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Escritores Latinoamericanos
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Libro electrónico331 páginas5 horas

Escritores Latinoamericanos

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Como en su texto previo sobre literatura europea, Escritores Latinoamericanos es un acercamiento disciplinado a algunas obras literarias representativas de la narrativa del continente.
“El itinerario proyectado nos permite apreciar no sólo la envergadura de sus trabajos en lo que concierne a técnicas y estrategias escriturarias, y a la visión particular de las realidades latinoamericanas, sino también a las características que los distinguen y que los han colocado en un sitio privilegiado como fundantes de un material de lectura que ningún lector formado puede desconocer.”

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 oct 2018
ISBN9780463816592
Escritores Latinoamericanos
Autor

María del Carmen Baroni

Profesora en Letras, Doctora en Educación. Ejerce la docencia por más de 20 años. Se desempeña como docente en el Nivel Medio y en un Pos título en la cátedra “Literatura y Filosofía”. Ha publicado Literatura Europea. Un acercamiento al análisis de obras de prestigio mundial en Editorial El Barco Ebrio. Desde 1990 reside en la provincia de Río Negro, en Argentina, desde donde mantiene su espacio Web: www.palimpalem.com/2/Anemone

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    Vista previa del libro

    Escritores Latinoamericanos - María del Carmen Baroni

    ÍNDICE

    Portada

    Título

    Créditos

    Dedicatoria

    PRESENTACIÓN

    LOS ESCRITORES

    VENEZUELA. DOÑA BÁRBARA

    GUATEMALA. LOS OJOS DE LOS ENTERRADOS

    ARGENTINA. EL MUERTO, LA INTRUSA, EL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS

    CUBA. LOS PASOS PERDIDOS, EL ACOSO

    URUGUAY. PARA UNA TUMBA SIN NOMBRE

    MÉXICO.PEDRO PÁRAMO

    CHILE. EL LUGAR SIN LÍMITES

    COLOMBIA. CIEN AÑOS DE SOLEDAD

    PANAMÁ. LA MUERTE DE ARTEMIO CRUZ

    PERÚ. LA TÍA JULIA Y EL ESCRIBIDOR

    LAS ESCRITORAS

    MÉXICO. HASTA NO VERTE JESÚS MÍO

    ARGENTINA. EL JARDÍN DE LOS VENENOS

    NICARAGUA. LA MUJER HABITADA

    MÉXICO. MUJERES DE OJOS GRANDES

    MÉXICO. TAN VELOZ COMO EL DESEO

    COLOMBIA. LA NOVIA OSCURA

    CHILE. EL ALBERGUE DE LAS MUJERES TRISTES

    ARGENTINA. FINISTERRE

    CUBA. TE DI LA VIDA ENTERA

    URUGUAY. EL VENDEDOR DE ESCOBAS

    BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA

    BIBLIOGRAFÍA DE CONSULTA

    Citas, Notas y Referencias

    Página legal

    Contraportada

    Otros libros de este autor

    MARÍA DEL CARMEN BARONI

    ESCRITORES LATINOAMERICANOS

    INDAGACIÓN SOBRE ALGUNAS OBRAS REPRESENTATIVAS

    ©María Del Carmen Baroni, 2013

    © De esta edición, El Barco Ebrio, 2013

    www.elbarcoebrio.com

    Diseño de la colección: Yenia María

    Maquetación y corrección: El Barco Ebrio

    No se permite la reproducción, almacenamiento o transmisión total o parcial de este libro

    sin la autorización previa y por escrito del editor. Todos los derechos reservados.

    Impreso en España / Printed in Spain

    logo_epub

    Dedicado a mis hijos

    Bautista y Adela

    PRESENTACIÓN

    El presente libro, del mismo tenor que el anterior sobre literatura europea, está destinado a los docentes como material de consulta para desarrollar temáticas relacionadas con la novela latinoamericana.

    Aquí se ha dispuesto un trayecto de escritores y escritoras de diferentes latitudes que son algunos de los más representativos de la narrativa del siglo XX. Puede que algún lector extrañe un autor aquí, o una obra allá; casi de la misma manera suprimiría algunos de los aquí presentados. En esta selección no se cumple más criterio que el orden preferencial de la autora dentro de esa representatividad. Una selección diferente daría a luz otro libro.

