OchoaAdriana 2017 ColonizacionIsonimiaSur
OchoaAdriana 2017 ColonizacionIsonimiaSur
OchoaAdriana 2017 ColonizacionIsonimiaSur
(1843-1869)
Por
Adriana Zulima Ochoa Gómez
Asesor
Jhonathan Balvín Restrepo
Historiador, Universidad de Antioquia
Maestrante en Enseñanza de las Ciencias, Universidad Autonóma de Manizales
Universidad de Antioquia
Facultad de Ciencias Sociales y Humanas
Departamento de Historia
Medellín
2017
Datos de la autora
Correo electrónico: [email protected]
Resumen: Las poblaciones fundadas durante la colonización al sur de la Provincia de
Antioquia (fines del siglo XVIII e inicios del XIX), actualmente, comparten características
genéticas, y algunos de sus habitantes presentan enfermedades hereditarias a causa de las
relaciones endogámicas durante la colonización. Muchas de aquellas familias salieron de
Marinilla, migrando entre varias localidades, dejando descendencia en todas ellas.
A partir del interés de saber quiénes fueron aquellos pobladores, se reconstruyeron
procesos de fundación, migración, asociación y estructura poblacional mediante la
comparación de los censos poblaciones de 1843, 1851, 1864 y 1869 de Marinilla,
Abejorral, Sonsón, Neira, Manizales y Aranzazu. Igualmente se tomó el apellido como
marcador genético del cromosoma Y, y se realizó el análisis de la frecuencia y distribución
de los apellidos (isonimia) de los habitantes de las citadas poblaciones, encontrando los
cinco apellidos más comunes en los nueve censos: Gómez, Giraldo, López, Ramírez y
García.
Se concluyó, además, que Abejorral y Sonsón fueron puentes migratorios; Marinilla y
Neira disminuyeron en población, pero aumentaron en la diversidad de sus apellidos;
mientras Aranzazu aumentó por expansión interna más que por migración; Manizales,
debido a la importancia que adquirió, tuvo los índices más altos de habitantes y de apellidos
diferentes.
Palabras clave: Colonización antioqueña, isonimia, censos poblacionales, endogamia-
enfermedades hereditarias, familia.
Contenido
Lista de mapas ii
Lista de imágenes ii
Lista de cuadros ii
Lista de anexos ii
Introducción iii
1. La colonización antioqueña 1
1.1. Causas de la colonización antioqueña 2
1.2. Perpetuidad en las posesiones de tierras 9
1.3. Una provincia pobre 18
1.4. Primeras migraciones y colonizaciones 21
1.4.1. La colonización al sur 26
1.4.2. El inquebrantable Vicente Fermín López Buitrago 32
1.4.3. La Provincia del Quindío, plus en la colonización 36
1.5. La importancia del apellido en la colonización 37
2. Isonimia 39
2.1. Los apellidos, analogía de un sistema genético 43
2.2. El apellido, un distintivo como la blancura 46
2.3. Condiciones hereditarias 49
2.4. Las enfermedades, causas e imaginarios 55
2.5. La salud en Antioquia en el siglo XIX 59
3. Los censos poblacionales decimonónicos 70
3.1. Poblaciones y censos de estudio 70
3.2. Los apellidos masculinos más frecuentes en los nueve censos 74
3.3. Censo de 1843 82
3.3.1. Marinilla 84
3.4. Censo de 1851 87
3.4.1. Marinilla 87
3.4.2. Abejorral 90
3.4.3. Sonsón 96
3.4.4. Neira 100
3.5. Censo de 1864 104
3.5.1. Neira 108
3.5.2. Manizales 110
3.5.3. Aranzazu 118
3.6. Censo de 1869 124
3.6.1. Aranzazu 125
Comentarios finales 133
Anexos 141
Fuentes y bibliografía 148
ii
Lista de mapas
1. Concesiones de tierras en el siglo XIX, frontera del sur 8
2. Colonización antioqueña durante el siglo XIX 27
3. Mapa de la Provincia de Antioquia en la República de Nueva Granada,
trazado de acuerdo con los más modernos reconocimientos por Carlos
Segismundo de Greiff (1857) 35
Lista de imágenes
1. Genograma de la familia Londoño Zapata 17
2. Cromosomas y genes 40
3. Genograma de la familia Ramírez de Coy 50
4. Posible descendencia de un gen recesivo para una enfermedad hereditaria
en padres portadores 51
Lista de cuadros
1. Censos empleados en la investigación 46
2. Médicos registrados en los censos estudiados 68
3. Tamaño de la muestra, apellidos diferentes y diversidad de apellidos en los
censos estudiados 72
4. Cinco apellidos masculinos más frecuentes en los nueve censos 75
5. Estimativos de diversidad 81
6. Sexo y edades de Marinilla en 1843 86
7. Sexo y edades de Marinilla en 1851 88
8. Sexo y edades de Abejorral en 1851 92
9. Sexo y edades de Sonsón en 1851 98
10. Sexo y edades de Neira en 1851 101
11. Sexo y edades de Neira en 1864 108
12. Sexo y edades de Manizales en 1864 114
13. Sexo y edades de Aranzazu en 1864 121
14. Habitantes de Aranzazu por fracciones en 1869 126
15. Sexo y edades de Aranzazu en 1869 127
16. Distribución de los apellidos masculinos más frecuentes en los nueve
censos 137
Lista de anexos
1. Los 7 y 15 apellidos más frecuentes en cada población 141
2. Apellidos de los nueve censos 143
iii
Introducción
En el siglo XIX en la Provincia de Antioquia las tierras estaban concentradas en las manos
de unos pocos propietarios pertenecientes a la élite blanca. Desde los últimos años de la
Colonia y principios de la República, la población de Marinilla, habitada principalmente
por blancos, se había caracterizado por ser una sociedad endogámica, de este modo la élite
conservaba la blancura, el apellido, y se aseguraban de acumular más fortuna en su misma
parentela; a su vez, los pobres veían cómo la tierra era cada vez más escasa tanto para
trabajarla como para habitarla, y las leyes del momento en vez de favorecerlos, los
sancionaba duramente por no tener oficio. Tanto los pobres como los ricos salieron a
colonizar, aunque estos últimos no padecieron las inclemencias del clima y de la geografía
como lo hicieron los primeros. Las familias migrantes eran especialmente de Marinilla,
aunque también hubo algunas de Rionegro y localidades vecinas como La Ceja y
Concepción. Este proceso de colonización no fue equitativo, muchos de estos ricos eran
dueños de grandes hectáreas inutilizadas, las más reconocidas fueron las concesiones
Villegas y Aranzazu, ésta llamada posteriormente Sociedad González, Salazar y Cía.,
terrenos en los cuales se fundaron entre 1800 y 1853 las principales localidades de la región
tras innumerables y violentos conflictos (entre los colonos pobres y los terratenientes) que
se conocen como la lucha del hacha contra el papel sellado. Dichos terratenientes sólo se
preocupaban por sus posesiones cuando se enteraban de que los colonos las habían
invadido para habitarlas o cultivarlas. Como una solución mediadora el gobierno creó una
reforma a la política agraria que incluía el derecho de propiedad de las tierras baldías, las
cuales a partir de ese momento serían adjudicadas a quienes las cultivaran. De hecho, se
estableció que a ninguna persona se le otorgaría más proporción de tierra de la que pudiese
labrar, y los terrenos abandonados por más de cuatro años serían otorgados con gracia a
quienes quisieran desmontarlos, sembrarlos y cultivarlos, prefiriendo al denunciante.
Actualmente algunos habitantes de las poblaciones fundadas durante la colonización
antioqueña, específicamente al sur, presentan enfermedades de tipo hereditario como
albinismo, fibrosis quística, paladar hendido y trastorno afectivo bipolar (TAB). Si bien
dicha colonización fue protagonizada tanto por colonos pobres como por acaudalados
terratenientes, en ambos casos se presentó un alto grado de endogamia o relaciones
consanguíneas, provocando que los genes recesivos como en los que se encuentran dichas
enfermedades, pasaran a ser dominantes en la descendencia. Como la distancia entre las
poblaciones era de al menos un día a pie y estaban aisladas geográficamente por barreras
naturales como la espesa selva, las montañas y los ríos, para el colono pobre era muy difícil
emparentar con alguien que no estuviera en la misma localidad, además, el número de
habitantes era tan reducido, que sin querer, todos tenían algún parentesco familiar, por lo
que las personas nacidas en estas localidades, descendientes tanto de blancos ricos como de
colonos pobres, tenían una alta probabilidad de ser producto de una unión endogámica.
En muchas culturas los seres humanos heredamos los apellidos de nuestros padres, salvo
algunas excepciones. Sin embargo, la información genética que poseemos es inequívoca, la
iv
recibimos de nuestros ancestros –a menos que haya una mutación–, y al igual que los
apellidos, los genes se transmiten sucesivamente de una generación a otra siguiendo un
modelo de distribución de padres a hijos. Cuando se fundaron las diferentes localidades
durante la colonización antioqueña, esos primeros pobladores llevaban consigo un apellido,
así como un acervo cultural y genético que transmitieron a su descendencia perdurando
hasta el presente. Aunque es abundante la historiografía sobre la colonización antioqueña,
un proceso socioeconómico que comenzó a manifestarse en el siglo XVIII y se extendió
hasta el siglo XIX hacia diferentes direcciones de la Provincia de Antioquia, son pocos los
estudios que develan quiénes fueron los colonos, hacia dónde se dirigieron y cómo estaban
compuestas las poblaciones en sus primeros años; el objetivo de esta monografía es
precisamente mediante la comparación de padrones de poblamiento reconstruir procesos de
fundación, migración, asociación y estructura poblacional de algunas de las poblaciones
colonizadas al sur de la Provincia de Antioquia.
Para esta investigación se estudiaron nueve censos de población de seis localidades
diferentes: Abejorral, Aranzazu, Manizales, Marinilla, Neira y Sonsón. En estos nueve
censos el total de habitantes era de 38.923 entre los años 1843 y 1869, periodo en que
estuvo más activa la colonización antioqueña. Igualmente se realizó el análisis de la
frecuencia y distribución de los apellidos (isonimia) de los habitantes al tomarlos como
marcador genético del cromosoma Y, que es el cromosoma que le trasmite el varón a sus
hijos, determinando de este modo la estructura genética, es decir, el grado de aislamiento y
los niveles de consanguinidad de una o más poblaciones.
Para la historiadora Beatriz Patiño el estudio de la colonización de las vertientes de las
cordilleras Central y Occidental ha capturado, y sigue capturando, el interés de diversos
profesionales desde que James Parsons publicó en California hacia 1949 su libro La
colonización antioqueña en el occidente de Colombia. Según ella, estos estudiosos en vez
de sacar conclusiones plantean nuevas preguntas y señalan la complejidad y diversidad de
dicho proceso. No obstante, otros autores como María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús
María Álvarez Gaviria opinan que una gran cantidad de estos escritos son una “estéril
apología y mito” a esa élite que se formó en la Antioquia borbónica, como en otros lugares
de Hispanoamérica, a partir de unidades familiares restringidas que reforzaron y legalizaron
su poder controlando directamente o en forma mediada los cargos de dirección político
administrativa en la Colonia tardía y en la independencia.1 El manizalita Vicente Fernán
Arango Estrada considera que este tema lo han convertido en una tonta “novela rosa” que
desdibuja la verdadera y grandiosa historia regada abundantemente con la sangre de los
indígenas exterminados, pero no vencidos; y Jairo Antonio Franco Alzate, a su vez,
reivindica el papel de los colonos pobres, desvirtuando las “afirmaciones y tradiciones
plasmadas en tantos folletos, monografías laudatorias de personajes ambiguos y placas de
1
Beatriz Amalia Patiño Millán, “Historia regional antioqueña”, Estudios regionales en Antioquia, (Medellín:
Universidad de Antioquia, Instituto de Estudios Regionales (INER), 2004) 57; María Teresa Uribe de
Hincapié y Jesús María Álvarez Gaviria, “El parentesco y la formación de las élites en la Provincia de
Antioquia”, Estudios Sociales, Medellín, No. 03, septiembre (1988): 52-53.
v
mármol que silencian el duro esfuerzo de quienes lucharon realmente por la tierra”. 2 Vale la
pena resaltar que los mestizos y mulatos libres no fueron los únicos que migraron buscando
un lugar dónde vivir y cultivar, blancos terratenientes y también blancos sin tierra migraron
a título personal o como apoderados y agentes de sus parientes acaudalados, terratenientes,
comerciantes y mineros, con el propósito de adquirir nuevas tierras, minas y negocios para
la familia. Por esto la colonización fue multirracial y de todos los estratos sociales, los
cuales se conservaron en las nuevas fronteras.3
En cuanto a los estudios de isonimia, se tuvieron en cuenta las investigaciones realizadas
por el grupo de genética molecular de la Universidad de Antioquia, GenMol, cuyo artículo
“Análisis de isonimia entre poblaciones del noroeste de Colombia”, que se centra en la
igualdad existente entre Marinilla y Aranzazu, ha servido de base para otras investigaciones
como la presente, y las realizadas por los antropólogos Claudia Patricia Montoya Guerra y
Santiago Gómez Cardona. La primera es una monografía que se enfoca en la estructura de
los hogares marinillos y en el seguimiento de tres apellidos fundadores; la segunda, en los
procesos poblacionales en Antioquia y las relaciones de parentesco entre poblaciones.4 Sin
embargo, la presente monografía será la primera en combinar la isonimia y la disciplina
histórica.
Por otra parte, es casi inexistente una historiografía sobre las enfermedades padecidas
durante el siglo XIX que señale una relación o al menos un antecedente de esas
enfermedades hereditarias que son comunes hoy en las poblaciones estudiadas; esto se
entiende pues para ese siglo la medicina no estaba avanzada como ahora y los diagnósticos
podían darse bajo otros nombres que eran los conocidos para ese momento, como el
trastorno afectivo bipolar (TAB) que apenas estaba siendo estudiado por los psiquiatras y
neurólogos, y era conocido como locura circular y/o locura de forma dual –o doble forma–.
No obstante, se contó con las declaraciones del médico Emilio Robledo Correa, quien en su
Geografía médica y nosología del departamento de Caldas, señaló por ejemplo, que en la
totalidad de la población de Aranzazu era común la locura, la manía aguda, la lipemanía y
la locura circular.5
2
Vicente Fernán Arango Estrada, La endogamia en las concesiones antioqueñas (Manizales: Hoyos Editores,
2003) xi, xiii; Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes en la colonización antioqueña del
sur, 1780-1930: apellidos de “colonizadores pobres” y de “capitalistas colonizadores” (Medellín:
Arteimagen-Hipertexto Ltda., 2009) 15.
3
Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 32-35, 46, 62, 66.
4
Gabriel Bedoya y otros, “Análisis de isonimia entre poblaciones del noroeste de Colombia”, Biomédica,
Bogotá, vol. 26, (2006): 538-545; Claudia Patricia Montoya Guerra, “La estructura de los hogares marinillos
en la transición de la colonia a la república, 1786-1843: seguimiento de tres apellidos fundadores isonimia de
apellidos en esta población” (Monografía de pregrado, Universidad de Antioquia, Departamento de
Antropología, 2002). 192p.; Santiago Gómez Cardona y otros, “Una mirada a los procesos poblacionales en
Antioquia. Análisis a partir de las relaciones de parentesco existentes entre las poblaciones municipales”
(Informe de investigación, Universidad de Antioquia, Instituto de Estudios Regionales (INER), Grupo de
Estudios del Territorio, mayo 2007) 66p.
5
Emilio Robledo Correa, Geografía médica y nosología del departamento de Caldas. Precedida de una
noticia histórica sobre el descubrimiento y conquista del mismo (Manizales: Imprenta departamental, 1916)
304p.
vi
Para desarrollar la presente monografía las poblaciones y los censos analizados fueron:
Marinilla, fundada hacia 1690 y de la cual salieron cientos de familias a colonizar nuevas
tierras; de esta localidad se estudiaron los censos de 1843 y 1851, en el primero, el total de
habitantes era de 2.349, y en el segundo, de 3.955. Sonsón, fundada en 1800, se estudió el
censo de 1851 con un total de 2.788 habitantes. Abejorral, fundada en 1808, también se
estudió el censo de 1851 con un total de 5.863 habitantes. Neira, fundada en 1844, se
estudiaron los censos de 1851 y 1864, los cuales tenían un total de 3.228 y 5.886 habitantes,
respectivamente. Manizales, que fue fundada en 1849, para 1864, de acuerdo con el censo,
contaba con 6.003 habitantes. Y, finalmente, Aranzazu, fundada en 1853, se estudiaron los
censos de 1864 y 1869, en el primero, el total de habitantes era de 3.964, y en el segundo,
de 4.887.
El análisis se comenzó con la transcripción del censo de Aranzazu de 1869 al programa
de Microsoft Office Excel, formato donde estaban transcritos los otros censos estudiados. Al
tenerlos unificados se cruzó la información de cada uno de los habitantes con el fin de
averiguar su procedencia, descartar o confirmar su migración a otras localidades, o saber si
permanecieron en donde fueron empadronados inicialmente, en especial para los casos de
Marinilla, Neira y Aranzazu de los que se poseen dos censos consecutivos (de las tres
restantes se posee sólo uno), permitiendo hacer un amplio rastreo de esta movilidad. Sin
embargo, en algunas ocasiones se generaron dudas de si se trataba o no de la misma
persona a causa de los homónimos o de la inexactitud en la información suministrada.
Simultáneamente a las comparaciones de los censos se elaboraron los genogramas o
árboles genealógicos en el software Family Origins –Fowin-, una base de datos donde es
posible seguir las generaciones anteriores y posteriores de un individuo. En este programa
se agregaron los datos que traen los censos y se complementaron con información obtenida
de otras bases de datos como la facilitada por el doctor en historia Víctor Álvarez Morales;
en ésta hay una parte del censo de Marinilla de 1851, del de Aranzazu de 1854, y fechas de
matrimonios, nacimientos, y defunciones obtenidos en archivos parroquiales de la zona.
Finalmente, el procesamiento de la fuente primaria se complementó con textos de viajeros
de la época para contextualizar lo obtenido de los censos, además de bibliografía sobre
colonización, demografía, estadística y migración, estudios con isonimia, medicina en
Antioquia, tesis y monografías de grado, genogramas y artículos sobre genética y salud
mental publicados en internet.
La metodología implementada tuvo un enfoque mixto pues se recolectaron, analizaron y
vincularon datos de tipo cuantitativo y cualitativo en un mismo estudio.6 Y el método
empleado fue isonimia combinado con la demografía histórica que estudia la disminución y
el crecimiento de las cifras referentes a la humanidad en tiempo y espacio por medio de una
combinación de geografía, historia y estadística. Además, ésta analiza de forma sistemática
la demografía de las poblaciones del pasado y aplica a estas poblaciones los métodos y
6
Roberto Hernández Sampieri y otros, Metodología de la investigación (México: Mc Graw Hill, 2006) 755-
758.
vii
7
Héctor Pérez Brignoli, “La demografía histórica en América Latina”, Director Estevão de Rezende Martins
y Héctor Pérez Brignoli (colaborador), “Teoría y metodología en la historia de América Latina”, Historia
general de América Latina, v9, editores Ali Moussa Iye y Pablo F. Luna (Barcelona, Ediciones Unesco,
Editorial Trotta, 2006) 103.
viii
Por último, están los comentarios finales, allí se plantean algunas conclusiones y además
se reseñan algunos artículos de revista y prensa que alertan sobre los continuos y
abundantes casos de enfermedades mentales como la depresión y la bipolaridad
fundamentalmente en ciertas poblaciones del actual departamento de Caldas, las altas tasas
de suicidios y el escaso apoyo psiquiátrico que cada año deja saldos lamentables. Es válido
aclarar que no todos los antioqueños o los caldenses padecemos alguna enfermedad
hereditaria, pero quienes sí, requieren con urgencia atenciones concisas y sostenibles, pues
aunque las enfermedades mentales como el TAB no son contagiosas, sí generan
discapacidad.
El historiador debe comprender el presente por el pasado, y viceversa. 1
Marc Bloch
1. La colonización antioqueña
1
Marc Bloch, Introducción a la historia, 4ª ed. (México: Fondo de Cultura Económica, 2000) 43-51.
2
Vicente Fernán Arango Estrada, La endogamia en las concesiones antioqueñas (Manizales: Hoyos Editores,
2003) xiii. Para una reseña de este texto véase Luis Horacio López Domínguez, “Recensiones”, Boletín de
Historia y Antigüedades, Bogotá, vol. XCII, No. 830, Academia Colombiana de Historia, julio-septiembre.
(2005): 696-699; Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes en la colonización antioqueña
del sur, 1780-1930: apellidos de “colonizadores pobres” y de “capitalistas colonizadores” (Medellín:
Arteimagen-Hipertexto Ltda., 2009) 30-31; Pablo Rodríguez, “La familia en Colombia”, La familia en
Iberoamérica 1550-1980, coord. Pablo Rodríguez, prólogo de Martine Segalen, Colección Conferencias
Convenio Andrés Bello. (Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2004) 275-276; Luis Fernando
Molina, “Colonización antioqueña y medio ambiente”, Revista ambiental Catorce 6°, Bogotá, No. 3,
diciembre-enero (2007): 32; María Isabel Piedrahíta Londoño, Hogares antioqueños en 1851, monografía
ganadora del concurso „Pensar la familia: realidad y trascendencia 2007, editora Beatriz de la Torre Urán,
(Medellín: Fondo editorial Comfenalco Antioquia, 2007) 36-37.
2
3
Beatriz Amalia Patiño Millán, “Historia regional antioqueña”, Estudios regionales en Antioquia, (Medellín:
Universidad de Antioquia, Instituto de Estudios Regionales (INER), 2004) 57; María Teresa Uribe de
Hincapié y Jesús María Álvarez Gaviria, “El parentesco y la formación de las élites en la Provincia de
Antioquia”, Estudios Sociales, Medellín, No. 03, septiembre (1988): 52-53.
4
Vicente Fernán Arango Estrada, La endogamia... xi, xiii; Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y
terratenientes… 15.
5
Para ampliar el tema de apropiación de los ejidos véase María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María
Álvarez Gaviria, Raíces del poder regional: el caso antioqueño (Medellín: Universidad de Antioquia, 1998)
226-227, 306; Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 33-34, 58-61; Beatriz Amalia
Patiño Millán, Riqueza, pobreza y diferenciación social en la Provincia de Antioquia durante el siglo XVIII
(Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, Centro de Investigaciones Sociales y Humanas (CISH), 2011)
9, 57, 106-107.
3
agricultura, el simple deseo de aventura o las leyendas de las guacas quimbayas, símbolo de
abundante oro y tesoros indígenas que permitieran una vida económica independiente.6
Vale la pena resaltar que los mestizos y mulatos libres no fueron los únicos que
persiguieron escapar de las relaciones de dependencia que sostenían con los propietarios de
las tierras. El investigador Jairo Antonio Franco advierte que la décima parte de los
“cabezas de familia” blancos del Valle de Aburrá fueron agregados o trabajadores en tierras
ajenas y un poco más de la tercera mestizos o mulatos, es decir que había blancos
terratenientes y también blancos sin tierra que migraron a título personal o como
apoderados y agentes de sus parientes acaudalados, terratenientes y comerciantes, con el
propósito de adquirir nuevas tierras, minas y negocios para la familia. Por esto la
colonización fue multirracial y de todos los estratos sociales, los cuales se conservaron en
las nuevas fronteras.7
El aumento demográfico fue a la vez causa de la migración y efecto de la colonización.
La transición del siglo XVIII al XIX estuvo marcada por impetuosos cambios. En la última
mitad del siglo XVIII la baja nupcialidad limitó el aumento de la natalidad, mientras que la
insalubridad del clima y la escasez de alimentos ocasionaron una alta mortandad. El nuevo
siglo, por el contrario, trajo el desarrollo de la medicina y el nacimiento del sistema de
salud pública, avances científicos que mejoraron notablemente las condiciones de higiene
en las viviendas, estimulando el aumento poblacional, pero a su vez la sobreexplotación de
las tierras. A estas circunstancias se añade la ampliación del minifundio y el incremento de
los pobladores sin tierra que, como se dijo líneas arriba, llevó a la vagancia e hizo preciso el
desplazamiento hacia tierras baldías cuya extensión permitió el desarrollo de labores
agrícolas a mayor escala y una abundante cosecha. Las nuevas tierras se repartieron en
proporción al número de miembros de la familia, se consolidaron hábitos campesinos y se
dio el tránsito de la minería a la agricultura. Los climas benignos de las tierras altas, el
adecuado suministro de agua y la relativa ausencia de parásitos redujeron la mortalidad.
También se incrementaron los matrimonios a una temprana edad y la fecundidad marital
por el prestigio social que tenían las familias numerosas. Después de iniciada la
colonización la población continuó aumentando vegetativamente en las nuevas localidades,
éstas se saturaron y al estar aisladas geográficamente era difícil el intercambio de productos
con otros centros, generando una economía cerrada y un fenómeno de embotellamiento que
ocasionó la escasez de algunos alimentos y el alto precio de otros. Sumado a la poca
productividad para los agricultores y los bajos ingresos económicos. Estas dificultades
motivaron una nueva migración hacia fronteras próximas. Dos casos excepcionales del
déficit económico fueron los mercados de cerdos criados en Manizales y Quindío, y los
despachos de maíz desde Sonsón hacia Medellín.8 Al mismo tiempo una considerable
6
María Patricia Londoño Vega, Breve historia de Antioquia (Medellín: Fundación Ratón de Biblioteca,
Universidad de Antioquia, Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2001) 32.
7
Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 32-35, 46, 62, 66.
8
Santiago Gómez Cardona y otros, “Una mirada a los procesos poblacionales en Antioquia. Análisis a partir
de las relaciones de parentesco existentes entre las poblaciones municipales” (Informe de investigación,
4
expansión de la economía antioqueña entre 1810 y 1830, pero durante este periodo se
registró un estancamiento demográfico por la cantidad de jóvenes que fueron a combatir en
las guerras de la independencia, por ejemplo se tiene información de que “al menos 2.000
antioqueños acompañaron a José María Córdova a las batallas, y sólo volvieron a sus
hogares unas diez o doce personas de la alcurnia, porque del pueblo llano no llegó
ninguno”, quizá la afirmación sea algo exagerada, pero establece una relación de
disminución poblacional a causa de la guerra.9
Entre las razones políticas están la necesidad de evadir las leyes decretadas contra la
vagancia, el reclutamiento a las constantes guerras civiles del siglo XIX y el afán de huir de
la justicia. Algunos refugiados políticos se convirtieron en colonizadores y fundadores tras
internarse en las nuevas tierras de frontera: Manuel María Grisales, colonizador y fundador
de Manizales, y Juan de la Cruz Cardona, colonizador del Quindío (y uno de los fundadores
de Armenia), salieron por razones políticas de Sonsón, lugar donde nacieron. Otro caso es
el del prófugo Buenaventura Escobar, sargento oficial del general Córdova en la batalla de
El Santuario y exiliado en las tierras de Aranzazu, llamadas originariamente El Sargento,
por haber sido refugio de este oficial.10
Otra causa del desplazamiento de los pobres fue la desigualdad generada por la
acumulación en pocas manos de numerosas extensiones de tierra que representaban uno de
los principales impedimentos al desarrollo económico de la región. Este método de
adjudicación de terrenos se originó en la colonia y consistía en la venta de terrenos baldíos
a terratenientes –personas jurídicas o naturales– que los solicitaban ante la real audiencia de
Bogotá y ante la corona española. También eran cedidos por el gobierno como pago de
deudas a un particular para que mejorara su condición económica abriendo vías y
acondicionando nuevas tierras. Contrario a lo pensado, las frecuentes ventas de baldíos no
fueron tan significativas como para afirmar que fueron la principal forma de enajenar las
tierras del estado.11
Desde la conquista española existía el precepto de que todas las tierras descubiertas en
América pertenecían al Rey, excepto las habitadas por los indígenas, por lo que éste podía
decidir sobre ellas. La Corona las adjudicaba mediante una capitulación, que fue la base
legal para obtener la titularidad o legalización de la tierra conquistada en la América
Universidad de Antioquia, Instituto de Estudios Regionales (INER), Grupo de Estudios del Territorio, mayo
2007) 20; Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 67, 69, 70-71; Pablo Rodríguez, “La
familia en Colombia” 275-276; Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en
Colombia (Medellín: Autores antioqueños, 1985 [1ª ed. París, Imprenta de Victor Goupy y Jourdan, 1885])
17.
9
Gabriel Poveda Ramos –quien a su vez está citando a Soledad Acosta de Samper–, citado por Vicente
Fernán Arango Estrada, La endogamia... 21-22.
10
Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia 275-276; Jairo Antonio
Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 71-72; para ampliar el tema de las causas de la colonización
véase también a María Teresa Uribe y Jesús María Álvarez, Raíces del poder… 255-261; Rodrigo Campuzano
Cuartas, “Los comienzos de la colonización antioqueña”, Repertorio histórico de la Academia Antioqueña de
Historia, Medellín, vol. 100, No. 7, abril- junio (2005): 39-40; María Patricia Londoño Vega, Breve historia
de Antioquia 32.
11
Vicente Fernán Arango Estrada, La endogamia... 44.
5
española, a cada conquistador que las sometiera como retribución a sus esfuerzos a favor de
la política expansionista del reino. El beneficiado entregaba a su vez los tributos de un
remate a la Real Hacienda, lo que quiere decir que las tierras en América eran vendidas a
quienes pudieran ofrecer y pagar las más altas sumas de dinero sobre la base de un precio
que fijaba un juez o una junta comisionada para los avalúos permanentes. Estos nuevos
dueños, pese a su abundancia económica, y contrario a lo esperado por la corona, no
estaban interesados en poner a producir dichas tierras, lo que generaba pérdidas en las arcas
reales. Mucho menos estaban dispuestos a que el grueso de la población, que con el
aumento demográfico de la segunda mitad del siglo XVIII se hacía más pobre, adquiriera un
pedazo de esa tierra para dedicarse a las actividades de sustento que proporcionaban la
minería y la agricultura. Al observar este fenómeno, el oidor y visitador Mon y Velarde y
otras autoridades del virreinato sugirieron a la corona una reforma a la política agraria que
condujo a la publicación de la Real Cédula del 2 de agosto de 1780. En ella se modificaron
las reglamentaciones vigentes desde el siglo XVI, fue el caso de la venta de las tierras
baldías, las cuales a partir de ese momento serían adjudicadas con derecho de propiedad a
quienes las cultivaran. De hecho, se estableció que a ninguna persona se le otorgaría más
proporción de tierra que la que pudiese labrar, y los terrenos abandonados por más de
cuatro años serían otorgados con gracia a quienes quisieran desmontarlos, sembrarlos y
cultivarlos, prefiriendo al denunciante.12
Estas políticas se quedaron en el papel, al poco tiempo se incumplieron estos decretos y
aún después de 1819 continuaba el reparto amañado de tierras a esas pocas familias que ya
disfrutaban, desde principios de la colonia, de aquellos latifundios. Aunque ser propietario
no era condición para mantener el linaje del apellido ni para permanecer en la élite, sí era
símbolo de poder.13 La gran mayoría de esas tierras fueron concedidas de forma irregular y
aumentaban el prestigio de sus dueños que concentraban inmensos terrenos eriales e
improductivos en unas pocas familias o instituciones, que los tenían abandonados y no
cultivaban los alimentos necesarios para atender la demanda de las minas y absorber el
exceso de población de las tierras altas. En ciertos casos los colonos las alquilaban y las
labraban para su autoabastecimiento, pero los dueños les exigían despóticamente fecundos
resultados.14 Estas extensiones territoriales fueron otorgadas bajo los títulos de concesiones,
mercedes o amparo de tierras realengas, términos que se usaban indistintamente y al
parecer hacen referencia al mismo acto administrativo de adjudicar terrenos, por uno u otro
motivo a criollos bien emparentados.
El contexto social creado bajo la dominación española había establecido un visible y
complejo sistema de castas que podría representarse en una estratificación social: en el
ápice estaban los españoles y sus descendientes nacidos en América, en la base la población
12
Vicente Fernán Arango Estrada, La endogamia... 38-41.
13
María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez Gaviria, “El parentesco y la formación de las élites
en la Provincia de Antioquia” 54-56; Vicente Fernán Arango Estrada, La endogamia… xv-xvi.
14
Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 29; María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús
María Álvarez Gaviria, “El parentesco y la formación de las élites en la Provincia de Antioquia” 58.
6
indígena y negra, y entre ambos extremos una población mulata y mestiza cuya importancia
numérica y social fue diferente en todo el virreinato de la Nueva Granada. Es importante
aclarar que los migrantes peninsulares no estaban conformados en familias, sino que en su
mayoría eran hombres solos que terminaron uniéndose a mujeres cuyas familias llevaban al
menos una o dos generaciones asentadas en la Provincia de Antioquia.15 Esta élite blanca
que estaba en la cima buscó permanecer ahí por medio de vínculos estratégicos como
emparentarse con otros de su misma condición, o su propia familia. Estas relaciones de tipo
endogámico giran en torno a unos pocos apellidos que aún hoy son referentes de poder, por
esto mismo las concesiones de tierra fueron permitidas a españoles, blancos, comerciantes,
clérigos, comunidades religiosas, y a quienes sus influencias políticas y el ejercicio de
cargos públicos los catalogara como personajes importantes: alcaldes, corregidores,
alféreces reales, cabildantes, funcionarios de la corona, y otros que obtenían el globo de
tierra que prontamente ampliarían en detrimento de los indígenas, negros, mestizos,
mulatos, esclavos, criollos pobres, mazamorreros, labradores y otros menos distinguidos.16
En 1801 José María Aranzazu (padre de Juan de Dios), acaudalado comerciante español
domiciliado en Rionegro, realizó un viaje desde Medellín hasta Santafé –capital del
virreinato– por la única vía transitable en las inmediaciones de la poco habitada población
de Santiago de Arma que abarcaba parte de las cumbres de la cordillera central y de la hoya
del río Cauca por el camino que venía de Mariquita a Supía. Durante el trayecto entre la
población de Arma y el páramo de Herveo para llegar a Mariquita, pudo notar la “fertilidad
y riqueza mineral de sus montañas, inagotables en su profundidad como en su superficie”
por lo que solicitó estas tierras realengas como merced al rey Carlos IV y le propuso una
capitulación sobre ellas (alrededor de 200.000 hectáreas); el monarca aceptó, pero debido a
los sucesos políticos acaecidos en la península española y en sus colonias de América
durante la primera década del siglo XIX la concesión fue olvidada.17 En 1824 Juan de Dios
Aranzazu, hijo de José María, quien había fallecido diez años atrás, inició un viaje para
conocer los terrenos heredados y halló el punto en el que hoy está la cabecera; al ver
habitados los territorios reclamó la posesión de éstos al juez de primera instancia de
Rionegro. Una vez aprobada y decretada la propiedad comenzó un intenso pleito
encabezado por los vecinos de Arma, quienes ocupaban esta zona, cuatro años más tarde
son reconocidos como propietarios por sentencia de la Alta Corte de Justicia. La ambición
del político Juan de Dios Aranzazu lo llevó poco después a demandar y a ganar más
15
María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez Gaviria, “El parentesco y la formación de las élites
en la Provincia de Antioquia” 59.
16
Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 31, 255-327. Para saber más sobre
concesiones o mercedes o amparo de tierras véase María Teresa Uribe y Jesús María Álvarez, Raíces del
poder… 118-126; María Patricia Londoño Vega, Breve historia de Antioquia 32; Centro de Investigación y
Educación Popular (CINEP), “Poblamiento: paisas más… más allá”, Colombia País de regiones. Tomo 1
(Bogotá: Colciencias, 1998). En: http://www.lablaa.org/blaavirtual/geografia/region1/cap1b.htm
(08/05/2010); Vicente Fernán Arango Estrada, La endogamia… 37-40.
17
Benigno A. Gutiérrez, “Voces de gesta, Juan B. López. „Fermín López‟”. Gente Maicera: mosaico de
Antioquia La Grande (Medellín: Instituto Tecnológico Metropolitano, 2003) 314.
7
hectáreas de tierra de las otorgadas inicialmente por la corona. En un principio iban desde
el río Pozo hasta el río Pácora, y éste demostraba con documentos “oficiales” que era dueño
aproximadamente desde San Lorenzo hasta el río Chinchiná, área donde actualmente están
los municipios de Salamina, Aranzazu, Neira, Pácora y Manizales, sitios que aunque ya no
pertenecen a Antioquia sí figuran en la historia de ésta hasta 1905, cuando las segregaron
para crear el departamento de Caldas.18
Hacia 1825 Vicente Fermín López Buitrago, de quien hay un aparte al final de este
capítulo de colonización Antioqueña, ya ocupaba junto a su familia las tierras de la parte
meridional, un sitio conocido como Sabanalarga, entre los ríos Pocito y Chamberí donde
programaron una nueva fundación con el nombre de Salamina, pero en 1829, Juan de Dios
Aranzazu y los habitantes de Arma acordaron que los últimos serían propietarios de lo
habido entre los ríos Pácora y Pozo (nombre que toma el San Lorenzo después de recibir el
tributo del Chamberí y otros caudales que descienden de las estribaciones occidentales de la
Cordillera Central).19
Entre 1830 y 1930 seiscientas cuarenta mil hectáreas de tierras públicas fueron
convertidas a propiedades privadas en Antioquia, y trescientas mil en El Viejo Caldas. El
gobierno colombiano aprobó aproximadamente cinco mil quinientas concesiones a lo largo
del país, de éstas, menos del cinco por ciento fueron enajenadas entre las poblaciones del
sur de Antioquia y Caldas.20 Las concesiones también trajeron consigo la problemática
generada por la lucha entre los colonos “invasores” (que se abrieron paso entre la selva
enfrentando peligros y buscando un lugar apropiado para ocupar) y los dueños legales de
tales terrenos que con documentos oficiales demostraban ser sus propietarios, aunque en
muchas ocasiones ni siquiera los conocían. Los primeros trataban de negociar con los
dueños de las parcelas pues, como se dijo anteriormente, la ley reconocía el derecho de
posesión a quienes desmontaban y trabajaban la tierra, pero a cambio obtuvieron fuertes
enfrentamientos por la titulación de éstas. Los problemas con la Concesión Villegas y con
la Sociedad González, Salazar y compañía –antes Concesión Aranzazu–, duraron años sin
resolverse a pesar de que el gobierno terciaba entre las partes. Algunos empresarios se
aprovecharon de la situación desfavorable de los colonos y fundaron las poblaciones con
aquellos que habían invadido sus terrenos y con otros invitados con el propósito de
engrosar las colonias y valorizar las tierras.21
18
José Felipe López Montes (Párroco), Historia de Aranzazu, 2ª ed. (Medellín: Editorial Bedout, 1960) 76,
98, 99 y 202; Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia 383; Pedro
Felipe Hoyos Körbel, “El camino del norte y las diferentes poblaciones que comunica”, Café. Caminos de
herradura y el poblamiento de Caldas (Bogotá: Tercer Mundo editores, 2001) 20.
19
Benigno A. Gutiérrez, “Voces de gesta, Juan B. López. „Fermín López‟” 314-315.
20
Beatriz Amalia Patiño Millán, “Historia regional antioqueña” 57; Catherine LeGrand, “De las tierras
públicas a las propiedades privadas: acaparamiento de tierras y conflictos agrarios en Colombia: 1870-1936”,
Lecturas de Economía, Medellín, No. 13, enero-abril (1984) 24, citada por Víctor Álvarez Morales, “Identidad
regional y colonización permanente en Antioquia”, (Historia de Antioquia, Universidad de Antioquia, 2008)
3.
21
Beatriz Amalia Patiño Millán, “Historia regional antioqueña” 57.
8
Mapa No. 1
Concesiones de tierras en el siglo XIX, frontera del sur
22
José Joaquín Ruiz Zapata, fundador de Sonsón, era cuñado del terrateniente del norte de Antioquia y
minero Joaquín Barrientos Celada (esposo de María Josefa Ruiz Zapata, también hermana de María Manuela
Ruiz Zapata, suegra de Miguel Fonnegra Quintana, nieto de Antonio de la Quintana, quien era Alférez Real,
comerciante, minero y terrateniente dueño de la Concesión Quintana que abarcaba los terrenos donde están
actualmente los municipios antioqueños de Carolina, Angostura, Yarumal y Santa Rosa. Jairo Antonio Franco
Alzate, Desplazados y terratenientes… 196; ARGOS (Roberto Cadavid Misas), Historia de Antioquia
(Medellín: Seduca, 1996) 97, 177; Hermes Tovar Pinzón, Que nos tengan en cuenta. Colonos, empresarios y
aldeas: Colombia 1800-1900, (Bogotá: Tercer Mundo, 1995) 84-90, citado por Beatriz Amalia Patiño Millán,
“Historia regional antioqueña” 57; Vicente Fernán Arango Estrada, La endogamia... 41, 44.
23
María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez Gaviria, “El parentesco y la formación de las élites
en la Provincia de Antioquia” 55, 90-91.
10
la filiación con alguien de su mismo tronco parental que asegurara la permanencia de los
linajes en los descendientes.24
A continuación se desarrolla el genograma de un mismo grupo familiar iniciado por Juan
Londoño Trasmiera y Bárbara Gertrudis Zapata en septiembre de 1685, esta familia
acaparó grandes extensiones de tierra correspondientes a los territorios de Rionegro y
Marinilla en el oriente antioqueño. Como éstos tenían en sus manos las haciendas y
propiedades territoriales más importantes de la zona, los habitantes pobres se vieron
obligados a desplazarse hacia Sonsón y Abejorral, y posteriormente a los territorios de las
fronteras del sur. Con lo que no contaban los migrantes es que estos vastos territorios, que
supuestamente no tenían dueño, habían pasado a manos de este linaje mediante enlaces
matrimoniales (algunos entre sus mismos parientes) como dotes aportadas por los nuevos
miembros, quienes en algunos casos eran los dueños de las mercedes de tierras.25 El área
perteneciente hoy a La Ceja, Llanogrande y parte del área metropolitana de Medellín,
estuvo en poder de la familia de Londoño Trasmiera a lo largo de los siglos XVIII y XIX.
Durante más de cuatro generaciones los descendientes de este grupo familiar utilizaron la
producción de sus haciendas para mantener la cuadrilla de esclavos que se dedicaban a
laborar en sus minas. El prestigio alcanzado se derivó de su condición de grandes
propietarios de tierras y de minas, excepcionalmente algunos de ellos se desempeñaron
como comerciantes. Las generaciones están anunciadas en números romanos.26
I
El General Juan Londoño Trasmiera de la Cuesta, español, se estableció a mediados del
siglo XVII como vecino de Medellín donde contrajo matrimonio con la cejeña Bárbara
Gertrudis Zapata Toro, descendiente de mineros y encomenderos importantes: hija del
español Antonio Zapata Gómez de Múnera (Capitán, Alcalde ordinario, Regidor, Maese de
campo, y explotador de minas en los Valles de San Nicolás, los Osos, Ovejas y en los
distritos de Piedras Blancas) y de Ana María Toro Zapata García quien era la única y
legítima hija del también Capitán de Infantería Fernando Toro Zapata, nacido en 1595 y
uno de los mineros más acaudalados que explotaba minas de aluvión en Guarne hacia 1650.
Fernando Toro Zapata fue por muchos años contador real provincial y encomendero en San
Lorenzo de Aburrá, esposo de la descendiente de españoles María García de Ordaz y
Figueroa, e hijo del Capitán Conquistador Juan de Toro Servero. Su nieta, Ana María Toro
Zapata sería la dueña de los terrenos comprendidos entre el límite de la quebrada doña
24
Para la época el matrimonio católico era el único mecanismo de unión legítimo. María Teresa Uribe de
Hincapié y Jesús María Álvarez Gaviria, “El parentesco y la formación de las élites en la Provincia de
Antioquia” 55.
25
Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 40 y 41; Beatriz Amalia Patiño Millán,
Riqueza, pobreza y diferenciación social… 104.
26
Resalta Beatriz Patiño que posiblemente esta mano de obra era desplazada de las labores agrícolas a las
mineras de acuerdo con los requerimientos, sin que se pueda decir que un tipo de trabajo fuera más rentable
que otro pues se trataba de actividades complementarias. Beatriz Amalia Patiño Millán, Riqueza, pobreza y
diferenciación social… 104.
