Cristo Mediador en San Agustín

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MEDIATORIS SACRAMENTUM:

CRISTO MEDIADOR EN SAN AGUSTIN


IMEDIATORIS SACRAMENTUM:
CHRIST AS MEDIATOR IN ST AUGUSTINE]

CESAR IZQUIERDO

SUMARIO: 1. LA CONVERSION DE AGUSTfN, «ABRAZO CON EL MEDIADOR". 2. EL


HOMBRE ANTE DiOS. 2.1. De civhate Dei, libra IX. 2.2. Sermdn 293. 3. LA MEDIA-
CION. 4. "MEDIATOR, QUIA HOMO». 5. «SACRAMENTUM MEDIATORIS». 6. MEDIA-
DOR Y SACERDOCIO.

Resumen: La mediaci6n de Cristo tie- Abstract: The mediation of Christ has


ne un profiindo significado cristol6gi- a profound Christological and anthro-
co y antropologico. Mediator es el tf- pological meaning. Mediator is the fe-
tulo cristol6gico preferido por San vourite Christological title used by St
Agustfn, que cita insistentemente 1 Augustine, which he quotes insistently
Tim 2,5 y ha desarroUado su conteni- from 1 Tim 2,5 and the theological
do teol6gico. En este trabajo se anali- contents of which he developed. This
zan dos textos fundamentaies: el libra article analyses the two fundamental
IX dc De civitate Dei (al que acompa- texts: the ninth book oi De civitate Dei
naran algunas referencias al serm6n (which is accompanied by some refe-
26 Dolbeau) y el serm6n 293. A par- rences to the 26th Dolbeau sermon)
tir de esos escritos y de otras referen- and sermon 293. From the perspecti-
cias del corpus agustiniano se estudia ve of these writings and from other re-
la naturaleza de la mediaci6n de Cris- ferences to the Augustinian corpus the
to. A continuacidn el estudio se cen- nature of the mediation of Christ is
tra en tres cuestiones: mediator, quia examined. After this, the article takes
homo, la expresi6n sacramentum me- on three main issues: mediator, quia
diatoris que utiliza el hiponense, y la homo, the expression sacramentum me-
relaci6n entre mediacidn y sacerdocio diatoris used by St Augustine, and re-
de Cristo. lationship between the mediation and
the priesthood of Christ.
Palabras clave: Cristo, Mediador, Sa- Keywords: Christ, Mediator, Sacra-
cramento, San Agustfn. mentum, St Augustine.

SCRIPTA THEOLOGICA 39 (2007/3) 735-763 735


ISSN 0036-9764
CfiSAR IZQUIERDO

La mediaci6n de Cristo no es una simple cuestion teologica: algo


sin otro sentido que la funcion que desempena en un discurso autofun-
dado y, por tanto, particular. Tiene que ver sin duda con la teologia, y
su alcance s6lo se comprende plenamente desde la fe en Cristo. AJ mis-
mo tiempo, se puede afirmar que esa mediaci6n tiene mucho que decir
a cualquier persona que este atenta al devenir de su propia existencia.
Concretamente, la mediaci6n de Cristo ofrece una respuesta a una de las
experiencias fundamentaJes y mas difundidas en nuestro tiempo: la que,
de un modo u otro, conecta con lo que llamamos la soledad de la exis-
tencia, el sentirse arrojado en el cosmos, como un «si mismo» incomu-
nicable entre los «otros», entregado al tiempo y a un destino ciego... Pa-
ra los cristianos, esa compleja experiencia humana tiene una inequfvoca
dimensi6n religiosa, de sentido o de lejania de Dios.
El discurso deista conoce ahora una nueva version, distinta a la de
los ilustrados franceses del siglo XVIII, pero no mehos dramatica. Aqu^-
llos defendian la existencia de un Dios, supremo hacedor, arquitecto, au-
tor de la naturaleza a la que habria dotado de leyes universales y necesarias
que le daban por si mismas la capacidad de desarrollarse como tal natura-
leza hacia una progresiva perfeccion. Una vez que la ha puesto en marcha.
Dios se desentiende de la naturaleza, porque el dinamismo de su obra no
precisa de ulteriores intervenciones de quien la ha hecho. Las leyes de la
naturaleza son, a su vez, expresi6n de la raz6n necesaria y universal de
Dios. Como consecuencia, el hombre no tiene otro cobijo que actuar mo-
ralmente, es decir, conforme a su naturaleza. Sus preguntas sobre el senti-
do de la existencia —mas alia de lo predeterminadd en las leyes que rigen
el cosmos— carecen de sentido y son expresi6n de un fondo negativo
—no racional— que se debe reconducir a enunciados exclusivamente ra-
cionales. No es dificil concluir de todo esto que la referencia a un hori-
zonte trascendente y a la vez personal se presenta como sueno imposible.
La maxima lejania entre el hombre y Dios del deismo tuvo su alter-
nativa en la maxima cercania, la de la explicacion pantei'sta que identifica
al hombre y al cosmos con la divinidad. Con ella, el hombre sigue vivien-
do en soledad porque la necesidad que siente de una respuesta a sus pre-
guntas no la puede alcanzar en un «fuera de si mismo» que no existe. Una
versi6n no tan daramente panteista fue la del idealismo de un Schleierma-
cher, por ejemplo, que tambidn preconizaba la inmediatez con la divinidad,
pero en este caso a trav& del sentimiento de dependencia del infinito.

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MEDIATORIS SACRAMENTUM: CRISTO MEDIADOR EN SAN AGUSTfN

De lo anterior se concluye que quienes se plantean cuestiones que


van mas alia de las necesidades de una vida «l6gica y racional» —como
seria la de una posible relacion con Dios— s6lo pueden esperar dos po-
sibles respuestas: o bien «tu vida es exclusivamente asunto tuyo, y a ese
principio del que procedes, que recibe el nombre de Dios, nada le im-
portas»; o bien, «piensa y siente lo profundo que hay en ti, y a eso 11a-
malo Dios». En ambos casos, surge, casi de forma inevitable, una pro-
funda insatisfaccion porque no se abre al sujeto ningiin horizonte que
vaya mas alia del propio yo. Un Dios al mismo tiempo diverso y cerca-
no parece simplemente una ilusi6n. La soledad mas profunda se presen-
ta como el destino, antes o despues, del ser humano.

Afortunadamente, el planteamiento que se acaba de describir no


es el linico, y la existencia de una relaci6n del hombre con Dios for-
ma parte de la cosmovisi6n que meJor explica la realidad. A la expe-
riencia humana fundamental, normalmente asociada con la experien-
cia religiosa, de existir ante la divinidad sin poder explicar realmente
lo que eso significa, se unen las reflexiones de los filosofos y el testi-
monio de los escritores. Todos ellos ponen de manifiesto la seriedad y
al mismo tiempo la dificultad de explicar la relaci6n —necesaria e im-
posible, al parecer— entre la existencia humana y la trascendencia de
Dios.

La posibilidad de una mediaci6n entre el hombre y Dios (aunque


de momento se conciba a Dios simplemente como el horizonte infinito,
o el limite de lo humano) abriria para el hombre un espacio de relaci6n
insospechado. Ahora bien, la linica mediaci6n a la que el hombre es sen-
sible es la de una mediacion personal, la de un mediador que pertenez-
ca al «aqui» y al «alla» de la realidad. La necesidad de un mediador de
este tipo ha sido intuida por los filosofos (el demiurgo, Eros) y los hom-
bres religiosos (el sacerdote), aunque las aproximaciones de unos y de
otros sean demasiado vagas o imperfectas.

La revelacion de Cristo como «el linico mediador entre Dios y los


hombres» (1 Tim 2,5) constituye una oferta inapreciable de sentido y de
significado no solo teologico sino antropol6gico. Si el mediador es Dios
hecho hombre, es decir, perfectamente Dios y perfectamente hombre, la
soledad desaparece y se abre paso una explicaci6n de la existencia hu-
mana dotada de fuerza y claridad inusitadas.

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CESAR IZQUIERDO

La mediaci6n de Cristo no se agota en el sentido que aporta al vivir


humano, sino que tiene un contenido al que s6lo se a.ccede con la fe en el
Dios Trino. A partir de esa fe se abre toda la teologia que encuentra en
Cristo mediador una clave fundamental para su propia comprensi6n como
discurso sobre Dios Salvador del hombre. No hay, eri todo caso, un corte
entre el significado teol6gico y antropol6gico de la mediacion de Cristo.

El tema de la mediaci6n de Cristo es rico en perspectivas que de-


ben ser consideradas necesariamente: biblicas, patristicas, sistematicas,
hist6ricas, ecumdnicas, de teologia de las religiones, etc.

En el presente trabajo el objetivo es abordar las cuestiones centra-


les de la mediacidn de Cristo tomando como referencia a Agustin de Hi-
pona, a la vez te6logo-fil6sofo, escritor y testigo linico de los sentimien-
tos mas profundos que experimenta el hombre en s'u existir. El relato de
su vida y su rico pensamiento siguen alimentando la cultura, y especial-
mente la teologia. En San Agustin, el problema vivo de la mediacion en-
cuentra la respuesta total y linica en el mediador que es Jesucristo.

No se pretende intervenir en la discusi6n hermeneutica sobre el


significado preciso de uno u otro t^rmino en el corpus agustiniano. So-
bre la base de una interpretaci6n posible de los textps —es decir, no con-
tradictoria de forma evidente con el sentido del autor— tomamos las
f6rmulas del obispo de Hipona sobre el mediador y la mediaci6n en el
sentido mas iluminador respecto al discurso teol6gico en general. Dicho
en otras palabras: la finalidad que estas paginas pe'rsiguen es iluminar la
teologia de nuestros dias con la rica reflexion de Agustin, y no, en cam-
bio, hacer un estudio erudito sobre su teologia. Concretamente querria-
mos aportar alguna luz a la fundamentacion de las relaciones del hom-
bre con Dios, al significado de Cristo para el creyehte y para los hombres
en general, y al sacerdocio de Cristo. '

1. LA CONVERSION DE AGUSTIN, «ABRAZO CON EL MEDIADOR»


I
I

Agustin describe su encuentro con Cristo como un «abrazo con el


Mediador». Los pasos que le llevaron a la conversion total y definitiva a
Cristo han quedado perfectamente senalados en las Confesiones. El autor
describe con maestria sin igual los vericuetos de la personalidad, las idas
I
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MEDIATORIS SACRAMENTUM: CWiSTO MEDIADOR EN SAN AGUSTfN

y venidas de la psicologia enfrentada al encuentro con Dios. En el libro


VII ofrece un resumen del proceso y de la soluci6n':
«...fortaleciste la debilidad de mi mirada irradiando con Rierza so-
bre mi, y me estremeci de amor y de temor; y me di cuenta de la gran
distancia que me separaba de ti, por la gran desemejanza que hay entre
tii y yo (...) Entonces fue cuando "vi tus cosas invisibles por la inteligen-
cia de las cosas creadas"; pero no pude fijar en ellas mi vista, antes, heri-
da de nuevo mi flaqueza, volvi a las cosas ordinarias, no llevando con-
migo sino un recuerdo amoroso y como apetito de viandas sabrosas que
aiin no podia comer.