    El itinerario proyectado nos permite apreciar no sólo la envergadura de sus trabajos en lo que concierne a técnicas y estrategias escriturarias, y a la visión particular de las realidades latinoamericanas, sino también a las características que los distinguen y que los han colocado en un sitio privilegiado como fundantes de un material de lectura que ningún lector formado puede desconocer.

    Cada escritor o escritora, cada etapa en la que se han inscripto, descubren aspectos de la condición humana y nos ofrecen esos registros de singularidad a través de sus proyectos de escritura. En ellos encontramos nuestros propios rasgos individuales y colectivos, nuestros desencantos, temores e ilusiones. Como lo ha dicho Jean Paul Sartre en su libro ¿Qué es la literatura?, la función del escritor consiste en obrar de modo que nadie pueda ignorar el mundo y que nadie pueda ante el mundo decirse inocente.¹

    Despertar en los alumnos el amor por la literatura es también despertar sus conciencias de lectores, su necesidad de conocimiento del mundo, de sus congéneres y de sí mismos.

    LOS ESCRITORES

    El espectro literario de hombres escritores que recorremos tiene, además de una enorme relevancia en la literatura latinoamericana, un concepto de la realidad en el que entran aspectos diferentes como el onírico, el mítico, las problemáticas sociales y políticas, las denuncias contra la injusticia o la explotación y particularmente, el compromiso de fidelidad de cada autor con su país en cuanto a mostrarlo en su dimensión más profunda, despejando toda influencia extranjera y haciéndose eco de los cambios que entre fines del siglo XIX y hasta bien entrado el XX, transitaban la preocupación por definir una identidad nacional.

    Entre las variantes textuales encontramos novelas en las que el poder es encarnado por un personaje y los conflictos que presentan son de un grupo contra el tirano o explotador. También, dentro del marco del realismo, el tratamiento del conflicto entre el hombre y la naturaleza, los problemas sociales de pobreza, marginalidad y monopolio de la economía de unos pocos en detrimento de la mayoría. La forma telúrica también tuvo su lugar en aquellas producciones en las que los autores centraron la atención en los paisajes, la selva o los llanos. A este grupo pertenecen Rómulo Gallegos, Miguel Ángel Asturias, Juan Rulfo, José Donoso, aunque existen diferencias de estilo entre ellos.

    Gallegos manifiesta una angustiosa exaltación de lo venezolano y su descripción de la naturaleza trasunta denuncia de corrupción, latifundismo y la injusticia de un país que se debate entre la civilización representada por una parte de la población que sufre y espera; y la barbarie, enmarcada en el despotismo imperante que representaba Juan Vicente López, dictador absoluto desde 1908 hasta 1935, cuyo gobierno se caracterizó por el nepotismo, la codicia y el enriquecimiento personal que llegó a extremos inauditos, a tal punto que se lo recuerda como el más grande propietario territorial, siempre apoyado en un sólido poderío militar. Asturias funde los temas de la tiranía y la explotación de las compañías bananeras y pone de manifiesto la arbitrariedad del poder, la violencia y los focos revolucionarios en distintos puntos de la nación, que alcanzan una repercusión general. Aquí también la geografía se asocia al tema, revelando los desplazamientos de los perseguidos, las diferencias de las clases sociales, como también lugares míticos relacionados con tradiciones indias y referencias cultistas. El tirano pueblerino aparece en Rulfo y en Donoso. El primero, utilizando una alternancia fragmentaria dada por distintos narradores en una especie de contrapunto que realza la capacidad de penetración en lo humano, en tanto muestra la esencia típica mexicana de la revolución que ha provocado luchas cruentas, disputas, venganzas, injusticia en el reparto de tierras y miseria de aquellos tiranizados. El segundo, inaugurando temáticas como la vejez, la decadencia, los espectrales mundos interiores, el poder fascinante de las máscaras, el simulacro, los juegos y los territorios perturbadores de la infancia. El tirano maneja los hilos de los personajes-marionetas y los engaña e inmoviliza, a la vez que les devuelve su propia imagen desarticulada en los espejos empañados por sus vidas miserables.

    Desde 1940 hasta 1960 conviven tendencias diversas como la narrativa metafísica de Jorge Luis Borges que supera el tradicional realismo e introduce elementos que cuestionan la realidad, a la vez que inaugura una forma escrituraria plagada de paradojas y juegos intelectuales. Aquí vemos a la propia literatura como tema narrativo y como objeto de especulación filosófica. Desde otro enfoque, se destaca también la narrativa de corte existencial del autor Juan Carlos Onetti, dominado por una concepción pesimista de la vida, en la que habitan unos personajes desesperanzados, solitarios y atrapados por periplos vitales que tienden a repetirse indefinidamente.