11
María en Itagüí, todos los cerros, lomas y montañas que se vislumbraban hacia el occidente;
al norte hasta los terrenos cuarteados de la quebrada La Madera, los matorrales, terraplenes
y helechales de Hato Viejo y entre sus dos afluentes al oriente y de norte a sur con el río de
los Aburráes. Además en sus dominios llegó a poseer la más grande cantidad de esclavos,
indígenas, mulatos, mestizos y hasta blancos empobrecidos, su encomienda era la más vasta
y poderosa en la historia del Valle de Aburrá.27
Juan Londoño Trasmiera poseía en la región del oriente antioqueño un hato ganadero
localizado en el sitio de La Ceja en el cual pastaban 328 reses de ganado vacuno y 108
cabezas de ganado caballar. Para 1711 tenía allí 430 animales y sus propiedades en la zona
valían $3.070. En Vallejuelo, poseía una estancia de más de 4 leguas en cuadro que no
fueron avaluadas en un alto precio pues se dijo que no eran de utilidad, posiblemente eran
tierras fértiles que no estaban siendo explotadas adecuadamente y debido a esto disminuyó
su avalúo. Gozaba también de la mina de San Juan, ubicada en el Valle de los Osos, en
donde tenía ranchería y 23 esclavos. Estos bienes se repartieron entre sus hijos, quienes se
radicaron en el valle de Rionegro, lugar en el que algunos incrementaron sus herencias con
los bienes que recibieron como dote de sus esposas y con la solicitud de nuevas mercedes
de tierra.28
II
Javiera Londoño Zapata, una de las herederas, contrajo nupcias en 1715 con Ignacio
de Castañeda Atehortúa, rico minero de la zona y hermano de María Javiera de Castañeda
Atehortúa, esposa de Antonio Londoño Zapata, hermano de Javiera. En un testamento
otorgado en 1766 esta última (Javiera Londoño Zapata) enumeraba como bienes suyos la
hacienda de La Ceja, heredada de su padre, y las del Llano de Hato y Salazar, con sus
ganados y yeguas. Parte de estas tierras le habían sido concedidas a Ignacio, su esposo, por
una merced otorgada en 1760. Entre sus propiedades también se contaban la mina de El
Guarzo, localizada en el partido de La Miel y 140 esclavos adultos e infantes. Esta
propietaria, que no tenía herederos forzosos, dispuso de sus bienes y trascendió en la
historia regional por haber otorgado 29 cartas de libertad en las cuales manumitió a 122
esclavos en 1767, y por haber decidido que para su manutención se les señalara en la mina
de El Guarzo la parte que se considerara conveniente.29 Esta libertad se las concedió con la
27
Beatriz Amalia Patiño Millán, Riqueza, pobreza y diferenciación social… 104; María Teresa Uribe de
Hincapié y Jesús María Álvarez Gaviria, “El parentesco y la formación de las élites en la Provincia de
Antioquia” 65-66. Fernando de Toro tuvo un hijo natural a quien reconoció tiempo después, el clérigo Jacinto
de Toro. Hugo Bustillo Naranjo, “San Antonio de Aburrá. Crónicas de Belén y otras crónicas”, 21 de junio de
2014. En: http://cronicas-belen-y-otras.blogspot.com.co/2014/06/san-antonio-de-aburra-hugo-bustillo.html
(20/10/2015). De este mismo autor ver: Hugo Bustillo Naranjo, “Una raíz presidenciable”, 24 de septiembre
de 2006. En: http://www.elmundo.com/portal/resultados/detalles/?idx=32040#.Vk0_HXYvddg (20/10/2015).
28
Beatriz Amalia Patiño Millán, Riqueza, pobreza y diferenciación social… 98.
29
85 años más tarde, en 1851, el Presidente José Hilario López, firma el decreto para liberar de manera oficial
a los esclavos en el país.
12
condición de que cada uno de los agraciados mandara a decir todos los años una misa a su
favor, y sobre el resto de sus bienes impuso una capellanía por su alma y la de su esposo.
Sancho, otro de los sucesores de la familia Londoño Zapata, logró acumular un
importante capital a través de sus actividades como minero y hacendado. En los albores del
siglo XVIII fue quizá el hombre más rico de Antioquia. Mediante una merced de tierras que
le fue otorgada en el sitio de Vallejuelo en 1767 amplió las propiedades territoriales que
había recibido como herencia. Parte de su fortuna posiblemente la recibió por vía de dote,
pues se casó con María Javiera de Piedrahíta, viuda de Antonio Casanoba e hija del capitán
Juan de Piedrahíta Saavedra, dueño de más de 1200 cabezas de ganado, uno de los más
importantes mineros de la ciudad de Antioquia y de los mayores propietarios de esclavos en
la provincia (135 repartidos entre las tierras y sus minas en Los Osos). Entre los bienes de
Sancho, habitualmente llamado “El corregidor” –por haber desempeñado este cargo en
Rionegro durante mucho tiempo–, se cuenta una posesión en Llanogrande, haciendas
ganaderas en el Valle de La Ceja (heredada de su padre), otra en Vallejuelo, además de las
minas en la quebrada de La Mosca (Real de Minas de Guarne), y en San Jacinto de Osos
donde en 1755 trabajaban 77 esclavos; además de cuatro leguas (3200 fanegas) en las
tierras de vertiente hacia el río La Miel. La cuadrilla de esclavos que conformó Sancho
Londoño Zapata a mediados del siglo XVIII dio origen a algunas de las más grandes de la
Provincia de Antioquia, y por tanto en una de las familias que poseía más esclavos en toda
la Provincia. Miembros de la siguiente generación la acrecentaron comprando algunos
otros, pero realmente la mayor parte de ellos fue obtenida por reproducción vegetativa. Sus
herederos fueron sus hijas María Josefa, Joaquina y Manuela, y Sancho su único hijo varón,
que era sacerdote y a quien como herencia le correspondieron 15.383 pesos 2 tomines de
oro (lo mismo que a sus hermanas) más un tercio de los bienes de su madre como legado
especial, con la obligación de retornarlos al patrimonio familiar cuando muriera.30
III
María Josefa Londoño Piedrahíta, casada con el español Juan Prudencio Marulanda.
Poseía 119 esclavos en 1815, mientras que los de su padre ascendían a 230 en 1779.
Tuvieron tres hijos: Miguel, Rita y Francisco Marulanda Londoño, de estos dos últimos se
hablará adelante en el numeral IV. Miguel estaba casado con Javiera Restrepo Echeverri.
Joaquina Londoño Piedrahíta, contrajo matrimonio con el español Juan Martín
Bernal. En el censo de 1787 contaba con una posesión de un cuarto de legua en
Llanogrande, y otra de media legua (50 cuadras) de tierras de pan y caballería en La Ceja.
Poseía 150 vacas y 35 caballos, y cultivaba legumbres de tierra fría. En sus tierras y en un
derecho en la mina de la Candelaria (quebrada de La Mosca) tenía trabajando 53 esclavos.
Esta mano de obra era complementada, en el caso de las posesiones territoriales, por un
mestizo y 4 mulatos libres, que trabajaban en ellas en calidad de mercenarios o agregados.
30
María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez Gaviria, “El parentesco y la formación de las élites
en la Provincia de Antioquia” 65.
13
Todos estos bienes eran parte de su herencia, pues de acuerdo con su testamento, otorgado
en 1797, cuando murió su cónyuge, el caudal que dejó apenas alcanzó para cubrir la dote de
ella y no tuvo para pagar las deudas. No obstante, diez años atrás, su fortuna se contaba
entre las diez más altas de la jurisdicción de Rionegro y fue distribuida a su muerte entre
los hijos que tuvieron.
Manuela Londoño Piedrahíta, en cambio, amplió las posesiones territoriales que
había heredado. Esta vecina de Rionegro se casó en enero de 1744 con Felipe Villegas y
Córdoba, comerciante español a quien en 1763 la corona española había otorgado un
inmenso territorio al centro sur antioqueño, concesión que más adelante llevaría su apellido.
Villegas fue alcalde mayor de Rionegro (momento en el cual contribuyó al despojo de las
tierras de la ciudad de Arma para que los títulos le fueran trasladados a Rionegro), minero
con cuadrilla en el Río Buey donde tenía 33 esclavos, así como socio de otra gran empresa
minera constituida por el gobernador Francisco Silvestre con los más acaudalados mineros
de la provincia para explotar unas minas abandonadas en el cerro de Buriticá.31 La pareja
tuvo seis hijos (Manuel José, José Antonio, Ana María, María Teresa o Lorenza, Bárbara y
Juan José). A la muerte de Manuela en 1784, sus bienes consistían en una posesión de casa
y tierras en Llanogrande avaluada en 598 pesos 6 tomines, la cual heredó de sus padres;
tenía una estancia en La Ceja, donde pastaban 336 cabezas de ganado vacuno y 74 cabezas
de ganado caballar y en la que mantenían 20 esclavos. Esta propiedad, apreciada en 12.396
pesos de oro, era parte de su dote; además de un pedazo de tierras en La Cuchilla de La
Honda, donde había una mina de oro corrido y un ojo de sal, y las tierras encerradas entre
los ríos Buey y Arma, desde sus cabeceras hasta que se juntan, cuyo precio era de 1.500
pesos. Este último derecho le había sido otorgado a su esposo por la merced de tierras
concedida en 1763 y correspondía al territorio donde hoy están los municipios de Sonsón y
Abejorral.
IV
Por lo que respecta a la cuarta generación, muchos conservaron las propiedades que
heredaron, fue el caso de José Antonio “el maestro” Villegas Londoño, hijo de Manuela
Londoño y Felipe Villegas, quien según el censo de 1787 tenía 15 fanegas de tierra en La
Ceja, 48 cuadras de tierra y una mina con sus labores en el sitio de Las Yeguas (cerca a
Abejorral). La mano de obra utilizada estaba representada por 31 esclavos y 2 libres que
vivían agregados en sus tierras. Su patrimonio se complementaba con un derecho en las
tierras del Buey, las que se hallaban sin partir con sus hermanos y cuñados. Es importante
anotar que este individuo, a nombre de los herederos de su padre, negoció dicho terreno con
los colonos de Sonsón a fines del siglo XVIII y es el fundador de Abejorral. Se casó en dos
ocasiones, primero, en 1776 con María Francisca Restrepo Echeverri (tía de Ignacio
Marcelino Palacio Restrepo, reconocido líder de los colonos y fundador de Manizales y
31
María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez Gaviria, “El parentesco y la formación de las élites
en la Provincia de Antioquia” 65.
14
Neira; e hija de Alonso José “Alonsito” Restrepo Vélez de Rivero y Manuela Echeverri
Gallón. María Francisca era hermana de Javiera Restrepo Echeverri, esposa de Miguel
Marulanda Londoño, primo hermano del “maestro” Villegas), y posteriormente, 39 años
después, en 1815, con Javiera Franco Gallego, quien al parecer era una campesina, de los
primeros colonos llegados a Abejorral, hija de Gabriel Franco y María de la Ascensión
(Asunción) Gallego. Se desconoce si las segundas nupcias del “maestro” Villegas se
debieron al deceso de su primera esposa.32
Ana María Villegas Londoño contrajo nupcias con el español José Antonio González
de Leiva, acaudalado e importante comerciante en Honda quien tenía la sede de sus
negocios en Rionegro.
Juan José Villegas Londoño, vecino de La Ceja consorte desde 1790 de su prima
segunda María Antonia Llano Marulanda, hija del español José Antonio Llano de la
Pontilla y de Rita Marulanda Londoño, hija de Juan Prudencio Marulanda Isaspiribil y
Josefa Londoño Piedrahíta.
María Teresa/Lorenza Villegas Londoño fue la esposa de Juan Lorenzo Álvarez del
Pino García (alcalde mayor de Medellín y descendiente de familia negociante de tierras en
el Valle de Aburrá, una de las élites mineras de los primeros tiempos, con lo que
consolidaron una gran propiedad territorial).
Bárbara Villegas Londoño casada con Cosme Nicolás González Gutiérrez (abogado
de La Real Audiencia), familia de cinco hijos donde se reunían tres de las más grandes
fortunas de Antioquia.33
Por último, Manuel José Villegas Londoño casado con su prima hermana Ana María
Bernal Londoño –hija de Juan Martín Bernal y Joaquina Londoño Piedrahíta– tuvieron
entre sus hijos a María Magdalena Villegas Bernal, relacionada más adelante.
V
Hijos de Cosme Nicolás González Gutiérrez y Bárbara Villegas Londoño:
Tetania Inés González Villegas, cónyuge de José Ignacio Gutiérrez y padres del
reconocido poeta Gregorio Gutiérrez González.
Bárbara González Villegas, esposa de Juan Bautista Mejía.
32
Miguel Marulanda Londoño era hijo de Juan Prudencio Marulanda Isaspiribil y María Josefa Londoño
Piedrahíta. Beatriz Amalia Patiño Millán, Riqueza, pobreza y diferenciación social… 98-104; María Teresa
Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez Gaviria, “El parentesco y la formación de las élites en la Provincia
de Antioquia” 65-66; Vicente Fernán Arango Estrada, La endogamia... 200-201; Jairo Antonio Franco Alzate,
Desplazados y terratenientes… 224.
33
Cosme Nicolás González Gutiérrez era hijo del español Bernardo González Aparicio y la medellinense
Catalina Gutiérrez Céspedes, casados en Rionegro. Al enviudar en 1736, Catalina se trasladó a Bogotá e
ingresó al convento El Carmen donde tomó el hábito en 1752 en presencia de sus hijos. Iván Restrepo
Jaramillo, “Genealogías de Antioquia y Colombia”. En:
http://gw.geneanet.org/ivanrepo?lang=en&pz=ivan&nz=restrepo+jaramillo&ocz=1&p=catalina&n=gutierrez
+de+cespedes+arango (17/05/2016).
15
VI
Hijos de Francisco Marulanda Londoño y Ana María González Villegas:
Manuel nació en 1812, fue presidente del Concejo de Salamina, y alcalde de ese
mismo lugar en 1862.
Cosme nació en La Ceja en 1810, falleció en 1887 en Marulanda, Caldas, población
que él había fundado. Su padre tenía tierras cultivables en las que Cosme trabajó; a los 22
años marchó a Salamina con su tío Elías González Villegas y se constituyó en su heredero
cuando éste fue asesinado por unos colonos. Tuvo varios cargos importantes en Salamina
como presidente del Concejo, alcalde y prefecto.34
Hijos de Manuel Antonio Mejía Mejía y María Magdalena Villegas Bernal:
José María Mejía Villegas, nacido en Rionegro en 1817, fue un importante
terrateniente de Caldas y Risaralda al que la nación le adjudicó amplias áreas de terrenos
baldíos, fue uno de los fundadores de Salamina, aparece con frecuencia en pleitos con
pequeños colonizadores sobre la vertiente del Cauca, especialmente en el municipio de
Belalcázar. Todo parece indicar que fue él quien apaleó al juez Vicente Ospina (hermano
de Mariano Ospina Delgado), por haber fallado en contra de los intereses de “González,
Salazar y Cía.”. José María fue amigo personal de su primo segundo Elías González, estuvo
presente junto a su hermano Ambrosio en el momento en el que González fue asesinado.
Ambrosio Mejía Villegas nació en Sonsón en 1823, estuvo vinculado a la compañía
Burila y junto a Elías González, Luis Gómez Salazar y Jorge Gutiérrez de Lara, hizo parte
34
Javier Mejía Cubillos, Diccionario biográfico y genealógico de la élite antioqueña y viejocaldense.
Segunda mitad del siglo XIX y primera del XX (Pereira: Red Alma Mater, 2012) 124. En:
http://repositorio.utp.edu.co/dspace/bitstream/11059/3190/1/Diccionario%20biografico%20y%20genealogico
%202012.pdf. (08/04/2015).
16
de la sociedad “González, Salazar y Cía.” que en las décadas del 50 y 60 del siglo XIX
encarnaron una fuerte lucha por terrenos de colonización en El Viejo Caldas. Dicha
sociedad era la representante de los herederos de José María Aranzazu y recibió bonos o
títulos de tierras baldías de parte del gobierno colombiano entre 1855 y 1866 por una
cantidad cercana a las 13.800 hectáreas.
En la siguiente hoja se encuentra la imagen No. 1, el genograma de los principales
integrantes de la familia Londoño Zapata, dueña de concesiones de tierra, minas y
haciendas en la Provincia de Antioquia desde el siglo XVII. En color negro están los
integrantes de la red familiar, y en verde, los cónyuges o nuevos miembros. Nótese que hay
un par de uniones endogámicas quizá con el propósito de conservar el linaje y los
territorios.
La alianza era el mecanismo principal que permitía vincular diferentes fortunas aisladas
con el objetivo de controlar y monopolizar recursos mediante actividades como la minería,
la agricultura, la construcción de caminos y la administración provincial. Estas
articulaciones se vivieron en la Antioquia borbónica por la vía parenteral con la
construcción de familias a través de la alianza de sus miembros, como el grupo parental de
Felipe Villegas con la familia Londoño y la familia Piedrahíta Saavedra. 35 El poder que
tenía esta red de viejas familias unidas por una “tupida maraña de afinidades y
compadrazgos” les permitía controlar gran parte de los recursos territoriales y mineros de la
región, originando a largo plazo una nueva plutocracia. Se observa que la línea de
continuidad es femenina, lo que lleva a pensar que éstas constituyen el lugar de confluencia
de intereses económicos, políticos y culturales. Estos linajes matriarcales presentan un
entrecruzamiento parental tan intrincado que indudablemente se trata de la misma red
parental. Además de ello, ejercieron cargos de alcalde, corregidor, alférez real, que
utilizaron para ampliar sus propiedades y defender sus intereses, situación que se evidenció
de manera clara a lo largo del pleito seguido por el alférez real Felipe Villegas y sus
herederos contra los colonos de Sonsón.36
35
María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez Gaviria, “El parentesco y la formación de las élites
en la Provincia de Antioquia” 72-73.
36
Vicente Fernán Arango Estrada, La endogamia... xiv-xv; María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María
Álvarez Gaviria, “El parentesco y la formación de las élites en la Provincia de Antioquia” 63.
17
Imagen No. 1
Genograma de la familia Londoño Zapata
II
Antonio María Javiera Ignacio Javiera Sancho María
Londoño Castañeda Castañeda Londoño Londoño Javiera
Zapata Atehortúa Atehortúa Zapata Zapata Piedrahíta
III
Juan Joaquina Sancho Felipe Manuela Juan María Josefa
Martín Londoño Londoño Villegas y Londoño Prudencio Londoño
Bernal Piedrahíta Piedrahíta Córdoba Piedrahíta Marulanda Piedrahíta
IV
Ana María Manuel José Javiera José Antonio María Francisca José Antonio Ana María Juan Lorenzo María Teresa Cosme Nicolás Bárbara Juan José José Antonio Rita Francisco Miguel Javiera
María Bernal Villegas Franco Villegas Restrepo González de Villegas Álvarez del Villegas González Villegas Villegas Llano de la Marulanda Marulanda Marulanda Restrepo
Londoño Londoño Gallego Londoño Echeverri* Leiva Londoño Pino García Londoño Gutiérrez Londoño Londoño Pontilla Londoño Londoño Londoño Echeverri*
V
Manuel María José Tetania Inés Elías Margarita José María María Antonia Bárbara Juan Ana María María Antonia
Antonio Magdalena Ignacio González González Ospina Aranzazu González González Bautista González Llano
Mejía Mejía Villegas Bernal Gutiérrez Villegas Villegas Tornero Villegas Villegas Mejía Villegas Marulanda
VI
José María Ambrosio Gregorio Juan de Dios Manuel Cosme
Mejía Mejía Gutiérrez Aranzazu Marulanda Marulanda
Villegas Villegas González González González González
Fuente: Elaborado a partir de datos extraídos de María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez Gaviria, Raíces del poder regional: el caso antioqueño
(Medellín: Universidad de Antioquia, 1998) 200-227; Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes en la colonización antioqueña del sur, 1780-
1930: apellidos de “colonizadores pobres” y de “capitalistas colonizadores” (Medellín: Arteimagen-Hipertexto Ltda., 2009) 34-61; Beatriz Amalia Patiño
Millán, Riqueza, pobreza y diferenciación social en la Provincia de Antioquia durante el siglo XVIII (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, Centro de
Investigaciones Sociales y Humanas (CISH), 2011) 101-105; Vicente Fernán Arango Estrada, La endogamia en las concesiones antioqueñas (Manizales: Hoyos
Editores, 2003) 220-250.
18
44
Otra razón para decretar en 1851 la libertad forzosa de la población esclava fue la presión ejercida por los
adeptos al pensamiento abolicionista, que entre otras cosas, veían la servidumbre como una traba para la
imposición del trabajo libre asalariado. Vale aclarar que alguna parte de la población esclava había logrado
comprar de manera progresiva, desde finales del siglo XVII, su carta de libertad. Ministerio de Educación,
“Cimarrones y cimarronajes”, 36. En: http://www.colombiaaprende.edu.co/html/etnias/1604/articles-
82835_archivo.pdf (18/03/2016); Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 25; Vicente
Fernán Arango Estrada, La endogamia... xv; Álvaro López Toro, Migración y cambio social en Antioquia
durante el siglo XIX (Medellín: Ediciones Hombre Nuevo, 1979) 54.
45
Víctor Álvarez Morales, “La formación de la estructura agraria en Antioquia”, Revista antioqueña de
economía. Medellín, No. 10, abril-junio (1983): 110-120.
46
Álvaro López Toro, Migración y cambio social en Antioquia… 54.
19
47
Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 26-27; Víctor Álvarez Morales, “Identidad
regional y colonización permanente en Antioquia” 7; Ministerio de Educación, “Cimarrones y cimarronajes”,
36. En: http://www.colombiaaprende.edu.co/html/etnias/1604/articles-82835_archivo.pdf (18/03/2016).
48
Víctor Álvarez Morales, “La formación de la estructura agraria en Antioquia” 110-120; Víctor Álvarez
Morales, “Identidad regional y colonización permanente en Antioquia” 3.
49
Álvaro López Toro, Migración y cambio social en Antioquia… 54.
20
se relacionaban las prácticas dañinas del cultivo del suelo y el minifundio. En el momento
de su fundación Rionegro contaba con tierras fértiles, pero hacia 1847 debido al continuo
aumento poblacional y a la subdivisión de la tierra, el tamaño promedio de la propiedad en
sus nueve distritos era sólo de 3,52 hectáreas de tierra arable.50 Un habitante promedio sólo
podía adquirir tierras mediante la colonización de los terrenos selváticos que descuajaba para
construir su vivienda o invadiendo un pequeño espacio de los ya pequeños resguardos
indígenas, cuyas tierras, sin estar propiamente habilitadas para el cultivo, tenían una posición
estratégica de cercanía a las diferentes poblaciones.
Ante este panorama, el oidor y visitador Mon y Velarde debía crear acciones que
contrarrestaran las dificultades observadas. Por un lado, requería subsanar las diferencias
sociales y económicas entre los grandes propietarios y los “vagos y mal entretenidos”,
aquellas personas sin rentas ni bienes ni oficio, o jornaleros sin estabilidad en una finca
ajena (en el modelo borbónico de sociedad y gobierno era un delito ser pobre o desadaptado
social).51 Por otro lado debía solucionar la escasez de vivienda generada por la perversa
concentración y distribución de tierras –en el caso de los latifundistas–, y por el
significativo aumento de la población que desencadenó la repetida fragmentación de los
terrenos –en el caso de los pobres–. Así que propuso soluciones radicales para estimular y
diversificar la producción, superar la crisis de altos precios, la baja ocupación laboral,
restaurar el orden social y acoger nuevas colonizaciones. Para ello y con el fin de regular el
latifundismo promocionó la migración, concediendo acceso libre y gratuito a extensiones
limitadas de tierras, dando autonomía en la fundación de pueblos y fomentando nuevas
colonias agrícolas cerca de los centros mineros, ignorando los derechos previos de los
dueños y terratenientes que teniendo propiedades fértiles no las explotaban adecuadamente.
Podría decirse que las presiones se fueron acumulando dentro del sistema regional hasta
forzar la sustitución de los mecanismos institucionales de acceso y de control de la tierra.
Mediante la citada Real Cédula del 2 de agosto de 1780 se “acordó” una reforma agraria
entre el estado, la élite regional y los menos favorecidos, suministrando algunas tierras
adjudicadas no sobre la base de la influencia y de la posición social de los solicitantes, sino
buscando estimular a los campesinos independientes y a los vagos y mal entretenidos para
que hicieran parte de la corriente colonizadora del siglo XIX. No obstante, las ordenanzas
mandaban repartir baldíos y terrenos comunes entre los pobladores de nuevas colonias y
fundadores de poblaciones. Estos repartos fueron inequitativos y generaron rivalidades
locales entre los mismos colonos, y entre caucanos y antioqueños.52
La reacción inicial de los latifundistas a estas reformas fue muy moderada, lo cual
sugiere que para ellos la tierra arruinada y desaprovechada tenía un reducido valor. Las
50
Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 70.
51
Luis Fernando Molina, “Colonización antioqueña y medio ambiente” 32; Álvaro López Toro, Migración y
cambio social en Antioquia… 54; Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 30; Roberto
Luis Jaramillo, “La colonización antioqueña”, Historia de Antioquia, editor Jorge Orlando Melo, (Medellín:
Suramericana de Seguros, 1988) 190.
52
Álvaro López Toro, Migración y cambio social en Antioquia… 56-57; Jairo Antonio Franco Alzate,
Desplazados y terratenientes… 25-72; Roberto Luis Jaramillo, “La colonización antioqueña” 194-196.
21
propuestas del oidor y visitador fueron acogidas por las personas que no contaban con los
recursos económicos ni con la tierra, quienes estaban dispuestos a aventurarse en la selva
para conseguir su propiedad. Allí se asentaron, sembraron alimentos para subsistir,
paradójicamente, tiempo después, cuando estaban fundadas las primeras poblaciones,
construidos los incipientes caminos de herradura, las propiedades y los terrenos empezaban
a valorizarse, llegaron los terratenientes a proteger sus supuestos derechos como
propietarios y cometer toda clase de atropellos mediante acciones legales en contra de los
nuevos propietarios.53
53
Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 15, 35-36, 65; Álvaro López Toro, Migración
y cambio social en Antioquia… 56-57.
54
Pablo Rodríguez, “La familia en Colombia” 287.
55
Eduardo Santa, La colonización antioqueña: una empresa de caminos (Bogotá: Tercer Mundo Editores,
1993), citado por Beatriz Amalia Patiño Millán, “Historia regional antioqueña” 56.
22
necesarios para el consumo, abaratando al tiempo sus costos. Aún así, el cabildo le
respondió que quienes concedían el permiso y el auxilio suficiente para que aquellos que se
dedicaran a la siembra lograran el fruto de su trabajo eran los especuladores y negociantes
de tierras, como era de esperarse estos acaparadores se negaron a la sugerencia del
procurador Montoya. Ya avanzada la colonización hacia el sur, veinticinco años más tarde,
se ventilaba en el mismo cabildo el proyecto de acabar con vagos y ladrones, formando una
población en Sabanalarga (Salamina), camino de Herveo.56
En otros casos los colonos no salieron a las montañas bajo órdenes o leyes que los
obligaban al desplazamiento. Simultáneamente a la acción oficial se generó la movilidad
espontánea de campesinos pobres que aprovecharon las políticas que daban vía libre a la
colonización, por el afán de lucro o deseando la independencia económica, buscaban ser
propietarios de una parcela o de una mina. Los pioneros fueron arriesgados, invadieron los
terrenos de la concesión Villegas que abarcaba parte de los actuales municipios de La
Unión, El Retiro y Montebello, así como la totalidad de Abejorral y una parte de Sonsón, se
asentaron por vías de hecho y al no tener capacidad económica para pagar la mano de obra
explotaron las tierras colonizadas con el trabajo familiar y equilibraron las actividades
mineras y agrícolas. Vertiginosamente y desde todos los rincones de la provincia fueron
llegando más migrantes pobres que buscaban las mejores condiciones para vivir. La
mayoría eran de aquellos principales centros poblacionales con un alto número de
habitantes; decididos, se adentraron en la selva exponiéndose a peligros desconocidos,
abrían sus rozas limpiando la maleza de la tierra antes de labrarla para que retoñaran las
plantas, y continuaban su marcha. En muchas ocasiones se vieron envueltos en pugnas
violentas e incluso legales porque durante su travesía invadían inconscientemente las tierras
de los concesionarios cuyos inconmensurables límites eran ambiguos, pues los dueños en
su beneficio los extendían más allá de los que les había definido el gobierno.
Otros grandes propietarios, mayoritariamente comerciantes, promovían la ocupación de
sus tierras atrayendo a campesinos con la oferta de créditos o entrega de parcelas si
ayudaban con la mano de obra para construir caminos hacia los puertos del Magdalena y el
Atrato facilitando el tráfico comercial.57 Quienes tenían los recursos y el poder para intentar
acceder a las formas institucionales de la dominación procuraban encontrar un lugar para
fundar una nueva población, expandiendo la frontera agrícola. Si dicha población era
exitosa económicamente también lo serían los distinguidos fundadores al invertir en el
desarrollo de la población para asegurar su prosperidad y la llegada de nuevos residentes
que lo dinamizaran. De esta forma existía una relación directamente proporcional entre la
prosperidad del poblado y el aumento de la capacidad política del colonizador. A mayor
56
Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 29, 217; Roberto Luis Jaramillo, “La
colonización antioqueña” 190-191. Para saber del origen familiar del procurador Montoya véase María Teresa
Uribe y Jesús María Álvarez, Raíces del poder… 67-69.
57
Luis Fernando Molina, “Colonización antioqueña y medio ambiente” 32-33; Vicente Fernán Arango
Estrada, La endogamia... 20-21.
23
importancia del poblado mayor poder del cabildo y mejores condiciones institucionales
para el ejercicio del poder.58
En esta primera etapa del movimiento migratorio se tuvo que demarcar una nueva
colonia y una nueva población. En 1808 fue fundada Abejorral, la cual contó con el
consentimiento explícito de los latifundistas. Allí aplicaron el modelo de agricultura que les
había traído excelentes resultados y trazaron el modelo de colonización que conduciría a
todos los puntos cardinales y con especial énfasis hacia el sur.59
La colonización antioqueña puede entenderse como un proceso exitoso en términos
ambientales, sociales y económicos, que integró a la economía nacional terrenos
deshabitados, aproximadamente treinta mil hectáreas de tierra que durante siglos
permanecieron baldías. Así mismo fue el mecanismo a través del cual la Provincia de
Antioquia expandió sus fronteras y pasó de ser pequeña y poco poblada a constituirse en
una de las principales del país, al acelerar la ocupación, incorporación y ampliación de
nuevas áreas territoriales; generar nuevas actividades agrícolas, desarrollar la ganadería,
renovar la empresa minera, la formación de nuevos poblados y caseríos conectados a partir
de los caminos construidos.60
En el centenario comprendido entre 1870 y 1970 que abarcan la segunda y tercera
etapas, según la clasificación de Eduardo Santa, hubo notables transformaciones, lentas,
profundas, en la población y en la familia. En promedio los colonos solían estar unidos a
una mujer joven y sana que se encargaba de la crianza de los hijos, multiplicando la mano
de obra familiar porque no había capacidad económica para pagar trabajadores, funcionó
bajo patrones de pequeña y mediana propiedad familiar donde se combinaban la crianza de
animales de consumo con los cultivos de pan coger, y de exportación como el tabaco y el
café, costumbre que garantizó una distribución equitativa de los ingresos.61 Se dividieron
por diversas rutas de la provincia gracias a los senderos que ellos mismos trazaron y que, en
algunos casos, conducían a las denominadas “fondas camineras” alrededor de las cuales
crecieron ciertos pueblos antioqueños, expandiendo la frontera agrícola con el surgimiento
de nuevas poblaciones.62 Marinilla, Rionegro, La Ceja, Sonsón y Abejorral son entidades
territoriales inter conectadas, la ola colonizadora se movía organizadamente, con
proyección, conociendo la historia, la geografía y las leyes del momento.63
Los migrantes exploraban previamente la zona a donde se dirigirían, generalmente
buscaban terrenos con una altitud semejante a la de su lugar de origen, es decir, de 1.500 a
58
María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez Gaviria, “El parentesco y la formación de las élites
en la Provincia de Antioquia” 91.
59
Álvaro López Toro, Migración y cambio social en Antioquia… 56-57; Jairo Antonio Franco Alzate,
Desplazados y terratenientes… 65.
60
Víctor Álvarez Morales, “Identidad regional y colonización permanente en Antioquia” 19; Vicente Fernán
Arango Estrada, La endogamia... xvi.
61
Eduardo Santa, La colonización antioqueña: una empresa de caminos, citado por Beatriz Amalia Patiño
Millán, “Historia regional antioqueña” 56; Pablo Rodríguez, “La familia en Colombia” 275-276, 287.
62
Luis Fernando Molina, “Colonización antioqueña y medio ambiente” 34; Beatriz Amalia Patiño Millán,
“Historia regional antioqueña” 56.
63
Vicente Fernán Arango Estrada, La endogamia... 20.
24
2.000 metros de altura sobre el nivel del mar, ya que conocían cómo se cultivaba la tierra
según sus características físicas, y además porque sabían que, para esa época, era un clima
libre de enfermedades tropicales causantes de un alto número de muertes. Habitualmente
salían a las montañas cargados con yesca, semillas de maíz, granos de fríjol y algunas
gallinas. Según su capacidad económica también llevaban una novillona y una pareja de
cerdos. La distancia entre cada pueblo durante la colonización era aproximadamente de una
jornada a pie. Por lo regular los colonos migraban en diciembre por ser época soleada, entre
enero y marzo aprovechaban la sequedad para descuajar la selva incendiando árboles
chamizos y rastrojos. Al enfriarse el suelo sembraban sobre las cenizas las semillas de
maíz que germinaban aceleradamente con las lluvias de abril, cuando comenzaban a salir
las mazorcas de los tallos sembraban los granos de fríjol para que la planta pudiera
enredarse en la caña del maíz, si alguna ave estaba cerca picoteando las vainas y las
mazorcas, el colono la cazaba con sondas y la consumía con su familia. De este modo se
alimentaba y cuidaba el cultivo que con el tiempo y la capacidad de trabajo familiar
aumentaba su producción. El colono también destinaba un pedazo de tierra para que
permanecieran los animales que ayudaban al sustento familiar como las gallinas, los cerdos
y algún ganado, buscando asegurar su alimentación a largo plazo y una larga estadía en
aquel espacio de selva. Los asentamientos iban creciendo con todos los beneficios de la
época: curato, juez de instrucción y administración pública, y fue esta situación la que, en
parte, provocó los conflictos jurídicos por los títulos de las tierras a poblar, pues como el
colono se había asentando por vías de hecho, no quería esperar prescripciones al paso de los
años, lo que él y sus familias requerían era una tierra donde pudieran obtener su comida
diaria y cierto superávit que vendían e invertían nuevamente aumentando sus ganados,
terrenos y cultivos.64
En las primeras etapas de la colonización unas poblaciones fueron más acuciosas que
otras. Una colonia agraria bien organizada era indispensable para lograr una colonia urbana
puesto que ésta se constituía en el núcleo de innumerables actividades como el mercado, las
transacciones de toda índole, el ejercicio de las prácticas religiosas y el lugar de contacto
con las autoridades.65 Los colonos y pequeños campesinos crearon nuevas tierras para el
cultivo, espacios para la actividad minera y construcciones que comunicaban a todos los
pueblos fundados mediante puentes, cables aéreos, barcas cautivas, tarabitas, ferrocarriles y
toda “una empresa de caminos”, logrando un importante crecimiento del comercio regional
con intercambios cada vez mayores de bienes y personas. La mayoría de estas acciones se
llevaban a cabo desde el siglo XVII, sólo que desde la primera mitad del siglo XIX este
proceso tenía ya un carácter institucional.66
64
Luis Fernando Molina, “Colonización antioqueña y medio ambiente” 34; Pedro Felipe Hoyos Körbel, “El
camino del norte y las diferentes poblaciones que comunica” 30-32.
65
Roberto Luis Jaramillo, “La colonización antioqueña” 193.
66
Luis Fernando Molina, “Colonización antioqueña y medio ambiente” 34-35; Víctor Álvarez Morales,
“Identidad regional y colonización permanente en Antioquia” 20; Eduardo Santa, La colonización
antioqueña: una empresa de caminos, citado por Beatriz Amalia Patiño Millán, “Historia regional
antioqueña” 56.
25
Desde la crisis minera del siglo XVII hasta mediados del siglo XVIII se habilitaron tierras y
se construyeron las más importantes haciendas del Valle de Aburrá, lo que dinamizó la
colonización y ocupación de nuevas tierras como las de El Oriente y Los Osos. Este fue un
poblamiento espontáneo y un poco desordenado, contó con la intervención de ricos y de
pobres que participaban de diferentes formas con el común interés de abrir frontera y ampliar
la territorialidad regional. La desigualdad era evidente en lo referente al tamaño,
condiciones y fertilidad de las parcelas que se distribuían al antojo en extensiones que
oscilaban entre 60 y 150 fanegadas. Aunque en la zona antioqueña durante 1800 y 1880
prevaleció la organización comunitaria de la colonización, la política de concesiones
agrarias tendía a favorecer a un reducido número de familias. Las diferencias también se
evidenciaban en la composición social y racial. Según algunas estadísticas iniciales,
Sonsón, Aguadas y Salamina vivían tanto en una decadente sociedad esclavista como en
una señorial. Los blancos de Rionegro que residían en las colonias poseían pocos esclavos,
pero numerosísimos sirvientes que tenían la calidad de libertos, a esto agrega el historiador
Roberto Luis Jaramillo que, “patricios y plebeyos, trasplantados a las nuevas tierras,
lograron reproducir las condiciones de sus lugares de origen”.67 La riqueza o pobreza de las
colonias fue imitación de la situación económica que tenían a finales del periodo colonial
las ciudades y villas de donde provenían sus colonizadores, y quizá por ello las colonias de
los rionegreros y medellinenses fueron más dinámicas y ricas que las de los vecinos de
Marinilla y La ciudad de Antioquia. Tanto los grandes hacendados como los pequeños
propietarios fueron el resultado de esta forma de colonización.68
La migración y el poblamiento fueron incentivados por las necesidades internas de la
provincia. Los habitantes luchaban indistintamente por el progreso y el desarrollo personal,
familiar y empresarial. Pobres y ricos estaban en la misma búsqueda, a veces solos y a
veces colectivamente, cada uno desde y hasta dónde lo permitieran sus posibilidades. Por
tanto estas marcadas desigualdades y la ambición de algunos permitió que se cometieran
muchas injusticias, sobretodo en la repartición de tierras como le ocurrió a los migrantes
del cabildo de Rionegro que tras ciertas rivalidades entre ellos al debatir si debían hacer su
asentamiento únicamente con pobres y mestizos o si incluían a ricos y blancos, compraron
en 1792 a Juan José Villegas, hijo de Felipe Villegas, las tierras que abarcan los ríos Aures
y Arma, para repartirlas entre todos, durante las negociaciones de compra apareció José
Joaquín Ruiz Zapata, un blanco rionegrero, el cual sería nombrado posteriormente como
juez poblador y quien ofreció el doble de dinero por ellas para repartirlas a su antojo. Ruiz
Zapata, desconociendo los derechos de los colonos, llamó a sus parientes y allegados
vecinos de Rionegro, Llanogrande y Medellín y les adjudicó las mejores tierras, las cuales
actualmente siguen disfrutando sus descendientes. Los colonos pidieron más tierras al
oriente, cada uno quería ser propietario y el inequitativo reparto de parcelas y el mismo
67
Roberto Luis Jaramillo, “La colonización antioqueña” 194.
68
Álvaro López Toro, Migración y cambio social en Antioquia… 70; Beatriz Amalia Patiño Millán, “Historia
regional antioqueña” 56; Víctor Álvarez Morales, “Identidad regional y colonización permanente en
Antioquia” 10.
26
dinamismo de la colonia los alejaba de su proyecto. Un camino hasta el río Samaná los
conducía a los terrenos que pedían, éstos quedaban más allá de los páramos, pero
pertenecían a la Concesión Zuluaga-Duque, así que solicitaron otro globo entre los ríos
Samaná y La Miel. Después de ser concedidas les nombraron al mismo juez poblador, que
volvió a hacer una repartición en su propio beneficio y en el de sus parientes, amigos y
clientes. Dice Roberto Luis Jaramillo que de haberse fundado exclusivamente la colonia de
Sonsón con pequeños propietarios pobres y con una correcta distribución de tierras por
parte del juez poblador, tal vez sí se hubiera logrado la pretendida sociedad igualitaria.69
69
Roberto Luis Jaramillo, “La colonización antioqueña” 190, 193-194; Hermes Tovar Pinzón. Que nos
tengan en cuenta..., citado por Beatriz Amalia Patiño Millán, “Historia regional antioqueña” 57.
70
Víctor Álvarez Morales, “Identidad regional y colonización permanente en Antioquia” 20.
71
ARGOS, Historia de Antioquia 149, 176, 190-191; Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y
terratenientes… 45-46, 58; Pedro Felipe Hoyos Körbel, “El camino del norte y las diferentes poblaciones que
comunica” 17-33; Vicente Fernán Arango Estrada, La endogamia... 200, 203.
27
Mapa No. 2
Colonización antioqueña durante el siglo XIX
A la ola de colonización marinilla y rionegrera le siguió otra un poco más tardía, hacia
1880. Partió de los centros mineros de Marmato, Riosucio y Supía y se proyectó al sur por
la banda occidental del río Cauca, dando origen a la refundación de Anserma, Quinchía y
Apía. Para 1864 más del 15% de la población antioqueña se reunía en el departamento del
Sur, como se designaba a la unidad política administrativa que abarcaba Sonsón, Abejorral,
28
Aguadas, Salamina, Pácora, Neira, Aranzazu y Manizales; esta última, a escasos quince años
de su fundación, se convertía en un centro de mayor importancia con casi 10.000 habitantes.72
A medida que los colonos avanzaban iban apropiándose espontáneamente de las vastas y
despobladas tierras baldías que tenían por propietarios a los avaros terratenientes. Los
colonos pobres no contaban con las debidas autorizaciones para adueñarse de la tierra, por
tanto surgieron fuertes disputas e impetuosos pleitos, los cuales han sido llamados la lucha
del hacha contra el papel sellado.73 Los terratenientes eran hombres con poder, y además
estaban apoyados o eran dueños, en el caso del sur de la provincia, de las compañías
concesionarias de tierra como la Concesión Villegas (donde finalmente se fundaron Sonsón
y Abejorral); y la Sociedad González, Salazar y Cía., heredera de la Concesión Aranzazu
(en la cual establecieron a Salamina, Pácora, Neira, Aranzazu y Manizales).74
En 1763 la Real Audiencia de Santa Fe le concedió al español Felipe Villegas un globo
de tierra que comprendía los ríos Arma, Buey y Piedras, pues supuestamente éste
construiría, entre otros proyectos, un camino que iría desde Sonsón a Honda. Veinticuatro
años después, en 1787, muchos de los expulsados de la antigua ciudad de Arma y
refugiados en Rionegro, desesperados por sus condiciones de escasez, se adentraron en las
montañas más al sur de las colonias de La Miel y El Buey, no sin antes sostener algunos
desacuerdos con otros armeños que no compartían su visión de ser propietarios libres en
tierras nuevas y más fértiles que las de Rionegro y Marinilla. Los migrantes decidieron
formar una colonia en las tierras frías pertenecientes a la concesión Villegas, y como su
dueño no tenía allí rozas ni minas ni camino, pidieron una limitación sobre el dominio que
se tenía de aquellas tierras.75 En 1789 los primeros pobladores de Sonsón, anteriormente
vecinos de la ciudad de Santiago de Arma de Rionegro y del Valle de San José de la
Marinilla, le dirigieron un memorial al gobernador de la provincia de Antioquia donde
declaraban que por su extrema pobreza en bienes materiales y por la escasez de tierras para
cultivarlas como propias o para construir habitaciones para sus familias, se vieron
obligados a pertenecer a este movimiento e incluso a construir sus casas sin dinero. Y así, el
4 de agosto de 1800 fundaron una población en las montañas de Sonsón, donde había buena
tierra, amplios pastos para sus ganados, salinas y ricas minas de oro.76
Hacia 1808 comenzó la vida de Abejorral, la segunda localidad erigida por los
migrantes, lindaba con la nueva colonia de Sonsón y fue respaldada por los hijos y nietos
de Felipe Villegas (muerto en 1800), quienes compartían los costos del mantenimiento de
los caminos, del cura y de los oficios con los demás colonos. Esta nueva población era muy
próspera, quizá por esto los nuevos pobladores enfrentaron algunos problemas y
sostuvieron conflictos con aventajados como Salvador Isaza, vecino de Abejorral, quien
72
Víctor Álvarez Morales, “Identidad regional y colonización permanente en Antioquia” 31.
