Boff Leonardo Experimentar A Dios
Boff Leonardo Experimentar A Dios
Boff Leonardo Experimentar A Dios
Experimentar a Dios
INTRODUCCIN
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CMO APARECE DIOS EN EL PROCESO DE VIDA-MUERTERESURRECCIN DEL LENGUAJE
traducida mediante el sofisticado discurso de la argumentacin filosficoteolgica, en el que se elaboran unos conceptos y una minuciosa lgica de los
meandros del misterio divino y de su comunicacin al universo y a los seres
humanos. Dios es identificado con los conceptos que elaboramos de l. l habita
nuestros conceptos y nuestros lenguajes. Elaboramos sobre Dios y sobre el mundo
divino una serie de doctrinas que encerramos en los diversos credos y en los
catecismos. De ese modo tratamos de llenar de sentido ltimo y pleno nuestra
vida. Dios puede ser encontrado en la intimidad del corazn. Con l podemos
hablar y rezar; ante l podemos caer de hinojos, elevar nuestras quejas y esperar su
gracia y salvacin. La montaa es montaa, Dios Padre-Madre de infinita ternura.
b) La montaa no es montaa: no saber-trascendencia-desidentificacin
bebamos o hagamos cualquier otra cosa, hagmoslo todo para la gloria de Dios (cf.
1 Cor 10.31). Quien ha experimentado el misterio de Dios ya no pregunta, sino que
se limita a vivir la transparencia de todas las cosas y celebra el advenimiento de
Dios en cada situacin.
La experiencia de Dios no se da tan solo en este tercer momento del sabor,
sino que es una experiencia total que incluye el saber, el no saber y el sabor.
Conviene no quedarse fijo en ninguno de ellos. El tercer momento se hace
nuevamente primero e inicia el proceso en que los nombres de Dios son afirmados,
negados y reasumidos. Todo este recorrido constituye la experiencia concreta,
dolorosa y gratificante a la vez, de Dios, el cual da y se retrae continuamente; se
revela y se vela en cada momento, porque l ser siempre el Misterio y nuestro
eterno Futuro.
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MATA LAS IMGENES Y APARECER DIOS
lo sabe todo desde el vientre materno, que saba de su muerte desde el comienzo
mismo de su vida y conoca de antemano cada uno de los pasos de su andadura
por este mundo. De este modo, la encarnacin que nos presentan los evangelios se
ve privada de su densidad profundamente humana. No se entiende entonces por
qu puede Jesucristo ser verdaderamente tentado, porque, aun siendo Hijo, por
los padecimientos aprendi la obediencia (Hb 5,8).
Esta representacin de la trascendencia divina como distancia respecto del
mundo tiene unas desastrosas consecuencias para la vida de fe: por un lado estn
las experiencias de la vida y del mundo; por otro, la adhesin a las verdades
abstractas sobre Dios; pero no se establece nexo alguno entre aquellas y estas. La
fe, en lugar de brotar del corazn de la vida, se superpone a ella. La Iglesia aparece
entonces como una institucin centrada casi exclusivamente en la defensa del
depsito de verdades reveladas y en la proclamacin de unos principios morales
que apenas tienen que ver con la concrecin de la existencia, con lo cual no rara
vez se aterroriza ms an a los fieles y se hace la vida an ms triste, en lugar de
liberarla para la entrega generosa y total del hombre al misterio de Dios.
El predicar un Dios sin el mundo tuvo como consecuencia el surgimiento de
un mundo sin Dios. El ser humano no pudo resistir ese dualismo, que violenta la
vida, y rompi con esa mal representada trascendencia proclamando, como en el
aforismo 125 de La Gaya Ciencia de Nietzsche: Os anuncio la muerte de Dios. Lo
hemos matado todos: t y yo. Todos somos asesinos. En realidad, Nietzsche no
proclama la muerte de Dios, sino de la falsa trascendencia que nos lleva a efectuar
representaciones de Dios y a confundir ingenuamente la representacin de Dios
con Dios mismo. Dando muerte a las imgenes de Dios, abrimos el espacio para la
experiencia del Dios vivo y verdadero, del Misterio inefable y sensible al corazn.
El atesmo que niega las representaciones de Dios ofrece, pues, la posibilidad de
una verdadera experiencia de Dios, el cual habita en nuestras representaciones,
pero a la vez est siempre ms all y ms ac de las mismas.
b) Dios radicalmente ntimo: inmanencia
consecuencia una nueva negacin de Dios: Dios no es una categora del poder, la
justicia y el amor humanos que pueda ser manipulada para mantener la situacin
privilegiada de unos cuantos ni para dar un vuelco a dicha situacin. La religin
puede convertirse, de hecho, en opio del pueblo cuando confunde a Dios y las
cosas divinas con las instituciones y verdades religiosas. Oh Dios, Vos no sois sino
el amor<, pero sois un amor distinto. Vos no sois sino la justicia<, pero sois una
justicia distinta, rezaba uno de los ms grandes telogos franceses del siglo XX. La
negacin del Dios antropomorfo crea la condicin de posibilidad de la experiencia
del Dios vivo y verdadero que est en el mundo, pero que no se agota en el
mundo. El trascendentalismo afirmaba a Dios y negaba el mundo; el inmanentismo
niega a Dios y afirma el mundo. No podemos afirmar tanto a Dios como el
mundo? He ah el desafo que debemos afrontar y resolver.
c) Dios a travs de todas las cosas: transparencia
encima y fuera del mundo, sino en el corazn mismo del mundo y ms all de l;
dentro, pero sin agotarse ah ni convertirse en una pieza del mundo. Por haber
dejado de ser vivido dentro del mundo, Dios qued fosilizado en una
representacin que lo situaba fuera del mundo. El propio mundo no est
abandonado a s mismo en medio de los espacios infinitos que se expanden en la
medida en que el universo se auto-crea y se distiende. El mundo est anclado en
Dios. Con cierta osada, podramos decir que es el cuerpo visible de Dios.
De qu forma son todas las cosas transparentes a Dios? Cmo se da la
unin del mundo y de Dios, sin confundir a Dios con el mundo ni al mundo con
Dios y sin negarse uno y otro mutuamente? Cul es la dimensin originaria que
nos impide crearnos objetivaciones negadoras de Dios y negadoras del mundo?