Y buscaba yo el medio de adquirir la fortaleza que me hiciese id6-


neo para gozarte; ni habia de hallarla sino abrazandome con el Mediador
entre Diosy los hombres, el hombre Cristo Jestis (1 Tim 2,5), que es sobre
todas las cosas Dios bendito por los siglos, el cual clama y dice: Yo soy el
camino, la verdady la vida (Jn 14,15), y el alimento mezclado con carne
(que yo no teni'a fuerzas para tomar), por haberse hecho el Verbo carne,
a fin de que fuese amamantada nuestra infancia por la Sabidurfa, por la
cual creaste todas las cosas».
El encuentro con Cristo mediador supone tambien el hallazgo del
camino que ha venido a nosotros y puede conducirnos a Dios. La hu-
mildad de Cristo descubierta por Agustin, —que la ve sobre todo en la
kenosis de la encarnaci6n y de la pasi6n— contrasta con el orguUo de fi-
losofo relacionado con his plat6nicos. «En cuanto a que: "^1 vino a su ca-
sa propia y los suyos no le recibieron, y que a cuantos le recibieron les
dio potestad de hacerse hijos de Dios creyendo en su nombre", no lo lei
alli» I Pone en relaci6n el pr6logo de Juan con el himno de Filipenses en
el que confluyen la humildad de Dios que se edifica una casa de nuestro
barro, y la atraccion y ensalzamiento de la criatura. «A1 estar al servicio
del hombre, la mediaci6n de Cristo se funda sobre la humanidad que ha
asumido segiin Filipenses 2,6-7»'. La sintesis de anonadamiento y de
exaltaci6n que se da en el Mediador senala, segiin el testimonio de Agus-
tfn, la posibilidad de una vida nueva en la que cuenta con la fortaleza y
la capacidad de gozar de lo espiritual junto a Cristo.

1. ConfessionesYll, 17-18 (PL 32, 745).


2. Ibid., VII, 9> 13 (PL 32, 741).
3. A. VERWILGHEN, «Le Christ mddiateur selon Ph 2,6-7 dans l'oeuvre de Saint
Augusrin», en Augustiniana, 41 (1991) 470.

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CfiSAR IZQUIERDO

que razon cita Agustin al Mediador? ^Es acaso una mera clau-
sula de estilo, para traer a colaci6n el texto de 1 Tim!2,5? Asi podria ser
si no se encontrara en las obras del Hiponense un desarrollo del tema del
Mediador. Pero sucede lo contrario: en Agustin hay una profunda teo-
logi'a de Cristo mediador que encaja con su propia vivencia del misterio
de Cristo y con las discusiones doctrinales en las que se vio envuelto.
Mediator es, en realidad, el titulo cristologico preferido por Agustin
y el que incluye un mas amplio significado «en su cofnpleja cristologia» ^.
B. Studer ha afirmado —tras constatar que el texto ide 1 Tim 2,5 es de
los mas citados por el Hiponense— que «la idea de niediaci6n se halla de-
tras de todos los temas fundamentaies de la teologi'a !agustiniana»'.

El largo camino seguido por Agustin le llevo a estar en guardia


contra la mi'stica platonizante que aspiraba a la inrnediatez con lo divi-
no. El «abrazo con el Mediador» significa el descubrimiento de que la
linica inmediatez entre Dios y el hombre se da en la persona del Verbo
encarnado, medio y camino por el que los hombres tienen acceso a Dios.
De hecho, como afirma C. R^my, autor del mas voluminoso trabajo so-
bre la mediaci6n de Cristo en San Agustin, el tema de la mediaci6n no
aparece en las primeras obras del santo obispo, quien s6lo se ocupa de
ella tras una profundizacion sobre su experiencia de conversi6n ^ Fruto
de su meditaci6n sobre el significado del Mediador sera la teologi'a en la
que convergen los aspectos ontologicos y salvi'ficos de la mediacion.

2. EL HOMBRE ANTE DIOS

Tanto en su lucha contra el platonismo elitista o vulgar de su epo-


ca, como con el pelagianismo, lo que estaba en juego era el plantea-
miento correcto de la relaci6n del hombre con Dips. Contra el primero.

4. D.J. JONES, Christus sacerdos in the preaching of St. Augustine, P. Lang, Frankfurt
2004, 121. ,
5. B. STUDER, Gratia Christi - Gratia Dei bei Augustinus von Hippo, Istituto Patri'sti-
co Augustinianum, Roma 1993, 80. ^
6. G. RfiMY, Le Christ mediateur dans l'oeuvre de Saint'Augustin, I, Atelier Repro-
duction des Theses Universite Lille III, Lille 1979, 25ss. La obra de Rdmy es su tesis
doctoral en teologia, y comprende dos voliimenes de 801 y 309 paginas respectiva-
mente. El segundo volumen contiene el aparato cri'tico de la tesis.

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MEDIATORIS SACRAMENTUM: CRISTO MEDIADOR EN SAN AGUSTfN

Agustin, advierte del peligro de despreciar en nombre de un pretendido


contacto inmediato con la divinidad la linica via —la mediaci6n de
Cristo— que da acceso a fil. Y en cuanto al pelagianismo, critica las pre-
tensiones del espiritu o de la voluntad del hombre que pretende elevar-
se hasta Dios, en lugar de acoger en la humildad de la fe a aquel que se
ha abajado hasta la humildad de nuestra carne para ser mediador entre
Dios y nosotros'.
El santo obispo de Hipona subraya repetidamente la distancia que
media entre Dios y los bombres. Por si mismo, el hombre podria con ra-
z6n considerarse alejado y abandonado de Dios; para remediarlo, Jesu-
cristo, siendo Dios, se hizo hombre, y en cuanto mediador anul6 la dis-
tancia e hizo posible el acercamiento a Dios^ Agustin esta de acuerdo
con los neoplat6nicos en la enorme distancia que separa a Dios de la hu-
manidad. Pero mientras para estos la fisura es ontol6gica y cosmol6gica,
para Agustin es fundamentalmente moral y espiritual. Por esta raz6n, no
juzga la distancia entre Dios y el hombre como la que en nuestros dias
es deudora de planteamientos deistas o agn6sticos, totalmente ajenos a
la mente del Santo. El riesgo con que se enfrenta Agustin no esta rela-
cionado con la increencia, sino mas bien con el inHujo del maniqueismo
que situaba el mal y el bien en zonas separadas e incomunicables.
El obispo de Hipona no era ajeno al sentido ontol6gico de la dis-
tancia entre Dios y el hombre, como se puede apreciar en sus textos. Po-
ne sin embargo de manifiesto que, para el, la separaci6n, la distancia, el
abismo que hay entre Dios y el hombre tiene como origen el pecado que
parece cortar toda posibilidad de nueva relacion. «Es, sobre todo, el abis-
mo del pecado lo que mas nos distancia y aleja. Siendo tan grande la dis-
tancia, ^por donde tendriamos que caminar para Uegar a Dios?»'. Y se

7. Cfr. J. PLAGNIEUX, «L'unique mddiateur, l'homme Christ-Jdsus», en Bibliotique


agustinienne. Oeuvres de Saint Augustin, 22, Paris 1975, 719-723.
8. Sermo 293, 7 (PL 38, 1332): «Ecce enim Deus super nos, ecce nos infra ilium, et
multa interiacent spatia». Sermo 313 E, 1 (PLS 2, 615): «Dominus et salvator noster
Iesus Christus, in quo spes nobis est salutis aeternae, ad hoc, cum esset Deus, homo fac-
tus est, ne homo, longe factus a Deo, relictum se in longinquo et desertum putaret. Me-
diator ergo ille factus est ita tempus longinquitatis, quo separabamur a Deo, implevit
quodammodo, ut per ipsum non solum longe non remaneremus, verum etiam propin-
quare possemus».
9. Sermo 293, 7 (PL 38, 1332): «Maxime peccati intervallum longe nos distinguit at-
que abicit. In hac tanta distantia cum veniendum esset ad Deum, qua ventura eramus?».

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G E S A R IZQUIERDO

pregunta c6mo puede haber pun to,medio (medietas) en la distancia que


separa de Dios
La distancia infinita entre Dios y el hombre queda salvada por el
mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesiis. El mediador
no anula la distancia, pero cambia completamente su sentido. A partir de
6\, la conciencia de distancia es percepci6n de la infinita distincion que
hay entre el hombre pecador y Dios, pero ya no se trata de la separacion
incomunicable entre la materia y el espiritu, tal como la presentaba el
gnosticismo redivivo que era —en este aspecto— el maniqueismo. En el
Mediador, la distancia separa y une al mismo tiempo. Entre Dios y el
hombre no existe una infranqueable heterogeneidad, porque hay no s6lo
un medius, sino un mediator que hace posible la comiunicacion.
Entre los muchos textos agustinianos donde se aborda la cuesti6n
del mediador en el que se encuentran Dios y el hombre, nos vamos a
centrar en dos que representan otros tantos g^neros eultivados por el Hi-
ponense: el libro IX de De civitate Dei (al que acompafiaran algunas re-
ferencias al serm6n 26 Dolbeau) y el serm6n 293.

