Leopoldo Marechal - Pensar y Amar La Patria
Leopoldo Marechal - Pensar y Amar La Patria
Leopoldo Marechal - Pensar y Amar La Patria
Autoridades Municipales
A la ejemplar docente María Elena Massa de Larregle, con quien compartimos amistad y
la admiración por Leopoldo Marechal.
Prólogo
Introducción
El rescate de la Cautiva
Marechal y el Cristianismo
Peronismo y Nacionalismo
Digo pensar poetizante; Marechal fué un pensador, no filósofo que connota una cierta
profesionalidad y un reconocimiento de los especialistas en su carácter de tal. Pensador
en el sentido reivindicado por Martín Heidegger, se trata de un pensar poetizante, en
consonancia con los grandes filósofosgriegos, la dramaturgia de Esquilo, Sófocles,
Euripides y poetas clásicos como Homero, Virgilio y Dante.
El rescate de la Cautiva
Sostiene que nuestro pueblo tiene una misión que cumplir y, proféticamente en
1938, nos habla de una vibración colectiva que desde el dolor ponga en acto todas
sus virtualidades:
Solo cuando el país entero vibre y se enaltezca en la unidad
de un solo acorde que sea música de sí mismo y vibración de su alma,
solo entonces nuestro país será una gran provincia de la tierra (Marechal
O. Completas, Tomo V. p 291)
Al igual que otros grandes de su generación como Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo
Jauretche, Ernesto Palacio, los hermanos Julio y Rodolfo Irazusta, entre otros, don
Leopoldo fue un precursor del gran movimiento político-social iniciado el 4 de junio de
1943 y consolidado el 17 de octubre de 1945. Adhiere a este movimiento desde su inicio y
permanece fiel hasta su muerte; en el epígrafe de este capítulo, fragmento de un artículo
publicado en 1947, hace referencia a la enajenación del país y más adelante expresa que
es necesaria su recuperación.
En una conferencia de 1955 sobre los simbolismos del "Martín Fierro", (Marechal O.
Completas Tomo V pp. 157/171) dice que esa enajenación se da en los aspectos
materiales, morales y espirituales, se trata de una enajenación o extrañamiento que es
simultánea al ejercicio de la libertad recién conquistada. Nos habla de "una tentativa de
suicidio precoz", iniciado por el ser nacional en la segunda mitad del siglo XIX.
En oposición a la "legenda negra" del gaucho, que lo representa como nómade, sin
apego al trabajo y las leyes, Hernández lo rehabilita ubicándolo en un orden tradicional,
integrado en una familia y dedicado al trabajo, propietario de su rancho y su hacienda:
...
me echaron a la frontera
...
Y apenas la madrugada
empezaba a coloriar
enderezaba al corral,
y la hacienda recogían,
entretenidos el día.
Y agrega Marechal:
En la segunda parte del Martín Fierro (año 1879) Fierro se encuentra con
sus dos hijos, y de sus relatos surge que la situación que obligó a nuestro
héroe a exiliarse no ha cambiado, sino que se ha agravado. Al personaje del
viejo Vizcacha, lo interpreta simbólicamente Marechal como aquellos que se
adaptan al estilo invasor y es más, se hacen sus cómplices.
Hay quienes han interpretado "La vuelta" como una adaptación de José Hernández al
nuevo orden de cosas. En la primera parte era un gaucho rebelde, provocador y
pendenciero. En la segunda parte se trataría del gaucho que quiere "civilizarse" y acatar
las leyes. Tal vez en parte es cierto, de hecho no acepta el reto del hijo del moreno
asesinado para batirse a duelo (J. Hernández, op. Cit, p. 89). Pero en lo esencial es el
mismo gaucho, el mismo pueblo, en otra circunstancia histórica.
y no se quiere parar;
me he decidido a venir
y me dejan trabajar
Sé dirigir la mansera
sé correr en un rodeo
trabajar en un corral;
me se sentar en un pértigo
yo ya no busco peleas,
Fierro no quiere pelea, pero no tiene miedo al desafío, varios se interpusieron entre
los eventuales duelistas y Fierro y sus hijos se retiraron del lugar.
Martin Fierro y los muchachos,
evitando la contienda,
a la costa de un arroyo
Atrás quedó el gaucho que se burla del moreno y su compañera, ahora no busca
pelea y evita la contienda. Nuestro héroe quiere reinsertarse en la sociedad, pero no ha
cambiado en lo fundamental: el rescate de su pueblo. El canto 32 contiene los consejos
de Fierro a sus hijos, un rico compendio de moral y ejercicio de las virtudes de valor
universal. En el canto 33 está contenido el sentido misional de la obra y el mensaje para
su pueblo:
pero se ha de recordar
Marechal nos habla de la Patria (con mayúscula) la Patria es la que descubre en su niñez
y adolescencia en Maipú, en el sur, en el corazón de la pampa húmeda y la provincia de
Buenos Aires, en la histórica región del Tuyú. La descubre en el calor familiar, en el
paisaje de pampa, cielo y mar, en sabores, novillos y amaneceres, tristezas y
atardeceres, en diestros domadores. La Patria no tiene límites precisos, se extiende
hasta el horizonte, es hogar que contiene, raíz y savia nutricia, pero es niña aún, no tiene
bautismo, no sabe su nombre. La mirada de Marechal se fija amorosamente en ese
Martín Fierro que es símbolo del pueblo, en ese gaucho que fue desplazado de su
protagonismo histórico y debió refugiarse en el desierto. Pero fundamentalmente su vista
apunta hacia la Patria que hay que construir devolviendo al pueblo su protagonismo, no
ya en la forma tradicional, en una sociedad pastoril, sino en la Argentina que recibió el
fuerte impacto de la modernización y la inmigración en la segunda mitad del siglo XIX.
