Taller Imagen de Dios
Taller Imagen de Dios
Taller Imagen de Dios
un dios juez castigador Imagen de un dios perseguidor, que señala, acusa, que no tiene piedad porque es vengador y justiciero,
controlador y celoso. Quienes creen en él actúan movidos por el temor y no por el amor, hacen el bien
por miedo al castigo pero no porque les nace sinceramente.
un dios mago Es la imagen de un dios que me puede solucionar todos los inconvenientes, incluso aquellos que yo
mismo puedo solucionar. Se le conquista con rezos y promesas y a cambio el me complace todos los
caprichos. Cómo es un dios mago, sirve para adivinar el futuro, para revelar lo oscuro y oculto.
un dios ritualista Es un dios de las manifestaciones externas carentes de espiritualidad: ritos, procesiones, cultos que
demuestran una fe aparente pero que no trasciende al encuentro profundo con Dios por medio del
prójimo. Representa el sin sentido en el que se cae cuando no conocemos verdaderamente a Dios ni la
manera aecuada para relacionarnos con ÉL.
un dios plastilina Es la imagen de un dios moldeable a mi antojo, que se deja manejar y acomodar a lo que yo deseo, es un
dios ligth que no me exige compromiso y depende de mi estado de ánimo, de lo eufórico y mísitco que
haya amanecido ese día.
un dios del NO Es la imagen de un dios moralista, enemigo del cuerpo y del placer que está en contra de todo, para este
dios todo es pecado y transmite inseguridad y escrúpulos pues nos sentimos sucios e indignos de él
generando nuestro distanciamiento.
un dios abuelito permisivo Es el extremo opuesto del dios del no, pues este es permisivo, adulador, no pone obstáculos y todo lo
acepta, no hace ninguna exigencia, para este ya nada es pecado y todo lo perdona. Por su falta de
exigencia no me permite crecer y madurar en la fe.
un dios de los diez Su origen es el antiguo testamento con Moisés, la tradición judía para examinar la conciencia y se piensa
mandamientos. que con cumplir esa lista de comportamientos ya sé es bueno, además sigue siendo un código ético que
hay que cumplir para evitar ser castigado y no para crecer en el amor.
un dios macho todo poderoso Es la figura de ese dios que hace todo aquello que el ser humano debe y puede hacer. Se le presenta
como todo un macho y se le atribuyen cualidades masculinas como fuerza, iniciativa, poder, mando y
libertad. Es la imagen de un Dios carente de ternura y delicadeza, despreocupado por su creación.
un dios filosófico Llamado también el dios de los cabezones, es ese dios de todos aquellos que para relacionarse con él
recurren más a la razón que al corazón, es el dios que tiene que ser demostrado y argumentado pues se
le descubre con la inteligencia. El mismo dios del apóstol incrédulo Santo Tomás. La relación con este
dios es fría y distante porque es más teoría que experiencia viva.
un dios lejano del “más allá” Es la imagen de ese dios que está al otro lado esperando para juzgarnos al final de la vida. Es el dios de
los entierros y cementerios que premia o castiga después de la muerte, pero que no hace presencia ni
acompaña en la vida misma.
los ídolos convertidos en dioses Otra imagen falsa de Dios es cuando convertimos los ídolos en dioses, es así como la fama, el poder, el
dinero, el sexo, incluso las mismas personas que creemos amar se convierten en nuestros dioses, en el
sentido de nuestra vida, aquello sin lo cual ya no podemos vivir. Caemos en la idolatría, en
fundamentalismos religiosos, políticos, sociales (el barrismo, el animalismo, machismo, feminismo, etc)
LA IMAGEN VERDADERA DE DIOS QUE JESÚS NOS MUESTRA
El Dios de Jesús es Abbá., un Dios de entrañas maternales, tan cercano a nosotros como una madre lo es de su hijito pequeño. Dios
es Amor, nos quiere como somos. Nos quiere siempre, sobre todo cuando menos lo merecemos. Nos quiere no porque seamos
buenos y nos portemos bien, sino porque El lo es. Su amor es el fundamento de nuestra autoestima y de nuestra reconciliación con
nosotros mismos, fundamento para poder reconciliarnos con los demás.
Sentimos cierto rechazo a la imagen de Dios Amor, porque choca frontalmente con la que nos sembraron y cultivaron desde niños,
de un Dios Omnipotente, representación suprema del poder, siempre dispuesto a castigarnos si pecábamos o nos portábamos mal.
Jesús nos vino a liberar del temor de Dios, de las leyes inhumanas creadas en su nombre y del peso de una religión que exige
sacrificios para calmar la cólera divina y alcanzar el perdón. Habló siempre de un Dios de entrañas maternales, frágil, débil, vencido.
Un Dios “anonadado” (Filipenses 2, 5-11) y para los últimos, que no teme la libertad de los hombres, sino que la padece, un Dios de
perdón y gracia, no de juicio ni de méritos. Por ello, nos lo presentó como el Dios Amor, y el amor es más débil cuando no es
correspondido. Y es ilimitado cuando se entrega totalmente, hasta la muerte en cruz, sin esperar nada a cambio, como lo hizo Jesús,
Palabra de Dios, expresión perfecta de cómo es Dios, de cómo actúa. A Jesús lo entendemos como “La Palabra”, no sólo por lo que
dice, sino por lo que hace; por su manera de ser y de vivir. En El podemos conocer a Dios porque Dios se ha dado a conocer en Jesús.
