Asistencia Familiar para Ascendientes
Asistencia Familiar para Ascendientes
Asistencia Familiar para Ascendientes
1. Introducción...........................................................................................................................................1
1.1. Tema de investigación.................................................................................................................2
1.2. Justificación.................................................................................................................................3
1.2.1. Línea de investigación.........................................................................................................6
1.3. Objetivos......................................................................................................................................8
1.3.1. Objetivo principal................................................................................................................8
1.3.2. Objetivos específicos...........................................................................................................8
2. Marcos referenciales..........................................................................................................................8
2.1. Marco Contextual........................................................................................................................8
2.2. Marco teórico.............................................................................................................................11
2.2.1. Derechos de la persona adulta mayor.................................................................................11
2.2.2. El régimen jurídico de la asistencia familiar......................................................................12
2.3. Marco jurídico...........................................................................................................................13
3. Análisis.............................................................................................................................................14
3.1. Derechos humanos de las personas adultas mayores..................................................................14
3.1.1. En el ámbito internacional.................................................................................................15
3.1.2. En la legislación boliviana.................................................................................................18
3.2. El régimen jurídico boliviano de la asistencia familiar..............................................................21
3.2.1. Aspectos generales de la asistencia familiar.......................................................................21
3.2.2. La asistencia familiar para padres y abuelos adultos mayores............................................22
4. Conclusiones.....................................................................................................................................24
5. Referencias.......................................................................................................................................26
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1. Introducción
Las personas adultas mayores son una fuente invaluable de experiencia, formaron la sociedad
que ahora se vive y dieron su esfuerzo y energía de vida por el progreso del país en que residen.
Inculcaron valores a las personas de hoy y se encargaron de cuidar e instruir a su descendencia.
Para tan respetable labor de vida, es meritorio que las personas adultas mayores vivan una vejez
digna y tranquila, sin tener que verse enfrentados con la necesidad, el maltrato y el abuso. Por
ello, les son reconocidos derechos humanos que garantizan su protección contra estas vicisitudes,
les posibilita el acceso a salud, educación, cultura, participación, y a su independencia y
autorrealización.
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Continuando con estas iniciativas, en 2002 se adopta el Plan de Acción Internacional sobre el
Envejecimiento en Madrid y más adelante la Declaración de Brasilia en 2007. Por otra parte, La
Organización de los Estados Americanos también hacia avances sobre los derechos de las
personas mayores y en 2015 adopta la Convención Interamericana sobre la Protección de los
Derechos Humanos de las Personas mayores, la cual es firmada y también ratificada por El
Estado Plurinacional de Bolivia.
Por otra parte, la legislación boliviana ha tomado en cuenta en varias oportunidades a través
de años y gobiernos, las necesidades que puede tener una persona adulta mayor o de la tercera
edad, otorgándoles una posición privilegiada en la sociedad, así como algunos beneficios y
también derechos que los protegen, uno de ellos es el beneficio de recibir asistencia familiar por
parte de sus descendientes. Todas estas son medidas que buscan coadyuvar de alguna manera a la
satisfacción de las necesidades que aparecen con el envejecimiento.
De modo que la persona adulta mayor es reconocida como un miembro de la sociedad con
derechos adquiridos en razón del estadio de su vida, y se buscará poder entender al régimen de la
asistencia familiar como uno de estos derechos y, a su vez, cómo puede este posibilitar el
ejercicio de otros derechos humanos que les son reconocidos a las personas adultas mayores
tanto dentro del ordenamiento jurídico boliviano como en los principales instrumentos
internacionales sobre derechos humanos de las personas adultas mayores..
El tema a ser investigado en este trabajo se refiere a “La asistencia familiar para los
ascendientes y su relación con los derechos humanos reconocidos a la persona mayor”. Para
empezar, el régimen boliviano de la asistencia familiar, así como muchos otros, contempla el
beneficio de la asistencia familiar a los ascendientes, es decir que hace beneficiarios a los padres
y abuelos, respecto de sus hijos o nietos, quienes se encuentran dentro de los sujetos obligados a
la asistencia. Esto, considerando las necesidades por las que pasa una persona de la tercera edad
y a su vez, por lo común que resulta que los mismos no tengan una fuente de trabajo estable o
padezcan una enfermedad.
Asimismo, la asistencia familiar toma en cuenta la relación de parentesco que hay entre el
obligado y el beneficiario de la asistencia familiar. Fundado en que al ser parte de una misma
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familia y ser, en este caso, los ascendientes quienes dieron lugar a la vida de sus hijos o nietos, y
a los que de una forma o de otra cuidaron, se hacen parte de la reciprocidad que compone a este
instituto y de la naturaleza moral de la asistencia familiar por el cual, todo aquel que puede
recibirla también deberá darla.
1.2. Justificación
Dado que la asistencia familiar tiene como actores a los miembros de una familia, esta puede
entenderse en dos sentidos:
En el sentido estricto, es el conjunto de dos o más individuos que viven ligados entre sí por un
vínculo colectivo reciproco e indivisible de matrimonio o de convivencia, de parentesco o de
afinidad y que constituyen un todo unitario. En cambio en un sentido amplio y genérico, es el
conjunto de personas unidas por un lazo de parentesco, de matrimonio, de convivencia, o de
adopción (Paz Espinoza, 2015).
