Adrienne Rich - Poemas - Cuadernos Lumpen (2018)

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21 POEMAS DE AMOR

(The Dream of a Common Language, 1978)

I
Mientras en esta ciudad parpadean las pantallas
con pornografía, vampiros de ciencia ficción
y asalariados doblándose bajo el látigo,
también hay que caminar… nada más, caminar
entre la basura mojada, con las crueldades
de nuestros barrios en primer plano.
Tenemos que entender que nuestras vidas son inseparables
de esos sueños rancios, del borboteo del metal, de esas
desgracias
y de la begonia roja que destella peligrosamente
en la cornisa de un edificio de seis pisos
o de las chicas de piernas largas que juegan a la pelota
en el patio de la escuela.
Nadie nos imaginó. Queremos vivir como árboles,
sicomoros llameantes en el aire sulfúrico,
moteados de cicatrices, pero floreciendo con exuberancia,
con nuestra pasión animal enraizada en la ciudad.

1
II
Me despierto en tu cama. Sé que estuve soñando.
Mucho antes nos separó la alarma, y estás
desde hace horas en tu escritorio. Sé lo que soñé:
nuestra amiga, la poeta, entra en mi cuarto
donde llevo días escribiendo, hay borradores,
carbónicos y poemas desparramados por todas partes,
y quiero mostrarle un poema
que es el poema de mi vida. Pero dudo,
y me despierto. Me besaste el pelo
para despertarme. Soñé que eras un poema,
te digo, un poema que le quería mostrar a alguien…
me río y vuelvo a soñar otra vez
con el deseo de mostrarte a todos los que amo,
de andar juntas sin reservas
con el impulso de la gravedad, que no es simple,
que arrastra un largo trecho al plumerillo en el aire
exhalado.

III
Puesto que no somos jóvenes, las semanas tienen que contar
por los años que perdimos. Así y todo, solamente esta
peculiar distorsión

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del tiempo me dice que no somos jóvenes.
¿Acaso a los veinte alguna vez caminé por la calle a la mañana
con los miembros flameando de la más pura alegría?
¿O me incliné desde una ventana sobre la ciudad
a escuchar el futuro
con los nervios afinados, como escucho tu llamada ?
Y vos, vos te acercás a mí con la misma cadencia.
Tus ojos son inmortales, la chispa verde
del lirio a principios del verano,
el berro verdeazul que lavó la primavera.
A los veinte, sí: pensábamos que íbamos a vivir para
siempre.
A los cuarenta y cinco, quiero conocer incluso nuestros límites.
Te toco sabiendo que no nacimos ayer,
y de algún modo, cada una va ayudar a la otra a vivir,
y en algún lugar, cada una va a ayudar a la otra a morir.

IV
Vuelvo de estar con vos por donde la luz temprana
de la primavera destella en las paredes de siempre,
el Pez Dorado[1], la casa de saldos, la zapatería…
arrastro la bolsa de las compras, corro el ascensor
donde un hombre viejo, tenso, almidonado, deja

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tranquilamente que las puertas casi me cierren encima.
le grito –¡Párela, por el amor de dios!,
y él me dice –histérica– por lo bajo.
Me instalo en la cocina, descargo los paquetes,
hago café, abro la ventana, pongo a Nina Simone
que canta Here Comes the Sun… abro el correo
mientras bebo el café delicioso, la música deliciosa
con el cuerpo liviano y pesado a la vez, todavía con vos.
Del correo se cae una fotocopia de algo que escribió
un hombre de 27 años, un rehén, torturado en prisión:
Mis genitales fueron objeto de tal despliegue sádico
que me mantienen siempre despierto del dolor…
Hacé lo que puedas para sobrevivir.
Sabés, creo que a los hombres les encantan las guerras…
Y mi enojo incurable, mis heridas insuturables
se abren más con las lágrimas, lloro inútilmente,
ellos todavía controlan el mundo, y vos no estás en mis
brazos.

V
Este departamento lleno de libros podría partirse en dos
bajo las mandíbulas gruesas y los ojos saltones
de los monstruos: una vez que abrís un libro, te tenés que enfrentar al

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lado oscuro de todo lo que amaste–
el estante y las pinzas listos, la mordaza
con la que hasta las mejores voces tuvieron que mascullar,
el silencio que entierra en la arena del desierto
a los niños no deseados —mujeres, desviados, testigos.
Kenneth me cuenta que ordenó los libros de modo
que mientras escribe puede ver a Blake y a Kafka;
sí, y todavía hay que ajustar cuentas con Swift,
que aborrece la carne de las mujeres pero les alaba la mente,
con el terror de Goethe por las madres, con Claudel
vilipendiando a Gide
y con los fantasmas —sus manos entrelazadas por siglos—
de las artistas que murieron en el parto, de las sabias
calcinadas en la hoguera,
siglos de libros sin escribir, apilándose detrás de estos
estantes;
y todavía nos tenemos que quedar mirando la ausencia
de los hombres que no debieron, y de las mujeres que no pudieron,
hablarle
a nuestra vida— este hoyo aún sin excavar
llamado civilización, este acto de traducción, este
medio-mundo.

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VI
Tus manos chiquitas, exactamente iguales a las mías—
solo el pulgar es más largo, más grande— en esas manos
podría poner el mundo, o en muchas manos como esas,
que empuñan herramientas o el volante
o tocan un rostro humano… manos así podrían acomodar
al nonato en el canal de parto
o pilotar un barco de rescate
a través de los icebergs, o reunir
los pedazos delgados como agujas de una gran crátera
que a los lados tiene
figuras de mujeres extáticas marchando
al cubil de la sibila o a la caverna eleusina—
manos como esas podrían ejercer una violencia inevitable
con tal moderación, con tal comprensión
del rango y de los límites
que la violencia se volvería obsoleta para siempre.

VII

¿Qué clase de monstruo convertiría su vida en palabras?


¿De qué se trata esta expiación?
—y sin embargo, de escribir palabras así, yo también vivo.

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¿Es como la señal que aúlla el carcayú,
esa cantata modulada de lo salvaje?
¿O cuando, lejos de vos, trato de crearte con palabras,
te uso, nada más, como se usa un río o una guerra?
¿Y cómo usé los ríos?, ¿cómo usé las guerras?
¿para escaparme escribiendo de la peor de las cosas—
no de los crímenes de los otros, ni siquiera de la propia muerte,
sino del error de querer la libertad con suficiente pasión como para
que
los olmos apestados, los ríos enfermos y las masacres
parecieran
meros emblemas de esa profanación de nosotros mismos?

VIII
Puedo verme a mí misma años atrás en Sunion,
dolorida y con un pie infectado, Filoctetes
con forma de mujer, rengueando por el largo sendero,
recostada en un promontorio sobre el mar oscuro,
mirando las piedras rojas abajo, donde un espiral
de blancura me decía que había golpeado una ola,
imaginando el empujón del agua desde esa altura,
sabiendo que el suicidio no es lo mío,
pero todo el tiempo cuidando y midiendo esa herida.

