Sentencia C 211 17
Sentencia C 211 17
Sentencia C 211 17
PODER DE POLICIA-Concepto
PODER DE POLICIA-Límites
5
FUNCION DE POLICIA-Concepto
ACTIVIDAD DE POLICIA-Concepto
POBREZA-Efectos
VENDEDOR AMBULANTE-Ubicación
ESPACIO PUBLICO-Concepto
La recuperación del espacio público suele ser una medida que altera las
condiciones económicas de los comerciantes informales que allí se
encuentran. Frente a esta realidad la administración tiene el deber de diseñar
e implementar políticas públicas tendientes a contrarrestar los efectos
nocivos de la recuperación, programas que deben ser acordes con estudios
cuidadosos y empíricos que atiendan a la situación que padecen las personas
desalojadas.
8
TEST DE PROPORCIONALIDAD-Intensidad
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
(29 de julio)
EL CONGRESO DE LA REPÚBLICA
DECRETA:
LIBRO SEGUNDO
DE LA LIBERTAD, LOS DERECHOS Y DEBERES DE LAS PERSONAS
EN MATERIA DE CONVIVENCIA
TÍTULO XIV
DEL URBANISMO
CAPÍTULO II.
DEL CUIDADO E INTEGRIDAD DEL ESPACIO PÚBLICO.
2 El artículo 180 del Código Nacional de Policía y Convivencia prevé que la multa tipo 1 equivale a cuatro
(4) salarios mínimos diarios legales vigentes (smdlv). También establece que esta multa podrá ser conmutada
por la participación en programa comunitario o actividad pedagógica de convivencia.
12
El accionante considera que los apartes acusados vulneran los artículos 1º, 2º,
13, 25, 29 y 54 de la Constitución.
Refiere que las normas que incorporan la multa, así como el decomiso o
destrucción de los bienes con los cuales se ocupe ilegalmente el espacio
público, al no establecer una salvedad respecto de la situación de miles de
colombianos que ejercen las ventas informales, quebrantan el eje estructural
de la Constitución al afectar la garantía efectiva de los derechos de los
asociados, al desnaturalizar el principio de la dignidad humana, al conculcar la
defensa de los desempleados en estado de vulnerabilidad y al otorgar a las
autoridades de policía facultades para imponerles gravosas sanciones y alzarse
con los únicos bienes que poseen para solventar sus necesidades básicas.
Comenta que en el trámite legislativo, ante los efectos nocivos que esas
normas correctivas ocasionan a la población, la Cámara de Representantes
previó una medida para modular su aplicación con la cual se respetaba el
derecho al trabajo, a la confianza legítima, a la reubicación y a la propiedad de
sus bienes:
que ante la dimensión del problema terminan mirando para otro lado y
de cuando en cuanto haciendo operativos que poco o nada aportan a la
solución del problema”.
Manifiesta que las cifras de desempleo del país (8.88%, jun/16) no muestran
esta realidad, máxime cuando se pretende sostener que la regla general es la
formalidad en el empleo, lo que no se acompasa con lo observado en las calles
y medios de transporte público, donde se desarrolla el comercio informal.
Estima que las ventas ambulantes constituyen el único medio para obtener el
sustento de un número significativo de ciudadanos (53%, fuerza de trabajo),
ante la falta de garantía de los deberes establecidos en los artículos 25 y 54
superiores.
Determina que los apartes acusados tienen los mismos efectos del desalojo,
atendiendo que “representan un cambio brusco y drástico que varía de forma
trascendente la situación de tales ciudadanos que en virtud de la nueva
prohibición, se ven despojados de una posibilidad de trabajo que en su
conciencia consideraban legítima”. En esa medida, considera que si el debido
proceso debe atenderse en la restitución del espacio público, es válido
desprender que ello debe observarse previamente a la aplicación de la multa,
el decomiso y la destrucción.
Expone las razones por las cuales estima configurada la omisión legislativa
relativa:
3 Informe de conciliación al proyecto de Ley 99 de 2014 Senado, 256 de Cámara, Gaceta 440 de 2016.
16
iii) La ausencia de una razón suficiente para tal exclusión. Expresa que la
justificación expuesta en el informe de la Comisión de Conciliación se
circunscribió exclusivamente a que “la redacción del parágrafo cuarto limita
la competencia o la posibilidad de que las administraciones Municipales y
Distritales brinden opciones laborales diferentes a la de la venta ambulante”.
A juicio del accionante dicho argumento se muestra insuficiente, porque el
aparte eliminado recogía una solución plausible frente a la ocupación del
espacio público por vendedores informales, que está presente en todo el
territorio nacional y que ha aumentado en los últimos años, demostrando que
se desbordó la capacidad de la administración para conjurarlo4. Sostiene que la
norma demandada agrava la situación de un segmento numeroso de la
población que depende del uso del espacio público para la venta de sus
productos.
4 Cita para el efecto un artículo de César Rodríguez del año 2004, cifras de la Contraloría General de la
República, así como notas periodísticas de El Espectador, El Tiempo y el diario Vanguardia sobre la realidad
del comercio informal.
