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EN LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA
www.edicioneszeiosis.blogspot.com
Nihil ostat: Pbro. Dr. Carlos R. TERCEIRO MUIÑOS
San Luis, 17 de junio de 2013
LA PERSONA DE CRISTO
EN LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA
ZEIOSIS
“Sólo el Verbo de Dios encarnado puede
enseñarnos la ciencia de Dios”1
A María Santísima
mi Madre amada
P. Alfredo Saez S. J.
Prefacio
1 Ef 3,8.
12 | Prefacio
4 Col 2,3 en Jo. Dam. Exp. Fidei III, 21; la edición crítica del Expositio Fidei
a la cual haremos referencia a lo largo de todo nuestro trabajo es Kotter
Bonifatius: Die Schriften des Johannes von Damaskos. Harausg. Vom Byzant.
Institut der Abtei Scheyrn, II. Expositio Fidei, besorgt von B. Kotter, Berlin-
New York 1973; en la introducción a dicha edición presenta los manuscritos
griegos que han llegado hasta nosotros. Refiere 257 manuscritos (cfr.
Einleitung; pp. XXX – XLVI.), lo cual demuestra el suceso histórico de esta
obra.
Parte I
El desarrollo de la cristología
antes de San Juan Damasceno
11 Su argumento era el hecho de que sólo Dios puede salvar y si en Cristo
había un alma humana habría que atribuir toda la pasión a la humanidad
y de este modo no sería posible la salvación dado que la unión del Lógos
con el hombre podía ser de alguna manera débil o un tanto extrínseca, cfr.
Simonetti, La crisi… cit., p. 369 (v. nota p. p. n. 48).
12 Para las distinciones de las ‘facciones’ dentro del mismo apolinarismo,
por el hecho de que algunos negaron el alma y otros simplemente el noús, ver
Grillmeier , Cristo en la tradición cristiana, Desde el tiempo apostólico hasta
el concilio de calcedonia (451), traducción de M. Olasagasti Gaztelumendi,
Sigueme, Salamanca 1997, pp. 525-542.
13 A partir de Eutiques el monofisismo, con sus variantes históricas de
monoenergismo y monotelismo, ocupará la reflexión cristológica de los
Padres y teólogos hasta el Concilio de Constantinopolitano III del 680-681,
y aún después, de hecho San Juan Damasceno escribirá un libro Contra los
Jacobitas, que eran los monofisitas de su tiempo. El difisismo (o diofisismo)
nestoriano surge en cierto modo como una reacción diametralmente
opuesta a la doctrina de Apolinar. La ortodoxia como punto medio, vendrá
garantizada por la reflexión teológica de los capadocios, de Cirilo de
Alejandría (aún cuando la reflexión de este último presenta dificultades de
orden terminológico), de los teólogos calcedonenses León Magno, Leoncio
de Bizancio y de los llamados neocalcedonenses y melquitas entre los cuales
Juan el Gramático, Leoncio de Jerusalén, Máximo el Confesor y San Juan
Damasceno; quedará plasmada en los Concilios de Éfeso (431), Calcedonia
(451), Constantinopla II (553) y Constantinopla III (680-681).
14 Los otros dos capadocios sustancialmente en esto siguen a Basilio
poniendo de relieve sobre todo los puntos antiapolinaristas.
20 | El desarrollo de la Cristología antes del Damasceno
M. Simonetti (a cura di), Il Cristo II, testi teologici e spirituali dal IV al VII
35 ���������������������������
secolo, Mondadori, Milano, VI ed. 2005, introducción a la Segunda carta de
Cirilo a Nestorio, p. 352 (t.p.).
Cyr. Ep. 2 ad Succ. ACO 1, 1, 6, 172, 3: ¹Hgno/hsan pa/lin oi¸ ta\ o)
36 ������
rqa\ diastre/fontej oÀti kata\ a)lh/qeia/n e)sti mi¿a fu/sij tou=
lo/gou sesarkwme/nh.
37 Si hay que hablar de un cierto ‘monofisismo’ en Cirilo hay que decir
que, se trata de un monofisismo ‘verbal’ pero no real. Cirilo, así como el
Concilio de Nicea usa indistintamente los conceptos de u`po,stasij y ouvsi,a,
pero del conjunto de sus escritos se deduce su doctrina ciertamente dio-
fisita. Se puede ver la posición de Simonetti al respecto en Studi di cristología
postnicena, Studia Ephemeridis Augustinianum 98, IPA, Roma 2006, p. 353-
370. Sobre esto tornaremos aún al considerar una cita explícita que San Juan
Damasceno realiza respecto de esta afirmación de San Cirilo.
38 La visión de Cirilo, constitutiva ya de la doctrina del Concilio de Éfeso,
emergerá notablemente luego del Concilio de Calcedonia en la reflexión de
los neocalcedonianos y constituirá el pilar fundamental del Concilio II de
Constantinopla del 551. Se desarrollará así una ‘cristología del Lógos’ con su
humanidad completa en una única hipóstasis.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 25
39 Las actas del Concilio afirman: “Pues, no decimos que la naturaleza del
Verbo, transformada, se hizo carne; pero tampoco que se trasmutó en el
hombre entero, compuesto de alma y cuerpo; sino, más bien, que habiendo
unido consigo el Verbo hipostáticamente una carne animada de alma
racional, se hizo hombre de modo inefable e incomprensible y fue llamado
hijo del hombre, no por sola voluntad o complacencia, pero tampoco por la
asunción de la persona sola, y que las naturalezas que se juntan en verdadera
unidad son distintas, pero que de ambas resulta un solo Cristo e Hijo; no
como si la diferencia de las naturalezas se destruyera por la unión, sino
porque la divinidad y la humanidad constituyen más bien para nosotros un
solo Señor y Cristo e Hijo por la concurrencia inefable y misteriosa en la
unidad (…) Porque no nació primeramente un hombre cualquiera, de la
santa Virgen, y luego descendió sobre Él el Verbo; sino que, unido desde el
seno materno, se dice que se hace suyo el nacimiento de la propia carne.”
DzH. 250 - 251.
40 “De esta manera ellos [los Santos Padres] no tuvieron inconveniente en
llamar madre de Dios a la santa Virgen, no ciertamente porque la naturaleza
del Verbo o su divinidad hubiera tenido origen de la santa Virgen, sino que,
porque nació de ella el santo cuerpo dotado de alma racional, a la cual el
Verbo se unió sustancialmente, se dice que el Verbo nació según la carne”.
DzH. 251.
41 Es el supuesto autor de la fórmula de unión del año 433, que quería poner
fin a la controversia que en fin se extendió más allá de la definición de Éfeso.
V. voz «Teodoreto de Ciro» por E. Cavalcanti en Diccionario Patrístico y de la
Antigüedad cristiana, A. Di Berardino (dirigido por), Sígueme, Salamanca,
1992, p. 2070ss.
42 De hecho no firmó la condena de Nestorio inmediatamente en el Concilio,
sino tiempo después.
26 | El desarrollo de la Cristología antes del Damasceno
Neocalcedonismo y Concilio
Constantinopolitano II
Cfr. Sev. Ant. Hom. 125, PO 29 p. 241, ns. 9-27, Sev. Ant. Letrera a
55 ����������������
Ippocrate: PO 12, p. 321, n. 46, cfr. Grillmeier, Gesú Cristo... 2/1 p. 385-386,
v. el artículo de Simonetti para la voz Severo de Antioquia en Diccionario
Patrístico y de la Antigüedad…cit., cfr. Grillmeier, Gesú Cristo... II/1 p. 385-
386, todavía: Gheorghios D. Martzelos, L’incarnazione del Verbo e il suo
significato nella teologia del Damasceno, in AA. VV. Giovanni di Damasco,
un padre…cit., p. 143.