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Bueno, se terminó. La mujer que quería
a su sufrimiento está muerta. Yo soy su descendiente.
Amo la cicatriz que me legó,
pero de acá en más quiero seguir con vos
luchando contra la tentación de hacer del dolor una carrera.

IX
Hoy tu silencio es un estanque donde viven cosas ahogadas,
cosas que quiero ver levantarse chorreando y secarse al sol.
No es mi cara la que veo, sino otras caras;
también la tuya, a otra edad.
Lo que sea que esté extraviado ahí, las dos lo necesitamos—
un reloj de oro antiguo, un registro de temperatura que el agua borró,
una llave… Hasta el barro y las piedritas del fondo
merecen su cuota de reconocimiento. Me asusta este
silencio,
esta vida sin articular. Estoy esperando
un viento que abra suavemente los pliegues de estas aguas
de una vez y me muestre lo que puedo hacer
por vos, que muchas veces le pusiste nombre
a lo innombrable para los otros, incluso para mí.

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X
Tu perra dormita, tranquila e inocente, en medio
de nuestros llantos, nuestras conspiraciones susurradas al alba,
nuestras llamadas telefónicas. Ella sabe —¿qué puede saber?
y si en mi arrogancia humana pretendo leerle
los ojos, solo encuentro mis pensamientos animales:
que las criaturas deben encontrarse para el bienestar físico,
que las voces de la psique atraviesan la carne
más allá de lo que el cerebro torpe podría predecir,
que las noches planetarias se enfrían para los
que están en el mismo viaje y quieren tocar
una criatura-viajero inequívoco hasta el final;
que sin la ternura, estamos en el infierno.

XI
Cada pico es un cráter. Esa es la ley de los volcanes,
lo que los hace eterna y visiblemente femeninos.
No hay altura sin profundidad, sin un centro candente,
aunque nuestras suelas se deshilachen contra la lava
endurecida.
Quiero viajar con vos a cada montaña sagrada
que humea por dentro, encorvada como la sibila sobre su trípode,
quiero estirarme para alcanzar tu mano al escalar la senda y

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sentir tus arterias brillando en mi mano,
sin dejar de notar nunca la flor pequeña como una joya
desconocida, sin nombre hasta que la nombramos,
prendida a la roca que cambia lentamente—
ese detalle de fuera que nos lleva hacia dentro,
que estaba ahí desde antes, sabía que íbamos a venir, y ve más allá.

XII
Durmiendo, turnándonos para girar como planetas
que rotan en su prado nocturno:
un roce es suficiente para hacernos saber
que no estamos solas en el universo, ni siquiera al dormir:
fantasmas del sueño de dos mundos
que andan por sus ciudades fantasmas, casi guiándose entre sí.
Desperté con tus palabras murmuradas
hace años luz —u oscuridad—,
como si mi propia voz hubiese hablado.
Pero tenemos voces diferentes, incluso en sueños,
y nuestros cuerpos, tan semejantes, también son tan
distintos
que el pasado que reverbera en la corriente sanguínea
va cargado de idiomas diferentes, diferentes significados—
sin embargo, en cualquier crónica del mundo que

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compartimos
podría escribirse con un sentido nuevo que
éramos dos amantes de un mismo género
éramos dos mujeres de una misma generación.

XIII
Las reglas se rompen como un termómetro,
el mercurio se vuelca sobre los gráficos,
estamos en un país que no tiene lengua
ni leyes, vamos cazando al cuervo y al reyezuelo
por barrancos inexplorados hasta el amanecer
cualquier cosa que hagamos juntas es pura invención
los mapas que nos dieron están desactualizados
desde hace años… conducimos por el desierto
preguntándonos si el agua alcanzará
las alucinaciones se convierten en aldeas
la música de la radio nos llega con claridad–
ni Rosenkavalier ni Gotterdammerung
sino una voz de mujer que canta canciones viejas
con palabras nuevas, con un bajo sereno y una flauta
robada y tocada por mujeres fuera de la ley.

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XIV
Fue tu imagen del piloto
la que me confirmó mi imagen de vos: sigue
yendo, a propósito, de cabeza a las olas, dijiste
mientras nos agachábamos en la escotilla
a vomitar en bolsitas de plástico
las tres horas entre St. Pierre y Miquelon.
Y nunca me sentí más cerca tuyo.
En la cabina había parejas de luna de miel
acurrucados uno en la falda o en los brazos del otro
yo puse mi mano sobre tu muslo
para darnos consuelo a las dos, tu mano se acercó a la mía
y nos quedamos así, sufriendo juntas
en nuestros cuerpos, como si todo sufrimiento
fuera físico, así nos tocamos en presencia
de extraños que no sabían nada y les importaba menos,
que vomitaban su dolor privado
como si todo sufrimiento fuera físico.

[El poema flotante, sin numerar]


Pase lo que pase con nosotras, tu cuerpo
va a rondar el mío —tierna, delicada,
tu forma de hacer el amor, como la fronda retorcida

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del helecho de agua en los bosques
recién lavados por el sol. Tus muslos recorridos, generosos,
entre los que mi rostro entero vuelve y vuelve—
la inocencia y la sabiduría del lugar que mi lengua encontró—
la danza vital e insaciable de tus pezones en mi boca—
tu contacto firme, protector, descubriéndome,
tu lengua fuerte, tus dedos finos
llegando adonde estuve esperándote por años
encerrada en mi cueva húmeda y rosa— pase lo que pase, esto es.

XV
Si me acosté con vos en esa playa
blanca, vacía, pura agua verde entibiada por la Corriente del Golfo
y en esa playa no pudimos quedarnos
porque el viento nos arrojaba la arena
como si estuviese en nuestra contra
si tratamos de soportarlo y fracasamos—
si nos fuimos a otra parte
a dormir abrazadas
y las camas eran angostas como catres de presos
y estábamos cansadas y no dormimos juntas
y eso fue lo que encontramos, y eso fue lo que hicimos—
¿fue nuestro el error?

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Si me aferro a las circunstancias no me siento
responsable. Solamente la que dice
que no eligió es al final la que pierde.

XVI
Atravesando una ciudad desde vos, estoy con vos
como una noche de agosto
en una bahía —mirándote dormir a la luz de la luna,
tibia, bañada por el mar, con el tocador de madera rústica
atestado de cepillos, libros y frascos nuestros—
o en un huerto de rocío salado, acostada al lado tuyo
viendo el atardecer rojo por el mosquitero del camarote,
Mozart en Sol menor en el grabador,
durmiéndonos con la música del mar.
Esta isla de Manhattan es bastante grande
para las dos, y es angosta:
esta noche puedo oírte respirar, sé cómo es
tu cara boca arriba, cuando la media luz traza
tu boca generosa y delicada
donde la risa y la pena duermen juntas.

