CASACIÓN-N.°-725-2018 - Junin

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CORTE SUPREMA SALA PENAL PERMANENTE

DE JUSTICIA CASACIÓN N.° 725-2018


DE LA REPÚBLICA JUNÍN

Omisión impropia en el delito de violación sexual


de menor de edad
I. En los delitos de resultado, el hecho típico es atribuible
penalmente tanto a quien despliega activamente su conducta
dirigida a la producción del resultado dañoso como a quien
detenta la obligación de defender un bien jurídico tutelado frente
a los ataques que puedan suscitarse y, a pesar de ello, se
desentiende absolutamente de su protección, presta su
asentimiento o aprobación y deja actuar al agresor. Esto permite
deducir razonablemente que, en los delitos sexuales, el no impedir
la violación a otro respecto del cual se tienen deberes jurídicos o
legales de protección o, incluso, no neutralizar las circunstancias
previas o concomitantes que dan lugar a su perpetración,
equivale a la causación de la propia violación.
II. La inacción de la sentenciada ERNESTINA JUANA PORRAS
CARHUAMACA, quien estaba obligada a defender un bien jurídico
tan relevante como la indemnidad sexual de su hija de iniciales A.
V. A. P., equivale a la realización de un acto positivo. Teniendo en
cuenta su posición de garante, debió haber desplegado
acciones tendentes a su defensa, a fin de evitar que sea
abusada sexualmente en reiteradas oportunidades. Era su madre
y no está probado que su capacidad intelectiva estuviera
rescindida para no representarse como altamente probable que
se desencadenaran actos sexuales en perjuicio de la agraviada.
No converge un curso causal alternativo e hipotético para admitir
que la omisión descrita no sea reveladora de una actitud
contemplativa y de beneplácito a las violaciones. No quiso saber
aquello que pudo y debió saber y, por ende, ha de asumir las
consecuencias de la acción que conscientemente omitió. La
función de los progenitores de un menor, no solo es significativa
y relevante para la protección de su indemnidad sexual, sino
también para el control del peligro que sobre dicho bien jurídico
procediera de un tercero. Se aprecia como jurídicamente
correcta la aplicación del artículo 13 del Código Penal.

SENTENCIA DE CASACIÓN

Lima, treinta y uno de julio de dos mil diecinueve

VISTOS: el recurso de casación


interpuesto por la encausada ERNESTINA JUANA PORRAS CARHUAMACA
contra la sentencia de vista de fojas trescientos veintiuno, del cinco
de abril de dos mil dieciocho, emitida por la Sala de Apelaciones y
Liquidadora de Huancayo de la Corte Superior de Justicia de Junín,
que confirmó la sentencia de primera instancia de fojas ciento
sesenta y cinco, del doce de septiembre de dos mil diecisiete, que la
condenó como autora por omisión impropia o comisión por omisión
del delito contra la libertad-violación sexual, en agravio de la menor
identificada con las iniciales A. V. A. P., y la revocó en cuanto le
impuso cuatro años de pena privativa de libertad; y, reformándola, le
impuso ocho años de privación de libertad; con lo demás que
contiene.
De conformidad con el dictamen de la señora fiscal suprema en lo
penal.
Intervino como ponente la señora jueza suprema CHÁVEZ MELLA.

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DE JUSTICIA CASACIÓN N.° 725-2018
DE LA REPÚBLICA JUNÍN
FUNDAMENTOS DE HECHO

§ I. Del procedimiento en primera y segunda instancia

Primero. El señor fiscal provincial, mediante requerimiento de fojas


uno (en el cuaderno de acusación fiscal), formuló imputación fiscal
contra los procesados Hilder Rolán Ramírez Caballero, como autor
del delito contra la libertad sexual –violación sexual en menores de
edad–, en agravio de la menor de iniciales A. V. A. P., y ERNESTINA
JUANA PORRAS CARHUAMACA, como autora por omisión impropia del
delito contra la libertad sexual-violación sexual, en agravio de la
víctima de iniciales A. V. A. P.
Calificó el ilícito en el artículo 173, primer párrafo, numeral 1, del
Código Penal.
La omisión impropia se regula en el artículo 13 del Código Penal.
Solicitó la aplicación de las siguientes consecuencias jurídicas: la pena
de cadena perpetua al encausado Hilder Rolán Ramírez Caballero y la
pena de quince años de privación de libertad a la imputada ERNESTINA
JUANA PORRAS CARHUAMACA. Requirió tratamiento terapéutico.