56 Cfr. Grillmeier, Gesú Cristo... II/2 p. 66.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 31
Monoenergismo y Monotelismo
Máximo el Confesor y el Concilio
Constantinopolitano III
64 Id. 430; el hecho de que haya resultado un único Cristo luego de la unión
de las naturalezas no significa que después de la unión resulte una sola
naturaleza de la divinidad y de la carne, cfr. id. 429.
65 ������������������
Cfr. id. 434-445.
66 ��������������
Cfr. id. 437.
67 ��������������
Cfr. id. 436.
34 | El desarrollo de la Cristología antes del Damasceno
unidad, propuso en el 633 un ‘pacto de unión’ el cual, con el
consenso del emperador Eraclio, venía efectuado a través de
un Edicto imperial68. En él se defendía la doctrina de la mu,a
ene,rgeia, esto es, de una sola actividad en Nuestro Señor
Jesucristo. Este edicto conocido como Psephós afirmaba que
el único Cristo en dos naturas debía obrar lo que es divino y
lo que es humano por medio de una sola actividad.
Sin cancelar el axioma calcedonés ‘en dos naturalezas’
Sergio propuso hablar de un único principio teándrico.
Prohibió además hablar ya sea de una única que de dos
actividades, en favor de atribuirle ‘una única voluntad’. La
controversia ‘monoenergista’ (una única actividad) pasa así
a ser ‘monotelita’ o ‘monoteletita’ (una única voluntad)69.
En el 648 apareció otro documento llamado Týpos, por
voluntad del emperador Constanzo II el cual prohibía hablar
sea de una única, sea de dos voluntades en el Salvador70.
Máximo el Confesor se opuso abiertamente a esta doctrina
considerando dos naturalezas en Jesucristo, dos principios
de actividad, y por tanto dos voluntades. Máximo afirma
que si la voluntad es una facultad de la naturaleza, Jesús por
poseer dos naturalezas poseyó también dos voluntades71.
El Papa Martín en el 649 convocó en Roma un Sínodo
que gozó de la presencia del monje Máximo. Se aprobó
entonces la doctrina de las dos voluntades, al tiempo que
68 Detalles sobre este edicto pueden ser vistos en la voz «Sergio Patriarca de
Constantinopla» por D. Stiernon en Diccionario Patrístico …cit., p. 1974-
1975.
Del griego mono: uno; y thélesis : ‘querer’ o ‘voluntad’.
69 ������������
70 V. voz «Constante II» por M. F. Patrucco en Diccionario Patrístico y de la
Antigüedad…cit., p. 475.
71 Cfr. Máximo el confesor, Opúsculo 16 en Meditaciones sobre la Agonía de
Jesús, Introducción y notas de Aldo Ceresa-Gastaldo, Traducción de Isabel
Garzón Bosque, Ciudad Nueva, Madrid 1996, p. 45 ss, donde se habla de las
dos voluntades de Jesucristo.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 35
Afirma:
Y más adelante:
74 ����������
DzH. 557.
75 ����������
DzH. 556.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 37
76 ����������
DzH. 558.
����� Giovanni di Damasco e la chiesa in Siria, en AA. VV.
77 ����������������
Cfr. S. H. Griffith,
Giovanni di Damasco, un padre al sorgere dell’Islam, Atti del XIII Convegno
ecumenico internazionale di spiritualità ortodossa sezione bizantina, Bose,
11-13 settembre 2005, a cura di Sabino Chialà e Lisa Cremaschi; Edizioni
Quiqajon, Bose 2006, p. 36.
38 | El desarrollo de la Cristología antes del Damasceno
melquita”78. Este autor en una obra en griego llamada La guía79
expone la cristología ortodoxa en reacción a las doctrinas
monofisitas, jacobitas y monotelitas80. Según atestan los
estudiosos éste es el primer autor que ha conocido las ideas
religiosas de los árabes musulmanes y que ha citado en sus
obras el Corán; es más que interesante ver que él anticipa ya
lo que luego dirá el Damasceno en el capítulo 100 del libro
Contra las herejías: los árabes han sido engañados por las
doctrinas de los “Jacobitas” 81.
Juan Damasceno, de quien veremos extensamente su
doctrina cristológica como ápice del pensamiento patrístico,
más que un bizantino propiamente dicho es un melquita,
dado que, según un estudio reciente, la acepción de
‘bizantino’ hace referencia a los teólogos de época posterior
al siglo IX, cuando la situación política y religiosa del
Imperio bizantino era bien diversa82. El bizantinismo tiene
su inspiración en estos autores melquitas y el Damasceno
ciertamente ha influido en modo notable en la formación de
Haldon J., The Works of Anastasius of Sinai: A Key Source for the History of
78 ������������
Seventh-Century East Mediterranean Society and Belief ”m in The Byzantine
and Early Islamic Near East, I. Problems in the Literary Source Material, pp.
107-147, in Griffith, Giovanni di Damasco e la chiesa in Siria, in AA. VV.
Giovanni di Damasco, un padre…cit., p. 35.
79 � Anastasii Sinaitae Vitae Dux, a cura di K. H. Uthermann, CCSG 8,
Brepols-University Press, Turnhout-Louvain 1981, en Griffith Sidney H.,
Giovanni di Damasco e la chiesa in Siria, en AA. VV. Giovanni di Damasco,
un padre… p. 35.
80 ���������� ����� Giovanni di Damasco e la chiesa in Siria, in AA. VV. Giovanni
Cfr. Griffith,
di Damasco, un padre …cit. p. 35.
81 Cfr. id. 35-36.
82 Cfr. id. p. 32. 43-44.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 39
La Tradición de la Iglesia
El estudioso C. Andersen ha puesto de relieve que Juan
Damasceno es plenamente conciente de su propia misión
histórica ("Die Kirchen der alten Christenheit", Stuttgart
1971, pp. 630-631); su obra “es el fruto más maduro de
una tradición que entiende mantenerse absolutamente fiel
a sí misma, porque encuentra en tal fidelidad la garantía
de la propia legitimidad” (Giovanni Damasceno, "La fede
ortodossa", a cura di A. Siclari…cit., Introducción, p. 13).
Hubertus Drobner considera que no es acertado
considerar al Damasceno un simple compilador de doctrinas
de los Padres Griegos anteriores (Drobner, Patrología… cit.,
p. 682). No solamente dio su propia impronta a la disciplina
teológica sino que, ya sea por el modo del orden y el modo
de la exposición que responden a exigencias concretas de su
época, adquiere una notable precisión en la definición del
campo conceptual y en el tratamiento del todo personal del
material de los otros Padres que él asume.
El modo detallado y orgánico de la exposición de las
diversas doctrinas constituye un rasgo esencial, característico
y propio de su obra. Su intención conciente y constante es la
de obedecer y trasmitir la Tradición de los Padres anteriores
a él y de los grandes Concilios que lo precedieron.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 45
Todavía:
La controversia 'Iconoclasta'
Merece aquí ser mencionado este capítulo importante
de la vida del Damasceno. Él se vio en fin involucrado en la
lucha contra la Iconoclastía (herejía que consistía en el odio
a las imagenes sagradas) que de un modo u otro constituyó
como una síntesis de las herejías de su época.
La controversia Iconoclasta explotó en Bizancio en la
primera mitad del siglo VIII y amenazó los fundamentos
mismos de la fe, tocando directamente la doctrina de la
encarnación y el culto. El emperador Leon III (717-741)
hacia el 726 inició una campaña de lucha contra las imágenes
(iconoclastía); él mismo hizo quitar la imagen de Cristo
de la puerta del palacio imperial. En tanto el Patriarca de
Constantinopla, por el hecho de oponerse al emperador, fue
depuesto hacia el 730.