De esta forma, la familia se configura como un grupo de personas unidas por diferentes
vínculos, especialmente los de parentesco. Tiene gran importancia, pues en palabras de los
Hermanos Mazeaud citados por Morales (2006) la familia es también “La colectividad formada
por el padre, la madre y los hijos. Colectividad natural y primigenia manifestación de la
sociabilidad, bien llamada, por eso, célula social por excelencia” (p.90). Considerando lo
anterior, se entiende que la familia sea digna de protección jurídica y también de ser reguladas
las relaciones entre sus miembros, siendo una de estas regulaciones, el régimen de la asistencia
familiar.
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Entonces, la asistencia familiar puede conceptualizarse por Paz Espinoza (2015) citando a
Bonnecase de la siguiente manera “la obligación de prestar asistencia familiar es la relación de
derecho por virtud de la cual una persona está obligada a subvenir en todo o en parte las
necesidades de otra” (p.449). Así también cita a Planiol y Ripert “Es la obligación impuesta a
una persona de suministrar a otra persona los socorros necesarios para la vida” (p.449). De
manera que por medio de la asistencia familiar un miembro de la familia puede ser ayudado por
otro para satisfacer sus necesidades, cuando así lo requiera.
Con este entendimiento, la asistencia familiar denota su característica moral, relacionada a los
valores familiares, los cuales son la base de la sociedad. Y es que la asistencia familiar o pensión
alimenticia, materializa la relación de parentesco y lo convierte en una forma de auxilio, de tener
a quien recurrir en casos de necesidad: a los familiares, quienes por ley se ven obligados al
sostenimiento de sus parientes en los distintos grados determinados por esta. Dice Alvarez
(1997) que “La persona de la tercera edad, al llegar a la jubilación, pasa de ser un productor a ser
un consumidor, quedando en el grupo de las fuerzas pasivas del país” (p.15). Tal es el caso de la
asistencia familiar para los ascendientes, para aquellos miembros de la familia que ayer dieron de
sí para su familia, sus hijos o nietos, y que hoy por el paso del tiempo requieren de la
cooperación de su descendencia para subsistir.
Generalmente, se busca que voluntariamente los hijos se hagan cargo de sus padres, pues esto
demanda el sentido de familia y a su vez, los vínculos afectivos que se forman en familia.
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Poco a poco, las generaciones concurrentes tejen entre ellas una compleja red distributiva de
recursos, que suele trasladar en la más joven el papel proveedor. Bisabuelos y abuelos con
magras jubilaciones y pensiones. Hijos integrados al mercado de trabajo que subsidian a sus
mayores. Nietos jóvenes, que se preparan para ello, cual carrera en posta. (Dabove, 2017,
p.13).
Sin embargo existen situaciones en las que los hijos o nietos se desentienden completa o
parcialmente de sus padres o abuelos, dejándolos desprotegidos y es entonces donde entra a
actuar la obligación establecida por ley de asistir al adulto mayor, al ascendiente.
Ahora bien, los derechos de las personas adultas mayores no son ajenos al régimen de la
asistencia familiar desde que este permite que los ascendientes, padres o abuelos de la tercera
edad, reciban este beneficio por parte de sus descendientes. Esto debido a que obtener una
asistencia familiar, es una fuente de recursos que viabiliza que las personas adultas mayores
puedan vivir una vejez digna, mejorando el estado de su calidad de vida y posibilidades de
acceso a la vivienda, salud, educación e incluso recreación. En ese sentido, aparece una nueva
rama del derecho, denominada derecho de la vejez o derecho de la ancianidad, la cual:
Se ocupa de abordar de manera integral las cuestiones jurídicas relacionadas con las personas
de sesenta años o más –o bien que hayan entrado en edad jubilatoria–; en virtud de las
características existenciales especiales. Esta nueva rama comprende el estudio de los derechos
fundamentales de autonomía, participación y de crédito, que pueden serles atribuidos a las
personas que han comenzado a transitar esta etapa de sus vidas” (Dabove y Di Tullio, s.f.,
pp.19-20).
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Constitución Política Del Estado, una ley especial y otras disposiciones, así como convenciones
y tratados internacionales, y principalmente, los principios de las Naciones Unidas a favor de las
personas de edad, resulta conveniente su estudio y análisis.
La asistencia familiar, como figura jurídica, forma parte del derecho de familia, rama del
derecho que de acuerdo a Hinostroza (1999) citando a Rebora es:
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una y de la otra; y, por último, a las instituciones apropiadas para su preservación y, según las
circunstancias, para su restauración o reintegración ( p. 30).
Así, se comprende que el tema a ser analizado en este trabajo corresponde dentro de la línea
de investigación de “Familia y Comunidad”, simplemente por tratarse de la regulación de las
relaciones familiares. Concretamente, siendo la asistencia familiar uno de los institutos que más
resalta la solidaridad que debe tener una familia, la cual forma valores, y que como tal, es base
de la sociedad.
Junto con este beneficio de asistencia familiar, la persona adulta mayor, por su condición de
edad avanzada, adquiere una serie de derechos humanos que lo ponen en una posición favorecida
dentro de la sociedad, tanto dentro de la esfera familiar, como en sociedad. Estos buscan que se
reconozca al adulto mayor, le sean considerados sus derechos a la dignidad humana, vida,
integridad física, salud, educación, cultura, recreación, etc.