El Dios de Jesús es el Papá-Mamá del Hijo Pródigo (Lucas 15, 11-32): Todos conocemos bien la historia. Un padre tenía dos hijos. Un
día, el hijo menor pide su herencia y se aleja de la casa paterna en busca de la felicidad. La busca donde lo hace todo el mundo, por
creer que allí se encuentra: en el dinero, en el placer, en el consumo, en el poder…Cuando se queda solo y sin dinero y empieza a
pasar hambre y necesidades, echa de menos el hogar paterno, la seguridad y la comida, y más por interés que por arrepentimiento,
decide volver a la casa y rogarle al padre que lo reciba como un jornalero más. Al hijo menor, que no conoce al padre, ni le pasa por
la cabeza que lo está esperando ansiosamente, con los brazos abiertos, para recuperarlo a su plenitud de hijo.
Dios no es Juez implacable. Es Padre-Madre (en la parábola del Hijo Pródigo no aparece la madre precisamente porque es un Padre
Maternal) que espera nuestro regreso para aceptarnos como hijos y volver a disfrutar de nuestra herencia; es pastor que nos cuida
para que no nos perdamos, para que encontremos agua y alimentos, que nos busca solícito y preocupado cuando hemos quedado
alejados del rebaño; es médico que cura nuestras heridas y quiere aliviar nuestros dolores.
El Dios Todopoderoso conduce a la soberbia; el Dios Justiciero a la exclusión y a la discriminación. En nombre de esos dioses se han
cometido numerosos crímenes y se han justificado las guerras más crueles e inhumanas. Es tiempo de que empecemos a creer y
aceptar en serio al Dios Amor de Jesús, que sólo puede llevarnos a la reconciliación, el perdón y la hermandad.
El Dios que Jesús nos presenta es un Dios que pide amar al prójimo y servirle. Un Dios que da su Amor hasta la muerte, Amor total,
que no excluye a nadie, ni a los enemigos, los que nos calumnian, nos maltratan, buscan nuestro mal: “Ustedes han oído que se dijo:
‘Amarás a tu prójimo y no harás amistad con tu enemigo’. Pero yo les digo: ‘Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores,
para que así sean hijos de su Padre que está en los cielos. Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre
justos y pecadores Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tienen?”(Mateo 5, 43-46). El Dios que nos revela
JESÚS no quiere que le ofrezcamos lo que tenemos, sino que lo compartamos con los demás. El sacrificio se debe traducir en servicio
eficaz a los pobres, los débiles, los necesitados. Hay que superar la religión de la ley, que pertenece a la prehistoria de Jesús y pasar a
la práctica del amor a Dios en el servicio a los demás. De la religión como un medio de poseer a Dios, a la religión que nos lleve a
entregarnos a los demás.
EL Dios que nos revela Jesús es un Dios que nos ama profundamente y que quiere que de la misma manera amemos a nuestros
hermanos: “El que dice que ama a Dios, pero odia a su hermano es un mentiroso” (1 Juan 4, 20) por eso Agradar a Dios no se queda
en cumplir ritos sino comportarse como hijo y hacerse hermano de todos. Al Dios de Jesús sólo se le puede servir sirviendo a los
necesitados por eso Jesús se identifica con los hambrientos, los forasteros, los encarcelados. En el más pobre y necesitado
encontramos a Jesús, y en Jesús encontramos a Dios: “Tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de
beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en sus casas. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme.
Estuve en la cárcel y me fueron a ver” (Mateo 2, 35-36).
Lo que resulta de una desconcertante radicalidad en este relato de Mateo es que el servicio al necesitado es valorado como muestra
de filiación y de aceptación del Padre, aun cuando uno lo haya hecho ignorando o incluso rechazando a Dios. Es decir, Dios prefiere a
los agnósticos y ateos que trabajan por un mundo mejor sirviendo a los hermanos, que a los que se consideran “cristianos” o gente
religiosa y sólo se preocupan por su propia salvación y por agradar a Dios, pero olvidan a los demás. Los que en la parábola son
declarados “benditos”, no lo son por haber hecho bien en su nombre, por motivos religiosos o de fe, sino simplemente por
compasión con los que sufren. Los “malditos” lo son a causa de su falta de corazón, porque, aunque tal vez se consideraron muy
religiosos y creyeron entregar sus vidas al servicio de Dios, no hicieron nada ante las necesidades de los demás.
Actividad
1. ¿De todas esas imágenes alguna o algunas son parecidas a la imagen de Dios que tu tienes?
2. Haz un listado con la mayor cantidad de características que encuetres del Dios que Jesús nos revela.
3. ¿Qué podemos hacer para cambiar las falsas ideas que de Dios que hemos aprendido?
4. ¿Para qué nos puede servir cambiar las falsas ideas de Dios que hemos aprendido?
5. ¿Qué cambiaría en nosotros sin esa falsa idea de Dios?