2.1. De civitate Dei, \ihvo \X.

La superaci6n del maniqueismo llevo, por tanto, a Agustin a man-


tener viva la esperanza del encuentro del hombre con Dios, aunque sin
encontrar el modo de salvar la distancia que los separaba. El platonismo
le ofrecia un paliativo en la figura de los demoniosj es decir de unos se-
res intermediarios entre los dioses y los hombres. Estos seres venian exi-
gidos por un sistema que postulaba una separaci6n radical entre, por un
lado, la divinidad de la esfera trascendente de las Ideas, y por otro el do-
minio de lo sensible en el que se sitiian los hombres".
Los demonios se encargan de presentar los deseos de los hombres
a los dioses, y obtener de estos como recompensa favores para aquellos.

10. In Ioannis evangelium tractatus, 124 (PL 35, 1798): «Sed qui non solum homo,
verum etiam Deus erat, ineffabili distantia universum genus humanum animi fortitu-
dine superabat».
11. Cfr. los amplios trabajos sobre este tema de P. ClARLAlflTINI, ""Mediator": paga-
nismo y cristianismo en "De Civitate Dei" VIII, 12 - XI, 2 de San Agustin», en Revis-
ta Agustiniana, 24 (1983) 9-62; 25 (1984) 5-69; 325-402; 2(3 (1985) 5-47; 301-332.

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MEDIATORIS SACRAMENTUM: CRISTO MEDIADOR EN SAN AGUSTfN

segiin un movimiento ascendente y descendente. La posici6n de los de-


monios en el espacio les confiere el privilegio de poner en relaci6n el cie-
lo de los dioses y el mundo inferior de los hombres. Y lo pueden hacer
sin romper la alteridad entre ellos, gracias a que no pertenecen a ningu-
no de los dos niveles.
Antes de De civitate Dei, San Agustin afront6 el problema de la
mediacion entre la divinidad y los hombres en el largo —de unas tres
horas— serm6n 26 de la serie descubierta por F. Dolbeau en 1990 '^ El
serm6n Dolbeau 26 presenta una serie de reflexiones que son como el
material bruto que sera ordenado y sintetizado en De Civitate Dei (en-
tre ambos textos median algo mas de diez aiios).
El serm6n Dolbeau 26 es una replica al neoplatonismo pagano y a
la presentaci6n que esta doctrina hacia de la mediaci6n y de los demo-
nios. Como ya se ha dicho anteriormente, para Agustin la distancia que
separa a Dios de la humanidad no es s6lo ontol6gica sino tambien mo-
ral y espiritual. Para el hombre, pecador y mortal, «sin un mediador no
se puede alcanzar a Dios», afirma el Santo '^ A partir de ahi, perfila las
caracteristicas del linico mediador que es Cristo y critica duramente la
mediaci6n pagana.

Los mediadores que los paganos presentan son los demonios, por
cuyo intermedio los hombres buscan la purificaci6n y el contacto con la
divinidad, sirviendose para ello de «practicas sacrilegas», «consagraciones
magicas», «secretos detestables». A ese fin recurren a los adivinos, astr6lo-
gos, augures y ariispices '•*. Los demonios son falsos mediadores, soberbios
e incapaces porque son inmortales pero al mismo tiempo son pecadores.

12. El serm6n 26 fue publicado por E DOLBEAU, «Nouveaux Sermons de Saint Au-
gustin pour la conversi6n de palens et des donatistes (rV)», en Recherches augustinien-
nes, 26 (1992) 69-141. Existe una edici6n bilingue latino-italiana de V. TARULLI, Ope-
re di Sant'Agostino. 35,2, Discorsi Nuovi. Supplemento II (Dolbeau 21-31; £taix 4-5),
Citti Nuova, Roma 2002, citamos por esta edici6n. Sobre este serm6n, cfr. J. PfiPiN,
«"Falsi mediatores duo". Aspects de la mediation dans le sermon d'Augustin "Contra
paganos" (s. Dolbeau 26)», en G. MADEC (ed.), Augustin prMicateur (395-411). Actes
du Colloque Intemational de Chantilly (5-7 septembre 1996), Institut d'Etudes Augusti-
niennes, Paris 1998, 395-417; G. RfiMY, «Le Christ mddiateur et tete de l'figlise selon
le Sermon Dolbeau 26 d'Augustin», en Revue des sciences reli^euses, 72 (1998) 3-19;
D.J. JONES, «Christus sacerdos»..., cit.
13. 5. Dolbeau 26, 37 (p. 677).
14. Ibid., 41 (p. 685).

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GfiSAR IZQUIERDO

El linico verdadero mediador, «el mediador que no isngafia a nadie», es


humilde, verdadero y no pecador; Hijo de Dios igual al Padre, que toma
carne humana mortal y asi puede reconciliar a los hcimbres con Dios.
«E1 mediador humilde y sublime, que es Nuestro Sefior Jesucristo,
tom6 sobre si toda la creaci6n que en su totalidad esta presente en el
hombre. La criatura es espiritual 0 corporea. Pero cuando tomo la natu-
raleza de siervo asumi6 el hombre entero: lo que esta en la mente, lo que
esta en el alma, lo que esta en la carne» ". (A traves de la naturaleza seme-
jante a la nuestra) «podemos alcanzar aquella nat:uraleza infinitamente
elevada que es la de Dios» '^.
En el libro IX de De Civitate Dei, escrito en el aiio 415, San Agus-
tin retoma la cuestion de la posible mediacion de ;los demonios, no ya
en un serm6n al pueblo, sino en una obra escrita reposadamente. En ella
discute pormenorizadamente el papel que diversos autores y escuelas
—^Apuleyo, peripat^ticos, estoicos, plat6nicos— atribuyen a los demo-
nios. Como ya habia hecho en el serm6n Dolbeaui26, la critica a la po-
sible mediaci6n de los demonios es ocasion para que el Hiponense re-
flexione sobre el destino del hombre y la necesidad de Cristo mediador.
La existencia humana se valora por relacion a dos parametros fun-
damentals: la felicidad y la vida inmortal (en Dolbeau 26 eran la justi-
cia y la inmortalidad). A la Iuz de ellos, el juicio sojbre el hombre es muy
negativo ya que lo que le caracteriza precisamente es ser mortal y des-
graciado {miser)". Los seres que le son mas cercanos —segiin el pensa-
miento con el que dialoga— son las bestias, los demonios, los angeles y
los dioses. Las bestias son mortales y absolutamente pasivas, es decir, no
son capaces de ser felices o infelices. Los demonios comparten con el
hombre la miseria y con los dioses la inmortalidad. Los dioses son ple-
namente felices e inmortales. Asemejados a los dioses, y por tanto aleja-
dos de los hombres, estan los angeles felices e intnortales.
^Puede el hombre aspirar a salir de su estado de desgracia y muerte?
No por si mismo, sino que necesita un medius para pasar a una existencia
feliz e inmortal. Aspira por tanto a una mediacion en la que haya un pun-
to de encuentro entre lo que el hombre es y lo qde quiere ser. Ese medius

15. Ibid, 44 {p. 691).


16. Ibid, 49 (p. 703).
17. En S. Dolbeau 26es iniustus (n. 39, p. 682).

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MEDIATORIS SACRAMENTUM: CRISTO MEDIADOR EN SAN AGUSTfN

que le servira de camino y de energia para alcanzar aquello de lo que ca-


rece debe hallarse, por un lado, en su misma situaci6n, y por otro en el es-
tadio superior. Debe compartir su condicion miserable y al mismo tiem-
po participar del mundo de la inmortalidad: «Cuando buscamos el medio
entre los infelices inmortales y los mortales miserables, debemos hallar al-
go que, o siendo mortal, sea feliz, o siendo inmortal, sea miserable» '*'.
Agustin discute la posibilidad de que los demonios puedan ser me-
dius entre los hombres y su aspiracion a la inmortalidad. Por lo que se
refiere a la mediacion entre el mundo de los bienaventurados y el de los
hombres, la mediacion seria mas propia de los angeles malos que de los
buenos. La razon no deja de Uamar la atencion: los angeles malos com-
parten con el bombre la miseria, y con los bienaventurados la inmorta-
lidad. Los angeles buenos, en cambio, no pueden ser mediadores porque
s6lo comunican con el mundo bienaventurado, ya que son felices e in-
mortales ". El problema es que los angeles malos solo pueden ejercer una
mediacion negativa inclinando a los hombres no a la inmortalidad sino
a una mayor miseria. «Esta misera multitud de angeles malos, privada de
esa participacion, que constituye mas una oposicion y un impedimento
que una interposicion y una ayuda para la felicidad, obstaculiza en cier-
to modo la posibilidad de Uegar a aquel linico bien beatifico» ^°.

La mediacion que el hombre necesita no puede venir, pues, ni de


los angeles ni de los demonios. Es necesaria una mediaci6n entre el hom-
bre y Dios, y esa mediacion debe ser inclusiva. Debe superar la separa-
cion entre realidades (material, espiritual), la distancia entre la trascen-
dencia y la inmanencia, y la imposibilidad para el hombre de alcanzar y
de gozar de Dios, de la felicidad y de la inmortalidad. «Para conseguirlo
era necesario no muchos, sino un solo Mediador, y aquel precisamente
cuya participacion nos hace felices; es decir, el Verbo increado de Dios,
por quien todo fue hecho» ^'. Solamente de ese modo se puede colmar la

18. De civit. Dei IX, 13, 3 (PL 41, 267).


19. De civit. Dei IX, 15, 1 (PL 41, 268): «Boni ... Angeli inter miseros mortales et
beatos immortales medii esse non possunt, quia ipsi quoque et beati et immortales sunt;
possunt autem medii esse, quia immortales sunt cum illis, miseri cum istis». La seme-
janza entre los demonios y los hombres la recoge SANTO TOMAS, Summa Theologiae,
m , q.26, a.l.
20. Ibid.,1.
21. Ibid

ScrTh 39 (2007/3) 745


GfiSAR IZQUIERDO

distancia que existe entre la sima en que se halla el hombre {quae in imo
sunt mortalia) y la cima {quae in summo esi) de Dios'".
I