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XVII

Nadie está destinado ni condenado a amar a nadie.


Los accidentes ocurren, no somos heroínas,
ocurren en nuestras vidas, como los choques,
los libros que nos cambian, los barrios
adonde nos mudamos y que llegamos a amar.
Tristán e Isolda es solamente una historia,
las mujeres al menos deberían poder distinguir
entre el amor y la muerte. Sin copa de veneno,
sin penitencia. La vaga sospecha de que el grabador
tuvo que haber captado algo de nosotras: que no solo
sonaba, sino que debió habernos escuchado
para instruir a las que vendrán:
esto fuimos, así es como intentamos amar,
y estas son las fuerzas que alinearon contra nosotras,
y estas son las fuerzas que alineamos dentro de nosotras
dentro y en nuestra contra, contra nosotras y dentro de
nosotras.

XVIII
Lluvia en la autopista del Oeste,
luz roja en Riverside:

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Cuanto más vivo, más pienso
que dos personas juntas son un milagro.
Contás la historia de tu vida y, por una vez,
un temblor rompe la superficie de tus palabras.
La historia de nuestra vida se vuelve nuestra vida.
Ahora estás en fuga, cruzando lo que algún poeta
victoriano seguro llamó el mar salado que se aleja.
Esas son las palabras que me vienen a la mente
siento el alejamiento, sí. Como también sentí el amanecer
empujar hacia el día. Algo: una grieta de luz—?
se cierra entre la pena y la angustia, se abre un espacio
donde soy Adrienne sola. Y enfriándome.

XIX
¿Puede estar enfriándose cuando empiezo
a tocarme otra vez, a apartar la adherencia?
¿Cuando, lento, el rostro desnudo vuelve de mirar atrás
y enfoca el presente,
el ojo del invierno, la ciudad, la bronca, la pobreza, y la muerte
y los labios se abren y dicen: planeo seguir viviendo?
¿Hablo fríamente cuando te digo, en sueños
o en este poema, que no hay milagros?
(Te dije desde el principio que quería una vida cotidiana,

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que esta isla de Manhattan era suficiente isla para mí)
Si pudiera hacértelo saber—
dos mujeres juntas son un trabajo
que nada en la civilización hace sencillo,
dos personas juntas son un trabajo
heroico en su simpleza,
el cruce indeciso y calculado de una pendiente
donde hasta la atención más feroz se vuelve rutina
—mirá las caras de los que lo eligieron.

XX
Esa conversación que siempre estábamos a punto
de tener continúa en mi cabeza,
de noche el Hudson tiembla a la luz de New Jersey
agua contaminada que, así y todo, refleja
a veces, la luna
y alcanzo a ver a una mujer que amé,
ahogándose en secretos, con la herida del miedo como el pelo
alrededor de la garganta, estrangulándola. Y esta es ella
con quien traté de hablar, cuya cabeza lastimada y
elocuente
al apartarse del dolor, se sumerge más hondo
donde no puede escucharme,

17
y pronto voy a saber que le estuve hablando a mi alma.

XXI
Los dinteles oscuros, las rocas azules y foráneas
del gran círculo abierto por instrumentos de piedra
la luz nocturna del solsticio de verano que sube
detrás del horizonte —donde dije “una grieta de luz”
quise decir esto. Y no es Stonehenge
ni ningún otro lugar más que la mente
al volver hacia atrás, donde la soledad,
compartida, pudo elegirse sin sentirse sola,
no fácilmente ni sin dolores, para trazar
el círculo, las sombras densas, la enorme luz.
Elijo ser la figura en esa luz,
borrada a medias por la oscuridad, lo que se mueve
por ese espacio, el color de la roca
al recibir a la luna, más que roca:
una mujer. Y elijo caminar acá. Trazar este círculo.

18
Cartografía del silencio

1
Una conversación empieza
con una mentira. Y cada
interlocutor de ese supuesto lenguaje común
siente la partición del témpano, el separarse
como con impotencia, como enfrentándose
a una fuerza de la naturaleza
Un poema puede empezar
con una mentira. Y romperse.
Una conversación tiene otras leyes
se recarga con su propia
falsa energía, no se puede romper.
Se infiltra en nuestra sangre. Se repite.
Talla con su estilete sin retorno
la soledad que niega.

2
La emisora de música clásica
suena en el departamento hora tras hora
levantar, levantar
y levantar el teléfono de nuevo
Las sílabas que pronuncian

19
una y otra vez el viejo guión
La soledad del mentiroso
que vive en la red formal de la mentira
girando el dial para ahogar el terror
debajo de la palabra no dicha.

3
La tecnología del silencio
los rituales, la etiqueta
la confusión de los términos
silencio y no ausencia
de palabras o música o hasta
sonidos en bruto
El silencio puede ser un plan
ejecutado con rigor
la copia heliográfica de una vida
Es una presencia
tiene una historia y una forma
No lo confundas
con cualquier clase de ausencia

4
Qué tranquilas, qué inofensivas empiezan
a parecerme estas palabras

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aunque comenzaron con pena y enojo
Puedo atravesar esta película de lo abstracto
sin lastimarme, ni a vos
acá hay dolor suficiente
¿Por eso transmite la emisora de música clásica o de jazz?
¿Para darle una razón de ser a nuestro dolor?

5
El silencio se desnuda:
En la Pasión de Juana de Dreyer
la cara de Falconetti, el pelo rapado, una gran geografía
escrutada en silencio por la cámara
Si hubiese una poesía donde esto pudiese ocurrir
no como espacio en blanco ni como palabras
ajustadas igual que una piel sobre los significados
sino como el silencio que cae al final
de una noche que dos personas pasaron
hablando hasta el amanecer.

6
El grito
de una voz ilegítima
Ha dejado de escucharse, por ende
se pregunta a sí mismo

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¿Cómo es que existo?
Éste era el silencio que quería romper en vos
Tenía preguntas pero no ibas a responder
Tenía respuestas pero no podías usarlas
Esto es inútil para vos y quizás para los otros.

7
Era un asunto viejo hasta para mi:
El lenguaje no lo puede todo –
Anotalo con tiza en las paredes de los mausoleos
donde yacen los poetas muertos
Si el poema pudiera transformarse
a voluntad del poeta en una cosa
Un ala de mármol al descubierto, una cabeza en alto
radiante de rocío
Si simplemente pudiera mirarte a la cara
con los ojos desnudos, sin dejarte dar vuelta
hasta que vos, y yo que deseo hacer ésto,
fuéramos iluminados al fin por su mirada.