    Lo real-maravilloso, que resulta otra innovación en la novela latinoamericana, está perfectamente ambientado en las obras de Alejo Carpentier donde se da lugar a la novelización de toda una serie de mitos, hechicerías y numerosos elementos mágicos que conviven con los aspectos de la estructura social convencional que muestra, aniquilada por la falta de valores humanos auténticos. Muy conocido por su obra maestra Cien años de soledad y por su premio Nobel de literatura en 1982, Gabriel García Márquez mezcla lo real y lo imaginario, el mito y la historia de su país en un notable imaginario que conforma lo que conocemos como realismo mágico.

    En 1962, Carlos Fuentes abre un nuevo camino temático y técnico en la novela porque ofrece pluralidad de puntos de vista, juegos narrativos, fragmentación temporal y muestra una muy crítica visión del dilatado proceso de la revolución mexicana, a la vez que indaga en los mitos ancestrales. Más tarde, ya inmerso en el famoso boom de los sesenta, otro premio Nobel, Mario Vargas Llosa nos muestra con habilidad los recursos técnicos de la novela contemporánea, con un realismo mordaz, elementos autobiográficos, parodia, fabulación, satirización, tomando siempre a la realidad común como base de sus historias.

    En escenarios distintos, aunque con problemáticas comunes, se va articulando una historia de hombres escritores que encuentran sus propias líneas de expresión y constituyen una fuente de observación desde donde puede conocerse y explicarse no sólo la historia de Latinoamérica, sino también los lenguajes, el pensamiento individual o colectivo de una época o circunstancia particular y las geografías. La materia de las novelas está a la vista de todos y, como dijo Michel Butor en Sobre la literatura, hay una cierta materia que quiere decirse; y en un sentido no es el novelista quien hace la novela, es la novela la que se hace sola, y el novelista no es más que el instrumento de su venida al mundo, su partero.² Los autores, como generadores de historias, se ubicaron en un lugar desde donde han sabido interpretar y mostrar, cada uno con su estilo particular, toda la envergadura de las crisis humanas, políticas y sociales del complejo y vasto mundo americano.

    VENEZUELA

    DOÑA BÁRBARA - Rómulo Gallegos (1884-1969)

    NIVEL DE LA HISTORIA

    PRIMERA PARTE

    Santos Luzardo se dirige a una hacienda en los llanos venezolanos, guiado por un bonguero. Conoce al brujeador, Melquíades Gamarra, quien también va hacia allá y es hombre de confianza de Doña Bárbara.

    Comienza el relato sobre la historia del hato de Altamira, una sabana rica fundada por Evaristo Luzardo. Su último propietario, don José de los Santos, la había comprado a los descendientes de aquél, a costa de una larga vida de trabajos y privaciones. Sus hijos, José y Panchita (casada con Sebastián Barquero) la partieron: una mitad para José, quien conservó la denominación original y otra mitad para Panchita, que tomó el nombre de La Barquereña en alusión al nombre de su marido.

    La línea divisoria era hasta el final de la chusmita, pero entre los hermanos surgió la discordia al querer interpretar ese límite de acuerdo a lo que cada cual entendía y el litigio, que duró varias generaciones, terminó arruinándolos y convirtiendo la tierra en improductiva. En esa inquebrantable tozudez, José Luzardo y Sebastián Barquero discutieron por una res que se había muerto en tierra del otro, y Luzardo mató de un tiro a su cuñado.

    Esto originó una guerra entre las familias de ambos, cuyas ramas ocupaban toda una población que, por esta razón, terminó extinguiéndose casi completamente.

    De allí que Santos Luzardo, descendiente de los primeros y único sobreviviente de tantos años de guerras familiares, fuese el heredero del Llano.

    En el viaje se entera de que una mujer había asumido el cacicazgo en el Arauca y debía pelear contra ella, para recobrar su jefatura.

