Juan Jose Castro Pensamiento PDF

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García Muñoz, Carmen

Juan José Castro. Su pensamiento, sus escritos

Revista del Instituto de Investigación Musicológica “Carlos Vega”


N° 14, 1995

Este documento está disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina, repositorio institucional
desarrollado por la Biblioteca Central “San Benito Abad”. Su objetivo es difundir y preservar la producción intelectual
de la Institución.
La Biblioteca posee la autorización del autor para su divulgación en línea.

Cómo citar el documento:

García Muñoz, Carmen. “Juan José Castro : su pensamiento, sus escritos'” [en línea]. Revista del Instituto de
Investigación Musicológica “Carlos Vega”, 14 (1995). Disponible en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/greenstone/cgi-
bin/library.cgi?a=d&c=Revistas&d=juan-jose-castro-pensamiento [Fecha de consulta:.......]
JUAN JOSE CASTRO *
SU PENSAMIENTO, SUS ESCRITOS

CARMEN GARCIA MUÑOZ

Hoy queremos recordar a Juan José Castro, sus ideas sobre la música,
su música y, sobre todo, volver a editar sus poesías. Este conjunto de escritos,
entrevistas y reflexiones creemos que lo revelan de manera exacta y particular:
pensamiento, espíritu crítico, calidad especial para escribir. Tanto su prosa
como su poesía evidencian fuerza, pasión, ternura, dramatismo y dolor. Todo
aquello que hace de un ser humano un hombre auténtico, vital, fiel a sus
convicciones y con la capacidad intelectual, técnica y sensible para
manifestarlo de la mejor manera.

El material seleccionado lo dividimos en cinco items:

l. Su vida,
n. Sus ideas como intérprete,
nI. Su estilo,
N. Sus opiniones sobre la música argentina,
V. Sus escritos.

En cada caso aclaramos la fuente de donde se extrajo cada trozo.


Agregamos un breve comentario, cuando el texto así lo requiere.

.. .
* Publicamos este trabajo como homenaje del Instituto al cumplirse 100 años del nacimiento de
Juan José Castro, reiterando -una vez más- el profundo agradecimiento a Ralea Castro por los
materiales que siempre puso a nuestra disposición, por sus recuerdos, su afecto y su invariable
manera de ser.

. ..
27
l. SU VIDA

Recordando sus comienzos, decía Castro años después en un reportaje:

"Todo lo que hice hasta ahora estuvo relacionado con la


música, y sospecho que así ha de ocurrir siempre. No creo
mucho en los hombres que se bifurcan por distintos caminos.
En arte, sobre todo, hay que elegir uno y seguirlo hasta donde
nos respondan las fuerzas. Yo empecé a andar por el camino
de la música desde la más tierna infancia, como se dice. Mi
padre, que se llama también Juan José Castro, eligió la misma
profesión y en ella continúa todavía. Tuvo cinco hijos, y tres de
ellos somos músicos f. .. ] Empecé mis estudios con el maestro
Manuel Posadas, que me inició en el violín y me dio las
primeras lecciones de piano, y, sobre todo, me inculcó su
pasión por la música, que era en él una pasión y un culto. De
él recibí este respeto religioso que sentí siempre por la música.
Otros profesores míos fueron el maestro Gaito, que me enseñó
armonía, y Eduardo Fornarini, con quien estudié contrapunto,
fuga y composición. Fornarini era un buen músico, tan bueno
como pobre. Había sido condiscípulo de Pizzetti y vivía de dar
algunas lecciones, muy pocas y de lo poco que le pagaban en
un cine barato de la calle Lavalle, donde tocaba el piano."
(Mundo Argentino, 15-X-1941)

y continua, rememorando su época de fonnación:

"Además de lo que me enseñaron mis maestros, estudié mucho


por mi cuenta. El espíritu es como el cuerpo: o se desarrolla
solo, o se queda estacionado. Claro que los dos necesitan
alimento. Yo me fuí a Europa en busca de alimento espiritual.
El otro, el físico, lo tenía asegurado. Eso creía yo, por lo
menos. Gané por concurso una beca: la del premio Europa. La
gané en buena ley; pero no puede cobrarla porque al gobierno
se le ocurrió anular las becas con efecto retroactivo. Me vi así
en París sin beca y sin dinero. Pero yo tenía veinte años y,
además, un violín. Con él me fui a tocar en un dancing, y
cuando se enteraron de que era argentino, empezaron a
pedirme tangos, que no había tocado nunca. Pero como

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estábamos en París, les gustaba mi manera de tocar el tango.
Del dancing pasé a un restaurante como pianista, y allí
también tuve que interpretar mis buenos tangos. Cinco años me
quedé en París trabajando y estudiando. Me perfeccioné en el
piano con Eduardo Risler, a quien había conocido en Buenos
Aires, y asistía a los cursos de la Schola Cantorum, donde
recibí las enseñanzas del maestro D lndy, que me asombró por
su cultura y la seguridad con que resolvía todas las cuestiones
musicales. Su gran talento y su enorme erudición se resentían,
sin embargo, por el concepto severo, rígido, con que dictaba
sus lecciones y aplicaba sus conocimientos. Con todo, fue un
gran maestro, y como la mayoría de sus infinitos alumnos,
guardo por él tanta admiración como gratitud". (Mundo
Argentino ...)

Ante la requisitoria del periodista, se refiere a su tarea al retomar a su


tierra:

"De vuelta en Buenos Aires, trabajé como instrumentista en


algunos teatros. También fui segundo violín en el Cuarteto
Buenos Aires, fundado por León Fontova. Luego fundé, con
otros instrumentistas, la Sociedad del Cuarteto, en la que era
primer violín y con la cual ofrecí muchos conciertos."
[inicio de su carrera de director] "En 1928 f. .. ] En esa fecha
fundé la orquesta de Cámara Renacimiento, integrada por
cuarenta músicos y con la que dí a conocer en Buenos Aires
numerosas obras de ese género. Fue así que ejecuté en primera
audición gran cantidad de producciones importantes que
contribuyeron al desenvolvimiento musical de nuestra ciudad.
En 1929 fui contratado para dirigir algunas obras en el Teatro
Colón. En ese mismo año compartí la dirección de conciertos
de la Asociación del Profesorado Orquestal con Nicolai Malko
y Osear Fried, y al año siguiente con Ernesto Ansermet y
Alfredo Casella. En 1930 fui nombrado director de orquesta del
Colón, donde he dirigido conciertos, ballets y óperas. En
primera audición ofrecí obras de diversos autores: Stravinsky,
Bartok, Hindemith, Berg, Milhaud, Casella, Szymanowsky,
Castelnuovo Tedesco, Falla, Prokofiev, y también algunas obras
propias como Mekhano y Offenbachiana. En conciertos corales
he dirigido también en el Colón la Novena Sinfonía de

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Beethoven, el Requiem de Brahms, Salmos Húngaros de
Kodaly, Sinfonía de los Salmos de Stravinsky. En 1933 se me
designó para la dirección general del Colón, cargo que
abandoné porque me absorbía todo el tiempo y no me dejaba
espacio para dedicárselo a mi música, a la cual estaba
obligado a ser fiel. A fines de ese año la Guggenheim
Foundation me otorgó una beca para realizar un viaje de
estudios por los Estados Unidos, y en ese viaje conocí a
Toscanini, que dirigía la Orquesta Filarmónica de Nueva York.
Tuve la ocasión de oirle no menos de cuarenta conciertos, que
me dejaron maravillado. [...] A mi regreso de los Estados
Unidos, Radio El Mundo me contrató para la organización de
su orquesta sinfónica, con la que ofrecí numerosos conciertos
en esa broadcasting, en el Odeón y en la Opera. f. .. ] Hace un
par de años, en oportunidad de la presentación de Manuel de
Falla en Buenos Aires, compartí con el gran músico español la
preparación y la dirección de los conciertos que dio en nuestra
ciudad". (Mundo Argentino ... )

y el interesante reportaje concluye con unas reflexiones:

"Hace mucho, cuando el maestro Posadas me dio la primera


lección de violín, me dijo estas palabras: 'En música, la
primera lección hay que darla pronto; pero la última no se
recibe nunca: Treinta años después de esto le oí decir a
Toscanini, el artista que más cerca estuvo de la perfección:
, En materia de música nunca se sabe bastante: Con tales
opiniones no es de extrañar que yo haya dedicado mi vida a
aprender, y que continue haciendo lo mismo hasta el fin ".
(Mundo Argentino ... )

Su intensa actividad como director lo lleva a conducir en forma estable


la orquesta de La Habana (1947-48), como sucesor de Erich Kleiber y a
propuesta de éste, la del SODRE (Montevideo, 1949-51), la Victorian
Symphony Orchestra de Melbourne (Australia, 1952-53), al margen de las
constantes presentaciones al frente de las principales orquestas mundiales. En
1955, luego de producida la Revolución Libertadora, retorna brevemente a
Buenos Aires, que lo recibe con todos los honores. El 11 de noviembre dirige
un concierto con la Orquesta Sinfónica Nacional en el Teatro Colón. Listo
para iniciar el ensayo el maestro comenta:

