Dialnet LaZarzuelaConferencia 6910708
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Luis Ruiz de la Peña (1905-1973), retrato fotográfico (finales de la década de 1930).
320
la zarzuela (conferencia) 321
6
Así en el original. Comienzo de una frase que quedó sin desarrollar.
7
Juan Hidalgo Polanco (1614-1685).
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10
Luigi Boccherini (1743-1805).
328 luis ruiz de la peña
puesto, pues dirigía la orquesta en otro teatro. Así las cosas, tras el estreno de
Tribulaciones de Gaztambide, hace su aparición apoteósica, no obstante los
vaticinios pesimistas, la zarzuela Jugar con fuego de Barbieri, la primera que se
escribía en tres actos, por lo cual se la llamó «zarzuela grande», nombre que
logró éxito y se hizo genérico. El argumento es el siguiente:…16
Celebrado con tanta pompa el natalicio de la «zarzuela grande», se apunta
otro magno éxito su autor con Los diamantes de la corona, cuyo libreto está
basado en uno del francés Scribe. Su música, como la de Jugar con fuego, con-
tiene verdaderos hallazgos españolistas como, por ejemplo, el dúo de tiples
que se ha hecho famoso por su brioso ritmo de bolero. Nótese que este
ritmo es genuinamente español. Escúchenlo: [segunda audición].
Un año antes del estreno de Los diamantes de la corona se puso en esce-
na El dominó azul de Arrieta. Juan Emilio Arrieta17 es otro de los grandes
zarzuelistas de la época. Influido por la música italiana, no desaparece esta
influencia cuando hace música española y, tanto en El dominó azul como
en Marina (la obra que le habría de inmortalizar), se pueden notar los ves-
tigios del género operístico. Marina, después convertida en ópera (he aquí
los vestigios a los que antes aludíamos), produjo en su estreno bastante
desilusión y sólo mucho más tarde, cuando ya era ópera, la cantó el famoso
Tamberlick en el Teatro Real madrileño, obtuvo una rehabilitación que
aseguraría de rechazo, perdurable longevidad a la versión primitiva, esto es,
a la zarzuela.
Los dos últimos grandes cultivadores de la «zarzuela grande» en el
siglo xix son Caballero y Chapí. Manuel Fernández Caballero,18 autor entre
otras de Los sobrinos del capitán Grant y Salto del pasiego, se distinguió por
su vena melódica inagotable, que se nutría con gran acierto de elementos
musicales fáciles y populares, lo que le hizo conocidísimo en su época. La
mejor de sus zarzuelas es, sin duda alguna, Gigantes y cabezudos. Ruperto
Chapí,19 alicantino, habilísimo técnico y hombre de gran actividad, ha con-
tribuido, quizá más que nadie, a enriquecer y prestigiar la zarzuela, tanto
16
Como no vienen recogidos en el texto, se supone que los argumentos de las
obras eran resumidos o leídos por el conferenciante.
17
Juan Pascual Emilio Arrieta (1821-1894).
18
Manuel Fernández Caballero (1835-1906).
19
Ruperto Chapí (1851-1909).
330 luis ruiz de la peña
por la cantidad de sus obras como por la calidad de las mismas. La tempestad,
estrenada en 1882 con extraordinario éxito, fue punto de partida de triunfos
tan continuos como merecidos. A esta siguieron La Bruja (modelo de lo que
debía ser la ópera cómica española), El rey que rabió, Las hijas del Zebedeo, etc.
Pero la que consolidó definitivamente su cartel de músico sobresaliente es
La Revoltosa. Obra realmente extraordinaria, sobre todo en su orquestación.
El preludio se ha hecho pieza de concierto. Cuéntase que Camile Saint-
Saëns, el notable compositor francés, oyó dicho preludio, quedó maravillado.
Su sorpresa aumentó cuando le dijeron que aquello no era sino el preludio
de una «zarzuelita».
En efecto, por aquel entonces, paralelamente al «género grande», por el
estilo de Jugar con fuego, se creó un tipo de zarzuela más reducido, en un solo
acto, que por oposición se llamó «género chico». Pero antes de decir cómo
se hizo la innovación y quiénes fueron los innovadores, escuchen el famoso
dúo de La Revoltosa: [tercera audición].