73
Este término fue acuñado por el ingeniero y administrador medellinense Alejandro López Restrepo en su
obra Problemas Colombianos, publicado en 1927.
74
Víctor Álvarez Morales, “Identidad regional y colonización permanente en Antioquia” 32.
75
Roberto Luis Jaramillo, “La colonización antioqueña” 190.
76
ARGOS, Historia de Antioquia 176.
29
alegó que esas tierras eran suyas y pidió la expulsión de más de 200 colonos a quienes
protegió el gobierno. Desde ese momento la localidad aumentó demográficamente y sus
habitantes se vieron estrechos. Algunos de ellos junto con otros de Sonsón, que estaban
inconformes por no tener tierra, decidieron crear nuevos pueblos y pasaron a Arma Viejo en
donde había varios colonos dispersos por sectores. Los recién llegados se reunieron con los
demás en una colonia que llamaron Las Aguadas, fomentada tiempo después por el
gobierno para reunir allí a las familias que estaban errantes por las montañas. Varios
colonos continuaron su viaje al sur, llegando a las enormes y fértiles tierras que iban desde
el sur del río Arma hasta el río Chinchiná, allí encontraron aún más dificultades, al ser de
propiedad de la belicosa Concesión Aranzazu.77
El conflicto entre los colonos y la Concesión Aranzazu, dueña de la otra gran parte de
las tierras del sur y perteneciente a la misma familia de Villegas (Juan de Dios Aranzazu
era bisnieto de Felipe Villegas por vía materna), comenzó hacia 1822 cuando el gobierno,
al percatarse de que los mulatos de Arma Viejo y los colonos de Aguadas y Sabanalarga
llevaban aproximadamente sesenta años explotando la tierra, pretendió comprarle a los
terratenientes esta propiedad para entregársela a quienes se la habían ganado con esfuerzo.
Como respuesta la compañía rechazó las pretensiones jurídicas y conformó dos famosos
bandos para hacerle frente a los migrantes invasores. Uno era de derecho, constituido por
abogados de alta representación política, y otro, de hecho, compuesto por violentos
parientes inmediatos, clientes, esclavos, mayordomos y demás dependientes de dicha
concesión. Como cabeza visible de la problemática concesión estaba Elías González
Villegas, tío materno de Juan de Dios Aranzazu, en jerarquía le seguían su cuñado José
Ignacio Gutiérrez y el hijo de éste, el poeta Gregorio Gutiérrez González, los generales
Cosme González (padre de Elías) y Cosme Marulanda González, sobrino de Elías, quien
pidió al gobierno suspender los repartos bajo el argumento de no poder dar tales tierras a
quienes sólo habían tumbado árboles y sembrado maíz. En definitiva el gobierno accedió a
las peticiones de los terratenientes y los colonos contrataron como su representante al
abogado Luis Gómez de Salazar, apoderado de la élite rionegrera y supuesto enemigo de
los concesionarios Villegas, Aranzazu y simpatizantes. La condición del representante fue
que a cambio de los gastos en el litigio los vecinos de Arma le pagaran con tierras. Durante
el pleito el gobierno autorizó a Juan de Dios Aranzazu, quien en 1824 reclamó la posesión
de estas tierras, a fundar la colonia de Salamina en las propiedades que estaban en disputa,
por lo que repartió varias parcelas entre sus allegados, y vendió y desmontó otras para sí. A
los días se le ordenó restituir las tierras a los armeños, quienes pidieron anular los repartos
ya hechos. Sin embargo, Aranzazu demandó esta decisión ante la Corte de Cundinamarca y
obtuvo una sentencia favorable, la cual fue apelada por Luis Gómez de Salazar y los
armeños ante la Alta Corte, en donde ejercía influencia el doctor José María Gómez de
Salazar, tío del abogado. La sentencia definitiva fue favorable para los colonos, pero Juan
de Dios Aranzazu González, su madre (nieta de Felipe Villegas), tíos, primos y demás
77
Roberto Luis Jaramillo, “La colonización antioqueña” 191, 194.
30
parientes, se establecieron como dueños y herederos tanto en las tierras medias que habían
sido destinadas para la agricultura, como en las frías y calientes que dedicaron a la
ganadería. Por su parte, los colonos pagaron cumplidamente con tierras a su apoderado Luis
Gómez de Salazar, una vez las recibió, traicioneramente y para ultimar la suerte de los
colonos, se asoció con sus antiguos enemigos creando una de las más importantes y
controvertidas empresas colonizadoras del siglo XIX: la sociedad “González, Salazar y
compañía”, la cual recurría a estratagemas políticas y jurídicas uniendo el poder legal con
el poder político. Aranzazu y sus causahabientes querían manejar con su influencia y en su
beneficio la ola de expansión hacia esas tierras; siendo gobernador de Antioquia ordenó
otro traslado de Arma hacia las cabeceras del río Pácora, decisión que provocó una nueva
riña con los colonos, quienes sabían que él quería despoblar tales tierras para repartirlas
entre sus socios. Los armeños que no obedecieron al traslado fueron obligados a vender sus
posesiones a Ambrosio Mejía Villegas, futuro socio de la compañía y primo hermano de
Aranzazu.78
Desde 1838, cuando se dictó una ley sobre salinas, la compañía de Aranzazu denunció
varias de éstas al sur de Salamina y comenzó su explotación; autorizado por su sobrino
Juan de Dios, Elías González comenzó a repartir terrenos motivando a muchos migrantes
para que se establecieran entre los ríos Guacaica y Chinchiná que servían de fronteras de
Cartago y la gobernación de Popayán. En 1841 el gobierno envió a un comisionado para
repartirlas como baldíos, teniendo como límite el río Chinchiná. Elías González resolvió
fundar la colonia de Neira dándole una ventaja a la compañía frente al gobierno. El líder de
los colonos Ignacio Marcelino Palacio Restrepo (posteriormente fundador de Manizales) y
ellos mismos, se opusieron a esta nueva fundación alegando que los vecinos de Arma eran
los dueños de las tierras del Chinchiná. Sin embargo, se autorizó la erección de la parroquia
en Neira y algunos enemigos de la compañía se alzaron, entre ellos Ignacio Marcelino
Palacio que se hizo nombrar alcalde de Neira y bajo este cargo forzó al desplazamiento a
algunos integrantes de la compañía y promovió el traslado de la colonia hacia la quebrada
Olivares donde varios invasores ya habían descuajado la montaña y cultivado, a la vez que
algunas tierras habían sido repartidas en calidad de baldías.
El traslado de Neira significaba fundar al distrito de Manizales, que, ante el número de
colonos ya establecidos y con una posición geográfica excepcional, fue reconocida
jurídicamente un año después simbolizando otro triunfo de los colonos.79 Los fundadores
de Manizales hicieron varios desmontes en la selva, en dos ocasiones erigieron la población
en lugares inadecuados, hasta que en un tercer intento la levantaron en lo alto de una
imponente cuchilla, entre el Chinchiná y el Olivares, en el sitio donde se bifurcaba el
camino del Ruiz que conduce a Mariquita y a Bogotá. Los colonos dejaron sus maizales y
78
Juan de Dios Aranzazu no quiso que su apellido figurara en la razón social de la compañía y prefirió que
estuviera González, el de su madre. Roberto Luis Jaramillo, “La colonización antioqueña” 191-193. Para ver
el genograma de la familia de Aranzazu remitirse desde la página 9 hasta la 17 en este mismo capítulo; Pedro
Felipe Hoyos Körbel, “El camino del norte y las diferentes poblaciones que comunica” 17-33.
79
Roberto Luis Jaramillo, “La colonización antioqueña” 194-196.
31
sus crías de cerdos en aquel sitio para regresar por sus familias a Neira, Salamina, Sonsón y
Abejorral. Posteriormente se reunieron en junio de 1848 en Neira para formar “La
expedición de los 20” y fundar esta nueva población al sur. Para ir de Neira al Chinchiná
había que pasar dos cañones profundos y subir después altas y pendientes montañas,
convirtiéndose en una ruta ardua e intransitable inclusive para los animales de carga.80
Hacia 1852 algunas familias provenientes de Marinilla continuaron el avance
colonizador, llegando a una zona que en ese entonces hacía parte de Neira y Salamina. Este
lugar no estaba vacío, tiempo atrás, en uno de los viajes a los terrenos de su propiedad, Juan
de Dios Aranzazu encontró allí a un ermitaño llamado Buenaventura Escobar, a quien le
decían “El Sargento” por haber sido del ejército del General José María Córdova cuando
éste se rebeló contra Simón Bolívar. El sargento Escobar llegó a esta región como exiliado
en busca de riquezas y de tierras propicias para la agricultura y la ganadería, levantó su
rancho en la calle cuarta entre carreras tercera y cuarta de la actual nomenclatura de la
población y estableció allí su vivienda y descuajó la montaña para plantar sus cultivos. Las
citadas familias marinillas se asentaron y al poco tiempo llegaron otras más provenientes de
Sonsón, Rionegro y Santuario, ubicaron la cabecera en una reducida planicie. El objetivo
principal de los colonos era vincularse a las localidades cercanas, por ello sacrificaron un
lugar amplio y ventajoso por estar lejos del camino y fuera de la vía que comunica a
Cartago, Santa Rosa y Neira, la extensión está encerrada por las quebradas Doña Ana y El
Sargento, las cuales impiden el aumento de la población.81
Los residentes pidieron a la legislatura que se erigiese en aldea el pequeño territorio
ocupado, segregándolo de los distritos a los que pertenecía, creando El Sargento, el distrito
más pequeño del sur, de poca población y de habitantes muy pobres. 82 Este nombre duró
poco tiempo, en 1855 los legisladores decretaron irónicamente, que a partir de esa fecha se
denominaría Aranzazu, quizá para que perdurara el recuerdo del político Juan de Dios
quien había fallecido diez años antes y había manejado en su beneficio, y a través de su
influencia, la ola de migración hacia esas tierras.83 Los opositores a ese cambio resaltaban
las agresiones cometidas por la conflictiva Concesión Aranzazu contra los colonos, y los
pobladores de El Sargento quizá no fueron la excepción. Además, negaban que él hubiese
donado los terrenos e influido en la creación del distrito, como aseguraban algunos adeptos.
Según escritura del 12 de diciembre de 1865 la mayor parte de los terrenos de la parte
urbana fueron donados por Jesús Duque, alias Gallinazo, quien afirmaría que el terreno lo
adquirió mediante compra hecha a la sociedad González, Salazar y Cía. con cuyo título éste
80
ARGOS, Historia de Antioquia 178.
81
José Felipe López Montes (Párroco), Historia de Aranzazu 128; Manuel Uribe Ángel, Geografía general
del Estado de Antioquia en Colombia 275-276; Pedro Felipe Hoyos Körbel, “El camino del norte y las
diferentes poblaciones que comunica” 20.
82
Municipio de Aranzazu, “Aranzazu, 150 años de historia” (Reseña Histórica, Alcaldía municipal, 2004) 3;
José Felipe López Montes (Párroco), Historia de Aranzazu 76; Manuel Uribe Ángel, Geografía general del
Estado de Antioquia en Colombia 383; Pedro Felipe Hoyos Körbel, “El camino del norte y las diferentes
poblaciones que comunica” 20.
83
José Felipe López Montes (Párroco), Historia de Aranzazu 98-99, 202.
32
84
Municipio de Aranzazu, “Aranzazu, 150 años de historia” 2; José Felipe López Montes (Párroco), Historia
de Aranzazu 80-82, 97, 131-135.
85
Pedro Felipe Hoyos Körbel, “El camino del norte y las diferentes poblaciones que comunica” 17-33;
Roberto Luis Jaramillo, “La colonización antioqueña” 194.
33
que todavía estaban en terrenos de la Compañía González Salazar. Tres años después, en
1837, al ser alertado de su error, partió desde su propia rocería de San Cancio, abandonó los
cultivos y marchó con su esposa, sus hijos y su hermano, atravesó la selva virgen del sur y
el río Chinchiná que era el límite de la propiedad de la compañía y llegó hasta Cartago en
donde lo recibieron como a un héroe. El río Chinchiná, que queda más allá de Manizales,
fue la meta que se marcó Don Fermín pues esta zona estaba libre de la Concesión González
Salazar y era el límite de Antioquia con el Cauca.90
Vicente Fermín llegó a las ruinas del antiguo Cartago, hoy Pereira, solicitó permisos y la
licencia de vecindad para poder vivir en el Estado del Cauca, éstos le fueron concedidos,
mas al llegar a las ruinas mencionadas, encontró a los herederos del señor Francisco Pereira
Martínez, dueño de la Concesión Pereira y por ende de esta parte de la selva que había sido
adquirida en remate, por lo que tuvieron que abandonar una vez más sus trabajos e ir en
busca de otro sitio. López y sus seguidores, acostumbrados a tierras frías, optaron por
devolverse un poco, se establecieron al noroeste de Cartago cerca al río San Eugenio en
donde iniciaron la colonia agrícola que se llamó Santa Rosa de Cabal; la fundaron en 1844,
y lamentablemente no alcanzó a disfrutarla lo suficiente pues falleció dos años más tarde.91
En el mapa No. 3, aunque los nombres no son muy legibles, se pueden apreciar los
accidentes geográficos desde Sonsón hasta Santa Rosa de Cabal, y el largo recorrido
realizado por Vicente Fermín y su familia.
90
ARGOS, Historia de Antioquia 177.
91
Roberto Luis Jaramillo, “La colonización antioqueña” 196; Otto Morales Benítez, “Capítulo II. La
prehistoria II. Peripecias de colonos”, Testimonio de un pueblo. En:
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/modosycostumbres/testimonio/test2.htm (15/03/2014)
35
Mapa No. 3
Mapa de la Provincia de Antioquia en la República de Nueva Granada, trazado de
acuerdo con los más modernos reconocimientos por Carlos Segismundo de Greiff
(1857)
92
Rionegro, antípoda de Marinilla, aportó en su mayoría pobladores a la colonización del suroeste que partió
desde Medellín y recibió a los desplazados de Santiago de Arma o Arma Viejo. Véase María Teresa Uribe y
Jesús María Álvarez, Raíces del poder… 26, 127, 130, 256-257.
93
ARGOS, Historia de Antioquia 179; Pedro Felipe Hoyos Körbel, “El camino del norte y las diferentes
poblaciones que comunica” 17-33.
94
ARGOS, Historia de Antioquia 180 y 181.
95
James J. Parsons. La colonización antioqueña en el occidente de Colombia, citado por ARGOS, Historia de
Antioquia 180.
37
96
Eduardo Santa, La colonización antioqueña: una empresa de caminos, citado por Beatriz Amalia Patiño
Millán, “Historia regional antioqueña” 56.
97
Pablo Rodríguez, “La familia en Colombia” 287; Luis Horacio López Domínguez, “Recensiones” 697.
38
98
Vicente Fernán Arango Estrada, La endogamia... 200.
39
2. Isonimia
1
Héctor Fabio Ángel, Soneto para quitarme el apellido. Citado por Octavio Hernández Jiménez refiriéndose a
los habitantes de apellido Ángel en Pácora. Octavio Hernández Jiménez, “Apellidos tradicionales en Caldas”,
Revista Universidad de Caldas, Manizales, vol. 21, No. 01, ene-abr (2001): 223-224.
2
El concepto se compone del prefijo griego ἰσο- (iso-) que significa igual y del sufijo -νυμία (-nymía) que
significa nombre, denominación –en este caso, “igual apellido”–. Al inglés, académicos lo han traducido
como “isonymy” y por extensión en castellano, “isonimia”, siendo el término utilizado en la mayoría de
publicaciones. Hay que diferenciar el término con el de isonomía que proviene de la raíz griega νόμος que
significa ley, regla, norma, y hace referencia a la repartición equitativa, igualdad jurídica e igualdad de los
derechos ciudadanos. www.rae.es (09/05/2015); Santiago Gómez Cardona y otros, “Una mirada a los
procesos poblacionales en Antioquia. Análisis a partir de las relaciones de parentesco existentes entre las
poblaciones municipales” (Informe de investigación, Universidad de Antioquia, Instituto de Estudios
Regionales (INER), Grupo de Estudios del Territorio, mayo 2007) 5.
40
Imagen No. 2
Cromosomas y genes
3
Por ejemplo, los humanos tenemos 46 cromosomas, los perros, 78 y el maíz, 20 cromosomas.
41
4
Laboratorio de análisis de ADN, Linaje paterno (Mendoza: Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de
Ciencias Médicas). En:
http://adn.fcm.uncu.edu.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=27:linaje-
paterno&catid=13:estudios-genealogicos&Itemid=143 (26/07/2016); Adriana Zulima Ochoa Gómez, “¿Para
qué sirven los apellidos en los estudios genéticos?”, Procesos Culturales, Medellín, No. 2, noviembre-
diciembre (2011): 15; Santiago Gómez Cardona y otros, “Una mirada a los procesos poblacionales en
Antioquia...” 4.
5
National Human Genome Research Institute, Glosario de términos genéticos. En:
http://www.genome.gov/GlossaryS/ (08/08/2015); Secretaría de Salud de México, Consanguinidad. En:
http://www.esalud.gob.mx/index.php/mujeres-interior/salud-sexual-y-reproductiva/item/2121-
consanguinidad/2121 (08/08/2015).
42
6
George H. Darwin, “Marriages between first cousins in England and their effects”, Journal of the Statistical
Society of London, vol. 38, No. 2, junio (1875): 153-184, citado por María de los Ángeles Rojas Alvarado,
“Frecuencias de grupos sanguíneos ABO, Rh (D), MN, e isonimia en personas con apellidos mono y
polifiléticos del área metropolitana de Monterrey, Nuevo León” (Tesis de Maestría en Ciencias con
especialidad en genética, Universidad autónoma de Nuevo León, Facultad de Ciencias Biológicas, División
de Estudios de Postgrado, 1991) 10. En: http://cdigital.dgb.uanl.mx/te/1020091458.PDF (24/07/2016);
http://campodocs.com/articulos-de-todos-los-temas/article_38474.html (01/08/2015); JF Crow, AP Mange,
Measurement of inbreeding from the frequency of marriages between persons of the same surname, Eugen
Quart, 1965; Santiago Gómez Cardona y otros, “Una mirada a los procesos poblacionales en Antioquia...” 5-
6.
7
J Pinto-Cisternas y otros, “Estimation of inbreeding by isonymy in Iberoamerican populations: an extension
of the method of Crow and Mange”, American Journal of Human Genetics, Chicago, vol. 37 (1985): 373-385,
citado por Raúl Garza Chapa y otros, “Isonimia en la población de Arteaga, Coahuila, México”, Estudios de
Antropología Biológica, México, vol. 05, marzo (1995): 230; Gabriel Bedoya y otros, “Análisis de isonimia
entre poblaciones del noroeste de Colombia”, Biomédica, Bogotá, vol. 26, (2006): 540; Jorge Román y otros,
Estudios de isonimia en Portugal: consideraciones metodológicas. 48-50. En:
www.didac.ehu.es/antropo/14/14-5/Roman.pdf (05/09/2015); Astrid Rodríguez Acevedo y otros, “Análisis de
isonimia en una muestra de padres de pacientes antioqueños con fibrosis quística”, Biomédica, Bogotá, vol.
32, No. 01 (2012): 139-144. En: http://www.scielo.org.co/scielo.php?pid=S0120-
41572012000100016&script=sci_arttext (30/08/2015).
8
Carolina Pérez Iratxeta, “Genes y enfermedades hereditarias: datos informáticos”, Investigación y Ciencia:
[Traducción española de Scientific America], Barcelona, No. 348, septiembre (2005): 33-34; Johns Hopkins
University, “Online Mendelian Inheritance in Man. An online catalog of human genes and genetic disorders”,
Baltimore. En: http://www.omim.org/ (06/08/2015); U.S. National Library of Medicine and National
Institutes of Health, MEDLINE PubMed, Resources Guide, Rockville. En:
http://www.nlm.nih.gov/bsd/pmresources.html (06/08/2015).
43
9
María de los Ángeles Rojas Alvarado, “Frecuencias de grupos sanguíneos…” 10; Raúl Garza Chapa y otros,
“Endogamia en las personas con apellidos mono y polifiléticos de Monterrey, Nuevo León, México, estimado
con base en el directorio telefónico”, Estudios de Antropología Biológica, México, vol. 05, marzo 24 (1995):
243-255; Raúl Garza Chapa y otros, “Isonimia en la población de Arteaga, Coahuila, México”, Estudios de
Antropología Biológica, México, vol. 05, marzo (1995): 229-241. Para conocer sobre las condiciones véase
Jorge Román y otros, Estudios de isonimia en Portugal: consideraciones metodológicas. 48-49. En:
www.didac.ehu.es/antropo/14/14-5/Roman.pdf (05/09/2015); citando a Crow y Mange, Emma Laura Alfaro
Gómez, “Dinámica antroponímica y estructura demogenética en Casabindo: siglos XVI al XXI” (Tesis
doctoral, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata, 2010) 26-31. En:
http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/5329/Documento_completo.pdf?sequence=1 (28/08/2015).
44
10
Margareth Wilson Thompson y otros, Genética en medicina, 5ª ed. (España: Masson, 2004) 419; María
Luisa Judith Bravo Aguiar, Estudio genético epidemiólogo del albinismo como un problema regional de El
Santuario (Medellín: Universidad de Antioquia, 1990) 28-29; Santiago Gómez Cardona y otros, “Una mirada
a los procesos poblacionales en Antioquia...” 3-5.
45
determinaron los principales procesos y flujos migratorios entre 1830 y 1960 a la región de
Wallonia (Bélgica) y a Francia a partir de la utilización de apellidos identificados
claramente como característicos de la región; en Québec (Canadá) se evidenció la
permanencia y estabilidad de una población a lo largo del tiempo a partir de la distribución
de los apellidos llegados a la región en sus primeros procesos de poblamiento debido a una
baja tasa de inmigración en los periodos posteriores, actualmente se conserva una estructura
de apellidos muy similar a la presente en 1800; en Connecticut (Estados Unidos), se
relacionó la baja incidencia de cáncer en mujeres con apellidos hispánicos; para México
hay investigaciones en Arteaga –Coahuila– y en Monterrey y Cerralvo –Nuevo León–
referidas a los apellidos mono y polifiléticos de los colonizadores;11 para Antioquia
(Colombia) se identificó la distancia genética entre las poblaciones de Marinilla y
Aranzazu, aunque esta última no hace parte de dicho departamento desde 1905, ambas
comparten características genéticas similares dado el proceso colonizador y las uniones
consanguíneas que fueron incentivadas por el aislamiento geográfico, además se han
detectado varias entidades mendelianas con patrón de herencia recesiva como fibrosis
quística, albinismo y paladar hendido, y otras con patrones complejos como el trastorno
afectivo bipolar (TAB); existen también otros estudios en localidades del oriente
antioqueño como Granada y El Santuario, las cuales debido a su cercanía son denominadas
“zona de influencia de Marinilla” y podrían tener la misma composición genética de esta
última, cuyo grado de consanguinidad postcolonial es bastante alto.12
Para esta investigación se realizó un estudio genético poblacional usando como base de
datos nueve censos de población de seis localidades diferentes: Abejorral, Aranzazu,
Manizales, Marinilla, Neira y Sonsón. El total de habitantes en estos nueve censos era de
38.923 entre los años 1843 y 1869, periodo en que estuvo más activa la colonización
antioqueña. Para Marinilla, Neira y Aranzazu se poseen dos censos consecutivos, de las tres
restantes se posee sólo uno. En el siguiente cuadro No. 1 se especifica el nombre de la
población de estudio, el año al que corresponde el censo y el total de habitantes en cada
censo.
11
En Honduras, Venezuela, Argentina, España, Portugal y País Vasco también hay estudios usando isonimia.
Jorge Román y otros, Estudios de isonimia en Portugal: consideraciones metodológicas. 48-50. En:
www.didac.ehu.es/antropo/14/14-5/Roman.pdf (05/19/2015) 57-59.
12
Gabriel Bedoya y otros, “Análisis de isonimia entre poblaciones del noroeste de Colombia” 539. Para el
estudio del albinismo véase Marta Cecilia Tirado Muñoz, “Estudio de la isonimia en el albinismo de la
población de El Santuario” (Tesis bióloga, Universidad de Antioquia, Instituto de Biología, 1987) 36; Para el
caso del TAB pero en la región suroeste véase Mauricio Arcos Burgos y otros, “Análisis de ligamiento a
microsatélites en familias seleccionadas a partir de probandos afectados de trastorno afectivo bipolar (TAB)
en el municipio de Ciudad Bolívar, Antioquia, Colombia”, Informes Psicológicos, Medellín, No. 01 (1999):
33-34; Y para la blefarofimosis véase a José Luis Ramírez Castro, “Síndrome de la blefarofimosis familiar:
estudio de dos familias colombianas y dos casos esporádicos”, Iatreia, Revista Médica Universidad de
Antioquia, Medellín, vol. 2, No. 2. junio (1989): 101-110.
46
Cuadro No. 1
Censos empleados en la investigación
13
Una retrospectiva detallada del origen de los apellidos puede consultarse en Emma Laura Alfaro Gómez,
“Dinámica antroponímica y estructura demogenética en Casabindo: siglos XVI al XXI” 20-26.
47
15
Vicente Fernán Arango Estrada, La endogamia en las concesiones antioqueñas (Manizales: Hoyos
Editores, 2003) xiii-xiv.
16
Luis Horacio López Domínguez, “Recensiones”, Boletín de Historia y Antigüedades, Academia
Colombiana de Historia, Bogotá, vol. XCII, No. 830, julio-septiembre. (2005): 697.
17
María Luisa Judith Bravo Aguiar, Estudio genético epidemiólogo… 11-12.
49
María Josefa y Teresa Jiménez Duque casadas respectivamente con los hermanos
Juan Hilario e Ignacio Ramírez Osorio, hijos del primo hermano de su padre, el citado
anteriormente, Juan Ramírez Coy y su esposa Lucía Osorio Ramírez.
Las tres hijas restantes del matrimonio Jiménez Duque se casaron con los hermanos
Gómez de Castro de Betancur: Lucía con Pedro José, María Jerónima con Juan Antonio y
Juana Joaquina con Francisco Antonio, hijos de Bernardo Gómez de Castro Álvarez y
María Gertrudis Betancur Sancebrián.
Estas tres familias fundadoras, Gómez de Castro Jiménez, doblemente emparentadas,
dieron origen a toda la parte de la población de apellido Gómez de El Santuario y sus
alrededores. Las uniones matrimoniales fueron comunes entre hermanos de una y otra
familia, así como también los hijos de éstos, aunque fuesen primos hermanos entre sí o tíos
y sobrinas, y viceversa. Son notables los casos de matrimonios entre un padre de familia
viudo y la hermana de su fallecida esposa, dando como resultado que sus hijos fueran
hermanos medios y primos hermanos a la vez (ver imagen No. 3).18
18
María Luisa Judith Bravo Aguiar, Estudio genético epidemiólogo… 11-12 ; Vicente Fernán Arango Estrada
citando a Luis López de Mesa, quien señalaba que nuestros ancestros desconocían que con el tiempo y como
consecuencia de las uniones matrimoniales en Antioquia, “sin excepción todos somos primos hermanos”.
Vicente Fernán Arango Estrada, La endogamia... xiv, 28-29, 200.
50
Imagen No. 3
Genograma de la familia Ramírez de Coy
Fuente: Elaborado a partir de los datos extraídos de María Luisa Judith Bravo Aguiar, Estudio genético epidemiólogo del albinismo como un problema regional
de El Santuario (Medellín: Universidad de Antioquia, 1990) 11-12.
51
Los genes fundadores conservan la información genética que poseían los colonizadores
o primeros pobladores de una localidad y que al procrear transmitieron a las siguientes
generaciones. Este efecto se registra en poblaciones fundadas por un número reducido de
individuos que se han desplazado desde una localidad original más grande, a menudo en
poblaciones geográficamente aisladas donde se pueden presentar parentescos genéticos. El
grado de parentesco entre individuos depende del tamaño de la población, es más amplio en
una población grande que en una pequeña, pues en esta última el par de individuos
endogámicos provienen del mismo antecesor y pueden llevar en un locus genes que son
réplicas de un gen de generaciones previas; al engendrar, dichas réplicas pueden pasar a sus
descendientes como alelos homocigotos en ese locus, además este tipo de unión estimula a
los alelos recesivos para que sobresalgan entre los dominantes, causando este tipo de
enfermedades. Un alelo es cada una de las dos o más versiones de un gen, un individuo
hereda dos alelos para cada gen, uno del padre y el otro de la madre; se encuentran en la
misma posición dentro de los cromosomas homólogos, si los dos alelos son idénticos el
individuo es homocigoto para este gen, si son diferentes, el individuo es heterocigoto para
este gen. Aunque el término alelo fue usado originariamente para describir variaciones
entre los genes, ahora también se refiere a las variaciones en secuencias de ADN no
codificante (es decir, que no se expresan), su expresión determina el mismo carácter o rasgo
de organización, como el color de los ojos, por ejemplo, donde el color claro es recesivo y
por consiguiente, el oscuro, dominante.117 En la imagen No. 4 se aprecian dos casos de
herencia de un gen recesivo para una enfermedad hereditaria, el gen dominante está
representado en color blanco y el recesivo en barras diagonales.
Imagen No. 4
Posible descendencia de un gen recesivo para una enfermedad hereditaria en padres
portadores
117
National Human Genome Research Institute, Glosario de términos genéticos. En:
http://www.genome.gov/GlossaryS/ (08/08/2015); Marta Cecilia Tirado Muñoz, “Estudio de la isonimia en el
albinismo de la población de El Santuario” 20.
52
En la pareja A. (izquierda) el padre tiene una copia del gen dominante y otra del gen
recesivo, por ello es portador, mientras que la madre tiene dos copias del gen dominante lo
que la hace no portadora del gen recesivo. En el caso de que uno de los padres sea portador,
sus hijos reciben el gen recesivo de su padre y el dominante de la madre, hay un 50% de
posibilidades de que los hijos de esta pareja sean portadores, ninguno desarrollará la
enfermedad pues no pueden recibir dos copias del gen recesivo, el 50% restante no serán
portadores ni desarrollarán la enfermedad pues reciben dos copias del gen dominante. En la
pareja B. (derecha) tanto el padre como la madre poseen una copia del gen dominante y
otra del gen recesivo, siendo ambos portadores de dicho gen. En los dos casos la salud de
sus hijos depende de la probabilidad de que éstos reciban o no más de un gen recesivo para
la enfermedad. Cada hijo recibe dos genes, uno paterno y otro materno, si el hijo tiene sólo
una copia del gen recesivo es portador de ese gen, pero no ha de manifestar la enfermedad,
para que ésta se manifieste son necesarias dos copias del gen recesivo y se le estimaría
como enfermo. En el caso que ambos padres sean portadores hay un 25% de posibilidades
de que los hijos nazcan con la enfermedad, el 50% de que sean portadores y un 25%
restante de que no sean ni portadores ni desarrollen la enfermedad. Los cuatro hijos de esta
pareja representan las probabilidades de las distintas combinaciones que pueden surgir.
Casos como los anteriores son comunes en los aislados geográficos, actualmente en el
departamento de Antioquia existen numerosos estudios y proyectos de investigación sobre
enfermedades hereditarias ya que éste es uno de los aislados genéticos del mundo. 118 En los
aislados geográficos el aumento poblacional ha sido más por expansión interna que por
migración, y por ello son perceptibles los efectos de la consanguinidad en la reproducción
humana. Algunos eventos característicos que se dan al inicio del desarrollo de poblaciones
pequeñas son los patrones de fertilidad y de crecimiento de la población, el efecto fundador
y la deriva genética, estudiados por la genética epidemiológica de enfermedades
hereditarias recesivas y multifactoriales que habitualmente causan la elevada prevalencia de
fenotipos hereditarios autosómicos recesivos, un patrón de herencia característico de
algunas enfermedades congénitas, que al ser recesivo precisa que ambas copias del gen en
cuestión –que se encuentra localizado en uno de los cromosomas no sexuales (del número 1
al 22)– estén alteradas o mutadas para que se produzca la enfermedad, que en este caso
estaría manifiesta en los rasgos observables del individuo.
Por el contrario, en el patrón de herencia dominante es suficiente una sola copia de la
mutación relacionada con una enfermedad para causarla. Las poblaciones con efecto
fundador pueden presentar alelos raros en exceso o carecer de otros que eran comunes en la
especie original. El efecto fundador es la reducida variación genética en una población y
puede deberse a dos eventos: cuando un pequeño subconjunto de una población grande
establece una nueva colonia que probablemente sería diferente de la original, tanto en sus
genotipos como en sus fenotipos, y en las frecuencias alélicas, ya que la población se ha
118
María Luisa Judith Bravo Aguiar, Estudio genético epidemiólogo… 35-36; Francisco Lopera Restrepo, “La
peste de la memoria en Antioquia”, Legado del Saber (3) (Medellín: Universidad de Antioquia, 2002) 12.
53
119
María Luisa Judith Bravo Aguiar, Estudio genético epidemiólogo… 26-27; National Human Genome
Research Institute, Glosario de términos genéticos. En: http://www.genome.gov/GlossaryS/ (08/08/2015);
Daniel Barona Narváez, “Efecto fundador y cuellos de botella en la evolución”. En:
http://naturalezayracionalismo.blogspot.com/2008/07/efecto-fundador-y-cuellos-de-botella-en.html
(11/02/2015); Santiago Gómez Cardona y otros, “Una mirada a los procesos poblacionales en Antioquia...” 8;
Gabriel Bedoya y otros, “Análisis de isonimia entre poblaciones del noroeste de Colombia” 539.
120
Giraldo, Gómez (18); Duque, Ramírez (13); Marín (7); Cardona, López, Quintero, Zuluaga (6); Buitrago,
Castaño (5); Díaz, García, González, Jiménez, Martínez, Montoya, Posada, Rivera (4); Arbeláez, Arcila,
54
frecuentes son Gómez, Giraldo, Duque, Ramírez y Marín, con 18, 18, 13, 13 y 7 familias
respectivamente, contrastando con los 24 apellidos que sólo son poseídos por una sola
familia.121 Suponiendo que todos fundaron una misma localidad ésta tendría 40 apellidos
diferentes, pero, como la transmisión del apellido sólo la hacen los hijos varones, el número
de variabilidad se reduce casi en el 50%. Sin contar que hay apellidos como Escobar que lo
posee sólo uno de los migrantes, en este caso es un hombre, Valentín, pero su descendencia
es una mujer llamada Cayetana y por ser mujer, los hijos de ésta no multiplicarán el
apellido Escobar, llegando a desaparecer con el tiempo. Lo contrario ocurriría con el
apellido Gómez, que por ser tantos sus portadores tienen más opciones de que lo hereden
varones y así se convierta en un apellido predominante entre los habitantes con una alta
frecuencia. Dado el caso de que esas 18 familias de apellido Gómez tengan el mismo
tronco, es decir, vengan del mismo antecesor, sus genes sólo poseerán las variaciones de
cada una de las parejas, algunos de ellos incluso serán Gómez-Gómez si el nuevo poblado
no recibe habitantes de otras localidades para procrear, por ser un aislado geográfico,
convirtiéndose en una estela de fundaciones donde se ven unos pocos patronímicos como
una constante genética.122
El estudio comparativo de la frecuencia de apellidos en dos o más poblaciones ha sido
fundamental en las relaciones genéticas de endogamia, consanguinidad o inbreeding. Si dos
o más poblaciones fueron fundadas por las mismas personas como en el caso de la región
norte del departamento de Caldas-Colombia, cuyos fundadores provenían de Marinilla y su
zona de influencia (El Santuario, El Peñol, El Carmen de Viboral, Granada, Cocorná y
Guatapé), pueden tener características genéticas similares, como el grado de mezcla
genética –debido al ya mencionado efecto fundador–, y por tanto presentar diversas
patologías cuya etiología genética es la misma.123 Estos hechos han enriquecido los
estudios epidemiológicos al observar la posición de genes recesivos deletéreos en la
evolución de poblaciones humanas, ofreciendo condiciones óptimas para establecer
cartografías genéticas. Ya que el comportamiento de las enfermedades debe ser el mismo
en las poblaciones, permitiendo implementar estrategias para localizar los genes
involucrados e incluir a las familias, asumiendo homogeneidad genética tanto del locus
como alélica en los habitantes de dichas poblaciones, y la correlación entre la presencia de
ciertos apellidos y el riesgo o presencia de enfermedades como el cáncer en poblaciones
específicas.
Arias, Aristizábal, Cárdenas, Chica, Mier, Muñoz, Salazar, Serna (3); Acevedo, Arango, Arteaga, Carvajal,
Cuervo, Hincapié, Parra, Peláez, Valencia, Vásquez, Zapata (2).
121
Agudelo, Barco, Bedoya, Carmona, Castrillón, Castro, Escobar, Estrada, Gallego, Galvis, Hoyos, Hurtado,
Mejía, Montes, Ocampo, Olarte, Orozco, Osorio, Pamplona, Puerta, Sánchez, Soto, Toro, Torres.
122
Vicente Fernán Arango Estrada, La endogamia... xvi.
123
Gabriel Bedoya y otros, “Análisis de isonimia entre poblaciones del noroeste de Colombia” 539.
55
justificar el origen de una enfermedad, se basaban en las teorías hipocráticas (460 a.C.) y
galénicas (130 d.C.) acerca de la relación de las condiciones ambientales y las
características geográficas, climatológicas y bióticas de cada región con las enfermedades
de sus habitantes. Fue el caso de los países tropicales de América –donde está ubicada
Colombia– cuyo clima es caliente y húmedo, propicio para la producción de abundantes
vapores contaminados o miasmas, y por consiguiente sus habitantes estaban más expuestos
a éstos que los de otro punto geográfico. Los médicos advertían que si los individuos
expuestos a los miasmas eran débiles moral y físicamente (por sus condiciones sociales y
laborales), y además tenían costumbres relajadas y “excesos venéreos”, tenían una mayor
“absorción miasmática”. Los anteriores imaginarios desencadenaron el estudio de la
geografía médica, estudios de observación y medición que asociaban la presencia de
determinadas enfermedades con el clima, la altura, los vientos, las tierras, la vegetación y la
fauna. Había una especial atención hacia las zonas de colonización pues eran las más
propicias a la proliferación de enfermedades, se suponía que algunas de éstas eran de
carácter transmisible y producidas por agentes de la naturaleza. En esas zonas había una
permanente producción de miasmas palúdicos y tíficos, se pensaba que los primeros eran
generados por los vegetales, y los segundos, por los animales.125
El siglo XIX fue dadivoso en avances aplicados a la medicina como la tecnología, la
bacteriología y la epidemiología, admitiendo una nueva clasificación de las enfermedades
en géneros y especies (nosología) y a estudiarlas según sus causas (etiología). En la
segunda mitad de ese siglo comenzaron a tener fuerza trabajos sobre la existencia de seres
vivos vinculados con la producción de lesiones en el cuerpo, gracias a los experimentos de
químicos como el francés Louis Pasteur, que reevaluaron conceptos como la generación
espontánea o la transmisión de movimientos destructivos de la materia, términos como
virus (venenos), parásitos, microbios (seres vivos pequeñísimos) se hicieron comunes.
Hacia 1875, dos años después de que el médico noruego Gerhard Armauer Hansen
describiera al bacilo causante de la lepra –Mycobacterium leprae– hoy denominado Bacilo
de Hansen, la etiología microbiana fue la explicación dominante cuando se indagaba acerca
del origen de algún padecimiento, quitándole relevancia a las teorías miasmáticas y a las
mágico-religiosas. No obstante, algunos médicos mezclaban las teorías miasmáticas y
microbianas, indagando al enfermo sobre sus condiciones sociales, económicas y su modo
de vida, a la vez que complementaban esta información con las teorías que poseían sobre
los microbios.126
La posibilidad de heredar alguna enfermedad también estuvo presente en los discursos
médicos. Se creía que la tendencia a enfermarse se transmitía de una generación a otra, es
decir, que era inevitable no padecer de lo mismo que nuestros abuelos y por consiguiente,
nuestros padres. Como las leyes sobre la evolución biológica estaban en boga hacia 1860,
se asumía que los decaimientos que se manifestaban con la enfermedad eran transmitidos
125
Magnolia Arango Loboguerrero, “De los miasmas a la bacteriología…” 241-268.
126
Magnolia Arango Loboguerrero, “De los miasmas a la bacteriología…” 259.
57
127
Jorge Márquez Valderrama, Ciudad, miasmas y microbios: la irrupción de la ciencia pasteriana en
Antioquia (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, Universidad Nacional de Colombia sede Medellín,
2005) 83-184.
128
Magnolia Arango Loboguerrero, “De los miasmas a la bacteriología…” 263-264.
129
Lamentablemente estas descripciones generaron intolerancia, malos tratos y discriminación verbal y física
hacia quienes poseían alguno de estos rasgos físicos o la enfermedad como tal. Se señalaba la debilidad versus
la superioridad por unas características físicas que fueron ligadas a las teorías evolutivas filosóficas y
biológicas de selección natural “la supervivencia del más apto”, o “la supremacía del más fuerte” acuñadas
por el sociólogo y filósofo inglés Herbert Spencer en su libro Principios de biología (1864), inspirado en la
obra El origen de las especies (1859) de Charles Darwin; este último amplió los términos “evolución” y
“selección natural” en la quinta edición de dicha obra publicada en 1869.
130
Jorge Márquez Valderrama, Ciudad, miasmas y microbios… 163-185.
58
Con los descubrimientos del médico Hansen se comenzaron a aclarar los preceptos sobre
el carácter hereditario de una enfermedad y tomó fuerza el concepto de transmisibilidad a
través de gérmenes –específicamente del bacilo tuberculoso–, y al unificarlas se explicaron
nuevas teorías bacteriológicas. Para 1868 el número de leprosos había disminuido
considerablemente, el único modo de explicar esa disminución era consintiendo que la
lepra era contagiosa, puesto que una enfermedad hereditaria no se hubiera atenuado en tan
poco tiempo. En las postrimerías del siglo XIX los médicos concluyeron que si la lepra era
contagiosa no podía ser hereditaria, y que las enfermedades contagiosas eran producidas
por un virus transmitido al niño o al germen no por herencia sino por contagio; lo mismo
pudieron demostrar con la tuberculosis, que era contagiosa mas no hereditaria y que “el
vehículo de contagio más ordinario” eran los excrementos del tuberculoso. En cuanto a la
tisis afirmaron que la herencia tenía tan solo un 10% o 20% de influencia en ella; y
concluyeron que una enfermedad es hereditaria cuando es congénita, es decir, cuando se
presentan desde el nacimiento y los defectos han sido causados por una mutación genética,
un ambiente desfavorable en el útero, o ambos.131 Las preguntas y debates de ese entonces
fueron un abrebocas a las teorías sobre las enfermedades hereditarias que gracias a otras
disciplinas, como la genética, sabemos de su carácter hereditable o no, y a medida que las
teorías contagionistas y microbianas iban avanzando, los especialistas perfeccionaban estas
ideas hasta llegar a las que conocemos hoy.
La definición microbiana tomó mayor fuerza al demostrarse la variedad de gérmenes
causantes de las enfermedades y preguntarse las circunstancias bajo las cuales se daban las
enfermedades, descartando la predisposición hereditaria. Ello no quiere decir, como
afirmaban los discursos médicos, que no fuese necesaria la aptitud del “terreno” o del
organismo para recibir y desarrollar la infección, como en el caso de las personas de bajos
recursos económicos quienes en la mayoría de veces consumían carne y leche en mal
estado y además compartían los utensilios de comer con los enfermos de tisis, o de
tuberculosis, o de alguna otra enfermedad de tipo contagioso, y lo hacían por no saber que
tenían el riesgo de infectarse pues desconocían que toda secreción o excreción del enfermo
(como el esputo fresco o seco) contenía bacilos que al mezclarse con el aire era un medio
efectivo de contagio. Si bien desde 1898 se sabía de la presencia invisible e insensible de
gérmenes patógenos, fue la aparición de la teoría microbiana a comienzos del siglo XX y la
certeza de la incidencia de microorganismos en algunas enfermedades, las que produjeron
un cambio de proyecto social: se pasó de la higiene a la salud pública con el fin de ejercer
campañas sanitarias masivas para evitar el esparcimiento público de las enfermedades
causadas por microorganismos mediante la erradicación de los mismos.132
131
Jorge Márquez Valderrama, Ciudad, miasmas y microbios… 170, 183-184; Magnolia Arango
Loboguerrero, “De los miasmas a la bacteriología…” 241-268; el concepto congénito, tomado de National
Human Genome Research Institute, Glosario de términos genéticos. En: http://www.genome.gov/GlossaryS/.