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"Desde que pisé mi bendita patria vivo de emoción en emoción.
Repito que nunca creí que tenía tantos amigos, porque hace
tres días que abrazo a mucha gente, y cada abrazo es un poco
del corazón que palpita". (Mundo Radial, 1O-XI-1955)

y al concluir el concierto expresa:

"Ahora estoy contento y soy feliz. En mi patria respiro la


atmósfera de libertad que nunca debió faltar a los argentinos ".
(Mundo Radial ... )

El 22 de febrero del '56 retoma de una serie de compromisos


contraídos previamente y es designado director titular de la Orquesta Sinfónica
Nacional. El diario Democracia reproduce sus declaraciones:

"Al fin estoy entre los míos. Y ahora a trabajar para el público
de Buenos Aires". (23-11-1956)

Hasta 1960 está al frente del conjunto. Los problemas burocráticos,


insolubles, le impiden desarrollar su trabajo y el diario La Prensa, del 20-X­
1960, publica fragmentos de su renuncia:

"La vida de la Orquesta Sinfónica Nacional se desarrolla en


forma irregular. Las dificultades con que tropieza de continuo
no encuentran solución adecuada dentro de las normas que se
le quieren imponer. Sus problemas específicos, cuyas
peculiaridades de orden artístico exigen el juicio técnico de
especialistas, chocan con la incomprensión de quienes
obstinadamente ignoran esa circunstancia y pretenden equiparar
las funciones de la orquesta a las de un personal de oficina
f. .. ]. 'Es el país; se oye decir. 'Fíjese que todo anda igual;
es otra frase argentina. y, con ese conformismo del incurable
que sabe que debe morir, los demás se adaptan al sistema. Yo
no puedo hacerlo f. ..]. Este exasperante país (como ya lo
hemos llamado), no ha de preferir -estoy seguro- que gente que
necesita de su tiempo para hacer algo, cualquiera sea el valor
relativo de su tarea, se preste a este aburrido juego suicida
f. ..]". (Arizaga, cfr Bibliografía)

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En 1960 se instala en Puerto Rico, invitado por Pablo Casals para
asumir el decanato de estudios en el Conservatorio y dirigir la Orquesta
Sinfónica de aquel país.

11. SUS IDEAS COMO INTERPRETE

Su opinión sobre Toscanini la expresa en repetidas oportunidades:

"Se ha dicho todo de Toscanini. No hay elogios que no se le


hayan prodigado. Para mí, no es el mejor director del mundo.
Es más que eso, pues entre el mejor y él hay una distancia
infranqueable, inmensa. Es un hombre que busca cada vez más
la perfección y tengo la sospecha de que muchas veces la
alcanza". (Critica, 6-VIII-1938)

Lo que debe ser la tarea de un director se manifiesta con toda claridad


en un fragmento de su artículo sobre Arturo Toscanini:

"Quizá fuera oportuno recordar que la labor de intérprete de


un artista tiene fases muy distintas, según se trate de un
director de orquesta o de un ejecutante-virtuoso de cualquier
instrumento. El virtuoso, ante la obra que se propone
interpretar, debe evocar, a través de dicha obra, el ambiente
propicio en que ella pudo nacer, creando en sí mismo el estado
de ánimo del compositor en el momento de esa concepción, lo
que, en cierto modo, es como sustituirse a él. Es esta una
labor de identificación muy dificil, siendo necesario para
afrontarla con éxito poseer una cultura musical extensa, tener
una sensibilidad artística muy variada, y hasta requiere, en
algunos casos, que el intérprete tenga ciertas dotes de creador,
transformando, momentáneamente, su papel en el de
colaborador del autor interpretado. Todo esto, como se
comprenderá fácilmente, no siempre podrá ser reemplazado por
la intuición o el agudo instinto musical de que están dotados
algunos ejecutantes. De ahí que se encuentren tantos virtuosos,
cuyo dominio del instrumento es sorprendente, que ofrecen
excelentes versiones de tal o cual autor, cayendo en la

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extravagancia al interpretar a otros. Esta labor interpretativa,
comun al artista ejecutante y al director de orquesta, tiene en
cuanto a su realización un proceso muy distinto. El virtuoso
cuya re-creación de la obra está ya fijada en su imaginación,
al darle vida en el instrumento adaptará sus medios técnicos a
aquella imagen, encuadrando su ejecución en el estilo y en la
expresión requeridos. Claro está que su versión será el fiel
reflejo de su pensamiento. Bien distinto es el caso del director
de orquesta. En sus subordinados deberá crear ese estilo; es a
ellos a quienes ha de transmitir esa nueva creación, haciendo
que la interpretación por él concebida sea fielmente vertida por
el complejo instrumento que él utiliza: la orquesta. Hay aquí,
como se ve, un doble riesgo, pues la más afortunada
concepción del director estará expuesta a ser desvirtuada en
cuanto no logre transmitirla e imponerla en sus más mínimos
detalles a la legión de colaboradores que su tarea le exige. 0,
dicho de otro modo, es necesario que el director de orquesta
posea además de las indispensables condiciones de intérprete,
otras muy especiales -el conocimiento de las diversas técnicas
de los instrumentos no es la menor- y el dominio suficiente
para imponer a la orquesta su concepción personal de la obra.
A todo ello agréguese un poder de transmisión por el gesto y
los ademanes, que hará, en el momento mismo de la ejecución,
que toda su labor llevada a cabo durante los ensayos no sea
traicionada ". (SUR, 1935)

111. SU ESTILO

La ópera La zapatera prodigiosa, en dos actos, sobre la famosa obra


de Federico Garcia Lorca, fue compuesta en 1943. Ese año se estrenan la
obertura y algunos fragmentos para soprano y bajo con orquesta en los
conciertos de la Asociación Filarmónica. La premiere mundial se efectua en
Montevideo dirigida por su autor y Buenos Aires la conoce en 1958, en
ambos casos la puesta en escena pertenece a Margarita Xirgu. En
declaraciones a la prensa, le preguntan por qué eligió un tema español, y
Castro responde:

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"En realidad no elegí un tema español. Elegí un libro de
Garcia Lorca, cuya pluma ha movido más de una vez mi pluma
de compositor y cuya figura, su vida y su pasión, merece otro
homenaje que el que yo pueda ofrecerle. Si no supiera medir
distancias diría que había compuesto una 'ópera para Garcia
Lorca'''. (programa del Teatro Colón, lO-XI-1968)

Juan José había conocido al poeta granadino en Buenos Aires y


sostenía que "su poesía y su teatro han dado la nota más alta de la literatura
contemporánea de su país".

El compositor presenta su trabajo de esta manera:

"He empleado unos pocos temas del cancionero español, los


mismos que Garcia Lorca, con su vivísima penetración musical,
había elegido para ser cantados en algunas situaciones de la
obra. Así, ciertos pasajes musicalmente apenas esbozados en la
comedia, obran ahora un rango casi protagónico: esas mismas
coplas, por ejemplo, que son la voz del pueblo y su
maledicencia, están presentes desde que se levanta hasta que
cae el telón". (en el mismo programa)

y continua, hablando de la fusión de música y poesía:

"La mayor dificultad, el problema más arduo, consistía en


evitar que una obra tan agil en su acción, constituída por una
ininterrumpida secuencia de vivaces diálogos, se convirtiese en
una sucesión monótona de recitativos. Para salvar este peligro
mi preocupación ha sido no atenerme exclusivamente al
diálogo, sino tratar de dar a cada escena o conjunto de
escenas breves, una forma musical propia, definida, de suerte
que pudiesen ejecutarse incluso como piezas de concierto
llegado el caso. Sólo he realizado el corte de alguna escena sin
mayor importancia y abreviado o condensado otras, lo
imprescindible para evitar una excesiva extensión del
espectáculo, sin efectuar transposiciones de ningún género. Mi
devoción hacia el poeta y su obra me ha llevado a hacerme
responsable de esa tarea, sin procurarme un colaborador
literario, no queriendo que nadie se interpusiese entre mi
emoción y la del poeta". (en el mismo programa)

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En la cantata para coro vocalizado y orquesta De tierra gallega, de
1946, retoma el tema hispano, y dice:

"Mi padre era gallego. Hace muchos años, viajando por


Galicia con el célebre violinista español Manuel Quiroga, tuve
ocasión de oir, en su propio ambiente, infinidad de estos
cantos, llenos de gracia unos, otros nostálgicos, todos ricos de
expresión. No olvido los 'Alalaes' cantados en campo abierto
durante las faenas agrícolas. Ni las danzas populares tan
típicas. De todo ello he realizado ahora, muchos años después,
una rapsodia que llamo De tierra gallega y que está dedicada
a la memoria de mi padre y a todos los gallegos que desde
esta tierra argentina añoran el suelo en que nacieron".
(Lima, El Comercio, 27-IX-1946)