En el capitulo 15 del libro IX, el Santo trata ya del linico media-


dor, y en consecuencia desarrolla un discurso estrictamente cristiano: «Si
... todos los hombres, mientras son mortales, necesariamente son mise-
rables, debe buscarse un medio que no solamente sea hombre, sino tam-
bien Dios. (...) Este medio convenia que ni dejara de hacerse mortal ni
permaneciera mortal. Se hizo mortal, no debilitaiido la divinidad del
Verbo, sino asumiendo la flaqueza de la carne» ". Para que los que libe-
v6 no permanecieran en la muerte perpetua de la carne convenia que el
Mediador entre Dios y los hombres tuviera una v.niortalitatem transeun-
tem» y al mismo tiempo <ibeatitudinempermanentew».
El Mediador —<(Deus beatus et beatificus»—j, al liberarnos de la
mortalidad y de la miseria, nos conduce a la Trinidad, y al hacerse par-
ticipe de nuestra humanidad nos consigui6 un atajo {compendiuni) para
participar de su divinidad. !
I

Finalmente, insiste San Agustin —como lo hace en otros muchos


lugares de sus obras— en que el Mediador lo es por ser hombre, no por
ser Verbo. Aunque examinaremos mas adelante esta cuesti6n, el texto del
capitulo 15 del libro IX arroja alguna Iuz sobre ej tema: «No es media-
dor por ser Verbo, porque el Verbo, sumamente inmortal y sumamente
bienaventurado, esta lejos de los miseros mortales. Es mediador por ser
hombre, mostrando con esto que para alcanzar aquel bien no s6lo feliz,
sino tambien beatifico, no es necesario buscar otros mediadores por los
que nos imaginemos que se deben maquinar grados de llegada».
El encuentro con el Mediador descrito en i Confessiones VII lleva a
San Agustin a meditar los pasajes de Nuevo Testamento en los que apa-
rece claramente la funci6n mediadora de CristoJ El principal de ellos es
—como era de esperar— 1 Tim 2,5. Las numerosas citas que el Hipo-
nense hace de esas palabras —mas de ciento treinta— se completan con
el comentario a Cal 3,19". Otros aspectos de la mediaci6n de Cristo son

22. IX, 17. I


23. Ibid, 1. I
24. Agustin compara Gal 3,19 con 1 Tim 2,5. Sermo\\% (PL 38, 852): ..Mediator
autem unius non est; Deus autem unus esc. Quid est: Mediator unius non est? Quia in-
ter duos utique mediator est. Si unus est Deus, et mediator non est unius; inter quid et
I

746 ! ScrTh 39 (2007/3)


MEDIATORIS SACRAMENTUM: CR\S:TO MEDIADOR EN SAN AGUSTfN

considerados al referirse a Cristo como via. En cambio, sorprende la es-


casa atenci6n que presta a los textos de la carta a los Hebreos en los que
aparece Cristo como mediador de una nueva alianza, en clara referencia,
por tanto, al Antiguo Testamento. San Agustin no deja de aludir al
sacerdocio de Cristo al exponer su mediaci6n, pero no lo relaciona con
los pasajes biblicos mas claros a este respecto como son los de Hebreos.

2.2. Sermdn 293

El serm6n que figura con el niimero 293 —al que siguen el 293A
y sucesivos, hasta el 293E— fue predicado el 24 de junio, fiesta de San
Juan Bautista, del ano 413, en Cartago". El tema general de este serm6n
—de unas 3.500 palabras latinas— es el testimonio del Precursor de
Cristo. El texto que podemos leer esta dividido en 12 niimeros, de los
cuales los nn. 1-6 y el 12 se ocupan de la figura de Juan. A partir del n.
7 y hasta el 11, Agustin presenta la figura de Cristo como mediador. Las
dos partes estan bastante marcadas, aunque no escapa al lector la unidad
que forman precisamente en cuanto la primera no solamente habia de
Juan sino de la preparaci6n de Cristo como mediador. En efecto, a tra-
v^s de las imagenes del limite, de la Iuz y de la palabra se muestra una
forma de mediaci6n imperfecta, aquella que hace de Juan el precursor
del mediador.

En primer lugar, Juan es «interiectus quidam limes Testamentorun


duorum, veteris et novi»^^. Se halla en medio participando a la vez del An-
tiguo como del Nuevo Testamento. «Personifica la antiguedad y al mis-
mo tiempo anuncia la novedad» ". Lo primero queda expresado porque
nace de padres ancianos; lo segundo porque ya en el seno de su madre

Deum quaerimus mediatorem? Quia mediator unius non est, Deus autem unus est. In-
ter quid et quid sit mediator, invenimus ipso Apostolo dicente: Unus enim Deus, et
unus mediator Dei et hominum, homo Christus Iesus. Si non iaceres, mediatorem ne-
cessarium non haberes: quia vero iaces, et surgere non potes, mediatorem quodammo-
do Deus tibi porrexit brachium suum».
25. PL 38, 1327-1335.
26. Sermo 293, 2 (PL 38, 1328).
27. Ibid.: «Sustinet ergo personam vetustatis, et praeconium novitatis. Propter per-
sonam vetustatis, de senibus nascitur: propter personam novitatis, in visceribus matris
propheta declaratur».

ScrTh 39 (2007/3) . 747


G £ S A R IZQUIERDO

se muestra como profeta. Juan, por tanto, desempena una cierta media-
ci6n entre la preparacion y la realizaci6n al presenjtarse como el que
muestra la continuidad entre ambos Testamentos por pertenecer a am-
bos y, consecuentemente, por no pertenecer exclusivamente a uno de
ellos. No s6lo forma parte de la continuidad —con' mas raz6n lo hace
Maria— sino que lo especifico suyo es que la da a conocer siendo la voz
que anuncia la palabra. En este sentido su «mediaci6n» signiflca que es
el precursor.
El n. 3 contiene el bellisimo texto agustiniano en el que el parale-
lismo entre Jesiis y Juan se establece a traves de la comparaci6n entre la
voz y la palabra: v^Ioannes vox ad tempus, Christus \Verbum in principio
aeternum» ^'. Ahora, la mediacion imperfecta del lirnite entre el Antiguo
y Nuevo Testamento del parrafo anterior evoluciona a la mediaci6n de
la voz entre la palabra y su significado. La voz sin palabra golpea el aire
pero no edifica el coraz6n, afirma el Santo. Y a continuaci6n describe el
proceso de comunicacion por medio de la voz y de la palabra:
«Si pienso en algo para decirlo, ya esta la palabra en mi coraz6n;
pero, si quiero hablarte a ti, me preocupo de c6rrio podra estar en tu co-
raz6n tambien lo que ya esta en el mfo. Buscando el modo como puedo
Uegar a ti y plantar en tu corazon la palabra que ya esta en el mi'o, asu-
mo la voz, y, una vez asumida, te hablo. El sonido de la voz te conduce
hasta la comprensi6n de la palabra; y, una vez que ha cumplido esta fun-
ci6n, el sonido pasa, pero la palabra que el sonido llevo hasta ti esta ya
en cu coraz6n sin haberse alejado del

La distinci6n entre la voz y la palabra pone de relieve la realidad


espiritual e interior de esta ultima. La voz es el Vehiculo, el medio de
transporte adecuado a la palabra. Sin palabra, la voz es mero sonido, fla-
tus vocis carente de forma y de significado. La pilabra llena a la voz de
contenido, y a su vez la voz manifiesta la palabra y es el medio para que,
sin dejar de estar en el hablante, Uegue a aposentarse tambien en el que
escucha. i
La tercera imagen que prepara la exposicion del mediador es la de
la Iuz, las tinieblas y la lampara. De nuevo encontramos aqui dos extre-

28. /W., n. 3 (PL 38, 1328).


29. Ibid. {VL 59,, 1329).

748 ScrTh 39 (2007/3)


MEDIATORIS SACRAMENTUM: CRISTO MEDIADOR EN SAN AGUSTfN

mos —Iuz, tinieblas— que no se anulan sino que coexisten en la lam-


para. La lampara es el punto de encuentro entre la Iuz y las tinieblas. La
lampara solo puede iluminar porque hay tinieblas y porque al mismo
tiempo tiene Iuz. (^No hay en esta mediacion de la lampara un germen
de dialdctica de afirmaci6n y negaci6n?) Segiin San Agustin, los judios
no podian contemplar la claridad del dia (Cristo) y se refugiaron en las
tinieblas de su corazon. «Los ojos enfermos temen la Iuz del dia a la vez
que soportan los de una lampara. Por esta razon, el dia a punto de Uegar
mando delante a la lamparaw'". Juan era la lampara que anunciaba la Iuz
de Cristo a las tinieblas en las que vivian los judios.
Agustin utiliza finalmente la imagen del «paraninfo» —amigo que
hace de padrino en una boda— para designar la funci6n de Juan res-
pecto a Cristo. Pero anade inmediatamente que el mismo Cristo, el es-
poso, es tambien el mediador entre Dios y los hombres. «Siendo tan
grande la distancia, ^por donde tendriamos que caminar para Uegar a
Dios? Dios permanece siendo Dios, pero se une el hombre a Dios y re-
sulta una sola persona». La mediacion que se realiza en Cristo es absolu-
tamente linica, plena y perfecta. Cristo no es un semidi6s, alguien que
es en parte Dios y en parte hombre, es decir, ni verdaderamente Dios ni
hombre pleno. «Ipse Deus, Deus manet: accedit homo Deo, etfit una per-
sona (...) totus Deus et totus homo»^\
El mismo Cristo es a la vez «Dios liberador» y «bombre mediador».
S6lo a traves de Cristo Uegamos a Dios: la ruta es «por aquello que so-
mos en el a aquel por quien fuimos hechos» ". El obispo de Hipona in-
siste tambien en este texto en que Cristo es mediador no en cuanto Dios,
sino en cuanto se hizo hombre. «En cuanto Dios no es mediador, sino
igual al Padre, lo mismo que el Padre, un solo Dios con el» ".