Ya aludamos ms arriba al panentesmo. El panentesmo (filolgicamente,
todo en Dios y Dios en todo), que no debe confundirse con el pantesmo, afirma
la autonoma de ambos polos Dios y el mundo, pero los pone uno en presencia
de otro, en una completa inter-retro-relacin (algo semejante a lo que ocurre entre
las tres divinas Personas de la Santsima Trinidad, y que en lenguaje teolgico se
llama perijresis o circuminsessio). Justamente aqu reside el fundamento de la
transparencia.
Pero cmo aparece, en trminos de experiencia concreta, la verdad del
panentesmo, de la mutua presencia Dios-mundo? La dimensin originaria que
abre ese espacio y que nos impide objetivar a Dios en un ms all distante o en un
ms ac opaco y mundano es la historicidad del ser humano. Pero conviene que
entendamos bien lo que es la historicidad, porque inserto en ella se encuentra lo
que llamamos inmanencia y trascendencia. La historicidad surge cuando
entendemos el proceso que vamos a pasar a describir.
El ser humano se descubre en una situacin histrica muy concreta,
personal, social y ecolgicamente definida, siempre junto a otros en el mundo; y en
esta situacin se siente desafiado a tomar postura y adoptar decisiones y, de este
modo, constituirse como persona. l es el nico ser de la creacin que no nace
acabado, sino que tiene que construir y plasmar su destino interfiriendo en el
mundo y relacionndose con los dems. Al asumir radicalmente esa situacin
concreta, experimenta de hecho quin es l: un ser inmerso en el mundo y en las
diversas estructuras y coyunturas, pero tambin un ser capaz de elevarse
constantemente por encima de ellas, de rebelarse contra ellas, de cuestionarlas, de
elaborar alternativas frente a ellas y de tomar opciones que lo definen
definitivamente. Puede ser una gallina que picotea el suelo de su cercado o puede
ser un guila que levanta el vuelo y se alza por encima de la prosaica realidad. l
es quien lo decide, y su decisin significar existencialmente realizacin o
frustracin, felicidad o desgracia, salvacin o perdicin. La inmanencia es la
situacin dada. La trascendencia es la superacin de la misma. Y ambas se
3
QU ES EX-PERI-ENCIA
en que este se abre cada vez ms al objeto y lo estudia desde diferentes ngulos.
Un mdico experimentado es aquel que se ha enfrentado muchas veces a la misma
enfermedad bajo los ms diferentes sntomas y en las formas y circunstancias ms
diversas, hasta el punto de no dejarse ya sorprender o engaar. Simplemente,
conoce la enfermedad. No ya por haberla estudiado en los libros, que tambin, sino
porque ha tenido que combatirla concretamente y ha conocido sus sntomas. El
modelo que ha elaborado de la enfermedad, combinando la experiencia vivida y la
ciencia de los libros, es un modelo probado y verificado.
Ya hemos visto el sema peri (alrededor de) que forma parte de la palabra experi-encia. Nos falta por analizar el sema ex, una preposicin latina que, entre otras
cosas, significa estar orientado hacia fuera, expuesto a, abierto hacia<
Tenemos, por ejemplo las palabras ex-clamacin, ex-posicin, ex-istencia< En este
sentido, ex expresa una caracterstica fundamental del ser humano como
existencia. Es un ser que ex-iste vuelto hacia fuera (ex), en dilogo y comunin con
el otro o con el mundo. De ah que la ex-peri-encia no sea tan solo una ciencia, sino
una verdadera cons-ciencia. El objeto se manifiesta a la consciencia segn las leyes
estructurales de la misma. La ex-peri-encia jams carece de pre-su-posiciones. La
conciencia, por su parte, tambin tiene ya sus pre-su-posiciones, que son
posiciones adoptadas histricamente o heredadas da la cultura en la que uno est
inserto. La cultura no est vaca, sino que asume modelos de interpretacin del
pasado, de la sociedad actual y de la propia trayectoria personal. Estos modelos
pueblan siempre la conciencia. Cuando la persona sale de s (ex) y va al encuentro
de los objetos, lleva consigo toda esa carga. La experiencia contiene, pues, un
elemento subjetivo (la ex-istencia) y un elemento objetivo (los objetos). En el
encuentro de ambos, en la modificacin que se opera tanto en la conciencia como
en los objetos, es donde se estructura la experiencia. Los modelos ya presentes en
la conciencia son confrontados, verificados y cotejados con la realidad. Con lo cual
pueden ser confirmados, pero pueden tambin ser destruidos, o bien corregidos y
enriquecidos. La experiencia envuelve todo este doloroso y creativo proceso.
Resumiendo, podemos decir que la experiencia es el modo en que
interiorizamos la realidad y la forma que tenemos de situarnos en el mundo junto a
los dems. As entendida, la experiencia debe, pues, ser distinguida de la vivencia.
La vivencia es la situacin psicolgica, la disposicin de los sentimientos que la
experiencia produce en la subjetividad humana. Son las emociones y valoraciones
que anteceden, acompaan o siguen a la experiencia de los objetos que se hacen
presentes al interior de la psique humana. Vivencia no es sinnimo de experiencia,
sino consecuencia y resultado de la experiencia en la psique humana. Pertenece al
fenmeno total de la experiencia, pero este es ms amplio y profundo que aquel (la
vivencia).
Si experiencia es la manera en que nos situamos en el mundo, y el mundo en
4
LA EXPERIENCIA TPICA DE NUESTRO MUNDO MODERNO
subjetividad humana, las opciones sociales y los intereses del grupo. Es siempre el
ser humano quien hace ciencia. Y la hace con todo lo que l es, con unos intereses
perfectamente definidos y con el sentido que l mismo confiere a su trabajo. Lo
cual determina las preguntas, marca los modelos de anlisis y orienta la direccin
de su inters cientfico.
En cualquier caso, nuestra experiencia del mundo est marcada por el
carcter cientfico-tcnico, lo cual diferencia a nuestro tiempo de otros tiempos de
la historia humana. Con todo, dentro de esta experiencia del mundo se ha
insinuado un elemento importante para nuestro tema de la experiencia de Dios. La
ciencia de la objetividad cientfica envuelve al hombre que entra en la
determinacin de lo que debe ser analizado e investigado, marcando la
investigacin con el sentido que l le da. En una primera dimensin, el ser humano
se preocupa ante todo de dar una ex-plicacin de los fenmenos que analiza, la
cual se procesa con el recurso a las causas inmanentes verificables del propio
fenmeno. De esta forma construye el edificio cientfico y la posibilidad de su
utilizacin para transformar el mundo mediante la tcnica. Este complejo es un
artefacto humano, fruto del ejercicio de la capacidad del espritu.
