Carballo NovelaXIX PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 5

Sec.

01 mod_Revista UNAM 2/22/11 3:39 AM Page 35

La novela
mexicana
del siglo XIX
Emmanuel Carballo

La literatura del siglo XIX es una de las más ricas y diversas del
panorama universal. Personajes y temas inéditos hasta enton-
ces hicieron su aparición. En México, a partir de la Indepen-
dencia, se conformó una tradición propia, con la perspectiva del
costumbrismo o el romanticismo. Emmanuel Carballo recorre
nuestras letras del XIX en el rubro de la novela.

LOS ANTECEDENTES: La novela mexicana surge, al igual Por tales motivos las escasas obras de ficción que se
que la de Hispanoamérica, pocos años después de pro- escriben entre nosotros evitan caer en la “profanidad” y
mulgada, en 1812, la Constitución de Cádiz (antes de en las “historias vanas”. Tratan por ello los problemas
ese año Fernández de Lizardi tiene como escritor y pe- humanos con timidez, por encima y con permanente
riodista constantes problemas con el gobierno: en ese sobresalto. En consecuencia, el resultado es pobre no
momento la censura es más férrea en lo político que en sólo en lo que se refiere a la calidad de las obras sino
lo moral). Cuatro años después, en 1816, entrega a los también en lo que toca a la falta de audacia en los terre-
lectores El periquillo sarniento, la primera novela que se nos de las ideas, las conductas y los apetitos.
publica en tierras americanas. La novela como género,
asimismo, tiene que ver con la insurrección de los crio- EL NACIMIENTO DE LA NOVELA: El XVIII es un siglo deci-
llos: el Grito de Dolores y El periquillo son casi de la sivo para México. Al debilitarse las prohibiciones im-
misma edad. puestas por la metrópoli y al tener los novohispanos
La Constitución de Cádiz pone fin a un restringido mayor acceso a las ideas que se producen en Europa se
mundo cultural que principia con la Real Cédula del 4 sientan las bases para la independencia política y litera-
de abril de 1531, que prohíbe el paso a las Indias de “li- ria. El nuevo humanismo que alientan los jesuitas to-
bros de romances, de historias vanas o de profanidad, ma conciencia de que México como país es distinto de
como son los Amadís e otros de esta calidad, porque España. Y así como le preocupa el presente, este huma-
éste es mal ejercicio para los indios, e cosa en que no es nismo se interesa por el pasado: revalora el mundo in-
bien que se ocupen ni lean”. dígena. Condena la esclavitud y descubre en el pueblo

REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 35


Sec.01 mod_Revista UNAM 2/22/11 3:39 AM Page 36

José Joaquín Fernández de Lizardi Manuel Payno

el origen de la autoridad. En la obra del padre José Agus- cos, las oficinas públicas, los juzgados, las cámaras de
tín de Castro, poeta y dramaturgo, se observa, afirma diputados y senadores, las cárceles y, en algunos ca-
Jiménez Rueda, “un marcado interés por acoger mo- sos, los campos de batalla.
dismos aprendidos en el habla popular”; Castro en al- Los escritores, en este caso concreto los novelistas,
gunas de sus “poesías humanas” boceta firmes cuadros se fijan tareas que deben cumplir en plazos urgentes.
de costumbres. En los textos satíricos del padre Anas- (Abundan más los borradores que las obras paciente-
tasio de Ochoa, poeta y humanista, se advierten los mis- mente concluidas). Sus obras son de contenido mora-
mos propósitos. Estos indicios de nacionalismo literario lizante, educacional, de tesis. Se deben a un público
madurarán en la obra del Pensador Mexicano. no especializado al que tienen la obligación de delei-
tar y enseñar. La novela del siglo XIX, en este sentido,
Lizardi representa la posición extrema de la nueva gene- guarda cercano parentesco con los propósitos didác-
ración de escritores —cree Jacobo Chencinsky— que no ticos del teatro del siglo XVI. Como el teatro catequis-
se conforma ya con seguir las fluctuaciones de las modas ta, los narradores usan sus textos para infundir ideas,
literarias europeas. Cada vez más siente la necesidad de propagar normas de conducta. “Ante todo está la mo-
disponer de una forma propia y natural de decir las co- ral —como dirá Altamirano— a la que se debe añadir
sas, no como alarde de originalidad sino casi como obli- la seducción de la poesía”.
gación […] El escritor sabe lo que quiere, pero no cómo En 1818 Lizardi publica la novela Noches tristes y día
lograrlo. Por instinto se acoge a la corriente que ha veni- alegre en la cual aparecen características románticas. En
do prevaleciendo y acude a recursos de carácter inmedia- conjunto esta obra, parecida a las Noches lúgubres de
to: el retrato costumbrista, el empleo de la nomenclatura Cadalso y Night Thoughts de Edward Young, puede con-
mexicana y los modismos, desde el indigenismo castella- siderarse como prerromántica. En contraposición al len-
nizado hasta el neologismo peculiar. guaje que emplea en sus restantes novelas, Lizardi usa
en ella un habla artificial más próxima a la cultura que
APARECE EL ROMANTICISMO: De Fernández de Lizardi a la vida cotidiana. Las desventuras del héroe, Teófilo,
en adelante se anulará casi por completo la “pureza for- en la búsqueda de su amada Dorotea, a la que supone
mal” en la literatura mexicana. El sentido artístico será muerta, no lo conduce a la tristeza (el sentimiento ro-
desplazado a un lugar secundario. El ritmo de la vi- mántico por excelencia) sino al dolor, que es para un
da, más rápido que durante la Colonia, las solicita- hombre virtuoso como Teófilo motivo de prueba y pu-
ciones permanentes de la política no brindan al es- rificación. La tristeza entre los románticos es irreme-
critor el ocio necesario para depurar los productos del diable y está encaminada a la muerte; el dolor en Lizardi,
arte. Además, los escritores no lo necesitan: cambian por el contrario, es transitorio y lleva al protagonista al
la torre de marfil por las redacciones de los periódi- encuentro con la felicidad representada por Dorotea.

