120 Funcion Tutorial Pandemia Clase01
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120 Funcion Tutorial Pandemia Clase01
tiempos de pandemia
Tres de cada cuatro adolescentes mantienen contacto con sus docentes (66% en escuelas
de gestión pública y 80% en gestión privada). Del total que manifiesta mantenerse en
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Encuesta de Percepción y Actitudes de la Población. Impacto de la pandemia COVID-19 y las medidas
adoptadas por el gobierno sobre la vida cotidiana” INFORME SECTORIAL: EDUCACIÓN. Esta encuesta,
realizada en el mes de abril, es representativa de la totalidad de los hogares con niños, niñas y adolescentes
del país.
www.unicef.org/argentina/media/8056/file/Covid19-EncuestaRapida-Informe.
contacto, el 53% lo hace todos los días o día por medio, mientras que el 47% una vez por
semana o menos. Y aun así podríamos preguntarnos ¿qué significa mantener contacto?
porque sabemos que no tiene la misma potencia en términos formativos la participación
en clases virtuales sincrónicas a responder algún mensaje desde un celular o algún
dispositivo, con pocos datos que comparten las familias para sus diversas actividades.
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Puede acceder a la encuesta completa a través del siguiente link:
https://www.argentina.gob.ar/educacion/evaluacion-informacion-educativa/evaluacion-naci
onal-del-proceso-de-continuidad-pedagogica
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Segunda Encuesta de Percepción y Actitudes de la Población. Impacto de la pandemia y las medidas
adoptadas por el gobierno sobre la vida cotidiana de niñas, niños y adolescentes”. Esta encuesta, realizada en
el mes de julio, es comparativa con el relevamiento realizado en abril de 2020.
https://www.unicef.org/argentina/media/8966/file/Encuesta%20R%C3%A1pida%20COVID-19%20-%202da%2
0ola.pdf
A esta situación debemos sumar las condiciones subjetivas. Las investigaciones sobre
desastres naturales demuestran que niñas, niños y adolescentes son la población más
vulnerable al impacto emocional. Según la encuesta de UNICEF realizada en julio del 2020,
un tercio de los adolescentes manifiesta algún tipo de sentimiento negativo frente a la
pandemia (el 24,7% se siente asustado/a, el 26,8% angustiado/a y el 11,2% deprimido/a).
Aburrimiento, ansiedad, frustración, depresión, temor o angustia frente a la pérdida, falta
de sentido o falta de futuro son sentimientos frecuentes en los tiempos que nos toca vivir.
Es que la interrupción de lo que hasta hace poco era nuestra vida cotidiana, y en el caso de
adolescentes y jóvenes, la suspensión de ese mundo que se había estructurado por fuera
del hogar, no pueden ser sin efectos en la subjetividad. La actividad escolar desde la casa
puede ser una oportunidad de “salir al afuera”, aun sin afuera, de estar en contacto con
sus pares, puede acompañar el esfuerzo psíquico que significa acomodarse a nuevos
modos de vida, pero los efectos deshumanizantes, rutinarios de la virtualidad y la falta de
encuentro físico con la/el otra/o, son insoslayables. Los sentimientos de exigencia,
sobrecarga y frustración están al acecho.
Finalmente, la casa no siempre es el lugar más seguro para parte de niñas, niños,
adolescentes y jóvenes. La ONU advierte acerca de la experiencia de crisis sanitarias
anteriores en las que “niñas, niños y adolescentes se ven más expuestos a explotación,
violencia y abuso cuando cierran las escuelas, se interrumpen los servicios sociales y se
restringen los desplazamientos”4. En un contexto como el que vivimos el año pasado, de
confinamiento al interior de las casas, es fácil suponer un aumento del abuso sexual y el
maltrato en la infancia. Al tiempo que la ausencia de contacto cotidiano, en el ámbito
escolar, con adolescentes y jóvenes dificulta la identificación temprana de situaciones en
que sus derechos son vulnerados o corren el riesgo de serlo y la intervención oportuna de
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op. cit.
forma articulada. Es que la escuela garantiza en primera instancia el derecho a la
educación y es, a la vez, la puerta de acceso a otros derechos.
Para profundizar sobre la pandemia y el modo en que está afectando nuestra vida
cotidiana y la de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, las y los invitamos a ver la charla
virtual de Alicia Stolkiner, Licenciada en Psicología, especializada en Salud Pública con
orientación en salud mental, docente, investigadora. La misma fue convocada en el 2020
por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia para reflexionar en el marco
del Covid 19.