Segundo. Durante el juicio oral se produjeron tres situaciones


procesales que son pertinentes para destacar:
1. El acusado Hilder Rolán Ramírez Caballero, a través del auto de
fojas treinta y ocho, del veintiséis de junio de dos mil diecisiete (en
el cuaderno de debate), fue declarado reo contumaz.
2. El señor fiscal provincial, mediante requerimiento de fojas ciento
treinta, instó a la adecuación del título de imputación. Esta vez,
acusó a la procesada ERNESTINA JUANA PORRAS CARHUAMACA como
cómplice secundaria del delito contra la libertad sexual-violación
sexual de menor de edad, en agravio de la agraviada de iniciales
A. V. A. P. Ratificó la calificación jurídica propuesta y la sanción
penal pretendida.
3. El actor civil (en representación de la víctima de iniciales A. V. A. P.),
en la fase de alegatos, a fojas ciento cincuenta y dos), peticionó
como reparación civil la suma de S/ 50 000 (cincuenta mil soles).
Culminado al acto oral, el Juzgado Penal Colegiado, a través de la
sentencia de fojas ciento sesenta y cinco, del doce de septiembre
de dos mil diecisiete, condenó a ERNESTINA JUANA PORRAS CARHUAMACA
como autora por omisión impropia o comisión por omisión del delito
contra la libertad-violación sexual, en agravio de la menor de
iniciales A. V. A. P., a cuatro años de pena privativa de libertad
efectiva y fijó como reparación civil la suma de S/ 50 000
(cincuenta mil soles). Asimismo, determinó que debía seguir
tratamiento terapéutico. Se reservó el juzgamiento al encausado
Hilder Rolán Ramírez Caballero.

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Tercero. Contra la mencionada sentencia, el señor fiscal provincial
interpuso recurso de apelación de fojas doscientos veintiséis, del
diecinueve de septiembre de dos mil diecisiete, solicitando el
incremento de la pena aplicada. Por su parte, la procesada
ERNESTINA JUANA PORRAS CARHUAMACA también formalizó recurso de
apelación de fojas doscientos treinta, del diecinueve de septiembre
de dos mil diecisiete, pretendiendo su absolución.
Dichas impugnaciones fueron concedidas a través del auto de fojas
doscientos cincuenta y cinco, del veinte de septiembre de dos mil
diecisiete. Se dispuso elevar los actuados al superior jerárquico.

