Ambrosio de Milan. El Paraiso, Cain y Abel, Noé
Ambrosio de Milan. El Paraiso, Cain y Abel, Noé
Ambrosio de Milan. El Paraiso, Cain y Abel, Noé
EL PARAÍSO
CAÍN Y ABEL
NOÉ
Introducción, traducción y notas de
Agustín López Kindler
Ciudad Nueva
© Agustín López Kindler
ISBN: 978-84-9715-278-5
Depósito legal: M-16.276-2013
Impreso en España
I. INTRODUCCIÓN GENERAL
1. Cronología
2. Fuentes
6. No hay que olvidar que ya -P arad. 13, 66-, se hacen los sor
Aristóteles, en su obra perdida dos ante la palabra de Dios -ib i-
P roblem ata, resolvía aponas pre d em 14, 69-, se han convertido en
sentadas por la historia natural, la parricidas al matar al Mesías -C aín
música y la poética y que esta téc et Ab. I, 2, 5 - o se niegan a creer
nica perdura hasta configurar la en Jesucristo (N oe 8, 26). De ahí
estructura de la Summa th eologia e que el destino de la sinagoga será
de Santo Tomás, pasando por una el de aquella mujer que es dejada
larga serie de etapas que no es del de lado -M t 24, 4- cuando venga
caso citar aquí. el Hijo del Hombre -C aín et Ab.,
7. No faltan, a lo largo de es I, 8, 30- y el pueblo judío sea ca
tas obras, alusiones a la penosa si lificado como sacrilego y necio
tuación de los judíos, que inter (Noe, 13, 45).
pretan al pie de la letra la Escritura
Introducción 11
3. Pervivencía
16. Cf. a este respecto G. Bi- ni..., Milán 1976, vol. I, pp. 5-34;
llanovich , «Testi ambrosiani in s. M. F errari, « “Recensiones” mila-
Ambrosio e s. Tecla», en A m bro- nesi trado-antiche, carolinge, bas-
sius episcopus, Atti del Cogresso so-medievali di opere di sant Am-
internazionale di studi ambrosia brogio», en Ib idem pp. 35-102.
16 Introducción
7. La dimensión cristológica
Y aquí tocamos el nervio de la producción literaria de
Ambrosio como exegeta: su dimensión cristológica. Más allá
de los ecos presentes en su obra de la polémica con los arria-
nos41, se ha puesto de relieve en estos últimos tiempos42 la
hondura del pensamiento teológico de Ambrosio, nada co
mún en su época, desde el inicio de sus escritos exegéticos.
En primer lugar, su visión de Dios, impregnada de una
clara dimensión antropológica, que se traduce en una bon-
38. Cf. Caín et Ab., II, 10, 34 41. Cf. Cain et Ab., I, 8, 29ss.;
39. Cf. Parad., 5, 26 ; Caín et N oe, 26, 99.
Ab., II, 2, 7; N oe, 13, 47; 26, 99. 42. Cf. E. D assmann, A m bro-
40. Cf. Caín et Ab., II, 6, 20; sius vo n Mailand, L eben und Werk,
Noe 16, 58. Stuttgart 2004, pp. 71ss.
Introducción 21
8. La presente traducción
1. I ntroducción
59. La mayor parte de los es 60. «Ahora bien, yo escribí so
tudiosos datan este libro entre 375 b re el Paraíso cuando todavía no
y 378. Cf. P. Siniscalco , II Para- era un sacerdote anciano»: Am
diso terrestre. Caino e A bele. brosio , Ep., 34 (45), 1.
Sant Ambrogio, O pere esegetich e 61. Cf. 2 Co 2, 14.
II/I, Milán-Roma 1984, p. 11.
26 Introducción
2. D escripción de la obra
62. Estas tres figuras del Anti humano dotado de grandes méri
guo Testamento aparecen una y tos, ante todo su fe; además, un
otra vez en las obras exegéticas de modelo de entrega a los planes de
Ambrosio, sobre todo el tercero, Dios, a la manera de un estoico, cu
al que dedica un tratado entero: ya actitud y cuyas obras todo cris
D e Abrahán. Para él, este patriar tiano debería imitar. Cf. L. J. V an
ca no es un modelo de perfección, D er L of, «The ‘prophet’ Abra-
porque ésta no existió hasta la ve ham», en Augustiniana 44 (1994),
nida de Jesucristo, pero sí de ser pp. 26-27.