En un segundo momento, ms fundamental que el primero de la explicacin, el hombre se pregunta por el sentido de esas manifestaciones humanas.
La ciencia y la tcnica son una manera de situarse el hombre en el mundo, y el
mundo en el hombre.
Qu significado tienen? Qu pretenden? Qu busca el hombre con todo
eso? Se pregunta por el sentido, que es algo ms que una explicacin cientfica. La
pregunta por el sentido abarca la totalidad del fenmeno cientfico. Como deca
acertadamente Ludwig Wittgenstein, aun cuando hubiramos respondido a todas
las posibles cuestiones cientficas, percibiramos que nuestros problemas vitales ni
siquiera han sido rozados.
La pregunta por el sentido de la vida es ineludible y, como observbamos
ms arriba, ya est implcita y latente dentro de la propia ciencia y de la tcnica. El
ser humano investiga y transforma el mundo porque ve sentido en ello, porque en
ello se realiza y consigue expresar ciertas dimensiones latentes en l. Qu sentido
trata de realizar y vivir el ser humano cuando dialoga tcnico-cientficamente con
la realidad? El anlisis de este cuestionamiento nos abre al sentido originario de
Dios, presente tambin dentro del mundo moderno.
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CMO APARECE DIOS EN EL MUNDO DE LA TECNOLOGA
cosas, pero no puede hablar la fuerza con la que habla. El ojo puede verlo todo,
pero no consigue verse a s mismo (el espejo nos da tan solo una imagen del ojo, no
el ojo mismo: si rompo el espejo en el que se refleja mi ojo, no por ello rompo mi
ojo). Qu es, pues, ese ojo que permite verlo todo y no se deja ver? Qu es ese
Misterio sin nombre? Qu es ese No-Saber?
No es cierto que todas las religiones y todos los msticos han llamado
Dios al Inefable que se da y se retrae en nuestra existencia? No es Dios la
palabra para decir la No-Palabra? Acaso no dice el salmo: En tu luz, Seor, veo la
luz? Por eso deca el sabio: Nombrar el Tao es nombrar la No-Cosa< El Tao es
un nombre que indica sin definir. El Tao est ms all de las palabras y de las
cosas. No se expresa ni con palabras ni con el silencio. All donde no hay palabras
ni silencio, all se aprende el Tao.
El Dios-Misterio est en el mundo cientfico-tcnico, pero retrado, olvidado,
silenciado. El que no se hable de l no significa que no est presente o que sea
negado. Est ah con el pudor del silencio. Dios es como la raz de un rbol: vemos
un rbol, admiramos su frondosa copa, comemos sus frutos, estudiamos su
naturaleza< Pero lo que no se ve sobre la superficie de la tierra, la raz, es lo que
da vigor y vida al rbol. La raz no aparece a primera vista, sino que est recogida
en el silencio de la tierra. Cuando comemos los frutos y descansamos a la sombra
del rbol, no nos acordamos de la raz, aunque es de ella de donde procede la savia
y, con la savia, la vida. Dios es esa raz y esa savia ocultas. Dios es como el sol que
brilla ah fuera, en la naturaleza. Desde la sala iluminada por la luz del sol no
vemos el sol. Cuando nos movemos y trabajamos a la luz del sol dentro de la sala,
raramente nos acordamos del sol. Es olvidado y silenciado, pero no por ello deja de
brillar, tanto sobre quien se olvida de l como sobre quin se acuerda de l y lo
nombra en su vida. As aparece Dios en el mundo cientfico-tcnico: velado,
olvidado y silenciado. Pero, al igual que el sol y la raz, est presente y es la fuerza
y la vida del deseo de saber y de poder.
Para quien consigue comprender todo esto, el mundo comienza de pronto a
transformarse en un gran sacramento. A pesar de todo su aparato tcnico, est
remitindose y apuntando a una realidad fundante que lo soporta. No solo algunas
cosas del mundo cientfico-tcnico nos en-va-n a Dios, sino que todo se convierte
en va y nos invita al viaje hacia Dios: tanto las positividades como las
negatividades, tanto las conquistas humanizadoras de la tcnica como las
manipulaciones inhumanas de la misma. Unas y otras son soportadas por el
mismo fundamento. Lo cual no significa que Dios sea responsable del mal en el
mundo tcnico. Como ya hemos visto, Dios no est presente como causa segunda y
como fenmeno. Es el hombre quien ocasiona la contaminacin y quien crea
mecanismos de explotacin globalizada. Es verdad que la fuerza con que hace todo
eso no es suya, sino que le ha sido dada; pero l ha abusado de esa fuerza, y por
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CMO APARECE DIOS EN LA COSMOLOGA MODERNA
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CMO APARECE DIOS EN EL MUNDO OPRIMIDO DE AMRICA LATINA
poder resolverse.
El desarrollo no se define ya en trminos de independencia y autosustentacin a partir de las propias fuerzas, sino en trminos de aproximacin al
paradigma de los pases opulentos del hemisferio norte, paradigma que, por
definicin, es inalcanzable, dado que la transformacin es cada vez ms rpida.
Tena razn Celso Furtado, el mejor economista brasileo, cuando observaba:
La experiencia ha demostrado que, si se aumenta el esfuerzo por avanzar
ms rpido y reducir la distancia respecto del objetivo perseguido, la deformacin
estructural se acenta, porque una acumulacin ms intensa en beneficio de una
parte de la poblacin ensancha el abismo existente entre las condiciones de vida de
la minora privilegiada y las de la masa, un abismo que constituye la esencia
misma del subdesarrollo. Puede inferirse, por tanto, que la mejora efectiva de las
condiciones de vida de la inmensa mayora de la poblacin de los pases del Tercer
Mundo, en particular los de grandes dimensiones demogrficas, solo podr
alcanzarse por otras vas. La India nunca ser una Suecia de mil millones de
habitantes, ni el Brasil una reproduccin de los Estados Unidos.