Las y los tutores no son los únicos responsables de orientar y acompañar a las y los
estudiantes ni sobre ellos/as debieran recaer todas las problemáticas que enfrentan sino
que, en todo caso, son quienes organizan, articulan los esfuerzos de toda la escuela en
esta dirección. Cuando, por el contrario, terminan siendo depositarias/os de todos los
problemas y responsables exclusivos/as de darles respuesta, las tutorías encuentran
pronto su límite. Sobrevienen entonces representaciones tales como la/el “maga/o sin
magia”, “mujer u hombre orquesta”, el “bombero/a”, que explican las sensaciones de
impotencia, soledad, frustración, desgaste, sobreexigencia o sobrecarga que, con
frecuencia, obstaculizan el desarrollo del rol.
Laura está recursando cuarto año, que no promocionó porque reprobó tres
asignaturas. Ya es el segundo trimestre y tiene bajas calificaciones en cuatro
materias, dos de ellas ya las había aprobado en el año anterior.
Estas situaciones de la vida escolar parecen arcaicas, ayer y hoy las postales son otras, van
mutando: adolescentes y jóvenes sin conectividad o sin acceso a los dispositivos
tecnológicos, que sólo pueden responder los fines de semana cuando su familia se
encuentra en casa y disponen de un celular; en otras ocasiones que no se conectan
cuando se proponen reuniones sincrónicas o que apagan la cámara y desconocemos si
están o no detrás de la pantalla; que viven en la nocturnidad en sus casas; otras y otros
agobiadas/os, frustradas/os, sobreexigidas/os por el control parental o sin una/un
adulta/o en la familia a la/al que puedan recurrir en busca de ayuda. Adolescentes y
jóvenes que en la vuelta a clase del 2021 no retornan, vuelven menos de los que estaban
anotados en el ciclo lectivo anterior; o adolescentes que vuelven pero que rápidamente
dejan de asistir por ser contacto estrecho o haber contraído COVID-19. Todas estas
situaciones novedosas para la dinámica escolar vale traerlas a la luz para que
reflexionemos acerca del sentido pedagógico y político del concepto de trayectorias.
¿Qué tienen en común? Todas ellas dan cuenta de las trayectorias reales. Muchas veces
quedan escondidas u ocultas tras trayectorias teóricas, en una escuela graduada que prevé
un único recorrido posible. Sin embargo, un alto porcentaje de estudiantes no cursan en
la edad teórica prevista, ni hacen recorridos completos ni continuos.
Advertirán en los ejemplos que las trayectorias no son obstaculizadas o interrumpidas por
circunstancias que atraviesan los sujetos, sino por el entrecruzamiento entre éstas y las
condiciones propuestas por el sistema educativo para su escolarización: un modo de
organización curricular e institucional de la escuela, pautas para la evaluación y
promoción, normativas nacionales y jurisdiccionales, prácticas docentes, que en ocasiones
ponen en riesgo el acceso al derecho a la educación y a otros derechos también.
Posiblemente en una escuela que prevé diferentes espacios de aprendizaje según los
diferentes ritmos y necesidades de las/os estudiantes, Beatriz pueda ausentarse por un
período prolongado sin que pierda la continuidad de su proceso de aprendizaje y Jorge
pueda entrar una vez iniciada la jornada. En una escuela en la que no se repite en bloque,
Laura no debería estar cursando asignaturas que ya tenía aprobadas, ni Juan Manuel se
hubiera sentido “desganado” –tal vez sería más exacto decir “desesperanzado”- si las
materias pendientes no fueran responsabilidad exclusiva de las/os estudiantes y sus
familias. Y Luisa habría recibido educación domiciliaria si los requisitos para ello fueran
más flexibles, garantizando así el acceso a derechos.
Queda claro entonces que las trayectorias escolares no son construcciones individuales
sino que resultan del interjuego entre las condiciones de cada sujeto y las variables
institucionales y sociales. Enfermarse, trabajar, no lograr los aprendizajes de un área del
conocimiento en un tiempo predeterminado, por poner sólo algunos ejemplos, no
necesariamente son un obstáculo o motivo de interrupción de la trayectoria escolar, sino
que se constituyen como tales en determinadas condiciones de escolaridad. En ese
sentido, pensar una vuelta a clase que tenga momentos presenciales y otros virtuales se
convierte en un desafío a la hora de pensar el acompañamiento de las trayectorias y de
diseñar un plan integral de enseñanza-aprendizaje.
La gran cantidad de materias que las y los estudiantes deben abordar en forma
simultánea, la falta de un/a profesor/a referente para cada curso, docentes que sólo
cuentan con tiempo para dar sus clases, la estructura curricular como compartimentos
estancos, el horario escolar mosaico, los regímenes de evaluación y promoción, son entre
otros, rasgos de la organización institucional y académica que generan condiciones de
fragmentación de la experiencia en los niveles secundario y terciario.