Introducción 27
63. Este gnóstico del s. n sepa del mundo. Ahora bien, de resultas
ra radicalmente el Nuevo del Anti de su dualismo metafísico, para él
guo Testamento, al que niega cual ese dios creador es diferente del Pa
quier tipo de autoridad, salvo la de dre de Cristo.
ser el acta auténtica de la creación
30 Introducción
66. «El placer corporal tomó la to, el placer solicita nuestros sen
figura de la serpiente. La mujer es tidos, éstos trasmiten a la mente la
el símbolo de nuestros sentidos, el pasión que han acogido. Así pues,
varón el de la inteligencia. Por tan el primer origen del pecado es el
Introducción 41
El demonio
La mujer
Adán
Dios
6. E l texto
1. Descripción de la obra
77. No está de más apreciar verá, es tan grave pasar por alto la
que la distinción entre preceptos obligación de ofrecer las primicias,
morales y rituales queda lejos de como la correcta separación de los
su consideración. Para él, cómo se miembros de las víctimas.
50 Introducción
nas el rostro alto si obraras b ien ? ofrenda) correctam ente, p ero la has
Pero si obras mal, el p eca d o acecha separado mal, has com etido un p e
a la puerta y serás atraído p o r él, p e cado? Q uédate tranquilo. Hacia ti
ro tu lo dom inarás, sino el de la se dirige (el pecado), p ero tií lo d o
Septuaginta, cuyo tenor es: ¿No es minarás.
verd a d que, si has presentado (la
Introducción 55
2. Interpretación de la obra
así como de Esaú y Jacob, les habla del contraste entre amor
a Dios y amor propio, Iglesia y sinagoga, Cristo y Satanás,
y los enfrenta a su responsabilidad en el uso de su libertad.
Porque si cada hombre es responsable de sus actos y de su
destino eterno, la misericordia divina, que no excluye a na
die de la salvación, lo invita al arrepentimiento.
Aquí, como en De paradiso, Ambrosio no es original
en su interpretación, pero va mucho más allá que Filón
cuando pasa de una explicación puramente filosófica a una
dimensión soteriológica y hasta eclesiológica: no es sólo que
Caín represente a todo aquel que «se atribuye todo a sí mis
mo», sino que por eso se deja aparte, como la sinagoga;
mientras que Abel, «que todo lo espera de Dios», es acogi
do por Dios, como la Iglesia.
3. El texto
IV. NOÉ
1. Tema de la obra
2. Método
3. Género literario
diluvio a la tierra, así como la na en que son citados los tres hijos de
turaleza del arco iris: ibid., 27, Noé en los diversos pasajes del li
101-104; analiza el motivo por el bro sagrado: ibid., 31, 119; razona
que Noé, tras el diluvio, planta sobre el motivo que llevó a Noé
una viña en vez de trigo o cebada: no a maldecir al hijo que había pe
ibid., 29, 109-110; justifica que, cado, sino a la descendencia de és
junto a Cam, aparezca ya el nom te: ibid., 32, 120; finalmente se in
bre de Canaán, que aún no había terroga sobre el significado de que
nacido, involucrado en el pecado la Escritura se haya ocupado de
de su padre: ibid., 30, 114-115; describir la descendencia del mal
aclara la discordancia en el orden vado Cam: ibid., 34, 126.
Introducción 63
98. Para obviar estas dificulta- puntos en las notas a los pasajes
des, trataremos de explicar estos correspondientes del texto.
Introducción 71
102. Cf. N oe, 12, 39. m ezcla y sin m adre; ni en gen d ra,
103. Estas expresiones, con al ni es en gen d ra d o, co m o el n ú m ero
gunas variantes, están tomadas de uno... (Q uaestiones in G enesim ,
Filón, quien escribe a propósito II, 12, A 91-93).
del número siete: es virgen , sin 104. N oe, 13, 42.
