Tema 2 - Ciencia Litúrgica

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CAPÍTULO II - CIENCIA LITÚRGICA.

Partimos del hecho de que la liturgia es una realidad muy rica y polivalente que puede ser analizada en numerosos
aspectos. Es innegable que se trata de una realidad unida a la fe y a la expresión personal y social de los miembros de la
Iglesia. Esto hace que la ciencia que tiene por objeto la liturgia, procure abarcar todos los aspectos del hecho litúrgico y de
manera particular aquellos que se refieren a su realización actual.
De esta manera, el carácter dinámico y vital de la liturgia condiciona también la finalidad inmediata de la ciencia litúrgica,
puesto que no es un conjunto de conocimientos abstractos desconectados del acontecer de la comunidad cristiana. Si se
ocupa del hecho litúrgico en su integridad es porque aspira, entre otros fines, a influir positivamente en la realización de la
liturgia y, a través de ella, en la vida cristiana. En este sentido, la ciencia litúrgica tiene una finalidad al servicio de la
formación litúrgica de todos los miembros del pueblo de Dios, pastores y fieles.

2.1. Objeto de la ciencia litúrgica.


Por ciencia litúrgica se entiende el cuerpo de conocimientos ordenados y sistemáticos sobre la liturgia en toda su
amplitud. Téngase presente que, del concepto que se tenga de liturgia depende en gran medida los contenidos que se
atribuyen a la ciencia litúrgica y, sobre todo, el aspecto en el cual aquellos son estudiados y expuestos. El concepto de
liturgia es esencialmente teológico, pero abarca también la dimensión expresiva y simbólica –es decir, antropológica– de
la celebración. Por esta razón descubrimos que, se centra tanto en el acontecimiento salvífico (liturgia como misterio)
como en la dimensión formal de la ritualidad cristiana (liturgia como vida). [J. López Martín, La liturgia de la Iglesia,
serie Sapientia Fidei, BAC, p. 4].
No obstante, la ciencia litúrgica se fija especialmente en el modo como el misterio de la salvación se expresa y se realiza
en la sacramentalidad y en los demás elementos significativos y estéticos de la celebración. En el estudio de la celebra -
ción, la ciencia litúrgica analiza la relación entre el acontecimiento que motiva la celebración y el rito. [Ib., p. 9] La
ciencia litúrgica, bajo estos aspectos, debe figurar siempre y sin pretexto alguno, entre las disciplinas teológicas
principales de las facultades de teología y en los seminarios.