(08/08/2015).
132
Emilio Quevedo Vélez, “El proceso salud-enfermedad: hacia una clínica y una epidemiología no
positivistas”, Sociedad y salud. Coordinador Álvaro Cardona Saldarriaga (Bogotá: Zeus, 1992) 5-85.
59
del también médico Joaquín Francisco Casimiro de Villa, y de quien Manuel Uribe Ángel
hizo una detallada semblanza, pues de niño fue su amanuense.133
Contrario a lo ocurrido con la medicina santafereña que estuvo influenciada por la
escuela ilustrada de España, durante todo el siglo XIX y principios del XX, en Antioquia se
impuso la doctrina francesa. Muchos de sus médicos (sobre todo de la clase alta) eligieron
ese país que estuvo altamente estimulado por la medicina fisiológica de François-Joseph-
Victor Broussais, quien a su vez criticaba la medicina del Antiguo Régimen donde se
consideraba a las enfermedades como un parásito invisible, una entidad independiente con
existencia y esencia propia (ontologismo nosológico). La doctrina médica de Broussais en
la explicación de las enfermedades daba más importancia a la fisiología, es decir, al estudio
del funcionamiento o mecanismo de los órganos del cuerpo humano, que a la anatomía o
estructura de los órganos en sí. Además, aseguraba que la mayoría de enfermedades se
debían a exceso de irritación, por lo cual propuso terapias debilitantes por medio de la
sangría. A la escuela francesa se le enfrentó la inglesa en cabeza de John Brown, cuyos
principios eran opuestos, pues aseguraba que la excitabilidad era el principio de la vida y de
la enfermedad.134 Alemania e Italia también propusieron nuevas miradas que aportaban
variedad al contexto médico mundial.135 En los primeros años del siglo XX fue cada vez
más fuerte la influencia de Estados Unidos, país que se consolidaba como potencia
mundial, con ideologías renovadas también en las teorías médicas que incluían la salud
pública, generando mayor empatía en América Latina que se sintió identificada con sus
procesos similares, y por tanto las teorías francesas, un tanto ajenas al contexto propio,
perdieron importancia durante el siglo XX, inclusive en Antioquia.136
Aunque entre 1819 y 1881 se implementaron políticas en pro de mejorar el contexto
social de los colombianos, éstas no fueron suficientes. La población, que en su mayoría
vivía en el campo, tenía una baja nutrición, insuficientes servicios de acueducto, de
133
Manuel Uribe Ángel, La medicina en Antioquia, 3ª edición (Bogotá: Minerva, 1936) 12-87. Manuel Uribe
Ángel nació en Envigado - Antioquia en septiembre de 1822, fue médico, geógrafo, político, escritor y
científico.
134
Emilio Quevedo Vélez y Camilo Duque Naranjo, Historia de la cátedra de medicina en el Colegio Mayor
del Rosario durante la Colonia y la República 1653 - 1865 (Bogotá: Centro Editorial Universidad del
Rosario, 2002) 115, 138-140.
135
Jorge Márquez Valderrama, “La Facultad de Medicina y la sociedad antioqueña”, Memoria: Universidad
de Antioquia, protagonista y testigo. (Medellín, Universidad de Antioquia, [s.f.]) 8. En:
http://www.udea.edu.co/wps/wcm/connect/udea/552e2e31-5b8c-46bb-a017-e3953e7479d1/facultad-
medicina-sociedad-antioquena-ciencia.pdf?MOD=AJPERES (26/06/2016).
136
Adolfo León González Rodríguez, “Educación y práctica médicas en Antioquia. Antecedentes históricos
de la fundación de la Escuela de Medicina de la Universidad de Antioquia”, Iatreia, Revista Médica
Universidad de Antioquia, Medellín, vol. 18, No. 3, julio-septiembre (2005): 336, 337; Arturo Romero
Beltrán, Historia de la medicina colombiana. Siglo XIX (Medellín: Universidad de Antioquia, 1996) 181-182;
Manuel Uribe Ángel, La medicina en Antioquia… 15; Néstor Miranda Canal, “Aspectos destacados de la
medicina”, Historia de Antioquia, editor Jorge Orlando Melo, (Medellín: Suramericana de Seguros, 1988)
410; Alfredo Jácome Roca, “Síntesis histórica de la medicina en Colombia”. En:
http://anmdecolombia.net/index.php/52-de-la-literatura/297-sintesis-historica-de-la-medicina-en-colombia
(10/06/2016); Néstor Miranda Canal, “La medicina en Colombia: de la influencia francesa a la
norteamericana”, Revista Credencial Historia, Bogotá, No. 29, mayo (1992). En:
http://www.banrepcultural.org/node/32778 (09/04/2016).
61
137
Adolfo León González Rodríguez, “Educación y práctica médicas en Antioquia…” 332-343; Jorge
Márquez Valderrama, “Clima y fiebres en Colombia en el siglo XIX”, Higienizar, medicar, gobernar.
Historia, medicina y sociedad en Colombia, Directores Jorge Márquez Valderrama, Álvaro León Casas
Orrego y Victoria Eugenia Estrada Orrego (Medellín: Universidad Nacional de Colombia sede Medellín,
2004) 96-101.
138
La epidemiología es una disciplina descriptiva y analítica que estudia la distribución de la frecuencia y de
las causas de las enfermedades humanas, pero también el estudio de los ataques a la salud y en las
aplicaciones de las medidas de salud pública incluso de prevención específica de las enfermedades y de todo
lo que amenaza a la salud. Jorge Márquez Valderrama, “Clima y fiebres en Colombia en el siglo XIX” 99-101.
139
Jorge Márquez Valderrama, “Clima y fiebres en Colombia en el siglo XIX” 96, 100-101; Alfredo Jácome
Roca, “Síntesis histórica de la medicina en Colombia”. En: http://anmdecolombia.net/index.php/52-de-la-
literatura/297-sintesis-historica-de-la-medicina-en-colombia (10/06/2016).
62
biológicos como los microorganismos. Esta práctica médica se benefició con la creación de
instrumentos para registrar cambios en la temperatura y en la presión atmosférica, con estos
datos se creaban “tablas de vida” y agrupamientos patológicos para clasificar
meteorológicamente a las diferentes poblaciones así como la variación de las enfermedades
según su geografía, si eran estacionales o pertenecían a una localidad específica y la
relación del hombre con esa enfermedad. Se realizó entonces una reclasificación de las
enfermedades que dependió de si eran producidas por el ambiente o por el estilo de vida del
individuo, y fueron denominadas agudas y crónicas. Las enfermedades agudas se dividían
en epidémicas y en intercurrentes; las primeras eran producidas por una alteración secreta e
inexplicable de la atmósfera que enfermaba al cuerpo humano y las segundas eran causadas
por una alteración anormal en los individuos. De estas enfermedades se encargaba la
higiene pública, implicaba el control de las condiciones ambientales que podían llegar a ser
fuentes de miasmas y de enrarecimiento de la atmósfera. Las enfermedades crónicas, por su
parte, dependían en gran medida del régimen de vida practicado por el enfermo, y fueron
controladas por la higiene privada, implicaba la educación personal y la urbanidad para
asegurar una convivencia dentro de los patrones correctos de la vida urbana, evitando los
excesos que pudiesen conducir a la enfermedad.140
Los médicos higienistas tuvieron una labor social muy fuerte, fueron conscientes de su
importancia en la solución de diversos problemas sociales, tanto en la población rural como
en la urbana, ya que debido a sus conocimientos debían decidir sobre las leyes para excluir
a los locos y a los leprosos, así como controlar los focos de infección y ordenar las ciudades
poniendo sumo cuidado en la higiene privada y en la pública, previniendo epidemias y
curando al aplicar los últimos descubrimientos microbianos y germinales. La topografía o
geografía médica fue la bandera de estos funcionarios oficiales hijos de los nuevos
pensamientos sobre la naturaleza y la ciencia, y por tanto observaban detalladamente a las
personas –y demás seres vivos–, y la forma como se relacionaban con su entorno y eran
influenciadas por el medio en donde vivían. Si una de estas personas enfermaba,
contrastaban su evolución individual con la información obtenida de los médicos oficiales
quienes suministraban a los higienistas un registro de las enfermedades sufridas por sus
habitantes, pudiendo trazar de este modo la geografía de las epidemias, una estrategia
estatal que se quedó en proyecto puesto que no se concluyó, sólo subsisten algunas
monografías regionales o locales que corresponden a iniciativas particulares mas no
gubernamentales.141
140
Jorge Márquez Valderrama, “Clima y fiebres en Colombia en el siglo XIX” 96; María Fernanda Vásquez
Valencia, “Aclimatación y enfermedad en la medicina colombiana a finales del siglo XIX y comienzos del
XX”, Historia social y cultural de la salud y la medicina en Colombia, siglos XVI - XX. Compiladores Javier
Guerrero Barón, Luis Eduardo Wiesner Gracia y Abel Fernando Martínez Martín (Medellín: La Carreta
Editores, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), 2010) 115-135; Emilio Quevedo
Vélez, “El proceso salud-enfermedad: hacia una clínica y una epidemiología no positivistas” 5-85.
141
Jorge Márquez Valderrama, “Clima y fiebres en Colombia en el siglo XIX” 96-98, 100-101; Jorge Márquez
Valderrama, “La Facultad de Medicina y la sociedad antioqueña” 2-3.
63
142
María Fernanda Vásquez Valencia, “Aclimatación y enfermedad en la medicina colombiana a finales del
siglo XIX y comienzos del XX” 115-135.
143
La curación de casi todas estas enfermedades se hacía a base de plantas como: “malva, cebada, simarruba,
mandrágora, raicilla, coca, drago, grama, borraja, cerraja, verdolaga, perejil, vendeagujas, espadilla,
tamarindo, cañafístula, etc., y algunos ya elaborados como opio, láudano, calomel, cloral, trementina, sal de
nitro, miel de abejas, etc.” Tomás Quevedo Gómez, Historia de una vocación– Seis generaciones de Médicos
Quevedo. Conferencia en la Sociedad Colombiana de Historia de La Medicina. Bogotá, 1982. Citado por
Adolfo León González Rodríguez, “Educación y práctica médicas en Antioquia…” 332. Dice Uribe Ángel
que el concepto tabardillo fue reemplazado por el de peste, y posteriormente por el de tifo [tifus], pero el
primero se conservó en las clases sociales más bajas. Manuel Uribe Ángel, La medicina en Antioquia… 23.
144
Juan B. Londoño nació en Sonsón - Antioquia en agosto de 1860, fue Director Departamental de Higiene y
en 1910 designado Director Departamental de Instrucción Pública, además dio comienzo a las estadísticas de
morbilidad y mortalidad en Antioquia. Sala patrimonial historia de la medicina, biblioteca médica
Universidad de Antioquia, “Juan Bautista Londoño Isaza (1860-1951)”, 13 de junio de 2008.
http://historiamedicinaudea.blogspot.com.co/2008/06/juan-bautista-londoo-isaza-1860-1951.html
(28/06/2016); Néstor Miranda Canal, “Aspectos destacados de la medicina” 410-411.
64
145
Néstor Miranda Canal, “Aspectos destacados de la medicina”, 410-412.
146
Emilio Robledo Correa, Geografía médica y nosología del departamento de Caldas. Precedida de una
noticia histórica sobre el descubrimiento y conquista del mismo (Manizales: Imprenta departamental, 1916)
166 citado por el párroco José Felipe López Montes como una estadística de enfermedades, José Felipe López
Montes (Párroco), Historia de Aranzazu, 2ª ed. (Medellín: Editorial Bedout, 1960) 690-691.
147
Diana Paola Herrera Arroyave, “La revolución del cura Botero: una disputa por las fuentes del derecho.
Antioquia, 1835-1848” (Tesis de Doctorado en Derecho, Universidad del Rosario Facultad de Jurisprudencia,
2014) 231-232. En: http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2015/12/doctrina42636.pdf
(16/02/2016).
148
Alejandro Contreras, “Trastorno bipolar: desde el principio”. En: http://dr-contreras-
psiq.blogspot.com.co/2013/10/trastorno-bipolar-desde-el-principio.html (13/09/2016).
65
149
Gabriel Bedoya y otros, “Análisis de isonimia entre poblaciones del noroeste de Colombia” 539; Sitio
oficial de Aranzazu-Caldas, Plan de desarrollo municipal Aranzazu 2008 - 2011 Ovidio Salazar Serna
(Alcalde). En: http://www.aranzazu-caldas.gov.co/apc-aa-
files/65373162303432653964383937333038/PLAN_DESARROLLO__2008_2011_FUTURO_Y_DESARR
OLLO_SOCIAL___NUESTRO_COMPROMISO.pdf (13/09/2016); Sitio oficial de Aranzazu-Caldas, Plan de
desarrollo “Aranzazu un propósito común” 2012-2015 Gabriel Zuluaga Montes (Alcalde). En:
http://www.aranzazu-caldas.gov.co/apc-aa-
files/65373162303432653964383937333038/ACUERDO_241_PLAN_DE_DESARROLLO_1.pdf
(13/09/2016); Sitio oficial de Aranzazu-Caldas, Plan de Desarrollo Municipal 2016-2019 Jorge William Ruiz
Ospina (Alcalde). En: http://aranzazu-caldas.gov.co/apc-aa-files/65373162303432653964383937333038/1.-
proyecto-de-acuerdo-plan-de-desarrollo.pdf (13/09/2016); Noticias RCN, Aranzazu, Caldas, segundo lugar en
el mundo con mayor cantidad de enfermos mentales, 24 de abril de 2015. En:
http://www.noticiasrcn.com/videos/aranzazu-caldas-segundo-lugar-el-mundo-mayor-cantidad-enfermos-
mentales (13/09/2016); Sitio oficial de Aranzazu-Caldas, noticias. En: http://www.aranzazu-
caldas.gov.co/noticias.shtml?apc=ccx-1-&x=2208696 (13/09/2016); Sitio oficial de Aranzazu-Caldas,
noticias. En: http://www.aranzazu-caldas.gov.co/noticias.shtml?apc=Cnxx-1-&x=2207926 (13/09/2016).
150
Emilio Robledo Correa, Geografía médica y nosología del departamento de Caldas… 125.
66
151
Emilio Robledo Correa, Geografía médica y nosología del departamento de Caldas… 166.
152
Emilio Robledo Correa, Geografía médica y nosología del departamento de Caldas… 121-166; Julio
Manrique, médico bogotano y profesor de Patología general en 1897, citado por Arturo Romero Beltrán,
Historia de la medicina colombiana. Siglo XIX 66, 181-182.
153
Liborio Apolinar Hoyos Ramírez fue censado en Aranzazu de 1864, para ese año ya había enviudado,
vivía con sus cuatro hijas (dos de ellas nacidas en Bogotá) y su cuñada –quien dependía de él–. Liborio nació
en Marinilla en julio de 1800, había sido censado allí en 1813. Tras la muerte de su esposa la bogotana Ana
Ceferina Cantillo Fernández se ordenó como sacerdote.
http://www.genealogiasdecolombia.co/familia/Individuo.aspx?r=Liborio-de-Hoyos-
Ram%C3%ADrez_306011711I114108 (20/04/2016).
67
Llama la atención que en los años 1843 y 1869 no había ningún médico registrado. En
1851 había tres, dos de estos en Marinilla –en ocho años aumentaron en 2–, y en 1864
había cinco, cuatro en Aranzazu –contrario al fenómeno marinillo, en cinco años
disminuyeron de 4 a 0–. Poblaciones de gran importancia para el momento como Abejorral
y Manizales contaban tan sólo con uno, Sonsón y Neira no poseían alguno. De los
registrados en Aranzazu sólo uno de ellos permaneció en esta población para el siguiente
empadronamiento, pero según el registro había dejado la medicina para dedicarse a los
negocios. Del total de médicos cinco estaban casados, dos habían enviudado (uno ordenado
sacerdote posteriormente) y el restante estaba soltero. Sus edades oscilaban entre los 26 y
los 63 años, y no se especifica si tenían alguna especialidad.
En el siglo XIX la mayoría de la población se encontraba asentada en el campo, por lo
que la agricultura fue la principal actividad económica, y en los centros urbanos los oficios
eran la manufactura de productos, el comercio, el servicio doméstico, la política y la
actividad artística e intelectual. Mucha gente fallecía a causa de enfermedades que hoy
serían curables, o por lo menos tratables, lamentablemente los censos de población
estudiados no registran las enfermedades que tenían los habitantes, y esto es porque ese no
era su propósito. Las seis únicas referencias que aparecen en los censos están ubicadas en la
columna de oficio, y sólo las traen los censos de Marinilla de 1851, Manizales de 1864 y
Aranzazu de 1864. Las señas usadas fueron “loco”, “tullido”, “enferma”, “enfermo sin
oficio”, e “inválido”, pero no hay más información acerca de estas características.
68
Cuadro No. 2
Médicos registrados en los censos estudiados
AÑO ESTADO
LUGAR CANTIDAD NOMBRE EDAD
CENSO CIVIL
1843 Marinilla 0
Antonio Ocampo 53 Casado
Marinilla 2
Ulpiano Urrea Hoyos 33 Viudo
1851 Abejorral 1 Pedro R. Sarabia 26 Casado
Sonsón 0
Neira 0
Neira 0
Manizales 1 Alejandro Londoño 32 Casado
Esteban Arango 62 Casado
Liborio Hoyos
1864 63 Viudo
Ramírez154
Aranzazu 4
Mauricio Patiño 40 Casado
Telésforo Arango
28 Soltero
Ocampo155
1869 Aranzazu 0
TOTAL: 8
154
Telésforo Arango Ocampo, hijo de José Miguel Arango e Isabel Pastora Ocampo. Fue censado junto a su
madre (quien ya había enviudado) y su hermana Lina en Aranzazu de 1864 y de 1869. En el primer padrón
Telésforo era médico, pero en 1869 su profesión era negociante.
155
La primera mujer médica graduada en Colombia y Latinoamérica fue la bogotana Ana Galvis Hotz quien
obtuvo su título en Suiza en 1877. La primera médica graduada en una universidad colombiana, en la
Universidad Nacional, fue la boyacense Inés Ochoa Pérez en 1945. En Antioquia, la primera en ejercer la
medicina, sin ser egresada de ninguna universidad, fue Juana Quevedo Restrepo, hija del también médico
bogotano residente en Medellín, José Ignacio Quevedo Amaya quien le enseñó el oficio hacia 1850. Sólo
hasta la década de 1940 las mujeres entraron a formar parte de los estudios médicos en Antioquia, tras superar
numerosas barreras culturales, religiosas y jurídicas, las pioneras fueron Clara Uribe, Ligia Montoya y Clara
Glottman. Véase: Tiberio Álvarez Echeverri, “Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia. Ciento
veinte años de historia”, Iatreia, Revista Médica Universidad de Antioquia, Medellín, vol. 4, No. 3,
noviembre (1991): 117; Ilecara, “Mujeres que hacen la historia”, 31 de enero de 2010. En:
http://mujeresquehacenlahistoria.blogspot.com.co/2010/01/siglo-xx-ines-ochoa-perez.html (20/04/2016); Sala
patrimonial historia de la medicina, biblioteca médica Universidad de Antioquia, “Exposición La mujer en la
medicina antioqueña”, 29 de febrero de 2012. En:
http://historiamedicinaudea.blogspot.com.co/2012/02/exposicion-la-mujer-en-la-medicina.html (20/04/2016).
69
Censar en el siglo XIX en el territorio que hoy conocemos como Colombia era una tarea
difícil. El estado estaba atrasado en materia estadística y era bastante improbable encontrar
personal idóneo en toda la nación para manipular esta información, dadas las circunstancias
culturales de dicho siglo. La labor de recopilar los censos poblacionales era delegada la
mayoría de las veces a personas incompetentes, salvo escasas excepciones donde los
comisionados de levantar el censo estaban versados en esa clase de operaciones. Los
empadronamientos no se efectuaban en todo el territorio nacional, no sólo porque no se
sabía de la existencia de algunas localidades sino porque en muchas que sí eran conocidas,
el acceso era limitado y su población estaba dispersa en comparación con los centros
urbanos y las zonas cercanas a los mismos. En otras zonas, por ejemplo, había caminos en
mal estado, o éstos ni siquiera existían, por lo que en varias ocasiones los comisionados
debían registrar la información que les suministraban terceros; además la mayoría de los
habitantes prefería ocultar sus datos más que esclarecerlos, por lo que el error de esta clase
de documentos estriba más bien en lo que falta que en lo que sobra.1
1
Fernando Gómez, “Los censos de Colombia antes de 1905”, Compendio de estadísticas históricas de
Colombia. Editores Mario Arrubla y Miguel Urrutia Montoya (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia,
1970) 12-13; Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia (Medellín:
Autores antioqueños, 1985 [1ª ed. París, Imprenta de Victor Goupy y Jourdan, 1885]) 17.
2
Fernando Gómez, “Los censos de Colombia antes de 1905” 10; Carmen Elisa Flórez y Olga Lucía Romero,
La demografía de Colombia en el siglo XIX (Bogotá: Universidad de Los Andes, (S.F.)) Diapositiva 4. En:
http://quimbaya.banrep.gov.co/documentos/seminarios/2007/Histroria-sigloXIX-2007/DEMOGRAFIA-
COLOMBIA-SIGLO-XIX.pdf (14/08/2012); Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE),
Panorama Estadístico de Antioquia siglos XIX y XX (Bogotá: DANE, 1981) 63. En esta obra se agregan otras
dos fechas: 1803 y 1810, tomadas del Anuario General de Estadística de la Contraloría General de la
República de 1935, y del Anuario General de Estadística del DANE de 1953.
71
Como se dijo en el capítulo anterior, para esta investigación se estudiaron nueve censos
de población de seis localidades diferentes: Abejorral, Aranzazu, Manizales, Marinilla,
Neira y Sonsón. En estos nueve censos el total de habitantes era de 38.923 entre los años
1843 y 1869, periodo en que estuvo más activa la colonización antioqueña. Cada una de las
personas empadronadas fueron buscadas en los censos restantes para tratar de averiguar su
procedencia, descartar o confirmar su migración a otras localidades, o saber si
permanecieron en donde fueron registrados inicialmente, especialmente para los casos de
Marinilla, Neira y Aranzazu de los que se poseen dos censos consecutivos (de las tres
restantes se posee sólo uno).3 En ocasiones se generaban dudas de si se trataba o no de la
misma persona a causa de los homónimos o de la inexactitud en la información
suministrada. Dichas poblaciones han sido consideradas aislados geográficos, su población
aumentó más por crecimiento interno que por migración. La mayoría de las poblaciones de
la Provincia de Antioquia estuvieron por muchos años, y algunas lo están hoy, encerradas
en una “comarca selvática” y aisladas por un antemural de cordilleras casi impenetrables
conservándolas en el tiempo.4
Los años comprendidos entre 1800 y 1889 estuvieron marcados por un bajo nivel
socioeconómico, continuas guerras civiles, alta mortalidad, alta natalidad, y una
inestabilidad política que se vio reflejada en, quizá, la parte más valiosa e importante de los
censos poblacionales: las cifras. Estas inconsistencias generaron una serie de errores de
enumeración, de clasificaciones y de conteos difíciles de advertir. La falta de información
confiable y completa ha desencadenado desacuerdos sobre el total de la población
decimonónica nacional. Estudiar esta dinámica demográfica es difícil dada la información
disponible, no existen estadísticas vitales confiables que permitan deducir con certeza el
comportamiento de la fecundidad y la mortalidad. El economista Fernando Gómez afirma
que los análisis que se hagan a partir de esta fuente no son más que aproximaciones a la
realidad de la época y sirven únicamente como índice de magnitud.5
El avance en la medicina trajo consigo mejoras en las condiciones habitacionales y de
salubridad, aumentando la esperanza de vida, por ello la población más pequeña es la del
censo más antiguo de los analizados: Marinilla de 1843, pero la población más numerosa
no es la del censo más reciente que sería la de Aranzazu de 1869, sino la de Manizales de
3
Como en el caso de Rafael Castrillón que fue censado en tres localidades diferentes en menos de 30 años.
Inicialmente estaba en Marinilla de 1843, tenía menos de un año de edad y vivía con su madre Gregoria
Castrillón (madre soltera de 19 años), y sus dos hermanas Mercedes y Ana Joaquina Castrillón de 4 y 2 años
de edad. Los cuatro migraron a Manizales donde fueron censados en 1864, Gregoria era administradora
doméstica (como sus hijas) y tenía dos hijos más: Pedro y Luis Castrillón que se dedicaban a la agricultura
como su hermano Rafael, quien desde Manizales se trasladó a Aranzazu para 1869 donde fue censado con su
esposa Leocadia Osorio, una administradora doméstica de 20 años. Para el momento del censo no tenían
hijos.
4
Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia 216.
5
Fernando Gómez, “Los censos de Colombia antes de 1905” 12-13; Carmen Elisa Flórez y Olga Lucía
Romero, La demografía de Colombia en el siglo XIX (Bogotá: Universidad de Los Andes, (S.F.)) Diapositivas
2, 4 y 7. En: http://quimbaya.banrep.gov.co/documentos/seminarios/2007/Histroria-sigloXIX-
2007/DEMOGRAFIA-COLOMBIA-SIGLO-XIX.pdf (14/08/2012).
72
1864, que tuvo y tiene mayor importancia por su posición geográfica y la fertilidad de sus
tierras. Desde su fundación, quince años antes de dicho censo, la localidad prosperó con
increíble velocidad aumentando su población casi un 20% en comparación con Aranzazu de
1869.
Para 1851, Sonsón tenía menos habitantes que Abejorral. Estas dos poblaciones, y en
especial Sonsón, fueron ejes dinámicos de la colonización hacia todos los puntos cardinales
de la Provincia de Antioquia, tenían, respectivamente, 51 y 43 años de fundadas. Para 1864
la población que más habitantes tenía era Manizales, seguido de Neira, cuya población
ascendía a la de Aranzazu en 1869 e incluso a la de Abejorral en 1851. Neira había sido
fundada veinte años antes, en 1844, por los mismos que exploraron los terrenos y fundaron
a Manizales. El crecimiento de la población de Neira entre el primer y segundo censo fue
de 82%, el de Marinilla de 68% –un número alto teniendo en cuenta la cantidad de
migrantes que salieron de allí–, y el de Aranzazu, 23%. Esta última era la población más
joven con sólo once años de fundada al momento del censo de 1864. En el cuadro No. 3 se
especifica el nombre de la población de estudio, el año al que corresponde el censo, el total
de habitantes –tamaño de la muestra que denominaremos N–, el número de apellidos
diferentes en cada población denominado n., y la diversidad de apellidos que se calculó
como n/N.
Cuadro No. 3
Tamaño de la muestra, apellidos diferentes y diversidad de apellidos en los censos
estudiados
antioqueña, y su cercanía geográfica. Además para esa fecha Abejorral tenía 3.075
habitantes y 25 apellidos diferentes más que Sonsón, lo que significa que a pesar de su alto
número de habitantes los apellidos no eran lo suficientemente variados como para generar
una alta diversidad, lo que lleva a pensar que se trata de un alto número de familias
establecidas más que de individuos solos. Como se tienen dos censos de diferente año de
Marinilla, Neira y Aranzazu, se pudieron comparar sus cifras en diferentes años; respecto a
la cantidad de apellidos diferentes (n) tanto Marinilla como Neira tuvieron montos bajos
durante el censo de sus primeros años, mientras que en el siguiente censo éstos fueron más
altos (el mayor aumento fue de Marinilla con 47 apellidos). Aranzazu, por el contrario,
tenía 203 apellidos diferentes para 1864, y cinco años más tarde esta cifra disminuyó a 192,
como se planteó líneas arriba. En cuanto al tamaño de la muestra (N) las tres localidades
tuvieron el mismo comportamiento: valores bajos durante el censo de sus primeros años, y
en el siguiente, mayores valores, siendo Neira la población que tuvo un aumento destacado
de 2.658 habitantes. La diversidad de apellidos (D) fue homogénea para las tres
poblaciones e inversa a los comportamientos anteriores, el censo más remoto arrojó valores
superiores y el censo más reciente, menores. Neira presentó mayor disminución en D de
0,026 en trece años, Aranzazu de 0,012 en cinco años, y Marinilla de tan solo 0,01 en ocho
años. No siendo tan amplia la disminución como en Neira causado por un alto movimiento
migracional durante 1851 y el posterior asentamiento de un número fijo de familias hacia
1864.
100 en Marinilla de 1843, Aranzazu de 1864 y 1869, lo que sugiere que en años anteriores
al censo de 1851 la familia Gómez no se desplazó hacia Sonsón, o si lo hicieron no se
establecieron y prefirieron migrar hacia Aranzazu, donde fueron censados 134 hombres
dieciocho años después.6
Cuadro No. 4
Cinco apellidos masculinos más frecuentes en los nueve censos
APELLIDOS MASCULINOS
AÑO CENSO LUGAR
GÓMEZ GIRALDO LÓPEZ RAMÍREZ GARCÍA
1843 Marinilla 100 64 41 68 47
Marinilla 188 133 69 82 75
Abejorral 8 22 81 92 50
1851
Sonsón 1 14 38 20 17
Neira 23 25 55 28 39
Neira 32 68 77 55 95
1864 Manizales 64 91 95 75 41
Aranzazu 112 94 53 31 43
1869 Aranzazu 134 104 81 57 85
TOTAL: 662 615 590 508 492
El siguiente apellido frecuente en los censos estudiados era Giraldo, con un total de 615
hombres; en Marinilla hubo un aumento de 69 hombres entre los censos de 1843 al de
1851, en Neira su aumento fue de 43 entre los censos de 1851 a 1864, y en Aranzazu de
1864 a 1869, de 10 hombres.
El apellido López era heterogéneo en las poblaciones, no había una marcada diferencia
en números como ocurría con el apellido Gómez; predominaba en Manizales de 1864 con
95 hombres, y donde menos se encontraba era en Sonsón de 1851 con 38, una diferencia de
57 personas.
6
Algunas personas como Ramón María Gómez Duque fueron censadas en ambos censos de Marinilla y
posteriormente en los otros dos de Aranzazu. Es decir, en 1843 cuando era aún un niño, vivía en Marinilla con
sus padres y cuatro hermanos, para el censo de 1851 ya era un adolescente, su familia y él continuaban
viviendo en Marinilla; su hermana mayor llamada Rita había cambiado de domicilio, pero se desconoce a
dónde. Para 1864 Ramón tenía aproximadamente 30 años y vivía en Aranzazu con su esposa y sus cuatro
hijos, allí permanecieron para el censo de 1869, con el mismo número de hijos.
76
Ramírez era más común en Abejorral de 1851 con 92 hombres y en menor cantidad en
Sonsón y Neira del mismo año con 20 y 28 pobladores. Resulta curiosa la diferencia
numérica entre estas poblaciones pues aunque están cercanas en distancia, están aisladas
geográficamente, y quizá por esto el flujo poblacional entre una y otra no fue tan alto.
Los hombres de apellido García ascendían a 492, eran más comunes en Neira de 1864
seguida de Aranzazu de 1869. En los trece años transcurridos entre el primer y el segundo
censo de Neira los hombres aumentaron en 56, mientras que en Aranzazu de 1864 a 1869,
el incremento fue de 42 varones.
El anexo No. 1 contiene los 7 y 15 apellidos más frecuentes en los hombres de cada una
de las poblaciones, la cantidad de veces que está presente en la población (Na), y su
frecuencia denominada con la letra inicial F. La frecuencia depende del número de hombres
con el apellido determinado sobre el total de la población, por lo que en algunas ocasiones
el número es alto, pero el lugar ocupado es bajo. Las localidades están agrupadas de a tres,
posibilitando la comparación entre los mismos años y de las que se posee más de un censo.
Como se dijo anteriormente, había 364 apellidos masculinos diferentes, por lo que se puede
afirmar que la composición poblacional constaba de dichos apellidos.
El apellido López era frecuente en todos los nueve censos y se ubica entre los 7 primeros
lugares teniendo mayor presencia en Manizales de 1864 con una frecuencia de 0,016 y
menor en Marinilla de 1851 con una frecuencia de 0,017. El apellido Castaño estaba en
ocho de los nueve padrones, faltaba en Sonsón de 1851 donde sólo lo tenían 15 hombres,
aunque la mayoría estaban en Neira de 1864 con 81 personas, su frecuencia era mayor en
Neira de 1851 con 60 hombres. En Aranzazu de 1869 había 55 y en Abejorral de 1851, 52
varones.7
Los apellidos Cardona, García y Ramírez estaban en siete de los nueve censos: Cardona
era más frecuente en Abejorral de 1851 con una frecuencia de 0,014, y menos en Neira de
1851 y Marinilla de 1843 con 26 y 30 hombres respectivamente, además estaba ausente en
los dos censos de Aranzazu pues lo tenían sólo 8 hombres en cada uno.8 García no estaba
entre los apellidos frecuentes ni de Sonsón de 1851 ni de Manizales de 1864, pero sí en
Neira de 1864 donde era el más frecuente con 0,016 y en menor proporción en Abejorral de
1851 con 0,009. Ramírez era un apellido que tenía más portadores en Abejorral de 1851, 92
7
Bernabé Castaño Cardona era hijo de Miguel Castaño y Juana Cardona, estaban empadronados en Abejorral
de 1851 con sus hermanos, también solteros, Antonina y Agustín Castaño Cardona. Este último migró a
Manizales donde fue censado en 1864 con su esposa Rosa Velásquez. La otra hermana, Antonina, que en
1851 era costurera, estaba registrada en Aranzazu de 1869 como administradora doméstica y vivía sola.
Bernabé, quien permaneció en Abejorral hasta 1864, también estaba en el censo de Aranzazu de 1869, casado
con la abejorraleña Mercedes Palacio Isaza (censada en Abejorral de 1851 con sus hermanos y su madre
Marcelina Isaza Echeverri, una hilandera nacida en Rionegro, viuda de Nicolás Palacio Restrepo, hermano de
Ignacio Marcelino fundador de Neira y Manizales) con quien tenía seis hijos: Antonio María, Miguel, María
Catalina, María Jesús, María Teresa y Rafael María Castaño Palacio.
8
Siete de los ocho hombres de apellido Cardona censados en Aranzazu de 1864 eran los mismos censados en
ese mismo lugar cinco años después, es decir, que de un censo a otro no se movieron del lugar, uno de ellos,
Antonio Cardona Quintero, padre de los niños Juan María y Manuel Cardona Ramírez, había migrado desde
Neira de 1851 donde había sido censado con sus padres y hermanos.
77
hombres, menos en Neira del mismo año con 28 hombres y no era frecuente ni en Sonsón
de 1851 ni en Aranzazu de 1864.
Giraldo era un apellido común en seis de las poblaciones, menos en Abejorral, Sonsón y
Neira de 1851, resultado que contrasta con Marinilla del mismo año donde ocupaba el
segundo lugar con 133 hombres, y con Aranzazu de 1869 (tercer lugar), Aranzazu y
Manizales de 1864 con 104, 93 y 91 varones respectivamente.
Los apellidos Arango, Gómez, González, Marín, Ocampo, Salazar y Valencia eran
frecuentes en cinco de las nueve poblaciones. Arango era el más frecuente en Abejorral de
1851 con una frecuencia de 0,019 representada en 109 hombres, y décimo quinto en Sonsón
de ese mismo año con 22 hombres (0,008). El apellido Gómez era, como ya se ha dicho, el
más frecuente en los nueve censos, cualidad que le da ser el apellido más frecuente en
cuatro poblaciones: Marinilla de 1843 con 100 personas, Marinilla de 1851 con 188,
Aranzazu de 1864 con 111 y Aranzazu de 1869 con 133; como puede verse, Marinilla y
Aranzazu son muy similares en la estructura de sus apellidos.9 El apellido González se
concentró en Marinilla y Abejorral de 1851, y en Aranzazu de 1869, en esas poblaciones
ocupaba el noveno lugar con frecuencias de 0,014, 0,011 y 0,011 respectivamente.10 El
apellido Marín ocupaba los primeros lugares en Neira, en el censo de 1851 era primero con
98 hombres, y en el censo de 1864 estaba en segundo lugar con 94 hombres, ese mismo
año; pero en Aranzazu, tenía la misma frecuencia, ocupando el cuarto puesto con 63
9
Así como sus padres y hermanos, Ramón Gómez Zuluaga nació en Marinilla y en esa misma población
contrajo matrimonio, diecisiete años después, en junio de 1817 con Nicolasa Giraldo González; luego se
trasladó a Salamina con su hermano Antonio Gómez Zuluaga, quien en la base de datos (facilitada por el
historiador Víctor Álvarez Morales) registraba como fundador de ésta. A sus 63 años fue censado en
Aranzazu de 1864 con su esposa y cinco de sus seis hijos: Marcelo, María Josefa, Emidio, José María y
Joaquín Gómez Giraldo, los tres últimos aún solteros; para el censo de 1869 sólo registraban con dos de ellos:
Joaquín y José María, este último casado con Josefa María Rivera Giraldo (probablemente nacido en
Marinilla pues sus padres Marcelino Rivera Yepes y Balvanera Giraldo estaban censados en esa población
para 1851, trece años después lo estaban en Aranzazu con sus hijos, incluida Josefa María). Marcelo y su
esposa Filomena Serna estaban censados en 1864, pero no en 1869. La otra hija, María Josefa, era viuda de un
hombre de apellido García, en Aranzazu 1864 y 1869 estaba empadronada con su hija Mercedes García
Gómez. Nicolás Gómez Giraldo (nacido en Salamina), hijo mayor de Ramón y Nicolasa, también estaba
censado en Aranzazu de 1864 y de 1869 con María Jesús Giraldo Duque, su esposa (contrajeron nupcias en
esa ciudad), y estaban registrados con sus siete hijos cuyos apellidos eran Gómez Giraldo –los mismos de su
padre–; para 1869 había una nueva integrante.
10
Cuando Mariano González Cardona fue censado en 1843 aún era un niño y vivía en Marinilla con su padre
Antonio, su madre Rosa, y sus tres hermanos: Francisco, María de Jesús (Cira) y Joaquín González Cardona,
esta familia continuó en dicha localidad y por tanto fueron empadronados en 1851; en ese censo, a parte de
los ya mencionados, estaban Rafael, Jaime y María Florentina, que habían nacido durante esos ocho años y
eran hermanos de Mariano. Para el censo de 1864, Mariano ya tenía más de treinta años y estaba casado con
Genoveva Giraldo (hija de la soltera Guadalupe Giraldo y hermana de Margarita Giraldo. Guadalupe estaba
censada en Marinilla de 1851 con sus hijas “ilegítimas” y un esposo llamado José M. Tangarife con quien
procreó a tres hijos; de éstos, sólo Genoveva migró a Aranzazu para 1864) y eran padres de cinco hijos, los
siete permanecieron en Aranzazu y fueron censados en 1869. Joaquín González Cardona, hermano de
Mariano, se trasladó a Aranzazu entre 1851 y 1869, pues este último año fue censado en esa localidad, estaba
casado con Froilana Ospina Granada y eran padres de Isabel González Ospina, una bebé de seis meses de
nacida (Froilana había sido censada en Aranzazu de 1864 con sus padres y sus diez hermanos, todos
permanecieron allí para el siguiente censo).
78
hombres. En el censo de Marinilla de 1843 ocupaba el duodécimo lugar, pero ocho años
más tarde, en el censo de Marinilla de 1851 había un descenso en hombres Marín, bien sea
por migración o porque no se reprodujeron o al hacerlo tuvieron hijas mujeres.11 El apellido
Ocampo era el octavo más usual en Neira de 1851, pero para 1864 ya no lo era; en
Aranzazu de 1864 era el noveno y Aranzazu de 1869, el undécimo. El apellido Salazar era
el segundo más frecuente tanto en Aranzazu de 1864 como de 1869; en Marinilla de 1843 y
1851 ocupaba el décimo lugar; y en Manizales de 1864, era décimo tercero. Estos datos
sugieren una distribución particular del apellido, pues para 1851 no era común en
Abejorral, Sonsón o Neira, de los 16 hombres con este apellido que fueron censados en
Neira de 1851, dos se desplazaron a Manizales de 1864 (padres e hijo), y ocho –una familia
completa– migró a Aranzazu de 1864 donde aumentaron al tener varios hijos.12 El apellido
11
Joaquín Marín Cardona tenía 6 años cuando fue censado en Marinilla de 1843, vivía con sus padres y sus
tres hermanos, todos permanecieron en dicha localidad para el siguiente censo, menos su madre quien falleció
antes de 1851. En los años posteriores Joaquín se trasladó a Aranzazu donde fue censado en 1864 con su
esposa y dos hijos, para el censo de Aranzazu de 1869 Joaquín y su esposa habían tenido otros tres hijos,
aunque de los dos iniciales uno de ellos no estaba en el censo de 1869, se desconoce el por qué. Al parecer los
hermanos de Joaquín y su padre permanecieron en Marinilla mientras que él se estableció en Aranzazu, sus
hermanas, María Antonia y Mercedes hicieron lo mismo para 1869, pues fueron censadas ese año en
Aranzazu; tanto María Antonia como Mercedes estaban casadas y tenían de a tres hijos, ellas y su esposos
encontraron mejores oportunidades en esta población donde ya vivía su hermano con su esposa e hijos.
12
En 1851 Juan Nepomuceno Salazar era un hombre de aproximadamente 40 años que vivía en Neira con su
esposa Antonia Zuluaga y sus nueve hijos: Mariano, Pastor, Joaquín, Hilario, Pío Quinto, Saturnina, Avelino,
Genoveva y José. La familia Salazar Zuluaga se trasladó a Aranzazu y fue censada allí en 1864. En Aranzazu
de 1864 Juan Nepomuceno estaba censado con su núcleo familiar, su esposa Antonia y tres de sus hijos. En el
censo de Aranzazu de 1869 el único que faltaba en el grupo familiar, pero que sí estaba censado, era Hilario
Salazar Zuluaga, casado con Purificación Gómez Duque.
Mariano Salazar Zuluaga permaneció en Aranzazu desde el censo de 1864 donde fue censado con su esposa
Avelina Salazar Ruiz, sin hijos; en el de 1869 Mariano y Avelina estaban censados con los tres hijos de su
hermano Avelino y Martina, la esposa de éste, de quienes se desconoce su paradero, más otros dos niños de 2
y 1 años, Ramón y Antonia Salazar Salazar (nótese el doble apellido).
Pastor Salazar Zuluaga, después de ser censado en Neira de 1851 donde aún estaba soltero y vivía con sus
padres, fue censado en 1864 en Aranzazu, tenía 30 años, estaba casado con Trinidad Ocampo con quien tenía
a Rosaura Salazar Ocampo, de un año. Los tres permanecieron en esta localidad para el censo de 1869, donde
aparte de Rosaura que tenía 5 años, eran padres de Sebastián y Eusebio.
Al igual que sus hermanos, Joaquín Salazar Zuluaga estaba censado en Aranzazu de 1864 con sus diez hijos,
aunque Joaquín era casado, su esposa Abelina Gómez no registraba en este censo, pero sí en el de 1869 –se
desconoce por qué estaba ausente de su hogar–; en 1869 Joaquín y Abelina tenían trece hijos y aún vivían con
los diez censados en 1864 pues continúan solteros.
Saturnina Salazar Zuluaga también fue censada en Aranzazu, tanto en 1864 como en 1869, estaba casada con
José María Salazar y eran padres de cuatro hijos, Hermenegildo, Mamerto, Alejandro y Teodomiro Salazar
Salazar (tienen los mismos apellidos repetidos de sus primos), los tres últimos menores de cuatro años y por
tanto censados solamente en 1869.
En Aranzazu de 1864 Avelino Salazar Zuluaga tenía un poco más de 20 años, estaba casado con Martina
Salazar y eran padres de tres hijos: Ulpiano, Juan Nepomuceno y Mercedes Salazar Salazar (nuevamente se
dobla el apellido, se desconoce si Avelino y Martina eran primos o si los cuñados Martina, José María y
Avelina eran familiares cercanos); en el censo de Aranzazu de 1869 no estaban los padres, sólo los hijos, que
estaban censados con el grupo familiar de Mariano Salazar Zuluaga, uno de los hermanos mayores de Avelino
y tío de los menores.
