Unidad Iii Gerencia Publica

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1.

- Modelos de la Administración Pública

Burocrático- centralizado

Max Weber (1864-1920) fue un economista y sociólogo alemán que desarrolló el


concepto moderno de burocracia. Weber definió la burocracia como la forma más
eficiente de organización teniendo en cuenta la complejidad de los aparatos
estatales, de las dependencias gubernamentales y las necesidades de una sociedad
que cambia y evoluciona constantemente.
Burocracia es un sistema administrativo y político dirigido por funcionarios, de cuyas
capas superiores se reclutan preponderante o totalmente los miembros de la clase
política, de modo que la burocracia viene a acumular los poderes de decisión política
y los de ejecución administrativa, sea formal, ó fácticamente.

Según Marx la burocracia constituye ¨Una asociación especial, cerrada, en el


Estado¨(2) . ¨Es una redundancia en una sociedad comunista en la que no existe
explotación ni división social. Deviene una fuerza autónoma y opresora, que es
sentida por la mayoría del pueblo como una entidad misteriosa y distante, como algo
que, no obstante determinar sus vidas, está mas allá de su control y comprensión
como una especie de divinidad frente a la cual uno se siente azorado y desvalido¨.

Alain Touraine denomina burocracia a un sistema de organización donde los


estatutos y los roles, los derechos y los deberes, las condiciones de acceso a un
puesto, los controles y las sanciones, están definidos por la situación en una línea
jerárquica y con una cierta delegación de autoridad.
Este modelo se fundamentó sobre el gasto público y creó un “Estado de Bienestar”,
o Estado Proveedor (benefactor) de una gran cantidad de beneficios socio-
económicos financiados por la renta petrolera.
Este modelo político administrativo 1958 -1990, que nace a partir de la reinstalación de
la debería dar respuesta a las presiones en democracia en 1958 y la promulgación de la
Constitución Nacional de 1961, se cimentó sobre etc. el gasto público, creando un “Estado
de demanda, cuestión necesaria para la Bienestar”, redistribuyendo una gran
cantidad de beneficios socio-económicos financiados por la renta petrolera como
mecanismo de legitimación. La concepción del desarrollo correspondiente en lo que
algunos autores handefinido como reduccionista-centralista; “mediante la cual se
reduce el desarrollo variables de orden económico, desvinculándolo de otras
variables de carácter social histórico etc.…en cuanto a la planificación, esta se
ejecuta desde un ámbito central desarrollando un vínculo estrecho entre el Estado-
Nación entes capaces de resolver las imperfecciones del mercado…” (Madoery,
2001).
Un modelo de administración pública (arquitectura institucional) responde a una idea
de democracia, y de desarrollo económico, a partir de allí lo que se ha conocido
como gobernabilidad necesaria, en este caso y me atrevería a señalar que en todos
los modelos aquí tratados; en este sentido señalamos lo siguiente al tema: “en la
década de 1960 una intensa polémica sobre las relaciones entre modernización,
desarrollo y gobernabilidad. En esta oportunidad la necesidad de orden considerado
imprescindible pasó a ser el valor que justificaba las soluciones políticas autoritarias
(Huntington; 1968; Fiori; 1996 y Reis 1995, citados por Fleury, 2004). El mismo
planteamiento se renovó a partir de los esfuerzos de reforma del Estado, pero en
medio de una mayor complejidad socialen esta oportunidad se trató de "una
gobernabilidad democrática”.
Veamos de manera abreviada algunas de las características o indicadores de este
modelo:

1.-Crecimiento burocrático: esta situación se expresa en la hipertrofia mediante la


creación de estructuras tanto en el campo social como económico, creación de
instituciones, participación en el campo productivo y ampliación de los programas
sociales, muy especialmente en educación y salud(Córdova, 1996:231). Por otra
parte, refiere Ochoa (1996:51), Las instituciones creadas conformaron un amplio
aparato público estrechamente vinculado a la economía; se destaca la constitución
de numerosas empresas públicas ubicadas en diversas ramas de la economía, se
conformó un apreciable aparato público de tipo social que debería dar respuesta a
las presiones en torno a la vivienda, salud, seguridad social, etc. y que a su vez
contribuiría a aumentar la demanda cuestión necesaria para la producción y
acumulación interna por otra parte la universalización de los derechos sociales y
políticos ( constitución 1961) permitió una política de inclusión (disfrute del acceso a
diferentes servicios sociales)y ascenso social, conformado lo que hoy es la base
dirigencial política, científica, técnica y profesional de país.