La Patria es "un temor que ha despertado", "un amor en el umbral", "un peligro
que florece", debemos forjar su riñón, sus costillas de barro, su frente de
hormigón:
La Patria provincia de la tierra y del cielo, más allá del horizonte, de los límites
geográficos, se extiende a la tierra toda: universalismo de Marechal,
inseparable de la raíz nacional, pero la provincia debe serlo además del cielo,
el patriotismo marechaliano no se agota en la inmanencia, trasciende hacia lo
alto.
(tal es la horizontal)
Claro está que en la mala literatura gauchesca no incluye, por ejemplo a José Hernández,
Lucio V. Mansilla y Ricardo Güiraldez, como queda claro en otros textos. En lo que
respecta a su amigo Ricardo Güiraldes, en 1935, criticando interpretaciones pseudo-
sociologicas expresa:
No podría salirme del siglo XIX sin dedicar un recuerdo admirativo a Lucio
V. Mansilla, aquel hombre autóctono y ecuménico a la vez, aquel argentino
que con la misma naturalidad, almorzaba ostras en un café de París o
comía un asado de yegua en la toldería del cacique Mariano Rosas. Con la
misma naturalidad, y como sin darse cuenta, escribió una de las obras más
vivas de nuestra literatura: su Excursión a los indios ranqueles. Para ello le
bastó una sola cosa: la fidelidad. Fidelidad a lo nuestro, y fidelidad a sí
mismo.
del pueblo argentino. Y saben ustedes porqué? Porque José Hernández escribió
el Martin Fierro.
Estas citas hablan con claridad que nuestro autor no se cierra en un nacionalismo
xenófobo, ni se pierde en ununiversalismo abstracto. No, es raigalmente nacional y
vocacionalmente universal, tal como lo eran los escritores señalados. Tuvo una muy clara
vocación docente alimentada en las escuelas primarias donde durante varios años
desplegó su actividad como maestro, desarrollo en esa línea una intensa actividad para
apoyar la investigación folclórica y su difusión; pero no cae en el "folclorismo", de acuerdo
a lo analizado anteriormente en su crítica el "criollismo" o sería mejor decir al
"gauchismo". En una conferencia de 1949 (-O. Completas, T.V, pp.143/156) hace
referencia a una reunión donde participaba el músico Igor Stravinsky; alguien le preguntó
por el folklore, y él respondió: "ya está hecho". Marechal abona esta breve y certera
definición y agrega que así como lo folklórico ya está hecho, y solo tiene una vigencia
local, el arte es un quehacer perpetuo que busca las vigencias universales. Lo ejemplifica
con la misma obra de Stravinsky:
Pocos artistas han utilizado tan insistentemente como él las melodías folklóricas
de su pueblo y les han dado tanta universalidad, justamente por la virtud
ecuménica de su arte.
A través de esa experiencia había sintetizado una conciencia viva del país y sus
hombres, también había frecuentado una "salamanca" de Santiago del Estero, a una
legua de Atamisqui, Megafón se aprestaba ahora a cruzar el mar pues "necesitaba
universalizar ahora lo qué ya sabía de su tierra y su pueblo" ( Megafón, p.11).
3
("Heptameron"- p.60)
Queda muy claro en Borges, al igual que en otros textos suyos, la minimización del valor
del "Martín Fierro" y la exaltación del "Facundo". Dos modos opuestos de valorar la Patria
e interpretarla.
Es oportuno aquí el sagaz análisis de Nimio de Anquín, eminente pensador cordobés, de
la misma generación de Borges y Marechal. En un discurso del año 1966 ( Revista "Jauja"
Enero 1967-p.l5.-), sostiene que el término "bárbaro", lo aplicaban los clásicos para
denominar a los extranjeros no a los compatriotas. En Sarmiento y Borges, y en toda una
corriente que recorre la historia argentina, el bárbaro es el nacido en esta tierra,
especialmente el gaucho, el habitante rural, que abonó con su sangre el nacimiento de la
Patria y todas las guerras de la Independencia. Dice Borges textualmente:
El pensamiento de Marechal está en las antípodas del de Borges, así como el de José
Hernández lo estaba del de Sarmiento.
Al mencionar a Borges, es oportuno señalar la íntima vinculación que mantuvo con
Marechal. Ambos compartieron la redacción de "Proa", revista literaria, donde también
colaboraba Ricardo Güiraldes. Con posterioridad asumieron la responsabilidad de la
revista "Martín Fierro" (1924), donde ambos se encontron con otros jóvenes, como el
mismo Guiraldes, Macedonio Fernández, Oliverio Girondo, Jorge Luis Bernárdez, Xul
Solar, entre otros. En 1925, en la época de la revista "Martín Fierro", Marechal comenta
un libro de poemas de Borges, al que califica de "…magnífico regalo de belleza que nos
hace"(Marechal, O. Completas, p ); analiza, saboreando, algunos pasajes de esos
poemas:
...
Marechal hace referencia al aspecto más interesante y promisor del Borges poeta: un
criollismo nuevo y personal, un modo de sentir que ya estaba en nosotros y que nadie
había tratado.
Marechal era nieto de francés por parte de padre y de vasco-español por parte de madre,
de allí lo de "Una lanza española y un cordaje francés riman este postema de mi Sangre"
del epígrafe.
Pero allá en el Sur, en Maipú, en la pampa inmensa y los trabajos y los días de sus
hombres, descubrirá a la Patria:
Ubica asimismo como "populistas" a Santiago de Liniers y Cornelio Saavedra (p.37) Cabe
señalar que Shumway utiliza el término "populista" no en sentido peyorativo, como
sinónimo de demagogia, sino como tendencia que ubica al pueblo, concretamente al
pueblo criollo, como referente supremo de su pensar y accionar. Es interesante además
señalar, que esa línea nacional, que pasa por José Hernández, con referencias a Raúl
Scalabrini Ortiz, Arturo Jaureteche y Leopoldo Marechal entre otros, llega hasta el
Peronismo:
Juan Carlos Scannone S.J. cita a Marechal en su trabajo sobre el "Martín Fierro", donde
hace referencia a que la obra es un grito de alerta, un acusar el golpe nacido
espontáneamente del ser nacional, en su pulpa viva y lacerada, en el pueblo mismo,
cuando este es traicionado (J. C. Scannone, Nuevo punto de partida de la filosofía
latinoamericana, pp. l8l - l82). Afirma Scannone que la categoría "mestizaje cultural" es
fecunda para interpretar nuestro "nosotros ético - histórico",es decir nuestra cultura,
nuestra identidad nacional. Agrega que entiende cultura no como "cultura ilustrada", sino
en el sencido del hetos cultural de un pueblo, es decir "su modo peculiar de habitar en el
mundo, de relacionarse con la naturaleza, con los demás nombres y pueblos, y con Dios”
(Scannone, p.172.). Un pueblo puede no tener un alto grado de civilización y técnica, pero
no por ello deja de ser culto, en el sentido de poseer un estilo de vida qué implica un
sentido de la vida y de la muerte. (Scannone, pp.172 - 173).