En este contexto el Damasceno insiste en la realidad
de la Encarnación del Verbo y a partir de ésta fundamenta
el culto de las imágenes sagradas. Juan estaba fuera de los
límites del imperio, y ello facilitó su accionar. Su teología fue
asumida posteriormente por el Concilio II de Nicea del 787,
en el que se condenó dicha herejía (cfr. Drobner Hubertus
R., Patrologia…cit. p. 681-682).
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 53
"Explicación precisa de la fe
ortodoxa"
o Expositio Fidei
Jo. Dam. Exp. Fidei III, 7. Seguiremos la edición crítica de Kotter (cit.); la
89 ����������
traducción es personal por el hecho de no haber encontrado una traducción
en español que concuerde perfectamente con dicha edición. No nos interesa
en esta Sede indagar las razones de dichas discordancias. No obstante como
punto de confrontación tenemos presente la traducción de Aguilar: Juan
Damasceno, Exposición de la fe…cit.
56 | La hipóstasis compuesta del Verbo de Dios y la perixo /rhsij
90 Kaiì iàna mh/ tij u(pola/bv eÀteron eiånai to\n a)o/raton kaiì
dih/konta e)piì pa/nta aÃnqrwpon hÄ kaiì e)piì oÀlon to\n ko/smon,
para\ to\n e)nanqrwph/santa kaiì e)piì th=j gh=j o)fqe/nta, Or. Jo.
6, 30 (t.p. en la página).
91 “... en virtud de su pureza, la sabiduría atraviesa y penetra todo”, Sab. 7,
24.
92 “Cleante reúne estas cosas en el Espíritu, que según dice impregna de sí
el universo”, SVF. I 533; “los Estoicos muestran que Dios es inteligente, un
fuego artífice que procede ordenadamente a la generación del universo… y
que es un espíritu que atraviesa todo el universo”, id. II 1027 (t.p.).
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 57
99 Así como para Teodoro de Mopsuesia, también para Nestorio cada ousía
concreta es una hypóstasis y por tanto posee un prósopon propio. Hay una
cierta contradicción en el pensamiento de Nestorio dado que mientras por
un lado afirma que Cristo es el prósopon único en el que se manifiestan ambas
naturalezas, por otro lado y bajo otros aspectos afirma que cada naturaleza
conserva su prósopon; cfr. Grillmeier A., Cristo en la...cit., p. 717-719.
Jo. Dam. Exp. Fidei III, 21.
100 ����������
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 59
107 Hemos dicho que el Damasceno sigue de cerca los grandes concilios;
en el Concilio II de Constantinopla también se halla la doctrina de la única
hipóstasis compuesta, que estaba presente digimos ya en el Concilio de
Éfeso: th.n e[nwsin tou/ Qeou/ lo,gou pro,V th.n sa,rka kata. su,nqesin omologei/:
o[per esti. kaqV u`po,stasin. DzH. 425; Juan compuso una obra con este
nombre específico: Sobre la naturaleza compuesta; en ella dice: Kaiì h( qeo/
thj toi¿nun kaiì h( a)nqrwpo/thj tou= Xristou= e)nupo/stato/j
e)stin: eÃxei ga\r e(kate/ra koinh\n th\n mi¿an su/nqeton au)-
tou= u(po/stasin, h( me\n qeo/thj proaiwni¿wj kaiì a)idi¿wj, h(
de\ eÃmyuxoj sa\rc kaiì noera\ e)p' e)sxa/twn tw½n xro/nwn u(p'
au)th=j proslhfqeiÍsa kaiì e)n au)tv= u(pa/rcasa kaiì au)th\n
e)sxhkuiÍa u(po/stasin, Jo. Dam, Nat. comp. 6, 11-15.
108 Nos consta que ya Gregorio nacianceno utilizase el concepto perixo/-
rhsij en ámbito cristológico: Ep. 101, 31.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 61
Gr. Nyss. Ad Theo. adv. Apoll. 3,1 : “La primicia de la naturaleza humana
121 �����������
que ha sido asumida por la divinidad ((th=j a)nqrwpi¿nhj fu/sewj
a)parxh)), está íntimamente mezclada a la divinidad como una gota de
vinagre en un inmenso mar, pero no en las propiedades particulares: (ou)
mh\n e)n toiÍj i¹di¿oij au)th=j i¹diw¯masin).(tp.); cfr. Ath. De incarn. c.
Apoll. 26.
122 “El es Imagen de Dios invisible, Primogénito (prwto/tokoj) de
toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos
y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los
Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él, él existe con
anterioridad a todo (au)to/j e)stin pro\ panton), y todo tiene en él
su consistencia (ta\ pa/nta e)n au)t%½ sune/sthken). El es también la
Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia: El es el Principio (oÀj e)stin a)rxh/), el
Primogénito de entre los muertos (prwto/tokoj e)k tw½n nekrw½n),
para que sea él el primero en todo, pues Dios tuvo a bien hacer residir en él
toda la Plenitud (pa=n to\ plh/rwma), y reconciliar por él y para él todas
las cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y
en los cielos”; Col. 1, 15-20.
123 � Jn. 1,18.
Cfr. Gregorio de Nisa, Fine professione e perfezione cristiana, , traduzione,
124 ������������������������
introduzione e note a cura di Salvatore Lilla, Città Nuova 1996, p. 105.
125 ������������
Id. p. 106.
64 | La hipóstasis compuesta del Verbo de Dios y la perixo /rhsij
129 Cfr. Didym. In Zach. I, 177, 281; II, 361, según Gillmeier, Cristo en la
…, p. 579.
Bas. Ep. 261, 2.
130 ������
Bas. Ep. 261, 3; In Christi gen., PG 31, 1461B-1461C.
131 ������
132 In Christi gen. PG 31,1461B-1461C: “¿Y donde fue obrada esta
economía? En el cuerpo de la santa Virgen. ¿Y cuales fueron los principios
de la generación? El Espíritu Santo y la deslumbrante potencia del Altísimo”
(t.p.). cfr. De Spir. S. VIII, 18, 5-36; cfr. Basilio di Cesarea, Testi cristológici...
cit., p. 34.
66 | La hipóstasis compuesta del Verbo de Dios y la perixo /rhsij
133 “No sólo asumió nuestra carne sino también las acciones correspondientes
a su naturaleza, pero sin pecado, para que reconozcamos que nada de lo
natural lo coacciona al pecado”; Marc. Er. Opusc. XI, 16, Kunze, p. 18, 2-3,
trad.: Grillmeier, Cristo en la.... p. 610.
134 De hecho se acerca mucho a la concepción de Gregorio de Nisa, v.
Grillmeier, Cristo en la …cit., p. 638 y sobre todo p.640.
135 Se refiere al nacimiento virginal por obra del Espíritu Santo.
cfr. Hil., De Trin. X, 24. cfr. Grillmeier A., Cristo en la...cit. p. 637.
136 ������������
�����������
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 67
141 Para las distinciones dentro del mismo apolinarismo, por el hecho de
que algunos negaron el alma y otros simplemente el noús v. Grillmeier A.,
Cristo en la...cit., pp. 525-542.
Apoll. corp.et.div., Lietzmann p.190. 19.
142 ��������
143 Juan Damasceno, Exposición de la fe…cit.
144 Just. 2 apol.10.1.
145 No obstante las dificultades de su doctrina sobre la preexistencia de
las almas, Orígenes es el primero en desarrollar extensamente el tema de la
realidad del alma de Cristo.