La expresión, bien pronto popular de «género chico», surgió en los últi-
mos decenios del siglo xix para fijar, como hemos dicho antes, el contraste
dimensional entre aquél «género grande», que Barbieri había entronizado
en el repertorio lírico español, y una posterior modalidad de proporcio-
nes muy angostas, pues imponía como condición que las correspondientes
producciones literario-musicales no excediesen de un acto. ¿Era esto una
novedad? No. Ya hemos visto que, al tiempo que Barbieri estrenaba su Ju-
gar con fuego, Gaztambide, Oudrid y el mismo Barbieri habían puesto en
escena obras de uno o dos actos. Pero estas obras no eran todavía «género
chico», pues tal denominación no estaba aún creada. Se empezó a usar este
nombre en unas funciones exclusivamente dramáticas, esto es, sin música,
que el actor José Valles implantó en un modestísimo teatro de la Flor Baja,
en Madrid, llamado El Recreo. El precio de la localidad era de un real. Lo
económico de la entrada y lo asequible de los argumentos, generalmente
de pocas preocupaciones literarias, dio a las representaciones una gran po-
pularidad. De esta suerte nació el «género chico», al principio sin música,
aunque parezca insólito a más de uno. Tal innovación data de 1868, año de
fuertes sacudidas políticas en la vida española. Así, pues, renace el sainete que
en el siglo anterior, merced a don Ramón de la Cruz, había escalado altas
cimas. No le falta en el siglo xix otro cultivador ilustre, don Ricardo de la
la zarzuela (conferencia) 331
Vega, a este género, tan sencillo en apariencia, tan castizo en el fondo, tan
atractivo en la forma.
Pronto surgió un zarzuelista dedicado a este tipo, Federico Chueca.20 Este
compositor madrileño pronto gozó de una extraordinaria popularidad, por
su fácil y alegre melodía inspirada en la musa callejera, que pronto pasaba
a los organillos y a los cafés cantantes. Música parecida, en cierto modo, a
las canciones y cuplés populares franceses, con idéntica jovialidad retozona
e igual descoque. Chueca abusó de su pasmosa facilidad, no preocupándose
nunca de aprender bien la técnica musical, y dando a pulir sus obras, prime-
ramente a Barbieri y Bretón, y más tarde a Valverde.21 Chueca y éste firmaron
muchas obras juntos, si bien este último se limitaba a instrumentarlas conve-
nientemente, mientras la gracia, la sal y el donaire que capean en esta pletórica
producción son obra exclusiva del «ingenioso Federico», como le llamaba su
colaborador que, para sus cantables, prescindía del poeta y ponía versos de su
propia cosecha, cuyo salero sólo se puede percibir cuando van asociados a la
música como algo indisoluble. El 25 de mayo de 1880, en el Teatro de la Al-
hambra, se estrena La canción de la Lola.Tal fue su éxito que se representó nada
menos que… tres años consecutivos. Madrid había encontrado a su músico,
madrileñísimo por excelencia, pues esta cualidad separaba a Chueca de Bar-
bieri, el compositor consagrado, cuyo atildado casticismo solía revestirse de
cierta influencia italiana.Tras el éxito de La canción de la Lola reverdece sus lau-
reles Chueca con otra producción chispeante de ingenio, La Gran Vía. Se es-
trena en el estío de 1886 en el Teatro Felipe, pasando de ahí al Apolo (que sería
durante mucho tiempo «la catedral del género chico»), y durante cuatro años
consecutivos permaneció en el cartel día tras día. Todo el mundo cantaba por
entonces el vals del Caballero de Gracia, el número de los Ratas, el coro de
marineritos y todas las piezas populares de la misma obra. Después, los triunfos
de Chueca se cuentan por estrenos, De Madrid a París, Los barrios bajos, Agua,
azucarillos y aguardiente, y en la cúspide de su producción, La alegría de la huerta.
Tiene La alegría de la huerta números que son verdaderas piezas antológicas por
el frescor inigualable de la melodía y el acertado acompañamiento, armónico
e instrumental. Escuchen la popular jota: [cuarta audición]
20
Federico Chueca (1846-1908).
21
Joaquín Valverde Durán (1846-1910).
332 luis ruiz de la peña
22
Tomás Bretón (1850-1923).
23
Jerónimo Jiménez (1858-1923).
la zarzuela (conferencia) 333
24
josé deleito y piñuela, Origen y apogeo del género chico, Madrid, Revista de Oc-
cidente, 1949.
25
La antigua sede del Banco de Vizcaya (hoy, Banco Bilbao Vizcaya Argentaria).
334 luis ruiz de la peña
El siglo XX
26
emilio cotarelo y mori, Historia de la zarzuela, o sea, el drama lírico en España desde
el origen a fines del siglo XIX, Madrid, Tipografía de Archivos, 1934.
la zarzuela (conferencia) 335
rante el siglo xx se cambiaron las tornas: así es como decae a su vez el «gé-
nero chico» para preparar, por así decirlo, el retorno de la zarzuela grande.