Con Proserpina y el extranjero Castro obtuvo el Premio Verdi, en el


Concurso del Teatro AIla Scala de Milán en 1951, siendo éste el certamen
más importante en su género. Se presentaron 138 obras, de creadores de todo
el mundo. Del conjunto de composiciones, 105 fueron consideradas con
requisitos artísticos suficientes para un ulterior análisis en una primera
selección, finalmente quedaron cinco para la decisión final y sólo tres
resultaron dignas de la máxima atención. Así Castro, bajo el seudónimo Sur,
obtuvo tan preciado galardón. El Jurado estaba integrado por Víctor de Sabata,
Giorgio Federico Ghedini, Guido Cantelli, Arthur Honegger, Arrigo Pedrollo,
Luigi Ranga e Igor Stravinsky. El fallo, fechado el 16-XI-1951, dice:

"Como resultado del exámen definitivo, esta Comisión


tiene el placer de comunicar a la Presidencia del 'Comité
para honrar a Verdi' y a la Superintendencia del Teatro de la
Scala, que ha decidido por unanimidad que el premio in­
divisible de cuatro millones de liras donado por el Teatro de la
Scala con la participación de la Asociación 'Amigos de la
Scala sea asignado al autor de la ópera en tres actos que
J

lleva el seudónimo SUR. Este trabajo es, a juicio de la


Comisión, el único digno del anhelado e importante premio por
sus relevantes dotes artísticas. Los valores conspicuos que
aparecen claramente en una primera lectura, han ido tomando
mayor relieve iluminados por una singular inventiva y
originalidad. La ópera es, sin duda alguna, fruto de un músico
completamente al día, dotado de una viva inteligencia, capaz de

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poner en relieve situaciones escenzcas con riqueza de
experiencia e infalible acento psicológico. El lenguaje seco y
nervioso está reavivado por zonas líricas de emocionada y
poética melodía. Los colores instrumentales son ricos en luces,
ya límpidas, ya tocadas de misterioso pathos. Un sentido de
fatalidad recorre todo el trabajo, secundando así las situaciones
dramáticas que resultan nuevas, incisivas y altamente poéticas.
Se trata del mito de Proserpina llevado a un moderno ambiente
sudamericano. Este mito, personalizado por el coro y un tenor­
solista que actúa como corifeo, anuncia los episodios, o los
comenta, o llora la desventura de la protagonista con toques de
trágica fatalidad o de abierta y radiante expansión.
La Comisión, asignando este Premio, lo hace convencida
de haber procedido bien con la conciente valorización de una
obra teatral que decididamente se destaca -por sus altos ideales
humanos y poéticos- por encima de la normalidad; y está
segura de haber obrado en el superior interés del teatro
musical". (Ars, 1969)

El autor habla de su obra, antes de partir para una nueva gira de


conciertos, en estos términos:

"Proserpina y el extranjero, drama de Omar del Carlo, situa


en un paisaje austral el misterio helénico. La acción se
desenvuelve, escénica y literariamente, en dos planos
correlativos: en el plano de la acción se desarrolla una
tragedia actual totalmente autónoma, que narra el desencuentro
de dos seres nacidos en latitudes diferentes, dentro de las
implicaciones dramáticas de nuestro tiempo y que reproduce,
muy libremente, el plan del antiguo mito griego. Proserpina,
perdida y recobrada, huye nuevamente del lado de su madre
para reunirse con el Extranjero. La muerte de éste, al redimirlo
de aquellos crímenes que sólo en Dios hallan su justificación
última, libera para siempre a Proserpina del infierno camal y
humano que los había cobijado. En el otro plano de la escena
se dispone el Mito, personificado por el coro, estático y
presente durante todo el desarrollo de la ópera. Esta voz
cuenta en lenguaje poético la acción, como si se tratara de la
fábula original, explicando el alcance final de las vicisitudes de
los personajes. Contando con la dimensión mágica de la

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música, el compositor aspira a fundir las dos acciones
paralelas (una representada, otra relatada) con su contra­
posición de tiempo y estilo en un todo indisolublemente
armónico". (La Nación, 24-XI-1952)

Después del estreno, en una entrevista de prensa realizada por Helen


Ferro, Castro declara con una fina ironía:

"EI diario 'Corriere della Sera: el principal de Milán,


consignaba al final de la crónica del estreno que el autor de la
música debió aparecer en el escenario más de veinte veces.
Como usted ve, fue todo un fracaso. Por el tenor de su
pregunta, sospecho que algunos 'amigos' argentinos deben
haber agregado algunos pitos de yapa a los que silbaron en la
Scala". (ARS, 1969)

En un diálogo sostenido con el musicólogo Johannes Franze,


previo al estreno de Bodas de sangre, y refiriéndose a sus dos primeras
óperas, su autor decía:

"Estas óperas representan tendencias antagónicas de mi estilo.


Siendo hijo de padre gallego, siéntome ligado a tradiciones
españolas, inspiradas en el ambiente ibérico y realizadas, por
ejemplo en lA zapatera prodigiosa, según la comedia homónima
de Garcia Lorca. Como hijo de la Argentina, en cambio, me
atan lazos indestructibles a la típica expresión sonora criolla
que caracteriza a la ópera Proserpina y el extranjero, cuya
acción se desarrolla, tanto en el campo argentino como en los
arrabales de Buenos Aires. Del mismo modo pertenecen a este
género mis Corales criollos. Ambas se fundan en criterios y
expresiones diferentes. Común a ambas es solamente mi
práctica: nunca usar giros o ritmos auténticos ni del folklore
español ni del acervo vernáculo argentino, sino servirme
siempre de invenciones propias, nacidas en el ambiente y
climas especiales de ambos pueblos". (Programa del Teatro
Colón, 21-X-1979)

La cantata Martín Fierro (1944), para barítono solista, coro mixto y


orquesta, toma fragmentos de José Hemández. El compositor habla así de su
obra:

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"Las partes elegidas para esta verszon musical forman una
especie de compendio de la historia de Fierro. Es, en primer
término, la propia presentación del cantor que comprende un
grupo de estrofas del Canto 1, reunidas aquí bajo el título La
gloria de estar libre. Luego, tras la evocación de los tiempos
felices y la descripción de los trabajos del campo, recordados
con nostalgia, viene el relato de sus primeras desgracias, la
pérdida de su libertad, de su familia y de su hogar, y su
rebeldía. Esta segunda parte se titula El telar de sus desdichas.
Le sigue una Milonga sombría con la relación de su duelo con
un negro, al que mata. Y por último la cuarta parte Su
esperanza era el coraje, en la que Martín Fierro, perseguido y
aislado, canta sus lamentos a la noche y nos cuenta luego la
lucha con la partida policial que lo cerca en el pajonal donde
se oculta y su salvación milagrosa gracias a la ayuda y
adhesión del sargento Cruz; termina con su oración por los
muertos en esta pelea". (La Razón, 22-VI-1948)

El Epitafio en ritmos y sonidos (In memoriam Julián Bautista) (1961),


para coro vocalizado y orquesta, fue encomendada por la Asociación Amigos
de la Música. El propio Castro sostiene:

"Una fuerte, una tierna amistad me unió a Julián Bautista.


Admiré en él su vocación de músico y su vocación de hombre
libre. Su vida fue una gran lección en ambos sentidos: la
integridad artística -que no podía desfallecer- tenía en el
hombre su perfecto equivalente. Este ser delicado, modesto, que
abundaba en simpatía, silenciaba actos de valentía inequívoca
que lo desbordaron cuando se trató de defender causas
impostergables para la salud de su patria. Así era su modestia.
Así era también su silenciosa tarea de artista. A este extraño
ejemplar humano están dedicadas las voces y ritmos que han
acudido para formar el Epitafio. Es modesta ofrenda y no sería
casual que reflejos -sombras- de su presencia se advirtiesen
aquí y allá, consecuencia de la inevitable evocación que
durante mi tarea debió producirse. Esta circunstancia es
también la que confiere a la obra carácter poemático". (La
Prensa, 15-VIII-1962)

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En cuanto a su lenguaje, él mismo lo comentaba así, ante la pregunta
de un periodista sobre el posible cambio de su línea creativa:

''Apenas. Se acentuaron tendencias que ya antes estaban


latentes en mí, Ud. puede notar por los títulos de Corales
criollos o Sonatina española, una presencia intrínseca de lo
nacional. No empleo preestablecidos temas folklóricos o giros y
teñidos folklorizantes. Pero lo argentino y lo español siempre
toman más fuerza en mi música. En cuanto a lo demás
permanezco ajeno a cualquier doctrina y teoría, sea la del
dodecafonismo u otra". (La Acción, Montevideo, 14-VI-1956)

IV. SUS OPINIONES SOBRE LA MUSICA ARGENTINA

Respecto al nacionalismo en varias ocasiones hace reflexiones públicas:

