Agua y Territorio PDF
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Así mismo, el recurso agua ha adquirido un sentido más amplio y complejo que el
meramente productivo, cambio reforzado por las exigencias planteadas por la
Directiva Marco del Agua (2000/60/CE), lo cual implica también la necesidad de
controlar las demandas y los impactos que determinan los usos del suelo y las
diferentes infraestructuras definidas en la planificación territorial.
Sin embargo, en los últimos años son muchas las voces a nivel mundial (Woltjer
and Al (2007); Achouri (2006); Del Moral (2006); Sousa y Botequilha (2006);
Carter, Kreutzwiser, de Loe (2005); Mitchel (2005); Aguilera (1997) que se alzan
abogando por una planificación y gestión integrada de las políticas territoriales e
hidrológicas. Y es que la vinculación natural entre estos aspectos parece clara y
su integración puede suponer la reducción de números conflictos que se observan
hoy día.
Fuerzas
Procesos/Hipótesis Presión Estado Respuesta
Motrices
Crecimiento de la
población Empleo y desempleo
Urbanización Tasa de migración Especialización productiva
Inversiones en planes de
Suelo Índice de edad de Hogares por encima del
desarrollo local
Desarrollo Espacial urbanizable la población sueldo mínimo
Inversión de programas de
(Planificación e Superficie Viviendas por Consumo de energía
desarrollo de obras
inversiones) regada habitante Tasa de infraestructuras por
Inversión de programas
Densidad de Producción de habitante
nacionales de obras
población residuos urbanos Infraestructuras por unidad
Nº de vehículos por de superficie
habitante
m3 de agua Uso del agua de Precipitación anual
existente por riego por unidad de comparada con valores
habitante producción agraria medios Mejora planificada en los
Disponibilidad Superficie regada Volumen de agua infiltrada regadíos
Políticas de control
de agua por en relación al total en el acuífero Planificación de cambios en el
del agua (control de
área territorial de superficie Humedad relativa regadío
la demanda y
Índice de agraria Evapotranspiración Incremento del precio del agua
disponibilidad de
consumo de Extracción de agua Proporción entre la demanda en función del consumo
agua)
agua del acuífero de agua y el agua embalsada Reutilización del agua
Producción de Consumo de agua Número y superficie de Redes separativas
la agricultura por el turismo zonas húmedas
intensiva Volumen del Superficie de invernaderos
Proporción acuífero Urbanización
entre la Superficie en riesgo Camas turísticas por
demanda y la de inundación habitante
disponibilidad
de agua
Suelo
urbanizable
Densidad de
población
Pernoctaciones
turísticas por
habitante
Población sin
planta de
tratamiento de Inversión en tratamiento de
Intrusión marina
aguas Extracción de agua aguas
Calidad del agua de mar
residuales o del acuífero Aplicación de nuevas
Volumen de infiltración de
con una planta Regadío sobre tecnologías al tratamiento del
aguas en acuíferos
Políticas de uso del que no cumple acuífero vulnerable agua
Concentración de
suelo (impacto en la los estándares Áreas vulnerables Tratamiento de residuos
contaminantes en los
calidad del agua) de la Directiva de las aguas ganaderos
acuíferos
91/271 de la superficiales Recarga de acuíferos
Concentración de
UE. cubiertas por Agricultura ecológica
contaminantes en aguas
Uso aparente regadío Áreas vulnerables protegidas
superficiales
de pesticidas por el planeamiento
por unidad de
producción
agraria
Uso aparente
de fertilizantes
por unidad de
producción
agraria
Pernoctaciones por
habitante
Superficie de Suelo agrario
paisajes de susceptible de uso
alto valor turístico
Camas Núcleos Calidad del agua de baño Turismo rural
turísticas por residenciales Calidad del paisaje Áreas protegidas con control de
habitante secundarios Diversidad del paisaje acceso
Conflicto entre la
Turismos Concentración de Suelo ocupado por las Hoteles con certificación de
identidad del paisaje
extranjeros por infraestructuras infraestructuras calidad
y el desarrollo
habitante Visibilidad de las Tierras agrícolas Capacidad de tratamiento de
espacial (patrimonio
Cambios en los infraestructuras abandonadas aguas en áreas turísticas
natural vs. presiones
usos del suelo Fragmentación Urbanización Inversión en restauración
especulativas)
Tierra sin paisajística Costa desnaturalizada paisajística
ocupar Puntos negros en Superficie de vegetación Inversión en paisajes
susceptible de el paisaje natural multifuncionales
uso turístico Superficie afectada
Superficie de por incendios
invernaderos forestales
Cambios de la
estructura agraria
En este contexto, creemos que para avanzar en el camino hacia la integración
agua-territorio se debe optar por un concepto de integración y un modelo concreto
que sea asumido por todos los agentes implicados. Un segundo paso consistiría
en el desarrollo de metodologías para valorar la situación actual y cuál puede ser
la situación en los próximos años, al amparo de los textos legales aprobados
recientemente en materia de aguas (DMA; Real Decreto 907/2007).