Esta categoría de mestizaje cultural es fecunda, dice Scannone, para interpretar
filosóficamente el origen, historia y proyecto de varios pueblos latinoamericanos, entre
ellos el argentino. El mestizaje cultural es fruto del entrecruzamiento de dos dialécticas: la
dialéctica hombre-mujer, de encuentro entre hombres, pueblos y culturas en relación de
fraternidad, y la dialéctica señor- esclavo, de conflicto en relación de dominación. La
prioridad ética y ontológica corresponde a la relación hombre-mujer, sin desconocer la de
amo-esclavo, y así lo entiende el pueblo latinoamericano en un símbolo como el de la
Virgen de Guadalupe, que extiende a todo el continente, o el Tinkunaco (que en lengua
quechua significa "encuentro") fiesta popular de nuestra La Rioja.
La fuerza de la cultura criolla argentina, despreciada como barbarie, acriolló, es decir
mestizó, los valores emancipatorios de las élites ilustradas, luego asimismo lo hizo con
otros valores ilustrados como "escuela", "constitución", "libertades públicas", que se había
usado ideológicamente para hostigar el hetos cultural criollo. Así como asimiló con
fecundidad los aportes culturales de los inmigrantes. Valoriza nuestro autor los aportes del
Irigoyenismo y el Peronismo en ese quehacer histórico, a pesar de sus limitaciones y
ambiguedades. (Ver cita Scannone).
4
cuyos años postrimeros vivimos, no han dejado más remanente que sus
apellidos y unos veinte italianismos en el lenguaje popular, todos muy
desmonetizados.
Esto lo expresaba el autor alrededor de 1930. Nos dice que Buenos Aires estuvo a punto
de europeizarse ante la avalancha inmigratoria, de quedar segregada de la pampa que la
nutria, pero no fué asi:
Scalabrini analiza a quienes desde fines del siglo XIX, con una férrea creencia en el
progreso y la ciencia, se aliaron al capital extranjero, fomentaron la inmigración europea,
tendieron ferrocarriles, construyeron puertos, colonizaron, pero: "En esas procuraciones
se atarearon y desatendieron el espíritu del pais" (S. Ortiz. p.55).
José María Rosa en el prologo de "El nombre que está solo y espera" de junio de 1964
expresa que "Adán Buenos Aires es Raúl Scalabrini Ortiz"(p.15), el hombre de Corrientes
y Esmeralda, hombre de la clase media argentina que ha despertado al sentimiento de
nacionalidad; es un multígeno, producto del entrechoque de muchas razas, pero de
ninguna manera un híbrido.
en tiempo de labranza,
tamborileante de ganaaerías.
En "Megafón o la guerra", nos habla a partir del retrato de Gregoria Igarzábal (hija de un
Coronel). Gregoria "estuvo en la frontera exacta de una posibilidad" (Megafón, p.l53). La
posibilidad era desde el ejemplo de los mayores que habían ofrecido su vida en las luchas
por la independencia y la soberanía de la Patria, llevar adelante el patriciado que se formó
en las batallas. "Una línea de patricios que sabe conducir a un pueblo según el orden
celeste y terrestre" (Megafón, P.156). Pero ese Patriciado degeneró en una Oligarquía.
(Megafón. p.156).
Megafón habla de dos grandes batallas, una terretre y otra celeste, que hay que librar en
Buenos Aires. Buenos Aires destruye pero también reconstruye, asegura que los porteños
están en minoría y que:
(Megafón. P.89)
Marechal y el cristianismo
Cuenta Marechal que en su segundo viaje a París en 1929 abordó el estudio ordenado de
las epopeyas clásicas, la lectura de platón y Aristóteles, en su relación con San Agustín y
Santo Tomás de Aquino, lo que originó una crisis espiritual que dio a su existencia una
orientación definitiva (O. Completas T.V p.335). Los versos de "Laberinto de amor" es el
primer fruto de esa crisis espiritual; su inseparable amigo Francisco Luis Bernárdez sufre
una crisis similar, que se manifiesta de su poema "Buque (O. Completas T.V p.335).
Marechal se reencuentra con el Cristianismo, y a su regreso a la Argentina se integra en
los Cursos de Cultura Católica. Marcelo Sánchez Sorondo testimonia la amistad de
Marechal y Bernárdez y le pertenencia a los Cursos:
Tras la reunión en los Cursos solían dirigirse los tres -Sanchez Sorondo y los dos poetas-
a un bodegón: "La corneta del cazador": allí en amable tertulia:
Los Cursos de Cultura Católica fueron iniciados por un grupo de jóvenes laicos en 1922
con el propósito de cultivar las principales disciplinas que integran la doctrina católica. El
documento inicial fué formado por Rafael Ayerza, Juan Antonio Bourdieu, Tomás
D.Casares, Atilio Dell’ Oro Maini, Faustino J.Legón, Samuel W.Medrano, Uriel O'Farr,
Octavio Pico Estrada y Eduardo Saubidet Bilbao. Tomás Casares manifestaba en un texto
que los Cursos habían nacido ante la conciencia de muchos católicos del divorcio
existente entre fe e inteligencia. Los cursos se extendieron hasta 1947 y fueron el
antecedente para la creación UCA/59. Al comienzo se desarrollaron cursos de Filosofía,
Historia de ia iglesia y de Sagradas Escrituras. Recibieron a ilustrees visitantes; fundaron
un departamento de folclore, Una escuela de filosofía, se organizó una biblioteca, una
librería. También los ejercicios y retiros espirituales, como los predicados por Don Orione
(hoy San Luis Orione). En el aspecto social fundaron la Conferencia Vicentina de los
Cursos. La revista "Criterio" fue fundada en 1928 por la mayoría de los iniciadores de los
Cursos y su primer Director fue Atilio Dell’ Oro Maini; la revista oficial fué la revista
"Ortodoxia", en esta revista se publicaron colaboraciones de Marechal como "Recuerdo y
meditación de Berceo" (O. Completas, Tomo V- p.117).
