50 Aniversario Del Sinodo
50 Aniversario Del Sinodo
50 Aniversario Del Sinodo
Los sínodos, como bien refiere el Papa Francisco en este discurso del 17 de octubre del
2015, tienen la finalidad de aprender a caminar juntos. Caminar como Iglesia, todos
juntos, no sólo los pastores sino también todo el Pueblo de Dios, juntos como hermanos
en la fe, cumpliendo cabalmente la misión encomendada y el ministerio designado por el
Pastor supremo a cada uno. La sinodalidad pues adquiere un sentido nuevo para la Iglesia
con esta eclesiología propia del Concilio Vaticano II y en el que todos los miembros de
la Iglesia debemos aprender a saber caminar juntos, marcando un mismo paso, en
comunión y de acuerdo al carisma propio y la ministerialidad recibida.
Comienza con una acción de gracias a Dios y a cada uno de los que a lo largo de estos 50
años han colaborado en la misión de preparar las asambleas del Sínodo de los Obispos,
tanto vivos como difuntos, desarrollando así eficazmente la acción sinodal. Recuerda
también el sentido propio de estas asambleas sinodales que es como reconocía San Pablo
VI, “volver a proponer la imagen del Concilio ecuménico y reflexionar sobre su espíritu
y el método”. Esto por supuesto conforme también a la legislación vigente en el CIC 83.
Además enfatiza el Papa Francisco que este caminar juntos hay se puede ir mejorando,
perfeccionando y fortaleciendo, pues de este espíritu sinodal dependerá el dinamismo de
la Iglesia en los años subsecuentes: “el camino de la sinodalidad es el camino que Dios
espera de la Iglesia del tercer milenio”.
Este caminar juntos nos recuerda es el andar de todos los bautizados, ungidos por la gracia
de Dios, cristos y miembros de Cristo, consagrados a él, caminar como cuerpo unido,
como pueblo de unidad, todos unidos al Obispo de Roma, laicos y pastores, fieles todos,
mostrando un común acuerdo tanto en la fe como en la moral, in credendo. De esta
manera, unidos todos como Iglesia, caminamos hacia la patria eterna ya desde esta tierra
por medio de la evangelización sirviendo cada uno según su función para el buen término
de la misión evangelizadora y buscando en común por medio del Espíritu de Dios, nuevos
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caminos que el Señor vaya suscitando en el sensus fidei gracias a la comunión sinodal de
todos los fieles cristianos.
Así como la Iglesia es por naturaleza, misionera, así también se podría deducir a partir de
este discurso del Papa Francisco que la Iglesia es sinodal por naturaleza, puesto que la
sinodalidad es una dimensión constitutiva de la misma. Esta sinodalidad eclesiológica se
entiende en relación al servicio que se presta en ella, porque la caminar juntos, trabajamos
y servimos juntos cada uno según sus capacidades y ministerialidades recibidas para el
servicio a los hermanos a lo largo de este camino. Esta jerarquía eclesial de comunión no
se ha de ver como una pirámide sino como una pirámide invertida, ya que los pastores
están al servicio de la base, por el ministerio recibido, y el sucesor de Pedro, al estar en
la cima, está por tanto al nivel de mayor servicio, como servus servorum Dei, pues como
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vicario de Cristo está inclinado para lavar los pies de los apóstoles y de toda la grey. Este
servicio es la más genuina autoridad y la potestas es la cruz misma de Jesús, por lo que
no debe ser visto como un honor y autoridad mundana sino como un servicio, el servicio
jerárquico para el correcto andar de este caminar sinodal.
El Papa Francisco también va a recordar los diversos niveles que existen en el ejercicio
de esta sinodalidad eclesial. El primer nivel se ejerce en las Iglesias particulares, en su
caminar juntos por medio del Sínodo diocesano, reflejo de esta comunión eclesial entre
Obispo, presbiterio, consagrados y laicos, y a través de los diversos órganos de servicio
para el mismo pueblo de Dios y su caminar como son el consejo presbiteral, el colegio de
los consultores, el capítulo de los canónigos y el consejo pastoral. Es aquí donde se debe
aplicar la sinodalidad de la escucha, de la atención a los problemas y necesidades de los
fieles, de concebir la jerarquía como servicio y de participar y caminar todos juntos como
Iglesia Diocesana cum Episcopo et sub Episcopo.
Este caminar sinodal de todos los bautizados nos une también a caminar juntamente con
los hermanos de las diversas Iglesias buscando ante todo la comunión sinodal. Esta
apertura debe estar en el corazón mismo de la Iglesia de Cristo, y como refería el Papa:
“al constatar la aspiración ecuménica de la mayor parte de las Comunidades cristianas
y al escuchar la petición que se me dirige de encontrar una forma de ejercicio del
primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una
situación nueva”. Esta sinodalidad no se agota en los bautizados, sino que caminando
juntos como hermanos, debemos también buscar unidos los medios para el bien de toda
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la humanidad por la solidaridad y la justicia, pues todos están llamados a ser parte del
Cuerpo Místico del Señor.