Introducción 79
114. Ib id., 14, 48; 24, 86. 116. Ibid., 20, 71.
115. Ibid., 14, 48.
82 Introducción
6. El texto
1. Ediciones
M azza, C., Letture cristiane delli origini, 9 Testi, Roma 1981.
M igne J.-P., Sancti Ambrosii Mediolanensis episcopi opera omnia
ad manuscriptos codicos Vaticanos, Gallicanos, Bélgicos etc.
necnon ad veteres editiones máxime vero ad benedictinianam
recensita et emendata, De Paradiso PL 14, col. 291-332; De
Cain et Abel: PL 14, col. 333-80; De Noe: PL 14, col. 381-
438, Turnhold.
Pastorino, A. De Noe. Sancti Ambrosii episcopi mediolanensis
opera II/I, pp. 306-519, Milán-Roma 1984.
Schenkl, C., Sancti Ambrosii opera, Corpus scriptorum eccle-
siasticorum latinorum (CSEL), vol. XXXII, 1. pp. 263-497,
Praga-Viena-Leipzig 1897.
Siniscalco, P, De paradiso, De Cain et Abel. Sancti Ambrosii
episcopi mediolanensis opera II/I, pp. 9-305, Milán-Roma
1984.
2. Monografías
Bardenhewer, O., Les Peres de l’Église..., ed. fran^aise, París
1905.
Dassmann, E., Ambrosius von Mailand, Leben und Werk, Stutt-
gart 2004.
M adec, G., Saint Ambroise et la Philosophie, Etudes Augusti-
niennes, París 1974.
Palanque, J.-R., Saint Ambroise et l’Empire romain, Paris 1933.
R amsey, B. O. P, Ambrose, Londres-Nueva York 1997.
Savon, H., Saint Ambroise devant l’exégése de Philon le Juif, 2
vol., París 1977.
86 Bibliografía
3. Artículos de revista
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di ambrosiani..., Milán 1976, vol. I, pp. 5-34.
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gio: Recensiones milanesi tardo-antiche, carolinge, basso-me-
dievali di opere di sant’Ambrogio», en Ambrosius episcopus,
Milán 1976, vol. I, pp. 59-76
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études augustiniennes, 45 (1999) pp. 121-138.
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getico di sant’Ambrogio», en Ambrosius episcopus, Atti del
Cogresso internazionale di studi ambrosiani..., Milán 1976,
vol. I, pp. 393-426.
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wish source for Ambrose’s De paradiso 12, 56», en Vigiliae
christianae 50 (1996), pp. 125-135.
Van Der Loe, L. J., «The “prophet” Abraham», en Augustinia-
na 44 (1994), pp. 17-29.
Ambrosio de Milán
EL PARAÍSO
EL PARAÍSO
Capítulo 1
Capítulo 2
15. Es decir, a todo el hombre, mitad del Paraíso y cuyo fruto ha
compuesto de alma y cuerpo. Cf. ce al hombre inmortal, no se ha
Filón, L egum, I, 12.16; Id., Q uaes- bla en este contexto. Sí del segun
tiones, I, 8. do, que constituye el centro de
16. Cf. Rm 8, 19. todo el tratado. Cf. F i l ó n , L egum ,
17. Cf. F i l ó n , D e opificio m un- I, 18; Id., Q uaestiones, I, 6.11.
di, 54; Id., L egum , I, 15. 19. Sb 7, 21-26.
18. De este árbol, situado en la 20. Gn 2, 9.
El Paraíso, 1, 5 - 2, 8 93
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
102. Ex 23, 19; 34, 26; Dt 14, posición, al menos hasta 8, 41: por
21 . ejemplo, en expresiones como
103. Aunque la presente sea la «plantean otras preguntas» (6, 30),
única cita directa a Apeles, un «Aún plantean otras cuestiones»
díscipulo disidente de Marción de (6, 32), «También atrae la atención
finales del s. ii, su crítica a la au otro problema» (7, 35). A este res
tenticidad de los libros mosaicos, pecto, véase A. von H a r n a c h ,
expuesta en la extensa obra titu M arcion: das E vangelium vo m
lada S yllogism ói, está muy pre frem d e n Gott, Leipzig2 1924, pp.
sente a lo largo de toda esta ex 177-196.
