TEMA 23a - Razón Del Ministerio Eclesial

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Razón del ministerio eclesial

874 El mismo Cristo es la fuente del ministerio en la Iglesia. El lo ha


instituido, le ha dado autoridad y misión, orientación y finalidad:   
1544

  Cristo el Señor, para dirigir al Pueblo de Dios y hacerle progresar siempre,


instituyó en su Iglesia diversos ministerios que está ordenados al bien de todo el
Cuerpo. En efecto, los ministros que posean la sagrada potestad están al servicio de
sus hermanos para que todos los que son miembros del Pueblo de Dios...lleguen a la
salvación (LG 18).

875 "¿Cómo creerán en aquél a quien no han oído? ¿cómo oirán sin que
se les predique? y ¿cómo predicarán si no son enviados?" (Rm 10,
14-15). Nadie, ningún individuo ni ninguna comunidad, puede
anunciarse a sí mismo el Evangelio. "La fe viene de la predicación"
(Rm 10, 17). Nadie se puede dar a sí mismo el mandato ni la
misión de anunciar el Evangelio. El enviado del Señor habla y obra
no con autoridad propia, sino en virtud de la autoridad de Cristo;
no como miembro de la comunidad, sino hablando a ella en nombre
de Cristo. Nadie puede conferirse a sí mismo la gracia, ella debe
ser dada y ofrecida. Eso supone ministros de la gracia, autorizados
y habilitados por parte de Cristo. De El los obispos y los presbíteros
reciben la misión y la facultad (el "poder sagrado") de actuar in
persona Christi Capitis, los diáconos las fuerzas para servir al
pueblo de Dios en la "diaconía" de la liturgia, de la palabra y de la
caridad, en comunión con el Obispo y su presbiterio. Este
ministerio, en el cual los enviados de Cristo hacen y dan, por don
de Dios, lo que ellos, por sí mismos, no pueden hacer ni dar, la
tradición de la Iglesia lo llama "sacramento". El ministerio de la
Iglesia se confiere por medio de un sacramento específico.     166  
1548   1536

876 El carácter de servicio del ministerio eclesial está intrínsecamente


ligado a la naturaleza sacramental. En efecto, enteramente
dependiente de Cristo que da misión y autoridad, los ministros son
verdaderamente "esclavos de Cristo" (Rm 1, 1), a imagen de Cristo
que, libremente ha tomado por nosotros "la forma de esclavo" (Flp
2, 7). Como la palabra y la gracia de la cual son ministros no son
de ellos, sino de Cristo que se las ha confiado para los otros, ellos
se harán libremente esclavos de todos (1 Co 9, 19).    1551   427

877 De igual modo es propio de la naturaleza sacramental del


ministerio eclesial tener un carácter colegial . En efecto, desde el
comienzo de su ministerio, el Señor Jesús instituyó a los Doce,
"semilla del Nuevo Israel, a la vez que el origen de la jerarquía
sagrada" (AG 5). Elegidos juntos, también fueron enviados juntos,
y su unidad fraterna estará al servicio de la comunión fraterna de
todos los fieles; será como un reflejo y un testimonio de la
comunión de las Personas divinas (Jn 17, 21-23). Por eso, todo
obispo ejerce su ministerio en el seno del colegio episcopal, en
comunión con el obispo de Roma, sucesor de San Pedro y jefe del
colegio; los presbíteros ejercen su ministerio en el seno del
presbiterio de la diócesis, bajo la dirección de su obispo.     1559

 
878 Por último, es propio también de la naturaleza sacramental del
ministerio eclesial tener carácter personal. Cuando los ministros de
Cristo actúan en comunión, actúan siempre también de manera
personal. Cada uno ha sido llamado personalmente ("Tú sígueme",
Jn 21, 22; Mt 4,19. 21; Jn 1,43) para ser, en la misión común,
testigo personal, que es personalmente portador de la
responsabilidad ante Aquél que da la misión, que actúa "in persona
Christi" y en favor de personas : "Yo te bautizo en el nombre del
Padre ..."; "Yo te perdono...".    1484

879 Por lo tanto, en la Iglesia, el ministerio sacramental es un servicio


ejercitado en nombre de Cristo y tiene una índole personal y una
forma colegial. Esto se verifica en los vínculos entre el colegio
episcopal y su jefe, el sucesor de San Pedro, y en la relación entre
la responsabilidad pastoral del obispo en su Iglesia particular y la
común solicitud del colegio episcopal hacia la Iglesia Universal.

873 Las mismas diferencias que el Señor quiso poner entre los
miembros de su Cuerpo sirven a su unidad y a su misión. Porque
"hay en la Iglesia diversidad de ministerios, pero unidad de misión.
A los Apóstoles y sus sucesores les confirió Cristo la función de
enseñar, santificar y gobernar en su propio nombre y autoridad.
Pero también los laicos, partícipes de la función sacerdotal,
profética y real de Cristo, cumplen en la Iglesia y en el mundo la
parte que les corresponde en la misión de todo el Pueblo de Dios"
(AA 2). En fin, "en esos dos grupos [jerarquía y laicos], hay fieles
que por la profesión de los consejos evangélicos ... se consagran a
Dios y contribuyen a la misión salvífica de la Iglesia según la
manera peculiar que les es propia" (CIC can. 207, 2).   814   1937
 

910 "Los seglares también pueden sentirse llamados o ser llamados a


colaborar con sus Pastores en el servicio de la comunidad eclesial,
para el crecimiento y la vida de ésta, ejerciendo ministerios muy
diversos según la gracia y los carismas que el Señor quiera
concederles" (EN 73).    799

911 En la Iglesia, "los fieles laicos pueden cooperar a tenor del derecho en el
ejercicio de la potestad de gobierno" (CIC, can. 129, 2). Así, con su presencia en
los Concilios particulares (can. 443, 4), los Sínodos diocesanos (can. 463, 1 y 2),
los Consejos pastorales (can. 511; 536); en el ejercicio de la tarea pastoral de
una parroquia (can. 517, 2); la colaboración en los Consejos de los asuntos
económicos (can. 492, 1; 536); la participación en los tribunales eclesiásticos
(can. 1421, 2), etc.

912 Los fieles han de "aprender a distinguir cuidadosamente entre los


derechos y deberes que tienen como miembros de la Iglesia y los
que les corresponden como miembros de la sociedad humana.
Deben esforzarse en integrarlos en buena armonía, recordando que
en cualquier cuestión temporal han de guiarse por la conciencia
cristiana. En efecto, ninguna actividad humana, ni siquiera en los
asuntos temporales, puede sustraerse a la soberanía de Dios" (LG
36).    2245

913 "Así, todo laico, por el simple hecho de haber recibido sus dones,
es a la vez testigo e instrumento vivo de la misión de la Iglesia
misma `según la medida del don de Cristo'" (LG 33).

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