Cfr. Or. De Princ. 4.4.4; id. 2.6.6.
146 ����������
Cfr. Gr. Naz., Or. 2, 23, Bernardi p.120, 6.
147 ����������������
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 69
150 � ouÀtw ga\r kaiì aÃnqrwpoi qeou= loipo\n kaiì e)n Xrist%½
aÃnqrwpoi xrhmati¿zein h)rca/meqa. Ath. decr. Nicae. syn. 14, 4, 5.
151 �� ¹All’ e)keiÍno me\n aÃnw kaiì qei+kw½j, tou=to de\ ka/tw kaiì
oi¹konomikw½j dia\ th\n pro/slhyin, kaiì dia\ to\ xrhmati¿sai
tou=ton Qeo\n kaiì aÃnqrwpon (y porque él mismo es llamado Dios y
hombre), mi¿an e)c a)mfote/rwn u(po/stasin; Ath. In occurs. Dom. PG
28 977D (Sp.). Novus Test. Acta Apost. 11, 26: xrhmati¿sai (se llamó) te
prw¯twj e)n ¹Antioxei¿# tou\j maqhta\j Xristianou/j.
152 u(pe\r pa=san ou)si¿an oÃnta kaiì fu/sin, u(perousi¿wj katade/
casqai kaiì aÃnqrwpon gene/sqai kaiì tw½n a)nqrw¯pwn eÀna
xrhmati¿sai bou/lesqai (y con los hombres comparte -participa- un
mismo querer), Max. ad Thalas.PG 90, 725C.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 71
159 ������������������
PG 86, col. 1280A
Simonetti, Il Cristo I…cit., p. 314.
160 ������������
Max. subst. seu essent., PG 91, 261A 3-B 7; cfr. Leont. Biz., Cont. Nest. et
161 ������
Eutych., PG 89, 1277C-D.
74 | La hipóstasis compuesta del Verbo de Dios y la perixo /rhsij
166 DzH.
167 �����������������������������������������������������������������������
Esta que podría llamarse una ‘definición’ de la palabra ‘composición’,
utilizada por el Damasceno para indicar el modo de la unión en Cristo la
hemos acuñado personalmente.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 77
173 �������������
Col 1,15 ss.
174 En cuanto a la terminología de hypóstasis y ousía e idiómata es
fundamental la doctrina de los capadocios contenida en la Epistula 38 del
Corpus de San Basilio. Se habla allí de la koinh, fu,siõ, es decir la naturaleza
común a los diversos individuos de una especie. El individuo se caracteriza
por to, i=dion, es decir por lo propio. Lo “común” se refiere a la phýsis o
naturaleza, mientras que to ídion, se refiere a la hipóstasis. Las peculiaridades
o propiedades (idiómata) hacen que lo general (koinón) sea una hipóstasis.
La esencia queda acabada en su realidad mediante las propiedades o
peculiaridades; se hace así visible y cognoscible. De este modo, aplicado
a la Trinidad queda salvaguardada la naturaleza común a las tres divinas
Personas y la distinción viene dada por las propiedades individuales de
cada hipóstasis. En continuación con el pensamiento de los capadocios
Juan Damasceno hace recurso precisamente a la idea de individuación a
partir de la propiedad de la corporeidad propia de la naturaleza humana
para explicar la singularidad del Verbo encarnado como hombre, distinto
de su madre y del resto de los hombres por el hecho de poseer un verdadero
cuerpo material, y esto sin menoscabo del hecho que ha asumido la
naturaleza humana en la singularidad de su propia Persona divina. Se afirma
así la real asunción de parte del Verbo divino de la naturaleza humana, de
la cual participa perfectamente. Para interpretar más profundamente este
paso debemos recordar nuevamente la doctrina de San Gregorio de Nisa,
según el cual el Lógos ha asumido la naturaleza humana común y no un
individuo humano, es decir una hipóstasis humana, lo cual sería incorporar
una cuarta persona en la Trinidad. Su humanidad carece de las propiedades
individuantes que hacen que la naturaleza común se concretice en una
hipóstasis. Estas propiedades a Cristo le vienen de la misma Hipóstasis del
Verbo. La humanidad de Cristo es la naturaleza humana hecha existir y por
tanto concreta en la Hipóstasis divina del Verbo.
175 � In Ioh. II,11,81.
80 | La hipóstasis compuesta del Verbo de Dios y la perixo /rhsij
176 ���������������������������������������������������������������
Hac ergo substantia animae inter deum carnemque mediante (non
enim possibile erat dei naturam corpori sine mediatore misceri) nascitur,
ut diximus, deus-homo, illa substantia media existente, cui utique contra
naturam non erat corpus assumere; De Princ. II, 6. La teoría de Orígenes sin
embargo presentaba dificultades por sostener él la doctrina de la preexistencia
de las almas; el Hijo al encarnarse asumiría esta alma que, junto a otras,
ya existiría en el Lógos. Ello puso ciertamente de algún modo las bases
al Nestorianismo dado que ya Orígenes postulaba una cierta dualidad de
sujetos en Cristo (el Lógos y su alma preexistente). No obstante que Orígenes
afirmaba la estricta unión moral de esta alma con el Lógos, sin embargo ésta
no garantizaba la unicidad de sujeto en Cristo.
Cfr. Greg.Nyss. Contr. Eunom. 5, 5.
177 �����������������
Jo. Dam. Exp. Fidei III, 7.
178 ����������
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 81
179 La doctrina del doble nacimiento nos remite a San Agustín quien
hablba de esta doble generación al explicar la llamada ‘misión del Hijo’
que corresponde a la encarnación en el seno de María. Dijimos ya que a
través del Papa León Magno esta doctrina pasó a Oriente por el Tomus ad
Flavianum. Cfr. De Trin. II. 5.8. La misión del Hijo es correspondiente a
la obra de la redención: “Diciendo por tanto: ‘Dios ha mandado su Hijo
formado a partir de una mujer’, él demuestra suficientemente que la misión
del Hijo es precisamente el nacimiento a partir de mujer. Por tanto en cuanto
‘nacido de Dios’ estaba en este mundo, en vez en cuanto ‘nacido de María’,
vino como enviado en este mundo”.
180 Homilía sobre la Transfiguración 3, en Homilías cristológicas y marianas;
introducción, traducción y notas de Guillermo Pons Pons; Ciudad Nueva;
Madrid 1996; p. 27.
181 ���������������
Id.
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13, p. 43.
82 | La hipóstasis compuesta del Verbo de Dios y la perixo /rhsij
182 ���������������
Id.,
��������������
p. 43-44.
183 Grillmeier, Cristo en la …, p. 637.
184 ‘Cristología descendente’ equivale a decir ‘cristología alta’, mientras
que ‘cristología ascendente’ equivale a decir ‘cristología baja’, cfr. Orbe A.
Simonetti M. (a cura di), Il Cristo…cit., vol. I, Introduzione (di Orbe), p.
LXVII.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 83
188 �����������������
PG 91, 573A 4-6.