El Paraíso, 5, 27-29 113
108. Cf. Is 9, 2.
El Paraíso, 5, 29 - 6, 30 115
Capítulo 6
el texto que hace imposible seguir VIII, 14, 32, en el que, a partir de
el razonamiento del autor. P. Si- la misma cita de Is 7, 16, distingue
niscalco, en su edición de esta obra entre la culpabilidad de quienes
-S a ncti A m brosii episcopi m ediola- tienen un conocimiento experi
nensis opera, II, 1, 1984, p. 85- mental del mal, frente a los que no
aporta para su posible esclareci lo tienen.
118 Ambrosio de Milán
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
159. Gn 1, 31.
El Paraíso, 10, 46-48 135
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
219. Gn 3, 4. 223. Gn 3, 5.
220. Cf. Gn 3, 5. 224. Sal 81, 6.
221. Cf. Gn 3, 6-7. 225. Gn 3, 6.
222. Cf. Is 6, 9.
154 Ambrosio de Milán
235. Cf. Gn 16, lss.; 2 R 11, 2ss. 239. Cf. A g u s t í n , C ontra Iu-
236. Cf. Mt 21, 19. lianum pelagian u m , II, 6, 16 (PL
237. Cf. Mi 4, 4. 44, 685).
238. 1 Co 3, 6.
El Paraíso, 13, 65 - 14, 68 157
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 1
Una sola alma dio a luz estas dos disposiciones, que por
consiguiente son consideradas hermanas, porque han sido
formadas en un mismo vientre, aunque se oponen, ya que
conviene que ambas se distingan y se separen por más que
hayan sido engendradas en el seno de una misma alma; pues
a quienes se combaten es imposible que los acoja una mis
ma morada.
También por eso Rebeca, cuando al ir a dar a luz dos
temperamentos de la naturaleza humana -uno para el bien,
otro para el mal-, sintió que se revolvían dentro de su se
no -en efecto, Esaú era la imagen del mal, Jacob llevaba en
sí la figura del bien-, pidió al Señor, admirándose de lo que
le parecía una especie de desacuerdo en el feto que había
concebido, que le revelase la causa de ese mal que padecía
y le diese remedio. Por eso le fue dada una respuesta a su
oración: En tu seno hay dos razas y dos pueblos saldrán de
tu vientre 6.
Si aplicas esto al alma, comprenderás que la misma en
gendra el bien y el mal porque de la única fuente del alma
manan ambos. Pero suele ser propio de un juicio prudente
rechazar el mal y en cierto modo alimentar y reforzar lo
que es bueno. Así pues, antes de dar a luz el bien -es de
cir, la reverencia que a Dios es debida, de manera que todo
se le atribuye a El- el alma prefiere sus propios bienes; pe
ro, cuando ha dado a la luz el reconocimiento que debe a
Dios, depone la soberbia de su corazón. Por tanto Dios, al
añadir la buena actitud al alma, es decir, Abel, eliminó la
perversa, es decir, Caín.
6. Gn 25, 23.
174 Ambrosio de Milán
Capítulo 2
23. Cf. Is 53, 8; Me 16, 19. Es sión de Is 57, 2 de la Vetus latina,
tos textos bíblicos se aplican difí reconstruida a través de autores de
cilmente a la tumba de Cristo. El los ss. il-lll: sepultura eius sublata
primero de Isaías se encuentra den est e m edio.
tro del llamado «Poema del Siervo 24. Cf. Hch 2, 24.
de Yavé» y se refiere al que «fue 25. Cf. Rm 8, 21.
arrebatado por un juicio inicuo». 26. Cf. 2 Co 5, 16.
El segundo describe la ascensión 27. Cf. Mt 27, 60.
de Jesús: «fue levantado a los cie 28. Cf. Is 11, 10.
los». Más ajustada resulta la ver
Caín y Abel, I, 2, 9 - 3, 10 179
Capítulo 3
32. Cf. Jb 14, 4-5; 1 P 2, 22; 1 crificas, 11; Id., Q uaestiones, I, 59.
Jn 3, 5. 34. Cf. Gn 3, 18.