8
No. Dejame tener esta tierra,
estas nubes pálidas demorándose amargamente, estas palabras
moviéndose con precisión feroz

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como los dedos de un niño ciego
o la boca del recién nacido
violenta de hambre
Nadie puede darme, hace mucho
adopté este método
Así como el grano se vuelca de la bolsa de red
o la llama de bunsen que se volvió baja y azul
Si cada tanto envidio
las anunciaciones puras a simple vista
La visio beatifica
Si cada tanto quiero volverme
como el hierofante eleusino
que sostiene una simple espiga de cereal
Para el regreso al mundo concreto e incesante
lo que sigo eligiendo, de hecho,
son estas palabras, estos susurros, conversaciones
de las que una y otra vez despunta verde y húmeda la verdad.

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Delta

Si has creído que este escombro es mi pasado


hurgando en él para vender fragmentos
entérate de que ya hace tiempo me mudé
más hondo al centro de la cuestión

Si crees que puedes agarrarme, piensa otra vez:


mi historia fluye en más de una dirección
un delta que surge del cauce
con sus cinco dedos extendidos

(1987) Trad. de María Soledad Sánchez Gómez.

24
Traducciones
Me muestras los poemas de una mujer
de mi edad, o más joven,
traducidos de tu idioma

Algunas palabras aparecen: enemigo, horno, tristeza


suficientes para saber
que es una mujer de mi tiempo
obsesionada
con el Amor, nuestro tema:

lo hemos hecho trepar como hiedra por nuestros muros


lo hemos cocido como pan en nuestros hornos
lo hemos llevado como plomo en nuestros tobillos
lo hemos observado por los prismáticos como si
fuera un helicóptero
que trae comida a nuestra hambruna
o el satélite
de un poder hostil

Empiezo a ver a esa mujer

25
haciendo cosas: removiendo el arroz
planchando una falda
mecanografiando un manuscrito hasta el amanecer
intentando llamar
desde una cabina

El teléfono suena sin que lo contesten


en el dormitorio de un hombre
le oye diciéndole a alguien
No te preocupes. Se cansará.
le oye contándole su historia a su hermana
que se convertirá en su enemiga
y que, cuando llegue la hora,
alumbrará su propio camino hacia la tristeza

ignorando el hecho de que esta forma de dolor


es compartida, innecesaria
y política

(1972) Trad. Mª Soledad Sánchez Gómez

26
En aquellos años

En aquellos años, dirán las gentes, perdimos el rastro


del significado de nosotros, de ustedes
hasta encontrarnos
reducidos a yo
y todo ese asunto se tornó
estúpido, irónico, terrible:
intentábamos vivir una vida personal
y, cierto, aquella fue la única vida
de la que podíamos dar testimonio

Pero los grandes pájaros oscuros de la historia gritaron y se


sumergieron
en nuestro clima personal
Fueron decapitados en alguna otra parte pero sus picos y alas
se movieron
a lo largo de la costa, a través de jirones de niebla
donde permanecíamos, diciendo yo

(1991) Trad. Jorge Yglesias

27
Reparto de tareas (1988)

Las revoluciones dan vueltas, pactan, hacen declaraciones:


una revista nueva aparece, viejos nombres en su cabecera,
una revista antigua abrillanta su obra
con deconstrucciones de la prosa de Malcolm X
Las mujeres en las filas traseras de la política
todavía lamen hilo para pasarlo por el ojo
de la aguja, truecan huesos por plástico, rajan vainas
para venderlas como collares en los cruceros
hacen inmaculados vestidos de Primera Comunión
con planchas y vacilante agua caliente
todavía ajustan los microscópicos hilos dorados
en los chips de silicio
todavía dan clase, vigilan a los niños
desaparecidos en las callejuelas de fuego cruzado, los barrancos de
repentinas inundaciones
los repentinos incendios de queroseno
-mujeres cuyo trabajo reconstruye el mundo
todas y cada una de la mañanas
He visto a una mujer sentada

28
entre la estufa y las estrellas
sus dedos chamuscados de apagar las velas
de la pura teoría Índice y pulgar: los dos quemados:
he sentido esa cera sagrada levantarme ampollas en la mano.

29
Árboles

Desde el interior, los árboles avanzan hacia el bosque,


el bosque que estuvo vacío todos aquellos días,
donde ningún pájaro podía posarse,
ningún insecto esconderse,
y ningún sol podía enterrar su pies en la sombra;
en el bosque vacío de esas noches,
los árboles abundarán por la mañana.
Las raíces se esfuerzan toda la noche
por desprenderse de las grietas
en el suelo de la terraza.
Las hojas se retuercen hacia los vidrios,
pequeños vástagos endurecidos por el esfuerzo
largas y torcidas ramas que se desprenden con dificultad
bajo el techo, como pacientes recién dados de alta,
medio-aturdidos, dirigiéndose
hacia las puertas de la clínica.
Aquí me acomodo. Las puertas se abren hacia la terraza,
escribo extensas cartas
donde apenas menciono el bosque
y su partida de la casa.
La noche está fresca, la luna entera brilla
en un cielo aún abierto.
El aroma de hojas y liquen
llega como una voz a las habitaciones.

30
Mi mente está plena de susurros
que permanecerán en silencio mañana.
Escucha. Los vidrios se quiebran,
se tambalean los árboles
Hacia la noche. El viento
se apresura a recibirlos.
Como un espejo la luna se ha quebrado
y en la copa del roble más alto
relampaguean ahora sus fragmentos.
(1963) Trad. Myriam Díaz-Diocaretz

31
Deportaciones
Ya ha ocurrido mientras todavía
buscábamos patrones Voltear la cabeza
hacia una gran ventana horizontal con vista a la ciudad
para ver gente ocupada
vecinos, vendedores, paramédicos
apurados en sus porches, sus puestos de tomate
sus argumentos auto-mecánicos
y niños de patios de escuela
Hay muchos más transportados que ocupados
a esta altura de todos modos

Entonces: sueños recortados: nuestra casa:


cuatro hombres atraviesan la puerta abierta
Uno en algodón liviano de verano y corbata de seda
Uno en ropa de trabajo oscurecida con sangre
Uno con camisa abierta, un delgado
collar de cuerda con broche de plata en su cuello
Uno en shorts cortos con el ombligo al aire

Y han venido por nosotros, dos de nosotros y cuatro de ellos

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y creo que tal vez todavía son humanos
y les pregunto ¿Cuándo creen que comenzó todo esto?
como si intentara distraerlos de su propósito
como si intentara apelar a un vínculo común
como si uno de ellos fuera tú
como si estuviera practicando para algo
por venir.

(1995) Trad. Silvia Camerotto

33
“EN EL CORAZÓN de la capital del Capital
contra resguardadas radiaciones de azalea
encontré un sarcófago de falso mármol con la inscripción
AQUÍ YACE LA VOLUNTAD DEL PUEBLO

Me había estado preguntando por qué durante tanto tiempo


se había oído hablar de ese barrio tan poco.
Me hallaba allí por el más misterioso accidente
vagando entre blancos monumentos
en busca del Museo de las Causas Perdidas.