36 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO


Sec.01 mod_Revista UNAM 2/22/11 3:39 AM Page 37

LA NOVELA MEXICANA DEL SIGLO XIX

Guillermo Prieto Emilio Rabasa

La visión cristiana de la vida que profesa Lizardi (en la El buen folletinista, asegura Castro Leal, “sabe apro-
cual el dolor es consecuencia del pecado y el arrepenti- vechar misterios, golpes teatrales, apariciones y desapa-
miento equivale a un hallazgo, el de la gracia) lo aleja riciones, raptos, sustituciones, reconocimientos, inicia-
de la novela romántica ortodoxa y lo acerca a un ro- ciones secretas, huérfanos perseguidos y, sobre todo, sabe
manticismo en el que conviven el tomismo y las ideas usar el suspenso”. El verdadero folletinista se conoce en
de la Ilustración. la manera como redacta sus textos: corta la acción en el
En 1837 Lafragua edita su novela corta, o cuento momento justo y vuelve a ella cuando se lo exige el de-
largo, Netzula, que idealiza los amores desafortunados sarrollo existencial de sus criaturas.
de una pareja de indios. La primera novela más o me- Cada folletín, o sea cada entrega de la novela, debe
nos romántica que se produce entre nosotros es El fis- terminar en el momento oportuno, despertando el de-
tol del diablo, de Manuel Payno, dada a conocer por la seo, la impaciencia de leer la continuación. Esta técni-
Revista Científica y Literaria en 1845-1846. ca se empleará en los siglos XX y XXI en las películas de
El mismo Payno lleva la novela romántica a su mo- episodios, en las radionovelas y telenovelas, en las tiras
mento más venturoso con la publicación de Los bandi- cómicas.
dos de Río Frío, escrita y publicada en 1889 y 1891. Co- Por otra parte se establece la retroalimentación
mo se ve, la novela romántica se insinúa en las primeras entre los lectores y el autor. Aquéllos hacen sentir sus
décadas del siglo y todavía conserva fuerza y sentido a preferencias y antipatías (al adquirir o dejar de com-
finales de la centuria. Los bandidos se publica después prar folletines) y de ese modo influyen en el novelis-
que las novelas de Emilio Rabasa y casi al mismo tiem- ta, a quien pueden exigir, por ejemplo, que modifique
po que las primeras obras de Rafael Delgado: o sea que la historia, conceda mayor jerarquía a ciertos perso-
coincide con el nacimiento y la madurez de la escuela najes agradables y destruya a determinados persona-
realista. jes ruines.
Payno es, asimismo, el creador de la novela de folle- La novela romántica (que es el derrame exagerado
tín, de la novela “por entregas”. del sentimiento, la evasión y el entusiasmo por lo des-
conocido) capacita a sus autores a conocer la geografía
Los folletinistas —afirma René Bazin— tienen un senti- y la historia del país y de otras naciones, a imaginar có-
do exacto del movimiento dramático, una ciencia a toda mo fue el pasado y a estudiarlo detenidamente, a des-
prueba de lo horrible y aterrador, gran maña para desen- cubrir (ya en el presente) cuáles son las características
redar la madeja, una habilidad especial para dejar muer- de las distintas clases sociales, a registrar sus ascensos y
tos, en el campo de acción, a personajes que resucitarán caídas, sus luchas interminables y sangrientas. En un
después para cumplir grandes destinos, un tacto extraor- sentido amplio, quizá se pueda decir que la novela rea-
dinario para usar los puntos suspensivos. lista, naturalista y modernista son desprendimientos

REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 37


Sec.01 mod_Revista UNAM 2/22/11 3:39 AM Page 38

© SINAFO / Fototeca Nacional INAH

William Henry Jackson, The Alameda. City of Mexico, ca. 1890

de la novela romántica y no oposiciones totales como asimismo, con heroínas espirituales, mal dotadas para
se ha asegurado. la vida y que mueren en plena juventud sin haber co-
nocido la felicidad. La María (1867) del colombiano
EL COSTUMBRISMO: La novela costumbrista (dentro de Jorge Isaacs es el modelo más codiciado y practicado.
la cual se da, en ocasiones, el cuadro de costumbres) fue
algo más que una importación. Por lo menos tres auto- EL TESTIMONIO HISTÓRICO: La novela histórica que se pro-
res nuestros (Lizardi, Payno e Inclán) dejaron en ella duce al triunfo de la República, en 1867, está basada en
aportaciones de alguna importancia. la doctrina nacionalista y popular de Altamirano. Se tra-
ta de una novela combativa, portadora de ideales, mani-
Después de Lizardi, precursor y maestro —sentencia Mar- quea, bienintencionada, que gana la batalla de la difusión
tínez—, el primero en escribir cuadros de costumbres, (los libros de episodios nacionales y las obras colonia-
según los modelos impuestos por Mesonero Romanos y listas se venden por millares) y pierde la de la eficacia es-
Estébanez Calderón [cuyos artículos comienzan a repro- tética: en todo este periodo (que comprende de 1868 a
ducirse en las revistas mexicanas desde 1836], fue Gui- 1903) sólo se producen novelas entretenidas y mediocres,
llermo Prieto, quien a partir de 1848 y hasta fines del con la excepción de las de Salado Álvarez, que no fue-
siglo está presente en casi todas las publicaciones con sus ron tan populares como las de Mateos y Riva Palacio.
diversas series costumbristas. Después de Prieto, aunque
sigue cultivándose el cuadro de costumbres, el género se LAS CUMBRES DEL REALISMO: El realismo aparece no sólo
inserta y diluye en la novela, volviendo en cierta manera como antítesis del romanticismo sino también como un
al procedimiento original de Lizardi. intento de ir socialmente más allá de este movimiento.
Las novelas y cuentos de esta tendencia están mejor cons-
En La linterna mágica, modalidad sin descendencia truidos; los escenarios son más auténticos: pasan de la
literaria, se introduce una acción en la inmovilidad de los abstracción a ser naturaleza autóctona; los personajes des-
cuadros de costumbres, con lo que aparece un tipo de piertan a la vida no ya como símbolos sino como seres
obra de transición entre ellos y la novela costumbrista. más o menos autónomos desligados de sus creadores.
En rigor no hubo realismo en México, ni romanti-
LA RECAÍDA ROMÁNTICA: En los años ochenta la novela ro- cismo, sí aproximaciones venturosas (lo mismo sucede
mántica alcanza un nuevo periodo exitoso y corto que con el naturalismo, como se verá más adelante). Estas
coincide con la publicación de las primeras novelas rea- dos palabras, realismo y naturalismo, las usan como si-
listas. Si se descuenta Los bandidos de Río Frío (1889- nónimos escritores de la hora. López Portillo, por ejem-
1891), de Payno, con la que culmina el romanticismo plo, califica su dirección artística como un “templado
mexicano, las novelas que consiguen el afecto del pú- naturalismo”. En España, la Pardo Bazán dice indistin-
blico lector tienen que ver con amores desgraciados que tamente naturalismo, verismo o realismo. Esta equipa-
concluyen antes de alcanzar la madurez, la mayor parte ración de tendencias se debe a los evidentes contactos
de ellos ideales y uno que otro, como el que refiere Car- que tienen entre sí ambas escuelas. Así no sorprende que
men, de Castera, regido por la pasión; tienen que ver, mezclen en sus obras rasgos realistas y naturalistas.