    Barbarita había sido cocinera de un barco de piratería que recorría el Orinoco con barriles de aguardiente, baratijas, telas y comestibles averiados³ con lo que embaucaban a los indios o los mataban por el tráfico de madera (sarrapia y balata). En él se enrola Asdrúbal, para ayudar a la niña de 15 años. Era la única tripulante mujer y su hermosura fue su perdición. Un grupo de hombres provocó una rebelión en la que mataron al Capitán (quien tenía reservada a la niña para venderla por veinte onzas) y al ayudante de cocina de quien se había enamorado. La violaron y sólo tuvo desde entonces, la compañía de Eustaquio que no había podido salvarla de la vejación, pero se mantenía a su lado porque la madre de la muchacha, que pertenecía a su tribu, le había pedido que no la abandonara.

    De allá vino la trágica guaricha. Fruto engendrado por la violencia del blanco aventurero en la sombría sensualidad de la india, su origen se perdía en el dramático misterio de las tierras vírgenes.

    Desde este episodio, Barbarita se convierte en otra mujer.

    Ya sólo rencores podía abrigar su pecho, y nada la complacía tanto como el espectáculo del varón debatiéndose entre las garras de las fuerzas destructoras. Maleficios del Camajay-Minare –siniestra divinidad de la selva orinoqueña-, el diabólico poder que reside en las pupilas de los dañeros y las terribles virtudes de las hierbas y raíces con las que las indias confeccionan la pusana para inflamar la lujuria y aniquilar la voluntad de los hombres renuentes a sus caricias, apasiónanla de tal manera, que no vive sino para apoderarse de los secretos que se relacionan con el hechizamiento del varón.

    Así, es iniciada en los secretos de la brujería con la que todo podía conseguirse y su espíritu se abandona por completo a la superstición.

    La primera víctima de esa horrible mezcla de pasiones, fue Lorenzo Barquero.

    Lorenzo era hijo de Sebastián Barquero, que se había educado en la ciudad (Caracas) y lo esperaba un prominente futuro como abogado y un buen casamiento con una joven bella y distinguida, pero renunció abruptamente a esa apetecible existencia e inició el camino hacia el Llano. Allí conoce a Barbarita y comienza a vivir un amor salvaje en el que ella siente conjurar a todos los que odiaba por aquello que le había sucedido, en éste, que convierte en una pasión destructora. De ellos nace una niña de la que ninguno de los dos se ocupó.

    Mientras tanto, aconsejada por el coronel Apolinar y aprovechando el estado de total deterioro de Lorenzo, lo engaña con un plan codicioso y lo convence de firmar un documento en el que se disponía que la propiedad de La Barquereña quedara en posesión absoluta de ella.

    Luego de esto, Bárbara lo echa, reemplazándolo por el coronel y Barquero se refugia con su hija en un rancho que estaba en tierras de Altamira, propiedad de los Luzardo.

    La propiedad pasó a llamarse El Miedo y desde allí, con su codicia desatada, la mujer comienza a litigar a sus vecinos, ayudada por los jueces que la favorecían en todos los pleitos y de esta forma va adueñándose de todo el Arauca. Ya el coronel no le servía y lo hizo desaparecer misteriosamente.

    Altamira, descuidada por su dueño y en manos de administradores fácilmente sobornables, fue quedando en las manos de Doña Bárbara.

    Alertado sobre estas maquinaciones, Santos Luzardo fue cambiando de administrador, hasta que Altamira quedó en manos de Balbino Paiba, que resultó ser otro complaciente cómplice de la dueña de El Miedo.

    Ella se creía realmente asistida por potencias sobrenaturales y a menudo hablaba de un «socio» que la había librado de la muerte (…) y que desde entonces se aparecía a aconsejarle lo que debiera hacer en las situaciones difíciles o revelarle los acontecimientos lejanos o futuros que le interesaba conocer.

    Santos Luzardo llega por fin a Altamira y se entera, por Antonio y Melesio (trabajadores fieles a la familia), de lo ocurrido desde la aparición de Bárbara en el Llano.

    Más tarde se apresta a visitar a Lorenzo Barquero en su choza y le ofrece su amistad y olvidar viejas riñas de familia. Barquero se le presenta doblegado por el alcohol y desvastado por la ruina en que había caído su vida.

    Tú no puedes entrar ahí. No quiero que entres. Esto no es una casa, esto es el cubil de una bestia

    ¡Santos Luzardo! ¡Mírate en mí! ¡Esta tierra no perdona!

    Pero conoce a Marisela y queda asombrado por su hermosura.

