Polvo de Hadas
Polvo de Hadas
Polvo de Hadas
MICHAEL ENDE
I
ÁMBAR espera, mientras lo hace, para entretenerse, observa la manecilla de un
metrónomo que se mueve al ritmo “andante”, con un sonido vocal lleva el ritmo; salvo
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los labios, casi no se mueve. Entra AMATISTA, enciende un cigarro, su andar contrasta
con el ritmo del metrónomo. ÁMBAR marca el ritmo con los dedos sobre la mesa.
AMATISTA sujeta la manecilla para detenerla.
ÁMBAR mueve la manecilla y lleva el ritmo con golpes en la mesa. AMATISTA avienta
una bocanada de humo al rostro de ÁMBAR. ÁMBAR como respuesta incrementa el
volumen de los golpes, AMATISTA vuelve a aventarle una bocanada de humo.
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AMATISTA- Azul se asustó mucho.
ÁMBAR- Yo también me asuste.
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AZUL- ¿Y el café?
ÁMBAR- ¿Cómo está?
AMATISTA- ¿Se durmió?
AZUL- No, pero está más tranquila. ¿El café?
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AMATISTA- Será mejor que prepares más café.
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sincronizados. ÁMBAR sale.
AZUL- Por lo menos está tranquila. Creo que sería bueno que durmiera.
ÁMBAR- Es lo último que queda de café. Si esta noche no duerme, será mejor que
compremos.
AMATISTA- ¿Será mejor que compremos o esperamos a que esta noche no duerma?
ÁMBAR- ¿Qué?
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AZUL- No le hagas caso, está de payasa.
AMATISTA- Ustedes sólo juegan al parece, al como si...
ÁMBAR- ¿Qué le pasa?
Cada una toma su silla y la ponen delante de la mesa. ÁMBAR y AMATISTA se colocan
en los extremos. ÁMBAR se sienta, AMATISTA de pie. AZUL pone su silla en el centro
y utiliza el respaldo como estrado.
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ÁMBAR- Este juicio es una farsa.
AZUL- No ponga en tela de juicio la calidad moral del juicio.
ÁMBAR- Mi cliente es inocente.
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ÁMBAR y AMATISTA salen, cada una por un lado. AZUL se queda a acomodar las
sillas y recoger la mesa. Prueba la sandia de AMATISTA.
III
ÁMBAR- Capuchino.
AMATISTA- ¿Qué?
ÁMBAR- Debí de comprar capuchino en vez del tostado. Hace mucho que no tomamos
capuchino.
AMATISTA- Me conformo con que sea café.
ÁMBAR- ¿No crees que nos estamos haciendo adictas?
AMATISTA- Quizá... ¿Se te ocurre algo mejor?
ÁMBAR- Agua. Tomemos sólo agua.
AZUL- El café nos ayuda a no dormir.
ÁMBAR- Deberíamos de dormir.
AMATISTA- Díselo a ella.
ÁMBAR- Quiero decirle muchas cosas.
AZUL- Díselas.
ÁMBAR- No tiene caso.
AZUL- Te puede oír.
ÁMBAR- No quiero que me escuche, quiero escucharla yo. Hace mucho que no
escucho ni una sola palabra de ella.
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ÁMBAR- Conejo.
AMATISTA- ¿Conejo?
ÁMBAR- Comamos conejo.
AMATISTA- El conejo tiene mucha grasa.
ÁMBAR- Conejo asado.
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AMATISTA- Aún así tiene grasa.
ÁMBAR- ¿Qué quiere comer, señorita anoréxica?
AMATISTA- Algo con menos grasa, señorita... ¡bulímica!
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AZUL- Algo tiene.
IV
Las tres llenan la mesa con instrumentos de cocina y alimentos. Se ponen delantales.
ÁMBAR vierte en un recipiente dos líquidos y comienza a batirlos. AMATISTA pica
verduras sobre una pequeña tabla. AZUL raya queso.
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AZUL- Sí, sólo balbucea.
ÁMBAR- Dijiste que iba a estar mejor y no es cierto. Mentiste. Todo el tiempo mentiste.
AZUL- No mentía.
Cada una sigue en su labor. ÁMBAR sonríe. AMATISTA y AZUL la miran. ÁMBAR
mantiene la sonrisa. AMATISTA regresa a su labor, AZUL empieza a sonreír también.
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AZUL- (Empezando a recoger las cosas) Creo que mejor comemos conejo con
calabazas.
V
AMATISTA esta hincada sobre el centro de la mesa, tiene los brazos extendidos y las
palmas hacia arriba; mueve lentamente los brazos hacia el frente hasta juntar las
palmas. Lleva las palmas hasta la mesa y mantiene los brazos en tensión. Durante
todos los movimientos mantiene la mirada hacia el frente. Entra ÁMBAR y observa
como AMATISTA repite la secuencia de movimientos.
AMATISTA continua con los movimientos. ÁMBAR se sube sobre la mesa, se coloca
detrás de AMATISTA.
ÁMBAR- El viento puede ayudar; sopla con fuerza, si izáramos la vela pronto
llegaríamos.