IV. INTERVENCIONES
A. Entidades estatales
6 “Artículo 2. (...) 1. Cada uno de los Estados Partes en el presente Pacto se compromete a adoptar medidas,
tanto por separado como mediante la asistencia y la cooperación internacionales, especialmente económicas
v técnicas. hasta el máximo de los recursos de que disponga, para lograr progresivamente, por todos los
medios apropiados, inclusive en particular la adopción de medidas legislativas, la plena efectividad de los
derechos aquí reconocidos”.
Respecto el cargo de violación del Estado social de derecho señala que no está
llamado a prosperar al partir de interpretaciones subjetivas del accionante, sin
observar que la norma demandada protege el espacio público y fue proferida
en la garantía de la primacía del interés general. En relación con el derecho al
trabajo, al mínimo vital y a la ubicación laboral desprende que se debe
desestimar, ya que la norma legal no regula el grupo poblacional de los
vendedores informales sino las conductas violatorias de la integridad del
espacio público, entre las que se incluyen también la disposición de basuras,
instalación de publicidad exterior visual y parqueo de vehículos en sitios no
permitidos.
20
Así determina que no existe una omisión legislativa relativa debido a que la
norma demandada fue proferida en observancia estricta de la facultad del
legislativo de expedir regulaciones para lograr la prevalencia del interés
general.
B. Instituciones académicas
9 Según informe de la Secretaría General de la Corte Constitucional, el Término de fijación en lista venció el
05 de octubre de 2016, siendo recibido este escrito el 16 de noviembre.
22
12 Acompañado por los señores Carmenza Molina, Oscar Iván Rodríguez, Catalina Núñez Parra y Alexander
Mariño Guzmán.
13 Acompañado por los señores Jorge Enrique Gamboa, Gloria Johana Martínez Cortes y Octaviano Medina
Pérez.
19 El término de fijación en lista se venció el 05 de octubre de 2016, siendo recibido este escrito el 07 de
octubre.
26
Afirma que no existe una omisión legislativa relativa sino que el Congreso
decidió regular la ocupación del espacio público dándole el carácter de
contravención y contemplando medidas correctivas en virtud de las
deliberaciones propias del proceso legislativo. La vista fiscal manifestó que
“aun cuando fuese cierto que la norma acusada, de la forma en que está
redactada, en realidad perjudica a un grupo poblacional específico, esta no
sería razón suficiente y necesaria para sostener que se configuró una omisión
legislativa relativa, pues del relato del mismo actor se constata, muy por el
contrario, que el legislador efectivamente consideró la situación de este
grupo poblacional y voluntariamente decidió excluir el parágrafo pertinente
incluido en el entonces proyecto de ley, y esto con el fin de no limitar y
mantener intacta la potestad de las autoridades locales de establecer las
políticas públicas sobre la recuperación del espacio público de acuerdo con
la realidad sociopolítica de cada región, así como en atención a la situación
particular que enfrente cada entidad territorial”.
1.- Competencia
27
-Se desconocen los fines del Estado Social de Derecho al establecer una carga
en su concepto desproporcionada en contra de los comerciantes informales, a
quienes ponen en una posición de contraventores de las normas de policía;
acarreando una multa, el decomiso de los productos y la destrucción de sus
bienes.
Para el actor la ley debió incluir una protección especial de esta población
vulnerable, propendiendo por el diseño e implementación de políticas públicas
adecuadas para proteger el derecho al trabajo, a la reubicación y a la propiedad
de sus bienes. Tal omisión representa el desconocimiento de la realidad social
y económica del país, que ha visto como a través de los años el fenómeno de
las ventas informales en el espacio público se ha incrementado como resultado
de la falta de oportunidades laborales, circunstancia que en su opinión obliga a
un gran número de ciudadanos a garantizar bajo su cuenta y riesgo una fuente
de ingresos para solventar sus necesidades básicas.
Así mismo, las razones que expone son específicas, porque de ellas se puede
establecer la controversia entre el artículo 82 superior y la prohibición para
ejercer el comercio en áreas consideradas de espacio público, como lo prevé
el artículo 140.4 del Código Nacional de Policía y Convivencia. La
pertinencia de los argumentos se demuestra mediante el cotejo planteado entre
los derechos de los vendedores ambulantes (C. Pol. artículos 1º, 2º, 13, 25, 29
y 54) y las restricciones impuestas con la norma objeto de censura.
23 Sobre casos en los cuales la Corte ha integrado una proposición jurídica completa y se ha pronunciado
sobre apartes normativos no acusados que conformaban una unidad lógico-jurídica inescindible con otros
apartes sí demandados, pueden consultarse, entre otras, las sentencias C-560 de 1997, C-565 de 1998, C-1647
de 2000, C-1106 de 2000 y C-154 de 2002.