Una vez esté claro donde estamos y hacia donde queremos ir, será hora de
plantearse qué cambios y qué mecanismos, a nivel administrativo y de gestión,
hay que desarrollar para el logro de la integración en la planificación y gestión del
agua y el territorio.
La cuenca hidrográfica y la
ordenación del territorio
Las relaciones entre cuenca hidrográfica y ordenación del territorio pueden
abordarse desde una perspectiva que integre argumentos relacionados con las
siguientes variables: valores naturales y medioambientales, el valor del territorio
como capital físico, y el capital social.
Es sabido que los fenómenos urbanos de nuestra época nos obligan a elaborar
nuevos instrumentos teóricos y prácticos que pretenden comprender e intervenir
en los territorios actuales de la ciudad dispersa, de la ciudad difusa, de la ciudad
archipiélago, esa ciudad extensa, con tan variados nombres, cuyos fragmentos
están unidos por el mar-naturaleza que los envuelve. Es claro que empleamos la
palabra naturaleza de manera alejada de sus significados habituales, para
denotar, fundamentalmente, un vacío, una pausa en la ocupación de suelo, una
ausencia relativa de flujos y de edificios. Vacíos a través de los cuales, incluso
infiltrándose en los espacios edificados, discurre o se organiza una red, una malla
por la que circulan los flujos biológicos, energéticos, climáticos…; en esta red, el
agua, aún en su ausencia, juega un papel protagonista importante (como lo ha
jugado siempre el “verde” del urbanismo y la O.T., como trasunto imaginario de la
naturaleza transformada), como agente principal de procesos biofísicos de gran
valor ambiental; y como soporte, en la O.T, de importantes actividades de ocio y
deporte, además de constituir un vigoroso vector en la educación ambiental.
Podríamos resumir estas ideas en la afirmación de que la O.T. tiene como rasgo
de identidad característico el de armonizar lo natural y lo artificial, el de cuidar la
relación justa entre lo que se ocupa y lo que se preserva o reserva para el futuro y
que, en estas reservas, el agua juega un papel protagonista como iremos
comprobando. Lo cual se ha de destacar, sobre todo en los países mediterráneos,
donde es muy frecuente el desprecio de estos principios desde la dictadura de las
rentas del suelo -y del agua- y del negocio de la construcción.
El segundo argumento hace referencia al valor del territorio como capital físico y al
proceso de O.T. como conjunto de operaciones y dispositivos que otorgan,
incrementan y aprovechan ese valor. En los procesos de planificación territorial de
cualquier región o ciudad hay numerosas interacciones con los procesos de
circulación y de cambio de las condiciones del agua, y, por tanto, el control de
tales interacciones y la eficiencia de la O.T. son mayores en los territorios-cuenca.
Podríamos adjudicar al agua la condición de vector de salubridad y considerar el
espacio-cuenca como espacio del ciclo de la circulación y el reuso del agua, como
territorio genuino en el que las condiciones y la presencia del agua constituyen
sensores de calidad del proceso global de uso del suelo y de salubridad y confort
del territorio.