Estos datos sumarios ilustran la elevada tasa de iniquidad humana que el
sistema capitalista comporta. Y eso sin tener en cuenta el desastre ecolgico, que
est provocando daos a nivel mundial sobre todos los sistemas y sobre el propio
sistema-Gaia. Algo debe de estar profundamente errado en la opcin por
semejante sistema global, que se ha instaurado y est globalizndose hasta en los
ms alejados rincones de la Tierra. Esta situacin constituye una provocacin
terrible para la experiencia de Dios. Cmo se revela Dios en semejante situacin?
Hemos dicho anteriormente que Dios emerge a partir de la historia que vivimos, y
que no tenemos sobre l una ciencia previamente construida y aplicable a nuestra
situacin. Pues bien, qu rostro muestra Dios dentro de nuestro inhumano
mundo? Hay que considerar la imagen de Dios vehiculada ideolgicamente por el
sistema y que justifica la situacin. El sistema capitalista presenta a Dios como
aquel Ser Supremo que establece la existencia de clases de un modo absolutamente
natural, por lo que siempre habr ricos y pobres. Predica un Dios que manda
observar las leyes de la naturaleza, entendiendo que el ansia de lucro personal, la
competitividad y la libre empresa son consustanciales a dichas leyes. Anuncia un
Dios que prescribe la necesidad de obedecer al orden establecido, sin preguntarse
si tal orden no ser, como en realidad est siendo, orden en el desorden y fruto del
egosmo de grupos de intereses. La situacin se vuelve trgica para la fe cuando
nos damos cuenta de que los propios conceptos fundamentales del cristianismo (la
humildad, la obediencia, la honestidad, la paciencia, el cargar con la cruz de Cristo,
la pobreza, la renuncia, el amor incondicional, etc.) han sido asimilados como
soporte justificador del sistema de opresin. Deca Freud que los cristianos estaban
mal bautizados. Estn mal bautizados, comenta Marcuse, en cuanto que solo
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CMO EMERGE DIOS EN LA ANDADURA PERSONAL
De las reflexiones que hemos hecho hasta aqu debera deducirse con toda
claridad que Dios no constituye uno de tantos objetos directamente
experimentables. Dios emerge de la radicalidad de la experiencia del mundo. El
discurso sobre Dios es un discurso cualificado sobre el mundo, un discurso sobre
el mundo en cuanto que percibimos que este no es la ltima instancia, sino que
siempre se remite y es soportado por algo que se ilumina dentro de l, pero que no
es l. Y hemos concretado este enfoque del asunto mostrando cmo Dios surge
dentro de la experiencia de nuestro mundo cientfico-tcnico y de nuestra realidad
latinoamericana oprimida.
La persona humana, con todas sus circunstancias, vive dentro de ese doble
horizonte. Sin embargo, no se deja encuadrar simplemente dentro de ese mundo
arriba descrito, porque tiene su propia andadura personal. Cada ser humano es
una sntesis nica y propia de la historia, y en eso reside su sacralidad y su
dignidad. La persona es una y nica y realiza su experiencia del mundo y, en el
corazn mismo de este, su experiencia del misterio del mundo, es decir, de Dios.
Esta experiencia de Dios en la diafana del mundo, no nos cansaremos de
repetirlo, no es una vivencia de un objeto ni una experiencia de tantas. La
experiencia de Dios no debe imaginarse como la experiencia, por ejemplo, de
contemplar una puesta de sol o de sufrir un dolor de muelas. Si as fuera, Dios
sera un fenmeno del mundo. Pero Dios no se deja encontrar fcilmente en
ninguna parte. De ah nuestra insistencia en que Dios solo se hace real y vivo si
emerge de la radicalidad de la experiencia del mundo como fuerza liberadora
dentro de nuestro compromiso en favor de una mayor justicia y humanidad.
Tampoco consiste la experiencia de Dios en tener visiones, audiciones y
arrebatos msticos. Todo ello puede darse, pero no pasa del nivel de las vivencias
subjetivas del misterio de Dios. Dios no es visible ni audible ni accesible
nicamente en la experiencia mstica. Si as fuera, Dios sera privilegio y lujo
exclusivo; de unos cuantos iniciados, pero no el sentido que atraviesa toda la
existencia, por ms cotidiana que se presente. De ah que pueda experimentarse a
Dios siempre y en cualquier situacin, a partir del momento en que accedemos a la
profundidad de la vida, all donde esta muestra una apertura absoluta que
trasciende todos los lmites y que, por ello mismo, se manifiesta como lo
Trascendente en nosotros.
Cmo tiene lugar esa experiencia de Dios en la andadura personal? Puede
haber una especie de mistagoga, es decir, un camino de iniciacin? Aqu estamos
pisando tierra virgen. Caminante, no hay camino, se hace camino al andar, deca
el poeta espaol Antonio Machado. Del mismo modo que no podemos sustituir a
nadie y vivir su vida por l, tambin en esto ocurre algo semejante: cada cual, a lo
largo de su andadura existencial, deber conocer por experiencia cul es la raz que
alimenta su vida. Tal vez alguien se d cuenta de que lo que experimenta en la
vida nunca ha sido verbalizado en trminos de experiencia de Dios, sobre el cual se
imagina algo muy distinto y que incluso puede ser equivocado. A pesar de lo cual,
debemos decir que Dios puede realmente ser experimentable por parte de quienes
ni siquiera lo sospechan, pero experimentan el misterio de la vida, el sentido
profundo que la atraviesa, la llamada secreta a un Ms en todo cuanto sienten,
viven y hacen. Bajo esa experiencia se esconde aquello que desciframos como
siendo Dios. Lo aqu evocado no pretende describir una experiencia de Dios, sino
tan solo llamar la atencin sobre un posible camino a abrir y en el Dios puede
irrumpir.
a) Dios como experiencia de la bondad y del sentido radical de la vida
que damos al Misterio que se anuncia dentro de las coordenadas de nuestra vida?
No es acaso la diafana paciente de Dios lo que detectamos?
c) Dios como experiencia de la plenitud de la vida
Dios emerge tambin en toda la experiencia del otro. Cuando estoy frente al
otro, no estoy frente a un objeto que pueda luego encuadrar en algn esquema. No
hay ficha alguna que pueda reflejar totalmente a la persona humana, la cual nunca
se ajusta adecuadamente a una situacin ni puede ser definida a partir de sus
circunstancias. En el fondo, cada persona es una persona, nica e irrepetible, con
cuya simple presencia est convocando a la Trascendencia viva. El ser humano
lo hemos dicho muchas veces representa un proyecto infinito y un misterio
abierto al universo entero. Dicho misterio no es el residuo de lo an no conocido o
investigado, sino que es exactamente lo que antecede a todo conocimiento y se
muestra an ms grande despus de todo conocimiento. Qu es el ser humano?