34
26 Ibídem.
36
cinco (5) años, recogiendo observaciones de entidades estatales así como las
decisiones de los tribunales. Esta mesa estuvo conformada por delegados del
Ministerio de Defensa Nacional, la Alta Consejería Presidencial para la
Seguridad y Convivencia, y la Policía Nacional. Este grupo redactó el texto
que luego de algunas correcciones fue sometido al Congreso de la República
y radicado como el proyecto de Ley número 99 de 2014 (Senado) –acumulado
número 145 (Senado)- , número 256 (Cámara), denominado “por la cual se
expide el Código Nacional de Policía y Convivencia” .
Ibídem.
27 Ibídem.
37
Como resultado del trabajo parlamentario fue expedida la Ley 1801 de 2016,
Código Nacional de Policía y Convivencia, integrado por 243 artículos
distribuidos en tres libros; el primero relacionado con el objeto del Código, su
ámbito de aplicación, las bases de la convivencia y la autonomía de la Policía
Nacional; por su parte, el libro segundo refiere a la libertad, los derechos y
deberes de las personas en materia de convivencia; y el libro tercero regula
los medios de policía, las medidas correctivas, las autoridades de policía y las
competencias, procedimientos y mecanismos alternativos de solución de
desacuerdos o conflictos.
28 Ibídem.
38
29 Ver, entre otras, la Sentencia C-024 de 1994, C-490 de 2002, C-492 de 2002, C-404 de 2003 y C-431 de
2003.
Los poderes subsidiarios de policía podrán ser ejercidos por las asambleas
departamentales y el concejo distrital de Bogotá, y los residuales por los
demás concejos distritales y municipales (arts. 12 y 13, Código Nacional de
Policía y Convivencia). Los gobernadores y alcaldes podrán ejercer poder de
policía extraordinario para la prevención del riesgo o ante situaciones de
emergencia, seguridad y calamidad (art. 14).
32 Entre las primeras decisiones adoptadas por la Corte en esta materia se cuenta la sentencia T-490 de 1992,
relacionada con la sanción impuesta por la alcaldía de Sasaima a un ciudadano que resultó afectado en su
buen nombre, derecho al debido proceso y amenazada su libertad de locomoción, cuando mediante una
Resolución le fue impuesta una multa de dos mil pesos ($ 2.000.oo) o arresto por seis (6) días por irrespeto a
la autoridad, sin que existiera certeza de los actos que se le atribuían, considerando únicamente el testimonio
de una persona allegada al alcalde. Este Tribunal dijo: “la función de policía puede dar lugar al ejercicio de
la potestad sancionatoria por parte de las autoridades administrativas. El ejercicio de la función de policía
exige el uso racional y proporcionado de la fuerza, así como la escogencia de los medios más benignos y
favorables para proteger los derechos fundamentales al momento de contrarrestar los peligros y amenazas
que se ciernen sobre la comunidad. Desde una perspectiva constitucional, la imposición de penas correctivas
por parte de la administración no riñe con las normas constitucionales relativas a los derechos
fundamentales, siempre y cuando en el procedimiento respectivo sean respetadas las garantías procesales
que protegen la libertad personal y el debido proceso (CP arts. 28, 29 y 31), sin perjuicio desde luego de
mantener abierta la posibilidad de recurrir ante los jueces en defensa de sus derechos constitucionales
fundamentales (CP art. 86)”. Agregó: “la prevalencia de los derechos inalienables de la persona humana
(CP art. 5), entre los que se encuentra la libertad personal, desplaza la antigua situación de privilegio de la
administración y la obliga a ejercer las funciones públicas en conformidad con los fines esenciales del
Estado, uno de los cuales es precisamente la garantía de eficacia de los derechos, deberes y principios
consagrados en la Constitución (CP art. 2). En consecuencia, las sanciones administrativas impuestas de
plano, por ser contrarias al debido proceso (CP art. 29), están proscritas del ordenamiento constitucional”.
40
33 La actividad de policía, según el artículo 218 superior, es ejecutada materialmente por los miembros de la
Policía Nacional -oficiales, suboficiales y agentes de policía-, a quienes compete mantener las condiciones
necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas, a través de medios legítimos para prevenir y
conjurar las alteraciones del orden público subordinándose al poder y a la función de policía. La Policía
Nacional, como autoridad administrativa, cumple funciones de naturaleza preventiva, y no represiva. Ver
sentencia C-435 de 2013.
41
35 “La consagración de este deber constitucional es reflejo de la importancia otorgada por el Constituyente
a la preservación de espacios urbanos abiertos al uso de la colectividad, que satisfagan las diversas
necesidades comunes derivadas de la vida en las ciudades y poblados y contribuyan, igualmente, a mejorar
la calidad de vida de sus habitantes, permitiendo la confluencia de los diversos miembros de la sociedad en
un lugar común de interacción. Por su destinación al uso y disfrute de todos los ciudadanos, los bienes que
conforman el espacio público son “inalienables, imprescriptibles e inembargables” (art. 63, C.P.); esta es la
razón por la cual, en principio, nadie puede apropiarse del espacio público para hacer uso de él con
exclusión de las demás personas, y es deber de las autoridades desalojar a quienes así procedan, para
restituir tal espacio al público en general”. Sentencia T-772 de 2003.