2.-La mediación partidista y de ciertos sectores económicos: Los partidos políticos


fueron los elementos medulares entre la sociedad y el Estado, ejerciendo los
mecanismos de comunicación y espacios centrales para realizar la participación de
la ciudadanía, dentro de una concepción representativa mediante mecanismos
formales como el voto. ; Dos características resaltantes derivadas de la mediación
partidista las constituyen en primer lugar, el clientelismo que se manifiesta en el
reclutamiento de funcionarios de las filas de los partidos para los cargos públicos
conformando una burocracia transaccional como fuente de apoyo y control político y
la corrupción administrativa. El voto decide quien o quienes, pero el ciudadano
queda atrapado en el carácter representativo de la norma; no se ve reflejado en las
decisiones que es lo que sería una inclusión política. De acuerdo a Fleury 2004 la
absolutización de los mecanismos formales de participación produjo un vaciamiento
de contenido moral en detrimento de los valores relacionados con el bien común,
solidaridad y por ende la participación activa de los ciudadanos, y en segundo lugar
la baja calificación técnica profesional del recurso humano y desarrollo importante de
la corrupción del sistema.

Los partidos políticos mediadores eran aquellos con reales posibilidades de poder,
los mismos que integraron el sistema bipartidista (Acción Democrática y COPEI) que
tuvo su desarrollo hasta el año 1998, cuando fueron desplazados del poder por
nuevas fuerzas políticas.

3.- centralización político-administrativa: la acción planificadora del Estado se


realiza desde el centro de poder ubicado en Caracas, se dieron algunas
experiencias básicamente hacia la desconcentración de órganos, institutos
autónomos y empresas del Estado, lo que facilitó que la agregación de las
demandas tuviera una alta influencia partidista(Córdova, 1996:233) y por ello un
gran control político del centro de la administración.

4. Desarrollo de un discurso populista y cultura igualitaria, lo que creó una base


transaccional entre la ciudadanía y el Estado mediante la cual se resolvían las crisis
políticas y la desmovilización ciudadana.

La crisis del modelo, la asociamos a los cambios en la economía mundial, y a las


restricciones que por vía de esos cambios se le imprimieron a la administración,
fundamentalmente la pérdida de legitimidad de los actores que fueron el soporte del
mismo, es así como los partidos políticos tradicionales; al verse disminuida la
posibilidad de continuar fortaleciendo el clientelismo y las practicas populistas; es así
como las mediaciones que lo hacían posible políticamente se debilitan perdiendo
legitimidad ante la población.Ello ocasionó gran medida que la ciudadanía
reconociera fortaleciera la organización autógena (asociaciones de vecinos), es
decir, la construcción de espacios autónomos para presionar sobre la estructura
administrativa-decisoria del Estado, se cayeron con la crisis los muros de contención
de la creatividad social y se empiezan a expresar capacidades de organización y
elaboración de agendas para lograr la inclusión política de los ciudadanos. El primer
espacio fue la calle donde se expresaron las protestas como espacio del
descontento, en persecución de una esfera pública incluyente. El quiebre de la
gobernabilidad pautada bajo las concepciones de modernización, desarrollo y
democracia representativa y su “necesaria dosis de autoritarismo” expresadas en el
modelo burocrático-populista-centralizado, encuentra una explicación además del
agotamiento del pacto corporativo que lo hiciera posible, la complejización de la
sociedad, (urbanismo, educación) y podría decirse que por efecto de la
globalización, que mediante su ambivalencia inclusión exclusión, puso a disposición
información y tecnologías que sirvieron para la conformación de un capital social que
requería ser incorporado políticamente.

El agotamiento de este modelo administrativo se fundamentó su incapacidad para el


procesamiento de las presiones provenientes de los cambios en el modelo
económico, se hizo insuficiente para llevar a cabo los ajustes propuestos en las
diversas agendas y planes generados a partir de la década de los años ochenta. “la
crisis está asociada al deterioro de las posibilidades para el mantenimiento del
modelo de sustitución de importaciones sobre el cual se desarrolló la política y la
administración pública” (Córdova, 1996: 235).