189 ������������������������������������������������������������������������
“L’uso simultaneo delle due formule «da due nature» e «in due nature»
come condizione per l’ortodossia era gi´un dato acquisito dai tempi di Giovanni
Grammatico, mentre l’ultima parte, ossia «Cristo è due nature», è propia di
Massimo. In realtà il significato generale della formula è completamente
nuovo, in quanto le due antiche formule «da e in due nature» vengono intese
come lo stato delle due nature rispetto all’unica ipostasi, che rapresenta la
loro unione; perciò cuando diciamo «Cristo da due nature», intendiamo la
differenza delle nature, che permane anche nell unione, ossia ci riferiamo
ad uno stato di “esteriorità” delle nature rispetto all’ipostasi; quando invece
diciamo «Cristo in due nature», intendiamo che l’unica ipostasi è in esse e
che nell’unica ipostasi operano le due nature, che ci rivelano la loro reale
presenza in Cristo, attraverso le operazioni (ene¿rgeiai) umane e divine:
si tratta dello stato di «interiorità» delle nature rispetto all’ipostasi. L’ultima
parte della definizione significa l’identità dell’ipostasi con le due nature, in
altri termini il «sussistere» della natura divina e quello della natura umana è
identico ed è Cristo, per questo motivo quando diciamo «Cristo» evochiamo
simultaneamente la natura umana e quella divina.” Dell’Osso C. Il Concilio di
Calcedonia e il …cit. pp. 57-58.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 85
194 "Una naturaleza del Verbo de Dios encarnada" o "una hipóstasis del
Verbo de Dios encarnada". Cfr. Grillmeier, Cristo en la …cit., p. 736, nota
p. p. 2.
195 La doctrina cristológica del mismo San Atanasio por ejemplo era
eminentemente unificante y concluyente en el Lógos.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 87
196 Cfr. Michel Van parys, La Teología come rilettura della tradizione,
en AA.VV. Giovanni di Damasco, un padre…cit., p. 215.
197 �������������������������������������������������������������������
Esto lo vimos más arriba. Sabemos por filosofía elemental (por la
ontología) que la naturaleza se concretiza en el substrato o hipóstasis.
88 | La hipóstasis compuesta del Verbo de Dios y la perixo /rhsij
225 Ps. Dyon., Cael. hier. 20, 15-17: ou) ga\r aÄn hÅn, ei¹ mh\ th=j tw½n
oÃntwn ou)si¿aj kaiì a)rxh=j meteilh/fei. Ta\ me\n ouÅn aÃzwa
pa/nta t%½ eiånai au)th=j mete/xei (to\ ga\r eiånai pa/ntwn e)stiìn
h( u(pe\r to\ eiånai qeo/thj.
Capítulo II
230 ���
Id.
102 | Profundización doctrinal al interno de la Obra del Damasceno
��������������������������������������������������������������������������
Hemos ya aclarado al respecto que el Damasceno engloba las propiedades
de la naturaleza humana en la Persona luego de la encarnación.
234 Juan Damasceno, Exposición de la fe…cit., p. 168.
104 | Profundización doctrinal al interno de la Obra del Damasceno
241 Por ejemplo: Gr. Naz. Ep. 101, 32: To\ ga\r a)pro/slhpton, a)qera/-
peuton.
242 “Si alguno hubiese querido usar palabras mas claras, no podría decir
nada diverso que el mundo inteligible es el Lógos de Dios ya ocupado en la
creación del mundo (to\n nohto\n ko/smon eiånai hÄ qeou= lo/gon
hÃdh kosmopoiou=ntoj): De hecho, ni la ciudad inteligible es otra cosa
que el cálculo del arquitecto que piensa ya en fabricar la ciudad. Esta opinión
es de Moisés, no mía; en todo caso escribe el origen del hombre en los cuales
concuerda precisamente, según ha sido plasmado conforme a la imagen de
Dios (w¨j aÃra kat’ ei¹ko/na qeou= dietupw¯qh Gn. 1,27). Si, por otra
parte, la parte es imagen de la imagen, y la forma toda entera, totalidad de
este universo sensible, si es más grande de la (imagen) humana, (que es),
imitación de la imagen de la Divinidad, es evidente que también el sigilo
arquetipo (a)rxe/tupoj sfragi¿j), que decimos ser el mundo inteligible
(oÀn famen nohto\n eiånai ko/smon), no podría ser (el paradigma, el
arquetipo, la idea de las ideas) sino el Lógos de Dios (o( qeou= lo/goj).”
Phil. Alex., Opif. mundi 24.1-25.8 (t.p.).
243 Col. 1, 15. 17: “El es Imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la
creación (prwto/tokoj pa/shj kti¿sewj), porque en él fueron creadas
todas las cosas (…) él existe con anterioridad a todo (au)to/j e)stin pro\
panton), y todo tiene en él su consistencia (ta\ pa/nta e)n au)t%½ sune/-
sthken)”
Or., De Princ., 12, 1-13; id. C. Cels. V, 37.
244 ������
Ireneo, Epid. 22; cfr. Clem. Alex. Protr. X 98, 3-4.
245 ���������
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 107
La mente de Cristo
El tema de la mente de Cristo ha presentado serias
dificultades a lo largo de los primeros siglos, comenzando
por la crisis arriana, pasando por Apolinar y Eutiques
y el monofisismo severiano, y llegando finalmente a la
controversia monotelita. Personajes como Clemente
alejandrino, Orígenes, San Atanasio, los Capadocios, Cirilo
de Alejandría, Evagrio Póntico, Seudo Dionisio Areopagita,
el mismo Máximo el Confesor y Juan Damasceno, debieron
dar cuenta de este tema central.
La consideración de la mente de Cristo se apoya
nuevamente en el pensamiento de los Padres alejandrinos246.
El noús (mente) humano es por antonomasia la imagen de
Dios participada en el hombre, de la cual habla también el
Génesis en los primeros capítulos. Nos interesa realizar una
breve indagación sobre el tema en sus fuentes cristianas
radicales, antes de presentar el texto del Damasceno.
282 Cfr. Ath. Tom. ad Ant., 7, 1: PG 26, 804B, cfr. Grillmeier. , Gesú il Cristo…
p. 517 y 518; cfr. Gregorio de Nisa, La gran catequesis; introducción y notas
de Mario Naldini, traducción de Argimiro Velasco, O.P.; Ciudad Nueva,
Madrid, segunda edición 1994 (primera edición 1990), p. 32, 3-4.
283 Julián se presentaba como un opositor de Calcedonia. Fue contemporáneo
de Severo de Antioquia. La polémica afthartodocetista duró mas o menos
del 510 al 527; para los detalles de la historia de este período v. Grillmeier,
Gesú Cristo... II, 2, pp. 367-393.
284 Para Julián el cuerpo de Cristo, por el hecho de haberse unido a la
divinidad, ya participa de la incorrupción e inmortalidad, v. voz «Julián de
Alicarnaso» por Simonetti en Diccionario Patrístico…cit., p. 1209.
285 Julián sacó las consecuencias más radicales que el monofisismo contenía
implícito, cfr. Grillmeier, Gesú Cristo... II, 2 p. 60-61. ¿Qué lugar puede
quedar para un verdadero cuerpo humano donde la naturaleza humana
no permanece intacta? Severo se oponía a Julián, aunque el monofisismo
Severiano llevaba necesariamente a la misma conclusión de Julián: para el
mismo Severo la naturaleza humana está de tal modo unida a la divina que
luego de la unión es una sola naturaleza con ella y esto porque, como hemos
de dicho, Severo defendía una naturaleza, una persona, una hipóstasis, una
naturaleza del Lógos encarnada, cfr. Grillmeier, Gesú Cristo... II,1; pp. 371-
372.
120 | Profundización doctrinal al interno de la Obra del Damasceno
290 ���������������������������������������������������������������������
Gregorio de Nisa explicaba que la naturaleza divina permanece en la
encarnación con todas las propiedades naturales comunes y particulares,
mientras que de la naturaleza humana el Lógos, al encarnarse, había asumido
sólo las propiedades comunes. Gregorio salvaguarda del modo que hemos
visto que no hay dos hijos sino uno solo, cfr. Gr. Nyss. adv. Apoll.: Jaeger
(Mueller), 126, 17; 127, 4, cfr. Grillmeier A., Cristo en la… cit., p. 595. Cristo
no obstante ser verdadero hombre por poseer una verdadera fýsis humana,
no es sin embargo una hypóstasis humana.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 125
pecado’291 debe ser entendida en el sentido de que ‘todo’ se
refiere a la naturaleza humana y a todas las propiedades de
ella, pero no debe ser entendida en el sentido inverso de que
nosotros somos en todo iguales a Cristo porque nosotros no
somos verdadero Dios como Él lo es.
