Ensayo - Capital Intelectual, Humano, Estructural y Relacional

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S.E.P.

TECNOLÓGICO NACIONAL DE MÉXICO

INSTITUTO TECNOLÓGICO
De Tuxtepec
Ensayo:
Capital Intelectual, Humano, Estructural
y relacional
PRESENTA:
ROBERTO EDGAR PEÑA LÓPEZ
17350573
8° “B”

CARRERA:
LICENCIATURA EN ADMINISTRACIÓN

ASIGNATURA:
SEMINARIO DE GESTION DEL CONOCIMIENTO

DOCENTE:
L.C. ANAHIN ARAU FABIAN

15 DE MARZO DEL 2021


INTRODUCCIÓN

Toda empresa, independientemente de que haya adoptado un plan de


gestión del conocimiento, tiene una serie de activos, que tienen más o menos
componentes materiales e intangibles, pero que tienen reconocida importancia
estratégica: conocimiento del mercado; capacidades y recursos de desarrollo de
productos; un equipo de personas con ciertas habilidades, actitudes, experiencia y
conocimientos; reglas y políticas de trabajo; sistemas de información y bases de
datos específicas; relaciones con otras organizaciones y entidades. Todos estos
son ejemplos de bienes difíciles de imitar, pero que forman parte del capital que
puede diferenciar organizaciones y generar ventajas competitivas. La literatura
internacional se refiere a todos estos productos básicos como capital intelectual, y
uno de los desafíos que enfrentan las organizaciones es transformarlos en factores
que generen beneficios tangibles. El capital intelectual ha sido objeto de un rápido
crecimiento de los intereses corporativos en los últimos años, especialmente en
aquellas empresas cuyos ingresos provienen principalmente de la innovación y los
servicios intensivos en conocimiento. En este sentido, el capital intelectual ha sido
considerado por muchas personas, lo que representa uno de los retos más
importantes a los que se enfrentan los directivos y académicos actuales y futuros.
DESARROLLO

Muchos pensadores como Adam Smith y Alfred Marshall han estudiado la


capacidad de los activos intangibles para aumentar la productividad de los factores
de producción tradicionales. Sin embargo, no fue hasta los últimos diez años del
siglo pasado que apareció el problema del diseño de modelos de sistemas para la
gestión y medición de los activos intangibles de las empresas y comenzaron a
aparecer publicaciones sobre capital intelectual.

El concepto de capital intelectual está estrechamente relacionado con la


teoría de recursos y capacidades (Selznick, 1957; Penrose, 1959; Chandler, 1962;
Ansoff, 1965; Andrews, 1971; García-Parra et al., 2004). Parte de los recursos y
capacidades de la organización sirven como base para formular su estrategia. El
capital intelectual es la combinación de activos inmateriales o intangibles,
incluyéndose el conocimiento del personal, la capacidad para aprender y adaptarse,
las relaciones con los clientes y los proveedores, las marcas, los nombres de los
productos, los procesos internos y la capacidad de I+D, etc., de una organización,
que aunque no están reflejados en los estados contables tradicionales, generan o
generarán valor futuro y sobre los cuales se sustenta una ventaja competitiva
sostenida.

El capital humano se encuentra de modo particular en la actitud que tienen


las personas, en el aprendizaje personal, en la innovación que ellas realizan y que
toma la forma de creatividad y en las competencias de cada una de ellas (Brooking,
1996; Bueno, 1998; Edvinsson & Malone, 1999). El capital humano hace referencia
a las personas y a aspectos intrínsecos de las mismas, tales como, el conocimiento
que poseen y crean, la experiencia acumulada y la capacidad de aprendizaje, la
motivación e identidad con su ejercicio profesional, la habilidad de razonamiento y
de toma de decisiones, entre otros. Incluye el conocimiento explícito o tácito útil para
la empresa, así como su capacidad para regenerarlo, es decir, su capacidad para
aprender.
Definido como el elemento que permite la creación de riqueza mediante la
transformación del trabajo del capital humano. El capital estructural representa el
conocimiento que la organización consigue hacer explícito, que ha sistematizado y
que ha interiorizado; dicho conocimiento, en un principio, puede estar latente en las
personas y en los equipos de la empresa. Quedan incluidos bajo este concepto
todos aquellos conocimientos estructurados de los que depende la eficacia y
eficiencia interna: la estructura de la organización, los procesos y procedimientos
(tales como los desarrollados para la definición de los productos y servicios), los
procesos de reflexión estratégica, las tecnologías de la información, la tecnología
disponible, propia de la actividad productiva, la propiedad intelectual, etc. En
síntesis, el capital estructural representa todos aquellos mecanismos y estructuras
de la organización que pueden ayudar a los empleados a optimizar su rendimiento
intelectual y, por tanto, el rendimiento empresarial. Para su análisis, se ha
clasificado en capital organizativo y capital tecnológico, considerando que estos dos
capitales y sus respectivos componentes interactúan estrechamente y generan
escenarios adecuados para que los empleados se motiven y desarrollen su
capacidad de aprender y crear iniciativas productivas para las organizaciones.