Genoveva Salazar Zuluaga en el censo de Aranzazu de 1864 estaba casada con José María Gómez Duque
(hermano de Purificación Gómez Duque, la esposa de Hilario Salazar Zuluaga, hermano de Genoveva) y no
tenían hijos, él también había sido censado en Neira de 1851 cuando estaba soltero y vivía con sus padres y
79
Valencia era número uno en el censo de Manizales de 1864 con una frecuencia de 0,016,
aunque tenía la misma frecuencia en Neira de ese mismo año, allí ocupaba el tercer puesto,
en Neira de 1851 estaba en el segundo lugar con una frecuencia de 0,020 (66 hombres) y el
tercero en Sonsón del mismo año con 52 hombres y una frecuencia de 0,019.
Los apellidos Buitrago, Henao, Ospina y Quintero eran frecuentes en cuatro de las nueve
poblaciones. Buitrago no lo era en ninguno de los censos estudiados de 1864 (Neira,
Manizales y Aranzazu), ni en Abejorral y Sonsón de 1851; ese año ocupaba el décimo
segundo lugar en Marinilla (0,007) y en Neira (0,008); y para 1869 lo llevan 50 hombres en
Aranzazu, una frecuencia de 0,010. El apellido Henao era el séptimo más frecuente en
Sonsón de 1851 y el decimocuarto en Neira de 1864; no estaba entre los más usuales de
Marinilla de 1843 y 1851, Abejorral de 1851 y Aranzazu de 1864 y 1869. Ospina no era
frecuente en ninguno de los dos censos de Marinilla (1843 y 1851), en Neira de 1851
ocupaba el quinto puesto y en 1864 el décimo quinto; en Aranzazu de 1864 era el sexto más
frecuente y para 1869 ya no era frecuente. El apellido Quintero era undécimo en Aranzazu
de 1864 con 41 hombres, en Aranzazu de 1869 tenía la misma frecuencia (0,010), pero con
seis hombres más ocupaba el decimotercer lugar, era el duodécimo en Marinilla de 1851
con 39 hombres, en Manizales de 1864 estaba en el puesto quince y tenía una frecuencia de
0,008.
Arias, Duque, Jaramillo y Osorio estaban entre los quince más comunes en tres de las
nueve poblaciones. Arias era cuarto en Sonsón de 1851, noveno en Neira de 1864 y
undécimo en Neira de 1851, entre estos dos censos la diferencia es de 32 personas, aunque
sólo doce hombres permanecieron de un censo a otro, éstos se encargaron de aumentar el
apellido. El apellido Duque ocupaba el segundo lugar en Marinilla de 1843 y el tercero en
Marinilla de 1851, los hombres de este apellido aumentaron de 76 a 83; en Aranzazu de
1864 era séptimo con 48 hombres.13 Jaramillo era octavo en Neira de 1864 con 64 hombres
y noveno en Sonsón de 1851 con 31, su frecuencia en ambos era de 0,011; en Abejorral de
1851 era decimoquinto, 43 hombres tenían este apellido, que aunque actualmente es muy
representativo de Antioquia, es mayormente común en Medellín y la zona sur occidental de
este departamento. El apellido Osorio estaba en el quinto lugar en Sonsón de 1851, su
frecuencia era de 0,015 y lo tenían 41 hombres, en Neira del mismo año era séptimo, y en
Manizales de 1864 era undécimo con una frecuencia de 0,009 que equivalía a 55 hombres.
hermanos –quienes también migraron a Aranzazu y fueron censados allí en 1864 y en 1869–. Genoveva y
José María tenían dos hijas en el censo de 1869 de Aranzazu, Magdalena y Nicanora Gómez Salazar.
13
José Eustaquio Duque Giraldo nació en Marinilla en septiembre de 1786, estaba casado con María
Encarnación Giraldo Serna nacida en marzo de 1794, allí mismo, entre 1816 y 1829, nacieron y fueron
bautizados 8 de sus hijos, ella fue censada como viuda en Aranzazu de 1864 y de 1869, para ambos censos
vivía con cuatro de sus hijos que continuaban solteros: Rafael, Isaías, Ezequiel y Rita Duque Giraldo (tenían
los mismos apellidos que su padre). Por medio de la base de datos se obtuvo información de Juan José
–hermano de los anteriores–, casado con María Mercedes Restrepo Ramírez nacida en Abejorral e hija de
Eusebio Restrepo Uribe, quien nació en Rionegro y se desplazó a Marinilla donde contrajo matrimonio en
noviembre de 1802 con Francisca Ramírez Pineda, al parecer, hacia 1805 su nueva residencia era Abejorral
donde nacieron sus once hijos, entre ellos, María Mercedes, Anselma y María Nieves Restrepo Ramírez, estas
últimas se trasladaron hasta Aranzazu y fueron censadas con sus esposos y sus hijos en 1864 y en 1869.
80
Agudelo, Arbeláez, Arcila, Londoño, Muñoz, Orozco y Rivera tenían una frecuencia alta
en dos de los nueve censos estudiados. Agudelo ocupaba el noveno lugar en Manizales de
1864, había 57 hombres con este apellido y su frecuencia era de 0,009; en Neira de 1851
era décimo quinto con una frecuencia de 0,008 representada en 26 hombres. El apellido
Arbeláez era decimotercero en Marinilla de 1851 con 35 hombres, y ocho años antes (1843)
ocupaba el decimocuarto lugar con 22; de éstos el 50% permanecieron en la misma
localidad y aumentaron por reproducción interna. Un caso similar ocurrió con los hombres
de apellido Arcila que era frecuente en ambos censos de Marinilla, en el de 1851 ocupaba
el sexto lugar con 71 y en 1843 el séptimo, con 40, de los cuales 33 permanecieron ahí y
procrearon nuevas familias; cinco de ellos fueron censados en Manizales en 1864. Londoño
era el apellido más común en Sonsón de 1851, había 61 hombres que lo llevan; esta
población era segunda –después de Abejorral– en apellidos poco comunes en las otras
poblaciones; en Neira de 1864 había 51 hombres con este apellido, por lo que ocupaba el
décimo segundo puesto y su frecuencia era de 0,009. El apellido Muñoz era décimo en
Neira de 1864 y lo tenían 63 hombres; en Marinilla de 1851 había 29 hombres con este
apellido y ocupaba el decimoquinto puesto. Orozco era segundo en Sonsón de 1851, su
frecuencia era de 0,021 con 58 hombres, y décimo quinto en Marinilla de 1843 donde lo
tenían 21 varones (el número más bajo de la sección). El apellido Rivera tenía la misma
frecuencia de 0,008 en Sonsón de 1851 y en Aranzazu de 1864, en el primero lo tenían 23
hombres y en el segundo, 32, ocupando los lugares décimo tercero y décimo cuarto
correspondientemente.
Los catorce apellidos restantes eran frecuentes en uno sólo de los censos: Alzate,
Betancur, Correa, Echeverri, Flórez, Gutiérrez, Hernández, Montoya, Obando, Rincón,
Sánchez, Serna, Villa y Zuluaga. Cinco de ellos estaban en Abejorral de 1851, por lo que
era la principal población con los apellidos que, aunque tenían una alta frecuencia, no
estaban en todas las poblaciones; tres más estaban en Sonsón de 1851 y tres más en
Aranzazu de 1869. Para esa época Abejorral y Sonsón fueron puentes que conectaban con
las otras poblaciones que estaban en naciente colonización, como Manizales. Así pues,
Gutiérrez era tercero en Abejorral (de 1851) con una frecuencia de 0,015 y 88 hombres;
Rincón, sexto, con una frecuencia de 0,013 y 77 hombres; Villa, séptimo, con una
frecuencia de 0,012 y 71 hombres; Hernández, décimo segundo, con una frecuencia de
0,008 y 47 hombres; y Obando, décimo cuarto, con una frecuencia de 0,008 y 44 hombres.
En Sonsón de 1851 había tres: Betancur era décimo, lo tenían 29 hombres y representaban
una frecuencia de 0,010; Flórez era duodécimo, lo tenían 24 hombres, para una frecuencia
de 0,009; y Sánchez que era decimocuarto, con 23 hombres y la frecuencia de 0,008. En
Neira de 1864 el apellido Alzate tenía una frecuencia de 0,009, ocupaba el decimosegundo
lugar pues lo tenían 51 hombres. En Manizales de 1864 había 46 hombres con el apellido
Echeverri, que ocupaba el décimo cuarto lugar y tenía una frecuencia de 0,008. Zuluaga era
el decimoquinto apellido más frecuente en Aranzazu de 1864, a once años de su fundación
lo tenían 32 hombres que constituían el 0,008 de frecuencia; aunque aumentó en 18
personas para el censo de 1869, no alcanzó a estar entre los quince más frecuentes para ese
81
año de 1869. De hecho, como era una población tan joven, aún estaba en proceso de
poblamiento, seguía recibiendo migrantes y entre sus apellidos más comunes tenía tres que
sólo estaban allí presentes: Montoya que ocupaba el séptimo lugar con una frecuencia de
0,013 y lo tenían 65 hombres; Serna en el décimo cuarto lugar, una frecuencia de 0,010 y
47 hombres;14 y el apellido Correa, con una frecuencia de 0,009 y 46 hombres, por lo que
estaba en el decimoquinto puesto.
Cuadro No. 5
Estimativos de diversidad
14
Juan Nepomuceno Serna Gómez nació en Marinilla en 1809, para el censo de 1869 vivía en Aranzazu con
su familia, estaba casado con Carmen Hoyos Duque y eran padres de seis hijos: Joaquín, Rosa, Aurelio,
Esteban, Benildo y Fiodoro Serna Hoyos. En el censo de Aranzazu de 1864 Rosa estaba casada con Leocadio
Montoya Martínez, con ellos estaban registrados Lino, Rosendo y María Antonia Serna, y Nepomuceno
Montoya Serna (los tres primeros no tenían el apellido Montoya, quizá sean hijos “ilegítimos” de ella o el
comisionado del censo olvidó anteponer el apellido del padre). Para el censo de 1869, Juan Nepomuceno y
Carmen –los padres de Rosa–, estaban empadronados con Rosendo, Nepomuceno, Carmen y Emilia Montoya
Serna (ahora sí tienen el apellido Montoya, pero se desconoce el paradero de Lino y María Antonia, y de los
padres de éstos, Leocadio y Rosa), que vendrían a ser sus nietos, y con sus hijos biológicos Aurelio, Esteban,
Benildo y Fiodoro Serna Hoyos. El mayor de sus hijos, Joaquín, también estaba censado en Aranzazu de
1869, era esposo de Eduarda Ramírez Peláez (hija de otros marinillos, José María Ramírez Zuluaga y Micaela
Peláez Jiménez) y tenían cuatro hijos.
82
poblaciones aisladas en las que unos pocos apellidos se repiten en un alto porcentaje de la
población, como ocurre en Ile de la Madeleine, un aislado de la población franco
canadiense, donde C tiene un valor de 0,42.15 Para el estudio que nos compete, Marinilla de
1843 y Neira de 1864 muestran el mayor y el menor valor de aislamiento, como puede
detallarse en el anterior cuadro No.5. El mayor valor de B lo presenta Marinilla de 1843
con 0,396 y el menor, Neira de 1864 con 0,194. Este mismo fenómeno se presenta en C
donde el valor más alto lo posee Marinilla de 1843 con 0,591, y el menor, Neira de 1864
con entre 0,340. La diferencia tan baja entre ambos rangos confirma la poca diversidad de
apellidos en esta región colonizada por migrantes provenientes del oriente de la Provincia
de Antioquia, principalmente de Marinilla. Estudios realizados en otras poblaciones
antioqueñas muestran valores de C similares, la población de El Santuario muestra un alto
valor de aislamiento con 0,662, y Rionegro, el menor con 0,269.16
Se confirma de este modo que Marinilla es considerada una población aislada, en un alto
porcentaje de su población se repiten unos pocos apellidos, la mayoría de sus habitantes
provienen del mismo ancestro, o la endogamia entre los que poseen el mismo apellido, los
ha vuelto frecuentes. Sus censos de 1843 y 1851 arrojaron los valores más altos de B y C;
seguidos por Aranzazu de 1869 y de 1864 (fundada principalmente por marinillos). A
diferencia de estos cuatro primeros puestos ocupados por las mismas dos poblaciones,
Neira presenta mayor aislamiento en 1851 que en 1864, en este último año se registra como
el de menor valor (0,340), es decir, en un lapso de trece años, quizá por el mismo
movimiento colonizador, la estructura poblacional de Neira se diversificó, haciéndose
similar a la composición de Abejorral en 1851 (0,343), cuando recibía un alto flujo de
migrantes que no sólo provenían de Marinilla, la ola migratoria arribaba a sus tierras y
había una alta diversidad de apellidos, y por ende, de genes.
Los resultados del procesamiento de estos censos nos invitan a pensar en los factores
que permitieron que el movimiento migratorio en esta zona hubiera sido exitoso: el tipo de
oportunidades que brindaban las tierras, las redes sociales que se establecieron y el grupo
de personas que habitaron dichos lugares; en donde incluso hoy día existe un continuo
traslado intrapoblacional debido a vínculos económicos, comerciales y familiares.
15
Gabriel Bedoya y otros, “Análisis de isonimia entre poblaciones del noroeste de Colombia”, Biomédica,
Bogotá, vol. 26, (2006): 540, 541.
16
Gabriel Bedoya y otros, “Análisis de isonimia entre poblaciones del noroeste de Colombia” 541.
83
del 20 de julio de dicho año.17 Por esa época corría entre la gente algunos rumores falsos
acerca del propósito de los empadronamientos, muchos aseguraban, por malicia o
ignorancia, que eran para generar nuevos impuestos, así que escondían a la mitad de su
familia o se ocultaban en los montes hasta que finalizara el censo. Otra razón de los padres
para esconderse o esconder a sus hijos era el temor a los alistamientos militares. Estas
circunstancias se pudieron dar en grados variables durante los otros censos.18
Después del censo de 1825 que fue realizado por ley del 11 de marzo del mismo año y
que, según varios autores no es exacto y su información es imprecisa (al ser llevado a cabo
durante la administración de la Gran Colombia y los datos de Nueva Granada están
mezclados con los de Venezuela y Ecuador), el Congreso decretó dos leyes referentes a los
censos, la Ley del 2 de junio de 1834 y la Ley del 1 de abril de 1858; las diferencias entre
ambas son más de procedimiento que de fondo.19 En la primera la finalidad del
empadronamiento fue política, no se le da importancia a la clasificación por edades y se
divide por categorías con tal de que se mantenga el total o se infle un poco. En los censos
realizados de acuerdo a la primera ley –los de 1835, 1843 y 1851–, la información sobre el
estado civil está presentada en diez categorías que se excluyen mutuamente y que impiden
hacer cualquier tipo de clasificación cruzada.20 Entre 1825 y 1851 los nombres de las
personas se escribían en listas separadas según la categoría correspondiente, de ahí se
obtenía la consolidación para los municipios, y de ésta para el cantón, posteriormente las
informaciones provinciales, y finalmente, se efectuaba el resumen nacional.
El levantamiento del censo de 1843 se programó desde el 2 de enero hasta el 31 de
marzo del mismo año, evitando que su ejecución se demorara doce meses, como se hacía
anteriormente. Se efectuó poco después de unas inestables circunstancias políticas y el total
de población fue de 1.931.674.21 Este censo muestra una gran ausencia de hombres adultos,
quizá porque hacía poco había terminado una de las frecuentes guerras civiles que tuvieron
17
DANE, Panorama Estadístico de Antioquia siglos XIX y XX 63-64, citando al Boletín de Estadística de la
Dirección de Estadística Departamental de 1920 y del Anuario Estadístico de Antioquia de 1888.
18
Fernando Gómez, “Los censos de Colombia antes de 1905” 13.
19
Fernando Gómez, “Los censos de Colombia antes de 1905” 14 y 18; DANE, Panorama Estadístico de
Antioquia siglos XIX y XX 64; Carmen Elisa Flórez y Olga Lucía Romero, La demografía de Colombia en el
siglo XIX (Bogotá: Universidad de Los Andes, (S.F.)) Diapositiva 8. En:
http://quimbaya.banrep.gov.co/documentos/seminarios/2007/Histroria-sigloXIX-2007/DEMOGRAFIA-
COLOMBIA-SIGLO-XIX.pdf (14/08/2012).
20
En Panorama Estadístico de Antioquia siglos XIX y XX se hace mención a un censo realizado en 1828, se
cuestiona si en realidad sí fue un censo de población porque no se encuentra relacionado en publicaciones
estadísticas de carácter nacional, únicamente en algunas antioqueñas como el Boletín de Estadística No. 17 de
la Dirección de Estadística Departamental, y la Monografía Estadística del Departamento Antioquia de 1929
–de Diego Monsalve–. Además, el censo inmediatamente anterior había sido realizado tres años antes, en
1825, lo que no justifica uno nuevo en tan poco tiempo. DANE, Panorama Estadístico de Antioquia siglos
XIX y XX 64.
21
Esta cifra fue tomada de Fernando Gómez, “Los censos de Colombia antes de 1905” 15. Sin embargo, en
DANE, Panorama Estadístico de Antioquia siglos XIX y XX 64, el total de la población es 1.955.264
habitantes, 23.590 personas más.
84
cabida durante este siglo. El total de habitantes de Antioquia fue de 189.534.22 Para esta
investigación se empleó el censo de Marinilla de este año.
3.3.1. Marinilla
Su proceso de poblamiento inició en 1664 y fue fundada hacia 1690, su población creció
lentamente, manteniéndose apenas y sin aumentar su riqueza. El médico y geógrafo Manuel
Uribe Ángel describió su gente como hospitalaria, amable, quienes vivían en un poblado
con aire tónico, salutífero y agua potable. Sus casas eran de tapia y tejas, algunas tenían
dos pisos, y aunque carecían de elegancia, eran cómodas. Algunas calles eran empedradas y
las demás con suelo natural, todas rectas; la plaza estaba suavemente inclinada y a su
costado superior sobresalía el templo con una torre en la cual había un buen reloj, y para
Uribe Ángel este conjunto no carecía de majestad. Cerca al centro había un edificio que
servía para colegio donde habían recibido educación muchos antioqueños notables en las
letras, el comercio y las armas.23
Para 1885, Marinilla pertenecía al Departamento de Oriente, lo mismo que los distritos
de Abejorral, Sonsón, y otros como Rionegro, Guarne, Guatapé y Santuario; anteriormente
había hecho parte de la jurisdicción de Remedios (Provincia de Mariquita). Para la fecha en
que se expresa Uribe Ángel, Marinilla había alcanzado una relativa y transitoria
prosperidad, sus primeros pobladores se habían dedicado a las labores agrícolas en los
bosques cercanos, pero con los años y tras una serie de copiosos aguaceros, los campos
quedaron estériles y se conservó muy poco en ellos, sólo unos reducidos sembrados de
maíz, fríjoles, arracachas, ahuyamas, calabazas, y otros, que resultaron insuficientes para
proveer a sus habitantes, por lo que esta localidad cayó en el abatimiento y la pobreza ante
la carencia de agricultura, comercio y otras industrias, viéndose obligada “a ver cambiar el
domicilio de sus hijos en solicitud de localidades más propicias para su bienestar”. 24 De allí
salieron los primeros colonizadores a poblar el sur de la Provincia de Antioquia, aunque se
sabe poco de dónde llegaron sus habitantes. Cuando se realizó el censo de 1843 la ciudad
contaba con 2.349 pobladores, 1.247 mujeres y 1.102 hombres, distribuidos en 485
familias.25 Uno de sus habitantes era Bartolomé Rojas Villegas, nacido el 24 de agosto de
1800 en Rionegro, esposo de María Antonia Zuluaga Ramírez –que al parecer nació en
Marinilla en 1805–, madre de sus seis hijos, quienes junto a su parentela decidieron
establecerse en la ciudad.26 El hombre de mayor edad era Felipe Duque, de 104 años (de
22
DANE, Panorama Estadístico de Antioquia siglos XIX y XX 64, esta cifra está en el aparte del censo de
1851 citando al Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), Estadísticas Históricas
(Bogotá: DANE, 1975) 150.
23
Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia 218.
24
Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia 200-216.
25
Hay siete habitantes repetidos.
26
En el censo de Marinilla de 1843 Bartolomé Rojas Villegas y María Antonia Zuluaga Ramírez tenían por
hijos a José María, Ana Joaquina, María Antonia y Alberto Rojas Zuluaga; todos solteros. En el
empadronamiento de 1851, los esposos, cuyos oficios eran el de labrador y administradora doméstica, estaban
85
hecho era el de más edad en los nueve censos), estaba viudo y vivía con su hija de 60 años,
Isidora Duque, quien permaneció en el siguiente censo.
Los esposos Eduardo Duque y María Agustina Gallego, ambos de 70 años, ya habían
sido censados en esta localidad treinta años antes, en 1813, Eduardo falleció antes de 1851
y ella permaneció allí, por lo que está registrada sola en el padrón de 1851; otras 1.291
personas permanecieron en esta localidad, en su mayoría eran solteros (entre hombres y
mujeres) que casi doblaban en número a las personas casadas que continuaron viviendo ahí.
En cuanto a la movilidad, se pudo comprobar que 46 personas se desplazaron a otras
poblaciones y fueron registradas en los siguientes censos. En el de Abejorral de 1851 se
encontraron siete personas provenientes de Marinilla de 1843, entre estas estaba el viudo
Ramón Cuervo, quien se trasladó a este lugar con sus cinco hijos que se establecerían como
agricultores y posteriormente tendrían su propia descendencia. En el censo de Neira de
1864 estaba María del Carmen Castaño, una joven que cuando fue censada en Marinilla de
1843 tenía cuatro años, en la nueva población estaba casada y era madre de tres niños. En el
de Manizales estaban censados cinco, entre ellos una familia compuesta por la madre
soltera Gregoria Castrillón y sus tres hijos. En el censo de Aranzazu de 1864 aparecen
registrados 25, entre estos estaban la pareja de esposos Carlos Buitrago y María Francisca
Cardona, y algunos de sus hijos solteros. Y en el de 1869 de Aranzazu también fueron
identificadas ocho personas censadas en 1843 en Marinilla, como una mujer que en 1843
estaba casada, pero enviudó para 1869, quizá por esto migró con algunos de sus hijos; tal
vez permanecieron en Marinilla hasta esta última fecha ya que no vivían en Aranzazu para
1864.
Como puede apreciarse en el cuadro No.6, con 91 años de fundada, Marinilla era una
población joven, la mayoría de sus habitantes eran menores de 20 años, en contraste con los
ancianos mayores de 80 años que tan sólo eran 19. Los casados sumaban 673, 330 eran
censados nuevamente con sus hijos María Antonia, Alberto (quien también es labrador), Damián, Ana María
–nacidos en 1845 y 1847– y José María Rojas Zuluaga, casado el 22 de agosto de 1849, en Marinilla, con
María de Jesús Castaño Gómez, con quien tuvo a Pantaleón Rojas Castaño, que al momento del censo tenía
medio año de edad.
La otra hermana de José María, Ana Joaquina Rojas Zuluaga, también estaba censada en Marinilla de 1851
con su esposo Ignacio Castaño Gómez, con quien contrajo nupcias el 8 de abril de 1849, en Marinilla; al
momento del censo no tenían descendencia. Los hermanos Rojas Zuluaga no sólo se casaron con una
diferencia de cuatro meses, sino que su esposa y esposo también son hermanos entre sí; María de Jesús e
Ignacio Castaño Gómez, hijos de Joaquín Castaño Giraldo y Genoveva Gómez Zuluaga (el mismo segundo
apellido que el de su yerno y nuera), casados el 4 de octubre de 1815 en Marinilla, fueron censados allí en
1843 con sus seis hijos, incluidos María de Jesús e Ignacio, Micaela, María Balvaneda, José María y
Francisco Castaño Gómez.
Ocho años después, aunque todos prevalecieron en la misma localidad, sólo la mitad de los hermanos Castaño
Gómez vivía aún con sus padres. Para el censo de Marinilla de 1851, Micaela, de 24 años, estaba casada con
Jesús Montoya, un agricultor de 35 años, y no tenían hijos.
María Balvaneda Castaño Gómez, hermana de María de Jesús, Ignacio y Micaela, después de ser censada en
Marinilla de 1851, migró a Aranzazu donde fue empadronada en 1864, estaba casada con Januario Rivera y
tenían ocho hijos: Ramona, María del Carmen, Rosaura, Pedro, Nicomedes, Diego Antonio, María de Jesús y
Lucio Rivera Castaño. Excepto Diego Antonio, todos permanecieron en esa localidad y están en el censo de
1869; Januario y María Balvaneda tienen dos hijos más: Ramón e Isabel Rivera Castaño de 4 y 2 años,
respectivamente.
86
hombres y 343, mujeres, y de acuerdo con este censo se puede determinar que los hogares
estaban conformados por mujeres que se casaron entre los 15 y 20 años, y por hombres,
entre los 16 y 25 años. Por solteros y viudos, estos últimos conformaban una quinta parte
de las familias marinillas con un número muy bajo (90), sobre todo si se compara con el de
los solteros (1.586); y por 39 mujeres cabezas de familia que no eran viudas, pero que
estaban solas como madres solteras o porque sus esposos salieron a buscar fortunas y
mejores tierras en otras poblaciones. El padrón señala además, que había esclavos y libres
cohabitando el mismo espacio. En este censo hay una categoría denominada condición
socio racial, allí se suman 14 esclavos –12 son mujeres–, sólo dos de ellos permanecieron
para el siguiente censo: Liberata Duque de 42 años y Leonardo Gómez de 6. Este censo
únicamente registra entre los oficios el de esclava-esclavo (todos solteros), y el de clérigo,
con un total de cinco, dos de ellos permanecieron allí para el censo de 1851, se trata de los
párrocos Valerio Antonio Jiménez Hoyos (Obispo de Medellín en 1868) y Francisco Javier
Gómez (primer párroco de Granada).
Cuadro No. 6
Sexo y edades de Marinilla en 1843
Rango F M Total
0a9 348 355 703
10 a 19 307 303 610
20 a 29 204 148 352
30 a 39 126 80 206
40 a 49 108 77 185
50 a 59 79 76 155
60 a 69 35 33 68
70 a 79 28 21 49
80 a 89 10 7 17
90 a 105 1 1 2
En blanco 1 1 2
Total 1247 1102 2349
El apellido más común entre los habitantes de Marinilla de 1843 era Gómez, lo tenían
211 personas, 111 mujeres y 100 hombres. También había apellidos que sólo lo tenía una
persona, entre los apellidos únicos en las mujeres estaban Benítez, Betancur, Estrada,
Fonnegra, Gutiérrez, Henao, Jaramillo, Ospina y Ossa. Y entre los hombres, Arboleda,
Barco, Bedoya, Lombana, Monsalve, Murillo, Navarro, Osorio, Sánchez, Soto, Toro y
Uribe.
87
3.4.1. Marinilla
Ocho años después del censo de 1843, Marinilla contaba con 803 familias, su población
había aumentado a 3.955 habitantes, 1.606 más que los registrados desde el último censo.29
De esas personas 1.292 habían permanecido allí porque se sintieron a gusto y/o no tuvieron
la necesidad o la oportunidad de desplazarse (cuatro de éstas continuaron en esta población
para el censo de 1869). Esos que permanecieron eran en su mayoría solteros, 365 hombres
y 340 mujeres, y un muy pequeño número de viudos, 4 hombres y 70 mujeres. Entre los
solteros que permanecieron en el censo de 1851 están Mariano Vásquez Gómez, jornalero;
Francisco Giraldo Martínez, labrador; e Hilario González Parra, que asistía a la escuela.30 Y
27
El Boletín de Estadística No. 17 afirma que en el Estado de Antioquia hay 244.442 habitantes, mientras que
el DANE, en Estadísticas Históricas, posee dos cifras diferentes; en la página 17 señala un total de 228.637
personas, y en la página 100 se registran 225.081 habitantes, una diferencia de 3.556 almas en la misma obra.
DANE, Panorama Estadístico de Antioquia siglos XIX y XX 64; Fernando Gómez, “Los censos de Colombia
antes de 1905” 16, citando al Boletín de Estadística No. 17 de la Dirección de Estadística Departamental de
1920.
28
Fernando Gómez, “Los censos de Colombia antes de 1905” 11-13.
29
Hay tres habitantes repetidos.
30
Hijo de la viuda y costurera Chiquinquirá Parra, quien tenía otros tres hijos. Chiquinquirá se trasladó a
Manizales para 1864, donde era una administradora doméstica dependiente de María Jacoba Parra, mientras
que Hilario eligió desplazarse a Aranzazu de 1864 donde trabajaba como agricultor y estaba casado con María
Josefa Montoya, de 29 años, con quien tenía tres hijos. Ellos permanecieron en Aranzazu para el censo de
1869 donde tuvieron 3 hijos más.
88
entre las viudas están la aplanchadora Tecla Marín, la sirvienta Felicia Chica de 20 años, y
la platera Sinforiana Mier.31
Así como el censo de 1843, el de 1851 nos da muestra de una población joven, menor de
50 años, y mayoritariamente femenina, como se puede apreciar en el cuadro No. 7, hay un
total de 2.027 mujeres y 1.928 hombres, el más viejo es Juan J. García, viudo de 100 años,
registrado como dependiente (e inútil) de su hijo Ramón quien junto a su esposa Agustina
Gallego se dedicaban a labrar la tierra.
Cuadro No. 7
Sexo y edades de Marinilla en 1851
Rango F M Total
0a9 576 661 1237
10 a 19 461 450 911
20 a 29 358 308 666
30 a 39 206 173 379
40 a 49 167 103 270
50 a 59 129 110 239
60 a 69 71 62 133
70 a 79 35 40 75
80 a 89 19 10 29
90 a 105 1 3 4
En blanco 4 8 12
Total 2027 1928 3955
Fuente: Archivo Histórico de Antioquia (A.H.A), Fondo: Gobernación de Antioquia,
Serie: Censos y Estadísticas: Marinilla 1851 tomo 2699, documento 16.
31
Es la única mujer que desempeña este oficio en los nueve censos, hay dos hombres que también lo hacen,
uno en Abejorral y el otro en Marinilla de 1851. Sinforiana nació alrededor de 1789, fue censada en 1843 y en
1851 con sus hijos: Antonio (sastre), Dolores quien era costurera y estaba viuda, y Bautista que era minero y
estaba casado con la costurera Bárbara Marín con quien tenía dos hijos. En Marinilla también había otros tres
adultos con este apellido, al parecer eran hermanos de Sinforiana, pero es una suposición pues se desconoce el
nombre de sus padres y abuelos. María Josefa Mier, 37 años, casada con Juan María o Ignacio Cárdenas
(fallecido entre 1843 y 1851), padres de Joaquín, Raimundo y María Josefa Cárdenas Mier, todos
permanentes en 1851. Gregorio Mier, 50 años, viudo y padre de tres hijos. Ramón Mier de 70 años, casado
con Juana Ramírez de 65 años. Además había una sirvienta con este apellido, Frutosa Mier de 50 años, que
estaba a cargo de una familia que no llevaba este apellido. Estos últimos sólo estaban censados en 1843.
Tampoco se sabe con exactitud cómo llegaron Sinforiana y demás al interior del país, quizá por el negocio de
la minería, pues la primera persona de apellido Mier (que realmente es un nombre tomado por los Duques de
Vela del pueblo de Mier, en Asturias, España) que se estableció en Colombia fue Juan Bautista de Mier y de
la Torre, primer Marqués de Santa Coa, quien llegó a Mompox aproximadamente en 1714 y colonizó esa la
zona norte. El Marqués tuvo dos hijas: Ignacia Andrea casada con el sobrino de su padre –es decir, con su
primo– Julián de Trespalacios y Mier, segundo Marqués; y Juana Bartola, casada con su otro primo, el capitán
de infantería José Fernando de Mier y Guerra, personaje principal del Nuevo Reino de Granada en el siglo
XVIII, fundador de más de veinte poblaciones de la margen derecha del río Magdalena, desde Mompox hasta
el Mar Caribe, y que falleció en Mompox en 1778 sin descendientes. Este es otro caso de endogamia tal vez
generada por el ánimo de conservar el poder y el marquesado del apellido Mier.
89
32
En los nueve censos el total de estudiantes mujeres es de 16. En Manizales de 1864, ocho años después,
sólo están registradas dos estudiantes mujeres, y en Aranzazu de 1869, tres.
90
3.4.2. Abejorral
Hacia 1800 el maestro José Antonio Villegas heredero de los terrenos comprendidos entre
los ríos Buey al norte, y Arma al sur (que en aquellos años eran sólo selva), decidió formar
una empresa minera para demostrar que estaba explotándolos, pues por ley debía trabajar
en ellos o le serían confiscados; y como en una parte de dichos territorios se estaba
fundando Sonsón, el concesionario Villegas Londoño realizó algunos trabajos, y junto a
algunos de sus esclavos negros construyó casas y edificó una capilla en cercanías de la
quebrada Las Yeguas, aproximadamente a cinco kilómetros de la cabecera actual. El
maestro, como era conocido, era hijo de Manuela Londoño Piedrahíta y Felipe Villegas y
Córdoba, quien desde 1763 era dueño de la concesión que llevaba su apellido, la cual
abarcaba el área de los actuales municipios de La Unión, El Retiro y Montebello, así como
la totalidad de Abejorral y una parte de Sonsón. Tiempo después del primer asentamiento el
33
Claudia Patricia Montoya Guerra, “La estructura de los hogares marinillos en la transición de la colonia a la
república, 1786-1843: seguimiento de tres apellidos fundadores isonimia de apellidos en esta población”
(Monografía de pregrado, Universidad de Antioquia, Departamento de Antropología, 2002) 132-148; Damián
Ramírez Gómez (Párroco), La histórica ciudad de Marinilla (Medellín: Imprenta Liceo Salazar y Herrera,
1976) 27.
34
Los datos de Támesis y Jardín fueron obtenidos de una base de datos facilitada por el doctor en historia
Víctor Álvarez Morales.
91
maestro exploró las zonas aledañas y fue atacado y picado por un enjambre de abejorros,
por lo que decidió nombrar así a la población que fundaría entre 1805 y 1811 en el nuevo
sitio, una extensión regular de terreno inclinado de oriente a occidente, a donde trasladó las
casas y la capilla. En enero de 1811 José Antonio Villegas, quien también era el juez
poblador, suscribió el acta de fundación, repartición y donación de terrenos a favor de
quienes ya vivían allí, hizo la demarcación del poblado con su plaza, calles, plazuelas,
ejidos y solares para ser distribuidos. Los beneficiados fueron entre otros, asalariados y
esclavos que estaban bajo las órdenes de sus amos o jefes, y amigos o familiares de
Villegas que tenían posesiones en Rionegro y no necesitaban estas tierras como los colonos
pobres.35
Para la década de 1850 Abejorral cobró relativa importancia como productor de
arracachas, café, fríjol, maíz, mantequilla, panela, papas, plátano, queso y tabaco, al mismo
tiempo de demandar anís, arroz, azúcar, cacao, sal y mercancías extranjeras; integrándose
de esta forma a la ruta comercial entre Medellín y los pueblos del sur de Antioquia,
especialmente Manizales. De acuerdo con el viajero Manuel Pombo, quien en febrero de
1852 emprendía su viaje de regreso de Medellín a Bogotá, Abejorral era “un pueblo grande,
de buenas casas de teja o de teja y paja; según las sinuosidades de su suelo ni todas ellas
son rectas, ni todas empedradas, y por varias de ellas corre el agua en acequias; su plaza es
espaciosa y la cruza un buen acueducto (…)”.36 Sus habitantes eran laboriosos, tenaces, los
cuales, según Manuel Uribe Ángel, cuando la visitó en 1862 habían mejorado en las
actividades industriales.37
Al momento del censo de 1851 Abejorral tenía 5.863 habitantes repartidos en 1.003
familias. Había un equilibrio entre hombres (2.951) y mujeres (2.912), los primeros
excedían a las segundas en tan sólo 39, así mismo era superior el número de solteros (2.119
hombres y 1.963 mujeres), en comparación con el número de casadas (800 mujeres y 791
hombres) y sobretodo de viudas, que ascendían a 146, mientras que los viudos eran tan solo
34.38 Siete personas de las censadas habían sido empadronadas en Marinilla en 1843 (cuatro
solteras, dos solteros y un viudo), una de las solteras migró a Neira para 1864 y la otra
permaneció en Abejorral para ese mismo año. Cinco personas (tres solteras, un soltero y
una viuda) eran provenientes de Medellín, donde habían sido censadas en 1843 y de
quienes se hará referencia más adelante. En 1851 había un alto número de madres solteras
(104), y también se identificaron hermanos que convivían sin sus padres (21) y de abuelos
35
Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia 201-202; Iván Santiago
Londoño Osorio, “Abejorral, caminos y vida cotidiana 1850-1905” (Monografía de pregrado, Universidad de
Antioquia, Departamento de Historia, 2008) 9-10; Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes
en la colonización antioqueña del sur, 1780-1930: apellidos de “colonizadores pobres” y de “capitalistas
colonizadores” (Medellín: Arteimagen-Hipertexto Ltda., 2009) 220-222.
36
Manuel Pombo, De Medellín a Bogotá (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), 1992) 34.
En: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/demede/deme4c.htm (14/10/2013).
37
Manuel Uribe Ángel, Recuerdos de un viaje de Medellín a Bogotá, 3ª ed. (Medellín: Editorial de la
Universidad de Antioquia, 2007) 61.
38
No se posee información del estado civil de siete personas. Además hay doce habitantes repetidos.
92
Cuadro No. 8
Sexo y edades de Abejorral en 1851
Rango F M Total
0a9 987 1195 2182
10 a 19 665 698 1363
20 a 29 540 394 934
30 a 39 278 279 557
40 a 49 171 147 318
50 a 59 128 109 237
60 a 69 73 65 138
70 a 79 35 39 74
80 a 89 21 16 37
90 a 105 10 3 13
En blanco 4 6 10
Total 2912 2951 5863
quien para 1864 migró a Manizales donde fue censada con tres de sus hijos, allí cambió su
oficio por el de administradora doméstica. Así mismo había dos párrocos, José María
Montoya y Joaquín Restrepo (seculares); y un clérigo, Modesto Bernal.
En el área de la educación había dos directoras de niñas y tres estudiantes; las directoras
eran las viudas Juana Rodríguez González, quien llegó a Abejorral con sus cuatro hijos
desde Medellín (éstos se dedicaban a las labores manuales como la carpintería, la costura y
el bordado), y María Montoya quien permaneció allí para el censo de 1864. Los estudiantes
eran Pedro P. Valencia Ramírez de 10 años (hijo de un negociante y una administradora
doméstica), Jesús A. Baena Gutiérrez también de 10 años (hijo de un agricultor y una
costurera), y Miguel Antonio Ramírez Zinkernagelt, de 6 años de edad (hijo de un
comerciante y una costurera), todos permanecieron en Abejorral para el censo de 1864.
En este censo pueden apreciarse apellidos de origen extranjero no españoles, como el
caso de los Zinkernagelt; Miguel Antonio era hijo de Mariano Ramírez Noreña y de María
Josefa Zinkernagelt Muñoz, que a su vez era hija de Teresa Muñoz Patiño y Agustín
Zinkernagelt, oriundo de Hamburgo, Alemania. La familia Walker Robledo, también
censada en 1851, estaba conformada por la madre, un hijo, una hija con su esposo, dos
esclavos y los hijos de éstos. Januaria Joaquina Robledo Martínez tenía 43 años y era viuda
del ingeniero inglés Edwardo Walker Taylor con quien contrajo nupcias en Sonsón, éste
había llegado a Colombia entre 1825 y 1830 a estudiar las minas de Supía y Marmato, pero
falleció cuando tenía 33 años.39 Era una familia pudiente pues tenían cuatro sirvientes
–todos con el apellido Robledo–, dos de ellos esclavos, los esposos sexagenarios José D. y
Nepomucena, padres de Simona y Nicomedes de 16 y 12 años. Las mujeres, Nepomucena y
Simona, tenían como oficio el de cocineras, a lo mejor permanecieron en Abejorral con
Januaria Robledo pues no se encontraron en los otros censos estudiados. Edwardo y
Januaria sólo tuvieron dos hijos, que formaron la Sociedad Moreno Walker. El hijo mayor,
Eduardo Walker Robledo nació en Sonsón en 1828, fue censado con su núcleo familiar en
Abejorral de 1851 y luego migró a Manizales para el censo de 1864 donde estaba solo, era
propietario y su apellido no es Walker sino Valdéz (con z), quizá debido a la escritura
interpretativa del comisionado del censo; permaneció allí para el empadronamiento de
1869. Algunas fuentes afirman que fue en cercanías a esta localidad donde comenzó con el
cultivo de café: “estableció hacia 1864 una pequeña plantación en su finca La Cabaña,
cerca de Manizales, cultivó alrededor de mil arbolitos para el consumo de su casa y el
39
Walker Taylor nació en Londres en 1800 y falleció en Sonsón el 17 de junio de 1833. Enrique Pareja Mejía,
“Historia familiar”. En:
http://gw1.geneanet.org/epareja?lang=es;pz=sergio;nz=ortega+restrepo;ocz=0;p=eduardo;n=walker+taylor
(02/02/2016). Para más información véase Javier Mejía Cubillos, Diccionario biográfico y genealógico de la
élite antioqueña y viejocaldense. Segunda mitad del siglo XIX y primera del XX (Pereira: Red Alma Mater,
2012) 244-245. En:
http://repositorio.utp.edu.co/dspace/bitstream/11059/3190/1/Diccionario%20biografico%20y%20genealogico
%202012.pdf (08/04/2015).
94
40
Carlos Dávila Ladrón de Guevara (compilador), Empresas y empresarios en la historia de Colombia, siglos
XIX-XX: una colección de estudios recientes (Bogotá: Norma, 2003) 98; véase también Jairo Antonio Franco
Alzate, Desplazados y terratenientes… 311-317; Manuel Rodríguez Becerra, El empresario industrial del
viejo caldas (Bogotá: Facultad de Administración, Universidad de los Andes, 1993) En:
http://www.manuelrodriguezbecerra.org/bajar/empresario/i.pdf (28/05/2016); Enrique Pareja Mejía, “Historia
familiar”. En:
http://gw1.geneanet.org/epareja?lang=es;pz=sergio;nz=ortega+restrepo;ocz=0;p=eduardo;n=walker+robledo
(02/02/2016).
41
Javier Mejía Cubillos, Diccionario biográfico y genealógico de la élite antioqueña y viejocaldense.
Segunda mitad del siglo XIX y primera del XX (Pereira: Red Alma Mater, 2012) 225. En:
http://repositorio.utp.edu.co/dspace/bitstream/11059/3190/1/Diccionario%20biografico%20y%20genealogico
%202012.pdf (08/04/2015); Manuel Rodríguez Becerra, El empresario industrial del viejo caldas. En:
http://www.manuelrodriguezbecerra.org/bajar/empresario/i.pdf (28/05/2016).
42
Iván Santiago Londoño Osorio, “Abejorral, caminos y vida cotidiana 1850-1905” 13-14, 59, 76-79, 84-85.
43
Una pareja de esposos permaneció en Abejorral entre los censos de 1851 y 1864, posteriormente se
desplazaron a Aranzazu donde fueron censados en 1869. Los datos del censo de Abejorral de 1864, de La
Ceja y Manizales de 1869 fueron proporcionados por el doctor en historia Víctor Álvarez Morales.
95
Otras 3.654 personas también salieron de Abejorral, pero no fueron identificadas en los
censos estudiados.
Se sabe que al menos 1.956 permanecieron en esta población durante diferentes épocas;
una pareja estaba allí desde 1824, pero se desconoce si migraron posteriormente, tres de sus
hijos se sumaron a los 1.951 habitantes que permanecieron allí para el censo de 1864, de
esos, una había sido censada en Marinilla de 1843, como se dijo anteriormente; y otros dos
más fueron censados en Aranzazu de 1869, es decir, permanecieron en Abejorral entre
1851 y 1864 y posteriormente se fueron para Aranzazu.