Se ha dicho que las ciudades tendrían que administrar sus aguas residuales como
si el abastecimiento de agua potable lo tuviesen que tomar aguas debajo de sus
vertidos: sería la mejor garantía de su contribución al mantenimiento de la calidad
del agua. Las redes viarias, tanto las calles como las grandes arterias de
circulación rápida, ocupan una superficie importante de suelo, interfieren y
modifican la escorrentía de las aguas de lluvia y, en el lavado de sus pavimentos,
acumulan grandes cantidades de sustancias contaminantes en los flujos de agua
que los atraviesan o discurren por ellas; de ahí laimportancia de los trazados
viarios en el ciclo y calidad del agua; la red viaria, normalmente sobrepuesta a la
red de servicios, recibe muy valiosas recomendaciones para su adecuada
disposición en cuanto a sus trazados y sus rasantes, si se entiende como un
sistema físico importante de la cuenca, como un dispositivo de fuerte interacción
con los procesos físico-químicos del agua.
Uno de los aspectos más habitualmente atendidos de la relación agua-territorio en
los escenarios de crecimiento urbano es el de las exigencias que plantean de un
mayor consumo de agua y la mayor cantidad de residuos producidos así como los
costos crecientes de los servicios, tanto de abastecimiento como de depuración de
aguas, con saltos de umbral que van más allá del coste de la mera extensión de
las redes, toda vez que se necesitan, progresivamente, nuevos depósitos de
regulación, duplicación de las redes principales, una nueva depuradora… Es
frecuente que la urbanización del territorio dispersa, a saltos, por fragmentos, deje
sin atender, precisamente, estas inversiones de umbral, deteriorándose la calidad
de los servicios y, con ella, la confianza de los ciudadanos en la administración,
conduciendo, con cada vez mayor frecuencia, a la privatización de los mismos. De
esta manera se remite la solución del problema al mercado, a la factura del
servicio, pero el servicio, claro, sólo se prestará en aquellas partes de la ciudad
capaces de pagarlo. Es decir, se está produciendo, con la explosión en
fragmentos de la ciudad contemporánea, una desintegración de los servicios, tanto
vertical –abastecimiento, distribución…- como horizontal –agua potable,
residuos…-, relacionada con su privatización y su dotación desigual en el territorio.
Después de haber tratado del capital natural que supone la malla ambiental y del
capital físico supuesto por las infraestructuras, los servicios y la edificación, el
tercer argumento que viene a reforzar el espacio cuenca como ámbito idóneo para
la planificación territorial es el del capital social.
Como explica De Matteis, los elementos del sistema local, los agentes privados y
públicos, establecen relaciones sociales, políticas, económicas, culturales…, entre
ellos y con actores supralocales, relaciones en las que el medio territorial local
juega un papel muy importante y que influyen fuertemente en los procesos de
producción y acumulación de capital económico y social.
La O.T., desde los años 70/80 del pasado siglo, dejó de ser una práctica orientada
de arriba abajo y exige cada vez más la creciente participación de agentes e
intereses locales y no gubernamentales, articulados en torno a una cierta variedad
de intereses y problemas, que son a la vez multiescalares en el tiempo y en el
espacio. Esta estructura descentralizada (con los diferentes gobiernos implicados
impulsando esa participación plural, tutelando el arbitraje de los conflictos que se
planteen y poniendo en práctica los principios de gestión así elaborados).
También las escalas temporales diferentes en los asuntos del agua abarcan desde
el tiempo del aguacero, los ciclos de sequías y años lluviosos, los ciclos de las
cosechas y las temporadas de la pesca y el turismo,…los tiempos de largo ciclo
histórico como los que señalan la vigencia de los modos de producción, las
tecnologías de riego, tipos de cultivo…, hasta llegar al tiempo geológico y sus
fenómenos de erosión y sedimentación; asimismo, en cuanto al suelo, podrían
leerse ritmos igualmente diversos, aunque, cada vez más, parece el ciclo electoral
de cuatro años el que pretende dictar el tiempo de las acciones, desde la
pavimentación de calles, asunto de semanas, a la formación de patrimonios
públicos de suelo, asunto de décadas. Atiéndase a cómo, en esta
multiescalaridad, la superposición de los ámbitos de cuenca y del espacio de la
O.T., se ayudarían mutuamente, enriqueciendo la elaboración espacial y temporal
de sus propuestas.
Se trata de un contexto difícil, pero que cuenta con un dato positivo: la existencia
de lo que Beck denomina una “política de la Tierra” que no existía hace unas
décadas y que permite integrar el tratamiento del riesgo en el contexto de una
dinámica global de consideración del medio. Cuestión distinta son las prácticas
“individuales” que se siguen desarrollando en los territorios locales o supra-locales
y que aumentan el grado de incertidumbre de las sociedades que los habitan ante
los peligros naturales.