46
38 La Sala Plena decidió una demanda de inconstitucionalidad contra la expresión “siempre que con ello no
se afecte significativamente el espacio público”, contenida en el inciso 3º del artículo 64 de la Ley 675 de
2001. El accionante sostuvo que la norma violaba la Constitución porque explícitamente autorizaba a la
Unidad Inmobiliaria Cerrada a afectar el espacio público. La Corte declaró inexequible el inciso tercero del
artículo 64 de la Ley 675 de 2001 porque consideró que :“El cerramiento del espacio público por parte de un
grupo de propietarios privados para su beneficio particular representa, prima facie, una afectación
permanente y grave del espacio público. Dicho cerramiento se traduce en la práctica en la apropiación de
una porción del espacio público por unos particulares y en la consecuente exclusión del resto de los
habitantes del acceso a un espacio destinado por mandato constitucional al uso común. Condicionar la
posibilidad del cerramiento a una autorización administrativa, sin señalar criterios que impidan dicha
apropiación y exclusión, resulta insuficiente para proteger los bienes constitucionalmente garantizados, por
las razones anteriormente expuestas.”
47
40 Para precisar cuáles son las áreas protegidas por el concepto de espacio público la Corte ha señalado en la
sentencia SU-360 de 1999: “pueden reconocerse como elementos que integran el concepto de espacio público,
entre otros los siguientes:
a- Las áreas requeridas para la circulación tanto peatonal como vehicular (vías públicas), - como por ejemplo
las calles, plaza, puentes y caminos -.
b- Las áreas para la recreación pública, activa o pasiva, - léase estadios, parques y zonas verdes, por ejemplo-
c- Las franjas de retiro de las edificaciones sobre las vías, - es decir andenes o demás espacios peatonales-.
d- Las fuentes agua, y las vías fluviales que no son objeto de dominio privado[14].
e- Las áreas necesarias para la instalación y mantenimiento de los servicios públicos básicos o para la
instalación y uso de los elementos constitutivos del amoblamiento urbano en todas sus expresiones.
f- Las áreas para la preservación de las obras de interés público y de los elementos históricos, culturales,
religiosos, recreativos y artísticos, para la conservación y preservación del paisaje.
h- Lo necesarios para la preservación y conservación de las playas marinas y fluviales, los terrenos de
bajamar, así como la de sus elementos vegetativos, arenas y corales.
i- En general, todas las zonas existentes o debidamente proyectadas en las que el interés colectivo sea
manifiesto y conveniente y que constituyen por consiguiente zonas para el uso o el disfrute colectivo.
41 En la sentencia SU-360 de 1999 la Corte dijo: “La búsqueda de una mejor calidad de vida para las
personas y la protección de los derechos y libertades de los ciudadanos, es uno de los fundamentos sobre las
cuales se estructura el concepto de Estado Social de Derecho. Es por ello que, de conformidad con el artículo
82 de la Constitución Política, la integridad del espacio público y su destinación al uso común, son conceptos
cuya protección se encuentran a cargo del Estado, precisamente por la necesidad de asegurar el acceso de
todos los ciudadanos al goce y utilización común de tales espacios colectivos.
La protección del espacio público, así entendida, responde a la necesidad de conciliar los diferentes ámbitos y
esferas sociales en un lugar común, sin desconocer, en todo caso, el principio constitucional consagrado en el
artículo primero de la Carta, mediante el cual se garantiza la prevalencia del interés general frente a los
intereses privados, en beneficio de la colectividad”.
49
siendo todas estas actividades necesarias para la sana interacción entre los
integrantes de la comunidad, procurando al mismo tiempo mejorar su calidad
de vida. La Corte ha destacado como aspectos esenciales y manifestaciones
del espacio público los siguientes:
Como corolario del deber impuesto al Estado (C. Pol. art. 82) respecto de la
protección a la integridad del espacio público, la Corte ha precisado que “…
es un deber de las autoridades públicas velar por el respeto y protección de
la integridad del espacio público, el cual constituye un derecho colectivo que
exige por sus características la actuación de las autoridades que con base en
la regulación en las diferentes materias –como el tránsito terrestre– vele por
la prevalencia del interés común sobre el particular, y que por su misma
naturaleza de derecho constitucional exige su garantía por tratarse de un fin
esencial del Estado. Es por tales motivos que la afectación del derecho al
espacio público, y la regulación que lo protege puede conllevar a la
imposición de ciertas medidas y sanciones.”43
45 Colombia ante los retos del Siglo XXI. Desarrollo, democracia y paz. Ediciones Universidad de
Salamanca, España, primera edición 2001. Págs. 132 y s.s.
47 Semana.com, Cuentas y Cuentos sobre Vendedores Ambulantes, César Rodríguez Garavito. Octubre 31 de
2014.
52
(b) las personas que, sin contratar mano de obra exterior, estén
ocupadas por cuenta propia en el sector no estructurado, según lo
entienda éste la práctica nacional;
(c) los miembros de cooperativas y de empresas administradas
por los trabajadores;
(d) las personas que trabajan según pautas establecidas por la
costumbre o las tradiciones comunitarias.”