AMATISTA- Es un viento que miente, no hay que confiar en él.
ÁMBAR- ¿En qué se puede confiar ahora que no hay estrellas?
AMATISTA- En la barca que construimos cuando éramos pequeñas.
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ÁMBAR con una mano se cubre la frente, como si se protegiera de la luz para ver en la
lejanía.
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AMATISTA niega con la cabeza y sale. ÁMBAR se cruza de brazos y se balancea
suavemente mientras tararea la canción de los pescadores.
el sonido de los cubiertos. ÁMBAR se siente un poco incomoda ante el silencio de las
otras. ÁMBAR marca el compás de alguna melodía golpeando un cubierto sobre la
mesa.
Se escucha el rasgueo de la cítara. Las tres evitan mirar en dirección a donde proviene
el sonido. Fingen que no lo escucharon y continúan comiendo. Es más despacio la
forma en que se llevan la comida a la boca. El silencio es pesado. AZUL cada vez está
más intranquila. ÁMBAR vuelve a marcar el compás, sólo que el sonido es más fuerte.
AMATISTA se levanta para quitarle el cubierto y regresa a su lugar. ÁMBAR va a
protestar pero AZUL le interrumpe.
AZUL- Turquesa.
AMATISTA- ¿Qué?
AZUL- Creo que las alas de las hadas son de color turquesa.
Nuevo sonido de la cítara. Ninguna voltea. Siguen comiendo, pero ahora es con
desgano. Se miran de reojo sin decir nada. Vuelve a escucharse la cítara. ÁMBAR
juega con el cuchillo. AMATISTA agita el agua del vaso. AZUL mira su plato.
ÁMBAR- Sí. Yo también creo que son de color turquesa. Pero algunas tienen alas
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moradas.
AZUL- Algunas. Las que son perversas.
El sonido de la cítara ya no es sólo acordes, es una melodía entre cortada que las
lastima. ÁMBAR empieza a tararear en voz baja queriendo ahogar el sonido de la
cítara. AMATISTA trata de seguir comiendo. AZUL cruza los dedos a la altura de la
boca. El volumen de la cítara incrementa.
AMATISTA- Quiero comer tranquila aunque sea una vez. ¿Es mucho pedir?
AZUL- Come.
AMATISTA- Haz que se calle.
AZUL- Sólo come.
AMATISTA- (Mirando a ÁMBAR) Sí. Desde que ella esta así me he vuelto anoréxica.
ÁMBAR- Y yo bulímica. Creo que voy a vomitar, me siento asqueada.
AMATISTA se levanta con furia y sale. ÁMBAR se levanta, va a vomitar. AZUL trata de
seguir comiendo, no puede tragar y escupe el bocado, comienza a llorar.
VII
ÁMBAR está de pie tras la mesa, juega con el metrónomo. Entra AZUL y mira a
ÁMBAR. ÁMBAR se siente observada y deja de jugar, coloca con cuidado el
metrónomo sobre la mesa.
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un ritmo lento)
AZUL- Si escuchas una gota constantemente no te relaja, por el contrario es tortuoso.
ÁMBAR- En ocasiones el tormento está en el silencio. (Detiene el metrónomo para que
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ÁMBAR- Entre las tres podremos hacer ese final feliz.
AMATISTA- Eso no existe.
ÁMBAR- ¿Qué existe entonces?
VIII
AZUL- Deberías tener consideraciones para Ámbar, para ella es más difícil.
AMATISTA- (Fuera de escena) Azul.
AZUL- Llegará el día en que...
AMATISTA- (Entrando) En que ya no tendremos que soportar más.
AZUL- ¿A qué te refieres?
AMATISTA- Que esto terminará tarde o temprano.
AZUL- ¿Estás deseando...?
AMATISTA- No estoy deseando nada, sin embargo ocurrirá.
AZUL- Todavía no.
AMATISTA- No hay cura y menos milagros.
AZUL- Vendrán a verla y...
AMATISTA- Y cambiaran las inyecciones por otra cosa, y te dirán palabras de aliento, y
alimentarás tus esperanzas, pero en el fondo sabes perfectamente que no se puede
hacer nada.
AZUL- Lo intentaré todo.
AMATISTA- Ya lo intentaste.
AZUL- ¿Por qué eres tan cruel?
AMATISTA- Porque no me engaño.
AZUL-¿Y yo sí?
AMATISTA- Caíste en su trampa, sigues creyendo en sus cuentos. Sólo nos engañaba,
nos inventaba historias porque era su forma de diversión, porque sabía que no existen.
Se burlaba de nosotras cada noche después de que dormíamos. Ahora, ahí en esa
cama, se sigue burlando de nosotras.
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AZUL- No se burla de nadie. Realmente está sufriendo.
AMATISTA- No lo dudo, pero en el sufrimiento está la burla.
AZUL- Por favor, Amatista.
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AMATISTA- ¿Y?
AZUL- ¿Y qué?
AMATISTA- Es el momento de hacer algo.
AZUL sale rápidamente. ÁMBAR espera a AMATISTA, al ver que ella no tiene intención
de ir, sale.
