a la luz de la luna,
tibia, bañada por el mar, con el tocador de madera rústica
atestado de cepillos, libros y frascos nuestros—
o en un huerto de rocío salado, acostada al lado tuyo
viendo el atardecer rojo por el mosquitero del camarote,
Mozart en Sol menor en el grabador,
durmiéndonos con la música del mar.
Esta isla de Manhattan es bastante grande
para las dos, y es angosta:
esta noche puedo oírte respirar, sé cómo es
tu cara boca arriba, cuando la media luz traza
tu boca generosa y delicada
donde la risa y la pena duermen juntas.
14
XVII
XVIII
Lluvia en la autopista del Oeste,
luz roja en Riverside:
15
Cuanto más vivo, más pienso
que dos personas juntas son un milagro.
Contás la historia de tu vida y, por una vez,
un temblor rompe la superficie de tus palabras.
La historia de nuestra vida se vuelve nuestra vida.
Ahora estás en fuga, cruzando lo que algún poeta
victoriano seguro llamó el mar salado que se aleja.
Esas son las palabras que me vienen a la mente
siento el alejamiento, sí. Como también sentí el amanecer
empujar hacia el día. Algo: una grieta de luz—?
se cierra entre la pena y la angustia, se abre un espacio
donde soy Adrienne sola. Y enfriándome.
XIX
¿Puede estar enfriándose cuando empiezo
a tocarme otra vez, a apartar la adherencia?
¿Cuando, lento, el rostro desnudo vuelve de mirar atrás
y enfoca el presente,
el ojo del invierno, la ciudad, la bronca, la pobreza, y la muerte
y los labios se abren y dicen: planeo seguir viviendo?
¿Hablo fríamente cuando te digo, en sueños
o en este poema, que no hay milagros?
(Te dije desde el principio que quería una vida cotidiana,
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que esta isla de Manhattan era suficiente isla para mí)
Si pudiera hacértelo saber—
dos mujeres juntas son un trabajo
que nada en la civilización hace sencillo,
dos personas juntas son un trabajo
heroico en su simpleza,
el cruce indeciso y calculado de una pendiente
donde hasta la atención más feroz se vuelve rutina
—mirá las caras de los que lo eligieron.
XX
Esa conversación que siempre estábamos a punto
de tener continúa en mi cabeza,
de noche el Hudson tiembla a la luz de New Jersey
agua contaminada que, así y todo, refleja
a veces, la luna
y alcanzo a ver a una mujer que amé,
ahogándose en secretos, con la herida del miedo como el pelo
alrededor de la garganta, estrangulándola. Y esta es ella
con quien traté de hablar, cuya cabeza lastimada y
elocuente
al apartarse del dolor, se sumerge más hondo
donde no puede escucharme,
17
y pronto voy a saber que le estuve hablando a mi alma.
XXI
Los dinteles oscuros, las rocas azules y foráneas
del gran círculo abierto por instrumentos de piedra
la luz nocturna del solsticio de verano que sube
detrás del horizonte —donde dije “una grieta de luz”
quise decir esto. Y no es Stonehenge
ni ningún otro lugar más que la mente
al volver hacia atrás, donde la soledad,
compartida, pudo elegirse sin sentirse sola,
no fácilmente ni sin dolores, para trazar
el círculo, las sombras densas, la enorme luz.
Elijo ser la figura en esa luz,
borrada a medias por la oscuridad, lo que se mueve
por ese espacio, el color de la roca
al recibir a la luna, más que roca:
una mujer. Y elijo caminar acá. Trazar este círculo.
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Cartografía del silencio
1
Una conversación empieza
con una mentira. Y cada
interlocutor de ese supuesto lenguaje común
siente la partición del témpano, el separarse
como con impotencia, como enfrentándose
a una fuerza de la naturaleza
Un poema puede empezar
con una mentira. Y romperse.
Una conversación tiene otras leyes
se recarga con su propia
falsa energía, no se puede romper.
Se infiltra en nuestra sangre. Se repite.
Talla con su estilete sin retorno
la soledad que niega.
2
La emisora de música clásica
suena en el departamento hora tras hora
levantar, levantar
y levantar el teléfono de nuevo
Las sílabas que pronuncian
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una y otra vez el viejo guión
La soledad del mentiroso
que vive en la red formal de la mentira
girando el dial para ahogar el terror
debajo de la palabra no dicha.
