Tema 22
Tema 22
Tema 22
II.1.- Concepto
II.2.- Régimen jurídico de los servicios públicos
II.2.1.- Principios generales
II.2.2.- Creación y establecimiento
II.2.3.- Régimen de funcionamiento
V.1.- Concepto
V.2.- Formas de adquisición
V.3.- Régimen jurídico
V.3.1.- El registro
V.3.2.- El reintegro posesorio
V.3.3.- La inembargabilidad
V.4.- Régimen de utilización de los bienes patrimoniales
V.4.1.- Utilización
V.4.2.- Enajenación
V.4.3.- Permuta
V.4.4.- Cesiones
V.4.5.- Transacción
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I.- FORMAS DE ACTUACIÓN ADMINISTRATIVA.
Sin embargo, dice Parada Vázquez, esas tres formas no agotan la realidad de la
actividad de la Administración española, puesto que en nuestro Derecho, a
diferencia del francés e italiano, la Administración ha sido investida de funciones de
indudable carácter judicial, de tipo sancionador y arbitral, que no encajan en el
concepto moderno de la actividad de limitación o de policía y que por ello merecen
tratamiento diferenciado como actividades administrativas impropias o cuasi
judiciales.
En la actividad arbitral tiene encaje la cada vez más extensa actividad administrativa
de mediación entre los intereses y derechos de los ciudadanos, actividad que ni
fomenta, ni da prestaciones, ni sanciona, ni limita derechos, sino que consiste en
que la Administración decide o arbitra entre pretensiones contrarios de los
ciudadanos, actuando, por consiguiente, como verdadero árbitro mediador.
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II.- EL SERVICIO PÚBLICO.
II.1.- Concepto.
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b) Se presta al público, es decir, a los ciudadanos en general y con respeto
al principio de igualdad ante la ley, lo cual no implica que en determinados
casos se exijan cualificaciones especiales para acceder a determinados
servicios públicos, sino que el acceso no ha de ser discriminatorio. En
general, se ha dicho por ello que la prestación se realiza en régimen de
cola.
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II.2.3.- Régimen de funcionamiento.
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Gobierno la competencia para constituir empresas públicas como medio de
ejecución de las funciones que sean de su competencia.
La gestión indirecta de los servicios públicos engloba una serie de figuras por las
que la Administración encomienda a los particulares la prestación de servicios
públicos. Es esencial, por ello, en estas formas de gestión una disociación entre
titularidad y gestión del servicio público. La primera ha de quedar siempre en poder
de la Administración, lo que le permite, entre otros poderes, controlar la ejecución
del servicio y definir las prestaciones que han de darse a los particulares. Al
prestatario del servicio únicamente se le encomienda la gestión del mismo.
III.2.1.- La concesión.
III.2.3.- El concierto.
El art. 156 c) del TRLCAP prevé esta modalidad cuando una persona natural o
jurídica venga realizando prestaciones análogas a las que son objeto del servicio
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público. En virtud del contrato, la Administración podrá servirse de las instalaciones y
medios del contratistas, a cambio de un precio a tanto alzado.
Son los sectores educativo y sanitario aquellos en los que, dadas sus características
peculiares y la concurrencia en sus respectivos ámbitos de actividades públicas y
privadas, el recurso al concierto se ha manifestado especialmente idóneo y eficaz.
Tres son los elementos que configuran la relación de dominio público: la titularidad
pública de los bienes; la afectación de los bienes y la aplicación de un régimen
especial de protección y uso jurídico de estos bienes.
a) La afectación
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El elemento decisivo para calificar un bien como perteneciente al dominio público es
la afectación a alguno de los fines que, según la Ley, determinan la demanialidad. La
afectación es el acto formal por el que un bien de titularidad pública se integra en el
demanio en virtud de su destino y de las correspondientes previsiones legales.
b) Mutaciones demaniales
Tanto la titularidad del bien como la afectación pueden resultar modificados por las
denominadas mutaciones demaniales, que, sin embargo, no desvirtúan el carácter
del bien como integrante del dominio público.
c) Desafectación
IV.2.- Clasificación.