Un resplandor de luminiscencia extrañamente concentrada


se tragaba vivo al mediodía.
Vi la tribuna el podio tapizado y estampado
la inmensa pantalla que todo lo eleva y engrandece
escuché las bandas marciales los coros los discursos
amplificados en la plaza vacía
jurando a los satélites que había sido una muerte natural”.

(1991) Trad. de Jorge Yglesia.

34
En un concierto de Bach

Atravesando la ciudad en una noche de invierno


Dijimos que el arte y la vida son polos opuestos.
Aquí nos acercamos a un amor que no conoce la lástima.

Esta anciana disciplina, severamente tierna,


Renueva la creencia en el amor y sin embargo controla
el sentimiento,
convirtiendo lo que soportamos en una bendición.

La forma es la ofrenda más grande que el amor puede ofrecer -


La unión vital de la necesidad
con todo lo que deseamos, todo lo que sufrimos.

Un arte demasiado compasivo es apenas un arte a medias.


sólo tan altiva y comedida pureza
restaura el demasiado traicionado corazón humano.

Trad. Jaime Manrique Ardila

35
1999

Antes del intenso


momento de la ruptura
yo quería ver en el espejo
biselado y con charnelas de mi siglo
limpio de humo
ojos de carbón y rubí
aturdido cuello portador de ladrillos y diamantes
cumbre de conchas de ostra iluminadas por la luna
encaje de alambre de espino ultrajando
el famoso monumento

Tras él se extiende el viejo


mapa indígena paisaje
anterior a los conquistadores horizonte sin dueño.

Trad. María Soledad Sánchez Gómez

36
Arden papeles en vez de niños

Estaba en peligro de
verbalizar mis impulsos éticos
hasta hacerlos desaparecer.
°1-Daniel Berrigan,
en el juicio, en Baltimore.
1.
Mi vecino, un científico coleccionista de arte, me llama por teléfono en
un estado de violenta emoción. Me dice que mi hijo y el suyo, de once y
doce años, han quemado el último día de clase un libro de matemáticas
en patio trasero. Le ha prohibido a mi hijo ir a su casa durante una
semana, le ha prohibido al suyo salir durante ese tiempo. «Quemar un
libro dice- me produce sensaciones terribles, recuerdos de Hitler; hay
pocas cosas que me disgusten más que la idea de quemar un libro».

Allí otra vez: la biblioteca, amurallada


con Britannicas verdes
Buscando otra vez
en las Obras Completas de Dürer
MELANCOLÍA, la mujer desconcertada

los cocodrilos de Herodoto


el Libro de los Muertos
37
el Juicio de Jeanne d'Arc, tan azul
Es su color, pienso

y se llevan el libro
porque suefio con ella con demasiada frecuencia

amor y miedo en una casa


conocimiento del opresor
sé que duele quemar

2.
Imaginar un tiempo de silencio
o pocas palabras
un tiempo de química y música

los hoyuelos por encima de tus nalgas


que mi mano recorre
o el pelo es como la piel, dijiste

una época de largo silencio

38
alivio

procedente de esta lengua el bloque de caliza


un hormigón reforzado
fanáticos y mercaderes
arrojados a esta costa de verdor salvaje de arcilla roja
que respiro una vez
en señales de humo,
soplo de viento

el conocimiento del opresor


éste es el lenguaje del opresor

y sin embargo lo necesito para hablarte

°2 3
La gente sufre mucho cuando es pobre y hay que tener dignidad e
inteligencia para superar este sufrimiento.
Algunos de los sufrimientos son: una criatura no cenó anoche: un niño
roba porque no tenía dinero para comprarla:
oír a una madre decir que no tiene dinero para comprar comida para
39
sus hijos y ver a una criatura sin ropa
te hace brotar lágrimas de los ojos.

(la fractura del orden


el remiendo del discurso
para superar este sufrimiento)

4.
Yacemos bajo la sábana
después de hacer el amor, hablando
de la soledad
mitigada en un libro
revivida en un libro
así, en esa página
su coágulo y su fisura
aparecen
palabras de un hombre
que sufre
una palabra desnuda
penetra el coágulo
una mano que agarra

40
a través de los barrotes:

liberación

Lo que sucede entre nosotros


ha sucedido durante siglos
lo sabemos por la literatura

todavía sucede

celos sexuales
mano que se lanza
a golpear el lecho

sequedad de boca
después de jadear

hay libros que describen todo esto


y no sirven

Te internas en los bosques detrás de la casa

41
alli, en ese territorio
hallas un templo
construido hace mil ochocientos años
entras sin saber
qué es donde entras

así pasa con nosotros

nadie sabe lo que puede suceder


aunque los libros lo digan todo

quema los textos dijo Artaud

5. Escribo a máquina por la noche, tarde, pensando en hoy. Qué bien


hablábamos todos. Una lengua es un mapa de nuestros fracasos.
Frederick Douglass escribía un inglés más puro que el de Milton. La
gente sufre mucho cuando es pobre. Hay métodos pero no los usamos.
Joan, que no sabía leer, hablaba una variante campesina del francés.
Algunos de los sufrimientos son: es difícil decir la verdad; esto es
América; no puedo tocarte ahora. En América sólo tenemos el tiempo
presente. Estoy en peligro. Estás en peligro.
Quemar libros no provoca sensación alguna en mí. Sé que duele
quemar. Hay llamas de napalm en Catonsville, Maryland.

42
Sé que duele quemar. La máquina de escribir está recalentada, mi boca
arde, no puedo tocarte y éste es el lenguaje del opresor.

(1968) Trad. María Soledad Sánchez Gómez

Notas:
°1: Daniel Berrigan, jesuita, pacifista y escritor, en 1968 quemó, junto
con otros 8 implicados, archivos de la oficina donde se reclutaba a los
jóvenes soldados, en Catonsville, Maryland, como protesta ante la
guerra de Vietnam. Fue juzgado y acabó en prisión.

°2: El texto en prosa lo escribió un alumno de Adrienne Rich


perteneciente al Programa de Admisiones Abiertas, para clases
desfavorecidas, del City College de Nueva York en el que ella daba
clases entonces.

43
Planetarium

Inspirado en Caroline Herschel (1750-1848),


astrónoma, hermana de William, y en otras...