3
La tecnología del silencio
los rituales, la etiqueta
la confusión de los términos
silencio y no ausencia
de palabras o música o hasta
sonidos en bruto
El silencio puede ser un plan
ejecutado con rigor
la copia heliográfica de una vida
Es una presencia
tiene una historia y una forma
No lo confundas
con cualquier clase de ausencia
4
Qué tranquilas, qué inofensivas empiezan
a parecerme estas palabras
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aunque comenzaron con pena y enojo
Puedo atravesar esta película de lo abstracto
sin lastimarme, ni a vos
acá hay dolor suficiente
¿Por eso transmite la emisora de música clásica o de jazz?
¿Para darle una razón de ser a nuestro dolor?
5
El silencio se desnuda:
En la Pasión de Juana de Dreyer
la cara de Falconetti, el pelo rapado, una gran geografía
escrutada en silencio por la cámara
Si hubiese una poesía donde esto pudiese ocurrir
no como espacio en blanco ni como palabras
ajustadas igual que una piel sobre los significados
sino como el silencio que cae al final
de una noche que dos personas pasaron
hablando hasta el amanecer.
6
El grito
de una voz ilegítima
Ha dejado de escucharse, por ende
se pregunta a sí mismo
21
¿Cómo es que existo?
Éste era el silencio que quería romper en vos
Tenía preguntas pero no ibas a responder
Tenía respuestas pero no podías usarlas
Esto es inútil para vos y quizás para los otros.
7
Era un asunto viejo hasta para mi:
El lenguaje no lo puede todo –
Anotalo con tiza en las paredes de los mausoleos
donde yacen los poetas muertos
Si el poema pudiera transformarse
a voluntad del poeta en una cosa
Un ala de mármol al descubierto, una cabeza en alto
radiante de rocío
Si simplemente pudiera mirarte a la cara
con los ojos desnudos, sin dejarte dar vuelta
hasta que vos, y yo que deseo hacer ésto,
fuéramos iluminados al fin por su mirada.
8
No. Dejame tener esta tierra,
estas nubes pálidas demorándose amargamente, estas palabras
moviéndose con precisión feroz
22
como los dedos de un niño ciego
o la boca del recién nacido
violenta de hambre
Nadie puede darme, hace mucho
adopté este método
Así como el grano se vuelca de la bolsa de red
o la llama de bunsen que se volvió baja y azul
Si cada tanto envidio
las anunciaciones puras a simple vista
La visio beatifica
Si cada tanto quiero volverme
como el hierofante eleusino
que sostiene una simple espiga de cereal
Para el regreso al mundo concreto e incesante
lo que sigo eligiendo, de hecho,
son estas palabras, estos susurros, conversaciones
de las que una y otra vez despunta verde y húmeda la verdad.
23
Delta
24
Traducciones
Me muestras los poemas de una mujer
de mi edad, o más joven,
traducidos de tu idioma
25
haciendo cosas: removiendo el arroz
planchando una falda
mecanografiando un manuscrito hasta el amanecer
intentando llamar
desde una cabina
26
En aquellos años
27
Reparto de tareas (1988)
28
entre la estufa y las estrellas
sus dedos chamuscados de apagar las velas
de la pura teoría Índice y pulgar: los dos quemados:
he sentido esa cera sagrada levantarme ampollas en la mano.
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Árboles
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Mi mente está plena de susurros
que permanecerán en silencio mañana.
Escucha. Los vidrios se quiebran,
se tambalean los árboles
Hacia la noche. El viento
se apresura a recibirlos.
Como un espejo la luna se ha quebrado
y en la copa del roble más alto
relampaguean ahora sus fragmentos.
(1963) Trad. Myriam Díaz-Diocaretz
31
Deportaciones
Ya ha ocurrido mientras todavía
buscábamos patrones Voltear la cabeza
hacia una gran ventana horizontal con vista a la ciudad
para ver gente ocupada
vecinos, vendedores, paramédicos
apurados en sus porches, sus puestos de tomate
sus argumentos auto-mecánicos
y niños de patios de escuela
Hay muchos más transportados que ocupados
a esta altura de todos modos
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y creo que tal vez todavía son humanos
y les pregunto ¿Cuándo creen que comenzó todo esto?
como si intentara distraerlos de su propósito
como si intentara apelar a un vínculo común
como si uno de ellos fuera tú
como si estuviera practicando para algo
por venir.
33
“EN EL CORAZÓN de la capital del Capital
contra resguardadas radiaciones de azalea
encontré un sarcófago de falso mármol con la inscripción
AQUÍ YACE LA VOLUNTAD DEL PUEBLO
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En un concierto de Bach
35
1999
36
Arden papeles en vez de niños
Estaba en peligro de
verbalizar mis impulsos éticos
hasta hacerlos desaparecer.