Nosotros, por la unión con Cristo, podemos llegar
a ser ‘deificados’292 y esa es en definitiva la finalidad de la
encarnación.
De la ontología a la operatividad:
conocimiento y el querer en Cristo
Hemos tenido oportunidad de ver cómo San Juan
Damasceno al modo de los teólogos neocalcedonenses,
y aún con mayor incisión, desarrolla su cristología en la
perspectiva de una verdadera ontología de la persona de
Cristo. Su interés principal lo constituye de hecho una recta
consideración de los elementos que integran el, llamémoslo,
complejo divino-humano de Nuestro Salvador.
Esto es lógicamente trasladable al ámbito operativo, y
el mismo Damasceno lo realiza. Hay que destacar que San
Máximo el Confesor debió realizar su reflexión en una
perspectiva de la operación, al tener que afrontar el problema
del monotelismo, que no era otra cosa que el traspaso al
orden operativo de la herejía monofisita. Juan Damasceno
se beneficia de los logros de Máximo y los extiende, como
vimos, al ámbito propiamente cognoscitivo.
Jesucristo tiene un conocimiento divino y un
295 Hgh/soito de\ tou= lo/gou Xristo/j, eiãper e)moiì qe/mij ei¹peiÍn, o(
e)mo/j, h( pa/shj i¸erarxikh=j e)kfantori¿aj e)pi¿pnoia Dion. Aer. Cael.
Ier. I ,1-2.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 129
301 Santo Tomás trata de La Unión Hipostática en las cuestiones que van de
la 2 a la 6 de la III Pars de la Summa Theologiae (STh.).
134 | El Conocimiento de Cristo en Santo Tomás y en Von Balthasar
302 ���������������������������������������������������������������
“Deinde considerandum est de scientia christi. Circa quam duo
consideranda sunt, quam scientiam christus habuerit; secundo, de
unaquaque scientiarum ipsius. Circa primum quaeruntur quatuor. Primo,
utrum christus habuerit aliquam scientiam praeter divinam. Secundo, utrum
habuerit scientiam quam habent beati vel comprehensores. Tertio, utrum
habuerit scientiam inditam vel infusam. Quarto, utrum habuerit aliquam
scientiam acquisitam.” STh. III Pars, Q 9, Prólogo.
303 ������������������������������������������������������������������������
“…Quod autem est in potentia, est imperfectum nisi reducatur ad actum.
Non autem fuit conveniens ut filius dei humanam naturam imperfectam
assumeret, sed perfectam, utpote qua mediante, totum humanum genus erat
ad perfectum reducendum. Et ideo oportuit quod anima christi esset perfecta
per aliquam scientiam, quae esset proprie perfectio eius. Et ideo oportuit in
christo esse aliquam scientiam praeter scientiam divinam. Alioquin anima
christi esset imperfectior omnibus animabus aliorum hominum.” STh., III
Pars, Q 9, Corpus.
304 “…Et ideo oportuit quod cognitio ipsa in dei visione consistens
excellentissime christo homini conveniret, quia semper causam oportet esse
potiorem causato.” STh., Q 9, Art. 2, Corpus.
Cfr. STh., III Pars Q. 1.
305 ������
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 135
306 El alma humana es como una tabula rasa y necesita pasar de la potencia
al acto por medio de la actuación del ‘intelecto posible’. Pero como estar en
potencia es una imperfección, y como el intelecto de Cristo no podía tener
imperfección alguna, pues su alma debía ser perfecta para llevar a los demás a
su Perfección, era conveniente que su alma fuese perfecta por alguna ciencia
diversa a la divina siendo que la ciencia divina no reside en el alma humana
de Cristo sino en su divinidad y es infinita. El alma humana, no obstante
ser el alma humana de la Persona del Verbo, es creada y finita. Así pues,
puesto que una potencia no puede permanecer sin ejercer su acción propia,
que seria una carencia, era necesaria un modo de conocimiento diverso al
divino, para el ejercicio de la potencia intelectiva.
307 �����������������������������������������������������������������������
“…Et ideo oportet in christo scientiam ponere inditam, inquantum per
verbum dei animae christi, sibi personaliter unitae, impressae sunt species
intelligibiles ad omnia ad quae est intellectus possibilis in potentia, sicut
etiam per verbum dei impressae sunt species intelligibiles menti angelicae
in principio creationis rerum, ut patet per Augustinum, super Gen. Ad litt.
Et ideo, sicut in Angelis, secundum eundem Augustinum, ponitur duplex
cognitio, una scilicet matutina, per quam cognoscunt res in verbo, et alia
vespertina, per quam cognoscunt res in propria natura per species sibi
inditas; ita, praeter scientiam divinam increatam, est in christo, secundum
eius animam, scientia beata, qua cognoscit verbum et res in verbo; et scientia
indita sive infusa, per quam cognoscit res in propria natura per species
intelligibiles humanae menti proportionatas” STh., III Pars Q. 9, Art. 3.
308 Todas las cosas proporcionadas al conocimiento humano natural,
es decir, lo que entra dentro de los tres grados de abstracción; no entran
aquí las verdades reveladas que exceden la simple razón natural y que el
hombre conoce sólo si le son dadas ‘desde arriba’, por revelación; esto en
Cristo corresponde más bien a la ciencia beata, mediante la cual, en cuanto
que su alma está unida al Verbo, conoce todas las cosas presentes pasadas y
futuras. Conoce además, en cuanto cognoscible por su alma humana, todo
lo referente a Dios; así es fuente de la fe teologal que de Él recibimos como
participación de su visión beatífica.
136 | El Conocimiento de Cristo en Santo Tomás y en Von Balthasar
309 ����������������������������������������������������������������������
Pertenece a estas ciencias el conocimiento de la esencia de Dios por
cuanto cognoscible al alma humana y el conocimiento de la esencia de las
cosas que al alma de Cristo le viene por una luz desde lo alto. Este modo
de conocer le es proporcionado según el modo como viene donado a los
ángeles.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 137
310 �����������������������������������������������������������
“…Est autem impossibile quod aliqua creatura comprehendat
divinam essentiam, sicut in prima parte dictum est, eo quod infinitum non
comprehenditur a finito. Et ideo dicendum quod anima christi nullo modo
comprehendit divinam essentiam STh., III Pars Q. 10, Art. 1, Corpus.
311 �����������������������������������������������������������������������
“Ad tertium dicendum quod verbum illud Augustini est intelligendum de
gratia unionis, secundum quam omnia quae dicuntur de filio dei secundum
naturam divinam, dicuntur de filio hominis, propter identitatem suppositi.
Et secundum hoc, vere potest dici quod filius hominis est comprehensor
divinae essentiae, non quidem secundum animam, sed secundum divinam
naturam. Per quem etiam modum potest dici quod filius hominis est creator.”
STh., III Pars Q. 10, Art. 1, ad tertium.
138 | El Conocimiento de Cristo en Santo Tomás y en Von Balthasar
312 ����������������������������������������������������������������
“Ad christum autem, et ad eius dignitatem, spectant quodammodo
omnia, inquantum ei subiecta sunt omnia. Ipse est etiam omnium iudex
constitutus a deo, quia filius hominis est, ut dicitur Ioan. V. Et ideo anima
christi in verbo cognoscit omnia existentia secundum quodcumque tempus,
et etiam hominum cogitatus, quorum est iudex, ita quod de eo dicitur, Ioan.