Descentralizado (1991-1998)

La Descentralización Es un conjunto de procedimientos administrativos dentro de las


políticas públicas que permiten al Estado venezolano transferir competencias a las
gobernaciones y a las alcaldías al tiempo que se amplía la toma de decisiones,
antes concentradas en el poder ejecutivo... "Tales iniciativas consisten en el
desmontaje progresivo del centralismo gubernamental asociado a la administración
de los recursos del país y a la distribución de la renta petrolera, la cual ha incidido en
una injerencia indeseable en la economía..." (Márquez; 1992: 127).

Es aquella en la cual las funciones del Estado son llevadas a cabo por diversos
órganos con competencias determinadas. Por lo tanto, la descentralización no es
otra cosa que un descongestionamiento de los órganos del Estado, esto se configura
cuando el Estado asigna a otros organismos de la Administración Pública
competencia para conocer y dar solución a los asuntos propios de dicho ente.

Se trata de la adecuación del Estado venezolano y de su aparato administrativo a las


nuevas corrientes del pensamiento gerencial y económico. Estos cambios de diseño
y funcionamiento apuntan hacia la eficiencia orgánica institucional bajo una visión
gerencial empresarial de las funciones del Estado para el mejoramiento sustancial
en la prestación de ciertos servicios sociales y el desarrollo de las infraestructuras
asociadas a la economía como puertos, aeropuertos, carreteras, minas; es decir,
competencias exclusivas de acuerdo con la ley de descentralización venezolana .

El modelo se inserta y toma su mayor desarrollo de manera selectiva (competencias


vinculadas a la economía) contrariamente a los planteamientos de reforma del
Estado típicas de la década de los años setenta que eran de carácter generalista, se
desarrollan diversas formas de privatización que se concentraron en el más allá del
mero reacomodo de la estructura otorgamiento de concesione, outsourcing para la
operación de diversas actividades administrativas y/o técnicas. La mediación típica
de partidos políticos es desplazada perdiendo fuerza sobre todo en sectores vitales
para el crecimiento económico, y es ocupada por sectores empresariales.

Formalmente se incorpora la participación ciudadana como elemento clave para la


reforma del estado venezolano; la búsqueda de una nueva democracia y la
redefinición de los roles del estado y del ciudadano; esto sería una ciudadanía
encargada de aspectos concernientes a la vida cotidiana de la ciudad y una
administración pública concentrada en cuestiones medulares, el retiro del estado de
gran cantidad de actividades y la estructuración de las bases políticas para lograr, el
piso político en los niveles subnacionales, así como el reconocimiento de las
regiones, como espacio para el desarrollo.

Creación de una doble institucionalidad, por una parte diversas formas jurídicas;
Asociaciones, Servicios Autónomos, e Institutos Autónomos, y por el otro lado una
institucionalidad social agrupada en por los ciudadanos que conformaron un tercer
sector sobre todo el campo de competencias sociales, donde la población asumió
ciertas actividades que correspondían al Estado y a lo que se determino en llamar
participación ciudadana.

Las realizaciones de poder y la posibilidad de la inclusión política se mediatiza no


logrando cristalizar en la recuperación cierta de la gobernabilidad perdida, ya que no
hubo un real reconocimiento del espacio público ciudadano, no hubo participación ni
distribución de poder ni beneficios materiales que cambiaran los niveles de exclusión
social. A la par de este proceso selectivo, la eficiencia lograda sirvió para financiar la
ineficiencia y las estructuras burocráticas y clientelares que co-existían con el
modelo gerencial – descentralizado.

La descentralización como proceso real, mas allá del reacomodo de la estructura


administrativa, supone una redistribución del poder y el reconocimiento de una
nueva territorialidad “algunos autores identifican las estrategias de descentralización,
subsidiariedad y delegación como la única posibilidad de reconciliar a los
ciudadanos con la comunidad, rescatando la ciudadanía activa como nudo central de
este concepto”(Fleury,2004). Pero un verdadero proceso de descentralización
político-administrativa supone una pérdida poder de Estado frente a los ciudadanos,
ya que ve como fragmentación en detrimento del referente de la política nacional. Lo
que supone para el Estado “central nacional”, y su función de dominación,
hegemonía y reproducción una cuestión vital, debido al poli centrismo que la de
organización ciudadana autónoma posee.

El diseño descentralizado no logró establecer en una gran medida los vasos que
permitieran la inclusión política de la ciudadanía. Se reprodujeron los mecanismos
formales de participación representativa. Con la posibilidad de elección de los
gobernadores de ese Estado y la creación de la figuras de Alcaldes a partir de 1989
se proveyó sin ninguna duda avance democrático; los partidos políticos tradicionales
tuvieron que compartir el poder con grupos de electores regionales y locales en la
tarea de captación de apoyos y votos; los grupos locales y los nuevos liderazgos
surgidos a partir de la movilización al margen de la corporación política base del
modelo burocrático populista centralizado, terminaron reproduciendo y modelando
los patrones de hacer política de los partidos tradicionales, lo que desencadeno una
prolongación en diferente escala de la crisis de legitimidad.