No es esta una pregunta a la que pueda responder exhaustivamente la ciencia,
porque se trata de una pregunta existencial, no terico-crtica. Por eso, cada cual
debe responderla por s mismo a lo largo de la andadura de su propia existencia.
En la medida en que va caminando, va tambin abrindose el horizonte de la
pregunta y va construyndose la autodefinicin personal.
La experiencia ltima del hombre no es ya el hombre, sino la experiencia de
lo que trasciende al hombre: la experiencia del Misterio. Ningn hombre, por muy
pecador y miserable que sea, puede apagar la Trascendencia que se deja
transparentar en su semblante. l es siempre mayor que todos sus crmenes, del
mismo modo que es mayor que todos sus arrobos de amor y de mstica. En l fluye
un torrente de bondad, late una profundidad misteriosa, irrumpe un ms all que
constituye la permanente diafana de Dios en el mundo. De ah toda la sacralidad
de la persona humana; de ah toda su respetabilidad; de ah la identidad afirmada
por Cristo entre el amor al prjimo y el amor a Dios. El del amor no es un
mandamiento meramente voluntarstico: es as, sencillamente, porque Dios lo
quiere. No. Dios lo quiere porque es lo ms importante que existe. Y el ser humano
es el lugar de su aparicin y realizacin privilegiada y consciente.
Ya hace mucho que renombrados bilogos como Humberto Maturana y
Fritjof Capra vienen afirmando la base biolgica del amor, el cual se encuentra en
la estructura de toda realidad, urdida siempre de relaciones, de cooperacin, de
comunin y de inclusin. El amor es aquella fuerza que todo lo religa y que
permite que las cosas formen un cosmos y no permanezcan en el caos. El amor, por
tanto, posee un fundamento ontolgico: su inclusin en la estructura de la propia
realidad objetiva. En el ser humano, este dato objetivo se transforma en un
proyecto asumido conscientemente y con plena libertad. A travs del amor, Dios
mismo sigue auto-donndose y haciendo historia dentro de la historia humana,
personal y colectiva. Amando al otro con radicalidad estamos amando a Dios. Si
has visto a tu hermano, entonces has visto a Dios, dice uno de los primeros
telogos cristianos, Clemente de Alejandra (Stromateis 1,19), ya en el siglo II.
La experiencia de Dios en el ser humano debe superar una y otra vez la
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LA EXPERIENCIA CRISTIANA DE DIOS
Si Dios emerge del interior mismo de nuestro mundo, cmo emergi del
interior del mundo de Jess de Nazaret? Es situando a Jess dentro de su mundo
como se muestra la originalidad de su experiencia de Dios. Ciertamente, el Dios de
Jess de Nazaret es el Dios de la experiencia de los padres de la fe abrahmica del
Antiguo Testamento. Pero es tambin un Dios experimentado de un modo
profundamente distinto, porque la encarnacin de Dios no pretende sancionar lo
que ya sabamos de l, sino revelarnos definitivamente quin y cmo es realmente
Dios en s mismo. No podemos olvidar que la razn ltima de la condena a muerte
de Jess no fue tanto su discordancia con los fariseos en relacin con la
interpretacin de la Ley cuanto el hecho de que Jess hubiera presentado un Dios
de amor y de perdn, un Dios Padre con caractersticas de Madre; es decir, una
experiencia diferente de Dios.
a) Un mundo oprimido interior y exteriormente
y del partido de los saduceos, que le hacan el juego a la poltica romana. Pero
tambin por causa de la cultura romano-helenstica, que haca la opresin an ms
odiosa e ignominiosa, dado el carcter religioso y segregacionista de los judos.
Despus de la muerte de Herodes, el reino fue dividido entre sus hijos (cf. Lc 3,12), y ms tarde la Judea pasara a ser gobernada por un procurador romano.
Desde el punto de vista socioeconmico, Galilea, la tierra donde naci Jess
y donde este realiz su actividad de predicador itinerante, es una regin casi
exclusivamente agrcola. La profesin dominante en la familia de Jess, sin
embargo, era la de teknon, que poda significar tanto carpintero como tejedor o
cubridor de tejados. Es verdad que haba trabajo para todos, pero el bienestar no
era excesivo. El ahorro era algo absolutamente desconocido, de suerte que una
caresta o una mala cosecha hacan que se produjeran verdaderos xodos rurales
en busca de trabajo. Los jornaleros se amontonaban entonces en las plazas de las
ciudades (cf. Mt 20,1-15) o se ponan al servicio de un gran propietario hasta saldar
sus deudas3. La ley mosaica, por la que el primognito reciba doble herencia que
los dems hermanos, ocasionaba indirectamente el aumento del nmero de
asalariados que, al no encontrar empleo, se convertan en un verdadero
proletariado, compuesto de mendigos, vagabundos y ladrones. Estaban, adems,
los ricos terratenientes, que expoliaban a los campesinos a base de hipotecas y
expropiaciones por impago de deudas. El sistema tributario, por lo dems, era
sumamente exigente y minucioso: haba que pagar impuestos por casi todo (por
cada miembro de la familia, por las tierras, por el ganado, por los rboles frutales,
por el agua, por la carne, por la sal, por los caminos<). Y, por si fuera poco,
Herodes, con sus construcciones faranicas, empobreci extraordinariamente al
pueblo.
La dominacin extranjera constitua para este pueblo una verdadera
tentacin en relacin con la fe en las promesas y en el seoro de Dios sobre el
mundo a partir de Jerusaln. Los diversos movimientos de liberacin, en especial
el de los zelotas, pretendan preparar o incluso provocar, mediante la violencia, la
intervencin salvadora de Dios. Cuanto mayor era la dependencia y la opresin,
tanto ms intensa y ardiente era la esperanza y la expectativa de una intervencin
inminente de Dios (cf. Lc 3,15), exacerbada por la excntrica fantasa de los
apocalpticos, que en todas las cosas vean fcilmente seales que preanunciaban la
instauracin del reinado de Dios y la liquidacin de todos los enemigos del pueblo.