Tal es así, que existen instrumentos jurídicos internacionales, que reconocen derechos a las
personas adultas mayores, recogiendo derechos fundamentales para garantizar a este sector de la
sociedad, una digna calidad de vida que considere sus necesidades, capacidades y fomente su
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desarrollo integral. Así pues, este trabajo también se incluye dentro de la tercera línea de
investigación sobre la tercera “Desarrollo humano integral, Derechos humanos, Salud y
educación” en atención a los anteriores argumentos.
1.3. Objetivos
1.3.1. Objetivo principal
Describir la relación existente entre la asistencia familiar concedida a los ascendientes, padres
y abuelos, con los derechos humanos reconocidos a los adultos mayores, tanto en el ámbito
nacional como en instrumentos internacionales.
1.3.2.1. Explicar los derechos reconocidos al adulto mayor en Bolivia y las disposiciones
legales que les otorguen algún beneficio, así como sus derechos en instrumentos
internacionales.
1.3.2.3. Presentar la relación que existe entre la asistencia familiar a los ascendientes y los
derechos del adulto mayor.
2. Marcos referenciales
2.1. Marco Contextual
Actualmente, varios doctrinarios coinciden en que la sociedad actual vive un fenómeno que
no se había visto con anterioridad, “es necesario destacar la profundización del fenómeno del
envejecimiento poblacional ya que hoy, además de ser “global” es también,
“multigeneracional”” (Dabove y Di Tullio, s.f., p.13) y es que varias generaciones de una misma
familia logran coexistir, es decir, que las nuevas generaciones son capaces de conocer y
relacionarse con sus abuelos y hasta bisabuelos. Sobre ello, Echeverri (1994) explica que:
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El problema de la atención a la población vieja es universal. Los avances de la medicina y
educación, así como el proceso de urbanización e industrialización se han reflejado en las
reducciones de las tasas de mortalidad general e infantil, de fecundidad y de reproducción y
en el incremento de la esperanza de vida, lo cual conduce a un paulatino envejecimiento de las
poblaciones (p. 141).
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modelo anterior, se diferencia de éste al buscar la participación activa de la familia, la sociedad y
de los Estados a través del desarrollo de políticas públicas. En lo que respecta a los adultos
mayores, este modelo requiere, como afirma Dabove (2008) “se reconozca a la ancianidad como
una problemática específica. Distinta de las otras etapas de la vida, necesitada de un tratamiento
jurídico y político desigualitario, para el logro de un derecho justo, en tanto reparto de
proporción” (p. 15).
Paralelamente a este fenómeno del multigeneracionismo global que explica, por un lado, la
situación actual del envejecimiento en la mayoría de las sociedades, y por otro las posturas que
pueden tomarse al respecto, se encuentran los diversos casos en la realidad boliviana de
abandono a personas adultas mayores y los diferentes abusos de los que son víctimas, muchas
veces incluso infligidas por sus mismos familiares.
Los prejuicios, los mitos y el desvalor en torno a este ciclo vital contribuyen a incrementar
situaciones de maltrato vinculadas primordialmente a la discriminación, la indiferencia y el
abuso –prioritariamente económico– de las personas mayores. […] En la actualidad, los datos
demográficos revelan que la calidad de vida de las personas de edad avanzada se ve afectada
porque padecen de una alta dependencia económica –falta de ingresos personales–, carencia
de vivienda propia y dependencia emocional. (Di Tullio Budassi, s.f., p.92).
Tal es así, que continuamente se publican noticias sobre este tipo de hechos. Tan solo en la
ciudad de El Alto “Cada día reciben un promedio de cinco casos, de los que se catalogan
extravíos, maltrato, abandono, despojo, consulta de derechos, problemas laborales,
desaparecidos, y desapoderamiento” (Pagina Siete, 2017, párr.11). La ciudad de La Paz no
muestra un resultado diferente “Alfredo Romero, presidente del Consejo Ciudadano de Personas
Adultas Mayores. ‘En promedio son tres o cuatro personas que vienen, son de 70, 65, hasta 80
años. Las denuncias más recurrentes son: despojo y maltrato, en ese orden’, lamenta” (Página
Siete, 2018, párr.13). Lamentablemente, el sector de las personas adultas mayores es de los más
vulnerables, y a pesar de reconocérseles derechos fundamentales, beneficios y sanciones en
contra de su abandono o maltrato, este continúa siendo violentado.
Añadido a esta realidad, se destaca que si bien existen estas vulneraciones a los derechos de
los adultos mayores, estas se deben principalmente a la falta de información sobre sus derechos,
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tanto por parte de quienes son sus agresores, como de los mismos adultos mayores. “Más del 90
por ciento de los adultos mayores desconocen las leyes y los beneficios.” (Opinión, 2018,
párr.14). “Al ignorar las leyes, ese grupo de ciudadanos es víctima de todo tipo de maltrato y
discriminación” (Opinión, 2018, párr.19), afirma el presidente de la Confederación de Adultos
mayores de Bolivia por ese medio. El derecho a obtener asistencia familiar del que gozan las
personas adultas mayores respecto de su descendencia, es también uno de los derechos que la
mayor parte de la sociedad desconoce, imposibilitando su ejercicio.
Como se había mencionado, la persona adulta mayor goza del reconocimiento de una serie de
derechos fundamentales en diferentes instrumentos internacionales, así como también en el
ordenamiento jurídico boliviano. Incluso su estudio ha dado lugar a una nueva rama transversal
del derecho: el derecho de la vejez o derecho de la ancianidad. “El derecho se incorporó a la
gerontología apenas hace 30 años y lo hizo través de un documento “simbólico”: la Resolución
de la Asamblea Mundial de Naciones Unidas sobre el envejecimiento” (Dabove, 2016, p.43). En
líneas superiores, se dijo que este derecho de la vejez trata todas aquellas cuestiones jurídicas que
se relacionan con las personas adultas mayores, en atención a las implicaciones de la etapa de la
vida en la que se encuentran.