6.6. El conflicto entre el Estado en la obligación de conservar el espacio
público y los vendedores informales ha sido abordado de tiempo atrás por la
Corte, particularmente en la sentencia T-772 de 2003 48. En esta providencia
bajo el título “El deber estatal de preservar el espacio público ante su
ocupación por vendedores informales: interpretación en un contexto de
desempleo elevado, desplazamiento masivo y altas tasas de pobreza e
indigencia”, de manera detallada la Corporación se ocupó de explicar el
concepto de Estado social de derecho y sus relaciones con el valor de la
dignidad humana, como también respecto del derecho a la igualdad, llegando
a afirmar que este principio fue adoptado como respuesta a la marginación de
grandes masas poblacionales en situación de notoria pobreza frente al
bienestar económico de una minoría.
Enfatizó que la búsqueda de una igualdad material para todos debe constituir
el norte de las tareas cumplidas por el Estado colombiano en tanto su
categorización como social de derecho, con las siguientes implicaciones:
“están obligadas, en primer lugar, a promover por los medios que estimen
conducentes la corrección de las visibles desigualdades sociales de nuestro
país, para así facilitar la inclusión y participación de los débiles, marginados
y vulnerables en la vida económica y social de la Nación, y estimular un
mejoramiento progresivo de las condiciones materiales de existencia de los
sectores más deprimidos de la sociedad –que día a día se multiplican, y de
hecho conforman, actualmente, la mayoría poblacional50-.”
“(i) por una parte, debe adoptar e implementar las políticas, programas o
medidas positivas encaminadas a lograr una igualdad real de condiciones
y oportunidades entre los asociados, dando así cumplimiento a sus
obligaciones internacionales y constitucionales de lucha contra la pobreza
y progresiva satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales
básicos de la población -en aplicación de lo que la jurisprudencia
constitucional ha denominado “cláusula de erradicación de las injusticias
presentes”-; y (ii) por otra, se debe abstener de adelantar, promover o
ejecutar políticas, programas o medidas ostensiblemente regresivos en
materia de derechos económicos, sociales y culturales, que conduzcan
clara y directamente a generar más pobreza de la que actualmente agobia
al país, y agraven la situación de exclusión o marginación de
determinados sectores de la sociedad, especialmente de aquellos que se
encuentran en condiciones económicas precarias; mucho más si, como
consecuencia de tales políticas, programas o medidas, se acaba por
50 Según un detallado informe publicado por el Banco Mundial en 2002 (GIUGALE, Marcelo;
LAFOURCADE, Olivier; y LUFF, Connie -eds.-: “Colombia – The Economic Foundations of Peace”. Banco
Mundial, Washington, 2002.), el porcentaje de colombianos que viven en condiciones de pobreza aumentó del
60% al 64% entre 1995 y 1999 –es decir, más de la mitad de la población del país carece de los ingresos
básicos indispensables para solventar sus necesidades más apremiantes-; durante el mismo período se observó
una duplicación de las tasas históricas de desempleo, y un impacto especialmente adverso sobre ciertos
grupos humanos, tales como los niños de corta edad, los adolescentes y la población desplazada.
55
Cuando el grupo afectado con las medidas de protección del espacio público
está integrado por vendedores informales, considerados como un sector social
vulnerable debido a sus condiciones socio económicas, las autoridades deben
prever medidas complementarias encaminadas a mitigar los efectos negativos
de su decisión; de otra manera, las políticas de protección y recuperación de
estas áreas devienen injustificables a la luz de lo dispuesto por el
Constituyente.
52 Ibídem.
6.8. En cuanto a los parámetros dentro de los cuales deben ser adoptados los
planes y programas de reubicación de los comerciantes que emplean el
espacio público, la Corte ha avanzado en la distinción entre diversos tipos de
vendedores ambulantes a través de una clasificación que resulta útil en el
momento de adoptar las políticas públicas favorables a este segmento de la
sociedad. En la sentencia T-772 de 2003, la Corporación aportó los siguientes
elementos, sin desmedro de la existencia de otras formas de clasificación del
comercio informal:
Ahora bien, como lo ha explicado la Corte, las medidas a adoptar deben hacer
parte de políticas públicas diseñadas y concertadas previamente para ser
ejecutadas en forma coordinada con los estamentos e instituciones estatales
que resulten pertinentes e idóneos para la reubicación de los vendedores
informales o, según el caso, para brindarles la oportunidad de capacitarse en
áreas económicamente productivas que les permitan iniciar proyectos que
puedan garantizarles ingresos aptos para atender sus necesidades en
condiciones dignas.
“La Corte Constitucional, para resolver los conflictos que surgen entre
la administración y los ocupantes del espacio público, ha optado por
buscar una fórmula de conciliación conforme a la cual la
administración cumpla su deber de proteger el espacio público, sin que
ello signifique desconocimiento del derecho al trabajo de las personas
que resulten afectadas en los procesos de recuperación del espacio
público.