Otras migraciones se dieron también como una forma de huir del reclutamiento forzoso
de los ejércitos que participaron en las guerras civiles. La guerra civil de 1851 se generó
cuando algunos conservadores antioqueños se rebelaron contra el gobierno liberal de José
Hilario López por considerarlo enemigo de la religión y de la propiedad. La respuesta desde
el gobierno central fue la división de Antioquia en tres provincias: Medellín, Córdoba y
Antioquia, buscando, quizá, disminuir el poder político de los conservadores. Sin embargo,
fueron pocas las batallas y víctimas que generó la guerra en Antioquia, en parte porque era
difícil conseguir reclutas para atacar o defender al gobierno. 44 Una de las batallas se libró
en el alto de Las Letras, cercano a la cabecera de Abejorral, el 7 de septiembre, donde las
fuerzas comandadas por el caucano Eusebio Borrero lograron una pequeña victoria sobre
las tropas del Gobierno Nacional. Finalmente, el levantamiento conservador terminaría días
después en Rionegro con la derrota de los conservadores.45
Otra guerra civil que se declaró por la época fue la de 1860 a 1862, la tercera en aportar
mayor número de muertos durante el siglo XIX, 6.000 aproximadamente. Se originó por las
diferencias ideológicas entre liberales y conservadores acerca de la mejor forma de
gobernar. “Los liberales buscaban imponer una forma de gobierno que le permitiera a la
república tener una política moderna con autonomía de los Estados y una descentralización
administrativa del poder central, y los conservadores, un gobierno centralista con tópicos
federales, con excepciones como el caso antioqueño”.46
Para 1851 el apellido más común en Abejorral era Arango. En este censo lo tenían 222
personas, 113 mujeres y 109 hombres. También había apellidos que sólo lo tenía una
persona, entre los apellidos únicos en las mujeres estaban Acuña, Arismendi, Lara, Latorre,
Ponce, Suaza, Walker y Zinkernagelt. Y entre los hombres, Avendaño, Escudero, Espinal,
Ordoñez, Ponce, Sanclemente, Suaza y Walker.
44
Jorge Orlando Melo, “Progreso y guerras civiles: la política en Antioquia entre 1829 y 1851”, Historia de
Antioquia, editor Jorge Orlando Melo, (Medellín: Suramericana de Seguros, 1988) En:
http://jorgeorlandomelo.com/progreso_guerras.htm (19/10/2013).
45
Iván Santiago Londoño Osorio, “Abejorral, caminos y vida cotidiana 1850-1905” 24-25.
46
Jonni Alexander Giraldo Jurado, “La guerra civil de 1860 en el Estado de Antioquia: un aporte descriptivo
y documental” (Monografía de pregrado, Universidad de Antioquia, Departamento de Historia, 2003) 16-17.
96
3.4.3. Sonsón
La fundación de esta población fue promovida en la etapa inicial de la colonización
antioqueña por el oidor y visitador de la Provincia de Antioquia, Juan Antonio Mon y
Velarde, quien en diciembre de 1787 ordenó la fundación de un pueblo en la Loma de
Maitamac, cerca de la confluencia de los ríos Aures y Arma. Como se expuso en el primer
capítulo sobre la colonización antioqueña, Mon y Velarde había dictado una serie de
medidas para impulsar la migración hacia nuevas tierras al sur de dicha provincia.
Respondiendo a este llamado, en agosto de 1789 un grupo de vecinos de Medellín,
Rionegro y Marinilla le dirigieron un memorial al gobernador de la Provincia de Antioquia
solicitándole que les permitiera establecerse en las tierras de Sonsón con el fin de fundar
allí una nueva población, ya que por su extrema pobreza en bienes materiales y por la
escasez de tierras para cultivarlas como propias, o para construir habitaciones para sus
familias, se veían obligados a pertenecer a este movimiento e incluso a construir sus casas
sin dinero.47 En enero de 1791 el gobernador ordenó la fundación, pero sin darle derechos a
los colonos; en julio de ese mismo año el maestro José Antonio Villegas Londoño, heredero
de una parte de esas tierras pertenecientes a la Concesión Villegas y futuro fundador de
Abejorral, se opuso a dicha fundación declarándose afectado por la misma, a lo que el
gobernador se negó demostrando con estudios lo contrario. Un año más tarde arribó a este
lugar José Joaquín Ruiz Zapata, un acaudalado comerciante y minero blanco oriundo de
Rionegro, y pidió ser nombrado juez poblador ante la renuncia de su antecesor por
problemas de salud.48 En 1793 el recién nombrado juez poblador Ruiz Zapata, le hizo una
oferta económica a Villegas Londoño para comprarle las tierras de su propiedad buscando
dar vía libre a la fundación y asegurar los terrenos en su propio beneficio. Al no obtener
respuesta positiva de su parte, Ruiz Zapata solicitó el aval del gobernador exponiéndole la
posición de Villegas, al obtenerlo se nombró al colono y pionero en la fundación José
Antonio Alzate como ayudante del juez poblador (quien se excusaba por no tener tiempo
para desempeñar sus funciones puesto que tenía otros deberes en sus propiedades de
Rionegro).49 Cuatro años más tarde, en 1797, tras algunas discordias entre los habitantes
por la ausencia de Ruiz Zapata y otros problemas con la ubicación del poblado, se decidió
dar fin a la naciente población. Algunos permanecieron en este lugar, otros migraron a lo
que posteriormente sería Abejorral a trabajar en unas minas cercanas, y los demás se
devolvieron a su lugar de origen. Al siguiente año y tras hallar una mina de oro cercana a la
47
Roberto Luis Jaramillo, “La colonización antioqueña”, Historia de Antioquia, editor Jorge Orlando Melo,
(Medellín: Suramericana de Seguros, 1988) 191; ARGOS (Roberto Cadavid Misas), Historia de Antioquia
(Medellín: Seduca, 1996) 176; Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia
238-240.
48
José Joaquín Ruiz Zapata, fundador de Sonsón, era cuñado del terrateniente del norte de Antioquia y
minero Joaquín Barrientos Celada (esposo de María Josefa Ruiz Zapata, también hermana de María Manuela
Ruiz Zapata, suegra de Miguel Fonnegra Quintana, nieto de Antonio de la Quintana, quien era Alférez Real,
comerciante, minero y terrateniente dueño de la Concesión Quintana que abarcaba los terrenos donde están
actualmente los municipios antioqueños de Carolina, Angostura, Yarumal y Santa Rosa. Jairo Antonio Franco
Alzate, Desplazados y terratenientes… 196; ARGOS, Historia de Antioquia 177.
49
Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 186-187.
97
ocupación actual de Sonsón, se le dio aviso a quienes aún vivían en la Loma de Maitamac,
al enterarse Ruiz Zapata reorganizó a algunos de los colonos que inicialmente habían
solicitado la fundación en esas tierras, pero también llamó a sus parientes y allegados
vecinos de Rionegro, Llanogrande y Medellín y posteriormente les adjudicó las mejores
tierras excluyendo a los colonos de sus derechos. En agosto de 1800 y en cabeza de José
Joaquín Ruiz Zapata (quien trazó el área de la población y demarcó los solares), se fundó
San José de Ezpeleta de Sonsón, en homenaje al virrey del Nuevo Reino de Granada. Esta
localidad poseía buena tierra, amplios pastos para los ganados, salinas, ricas minas de oro, y
a lo largo del siglo XIX se convirtió en el centro de colonización y eje dinámico hacia el sur
de la Provincia.50
Al igual que Abejorral, Sonsón impresionó a Manuel Pombo por su extensión,
poblamiento y la arquitectura de sus casas e iglesia, a tal punto que cuando salió de ésta
escribió en febrero de 1852 en su relato de viaje: “el aspecto del país, bien que labrado por
todas partes, no indica la prosperidad y el adelanto que los que preceden a Sonsón”.51 Diez
años después, cuando pasó Manuel Uribe Ángel por allí, se sorprendería de la misma
manera de las construcciones de las calles y la arquitectura de las casas, construidas en su
mayoría con tapia y tejas. Los pobladores de Sonsón cultivaban trigo, maíz, fríjol, naranjas,
piñas, aguacates, mangos, plátanos, caña de azúcar, y se dedicaban a la crianza del ganado
vacuno. Para ambos viajeros los sonsoneños eran la mayoría blancos y pocos mestizos, a lo
mejor por su procedencia marinilla, además de trabajadores infatigables y maestros en las
faenas del campo.52
En 1851 fueron censadas 2.788 personas organizadas en 513 familias. 53 Había 1.382
hombres y 24 mujeres más. La población era predominantemente soltera (994 hombres y
947 mujeres, –de éstas 37 eran madres solteras–), seguida de los casados (371 casados y
388 casadas). Llama la atención el elevado número de viudas (71) en comparación al de los
viudos (17). El cuadro No. 9 nos muestra que aunque la población sonsoneña era altamente
femenina, el mayor número de habitantes menores de 20 años eran hombres, y no había
ancianos mayores de 89 años. La temprana repartición de tierras en Sonsón a principios del
siglo XIX ocasionó entre 1850 y 1870 varios flujos migratorios al sur de Antioquia,
especialmente a Neira, Manizales y Aranzazu; lugares a los que viajaban los colonos con la
ilusión de conseguir sus propias tierras, o incluso, encontrar otras más fértiles.
50
Jhonathan Balvín Restrepo, “Benigno A. Gutiérrez (Sonsón 1889 - Medellín 1957): compilador y difusor
del folclor y de la literatura antioqueña” (Monografía de pregrado, Universidad de Antioquia, Departamento
de Historia, 2008) 18-19.
51
Manuel Pombo, De Medellín a Bogotá 40.
52
Manuel Uribe Ángel, Recuerdos de un viaje de Medellín a Bogotá 83-87.
53
Hay 37 habitantes repetidos.
98
Cuadro No. 9
Sexo y edades de Sonsón en 1851
Rango F M Total
0a9 469 507 976
10 a 19 350 356 706
20 a 29 248 217 465
30 a 39 131 116 247
40 a 49 94 84 178
50 a 59 61 58 119
60 a 69 29 25 54
70 a 79 17 11 28
80 a 89 6 7 13
90 a 105 0 0 0
En blanco 1 1 2
Total 1406 1382 2788
Se sabe que de las personas censadas, 184 migraron a otras poblaciones. Mediante los
censos estudiados se pudo comprobar que a Neira llegaron 77 personas, en su mayoría
hombres jóvenes menores de 30 años y 2 viudas, María Antonia Salazar y Francisca
Castaño. Entre los jóvenes se encontraban Rafael Londoño Betancur quien migró a Neira
con su padre el agricultor treintañero Víctor Londoño y su madre, la cocinera Dolores
Betancur, de 28 años. Otro es el caso de José Antonio Grajales Betancur, el tercero de los
siete hijos de Justo Grajales, labrador, y María del Carmen Betancur, quienes también se
fueron a Neira y fueron censados allí en 1864 con cinco hijos más; para esta fecha José
Antonio estaba casado con Faustina Correa Duque, quien había sido registrada en esta
misma localidad en 1851 y eran padres de tres hijos. A Manizales llegó una oleada
migratoria de 58 personas, 26 de ellas cabezas de familia, como la viuda María Francisca
Londoño, quien emigró de Sonsón junto a sus seis hijos, en procura de conseguir su propia
tierra tras el fallecimiento entre 1851 y 1864 de su esposo Sacramento Posada. La familia
de José Jesús Ramírez, sacristán de 29 años, y su esposa Baldomera Hoyos, de 21, también
fue censada en Manizales de 1864 con su hijo Álvaro, quien en la nueva población se
desempeñaba como artesano, al igual que su padre. En Aranzazu de 1864 fueron censados
38 habitantes de los antes censados en Sonsón, la mayoría fueron mujeres solteras, como
Felipa Cuartas Quintero, de 28 años quien en 1851 vivía con sus padres y hermanos, trece
años más tarde vive sola en Aranzazu (se desconoce su oficio), en donde permanece para
1869. Bernabela Salazar Valencia fue la excepción en su familia, mientras que sus padres y
99
sus 4 hermanos migraron en 1864 a Neira, ella lo hizo a Aranzazu donde fue censada ese
mismo año; allí estaba casada y tenía 5 hijos, pero tanto ella como su nueva familia
migraron a otro poblado pues no fueron registrados cinco años después en el censo de
Aranzazu de 1869, donde sí estaban otras 10 personas provenientes de Sonsón, una de ellas
es Máxima Cuartas Quintero, hermana de la antes citada Felipa (que vive en esa misma
localidad), al momento del nuevo censo tenía 33 años y era esposa de Dimas Orozco Arias,
también proveniente de Sonsón, con quien tenía cinco hijos. A La Ceja de ese mismo año
arribó uno más, Miguel Valencia, de 70 años, quien aunque estaba casado, al parecer no
migró con su esposa.
Para el momento del censo de 1851 Sonsón tenía nueve esclavos, un número reducido en
comparación a Abejorral y Marinilla de ese mismo año. Llama la atención la familia
compuesta por los esclavos Santiago y Tomasa Henao, ambos de 35 años, padres del joven
Valentino de doce años y de la niña Margarita, de ocho, también esclavos. Los cuatro
miembros de esta familia estaban bajo las órdenes del hacendado Braulio Henao Duque, de
46 años, esposo de Rita Jaramillo Gutiérrez, de 38, y padres de Nicolás y Rosalía Henao
Jaramillo de trece y ocho años, la misma edad de los esclavos que les asisten. El censo
registra 21 sirvientas y 18 sirvientes, en su mayoría solteros entre los 10 y los 19 años. En
general, los hombres se dedicaban a las labores del campo, mientras que las mujeres tenían
oficios más artesanales. Casi 100 hombres eran jornaleros, más de 50 eran labradores y
agricultores –únicamente dos mujeres realizaban estos oficios– y 18 eran mineros. Las
mujeres se dedicaban a actividades relacionadas con la cocina (60), la costura (34), la
lavandería (7) y la pulpería (7).
Algunos oficios, aunque ejercidos por un bajo número de habitantes, pueden
contextualizar las dinámicas de esta población: abogado, albañil, carnicero, carpintero,
comerciante, escultor, excavador, hacendado, herrero, jardinero (dos en los nueve censos y
ambos en Sonsón, no tienen alguna relación aparente entre ellos), molinero, músico (tres en
los nueve censos, dos de ellos en Sonsón, el otro en Neira de 1851), tapiero y zapatero.
Entre los empadronados se destaca el oficio de Cándida Giraldo, una comerciante de 27
años, casada con un agricultor y madre de siete hijos. Para la época es un oficio que
realizaban los hombres (133 en los nueve censos), aunque hay dos comerciantes mujeres
más en Aranzazu trece años después (1864); encontrar alguna, da una idea de liberación y
de una mentalidad abierta, así sea que comercialice los productos cosechados por su esposo
que es agricultor, pues de la totalidad de mujeres activas laboralmente en los nueve censos,
5.941 son administradoras domésticas, 934 labradoras y más de 400 son costureras y
sirvientas.
Otro oficio que llama la atención es el de la viuda Rosalía Londoño, quien trabajaba
como empañetadora, tenía 40 años y doce hijos menores de 20 años a su cargo. Tal vez esta
actividad la heredó de su difunto esposo el señor Quintana, o la aprendió de su familia. Para
ese mismo año se registraron cinco hombres con el mismo oficio, cuatro en Abejorral
(todos casados) y uno más, soltero, en Neira. Una mujer que ejecutaba un cargo único en
100
los nueve censos era la jabonera María Antonia Guzmán, tenía 40 años y era madre soltera
de cinco hijos.
En 1851 el apellido más común de las mujeres de Sonsón era López (58), y el de los
hombres, Londoño (61). También había apellidos que sólo lo tenía una persona, entre los
apellidos únicos en las mujeres estaban Ávalos, Desjardín, Otero, Pabón, Peña, Perales,
Perno, Rico y Villaneda. Y entre los hombres, Amanelix, Elejalde, Gallón, Guevara y
Pardo.
3.4.4. Neira
Fue creada entre 1842 y 1843 por orden y disposición de Elías González en un sitio inicial
cerca de Guacaica, para facilitar la elaboración de sal en El Guineo, dicho sitio fue
explorado y sugerido por algunos de los fundadores de Manizales que al pasar por tal lugar
contribuyeron a fundar la cabecera. Recibió su nombre por el coronel Juan José Neira,
guerrero en las luchas de Independencia.54 Un año más tarde se decidió trasladarla, pese a
que ya empezaba a florecer, debido a que sus terrenos presentaban varias dificultades como
la falta de agua y su accidentalidad; se trasladó en 1844 al sitio en el que aún permanece,
que se denominaba “Criaderos”, al costado oriental de un alto cerro de temperatura
agradablemente fría y tónica. Varios de sus fundadores también habían fundado a
Manizales.55 Por su posición geográfica presenta varios climas, desde alturas sumamente
frías hasta vegas cercanas al Río Cauca donde hace muchísimo calor. Al ser una población
cercana a otra de mayor importancia como Manizales, decía Uribe Ángel que para 1885
Neira se desenvolvía lentamente, su topografía favorecía poco a la cabecera por hallarse en
una reducida falda, tenía poca agua, y por lo doblado del suelo había dificultad para
establecer baños y paseos públicos. Neira, Manizales, Aranzazu, Salamina, Pácora y
Aguadas están situadas sobre colinas, mientras que Sonsón, Abejorral, Arma, y otros, están
en planicies “sumamente reducidas aunque pintorescas”.56
Los primeros colonos lograron cosechar maíz, trigo, arroz, cacao, café, tabaco, plátano,
papas, yuca, cebada, linaza, anís, entre otros. Aprovecharon la diversidad de madera que
había en los alrededores –roble, cedro, arenillo y laurel– para construcción y ebanistería.
Impulsaron la crianza de ganado vacuno, construyeron sus respectivas casas y la iglesia en
la plaza principal.57 Se sabe que al menos 14 personas llegaron a Neira de 1851
54
Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia 276.
55
Ignacio Marcelino Palacio, Elías González, José Arango, Manuel Grisales, Carlos, Manuel y Pedro
Holguín, José María Pavas, Pantaleón González, Gabriel de la Pava, Cornelio y Antonio Marín, Alberto
Trujillo, Andrés Escobar y Antonio Gómez.
56
Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia 88, 268-269; Manuel
Pombo, De Medellín a Bogotá 42; Luis Eduardo Agudelo Ramírez, El gran Caldas: portento del despertar de
Antioquia (Medellín: Ediciones Autores Antioqueños, 1989) 286; Rafael Arango Villegas, Los municipios de
Caldas en 1931: estadísticas comparadas con las de 1930 (Manizales: Imprenta Departamental, 1932) 176-
177.
57
Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia 88, 268-269; Manuel
Pombo, De Medellín a Bogotá 40.
101
provenientes de Concepción, donde habían sido censadas en 1843, eran cuatro familias,
entre solteros y casados (ningún viudo). Una de las parejas de esposos que llegaron a
buscar mejores tierras en la recién creada Neira fueron los esposos Manuel Ramírez y
María del Rosario Chaverra, menores de 40 años y dedicados a la labranza; éstos se
asentaron allí y para el momento del censo de 1851 habían tenido cinco hijos. Otro caso fue
el de Santos Castaño, quien migró con su núcleo conformado por su esposa y sus tres hijos.
Esta última familia fue la única que también permaneció en Neira para el censo de 1864,
aunque dos de sus miembros migraron a otro lugar que desconocemos.
En 1851, siete años después de ser reubicada, fueron censadas 3.228 personas divididas
en 564 familias.58 El censo de 1851 da cuenta de una población predominantemente joven,
con más de 1.200 personas menores de nueve años, quienes seguramente eran los hijos
nacidos después de la fundación de esta localidad. El alto índice de solteros (1.167) y
solteras (1.052, de las cuales tan sólo 9 eran madres solteras) contrasta con el de las viudas
(76), y sobre todo con el de los viudos (15). En el cuadro No. 10 se aprecia que la mayoría
de sus habitantes eran menores de 40 años, así mismo se percibe que la diferencia en
número entre hombres y mujeres era de 52, siendo los hombres el género predominante.
Cuadro No. 10
Sexo y edades de Neira en 1851
Rango F M Total
0a9 593 652 1245
10 a 19 380 377 757
20 a 29 287 255 542
30 a 39 159 176 335
40 a 49 88 69 157
50 a 59 43 64 107
60 a 69 20 28 48
70 a 79 14 10 24
80 a 89 2 9 11
90 a 105 2 0 2
En blanco 0 0 0
Total 1588 1640 3228
58
Hay 14 habitantes repetidos.
102
En 1851 había cuatro esclavos y dos esclavas. Las esclavas eran las niñas Urbana Ángel,
de 12 años, cuyo amo era el comerciante Juan María Ángel, y Simona Arias, también de 12
años quien a su vez era cocinera e hija del esclavo Rafael Arias cuyos dos hijos varones
también eran esclavos (esta familia estaba a cargo del labrador José María Arias). El cuarto
esclavo era Agustín Marín de 10 años, quien al parecer estaba bajo las órdenes del cura
Emigdio Marín de 40 años, quien permaneció en Neira para el censo de 1864. También
fueron empadronados dos transeúntes, Antonio y Luis Osorio de 20 y 30 años, ambos
labradores.
La economía de los neiranos era predominantemente agrícola, en 1851 fueron censados
855 labradores –439 casados– y 612 labradoras –387 casadas–. Había once sirvientes, ocho
mujeres de las cuales dos estaban viudas, y tres hombres, todos solteros, el mayor de ellos
era Gregorio Torres que tenía 80 años. Otros oficios desempeñados eran la costura (135
mujeres y 2 hombres), el comercio y la carpintería (10 y 8 hombres, respectivamente).
Convivían también unos pocos, es decir, menos de cinco herreros, aserradores, artesanos y
negociantes; cocineras, pulperas, amasadoras y lavanderas. Habían cinco estudiantes, todos
hombres, además de un niño de ocho años, Luis María Escobar Arango, que estaba en
“Instrucción primaria”.59 Así como una hilandera, un albañil, un carnicero, un cura, un
músico, un tratante –que se encargaba de las ventas al por menor– y un prefecto (oficio
único en los nueve censos).
Algunos de los habitantes de Neira migraron a buscar otras tierras, y gracias a los censos
estudiados se pudieron identificar años más tarde. Quizá la curiosidad y las ventajas de
Manizales que había sido fundada dos años antes, en 1849, promovieron el establecimiento
de 138 personas, en su mayoría solteras que se desempeñaban como labradores y
costureras; se destacan un par de estudiantes, los hermanos de 9 y 7 años, Juan de Dios y
Rafael Arango Mejía, cuya familia se desplazó con ellos.60
En los dos censos de Aranzazu que se estudiaron, se pudieron identificar a 146 personas
que habían sido censadas en Neira en 1851; de éstas, 127 fueron registradas en Aranzazu de
1864 (89 permanecieron ahí). Migraron 21 parejas de esposos, una viuda y 84 solteros.61
Entre los migrantes casados se destaca la familia Mejía Bustamante, quienes antes de vivir
en Neira y Aranzazu, lo hicieron en Sonsón. Para 1851 Pedro Jesús María Mejía, censado
59
Hijo del comerciante José María Escobar y de Genoveva Arango, tiene dos hermanos menores. Todos
permanecieron en esta localidad para 1864, donde aumentaron a seis hijos. Para este nuevo año Luis María
tenía 21 años y era agricultor, como su padre, quien cambió de oficio.
60
El labrador Victoriano Arango y su esposa la costurera Benedicta Mejía, migraron a Manizales donde
fueron censados en 1864 con 7 de sus 10 hijos, incluidos los estudiantes. En esta nueva población Victoriano
y Benedicta tenían cinco hijos más; asimismo las mujeres, que en Neira se dedicaban a la costura, en
Manizales administraban el hogar. Juan de Dios y Rafael, los antes estudiantes, en esta nueva población se
dedicaban a la agricultura (aunque su hermano Manuel Antonio de 14 años sí era estudiante), y Vicencia, una
de las hijas mayores, estaba casada con el negociante Francisco Arango, con quien tenía cuatro hijos de
apellido Arango Arango.
61
La viuda fue la labradora María Josefa Marín de 59 años, quien fue censada en Aranzazu de 1864 con dos
de sus cuatro hijos, los otros dos también llegaron a Aranzazu pero para el censo de 1869, donde también
estaba ella.
103
en Sonsón en 1845, vivía con su familia en Neira, era labrador y estaba casado con la
costurera Juana Nazaria (Januaria) Bustamante, con quien tuvo al menos seis hijos, uno de
ellos, Jesús María Mejía Bustamante, sería cura de Envigado años más tarde. En el censo de
1864 de Aranzazu, Juana Bustamante había enviudado, dos de sus hijos todavía vivían con
ella y ninguno permaneció en esta localidad. Otro ejemplo es el de la familia Ortiz
Agudelo, compuesta por Juan José Ortiz, de 60 años, quien fue el de más edad en
desplazarse a Aranzazu para 1864. En el censo de Neira de 1851 era labrador, estaba
casado con Joaquina Agudelo, también labradora, de 40 años, y eran padres de cuatro hijos;
al parecer su esposa falleció antes de 1864, pues en ese censo Juan José estaba viudo y
vivía con dos de sus hijas y era padre de otras tres mujeres menores de 12 años. Su hijo
Francisco estaba casado con María del Carmen Noreña Obando –oriunda de Sonsón donde
había sido censada en 1851 con sus hermanos y sus padres, el carnicero Róstulo Noreña y
la cocinera Indalecia Obando– y tenían una hija. Algunos miembros de esta familia
permanecieron en Aranzazu para el empadronamiento ocurrido cinco años después, en
1869, donde Juan José, que era casi un octogenario y se dedicaba a la agricultura, vivía con
sus hijas menores que realizaban las labores del hogar. Adelaida, otra de sus hijas, estaba
casada con Sinforoso Muriel, quien había sido censado como “solo” en Aranzazu de 1864,
y eran padres de dos hijos. A Aranzazu de 1864 arribaron más de 85 migrantes menores de
25 años, dos de ellos fueron los hermanos Rafael –el prefecto antes citado– y Estanislao
Granada Arias, quienes vivían juntos en Neira; en Aranzazu este último estaba casado con
Rosa Arango (quien no está en ese censo) con quien permaneció en dicha población para
1869, donde tenían un hijo y él era negociante. Por su parte, en el censo de 1864 su
hermano Rafael había cambiado de oficio y se dedicaba al comercio, estaba casado y era
padre de dos hijos, uno de ellos, Alejo Granada Arcila de 8 años, que era el único
estudiante en esa población; esta familia no permaneció en Aranzazu para el siguiente
censo de 1869.
En este censo de Aranzazu de 1869 se identificaron a 19 personas provenientes de Neira,
tres parejas de esposos, todos dedicados a la labranza, y ningún viudo o viuda. La persona
de mayor edad en trasladarse desde Neira a Aranzazu (de 1869) fue Juan Bonilla, un
labrador que tenía 38 años al momento del censo en 1851, estaba casado con Ana García,
también labradora, de 25 años, y eran padres de cinco hijos, tres de los cuales también
fueron registrados con ellos en Aranzazu de 1869 donde tenían cuatro hijos más. Para ese
mismo año de 1869 se sabe de una familia de labradores proveniente de Neira de 1851
censada en Támesis, los esposos Catalino Ramírez y Mariana Castaño, quienes migraron
allí con sus tres hijos.62 A diferencia de los anteriores, 692 personas permanecieron en
Neira y por tanto fueron censadas en 1864, entre la población permanente habían 13 viudas
y 3 viudos, 229 personas casadas, entre ellas la pareja que provenía de Concepción (citada
líneas arriba), y casi 450 solteros. El labrador Nicolás Arbeláez fue uno de los viudos que
62
Los datos de Támesis y Concepción fueron obtenidos de una base de datos facilitada por el doctor en
historia Víctor Álvarez Morales.
104
continuó allí junto a cuatro de sus seis hijos (uno de ellos migró a Aranzazu); al igual que
Soledad Ocampo, también viuda, de 24 años quien permaneció con sus dos hijas menores
de cuatro años.
El apellido más común en Neira de 1851 era Marín. Lo tenían 178 personas, 80 mujeres
y 98 hombres. También había apellidos que sólo lo tenía una persona, entre los apellidos
únicos en las mujeres estaban Acevedo, Aristizábal, Bolívar, Calle, Echavarría, Hoyos,
Isaza, Yepes. Y entre los hombres, Berrío, Díaz, Gil, Llano, Mesa, Ochoa, Rangel y
Saldarriaga.
63
Hermes Tovar Pinzón, “La manumisión de esclavos en Colombia, 1809-1851, aspectos sociales,
económicos y políticos” Revista Credencial Historia, Bogotá, No. 59, noviembre (1994): 5. En:
http://www.banrepcultural.org/node/123392 (12/04/2016).
105
Para suavizar a los esclavos, evitar una revuelta y contrarrestar los reclutamientos que
los españoles efectuaban sobre la población negra (algunos amos les daban armas para que
hicieran parte de algún ejército apresurado). Después de 1816 Simón Bolívar propuso un
acuerdo: como los ejércitos libertadores requerían soldados, a cada esclavo que participara
en las constantes batallas de independencia se le otorgaría la libertad al terminar la guerra.
Pero los amos, dueños de los esclavos, no estuvieron de acuerdo, en cualquier caso serían
perdedores y no tendrían una recompensa o indemnización; si el esclavo partía a la guerra y
moría en combate, era una pérdida de dinero y de mano de obra, o si regresaba vivo y
victorioso, tendría derecho a su libertad, y el dueño no recibiría dinero a cambio. Por tanto
pidieron buscar una estrategia que conciliara los intereses de los amos con las presiones
derivadas de la ideología, adoptando medidas como la indemnización, que les garantizaría a
los amos la defensa de un bien que representaba para muchos gran parte de sus capitales.
En Antioquia se prohibió en 1814 el tráfico de esclavos, y se estipuló la libertad de
partos y la emancipación gradual de sus ascendientes. Esta ley creó el ambiente propicio
para adoptar una legislación sobre manumisión. En 1821, el debate se acentuó con las
repúblicas recién liberadas, el Congreso de Cúcuta tuvo que declarar la libertad de partos o
de vientres, que consistía en la abolición del tráfico y concedió la libertad nominal a todos
los nacidos de una mujer en cautiverio. El Congreso declaró libres a los hijos de las
esclavas que nacieran “desde el día de la publicación de esta ley en las capitales de
provincia”.64 Pero una vez más, los dueños de los esclavos no recibían beneficio por su
principio derecho de propiedad privada y defensa del patrimonio. El letrado José Félix de
Restrepo fue el ponente de esta ley, y reconoció que era necesario destruir la esclavitud sin
destruir a los propietarios. Para ello propuso la libertad de partos y la obligatoriedad de los
dueños de educar, vestir y alimentar a los hijos libertos, quienes en contraprestación
deberían servir a los amos como tutelaje obligatorio hasta los 18 años. Los amos podían
liberar a los esclavos antes, siempre que éstos pagaran lo que se hubiera invertido en su
crianza. Dos años más tarde, en 1823, se prohibió el comercio de esclavos, aunque se abrió
una brecha al disponer que sólo debían ser comercializados si iban a ser utilizados para los
servicios y no se reexportaban.
El 21 de julio de 1839 debía entrar en vigencia la ley de 21 de julio de 1821. Los
esclavos nacidos a partir de dicha fecha cumplían 18 años y deberían declararse libres. La
presión de los amos ante la injusticia de tener que liberar a quienes ellos habían sostenido
durante 18 años llevó al Estado a buscar una conciliación. Se decretó una nueva ley el 27 de
julio de 1839, pero iba a tener poca eficacia, pues desde junio de 1839 comenzó La Guerra
de los Supremos, que duró hasta febrero de 1842. Una vez pasó el conflicto, la cuestión de
los esclavos volvió a retomarse y ante las circunstancias se dictaron dos leyes. La primera
el 12 de abril de 1842, que ordenaba hacer un censo de los esclavos y de los nacidos libres
en la República, agrupados por sexos y edades, no obstante la política continuaba en torno a
la defensa de la propiedad y de los derechos de los amos. El fin de la guerra sólo alentaba
64
Hermes Tovar Pinzón, “La manumisión de esclavos en Colombia, 1809-1851…” 8.
106
vías conciliatorias por parte del gobierno que dictó la segunda ley sobre el tema, el 29 mayo
de 1842, la cual prolongaba la dependencia de los esclavos otros siete años mediante el
concierto o lo que se llamó “el aprendizaje”. Los esclavos de 18 años serían presentados a
los alcaldes quienes debían concertarlos a servir a su antiguo amo o a otra persona que
pudiera educarlo e instruirlo en un oficio, arte o profesión.
La ley era en apariencia generosa, pero fue una manera de preservar la esclavitud, ya que
vino acompañada de disposiciones represivas como la de tratar a los concertados que se
fugaran para después declararlos como vagos con el objetivo de que los persiguieran y
fueran obligados a formar parte de los ejércitos de la República. La prolongación del
periodo de tutela del liberto hasta los 25 años, la ineficacia extrema de las juntas de
manumisión, encargadas de pagar al contado por cada esclavizado adulto que debiera ser
redimido, y la reapertura del tráfico negrero fueron algunas de las estrategias que
emplearon los esclavistas del país para disminuir los alcances de la Ley de libertad de
vientres. Estas trabas sumadas a la mala calidad de vida de la población esclavizada, dejó a
los esclavos sujetos a la compasión de sus propietarios, induciendo a un cimarronismo
(fuga de esclavos negros) acentuado y a la agitación social, generando su alzamiento en los
territorios suroccidentales del país; levantamiento que fue reprimido y castigado.
La ley de aprendizaje y concierto puso sobre la mesa la cuestión de los malos tratos de
los amos, la corrupción de funcionarios del gobierno, tolerando ventas ilícitas y la alianza
de las autoridades oficiales con los esclavistas. Todo ello se tradujo en una desautorización
a los jueces que intentaron hacer cumplir las leyes vigentes sobre la manumisión.
Finalmente, en un ambiente de agitación política, el Congreso de Colombia dictó la ley
del 21 de mayo de 1851 por medio de la cual los esclavos quedarían libres a partir del 1 de
enero de 1852 y los amos serían indemnizados con bonos sobre los cuales se reconocería un
interés. La ley creó no sólo Juntas de Manumisión en las cabeceras de cada cantón, sino que
en las cabeceras de provincia se crearon juntas provinciales. A pesar de que los amos
habían logrado que la abolición fuera gradual y que se pagara una indemnización por sus
esclavos, quisieron resistir a la ley de 1851 alegando que los esclavos bajo concierto no
estaban cobijados por la legislación. Después de algunas desautorizaciones a los jueces y a
los actos de las Juntas de Manumisión, el Congreso se vio precisado a dictar una ley
adicional, el 17 de abril de 1852, en donde se estipulaba que “los hijos de esclavas nacidos
libres han quedado exonerados desde el primero de enero del presente año de toda
obligación de servicio o concierto especial que a título de tales les habían impuesto leyes
anteriores de la República”. A raíz de estos acontecimientos, y gracias a la presión del
pensamiento abolicionista, que veía en la servidumbre una traba para la imposición del
trabajo libre asalariado, se decretó, en 1851, la libertad forzosa de la población esclava. El
efecto de esta ley fue relativo porque la población cautiva era muy poca para entonces, pues
107
la mayoría había logrado comprar, de manera progresiva desde finales del siglo XVII, su
carta de libertad.65
A partir de 1864 los censos no poseen la condición socio racial de esclavo, pero entre los
oficios se destaca el de sirviente-sirvienta (que también registra en los de 1851). Se cree
que se trata de los esclavos que han sido liberados o los hijos de éstos y que continuaron
bajo dependencia laboral de sus anteriores dueños o de otros propietarios. Tras su
manumisión los libertos debían sobrevivir independientemente, generar ingresos
económicos y subsanar las necesidades básicas propias y las de su familia, una ardua labor
ya que quizá no tenían otra experiencia a parte de la adquirida bajo las órdenes del amo.
Muchos tuvieron que aceptar trabajos en las haciendas por sueldos irrisorios, lavar oro en
forma independiente, o trabajar como pequeños cultivadores, persistiendo en su pobreza.
Los censos de 1864 y 1870 se dispusieron en la Ley del 1 de abril de 1858, aunque
factores sociopolíticos impidieron que el empadronamiento de 1864 cumpliera los
requerimientos. En esta segunda ley (la primera había sido la del 2 de junio de 1834) se
ordenó hacer el resumen de los datos bajo tres clasificaciones: la edad, el estado civil y la
profesión u oficio de la persona. Así mismo, se continuaba con las listas nominales, pero la
consolidación la efectuaría una oficina central. El censo de 1864, como el de 1825, debe
analizarse con precaución para lograr un correcto análisis de los censos decimonónicos ya
que tiene varios errores de procedimiento: el levantamiento del censo general de población
se decretó cuando la actual Colombia aún era la Confederación de la Nueva Granada (1858-
1863), las perturbaciones de la guerra civil y otros motivos impidieron su oportuna
ejecución, por lo que se aplazó algunos años.66 Su realización se dispuso para 1864, pero
para ese año el país se encontraba en medio de coyunturas, acababa de terminar la guerra
entre federalistas vs. centralistas, y se había aprobado la Constitución de 1863 que
cambiaba la estructura del territorio nacional, creando los Estados Unidos de Colombia
(1863-1886), dividiendo el país en estados semiautónomos que no acataban fácilmente las
órdenes generales, por lo cual el levantamiento se realizó en fechas distintas en todos los
estados. Este padrón carece de los cambios propuestos en la ley: las clasificaciones por
edad, sexo y estado civil, sólo trae el total nacional y los totales generales de los nueve
estados; de éstos únicamente tres reportaron los resultados en la fecha fijada por el
Ejecutivo, los restantes lo hicieron en cuanto los acontecimientos lo permitieron, incluso
algunos estados entregaron totales calculados en una progresión aritmética a partir de sus
censos anteriores. Los censos que se llevaron a cabo fueron los de Antioquia, Cauca,
Cundinamarca, Panamá, Santander y Tolima, fue calculada la población de Bolívar, Boyacá
65
Ministerio de Educación, “Cimarrones y cimarronajes”, 44. En:
http://www.colombiaaprende.edu.co/html/etnias/1604/articles-82835_archivo.pdf (18/03/2016); Hermes
Tovar Pinzón, “La manumisión de esclavos en Colombia, 1809-1851…” 3.
66
Fernando Gómez, “Los censos de Colombia antes de 1905” 12, 16-18; DANE, Panorama Estadístico de
Antioquia siglos XIX y XX 64; Carmen Elisa Flórez y Olga Lucía Romero, La demografía de Colombia en el
siglo XIX (Bogotá: Universidad de Los Andes, (S.F.)) Diapositiva 8. En:
http://quimbaya.banrep.gov.co/documentos/seminarios/2007/Histroria-sigloXIX-2007/DEMOGRAFIA-
COLOMBIA-SIGLO-XIX.pdf (14/08/2012).
108
y Magdalena. Hechas las salvedades del caso, el total nacional para este período es de
2.662.812 habitantes.67 Para esta investigación se estudiaron los censos de Neira, Manizales
y Aranzazu de este año.
3.5.1. Neira
Para 1864 la población de Neira continuaba aumentando pese al alto número de migrantes,
contaba con 5.886 habitantes (2.658 más que en el censo de 1851) repartidos en 1.093
familias.68 Los hombres continuaban siendo más que las mujeres, éstos sumaban 3.040,
mientras que las mujeres llegaban a 2.846. La mayoría de la población era soltera, 2.193
hombres y 1.891 mujeres (76 eran madres solteras). Había 807 casados y 805 casadas. El
número de viudas (150) continuaba siendo alto en comparación con el de los viudos (40).
Cuadro No. 11
Sexo y edades de Neira en 1864
Rango F M Total
0a9 1004 1182 2186
10 a 19 703 723 1426
20 a 29 481 442 923
30 a 39 298 285 583
40 a 49 169 205 374
50 a 59 104 114 218
60 a 69 54 50 104
70 a 79 13 28 41
80 a 89 11 5 16
90 a 105 9 6 15
En blanco 0 0 0
Total 2846 3040 5886
Como puede apreciarse en el cuadro No. 11, más de la mitad de la población era
masculina y menor de treinta años. Si se compara con el cuadro del censo anterior, los
totales casi se duplicaron, los infantes menores de nueve años continuaban siendo un grupo
predominante, aumentaron en 530 hombres y 411 mujeres. La esperanza de vida también se
incrementó entre ambos censos, de dos mujeres mayores de noventa años en 1851
aumentaron a nueve, y de ningún hombre, a seis. Las personas de más edad eran el viudo
67
Fernando Gómez, “Los censos de Colombia antes de 1905” 16; DANE, Panorama Estadístico de Antioquia
siglos XIX y XX 65.
68
Hay 24 habitantes repetidos.
109
Juan Miguel Parra de 98 años, y José Ignacio Gutiérrez de 99, casado con una mujer de 96
años; las viudas María Toro de 100 años, y María Rita Arias de 105, quien era la mujer de
más edad en los nueve censos.
En trece años Neira aumentó en 2.658 habitantes, entre las posibles causas del
incremento poblacional están el aumento de la esperanza de vida, la procreación de varios
de los hijos de las familias que permanecieron en la zona, y la llegada de colonos de
Marinilla, Abejorral y Sonsón. De esta última población emigraron 77 personas con
dirección a Neira, en su mayoría estaban casados. Entre los casos más representativos
estaban los matrimonios conformados por Justo Grajales y María del Carmen Betancur, con
cinco hijos; Ramón Salazar y Bonifacia Valencia con cuatro hijos; y Víctor Londoño y
Dolores Betancur, padres de tres hijos. De Abejorral llegaron 31 personas, en su mayoría
mujeres, quienes en Abejorral se dedicaban a algunas artes como cocinar, coser, lavar; y los
hombres, a la agricultura, al jornal, e incluso a tejer, pero al llegar a Neira la dinámica
económica fue diferente, por lo que los únicos oficios a los que pudieron dedicarse fueron
la administración del hogar y la agricultura. De Marinilla de 1851 arribaron seis personas,
la familia conformada por Antonio Sepúlveda, su esposa Nepomucena Duque y cuatro de
sus hijos. María del Carmen Castaño fue la única persona que se desplazó de Marinilla de
1843 a Neira de 1864, en Marinilla tenía cuatro años y al parecer era dependiente de los
esposos Juan Arbeláez y Bárbara Gómez. Al momento de ser censada en Neira, la señora
Castaño, tenía tres hijos con José María Aguirre Rendón, un agricultor de 34 años quien
había sido censado con sus padres y hermanos en esta misma localidad en 1851. Así como
la familia Aguirre Rendón, un total de 692 personas permanecieron en Neira, 338 casados,
307 solteros y 47 viudos, entre hombres y mujeres.
Algunos de los oficios de las personas que permanecieron en Neira también variaron de
un censo a otro, tal vez el comisionado no le dio mucha importancia al oficio como tal, o la
condición socioeconómica cambió en esos trece años. Este fenómeno se repitió tanto entre
las mujeres como entre los hombres. Las antes censadas como labradoras y costureras
posteriormente fueron administradoras domésticas, así como Ramona Martínez quien en
1851 era amasadora, Leocadia Osorio, pulpera, y María Antonia Holguín, sirvienta, y para
el padrón de 1864 habían dejado de realizar estas labores y se ocupaban de su hogar. Los
comerciantes León Álvarez Jaramillo y José María Escobar; los estudiantes Luis María
Escobar Arango (hijo de este último) y Juan de Jesús Henao Buitrago; el herrero Nicolás
Cardona, y Narciso Giraldo Delgado, negociante, pasaron de ejecutar estos oficios en 1851
a ser agricultores en 1864.
Por su parte, Rosendo Echeverri Botero, Nicolás Buitrago (enviudó entre un censo y
otro) y Ramón Parra, eran labradores en Neira de 1851 y para 1864 sus oficios cambiaron a
artesano, comerciante y propietario, respectivamente. El otro propietario censado en 1864,
José María Giraldo D., antes era tratante. El único que conservó el mismo oficio entre un
censo y otro fue el Ministro del Culto, el Presbítero Emigdio Marín quien para 1851 ya era
cura. En 1864 las mujeres se caracterizaban por administrar su hogar, a esto se dedicaban
más de 1.920 y tan sólo dos a la agricultura. Incluyendo los ya citados, los hombres tenían
110
oficios más variados, había 1.885 agricultores, catorce artesanos, diez propietarios, seis
comerciantes, cuatro legistas y tres arrieros. Así como un empleado, un Ministro del Culto
(ya citado), un negociante, un militar y un artista (los dos últimos eran oficios únicos en los
nueve censos).
Se sabe que de las personas censadas en Neira de 1864 migraron 42 a Aranzazu de 1869,
17 hombres solteros, diez mujeres solteras y una viuda; así como siete parejas casadas,
entre ellas la administradora doméstica Lucinda Macías Salazar, nacida en Abejorral en
1839, esposa del artesano Azarías García de 30 años, padres de cuatro hijos, dos de los
cuales eran estudiantes en 1869, donde tenían otras dos hermanas.69 Otra pareja fue la de
Francisco Aristizábal, agricultor de 50 años, quien estaba casado con Mercedes Naranjo,
administradora doméstica de 45 años, padres de seis hijos, cinco de los cuales migraron con
ellos.