"Espero con impaciencia el momento en que algunos músicos


superen una etapa que ya va durando y que amenaza esterilizar
su obra futura. Y esto no sólo en el campo dramático. Su error
no está en hacer música argentina, sino en creer que la hacen.
No surgirá una obra argentina, de pies a cabeza, esencialmente
argentina en todos sus elementos, trabajosamente buscados,
penosamente buscados,con un profundo sentir argentino como
brújula, y con una modesta esperanza como meta, mientras el
compositor no se decida a dar descanso a esos personajes que
cantan sus vicisitudes con los documentos argentinos en la
mano (libreta de enrolamiento o zamba, tanto da) pero que
denuncian a cada paso que se han criado fuera del país;
mientras el compositor argentino, obra tras obra, se empeña en
hacemos notar que vive del crédito que le dio su primera o
segunda composición y que ahora se dedica a escribir no a
crear, a estrenar (o a ganar premios) sin torturarse. Esto
también es áspero, pero ¿por qué no decirlo? Leído con buena
voluntad puede ser util". (Arizaga, op cit)

En otra entrevista, al requerir su opinión sobre la música argentina,


contesta:

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"Creo firmemente en un florecimiento de la mUSlca americana.
¿ Cuándo?, no lo sé. Lo que sí creo es que hay que defenderse
de las impaciencias injustificadas que muchos artistas sienten.
Hay un largo y humilde trabajo que cumplir y una penosa
búsqueda por realizar sin abusar del socorrido recurso del
folklore. El acento auténtico estará en cada nota, en cada
palabra o pincelada, si el proceso interior está maduro. Lo
demás será disfraz. No se debe temer al europeísmo' y hay
que aprender el oficio a fondo. No llamemos intuición a la
ignorancia, ni creamos que el arte es una cosa cómoda y
divertida. Las composiciones más laboriosas y trabajadas las
firma un tal Juan Sebastián Bach". (Lima, El Comercio, 28-V­
1945)

y también para un diario limeño, afinna al año siguiente:

"Es interesante apreciar este florecimiento musical que ofrece


nuestra América en estos últimos años. Porque no debemos
olvidar que, hasta hace pocos años, nuestros músicos no tenían
figuración alguna. Nuestro problema común está en ahondar en
la expresión musical de nuestro ambiente, pero dejando de lado
ese folklorismo que es tan perjudicial. A mi modo de ver, creo
que debemos descubrir, sacar a flote, esa cosa invisible ,
honda, sustancial, que hay en la raiz de nuestra música. En la
Argentina, como en casi todos estos países, hemos sufrido una
peligrosa corriente de < folkloristas' que se han considerado
satisfechos con tomar las melodías regionales, en su aspecto
más superficial, y tratarlas a la europea. El primer músico
argentino que, sin haber hecho una obra muy abundante ni de
muy grandes proporciones, nos señaló el verdadero sendero de
nuestra música, fue Julián Aguirre. Murió hace ya algunos
años, pero a él hemos de acudir siempre que querramos
conocer la obra del precursor de estas inquietudes nuevas que
buscan la verdad en la música. Pero quiero decirlo bien claro,
no creo que este sea el problema fundamental en un músico.
Lo fundamental es que escriba buena música. Eso es todo.
(Lima, El Comercio, 330-VIII-1946)

40
v. SUS ESCRITOS

Juan José Castro, escritor y poeta, es casi prácticamente desconocido.


Él mismo guardaba sus papeles, sin mostrarlos, creyendo que no poseían
ningún valor. Sólo tuvieron divulgación la despedida a Manuel de Falla y el
discurso al asumir la dirección del Conservatorio portorriqueño. Recién en
1969, cuando la Revista ARS publica varias de sus poesías comienza, pero
siempre en forma restringida. Todos tenían noticias del director o del
compositor, y no se pensaba en otra faceta de su personalidad.

Aun en la prosa, Castro es poeta naturalmente, creando imágenes de


profunda belleza. Su palabra siempre es fuerte, incisiva, apasionada, con
momentos de enorme ternura, que descubren al hombre real oculto tras su
apariencia severa.

Hemos seleccionado dos escritos: las palabras para Manuel de Falla,


cuando éste muere en Córdoba y el discurso al hacerse cargo de la dirección
del Conservatorio de Puerto Rico.

PALABRAS PARA MANUEL DE FALLA EN CORDOBA

"He recibido el honroso encargo de representar aquí a la Academia


Nacional de Bellas Artes, de la que el Mtro. Falla era miembro, y en nombre
de la cual, así como en el mío propio, diré unas palabras. Además, el
Consejo Directivo de Cultura Musical del Perú ha querido estar presente en
este acto por mi intermedio.

El 14 de noviembre moría en las Sierras de Córdoba, Falla, mus/co y


santo. El también se llamaba Manuel. Ese siempre frágil hilo de la existencia
se nos aparecía en él peligrosamente quebradizo, y así, viéndolo morirse cada
día, llegó a los 70 años. Pero no cabe engañarse: era su espíritu, un espíritu
asombroso que asombrosamente se ocultaba en esa modesta envoltura, lo que
lo mantenía entre nosotros.

y fue su vida una lección viviente, una vida ejemplarizadora, en que la


humildad de su actitud cotidiana casaba sencillamente con el prodigio, a
diario repetido, de unas débiles manos que volcaban con aquella misma
sencillez en el papel pautado la cosecha de su espíritu. Cosecha fragante, con

41
peifume de jardín granadino unas veces, otras, con santo olor de tierra, y
siempre expresión fervorosa de un varón elegido, a quien la revelación
llegaba en forma sonora.

y fue su vida una vida virtuosa, que la virtud no es práctica ciega de


una moral codificada, sino la que arraigada en lo más hondo de la
conciencia se traduce en actos de la más pura convicción. Y así era la que
practicaba Don Manuel. 'Mi bautismo me lo ordena; gustaba él decir. Y
ese lema rigió una vida ascética en la que su lección humana no es inferior
a la del músico, siendo esta una de las más bellas que se conozcan.

Su obra no es muy abundante. Nadie puede abundar en obras


maestras, y las suyas lo son todas. Desde largos años atrás El Amor Brujo,
El Sombrero de tres picos, han proclamado por todos los ámbitos el
advenimiento de un músico que trajo, para el mundo, la buena nueva
española. Al Retablo de Maese Pedro y al Concerto para clave les ha
confiado el maestro una tarea que durará siglos. Y ellos podrán cumplirla,
hechos en piedra como están. Piedra en que la expresión más recóndita y
sutil tiene cabida; piedra en que la voz profética de Don Quijote quedó
reciamente grabada, como otrora fuera grabada en frágil papel. Piedra en
que la más honda raíz hispánica toma acentos gravemente místicos. Así la
parte lenta del Concerto que el maestro fecha 'In festo Corporis Christi ~
Voces antiguas, con sopor de siglos, un día llamadas a la vida para nunca
más enmudecer. Tal la misteriosa industria del hombre que oye lo que los
demás no saben oir y que, con unos puntos insignificantes sobre cinco líneas
fija para siempre la expresión profunda de un pueblo, de una raza.

Trabajoso proceso, alumbramiento largo y doloroso, cada nota surgida


de su pluma -de su sangre más bien- quedaba segura y definitiva en el
pentagrama desafiando al tiempo. Inapreciable lección de humildad del artista
que en plena posesión de un arte mitad aprendido, mitad creado, duda
constantemente y no confía en las cautivantes voces de la improvisación. De
ahí el tono permanente de su verbo.

Así, esparciendo belleza y luz, fue el tránsito de este hombre, en quien


las angustias de los tiempos que corren cavaban hondo surco -que no todos
padecemos con la misma intensidad- y en él, la bondad sin riberas y su
agudizada sensibilidad de artista predestinado, ofrecían al dolor fácil presa.

42
Por ello abandonó un día su patria -al término de una lucha de
hermanos que lo desgarraba como desgarraba a España- donde ya no
encontraba soledad ni paz. Por eso no quiso en ningún momento volver a
ella.

Esta tierra agradecida le dió sosiego. Aquí contaba terminar su obra


cumbre : el fabuloso poema de la perdida tierra de los Atlantes.

Ya se pueblan las Sierras de Córdoba de cantos nunca oídos que


acuden misteriosos en las nocturnas meditaciones del maestro. Una noche
estrellada llega hasta él: el canto de la Noche de América' que buscara
t

inutilmente desde años atrás para una de las partes de La Atlántida y que
ahora se lo ofrenda Villa del Lago. Él lo refería con emoción. Pero llega
otra noche. noche definitiva. Noche de azul fuerte y profundo, llena de
esperanzas. Ella lo guía por senderos desconocidos. En esas rutas su paso
vacilante se hace firme y sereno. Es la gloria que llega por dos caminos. La
definitiva en este mundo; la eterna que fue razón de su vida.

Un coro de clarines de plata y clarines de oro ha sido convocado y


toca para él. Y él no lo puede comprender." (ARS, 1969)

•• •

PALABRAS DE JUAN JOSE CASTRO EN LA INAUGURACION

DEL CONSERVATORIO DE PUERTO RICO

"Ya entrado en órbita la música... '


¿ Qué reacción provocaría la publicación de una noticia tan disparatada en
un periódico serio, donde esas palabras no pudieran tomarse como simple
broma? t La música en órbita en Puerto Rico y según las primeras
informaciones los efectos sobre sus pobladores parecen ser benéficos... ' Así,
tal cual. Una simple noticia en estilo periodístico.

Convengamos en que el enunciado se apartaría un tanto de lo común.