30. Ibid., 4: «Infirmi oculi diem expavescunt, lucernam ferunt. Ideo praemisit lu-
cernam dies Venturas (...) Illi continuo repercussi, et quamvis tenuiter radiante die, ad
palpandum compulsi, quoniam claritatem illam speculari non poterant, ad sui cordis
tenebras confugerunt» (PL 38, 1329).
31. /^/df., 7 (PL 38, 1332).
32. El texto completo es como sigue: «Ipse Deus, Deus manet: accedit homo Deo,
et fit una persona, ut sit non semi-deus, quasi parte Dei Deus, et parte hominis homo;
sed totus Deus et totus homo: Deus liberator, homo mediator; ut per ilium ad ilium,
non per alium, nee non ad ilium; sed per id quod in illo nos sumus, ad ilium per quem
facti sumus» {ibid, 7: PL 38, 1332).
33. Ibid. Y en el mismo pasaje insiste mas adelante: «non enim per hoc mediator est,
quod Deus est; sed per hoc mediator, quia factus est homo» (PL 38, 1332-1333).

ScrTh 39 (2007/3) 749


GfiSAR IZQUIERDO

3. LA MEDIACION

Se debe precisar todavia mas la naturaleza de la mediaci6n que es


propia del Verbo encarnado. La controversia de Agustin contra la me-
diaci6n plat6nica, tal como la hemos visto, invita atello.Un primer as-
pecto a tener en cuenta es el de la distinci6n entre mediador e interme-
diario. Para el platonismo —que en este punto refleja una practica
corriente— la mediaci6n tiene lugar cuando alguien ajeno a dos partes
separadas o en conflicto ejerce sus oficios para ponerlas en relaci6n. En
realidad no se trata de un mediador, sino de un intermediario que reali-
za exclusivamente una funci6n ocasional y transitoria, la de lograr un
punto de encuentro entre los que estan alejados. Una vez terminada su
funci6n, deja de ser intermediario o «mediador». Al subrayar que esa
«mediaci6n» es transitoria se pretende poner de relieve que carece de to-
da significaci6n ontol6gica. fiste seria el caso de los demonios plat6nicos
que, al no ser dioses ni hombres, podrian en principio desempeiiar una
funci6n «mediadora» entre ellos —que inclinaria en todo caso al mal—,
pero no pueden ser realmente mediadores.

Una verdadera mediaci6n no puede tener corno linico fundamento


una acci6n contingente, por importante que sea, sino que tiene que al-
canzar al ser, a la ontologia: s6lo es mediador el que esta permanente-
mente a la vez en los dos polos que se deben poner en relaci6n, es decir,
el que es a la vez una y otra cosa. Todo eUo apunta evidentemente en San
Agustin a las dos naturalezas de Cristo y a la encarnaci6n del Verbo'^.
Ahora bien, como ya se ha apuntado anteriormente, la ontologia de la
mediaci6n de Cristo ha de ser considerada tambien a la Iuz de la soterio-
logia, es decir, del modo concreto como Cristo reaJiza esa mediaci6n. De
este modo, la mediaci6n de Cristo se presenta como realidad clave a la
hora de comprender la unidad de la cristologia en la que «ontologia de
Cristo» y «salvaci6n realizada por fil» son dos caras de la misma moneda,
inseparables porque forman parte de la linica realidad de Cristo Salvador.
La mediaci6n de Cristo es absolutamente linica hasta el punto de
que se identifica con la persona del Mediador. Cristo es mediador por la
inseparable uni6n de la divinidad con la humanidad en su persona:
I
I

34. Cfr. H. DROBNER, «Cristo, mediador y redentor», eri J. OROZyJ.A. GALINDO, El


pensamiento de San Agustin para el hombre de hoy, II, Edicep, Valencia 2005, 415-417.

750 i ScrTh 39 (2007/3)


MEDIATORIS SACRAMENTUM: CtUSrO MEDIADOR EN SAN AGUSTfN

«No es mediador si se prescinde de la divinidad; tampoco lo es si


se prescinde de la humanidad. La divinidad sin la humanidad no es me-
diadora, lo mismo que tampoco lo es la humanidad sin la divinidad. Pe-
ro entre la sola divinidad y la sola humanidad esta la divinidad humana
y la humanidad divina de Cristo, que si es mediadora*''.
La mediaci6n de Cristo es resultado de la suprema solidaridad del
Verbo con la humanidad pecadora a la que reconcilia con Dios al asu-
mirla en la encarnacion. Si se alejara de Dios o de los hombres no po-
dria ser Mediador ^^. De este modo, el Mediador esta en el punto medio:
«^Qu^ significa ese punto medio? Significa que no esta ni arriba ni
abajo. ^De qud modo no esta ni arriba ni abajo? No estd arriba por la car-
ne; no esta abajo porque no es pecador. En cuanto Dios, estd siempre arri-
ba. En efecto, no vino a nosotros abandonando al Padre. Parti6 de noso-
tros sin abandonarnos. Vendra a nosotros sin dejar de estar con £l»".
Este texto —asi como el de Confessiones X, 42, citado inmediata-
mente antes— pone de relieve la «dial^ctica» de la mediaci6n de Cristo,
es decir de un movimiento que avanza a traves de la afirmaci6n y nega-
ci6n. El «arriba» de Cristo s6lo existe en cuanto negado, del mismo mo-
do que su «abajo». La unidad y la acci6n de Cristo indican una forma de
ser en la que la humanidad y la divinidad son afirmadas y al mismo
tiempo «negadas», ya que solo existen en cuanto «divina humanitas» y
«humana divinitas>K No se trata, evidentemente, de una contradicci6n si-
no solamente de una negaci6n relativa: la humanidad de Cristo muestra
la forma humana de Dios, en tanto que la divinidad hace lo propio con
el modo divino de ser hombre. Los limites de esta dial^ctica estan en

35. Sermo 47, 21 (PL 38, 310): «Deus cum Patre, quia homo cum hominibus. Non
mediator homo praeter deitatem; non mediator Deus praeter humanitatem. Ecce me-
diator. Divinitas sine humanitate non est mediatrix, humanitas sine divinitate non est
mediatrix. Sed inter divinitatem solam et humanitatem solam mediatrix est humana di-
vinitas et divina humanitas Christi».
36. ConfessX, 42 (PL 32, 808): .(Mediator autem inter Deum et homines oportebat
ut haberet aliquid simile Deo, aliquid simile hominibus, ne in utroque hominibus si-
milis longe esset a Deo, aut in utroque Deo similis longe esset ab hominibus, atque ita
mediator non esset».
37. Sermo 121 (PL 38, 680): ..Per hoc Mediator in medio. Quid est: in medio? Nee
sursum nee deorsum. Quomodo nee sursum nee deorsum? Nee sursum quia caro, nee
deorsum quia non peccator, sed tamen in quantum Deus, semper sursum. Non enim
sic venit ad nos ut dimitteret Patrem; a nobis ivit, ivit et non nos dimisit; ad nos veniei:
et ilium non dimittet».

ScrTh 39 (2007/3) 751


ceSAR IZQUIERDO

aquello que negaria verdaderamente la humanidad o la divinidad como,


por ejemplo, seria privar a Cristo de libertad, o atribuirle el pecado. San
Agustin admite que Cristo se ha hecho «infirmus», pero no «iniquus»^^.
La mediaci6n de Cristo, finalmente, es expresion y fuente de la so-
lidaridad plena con los hombres: con todo el hombre, y con todos los
hombres. De ese modo puede ser «mediator et reconciliator»^^.

4. ((MEDIATOR, QUL\ HOMO» '

El mediador es, pues, mucho mas que un intermediario encarga-


do de manera contingente para relacionar dos extremos. Su naturaleza
lleva en si la mediaci6n entre Dios y los hombres porque esta a la vez en
el nivel de Dios y en el nivel de los hombres. fista es la condici6n radi-
cal de la verdadera mediaci6n, la pertenencia a Dios y a los hombres.
Agustin precisa, sin embargo, que Cristo es mediador no en cuan-
to Dios sino en cuanto hombre''°. La precisi6n no carece de interes, da-
do que parece subrayar una mayor propiedad de la humanidad para de-
sempefiar el papel de mediador. Si ha afirmado que el mediador debe
pertenecer al mismo tiempo a la divinidad y la humanidad (la divina hu-
manitas y la humana divinitas antes citadas), ^por qu^ la insistencia en
subrayar que Cristo es mediador no en cuanto jDios sino en cuanto
hombre? ^No sucede en realidad que solamente puede ser mediador lini-
co y absoluto en la medida en que es a la vez perfecto Dios y perfecto
hombre? '
I
I
La respuesta a la pregunta de por que atribuye la mediaci6n a la
humanidad de Cristo y la excluye de la divinidad se encuentra en primer
lugar en el texto de 1 Tim 2,5 en el que el mediador es ((el hombre Cris-
to Jesiis)). Lo que justifica la distinci6n agustiniana que reserva a la hu-
manidad de Cristo la funci6n mediadora es la uni6n de las dos natura-
lezas, sin confusi6n ni mezcla en Cristo"". De este modo la divinidad
queda preservada de toda alteraci6n: el principio y el t^rmino de nues-
I
I

38. InPs29. ;
39. 5. Dolbeau 26, 44 (p. 690). Cfr. In Ioannis evangelium tractatus 41, 5.
40. In Ps 103 (PL 37, 1383); De Civit. DeiXl, 11 ( P L | 4 1 , 268; 317).
41. H. DROBNER, ..Cristo, mediador y redentor», cit., 4l6.