En Neira de 1864 Valencia era el apellido más común entre las mujeres (99), y García,
entre los hombres (95). El apellido Marín dejó de ser el más frecuente quizá porque de 178
personas que lo tenían en 1851, tan sólo 41 permanecieron en Neira para 1864. También
había apellidos que sólo lo tenía una persona, entre los apellidos únicos en las mujeres
estaban Alarcón, Atehortúa, Bernal, Chávez, Domínguez, Gaviria, Guzmán, Laverde,
Lozano, Moncada, Monroy, Mosquera, Ortega, Portillo, Sarrazola, y Valle. Y entre los
hombres, Aguilar, Arboleda, Bernal, Caicedo, Castro, Delgado, Medcalffi, Murillo, Ossa,
Peña, Villegas y Zuluaga.
3.5.2. Manizales
Fue fundada en 1849, y su crecimiento fue tan asombroso que Manuel Uribe Ángel en su
célebre Geografía General del Estado de Antioquia en Colombia, no se cansó de alabar el
progreso de la ciudad en sus pocos años de existencia, comparándola incluso con algunas
ciudades de Estados Unidos a donde el médico antioqueño había viajado en 1875.70 La
ubicación de Manizales contribuyó a su rápido progreso. Por un lado, en la década de 1850
se intensificó la comercialización de cacao, maíz, tabaco, cerdos, sombreros, oro, etc., con
otras poblaciones antioqueñas, estableciéndose una ruta comercial que comunicaba a
Manizales con Medellín y otros estados vecinos. Por el otro, la importancia y el
reconocimiento como fortín militar que tuvo en la guerra civil de 1860.71 En 1852 cuando
el viajero Manuel Pombo pasó por la población reflexionó acerca de estas ventajas de la
ciudad y de sus terrenos fértiles que les permitirían a sus pobladores cultivar diversos
productos y dedicarse a la ganadería, al tiempo de continuar construyendo las escuelas y
69
Lucinda es hija del agricultor Joaquín Macías González –uno de los primeros pobladores de Neira– y de
Ana María Salazar Sarrazola, administradora doméstica, también padres de Fernando, Andrés Alfonso (legista
en Neira y nacido en Rionegro), Isabel y Zoilo Macías Salazar (nacidos en Salamina).
70
Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia 264-266.
71
Iván Santiago Londoño Osorio, “Abejorral, caminos y vida cotidiana 1850-1905” 15 y 62.
111
casas.72 En los primeros 36 años de vida de Manizales, sus edificaciones eran de estacas
clavadas con tejido de caña y tierra amasada, y techados con paja. Para el momento del
recorrido hecho por Uribe Ángel en 1885, habían removido tierra para montar las casas y
hacer transitables las calles; existían planteles de educación rural, en la zona urbana había
escuelas superiores y elementales (ocho públicas y privadas), y dos colegios para la
enseñanza secundaria; además de un regular templo, un buen cementerio, una imprenta bien
servida, y un banco “que goza de gran crédito”.73
Las tierras donde está ubicada Manizales antes eran terrenos selváticos y desconocidos.
En 1832 Fernando Henao y Manuel Estrada exploraron los ubicados al sur de Salamina,
pertenecientes a la problemática sociedad González Salazar. Aunque descubrieron una rica
salina en el punto llamado Guacaica, el representante de dicha sociedad, Elías González, no
le dio importancia a este hallazgo ya que una ley de la República reservaba para la
Hacienda Nacional las minas de esta clase y no generaban ninguna rentabilidad para él y su
sociedad. Dos años más tarde, el sonsoneño Vicente Fermín López Buitrago –de quien hay
un aparte en el capítulo dedicado a la colonización–, desconociendo a quiénes pertenecían
estas tierras, realizó los primeros desmontes y estableció su vivienda en el punto
actualmente denominado “alto del perro”, allí duró poco tiempo, pues un día de 1837
cuando iba a Salamina, su amigo el político y abogado Mariano Ospina Delgado le reveló
su error, entonces López Buitrago volvió a sus campos ya cultivados, abandonó los trabajos
hechos durante tres años y comenzó a caminar nuevamente con su familia buscando
traspasar los límites de Antioquia y llegar al Cauca donde no tenía derechos la citada
sociedad.74
En 1838 fue reformada la Ley de minas y los propietarios de los terrenos fueron
declarados dueños de las fuentes saladas. Elías González aprovechó esta oportunidad y
encargó al “joven, robusto, emprendedor e inteligente” Ignacio Marcelino Palacio Restrepo
a que hiciera un establecimiento para la elaboración de sal de cocina en los manantiales
descubiertos. Palacio se unió con el antes citado Fernando Henao y establecieron trabajos
rudimentarios que no alcanzaron notable desarrollo, por lo que González determinó fundar
a Neira, un punto auxiliar para la empresa minera y sitio de grandes esperanzas agrícolas.75
72
Manuel Pombo, De Medellín a Bogotá 39; Iván Santiago Londoño Osorio, “Abejorral, caminos y vida
cotidiana 1850-1905” 14,61.
73
Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia 266.
74
Nacido en Sonsón, en mayo de 1820 y fallecido en Salamina en 1897. Su hermano, el juez Vicente Ospina
Delgado, al parecer fue apaleado por el terrateniente José María Mejía Villegas por haber fallado en contra de
los intereses de la Sociedad Gonzáles, Salazar y Cía., Javier Mejía Cubillos, Diccionario biográfico y
genealógico de la élite antioqueña y viejocaldense. Segunda mitad del siglo XIX y primera del XX (Pereira:
Red Alma Mater, 2012) 126-141. En:
http://repositorio.utp.edu.co/dspace/bitstream/11059/3190/1/Diccionario%20biografico%20y%20genealogico
%202012.pdf (08/04/2015).
75
Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia 260-267; Jairo Antonio
Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 285; Rafael Arango Villegas, Los municipios de Caldas en
1931… 115-116. Por estos años los habitantes de Salamina y Neira tenían un complicado pleito con la
empresa González Salazar y Compañía que alegaba ser la propietaria de los terrenos que se extendían desde
Salamina hasta el río Chinchiná; los colonos, al igual que Fermín López, confundieron el río Guacaica (entre
112
Neira y Manizales) con el Chinchiná, y pensaron que si cruzaban aquel atravesarían los límites del territorio
pretendido por la sociedad. Bernardo Mejía Arango, “Los Arango en la fundación de Manizales”, 9 de abril
de 2010. http://bernardomejiaarango.blogspot.com.co/2010/04/los-arango-en-la-fundacion-de-manizales.html
(11/10/2015).
76
Se reconocen como líderes de esa fundación a Ignacio Marcelino Palacio, Manuel María Grisales, Joaquín,
Antonio María y Victoriano Arango, Nicolás, Joaquín y Alejandro Echeverri, Antonio Ceballos, Vicente Gil y
José María Osorio.
77
Elías González fue asesinado por unos colonos en el puente de Guacaica en 1851, debido a los continuos
pleitos que sostenía con ellos y su violencia al solucionarlos.
78
Rafael Arango Villegas, Los municipios de Caldas en 1931… 115-116.
79
Los 20 expedicionarios fueron: 1) El sonsoneño Manuel María Grisales Valencia, quien al enterarse de la
colonización y fundación de Neira viajó a esta región en 1842, dos años después cruzó el Guacaica y se situó
en Morrogacho (Manizales), compró un terreno que se conoció como “la manga de Grisales”, donde está hoy
situada la población. Presidió el cabildo en 1852. 2) Antonio María Arango Montoya: apodado el rico, nació
en Rionegro en junio de 1809, hijo de Pedro Pablo Arango Ángel y su segunda esposa Cipriana Montoya
Mejía. Fue uno de los primeros en ascender al nevado del Ruiz a cazar ganado salvaje; con su sobrino José
Joaquín Arango Restrepo (hijo de su hermano Esteban Arango Botero) hicieron un reconocimiento hasta
Lérida en busca de un camino que uniera a Manizales con Mariquita y con el río Magdalena. Fue el primer
juez que tuvo Manizales, además de concejal y presidente del concejo; alcalde del mismo lugar del 1 de
agosto al 31 de diciembre de 1854. Su esposa era la abejorraleña Ana María Echeverri Díaz. 3) José Joaquín
Arango Restrepo: se estableció en el mismo punto en donde antes se había instalado Fermín López. Fue el
primer procurador municipal en 1850 cuando la parroquia de Manizales comenzó a funcionar como distrito.
Nació en Abejorral en abril de 1809, era hijo de Esteban Arango Botero (hermano de Antonio María Arango
Montoya) y Josefa Dolores Restrepo Uribe. Esposo de Eulalia Palacio Restrepo, hermana de Ignacio
Marcelino Palacio. 4) Victoriano Arango Montoya, rionegrero nacido en marzo de 1816 y fallecido en
Manizales (se desconoce la fecha). Hermano de Antonio María Arango Montoya y de Esteban Arango Botero.
En varias oportunidades fue concejal de Manizales, y alcalde de allí mismo desde enero hasta noviembre de
1861. Casado con María Rosa Arango, y en segundas nupcias con la guarceña Benedicta Mejía Londoño. 5)
Pedro Arango Palacio, nacido en enero de 1819 en Abejorral, tío de Joaquín Arango Restrepo. 6) Ignacio
Marcelino Palacio Restrepo, cuñado de Joaquín Arango Restrepo. Después de sus primeras excursiones al sur
de Salamina fijó su residencia en Santiago de Arma. Nació en junio de 1810 en Abejorral y falleció en
noviembre de 1886 en Manizales. Fue pionero en la realización del cruce a pie entre el Nevado del Ruiz y la
salida al río Magdalena, contribuyó en las fundaciones de Neira y Manizales, aunque se dice que no participó
activamente en las faenas exploratorias tomando el hacha para derribar el monte, o haciendo las “tumbas” y
los “abiertos”, pues su constitución física no era propicia para esas rudas fatigas. Durante varios periodos fue
alcalde y presidente del cabildo de Manizales. Casado en Neira con Mercedes Echeverri Isaza, hija de Joaquín
Echeverri Díaz y de Rosa Isaza Echeverri. 7) Antonio Ceballos, sonsoneño, letrado y encargado del manejo
113
Esta expedición salió de San Cancio o Rastrojos y se dirigió a lo que hoy se llama La Enea
y Tesorito, descuajaron el bosque, limpiaron el terreno y sembraron las primeras rozas de
maíz y fríjol, demarcaron la plaza, separaron un lote para construir la iglesia y señalaron los
solares para los pobladores. Como los terrenos aún pertenecían a la sociedad Gonzáles
Salazar, los fundadores se preocuparon por darle vida legal para evitar una posible
reclamación. Después de la ordenanza de fundación fueron nombradas las primeras
autoridades del municipio: alcalde, juez, procurador y el cabildo, que comenzaron a
funcionar desde el primer día de enero de 1850.80
Manizales recibió este nombre debido a la presencia de la piedra maní, una roca sienita
granitoide muy abundante en los ríos de la región. Mariano Ospina Delgado, vecino de
Salamina y fundador jurídico, fue quien dio este nombre, afirmando que Fermín López lo
había ideado para referirse a ese territorio.81
Para el padrón de 1864, Manizales contaba con 6.003 habitantes distribuidos en 1.130
familias. Como puede apreciarse en el cuadro No. 12, la población era predominantemente
joven menor de treinta años, había 2.940 hombres, 123 menos que las mujeres que llegaban
a 3.063. Sólo había dos mujeres mayores de 90 años, la viuda Benita Henao era la mayor y
tenía cien años, vivía con sus dos hijos. Los viudos eran un número reducido, las mujeres
sumaban 199 mientras que los hombres llegaban a 53. La población soltera doblaba en
número a la casada, los primeros eran 2.116 hombres y 2.073 mujeres –81 de las cuales
eran madres solteras–; y los últimos, 771 hombres y 791 mujeres.
de los negocios públicos desde el momento de la fundación de Manizales (excelente redactor de tales
documentos), trazó la plaza y las calles, desempeñó las funciones de juez poblador y alcalde. 8) José María
Osorio. 9) José María de la Pava. 10) José Pablo (Pedro) Arias. 11) Silverio Buitrago, sonsoneño. 12) José
María Correa. 13) José Joaquín Echeverri. 14) Nicolás Echeverri. 15) Alejandro Echeverri. 16) Esteban
Escobar. 17) Vicente Gil. 18) Vicente Giraldo, marinillo. 19) Antonio Quintero. y 20) Benito Rodríguez.
Véase Albeiro Valencia Llano, Manizales en la dinámica colonizadora 1846-1930 (Manizales: Universidad
de Caldas, 1990) 23-35,146-153; Javier Mejía Cubillos, Diccionario biográfico y genealógico de la élite
antioqueña y viejocaldense. Segunda mitad del siglo XIX y primera del XX (Pereira: Red Alma Mater, 2012)
54-60. En:
http://repositorio.utp.edu.co/dspace/bitstream/11059/3190/1/Diccionario%20biografico%20y%20genealogico
%202012.pdf (08/04/2015); Luis Eduardo Agudelo Ramírez, El gran Caldas: portento del despertar de
Antioquia 285; Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 289.
80
Ignacio Marcelino Palacio le pidió al abogado Mariano Ospina Delgado, quien para ese entonces era
Diputado de la Cámara Provincial de Antioquia, que presentara un proyecto de ordenanza que considerara la
creación del distrito de Manizales, dicho proyecto fue presentado el 16 de septiembre de 1849, al 1 de octubre
se dictó la ordenanza de la fundación y once días después el gobernador Jorge Gutiérrez de Lara sancionó la
Ordenanza para la fundación. Bernardo Mejía Arango, “Los Arango en la fundación de Manizales”, 9 de abril
de 2010. http://bernardomejiaarango.blogspot.com.co/2010/04/los-arango-en-la-fundacion-de-manizales.html
(11/10/2015); Sitio oficial de Manizales-Caldas, historia. En:
http://www.manizales.gov.co/Contenido/Alcaldia/27/historia-de-manizales (11/10/2015). Para complementar
la información Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 291-310.
81
Jairo Antonio Franco Alzate, Desplazados y terratenientes… 286-290; Albeiro Valencia Llano, Manizales
en la dinámica colonizadora 1846-1930 148.
114
Cuadro No. 12
Sexo y edades de Manizales en 1864
Rango F M Total
0a9 1050 1096 2146
10 a 19 741 741 1482
20 a 29 558 432 990
30 a 39 332 318 650
40 a 49 204 166 370
50 a 59 102 100 202
60 a 69 40 59 99
70 a 79 19 14 33
80 a 89 11 10 21
90 a 105 2 0 2
En blanco 4 4 8
Total 3063 2940 6003
Una vez establecida la nueva localidad llegó una ola migratoria para establecerse allí.
Pese a las guerras civiles, es indudable que el principal factor que tenían los colonos para
emprender su camino era conseguir su propia tierra. Se sabe de una persona que había sido
censada en Abejorral en 1824 y cuarenta años después estaba registrada en Manizales, era
el ya citado Ignacio Marcelino Palacio Restrepo, quien en 1864 estaba registrado como
comerciante, vivía con su esposa la administradora doméstica Mercedes Echeverri Isaza,
sus seis hijos (tres de los cuales eran estudiantes), y un sirviente de 25 años.
De los censados en Marinilla de 1843 arribaron cinco personas, cuatro pertenecían a una
misma familia, la Castrillón, compuesta por la madre (soltera) llamada Gregoria y sus tres
hijos, quienes veintiún años después al ser censados en Manizales continuaban solteros, se
dedicaban a la agricultura y a la administración doméstica, y tenían dos nuevos hermanos.
Uno de los cinco hijos de Gregoria, Rafael, sería censado cinco años más tarde, en 1869, en
Aranzazu, donde continuaba siendo agricultor y estaba casado con la administradora
doméstica Leocadia Osorio. La otra persona antes censada en 1843 en Marinilla era la
administradora doméstica Pascuala Ceballos Valencia, cuya madre y hermanos
permanecieron en Marinilla para el censo de 1851. En el padrón de Manizales de 1864
Pascuala estaba casada y tenía seis hijos con el agricultor Nepomuceno Orozco Velásquez,
quien había sido registrado junto a sus padres y hermanos en Marinilla de 1843 donde
permanecieron hasta el censo de 1851 para migrar trece años más tarde a Manizales de
1864.
115
De Marinilla de 1851 migraron 36 personas, once casados y once casadas; once solteros
y una soltera; un viudo y una viuda. La familia Arcila Hoyos permaneció en Marinilla al
menos desde 1843 hasta 1851, pues estaban registrados en ambos censos. En Marinilla de
1851 Antonio Arcila Aristizábal y Damiana Hoyos Urrea, esposos, se dedicaban a labrar la
tierra, eran padres de nueve hijos, sólo dos de ellos –Malaquías y Joaquín– migraron con
sus padres a Manizales para 1864. Joaquín era un bebé de un año y Malaquías, de 18 años,
estaba casado con Teotista Alzate de 20. En Manizales, Malaquías y Teotista eran padres de
seis hijos, uno de ellos estudiante y otro, artesano. Los padres de Malaquías vivían con
Joaquín, en este censo este último era agricultor, su padre y su hermano Malaquías eran
artesanos.
Ignacio Marcelino Palacio no fue el único que llegó de Abejorral, se sabe que de los
censados allí en 1851 llegaron a Manizales 151 personas (80 casados, 57 solteros, y 14
viudos entre hombres y mujeres). Entre las casadas estaba la administradora doméstica
Gregoria Ospina, quien a sus 19 años había sido censada en Abejorral de 1851 cuando era
sirvienta de la familia Castaño Ramírez (que permaneció en esa población) y en Manizales
estaba casada con Alejandro Hernández, un artesano de 34 años con quien tenía cuatro
hijos. Otro caso es el de Juan Bautista Villegas, estanciero en Abejorral de 1851 donde
tenía 33 años y estaba casado con Antonia Ramírez, de 28 años, eran padres de seis hijos,
todos, excepto uno, migraron con ellos a Manizales. Allí, en 1864, Juan Bautista era
comerciante y María Antonia y sus hijas mujeres se dedicaban a los oficios de su hogar,
mientras que el resto de los hijos varones tenían oficios diferentes al de su padre, uno de
ellos era estudiante. Solina Villegas Ramírez, hermana de los anteriores, estaba casada y
tenía un hijo con el también comerciante Manuel Antonio Mejía Urrego (al parecer natural
de Sonsón donde fue censado en 1851 cuando vivía con sus padres, el agricultor Francisco
Mejía y la costurera María Josefa Urrego). Las mujeres que partieron desde Abejorral de
1851 hacia Manizales de 1864 cambiaron sus oficios de un censo a otro. Las 75 que
llegaron, en Abejorral se dedicaban a la administración doméstica, la cocina, la costura, la
lavandería, la partería y la servidumbre; trece años más tarde todas tenían por oficio la
administración de su hogar, excepto Jacinta Londoño y María Ruiz Bedoya quienes para el
censo de 1864 registraban como sirvientas. Por su parte, los 76 hombres provenientes de
Abejorral se dedicaban a la agricultura, la carnicería, la carpintería, el comercio, la herrería,
el jornal y la servidumbre; al llegar a Manizales sus oficios variaron, pero tuvieron mayor
diversificación, contrario al caso femenino, en esta nueva localidad estaban registrados
como agricultores, arrieros, artesanos, comerciantes, empleados, estudiantes, negociantes y
propietarios. En Abejorral, el agricultor Francisco Villegas, de 23 años, y su esposa María
del Rosario Vélez de 18, estaban censados con sus dos hijos quienes migraron con ellos;
trece años más tarde, en Manizales de 1864, él se dedicaba al comercio y su esposa a la
administración doméstica, tenían cinco hijos más, dos de ellos estudiantes, Juan de Dios y
Francisco A. Villegas Vélez, este último censado en Abejorral, y posteriormente
dependiente de José María Botero –comerciante– y Lucía Bernal, también censados en
1851 en Abejorral donde se dedicaban a la agricultura. La variación entre los oficios de un
116
censo a otro quizá se explica por el cambio en la dinámica económica entre ambos años y
entre ambas poblaciones, o porque el comisionado del censo de 1864 agrupó los oficios y
no detalló uno a uno, como en el caso de dos herreros y un carpintero que para 1864
pasaron a ser artesanos; un carnicero pasó a ser negociante; y de tres comerciantes que
migraron, dos continuaron con este oficio y el restante pasó a ser empleado.
De Sonsón de 1851 llegaron 58 personas, 29 hombres y 29 mujeres; 19 casados, 9
solteros y 1 viudo, en el caso femenino arribaron 13 casadas, 11 solteras y 5 viudas. En
Manizales, Claudio Posada Londoño estaba casado con Carmen Betancur, él era agricultor
y ella, administradora doméstica. Claudio había sido censado en Sonsón cuando estaba
soltero y vivía con sus cinco hermanos y sus padres Sacramento Posada (jornalero) y María
Francisca Londoño. Todos aparecen registrados en el censo de Manizales de 1864, excepto
Sacramento quien falleció antes de este censo, en el cual Francisca estaba registrada como
viuda y vivía con sus hijos que eran jornaleros, agricultores y sirvientas. Otro migrante fue
Lucio Ocampo, el único viudo en llegar a Manizales proveniente de Sonsón donde era
jornalero y tenía 30 años, al parecer estaba casado con Marcelina Acevedo y cuidaban de
los hijos de una hermana de ésta que había enviudado (Rafaela Acevedo), pues a su cargo,
como cabeza de familia, había cuatro niños que no tenían su apellido, pero sí el de su
esposa. En el censo de Manizales de 1864 Lucio Ocampo estaba solo, era viudo y se
dedicaba a la agricultura, ninguna de las mujeres o de los niños estaba censado con él en
esta nueva población.
De los habitantes censados en Manizales en 1864, 138 provenían de Neira, eran en su
mayoría parejas casadas, 39 hombres y 39 mujeres; seguidas por 27 solteros y 23 solteras; 2
viudos y 8 viudas. En Manizales, la familia (sin hijos) conformada por el comerciante Luis
María Buriticá, y su esposa Faustina Vélez Ángel, había sido empadronada en 1851 en
diferentes poblaciones; él en Abejorral y ella, en Neira. En Abejorral, él vivía con su
hermano mayor el agricultor Crisanto Buriticá. Faustina, por su parte, vivía en Neira con
sus padres y hermanos, quienes también migraron a Manizales para 1864; la madre de ésta,
Agueda Ángel, estaba registrada como costurera en Neira de 1851 y como administradora
doméstica en Manizales, su padre, José de la Cruz Vélez, era labrador en 1851 y negociante
trece años después; él como otros tantos encontraron mejores oportunidades tras su llegada,
en su anterior residencia se dedicaban a trabajar la tierra, y la prosperidad de Manizales les
permitió abrirse a nuevos mercados, en este caso, a ser negociante. En Neira, los hijos del
matrimonio Vélez Ángel no tenían oficio, y en Manizales se dedicaban a las artesanías, la
administración doméstica, y tres más eran estudiantes. Otro caso es el de los esposos José
María Arango, comerciante, y Domitila Uribe –costurera en Neira y administradora
doméstica en Manizales–, quienes llegaron a esta última población con uno de sus cinco
hijos que se dedicó a los negocios, y uno de sus sirvientes, José Ignacio Arango, quien
continuó bajo su dependencia. En esta nueva localidad los esposos tuvieron siete hijos más,
uno también dedicado a los negocios, otro a estudiar, dos como administradoras domésticas
y los tres restantes no tenían oficio. Se sabe de una sola persona que fue censada en Neira
en 1851, después en Manizales de 1864 y, posteriormente en Aranzazu de 1869, Victoriano
117
Morales Puerta; en Neira era labrador y fue empadronado junto a sus padres y sus seis
hermanos (una de ellas permaneció en Neira para el censo de 1864), en Manizales, era
agricultor, estaba casado y tenía una hija de un año, con quienes migró a Aranzazu donde
fueron censados en 1869, allí seguía siendo agricultor, vivía con su esposa y dos hijas.
Aunque para el empadronamiento de 1864 la población era dinámica y proporcionaba
variedad de oficios, 2.083 mujeres se dedicaban a la administración doméstica, y 1.558
hombres a la agricultura (contrastando con 11 agricultoras, 14 mineros, 6 arrieros, 5
jornaleros). También habían 154 artesanos (3 de ellas mujeres) y 141 sirvientes (90
mujeres). Éstos convivían con hombres adinerados, 53 comerciantes, 44 negociantes y 9
propietarios, entre ellos Eduardo Walker Robledo y su cuñado Bernardino Jaramillo
Palacio, de quienes se habló anteriormente.
A sólo quince años de fundada, Manizales contaba con 108 estudiantes, de los cuales
apenas dos eran mujeres. María del Rosario Echeverri, de 19 años, dependiente de Máximo
Arango, un propietario censado en 1851 en Abejorral. Y Marcelina Ramírez, de 13 años,
censada con otras ocho personas, dos estudiantes Jesús María y Pedro A. Ramírez, de 11 y
12 años, respectivamente, quienes estaban a cargo de dos viudas, ambas de 32 años y
administradoras domésticas, Norberta y Esmaragda Ramírez. Entre los estudiantes hombres
también estaban Juan Pablo y Marco Antonio Arango Gutiérrez, de 14 y 11 años, hijos del
artesano Pablo Arango y la administradora doméstica Segunda Gutiérrez, censados en 1851
en Abejorral.82 Así como Segismundo Escobar Correa, proveniente de Neira de 1851, hijo
de Jesús María Escobar (negociante) y Felicia Correa (administradora doméstica). Manuel
José Villegas Uribe tenía nueve años y era hijo del comerciante Eusebio Villegas Botero y
de María Luz Uribe Santamaría, administradora doméstica, era el único estudiante entre sus
dos hermanos: María Josefa y Eusebio Villegas Uribe, de 7 y 5 años. Esta familia, censada
en Manizales en 1864, antes vivía en Medellín, hacia 1859, cuando fueron registrados en
dicha población.83 A ese alto número de estudiantes se le contraponen los únicos tres
institutores que tenía la localidad. Todos eran hombres y pertenecían a una misma familia:
82
En Abejorral Juan Pablo era un niño de un año, su hermano Marco Antonio aún no había nacido, sus padres
se dedicaban a la agricultura y a la costura, tenía tres hermanas mayores. En Manizales, Juan Pablo y Marco
Antonio convivían con sus padres y con siete hermanos más, sus hermanas mayores eran administradoras del
hogar como su madre. También cohabitan con un par de sirvientes.
83
Dato obtenido de una base de datos facilitada por el doctor en historia Víctor Álvarez Morales. En cuanto a
María de la Luz Uribe Santamaría, se sabe que no era una “simple” administradora doméstica, sino una
banquera nacida en 1834, descendiente de una acaudalada familia; hija de Eugenio Martín Uribe Zea
(banquero, comerciante, minero e industrial, que para 1854 era considerado el hombre más rico de Antioquia,
hijo de Francisco Uribe Zea, terrateniente nacido en Medellín a principios del siglo XIX) y de María Josefa
Santamaría Tirado (nieta de Manuel Santamaría Fernández, un rico español con títulos nobiliarios dedicado a
la minería y al comercio). María de la Luz tenía algunas pocas acciones del Banco de Antioquia, contrajo
matrimonio en Manizales, antes de 1864, con el también banquero Eusebio Villegas Botero. Uno de los hijos
de este matrimonio, Eusebio Villegas Uribe, fue accionista minoritario del Banco de Medellín, a nombre
propio, y como representante de su madre. Javier Mejía Cubillos, Diccionario biográfico y genealógico de la
élite antioqueña y viejocaldense. Segunda mitad del siglo XIX y primera del XX (Pereira: Red Alma Mater,
2012) 182, 203, 205, 244. En:
http://repositorio.utp.edu.co/dspace/bitstream/11059/3190/1/Diccionario%20biografico%20y%20genealogico
%202012.pdf (08/04/2015).
118
Manuel María Luna de 59 años, casado (sin esposa visible en el censo) y sus dos hijos Juan
y Emiliano Luna, de 33 y 28 años, respectivamente.
Los oficios únicos, es decir, realizados por una sola persona, eran los del correo (oficio
único en los nueve censos), escribiente, legista, médico y ministro del culto, todos ejercidos
por menores de 41 años y casados, a excepción del Ministro del culto José Joaquín Baena.
El apellido más común entre las mujeres era López (100) –como en Sonsón de 1851–, y
entre los hombres, Valencia (98). También había apellidos que sólo los tenía una persona,
entre los apellidos únicos en las mujeres estaban Cordovez, Fonseca, Gandamil, Góngora,
Granados, Luna, Nieves, Orrego, Palau, Parada, Quijano, Santamaría, Solano, Varón y
Yalí. Y entre los hombres, Antia, Bueno, Cáceres, Camelo, Carrillo, Daza, Guisado,
Madrigal, Moná, Moscoso, Quintía, Rosales, Sarmiento, Solano, Varela y Zamora.
3.5.3. Aranzazu
La población está distante de Manizales a 50 kilómetros aproximadamente. Fue fundada en
terrenos que desde principios del siglo XIX pertenecieron a la familia Aranzazu, y que
posteriormente fueron heredados por la sociedad González, Salazar y Cía. En medio de un
viaje desde Medellín hasta Santafé, realizado en 1801, el comerciante español José María
Aranzazu se sorprendió con esas tierras fértiles y de gran riqueza mineral, por lo que las
solicitó ante la corona como merced al rey Carlos IV; propuso una capitulación sobre
200.000 hectáreas, comprendidas desde el río Pozo hasta el río Pácora (no incluye la zona
donde está ubicada la población). La petición fue aprobada, pero debido a la inestabilidad
política ocurrida durante la primera década del siglo XIX en la península española y en sus
colonias de América, no se alcanzó a diligenciar la posesión y esta concesión fue olvidada,
hasta mediados del siglo, cuando Juan de Dios Aranzazu, hijo del ya fallecido José María,
interesado en dichas tierras, inició un viaje para conocer los terrenos heredados y halló el
punto en el que hoy está la cabecera. Al parecer fue en este momento que encontró
viviendo ahí a un ermitaño llamado Buenaventura Escobar, a quien le decían “El Sargento”
por haber tenido ese rango en el ejército del General José María Córdova en la batalla de El
Santuario. El sargento Escobar permanecía en completo aislamiento, llegó a esta región
como exiliado en busca de riquezas y de tierras propicias para la agricultura y la ganadería,
levantó su rancho, estableció allí su vivienda y descuajó la montaña para plantar sus
cultivos, de él no se tiene ninguna otra información posterior.
Como Juan de Dios Aranzazu encontró los territorios habitados y sabía que la
colonización estaba activa en esa zona, se apresuró a reclamarlos ante un juez de Rionegro,
pero tras su aprobación se desató un intenso pleito encabezado por los vecinos de Arma
quienes ocupaban esta zona y años más tarde serían reconocidos como propietarios por
sentencia de la Corte Suprema de Justicia. La ley reconocía el derecho de posesión a
quienes desmontaban y trabajaban la tierra, apaciguando los fuertes enfrentamientos entre
unos y otros por la titulación de éstas. Aranzazu no pretendía darse por vencido, por lo que
demandó demostrando con documentos “oficiales” que también era dueño desde el San
119
Lorenzo hasta el río Chinchiná, ganando más hectáreas de tierra de las otorgadas
inicialmente por la corona a su padre; es en este espacio donde actualmente están los
municipios de Salamina, Aranzazu, Neira, Pácora y Manizales, sitios que aunque ya no
pertenecen a Antioquia sí figuran en la historia de ésta hasta 1905, cuando las segregaron
para crear el departamento de Caldas.84
Hacia 1852 llegaron más familias provenientes de Sonsón, Rionegro y Santuario, se
asentaron y al poco tiempo ubicaron la cabecera en una reducida planicie, los residentes
pidieron a la legislatura que se erigiese en aldea el pequeño territorio ocupado segregándolo
de Neira y Salamina, distritos a los que pertenecía.85 En 1853 se creó El Sargento, el
distrito más pequeño del sur, de poca población y de habitantes muy pobres. Este nombre
duró poco tiempo, en 1855, una década después de la muerte de Juan de Dios, los
legisladores decretaron que a partir de esa fecha se denominaría Aranzazu, argumentando
que este político donó los terrenos e influyó en la creación del distrito.86 Pero no todos
estaban conformes con el cambio de nombre, pues si bien es cierto que Juan de Dios
Aranzazu promovió la migración a esas tierras, lo hizo para su beneficio y a través de su
influencia. Las agresiones cometidas por la conflictiva Concesión Aranzazu contra los
colonos eran vox populi, y los pobladores de El Sargento no fueron la excepción. Los
detractores de este nombre aseguran que según escritura de diciembre de 1865 la mayor
parte de los terrenos de la parte urbana fueron donados por Jesús Duque –alias Gallinazo–,
quien habría comprado el terreno a la sociedad González, Salazar y Cía., y poseía los títulos
correspondientes de posesión y propiedad. El señor Duque afirmaba haber vendido algunos
solares y regalado de su libre y espontánea voluntad al común del distrito el terreno para el
templo, la plaza, las calles y todas sus anexidades y dependencias, “…en la fundación no
intervinieron más que la voluntad de los vecinos, las calles fueron determinadas de ocho
varas, menos detrás del templo, que sería de la anchura que se pudiera”.87
Tras la muerte en 1851 de Elías González, tío de Juan de Dios y heredero de la
Concesión, los pleitos se calmaron temporalmente hasta que el gobierno cedió los derechos
sobre la propiedad y posesión de los terrenos de Salamina, Neira y Manizales a la compañía
84
José Felipe López Montes (Párroco), Historia de Aranzazu, 2ª ed. (Medellín: Editorial Bedout, 1960) 76;
Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia 383; Pedro Felipe Hoyos
Körbel, “El camino del norte y las diferentes poblaciones que comunica”, Café. Caminos de herradura y el
poblamiento de Caldas (Bogotá: Tercer Mundo editores, 2001) 17-33; José Felipe López Montes (Párroco),
Historia de Aranzazu 76, 98, 99 y 202; Roberto Luis Jaramillo, “La colonización antioqueña” 194.
85
Los primeros pobladores fueron Valentín Sánchez, Jesús Duque, Gabriel Peláez, José Antonio Flórez,
Fermín Salazar, Nepomuceno Ramírez, José María Gómez, José María Salazar, Nicolás Giraldo, Ramón
Ospina y Alejandro Granada. Véase: Luis Eduardo Agudelo Ramírez, El gran Caldas: portento del despertar
de Antioquia 283; Rafael Arango Villegas, Los municipios de Caldas en 1931… 49; Municipio de Aranzazu,
“Aranzazu, 150 años de historia” (Reseña Histórica, Alcaldía municipal, 2004) 3; José Felipe López Montes
(Párroco), Historia de Aranzazu 76, 128; Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en
Colombia 275-276, 383; Pedro Felipe Hoyos Körbel, “El camino del norte y las diferentes poblaciones que
comunica” 20.
86
José Felipe López Montes (Párroco), Historia de Aranzazu 98-99, 202.
87
Municipio de Aranzazu, “Aranzazu, 150 años de historia” 2; José Felipe López Montes (Párroco), Historia
de Aranzazu 80-82, 97, 131-135.
120
concesionaria, renunciando a ser el dueño de los terrenos baldíos y por tanto disminuyendo
la posibilidad de que los colonos los adquirieran; con estas decisiones se ampliaron los
linderos de las tierras en litigio hasta el río Chinchiná, que era lo esperado por Aranzazu.
En 1853 el gobierno central pactó con la compañía cederles a cada una de las poblaciones
de Aranzazu, Neira, Manizales y Filadelfia 12.000 fanegadas, además de reservarse una
cuarta parte de los terrenos de la empresa. En la siguiente década la compañía enajenó el
resto de sus predios y puso fin a la especulación con propiedad raíz, negocio que durante 30
años retardó el desarrollo en esa zona.
Manuel Uribe Ángel en su Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia nos
informa que hacia 1885 los aranzacitas estaban dedicados al cultivo de maíz, fríjoles, caña
de azúcar, plátanos, yuca, arracacha, papas, trigo y café, los cuales junto a la crianza de
vacas y cerdos, la comercialización de la sal, y los caminos transitables –que comunicaban
a Aranzazu con Salamina, Medellín y Manizales– en la década de 1860 permitieron que los
habitantes de la población establecieran relaciones comerciales con los vecinos de los
poblados cercanos. Sin embargo, es difícil afirmar qué tipo de propiedad y negocios
prevalecían en la época, la principal dificultad radica en que los pobladores de Aranzazu
eran personas pobres y por ende son escasos los procesos significativos en los archivos
notariales que demuestren la importancia de sus bienes y/o las relaciones comerciales. Sólo
hacia 1865 el Concejo aprobó el acuerdo de conducir el agua por la calle principal de
Aranzazu para uso común del poblado. Ésta era transportada por una cañería construida de
piedra y a la mayoría de las vías se les hizo caños de evacuación. El desarrollo de Aranzazu
fue lento por causa de los continuos vaivenes políticos que alteraron el progreso, y quizá
también por haber segregado hacia 1872 gran parte de su territorio a Filadelfia, población
vecina. Dicha donación ocasionó la disminución considerable del área de Aranzazu, la poca
variedad de sus climas y la reducción de sus producciones naturales.88
En 1864, a once años de su fundación el total de la población ascendía a 3.964
habitantes (2.002 hombres y 1.962 mujeres), distribuidas en 710 familias. De acuerdo con
el geógrafo Manuel Uribe Ángel y con el presbítero José Felipe López Montes, la mayor
parte de las familias aranzacitas pertenecían a la raza blanca, eran morales y nobles, de
costumbres sanas y morigeradas, sencillas, laboriosas, respetuosas a la ley y a la piedad,
virtuosas en sus actos, mansos de condición, consagradas al trabajo, al deber y al honor, de
vidas modestas y generosas.89 Para ese año predominaban las personas solteras, 2.763 en
total, de éstos 1.444 eran hombres y 1.319 eran mujeres (21 madres solteras); les seguían
527 casados y 530 casadas; y 31 viudos que contrastaban con 113 viudas. Como puede
apreciarse en el siguiente cuadro No. 13, la población era mayoritariamente infantil, habían
casi 1.490 niños que oscilaban entre los 0 y 9 años, una notable diferencia ante la ausencia
completa de mayores de 90 años.
88
Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia 276-277.
89
José Felipe López Montes (Párroco), Historia de Aranzazu 213-214; Manuel Uribe Ángel, Geografía
general del Estado de Antioquia en Colombia 277.
121
Cuadro No. 13
Sexo y edades de Aranzazu en 1864
Rango F M Total
0a9 691 793 1484
10 a 19 492 474 966
20 a 29 343 274 617
30 a 39 202 214 416
40 a 49 111 117 228
50 a 59 74 74 148
60 a 69 33 39 72
70 a 79 8 8 16
80 a 89 8 8 16
90 a 105 0 0 0
En blanco 0 1 1
Total 1962 2002 3964
Se sabe de dónde llegaron al menos 299 personas de las 3.964 que fueron censadas en
Aranzazu de 1864. De Marinilla arribó un total de 95 personas, 25 habían sido
empadronadas en 1843 (y de éstas, permanecieron 21 para el censo de 1869 de Aranzazu).
Eran en su mayoría mujeres casadas, como María Antonia Buitrago Cardona, esposa de
José Marín, madre de ocho hijos e hija de Carlos Buitrago Hernández y María Francisca
Cardona Soto. Ella, junto a sus padres y ocho hermanos habían sido registrados en
Marinilla de 1843, pero ninguno permaneció en esta localidad para el siguiente censo de
1851. Se sabe que siete de ellos migraron a Aranzazu para 1864. Los hermanos de María
Antonia y su padre se dedicaban a la agricultura, mientras que su madre era administradora
doméstica. Para 1869 todos permanecieron en Aranzazu y aumentaron el número de hijos.
Otro caso fue el del agricultor Miguel María Arbeláez Gutiérrez, nacido en marzo de 1821
en Marinilla, y censado en ese mismo lugar en 1843 junto a su padre Juan Tomás Arbeláez
Tejada (oriundo de Rionegro), su madre Francisca Gutiérrez Salazar y sus seis hermanos,
tres de los cuales permanecieron junto a sus padres para el padrón de 1851 en Marinilla.
Miguel contrajo matrimonio en enero de 1844 en Marinilla con María Narcisa Gómez
Villegas –nacida en esa misma población en julio de 1824–, quien también había sido
censada allí junto a sus padres (Domingo Antonio Gómez Ramírez y María Antonia
Villegas Serna) y sus cinco hermanos. Los recién casados se mudaron a Aranzazu donde
fueron registrados en 1864 con siete hijos. Esta familia permaneció ahí y fue censada en
1869 con tres hijos más.
122
se dedicaban a labrar la tierra. De allí se trasladan a Aranzazu para 1864, en este censo él
estaba registrado como artesano y era padre de dos mujeres, su esposa y sus otros dos hijos
vivían con él. Para 1869 sólo permanecieron la mitad de los seis miembros de esta familia.
De los cuatro hijos sólo estaban censados dos, una mujer (casada) y un hombre que vivía
con su padre (Ramón) quien a su vez estaba casado con Ana Joaquina Montes Arcila (una
joven que había sido censada en Aranzazu en 1864 junto a su madre –viuda–); se
desconoce si Trinidad Mejía había fallecido para esa fecha.
En el censo también puede apreciarse que la principal ocupación de los hombres
aranzacitas hacia 1864 era la agricultura (495), seguida de la artesanía (17) y el jornaleo
(16) –versus 2 jornaleras–, mientras que las mujeres eran administradoras domésticas (122),
sirvientas (37) –versus 5 sirvientes– y agricultoras (7). Había tres aparceros (oficio único en
los nueve censos), quienes ejercían este trabajo agrícola mediante un convenio hecho con el
propietario de una hacienda, todos eran hombres y estaban solteros, ninguno permaneció en
la población para 1869. A su vez fueron censados ocho comerciantes, seis eran hombres,
entre ellos el ya citado José María Osorio, quien sí fue empadronado en 1869. Había un
solo estudiante, Alejo Granada Arcila, de quien se habló líneas atrás en el aparte del censo
de Neira de 1851 y los migrantes que de dicha población llegaron a Aranzazu.
Muchas de las personas que permanecieron en Aranzazu para 1869 cambiaron de oficio
entre un censo y otro, quizá porque las condiciones socioeconómicas variaron o porque el
comisionado del censo no le dio mayor importancia a esta categoría: Januario Ospina, quien
también era comerciante en 1864 para el censo de 1869 era agricultor; un caso similar
ocurrió con Marcelina Morales (viuda) y Juana Osorio (madre soltera), ambas eran
comerciantes en el censo de 1864, pero para el de 1869 estaban registradas como
administradoras domésticas. En 1864 había cuatro médicos, sólo uno de ellos permaneció
en Aranzazu, Telésforo Arango Ocampo, quien para 1869 dejó esta profesión y se dedicó a
los negocios.
Un oficio único en los nueve censos era el de fabricante, y en Aranzazu de 1864 era
realizado por seis personas, cuatro de ellas mujeres, una de ellas era Juana de Dios Salazar,
quien estaba casada, pero para el censo de 1869 había enviudado y su oficio cambió a
administradora doméstica. Ignacio Vinasco, uno de los hombres, también enviudó para el
registro de 1869 y dejó de ser fabricante para laborar como salinero. Había oficios
realizados por una sola persona: el de hacendado (un treintañero que en Aranzazu de 1869
estaba censado como negociante), el de legista (cinco años más tarde continuaría
dedicándose a esta actividad), el de alcalde (este oficio sólo está registrado en Marinilla de
1851 y en Aranzazu de 1864), el de arriero y el de albañil. Las personas que se dedicaban a
los últimos tres oficios también fueron censados en Aranzazu de 1869, pero habían
cambiado sus profesiones por las labores agrícolas. Había un par de oficios que resaltaban,
no solo por ser únicos en los nueve censos, sino por su naturaleza: el de pescador y el de
boga pues ambos tienen que ver con ríos o con el mar, en una población altamente agrícola.
124
El Párroco José Francisco López Montes en Historia de Aranzazu señala que hacia 1935 la
pesca no era abundante, sin embargo los ríos contenían buen número de sardinitas.90
Algunas personas no tenían oficios señalados en el censo, pero había cinco habitantes
que no podían desempeñar alguna labor pues tenían discapacidades físicas, se trata de un
ciego, una enferma, un enfermo sin oficio, una inválida y un inválido, pero lastimosamente
esta base de datos no nos proporciona más información acerca de esas discapacidades y sus
causas.