33. Gn 4, 2. Cf. Filón, D e sa 35. Cf. Gn 3, 17.
Caín y Abel, I, 3, 10 - 4, 12 181
Capítulo 4
primer lugar contrapone la maldad a ser ilustrada con una nueva com
a la virtud constatando la superio paración entre Esaú y Jacob, si
ridad de esta última, para a conti guiendo el modelo de Filón. Cf.
nuación expresar la diferente acti Filón, D e s a c r i f i c i i s , 17-18.
tud del insensato y el prudente 39. Gn 25, 32.
ante ellas. La alusión a Caín -ma- 40. Mt 11, 12.
yor/malvado/insensato- y a Abel 41. Mt 6, 33.
-más joven/virtuoso/prudente- va
Caín y Abel, I, 4, 12-13 183
14. Así pues, aquella impúdica (el Placer), con sus movi
mientos de ramera, su paso quebrantado por los deleites, lan
zando sus redes con señales de ojos y juegos de párpados,
con los que captura las preciosas almas de los jóvenes -por
que el ojo de la prostituta es lazo para el pecador-, si ve a
uno de ellos pasar con aire indeciso, le sale al encuentro en
un rincón apartado de su casa con palabras graciosas, ha
ciendo que vacilen los corazones de los jóvenes: inquieta en
su casa, vagando por las plazas, pródiga en caricias, privada
de pudor, ostentosa en el vestido, pintada en el rostro45*.
En efecto, ya que no puede tener la auténtica gracia de
la naturaleza, simula la belleza exterior con una apariencia
seductora, no con la verdad. Rodeada por una escolta de vi
cios y circundada por un coro de malos hábitos, guía de de
litos, toma al asalto los muros de la mente humana con es
tas engañosas palabras: Presento un sacrificio de paz, hoy
rindo mis votos. Por este motivo he salido a tu encuentro
anhelando ver tu rostro y te he encontrado. He adornado
mi lecho con guirnaldas y lo he cubierto con alfombras de
Egipto. He rociado mi lecho con perfume de azafrán y mi
casa con cinamomo. Ven, disfrutemos del amor hasta el al
ba. Ven y embriaguémonos con el placer4b.
Por boca de Salomón vemos descrita esta especie de
prostituta. Pues ¿qué otra cosa hay tan parecida a una me
retriz como el placer de este mundo, que desde la ventana
de su casa insinúa con el juego de los ojos las primeras ten
tativas de acercamiento y penetra enseguida si tú continúas
mirando hacia la plaza, es decir, hacia las vías públicas re
corridas por los transeúntes, y no vuelves la mirada de tu
mente a los profundos misterios de la Ley?
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
píritu contrito1631
645*, y de nuevo: Dios no menosprecia a un cora
zón atribulado y humilladoXM. Asimismo Jeremías dice: Un al
ma angustiada y un espíritu atormentado clama hacia tiXbS.
Así pues, fueron abatidos a causa de su soberbia tanto
el Faraón como el rey asirio que decía: ¿Qué dios de estas
gentes ha liberado su país de mis manos? ¿Por qué, Jerusa-
lén, te va a liberar el dios tuyo de mis manos?Xbb
Al contrario, un hombre justo como Jacob atribuye al
Dios Creador todos los bienes que ha obtenido, afirmando
de todas las cosas que ha reconocido como favorables para
él que el Señor tu Dios las ha confiado a mis manos167. Es
te es, por tanto, el mejor modo de cumplir los votos, como
también dice David: Ofrece a Dios un sacrificio de alaban
za y cumple tus votos al Altísimo 168.
Alabar al Señor significa ofrecerle un voto y cumplirlo.
Por ese motivo fue preferido a los otros aquel samaritano
que, cuando fue curado de la lepra junto con los otros nue
ve leprosos por mandato del Señor, regresando solo a Cris
to, ensalzaba a Dios y daba gracias169. De él dice Jesús: ¿No
ha habido ninguno de ellos que haya vuelto a dar gracias a
Dios, sino este extranjero ? Y le dijo: Levántate y vete; por
que tu fe te ha salvado170.
35. Hay otra regla más para hacer agradables nuestras
oraciones y nuestros votos: no divulgar nuestra plegaria, si
no mantener secretos los misterios, como los mantuvo
Abrahán, que hizo panes cocidos bajo el fuego171. Los man
tuvieron también cubiertos los patriarcas, que cocieron la
Capítulo 10
Capítulo 1
4. Sb 4, 9. crificas, 102.
5. 1 Co 4, 15. 8. Ibid.