La democracia, desde la teoría del Bloque de Constitucionalidad y la doctrina de la


integralidad de los DDHH, según la cual todos son fundamentales habida cuenta de
la universalidad, interrelación, interdependencia e indivisibilidad de los derechos
humanos, la democracia puede ser calificada como derecho fundamental, está
integrado por una multiplicidad de derechos, igualmente fundamentales, da
contenido a la Democracia Integral que surge de la articulación de lo relevante de su
faceta procedimental electoral -formación de mayorías- con la faceta sustantiva, de
tipo humanístico, centrada en el goce efectivo de todos los derechos humanos
fundamentales por todas las personas humanas, con el objetivo de que cada cual,
sin discriminaciones, realice su proyecto de vida valioso, cuente con bienes y
servicios acordes para funcionar en sociedad y no sufra daños arbitrarios en la
concreción del mismo, pudiendo desarrollar sus capacidades según las
oportunidades que se le faciliten para así obtener florecimiento humano en un
Estado democrático constitucional que minimice el conflicto, propicie la armonía
social y que, de modo efectivo, garantice, proteja y promueva el goce de sus
derechos humanos como parte sustancial de la democracia orientada a velar por el
respeto de toda persona, es decir, garantizando su dignidad humana.
Modelo de Administración Publica Descentralizado y Participación Ciudadana
“Revolución Democrática” (1999 – 2012)

A pesar de los grandes esfuerzos de modernizar y adaptar la administración pública


venezolana basada en gestión de calidad y centrada en objetivos en los años 90, no
fue hasta finales de esa época, que nos topamos con la idea de una Administración
Pública participativa como parte de una “revolución democrática” para lograr el
equilibrio político y transformar las estructuras que median entre el Estado y la
ciudadanía. Tal propuesta equivaldría a la ruptura con el modelo burocrático
clientelar que regía en parte de los entes del Estado, que pesar de haber logrado
modernizar gran parte de la administración, todavía viciaba el aparato público. En
este sentido, el modelo se conformó de la siguiente manera:

Burocracia Administrativa: la reforma del Estado se basa en la transformación de


las instituciones públicas en un sistema abierto y flexible orientado a la transparencia
donde el secreto sea la excepción y no la regla, y estimular estrategias orientadas
hacia una mayor participación ciudadana en los procesos decisorios de la
administración. Se fortalece la descentralización de la Administración Pública, cada
nivel, nacional, regional y municipal definiendo su rol como rector, promotor y
regulador del desarrollo, así como la relación que debe haber entre cada uno de
esos niveles en razón del buen funcionamiento de la administración como un todo.

Gestión Administrativa: impulsar la simplificación administrativa a través de:


desburocratización por medio de una política coherente y sostenida de reconversión
de personal, basada en política de recursos humanos modernas, automatización de
procesos y búsqueda permanente de la eficacia y eficiencia en la AP a través de la
mejora continua.

Agenda política de la AP: Se impulsa la reforma constitucional mediante el


consenso político y participación de la sociedad civil organizada, mediante la
convocatoria del poder constituyente para transformar el Estado. Se incentiva la
participación ciudadana a través de los consejos comunales y comités locales de
planificación.

Modelos del tercer sector tercerizado (de la administración pública)

El tercer sector hace referencia al sector de la economía que no es el sector


privado de las empresas y organizaciones dirigidas y orientadas a conseguir
beneficios económicos para sus propietarios o accionistas, ni tampoco el sector
público, en el que están todos los organismos que dependen del Estado y que se
encaminan a dar servicio a la ciudadanía en los distintos países. En este cajón
del tercer sector, caracterizado por la no pertenencia a los anteriores están metidas
las ONG.