La verdadera opresin, con todo, no se deba a la presencia del poder
romano, sino a la interpretacin legalista de la religin y de la voluntad de Dios,
corroborada especialmente por los fariseos. La ley, que deba ayudar a encontrar el
camino hacia Dios, haba degenerado con el peso de las tradiciones, de las
interpretaciones cicateras y de las mezquinas minucias en una terrible esclavitud
impuesta en nombre de Dios (cf. Mt 23,4; Lc 11,46). Jess llegar incluso a decir:
Esta presencia del Reino exige una adhesin total. Hay que estar abierto al
Dios presente. Pero qu rostro tiene ese Dios? Sigue siendo el Dios de la Ley que
exige la observancia irrestricta y minuciosa que propugnan los fariseos? Los
evangelios nos muestran dos dimensiones de Jess totalmente paradjicas: la una
extremadamente rigorista, y la otra liberal. Por un lado, presentan a Jess
planteando en nombre de Dios unas exigencias ms duras que las de los fariseos.
En este sentido, es un rigorista: no solo el matar, sino incluso el irritarse contra el
hermano le hace a uno reo de juicio (Mt 5,21-22); no solo el adulterio consumado,
sino incluso la simple mirada codiciosa le convierte a uno en adltero (cf. Mt 5,2728); si tu ojo derecho te es ocasin de pecado, scatelo y arrjalo de ti; ms te
conviene que se pierda uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea
arrojado a la gehenna (Mt 5,29). Todo el tenor del sermn de la montaa radicaliza
las exigencias de la Ley, llevando la observancia al nivel de lo imposible para el
simple hombre mortal. Por otro lado, los evangelios muestran a un Jess soberano
frente a la ley, hasta el punto de ser considerado laxo por los piadosos de su
tiempo, que mostraban abiertamente su escndalo (cf. Mt 13,53-58). No le
preocupaba la observancia rigurosa del sbado, porque ms importante que el
sbado era para l el ser humano (cf. Mc 2,23-26; Lc 6,6-10; 13,10-17; 14,1-6; Mc
2,27). Ni l ni sus discpulos eran ascetas al estilo de los discpulos de Juan (cf. Mc
2,18); es acusado de glotn y bebedor (cf. Lc 7,34; Mt 11,19); critica la distincin
entre prjimo y no-prjimo (cf. Lc 10,29), porque prjimo es todo aquel a quien
me aproximo, tanto si es judo como si es pagano, tanto si es santo como si es
malvado; fulmina, haciendo gala de su autoridad, las leyes referentes a la
purificacin: no es lo que entra, sino lo que sale del ser humano, lo que hace a este
impuro; lo que entra no pasa por el corazn, sino por el estmago, para ir a parar
al excusado (cf. Mc 7,19). Acoge a todo el mundo, especialmente a los que eran
considerados pecadores pblicos, como es el caso de los recaudadores de
impuestos, con quienes come abiertamente (cf. Lc 15,2; Mt 9,10-11), los enfermos y
los leprosos (cf. Mc 1,41), o una hereje samaritana (cf. Jn 4,7). Prefiere a los
publcanos, las prostitutas y los pecadores antes que a los piadosos y a los telogos
(cf. Mt 21,31). En el Evangelio de Juan encontramos estas liberadoras palabras de
Jess: Al que venga a m no lo echar fuera (Jn 6,37).
Cmo ha de entenderse esta paradoja de que sea por un lado tan rigorista,
y por otro tan liberal?
Si tomamos la Ley como medida de juicio, no conseguiremos entender tal
paradoja, porque un elemento excluye el otro. Ambos aspectos opuestos solo son
comprensibles y revelan su unidad interior si consideramos la experiencia tpica
que Jess tiene de Dios. En realidad, su rigorismo no es el rigorismo de la Ley, sino
un rigorismo que ayuda a abandonar la absolutizacin de la Ley y a confiarse a un
Dios que est por encima y ms all de la Ley. Jess tiene la experiencia de Dios,
no como juez vigilante de la Ley, sino como Padre de infinita bondad. Abba es la
ipsissima vox Jesu (palabra que viene directamente de labios de Jess) y significa
papato, expresin propia de un lenguaje familiar e ntimo que expresa toda la
intensidad afectiva de la experiencia de Jess. Jess habl con Dios como un nio
habla con su padre, lleno de confianza y seguridad, a la vez que de respeto y
sentido de la obediencia. Con ese Dios Padre nos relacionamos con amor
incondicional y entrega absoluta. No basta con cumplir la Ley. El amor no conoce
lmites, sino que va ms all de las leyes, volviendo estas absurdas, porque el amor
no es objeto de legislacin alguna. De ah que nunca podamos estar satisfechos de
nuestro amor a Dios y al prjimo, pues siempre estaremos en deuda. Jess elimin
de una vez por todas la conciencia satisfecha de quien pretende haber cumplido
todos sus deberes para con Dios; la conciencia de estar en paz con Dios y poder
reclamar de l el cumplimiento de la promesa que hizo a su pueblo y a todos
cuantos lo aman. Jess deca: Cuando hayis hecho todo lo que os fue mandado,
decid: Somos siervos intiles; hemos hecho lo que debamos hacer (Lc 17,10).
Elimin adems toda pretensin de arrogarse gloria o mrito alguno delante de
Dios cuando, tras descalificar al fariseo que se gloriaba de sus buenas obras, elogi
al publicano que se daba golpes de pecho diciendo: Ten compasin de m, oh
Dios, que soy un pecador! (Lc 18,13). Por ms que hagamos, siempre seremos
deudores delante de Dios. El rigorismo de Jess se entiende, no a partir de la
observancia de la Ley, sino a partir de las exigencias del amor, que no soporta, so
pena de morir, ninguna clase de lmites.
El fariseo es rechazado por considerarse justo por el simple hecho de realizar
buenas obras, dar limosnas y practicar el ayuno. Nadie, a excepcin de Dios, debe
considerarse justo y bueno (cf. Lc 18,19). Delante de Dios, todos somos publcanos,
es decir, pobres pecadores. Reconocernos pecadores nos vuelve justos;
reconocernos justos nos hace pecadores, como nos ensea la parbola del fariseo y
el publicano (cf. Lc 18,9-14). El rigorismo de Jess no es, pues, el de la ley, sino el
del amor.