II, ipse enim sciebat quid esset in homine; quod potest intelligi non solum
quantum ad scientiam divinam, sed etiam quantum ad scientiam animae
eius quam habet in verbo.” STh., III Pars Q. 10, Art. 2, Corpus.
313 � STh., III Pars Q. 10, Art. 2, Corpus.
314 ������������������������������������������������������������
Lo
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que está en potencia de existir pero que jamás existirá.
315 �������������������������������������������������������������������������
“Deinde considerandum est de scientia indita vel infusa animae christi.
Et circa hoc quaeruntur sex. Primo, utrum per hanc scientiam christus
sciat omnia. Secundo, utrum hac scientia uti potuerit non convertendo
se ad phantasmata. Tertio, utrum haec scientia fuerit collativa. Quarto, de
comparatione huius scientiae ad scientiam angelicam. Quinto, utrum fuerit
scientia habitualis. Sexto, utrum fuerit distincta per diversos habitus” STh.,
III Pars Q. 11, Prologo.
316 � STh., III Pars Q. 11, Art. 1, Sed Contra.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 139
317 ���������������������������������������������������������������
“…Utraque autem potentia animae christi fuit reducta in actum
secundum hanc scientiam divinitus inditam. Et ideo secundum eam anima
christi primo quidem cognovit quaecumque ab homine cognosci possunt
per virtutem luminis intellectus agentis, sicut sunt quaecumque pertinent ad
scientias humanas. Secundo vero per hanc scientiam cognovit christus omnia
illa quae per revelationem divinam hominibus innotescunt, sive pertineant
ad donum sapientiae, sive ad donum prophetiae, sive ad quodcumque
donum spiritus sancti. Omnia enim ista abundantius et plenius ceteris
cognovit anima christi. Ipsam tamen dei essentiam per hanc scientiam non
cognovit, sed solum per primam, de qua supra dictum Est” STh., III Pars Q.
11, Art 1, Corpus.
318 ����������������������������������������������������������������
“Respondeo dicendum quod christus in statu ante passionem fuit
simul viator et comprehensor, ut infra magis patebit. Et praecipue quidem
conditiones viatoris habuit ex parte corporis, inquantum fuit passibile,
conditiones vero comprehensoris maxime habuit ex parte animae
intellectivae. Est autem haec conditio animae comprehensoris, ut nullo
modo subdatur suo corpori aut ab eo dependeat, sed totaliter ei dominetur,
unde et post resurrectionem ex anima gloria redundabit in corpus. Ex hoc
autem anima hominis viatoris indiget ad phantasmata converti, quod est
corpori obligata, et quodammodo ei subiecta et abdependens…” STh., III
Pars Q. 11, Art. 2, Corpus.
140 | El Conocimiento de Cristo en Santo Tomás y en Von Balthasar
322 ������������������������������������������������������������������
“Ad tertium dicendum quod secundum istam scientiam anima christi
non simpliciter cognovit omnia, sed illa omnia quae per lumen intellectus
agentis hominis sunt cognoscibilia. Unde per hanc scientiam non cognovit
essentias substantiarum separatarum; nec etiam singularia praeterita vel
futura. Quae tamen cognovit per scientiam inditam, ut supra dictum Est.”
STh., III Pars Q. 12, Art. 1, Ad tertium.
323 �����������������������������������������������������������������������
“Respondeo dicendum quod duplex est profectus scientiae. Unus quidem
secundum essentiam, prout scilicet ipse habitus scientiae augetur. Alius autem
secundum effectum, puta si aliquis, secundum eundem et aequalem scientiae
habitum, primo minora aliis demonstret, et postea maiora et subtiliora. Hoc
autem secundo modo, manifestum est quod christus in scientia et gratia
profecit, sicut et in aetate, quia scilicet, secundum augmentum aetatis, opera
maiora faciebat, quae maiorem sapientiam et gratiam demonstrabant. Sed
quantum ad ipsum habitum scientiae, manifestum est quod habitus scientiae
infusae in eo non est augmentatus, cum a principio plenarie sibi fuerit omnis
scientia infusa. Et multo minus scientia beata in eo augeri potuit. De scientia
autem divina quod non possit augeri, supra in prima parte dictum est...”
STh., III Pars Q. 12, Art. 2, Corpus.
142 | El Conocimiento de Cristo en Santo Tomás y en Von Balthasar
Consideraciones soteriológicas
a partir de la doctrina tomista
324 �����������������������������������������������������������������������
“Ad secundum dicendum quod haec etiam scientia in christo fuit semper
perfecta secundum tempus, licet non fuerit perfecta simpliciter et secundum
naturam. Et ideo potuit habere augmentum.” STh., III Pars Q. 12, Art. 2, ad
primum.
325 �����������������������������������������������������������������������
“Ad tertium Damascenus dicit, qui proficere dicunt christum sapientia
et gratia ut additamentum suscipientem, non venerantur unionem. Non
venerari autem unionem est impium. Ergo impium est dicere quod scientia
eius additamentum acceperit”
326 ��������������������������������������������������������������������
“Ad tertium dicendum quod verbum Damasceni intelligitur quantum ad
illos qui dicunt simpliciter factam fuisse additionem scientiae christi, scilicet
secundum quamcumque eius scientiam; et praecipue secundum infusam,
quae causatur in anima christi ex unione ad verbum. Non autem intelligitur
de augmento scientiae quae ex naturali agente causatur.” STh., III Pars Q. 12,
Art. 2, ad tertium.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 143
llamamos ‘creado’ pero ello no significa siempre ‘natural’. El
conocimiento que llamamos natural es el más elemental y
vimos que Santo Tomás le da el nombre de conocimiento
‘experimental’. La ciencia beata en vez y la ciencia infusa del
alma de Cristo, si bien pertenecen a un modo de conocer
que podemos llamar ‘creado’, corresponden no obstante a un
conocimiento ‘sobrenatural’.
Jesucristo nos salva a través de su humanidad, como
hombre unido a Dios, unido a la divinidad de su propia
Persona. Su función es ser salvador (Jesús =Dios salva). En
la humanidad de Cristo, y según vimos en los Padres, lo más
importante es su alma y en ella lo principal es su inteligencia.
Cristo principalmente nos salva por su inteligencia que es
la inteligencia humana del Dios encarnado, de la segunda
Persona divina, inteligencia que está plenamente elevada
por la gracia de unión y configurada a Dios, hecha
‘contempladora’ de la misma Esencia de Dios327.
La Plenitud de Cristo consiste principalmente en la visión
beatífica. Él en su alma humana veía a Dios. Por ello Santo
Tomás, como vimos, dice que Jesús era comprehensor. Esta
Plenitud consiste también en la ciencia infusa, mediante la
cual su intelecto posible, que estaba en potencia de conocer
todo aquello cognoscible por cualquier intelecto creado, era
actualizado desde lo alto conforme a su unión con el Verbo
327 Para esta idea de Cristo hombre perfecto y perfeccionador del género
humano nos hemos servido, además de textos analizados de Santo Tomás y
de San Juan Damasceno de un artículo del P. Ignacio Andereggen titulado
Cristo y la psicología contenido en el libro Antropología profunda, EDUCA,
Buenos Aires 2008.
144 | El Conocimiento de Cristo en Santo Tomás y en Von Balthasar
El conocimiento de Cristo
en Von Balthasar
332 �����������������������������������������������������������������������
El mismo Balthasar presenta su obra como una especie de gran ensayo y
utiliza figuras afines a lo lúdico, poético o teatral para expresar su pensamiento.