Las entidades del tercer sector surgen en su mayoría por el empuje de la


ciudadanía o por el interés de empresas en involucrarse con acciones concretas en
la mejora de los ámbitos de trabajo en los que están interesados. En su mayoría los
ámbitos de intervención que están más representados en este sector son los
sociales, educativos, sanitarios, humanitarios, medioambientales y de protección
animal, de cooperación internacional, culturales, artísticos, deportivos…
Actualmente, muchas de las acciones orientadas al desarrollo de estos ámbitos se
basan, en una parte muy importante, del trabajo de las organizaciones que lo
formamos.
Como anunciaba anteriormente, existen muchas investigaciones que delimitan el
ámbito de actuación y las características de aquellas organizaciones que formamos
el tercer sector, pero todas estas definiciones suelen coincidir en cinco
características.
1. Las organizaciones del tercer sector estan organizadas institucionalmente.
Tienen una estructura, una misión, objetivos y presupuesto que asignamos a la
consecución de los objetivos y la misión. Esto permite ser más transparentes al
tener que estar inscritas en diversos registros públicos que dependen de distintos
ministerios según el ámbito de nuestro trabajo (social, salud, educación,
cooperación…). Esta característica nos obliga a estar sometidas a regulaciones y a
la rendición de cuentas necesaria a la que nos exigen estos registros. Este elemento
da seguridad a nuestros colaboradores sobre quiénes somos, qué hacemos y qué se
espera de nosotros.

2. Somos entidades privadas. No somos parte del sector público, ni formamos


parte de la estructura del Estado, lo cual nos otorga mayor independencia a la hora
de desarrollar nuestra misión, aunque esto no signifique que no podamos recibir
apoyo público por vía de subvenciones. En este sentido, hay organizaciones del
tercer sector de todo tipo, algunas solo funcionan con fondos públicos, otras solo con
privados y otras, como Ayuda en Acción, combinamos ambos recursos, siendo, en
nuestro caso, un 81% de fondos privados que vienen en su gran mayoría de
colaboraciones de nuestra base social, y un 19% de fondos públicos que vienen de
diversas subvenciones.
3. Las entidades y organizaciones no tenemos ánimo de lucro. No repartimos
beneficios entre las personas socias o los miembros de los órganos de gobierno.
Todos los beneficios que se consiguen se reinvierten en el logro de nuestras
misiones institucionales. Nuestras memorias anuales, las rendiciones de cuentas
que hacemos a nuestra base social, nuestros canales de comunicación como
boletines y revistas dan cuenta de a dónde se destinan los fondos que recibimos.
4. Disponemos de órganos de autogobierno. Dependiendo de nuestra figura
jurídica, la organización o entidad tiene un órgano que es el que, en última instancia,
asegura que los planes de trabajo estén orientados al cumplimiento de la misión y
garantiza la correcta administración de sus bienes. Por ejemplo, en el caso de Ayuda
en Acción, que es una fundación, su órgano de gobierno es el patronato, sus
miembros no reciben retribución de ningún tipo.
5. Tenemos personas voluntarias en nuestras organizaciones. El voluntariado
es una de las características de las entidades del tercer sector. Personas que
prestan su tiempo, su conocimiento o parte de sus recursos económicos para la
consecución de la misión institucional.
Día a día, el tercer sector es un actor relevante en el desarrollo social y también
económico de nuestra sociedad, una sociedad que exige soluciones cada vez más
ágiles e imaginativas a las diversas demandas que ni las empresas, ni el estado
pueden o están dispuestas a desarrollar. Desde esta visión, las entidades del tercer
sector existiremos en la medida que la sociedad siga pensando que somos útiles y
necesarias.
La tercerización no es más que la contratación de servicios especializados,
para una tarea específica por un lapso de tiempo específico.

La tercerización surgió como consecuencia de la crisis del modelo de


organización del trabajo y su baja productividad, del surgimiento de nuevas
tecnologías de la reformulación del estado de bienestar en el contexto de un
mundo globalizado y el resurgir del capitalismo salvaje a través del
neoliberalismos que determino entre otros un impacto en la disminución de los
costo de trabajo.

2.- La reforma o modernización de la administración pública: eficiencia,


economía y democracia.

Reforma (proceso político) :Reformar el Estado es redefinir su rol en la vida del


ciudadano, por ende se trata de un proceso principalmente político. la
descentralización o la definición de los ámbitos de actuación del Estado como pasar
de una intensa intervención en la actividad económica mediante la actividad
empresarial a una intervención subsidiaria.