El año 1900 presenció el estreno de varias obras en un acto, como si el
crepúsculo de un género se adornase con los más bellos colores. Es el año
de La alegría de la huerta de Chueca, de La Tempranica de Giménez, de El
barquillero de Chapí, de La balada de la luz de Vives, autor del que luego nos
ocuparemos más detenidamente. A pesar de esto, el primer decenio del
siglo es fatal para este género menor. En 1901, falleció José Rogel, el olvida-
do entronizador de los bufos parisienses, y pronto fallecerán fecundísimos
mantenedores de este tipo de zarzuela. En 1907, muere Caballero; en 1909,
con tres meses escasos de distancia, Chapí y Chueca, y en 1910, Joaquín
Valverde, el inseparable colaborador de este último. Las más de sus melo-
días, de aquellas melodías popularizadas en los organillos, silbadas por las
calles, canturreadas por todo el mundo, se olvidan y son reemplazadas por
las de otros músicos dotados de facilidad e inspiración, de ingenio los más, y
de verdadero genio algunos, sin duda. Los carteles, al renovar su repertorio,
los formaban resucitando zarzuelas grandes del pasado siglo y creando tam-
bién otras que serán gustadísimas. No solamente lo ensanchan, sino que lo
animan por añadidura estrenando operetas de buen tono y revistas de gran
suntuosidad. El más insigne de todos los zarzuelistas del nuevo siglo es Vives.
Amadeo Vives27 nació en un pueblo de la provincia de Barcelona, siendo
el menor de una familia de 16 hermanos. Recibió las primeras lecciones
musicales de uno de sus hermanos, siendo trasladado a Barcelona cuando
contaba diez años. Entró a formar parte de la escolanía de una iglesia y
pronto comenzó a estudiar piano, armonía y composición. Tanto le seducía
la música de Beethoven que, según se dice, llegó a saber de memoria sus
32 sonatas para piano cuando apenas contaba 15 años. Estrenó en Barcelo-
na su primera obra teatral, la ópera Artús que alcanzó buen éxito, siéndole
comprada la partitura por el empresario por cinco mil pesetas. Siguiendo
el consejo de amigos y admiradores, se traslada a Madrid y allí, como no
podía ser menos, es absorbido por el mundo de la zarzuela. En colabora-
ción con Giménez escribe La gatita blanca, y más tarde La balada de la luz,
ambas del «género chico». Si su Don Lucas del Cigarral, la primera zarzuela
27
Amadeo Vives (1871-1932).
338 luis ruiz de la peña
Julián Cañedo (en el centro, con traje y corbata), acompañado de los Cuatro Ases de la
Canción Asturiana y peones, posando en el patio de caballos antes de una capea. Tarjeta postal
(82 × 133 mm) del fotógrafo Félix o de su hijo Javier Mena («Mena. Fotógrafo»), Pam-
plona.
En la doble página precedente, El Orfeón Ovetense, 1930. Fotografía de Ramón Gar-
cía Duarte (1862-1936). Integraban el Orfeón ciento ochenta voces mixtas y entre los
solistas se encontraban los Cuatro Ases de la Canción Asturiana: Cuchichi, Botón, Miranda
y Claverol.
fael Millán, nacido en 1893, abandonó para siempre las actividades musicales
allá por el año 1925 debido a una enfermedad mental que aún sobrelleva
hoy,28 después de haber escrito zarzuelas verdaderamente notables: El pájaro
azul, La Dogaresa, etc. En estrecha colaboración, interrumpida por la muer-
te siendo jóvenes aún, produjeron obra tras obra, con inspiración lozana,
el gallego Severiano Soutullo, nacido en 1884 y muerto a los 48 años,29
y el valenciano Juan Vert, que habiendo nacido seis años más tarde que
su colaborador, murió un año antes que este.30 Ambos contribuyeron muy
felizmente al resurgimiento de la «zarzuela grande» con obras fundamen-
tales como La leyenda del beso (¿quién hay que no haya oído alguna vez el
intermedio de esta obra?) y La del Soto del Parral, zarzuela que parece escrita
estrictamente para el lucimiento del barítono, pues este interviene en sus
números más felices y a su cargo corre la popularísima romanza. Su argu-
mento es el siguiente:…31 Oigan la mencionada romanza al barítono A. C.32
[quinta audición]
Una vez llegados a este puesto en la historia del género lírico, tócanos
hacer mención de una variante de este, la opereta. La opereta, cultivada sobre
todo en Francia y descendiente directa de las óperas bufas italianas, se ca-
racteriza y diferencia de la zarzuela, primeramente, en el carácter más alegre
y frívolo, más cosmopolita, mientras que la zarzuela, como hemos visto en
su definición, es eminentemente nacionalista. Otra diferencia, más extensa,
es que en la opereta suelen intervenir personajes de sangre azul (príncipes,
nobles, etc.). Por otra parte, tienen de común una y otra el que en la acción
dramática la música alterna con la palabrea hablada.Y esta es la razón por lo
28
Rafael Millán Picazo (1893-1957). Murió, en efecto, en 1957.