Y dentro de estas cuestiones se encuentran los derechos de las personas mayores, los cuales
resultan ser un grupo vulnerable “El sistema normativo lo debilita por no ofrecerle
completamente un marco de empoderamiento y protección jurídica, adecuado a las
características particulares de su vulnerabilidad” (Dabove, 2016, p.43). Es por eso, que esta
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nueva rama del derecho se ocupa de cinco temas principales, vislumbrados en la resolución
46/91 de la Asamblea General de las Naciones Unidas:
Por otra parte, se encuentra como antecedente la Convención Interamericana sobre la Protección
de los Derechos Humanos de las Personas Mayores. “Este documento, vinculante para todos los
países que lo ratifiquen en su derecho interno, es el primero en su género y constituye un hito
dentro este proceso de especificación” (Dabove, 2016, pp. 49-50). Dicho instrumento
internacional se encuentra ratificado por el Estado Plurinacional de Bolivia y contiene
definiciones, principios, deberes de los Estados partes, derechos para las personas mayores y un
sistema de garantías y protección.
La asistencia familiar es una figura jurídica dentro del derecho de familia, llamada así en el
ordenamiento jurídico boliviano, mientras que en otras legislaciones es llamada alimentos o
pensión alimentaria. Originalmente, esta obligación tenía la denominación de alimentos, “Nos
viene de la palabra del latín alimentum, ab alere, alimentar, nutrir” (De Ibarrola, 1993, p. 131).
Sin embargo, Morales (2006) indica que:
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Para conceptualizar la asistencia familiar, Bossert y Zannoni (2016) refieren que “El vínculo
jurídico determinante del parentesco establece una verdadera relación alimentaria, que se traduce
en un vínculo obligacional de origen legal, que exige recíprocamente de los parientes una
prestación que asegure la subsistencia del pariente necesitado” (p.38). Entonces, la asistencia
familiar es una obligación que deviene del parentesco y que se hace vinculante por la ley. Su
naturaleza jurídica hace de la asistencia familiar una obligación natural, en el sentido de ser
emergente de un acto natural como lo es el tener una familia, una obligación civil, pues está
regulada por la ley y hace de ésta una relación jurídica, y su tercer carácter refiere a que es una
obligación moral por cuanto implica el deber de asistir y apoyar a un miembro de la familia. Ésta
última, es la que más se resalta toda vez que:
Quedan por mencionar las distintas características que tiene este instituto. La asistencia
familiar es irrenunciable, pues es de interés social al derivarse de las relaciones familiares, y de
orden público al estar dispuesta por la ley. Es intransferible, pues “se trata de una asignación
destinada a satisfacer únicamente las necesidades vitales del beneficiario, el derecho es intuito
persona, […] la misma cualidad adquiere para el obligado, quien no puede transferir o subrogar
la obligación de satisfacer la asistencia” (Paz Espinoza, 2015, p.457). Asimismo, no es
compensable, es decir, que quien deba dar asistencia familiar no puede negarla alegando que el
beneficiario tiene una deuda con éste, ni tampoco susceptible de transacción. Es inembargable,
pues su función es la de satisfacer las necesidades del beneficiario. Así también es
imprescriptible sobre la obligación de prestar la asistencia familiar en el futuro, al derivar del
parentesco. Es personalísima, “es una atribución o facultad enteramente personal e individual del
beneficiario” (Paz Espinoza, 2015, p.459). Es de orden público y coercible, toda vez que “la
obligación de otorgar asistencia familiar deriva del imperio de la ley, de modo que es obligatoria
e insoslayable y, su cumplimiento es inexcusable y coercible, estando sujeto al apremio corporal
del deudor en caso de incumplimiento” (Paz Espinoza, 2015, p.458). También es circunstancial
en razón de la permanencia o no de las necesidades del beneficiario y variable debido a que la
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resolución que determine una asistencia familiar es revisable en cualquier momento, ya sea
buscando cesación, disminución o incremento de la misma. Finalmente, la asistencia familiar
tiene la característica de ser recíproca, por la que todo aquel que pueda pedirla, también puede
verse obligado a darla.
La normativa tanto nacional e internacional a ser revisada en este trabajo, incluye a los siguientes
instrumentos normativos:
- Principios de las Naciones Unidas en favor de las Personas de Edad, adoptado por la
Asamblea General de las Naciones Unidas el 16 de diciembre de 1991 mediante
Resolución 46/91. En su integridad.
- Ley N° 369 del Adulto Mayor, promulgada el 01 de mayo de 2013 por el presidente Evo
Morales Ayma, en sus artículos 1–8.
- Ley N° 1886 del 14 de agosto de 1998, promulgada por el extinto presidente Hugo Banzer
Suárez.
- Ley N° 3323 del seguro de salud para el Adulto Mayor, promulgada el 16 de enero de 2006
por el expresidente Eduardo Rodríguez Veltzé.
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- Ley N° 3791 de la Renta Universal de la Vejez y los gastos Funerales, promulgada el 28 de
noviembre de 2007 por el presidente Evo Morales Ayma.