752 ScrTh 39 (2007/3)


MEDIATORIS SACRAMENTUM: GRISTO MEDIADOR EN SAN AGUSTfN

tra liberacion es Dios, en tanto que Cristo hombre es el artesano que


conduce a ella.
Pero no se trata solamente del texto de 1 Tim 2,5, sino que el Hi-
ponense plantea la imposibUidad de que el mediador lo sea por su divi-
nidad: en cuanto Verbo, el Verbo no esta en medio porque es igual a
Dios, y Dios es uno ''^. El mediador no esta entre el Padre y los hombres,
sino entre Dios y los hombres. Dios es la Trinidad, es decir. Padre, Hijo
y Espiritu Santo. Al hacerse hombre, el mediador se sitiia entre la Trini-
dad y los hombres debiles y pecadores. El mediador —infirmus, pero no
iniquus— se aproxima a los hombres por la debilidad, y al no ser peca-
dor, une a los hombres con Dios '*'.
A lo anterior cabe aiiadir, como hace R^my, que seria contradicto-
rio fundar la mediacion sobre la trascendencia divina que, por defini-
cion, supone una distancia respecto al hombre. No queda entonces otra
soluci6n que apoyar la mediacion en la humanidad. En efecto, la hu-
manidad deja clara la distancia entre la trascendencia de Dios y los pe-
cados de los hombres, y al mismo tiempo s6lo se puede concebir como
criatura de Dios, de forma que aunque no hay nada del hombre en Dios,
si hay algo de Dios en el hombre. Hay una logica en esa observaci6n
(aunque la teologia moderna que no entiende la antropologia separada
de la cristologia tendria bastante que matizar). En todo caso, la huma-
nidad de Cristo solamente puede ser mediadora si pertenece al Verbo en-
carnado. El ((entre Dios y los hombres» no puede ser un Dios o un hom-
bre incompletos, sino que debe reunir la divinidad y la humanidad, el
camino y el termino, la via y la patria.
Al poner tanto enfasis en que Cristo es mediador en cuanto hom-
bre, Agustin subraya el misterio de la encarnaci6n. Mas aiin, pone espe-
cialmente el acento en la humildad, en la <.<.forma servi» del mediador''''.
Dios no necesita mediacion alguna para Uegar a los hombres. Es el hom-

42. ConfessX, 43, 68 (PL 32, 808): .<In quantum enim homo, in tantum mediator,
in quantum autem Verbum, non medius, quia aequalis Deo et Deus apud Deum et si-
mul unus Deus».
43. In Ps 29 (PL 36, 2\6).
44. Cfr. G. RfiMY, ..La theologie de la mediation selon Saint Augustin», en Revue
Thomiste, 91 (1991) 593-597. <.En termes de rrfdrences scripturaires, 1 Tim 2,5 prd-
suppose Ph 2,2-11» (p. 593). Ver tambidn A. VERWILGHEN, Le Christ midiateur selon
Ph 2,6-7, dx..

ScrTh 39 (2007/3) 753


CeSAR IZQUIERDO

bre el que sin la mediaci6n de Cristo no puede Uegar a Dios; y esa me-
diaci6n s6lo es efectiva si al encarnarse, el Verbo de L)ios se pone al mis-
mo nivel del hombre «miser» y mortal. I
La precisi6n de que Cristo es mediador «per eo^ quod homo» puede
ser re-pensada a la Iuz de otros autores, como Tomas de Aquino, y de la
noci6n misma de mediaci6n.
I
I

Tomas afirma que el Verbo es medium entre el Padre creador y las


criaturas. La explicaci6n se basa en el medio que existe entre el agente y
el paciente: ((Y de este modo, el Hijo es medio entre el Padre creador y
la criatura hecha por medio del Verbo; pero no es medio entre el Padre
creador y la criatura, porque el mismo Verbo es tambien Dios creador»''\
Este medio, que es la forma con la que actiia el agente, esta siempre mas
cercano al agente porque esta en 6\ «secundum ver;itatem rei», mientras
que en el paciente se halla «secundum sui similitudinem» '*'.
^Es apropiado juzgar la afirmaci6n de San Agustin sobre la base de
las afirmaciones de Santo Tomas, teniendo en cuenta la diferencia de
perspectiva que hay entre ellos a la hora de tratar de creaci6n? En reali-
dad no se trata de concluir en un juicio de mayor o menor acierto da-
dos los diversos puntos de partida y las distintas filosofias en que se ba-
san los juicios respectivos. Queden al menos las afirmaciones de Tomas
como elemento que relativiza la insistencia agustiniana en que el Verbo
s6lo es mediador en cuanto hombre. El obispo de Hipona, por lo demas,
se ha limitado a presentar la mediaci6n por su vinculo con la salvaci6n,
y no se ha planteado la posible relaci6n con la creaci6n. Por eso, no ofre-
ce una exegesis original sobre los textos del Nuevo Testamento que rela-
cionan la creaci6n con Cristo (por ejemplo. Col 1,15-20; Jn 1,3.10).
Aunque se refiere a Col l , 1 5 y a j n 1,10 en varios lugares de sus obras ^^,
Agustin se preocupa, sobre todo, de la igualdad de las personas divinas
y de la comunidad de su operaci6n ad extra^". '

Hemos aludido tambidn a la naturaleza de una verdadera media-


ci6n. Agustin parece sentenciar con la afirmaci6n de que «unitatem te-

45. TOMAS DE AQUINO, De veritate, q.4, a. 1 ad 3. '


46. Ibid, 3d 4. I
47. Por ejemplo en: De Genesi ad lit. V, 14, 31 (PL 34, 332); In Ioannis evangelium
tractatus. 105, 2 (PL 35, 1904); Sermo 2\2, 1 (PL 38, io|58s), etc.
48. Cfr. G. RfiMY, Le Christ Midiateur, II, cit., 121-122.
I

754 I ScrTh 39 (2007/3)


MEDIATORIS SACRAMENTUM: CRISTO MEDIADOR EN SAN AGUSTfN

neat divinitas, medietatem suscipiat humanitas», del serm6n 293. Pero en


realidad no se pueden separar la unidad y la mediaci6n (aunque el texto
no nombra la mediatio, sino la medietas, asunto sobre el que trataremos
mas adelante), es decir la divinidad ni la humanidad del mediador ya
que s6lo es tal en la medida en que es perfectus Deus, perfectus homo. Lo
habia formulado bellamente al hablar de una divina humanitas y una hu-
mana divinitas. La ((tensi6n» —o mejor, la ((unidad»— que se da en Cris-
to entre su ser Hijo de Dios y hombre da lugar a un modelo de realidad
—a una mediaci6n— que no conviene olvidar porque es una Iuz de ina-
preciable capacidad para juzgar de la realidad y especialmente del hom-
bre y su devenir.
Quizds sin embargo se pueda dar un paso adelante. ^Por qud me-
dietas en lugar de mediatio'i La medietas designa la parte central, el
punto medio, la mitad de algo. Tiene por tanto un sentido mas bien
estatico y descriptivo. Mediatio., en cambio, evoca el dinamismo pro-
vocado por alguien con el fin de reconciliar o poner de acuerdo. En es-
te sentido, la medietas es condicion de la mediatio: s6lo quien esta en
medio puede ejercer una mediaci6n. La humanidad de Cristo es el
punto medio establecido por Dios, que hace posible que Cristo sea
mediador y lo sea, siendo Dios, precisamente en cuanto hombre. Aho-
ra bien, la medietas de Cristo necesita de una precisi6n ya que propia-
mente hablando no hay un punto medio entre Dios y los hombres ya
que no hay ni puede haber igualdad. Por eso la insistencia de Agustin
en que Cristo es mediador en cuanto hombre sefiala el fundamento de
gracia de la mediaci6n. Por la encarnaci6n, el Verbo de Dios ha des-
cendido al nivel de los hombres, se ha hecho cercano a eUos mediante
su humanidad. Pero en cambio, no significa que se hayan roto las ((ba-
rreras» ontol6gicas: el hombre ha sido hondamente afectado por la en-
carnaci6n de Cristo que le ha divinizado. Para Dios en cambio, la
encarnaci6n es la accion libre mediante la cual se da a conocer en su
aut^ntica realidad de Amor y de Padre sin por ello experimentar nece-
sidad ni cambio.

Mas alia de las necesarias precisiones dogmaticas, se abre una inte-


resante via para la reflexi6n teol6gica. En efecto, a partir del subrayado
que San Agustin hace de la humanidad de Cristo como base de la me-
diacion se apunta en realidad a la noci6n de sacramento.

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G £ S A R IZQUIERDO

5. ((SACRAMENTUM MEDL\TORIS» |
I

Dilucidar qu6 entiende San Agustin por sacramentum es empeiio


que va mucho mas aUa del objetivo de este trabajo,i'y el mero intento de
ofrecer alguna aproximacion, por poco ambiciosa que sea, no es tarea de
corto alcance. Ya en 1924 constataba J. de Chellinck que en los escritos
de San Agustin, ((el termino sacramentum se presenta con una increible
diversidad de sentidos, ademas del de rito»"". En un conocido trabajo de
C. Couturier, los diversos usos de sacramentum por Agustin son clasifi-
cados en tres apartados: sacramentum-mo, sacramentum-simholo y sacra-
mentum-misteno'". Los significados que predominan tienen que ver con
algunos sacramentos, como el bautismo, la eucaristia y el matrimonio;
en otros casos se refieren a acontecimientos de la jvida de Jesiis como la
transfiguracion", la resurreccion", etc. . j
Para nuestro proposito, interesan los textos agustinianos que de-
signan como sacramentum a Cristo mismo en su totalidad, es decir, no
a uno u otro momento de su vida". A su vez, ila base de interpreta-
ci6n es la descripci6n elemental de sacramento que hace nuestro
autor: nAccedit verbum ad elementum et fit sacramentum-o''^. El sacra-
mento es el medio en que se encuentran lo visible y lo invisible, con-
dicionandose mutuamente: ((Videte magnum sacramentum. Ab illo pro-
fundo quod non vides, surgit totum quod videsi^'"''. A la Iuz de este
principio se entiende la afirmaci6n de que este es el ((sacramento de la
humanidad y de la divinidad de Cristo que se ha manifestado en la

49. J. DE GHELLINCK, Pour I'histoire du mot «sacramenium», Spieilegium saerum lo-


vaniese, Louvain 1924, 16. |
50. C. COUTURIER, ..Saeramentum et Mysterium dans l'oeuvre de Saint Augustin»,
en H. RoNDET, M. LE LANDAIS, A . LAURAS, C . COUTURIER, Etudes augustiniennes,
Beauehesne, Paris 1953, 171ss. \
51. 5f/772o 78 (PL 38, 493).
52. Sermo23\, 2 (PL 38, 1104).
53. Sesboud titula «Del Cristo mediador al Cristo sacrdmento» un epigrafe de su ex-
posiei6n sobre el mediador en San Agustin. El mismo autor afirma: ..Agustfn pone,
eon la idea de Cristo saeramento, un jalon que sera feeundo en la teologia oecidental»
(B. SEShOXit, Jesucristo, el linico mediador, I, Seeretariado Trinitario, Salamanca 1990,
108s). \
54. In Ioannis evangelium tractatus 180, 5 (PL 35, 1840).
55. Sermo\65,3{VL3^,9Q?>). I
56. Denaturaet gratia 2,2 {Vh 44, 24i). \