Cuarto. En la fase de apelación, la imputada ERNESTINA JUANA PORRAS


CARHUAMACA ofreció como medios de prueba las declaraciones de
la testigo Evelyn Lara Calderón, de la psicóloga Belén Rosario Pérez
Camborda y de la menor de iniciales A. V. A. P.
A su turno, la Sala Penal Superior, mediante auto de fojas trescientos
quince, del veinte de marzo de dos mil dieciocho, aplicó lo
dispuesto en el artículo 422 del Código Procesal Penal y declaró
inadmisibles las proposiciones probatorias.
Se prosiguió con la audiencia. Se recabó la manifestación de la
procesada ERNESTINA JUANA PORRAS CARHUAMACA, y se efectuó la
oralización de piezas procesales y los alegatos respectivos, a fojas
trescientos dieciséis (en el cuaderno de debate).
En ese contexto, el Tribunal Superior, a través de la sentencia de
vista de fojas trescientos veintiuno, del cinco de abril de dos mil
dieciocho, confirmó la sentencia de primera instancia, que
condenó a ERNESTINA JUANA PORRAS C ARHUAMACA como autora por
omisión impropia o comisión por omisión del delito contra la
libertad-violación sexual, en agravio de menor de iniciales
A. V. A. P., y fijó como reparación civil la suma de S/ 50 00
(cincuenta mil soles); y, la revocó en cuanto le impuso cuatro
años de pena privativa de libertad, reformándola, le aplicó ocho
años de privación de libertad.
En lo pertinente, se declararon los siguientes hechos probados
respecto a la encausada ERNESTINA JUANA PORRAS CARHUAMACA:
• Tuvo conocimiento de las violaciones sexuales que sufrió su
menor hija de iniciales A. V. A. P., a partir del año dos mil
catorce, por parte del procesado Hilder Rolán Ramírez
Caballero, quien era su pareja sentimental.
• En su versión original, admitió que sabía que la menor de
iniciales A. V. A. P. estaba siendo agredida sexualmente por el
encausado Hilder Rolán Ramírez Caballero. Posteriormente, lo
negó y adujo que, al enterarse de que la referida víctima
había sido “tocada”, la llevó a una clínica, donde la
examinaron y le dijeron que no presentaba desfloración sino
una infección.

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• Realizó una reunión entre el acusado Hilder Rolán Ramírez
Caballero y la agraviada de iniciales A. V. A. P., en la que le
pidió perdón a su hija y se comprometió a que las agresiones
sexuales no volverían a ocurrir. Buscaba asegurar su silencio.
• Ejercía la patria potestad y la tenencia de la víctima de
iniciales A. V. A. P., lo que la vinculaba a efectuar todas las
acciones necesarias para protegerla de situaciones riesgosas
que pusieran en peligro su integridad. Tenía posición de
garante, según lo dispuesto en el artículo 418 del Código Civil
y en el artículo 74 del Código de los Niños y Adolescentes.
Incumplió sus obligaciones.
• No puso en conocimiento de las autoridades lo sucedido, para
que se inicie la investigación y se determine la responsabilidad
penal del imputado Hilder Rolán Ramírez Caballero.

Quinto. Frente a la sentencia de vista acotada, la procesada


ERNESTINA JUANA PORRAS CARHUAMACA promovió recurso de casación
de fojas trescientos cincuenta y uno, del veinte de abril de dos mil
dieciocho. Mediante auto de fojas trescientos setenta y ocho, del
treinta de abril de dos mil dieciocho, la citada impugnación fue
concedida. El expediente judicial fue remitido a esta Sede
Suprema.

§ II. Del procedimiento en la instancia suprema

Sexto. Esta Sala Penal Suprema, al amparo del artículo 430, numeral 6,
del Código Procesal Penal, emitió el auto de calificación de fojas
sesenta, del diez de agosto de dos mil dieciocho (en el cuaderno
supremo), por el que declaró bien concedido el recurso de casación.
En observancia de la doctrina de la voluntad impugnativa, se admitió
la casación formulada por la causal regulada en artículo 429, numeral
3, del Código Procesal Penal. Se trató de una casación sustantiva.

Séptimo. Instruidas las partes procesales sobre la admisión del


recurso de casación, según las notificaciones y cargo de fojas
sesenta y seis, sesenta y siete, y sesenta y ocho (en el cuaderno
supremo), se emitió el decreto de fojas sesenta y uno, del tres de
junio de dos mil diecinueve (en el cuaderno supremo), que señaló el
diez de julio del mismo año como fecha para la audiencia de
casación.

Octavo. La señora fiscal suprema en lo penal, a través del dictamen de


fojas setenta y cinco, del nueve de julio de dos mil diecinueve (en el
cuaderno supremo) requirió que se declare infundado el recurso de
casación materia de evaluación jurídica.

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Noveno. Realizada la audiencia de casación, se celebró de inmediato
la deliberación de la causa en sesión privada. Llevada a cabo la
votación respectiva y por unanimidad, corresponde dictar la presente
sentencia casatoria, cuya lectura se programó en la fecha.