Una mujer con forma de monstruo


un monstruo con forma de mujer
abundan en los cielos

una mujer «en la nieve


entre los Relojes e instrumentos
o midiendo el suelo con pértigas»

capaz de descubrir a sus 98 años


8 cometas

aquella sobre quien la luna gobernó


como en nosotras
levita hacia el nocturno cielo
surca distancias en los lentes pulidos

44
Galaxias de mujeres, cumpliendo ahí
penitencia por impulsivas
congelados nervios
en aquellos espacios de la mente

Un ojo
«viril, exacto y absolutamente seguro»
desde las confusas telarañas de Uranusbor

encuentra la NOVA

cada impulso de luz estalla


desde el centro
como se descarga nuestra vida

Tycho susurra al fin


«Que no parezca que he vivido en vano»

Lo que vemos, lo vemos


y ver es cambiar

45
la luz que marchita una montaña
y le permite a un hombre vivir

Los latidos del pulsar


el corazón exudando por mi cuerpo

El impulso de radio
que fluye desde Taurus

Estoy bombardeada aun así me yergo

Me he mantenido de pie toda la vida en medio


del curso directo de una batería de señales
el más fielmente transmitido el más
intraducible lenguaje en el universo
Soy una nube galáctea tan profunda tan intrincada
que una onda de luz demoraría 15
años viajando por mí Y ha ocurrido
Soy un instrumento con forma
de mujer intentando traducir pulsaciones

46
a imágenes para aliviar el cuerpo
y reconstruir la mente.

(1968)Trad. de Myriam Díaz-Diocaretz

47
Un atlas del mundo difícil, II

He aquí un mapa de nuestro país:


aquí está el Mar de la Indiferencia, barnizado de sal
Este es el río maléfico que fluye de la frente a la ingle
agua que no nos atrevemos a probar
Este es el desierto en el que se han plantado misiles como bulbos
Este es el granero de las granjas hipotecadas
Este es el lugar donde nació el chico rockero
Este es el cementerio de los pobres
que murieron por la democracia Este es el campo de batalla
de una guerra del siglo diecinueve el sepulcro es famoso:
Esta es la ciudad marina de mito e historia cuando las flotas
pesqueras se arruinaron
aquí es donde había trabajo en el muelle
congelando pescado en trozos paga por horas sin dividendos
Estos son otros campos de batalla Centralia Detroit
aquí están los bosques primitivos los filones de cobre de
plata
Estos son los suburbios del consentimiento el silencio se eleva
como el humo de las calles
Esta es la capital del dinero y del dolor; sus pináculos

48
estallan en el aire caliente, sus puentes se desmoronan
sus hijos van a la deriva por ciegos callejones confinados
entre alambres de espinas enrollados
Prometí mostrarte un mapa y dices pero esto es un mural
entonces bien, déjalo estar son pequeñas diferencias
la cuestión es desde dónde lo miramos

1990-91. Trad. María Soledad Sánchez Gómez

49
Inocencia: 1945

“Lo bello del asunto fue la culpa.


Entró en nosotros, rápida ginebra,
bifurcada lengua de hielo. La culpa
nos hizo de nuevo inocentes.
Nada hicimos mientras algunas
medidas extremas eran tomadas. Fuimos a la deriva. En el
inmenso salón de baile de la Reina de las Nieves había soñado
con el universo y un nuevo par de patines.
Pero también habíamos sufrido.
El milagro fue: nada
sentíamos. Sentíamos que nada habíamos
hecho. Nada que hacer. Nos sentíamos libres.
Y habíamos sufrido también.
Era la libertad que anhelábamos,
fría aguja en la corriente sanguínea.
Después de todo la culpa era un sentimiento”.

Trad. de Jorge Yglesias.

50
La extranjera
Mirando como antes he mirado, derecho al corazón
de la calle hasta el río
caminando por los ríos de las avenidas
sintiendo el temblor de las cuevas bajo el asfalto
viendo encenderse las luces en las torres
caminando como antes he caminado
como un hombre, como una mujer, en la ciudad
mi ira visionaria despejando mi vista
y las detalladas percepciones de misericordia
floreciendo de esa ira
si al entrar en un cuarto desde la aguda luz brumosa
los oigo hablar un idioma muerto
si preguntan mi identidad
¿qué puedo decir sino que
soy la andrógina?
yo soy la mente viva que no pueden describir
en su idioma muerto
el sustantivo perdido, el verbo que sobrevive
sólo en infinitivo
las letras de mi nombre están escritas entre los

51
párpados
del recién nacido

Traducción de BETH MILLER

52
La Novena Sinfonía de Beethoven entendida
por fin como un mensaje sexual

Un hombre aterrorizado de impotencia


o infertilidad, sin saber la diferencia,
un hombre tratando de decir algo
aullando desde la música
climatérica de su enteramente
aislada alma
gritando al Gozo desde el túnel de su yo
una música sin la sombra
de otra persona dentro, música
que trata de decir algo que el hombre
no quiere que salga, quisiera guardar si pudiera
amordazada y amarrada y azotada con cuerdas de
Gozo
donde todo es silencio y
el golpear de un puño sangriento sobre
una mesa astillada.

Traducción de BETH MILLER

53
“Para el expediente”

Las nubes y las estrellas no libraron esta guerra


los arroyos no informaron a nadie
si las montañas arrojaron piedras de fuego al río
fue sin tomar partido
la gota de agua que se balanceaba levemente bajo la hoja
no tenía opinión política

y si aquí o allí una casa


se inundó de aguas residuales
o envenenó a los que allí vivían
con lentas humaredas, durante años
las casas no estuvieron en guerra
ni los edificios tapiados

quisieron negar cobijo


a las ancianas sin techo o a los niños vagabundos
no siguieron la política de hacerlos errar
o morir, no, las ciudades no fueron el problema
los puentes no eran partidistas

54
las autopistas ardieron, pero no con odio

Incluso los kilómetros de alambrada


tendida que oprimía los barracones temporales
diseñados para mantener a los indeseables
a distancia segura, fuera de la vista
incluso los tablones que tuvieron que absorber
año tras año, tantos sonidos humanos

tanta profundidad de vómito, lágrimas


sangre que calaba lentamente
no se ofrecieron a esto
Los árboles no se prestaron a que los cortaran en tablones
ni las espinas a desgarrar carne

Mira a tu alrededor
y pregunta de quién es la firma
impresa en las órdenes, trazada
en la esquina de los planos de construcción
Pregunta dónde estaban los analfabetos, las mujeres
embarazadas, los borrachos y los locos,

55
aquéllos a los que temes más que a nada:
pregunta dónde estabas tú.

Trad. Mª Soledad Sánchez Gómez

56
Qué tiempos son éstos:

Hay un lugar entre dos hileras de árboles


donde la hierba crece monte arriba
y el viejo camino revolucionario se deshace en sombras
cerca de una templo abandonado por los perseguidos
que desaparecieron entre esas umbrías.

He caminado por allí cogiendo hongos al borde del espanto,


pero no te engañes,
éste no es un poema ruso, no sucede en otro lugar, sino aquí,
en nuestro país acercándose a su propia verdad y pavor,
a sus propios modos de hacer desaparecer a las gentes.

No te diré dónde se halla ese lugar, la oscura espesura del bosque


uniéndose a la imprecisa franja de la luz,
sus encrucijadas espectrales, paraíso de la hojarasca:
ya sé quién quiere comprarlo, venderlo, hacerlo desaparecer.