    Cuando vuelve a su casa, Luzardo se entera de que también mucho ganado había sido arreado hacia El Miedo y que Balbino Paiba era el amante de turno de Doña Bárbara. Al día siguiente, parte en compañía de Antonio a recorrer la sabana. Sobre un médano, el caporal lanzó un grito e inmediatamente se levantó un vasto rumor creciente y todo el amplio espacio que desde aquella altura se dominaba, se agitó y retembló bajo el tropel de numerosos rebaños salvajes.

    Allí, Luzardo comenzó a cavilar sobre la forma primitiva de adquirir ganado que no se encuentra cercado: cazarlo a lazo y marcarlo con su hierro. Emprendería la civilización.¹⁰

    La aparición de Guillermo Danger, un americano que se dedicaba a cazar caimanes y exportar sus pieles, dio lugar a otro de los terribles planes de Doña Bárbara. Supersticiosa y fiel a los mitos aprendidos del brujeador, somete a Mr. Danger rápidamente y con su ayuda, practica el ritual del entierro del caballo y con él, también entierra a Apolinar con una lanza hundida en su espalda. Luego, debe pagar el encubrimiento del americano, dejándolo convertirse en ganadero y enriquecerse sobornando y apoderándose de rebaños ajenos.

    SEGUNDA PARTE

    Santos Luzardo encomienda a Antonio Sandoval que notifique a Doña Bárbara sobre su decisión de cercar Altamira. Ella, arteramente, expresa su conformidad.

    Así, por momentáneos impulsos aislados, que luego circunstancias fortuitas encadenaban, había procedido siempre, y como casi siempre la había ayudado la fortuna (…) aquello parecía efectiva y extraordinaria previsión: mas, visto por dentro, doña Bárbara resultaba incapaz de concebir un verdadero plan. Su habilidad estaba únicamente en saber sacarle el mayor provecho a los resultados aleatorios de sus impulsos.¹¹

    Concibe un plan para lograr que Luzardo colocara la cerca más allá de sus propios límites y así, demostrarle que él procedía arbitrariamente y resolver la cuestión a su favor, a través de un nuevo litigio. Pero Luzardo coloca la cerca donde debía y esto la desairó al punto de impedirle sacar su ganado de El Miedo.

    Santos recurre a la Jefatura Civil para doblegar la arbitraria decisión de Doña Bárbara y en el camino se encuentra con Mujiquita, quien lo conoce desde su primer año en la Universidad y ahora es el secretario del Jefe Civil. Lo pone al tanto de la complicidad del General con aquella mujer y con Mr. Danger.

    El general se parecía a casi todos los de su oficio (…) pues no poseía ni más ni menos de lo que se necesita para ser Jefe Civil de pueblos como aquél: una ignorancia absoluta, un temperamento despótico y un grado adquirido en correrías militares. De coronel era el que había ganado en las de su juventud; pero aunque sus amigos y servidores tendían a darle a veces el de general, el resto de la población del Distrito prefería llamarlo: Ño Pernalete.¹²

    Mariquita, que no veía con buenos ojos las injusticias que se cometían con la anuencia del Jefe Civil, se ofrece a ayudar a Santos Luzardo y envía una citación a los vecinos de éste, en nombre del General. Cuando Ño Pernalete llega, se da cuenta de la artimaña de su subordinado, pero ya es tarde: todos estaban allí y Luzardo se dispone a plantear el robo al que estaba siendo sometido. Ante las certeras palabras de sus demandas y la evidencia de que la ley estaba de su lado, Doña Bárbara y su cómplice prefirieron no seguir peleando. Pero ella no iba a quedarse así.

    Parejo frenesí se iba apoderando del ánimo de Doña Bárbara, rabioso despecho de no haber podido silenciar para siempre aquella boca que había proferido la primera amenaza que ella escuchara: - y si la señora no se aviene a lo que le exijo, en el término de ocho días, la demandaré por ante un tribunal."¹³

    Para las puñaladas, Melquíades; para las bribonadas, Balbino; para los mandados, Juan Primito.¹⁴

    … los rebullones eran una especie de materialización de los malos instintos de Doña Bárbara, pues había cierta relación entre el género de perversa actividad a que ésta se entregara y el líquido que él (Primito) les ponía a aquellos para que aplacaran su sed: sangre, si fraguaba un asesinato; aceite y vinagre, si preparaba un litigio; miel de aricas y bilis de ganado mezcladas, si tendía las redes de sus hechizos a alguna futura víctima.¹⁵

    Al cumplirse el último día de plazo, Doña Bárbara decide acceder a los requerimientos de Luzardo y manda a Juan Primito a darle la noticia. Éste, estaba enamorado de Marisela; la había visto nacer y hasta el nombre se lo debía a él, ya que era el que se le había ocurrido ante la total indiferencia de los padres: Bárbara y Lorenzo. Ahora se encontraba lleno de furia contra Luzardo por habérsela llevado a Altamira con él, y eso le impedía verla con la asiduidad de siempre. Cuando llega y la ve, queda fuertemente sorprendido por el cambio de la muchacha que había mejorado su alimentación, su ropa y sus modales gracias a la paciente atención de Santos Luzardo. Cuando vuelve, se lo cuenta todo a su patrona.