La ordenación del territorio se presenta, por tanto, como el proceso más eficaz
para la reducción de la vulnerabilidad y exposición ante los peligros naturales. No
obstante, debemos ser conscientes de que el ritmo de ocupación del espacio
geográfico, plasmado sobre todo en la urbanización del suelo, de consuno al
crecimiento de la población en cada región, suele ir por delante de las políticas de
ordenación racional del medio, de manera que el grado de riesgo lejos de
reducirse, se mantiene o aumenta y no por incremento de la peligrosidad natural
sino por proliferación de actuaciones humanas poco acordes con los rasgos
naturales del medio donde ocurren.
Ordenación territorial de corredores
fluviales: El caso del río Genil en la
vega de Granada
El principal objetivo de los proyectos fluviales actuales consiste principalmente en
acondicionar el espacio del río para su aprovechamiento y disfrute, preservando
las funciones ambientales y haciéndolas compatibles con las diferentes
actividades urbanas y agrícolas. Este objetivo se está poniendo en práctica en los
últimos años en diversas experiencias planificadoras de Corredores Fluviales, en
las que teniendo en cuenta las llanuras de inundación, se establecen usos
compatibles con la ocupación periódica del agua, sobre todo relacionados con la
agricultura, el ocio y el patrimonio. Este es uno de los retos actuales en relación a
la ordenación territorial; desarrollar Planes que rescaten y potencien el río como
un espacio de actividad, recuperando su identidad natural. En este artículo se
muestra la aplicación de estos principios en el entorno metropolitano del río Genil,
enla Vega de Granada, un espacio amenazado por la urbanización y la
desaparición progresiva de la actividad agrícola.
Adecuar el espacio fluvial para su uso sin perjudicar las funciones ambientales
propias de los ríos se ha convertido hoy en día en una prioridad tanto social como
ambiental. Para ello, en los últimos años se han desarrollado muchos proyectos
que persiguen compatibilizar la utilización del recurso agua y los diferentes usos
del suelo con la conservación de los espacios fluviales.
En el caso del río Genil a su paso porla Vega de Granada, son muchas las
iniciativas que se están sumando para la conservación de este espacio agrofluvial
de un gran valor ambiental, agrícola y patrimonial. Sin embargo, su
desnaturalización y progresiva ocupación están poniendo en peligro una de las
señas de identidad de este lugar. Es por ello que la región de Granada reclama
una adecuación de la estructura del sistema metropolitano, que permita un
crecimiento y desarrollo compatible con la conservación de la actividad agrícola y
con el uso lúdico y natural de un entorno periurbano, a medio camino entre el
campo y la ciudad.
Por otro lado, no pueden olvidarse las acciones urbanas, basadas principalmente
en el patrimonio edificado industrial y agrícola, tanto en la valoración de elementos
catalogados como puntos de articulación y de creación de lugares vinculados a los
itinerarios y umbrales urbanos, como en la puesta en valor de determinadas
viviendas, patios, huertas, secaderos… que mediante transformaciones de
rehabilitación, reciclaje, reurbanización, o renovación conserven vivo el patrimonio
existente.
Son inevitables los vínculos entre dos elementos territoriales tan omnipresentes y
tan estructuradores como el paisaje y el agua. Las herramientas planificadoras de
la Unión Europea así lo reconocen, al estimular políticas que integran ambos
recursos en una pluralidad de escalas. Tanto el agua como el paisaje son
exponentes de lo territorial y modeladores de la convivencia. Su capacidad de tejer
redes de significado abre puertas a una cualificación de lo meramente espacial,
que pasa a adquirir la plena dimensión de lo territorial. La consideración conjunta
de agua y de paisaje no puede hacerse al margen de una disciplina troncal: la
ordenación del territorio.