°1-Daniel Berrigan,
en el juicio, en Baltimore.
1.
Mi vecino, un científico coleccionista de arte, me llama por teléfono en
un estado de violenta emoción. Me dice que mi hijo y el suyo, de once y
doce años, han quemado el último día de clase un libro de matemáticas
en patio trasero. Le ha prohibido a mi hijo ir a su casa durante una
semana, le ha prohibido al suyo salir durante ese tiempo. «Quemar un
libro dice- me produce sensaciones terribles, recuerdos de Hitler; hay
pocas cosas que me disgusten más que la idea de quemar un libro».
y se llevan el libro
porque suefio con ella con demasiada frecuencia
2.
Imaginar un tiempo de silencio
o pocas palabras
un tiempo de química y música
38
alivio
°2 3
La gente sufre mucho cuando es pobre y hay que tener dignidad e
inteligencia para superar este sufrimiento.
Algunos de los sufrimientos son: una criatura no cenó anoche: un niño
roba porque no tenía dinero para comprarla:
oír a una madre decir que no tiene dinero para comprar comida para
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sus hijos y ver a una criatura sin ropa
te hace brotar lágrimas de los ojos.
4.
Yacemos bajo la sábana
después de hacer el amor, hablando
de la soledad
mitigada en un libro
revivida en un libro
así, en esa página
su coágulo y su fisura
aparecen
palabras de un hombre
que sufre
una palabra desnuda
penetra el coágulo
una mano que agarra
40
a través de los barrotes:
liberación
todavía sucede
celos sexuales
mano que se lanza
a golpear el lecho
sequedad de boca
después de jadear
41
alli, en ese territorio
hallas un templo
construido hace mil ochocientos años
entras sin saber
qué es donde entras
42
Sé que duele quemar. La máquina de escribir está recalentada, mi boca
arde, no puedo tocarte y éste es el lenguaje del opresor.
Notas:
°1: Daniel Berrigan, jesuita, pacifista y escritor, en 1968 quemó, junto
con otros 8 implicados, archivos de la oficina donde se reclutaba a los
jóvenes soldados, en Catonsville, Maryland, como protesta ante la
guerra de Vietnam. Fue juzgado y acabó en prisión.
43
Planetarium
44
Galaxias de mujeres, cumpliendo ahí
penitencia por impulsivas
congelados nervios
en aquellos espacios de la mente
Un ojo
«viril, exacto y absolutamente seguro»
desde las confusas telarañas de Uranusbor
encuentra la NOVA
45
la luz que marchita una montaña
y le permite a un hombre vivir
El impulso de radio
que fluye desde Taurus
46
a imágenes para aliviar el cuerpo
y reconstruir la mente.
47
Un atlas del mundo difícil, II
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estallan en el aire caliente, sus puentes se desmoronan
sus hijos van a la deriva por ciegos callejones confinados
entre alambres de espinas enrollados
Prometí mostrarte un mapa y dices pero esto es un mural
entonces bien, déjalo estar son pequeñas diferencias
la cuestión es desde dónde lo miramos
49
Inocencia: 1945
50
La extranjera
Mirando como antes he mirado, derecho al corazón
de la calle hasta el río
caminando por los ríos de las avenidas
sintiendo el temblor de las cuevas bajo el asfalto
viendo encenderse las luces en las torres
caminando como antes he caminado
como un hombre, como una mujer, en la ciudad
mi ira visionaria despejando mi vista
y las detalladas percepciones de misericordia
floreciendo de esa ira
si al entrar en un cuarto desde la aguda luz brumosa
los oigo hablar un idioma muerto
si preguntan mi identidad
¿qué puedo decir sino que
soy la andrógina?
yo soy la mente viva que no pueden describir
en su idioma muerto
el sustantivo perdido, el verbo que sobrevive
sólo en infinitivo
las letras de mi nombre están escritas entre los
51
párpados
del recién nacido
52
La Novena Sinfonía de Beethoven entendida
por fin como un mensaje sexual
53
“Para el expediente”
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las autopistas ardieron, pero no con odio
Mira a tu alrededor
y pregunta de quién es la firma
impresa en las órdenes, trazada
en la esquina de los planos de construcción
Pregunta dónde estaban los analfabetos, las mujeres
embarazadas, los borrachos y los locos,
55
aquéllos a los que temes más que a nada:
pregunta dónde estabas tú.