756 I SerTh 39 (2007/3)


MEDIATORIS SACRAMENTUM: CmSrO MEDIADOR EN SAN AGUSTfN

Al referirse a Cristo como sacramentum, Agustin suele exclamar:


jgran sacramento!". En el serm6n 293 explica: ((iba a venir Cristo en la
carne: no un cualquiera, ni un angel, ni un enviado, sino el mismo pa-
ra salvarlos». A lo cual anade: ((esta divina dispensacion nos deja ver un
gran sacramento» '^ En el sermon 200, desentrafia el significado de sa-
cramentum a partir de la epifania: ((jGran sacramento! Reclinado en el
pesebre, conducia a los Magos de oriente. Estaba escondido en el esta-
blo, y era proclamado en el cielo. Y el reconocido en el cielo se manifes-
taba en el establo» ".
Los textos podrian multiplicarse. Pero los pasajes en los que San
Agustin despunta de un modo especialmente original al referirse a Cris-
to como sacramento son aquellos en los que se relaciona el sacramento
con el mediador, dando lugar a la expresi6n «mediatoris sacramentum».
Estos dos terminos (que a veces aparecen al reves: sacramentum mediato-
ris) se encuentran, en contextos diversos, al menos en ocho pasajes del
corpus agustiniano ^''. No todos designan el ser humano-divino de Cris-
to; algunos de ellos se refieren al sacramento del bautismo, Uamado asi,
usacramentum mediatoris>->^\ o incluso a la Iglesia.

57. Cfr. entre otros: Sermo 165, 3 (PL 38, 903); Sermo 200 (PL 38, 1029); 201 (PL
38, 1031). Citando 1 Tim 3,16, habia de ..magnum pietatis saeramentum»: Sermo'104
(..magnum est pietatis sacramentum, quod manifestatum est in earne»: PL 38, 1037).
58. Sermo 293 {VL 3?., 1330).
59. Sermo 200: ..Magnum saeramentum. In praesepi tune iaeebat, et Magos ab
Oriente dueebat. Abseondebatur in stabulo, et agnoseebatur in eoelo; ut agnitus in
eoelo manifestaretur in stabulo, et appellaretur .<Epiphania» dies iste, quod latine ma-
nifestatio dici potest: simul eius celsitudinem humilitatemque commendans, ut qui in
aperto eoelo signis sidereis monstrabatur, in angusto diversorio quaesitus inveniretur;
invalidus infandlibus membris, involutus infantilibus pannis, adoraretur a Magis, ti-
meretur a malis».
60. nMediatoris sacramentum>-> no es una expresi6n exelusiva de San Agustin, aunque
fue el primero en utilizarla. Apareee tambidn en Fulgeneio de Ruspe, en Eugypio Aftiea-
no y mas tarde en Isaae de la Estrella y otros: FULGENCIO, EpistolaXVlll, 5 (CCL 91 A);
Ad Trasimandum III, 1, 13 (PL 65, 244); EUGYPPIUS AFRIGAE, Thesaurus VII, 10; XVI
(PL 62, 583.592). Mis tarde, Hinemaro y Prudeneio Treeense la utilizan usando palabras
literales de San Agustin (PL 125, 156. 406; 115,1267); ISAAG A STELLA, Sermo9(SC 130,
p. 215). En Fulgeneio el sentido es eristol6gico; en Isaae apunta mis bien, desde Cristo,
a la Iglesia. Sobre este ultimo, cfr. P SYSSOEV, .."Sacramentum Mediatoris": I'Eglise com-
me saerement de l'unitd chez Isaae de r£toile», en Revue thomiste, 107 (2007) 91-133.
61. En la Epistola 166 apareee la artieulaei6n del sentido baurismal del ..saeramen-
tum mediatoris»: ..Quaeeumque autem sine gratia Mediatoris et Sacramento eius, in
qualibet corporis aetate, de corpore exierit, et in poenam futuram, et in ultimo iudicio
recepturam corpus ...» (PL 33, 723). Cfr. Epistola 190 (PL 33, 861). De Genesi adLit-
teram libri duodecim 10, 14, 25; 16, 18 (PL 34, 418); Contra lulianumV (PL 44, 791).

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CfiSAR IZQUIERDO

Al menos tres, sin embargo, tienen sentido directamente cristol6-


gico. En la carta a Orosio contra los priscilianistas y origenistas escribe:
((Tambien se dice esto mismo del reino de Cristo, no en cuanto que en
el principio el Verbo Dios estaba con Dios, pues jamas nadie ha dudado
que bajo este aspecto sea rey de todos los siglos; sino en cuanto, la asun-
ci6n del hombre, y el "mediatoris sacramentum", y la encarnacion de la
Virgen clarisimamente se afirma que su reino no te'ndra fln»". A su vez
en De nuptiis et concupiscentia relaciona el ^sacramentum mediatoris» con
la carne de Cristo*'. \
El texto mas claro es el del Enchiridion defide, spe, caritate»:
((El mismo linico mediador entre Dios y los hombres, el hombre
Cristo Jesiis, Jesucristo, no hubiera podido liberarnos si no hubiera sido
a la vez Dios. Cuando fue creado Adan, el hombre era recto y no tenia
necesidad de un mediador. Pero cuando el pecadc) traz6 un abismo entre
Dios y el g^nero humano, fue necesario un mediador que fiie el linico
que naci6 sin pecado, vivi6 y fue inmolado para reconciliarnos con Dios
y merecernos con la resurrecci6n de la carne la vida eterna. Asi la humil-
dad de un Dios debfa convencer y curar al honibre de su orgullo, y el
hombre podia medir cuanto se habia apartado di Dios al ver que hacia
falta un Dios encarnado para salvar esa distancia; un Dios hombre que
diera al hombre rebelde ejemplo de obediencia. (...) fistas son las conse-
cuencias de tan gran «mediatoris sacramento»; y hablo de las que pueden
descubrir y expresar las almas mas perfectas y tambien de las que s6lo
pueden ser vistas pero no dichas» ^. j

Un primer analisis de la expresion podria dar la impresi6n de que


es reduplicativa: en realidad, el mediador en cuanto Dios y hombre ver-
dadero ya incorpora el significado basico de sacraniento, es decir de una
realidad sensible que es portadora de significado y eficacia de gracia. Ha-
bria, sin embargo, que ir mas alia para hacernos cargo de lo que se indi-
ca verdaderamente con esta bella expresi6n de «sacramentum mediatoris».
Todo sacramento es fruto de la mediaci6n de Cristo, pero al Uamar
sacramento al mismo Mediador se estan subrayando aspectos funda-
mentaies de la persona y de la mediacion de Cristo. No se trata sola-

62. Ad Orosium contra Priscillianistas et Origenistas 7, 8 (PL 42, 637).


63. De nuptiis et concupiscentia 11 (PL 44, 449). |
64. Enchiridion defide, spe, caritate, 28, 108 (PL 40, 282).

758 SerTh 39 (2007/3)


MEDIATORIS SACRAMENTUM: CRISTO MEDIADOR EN SAN AGUSTiN

mente de la inseparabilidad entre lo visible e invisible en Cristo, sino so-


bre todo del caracter de signo, mas aiin, de signo de gracia. Dicho en
otras palabras, el «sacramentum mediatoris» pone sint^ticamente de ma-
nifiesto que la naturaleza ontol6gica del Mediador no es todo, sino que
se debe necesariamente completar con la funcion salvifica.
La salvaci6n realizada por el Mediador la expresa San Agustin de
muchas maneras, de las cuales la mas importante es la de restablecimien-
to de la union con Dios: el pecado traza un abismo entre el hombre y su
Creador, y el Mediador restablece la uni6n. Hay sin embargo otras re-
presentaciones de la salvaci6n, como la que se expresa mediante el des-
censo del Verbo a la tierra, y la vuelta al cielo como cabeza del cuerpo:
((Baj6, pues, del cielo, por su misericordia, pero ya no subi6 ^1 solo,
puesto que nosotros subimos tambien en 6\ por la gracia. Asi, pues, Cris-
to descendi6 ^1 solo, pero ya no ascendi6 61 solo; no es que queramos con-
fundir la divinidad de la cabeza con la del cuerpo, pero si afirmamos que
la unidad de todo el cuerpo pide que ^ste no sea separado de su cabeza»''.

6. MEDIADOR Y SACERDOCIO

La relaci6n entre la mediaci6n y el sacerdocio de Cristo es un da-


to teol6gico casi evidente. Por ser mediador, Cristo es sacerdote. La me-
diaci6n de Cristo no se agota en el sacerdocio de Cristo, pero en cambio
^ste ultimo cae todo ^1 en el campo de la mediaci6n.
En Agustin, sin embargo, las referencias a Cristo mediador y a
Cristo sacerdote parecen seguir inicialmente caminos independientes.
Ambos titulos estan presentes en sus obras, y no infrecuentemente apa-
recen relacionados, pero el lector tiene la impresi6n de que en la mente
del Santo las relaciones entre la mediaci6n y el sacerdocio de Cristo no
nacen de una raiz comiin —la mediaci6n concretada de modo linico en
el sacerdocio—, sino que mas bien surgen como resultado de elementos
extrinsecos.
Aunque inicialmente no aparezcan bien integrados ((Cristo media-
dor» y ((Cristo sacerdote» en los escritos agustinianos, es verdad al mis-

65. Sermo de ascensione Domini, Mai 98, 2 (PLS 2, 495).

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GfiSAR IZQUIERDO

mo tiempo que no pueden ser ajenos el uno al otro! Cristo es mediador


y es sacerdote, y en la persona de Cristo ambos aspectos convergen en
unidad. Pero parece tener razon Jones cuando afirrria que los titulos de
mediatory de sacerdos son utilizados por el obispo de Hipona no solo pa-
ra describir la realidad de Cristo, sino tambien en contra de determina-
das teorias. Asi, Cristo mediador seria tambien la respuesta a las pro-
puestas de falsos mediadores como el diablo y sus demonios, como ya
hemos visto. En cuanto a Cristo sacerdos incluiria, ademas del significa-
do cristol6gico, una intencion pol^-mica en contra de los sacerdotes pa-
ganos y de los medicos teiirgicos.
I