FUNDAMENTOS DE DERECHO

Primero. Como se indicó precedentemente, este Tribunal Supremo


declaró bien concedido el recurso de casación planteado por la
procesada ERNESTINA JUANA PORRAS CARHUAMACA por la causal
estatuida en el artículo 429, numeral 3, del Código Procesal Penal.
En ese sentido, la cuestión planteada conlleva que el presente
pronunciamiento se disgregue en dos aspectos: el primero se refiere
a los delitos omisivos, con énfasis en la omisión impropia prevista en
el artículo 13 del Código Penal, y el segundo, a su aplicación
adecuada al caso concreto.

I. De los delitos omisivos, con énfasis en la omisión impropia

Segundo. El artículo 13 del Código Penal, modificado por la Ley


número 26682, del once de noviembre de mil novecientos noventa y
seis, vigente en la data de los hechos delictivos, prevé como
supuesto jurídico lo siguiente:
El que omite impedir la realización del hecho punible será
sancionado:
1. Si tiene el deber jurídico de impedirlo o si crea un peligro
inminente que fuera propio para producirlo;
2. Si la omisión corresponde a la realización del tipo penal mediante
un hacer. La pena del omiso podrá ser atenuada.

Las normas jurídicas son prohibitivas o preceptivas. Con las primeras se


impide una acción determinada y la infracción jurídica consiste en su
realización. En cambio, con las segundas se ordena un
comportamiento específico y la transgresión jurídica radica en su
omisión. Los delitos omisivos contravienen el segundo grupo de
normas.

Tercero. Por lo general, los tipos penales del ordenamiento jurídico


están diseñados sobre la base de acciones concretas y efectivas de
lesión o puesta en peligro de bienes jurídicos. En contraste, la
tipificación de los comportamientos omisivos es menos frecuente.
Con todo, lo anterior no es obstáculo para que los delitos de comisión,
a los que resulta inherente un resultado de lesión o de peligro, sean
también ejecutados a través de la no evitación de dichos resultados,
en tanto exista un deber jurídico de interposición.
Desde una óptica procedimental, es cierto que resulta más sencillo
investigar, acusar y juzgar una acción con todas sus implicancias
fácticas y jurídicas, que realizar lo propio respecto a una omisión. Esta
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última, a diferencia de la primera, posee componentes jurídicos
especiales. Naturalmente, si se parte de la apariencia externa,
comisión y omisión pueden distinguirse fácilmente. “Hace algo” quien
pone en marcha un suceso causal mediante el uso de energía o lo
encauza en una determinada dirección; por el contrario, “omite algo”
quien deja que las cosas sigan su curso y no hace uso de la posibilidad
de intervención1. Otro sector doctrinario considera, más bien, que la
distinción entre acción y omisión es puramente fenomenológica, pues,
desde una posición normativista, ambas no se diferencian
jurídicamente y lo que cuenta es la expresión de sentido de la
conducta2.
Tales criterios, sin embargo, solo constituyen el punto de inicio y no
finiquitan la discusión sobre las reales o presuntas desigualdades entre
acción y omisión. Concierne a la jurisprudencia y a la literatura jurídica,
según la casuística que surja progresivamente, continuar desarrollando
parámetros hermeneúticos relacionados con el punto materia de
debate.
Ahora bien, lo que sí resulta patente es que –desde la perspectiva
subjetiva–, en los delitos activos, el dolo se manifiesta con la decisión
del autor de realizar determinada conducta típica; empero, en los
delitos omisivos, se exterioriza con la falta de determinación del agente
para emprender la acción jurídicamente impuesta. En este caso, el
agente ha de conocer no solo que detenta el deber de intervenir en la
situación ocurrida, sino también que con su intervención evitará el
resultado de lesión o peligro. En lo atinente al dolo eventual, se
requiere el conocimiento del riesgo jurídicamente desaprobado y de la
alta probabilidad del resultado. El omitente, que es consciente de su
obligación y sabe que puede actuar eficazmente, decide no hacerlo,
permanece inactivo y da lugar al hecho criminal.