Se buscarían ansiosamente más detalles sobre tan desaforada comunicación.
¿ De dónde habría partido el proyectil '? ¿ De Cabo Cañaveral?
t

Pero dejando de lado lo que de absurdo pudiera tener esa notlcza,


reconozcamos que, en el mundo enloquecido en que vivimos, una frase
revestida por un chisporroteo de luces mágicas puede concitar las miradas

43
afanosas del lector y provocar un interés, una excitación que no alcanzaría si
con palabras sencillas y veraces diera cuenta del mismo hecho.

Hay en esta isla un camino, largo de trecho y de años, en el que han


quedado hondas trazas de quienes con fe y obstinación parejas lo abrieron.
Todos los esfuerzos, todos los trabajos de aquellos que ansiaban que la
música tomara su puesto activo y preclaro en la sinfonía de la vida de
Puerto Rico dejaron allí las marcas de su peso. Nadie lo olvida, nadie lo
desconoce: al contrario. Siguieron esas huellas unos, y otros, y otros más,
todos ellos necesarios. Y todos sabían que esa senda desembocaría un día en
la música ya floreciendo. Pero no todos los árboles dan su fruto el primer
año. Y ninguno lo hace levantando la voz. Hay un día previsto para cada
uno, y ese día el fruto, impaciente, con su piel ardiente de color y brillo,
anuncia la sazón de sus jugos. Algunos caerán del árbol, y -aparentemente­
se perderán. Otros serán gustados sobre platos con reflejos de luces
mundanas, quizás en lejanos países. Todos sin excepción llevarán en la fibra
más íntima huellas indelebles del peligroso juego de la rama con los vientos,
de la peripecia de la lluvia sin clemencia, de la sed que amenazara cortar su
vida abrasada por el sol. Pero no se gusta un fruto pensando en los
accidentes meteorológicos que acompañaron su desarrollo, su existencia.

En Puerto Rico se celebran con regularidad acontecimientos musicales


de alta importancia. El público, comprensivo y alerta, ha demostrado su
capacidad de apreciación frente a las obras fundamentales que de los grandes
creadores se le ofrecen. Así también, en la obra de esos hombres geniales
están reflejadas puntualmente las circunstancias de sus vidas. Estrías infinitas
que surcaron el órgano noble al que gustamos reconocer como nido de las
mejores emociones, serán registradas, llegado el momento, en un pequeño
cuaderno pentagramado. Que el artista lo sepa o no lo sepa, que lo quiera o
no lo quiera. La síntesis será minuciosa e impenetrable a la vez. Un paisaje
recordado, una mano retenida sólo unos segundos pero aprisionada por el
recuerdo tenaz hasta doler, una campana de escuela que despierta de su
dormir de años, el olor del heno sentido ... ¿dónde? Tal vez un vaso
pompeyano -evocador de misteriosas manos artesanas, rico de sueños de
siglos- cambiará la curva de tal melodía o hará desfallecer un juego de
armonías. Y así, registradoras de lo más entrañable del sentir y el
pensamiento de las criaturas mejores, irán, como estrellas, reuniéndose en
una sonora constelación. Y aquí no cabe hablar de velocidades escalofriantes
sino de cálidas permanencias; no de artefactos rutilantes sino de un pausado
viaje hacia esa joven hermana de las constelaciones, la única creada por el

44
hombre, la que no debe envidiar nada a las que en tropel se refugian en el
negro de la noche para que encontremos un momento de paz en su
contemplación. No rompamos el encanto (¿estará aquélla también formada
por luces imaginarias, por metales prestigiosos capaces de deslumbrar a un
fabuloso monarca de primera magnitud, siendo sólo reflejo de reflejo? ¿ serán
sus sustancias lechosas sólo tierras negras?). No rompamos el encanto.
Veámosla así, a la distancia que oculta realidades humanas, que esconde
luchas porfiadas con una materia cruel cuando el fervor ignoto no acude en
socorro del artista. ¡Inverosímil lucha con esa frágil sustancia, dueña del
vuelo: el sonido! No volvamos a creer en el cielo alto y en la baja tierra
cuando estamos frente a esa música. Veámosla así, más allá de la vida de
esos hombres que alguna vez, fugazmente y sin saberlo quizá, quemados ya
por su fe, visitaron niveles estelares desde los que en un 'ahora' permanente,
se irradian sus mensajes alucinantes. Beethoven, Schubert, Bach, Monteverdi
(vencedor del dolor, tierno niño poeta, dorado apóstol, verbo dramático ... ).

Todo un denso historial que se abre para calmar la sed, para


apaciguar al hombre. Para calmar esa sed, apaciguar esa hambre, han
llegado a Puerto Rico, sucesivamente, el Festival, la Orquesta Sinfónica, el
Conservatorio de Música. A siglos de distancias, esta tierra es descubierta
por un hijo de España. Esta vez, la Isla está madura para la música -la
música tarda en llegar, por eso dura siempre-o Y esta vez es una figura
pequeña, sin edad ni época, la que pone el pie en la Isla y convoca con fe
de navegante visionario a sus estrellas. La gente de la Isla, como nunca, se
nutre de música. Ya es posible vaticinar que en algunos años más, a estas
cosechas se sumará la del Conservatorio de Música. Recordemos: no todos
los árboles fructifican el primer año.

Es por todo ello que tenía ganas de decir que el tiempo de la música
ha sonado en este país. O, para quienes prefieran este otro lenguaje:' ha
entrado en órbita la música en Puerto Rico' ". (ARS, 1969)

• • •

45
POEMAS DE JUAN JOS E CASTRO

El recuerdo de los primeros años se trasunta en A mi violín, la


reminiscencia lorquiana es evidente en Mis potros y la belleza poética de la
canción de cuna para la nieta: Cola de agua. La esperanza se estremece en
los versos A María, que contrasta con el desgarrado mensaje de A un muerto
para siempre. La profundidad del amor se encierran en Tú y en la Dichosa
historia del amor pensado. Negro la inspiró, en su paso por Trinidad, un
hombre de color, y comenzó a ponerle música en una obra para soprano y
orquesta no concluída. A mi Argentina, lejos, en un canto de ausencia
dolorida, de esa patria que tanto quería y añoraba.

La mayoría corresponden a los períodos en que no se encontraba en el


país, gran parte fechadas en Montevideo, dos en La Habana, una en México,
una en San Juan de Puerto Rico.

El fragmento de Lluvia en el bosque y A Manuel de Falla fueron


impresos en el libro de Arizaga, el resto en la Revista ARS.

ALTOS PAJAROS

(A la Música)

Pájaros prisioneros en las naves

vastas, interminables y sufrientes,

del cuerpo que por dentro devorado

tremendamente lucha para darles

lejano albergue en torres espaciales.

Tenaz encuentro con materia leve,

codiciado sabor de sal remota,

hallazgo milagroso del trabajo,

gota esencial de internas marejadas,

gota de sangre negra, vuelasangre,

se hace nota,

sonido, ritmo, luz, forma adecuada:

pájaro libre al fin, vuelo de augurio,

vértigo ascensional, busca de cielo.

Perdurable ecuación por siempre intacta

de precisa belleza matemática,

46
pan de vida con sones amasado

por Bach tal vez, por Strawinsky acaso.

De la jaula modesta -pino, alambre­


(así la ves, semidivino ser)

¿ qué queda? La prisión, las mismas naves

vastas, interminables, doloridas,

del cuerpo picoteado por las aves

en urgente reclamo de aquel reino

que les dará lumínica conciencia.

Subido y firme reino en ese cielo

donde la Pastoral crea el paisaje,

donde es eterna y pura Melisendra,

donde dos veces santo es San Mateo.

• ••

soÑÉ UN CANTO

Soñé un canto

enramado,

sin raíces, encendido

en mil luces,

altas luces nocturnas.

Se le oía

sin principio

ya empezado.

Era un canto de azul-negro

cuya nota

--son unánime-­

eternal se presentía.

Recorrió todas mis venas,

recorrió toda mi alma,

y al partir,

al partir me desangraba.

Yo quieto, el son se apagaba.

47
Densa muerte,

musgo fino,

fría aguja penetrara

si la canción de tus ojos,

si el canto de tu mirada

enramada

--encendido

entre la luna y el sol -­

de mi sueño

se alejara.

Esa nota de su música,

solitaria,

que sólo escuchan mis ojos,

por la vida

me acompaña.

Es la sed que sentir quiero

y es el agua.

Es mi ceguera y mi luz.

Es la herida

y es la espada.

y en mis venas

y en mi alma

viene su hora señalada.

•••
REMANSO

A la hoguera locura que amenaza,


al derrumbe de guerra, al mar sin casa,
al agua, al viento, al fuego sin cadenas
copia la enredadera de mis venas.

La lluvia mansa que detiene al fuego,


la paloma blancor del santo vuelo,
la aurora que establece la paz plena,
es copia de tu voz que me serena.

48
Todo el ronco fragor de mis abismos
injuriando del ritmo el equilibrio
proyecta de mi ser romper el centro
cuando oportuna sales a mi encuentro.