3. Análisis
3.1. Derechos humanos de las personas adultas mayores
Los derechos humanos son aquel “conjunto de facultades que corresponden a todos los seres
humanos como consecuencia de su innata dignidad destinadas a permitirles el logro de sus fines
y aspiraciones en armonía con los de otras personas” (CEPAL, 2006, p.45). Tienen la
característica de ser universales, imprescriptibles, innatos e irrenunciables, así como también son
interdependientes y complementarios. Como ya es sabido, la Declaración Universal de Derechos
Humanos de 1948, fue el primer documento universal de derechos humanos y si bien no es
vinculante, los pactos que le siguieron en el 16 de diciembre de 1966, es decir, el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, fueron inspirados en dicha declaración y sí que resultan vinculantes para
los Estados que los hayan ratificado.
Ambos instrumentos contienen los derechos más fundamentales para el ser humano, entre
ellos están el derecho a la vida, a la integridad física, a la salud, a la educación, al trabajo y otros
que son la base para el posterior reconocimiento de los derechos de las personas mayores.
Derechos que empiezan a ser reconocidos a este sector de la sociedad, el cual crece junto con la
esperanza de vida de las naciones y las condiciones que la propician.
Es posible hablar de los grupos como titulares de derechos, y que los derechos individuales
necesitan de los derechos colectivos […] Desde esta perspectiva, los derechos de grupo nacen
del hecho histórico y social de las diferencias, que incide en la manera particular de concebir
los derechos humanos. Lo anterior deriva en la adopción de convenciones específicas sobre
determinados grupos de derechos, a fin de reafirmar la aplicación de derechos ya reconocidos
en general en otros instrumentos internacionales. (CEPAL, 2006, pp. 50-51).
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Y es ante esta realidad de los últimos años, que es conducente el respectivo reconocimiento
de una serie de derechos que protejan al adulto mayor y que también le garanticen una digna
calidad de vida.
Entonces, es necesario decir que dicho documento, al ser una resolución adoptada por un
organismo internacional como lo es la Asamblea de las Naciones Unidas, tiene un carácter
indicativo mas no vinculante. Sin embargo, estos principios propiciaron que el tema de los
derechos de las personas adultas mayores sea tratado con más frecuencia y se busque elaborar un
instrumento internacional que compile esos derechos. Asi también, estos principios a favor de las
personas de edad sirvieron de base para la construcción del denominado derecho de la vejez,
mismo que tiene al contenido de estos principios como temas principales de los que se ocupa esta
nueva rama del derecho.
Al respecto de estos ya tan mencionados principios, resulta conveniente explicarlos, toda vez
que desde su adopción se recomendó a los gobiernos que fuesen implementados en sus países. El
primero de ellos es el principio de independencia, que indica: la satisfacción de las necesidades
básicas de alimentación, vivienda salud, vestimenta, para las personas mayores por medio de sus
ingresos, apoyo familiar y de la comunidad; también se menciona el derecho al trabajo y a poder
decidir sus condiciones, y el derecho a la educación. El segundo principio es el principio de
participación, referido a la integración del adulto mayor en la sociedad en diferentes ámbitos. El
tercero, es sobre los cuidados a las personas adultas mayores, los cuales han de ser provistos por
la familia y comunidad, por medio de accesos a servicios de salud, sociales y jurídicos, y hace
mención del acceso a medios de atención institucional. El cuarto principio trata la
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autorrealización de la persona mayor, dándole oportunidades para el desarrollo de su potencial.
Finalmente, el principio de dignidad, asegura la misma a las personas mayores, y requiere vivir
con seguridad, que gocen de un trato digno y sin discriminación de ningún tipo.
Como se había mencionado anteriormente, los principios de las Naciones Unidas a favor de
las personas de edad son indicativos, al igual que la posterior Declaración de Brasilia del 06 de
diciembre de 2007. Empero aportó en el compromiso de los Estados participantes, estos se
comprometían a promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales de
todas las personas de edad y más puntualmente, a impulsar la elaboración de una convención
sobre los derechos humanos de las personas mayores en las Naciones Unidas (Dabove, 2016). De
esta forma, se inició un largo camino hacia la elaboración de una convención internacional sobre
los derechos de las personas mayores que aún sigue pendiente.
Así pues, la Organización de Estados Americanos dio a conocer dicha convención e hizo,
finalmente, vinculante para los Estados que la ratifiquen, los derechos fundamentales de la
persona adulta mayor consignados en ésta. El Estado Plurinacional de Bolivia participó firmando
esta convención y posteriormente la ratificó, haciéndola parte del bloque de constitucionalidad y
de esta forma, también le dio validez interna a dicha convención sobre derechos humanos.
- Persona mayor: Será aquella de 60 años de edad o más, la ley interna podrá determinar
una base menor pero no una mayor a los 65 años.
- Vejez: Entendida como una construcción social de la última etapa de la vida.
- Envejecimiento activo y saludable: Lo que se busca conseguir para las personas adultas
mayores. Proceso de optimización de las oportunidades de bienestar físico, mental y
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social, de participación social, económica, cultural, y de contar con protección, seguridad
y atención, que permitan ampliar la esperanza de vida saludable y calidad de vida.
- Maltrato: Se considera como una acción u omisión contra una persona mayor que
produce daño a su integridad física, psíquica y moral y que vulnera el goce o ejercicio de
sus derechos.
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- Derechos de reunión y de asociación.