Cuarto. Los delitos de omisión se clasifican en propios (puros) e


impropios (impuros).
En términos prácticos, se considera como delitos de omisión propia
aquellos cuyo contenido se agota en la no realización de una acción
exigida por la ley. Son equivalentes a los delitos de mera actividad. Por
el contrario, en los delitos de omisión impropia, al “garante” le es
impuesto un deber de evitar el resultado. El acaecimiento de este
pertenece al tipo y el garante que infringe dicho deber es
responsabilizado por el resultado típico sobrevenido. Son equiparables
a los delitos de resultado3.

1 WESSELS, Johannes; BEULKE, Werner y SATZGER, Helmut. Derecho penal. Parte


general. Traducción de Raúl Pariona Arana. Lima: Instituto Pacífico, 2018, p. 492.
2
CARO JOHN, José Antonio. Manual teórico-práctico de teoría del delito. Lima: Ara
Editores, 2014, p. 233.
3 HANS-HEINRICH, Jescheck y WEIGEND Thomas. Tratado de derecho penal. Parte

general. Traducción de Miguel Olmedo Cardenete. Lima: Instituto Pacífico, 2014,


pp. 908-909
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La omisión propia está referida al desacato de una actividad exigida
por ley o, dicho en otros términos, a la infracción de un deber jurídico
positivizado. En estos casos, la tipicidad se verifica únicamente con la
no realización de la acción compelida legalmente. El agente delictivo
no responde penalmente por los resultados que ulteriormente se
produzcan por su omisión (sean lesiones, puestas en peligro o algún
otro menoscabo), debido a que estos no integran la tipicidad
respectiva. Son ejemplos comunes de esta figura los siguientes delitos:
omisión de socorro y exposición a peligro; omisión de auxilio o aviso a
la autoridad; omisión de prestación de alimentos; omisión,
rehusamiento o demora de actos funcionales, y omisión de denuncia.
Tales ilícitos están regulados en los artículos 126, 127, 149, 377 y 407 del
Código Penal, respectivamente.
La omisión impropia está fundamentada en un deber especial no
tipificado expresamente en el Código Penal que se deriva, más bien,
de una norma extrapenal, sea de naturaleza civil (deberes de los
padres respecto a los hijos menores) o administrativa (deberes de los
funcionarios con relación al ámbito de sus competencias). La
clasificación de los deberes se efectúa según su contenido y, en esa
línea, se aprecia una triple diversidad: deberes de aseguramiento,
deberes de salvamento y deberes de asunción. En el primero (el más
general y que alcanza a todas las personas), el obligado tiene a su
cargo la administración de una fuente de peligro con la
responsabilidad que de ella no se deriven lesiones para los demás. El
segundo alude a que, cuando del ámbito de organización del
portador de un deber garante, ha salido un peligro que puede
alcanzar a un tercero y lesionarlo en sus derechos, por lo que este
último debe inhibir el peligro creado. Y, en el tercero, el obligado
amplía su ámbito de competencia asumiendo voluntariamente una
obligación de la que no se puede desentender, lo que genera una
expectativa de protección en la víctima que bloquea la prestación
que pudo haber recibido de otra parte4.
No debe soslayarse que, antiguamente, solo la ley y el contrato se
instituían como base jurídica para la obligación de evitar un resultado.
Luego, se reconoció que la presencia de estrechas relaciones
personales (parentesco, entre otras) también fundamentaba dicha
obligación. Contemporáneamente, se previó que una acción previa
peligrosa justificaba el deber de impedir un resultado.