Los grandes animadores de los Cursos fueron Tomás Casares, Atilio Dell’ Oro Maini y
César Pico. Los dos primeros compartieron la dirección durante varios años y Pico ejerció
su magisterio en el Convivio. Tomas Casares, al igual que Marechal, adhirió al Peronismo
naciente, fue el único integrante de la Suprema Corte de Justicia que no fue removido de
su cargó y ejerció sus funciones hasta 1955, ejerciendo la presidencia entre 1947 y 1949.
Casares, en su carácter de Ministro de la Corte, fué quien elaboró la jurisprudencia que
otorgaba prevalencia a la justicia del bien común de acuerdo a la reforma constitucional
de 1949 (J.Wall, Generación de 1940, pp.36/37).
El Padre Leonardo Castellani, su amigo, quizá el intelectual más destacado que haya
dado la Iglesia Católica en la Argentina, según el testimonio de su discípulo Padre Héctor
Mandrioni, le expresa en una carta:
(Heptameron p. 105)
no lo encontró aleluya!
Interpreto que la Rosa obediente es Santa Rosa de Lima a quien Marechal dedicó un
bello ensayo: Vida de Santa Rosa de Lima" (Ed. Castañeda- 1977). En un poema de
1940, "Cantilena de Santa Rosa de Lima", recogemos los últimos versos:
de sus moradas.
Yo tuve dos encuentros con Amor: en Maipú y a la hora de atizar los caballos,
se desvela mi alma
(Heptameron p 184).
(...)
(L. Castellani, Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, 1960, pp.261/62)
Rosas fue un gaucho, y como tal lo ha representado la estatua ecuestre obra de Ricardo
Dalla Lasta, inaugurado el 8 de noviembre de 1999.
Sobre Hipólito Yrigoyen, otro criollo cabal, Marechal reconoce luces y sombras:
Agrega nuestro autor que Yrigoyen obtuvo el asentimiento de una gran mayoría, pero que
fue solo de cuño sentimental: "Y como "en potencia" de los actos que debía cumplir el
líder y que no se dieron jamás" (Marechal- T.V- p.385)
Don Hipólito, según Manuel Gálvez, tenía mucho del estoicismo y de la sabiduría de los
viejos gauchos, en su vocabulario se refleja además esa idiosincrasia.
Afirma Marechal que la Revolución liderada por Perón tiene dos caracteres propios que
la diferencian de otras del siglo XX y que son:
a) Si humanismo, no se basa en una doctrina del astado, sino en una doctrina del
Hombre, tendiente a lograr una adecuación del Estado al Hombre.
b) Búsqueda de la reivindicación integral del hombre argentino, basado ésto en un
conepeto integral del hombre como un compuesto de cuerpo y alma; el hombre es
individuo en cuanto a su naturaleza corporal y es persona por su naturaleza espiritual. La
obra de la justicia social tiende a restituir al hombre la dignidad de su cuerpo, a través de
nuevas y generosas condiciones de vida, y también su decoro de criatura espiritual, a ello
tiende la implantación de la enseñanza religiosa en las escuelas:
"Y sostengo ahora que la gran obra del justicialismo fue la de convertir
una masa numeral en un pueblo esencial o esencia1izado"
Masa numeral y pueblo esencial, ricos conceptos que coinciden con los de Pío XII al
caracterizar la democracia en 1944: la masa, afirma, es la enemiga de la verdadera
democracia y de su ideal de libertad e igualdad, pues es inerte y no puede recibir
movimiento sino de fuera. El pueblo en Camvio "vive de la plenitud de los hombres que
la componen, cada uno de los cuales -en su propio puesto y a su manera- es persona
consciente de sus propias responsabilidades y de sus convicciones propias" (Pío XII, La
Democracia, p.10). El Estado debe ser la unidad orgánica y organizadora de un
verdadero pueblo.
Afirma Marechal que el capitalismo y el comunismo son antagónicos entre sí, pero que
tienen un común denominador materialista, ambos conciben al nombre como a un
individuo económico y no como una persona intelectual. El Peronismo retoma los
conceptos tradicionales del hombre y su destino y se ubica "lanzado entre dos corrientes,
el capitalismo y el marxismo" (O. Comp. T.V.-p.l33)
En su "Autopsia de Creso", nuestro autor desarrolla, con notable despliegue metafórico,
una visión de la historia universal, un análisis del presente y una proyección al futuro. Nos
habla de cuatro personajes que deben cumplir la funciones necesarias de la sociedad:
Tiresias, el sacerdote, que es el puente hacia lo sobrenatural. Ayax, el soldado, que debe
ocuparse del orden y la justicia temporales y su defensa. Creso, el rico, que ha de
producir y distribuir la riqueza material. Gutiérrez, el siervo, es el ayudante de Creso.
Respectivamente simbolizan a la Iglesia, al Estado secular, al burgués y al trabajador.
Las riendas que controlan a Creso tienen que estar en manos de Tiresias, desde el punto
de vista espiritual, y de Ayax, en lo temporal. En nuestros tiempos, la llamada
modernidad, y muy en especial con el proceso de la Revolución Francesa, Creso accede
al poder mundial, subordinando a Tiresias y Ayax. Hay varios antecedentes de esta
mentalidad individualista burguesa ya en el Renacimiento, con sus banqueros
internacionales.