2.2. Reseña histórica de la ciencia litúrgica.


La moderna ciencia litúrgica tiene sus comienzos en el siglo XVI con los primeros estudios dedicados a la liturgia. Pero
esto no quiere decir que hasta ese momento no existiera reflexión teológica sobre la liturgia. No obstante, es en este
momento cuando comienza una verdadera ciencia litúrgica, deseosa de conocer las fuentes de la liturgia y la historia de
los ritos. [Ib., pp. 4-5]
2.2.1. Antecedentes.
Se sabe ya que en el N.T., se pueden ver los primeros atisbos de una noción de los sacramentos cristianos en la
perspectiva de la historia de la salvación y tomando en consideración la celebración misma. Podríamos citar por
ejem: 1Cor 10,1-11; Rom 6,4-10; Ef 5,22-33; Jn 3,3-5. Por otra parte, los primeros ordenamientos eclesiásticos de la
liturgia (Didaché, Traditio Apostólica de Hipólito, Constitutiones Apostolorum, Testamentum Domini, etc.) no se limitan a
dar normas, sino que justifican la manera de proceder aludiendo al significado de los ritos y a su importancia y dignidad.
Lo mismo ocurre con las intervenciones del Obispo de Roma y de otros obispos para solucionar problemas litúrgicos
concretos. Los Santos Padres compusieron las «catequesis mistagógicas» y han dejado en sus homilías y tratados, los
elementos suficientes para una auténtica teología de la liturgia.
Durante la Edad Media se advirtió la necesidad de explicar los ritos litúrgicos al pueblo, pero se hizo, al menos en
Occidente, abusando de la alegoría –Amalario de Mezt († 850)–, con consecuencias negativas para la teología, para la
misma liturgia y para la espiritualidad. La reforma protestante fue un aviso, pero los esfuerzos del catolicismo humanista
por ofrecer las bases objetivas de la liturgia fueron insuficientes.
2.2.2. Los comienzos y el primer desarrollo
Fue en este momento cuando comienza una verdadera ciencia litúrgica, deseosa de conocer las fuentes de la liturgia y
la historia de los ritos. Por otra parte, la creación de la imprenta contribuyó de manera decisiva a la edición, en el arco de
los siglos XVI al XVIII, de las primeras fuentes litúrgicas impresas: a) de los «ritos orientales» – colecciones de Goar,
Renaudot, Assemani; b) de los «ritos occidentales» - Mabillon, Marténe, Bianchini Tommasi, Muratori, etc.
Además aparecen los primeros tratados sistemáticos de liturgia, ligados a sus nombres como: de Pamelius, Hittorp, del
Papa Benedicto XIV, etc.1. Sin embargo, la espiritualidad barroca se movió por caminos bien distintos de los descubiertos
en las fuentes litúrgicas. En ésta época fueron mínimos los intentos de acercar la liturgia ni la misa a los fieles.
1
Véase la referencia a estos autores en M. RIGHETTI, Storia della liturgia, Tomo I, ed. Ancora, p. 81ss.
En el siglo de la ilustración la ciencia litúrgica experimentó un notable progreso en el ámbito de estudios y de
publicaciones, pero las aspiraciones científicas sólo pretendían un cambio a favor del adoctrinamiento moral del pueblo
por la vía de la ascética y de la suntuosidad. No se trató en lo absoluto de penetrar en el misterio de la liturgia. Por otra
parte, el intento serio de una reforma a fondo de la vida litúrgica –el "Sínodo de Pistoya"– que se vio envuelto en algunos
errores doctrinales.
El siglo XIX, dentro del espíritu del romanticismo, conoció los comienzos del Movimiento litúrgico juntamente con la
restauración de la vida monástica por P. Gueranger en Solesmes (Francia); ligados a este monasterio (benedictino) están
los grandes investigadores de la historia de la liturgia Cágin, Carbol, Ferotin, Leclercq. Posteriormente aparecen otros
centros de irradiación litúrgica como las Abadías (benedictinas) de Beüron y Maria Lach, y otros.
2.2.3. Las fases modernas y las tendencias dominantes.
Ya en el siglo XX se pueden distinguir tres fases sucesivas en el desarrollo de la ciencia litúrgica, cada una presidida
por una tendencia epistemológica predominante, además, todas tienen en común el abandono de un tratamiento de la
liturgia meramente rubricista o jurídico-ceremonial.
 a) Fase histórica y filológica. Los pioneros del análisis científico de la liturgia se movían en el ámbito de la historia
de la liturgia, cuyo método perfeccionaban. La suya fue una etapa a todas luces imprescindibles. Todo esto puso de
manifiesto la necesidad de una reforma a fondo, a la vez que aportaba los elementos para llevarla a cabo. De estos
estudios se han beneficiado tanto las reformas litúrgicas parciales llevadas a cabo por Pio XII en la década de los cincuenta
como la reforma general impulsada por el Concilio Vaticano II.
Además la tarea consistió en comparar las expresiones rituales particulares de la liturgia, como se venía haciendo en el
ámbito de la historia de las religiones. Esto dio pie al «método de las liturgias comparadas»2, que al aclarar el parentesco
de unas liturgias con otras y ofrecer el verdadero perfil de la universalidad de los ritos facilitó el camino al análisis
teológico.
Por su parte, la investigación filológica sobre el latín cristiano y del latín litúrgico y la edición crítica de las fuentes de la
liturgia, han abierto el camino a una más completa y justa comprensión del vocabulario litúrgico, a la vez que han
permitido disponer de textos críticamente seguros de fórmulas sacramentales, plegarias e himnos litúrgicos.
 b) Fase teológica. Los resultados de la historia de la liturgia y de la filología planteaban no solamente una adecuada
interpretación de los datos históricos y literarios relativos a los ritos litúrgicos, sino también la cuestión fundamental sobre
la esencia de la liturgia cristiana. En el fondo existe no sólo el problema hermenéutico de la lectura de los datos históricos
del pasado, sino también la gran pregunta del paso del significado histórico de los ritos a la verdad permanente de su
esencia y de su inserción en la realización actual del diseño salvífico de Dios en la vida de la Iglesia.
Dom Beauduin (†1960), impulsor del dinamismo pastoral de la liturgia, se interesó ya por el aspecto teológico. Pero el
primer avance notable en este terreno se produjo con los trabajos de Odo Casel (†1948). Su «doctrina del Misterio»
contribuyó a renovar de manera decisiva la teología de los sacramentos, a la vez que ponía de manifiesto la naturaleza de
la liturgia. Posteriormente C. Vagaggini, de forma explícita, trató también de superar la fase histórica de la ciencia
litúrgica, preocupándose «de profundizar en la liturgia a la luz de la última síntesis del pensamiento, que sólo puede dar la
teología sistemática general, llamada hoy dogmática» 3.
Ahora bien, el verdadero giro en la orientación de la ciencia litúrgica se produjo en el Concilio Vaticano II, cuando
insistió en que los misterios de la salvación sean -enseñados en la teología dogmática– de manera que los alumnos
«aprendan a reconocerlos presentes y operantes en las acciones litúrgicas» (OT 16). Después del Concilio se desarrolló
una verdadera y propia TEOLOGÍA LITÚRGICA en conexión con la teología bíblica, además, realiza una reflexión
teológica sobre el acontecimiento mismo de la celebración en cuanto presencia y actuación de Cristo (y de la Iglesia), en
la perspectiva de la historia de la Salvación y de la sacramentalidad 4.
 c) Fase pastoral y antropológica. La preocupación pastoral apareció desde el momento en que el Papa Pío X
propuso «la participación activa (de los fieles) en los sacrosantos misterios y en la plegaria pública y solemne de la
Iglesia» como la fuente primaria e indispensable del espíritu cristiano 5. Entre los primeros impulsores de esta nueva
tendencia de la ciencia litúrgica se encuentran L. Beauduin (+1960), R. Guardini (+1968) y J. A. Jungmann (+1974).
Esta preocupación se trasladó a los estudios de renovación litúrgica y a los congresos y semanas de liturgia, y cristalizó en