El apellido más común en Aranzazu de 1864 era Gómez –igual que en Marinilla de 1843
y 1851–, éste lo tenían 207 personas, 96 mujeres y 111 hombres. También había apellidos
que sólo los tenía una persona, entre los apellidos únicos en las mujeres estaban Álvarez,
Arboleda, Ballesteros, Bonilla, Calderón, Castañeda, Escobar, Gil, Isaza, Llano,
Marulanda, Ochoa, Patiño, Tobón, Trujillo, Vanegas y Villa. Y entre los hombres, Ayala,
Baena, Buendía, Celis, Delgado, Díaz, Fonnegra, Izquierdo, Largo, Ortega, Restrepo,
Santa, Tangarife, Vega y Villa.
90
José Felipe López Montes (Párroco), Historia de Aranzazu 690.
91
DANE, Panorama Estadístico de Antioquia siglos XIX y XX 64, esta cifra está en el aparte del censo de
1851 citando las Estadísticas Históricas del DANE.
92
Fernando Gómez, “Los censos de Colombia antes de 1905” 11-17; DANE, Panorama Estadístico de
Antioquia siglos XIX y XX 65; Carmen Elisa Flórez y Olga Lucía Romero, La demografía de Colombia en el
siglo XIX (Bogotá: Universidad de Los Andes, (S.F.)) Diapositiva 7. En:
http://quimbaya.banrep.gov.co/documentos/seminarios/2007/Histroria-sigloXIX-2007/DEMOGRAFIA-
COLOMBIA-SIGLO-XIX.pdf (14/08/2012).
93
Fernando Gómez, “Los censos de Colombia antes de 1905” 11; DANE, Panorama Estadístico de Antioquia
siglos XIX y XX 65.
125
por tanto es difícil apreciar a grandes rasgos el crecimiento de la población. 94 Para esta
investigación se estudió el censo de Aranzazu de 1869.
3.6.1. Aranzazu
En 1869 fueron censadas en Aranzazu 4.887 personas, 2.523 hombres y 2.364 mujeres
repartidas en 893 familias.95 Si comparamos este censo con el de 1864, en cinco años la
población aumentó 23,3%, representado en 923 habitantes. Los aranzacitas de 1869 estaban
en su mayoría solteros, había 3340 en total (1785 hombres y 1555 mujeres, de éstas, 26
eran madres solteras). Los casados sumaban 1388 (702 hombres y 686 mujeres) y los
viudos, 159 (36 hombres y 123 mujeres).
Esta población era netamente rural, por lo regular la actividad económica era trabajar la
tierra y las habitaciones eran chozas rústicas bajo condiciones de austeridad.96 El censo de
1869 estaba dividido, como la localidad, en seis fracciones con su respectivo nombre y
linderos.97 Se desconoce si en esta división está incluida la cabecera distrital pues no está
nombrada como tal. La fracción con mayor número de habitantes era Manzanillo, y con
menos habitantes era Morón. En esta última y en Campo Alegre, había mayor presencia
94
DANE, Panorama Estadístico de Antioquia siglos XIX y XX 65, citando al Boletín de Estadística No. 17 de
la Dirección de Estadística Departamental relativo al año de 1920 en la página 11.
95
Hay dieciocho habitantes repetidos.
96
Manuel Uribe Ángel, Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia 384-385; José Felipe López
Montes (Párroco), Historia de Aranzazu 151, 158, 166-167, 188, 195, 216-217 y 687.
97
Los límites de las fracciones, según el censo de 1869 eran:
Manzanillo: “Del punto en que el camino público del Estado corta la quebrada denominada del Sargento,
siguiendo este camino en dirección hacia Salamina hasta el alto denominado del Manzanillo; de este alto
cogiendo la cuchilla que sigue para el alto del Cerro hasta los límites con el distrito de Salamina que es la
quiebra de la Amoladora; de esta siguiendo por los límites con el dicho distrito hasta los límites con el Estado
del Tolima.”
Ciénaga y Chupadero: “Del punto en que el camino público del Estado corta la quebrada denominada de la
Honda; esta abajo hasta el desemboque del amagamiento de la quiebra; esta arriba hasta el camino público del
distrito que sigue para Filadelfia; de aquí por derecera al nacimiento de la quiebra de Maibá; ésta abajo hasta
el amagamiento que desagua en la quebrada del Palo; esta arriba hasta en derecera de la quiebra de la
Amoladora; de esta por el camino del perro hasta el alto del Manzanillo; de aquí por el camino público del
Estado, en dirección hacia Neira, hasta la quebrada de la Honda su primer lindero.”
Filadelfia: “Del desemboque de la quebrada del Palo, a la de Chupadero; esta abajo hasta el rio Cauca; este
arriba hasta el desemboque de la quebrada de la Honda; esta arriba hasta el amagamiento de la quiebra de
Maibá, amagamiento arriba a salir al camino que comunica a Aranzazu con Filadelfia, de aquí por derecera a
la quebrada de Maibá; por esta abajo hasta el desemboque de la quebrada del Palo. Su primer lindero.”
La Honda: “Del alto del Cardal, límite con el distrito de Neira, por el camino público del Estado, hasta la
quebrada denominada del Sargento, esta arriba hasta la cordillera alta, y por los otros lados con el límite
divisorio con el distrito de Neira y Estado del Tolima.”
Campo Alegre: “Del desemboque de la quebrada de Femenina a la Honda; esta arriba hasta el camino público
del Estado; por este arriba siguiendo hacia Neira hacia el alto del Cardal, límite con Neira; de aquí por los
límites con el mismo distrito Neira a buscar la quebrada de Muelas; esta arriba hasta el desemboque de la
quebrada del Toche; esta arriba a buscar en el nacimiento de Femenina; y por esta abajo a su primer lindero.”
Morón: “Del desemboque de la quebrada Femenina a la quebrada de la Honda; esta abajo hasta en
desemboque en el río Cauca, este arriba hasta el desemboque de la quebrada Tarea; Tarea arriba hasta el
desemboque de la quebrada de Muelas; por esta arriba hasta el desemboque de la quebrada del Toche; esta
arriba a buscar el nacimiento de Femenino; esta abajo a su primer lindero.”
126
Cuadro No. 14
Habitantes de Aranzazu por fracciones en 1869
Cuadro No. 15
Sexo y edades de Aranzazu en 1869
Rango F M Total
0a9 858 914 1772
10 a 19 606 671 1277
20 a 29 376 398 774
30 a 39 228 210 438
40 a 49 153 178 331
50 a 59 79 72 151
60 a 69 37 54 91
70 a 79 14 18 32
80 a 89 11 7 18
90 a 105 2 1 3
En blanco 0 0 0
Total 2364 2523 4887
Como se dijo líneas arriba, de 4.887 habitantes empadronados en 1869, 2.651 habían
permanecido al menos desde 1864, y el resto, 2.236 llegaron provenientes de otras
localidades. Se pudo comprobar que de la población censada en 1843 en Marinilla ocho
arribaron a Aranzazu, entre ellas estaba Eugenio Joaquín Montoya Gómez, quien había sido
censado junto a sus padres y sus dos hermanos; se desconoce el paradero de él y su familia
hasta 26 años más tarde cuando fue censado en Aranzazu. Ahí se desempeñaba como
artesano, estaba casado con la administradora doméstica Isabel Gómez Serna (permanente
desde 1864) con quien tenía un hijo. Otro caso similar es el de la familia Giraldo Ocampo,
conformada por la viuda Gregoria Ocampo y sus cinco hijos, se desconoce el paradero de
uno de ellos, el resto migraron a Aranzazu para 1869, excepto Ana Joaquina, quien lo hizo
para 1864 cuando fue empadronada con su esposo Jesús Zuluaga Ramírez y su hijo de un
año. Allí permanecieron para el censo de 1869 y tenían dos hijos más. Los hermanos de
Ana Joaquina censados en 1869, también estaban casados y tenían por oficio la agricultura
y la administración doméstica, todos vivían en fracciones diferentes, incluida Gregoria, la
madre, quien vivía sola.
De Marinilla de 1851 se establecieron 19 personas, once de ellas habían permanecido en
esta última población desde el censo de 1843. Joaquín Ramírez, su esposa María de Jesús
García y su hija Rafaela (de quien se desconoce su paradero) permanecieron en Marinilla al
menos hasta 1851 cuando Joaquín tenía el oficio de arriero; 18 años después fueron
censados en Aranzazu de 1869, él era empleado público y junto a su esposa eran padres de
128
Seferina, una quinceañera. Otro caso es el de los esposos Braulio Castaño Gómez, labrador,
y María de Jesús Castaño López (censada con sus padres en 1843), casados en Marinilla en
noviembre de 1847, migraron a Aranzazu para 1869, allí nacieron cinco de sus seis hijos.
De los censados en Abejorral en 1851 llegaron once personas, dos de éstas (los esposos
Basilio García y Valeria García) habían estado también en dicho lugar para el censo de
1864.98 Bernabé Castaño Cardona, casado con Mercedes Palacio Isaza fueron censados en
esta localidad en 1851 cuando aún eran solteros y vivían con sus padres, Bernabé era hijo
de Miguel Castaño (un agricultor) y Juana Cardona, una administradora doméstica.
Mercedes era hija de Marcelina Isaza Echeverri, una viuda nacida en Rionegro que se
dedicaba a hilar.99 En Aranzazu de 1869 Bernabé y Mercedes tenían seis hijos con quienes
se dedicaban a la agricultura. Otra pareja de esposos provenientes de Abejorral eran Juan
Antonio López e Inés Valencia, cuando fueron censados en esa población en 1851 tenían
dos hijos, dieciocho años después vivían en Aranzazu, habían tenido seis hijos más que
vivían con ellos, su hija mayor había conformado un nuevo hogar, vivía con su esposo y
tenía dos hijos.
De los censados en 1851 en Sonsón, once fueron empadronados en Aranzazu dieciocho
años más tarde; entre ellos unos esposos con su hija, pero sin el resto de sus descendientes
(se desconoce si se quedaron en la misma población o si migraron a otra). Se trata de
Jacinta Londoño Sánchez, de 23 años, quien creció en un hogar con al menos ocho
hermanos, pero sólo ella y sus padres (Laurencio Londoño y Josefa Sánchez) migraron a
Aranzazu de 1869. Otro caso es el de Dimas Orozco Arias, el único de su familia que migró
a Aranzazu, donde fue censado en 1869 junto a su esposa Máxima Cuartas Quintero
(también oriunda de Sonsón) y sus seis hijos.
98
Los datos de Abejorral de 1864 fueron obtenidos de una base de datos facilitada por el doctor en historia
Víctor Álvarez Morales.
99
Marcelina Isaza Echeverri era viuda de Nicolás Palacio Restrepo, quien descendía de una familia de
fundadores, colonos que pertenecían indirectamente a los terratenientes, y por tanto tenían su apoyo. Nicolás
era hermano de Ignacio Marcelino Palacio Restrepo, fundador de Neira y Manizales, ambos eran hijos de
Francisco José “el chiquito” Palacio Guerra Palacio (hijo de Carlos Palacio Vélez y de María Josefa Guerra
Peláez López, vecinos de Medellín) y María Teresa Restrepo Echeverri (hija de Alonso José “Alonsito”
Restrepo Vélez de Rivero, y de Manuela Echeverri Gallón), casados en Rionegro en 1788. Años después, a
comienzos del siglo XIX, Francisco José y María Teresa –padres de Nicolás–, migraron en compañía de
María Francisca, hermana de María Teresa, y su esposo “el maestro” José Antonio Villegas Londoño,
fundador de Abejorral –hijo de los terratenientes Felipe Villegas y Manuela Londoño Piedrahíta– (véase el
capítulo 1 de esta monografía) para acompañarlos en la fundación de esa localidad, y el posterior trazo y
repartición de terrenos a los primeros pobladores, ellos obtuvieron allí un lugar privilegiado, vivían en el
marco de la plaza, enseguida de la Iglesia. Tuvieron al menos catorce hijos.
En el censo de Abejorral de 1824, Francisco José y María Teresa estaban censados con nueve esclavos y
algunos de sus hijos: Ignacio Marcelino vivía con sus padres y tenía catorce años; Eulalia quien
posteriormente sería esposa de José Joaquín Arango Restrepo, uno de los fundadores de Manizales, tenía diez
años y también continuaba bajo el amparo de sus padres. Nicolás, de 30 años, estaba censado junto a su
esposa, la arriba citada Marcelina Isaza Echeverri, estaban registrados con cinco hijos y dos esclavos; su hija
Mercedes Palacio Isaza no había nacido aún, lo haría 10 años después y estaría en los censos de Abejorral de
1851 y 1864, y en el de Aranzazu de 1869. María Emilia Naranjo Ramos, “Raíces paisas. La parentela de los
Palacio y los orígenes de Manizales”, 4 de octubre de 2015. https://raicespaisas.wordpress.com/2015/10/04/la-
parentela-de-los-palacio-y-los-origenes-de-manizales/ (13/07/2016).
129
Diecinueve colonos llegaron desde Neira. Dolores Ríos Ortiz, nació en esta localidad
hacia 1850, ella, sus padres y sus dos hermanos fueron censados un año más tarde allí y
migraron a Aranzazu de 1869 donde fueron censados; sus padres, Ramón Ríos y María de
Jesús Ortiz tuvieron otros tres hijos que vivían con ellos y con Dolores quien para ese
entonces tenía 18 años. Los hermanos mayores de Dolores estaban casados y no tenían
hijos, ambas esposas habían sido censadas en Aranzazu de 1864 cuando aún estaban
solteras y vivían con sus padres. Otro ejemplo es el de los hermanos María Juana y Juan
María Puerta Marín, dos de los cuatro hijos de la viuda María Josefa Marín; aunque toda
esta familia migró a Aranzazu para 1864 sólo ellos lo hicieron hacia 1869. En este censo
Juan María vivía con su madre (quien en 1864 estaba censada sola) y María Juana estaba
casada y tenía cuatro hijos. María Isabel, hermana de los anteriores, permaneció en esta
población junto a su esposo Antonio María Giraldo Alzate (censado en Marinilla de 1851)
y sus cuatro hijos.
De Neira de 1864 migraron la mayoría de personas –42 personas en total. En ese censo
los esposos Valerio García y Josefa Osorio tenían seis hijos menores de trece años, cinco
años más tarde fueron registrados en Aranzazu, todos los hijos cohabitaban con sus padres,
excepto la única hija mujer quien estaba casada y tenía una bebé de un año. Además había
un nuevo integrante en la familia, un hijo de 23 años que no había sido censado en Neira
con su familia ni en Aranzazu de 1864. Otro ejemplo es el de la familia Arias Valencia,
conformada por ocho personas, incluidos ambos padres, Fermín Arias y Juana Valencia.
Para el censo de 1869 en Aranzazu, faltaban dos de sus miembros, los padres vivían con
dos de sus hijos, y los restantes estaban censados en esa misma población, pero lejos del
núcleo familiar.
En total cuarenta personas llegaron desde Manizales de 1864, un elevado número en
comparación a las migraciones ocurridas desde otras localidades hacia Aranzazu de 1869
–sin incluir a Neira de 1864–. Llama la atención pues para la temporalidad estudiada
Manizales tenía un desarrollo superior al de Aranzazu, y se desconocen las razones que
tuvieron dichas personas para cambiar su sitio de residencia. Mediante los censos se pudo
comprobar que dos de estos cuarenta migrantes habían sido empadronados antes de 1864 en
un lugar diferente a Manizales; uno de ellos fue Rafael Castrillón, censado previamente en
Marinilla de 1843, y el otro, Victoriano Morales Puerta, censado en Neira de 1851; ambos
citados líneas arriba en sus respectivos apartes. La mayoría de los migrantes eran mujeres
solteras (15), seguidas de 10 solteros (incluido Rafael Castrillón), 7 mujeres casadas e igual
número de casados (incluido Victoriano Morales Puerta), ninguna viuda y un viudo, Ramón
Vásquez, de 40 años, quien migró a Aranzazu con su hijo Ricardo de trece años; ambos
eran agricultores, tanto en la nueva población como en la antigua. También la familia de
Eugenia Correa Pérez, una artesana de 22 años hija de Eusebio Correa, un agricultor de 50
años, y de Juana Pérez, administradora doméstica de 44 con quienes vivía junto a sus siete
hermanos; cinco años más tarde, todos, excepto dos que quizá permanecieron en Manizales,
fueron empadronados en el censo de Aranzazu de 1869, los hombres se dedicaban a la
agricultura, y las mujeres, a la administración del hogar.
130
100
En Manzanillo fue censado el único institutor hombre en Aranzazu, Higinio de Jesús Hoyos, tenía 29 años
y estaba casado con Susana Villegas; eran padres de dos hijos menores de 2 años. Casimira García estaba
casada, pero su esposo no estaba registrado, ella también vivía en Manzanillo y fue censada en el mismo
núcleo familiar junto a dos mujeres: Adriana García (quien también era institutora y era dos años mayor que
Casimira, probablemente eran hermanas); y la estudiante Hortensia Bermúdez García, de quien se deduce era
su hija. Posiblemente en esta fracción estaba ubicado un colegio.
131
no es único en los censos restantes pues con él son cinco más, uno en Manizales de1864 y
el resto en Neira de ese mismo año.101 En 1869 Salvador continuaba casado con Avelina
Zuluaga Hoyos, una administradora doméstica nacida en El Carmen de Viboral, con quien
tenía siete hijos, cuatro de los cuales también habían sido empadronados allí mismo en
1864. Otro oficio era el de director de escuela –oficio único en los nueve censos–, ejercido
por José Domingo Arango Agudelo, un joven de 19 años, soltero, que cohabitaba con sus
padres y hermanos; todos, excepto él, estuvieron censados en Aranzazu de 1864.102 Rafael
Ospina era el sastre, tenía 50 años y estaba casado con Fernanda Agudelo, una
administradora doméstica; ambos eran nuevos en esa localidad. Y Jesús María Agudelo, el
talabartero, era quien elaboraba objetos en cuero, como las sillas de montar y aperos para
los caballos, zamarros y zurrones, al momento del censo tenía 29 años, estaba soltero y
vivía solo.
En este censo aparecían registrados 17 hombres (de los cuales nueve eran solteros) en la
fracción La Honda como reos rematados, es decir condenados por delito. Para este año
hubo un aumento de estudiantes (catorce niños y tres niñas) en comparación con el censo
de 1864 donde sólo había uno; los estudiantes estaban ubicados en las fracciones
Manzanillo, Ciénaga y Chupadero y Filadelfia. La educación en Aranzazu corrió con
múltiples tropiezos en sus inicios: los primeros maestros de escuela Heliodoro Gómez, José
María Herrera y Ezequiel Gaviria, nombrados en 1854, uno tras otro, abandonaron
rápidamente el oficio para desempeñarse en cargos disímiles como secretarios de alcaldes,
mayordomos de fábrica y/o abogados. Además, no existían adecuadas escuelas públicas en
dónde enseñar porque los habitantes estaban más preocupados por el desarrollo de los
caminos y vías de comunicación. Entre 1855 y 1856 Trinidad Mejía fundó una escuela
privada para niñas con la intención de subsanar los problemas en materia de educación.103
En agosto de ese mismo año de 1855, cuando esta población aún se llamaba El Sargento, el
entonces alcalde Pedro Duque señaló que en el distrito había cuatro escuelas, una pública
de varones y tres privadas (dos de varones y una de mujeres). A la primera concurrían 45
niños y el director era el citado José María Herrera. Una escuela privada de niños en la
101
El título legista hace referencia al médico legista, que es quien lleva a cabo prácticas judiciales o legales
propias de la medicina legal que se define como la rama de la medicina que estudia los aspectos de leyes de la
atención sanitaria. Es posible que Salvador Ramírez Peláez la haya estudiado en Bogotá, ya que la facultad de
medicina de la Universidad Nacional introdujo la medicina legal entre sus cátedras desde su fundación en
febrero de 1827, diez años después del nacimiento de Salvador, y desde entonces se ha enseñado en
Colombia, incluyéndola también en las escuelas de derecho. Antes de que el servicio de medicina legal se
reglamentara en Colombia, hubo médicos legistas muy ilustres. José Miguel Suescún Vargas y otros,
“Historia de la medicina legal”, Médicas UIS, Revista de los estudiantes de la Universidad Industrial de
Santander, vol. 22, No. 01, enero abril (2009): 83, 88-89. En:
http://medicasuis.org/anteriores/volumen22.1/doc10.pdf (04/12/2016).
102
José Domingo era hijo del negociante Francisco Arango Ocampo y de la administradora doméstica María
Antonia Agudelo Moreno, en 1869 sus hermanos se dedicaban al campo y a las labores domésticas, menos su
hermano Francisco Antonio, de 11 años, quien era estudiante.
103
José Felipe López Montes (Párroco), Historia de Aranzazu 116-117, 152-153 y 159; Archivo Histórico de
Antioquia (A.H.A), Fondo: Gobernación de Antioquia, Serie: Censos y Estadísticas: Movimiento de escuelas.
Cuadro de las escuelas del distrito de Sargento, 10 de agosto de 1855, tomo 2704, documento 25, f. 688.
132
fracción Muelas, cuyo director era José María Peláez y asistían 22 niños. Otra más en la
fracción Filadelfia, el director era Gabriel Ospina y asistían 25 niños. Por último, una
escuela privada de niñas que estaba ubicada en el pueblo, concurrían 11 niñas y la directora
era la también nombrada Trinidad Mejía, hermana del presbítero Jesús María Mejía.
Cuatro años más tarde, en julio de 1859, el visitador de instrucción pública Juan de la C.
Restrepo encontró una escuela funcionando con magníficos resultados, en donde 34 niños
recibían lecciones de lectura, caligrafía, doctrina cristiana, aritmética y urbanidad. La
escuela pajiza contaba con “cinco mesas para escribir con sus correspondientes bancas, dos
mesas para escribir en arena, 46 cuadernos de lectura, una colección de muestras de lectura,
nueve pizarras, ocho catecismos, ocho de perseverancia, etc.”104 El número de estudiantes
inscritos aumentó considerablemente, en 1866 existían 60 niños estudiando, y en 1876, 133
varones matriculados en la escuela de niños y 153 mujeres en la escuela de niñas. Poco a
poco los aranzacitas empezaron a fomentar la educación e impulsar la construcción de
nuevas escuelas, además de mejorar las calles obstruidas de la población, cerrar los solares
destapados y redistribuir los espacios habitables, por ejemplo, por esta misma época
trasladaron el cementerio del lugar que ocupaba al norte de la población hacia la salida para
el distrito de Neira, es decir al sur, lugar que todavía ocupa.105
En cuanto a los apellidos, el más común entre las mujeres de Aranzazu de 1869 era
Giraldo (125), y Gómez continuaba siéndolo entre los hombres (134). También había
apellidos que sólo los tenía una persona, entre los apellidos únicos en las mujeres estaban
Álvarez, Bustamante, Campuzano, Estrada, Fernández, Gaviria, Isaza, Largo, Macías,
Ochoa, Rivas, Trujillo, Vanegas y Yarce. Y entre los hombres, Alarcón, Baena, Celis,
Delgado, Guarín, Lemus, Muñoz, Parra, Reyes, Tabares, Usma y Vargas.
104
Informe del visitador de Instrucción pública Juan de la C. Restrepo, citado por José Felipe López Montes
(Párroco), Historia de Aranzazu 161-162.
105
José Felipe López Montes (Párroco), Historia de Aranzazu 196-198, 215-216.
133
Comentarios finales
Durante la colonización antioqueña, que surgió en el siglo XVIII y se extendió hasta el siglo
XIX, un gran número de familias migró desde algunas localidades del oriente antioqueño
–principalmente Marinilla– con el propósito de fundar nuevos poblados y ampliar de este
modo la frontera agrícola, mejorando así su patrimonio. Para ese entonces la Provincia de
Antioquia estaba sumida en la pobreza, tenía un alto número de habitantes concentrados en
pequeñas poblaciones ejerciendo presión demográfica, generando conflictos sociales y
aumentando la pobreza en estas localidades. Además las tierras para cultivar y habitar eran
cada vez más escasas, situación que sumada a otros aspectos de carácter económico y
político como la necesidad de evadir las leyes decretadas ante el aumento de vagos y mal
entretenidos, incentivó a aquellos más pobres, pero de espíritu arriesgado y aventurero, o a
quienes estaban altamente desesperados, a salir de su hogar junto a su familia y buscar
dónde establecerse. Otro de los motivos para adentrarse en las selvas del sur de la Provincia
de Antioquia, fue escapar del constante reclutamiento a las guerras civiles del siglo XIX.
Durante su travesía los colonos encontraron un sinnúmero de dificultades como
enfermedades, lesiones, y sobretodo el constante desalojo por parte de los dueños de los
terrenos donde se iban estableciendo. Al panorama de pobreza y sobrepoblación, se le
sumaba una desproporcionada repartición de tierras en la Provincia, los minifundios no
alcanzaban para dar sustento a todos; así como había espacios saturados también había
extensas hectáreas de tierra productiva que estaban desocupadas e inutilizadas. Como
solución, el gobierno propuso beneficiar a quien ocupara y cultivara las tierras ubicadas
lejos de los principales núcleos, de este modo se activaría la economía, los desocupados
tendrían algún oficio y una vivienda propia dónde habitar. Muchas de estas hectáreas no
ocupadas pertenecían a acaudaladas familias de la élite comercial y minera en forma de
concesiones que les habían sido otorgadas por la corona, o por compra de títulos a baldíos
con bonos de la República. Durante el proceso de colonización estas familias demostraron
ser propietarios con títulos de propiedad, asegurando su control al acceso a las tierras. En
ocasiones, debido a la gran extensión de los terrenos no sabían con claridad cuáles eran los
límites, o fraudulentamente afirmaban que éstos eran mayores.
Pero el derecho de propiedad de estas tierras no se obtenía solamente con estos papeles,
el gobierno exigía, debido a la crisis del momento, habitar, cultivar o aprovechar de algún
modo estas hectáreas. Estas condiciones contrario a solucionar las necesidades generales,
provocaron grandes y renombrados pleitos entre los colonos pobres y los latifundistas que
aparte de que tenían los títulos también tenían poder político. A esta disputa se le conoce
como la lucha del hacha contra el papel sellado, y produjo asesinatos e incontables
injusticias.
Durante esa época de colonización hubo muchos casos de endogamia o relaciones
consanguíneas que desencadenaron enfermedades hereditarias en las generaciones
posteriores, dichas enfermedades incluso son observables en la actualidad. Las poblaciones
estaban aisladas geográficamente, la distancia entre una y otra era de al menos un día a pie,
134
por lo que sus opciones para emparentarse eran reducidas, estableciendo relaciones
endogámicas al unirse con algún familiar. Por su parte, las familias acaudaladas lo hacían
con el fin de acumular más fortuna en su misma parentela o asegurarse de conservar el
apellido y la blancura. Un ejemplo fue el de la familia de los terratenientes españoles Felipe
Villegas y Córdoba y José María Aranzazu Tornero, dueños cada uno de las concesiones de
tierra –situadas contiguamente– al sur de la Provincia de Antioquia que llevaban sus
respectivos apellidos. Villegas y Aranzazu pertenecían a la misma familia, el primero era el
abuelo materno de María Antonia González Villegas, esposa de José María y madre (junto
a éste) de Juan de Dios Aranzazu González, el primer presidente colombiano nacido en
Antioquia y heredero de la concesión de su padre. En las tierras de dichas concesiones
Villegas y Aranzazu (conocida más adelante como Sociedad González, Salazar y Cía.) se
fundaron entre 1800 y 1853 las principales localidades de la región. En los terrenos de la
Concesión Villegas se fundaron Sonsón (1800), y Abejorral (1808), y en los de la Sociedad
González Salazar, fueron fundados Neira (1844), Manizales (1849) y Aranzazu (1853).
Se estudiaron nueve censos poblacionales de seis localidades, incluida Marinilla, entre
los años de 1843 y 1869, con el objetivo de identificar quiénes fueron los colonos y hacia
dónde se dirigieron en su búsqueda de nuevas oportunidades. De 1843 se analizó el censo
de Marinilla; de 1851, los censos de Marinilla, Abejorral, Sonsón y Neira; de 1864, los
censos de Neira, Manizales y Aranzazu; y de 1869, el censo de Aranzazu. Mediante estos
censos poblacionales y otros datos procesados alternativamente como bases de datos o
genealogías en línea, se reconstruyeron algunos casos de familias enteras que salieron
desde Marinilla (fundada hacia 1690), trazando una ruta hacia el sur, donde fueron
censados en una o varias de dichas poblaciones recién fundadas, midiendo de este modo la
movilidad o permanencia de los habitantes, los oficios que desempeñaban, el número de
hijos y los lazos familiares. Este análisis también se realizó bajo un método utilizado en los
estudios genéticos de poblaciones humanas llamado isonimia, que sirve para determinar la
estructura genética (el grado de aislamiento y los niveles de consanguinidad) de una o más
poblaciones, mediante el análisis de la frecuencia y distribución de los apellidos de sus
habitantes. Gracias al método de isonimia es posible deducir un efecto colonizador, detectar
el ingreso de apellidos foráneos, la permanencia de los apellidos fundadores: si se
conservaron, desaparecieron o transformaron con el tiempo. Además de deducir la
composición poblacional, conocer la variabilidad de apellidos o las veces que se repite,
localizarlos geográficamente e identificar cuáles y cuántos son predominantes.
Lo normal es que con los años una población aumente en número de habitantes y en
número de apellidos, y lo ideal es que también aumente la diversidad de sus apellidos y por
ende su diversidad genética, evitando de este modo posibles enfermedades de tipo
hereditario. Sin embargo, esto no ocurrió en algunas de las poblaciones de la colonización
antioqueña. Hacia mediados del siglo XIX, Abejorral y Sonsón –localidades vecinas–
servían de puentes migratorios, por allí pasaron cientos de colonos procedentes de Marinilla
y su zona de influencia, algunos se establecieron durante varios años, otros, pernoctaron
sólo por algunos meses.
135
Para 1851 Abejorral, fundada 43 años antes, poseía más habitantes y apellidos diferentes
que Sonsón, fundada 51 años antes, no obstante la diversidad de sus apellidos (y por ende
sus genes) era más baja, incluso era la más baja en los nueve censos. Esto ocurrió porque
un elevado número de habitantes pertenecía a una misma familia y llevaba el mismo
apellido. Por el contrario, Sonsón de ese mismo año tenía la más alta diversidad de
apellidos de los nueve censos, aunque el número de habitantes más bajo respecto a
Abejorral, Marinilla y Neira de ese mismo año, porque su población no estaba conformada
por familias sino por individuos solos o por parejas con apellidos diferentes que recién
comenzaban su vida conyugal, aumentando la variabilidad genética. Para ese mismo año de
1851 Marinilla era la población que poseía el menor número de apellidos diferentes, y en
comparación con el censo de 1843, su población aumentó al igual que el número de
apellidos diferentes (aunque seguían siendo los índices más bajos en los nueve censos
estudiados), pero no la variabilidad de sus apellidos. La población de Neira tuvo el mismo
proceso que Marinilla, para 1864 con veinte años de fundada, Neira aumentó en habitantes
y en número de apellidos diferentes respecto a su censo de trece años antes (1851) cuando
la diversidad de apellidos era superior, debido a un significativo movimiento migracional
hacia la población entre 1851 y 1864, cuando se asentaron varias familias.
Al comparar las poblaciones de 1864, Aranzazu era la población con menor cantidad de
habitantes y de apellidos diferentes en comparación con Neira y Manizales de ese mismo
año. Neira era la población que poseía el número más bajo en diversidad de apellidos, y
Manizales los índices más altos de habitantes y de cantidad de apellidos diferentes, siendo
las cifras más altas en los nueve censos debido a la gran importancia que adquirió y a los
beneficios que le brindaba a sus habitantes a tan sólo quince años de fundada. Por su parte,
Aranzazu de 1869, la más joven de las nueve poblaciones con dieciséis años de fundada,
experimentó un fenómeno diferente al de Marinilla (de 1843 y 1851) y al de Neira (de 1851
y 1864), aunque aumentó en población, disminuyó en la cantidad de apellidos diferentes y
en la diversidad de sus apellidos. No hubo introducción de apellidos externos debido al
escaso flujo migracional en esos cinco años, por lo cual la mayoría de sus habitantes
continuaron transmitiendo sus genes y apellidos.
Genéticamente se ha comprobado que en una población grande la variabilidad genética
es alta, mientras que la deriva génica es mucho menor. Para este estudio Marinilla es un
buen ejemplo de una población pequeña con una variabilidad genética baja y una deriva
génica alta provocada por la salida de un buen número de sus habitantes. Este proceso
evolutivo fluctúa al azar las frecuencias alélicas, es decir que disminuye el porcentaje de
diversidad o variabilidad genética dentro de una población, cambiando las características
(genotipos y fenotipos) de los habitantes a través del tiempo. Esta circunstancia genera un
cambio en las proporciones de los alelos causando la pérdida de algunos escasos o raros y
reduciendo el número total de alelos de una generación a otra, provocando que ciertos
rasgos pasen a ser dominantes o desaparezcan en una población. De este modo la deriva
génica hace que dos o más poblaciones de la misma especie, en este caso humana, tiendan a
diferenciarse genéticamente. Por ejemplo, Marinilla tiene un grado de consanguinidad
136
postcolonial bastante alto, por lo que su composición genética es particular y sus habitantes
presentan enfermedades de herencia recesiva como la fibrosis quística, el albinismo y el
paladar hendido.1 Una población con reducida variabilidad genética tiene muy pocas
probabilidades de adaptarse a nuevas presiones de selección natural como la resistencia a
enfermedades. Sin embargo, la frecuencia de los alelos heredados puede variar si se
introducen nuevos alelos en su acervo genético. Lo mismo ocurre con los apellidos.
La frecuencia y distribución del apellido o de los apellidos predominantes en los censos
da cuenta del desplazamiento o la permanencia de las familias en una población, cuando la
frecuencia es elevada sugiere una posible endogamia. Como en la mayoría de culturas
humanas, salvo algunas excepciones, el apellido paterno es transmitido del progenitor a sus
hijos, en estudios de poblaciones humanas éste (el apellido) se toma como marcador
genético del cromosoma Y que es únicamente masculino, garantizando su procedencia,
pues los hombres son XY y las mujeres son XX. Así pues, el padre transmite el cromosoma
Y únicamente a su hijo varón y su apellido tanto a hijos como a hijas. En casos de
endogamia en una población o región determinada, el apellido de los descendientes de
aquella familia predomina y su frecuencia es mayor en comparación a otros apellidos. Este
fenómeno pudo evidenciarse en el estudio de los apellidos registrados en los ya citados
censos poblacionales. El total de habitantes en los nueve censos fue de 38.923, y éstos
tenían 435 apellidos diferentes, de los cuales 327 eran compartidos por ambos sexos, 37 los
llevaban sólo hombres y 71 sólo mujeres. Los cinco apellidos más comunes en las nueve
poblaciones, tanto para hombres como para mujeres, fueron Gómez (1.286), Giraldo
(1.248), López (1.164), Ramírez (1.033) y García (959).
Para conocer la composición poblacional y genética de las poblaciones, se seleccionó el
primer apellido de cada uno de los hombres de los nueve censos, proceso que dio como
resultado 364 apellidos diferentes. De ese total se clasificaron los quince apellidos más
frecuentes en cada una de las poblaciones para un total de 42, sólo el apellido López era
frecuente en las nueve poblaciones, por lo que se concluye que tuvo una distribución
homogénea en la región y a lo largo del periodo de colonización. El apellido Castaño era
frecuente en ocho poblaciones, menos en Sonsón de 1851. Los apellidos Cardona, García y
Ramírez eran frecuentes en siete de las nueve localidades, y no en Sonsón de 1851 ni en
Aranzazu de 1864. El apellido Giraldo presentó una disminución en los censos de 1851,
pues no era frecuente en Abejorral, Sonsón, ni Neira de ese año (pero sí en Neira de 1864).
Algunos otros apellidos eran frecuentes en varias poblaciones o en una sola. En el siguiente
cuadro No. 16 se observa la frecuencia y distribución de los apellidos masculinos más
frecuentes en los nueve censos. Este cuadro se complementa con el anexo No. 1 titulado
Los 7 y 15 apellidos más frecuentes en cada población.
1
Gabriel Bedoya y otros, “Análisis de isonimia entre poblaciones del noroeste de Colombia”, Biomédica,
Bogotá, vol. 26, (2006): 539.
137
Cuadro No. 16
Distribución de los apellidos masculinos más frecuentes en los nueve censos
F: frecuencia: sección de hombres con ese apellido (de los quince más frecuentes).
D: distribución: cantidad de poblaciones en las que el apellido es uno de los quince más
frecuentes.
138
Aranzazu, estuvo recopilando las estadísticas de salud mental del municipio desde el 2002
hasta el 2009. Después de una comunicación personal sostenida con Toro Franco y con la
debida autorización del entonces gerente del hospital, el médico Efraín Eduardo Espinosa
Dorado, se pudo conocer que los apellidos de los afectados y tratados en el Hospital de
Aranzazu eran muy diversos, pero los de mayor registro eran Alzate, Buitrago, González,
Mejía, Rivera y Serna. Casualmente estos apellidos, a excepción de Mejía, estaban
incluidos en los quince apellidos más frecuentes en las nueve poblaciones. Únicamente
Alzate no era frecuente en Aranzazu, los otros apellidos Buitrago, González, Rivera y
Serna, ya eran frecuentes en esta población para los censos de 1864 y 1869.4
Dos años más tarde, en agosto de 2012 en el periódico El Espectador se exhortó al
gobierno aranzacita para que tomara medidas contundentes y eficaces respecto a la salud
mental de sus habitantes debido al alto número de suicidios presentados hasta ese momento
(15% de los depresivos toman esta decisión). Por tanto, se le pidió al gobierno municipal
crear con carácter urgente un centro de atención neurosiquiátrico permanente en Aranzazu
para aplicar una medicina preventiva, pues del poco más de 12.000 habitantes, entre el 6 y
7% de la población padece graves crisis emocionales y depresivas, y aparte de que no se
cuenta con un psiquiatra de planta en el hospital local, cada vez que un paciente tiene un
episodio maníaco, debe ser hospitalizado de inmediato y por tanto debe desplazarse hasta
Manizales. Uriel Ortiz Soto, quien llama la atención sobre el tema, señala como posibles
causas de la bipolaridad a la endogamia, a los residuos metálicos presentes en las aguas que
son para el consumo, o a una mina de mercurio ubicada en Aranzazu y cuyo yacimiento se
extiende hasta Aguadas, donde, como en varios municipios del norte de Caldas, se está
presentando el mismo fenómeno de TAB. Así mismo, dos años antes del artículo en
cuestión, en la revista Soho de agosto de 2010 se había afirmado que:
(…) Toda la zona del norte de Caldas, del sur de Antioquia e incluso de Risaralda tiene un
porcentaje similar de bipolaridad. De hecho, entre el 70 y el 80% de los pacientes del hospital
mental de Pereira egresan con diagnóstico de trastorno afectivo bipolar. Y en Aguadas, cuya
población es más alta que la de Aranzazu, el año pasado había casi 700 casos diagnosticados.
Así mismo, podría dar aquí las altas cifras de intentos de suicidio en Pensilvania del 2008. Si se
navega por la red con paciencia, los ejemplos van corroborando toda esta triste realidad:
Santuario, Pácora, Salamina… Los hospitales y centros de salud de la zona lo saben. 5
4
El artículo al que se hace referencia: La Patria, “Aranzazu le camina la salud mental”, abril de 2010.
http://www.lapatria.com/story/aranzazu-le-camina-la-salud-mental (18/09/2010); Marianne Ponsford,
“Aranzazu el pueblo de los bipolares”, Soho, 19 de agosto de 2010. http://www.soho.com.co/zona-
cronica/articulo/aranzazu-el-pueblo-de-los-bipolares/12548 (18/09/2010). Respecto a esta crónica, el 15 de
septiembre de 2010 en el periódico El Mundo fue publicado un artículo titulado Los pueblos raros, que hacía
una crítica a los artículos de la Revista Soho donde, según el autor, se mostraron unas características
preocupantes de cuatro pueblos: Aranzazu y sus habitantes bipolares; Agua de Dios y la lepra; Trojas de
Cataca y su invisibilidad y Yarumal y el alzheimer de sus familias. Zuluaga se enfoca en Aranzazu y describe
sus atributos más allá de las dolencias de sus pobladores. Rodrigo Zuluaga, “Los pueblos raros”, El Mundo,
15 de septiembre de 2010. http://elmundo.com/portal/resultados/detalles/?idx=159614#.V1eDYfnhBdg
(01/02/2011).
5
Uriel Ortiz Soto, “Aranzazu: pueblo de bipolares”, El Espectador, 8 de agosto de 2012.
http://www.elespectador.com/opinion/aranzazu-pueblo-de-bipolares (14/08/2012); Marianne Ponsford,
“Aranzazu el pueblo de los bipolares”, Soho, 19 de agosto de 2010. http://www.soho.com.co/zona-
cronica/articulo/aranzazu-el-pueblo-de-los-bipolares/12548 (18/09/2010).
140
6
B. Eugenia Giraldo, “El gen bipolar no avisa”, La Patria, 31 de octubre de 2014.
http://www.lapatria.com/salud/el-gen-bipolar-no-avisa-142626 (27/11/2014). El citado simposio fue
auspiciado por The Carter Center, la Universidad de la Sabana y la Asociación Colombiana de Bipolares.
7
BBC Salud, “Trastornos mentales: principal causa de discapacidad en jóvenes”, British Broadcasting
Corporation (BBC), 6 de junio de 2011.
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2011/06/110606_enfermedades_mentales_jovenes_men.shtml
(29/06/2011). Este portal de noticias también publicó el 15 de mayo de 2016 un artículo donde explican las
implicaciones genéticas en el desarrollo de enfermedades mentales y cuáles son los otros factores que
intervienen, además de hacer un paralelo entre los estudios científicos del King's College de Londres y el
Centro de Investigación Biomédica INDH Maudsley con la vida familiar de uno de sus periodistas
londinenses y su constante preocupación por no heredar la esquizofrenia y la depresión presente en su familia.
Redacción BBC Mundo, “¿Vas a heredar la enfermedad mental de tus padres?”, British Broadcasting
Corporation (BBC), 15 mayo 2016.
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/05/160512_finde_enfermedades_mentales_hereditarias_genes_db
(29/06/2016).
141
Anexos
Anexo No. 1
Los 7 y 15 apellidos más frecuentes en cada población
Anexo No. 2
Apellidos de los nueve censos
Primer Primer
F M Total F M Total
apellido apellido
363 Sanín 2 2 400 Vahos 1 1
364 Santa 16 21 37 401 Valdés 6 7 13
365 Santamaría 1 1 402 Valencia 458 439 897
366 Santos 1 1 403 Valle 1 1
367 Sanz 2 4 6 404 Vallejo 87 105 192
368 Sarabia 2 4 6 405 Vanegas 22 25 47
369 Sarasa 1 1 406 Varela 1 1
370 Sarmiento 1 1 407 Vargas 95 71 166
371 Sarrazola 1 1 408 Varón 1 1
372 Sepúlveda 43 51 94 409 Vasco 15 16 31
373 Serna 125 122 247 410 Vásquez 99 95 194
374 Sierra 7 9 16 411 Vega 14 9 23
375 Silva 32 47 79 412 Velásquez 105 99 204
376 Solano 1 1 2 413 Vélez 57 56 113
377 Sosa 2 2 4 414 Vera 3 3 6
378 Soto 50 62 112 415 Vergara 11 11 22
379 Suárez 33 22 55 416 Viana 8 6 14
380 Suaza 1 1 2 417 Vietal 1 1
381 Tabares 94 96 190 418 Villa 86 92 178
382 Tabima 2 1 3 419 Villada 18 20 38
383 Taborda 3 3 420 Villaneda 1 7 8
384 Tamayo 55 52 107 421 Villegas 130 135 265
385 Tangarife 18 18 36 422 Vinasco 13 4 17
386 Tejada 9 12 21 423 Viñas 4 5 9
387 Teneche 2 2 4 424 Walker 1 1 2
388 Tobón 23 21 44 425 Yalí 1 3 4
389 Toro 109 120 229 426 Yarce 2 2
390 Torres 45 72 117 427 Yepes 25 17 42
391 Tovar 3 3 428 Zabala 1 1
392 Trejo 2 5 7 429 Zamora 1 1
393 Trujillo 26 37 63 430 Zapata 95 113 208
394 Upegui 4 4 431 Zaraza 7 3 10
395 Uribe 49 49 98 432 Zinkernagelt 1 1
396 Urrea 9 9 18 433 Zuleta 1 1
397 Urrego 17 12 29 434 Zuluaga 156 137 293
398 Usma 19 14 33 435 Zúñiga 2 2
399 Usme 2 2 Total 19.421 19.502 38.923
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