El capital estructural suele estar integrado por aspectos referidos a la


organización y a la tecnología. Entre los primeros se incluye la cultura
organizacional, esto es, el conjunto de valores que impulsados por la directiva sirven
como modelos de comportamiento en la organización. También se incluye la forma
de organizar los distintos trabajos que realiza la empresa y la alineación del personal
con la estrategia, que facilita la conexión de los trabajadores con la dirección. Entre
los aspectos tecnológicos, se habla de la tecnología introducida en cada uno de los
productos/servicios o procesos que realiza la empresa, y muy especialmente se
debe tener en cuenta la capacidad de información tecnológica, que permite la
captación de tendencias y avances en ciencia y tecnología (Brooking, 1996; Bontis,
1998; Bueno, 1998; Wang & Chang, 2005; Jardon et al., 2007).

El capital relacional incluye las relaciones con el entorno, y más


específicamente con los agentes económicos que participan en las diferentes fases
de la cadena de valor del producto: los proveedores, los competidores y los clientes.
Quizás estos últimos han sido los más estudiados hasta el punto que muchos
modelos hablan de capital cliente en vez de capital relacional (Bontis, 1998; Bontis
et al., 2000; Wang & Chang, 2005). Algunos autores como Petrash (1998), definen
el capital relacional como la percepción de valor que tienen los clientes cuando
hacen negocios con sus proveedores de bienes y servicios.

El capital relacional referido a los competidores incluye su conocimiento, y el


benchmarking que realiza de ellos. Paralelamente, se consideran dos aspectos
específicos del capital relacional: la imagen que la empresa da al exterior y la
cooperación. Finalmente, se analiza la zona como posible fuente de capital
intelectual. Dentro de ella, se incluyen las tres fases de la cadena de valor, es decir,
compra, producción y venta.

CONCLUSIÓN

Es necesario establecer la importancia de estos activos intangibles,


relevantes en el logro de metas de las organizaciones, sin importar su tipo de
actividad, tamaño, aspectos financieros, entre otros.

Siempre ha sido tema de interés organizacional que el recurso humano es


considerado como el más relevante en una empresa, esto es porque, no importa
que tan tecnificada es su infraestructura debe estar el esfuerzo humano para echarla
a andar; la motivación que se genera a través de un liderazgo positivo, es otro
conductor de energía para las organizaciones, puesto que si el personal tiene
“puesta la camiseta”, como se dice comúnmente, entonces el trabajo en equipo
coadyuva al cumplimiento de objetivos estratégicos.

Los resultados en muchas organizaciones muestran que el capital humano


está relacionado con el capital estructural e indirectamente con el capital relacional,
sin embargo, no hay efecto directo entre el capital relacional y el capital humano.
Existe relación directa entre el capital humano y el capital estructural y también entre
este último y el capital relacional. Parece, por tanto, que toda la selección que existe
entre estas dos dimensiones del capital intelectual se hace a través del capital
estructural, en cuanto que ambos capitales se relacionan con el capital estructural.
En el caso de la satisfacción de los clientes, un aspecto claramente ligado al capital
relacional, está basada en la calidad de los productos y servicios de la empresa,
que es un aspecto del capital estructural. Esta última se basa en los conocimientos
de los trabajadores, que forma parte del capital humano. De esta forma se
relacionarían las tres dimensiones del capital intelectual.

BIBLIOGRAFÍA

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capital intelectual y sus dimensiones. Investigaciones Europeas de Dirección y Economía
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