Quinto. La paridad normativa entre acción de causar y omisión de


impedir el resultado ha dado lugar a dos criterios: el primero está
dado por la posición de garante, es decir, solo puede haber una
omisión de impedir el resultado típico, equivalente a la acción de
causarlo, cuando el omitente incumple un deber (jurídico, no solo

4 CARO JOHN, José Antonio, siguiendo a Günter Jakobs. Obra citada, p. 235, 248 y

249.
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legal) de cierta intensidad; mientras que, el segundo requiere que el
incumplimiento del deber de actuar, surgido de la posición de
garante, se corresponda con las modalidades de la conducta típica
activa. Este último alude a una equivalencia valorativa, propia de
aquellos delitos en los que no cualquier acción es apta para la
producción del resultado típico, sino solo una acción de
características específicas descritas en el tipo penal5.
En los delitos de resultado, el hecho típico es atribuible penalmente
tanto a quien despliega activamente su conducta dirigida a la
producción del resultado dañoso como a quien detenta la
obligación de defender un bien jurídico tutelado frente a los
ataques que puedan suscitarse y, a pesar de ello, se desentiende
absolutamente de su protección, presta su asentimiento o
aprobación y deja actuar al agresor.
Esto permite deducir razonablemente que, en los delitos sexuales, el
no impedir la violación a otro respecto del cual se tienen deberes
jurídicos o legales de protección o, incluso, no neutralizar las
circunstancias previas y concomitantes que dan lugar a su
perpetración equivale a la causación de la propia violación.

Sexto. La omisión impropia tiene vigencia en el ámbito de la autoría y


la participación. En la autoría existirá omisión impropia cuando pueda
formularse un “juicio de certeza” sobre la eficacia que habría tenido la
acción omitida para la evitación del resultado. De otro lado, en la
complicidad surge la omisión impropia cuando el mismo juicio asegure
que la acción omitida habría dificultado de forma sensible la
producción del resultado, lo que equivale a que la omisión facilitó la
producción del resultado en una medida que se puede estimar
apreciable6.

Séptimo. En esta Sede Suprema se ha establecido que lo central en la


omisión impropia o impura es el deber o la posición de garante del
sujeto activo, es decir, de aquel que esté especialmente obligado a
actuar por la creación de un riesgo jurídicamente desaprobado (rol
especial)7.
La jurisprudencia comparada resulta esclarecedora respecto a los
presupuestos objetivos de la omisión impropia o comisión por omisión,
esto es, la producción de un resultado propio de un delito de acción;
la posición de garante del omitente; que la omisión equivalga en el

5 BACIGALUPO, Enrique. Derecho penal. Parte general. Madrid: Editorial Hammurabi,


1999, p. 547.
6 SALA DE LO PENAL. Tribunal Supremo de España. Recurso de Casación número

2998/2017, del nueve de abril de dos mil diecinueve, fundamento jurídico séptimo.
7 SALA PENAL TRANSITORIA. Corte Suprema de Justicia de la República. Recurso de

Nulidad número 2403-2015/Puno, del tres de mayo de dos mil dieciséis, fundamento
jurídico décimo segundo.
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caso a la producción de resultado; la capacidad del omitente para
realizar la acción y la causalidad hipotética8.
En esa misma línea, se puntualizó que para la configuración de la
omisión impropia se requiere, básicamente, lo siguiente:
• Que se haya producido un resultado, de lesión o de riesgo, propio
de un tipo penal descrito en términos activos por la ley.
• Que se haya omitido una acción que se encuentre en relación de
causalidad hipotética con la evitación de dicho resultado. Se
exige que la evitación del resultado equivalga a su causación.
• Que el omitente esté calificado para ser autor del tipo activo que
se trate.
• Que el omitente hubiese estado en condiciones de realizar
voluntariamente la acción que habría evitado o dificultado el
resultado.
• Que la omisión suponga la infracción de un deber jurídico de
actuar, bien como consecuencia de una específica obligación
legal o contractual, bien porque el omitente haya creado una
ocasión de riesgo para el bien jurídicamente protegido mediante
una acción u omisión precedente9.