6. Cf. Ef 4, 13. 9. Cf. F ilón, D e sacrificiis,
7. Ex 13, 12. Cf. Filón, D e sa 104.
Caín y Abel, II, 1, 2-3 221
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
13. Por ese motivo, pues, Moisés llamó levitas a los pri
mogénitos y liberadores de todos los demás51, porque son
Capítulo 5
Capítulo 6
80. Lv 26, 10. Cf. F ilón, D e 83. Cf. Gn 25, 29; Filón, De
sacrificiis, 79. sacrificiis, 81.
81. Cf. Hb 10, 1. 84. Cf. Gn 25, 30.
82. Cf. Lv 7, 2-5.
Caín y Abel, II, 6, 19-21 241
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
108. Cf. Gn 37, 24. tiones, I, 68; Id., Q uod deteriu s po-
109. Cf. 2 S 13, 28-29. tiori insidian soleat (Q uod d e te
110. 2 S 1, 21. rius), 57-58.
111. Cf. Gn 4, 9; Filón, Q uaes- 112. Gn 4, 10.
Caín y Abel, II, 8, 26 - 9, 28 249
113. Gn 4, 9.
250 Ambrosio de Milán
Capítulo 10
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
yos a los hombres fieles28. Ésa es la razón por la que, así co
mo los varones de vida loable son llamados hijos de Dios, del
mismo modo, con la autoridad de las Escrituras, llamamos hi
jos de la carne a los que realizan obras de la carne.
En efecto, Juan el evangelista dice que a cuantos reci
bieron al Señor Jesús les dio el poder de ser hijos de Dios;
a quienes creen en su nombre, que han nacido no de la san
gre ni de la voluntad de la carne ni de la voluntad de va
rón, sino de Dios29.
Por eso encuentras a continuación30 que el Señor se ai
ró porque, aunque pensara -es decir, aunque supiera- que
el hombre situado en la tierra y unido a la carne no podía
estar sin pecado -en efecto, la tierra es en cierto sentido un
lugar de tentaciones y la carne un incentivo a la corrup
ción-, no obstante los hombres, a pesar de que contaban
con un entendimiento capaz de razonar y la fuerza del al
ma infundida en el cuerpo, se precipitaron sin reflexión al
guna en el pecado, del que no quisieron retractarse.
Y es que Dios no piensa igual que los hombres de mo
do que cambie de parecer, ni tampoco se irrita como si fue
se inconstante, sino que todo esto se lee para expresar así
la gravedad de nuestros pecados, que han merecido la ira de
la divinidad31, por cuanto la culpa ha aumentado hasta el
punto de que incluso Dios, que por naturaleza es inamovi
ble a la ira o al odio o a cualquier otra pasión, es como si
hubiera sido provocado a la ira.
10. Incluso amenazó con destruir al hombre. Dijo: Des
truiré desde el hombre hasta el ganado, desde los reptiles
hasta las aves32. ¿En qué habían infligido una ofensa los se-
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
71. Gn 6, 17. Cf. Filón, Quaes- 73. Cf. H omero, Iliada, I, 50;
tiones, II, 9. L ucrecio, D e reru m natura, VI,
72. Cf. Virgilio, E neida, III, 1222.
138-139.
Noé, 9, 3 0 - 1 0 , 34 2 87
35. Y por eso, dado que todas las cosas terrenas mue
ren con el diluvio y sólo el justo permanece para siempre7778,
a él se le dice: Contigo estableceré mi promesa7S, porque él
es el heredero de la gracia divina, él el dueño de la heren
cia celestial, el participante en los bienes más excelsos.
Es verdad que también los hombres, cuando mueren,
suelen traspasar su patrimonio por testamento y que la he
rencia no pasa a otro mientras vive el testador. Pero, dado
que Dios es eterno, trasmite a los justos la herencia del pa
trimonio divino y El mismo, que nada necesita, entrega lo
suyo sin sufrir menoscabo por ello, porque no le son gra
vosos los que participan de sus bienes y disfruta más de
aquello que nosotros utilizamos.