Creso desde el punto de vista político se hizo liberal, y proclamó todas las libertades, que
no le costaban un centavo, pero lo que más le interesaba era el liberalismo económico, la
libertad de empresa y, "otras libertades útiles para enriquecerse a sí mismo (...) contra la
salud del organismo social a que pertenece."(Cuaderno de Navegación p. 55). Con
respecto a Tiresias y Ayax, intentó inclinarlos a su favor, lo que logró pues Tiresias se
distrajo en las exterioridades del Templo, con menoscabo de la doctrina y Ayax llegó a
derramar su sangre por defender los mercados exteriores del Hombrecito Económico. En
nombre de Gutiérrez ("el pobre absoluto"), un burgués, Carlos Marx inventó "la dictadura
del proletariado" para suceder al burgués "Lejos de abrir unamanecer, como aun lo creen
muchos, la doctrina de Marx (...) fué como una victoria final del Hombrecito Económico."
(Cuaderno de Navegación, P.71).
Dice nuestro autor que el marxismo propone un sistema distributivo de la riqueza que no
es original, ya que según los Hechos de los Apóstoles, los primeros cristianos poseían en
común todas las cosas. Además instala un estatismo económico, que en principio es
bueno para realizar lo que no hace el capitalismo. Pero también ocurre que el trabajador
sigue explotado y sometido:
Sin duda que Marechal pensaba en la Tercera Posición de Perón y en la Doctrina Social
de la Iglesia como remedio para los males de esta "Edad de Hierro" (L. Marechal, El
Banquete de Severo Arcangelo- p.118), en que Capitalismo y Comunismo se enfrentaban
en la llamada guerra fría.
A la misma hora, el Papa, en su Vaticano, escribe una encíclica donde
recuerda las terribles exhortaciones del Evangelio. Por su parte Nehrú,
De Garulle y Nasser piensan en un Tercer Mundo que veinte años antes
se atrevió a idear un argentino ahora en el destierro"
(El Banquete de Severo Arcangelo p.33)
Desde 1955 el pueblo ha sido derrotado y el líder ausente; además del Gobernante
Depuesto, y junto a otros "depuestos" está el Poeta Depuesto, es decir Marechal,
ignorado y marginado durante varios años. Tanto en “Megafón”, como en otros textos,
nuestro autor le dedica un emocionado recuerdo al Gral.Juan José Valle que encabezara
un frustrada rebelión cívico-militar en 1956 y que fuera fusilado en el Penal de avenida
Las Heras:
Pero más que este factor, más grave aún, un hecho esencial deterioró el prestigio del
justicialismo. El Justicilismo es una doctrina nacional y popular, es decir que abarca el
pueblo íntegro, abarcando todas las clases sociales; se debía integrar a esas clases en un
nivel de conciliación y armonía.
Los jerarcas del clero a que me referí (los conozco a todos y llegué a
saber de algunos arrepentimientos) dormitaban la siesta de su mentalidad
liberal; y les pareció más útil buscar la paja en el ojo del justicialismo
que la viga en el propio (...) Jugaron a favor de las minorías nacionales e
internacionales que buscaban el fin del Justicialismo (...) Claro está que
todas esas circunstancias no libran al justicialismo de su culpa; y su
culpa radica sobre todo en haber contestado a esa provocación y en
haber mordido aquel anzuelo burdo.
Recuerda nuestro autor el juicio de algunos peronistas que si el Justicialismo cayó fué
porque se hizo una revolución a medias; dice Marechal que no fue así, sino que se debió a
una tercera marca de benignidad :
"A mi entender sucedió así porque tanto en la naturaleza del pueblo
justicialista cuanto en la voluntad de su líder alentaba el designio de una
evolución armoniosa y no el de una revolución contundente"
Peronismo y Nacionalismo
Al hablar de Nacionalismo, hay que distinguir una variada gama de matices, de las que
me he ocupado en un ensayo anterior (Wally - Generacion argentina de 1940 - Grandeza y
frustración), cabe distinguir entre el Nacionalismo Popular de F.O.R.J.A. con Raúl
Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche a la cabeza. También el Nacionalismo Republicano de
Julio y Rodolfo Irazusta, Ernesto Palacio y Ramón Doll. El Nacionalismo Católico de Tomás
Casares, Leonardo Castellani, Julio Meinvielle, Marcelo Sánchez Sorondo, Máximo
Etchecopar Ricardo Curutchet, Juan Carlos Goyeneche, Mario Amadeo, José María y
Santiago de Estrada, entre muchos otros que eran partícipes con mayor o menor
protagonismo de los Cursos de Cultura Católica. A Manuel Gálvez también lo podemos
adscribir en esta linea. Hay otros más difíciles de calificar: Leopoldo Lugones tuvo una
etapa de admiración por el fascismo, Manuel Ugarte provenía del Socialismo, Diego Luis
Molinari del Yrigoyenismo, Nimio de Anquin fue filo-fascista en su juventud. Otros
nacionalistas destacados fueron Arturo Enrique Sampay, Carlos Astrada, José Luis Torres,
José María Rosa y Fermín Chávez. Al referirse Marechal al Nacionalismo, lo hace en
referencia al Católico y especialmente a los que conoció en los Cursos de Cultura Católica:
(Marechal, C.N.