Más adelante, serán analizados solamente aquellos que sirvan a los fines de este trabajo. De
una parte, aquellos derechos que también se encuentren respetados dentro de la legislación
boliviana. De otra, los derechos que se vinculen con la asistencia familiar otorgada a los padres y
abuelos mayores de 60 años de edad.
En Bolivia y desde hace aproximadamente setenta años, existe normativa que otorga ciertos
beneficios a las personas adultas mayores y les reconoce derechos, mayormente sobre su acceso
a la salud y en el ámbito económico. La primera norma sobre derechos del adulto mayor en
Bolivia es el Decreto Supremo N° 1421 del 17 de diciembre de 1948, ésta hacía del día 18 de
diciembre de cada año el día del anciano y a su vez, reconoce principios llamados a la protección
de adultos mayores. Entre estos principios se encuentran reconocidos los derechos a la
asistencia, albergue, sustento, vestido, bienestar físico y moral, recreo, trabajo, sosiego,
consideración y a funerales.
Esta es la primera que vez que consideran los derechos del adulto mayor dentro de la
legislación boliviana, con motivo de una proposición del gobierno argentino ante la Asamblea de
las Naciones Unidas sobre el estudio de los derechos de la ancianidad. Como puede observarse,
existen coincidencias en el reconocimiento del derecho a la asistencia que deben tener las
personas mayores. Así también con los derechos al sustento, vestido, acceso al trabajo, bienestar
físico y moral que se incluyen dentro del primer principio de independencia propuesto por la
Asamblea de Naciones Unidas.
Otra norma del ordenamiento jurídico boliviano, es la ley N° 1886 de 14 de agosto de 1998.
Esta ley crea un régimen de descuentos y privilegios para las personas mayores, por la cual
obtendrán tarifas reducidas en los servicios públicos, un descuento en el pago de impuestos por
inmuebles de interés social, servicios de transporte e instituye el seguro médico gratuito de vejez
con una cobertura de todos los ciudadanos bolivianos de 60 o más años de edad. Dichas
disposiciones concuerdan con el principio a favor de las personas de edad de las Naciones
Unidas referido a los cuidados de la persona de edad, numeral 11, pues al disponer estos
privilegios para las personas mayores, el gobierno boliviano les reconoce el acceso a los
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servicios de salud. Concuerda también con el principio de autorrealización, pues se entiende que
por medio de estos descuentos y privilegios, se facilita el acceso a los servicios públicos,
transporte y vivienda de las personas adultas mayores en territorio boliviano, permitiendo asi que
puedan desarrollar plenamente su potencial. En esta línea, también cumpliría con el principio de
dignidad, pues con la ley N°1886, se intentó dar una digna calidad de vida a las personas de
edad, por medio de facilidades en el acceso a diversos servicios que resultan necesarios para el
diario vivir.
Otra ley importante para los derechos de las personas adultas mayores en Bolivia, es la ley N°
3791 de 28 de noviembre de 2007, la cual instaura la Renta Universal de Vejez o mejor conocida
como Renta Dignidad. Esta es una prestación vitalicia para todos los bolivianos residentes en el
territorio nacional que sean mayores de sesenta años y que a su vez, no perciban una renta de
seguridad social u otra remuneración, estos recibirán el setenta y cinco por ciento de la Renta
Dignidad. Así también, otorga una prestación de gastos funerales para los derecho-habientes. El
monto económico de este beneficio varía cada tres años. Este resulta una gran beneficio para las
personas adultas mayores que no cuentan con una renta de jubilación, pues a pesar de no ser un
monto económico alto, de alguna forma es de ayuda en la satisfacción de sus necesidades. Es por
ello, que esta determinación hace presente el derecho a la independencia y a la autonomía
reconocido en la Convención Interamericana, el cual se refiere a que las personas adultas
mayores tenga acceso progresivamente a una variedad de servicios de asistencia, y servicios de
apoyo de la comunidad “incluida la asistencia personal que sea necesaria para facilitar su
existencia y su inclusión en la comunidad, y para evitar su aislamiento o separación de esta”
(OEA, 2015).
Finalmente, la norma jurídica más actual sobre los derechos de las personas mayores es la
Ley N° 369 del Adulto Mayor de 01 de mayo de 2013, norma que específicamente trata el
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ámbito de los derechos, deberes y garantías de las personas adultas mayores. Se funda bajo los
principios de la no discriminación, no violencia, descolonización, solidaridad intergeneracional,
protección, interculturalidad, participación, accesibilidad, autonomía y autorrealización. Dentro
de estos principios se reconocen los dispuestos por la mencionada Resolución 46/91 de Naciones
Unidas, como el de autonomía, autorrealización, participación, y dignidad con los primeros
principios de no violencia y no discriminación. La Ley del Adulto Mayor, reconoce el derecho a
una vejez digna, que se garantiza por medio de distintos beneficios, como la Renta Universal de
Vejez, acceso a vivienda de interés social, provisión de alimentación y reconocimiento de su
valor como personas con vasta experiencia de vida, entre otros. De la misma forma, reconoce
derechos a la salud, educación y formación inclusiva con los adultos mayores, acceso a la justicia
y asistencia jurídica preferencial.