A la luz de Dios como Padre amoroso se entiende el liberalismo de Jess. No
se trata de desobediencia a la ley y de anarqua moral, sino de esa forma del amor
que ha superado las divisiones que la ley haba introducido entre puros e impuros,
entre prjimos y no-prjimos, entre buenos y malos. El amor es irrestricto: ama
todo y a todos, porque es as como Dios ama: l es bueno con los ingratos y los
perversos (Lc 6,35) y ama indistintamente a todos, pues hace salir su sol sobre
buenos y malos, y llover sobre justos e injustos (Mt 5,45). Para el amor ya no hay
puros e impuros, prjimos y no-prjimos, buenos y malos. Todos son dignos de
amor, porque Dios les ha hecho dignos de su amor. De ah el llamamiento de Jess:
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso (Lc 6,36). Uno de los
rasgos ms caractersticos de la experiencia del Dios de Jess lo constituye el hecho
de que es un Dios misericordioso. Ser misericordioso significa tener entraas y un
corazn sensibles como los de una madre, la cual, por muy malo que sea su hijo,
siempre lo acoger y lo abrazar perdonndolo. Lo que sali de sus entraas jams
ser olvidado o negado. Por eso las caractersticas del Abba, de Dios Padre, son
femeninas. Dios Padre solo es plenamente Padre cuando es a la vez Madre de
infinita misericordia y bondad. Eso nos permite hablar de Dios-Padre-y-Madre al
referirnos al Dios de la experiencia de Jess.
Jess no puede ser acusado de ser un liberal laxista por el hecho de que
coma con los pecadores, permita que los impuros se le acerquen y se detenga a
conversar con una pecadora conocida en la ciudad (cf. Lc 7,36 ss). Con esa actitud
consciente, Jess desea mostrar el amor que Dios tiene a todas esas gentes de mala
fama. Ama como ama el Padre, porque tiene la experiencia del amor y la bondad
del Padre. Su Dios es el Dios del hijo prdigo (cf. Lc 15,11-32), el Dios que corre en
busca de la oveja perdida (cf. Lc 15,4-7), el Dios que perdona a los dos deudores
que no tenan con qu pagar (cf. Lc 7,41-43), el Dios del propietario bueno que
paga bien tanto a los que han trabajado ms como a los que han trabajado menos
(cf. Mt 20,1-15). Para Jess, pobres no son nicamente los econmicamente
desfavorecidos, sino todos cuantos padecen alguna opresin, como las prostitutas
y los enfermos crnicos, los que no pueden defenderse por s mismos, los fallos de
esperanza, los que no creen tener ya salvacin. Todos ellos deben sentir a Dios
como Padre bondadoso y Madre misericordiosa que perdona la culpa e invita a la
comunin con l.
Jess no transmiti una doctrina sobre la bondad infinita de Dios-Padre-yMadre. Lo que hizo fue mostrar esa bondad siendo l mismo bondadoso,
mezclndose con los pecadores e infundiendo confianza a los social y
religiosamente desamparados. Pero no hizo todo eso por puro humanitarismo,
sino como una forma concreta de traducir su experiencia de Dios como Padre y
amor, como gracia y perdn. Porque se siente totalmente amado y aceptado por el
Padre, por eso tambin l acepta y ama a todos: Al que venga a m no lo echar
fuera (Jn 6,37).
d) Jess posea una visin contemplativa del mundo
Mt 6,24-34).
Podemos decir que todas las dimensiones de la vida, positivas y negativas,
son para l otras tantas pro-vocaciones que le invitan a referirse a Dios.
Seguramente oira hablar del desfalco cometido por un administrador de su
tiempo y cmo se las haba arreglado para zafarse de tan penosa situacin (cf. Lc
16,1-12), y ello le sirvi de comparacin para explicar las ocasiones que se nos
ofrecen para cambiar de vida. Un ladrn acta por sorpresa, sin aviso previo, y ello
le sugiere la venida repentina del Hijo del Hombre (cf. Mt 24,43-44). Todas las
parbolas ponen de relieve cmo saba Jess extraer una leccin divina de los
hechos ms triviales de la vida. Lo cual solo es posible para quien se sita en
actitud contemplativa ante la vida, que no es vaca ni profana, sino que est
atravesada por la presencia del Dios-Padre-y-Madre y Amor. La vida no es ni
trascendente ni inmanente, sino transparente para Dios. Y Jess viva la inmediatez
de su presencia.
e) Dios-Padre-y-Madre hace que descubramos a sus hijos e hijas como
hermanos y hermanas
del amor a Dios, se habla tambin del amor al prjimo (cf. Mc 12,31-33; Mt 22,36-39
par.). Es en el amor al prjimo donde se decide la salvacin. Cuando alguien
pregunta a Jess qu es lo que hay que hacer para lograr la salvacin, l responde
citando los mandamientos de la segunda tabla, todos ellos referentes al prjimo (cf.
Mc 10,17-22). Jess increpa a los fariseos por no preocuparse de lo ms importante
de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe (Mt 23,23). Lo cual no es mero
humanismo secular, como podra parecer a primera vista, sino que es el nico y
verdadero humanismo de trasfondo divino, porque Dios mismo se identific con
los ms necesitados, con las criaturas ms marginadas y despreciadas (cf. Mt 25,3541), que son la epifana de Dios, el lugar donde l estableci el encuentro que
significa la salvacin eterna.
San Juan traducir maravillosamente la unidad del amor al prjimo con el
amor a Dios, presente en la predicacin de Jess: Si alguno dice: Yo amo a Dios,
y odia a su hermano, es un mentiroso, pues quien no ama a su hermano, a quien
ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Y nosotros hemos recibido de l este
mandamiento: que quien ama a Dios ame tambin a su hermano (1 Jn 4,20-21). El
fundamento de esa identidad entre el amor a Dios y el amor al prjimo no es
cuestin de voluntarismo divino: simplemente porque Dios lo quiere. Existe una
razn mucho ms profunda, del orden mismo del ser: Dios est presente de tal
manera en el misterio del hombre que amar al otro ya incluye amar a Dios. Desde
que Dios mismo se hizo prximo, el amor al prjimo es tambin amor a Dios. A
esta luz puede comprenderse que el amor se extienda tambin al enemigo: por
muy mala que sea una persona, no logra ofuscar la belleza que encierra por el
hecho de que Dios est siempre presente en ella. Es esa presencia divina la que
hace amable incluso al enemigo, al ingrato y al pecador (cf. Lc 6,35).
f) Dios sigue siendo Padre-y-Madre incluso en el ms extremo abandono.