Modernización. Proceso Administrativo: Modernizar es hacer mejor lo que el


Estado hace, por ende es principalmente un proceso de tipo administrativo o de
gestión. Por ejemplo: reorganizar la prestación de servicios (directa o
indirectamente, con o sin participación privada, etc.), simplificar procedimientos,
incrementar capacidad de gestión, etc

Clases de reforma:

Dentro de las reformas que el Estado puede implementar tenemos:

Reforma Sustancial: Son acciones o decisiones que buscan transformar el contenido


de la acción pública alterando fines, objetivos y alcance. Ejemplo: la separación de
poderes o la privatización (como definición de actividades en las que el Estado
interviene).

Reforma Institucional: Son aquellas acciones que afectan el diseño y el


funcionamiento de las instituciones. Es decir, “cambios deliberados a las estructuras
y procesos del sector público con el objeto de hacer que funcionen mejor en algún
sentido” (Pollit y Bouckaert, 2000) o como acota Waissbluth para que funcionen con
“eficacia, eficiencia y calidad en términos comparables internacionalmente”. La
reforma institucional puede dividirse en:
Política aludiendo a cambios en la organización del poder (generalmente
constitucionales), por ejemplo: la modificación constitucional para la
descentralización de la Administración Pública.

Administrativa: referidas al conjunto de cambios en las instituciones que


diseñan y ejecutan las políticas públicas, por ejemplo: el proceso de simplificación en
los servicios de atención al ciudadano.

La democracia y la administración pública observan un desarrollo casi


homogéneo en los países de América Latina; presentando un núcleo fuertemente
centralizado, así como una estructura más o menos descentralizada y o
desconcentrada a niveles subnacionales y/o locales. En unos casos derivado del
desarrollo histórico de los regímenes políticos, como el colombiano donde la
tradición municipal es más antigua que la reciente venezolana que no llega a los 30
años a la fecha1, y por otra a parte como resultado de la presión ejercida por causa
de las transformaciones ocurridas en los campos económicos mundiales y políticos
que demandaron transformaciones del modelo administrativo público de los países
periféricos del mercado mundial entre las décadas de los años ochenta y noventa;
aquello para el rescate de la gobernabilidad a través del incremento de espacios de
participación para la deliberación e inclusión política efectiva de la ciudadanía en los
asuntos públicos.

Todo esto traería un mejor desempeño de las administraciones públicas y


aspiraciones que se convirtieron en objetivos declarados de los subsecuentes
procesos de reforma del Estado que se resolvieron parcialmente mediante diseños
(neo) institucionales con las subsecuentes limitaciones para la resolución de los
conflictos que significaron dichos objetivos y sus resultas, que produjeron una clara
dinámica inclusión– exclusión, lo que aceleró la deslegitimación de toda la estructura
política partidista del modelo de representación, favoreciendo de ese modo el triunfo
en el poder de propuestas políticas ubicadas en lo que se denominó revolución
democrática y posteriormente “Socialismo del siglo XXI” en Venezuela (Hugo
Chávez 1998- 2013- Nicolás Maduro 2014- 2018), el indigenismo en Bolivia, y
Ecuador, el sandinismo en Nicaragua y el peronismo kirchnerista en Argentina.

En una primera etapa del desarrollo de los modelos administrativos en Venezuela


(ubicada aproximadamente entre 1958-1990), la organización de la administración
pública venezolana se realizó en arreglo al modelo de sustitución de importaciones,
en el marco de una política de gran expansión de las actividades del Estado, bajo la
visión del desarrollo cepalista, de un país mono productor petrolero, lo que le ha
dado a Venezuela ese excepcionalísimo característico de su historia política, y bajo
una democracia de tipo representativa lo cual requirió de un orden que se
materializó en el arreglo centralizado de la administración pública y el poder, así
como de una ciudadanía desmovilizada, como actores receptivos del Estado de
bienestar.

El consumo interno fue de vital importancia para lograr la legitimidad del modelo
democrático, los beneficios de la economía eran distribuidos por diversas agencias y
estructuras de mediación desconcentradas administrativamente. La participación
ciudadana fue mediatizada por los grandes políticos que dominaron la escena
política dentro de lo que fue la conciliación de poder a partir de 1958, erigiéndose en
los espacios para la realización de este.

La segunda etapa la ubicamos a partir de los últimos años de la década de los


ochenta; las propuestas para la transformación de la administración pública fueron
dirigidas en medio de cambios extraordinarios en la dinámica económica mundial
asociados a la crisis que se inició en los centros de desarrollo mundial; Estados
Unidos y Europa requirieron del fortalecimiento de un mercado mundial globalizado
para lo cual las economías de los países receptores de tecnología necesitaban de
un funcionamiento eficiente en sus economías internas 2.