29
Reveriano Soutullo (1884-1932).
30
Juan Vert (1890-1931).
31
Véase la nota 16.
32
Al comienzo de su intervención, el conferenciante promete al auditorio interca-
lar una serie de ilustraciones musicales a cargo de las principales figuras de la Compañía
Lírica. No sabemos si esto sucedió así o, por el contrario, decidió acudir a la interpreta-
ción directa al piano o, mejor aún, al recurso más seguro de una selección discográfica.
En cuanto a las iniciales A. C. que usa para referirse al intérprete de este fragmento,
¿podrían hacernos sospechar que se tratara de una grabación del conocido barítono
gijonés Antonio Campó, nombre artístico de Antonio Sánchez Camporro (Gijón, 1922-
La Coruña, 1998)?
340 luis ruiz de la peña
38
José María Usandizaga (1887-1915).
39
Jesús Guridi Bidaola (1886-1961).
342 luis ruiz de la peña
por una minoría, más o menos numerosa, pero minoría al fin. Por tanto,
no hay porqué alarmarse ante este fenómeno que pudiéramos llamar de
pérdida de popularidad: hoy por hoy, la música de la zarzuela es todavía
la más conocida y gustada de un amplio sector del público. Pero hay otro
aspecto en la decadencia de la zarzuela que ya es bastante más serio. Se ha
acabado la producción de zarzuelas.Ya nadie piensa en escribir obras de esta
clase. Inexplicablemente, los grandes músicos modernos españoles huyen
de la zarzuela con una unanimidad y una constancia digna de mejor causa.
¿No es realmente triste que un Albéniz40 haya escrito una Pepita Jiménez
que no es zarzuela, sino ópera, y que Granados41 haya escrito Goyescas que
tampoco es zarzuela sino también ópera? ¿Qué hubiera pasado si el in-
mortal Falla o Turina42 hubiesen dedicado parte de su maravillosa obra a la
zarzuela? Autores los cuatro netamente castizos, con una música específica-
mente española por primera vez en la historia musical de nuestra Patria y,
sin embargo, no plasmaron su inspiración con los moldes españolísimos de
la zarzuela. Tan sólo Albéniz produjo algunas, por lo que indudablemente
no hubiese conquistado la fama que hoy posee gracias a otras producciones.
Y en la última generación, en esta generación que se ha dado en llamar
«de la postguerra» ¿dónde está la zarzuela? Ni los dos Halffter (Rodolfo y
Ernesto), ni Joaquín Rodrigo, ni Esplá,43 ni otros autores de segunda fila
aplicaron su inspiración al género lírico. Tan extraño es el hecho que no
podemos por menos de buscar una explicación. Personalmente, y sin el
menor propósito de dogmatizar o sentar cátedra, creo que es la siguiente:
todos ellos, desde Albéniz hasta Rodrigo pasando por Turina, son músicos
de vanguardia, es decir, músicos a la última moda, dicho sea sin el menor
matiz peyorativo; ahora bien, el único género que ha permanecido refrac-
tario a los indudables progresos armónicos y orquestales de nuestro siglo ha
sido la zarzuela. Oyendo El canastillo de fresas de Guerrero, que puede con-
siderarse como la última pieza valiosa del género, no advertimos ninguna
de las trascendentales libertades que trajo consigo, por ejemplo, un Debussy,
40
Isaac Albéniz (1860-1909).
41
Enrique Granados (1867-1917).
42
Manuel de Falla (1876-1946) y Joaquín Turina (1882-1949).
43
Rodolfo (1900-1987) y Ernesto Halffter (1905-1989), Joaquín Rodrigo (1901-
1999) y Óscar Esplá (1886-1976).
la zarzuela (conferencia) 343
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344
Este cuarto número del
Anuario de la Sociedad Protectora de La Balesquida,
con el que solemniza los seculares festejos patronales y
el popular Martes de Campo en Oviedo
(primer martes después del domingo de Pentecostés),
se acabó de imprimir el viernes, 26 de abril.
oveto, a. d. mmxix
_______
…declaré que lo universal es lo local sin paredes
(Miguel Torga, «Prólogo a la versión castellana» de
Cuentos de la montaña, 1987)