Domingo Ramos
Domingo Ramos
Domingo Ramos
Hosanna al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey
de Israel. Hosanna en las alturas.
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Queridos hermanos:
Oremos
Dios todopoderoso y eterno, santifica con tu bendición estos ramos para
que, cuantos seguimos con aclamaciones a Cristo Rey, podamos llegar por
él a la Jerusalén celestial.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
EVANGELIO
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LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
SALMO RESPONSORIAL
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que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los
abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: “Jesucristo es el
Señor”. Palabra de Dios.
EVANGELIO
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO
Cristo se humilló por nosotros hasta aceptar por obediencia la muerte, y
muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo
nombre.
EVANGELIO
+ Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 14, 1—15, 47
C. Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Ácimos. Los
sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de arrestar a Jesús con
astucia, para darle muerte. Porque decían:
“No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el
pueblo”.
C. Mientras Jesús estaba en Betania, comiendo en casa de Simón el leproso,
llegó una mujer con un frasco lleno de un valioso perfume de nardo puro, y
rompiendo el frasco, derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. Entonces
algunos de los que estaban allí se indignaron y comentaban entre sí:
S. “¿Para qué este derroche de perfume? Se hubiera podido vender por más
de trescientos denarios para repartir el dinero entre los pobres”.
C. Y la criticaban. Pero Jesús dijo:
+ “Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una buena obra conmigo. A los
pobres los tienen siempre con ustedes y pueden hacerles el bien cuando
quieran, pero a mí no me tendrán siempre. Ella hizo lo que podía; ungió mi
cuerpo anticipadamente para la sepultura. Les aseguro que allí donde se
proclame la Buena Noticia, en todo el mundo, se contará también en su
memoria lo que ella hizo”.
C. Judas Iscariote, uno de los Doce, fue a ver a los sumos sacerdotes para
entregarles a Jesús. Al oírlo, ellos se alegraron y prometieron darle dinero. Y
Judas buscaba una ocasión propicia para entregarlo.
C. El primer día de la fiesta de los panes Ácimos, cuando se inmolaba la
víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús:
S. “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?”
C. Él envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:
+ “Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un
cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El
Maestro dice: “¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual
con mis discípulos?” Él les mostrará en el piso alto una pieza grande,
arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario”.
C. Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como
Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
C. Al atardecer, Jesús llegó con los Doce. Y mientras estaban comiendo,
dijo:
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+ “Les aseguro que uno de ustedes me entregará, uno que come conmigo”.
C. Ellos se entristecieron y comenzaron a preguntarle, uno tras otro:
S. “¿Seré yo?”
C. Él les respondió:
+ “Es uno de los Doce, uno que se sirve de la misma fuente que Yo. El Hijo
del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay de aquél por quien el Hijo
del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!”
C. Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo
dio a sus discípulos, diciendo:
+ “Tomen, esto es mi Cuerpo”.
C. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de
ella. Y les dijo:
+ “Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos.
Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el
vino nuevo en el Reino de Dios”.
C. Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. Y
Jesús les dijo:
+ “Todos ustedes se van a escandalizar, porque dice la Escritura: "Heriré al
pastor y se dispersarán las ovejas". Pero después que Yo resucite, iré antes que
ustedes a Galilea”.
C. Pedro le dijo:
S. “Aunque todos se escandalicen, yo no me escandalizaré”.
C. Jesús le respondió:
+ “Te aseguro que hoy, esta misma noche, antes que cante el gallo por
segunda vez, me habrás negado tres veces”.
C. Pero él insistía:
S. “Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré”.
C. Y todos decían lo mismo.
C. Llegaron a una propiedad llamada Getsemaní, y Jesús dijo a sus
discípulos:
+ “Quédense aquí, mientras Yo voy a orar”.
C. Después llevó con Él a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir temor
y a angustiarse. Entonces les dijo:
+ “Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí velando”.
C. Y adelantándose un poco, se postró en tierra y rogaba que, de ser posible,
no tuviera que pasar por esa hora. Y decía:
+ “Abbá -Padre- todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no se
haga mi voluntad, sino la tuya”.
C. Después volvió y encontró a sus discípulos dormidos. Y Jesús dijo a
Pedro:
+ “Simón, ¿duermes? ¿No has podido quedarte despierto ni siquiera una
hora? Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación, porque el
espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”.
C. Luego se alejó nuevamente y oró, repitiendo las mismas palabras. Al
regresar, los encontró otra vez dormidos, porque sus ojos se cerraban de
sueño, y no sabían qué responderle. Volvió por tercera vez y les dijo:
+ “Ahora pueden dormir y descansar. Esto se acabó. Ha llegado la hora en
que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.
¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar”.
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C. Jesús estaba hablando todavía, cuando se presentó Judas, uno de los Doce,
acompañado de un grupo con espadas y palos, enviado por los sumos
sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado esta señal:
S. “Es aquél a quien voy a besar. Deténganlo y llévenlo bien custodiado”.
C. Apenas llegó, se le acercó y le dijo:
S. “Maestro”.
C. Y lo besó. Los otros se abalanzaron sobre Él y lo arrestaron. Uno de los
que estaban allí sacó la espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote,
cortándole la oreja. Jesús les dijo:
+ “Como si fuera un bandido, han salido a arrestarme con espadas y palos.
Todos los días estaba entre ustedes enseñando en el Templo y no me
arrestaron. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras”.
C. Entonces todos lo abandonaron y huyeron. Lo seguía un joven, envuelto
solamente con una sábana, y lo sujetaron; pero él, dejando la sábana, se escapó
desnudo.
C. Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y allí se reunieron todos los
sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas. Pedro lo había seguido de lejos
hasta el interior del palacio del Sumo Sacerdote y estaba sentado con los
servidores, calentándose junto al fuego. Los sumos sacerdotes y todo el
Sanedrín buscaban un testimonio contra Jesús, para poder condenarlo a
muerte, pero no lo encontraban. Porque se presentaron muchos con falsas
acusaciones contra Él, pero sus testimonios no concordaban. Algunos
declaraban falsamente contra Jesús:
S. “Nosotros lo hemos oído decir: “Yo destruiré este Templo hecho por la
mano del hombre, y en tres días volveré a construir otro que no será hecho por
la mano del hombre””.
C. Pero tampoco en esto concordaban sus declaraciones. El Sumo Sacerdote,
poniéndose de pie ante la asamblea, interrogó a Jesús:
S. “¿No respondes nada a lo que estos atestiguan contra ti?”
C. Él permanecía en silencio y no respondía nada. El Sumo Sacerdote lo
interrogó nuevamente:
S. “¿Eres el Mesías, el Hijo del Dios bendito?”
C. Jesús respondió:
+ “Sí, Yo lo soy: y ustedes verán “al Hijo del hombre sentarse a la derecha
del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo””.
C. Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó:
S. “¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la
blasfemia. ¿Qué les parece?”
C. Y todos sentenciaron que merecía la muerte. Después algunos
comenzaron a escupirlo y, tapándole el rostro, lo golpeaban, mientras le
decían:
S. “¡Profetiza!”
C. Y también los servidores le daban bofetadas.
C. Mientras Pedro estaba abajo, en el patio, llegó una de las sirvientas del
Sumo Sacerdote y, al ver a Pedro junto al fuego, lo miró fijamente y le dijo:
S. “Tú también estabas con Jesús, el Nazareno”.
C. Él lo negó, diciendo:
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S. “No sé nada; no entiendo de qué estás hablando”.
C. Luego salió al vestíbulo y en ese momento cantó el gallo. La sirvienta, al
verlo, volvió a decir a los presentes:
S. “Éste es uno de ellos”.
C. Pero él lo negó nuevamente. Un poco más tarde, los que estaban allí
dijeron a Pedro:
S. “Seguro que eres uno de ellos, porque tú también eres galileo”.
C. Entonces él se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre del
que estaban hablando. En seguida cantó el gallo por segunda vez. Pedro
recordó las palabras que Jesús le había dicho: “Antes que cante el gallo por
segunda vez, tú me habrás negado tres veces”. Y se puso a llorar.
C. En cuanto amaneció, los sumos sacerdotes se reunieron en Consejo con
los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín. Y después de atar a Jesús, lo
llevaron y lo entregaron a Pilato. Éste lo interrogó:
S. “¿Eres Tú el rey de los judíos?”
C. Jesús le respondió:
+ “Tú lo dices”.
C. Los sumos sacerdotes multiplicaban las acusaciones contra Él. Pilato lo
interrogó nuevamente:
S. “¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!”
C. Pero Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a
Pilato. En cada Fiesta, Pilato ponía en libertad a un preso, a elección del
pueblo. Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros
revoltosos que habían cometido un homicidio durante la sedición. La multitud
subió y comenzó a pedir el indulto acostumbrado. Pilato les dijo:
S. “¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?”
C. Él sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por
envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la multitud a pedir la libertad de
Barrabás. Pilato continuó diciendo:
S. “¿Qué quieren que haga, entonces, con el que ustedes llaman rey de los
judíos?”
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. “¡Crucifícalo!”