IX
AMATISTA esta hincada sobre la mesa como en la escena V. Bajo la mesa esta
sentada AZUL, abraza sus piernas. Acostada boca abajo ÁMBAR manipula el
metrónomo. El sonido de la cítara es constante, monótono y durará hasta el final del
cuento de AMATISTA.
AMATISTA- El pescador estaba sentado sobre la arena, contemplaba la puesta del sol.
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Tenía sus redes llenas y se sentía tranquilo. Una gaviota cruzó el cielo. El pescador se
sintió fuertemente atraído por ella y la siguió con la mirada. La gaviota volaba sobre el
mar, cada vez era más difícil verla. El pescador, sin saber por qué, se subió a su
X
Las tres están a la mesa, juegan continental. AMATISTA fuma, ÁMBAR sostiene las
cartas con ambas manos, AZUL tiene una paleta.
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AZUL- ¿Hasta cuál vamos a jugar?
AMATISTA- Hasta las cuatro corridas.
ÁMBAR- Esa es muy difícil. Mejor hasta las tercias.
AMATISTA- ¿Hablaste?
AZUL- Sí.
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AMATISTA- ¿Qué dijeron?
AZUL- Colgué.
AMATISTA- ¿Cómo?
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AZUL- Lo hago por ella.
AMATISTA- Lo haces por tu terquedad.
ÁMBAR- No tiene que acabar así.
AMATISTA sale por el pasillo. ÁMBAR revisa las cartas que dejó AMATISTA.
XI
El sonido de la cítara es fortísimo y lastimero. Entra rápidamente ÁMBAR, lleva un
recipiente lleno de agua y sale. AMATISTA fuma cerca de la ventana, mira la lluvia y
suelta el aire hacia el exterior. Vuelve a entrar ÁMBAR con un recipiente distinto al
anterior; tropieza y cae, el líquido del recipiente se derrama sobre el suelo. AMATISTA
no voltea. ÁMBAR se levanta lo más rápido que puede, no sabe si limpiar o ir por más
agua.
ÁMBAR va por agua. AMATISTA voltea y mira el líquido derramado. ÁMBAR pasa con
más agua. El sonido de la cítara va disminuyendo, permanece en un volumen bajo.
Entra AZUL, ve la ventana abierta y se dirige a ella a tomar aire. Entra ÁMBAR y se
sienta. AMATISTA sale.
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ÁMBAR- Está peor.
AZUL- Mejorará.
ÁMBAR- Nunca se había puesto así.
Entra AMATISTA con una jerga y limpia el líquido. Sale. ÁMBAR se acerca a la
ventana, saca una mano para tocar la lluvia.
Entra AMATISTA con tres tazas de café y se sienta. Bebe de su taza. AZUL toma una
taza y también bebe. AMATISTA y AZUL miran la lluvia.
AMATISTA- Ha empezado el tiempo de lluvia. Vendrán los rayos, los truenos y
tendremos día grises, días sin refugio.
AZUL- Después de la tormenta saldrá el sol.
AMATISTA- No hay sol, no lo habrá nunca, tenemos un eclipse en ese cuarto.
AZUL- Nosotras seremos su luz.
AMATISTA- No se puede hacer algo por ella. Es el momento de hacer algo por
nosotras.
AZUL- No me daré por vencida.
AMATISTA- No es cuestión de vencidos o vencedores. Es cuestión de realidades.
AZUL- Esta es mi realidad.
AMATISTA- La puedes cambiar.
AZUL- No a ese precio. No podré dormir con ese tormento.
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AMATISTA- No puedes dormir con este tormento.
ÁMBAR- ¡Basta! Basta. Dejen de discutir como si ella fuera un bulto.
AMATISTA- Trato de que no lo sea.
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sobre ella sus propios polvos para dormir por toda la eternidad y conservar la luz que
alguna vez tuvo.
AZUL-¿Qué sea polvo?
AZUL- Yo no lo haré.
AMATISTA- Lo sé. Sé que tampoco Ámbar lo hará.
AZUL- Te vas arrepentir sí lo haces.
AMATISTA- Hay muchas cosas de las que podría arrepentirme más no lo hago. Sólo
me lamento. El arrepentimiento te ofrece la posibilidad de la redención; la lamentación
no. En la lamentación no hay escape, ni bendiciones, y no las pido.
AZUL- ¿Estás segura de lo que quieres hacer, Amatista?
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AMATISTA- Lo estoy.
AZUL- ¿Te lo dice el corazón?
AMATISTA- El corazón no habla.
ÁMBAR y AZUL salen. AMATISTA abre la caja y saca una jeringa y una pequeña
ampolleta.
AMATISTA- Siempre creí en ti, por eso esta noche seré yo quien esparza los polvos de
hada y te diré al oído... duerme.
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AMATISTA preparara la jeringa. El espacio se va oscureciendo El sonido de lluvia
permanece.
obra protegida por INDAUTOR DESDE LA TORMENTA DE UN MÚSCULO QUE NO TIENE SENTIDO.
2003