Es tu esencia alimento cotidiano,


es la harina, la sal que necesito,
y es la mano que sofocando el grito
acaricia de mi alma el pelo cano.

Como lobo que estrella azul detiene


y desarma y amansa y lo sostiene
con el mar de su sangre vuelta luz,
así soy yo, y así, así eres tú.

•••
MIS POTROS

En galope frenético mis potros


van ciegos a la muerte.
Su trágico correr por mis arterias
golpea el corazón anochecido
y su luto perturban.
Van a estallar sus venas encendidas
en mis venas,
y la espuma de sus fauces ardorosas
sube a las mías.
Negros potros que salen a destiempo
a recorrer mi vasta geografía
y en el tambor macabro
que en mi cuerpo crepita
patalean precisos, rigurosos,
con ordenado y espantable ritmo.
Yo me desangro para verme libre
del hermoso concierto de patas y relinchos,
del metal de sus cuerpos estirados,
de sus arpas de crines incendiadas.
Tu sombra me retiene y en la vida persisto.
Ligazón de alquitrán y sangre espesa

49
a esta tierra que adoro y lamería
si supiera que allí tu sal encuentro.
Ligazón de alquitrán y tierra espesa
a esta sangre que odio y lamería
si en su gota postrera te encontrara.
Ya se aplacan sus cascos, ya se alejan
hacia un verde remanso de mi entraña.
De la flor de sonidos en que habitas
tu sonido me llega, y se han calmado.
Vuelve sombrío rumor de la llovizna
a recorrer mis huesos.

• ••

GRITO

Te pido por la hierba pisoteada,


por el pescuezo abierto del cordero,
por el insecto muerto el día primero,
por lo que es algo y pasa a no ser nada.

Te pido con la voz estrangulada


por el sufrir inútil con espanto,
por el útil sufrir de todo santo,
por la sangre en martirio derramada.

Pero te pido más: te pido luz


para encender mi oscuro entendimiento
y comprender las dichas del tormento,
la enloquecida fiesta de la Cruz.

Y tu nombre. Temido y esperado.


Tráigalo el vendaval contra mi cara
o por hilos de sangre a la morada
más entrañable llegue murmurado.

• ••

50
A MARIA

Al elegirte a tí, María hennana,


para ser de su Hijo el fundamento
conoció la miseria de mi aliento
mi música interior, rota campana.

'J\ ve" -te dijo el Angel-, "soberana


señalada del sólo alumbramiento ".
"Ave" -te digo yo-, que lo presiento
aunque cegado por razón humana.

Tu latido y su luz van fabricando


Aquello que a los Reyes deslumbrara
y que felices hace al asno, al buey.

y aún mi corazón pregunta cuándo


será tocado por la luz preclara
cual mansa bestia o fabuloso rey.

• • •

LLUVIA EN EL BOSQUE (frag)

Al fin, nubes exhaustas, retorcidas,

se acalla el gran concierto de los cielos,

y ya se desagotan los caudales

de vuestros vientres, grávidos del agua

que milagrosamente absorbe el suelo.

Son millones de límpidas espadas

partiendo en vuelo mágico a la tierra

desde amigo país color pizarra.

Depone allí sus annas, toda el agua,

cesa el fervor del alto timbalero,

su jaula abre el color que el bosque encierra.

• • •

51
CANTO A MI CIUDAD

Una ciudad cubierta de cenizas,

sin luz visible y sin visible pulso,

cubierta de cenizas,

sus casas, sus caminos, su arboleda,

cubierta de cenizas,

su arco de piedra, sus relojes altos,

sus viejas aguas, sus alcantarillas:

es la ciudad cubierta de cenizas.

La altiva torre con su fiera guardia,

la embreada casa, la fraterna pipa,

cubierta de cenizas.

El sol quisiera peiforar la capa

que cubre con rigor a la ciudad

y pennanece opaca e insensible

al resplandor del sol.

La lluvia no penetra el pardo manto

que de toda ventura la preserva

y tenaz la rodea y la sustrae

al amor de la lluvia.

Los aturdidos pájaros contemplan

la vasta muerte que ocupó sus nidos

y cantan cantos de dolor cargados,

que abajo, en la ciudad, no son oídos.

El rumor de los astros y las almas

que arrullan su visita a otras regiones

con acordes de arenas espectrales

tampoco llega a la ciudad donnida.

Ni el batir del tambor ni la trompeta

con resonancia antigua la despiertan.

¿ Habrá clamor? Extraño maleficio

que el corazón aprieta. ¿Habrá clamor?

El bien y el mal cesaron en su lucha,

la igualdad sin color, turbia y ceniza,

la estéril igualdad sucia y mentida,

-no la de Dios- allí clavó su aguja.

¿Habrá clamor? ¿Habrá siempre ceniza?

Cuánta desdicha y cuánta cobardía

unidas ennegrecen tu destino

52
y estrangulan tu voz que sobrevive
en mi entraña, mi agridulce ciudad.
¿Habrá clamor? ¿Habrá siempre ceniza?
Una piedra cayera milenaria
con el signo maldito y te aplastase,
y tal vez fecundara.
Un corazón partiera el odio bíblico
con hierro por la envidia dirigido,
y tal vez fecundara.
Pero es mucho peor.
Un corazón se cubre de cenizas,
un corazón con sangre dolorida
que corre por el musgo de sus calles,
cubierto de cenizas.
Si hay un rescoldo aún, si hay una lágrima,
una estrella con luz, una paloma,
una voz inocente y argentina,
avente de la muerte el polvo fino
para que en la ciudad el sol descargue
sus olas de colores,
cuelgue del cielo la brillante lluvia,
surjan casas, caminos y arboledas,
luz en la torre con su fiera guardia,
el humo de la casa y de la pipa
en los postes marinos se confunda,
del ancho río el ancho canto traiga
su rizada melena de sonidos,
hacia la estrella los relojes altos
repiquen sus metales, dando lecho
de música al coro de los pájaros.

Renace al fin, ciudad de mis pasiones.

Toquen viola, arpa y flauta la sonata

que regocija el alma y la mejora.

y que en tan triste hora

no vuelva yo a cantar tristes canciones.

(La Habana, enero de 1948)

• ••

53
PLAZA DEL RETIRO

"Entre sábanas de Holanda"


-empezará mi poema.
Pero no será. Mis sábanas
que luciérnagas frecuentan
-la de arriba­
y es pisoteada por botas
-la otra­
en todo el año no cambian:
no son sábanas de Holanda.
y toda su geografía
en un rincón de esta plaza,
plaza en que el puerto se hastía,
donde el hombre de mil mundos
ancla insigne borrachera
de vagabunda quimera
como el humo vagabundo.
El tren ondula en sus olas
campesinas,
riel blanco y verde sostiene
la barca fina,
y aquí vuelcan la zozobra,
la ilusión, barcos y trenes.
Tras de vagar unas horas
refúgianse en los hoteles
y se tiñen de humedades
que rezuman las paredes.
No olvida ya algún viajero
esa cara sin sonrisa,
sin promesa, de esta plaza
-el rostro de la ciudad­
que lo miró el día primero.
Algunos vuelven y miran
sin amistad, sin rencor
su estación, su feo reló,
y la hormigueante ilusión
que tren y barca vomitan.
Con sus estrellas me arrima
la noche al lejano techo.

54
Se acerca el olor del puerto.
La soledad me transita.
Pasa y me roza al pasar
en una media de seda
la pierna blanca e impura
que en mis estrofas se enreda.
Mi soledad, su blancura
a mi poema me empujan:
"Entre sábanas de Holanda... ".
Este prolijo aire fresco
la inutilidad me muestra
de la colcha que no tengo.
Me apretaré contra el cielo
como a la tierra me aprieto.
Dormiré soñando barcas
lentas, de vientos dormidos
y en sus ruidosas entrañas
de maderos doloridos
veré de llegar a Holanda
venciendo al dolor vencido.
Si no encuentro una sirena
escribiré mi poema.

• ••

COLA DE AGUA (Canción de cuna para la nieta)

El caballo era blanco


con su cola de agua.

Recorría los montes,


recorría la playa,
playa y montes de sueño
con su cola muy larga.

Se formó por los aires,


presto en la madrugada.
En su cuerpo la nube,
en su cola está el agua.

55
La cola se le alarga

cuando hasta el río baja,

los peces fatigados

en su cola viajan.

Viejos mundos de plata

que conoce el caballo,

joven luz de hojalata

que su blanco no iguala.

Vuela, vuela, caballo,

a la estrella más alta

y sus luces enciende

con chispas de tus patas.

De ilusión y de lágrimas,

de la noche y del alba

está hecho el caballo

que hasta el sueño me arrastra.

Cuando a tus ojos entra

eres toda de albahaca,

al llegar la mañana

de tus ojos se escapa.

Los peces se han dormido,

ya en su cola los saca

para que tú me sueñes

en escamas de plata.

(La Habana, enero de 1948)

•••

A UN MUERTO PARA SIEMPRE

Pasado, bueno o malo, al fin pasado.

No fuiste nadie, como casi todos.

Te mueres y te mueres y te mueres,

sin que llegue a saberse a qué viniste.