Para tal efecto, ha aplicado el principio de confianza legítima como
mecanismo para conciliar el conflicto entre los intereses público y
privado, cuando la administración ha creado expectativas favorables
para el administrado y lo sorprende al eliminar súbitamente esas
condiciones. Por lo tanto, la confianza que el administrado deposita
en la estabilidad de la actuación de la administración, es digna de
protección y debe respetarse.
Es este un principio que debe permear el derecho administrativo, el
cual, si bien se deriva directamente de los principios de seguridad
58
55 Sobre la obligación estatal de “propiciar la ubicación laboral de las personas en edad de trabajar”,
Cfr. sentencias T-225 de 1992 y T-578 de 1994.
56 En los primeros años de la Corte las sentencias T-225 de 1992, T-372 de 1993, T-091 de 1994, T-578
de 1994, T-115 de 1995 y T-438 de 1996, concedieron la protección del derecho al trabajo de
vendedores informales que venían desarrollando esa actividad con anterioridad a la orden de desalojo
expedida por la autoridad administrativa. Así mismo, la sentencia T-617 de 1995 (desalojo de
recicladores) concedió el amparo a algunas personas que cobijadas por la confianza legítima habitaban
en calles de Bogotá y otorgó especial protección a los niños, hijos de recicladores que habitaban a
orillas de la carrilera. Por el contrario, la sentencia T-398 de 1997 negó la protección por ausencia de
vulneración de derechos y las providencias T-160 de 1996, T-550 de 1998 y T-778 de 1998 negaron la
tutela de los solicitantes, como quiera que se probó que no existían permisos o licencias que autorizaran
el uso del espacio público.
59
7.2. El respeto por los derechos y las garantías que amparan a los trabajadores
informales ha llevado a la Corte a fijar parámetros relacionados con los
principios de la buena fe y la confianza legítima 59 de quienes, con la
57 Al respecto, consultar las sentencias T-001 de 1993, T-345 de 1996, C-731 de 2005. Sobre el debido
proceso administrativo, ver, entre otras, las sentencias SU-250 de 1998, C-653 de 2001, C-506 de 2002, T-
1142 de 2003, T-597 de 2004, T-031, T-222, T-746, C-929 de 2005 y C-1189 de 2005.
58 Sentencia C-316 de 2016. Además, la Corte ha determinado que “la aplicación del debido proceso
administrativo genera unas consecuencias importantes, tanto para los asociados, como para la
administración pública. Para los ciudadanos, el derecho al debido proceso implica el desarrollo de las
garantías de: (i) conocer las actuaciones de la administración, (ii) pedir y controvertir las
pruebas, (iii) ejercer con plenitud su derecho de defensa, (iv) impugnar los actos administrativos,
y (v) gozar de las demás garantías establecidas en su beneficio. Por su parte, la administración, está
vinculada a observar las obligaciones propias de la función administrativa, bajo la óptica del debido
proceso, la cual se extiende a todas sus actuaciones pero en especial a: (i) la formación y ejecución de actos
administrativos, concretamente (i.i) las peticiones presentadas por los particulares, y (i.ii) los procesos que
se adelanten contra la administración por los ciudadanos en ejercicio legítimo de su derecho de defensa”.
Ver sentencias T-391 de 1997 y T-196 de 2003.
59 Desde sus inicios la Corte tiene establecido: “Las personas que usan el espacio público para fines de
trabajo pueden obtener la protección, a través de la acción de tutela, siempre y cuando se encuentren
60
amparados por el principio de la confianza legítima con las condiciones que la jurisprudencia ha
indicado. Es así como los comerciantes informales pueden invocar el aludido principio de confianza
legítima, si demuestran que las actuaciones u omisiones de la administración anteriores a la orden de
desocupar, les permitía concluir que su conducta era jurídicamente aceptada, por lo que esas personas
tenían certeza de que “la administración no va a exigirle más de lo que estrictamente sea necesario
para la realización de los fines públicos que en cada caso concreto persiga.” (Sentencia T-617 de
1995).
60Cfr. Sentencias C-156 de 2013, C-157 de 2013, C-279 de 2013, C-083 de 2014, C-507 de 2014 y C-880 de
2014.
61 Al respecto pueden consultarse: González Pérez Jesús. “El principio General de la Buena Fe en el Derecho
Administrativo.” Editorial Civitas. Madrid. 1983; García Macho Ricardo, Artículo “ Contenido y límites del
principio de la Confianza legítima publicado en “ Homenaje al Profesor José Luis Villar Palasí” .Editorial
Civitas, Madrid. 1989; Dromi José Roberto. Instituciones de Derecho Administrativo. Editorial Astrea.
Buenos Aires. 1983. García de Enterría Eduardo y Fernández Tomás-Ramón, Curso de Derecho
Administrativo. Tomo II. Editorial Civitas. Madrid.