Léase por ejemplo el inicio de los Prolegómenos de la Teodramática.
333 Cfr. Balthasar Hans Urs Von, Teodramática (Teod.), III; p. 156
334 Id. p. 156
146 | El Conocimiento de Cristo en Santo Tomás y en Von Balthasar
Y continúa:
347 Id
348 Id
349 Rahner K., Ponderaciones dogmáticas sobre el saber de Cristo y de su
conciencia de si mismo, en ID., Escritos de Teología V (Taurus, Madrid 1964),
p.221-243, en Amato A., Jesús El Señor, BAC, Madrid 2002, p. 453.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 151
351 ����������������
Id. p. 453-454.
Balthasar, Teod., III; p. 162.
352 ������������
353 Balthasar, Teod., III; p. 165.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 153
354 ��������������������������������������������������������������������������
Es
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notable que en este punto el teólogo suizo se aleja considerablemente
de la tradición patrística y medieval.
154 | El Conocimiento de Cristo en Santo Tomás y en Von Balthasar
355 Nos vale a este punto una aclaración. Balthasar afirma que Santo Tomás
niega la conversión al fantasma en el Verbo encarnado. En realidad esto lo
dijo Santo Tomás y luego se corrigió: afirma de hecho en la Suma de Teología
que muchos, y él mismo en un tiempo, afirmaba que en el Señor el aumento
de la ciencia experimental consistió sólo en la conversión al fantasma de las
especies contenidas en el intelecto posible por el hábito de ciencia infusa. De
este modo en el Salvador se habría producido un proceso de conocimiento
consistente en la simple comparación de las especies sensibles adquiridas
por los sentidos sintetizadas en el fantasma con las ya presente imágenes del
intelecto adquiridas por ciencia infusa. Sin embargo finalmente Santo Tomás
mismo afirmó que esto era un error, dado que por no carecer de ninguna
perfección constitutiva de la naturaleza humana Nuestro Señor en su alma
debió poseer también el hábito natural de la ciencia experimental de modo
que también ejercitó por la abstracción el modo natural de conocimiento
de todo hombre ejercitando su intelecto agente (cfr. STh., III Pars Q. 12,
Art. 2, Corpus). De este modo, como vemos muestra aquí Santo Tomás,
la perfección de la ciencia humana está sometida al tiempo y al desarrollo
psicológico.
356 Cfr. Balthasar, id., p. 165.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 155
357 �������������������������������������������������������������������������
En realidad podríamos pensar que es María la que debió ser muy parecida
a su hijo. Según San Agustín María pudo concebir a Jesús en su vientre
porque primero lo había engendrado en su corazón. No obstante retenemos
también que como hombre Cristo es hijo real de María y así debió ser él
parecido a su Madre. En esto se manifiesta nuevamente una, llamémosla,
‘paradoja teológica’ dada la doble realidad divino-humana de Cristo.
A. V. Bases para una Psicología
358 ��������������������������������������������
Un valioso aporte en este sentido es ������
Cristiana, Actas de las Jornadas de Psicología y Pensamiento Cristiano del 27
y 28 de agosto 2004 en la Pontificia Universidad Católica Argentina, Educa,
Buenos Aires 2005, como así también el libro Antropología profunda de
Ignacio Andereggen (Educa), Buenos Aires, 2008.
Apéndice
359 ���������������������������������������������������������������������
Y si hablamos de Eva la conclusión puede ser interesante: si en una
hipótesis absurda dijésemos que Eva hubiese leído a Freud, podríamos decir
que le dio del fruto a Adán por venganza, porque no sabía si era el papá, el
hermano o si ella era parte de él.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 161
360 Cfr.G. Tabossi, Los desórdenes patológicos según los Padres, en A. V.,
Bases para una Psicología Cristiana, Actas de las Jornadas de Psicología y
Pensamiento Cristiano del 27 y 28 de agosto 2004 en la Pontificia Universidad
Católica Argentina, Educa, Buenos Aires 2005, pp. 62-82; cfr. J.-C. Puede
además profundizarse el argumento en Larchet, Terapia delle malattie
spirituali, un’introduzione alla tradizione ascetica dellla Chiesa ortodossa, San
Paolo, Milano, 2003, todavía C. Landreth, Comportamento e apprendimento
nell’infanzia, La Nuova Italia, Firenze, 1976.
162 | Luces para la psicología desde la Cristología
361 Estos Misterios son los hechos y palabras de la vida de Jesucristo, pero
también, y principalmente, son su repercusión ‘misteriosa’ en nosotros a
través de esos canales de la gracia divina que nos conectan con la Persona
del Salvador que son los Sacramentos y que a propósito los orientales
llaman Misterios. Se puede ver todavía: Columba Marmion, Jesucristo en sus
Misterios, ed. San Pablo, Buenos Aires, 2007.
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 163
362 ���������������������������������������������
Pensamos a los cuarenta días en el desierto.
Disertaciones Cristológicas
La cruz de Cristo363
La muerte y la resurrección
Cristo murió como es natural a un ser humano, pero
a la vez la muerte en él no produjo el efecto que es natural
a los demás hombres. De hecho por esto Él es el principio
de nuestra salvación. Son innumerables los pasajes de los
Padres a este respecto. San Gregorio de Nisa de hecho
afirma que habiendo Cristo unido la naturaleza humana a
Su naturaleza divina, curó en aquella el veneno que en el
paraíso había sido ‘inyectado’ por el demonio, gracias al
contacto con la divinidad en el Verbo encarnado y así la
muerte una vez presente en el cuerpo de Cristo produjo un
efecto de retroceso y de este modo el Verbo de Dios presente
en el cuerpo de Cristo le devolvió la vida. Dice San Gregorio
a propósito
entero”367
369 ����������
1 Jn, 1-4
370 ���������
Jn. 1.14
180 | Conclusión
Poesía
(El Padre) ¡Oh Fuente cristalina!
de cuya luz divina
(El Hijo) dimana eternamente un rayo tierno,
(El Espíritu Santo) ¡oh resplandor eterno!
P. Gonzalo Ciperiani
Bibliografía 373
Fuentes:
Textos bíblicos:
Abreviaturas bibliográficas374
Abreviaturas bíblicas375
Abreviaturas comunes
A. V. Autores Varios
c. columna
c.a. cronica aproximativa
cit. citado
ed. editor
l. línea
ls. líneas
n. número
p. p. pie de página
ns. números
p. página
pp. páginas
r. renglón
sp. spuria
t. tomo
t.p. traducción personal
trad. traductor
v. ver
vol. volúmen
vols. Volúmenes
Índice
Capítulo I 55
La hipóstasis compuesta del Verbo de Dios
y la perixo/rhsij 55
Capítulo II 97
Profundización doctrinal al interno de la obra
del Damasceno 97
El modo del intercambio de las propiedades
de las naturalezas en Cristo 98
La naturaleza divina
está unida a toda la naturaleza humana 101
La mente de Cristo 107
La carne divinizada de Cristo 115
Capítulo III 123
Síntesis del Pensamiento del Damasceno 123
La única hipóstasis y las dos naturalezas 123
La comunicación de las propiedades 125
De la ontología a la operatividad:
el conocimiento y el querer en Cristo. 127
La deificación de la naturaleza humana 128
PARTE III
El conocimiento de Cristo en Santo Tomás
y en Von Balthasar 131
Capítulo I 133
La ciencia creada en Cristo según Santo Tomás 133
Síntesis del Pensamiento de Santo Tomas
(S. Th., I Pars, Q 9 a 12) 134
La Persona de Cristo en la Tradición de la Iglesia | 207
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