Los planes para la reforma de estas economías y de sus estructuras


administrativas, se inician bajo la crítica de su funcionamiento y contenido de las
políticas públicas desarrolladas por el modelo de democracia protectora y
representativa,(welfare state) de tal manera que una primera generación de planes
de modernización y transformación se centraron en proponer cambios en el diseño
institucional, lo que vale decir de las formas organizacionales; normas, nuevos
organigramas, así como la reducción del tamaño del Estado y de sus funciones, para
lograr la adecuación administrativa que hiciera posible el cambio a favor de una
mayor competitividad económica procurando un manejo eficiente de la economía,
así como una vinculación diferente entre el ciudadano y el aparato público; la
participación ciudadana fue vista, desde este enfoque reformista como un elemento
para la eficiencia, una actividad de co-administración, una intención formal de
democratizar el Estado, lo que imprimió un sello distintivo a los procesos de reforma
administrativa, así como de la ola reformista constitucional como lo fue en el caso
colombiano mediante la promulgación de la constitución política de 1991.

Esto se llevó a cabo mediante la promoción de la gerencia pública en sustitución


de los viejos patrones de la administración pública (centralizado, basado en la visón
industrializadora de la administración para el desarrollo típica de los años 50, 60 y
70, el enfoque gerencial fue acompañado por un proceso de reformas del Estado
denominado de segunda generación, mediante la aplicación de reajustes
económicos y fiscales, todos encarnados en planes elaborados con asistencia de
organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial.

Los resultados de la aplicación de las recetas de ajuste económico y fiscal trajeron


el desequilibrio de la gobernabilidad y el debilitamiento de las democracias que las
impulsaron, debido a la exclusión que provocaron; las protestas en las calles como
flujo de salida del descontento fue el resultado del nuevo espacio público que los
ciudadanos crearon para imponer sus necesidades y conflictos que como resultado
de su aplicación generaron, dando al traste, con todo el modelo administrativo, de su
arquitectura institucional así como al sistema partidista de representación.

Una tercera etapa la ubicamos a partir del triunfo en el poder del presidente Hugo
Chávez Frías en 1998, el establecimiento de una nueva Constitución Nacional de
19993 y la generación de un modelo de administración pública que catalogamos de
burocrático-populista, formalmente participativo, rico en diseños jurídicos para la
participación y la deliberación ciudadana, (como lo fue la sanción de la ley en abril
de 2006 de los Consejos Comunales y demás leyes desde 2006 a 2010 que
desarrollan el poder popular, pero contradictoriamente funda una geometría del
poder que otorga mayores prerrogativas al poder ejecutivo ), centralmente nucleada,
ampliamente desconcentrada y de base militar4.

Ese modelo de administración y reestructuración institucional tubo como base, lo


que el gobierno denominó en primer término “Bolivarianismo” y en segunda etapa
“Socialismo del siglo XXI”, dentro de esta etapa, la segunda fase se inicia a partir de
enero de 2007, luego de la reelección del presidente mediante los comicios
celebrados el 3 de diciembre de 2006, esta fase la marca la puesta en marcha de la
reforma de la Constitución de 1999, la estatización de las empresas, telefónica
(CANTV), de energía eléctrica (Enelven) y de las actividades de las empresas
petroleras que trabajan mediante convenios en la faja petrolífera del Orinoco, así
como la preeminencia de los Consejos Comunales como estructura fundamental
para la administración pública nacional, y la conformación de un partido único
(PSUV, Partido Socialista Unido de Venezuela) desapareciendo todos aquellos
partidos que sirvieron de plataforma política a Hugo Chávez. . En esta etapa se
produce en sesgo excesivamente autoritario en el ejercicio del poder político en
Venezuela, marcado por la destrucción de las instituciones y la incubación de la
confrontación política para eliminar todo tipo de disidencia interna, dando cabida a lo
que se ha denominado como Totalitarismo del Siglo XXI, ejecutado sobre la
aplicación de la distinción amigo-enemigo y dictadura soberana o plebiscitaria, entre
otras premisas, distintivas del nacional socialismo alemán, acuñada por el teórico
Carl Schmittd5.