Por otra parte, también determina deberes para las familias de las personas adultas mayores y
también deberes para mismos adultos mayores. Para fines de este trabajo se resaltan los deberes
de estas familias sobre denunciar el maltrato o violencia contra un adulto mayor, la promoción de
entornos afectivos y la fortalecer las redes de solidaridad y apoyo social. Finalmente, otro aporte
de esta ley se encuentra en las modificaciones que implementa a algunos delitos tipificados en el
Código Penal, los cuales se resumen en agravaciones de la pena cuando se atente contra bienes
jurídicos, como la vida, integridad física o propiedad y buena fe, de las personas adultas
mayores.
Recordando que la asistencia familiar, es también conocida en la doctrina como alimentos, puede
definirse por Borda (1973) de la siguiente manera:
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Se explica pues, la obligación legal impuesta al pariente pudiente de ayudar al necesitado,
esta ayuda se llama alimentos. Dentro de este concepto están comprendidos los recursos
indispensables para la subsistencia de una persona, teniendo en cuenta no solo sus
necesidades orgánicas elementales, como la palabra alimentos parecería sugerir, sino también
los medios tendientes a permitir una existencia decorosa (pp.367-368).
Así También es que, la asistencia familiar es una obligación, misma que deviene de “una
relación alimentaria legal, de contenido patrimonial, pero cuyo fin es esencialmente
extrapatrimonial: la satisfacción de necesidades personales” (Bossert y Zannoni, 2016, p.39).
Esta obligación tiene como partes de un lado a, el acreedor alimentario o alimentando quien es la
persona que se encuentra en necesidad, y del otro lado se tiene al deudor alimentario o
alimentante, que es quien se tiene la aptitud de proporcionarle a su acreedor la satisfacción de sus
necesidades.
En ese sentido la asistencia familiar, como ya se había acotado, es una obligación tanto civil,
como natural y especialmente moral. La doctrina hace especial referencia a la naturaleza moral
de la asistencia familiar pues es también su más grande fundamento.
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La asistencia familiar para los ascendientes, se encuentra dispuesta por la Ley N° 603 del
Código de las Familias. Inicialmente, aparece como uno de los deberes de los hijos respecto de
los padres y a su vez, como un derecho de los padres sobre los hijos. En ambos artículos se hace
referencia a la asistencia solamente. Sin embargo, se entiende que esta asistencia a secas,
corresponde a todo tipo de asistencia que puedan prestarles los hijos a sus padres y dentro de
esta, más específicamente, se encuentra la obligación de la asistencia familiar.
Más adelante en la norma, dentro de los sujetos obligados a la asistencia familiar, establecidos
por el artículo 112 del Código de las familias, se encuentran enunciados las y los hijos y las y
los nietos. Esto, respecto de sus padres o abuelos; así como también se incluyen como sujetos
obligados, a la madre, padre y los abuelos. Entonces se denota la reciprocidad que existe entre
los sujeto obligados que pueden también ser beneficiarios. Sobre la asistencia familiar para
personas mayores, el Código de las Familias prevé que se considere a las personas adultas
mayores, al igual que menores de edad y personas con discapacidad, los gastos por recreación.
Así también, determina que las personas adultas mayores tienen el derecho a la asistencia
familiar prestada por sus descendientes hasta el fin de su vida. También hace la aclaración de
que los hijos adoptivos no están obligados a prestar asistencia familiar a sus progenitores
biológicos.
Los padres que por su avanzada edad u otro motivo de incapacidad sobrevinientes no se
hallen en condiciones de auto sustentarse, requieren de la ayuda y auxilio de sus hijos, quienes
habiendo alcanzado la mayoridad, se supone que cuentan con mejor aptitud física e intelectual
para realizar actividades laborales, en fundamento de que la asistencia familiar es reciproca
[…] en este caso prima el principio de la solidaridad y reciprocidad que resulta ser natural,
porque cuando los hijos eran menores de edad, fueron los progenitores los que cuidaron y
sustentaron hasta el punto de su mayoridad y su profesionalización; entonces, es razonable
que los hijos esta vez retribuyan los cuidados y sacrificios (Paz, 2015, pp. 462-463).
Ahora bien, de acuerdo a Borda (1973) “los padres tiene derechos a reclamar alimentos de sus
hijos, si se encontraban en las condiciones normales requeridas por la ley para todo alimentado:
falta de medios e imposibilidad de procurárselos con su trabajo” (p.408). Opinión de la doctrina
argentina basada en su legislación, que sirve como antecedente a ser tomado en cuenta. Sin
embargo, se anota que en la legislación boliviana no se establece específicamente este
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requerimiento que condicione el acceso a la asistencia familiar por parte de los ascendientes,
sino que se tiene como un derecho, del que estas personas mayores gozan hasta el fin de su vida.
Lo mismo ocurre en el caso de los abuelos, en la legislación boliviana no se les exige otro
requisito más que no sea tener necesidades a ser cubiertas. Sin embargo, se hace vital la
importancia que tiene este sector de recibir asistencia, no solo por parte del Estado sino también
por parte de su familia. “El estado, en su ciega igualación de beneficiarios, no puede contemplar
los matices de las distintas condiciones y necesidades individuales; su acción impersonal será a
veces insuficiente o no contemplará situaciones peculiares” (Borda, 1973, p.368). Y
ciertamente, en muchos casos, el monto de jubilación es muy reducido y por lo mismo
ineficiente para satisfacer las necesidades de una persona mayor (Ghersi, 2005).