La bondad de Dios no tiene nada que ver con la actitud del romntico que
todo lo justifica y lo acepta simplemente. Antes, por el contrario, su bondad es otra
clase de bondad, ante la cual todos somos imperfectos. Ahora bien, a pesar de
nuestra imperfeccin, Dios nos acepta y nos ama. Dios se muestra, por tanto,
omnipotente y todopoderoso en la fuerza que posee para soportar y convivir con el
desagradecido y el inicuo (cf. Lc 6,35). Sirve a toda criatura humana, con
independencia de su situacin moral. Esa bondad de Dios es ms fuerte que todo
el odio y toda la injusticia en la historia y en el universo. Jess, con su bondad,
hace concreta la bondad radical de Dios y nos confirma que esta siempre tendr
futuro.
Jess tuvo la dolorosa experiencia de la cerrazn de sus contemporneos,
presos de sus propias seguridades religiosas. No debemos olvidar jams que
fueron precisamente los piadosos quienes liquidaron a Jess. Este vino en nombre
de Dios a anunciar y hacer presente una liberacin total, y qu grado de
aceptacin encontr? Sencillamente, fue considerado un blasfemo (cf. Mc 2,7), un
loco y enajenado (cf. Mc 3,21), un impostor (cf. Mt 27,63), un poseso (cf. Mc 3,22; Jn
7,20), un hereje (cf. Jn 8,48) y un subversivo (cf. Lc 23,2). Se le opusieron de todos
los modos posibles, hasta decidir su eliminacin violenta (cf. Mc 3,6; Jn 5,18; 11, 4950). Jess entrevi la muerte, y esta le pareci hedionda y absurda (cf. Hb 5,7),
porque significaba el rechazo, por parte de los judos, de la oferta liberadora de
Dios. Pero se enfrent a ella con un extraordinario valor personal.
La gran tentacin de Getseman muestra la profundidad de la angustia de
Jess, al mismo tiempo que su determinacin: Aparta de m esta copa; pero no sea
lo que yo quiero, sino lo que quieres t (Mc 14,36 par.). Aun cuando l no lo
entienda, el Padre lo sabe todo; y l se abandona totalmente a la noche oscura,
dentro de la cual tambin est presente el Padre de amor y bondad. La tentacin de
Getseman perdura hasta en lo alto de la cruz: Dios mo, Dios mo, por qu me
has abandonado? (Mc 15,34). Una teologa que no se tome en serio el hecho de
que el Hijo de Dios se hizo hombre, y hombre dbil y mortal, se escandalizar
siempre ante la desesperanza humana de Jess. Pero sin esa oscuridad no se
entendera debidamente la confianza de Jess en el Padre. La desesperanza no fue
la actitud ltima de Jess, que se despoj radicalmente de s mismo y se entreg
plenamente al Padre: Padre, en tus manos pongo mi espritu (Lc 23,46). Jess no
renunci a un sentido absoluto, ni siquiera frente al absurdo de la muerte infligida
al inocente que se haba limitado a amar, sino que sigui confiando y amando
hasta el extremo (cf. Jn 13,1). La resurreccin mostr que confiar de tal modo en la
absoluta bondad del Padre no carece de sentido. La Vida triunf sobre la muerte, y
el Amor sobre el odio. En esto se revel plenamente quin es Dios-Padre-y-Madre:
su bondad no se deja vencer por nada, y puede transformar la cruz en un camino y
una seal de liberacin. En el camino de Jess de Nazaret, en su vida, sufrimiento,
muerte y resurreccin, se revel Dios tal como es. Y la experiencia de Jess fue el
medio de que se vali para revelarse. Ahora bien, en ella no se revel tan solo el
Padre, sino que nos fue comunicado el misterio absoluto de Dios, subsistiendo
como Padre, Hijo y Espritu Santo. Es lo que vamos a considerar a continuacin.
b) La revelacin de la naturaleza ntima de Dios como comunin de personas en
la experiencia de Jess
habra que esperar que Cristo nos hubiera comunicado una proposicin formal:
Yo os enseo el misterio absoluto de Dios, una naturaleza divina que subsiste en
tres Personas: Padre, Hijo y Espritu Santo. Pero nada de esto aparece en el Nuevo
Testamento, cuyas escassimas frmulas trinitarias, en particular Mt 28,19 (Id,
pues, y haced discpulos a todas las gentes, bautizndolas en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espritu Santo), nunca tienen la intencin de ensear formalmente
doctrina alguna sobre la Trinidad, sino que estn siempre dentro de otro contexto,
que en el caso citado es un contexto misionero y bautismal. Inicialmente, el
bautismo se realizaba en el nombre del Seor Jess (cf. Hch 8,16; 1 Cor 1,13-15).
Pero los catecmenos, en la catequesis bautismal, aprendan que por el bautismo
Dios Padre infundira en sus corazones el Espritu de su Hijo, a fin de que
pudiesen exclamar con toda confianza: Abba, Padre! (Gal 4,6; Rm 8,15). En esta
breve frmula se minen todos los elementos reveladores de la Santsima Trinidad.
Tal revelacin no se produjo, sin embargo, del modo que es habitual para
nosotros, humillando proposiciones verdaderas y enseando verdades
conceptuales. El misterio trinitario se revelo en el camino concreto, en la palabra, la
actividad, la pasin y la resurreccin de Jesucristo. La reflexin teolgica posterior,
en los grandes concilios, tan solo explicit en el lenguaje propio de su tiempo el
de la filosofa griega, con los conceptos de naturaleza y persona lo que ya
est claro, aunque con otro lenguaje, en el Nuevo Testamento y en la andadura
terrena de Jesucristo.
La naturaleza ntima de Dios en cuanto Padre, Hijo y Espritu Santo se hizo
visible en Jess de Nazaret, en cuya vida podemos leer la realidad trinitaria, que
no es la comunicacin de una curiosidad teolgica de la que apenas
comprendemos que existe, sino que en ella se nos revela algo que tiene que ver con
la comprensin profunda del universo y del ser humano y que, por tanto, est
relacionado con nuestra salvacin.
a) Cmo se revel en la vida de Cristo la Santsima Trinidad
10
LA EXPERIENCIA DE DIOS EN LA VIDA RELIGIOSA
CONCLUSIN