Dichas condiciones obstaculizan la construcción de una mirada integral, condición sine qua
non para el seguimiento de los procesos de escolaridad y los aprendizajes de todos/as y
cada uno/a de las/os estudiantes. Decimos, entonces, que las condiciones de
fragmentación invisibilizan a las y los adolescentes y jóvenes y sus trayectorias,
fundamentalmente, los procesos de selección y exclusión que sufren y afectan sus
derechos. Dicho en otros términos, las problemáticas que atraviesan pueden pasar
inadvertidas para las y los docentes, “inobservadas”, si nos servimos del breve diálogo
entre Sherlok Holmes y su amigo y colaborador, con el que iniciamos esta clase.
Son condiciones funcionales a una escuela que en sus orígenes es concebida como
privilegio, no como derecho. El concepto de trayectorias, en su sentido político y
pedagógico más profundo, apunta a dar visibilidad a los recorridos reales, promueve la
responsabilidad institucional frente a los mismos y nos advierte acerca de la necesidad de
levantar las barreras que, sin ningún sentido pedagógico, producen trayectorias de
exclusión en un porcentaje significativo de adolescentes y jóvenes.
5
Acosta, F. y Pinkasz, D. La tutoría en la escuela. Notas para una historia . Buenos Aires: Ministerio de
Educación de la Nación.
Por su parte, María Beatriz Greco y Sandra Nicastro nos llevan a pensar la complejidad que
el concepto de trayectoria introduce, en tanto supone sostener una mirada múltiple, “no
se trata de mirar solo a un sujeto ni de centrar la atención solo en la organización escolar”
(Nicastro y Greco, 2009)6
Velar por trayectorias continuas y completas es, antes que nada, una responsabilidad de
política educativa: repensar los regímenes de evaluación y promoción, los mecanismos de
inscripción, la organización curricular e institucional de la enseñanza, los requisitos para el
acceso a la modalidad de educación domiciliaria, sólo por poner algunos ejemplos, va más
allá de las potencialidades de transformación de cada escuela.
“Las instituciones tienen que ser capaces de seguir la trayectoria escolar de sus
estudiantes y de generar las estrategias de retención para un aprendizaje exitoso.
Este seguimiento debe iniciarse en la escuela primaria y acentuarse en el ingreso a
la escuela secundaria, con el trabajo para la construcción de grupos y comunidades
de aprendizaje; debe continuarse a través del trabajo en red para el control del
ausentismo escolar y definirse cotidianamente en las prácticas institucionales y del
aula” LEN, artículo 68.
6
Nicastro S., Greco M. B. Entre trayectorias. Escenas y pensamientos en espacios de formación. Rosario. Ed.
Homo Sapiens. 2009.
Resignificar la función tutorial en tiempos de pandemia
Se requiere, sin lugar a duda, el trabajo indisociable tanto en relación con cuestiones de
orden académico como con aquellas ligadas a la convivencia, los vínculos y la integración
a la vida institucional, la promoción de los derechos y la atención de problemáticas que
pueden vulnerar derechos de adolescentes y jóvenes.
Apoyar los aprendizajes, fortalecer la construcción del rol de estudiante promoviendo cada
vez mayores niveles de autonomía, sostener los vínculos con las y los docentes
mediatizados por los entornos virtuales, promover la conformación del grupo de pares,
construir prácticas colectivas de cuidado de una/o misma/o y de las y los otros/as,
promover los derechos de niñas, niños y adolescentes e intervenir cuando estos sean
vulnerados o se encuentren en riesgo de serlo, son objetivos de la función tutorial que
ameritan ser puestos en valor en los tiempos que corren. En las siguientes clases
profundizaremos sobre cada uno de estos aspectos.
Actividades
Les proponemos en primer lugar comenzar a conocernos, para eso las y los
invitamos a contar de dónde son, en qué institución educativa se desempeñan,
en qué área, cursos y todo lo que deseen compartir en torno a eso.
Lectura ampliatoria
Bibliografía de referencia
Acosta, F. y Pinkasz, D. La tutoría en la escuela. Notas para una historia . Buenos Aires:
Ministerio de Educación de la Nación.
Créditos
Adinolfi Greco, S; Brugo, M.P; Campelo, A. (2021). Clase 1: La continuidad del vínculo
pedagógico en tiempos de pandemia y aislamiento social. La función tutorial y el
acompañamiento a las trayectorias en tiempos de pandemia. Buenos Aires: Ministerio de
Educación de la Nación.
Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0