56
Qué tiempos son éstos:
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para tenerte al menos escuchando, es necesario
hablar de árboles.
Trad. A. Marcos.
(sin título)
58
Si estoy sola
debe ser la soledad
de despertar primero, de respirar
el primer soplo de aire frío del alba sobre la ciudad
de ser la que está despierta
en una casa envuelta en sueño
Si estoy sola
es con la firmeza del bote helado en la costa
en la última luz roja del año
que sabe lo que es, que sabe que no es
hielo ni lodo ni luz invernal
sino madera, con el don de arder
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Tiempo nortamericano
I
Cuando mis tiempos dieron signos
de volverse
políticamente correctos
no imágenes indómitas
que escapan de los límites
cuando al caminar por la calle vi
que se elegían temas por mí
supe de qué cosas no hablaría
por miedo del uso que les dieran los enemigos
entonces empecé a hacerme preguntas
II
Todo lo que escribamos
será usado contra nosotros
o contra quienes amamos.
Estas son las condiciones,
las tomas o las dejas.
La poesía nunca tuvo ocasión
60
de estar lejos de la historia.
Un verso mecanografiado hace veinte años
puede ser una pintada que brilla en una pared
para exaltar el arte distanciado
o tortura de quienes
no amábamos pero tampoco
queríamos matar.
Cambiamos pero nuestras palabras permanecen
se hacen responsables
de más de lo que pretendíamos
y esto es privilegio verbal.
III
Intentar sentarse a la máquina de escribir
una cálida tarde de verano
en una mesa junto a una ventana
en el campo, intentar fingir
que tu tiempo no existe
que tú eres simplemente tú
que la imaginación se extravía simplemente
como una gran polilla, sin intención
61
intentar decirte a ti misma
que no tienes compromiso
con la vida de tu tribu
el aliento de tu planeta.
IV
No importa lo que piensas.
Las palabras serán consideradas responsables
cuanto puedes hacer es elegirlas
o elegir
seguir en silencio. O nunca tuviste elección,
que es por lo que las palabras que perduran
son responsables
y esto es privilegio verbal.
V
Imagina que quieres escribir
sobre una mujer que entreteje
el pelo de otra mujer-
dejando que cuelgue, o con cuentas y conchas
en trenzas de tres cabos o como filas de granos-
62
mejor sería que supieras el grosor
la largura el modelo
por qué decide trenzarse el pelo
cómo se lo hacen
en qué país sucede
qué más sucede en ese país
Tienes que saber estas cosas
VI
Poeta: hermana: palabras-
nos guste o no-
perduran en un tiempo propio.
No sirve lamentarse Lo escribí
antes de que Kollontai fuese exiliada
Rosa Luxemburg, Malcolm,
Anna Mae Aquash, asesinados,
antes de Treblinka, Birkenau,
Hiroshima, antes de Sharpeville,
Biafra, Bangladesh, Boston,
Atlanta, Soweto, Beirut, Assam
-esos rostros, nombres de lugares
63
cercenados del calendario
del tiempo norteamericano
VII
Pienso esto en un país
donde las palabras se quitan de las bocas
como el pan se quita de las bocas
donde los poetas no van a la cárcel
por ser poetas, sino por ser
de piel oscura, mujeres, pobres.
Escribo esto en un tiempo
en el cual lo que escribimos
puede usarse contra quienes amamos
en el que no se da nunca el contexto
aunque intentemos explicarlo, una y otra vez.
Por el bien de la poesía al menos
tengo que saber estas cosas.
VIII
A veces, planeando de noche
en un avión sobre la ciudad de Nueva York
64
me he sentido como una mensajera
llamada a entrar, destinada a unirse
a este campo de luz y oscuridad.
Una ambiciosa idea, surgida de volar.
Pero bajo esta ambiciosa idea
se halla la reflexión de que a lo que debo unirme
después de que el avión haya rugido en la pista
después de subir mis viejas escaleras, sentarme
ante mi vieja ventana
va a romperme el corazón y reducirme al silencio.
IX
En Norteamérica el tiempo tropieza
sin avanzar, liberando sólo
un cierto dolor norteamericano.
Julia de Burgos escribió:
Que mi padre fuera esclavo
es mi dolor; que hubiera sido amo
habría sido mi vergüenza.
Palabras de una poeta, colgadas de una puerta
en Norteamérica, en el año
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mil novecientos ochenta y tres.