La recuperación del espacio público suele ser una medida que altera las
condiciones económicas de los comerciantes informales que allí se
encuentran. Frente a esta realidad la administración tiene el deber de diseñar e
implementar políticas públicas tendientes a contrarrestar los efectos nocivos
de la recuperación, programas que deben ser acordes con estudios cuidadosos
y empíricos que atiendan a la situación que padecen las personas desalojadas.
Por ello, la Corte ha precisado que las autoridades concernientes:
63 En la sentencia SU-360 de 1999 se dijo: “La aplicación del principio de la buena fe lo que
significa es que la administración no puede crear cambios sorpresivos que afecten derechos
particulares consolidados y fundamentados en la convicción objetiva, esto es fundada en hechos
externos de la administración suficientemente concluyentes, que dan una imagen de aparente
legalidad de la conducta desarrollada por el particular.
Ahora bien, debe aclararse que la confianza o la buena fe de los administrados no se protege
garantizando la estabilidad de actos u omisiones ilegales o inconstitucionales sino a través de la
compensación, no necesariamente monetaria, del bien afectado. Igualmente, este principio
tampoco significa “ni donación, ni reparación, ni resarcimiento, ni indemnización, como tampoco
desconocimiento del principio de interés general”.
62
del derecho al trabajo de los ocupantes del espacio público frente a las
autoridades.
7.6.4. La sentencia T-231 de 2014 (caso venta de comidas rápidas,
Bucaramanga) sirvió a la Corte para resolver sobre una petición de amparo
interpuesta por una persona que consideró que algunas autoridades locales
vulneraron sus derechos al trabajo, al debido proceso, al mínimo vital, a la
familia, a la igualdad y a la confianza legítima, por cuanto el alcalde de su
ciudad prohibió la venta ambulante, impidiéndole continuar con la actividad
productiva que desplegaba desde hacía 30 años.
La Corporación profundizó en la obligación del Estado de proteger el espacio
público y la labor de los comerciantes informales, la aplicación del principio
de confianza legítima siempre y cuando la administración observe los
compromisos adquiridos y reconozca la garantía de durabilidad y estabilidad
de situaciones que ha respaldado expresa o tácitamente, así como la necesidad
de conciliar la recuperación de espacios públicos mediante la reubicación y
reorientación económica de los afectados:
“no quiere decir que las autoridades no puedan adelantar y desarrollar
medidas que tiendan a la protección de la integridad de los bienes
estatales, sino que tales medidas no pueden adelantarse y desarrollarse
intempestivamente, de manera que se afecte la confianza que tienen los
administrados en que su conducta no está desconociendo los límites legales
y que como tal, pueden seguir desplegando sus actividades sin esperar
restricción alguna por parte del Estado. Así, las medidas de recuperación
deben orientarse por un proceso administrativo que garantice el derecho
de defensa de los ocupantes del espacio público y prevea planes de
reubicación para aquellos comerciantes que demuestren que están
amparados por el principio de confianza legítima, que emana, no sólo de
los actos expresos de la administración como la expedición de licencias o
permisos, sino que también surge de la tolerancia y permisividad de ésta en
el ejercicio prolongado de las actividades comerciales en el espacio
público, es decir, por omisión.”
Resulta evidente, entonces, que la medida censurada por el actor tiene un fin
constitucional preciso vinculado con la protección a la integridad del espacio
público; por tanto, su establecimiento tiene un propósito constitucionalmente
válido (art. 82 superior). Además, ella resulta imperiosa e importante, si se
tienen en cuenta las consecuencias que traería permitir la ocupación ilegal del
espacio público, particularmente en materia de salubridad, seguridad,
tranquilidad, moralidad pública, desarrollo urbanístico y paisajístico,
movilidad y, en general, condiciones para la convivencia pacífica de las
personas que habitan o visitan el territorio nacional.
8.2.1. El actor afirma que se incurrió en una omisión legislativa relativa por
no haberse previsto la condición especial de los trabajadores informales y, con
ello, la jurisprudencia constitucional. Señala que el texto suprimido imponía
al Gobierno Nacional la obligación de reconocer e implementar programas o
políticas públicas para hacer frente a la problemática del comercio informal,
actividad que podría resultar afectada con la recuperación del espacio público.
Advierte la ausencia de un contenido normativo que module la aplicación del
artículo 140 del Código, respecto de la población que ejerce las ventas
informales en el espacio público, omisión que violaría los artículos 25, 29, 54
y 93 de la Constitución.
Nacional de Policía y
El Congreso de Colombia Convivencia
DECRETA:
El Congreso de Colombia
DECRETA:
LIBRO PRIMERO
DISPOSICIONES GENERALES
TÍTULO I
OBJETO DEL CÓDIGO,
ÁMBITO DE APLICACIÓN Y
AUTONOMÍA. BASES DE LA
CONVIVEN
Artículo 138. Comportamientos Artículo 139. Comportamientos
contrarios al cuidado e integridad contrarios al cuidado e integridad
del espacio público. Los siguientes del espacio público. Los siguientes
comportamientos son contrarios al comportamientos son contrarios al
cuidado e integridad del espacio cuidado e integridad del espacio
público y por lo tanto no deben público y por lo tanto no deben
efectuarse. Su realización dará lugar efectuarse:
a medidas correctivas: (…)
(…)
4. Estacionar vehículos, o instalar 4. Ocupar el espacio público en
casetas o ventas ambulantes, a violación de las normas vigentes.
menos de tres metros, de hidrantes o (…)
fuentes de agua, así como arrojar
desechos o materiales de
construcción sobre estos o en sus
proximidades.