Esta independencia inicial entre mediator y sacerdos aplicado a


Cristo explicaria el hecho de que para Agustfn no|revistan importancia
tres de los cuatro lugares del NT en que se nombra a Cristo como me-
diador. Para €\ no parece haber otro texto sobre eljmediador que 1 Tim
2,5, mientras que Heb 8,6; 9,15; y 12,24 en los que se nombra a Cris-
to mediador en relacion con la nueva alianza no son considerados. La ra-
z6n puede ser que, como afirma La Bonnardi^rej ((San Agustin nunca
tuvo la intenci6n de estudiar la epistola a los Hebreos en cuanto tal, ni
por un fin exegetico ni pastoral» '^. Pero al mismo tiempo, debe acudir a
ella al tratar del sacerdocio de Cristo ya que solamente en este escrito del
NT se llama a Cristo sacerdote. I
I
En su importante obra sobre la mediaci6n de Cristo, C. Remy es-
tructura la mediaci6n y el sacerdocio desde un piinto de vista ontol6gi-
co: el ser {mediator) determina la acci6n {sacerehs, la obra redentora).
D.J. Jones responde con razon que no es correcta esa distribuci6n por-
que tambidn sucede al reves: que el mediador Cristo tiene que ver con la
salvacion y Cristo sacerdote con la identidad'^ Lp cual no significa que
sean intercambiables, porque el sacerdocio es una concreci6n de la me-
diaci6n. Por esta raz6n, como observa el mismo Jones, mediator se apli-
ca s6lo a Cristo, mientras que sacerdos tambien a todo el cuerpo. Para dis-
tinguirlo, Agustin anade que el sacerdocio de Cristo es unus, verus, solus.
En algunos textos, mediador y sacerdos aparecen yuxtapuestos. En
estos casos, el acento se pone en las dos acciones fundamentaies del
I

GG. A.-M. LA BONNARDifiRE, Lipitre aux Hebreux daris l'oeuvre de Saint Augustin,
fitudes Augusriniennes, Paris 1964, 146. j
67. D.J. JONES, Christus saeerdos in the preaching, 418.'

760 I SerTh 39 (2007/3)


MEDIATORIS SACRAMENTUM: CMSyO MEDIADOR EN SAN AGUSTfN

sacerdocio —la intercesion y el sacrificio por los pecados^"—, y en la re-


lacion con la Iglesia. Por ejemplo, tras comentar el modo como actuaba
el sacerdocio levitico, asi como sus limitaciones, el santo obispo exclama:
((Por eso, oh pueblo, elige a un sacerdote por el que no tengas que orar,
pero de cuya oracion puedas estar seguro. fiste es nuestro Seiior Jesu-
cristo, el linico sacerdote, el linico mediador entre Dios y los hombres,
el hombre Cristo Jesus» '^'. Esta intercesion pertenece a la historia, y ce-
sara en la escatologia:
«Contemplaremos a Dios Padre, Hijo y Espiritu Santo cuando Je-
sucristo, mediador de Dios y de los hombres entregue el reino a Dios Pa-
dre. Entonces ya no intercedera por nosotros como nuestro mediador y
sacerdote, Hijo de Dios e Hijo del hombre, sino que a su vez, en cuanto
sacerdote por la naturaleza de siervo asumida por nosotros, se sometera
a aquel que le ha sometido todas las cosas y al cual ^1 somete todo. En
cuanto Dios, le estaremos sometidos como ya lo estamos al Padre; pero
en cuanto sacerdote se sometera con nosotros al Padre»'".

Por lo que se refiere al sacrificio: «{elgran Sacerdote) se ofreci6 a si


mismo en su pasion por nosotros, a fin de que nosotros fu^ramos el
cuerpo de esa cabeza. Y se ofrecio segiin la forma de siervo. Ofreci6 esta
forma y en ella, se entrego. Segiin esta forma, es Mediador; segiin ella,
es Sacerdote, y segiin ella, es Sacrificio»^'. San Agustin compara los sa-
crificios de la antigua alianza con el sacrificio de Cristo. Aquellos eran
upromissivaflgura»del verdadero sacrificio uquod ei (uni vero Deo) unus
verus Sacerdos obtulit. Mediator Dei et hominum»''^.

En cuanto a la Iglesia, leemos en el sermon Dolbeau 26: ((El es el


linico sacerdote y por eso tambien mediador, cabeza de la Iglesia sin pe-
'^ El Mediador, cabeza de la Iglesia, es argumento central del ser-

68. Contra Faustum manichaeum 22, 17 (PL 42, 351): ..Hie per earnis suae saerifi-
eium saeerdos effectus, impetrat nobis indulgentiam».
69. In Ps 36, 2, 20 (PL 36, 377-378).
70. De Trinitl, 10, 20 (PL 42, 834).
71. De civitate DeiX, 20 (PL 42, 298): .<Unde verus ille Mediator, in quantum for-
mam servi aeeipiens mediator effeetus est Dei et hominum homo Christus Iesus, eum in
forma Dei saerifieium eum Patre sumat, eum quo et unus Deus est, tamen in forma ser-
vi sacrificium maluit esse quam sumere, ne vel hac oceasione quisquam existimaret cui-
libet sacrificandum esse creaturae. Per hoe et saeerdos est, ipse offerens, ipse et oblatio».
72. Contra Faustum 22, 17.
73. S Dolbeau 26, 51 (p. 709); efr., tambidn, nn. 54 y 57 (713-715; 719-721).

ScrTh 39 (2007/3) 761


CfiSAR IZQUIERDO

m6n 341 ^1 En ese texto aparecen relacionados el mediador, la forma de


siervo, y la capitalidad de Cristo en la Iglesia. En cuanto mediador y ca-
beza de la Iglesia somos reconciliados con Dios en (Cristo: ((por el que es
mediador y cabeza de la Iglesia somos reconciliados con Dios por el sa-
cramento de la humildad y de la pasi6n y de la resurrecci6n y de la as-
censi6n y del juicio futuro»".
En ultimo termino, mediator y sacerdos convergen armdnicamente
en el ministerio de reconciliacion. Era necesario uri «mediator et reconci-
liatoro''^, un mediador que fuera reconciliador, que derribara el muro
que separaba a los hombres de Dios". ((Solamente somos reconciliados
si se elimina el obstaculo que esta en medio y en su lugar se pone lo que
falta. Hay, en efecto, algo en medio que separa, pero debe haber un me-
diador que reconcilia. El obstaculo que separa es el pecado; el Mediador
que reconcilia es el Seiior Jesucristo» ^*. La necesidad de un mediador
—y Agustin anade: ((es decir, de un reconciliad6r»— se ve adecuada-
mente cumplida con la acci6n propia del sacerddte que es el sacrificio:
con el ofrecimiento de un sacrificio singular del que eran sombra todos
los sacrificios de la Ley y de los Profetas ^'. I
Terminemos este trabajo glosando el texto denso de los tratados
sobre San Juan citado un poco mas arriba. El Hiponense presenta el pe-
cado como un estado de enemistad con Dios que s6lo puede ser restau-
rado por el sacrificio de quien era ajeno al pecado. Esa enemistad hace
que haya un obstaculo {medius) entre Dios y el hombre, de forma que la
reconciliaci6n s6lo puede darse si se quita ese medio que separa (el pe-
cado) y en su lugar se pone el mediator reconcilians que es el Sefior Jesu-
cristo. ((Para derruir el muro de separaci6n que es el pecado, vino aquel

74. Sermo 341, 1,1; 3,3; 3,4 (PL 39, 1493-1495).


75. Ibid, 3,4 (PL 39, 1495). j
76. S. Dolbeau 26, 44 (p. 690). Cfr. In Ioannis evangelium tractatus 4\, 5.
77. Sermo 361, 16 (PL 39, 1608): .<Ut autem mediator esset inter Deum et homi-
nes, inter iustum et iniustos, inter immortalem et mortales, assumpsit aliquid ab inius-
tis et mortalibus, servans aliquid cum iusto et immortali. Cum iusto enim et immorta-
li servans iustitiam, ab iniustis et mortalibus assumens mortalitatem, factus in medio
reconciliator, deiciens murum peccatorum nostrorumo. j
78. In Ioannis evangelium tractatus4\, 5 (PL 35. 1694).
79. Enchiridion defide, spe et caritate (PL 40, 248s): ..In hae ira cum essent homines
per originate peccatum, tanto gravius et pernieiosius, quanto majora vel plura insuper
addiderant, neeessarius erat mediator, hoe est reeoneiliator, qui hanc iram saerifieii sin-
gularis, cujus umbrae omnia sacrificia Legis et Prophetarum, oblatione placaret».

762 ' ScrTh 39 (2007/3)


MEDIATORIS SACRAMEN'TUM: GRISTO MEDIADOR EN SAN ACUSTfN

mediador, y el mismo sacerdote se hizo sacrificio» *°. El mediador recon-


cUia en su propia carne al hombre con Dios y salva la distancia que so-
lamente expresaba separaci6n. A partir de 6\, la distancia entre Dios y el
hombre es una distancia que une. Su carne es la que como sacerdote
ofrece en sacrificio.

C^sar IZQUIERDO
Facultad de Teologia
Universidad de Navarra
PAMPLONA

80. In Ioannis evangelium tractatus 4\, 5 (PL 35, 1695): ..Quomodo autem reconci-
liamur, nisi solvatur quod inter nos et ipsum separat? Ait enim per prophetam: Non
gravavit aurem ne audiat, sed peccata vestra separant inter vos et Deum. Quia ergo non
reconciliamur nisi ablato quod in medio est, et posito quod in medio sit. Est enim me-
dium separans, sed contra est mediator reconcilians; medium separans est peeeatum,
mediator reconcilians est Dominus Iesus Christus: Unus enim Deus, et unus mediator
Dei et hominum, homo Christus Iesus. Ut ergo toUatur maeeria separans quod est pee-
eatum, venit ille mediator, et faetus est saerifieium saeerdos ipse».

SerTh 39 (2007/3) 763

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