Agrega Marechal que la revolución justicialista se presentaba como una "sintesis en acto"
de las viejas aspiraciones nacionales. La conversación de Marechal con Sánchez
Sorondo fué a comienzos de la década del 60 y un cuarto ue siglo después cumplió
adecuadamente con ese pedido (M. Sánchez Sorondo - La Argentina por dentro- 1987)
Se trata de un ensayo de interpretación de la historia nacional de elevado nivel de
excelencia, donde aparecen luces y sombras de la Patria, con abundantes frustraciones,
pero donde brilla la Esperanza, tal como lo sostiene en los últimos párrafos del libro con
acento marechaliano:
Marechal nabia compartido con Ernesto Palacio la juvenil vocación literaria, en los
comienzos de la decada del 20,con Raul Scalabrini Ortiz las jornadas del Royal Kéller. Ya
hice referencia a las amistades de Marechal con los nacionalistas de los Cursos, donde
también, a sus Convivios, concurrían, aunque no asiduamente, Ernesto Palacio y los
hermanos Julio y Rodolfo Irazusta. De modo que hay vasos comunicantes, ya sea de
amistad o de compartir espacios comunes, entre quienes van consolidando en la década
de 1930 un sólido "corpus" de "Inteligencia Nacional". Los nacionalistas, con sus diversas
variantes comparten en general el revisionismo histórico, al cual impulsan vigorosamente;
la denuncia del imperialismo inglés y de los connacionales del "Partido Europeo", al decir
de Guizot; la actitud crítica hacia la ideología liberal tanto como a la marxista; la
revalorización de la cultura hispano-criolla.
En Sánchez Sorondo, encontramos un lúcido análisis de la historia patria hecho por quien
la vivió intensamente en pensamiento y acción. Para centrarnos en los periodos de
gobiernos nacionales y populares, terminología que en la actualidad ha perdido por uso y
abuso su rica carga semántica, el autor destaca en Juan Manuel de Rosas el poder de
centralizar y unificar, controlando el comercio ultramarino, la política exterior y la fuerza
armada, restableciendo así la capitalidad porteña; pero al mismo tiempo la consolidación
del Federalismo. “ Nunca como bajo la Confederación fueron las provincias más
autónomas, más "soberanas" en su propio reino" (S. Sorondo- L.A.V.D.p.129). Dice
que la lucha entre unitarios y federales no equivale a la de porteños y provincianos. Había
porteños federales y unitarios, y lo mismo los provincianos. La confrontación era entre el
espíritu progresista (y europeizante) de las ciudades (Buenos Aires y otras del interior) y el
genio atávico de la campaña, o en términos del autor; "entre la Revolución y la
Independencia, entre los próceres y los caudillos" (S.Sorondo, L.A.P.D, pp.90/91). En
términos de Guizot, entre el Partido Europeo y el Americano; de Paul Ricoeur entre
Civilización y Cultura. Afirma Sánchez Sorondo que los caudillos pertenecen, la mayoría de
ellos, por su origen social a la clase decente de las ciudades, pero que su acción se
desenvuelve en la campaña y que buscan el poder en la adhesión de la plebe hasta
entonces irrepresentada. En José Hernánaez y su Martín Fierro, el autor verá, como
Marechal, el prototipo del criollo:
Era ese mismo crisol de la raza criolla, esa misma patria que se desangraba
perseguida por los agentes y las consignas de la llamada civilización
(S.Sorondo-L.A.P.D. p.284).
En Hipólito Yrigoyen destaca el representar "la primera inundación mayoritaria", por vía
electoral a través de la ley Saénz Peña, asimismo el carácter movimientista (sintetizado
en la denominación de "causa" en oposición a "régimen") y tal vez su aporte social más
significativo, la nacionalización de los hijos de inmigrantes:
"Y es curioso que esta efusión de patria criolla en que se bañaban sus
comienzos, lejos de impedir la incorporación de los hijos de inmigrantes,
los atrajo a sus filas por un proceso mimético propio de nuestra
idiosincrasia americana" (S.Sorondo- L.A.P.D. p.389)
El Perón del regreso, afirma Sánchez Sorondo, vuelve "descarnado", admira la vida
paralela de De Gaulle, y proclama y practica la unidad nacional, superando la dialéctica
"amigo-enemigo" de sus primeros gobiernos. Según nuestro autor hay quienes le
recriminan el apoyo a las llamadas "formaciones especiales", pero ignorando esos
mismos los fusilamientos de junio de 1956. Perón privilegia el interés del Estado y ya en
el gobierno, inicia la pacificación:
Recordaba en un capítulo anterior una frase de Igor Stravinski, que cita Marechal; que el
folklore "ya está hecho “Agrega nuestro autor que debe ser investigado, para rescatar del
olvido las tradiciones nacionales; además, devolver al pueblo esas tradiciones, que es
obra del educador y el difusor y además deben ser exaltadas hacia el plano universal, y
esto es tarea del arte, de creatividad:
El Consejo Nacional de Educación, por iniciativa del vocal Dr. Juan P.Ramos en 1921,
dictó una resolución ordenando una recopilación de la literatura popular, con la
contribución de docentes de las escuelas y particulares de todo el país. Fue abundante el
material enviado por directores y maestros de escuelas, voluminosa colección, la que al
no poderse publicar fue entregada por el Consejo como donación, a la Facultad de
Filosofía y Letras de Buenos Aires. El Instituto de Literatura de la Facultad, dirigida por
Ricardo Rojas inició la publicación de un catálogo descriptivo del material, cuyo total de
piezas suman varios miles. El 12 de junio la Comisión de Didáctica del Consejo Nacional
de Educación, presentó un proyecto sobre la publicación de una Antología Folklórica
Argentina, abarcando prosa, verso, juegos y entretenimientos, música y danza. El
Consejo nombró una Comisión para que procediera a seleccionar, adaptar y ordenar el
material, que debía ser editado en un primer volumen para niños y un primer volumen
para adultos, entre los docentes designados estaban Juan Alfonso Carrizo, notable
investigador de nuestro folklore, y Leopoldo Marechal (Cfr. Antología Folklórica Argentina-
Para las Escuelas de Adultos - Consejo Nacional de Educación -1940 pp.7/18).
Dice Marechal, comentando esta iniciativa en 1941:
Afirma nuestro autor que con tal resolución se dota a las escuelas primarias de un acervo
del cual carecían. Recuerda los fundamentos del proyecto, donde se destaca que la
Argentina es un país de inmigración y que necesita neutralizar su cosmopolitismo:
Todavía hay otro beneficio sumamente valioso, que es el enriquecimiento del lenguaje.