(…)
Parágrafo 4º. En relación con el
numeral 4 del presente artículo,
cuando se trate de vendedores
informales, el Gobierno nacional y
los Alcaldes distritales y
municipales, atendiendo a los
principios de concurrencia y
subsidiariedad, dentro de los seis
(6) meses siguientes a la entrada
en vigencia de la presente ley,
deberán diseñar e implementar
políticas públicas para proteger el
derecho al trabajo de las personas
que dependan de la actividad
informal, reubicándolos en sitios
75
El texto conciliado aparece en la Gaceta del Congreso número 441 del viernes
17 de junio de 2016, página 106. El Senado propuso eliminar el parágrafo 4,
esta propuesta fue acogida porque restringía la posibilidad de que las
administraciones locales ofrecieran opciones de trabajo diferentes. La causa de
la supresión quedó consignada de la siguiente manera:
8.3 Conclusión
VIII. DECISIÓN
RESUELVE:
Fecha ut supra
Magistrado Ponente:
IVÁN HUMBERTO ESCRUCERÍA MAYOLO
También precisó que en este aspecto el nuevo Código era más gravoso que el
anterior, pues además de la recuperación del espacio público, establecía
medidas como la multa, el decomiso y la destrucción de los bienes de los
vendedores informales. Indicó que con estas disposiciones se prohibió el
trabajo de los vendedores ambulantes, sin que se adelantara un test de
proporcionalidad al momento de expedir la norma, en el cual se definiera la
relación entre espacio público y derecho al trabajo. Para el actor, la aplicación
de estas medidas sólo exigía la comprobación objetiva de la ocupación del
espacio público, sin que se revisaran las circunstancias particulares de los
vendedores informales.
3. En esta ocasión, la Sala Plena consideró que el problema jurídico que debía
resolver se circunscribía a determinar:
74 El demandante indicó:
- La norma de la cual se predica el cargo es el artículo 140 del Código de Policía, numeral 4, parágrafos 2 (#4)
y 3.
- Se excluye de las consecuencias jurídicas de dicha norma a los vendedores ambulantes y, en especial, se
eliminó en el trámite legislativo el parágrafo que materializaba algunas acciones en favor de los vendedores
ambulantes.
- No hubo una razón suficiente para tal exclusión.
- Con la norma se sacrifican los derechos de los vendedores informales y se crea una situación de desigualdad
para ellos.
85
5.1 Estimo que la Sala Plena debió diferenciar los apartes de la demanda que
en realidad constituían cargos de constitucionalidad, lo anterior, pues el
accionante presentó algunos argumentos que, a mi parecer, se fundaban en
premisas falsas. Lo anterior, ya que si bien es cierto que se ha desarrollado una
línea jurisprudencial que protege a los vendedores ambulantes de los desalojos
que se hacen sin un plan de acción que proteja sus derechos, de esa línea no
se puede desprender un límite a la libertad de configuración del
Legislador, en especial, cuando éste se ocupa de regular el espacio público,
como lo muestra el accionante y lo asume la mayoría de la Sala Plena.
5.2 De otra parte, considero que el cargo por omisión legislativa relativa
debió ser rechazado. Al respecto, además de reproducir los reparos expresados
en el anterior fundamento, añado que el cargo, como está planteado, se refiere
en realidad a una omisión legislativa absoluta.
5.3 Ahora bien, en cuanto al fondo del asunto tengo dos reparos.
Sobre este aspecto, una observación adicional es, por ejemplo, que se estudia
el fenómeno de forma parcial y, con ello, se pueden desconocer muchas
otras situaciones y problemáticas que trae consigo el uso ilegal del espacio
público. En efecto se pierden de vista preguntas relevantes, como: ¿qué sucede
con las mafias de las chazas y carritos de venta no autorizados?, pues quiénes
las controlan no son propiamente sujetos vulnerables, pero sí se benefician de
este tipo de consideraciones aisladas. ¿Qué sucede con quienes ya tienen
planes de reubicación y no los cumplen? ¿Qué sucede con las personas que no
han generado confianza legítima en la ocupación del espacio público y lo
pretende ocupar por primera vez? ¿Se incentiva la generación de nuevos focos
de invasión del espacio público? Tales consideraciones, generan profundas
dudas sobre la argumentación que se ofrece, pues pareciera que se establece
una especie de “derecho preferencial” de uso, si se está en situación de
vulnerabilidad, y se olvida que el Nuevo Código de Policía, precisamente,
pretende para salvaguardar un derecho de todos y todas, como es el espacio
público (artículo 82 de la Constitución).
Fecha ut supra