Y si no voy a decirte dónde está, entonces ¿por qué hablarte de ello?


Porque todavía escuchas, porque en tiempos como éstos,

57
para tenerte al menos escuchando, es necesario
hablar de árboles.
Trad. A. Marcos.
(sin título)

Te preguntas si estoy sola:


pues sí, estoy sola
como un avión que viaja solitario y horizontal
siguiendo las señales de radio, dirigiéndose
a cruzar las Rocosas
por la sucesión de pasillos azules
de un campo de aterrizaje sobre el océano

¿Quieres preguntarme si estoy sola?


Bien, por supuesto, sola
como una mujer que conduce a través del país
día tras día, dejando atrás
milla tras milla
pequeñas ciudades en las que podría haber parado
y vivido y muerto, sola

58
Si estoy sola
debe ser la soledad
de despertar primero, de respirar
el primer soplo de aire frío del alba sobre la ciudad
de ser la que está despierta
en una casa envuelta en sueño

Si estoy sola
es con la firmeza del bote helado en la costa
en la última luz roja del año
que sabe lo que es, que sabe que no es
hielo ni lodo ni luz invernal
sino madera, con el don de arder

Trad. María Soledad Sánchez Gómez

59
Tiempo nortamericano

I
Cuando mis tiempos dieron signos
de volverse
políticamente correctos
no imágenes indómitas
que escapan de los límites
cuando al caminar por la calle vi
que se elegían temas por mí
supe de qué cosas no hablaría
por miedo del uso que les dieran los enemigos
entonces empecé a hacerme preguntas

II
Todo lo que escribamos
será usado contra nosotros
o contra quienes amamos.
Estas son las condiciones,
las tomas o las dejas.
La poesía nunca tuvo ocasión

60
de estar lejos de la historia.
Un verso mecanografiado hace veinte años
puede ser una pintada que brilla en una pared
para exaltar el arte distanciado
o tortura de quienes
no amábamos pero tampoco
queríamos matar.
Cambiamos pero nuestras palabras permanecen
se hacen responsables
de más de lo que pretendíamos
y esto es privilegio verbal.

III
Intentar sentarse a la máquina de escribir
una cálida tarde de verano
en una mesa junto a una ventana
en el campo, intentar fingir
que tu tiempo no existe
que tú eres simplemente tú
que la imaginación se extravía simplemente
como una gran polilla, sin intención

61
intentar decirte a ti misma
que no tienes compromiso
con la vida de tu tribu
el aliento de tu planeta.

IV
No importa lo que piensas.
Las palabras serán consideradas responsables
cuanto puedes hacer es elegirlas
o elegir
seguir en silencio. O nunca tuviste elección,
que es por lo que las palabras que perduran
son responsables
y esto es privilegio verbal.

V
Imagina que quieres escribir
sobre una mujer que entreteje
el pelo de otra mujer-
dejando que cuelgue, o con cuentas y conchas
en trenzas de tres cabos o como filas de granos-

62
mejor sería que supieras el grosor
la largura el modelo
por qué decide trenzarse el pelo
cómo se lo hacen
en qué país sucede
qué más sucede en ese país
Tienes que saber estas cosas

VI
Poeta: hermana: palabras-
nos guste o no-
perduran en un tiempo propio.
No sirve lamentarse Lo escribí
antes de que Kollontai fuese exiliada
Rosa Luxemburg, Malcolm,
Anna Mae Aquash, asesinados,
antes de Treblinka, Birkenau,
Hiroshima, antes de Sharpeville,
Biafra, Bangladesh, Boston,
Atlanta, Soweto, Beirut, Assam
-esos rostros, nombres de lugares

63
cercenados del calendario
del tiempo norteamericano

VII
Pienso esto en un país
donde las palabras se quitan de las bocas
como el pan se quita de las bocas
donde los poetas no van a la cárcel
por ser poetas, sino por ser
de piel oscura, mujeres, pobres.
Escribo esto en un tiempo
en el cual lo que escribimos
puede usarse contra quienes amamos
en el que no se da nunca el contexto
aunque intentemos explicarlo, una y otra vez.
Por el bien de la poesía al menos
tengo que saber estas cosas.

VIII
A veces, planeando de noche
en un avión sobre la ciudad de Nueva York

64
me he sentido como una mensajera
llamada a entrar, destinada a unirse
a este campo de luz y oscuridad.
Una ambiciosa idea, surgida de volar.
Pero bajo esta ambiciosa idea
se halla la reflexión de que a lo que debo unirme
después de que el avión haya rugido en la pista
después de subir mis viejas escaleras, sentarme
ante mi vieja ventana
va a romperme el corazón y reducirme al silencio.

IX
En Norteamérica el tiempo tropieza
sin avanzar, liberando sólo
un cierto dolor norteamericano.
Julia de Burgos escribió:
Que mi padre fuera esclavo
es mi dolor; que hubiera sido amo
habría sido mi vergüenza.
Palabras de una poeta, colgadas de una puerta
en Norteamérica, en el año

65
mil novecientos ochenta y tres.
La luna casi llena se levanta
hablando eternamente de cambio
por encima del Bronx, el río Harlem
las ciudades sumergidas de Quabbin
los túmulos funerarios saqueados
las ciénagas tóxicas, los campos de pruebas
y empiezo a hablar otra vez.

Traducción de María Soledad Sánchez Gómez

66
Voces

Aquel año comencé a entender la expresión peso de la evidencia


-cómo dependía el libre mercado de ideas
de ciertas vidas esforzándose bajo ese peso.

Empecé a sentir en mi cuerpo


cuán atado estaba ese peso a nuestras espaldas
manteniéndonos recluidos en viejo y repetitivos movimientos
agachados en el mismo túnel de mina año tras año
o como niños en una escuela pugnando para aprobar
pruebas una y otra vez probadas
para pasar al grado superior
pero no hay grado superior ni movimiento hacia adelante sólo esto

y la conversación continúa, las leyes, los chistes, las muertes,


el camino de la vida continúa
como si no hubieras aprobado nada como si este peso fuera
lo que tú eres.

Traduc. de Jorge Yglesias

67
Y ahora
Y ahora mientras lees estos poemas
-tú cuyos ojos y manos amo-
-tú cuyos ojos y boca amo-
-tú cuyas palabras e ideas amo-
no creas que intentaba exponer una causa
o armar un decorado:
intenté escuchar
la voz pública de nuestra época
intenté examinar nuestro espacio público
lo mejor que pude
-intenté recordar y permanecer
fiel a los detalles, observar
con precisión cómo se movía el aire
y dónde se detenían las manecillas del reloj
y quien se ocupaba de las definiciones
y quién se alzaba al recibirlas
cuando el nombre de la compasión
fue cambiando por el de la culpa
cuando sentir con un humano extraño
fue declarado obsoleto.

Traducción de Jorge Yglesias.