II. De la aplicación del artículo 13 del Código Penal al caso concreto

Octavo. Los hechos declarados probados por los órganos


jurisdiccionales sentenciadores son inmutables. Rige el principio de
intangibilidad. Por ello, a partir de la línea fáctica de las sentencias
condenatorias de primera y segunda instancia y de los aspectos
doctrinales consignados anteriormente, se establece jurídicamente lo
siguiente:
8.1. El resultado típico es un hecho incontrovertible, de acuerdo con
las conclusiones de los exámenes periciales. Asimismo, se trata de
un delito común, cuyo sujeto activo no requiere de una
cualificación especial.
8.2. Está acreditado que la procesada ERNESTINA JUANA PORRAS
CARHUAMACA era la madre de la menor de las iniciales A. V. A. P. y
ejercía su patria potestad. Por ello, la primera estaba compelida
jurídica y legalmente a desplegar asistencia, protección y
resguardo sobre la segunda, de acuerdo con el artículo 418 del
Código Civil y el artículo 74 del Código de los Niños y
Adolescentes. En mérito al “interés superior del niño”, tuvo que
velar por la formación integral de la mencionada víctima, lo que
abarcaba indefectiblemente el cuidado de su sexualidad.

8 SALA DE LO PENAL. Tribunal Supremo de España. Recurso de Casación número

10264/2018, del quince de octubre de dos mil dieciocho, fundamento jurídico


primero.
9 SALA DE LO PENAL. Tribunal Supremo de España. Recurso de Casación número

807/2005, del veintiocho de marzo de dos mil siete, fundamento jurídico tercero.
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8.3. La obligación de actuar de la encausada ERNESTINA JUANA PORRAS
CARHUAMACA no solo se deriva de la relación materno-filial con la
víctima de iniciales A. V. A. P., sino también del hecho de que, en
el hogar que compartían, junto al imputado Hilder Rolán Ramírez
Caballero, era la única persona adulta que tenía las condiciones
y la suficiente aptitud para neutralizar con eficacia la fuente de
peligro que para el libre desarrollo de su personalidad, en general,
y para su indemnidad sexual, en particular, representaba el
mencionado procesado. Entonces, de manera válida cabe
formularse la siguiente pregunta: ¿si no fuese ella, quién más
podía haber impedido los hechos ilícitos? Se determinó que en sus
testificales existieron contradicciones: mientras primigeniamente
admitió haber tenido conocimiento de los actos sexuales,
ulteriormente se rectificó y precisó que solo fueron tocamientos.
8.4. La mecánica comisiva de los delitos sexuales cometidos en
escenarios de clandestinidad y en el seno familiar refleja que,
generalmente, con precedencia de los actos de violación, es
común que se produzcan rozamientos o palpamientos en el
cuerpo de las víctimas, especialmente en sus partes íntimas. Tales
acciones se efectúan con el propósito de sondear y explorar las
posibles respuestas de los perjudicados, quienes pueden optar por
develar inmediatamente los hechos o, por el contrario, abstenerse
de denunciarlos, quedarse impávidos y mostrar pasividad por el
impacto psicológico generado, lo que no debe interpretarse
como un consentimiento. En estos delitos, el derrotero es el
siguiente: quien inicialmente realiza tocamientos impúdicos, no
advierte resistencia y aprecia parsimoniosidad de las víctimas o
sus familiares, prosigue con su accionar ilícito hasta lograr el
acceso carnal.
8.5. Si la imputada ERNESTINA JUANA PORRAS CARHUAMACA sabía que la
menor de iniciales A. V. A. P. había sufrido tocamientos del
acusado Hilder Rolán Ramírez Caballero (como se puntualizó en
el factum probado), debió apartarla definitivamente del domicilio
común; sin embargo, no lo hizo, aun cuando era lógico deducir
que la mencionada agraviada estaba propensa a sufrir un abuso
sexual, como efectivamente ocurrió. A la citada encausada le
incumbía despejar todas las dudas suscitadas sobre la inminencia
de tales hechos.
8.6. Es razonable que la procesada ERNESTINA JUANA PORRAS
CARHUAMACA haya conocido con antelación las agresiones
sexuales a las que el encausado Hilder Rolán Ramírez Caballero
sometió a la agraviada de iniciales A. V. A. P., puesto que
promovió y organizó una reunión entre ambos, en la que
también participó, solicitándole disculpas a esta última, para
luego prometerle que las violaciones no sucederían
nuevamente. Esto revela que estaba al tanto de lo acontecido.