En definitiva, el Señor Jesús se hizo pobre, siendo ri
co79, para que nosotros nos enriqueciéramos con la pobre
za de Aquel que llevó a su cumplimiento, por medio de su
sangre, uno y otro Testamento, para hacernos coherederos
de su propia vida y herederos de su muerte80, a fin de que
lográramos una participación en su vida y el beneficio de la
muerte81.
Además, concedió mucho al justo cuando le dijo: Con
tigo estableceré mi testamento, porque todo hombre racio
nal y fiel es testamento de Dios. El mismo es, en efecto, la
herencia de Dios, él la propiedad: en él está la virtud del
Capítulo 11
Capítulo 12
94. Cf. Ap 1, 8; 21, 26; 22, 13. 95. Cf. Hch 17, 28.
294 Ambrosio de Milán
Capítulo 13
110. Cf. Ex 31, 18; Dt 9, 10. 112. Cf. Ga 1, 14; Flp 3, 5-6.
111. Cf. 2 Co 3, 3.
Noé, 13, 43-47 301
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
i 74.
Is 1, 9. (G eographica, 16, 2) habla del Oes
175. Cf. F ilón, D e ebrietate, te, mientras otros documentos pos
53; Id., D e som niis II, 29. Hallaz teriores hablan del Norte. El con
gos arqueológicos sitúan estas ciu traste entre el desierto salino del
dades a orillas del mar Muerto, si Suroeste y el oasis del Sureste ha
bien su localización difiere según ce más plausible la información de
las fuentes y las épocas: EsrabÓN Estrabón.
Ñor, 19, 68-70 325
Capítulo 20
179. Gn 8, 13. Cf. F ilón, Q uaes- 180. Cf. más arriba nn. 13-28.
tiones, II, 46.
328 Ambrosio de Milán
Capítulo 21
Capítulo 22
190. Cf. Filón, Q uaestiones, II, 192. Gn 8, 21. Cf. Filón, Quaes
51. tiones, II, 54.
191. Gn 8, 20. Cf. Filón, Quaes 193. Cf. Gn 7, 4.
tiones, II, 52.
Noé, 22, 78-81 333
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
205. Este comentario se entien taba con las plantas como alimen
de mejor si se tiene en cuenta que to, no con los animales. La nueva
al crear Dios al hombre -Gn 1, 29-, disposición divina convierte tam
antes de la caída, en el paraíso con bién en alimento a los animales.
342 Ambrosio de Milán
Pero dado que hay dos tipos de vasos, uno son las ve
nas, que en griego se llaman phleps, y otro las arterias. Una
vena, es decir la phleps, tiene más sangre que espíritu; una
arteria tiene menos sangre, pero más abundancia de espíri
tu. Ahora bien, su regulación depende de la diferente natu
raleza de cada hombre.
93. Pero a ti te debería satisfacer el sentido más pro
fundo, que pone de manifiesto que se llama alma a la san
gre porque ésta es cálida y ardiente, como la virtud213. Por
tanto, todo aquel que se ha incendiado en el amor a la vir
tud y ha probado el cálido aliento de la gloria, rechaza to
do tipo de placer del vientre.
Así pues, inmersos en el ardor de la virtud -dice-, re
chazaréis todos aquellos pensamientos que son carnales y
terrenos, como poco compatibles con el alimento espiritual.
En efecto, no comía carne -es decir, no pensaba en nada te
rreno- Aquel que dijo: Mi alimento es hacer la voluntad de
mi Padre que está en los cielos2U, inspirando el deseo de la
virtud en los hombres e infundiéndoles el amor al conoci
miento de Dios.
Por tanto, los pensamientos terrenos son considerados
débiles, como sin energía viril y sin flujo de sangre, de mo
do análogo a como se dice que está privado de virilidad to
do aquel que ha perdido mucha sangre. Porque, efectiva
mente, se enfría por la pérdida de sangre.