    Nada que se refiriera a Marisela le había interesado nunca a Doña Bárbara, pues respecto de ella, ni siquiera había experimentado el amoroso instinto de la bestia madre por el hijo mamantón; pero de donde no existían sentimientos maternales, las palabras de Juan Primito hicieron saltar de pronto impetuosos celos de mujer.¹⁶

    De modo que, según lo convenido, se aprestan los hombres de Luzardo, con él a la cabeza, a concretar el rodeo de animales que le pertenecían, hacia sus campos. Doña Bárbara también se encontraba allí junto a Balbino Paiba, para vigilar sus intereses a la hora del reparto del ganado recogido.¹⁷

    Santos Luzardo no se había quedado allí para deleitarse con ella (…) pero, enseguida lo asaltó un subitáneo sentimiento de repulsión por la compañía de aquella mujer, no porque fuera su enemiga, sino por algo mucho más íntimo y profundo (…) que lo hizo cortar bruscamente la absurda charla y alejarse de allí…¹⁸

    Sin embargo, ella queda prendada de la viril figura de Luzardo y comienza a hacer brujerías para atraerlo a El Miedo.

    Ella misma tampoco podía explicárselas, pues todo venía siendo obra de unos sentimientos nuevos en su vida, sobre los cuales aún no tenía dominio.¹⁹

    Por primera vez se había sentido mujer en presencia de un hombre.²⁰

    Todos los hombres que había tenido como amantes, fueron víctimas de su codicia o instrumentos de su crueldad.²¹

    Ahora, se sentía enardecida por un amor no correspondido y comenzó a tener comportamientos inusuales que sorprendían a sus peones.

    Cuando Luzardo la visita para solicitar el pago a medias de la cerca que dividiría sus tierras, ella accede con una voluntad amistosa e insinuadora.

    Un incendio se alza sobre Altamira y viene desde la zona de El Miedo. Balbino Paiba da las órdenes para su ejecución. Doña Bárbara, que desconocía la iniciativa de su amante, lo atribuye a los poderes que la asistían; y Luzardo con sus hombres luchan hasta extinguirlo. La sabana había quedado carbonizada, era un paisaje fúnebre. Pero Luzardo no quiere venganza, sino capturar a los culpables.

    Fue la rebelión de la llanura, la obra del indómito viento de la tierra ilímite contra la innovación civilizadora. Ya la había destruido y ahora reposaba como un gigante satisfecho, resollando a rachas, que levantaban torbellinos de cenizas.²²

    Marisela decide por fin, ir a ver a su madre. La encuentra haciendo un ritual ante una repisa de imágenes y amuletos con velas encendidas: -con dos te miro, con tres te ato: con el padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo. ¡Hombre! Que yo te vea más humillado ante mí que Cristo ante Pilatos.²³

    Marisela le arrebata el cordel que Bárbara estaba por ceñirse a la cintura y así es como, por primera vez, se encuentran frente a frente.

    Comienzan a luchar por la cuerda que Marisela sostenía, mientras le gritaba -¡Bruja!, repetidamente, a su madre.

    Santos Luzardo aparece justo en ese momento y con una orden -¡Déjela!-, termina la escena de violencia.

    TERCERA PARTE

    Pero Doña Bárbara no se da por vencida. Después de un tiempo en el que había accedido a mantener la paz con Luzardo, obrando legalmente y aceptando las justas condiciones que éste le imponía, vuelve a pedir la ayuda de Melquíades para arrear un rebaño desde un punto de las tierras de Altamira, hacia El Miedo.

    Santos, cansado de tanto atropello, decide tomar el toro por las astas e imponerse frente a la barbarie, utilizando las mismas armas de sus enemigos. Después de recibir la noticia del asesinato de dos de sus hombres que iban camino a

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