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8.7. La inacción de la sentenciada ERNESTINA JUANA PORRAS
CARHUAMACA, quien estaba obligada a defender un bien
jurídico tan relevante como la indemnidad sexual de su hija de
iniciales A. V. A. P., equivale a la realización de un acto
positivo. Teniendo en cuenta su posición de garante, debió
haber desplegado acciones tendentes a su defensa, a fin de
evitar que sea abusada sexualmente en reiteradas
oportunidades. Era su madre y no está probado que su
capacidad intelectiva estuviera rescindida para no
representarse como altamente probable que se
desencadenaran actos sexuales en perjuicio de la agraviada.
No converge un curso causal alternativo e hipotético para
admitir que la omisión descrita no sea reveladora de una
actitud contemplativa y de beneplácito a las violaciones. No
quiso saber aquello que pudo y debió saber y, por ende, ha
de asumir las consecuencias de la acción que
conscientemente omitió.
8.8. La función de los progenitores de un menor, no solo es significativa
y relevante para la protección de su indemnidad sexual, sino
también para el control del peligro que sobre dicho bien jurídico
procediera de un tercero.

Noveno. En definitiva, se aprecia como jurídicamente correcta la


aplicación del artículo 13 del Código Penal. Incluso, por tratarse de
una causal de disminución de punibilidad, se le aplicó una sanción
distinta y sustancialmente inferior a la pena conminada prevista
para el delito materia de condena, esto es, cadena perpetua. En
segunda instancia, a ella se le impuso ocho años de privación de
libertad. En consecuencia, el recurso de casación interpuesto por la
imputada ERNESTINA JUANA PORRAS CARHUAMACA no puede prosperar y se
declara infundado. La sentencia de vista no será casada.

DECISIÓN

Por estos fundamentos, los señores jueces integrantes de la Sala Penal


Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República:
I. Declararon INFUNDADO el recurso de casación interpuesto por la
encausada ERNESTINA JUANA PORRAS CARHUAMACA contra la
sentencia de vista de fojas trescientos veintiuno, del cinco de
abril de dos mil dieciocho, emitida por la Sala de Apelaciones y
Liquidadora de Huancayo de la Corte Superior de Justicia de
Junín, que confirmó la sentencia de primera instancia de fojas
ciento sesenta y cinco, del doce de septiembre de dos mil
diecisiete, que la condenó como autora por omisión impropia o
comisión por omisión del delito contra la libertad-violación
sexual, en agravio de la menor identificada con las iniciales A. V.

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CORTE SUPREMA SALA PENAL PERMANENTE
DE JUSTICIA CASACIÓN N.° 725-2018
DE LA REPÚBLICA JUNÍN
A. P., y la revocó en cuanto le impuso cuatro años de pena
privativa de libertad; y, reformándola, le impuso ocho años de
privación de libertad; con lo demás que contiene. En
consecuencia, NO CASARON la sentencia de vista de fojas
trescientos veintiuno, del cinco de abril de dos mil dieciocho
II. CONDENARON a la procesada ERNESTINA JUANA PORRAS
CARHUAMACA al pago de las costas procesales correspondientes,
que será exigido por el juez de investigación preparatoria
competente.
III. DISPUSIERON que la presente sentencia se lea en audiencia
privada, se notifique a las partes apersonadas a esta Sede
Suprema y se publique en la página web del Poder Judicial.
IV. MANDARON que cumplidos estos trámites, se devuelvan los
actuados al órgano jurisdiccional de origen y se archive el
cuaderno de casación en esta Sala Penal Suprema. Hágase
saber.
Intervino el señor juez supremo Castañeda Espinoza por licencia del
señor juez supremo Príncipe Trujillo.

S. S.

SAN MARTÍN CASTRO

FIGUEROA NAVARRO

CASTAÑEDA ESPINOZA

SEQUEIROS VARGAS

CHÁVEZ MELLA

CHM/ecb

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