C. Pilato les dijo:
S. “¿Qué mal ha hecho?”
C. Pero ellos gritaban cada vez más fuerte:
S. “¡Crucifícalo!”
C. Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a
Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.
C. Los soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a
toda la guardia. Lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de
espinas y se la colocaron. Y comenzaron a saludarlo:
S. “¡Salud, rey de los judíos!”
C. Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla,
le rendían homenaje. Después de haberse burlado de Él, le quitaron el manto
de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para
crucificarlo.
C. Como pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que
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regresaba del campo, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús. Y condujeron a
Jesús a un lugar llamado Gólgota, que significa: “lugar del Cráneo”.
Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero Él no lo tomó. Después lo
crucificaron. Los soldados “se repartieron sus vestiduras, sorteándolas” para
ver qué le tocaba a cada uno. Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron.
La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: “El rey de los
judíos”. Con Él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y el otro a su
izquierda.
C. Los que pasaban lo insultaban, movían la cabeza y decían:
S. “¡Eh, Tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar,
sálvate a ti mismo y baja de la cruz!”
C. De la misma manera, los sumos sacerdotes y los escribas se burlaban y
decían entre sí:
S. “¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es el Mesías, el rey
de Israel, ¡que baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos!”
C. También lo insultaban los que habían sido crucificados con Él.
C. Al mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde; y a esa
hora, Jesús exclamó en alta voz:
+ “Eloi, Eloi, lemá sabactaní”.
C. Que significa:
+ “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
C. Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron:
S. “Está llamando a Elías”.
C. Uno corrió a mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de
una caña le dio de beber, diciendo:
S. “Vamos a ver si Elías viene a bajarlo”.
C. Entonces Jesús, dando un gran grito, expiró.
C. El velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Al verlo expirar así,
el centurión que estaba frente a Él, exclamó:
S. “¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!”
C. Había también allí algunas mujeres que miraban de lejos. Entre ellas
estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago el menor y de José, y
Salomé, que seguían a Jesús y lo habían servido cuando estaba en Galilea; y
muchas otras que habían subido con Él a Jerusalén.
C. Era día de Preparación, es decir, vísperas de sábado. Por eso, al atardecer,
José de Arimatea -miembro notable del Sanedrin, que también esperaba el
Reino de Dios- tuvo la audacia de presentarse ante Pilato para pedirle el
cuerpo de Jesús.
Pilato se asombró de que ya hubiera muerto; hizo llamar al centurión y le
preguntó si hacía mucho que había muerto.
Informado por el centurión, entregó el cadáver a José. Este compró una
sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un
sepulcro cavado en la roca. Después hizo rodar una piedra a la entrada del
sepulcro.
María Magdalena y María, la madre de José, miraban dónde lo habían puesto.
Palabra del Señor
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Credo
Oración Universal
Imploremos, hermanos, a Jesús, el Sumo Sacerdote de la fe que profesamos,
que en la cruz presentó, con lágrimas en los ojos, oraciones y súplicas al
Padre, y oremos también nosotros por todos los hombres:
1. Para que el Señor, que en la cruz excusó y pidió perdón por los
ignorantes, tenga piedad de los fieles que han caído en el pecado, les dé
coraje para recurrir al sacramento de la penitencia y les conceda el gozo
del perdón y de la paz, roguemos al Señor.
2. Para que la sangre de Jesús, que habla más favorablemente que la de
Abel, reconcilie con Dios a los que aún están lejos a causa de la
ignorancia, la indiferencia, la maldad o las propias pasiones, roguemos
al Señor.
3. Para que el Señor, que en la cruz experimentó la amargura de sentirse
triste y abandonado, se apiade de los enfermos, los afligidos y los
oprimidos y les envíe a su ángel para que los conforte, roguemos al
Señor.
4. Para que el Señor, que recibió en su reino al ladrón arrepentido, se
apiade de nosotros, nos dé sentimientos de contrición y nos admita,
después de la muerte, en su paraíso, roguemos al Señor.
Dios todopoderoso y eterno, que enviaste a tu Hijo al mundo, para que, con su
pasión, destruyese el pecado y la muerte y, con su resurrección, nos
devolviese la vida y la felicidad, escucha las oraciones de tu pueblo y haz que
podamos gozar de los frutos de la cruz gloriosa de Jesucristo. Él, que vive y
reina por los siglos de los siglos.
PREFACIO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por
Cristo, Señor nuestro.
Él, que era inocente, quiso padecer por los pecadores y fue condenado
injustamente para salvar a los culpables; al morir, borró nuestros pecados, y al
resucitar, nos obtuvo la salvación.
Por eso, con todos los ángeles te alabamos, diciendo con alegría:
Santo, Santo, Santo …