Así pues, todo aquel que ama la virtud deja de lado y
rechaza los alimentos corporales, a excepción de lo que sa
be que es suficiente a la naturaleza; por el contrario, el que
es más negligente, porque ha seguido el camino húmedo y
resbaladizo de esta vida, cae sobre su estómago y su vien
tre, como si hubiera perdido el rastro.214
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
241. Cf. F ilón , Q uaestiones, una sola palabra para llenar la la
II, 67. guna, de modo que lo entendían
242. Cf. más arriba nn. 68 y 74. así: «Ofreció a Dios los alimentos
243. Sobre esta distinción, cf. necesarios para vivir... pero ofre
anteriormente N oe, 23, 84. ció a los hombres lo p rim ero que
244. La traducción de este lu era superfluo y no necesario, el vi
gar corrupto que presentamos es no. La edición del CSEL, por su
correcta desde el punto de vista parte, teniendo en cuenta el co
gramatical. Pero no es así como los mentario de Filón a este pasaje -cf.
editores lo han interpretado. Los Q uaestiones, II, 67-, presume que
maurinos entendieron que bastaba faltaban muchas más palabras, y
Noé, 29, 108-111 355
Capítulo 30
Capítulo 31
257. Gn 9, 23. Cf. Filón, Quaes- 29: A mbrosio, O ff., I, 18, 79.
tiones, II, 72. 259. Flp 3, 14.
258. Cf. C icerón, D e officiis, I,
Noé, 31, 116-118 361
Capítulo 32
270. Cf. 1 R 20, 28. II, 77; Id., D e sobrietate, 10. Ver
271. Cf. F ilón , Q uaestiones, más arriba 28, 106.
364 Ambrosio de Milán
Capítulo 33
272. Gn 9, 27. Cf. Filón, Quaes- 274. Cf. Gn 9, 28; F ilón, Quaes-
tiones, II, 76-77. tiones, II, 78.
273. Cf. más arriba n. 3.
Noé, 32, 122 - 33, 123 365
Capítulo 34
Levítico 3 Reyes
1, 6: CA II, 6, 21. 2, 10: P 9, 45; CA I, 2,
7, 2-5 CA II, 6, 20. 5.
374 Indice bíblico
Isaías Oseas
1, 9: N 19, 69. 2, 10: P 3, 15.
1, 17s : P 14, 68.
6, 9: P 13, 61. Miqueas
7, 14s : CA I, 3, 10. 4, 3: P 1, 2.
7, 16 (Sept.): P 6, 31. 4, 4: P 1, 2; 13, 64.66.
376 Indice bíblico
2 Timoteo
2, 5: P 2, 9; CA I, 5,
17.
2, 11: P 9, 45.
2, 19: P 6, 30.
4, 8: P 12, 55.
Hebreos
4, 12: P 14, 68; CA I,
8, 32.
5, 6: CA I, 10, 43.
7, 17: CA I, 10, 43.
10, 1: CA II, 6, 19.
11, 32-34: P 3, 21.
11, 37: P 3, 21.
ÍNDICE DE NOMBRES Y MATERIAS
I N T R O D U C C I Ó N .............................................................. 5
I. I n tr o d u c c ió n g e n e r a l ........................................ 5
1. C r o n o lo g ía .............................................................. 6
2. F u e n t e s ...................................................................... 8
3. P e r v iv e n c ia .............................................................. 12
4. M é to d o h e rm e n é u tic o d e A m b ro s io 15
5. L a im p o rta n c ia de lo s n o m b re s ............. 18
6. L a a te n c ió n a lo s n ú m e ro s .......................... 19
7. L a d im e n sió n c ris to ló g ic a .......................... 20
8. L a p re se n te t r a d u c c ió n ................................... 23
IV. N o É ................................................................................................................ 58
1. T em a d e la o b r a ................................................................................ 58
2. M é t o d o ................................................................................................... 59
3. G é n e ro lit e r a r io ................................................................................ 60
4. C o n te n id o d e l D e N o e .............................................................. 61
5. L o s n ú m e ro s en el D e N o e ....................................................... 77
6. El t e x t o .................................................................................................. 83
B I B L I O G R A F Í A ................................................................................................ 85
E L P A R A Í S O ........................................................................................................ 87
C A Í N Y A B E L ................................................................................................... 169
L ib r o I ............................................................................................................. 171
L ib r o I I ............................................................................................................. 219
N O É .............................................................................................................................. 259
ÍN D IC E S