38 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO


Sec.01 mod_Revista UNAM 2/22/11 3:39 AM Page 39

LA NOVELA MEXICANA DEL SIGLO XIX

Además nuestro realismo admite a menudo enso- lista, el cual niega toda validez a la invención, para ser-
ñaciones y escapatorias de la imaginación o del senti- virse únicamente de la observación. No se propone el
miento: se puede afirmar que amodorrada la voluntad de estudio de tipos ni aun de caracteres sino de tempera-
los novelistas brota su trasfondo romántico. Románti- mentos. La moral, piensa, es un producto del medio y
co es, asimismo, su culto por la antítesis que se observa la fisiología, cuyas leyes hay que indagar”.
en la conducta de los personajes: buenos y malos, todos La naturaleza que pone ante los ojos del lector no es
ellos de una pieza; en su físico, sobre todo en el de las más que materia sin finalidad que la trascienda. El na-
heroínas y sus desgarbadas réplicas; en el estilo. En épo- turalismo busca las formas más elementales y rudimen-
cas de transición literaria, como la que se vivía por en- tarias de la sociedad para sentirla en toda la fuerza de su
tonces, el novelista se siente obligado a contar en la mis- dinamismo y materialidad. A diferencia del románti-
ma obra dos clases de asuntos: uno de ellos hijo de la co, con el cual, sin embargo, tiene afinidades, no se pre-
moda a punto de caer en desuso y el otro dentro del nue- gunta ¿por qué y para qué vivir?, interrogaciones a las
vo gusto, de las nuevas preferencias. En este caso se en- que responde con cada una de sus obras. En su cegue-
cuentran casi todos los narradores realistas. ra pedagógica y moralizante el naturalismo abandona
Repaso alguno de los preceptos de esta clase de no- todo propósito de belleza por miedo de caer en la retó-
velas para mostrar que no los pusieron en ejercicio nues- rica. Reclama los hechos vulgares, la fabulación prosaica,
tros escritores: “El amor no ocupará el lugar principal; la lengua hablada, amurallándose contra el estilo ora-
se tratará como cualquiera otra pasión”. La parcela de Ló- torio y el sentimiento vano. La novela es para esta es-
pez Portillo, La calandria de Delgado y Santa de Gam- cuela un laboratorio y el novelista un experimentador
boa son ejemplos, entre otros muchos, de que esta nor- dedicado únicamente a su ciencia.
ma no pasó de la teoría a la práctica. Desde otro orden de análisis recojo los puntos de
“Nada resistirá a la necesidad, a la pasión o al dine- vista de Luis Íñigo Madrigal, citados y sintetizados por
ro. El interés monetario bastará para explicar todas las José Emilio Pacheco en su prólogo al diario de Federi-
situaciones, sin que sea preciso poner en juego la sensi- co Gamboa:
bilidad de los personajes”. Una lectura atenta de Los pa-
rientes ricos de Delgado o de Fuertes y débiles de López El naturalismo europeo responde a una época de indus-
Portillo basta para comprobar la ausencia de este otro trialización, de expansión económica e imperial del viejo
precepto. Los móviles que impulsan a vivir a los perso- continente, mientras que nuestro naturalismo expresa el
najes de ambas novelas son primordialmente afectivos, inicio de una nueva forma de coloniaje, el comienzo del
morales o religiosos. Por su parte, novelistas como Del- subdesarrollo en términos estrictos: los países hispanoa-
gado y López Portillo otorgan preponderancia a la mo- mericanos no quieren ser lo que son ni pueden conver-
ral sobre los instintos básicos de la naturaleza humana; tirse en lo que quieren ser.
trasgreden, así, los cánones de la escuela.
El realismo tal como lo entiende Flaubert, además Las novelas de Gamboa, apunta Pacheco, encarnan
de imposible, no pudo aclimatarse en México por las agudamente este conflicto. “A su proyecto de ser el ‘Zola
razones antes expuestas. La impersonalidad de la no- mexicano’ se opone por una parte la carencia de lo que
vela, escribe Delgado en el prólogo a Los parientes ri- hace posible el naturalismo: la gran burguesía, la gran
cos, “es empeño tan arduo y difícil que, a decir verdad, industria y la gran ciudad; y por otra, que mientras Les
le tengo por sobrehumano e imposible”. Y no sola- Rougon-Macquart son la condenación del Segundo
mente la impersonalidad, sino casi todos los atributos Imperio y no hubieran podido aparecer bajo un régimen
del realismo le parecen a Delgado y a los demás nove- autoritario. Las novelas de Gamboa no pueden erigirse
listas de la escuela incompatibles con sus creencias, en crítica frontal de un Porfiriato que llega a hacerlo
concepciones de la vida y la literatura. Los escasos pro- ministro, ni hay en su país posibilidad alguna de con-
cedimientos que aceptan los ciñen previamente a su vertirse en escritor independiente sostenido por el pú-
moderada idiosincrasia. blico […]. Sin embargo, el joven Gamboa se propone
Estos tres autores, Rabasa, Delgado y López Portillo, una tarea ambiciosa desde su primer libro titulado pro-
representan los mejores momentos de esta tendencia. gramáticamente Del natural: darle existencia artística a
la nueva Ciudad de México, hacerla protagonista de
EL EXPERIMENTO NATURALISTA: “El naturalismo —sos- una novela nunca antes escrita que refleje la sensibili-
tiene Joaquín Casalduero— construye su mundo con dad y la vida moderna. Mediante la idealización por
las teorías darwinistas y positivistas. La influencia del la sordidez, Gamboa se propone edificar para México la
medio, la lucha por la vida, la ley de la herencia, la evo- imagen que sus novelistas habían forjado en torno de
lución, la transformación físico-química de la materia París: la Babilonia industrial más fascinante mientras
[…] son los principios que informan al escritor natura- más repelente”.

REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 39

También podría gustarte