Señala que el habla popular viene sufriendo un intenso empobrecimiento, tal vez por la
influencia de lenguajes técnicos como el del periodismo, abstractos y muy ceñidos de
color.
Nada mejor para ejemplificar el valor de estas narraciones, que la leyenda de San
Francisco Solano, entre otras, enviada por docentes de Santiago del Estero:
Rio Hondo
(... )
En el ámbito de la cultura, dice Marechal, el pueblo debe actuar como creador y como
asimilador. Como creador se manifiesta a través de las vocaciones individuales, y esto a
través de todos los estratos de la sociedad: de un pueblo. Todo creador manifiesta no
solo sus propias virtualidades, sino también las de su pueblo. La mayoría de los hombres
entran en el panorama de su cultura solo como asimiladores.
Según nos manifestó María de los Ángeles, hija de Marechal, éste fue el
creador, junto a Antonio Barceló, de la Escuela Nacional de Danzas Folklóricas. También
testimonia que don Leopoldo fue un buen bailarín de tango. Respecto a este ritmo,
música y poesía, hay una muy completa visión de nuestro autor en "Megafón". En la
Rapsodia II refiere le experiencia o ensueño que titula "La Calesita del Tango", donde al
compás del tango Nueve de Julio giraba una calesita tirada por un "bichoco alazán".
Junto al palo de la sortija había dos demonios, uno llamado Ben y el otro Nelson, que
inequívocamente responden a Ben Molar y Julio Jorge Nelson. Detenida la calesita, Ben
se dirigió a los jinetes que llevaban bandoneones en sus muslos diciéndoles:
Aquí hacen oír sus voces los bandoneonistas a caballo, que son el Bandoneonista
Enclenque, el Bandoneonista Gordo y el Bandoneonista Sanguíneo, a quienes podemos
identificar respectivamente como Pedro Laurenz, Anibal Troilo y Astor Piazzola.
El Bandoneonista Enclenque dice que el tango no ha muerto, que está en estado de
coma, y esto es fruto de la civilización mecánica, que el tango siempre tuvo un ritmo de
sangre popular en su raíz. A su vez el Bandoneonista Gordo dice:
(...)
(...)
(...)
Ahora bien, cuando parecía hundirse todo en la zozobra de aquel juicio final, irrumpió un
ente de cara huesuda y ojos febriles que, dirigiéndose a los bandoneonistas les dijo:
En el epígrafe de este capítulo Marechal hace referencia a que en una época de su vida
no toleraba otra música que no fuese “chacareras, zambas, y gatos”, como reacción a la
admiración desmedida por lo foráneo de sus contemporáneos. Si bien no tengo fecha
precisa, ubico esta etapa de “folklorista” de Marechal en la segunda mitad de la década
del 30, coincidente con su compromiso de selección del material recogido por el Consejo
Nacional de Educación, que fuera donado a la Facultad de Filosofía y Letras. Si bien a lo
largo de su vida adhirió fervientemente a lo nacional, no por eso dejó de reconocer que
“lo nuestro” adquiere pleno sentido en la Universalización. Así lo sintetiza Marechal:
Con los pies muy firmes en la tierra patria, con trascendencia a lo universal; es sin duda
una de las grandes enseñanzas de Marechal.
A un domador de caballos
Y el peso y la medida:
(…)
Regresar al silencio
oscuro y humillado
Domador de Caballos,
no es otra su alabanza.
Fermín Chávez, antes de conocer a Marechal, conoció estos Poemas Australes, durante
su paso por los estudios de seminarista en Córdoba, con los Dominicos. Allí en las
vacaciones, junto con sus compañeros Pironio, Blanco y Gonzalez, se deleitaban
leyéndolos:
La obra teatral “Antígona Velez” (1951), la Seguna Elegía del Sur (1953, Canción de tres
aparceros (1953), Epitafios Australes (1954), Canción libre a Santiago del Estero (1954),
sin agotar la lista, son muestra cabal de una imaginación poética donde quedaron
grabados el suelo patrio y sus hombres.
Decía que Marechal tuvo una etapa en que solo oía “chacareras, zambas y gatos”, sin
duda coincidió con la aparición de la música del interior del país en la ciudad cosmopolita,
con nombres como Buenaventura Luna o Hilario Cuadros. En 1935 debuta en radio El
Mundo Atahualpa Yupanqui (Héctor Chavero), que había nacido en Pergamino, al que sin
duda disfrutó Marechal; su guitarra y su voz (en canto y poesía), lo convierten en el
equivalente de Carlos Gardel en el tango. En cierta ocasión, comienzos de la década del
70, en una animada reunión de folkloristas y periodistas se planteó una discusión sobre
quién era el más grande artista popular y representante cabal en lo artístico de América
Latina: ¿Atahualpa Yupanqui o Violeta Parra?, las opiniones mayoritarias parecían
favorecer a la Chilena, entonces Mercedes Sosa, hasta entonces en silencio, dijo: “Pero
déjense de pavadas, Yupanqui es único!” (Sergio Pujol, En nombre del folclore, p 15).
Atahualpa era activo militante del Partido Comunista, anti-peronista, y como tal
perseguido, tuvo que soportar prisión y torturas. Sin embargo, en 1949, elogió la creación
de la Escuela Nacional de danzas Nativas, impulsada por Leopoldo Marechal y Eduardo
Barceló, que fue su primer director. Escribió Atahualpa en el periódico “Orientación” del
Partido Comunista: “Es el hombre al que debemos salvar, no al rancho pintoresco. Saludo
con simpatía a Eduardo Barceló, director de la flamante Escuela de Danzas Nativas”
(Pujol, En Nombre del folclore, p 189). Atahualpa era mestizo, por genealogía y por su
arte, en el cual lucen con brillo las voces y sonidos aborígenes junto a los criollos. Su
padre, José Demetrio Chavero Aramburu, le había transmitido a sus hijos su orgullo por
llevar en su sangre mezcla de Quechua y español:
dende mi tatarabuelo
“El tango es una posibilidad infinita”, la sentencia de Discepolín que Marechal imagina en
su Megafón, nos sugiere una reflexión con el tango, su riqueza y fundamentalmente
sobre su esencia criolla. Vale como aclaración previa, el decir que entiendo por tango un
género musical que abarca el tango propiamente dicho, el tango la milonga y el vals.