68
Instantáneas de una nuera

1.
Vos, antes una belleza en Shreveport,
con el pelo teñido de henna y la piel como un capullo de durazno,
todavía te hacés los vestidos copiando los de esa época,
y tocás un preludio de Chopin
del que dijo Cortot: “deliciosos recuerdos
flotan como perfume en la memoria.”

Ahora tu mente, se apolilla como torta de casamiento,


cargada de experiencia inútil, rica
en sospecha, rumor y fantasía,
se desmorona bajo el filo del cuchillo
de los hechos. En la flor de la vida.

Exaltada y furiosa, tu hija


enjuaga las cucharas, crece de otra manera.

2.
Al golpear la cafetera en la pileta de la cocina,
oye a los ángeles recriminarle y mira fuera
el cielo sucio más allá de los jardines rastrillados.
69
Una semana desde que le dijeron: No tengas paciencia.

La vez siguiente fue: Sé insaciable.


Después: Salvate a vos misma, a otra no podés salvar.
A veces deja que el agua de la canilla le escalde el brazo,
o que un fósforo arda hasta quemarle la uña del pulgar,
o deja la mano encima del pico de la pava
justo en el chorro de vapor. Seguro son ángeles,
porque ya nada la lastima, excepto
la arenilla de cada mañana metiéndosele en los ojos.

3.
Una mujer que piensa duerme con monstruos.
Se convierte en el pico que la sujeta. Y la Naturaleza,
ese baúl espacioso de tempora y mores[1]
con la tapa salida
se llena con todo eso: los azahares mohosos,
las pastillas femeninas, los pechos terribles
de Boadicea[2] bajo las orquídeas y las cabezas de zorro.

Dos mujeres atractivas, trenzadas en una pelea,


orgullosas las dos, agudas, sutiles, las oigo gritar
detrás del vidrio repartido y las mayólicas
como Furias arrinconadas lejos de su presa:

70
La disputa ad feminam, ¡todos los cuchillos viejos
que se me oxidaron en la espalda, te los clavo en la tuya,
ma semblable, ma soeur![3]

4.
Reconociéndose muy bien una en la otra:
sus dones no son puro deleite, sino una espina,
el pinchazo afilado ante una pizca de desdén...

Leyendo mientras espera


que se caliente la plancha,
escribiendo, My Life had stood —a Loaded Gun—[4]
en esa despensa de Amherst mientras los dulces hierven y se pudren,
o más seguido,
con ojos de hierro y pico y dispuesta como un pájaro,
limpiándolo todo en el depósito de la vida diaria.

5.
Dulce ridens, dulce loquens,[5]
ella se afeita las piernas hasta que relucen
como un colmillo de mamut petrificado.

71
6.
Cuando con su laúd Corina canta[6]
ni las palabras ni la música le pertenecen;
nada más el cabello largo que le roza
la cara, solamente la canción
de la seda sobre sus rodillas
y estas
se acomodan en un abrir y cerrar de ojos.

En el aire, temblorosa e insatisfecha ante


una puerta abierta, jaula de jaulas,
decinos, pájaro, vos, máquina trágica—
¿esto es fertilisante douleur[7]? inmóvil
por el amor, para vos el único acto natural,
¿estás mejor afilada
para violar los secretos de la bóveda? Nuera, ¿La Naturaleza
te mostró los libros de cuentas
que los hijos de ella no vieron nunca?

7.
“Contar en este mundo incierto con algún refugio
que no pueda ser destruido, es
de importancia primordial.”[8]

72
Así escribió
una mujer, en parte valiente y en parte buena,
que peleó contra lo que comprendía en parte.
Pocos hombres alrededor hubieran o podrían haber hecho más,
de ahí que la catalogaran de arpía, alimaña y puta.

8.
“Todas ustedes se mueren a los quince”, dijo Diderot,
y se volvió en parte leyenda, en parte convención.
Sin embargo hay ojos incorrectos que sueñan
detrás de las ventanas nubladas de vapor.
Todo lo que pudimos haber sido,
todo lo que fuimos —fuego, lágrimas,
ingenio, gusto, ambición de mártir— agita
deliciosamente, como el recuerdo del adulterio que no fue,
el pecho agotado y fláccido de nuestra madurez.

9.
No que se haga bien,
pero ¿que por lo menos se haga? [9]¡Sí, pensá
en las posibilidades! U olvidate para siempre.
Este lujo de la niña precoz,

73
la inválida crónica de “el tiempo es oro”,—
Queridas, si pudiéramos, ¿renunciaríamos a él?
Nuestra ruina resultó nuestra ventaja:
para nosotras el talento fue suficiente—
brillo en borradores y fragmentos.

No suspiren más, señoras.


El tiempo es macho
y en sus copas brinda por la belleza.
Aturdidas por la galantería, oímos
adular nuestras mediocridades,
la indolencia vista como abnegación,
la desidia, como intuición elegante,
cada lapsus se nos perdona, nuestro único crimen
es proyectar una sombra muy nítida
o romper directamente el molde.

Para eso, aislamiento,


gas lacrimógeno, bombardeos de dolor.
Hay pocas aspirantes a ese honor.

74
10.
Bueno,
tardó mucho en llegar, la que debe ser
más despiadada consigo misma que la historia.
Con la cabeza de lleno en el viento, la veo zambullirse
y atravesar de pecho la corriente,
atrayendo la luz
tan hermosa, al menos como cualquier chico
o helicóptero
suspendida, llegando,
con sus aspas finas doblegando el aire
pero entonces su carga
no será de promesas,
sino entregada
tangible
nuestra.

N. de ST.:

[1] Hace referencia a la sentencia “¡O tempora, o mores!” que acuñó


Marco Tulio Cicerón en sus célebres Catilinarias y que significa,
aproximadamente, “¡Oh, tiempos!, ¡oh, costumbres!”.

[2] Forma latinizada de Boudica, reina guerrera de los icenos que

75
acaudilló a varias tribus britanas durante el mayor levantamiento en
Inglaterra contra la ocupación romana durante el reinado del
emperador Nerón.

[3] Alude al final del poema "Au lecteur", de Charles Baudelaire:


“Hypocrite lecteur!—mon semblable—mon frère!” (“¡Lector hipócrita!
—mi semejante—¡mi hermano!”).

[4] Título de un poema de Emily Dickinson.

[5] La frase es de Horacio, en su Oda XXII, “Integer Vitae”, y significa


“riendo dulcemente, hablando dulcemente”.

[6] Título de un poema de Thomas Campion (1567–1620).

[7] Charles Baudelaire, “Un Mangeur d'opium”, en Les Paradis


Artificiels (1860).

[8] Mary Wollstonecraft. Thoughts on the Education of Daughters


(1787).

[9] En relación con la frase de Samuel Johnson “It is not done well; but
you are surprised to find it done at all”.

Versión en castellano y notas de Sandra Toro


76
'Q

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