El Martirio en La Historia de La Iglesia
El Martirio en La Historia de La Iglesia
El Martirio en La Historia de La Iglesia
Volume 40 Article 31
Number 2 Vol. 40, No. 2
3-1996
Part of the Catholic Studies Commons, Comparative Methodologies and Theories Commons, History
of Christianity Commons, Liturgy and Worship Commons, and the Religious Thought, Theology and
Philosophy of Religion Commons
Recommended Citation
Mezzadri, Luigi C.M. (1996) "El Martirio en la Historia de la Iglesia," Vincentiana: Vol. 40 : No. 2 , Article 31.
Available at: https://via.library.depaul.edu/vincentiana/vol40/iss2/31
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El Martirio en la Historia
de la Iglesia
1. La Palabra
El término martirio/mártir aparece en el Nuevo Testamento para designar
al simple testigo de un hecho, y también a un testigo particular de la vida,
muerte y resurrección de Cristo'. En sí equivale a anuncio. Más adelante hay
textos que se refieren a un testimonio corroborado con la sangre. En la arenga
de Pablo en Jerusalen, el apóstol afirma que "cuando se derramó la sangre de
tu testigo Esteban, yo también me hallaba presente" (Hch 22,20).
2) El martirio formal:
b) de parte del mártir: no basta morir, se debe ver "cómo" muere. Para
que el martirio sea reconocido como tal, es necesario que el mártir "dé
su vida", no que simplemente se la quiten. No es suficiente morir o sufrir
por la fe, es necesario "ofrecer la vida" por ella, es necesario aceptar la
muerte por amor a la fe.
Sería equivocado, sin embargo, considerar sólo este aspecto del problema.
J-G. Perboyre nunca fue considerado como una persona extraordinaria, sino
como un hombre y un misionero como los demás, que vivía su vida cotidiana y
trataba de no exponerse. Una persona con sus miedos y sus sueños, una persona
hasta con defectos, que la posterior apoteosis con demasiada frecuencia ha
hecho olvidar.
Los testimonios de los malos tratos sufridos por J-G. Perboyre no son
distintos. Fue privado de todo, golpeado, y debió sufrir condiciones indecibles.
En 1839 estalló la primera guerra del opio '_, causada por la confiscación y
destrucción de grandes cantidades de dicho estupefaciente a manos del
comisario imperial Lin Zexu, en daño de los contrabandistas, que en su gran
mayoría eran ingleses. Intervino Inglaterra cuyas naves fácilmente dieron
cuenta de las defensas costeras chinas. China, por los tratados de Nankin
(1842), cedió Hong Kong a Gran Bretaña y abrió cinco puertos al comercio
occidental.