56
Nadie se ocupa, nadie se ha enterado

que desde ahora empiezas a pudrirte.

Tejiendo largos vientos de lebreles

llegaron de la muerte las agujas.

Solícitas se cruzan y entrecruzan

hasta que el grito ahogan. Y te mueres.

Los soles ruedan, las naranjas crecen,

tu sangre espesa se la lleva el río

-ardiente que era, va en el río frío­


tus vidrios secos miran los cipreses.

Triste viajero. Viaje repetido.

Tu presente, que dabas por seguro,

se apagó sin dar sombra. Tu futuro

nunca jamás será. ¿A qué has venido?

Del eterno pasar somos pasado,

un instante vivimos: ya es remoto,

que apenas de la sangre el cauce roto

sólo hay despojo, sólo hay despojado.

(México, 1948)

•••

EL ENTIERRO DE LA NIÑA

Todos se han puesto de negro.


Ella se ha puesto de blanco.
Todos se han puesto de negro
y se han vestido de lágrimas.
Ella de blanco se ha puesto
con su sonrisa en los labios.
Todos callan.
Ella canta
lindas canciones lunadas.

57
Hoy llevan trajes, sombreros,

botas, camisas, corbatas.

Hoy ella no lleva nada.

Camino del cementerio

quieren morirse de pena.

Es negra la caminata,

negro el gemir, negro el llanto.

Ella preside el cortejo

con su brillar desde el cielo.

En las sedosas corbatas,

en el charol de las botas

la luz rebota

de su día primero.

•••
REFLEJOS EN EL AGUA

Brillo de no se sabe qué en el agua,

inasible, variable y permanente,

traslúcido reflejo fugitivo,

desleído, porfiado, inexistente.

Tenaz dibujo en el frescor celeste

que el sol recrea y desdibuja el río.

¿ Es tu vaga existencia menos cierta

por tu esencial escurridiza forma?

De titilan tes luces te conformas

y en tejida pintura se perfilan

vibrátiles moléculas brillantes

sin consistencia, altura ni medida.

Matinal tintineo en la alborada,

multicolor que acrece al mediodía,

adiós de gotas de oro si atardece,

regocijo visual a toda hora.

El musgo de las notas ya dormidas

cubre el río que sueña con sus lunas,

58
sus peces, sus caballos fabulosos,
los pies enharinados de una niña.

y tú te esfumas hasta el otro día.

• ••

MI VOZ YA NO ES UN ARBOL..•

Mi voz ya no es un árbol ni una rama,


ni siquiera una hoja volandera.
Mi voz que ya no puedo repartir,
mi voz que necesito para mí,
calla tenaz lo que mi alma espera.

Mi voz ya no es un árbol,
-necesito sus sombras y su copa­
ni una rama
-sus brazos necesito­
ni siquiera una hoja volandera
-en este otoño, y ya sin primaveras
yo en esa hoja resucito-o

• • •

A MI ARGENTINA, LEJOS

Qué canto no cantara mi garganta


si pudiera llegar a mis hermanos
-dormidos o engañados-, despertarlos,
y compartir su culpa y su desgracia.
Otros querrán su Holanda, su Inglaterra,
yo a tí te quiero, mi Argentina,
en mi entraña te llevo, como tú me llevas,
y en tí, lejos de tí, mi noche se ilumina.
Qué mío siento aquello que te roban,
tu trigo, tu maíz, tus lindos barcos,
las cintas prodigiosas de tus trenes,
tus limpios y brillantes soldaditos ...

59
Qué míos fueron en un día patrio,
qué míos sin comprarlos.
Quiero volver a tí,
a buscar mi dolor, que hoy me prodigas,
para poder vivir fuera de tí con algo tuyo.
Mi cuerpo quiere visitarte
como visita mi alma tu recuerdo.
Cómo vaga mi alma en el desvelo,
cómo vaga en el sueño por tus campos.
Tu rica tierra, mis hermanos pobres,
qué frecuentados por mi pensamiento.
La flor entristecida de tu aliento,
el pulsar de tu vida sofocado,
la luz -la verdadera- oscurecida,
me muestran tu dolor y tu tormento.
Descienda a tí la voz que yo no tengo,
voz rugiente que clame y oigan todos,
voz tan bella
que estremezca tus aguas y tus tierras,
que a la paloma en vuelo no detenga,
que al dominio detenga que te ofende.
La voz profética y genial que cante
tu verdad, tu destino y tu grandeza.
Que riegue en luz del Plata hasta los Andes
el argentino suelo y queme en sangre
el corazón impuro que te injuria.
(Oyendo estoy la voz. Oírla ansío.)

y luego en ti tener mi permanencia,


dulce tierra argentina,
que has de querer un día
como tierna arrullaste mi principio,
así arrullar mis huesos.

(Montevideo, abril de 1949)

•••

60
A MI VIOLIN

Pretérito violín abandonado ...

mis dedos recorrieron tus caminos

(los cuatro que en el puente desembocan)

errabundos, buscando aquella nota

que soñaba, que oía desde niño.

El arco reclamando ese sonido

despierta en tus armónicos recintos

millones de sonidos de concierto,

pero entre ellos no estaba el de mi sueño.

La nota inalcanzada en otras sendas

voy buscando, y así paso mi vida,

que fue un buscar inútil por tus cuerdas,

que es perseguir la luz desconocida.

Hoy ese son fugaz he vislumbrado,

y sé que no en tu vientre hay que buscarlo,

mi remoto violín, sino en la celda

más profunda, silente y clausurada

del corazón. Y por sus llaves clamo.

(Montevideo, mayo de 1949)

•••

ELLA NO QUISO ANGELES

Soldados de aire negro montan guardia

en el balcón florido.

Ella no quiso ángeles ni luces,

olvido en sombras quiso.

Soldados de aire, pues, y de aire negro,

montones de ceniza amontonada

en su balcón florido,

que no vuele su amor desesperado,

que su grito no vuele.

La luz desmelenada de su gracia,

el dolor perfumado en la guitarra,

el despótico sueño también duerman,

61
que ella duerme.

Que la gota de luna sea plomo

para sellar su caja.

El cantar y su risa,

haraposa canción agujereada.

Que se muera la muerte de la muerte

como se muere todo,

para que todo siga

como si aquí nunca pasara nada.

Partir sin despedida, negro adiós.

Ella no quiso ángeles ni luces,

soldados de aire quiso, de aire negro.

Soldados de aire negro la acompañan.

(Montevideo, junio de 1949)

• ••

MAR ADENTRO

Azadas de cristal, palas de roca


cavan sin manos, como el aire cava,
y abrir quieren la fosa verde, inquieta,
en la viajera, en la infinita gota,
en la mojada llama, en la inmutable,
en la cuna de sal más apretada,
reposada señora de los peces,
embravecida madre de las naves.

y las aguas castigan azadones,


y chorreantes de lágrimas las picas
cavando van la noche de mil días,
cavando entre los ruidos del silencio.
Terco cavar que no será vencido,
monocorde salmodia de las palas,
luz agorera en costas ilusorias
de insondable, fúnebre designio.

62
Mar encerrada, mar sin escapada,
con todos los salo res y naufragios,
mar de claror y de enlutadas rutas,
de algas, corales, barcas sepultadas,
cristales, legendarias catedrales,
esponjas y medusas abismales,
del fuego nido, cruz de lo terrestre,
mar marítima y dulce mar celeste.

Crueles cavando están las implacables


con duros instrumentos tu blandura,
lo que más pronto cierra que ellas abren,
lo que no deja brecha, la amargura.
Porque esos negros golpes que persisten
cavan -quieren cavar- con loco empeño
en el bullente mar que en mí se agita,
casi abiertas las naves de mi pecho.

Cuando la fuerte voz -la sin respuesta­


me nombre, debe estar tu albergue pronto
entre sales y estrellas de agua verde
que prefieren nadar a estar suspensas.
De brillante aluminio un pez minúsculo
enloquecido habitará tu vientre.
Con la perla omarán tu cabellera
marina madreperla, mar, madrépora.

Tu mirada, la rubia hija del trigo,


dará color de pecho de palomas
al engrutado abismo y su torrente
que aprenderá la rima de la fuente.
y tu acuática voz inexpresada
volará, guiadora de mil pájaros
a mil torres de arena imaginaria,
a mil copas colgantes de los astros
que eternicen tu canto.

Sigan cavando, sigan sin descanso,


abran la fosa verde en mi costado
azadas, azadones, picas, palas,

63
que cuando vuele hacia regiones claras,
en mí estés sepultada.

(Montevideo, noviembre de 1949)

•••
TU
Ese mirar estrellado,
mirar de noche con luna,
lo olvidaron en tu cuna
los Reyes Magos.

La clara agua que derraman


los ríos de tu mirar
buscan el agua salada
de mi mar.

En decisión oportuna
el viento con el trigal
trajeron a tu cintura
su ondular.

Corza de selva sagrada


en un mundo matinal
inventó el gesto y el ala
de tu andar.

Pájaros que enmudecieron


-su pena vuela, no canta­
dejaron en tu garganta
la voz del cielo.