Peor aún, en el caso de la realidad social boliviana, donde la mayoría de las fuentes laborales
de las personas son informales o también independientes, sucede que gran parte de la población
boliviana no tiene acceso siquiera a una renta de jubilación o seguro social a largo plazo. Lo cual
acarrea problemas económicos en la vejez. En razón a que una vez se deja de trabajar, ya no se
tienen recursos y entones el adulto mayor quedará a merced de la conocida Renta Dignidad, que
en casi todos los casos es insuficiente también, y claro, en la ayuda que pueda recibir de sus hijos
o nietos.
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estableció (las necesidades del alimentista y las posibilidades del alimentante)” (Hinostroza,
1999, p.224).
Una vez que se hayan logrado obtener los recursos económicos necesarios por parte de la
persona adulta mayor, ya sea por medio de una Renta de Jubilación, una Renta Universal de
Vejez en el caso boliviano, la asistencia familiar determinada por una autoridad judicial en
materia familia, salarios si se continúa trabajando y otro tipo de ingresos, es que será posible
alcanzar un ejercicio pleno de los demás derechos de las personas mayores. Resulta pues, que el
ejercicio de toda la gama de derechos reconocidos, entre los que están el derecho a la educación,
cultura, salud, vivienda, recreación, cuidados y todas sus derivaciones, si bien se determinan
facilidades para acceder a ellos, se requiere de recursos económicos para lograr satisfacer las
necesidades de las personas mayores y qué mejor forma que recibir auxilio de parte de su
descendencia, de su misma familia. De ésta se espera que demuestre el afecto que la caracteriza
al adulto mayor y así, de manera desinteresada y solidaria, lo socorra en sus necesidades.
4. Conclusiones
A manera de revisión de todo lo visto en este trabajo, se tenía el objetivo de Explicar los
derechos reconocidos al adulto mayor en Bolivia y las disposiciones legales que les otorguen
algún beneficio, así como también sus derechos en instrumentos internacionales. Sobre este
aspecto, es necesario decir que la persona adulta mayor, es reconocida como un sujeto de
derechos humanos pensados en garantizarles una digna calidad de vida tanto en el ámbito
internacional como en el nacional desde hace 70 años. Y es en poco más de los últimos 30 años
que se ha empezado una mayor actividad dentro de los organismos internacionales al igual que
legislativa en el derecho interno boliviano, que considera a las personas adultas mayores, sus
necesidades y potenciales. Como se ha visto anteriormente, el fenómeno multigeneracional se
configura como un fenómeno demográfico, social, económico y en sí con varias implicancias
que reflejan la creciente población en envejecimiento. Desde mediados del siglo pasado, y como
consecuencia de los avances hechos en salud, alimentación y dentro de la sociedad, la esperanza
de vida de las personas por país se va incrementando.
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junto con la esperanza de vida, sucede que loa abuelos coexisten con sus nietos y hasta con sus
bisnietos, situación que antes solía ser poco común pero que por el multigeneracionismo es ahora
normal. La consecuencia de esto es que se empieza a ver a la persona adulta mayor como aquella
con necesidades especiales en consideración del último estadio de su vida y en conjunto como a
un sector vulnerable de la sociedad.
Con motivo de este hecho social, le corresponde al derecho tomarlo en cuenta y es así como
empiezan a aparecer propuestas para el reconocimiento de derechos de los adultos mayores.
Mismas que más adelante se traducen en los Planes de Acción Internacional sobre el
envejecimiento de 1982 en Viena y de 2002 en Madrid, los Principios en favor de las Personas
de Edad de las Naciones Unidas, más adelante la Declaración de Brasilia en 2007 y finalmente el
documento vinculante de la OEA, la Convención Interamericana sobre la Protección de los
Derechos Humanos de las Personas Mayores. Así también, se hizo en la normativa nacional,
desde 1948 con un decreto supremo que determinaba principios en favor de las personas mayores
hasta la Ley del Adulto Mayor.
Ahora bien, queda retomar el tema de la asistencia familiar, instituto del derecho de familia.
Recordar que el objetivo para esta parte era revisar el régimen de asistencia familiar vigente en el
Código de las familias, haciendo especial énfasis en lo ateniente a la asistencia familiar para los
ascendientes. Al respecto, la asistencia familiar dentro del régimen jurídico boliviano está dada a
los ascendientes, tanto padres y abuelos mientras sean mayores de sesenta años de edad, entre
demás beneficiarios de este derecho. Es así, en atención a la reciprocidad que caracteriza al
instituto y a la solidaridad que envuelve los vínculos familiares. Y es que por medio de la
asistencia familiar, un miembro de la familia que se encuentre en necesidad, puede legalmente
pedir ayuda a un familiar para poder solventar sus necesidades. Se entiende así, que la asistencia
familiar es muy útil para la persona adulta mayor, pues le posibilita recursos en esa etapa de la
vida donde hay siempre más gastos que ganancias.
Finalmente, es necesario hacer hincapié en la relación que existe entre la asistencia familiar y
los derechos humanos de las personas adultas mayores, el cual es también el tercer y último
objetivo de este trabajo. Entonces, el nexo que se encuentra entre ambos tópicos es que la
asistencia familiar, como un medio natural y moral de satisfacción de las necesidades de quien se
beneficie de ésta, viabiliza el acceso a una digna calidad de vida para las personas adultas
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mayores, al igual que el ejercicio efectivo de los derechos que les son reconocidos y que
protegen sus necesidades y vulnerabilidades, al igual que fomentan el desarrollo integral y
potencialidades de la persona mayor.
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