La luna casi llena se levanta
hablando eternamente de cambio
por encima del Bronx, el río Harlem
las ciudades sumergidas de Quabbin
los túmulos funerarios saqueados
las ciénagas tóxicas, los campos de pruebas
y empiezo a hablar otra vez.
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Voces
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Y ahora
Y ahora mientras lees estos poemas
-tú cuyos ojos y manos amo-
-tú cuyos ojos y boca amo-
-tú cuyas palabras e ideas amo-
no creas que intentaba exponer una causa
o armar un decorado:
intenté escuchar
la voz pública de nuestra época
intenté examinar nuestro espacio público
lo mejor que pude
-intenté recordar y permanecer
fiel a los detalles, observar
con precisión cómo se movía el aire
y dónde se detenían las manecillas del reloj
y quien se ocupaba de las definiciones
y quién se alzaba al recibirlas
cuando el nombre de la compasión
fue cambiando por el de la culpa
cuando sentir con un humano extraño
fue declarado obsoleto.
1.
Vos, antes una belleza en Shreveport,
con el pelo teñido de henna y la piel como un capullo de durazno,
todavía te hacés los vestidos copiando los de esa época,
y tocás un preludio de Chopin
del que dijo Cortot: “deliciosos recuerdos
flotan como perfume en la memoria.”
2.
Al golpear la cafetera en la pileta de la cocina,
oye a los ángeles recriminarle y mira fuera
el cielo sucio más allá de los jardines rastrillados.
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Una semana desde que le dijeron: No tengas paciencia.
3.
Una mujer que piensa duerme con monstruos.
Se convierte en el pico que la sujeta. Y la Naturaleza,
ese baúl espacioso de tempora y mores[1]
con la tapa salida
se llena con todo eso: los azahares mohosos,
las pastillas femeninas, los pechos terribles
de Boadicea[2] bajo las orquídeas y las cabezas de zorro.
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La disputa ad feminam, ¡todos los cuchillos viejos
que se me oxidaron en la espalda, te los clavo en la tuya,
ma semblable, ma soeur![3]
4.
Reconociéndose muy bien una en la otra:
sus dones no son puro deleite, sino una espina,
el pinchazo afilado ante una pizca de desdén...
5.
Dulce ridens, dulce loquens,[5]
ella se afeita las piernas hasta que relucen
como un colmillo de mamut petrificado.
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6.
Cuando con su laúd Corina canta[6]
ni las palabras ni la música le pertenecen;
nada más el cabello largo que le roza
la cara, solamente la canción
de la seda sobre sus rodillas
y estas
se acomodan en un abrir y cerrar de ojos.
7.
“Contar en este mundo incierto con algún refugio
que no pueda ser destruido, es
de importancia primordial.”[8]
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Así escribió
una mujer, en parte valiente y en parte buena,
que peleó contra lo que comprendía en parte.
Pocos hombres alrededor hubieran o podrían haber hecho más,
de ahí que la catalogaran de arpía, alimaña y puta.
8.
“Todas ustedes se mueren a los quince”, dijo Diderot,
y se volvió en parte leyenda, en parte convención.
Sin embargo hay ojos incorrectos que sueñan
detrás de las ventanas nubladas de vapor.
Todo lo que pudimos haber sido,
todo lo que fuimos —fuego, lágrimas,
ingenio, gusto, ambición de mártir— agita
deliciosamente, como el recuerdo del adulterio que no fue,
el pecho agotado y fláccido de nuestra madurez.
9.
No que se haga bien,
pero ¿que por lo menos se haga? [9]¡Sí, pensá
en las posibilidades! U olvidate para siempre.
Este lujo de la niña precoz,
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la inválida crónica de “el tiempo es oro”,—
Queridas, si pudiéramos, ¿renunciaríamos a él?
Nuestra ruina resultó nuestra ventaja:
para nosotras el talento fue suficiente—
brillo en borradores y fragmentos.
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10.
Bueno,
tardó mucho en llegar, la que debe ser
más despiadada consigo misma que la historia.
Con la cabeza de lleno en el viento, la veo zambullirse
y atravesar de pecho la corriente,
atrayendo la luz
tan hermosa, al menos como cualquier chico
o helicóptero
suspendida, llegando,
con sus aspas finas doblegando el aire
pero entonces su carga
no será de promesas,
sino entregada
tangible
nuestra.
N. de ST.:
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acaudilló a varias tribus britanas durante el mayor levantamiento en
Inglaterra contra la ocupación romana durante el reinado del
emperador Nerón.
[9] En relación con la frase de Samuel Johnson “It is not done well; but
you are surprised to find it done at all”.