Pero tu alma bendecida,


que es arco de mi sostén,
¿quién te dio, morena, quién,
quién te daría?

(Montevideo, noviembre de 1949)

64
NEGRO

¡Negro! ¡Negro!
Te quiero "negro", negro.
Puro como el negro del ébano,
puro como el color más negro,
como la noche sin astros,

la noche total,

la negra noche eterna,

¡Úl negra noche del negro!

Tus hijos son negros

y tu corazón es negro,

y así quiero tu alma y tu conciencia:

de limpio, lustroso negro.

Deja el blanco para los blancos.

Ellos hablaron de blanco y de negro.

Luego inventaron el juego.

¡Ajedrez!

Piezas blancas y piezas negras.

Ganan las blancas. ¿Por qué?

¿Por qué?

Yo he visto la Casa Blanca.

Yo he visto la casa negra.

Esta me gusta.

Allí viviría contigo

compartiendo tu pan blanco

-el que lleva bien su nombre.

Pero a tí, negro,

te quiero "negro".

Como te ví en Dakar,

como te ví en Antigua,

en el Afro-Brasil de Villa-Lobos.

Ah, yo te ví en muchas partes.

Respiramos el mismo aire.

Yo viajé contigo.

(Déjame cantar contigo.)

Volamos juntos sobre Tobago.

(Yo apenas la miraba:

desde el avión una negra

hablaba sola y lloraba

65
sobre Tobago.)

Te ví bailar en New York,

te ví morir en el Plata.

(Déjame cantar contigo.)

En Buenos Aires, mi ciudad,

respirábamos juntos.

Y en todas partes eras "negro".

Yo soy Juan,

tú eres negro.

Y Adán, ¿cómo era Adán? ¿Blanco?

¿ Y Caín? ¿Negro?

O Adán negro y Caín blanco.

¡Qué importa!

Todos cargamos culpas muy viejas y muy nuevas.

Pero el negro, cuánto llora.

Hasta el ritmo frenético de su tambor

es un llanto hecho pedazos.

¿Te eligió Dios, negro,

para recordar a su Hijo?

Si así fuera, qué feliz.

El sol está ahora arriba, presuntuoso.

Una sola nube lo tapa, presuntuoso.

Cuando tú seas nube, ¿ taparás al blanco?


Cuando el blanco llore,
¿ le llamarás "blanco"?
¿ Llamarás blanco a lo indigno
y a lo indefenso?
¿ Tendrán los blancos entonces
sólo sus blanco-spirituals y su Figari
clamando simpatía para ellos?
No lo hagas, negro,
tú que sabes como nadie
que el Hijo vino por tí.
Y perdónalos.
Parécete a tu Señor.

(San Juan de Puerto Rico, enero de 1960)

•••

66
A MANUEL DE FALLA
(Por su Concerto para clavicembalo)

¿ En qué dura materia y porfiada

tallaste tu "Concerto", qué instrumento

gallardo la venció y dio a tu acento

hispánica rudeza, gracia alada?

¿De qué región antigua ya olvidada

extrajiste tu clave polvoriento

que empolvan de oro, en el suntuoso "Lento",

procesional arpegio, luz gamada?

A tu celda convocas los sonidos

-la vasta fe en el Unico te guía­


de esencias descamadas; los latidos

despiertas de un lejano mundo muerto.

Con plata y sol cantó el ángel vigía

que ya a tus manos baja tu "Concerto".

Diciembre de 1948

•••
DICHOSA HISTORIA DEL AMOR PENSADO

Como era buena se lo dijo:


"Quiero de tí tener un hijo".

Sólo esa tarde le fue dado


ver al amor recien llegado,
su pelo rubio y ojos pálidos,
su paso claro y alejado.

El, extrañado la escuchaba


pero no supo que lo amaba.
Pasó, y un rato la mirada
lo siguió absorta, fiel, pesada.

67
Ya su alentar fue el extranjero

su último amor, por ser primero,

y en su mirada y en su pelo

creció la luz de su desvelo.

De amor sus ojos una nube

tenaz y angélica recubre

y de ellos todo en sombras huye,

menos la imagen que construye.

Fue más hermosa cada día

porque su vientre florecía.

Su pensamiento con porfía

toda razón desvanecía.

Canta una noche y la ilumina

el resplandor de un astro fijo

y sin los reyes ni la mirra

de Dios piadoso tiene su hijo.

(Montevideo, diciembre de 1949)

•••
Como conclusión a este trabajo quisiéramos reproducir unas palabras
que Victoria Ocampo pronunciara en un homenaje a Castro al cumplir 70
años, en Radio Splendid, y que luego publicara en el 7° volumen de sus
Testimonios:

SALUDO A JUAN JOSE CASTRO

Juan José:

Aquella era la época de los conciertos de Ansermet en la Asociación


del Profesorado Orquestal. Inolvidable. A Ansermet le debo mi temprana
relación contigo y con tu hermano José María. Ansermet empezó a hablarme
con insistencia de unos muchachos -des gar(:ons, decía- de extraordinaria
sensibilidad musical: los Castro. Hace cuarenta años de esto, y hace cuarenta
años que empezó nuestra amistad. Una amistad que se fue estrechando,

68
porque además de la música nos unían admiraciones y aversiones
compartidas.

Cuando ustedes fonnaron un cuarteto, ensayaban en casa. Te oía a


menudo hablar de música con una exactitud de ténninos que conseguía
apresar las más huidizas y deslumbrantes mariposas del sonido. Tu precisión
en lo impreciso me maravillaba.

Tu lentitud rápida (esto parece contradictorio, pero en ti no lo es)


para dar una opinión certera, o para tomar una decisión en que te jugabas
el porvenir, sorprendía siempre, aunque uno la esperara. Tu manera
tremendamente directa de enfrentarte con un problema, y llevártelo
serenamente por delante (y vaya si nuestro bendito país te ha proporcionado
ocasiones para ejercitarte en este deporte) es una característica tuya que
advertí desde el comienzo de nuestra amistad, y de las que inspiran mayor
respeto a los que te han visto vivir.

Tampoco olvido el agradecimientto que te debo por lo mucho que nos


hemos reído juntos. La risa es higiénica cuando no arrastra venenos. Tu risa
nunca fue venenosa. Tu prontitud para captar el lado cómico de las
situaciones o de las personas (inclusive tratándose de nosotros mismos) era
irresistible. La sal del buen humor (y aquí humor significa 'humour j era un
condimento que, gracias a ti, nos facilitó soportar los indigestos meses de
nuestro directorio en el Teatro Colón.

Perdóname ahora que te diga a boca de jarro -pues necesito decirlo a


quienes me oigan- que el hecho de que existan hombres de tu especie en la
Argentina es lo único que mantiene viva mi esperanza. No me refiero
únicamente a tu talento, sino a tu carácter, a tu lealtad con lo que estimas
ser verdadero, a tu integridad, virtudes que se dan en ti como la cosa más
natural del mundo.

Además de la mUSlca -divino alivio- que nos has prodigado, hemos


recibido de ti, en los momentos de peor asfixia, ese soplo purificador que
barre con todo lo impuro y proviene de una extrema limpieza.

Te queremos, talentoso y limpio Juan José.

+ + + + +
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BffiLIOGRAFIA

Arizaga, Rodolfo - Juan José Castro. Buenos Aires, ECA, 1963.

- - - Enciclopedia de la música argentina. Bs.As., Fondo Nacional de las Artes, 1970.

ARS. Dedicado a Juan José Castro. Bs.As, W109, 1969.

Cassinelli de Arias, Raquel - "Juan José Castro. Catálogo de obras". En Temas y Contracantos,
Bs.As., agosto 1985.

y Daniel Bennann - "Juan José Castro. Marcha de la Constitución". En Temas y


Contracantos, Bs.As., octubre 1985.

Compositores de América. Washington, Unión Panamericana, IV, 1958.

Garcia Acevedo, Mario - "Panorama de la ópera argentina en el Teatro Colón". En Lyra, N° 167­
170, Bs.As., 1958.

- - - Música argentina contemporánea. Bs.As., ECA, 1963.

Garcia Morillo, Roberto - Estudios sobre música argentina. Bs.As., ECA, 1984.

- - - "Juan José Castro. La música para piano". En Temas y Contracantos, Bs.As., octubre­
diciembre 1987.

Garcia Muñoz, Carmen - "Juan José Castro" [catálogo], en Revista del Instituto de Investigación
Musicológica, N° 12, Fac. de Artes y Ciencias Musicales, UCA, 1992.

- - - "Juan José Castro". En Boletín de la Asociación Argentina de Musicología, año lO, N° 1.


Córdoba. abril 1995.

- - - "Juan José Castro". En Revista del Consejo Iberoamericano de la Música. Madrid, N° 1,


junio 1996.

Ocampo, Victoria - "Saludo a Juan José Castro". En Testimonios, VID, Bs.As., 1968.

Scarabino, Guillenno - El Grupo Renovación. Mendoza, Univ.Nac. de Cuyo, 1986.

Valenti Ferro, Enzo - Los directores. Teatro Colón. Bs.As., Gaglianone, 1985.

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