Hay lugares comunes, que se repiten en varios textos sobre el tango y que se han
incorporado al lenguaje coloquial. Uno es nada menos que del propio discépolo:
Otro, ligado al anterior es que el tango debe su esencia a sus inmigrantes y sus hijos, así
por ejemplo lo expresa Víctor Sasson, que fuera presidente de la Asociación Gardeliana,
amigo de Troilo, Salgan, Julián Centella y otros tangueros:
Todos los hijos de inmigrantes son los porteños de hoy. Son los que
hamacaron el tango. Hicieron la cultura popular. Hicieron el tango (…)
Por eso el tango es tan llorón, porque la gente vivía añorando el terruño
(Susana Azzi, Antropología del Tango, p 228).
Voy a disentir con ambos lugares comunes. Es cierto que la música de tango tiene, en
etapas y en ocasiones, una cierta lentitud y “arrastre” quejumbroso y nostálgico. Pero en
sus orígenes no era así, el tango era alegre y festivo, la incorporación del bandoneón, tal
vez, le fue marcando un ritmo más pausado. También la incorporación de letras a partir de
“mi noche triste” de Pascual Contursi, el mismo nombre es un símbolo. Dice José Gobello
que la fractura se da entre 1910 y 1915: “se olvida lo que tiene de canyengue, alegre,
juguetón y fachendoso” (S. Azzi, Antropología del Tango, p 199).
En cuantos a las letras plañideras de tango, las hay y en abundancia, y Marechal ironiza
acerca de ellas, así por ejemplo en “Adán Buenos Ayres”, con relación a la letra de
“Aragán”.
Mientras tu pobre vieja lavaba ropa sucia, de sol a sol, para mantenerte,
vos, ¡oh haragán infinito! No salías de la catrera ilustre, como no fuese
para matear en el patio y cargosear las insultadas teclas de tu bandoneón
virgen y mártir de cuyo seno dicho sea de paso, nunca lograste arrancar
tres compases del vals “El aeroplano”. (Marechal, Adán Buenos Aires, p
526).
El otro lugar común a que hacía referencia con anterioridad a que el tango debe su
esencia en la inmigración, a la nostalgia de la lejanía, especialmente en la colectividad
italiana que fue la mayoría en el aluvión inmigratorio de 1880 a 1914. Es cierto que gran
número de cultores del tango han sido de ese origen, incluso algunos, como Ignacio
Corsini y Alberto Marino eran nacidos en Italia, pero se acriollaron. También es verdad
que varias letras de tango aluden a la nostalgia del inmigrante, pero la mayoría de esos
tangos no trascendieron ni fueron populares, entre las excepciones: “La cantina” (Cátulo
Castillo); “Canzoneta” (Enrique Lary); “La violeta” (Nicolás Olivari).
La “orilla” y el “orillero” de las letras tangueras, aluden no al río y al mar sino al suburbio
de la ciudad; así lo expresa Natalio Etchegaray: “Lo otro es de orilla. No sale de esa
síntesis entre el campo y la ciudad que es la orilla” (S. Azzi, Antropología del tango, p
192).
Los tres primeros grandes cantores de tango: Carlos Gardel, Ignacio Corsini y Agustín
Magaldi fueron ”Cantores Nacionales”, abarcando en su repertorio tangos y canciones
criollas; de igual modo Hugo del Carril y Nelly Omar. Los más destacados del tango -
canción como solistas desde 1950 en adelante: Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche y
Julio Sosa, incorporaban canciones con temática campera. Aníbal Troilo gustaba de las
milongas criollas y las incorporaba en su repertorio, especialmente con sus cantores Aldo
Calderón, Ángel Cardenas y las hermanas Elba y Rosa Berón.
Se pueden multiplicar los ejemplos, pero tal vez el más significativo sea el de Agustín
Bardi, el más grande compositor tanguero según Ignacio Salgán, quien le dedicó “Don
Agustín Bardi”, así como “Aquellos tangos camperos”. A su vez Osvaldo Pugliese
compuso “Adiós Bardi” como testimonio de admiración. Las más grandes orquestas
incorporaron tangos de Bardi en su repertorio: Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Carlos di
Sarli, Horacio Salgán. Estos “tangos camperos” por su estilo de composición, tenían
sugestivos títulos: “El cuatrero”; “Pico blanco”; “El buey solo”; “La racha”; “El baqueano”;
“El pial”; “El rodeo”; “Chuzas”; “Se han sentado las carretas”, entre otros.
Carlos Mina, en un premiado ensayo, afirma que Buenos Aires es la ciudad argentina
por excelencia y que en ella se ha procesado gran parte de la identidad nacional; dice
que es falsa la dicotomía capital-interior:
Concretamente, en lo que respecta a los poetas de letras de tango, dice Mina que
contribuyeron a fundar la base de la cultura nacional post-inmigratoria:
Referencias citadas
Azzi, Susana. Antropología del tango. Los protagonistas, Ediciones Olavarría. 1991.
Ibarguren, Carlos. Juan Manuel de Rosas. Su vida, su drama, su tiempo. Roldán Editor
1933.
Pujol, Sergio. En nombre del folclore. Biografía de Atahualpa Yupanqui. Emecé 2008.
Scalabrini Ortiz, Raul. El hombre que está solo y espera. Plus ultra 1973.
Bibliografia General
De Anquin. Mito y política. Arkhé, Córdoba, 1957 Farrell, Gerardo. Iglesia y pueblo en la
Argentina. Patria Grande, 1986.
Medrano, José María. Los iniciales Cursos de Cultura Católica de Buenos Aires, Sin editar.
Att.Carlos Sanz.
Ortega y Gasset, José. Obras Completas, tomo II. Madrid, Alianza, 1993