Una cuarta etapa se inicia a partir de la desaparición física de Hugo Chávez en


2013, y el acrecentamiento de la crisis económica más importante que ha sufrido el
país desde su nacimiento, el debilitamiento del aparato productivo, vía
expropiaciones, confiscaciones, desestimulo de los incentivos para la competitividad,
la estatización de la materia de las actividades, destrucción la base material
distributiva del beneficio, lo que coloca al modelo en un bordeline entre una
democracia formal impresa en la constitución de 1999 y un modelo represivo, el
fortalecimiento del autoritarismo competitivo que ya había nacido en la era Chávez
mediante todas las leyes habilitantes aprobadas, mediado por la estructura militar
alejada de las garantías fundamentales para el ejercicio de la ciudadanía, una
administración pública sin capacidad de dar respuesta, y un deterioro abismal de la
legitimidad tanto de la estructura política gobernante como de aquellas que
impulsaron una oposición que logró en 2001, 2015, 2016 y 2017 capitalizar el
descontento de la ciudadanía que fracturó la polarización que marcaron la mitad del
régimen chavista6.

La construcción de espacios para la deliberación y participación ciudadana en


América Latina han estado ligados a los temas de: gobernabilidad, la organización
administrativa del Estado; los enfoques sobre el desarrollo y el tipo de democracia a
desarrollar. Ello ha llevado a la concreción de una arquitectura institucional que
favorece, por lo menos formalmente la participación ciudadana en los asuntos
públicos, es así como entonces la ciudadanía organizada se ha convertido en el
elemento basal sobre el cual descansa gran parte de la legitimidad en los países de
la región.

Partimos de la premisa que a un modelo de democracia representativa ha


correspondido un determinado modelo administrativo en el marco de una estructura
económica hacia dentro como lo fue en los primeros 15 años de la democracia en
Venezuela; la participación se resumía a la participación en procesos eleccionarios
en cuyos escenarios fueron fundamentales los grandes partidos políticos y
organizaciones sindicales7.

A partir de los cambios en el modelo económico mundial (mundialización de la


economía, globalización) se estructura un modelo de administración cuyo criterio de
dirección ha sido la eficiencia al estilo empresarial, el asunto de la participación
ciudadana se convierte en un elemento instrumental para los cambios
institucionales, administrativos y constitucionales operados en 1999, estos cambios
apuntan formalmente hacia un modelo de “democracia participativa”, en el marco de
una concepción económica vinculada con el desarrollo sostenible endógeno, y una
acción protagónica, más allá de la co –administración de los ciudadanosLa
reivindicación de la ciudadanía, como garantía ciudadana legalmente establecida (es
decir de ser portadores de intereses y derechos consagrados constitucionalmente, y
de diseños institucionales construidos sobre la base de reformas de la
administración) ha resultado ser insuficiente para la inclusión política de los
ciudadanos, más allá de la declarativa de un Estado de derecho institucional, y la
densidad legislativa en materia de participación ciudadana, las propuestas han
estado atravesadas por mediaciones partidistas.

Ello implica, entonces la construcción de una esfera pública, como orden simbólico
relacional en donde los ciudadanos dan significado y sentido a sus acciones… La
dimensión cívica se relaciona con la condición de inclusión activa de los ciudadanos
en la comunidad política, donde se comparte un sistema creencias respecto a los
poderes públicos, la sociedad y el conjunto de derechos y deberes que atribuyen a la
condición de ciudadanos.

Es decir que no basta sólo la dimensión jurídica de la ciudadanía, hay que darle
construcción política a esa “ciudadanía jurídica” en el plano del espacio público,
como escenario para la negociación, representación y concertación, donde el Estado
pueda jugar un papel de acompañamiento, más no de ductor unidireccional al
proceso, es decir el marco de la autonomía indispensable para logra la libertad de
construcción de alternativa y desarrollo del diálogo de intereses, públicos, sectoriales
e incluso individuales, contradictorios y quizás excluyentes entre sí 8.

La referida autora Fleury, describe cuatro principios para la democracia


participativa: El reconocimiento de los contrarios y del conflicto, Participación
efectiva en la deliberación, que lleva inclusión política a partir de una garantía más
allá de lo procedimental como el voto, por ejemplo y la redistribución. Ahora bien, si
no hay participación y hay redistribución, ella por sí sola no cambia las condiciones
estructurales y no habrá construcción de ciudadanía; y, finalmente la obtención de
una base objetiva como resultado de esa construcción ciudadana, es decir de
resultados obtenidos del ejercicio de la deliberación en ese espacio público de
relaciones políticas en el marco de autonomía. Este enfoque se opone al mero
populismo, si no hay transformación estructural no hay repolitización de la
ciudadanía.

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