2
BAUMSTARK, A., Liturgie comparée (Chévetonge-Paris 1940).
3
VAGAGGINI, C., El sentido teológico de la liturgia, Ensayo de liturgia teológica general (BAC 181), Madrid 1959, p. 6.
4
La obra que representa esta orientación es Anamnesis, manuale de liturgia, 1-7, dirigida inicialmente por el P. Salvatore Marsili († 1983), y en la que
han colaborado los profesores del Pontificio Instituto Litúrgico San Anselmo de Roma.
5
Motu propio «Tra le sollecitudini», de 22-XI-1903, en AAS 36 (1903-1904), 329-339.
los centros de pastoral litúrgica y en las revistas dedicadas a esta especialidad. Además otra de las tareas importantes fue
la de intensificar la línea que orientó hacia una comprensión más antropológica de la liturgia.
 d) ¿Hacia una síntesis? La ciencia litúrgica se mueve hoy entre dos orientaciones de fondo, la predominantemente
teológica, que parte de los presupuestos dados por la revelación divina y puestos de manifiesto por la tradición eclesial, es
decir, la liturgia como acción de Cristo y de la Iglesia que continúa la obra de la salvación por medio de gestos, palabras y
símbolos; y la predominantemente antropológica, que quiere arrancar de la ritualidad tal como es estudiada por las
ciencias del hombre, y en la cual se realiza el acontecimiento salvífico.

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