La comprensión del territorio en tanto que paisaje ofrece una vía privilegiada para
fomentar la calidad de vida de los ciudadanos. Los valores paisajísticos son un
ingrediente fundamental en el bienestar colectivo, y ello ciertamente no se limita a
quienes residen en el campo, sino que afecta de lleno a la más abundante
población urbana, cuyo asueto y vida laboral dependen de forma creciente de
recorridos y estancias en espacios presididos por el paisaje. Es reconocida la
capacidad del agua para enriquecer el diseño de jardines y desarrollos
urbanísticos. Ejemplos de ello se encuentran a cada paso en la arquitectura
hispano-musulmana. También en una de las categorías paisajísticas que, en la
escala europea, presenta personalidad propia: la huerta de Murcia y Levante, un
paisaje íntimamente amasado con venas de agua, lamentablemente cercano a la
extinción.
Por su parte la Directiva Marco del Agua (DMA), transpuesta al marco jurídico
español en 2003, si bien no incluye el término paisaje ni otras nociones culturales
(patrimonio, historia), enfoca sus objetivos hacia la calidad de los ecosistemas. El
concepto avalado por esta Directiva, estado, engloba lo biológico, lo químico y lo
morfológico. Aunque las dos primeras nociones son sin duda relevantes, la
referencia más fácilmente traducible en términos paisajísticos es la morfología.
El anexo V establece los principales indicadores hidromorfológicos que afectan a
los indicadores biológicos en las masas de agua:
Tanto en la Directiva Marco del Agua como en el Convenio Europeo del Paisaje,
para alcanzar los objetivos fijados es preciso movilizar una densa trama de
interacción, que incluye a agentes sociales, administraciones, e intereses anclados
y móviles en el territorio. La conciliación entre las estructuras de participación
inherentes a ambos procesos es factible, ya que en gran medida vienen a
coincidir.
Son muy íntimas también las conexiones entre las política del territorio y del
paisaje. Las transgresiones y conflictos en cada uno de dichos campos tienen
repercusiones inmediatas en el otro. Son innumerables los ejemplos en los
paisajes del agua. Una concentración parcelaria mal diseñada ha borrado miles de
lagunas endorreicas en la Meseta. El desgobierno territorial hace proliferar
edificaciones e infraestructuras en llanuras de inundación. Sus beneficiarios
tienden a ser decididos partidarios de artificializar el régimen hidrológico, para
salvaguardar una inversión particular o colectiva realizada bajo las premisas de
una ordenación del territorio poco previsora y coercitiva. Tales intereses alimentan
grupos de presión, que abanderan la hidráulica tradicional, de embalses y
encauzamientos. Generalmente suelen ser valedores de medidas duras: reducción
de los caudales ecológicos, multiplicación de presas para laminar avenidas,
eliminación de sotos fluviales (supuestamente para favorecer el desagüe).
En un primer paso se deberían resolver las ecuaciones del flujo variable del agua
en lámina libre o ecuaciones completas de Saint Venant, un sistema de
ecuaciones diferenciales en derivadas parciales, hiperbólico y cuasi-lineal,
deducido por Barré de Saint Venant en 1871, y que no tienen solución analítica
para geometrías reales. Para un fluido incompresible e isótropo, como es el agua,
se obtienen las de Navier-Stokes que, particularizadas para describir las variables
promediadas en un pequeño incremento de tiempo, se concretan en las
ecuaciones de Reynolds (Bladé et al. 2009). Su resolución exigiría una
discretización tridimensional del dominio de estudio y el esquema numérico sería
complejo y muy costoso computacionalmente. Frecuentemente el flujo de agua en
cauces naturales presenta unas características que permiten simplificar estas
ecuaciones más generales y obtener resultados suficientemente precisos.
Modelos Unidimensionales:
Modelos Bidimensionales:
También destacan en este apartado los modelos MIKE 21, que junto al MIKE 11
forman el nuevo MIKE FLOOD (DHI), o el SOBEK de Delf Hydraulics. Otros
modelos son el BOSS SMS, de BOSS International Inc., el modelo ISIS
Profesional, de Halcrow Engineering (basado en el ISIS Steady de HR
Wallingford), el modelo español GUAD2D de la ingeniería INCLAM o el
interesantísimo Infoworks ICM (Integrated Catchment Modeling) de la Universidad
de Wallingford (Innovyze, 2013). Para la modelización de aguas subterráneas, ya
en el campo de la hidrogeología, se utilizan modelos comerciales 3D como
Modflow o GMS, de GSM/WMS/SMS Group.