Por razón de la naturaleza de los bienes públicos sobre los que recae el dominio
público puede ser natural o bien instrumental o artificial. El primero comprende todos
aquellos géneros de bienes incluidos en el dominio publico por la Constitución o la
Ley en razón de sus características naturales homogéneas, mientras que los bienes
de demanio instrumental comprenden todos los demás. Dentro del primero se
incluye el demanio marítimo y costero, demanio hidráulico, minero, etc.
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Por razón de su finalidad pública que motiva su afectación, que es el criterio seguido
por el legislador, se distingue entre los bienes destinados al uso público y al servicio
público. En el ámbito de la Administración Local también tienen esta consideración
los bienes comunales que son aquellos que siendo de dominio público, su
aprovechamiento corresponde al común de los vecinos.
Los bienes de uso público son, entre otros, además de los que integran el dominio
marítimo e hidráulico, los caminos, calles, paseos, parques y demás obras públicas
de aprovechamiento o utilización general. En cambio, son bienes de servicio público,
los edificios en los que se alojen órganos de la Comunidad Autónoma y, en general,
los que sirven de soporte a cualquier servicio público (mataderos, hospitales,
piscinas públicas, etc), cuando los mismos estén directamente destinados a la
prestación de servicios públicos o administrativos.
El régimen jurídico de los bienes de dominio público está constituido por una serie
de medidas protectoras que deriva de la finalidad pública a que están destinados los
bienes, de manera que las normas administrativas que lo regulan pretenden
defender la titularidad pública e impedir su usurpación, defender su destino, proteger
sus características, integridad y buen estado de conservación así como una
adecuada utilización de su uso.
IV.3.3.- El deslinde.
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Las Administraciones públicas pueden por sí mismas, sin necesidad de la
intervención de los órganos judiciales, recuperar la posesión indebidamente perdida
de sus bienes de dominio público en cualquier momento.
El artículo 81 del Reglamento de la LPCM dice que el destino propio de los bienes
de dominio público es su utilización para el uso general o para la prestación de
servicios públicos. No obstante estos bienes podrán ser objeto de otras utilizaciones
que no contradigan los intereses generales, estableciéndose en el artículo 82 la
siguiente distinción de usos:
a) Uso general
b) Uso general con la concurrencia de circunstancias especiales
c) Uso privativo con instalaciones u obras no permanentes
d) Uso privativo con obras permanentes.
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IV.4.2.- Uso común especial.
Es lo contrario del uso común, pues implica la ocupación de una porción de dominio
público de modo que limite o excluya la utilización por los demás interesados. Sin
embargo, no siempre es excluyente del uso común general (por ejemplo el uso
privativo de las aguas para la producción hidroeléctrica no es incompatible con el
uso de las mismas para baño), pero sí lo es con otros usos privativos de la misma
naturaleza y con los que sean incompatibles con el uso privativo reconocido.
Dentro de este uso hay que distinguir, a su vez como lo hace el Reglamento de la
LPCM, según que este uso requiera o no obras o instalaciones permanentes. De
requerirlas, estaríamos ante lo que la doctrina denomina ocupación sujeto a
concesión, y de no ser así, ante un mero estacionamiento sujeto a autorización,
como es el caso de la ocupación de las playas con instalaciones desmontables o
bienes muebles.
V.1.- Concepto.
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a) Los bienes propiedad de la misma que no se hallen destinados al uso o
servicio público.
b) Los derechos reales y de arrendamiento, y cualquier otro sobre cosa
ajena.
c) Los derechos de propiedad incorporal
d) Las acciones, participaciones y obligaciones en Sociedades de carácter
público en que intervenga la Administración de la Comunidad Autónoma,
sus Organismos Autónomos o sus Sociedades Regionales.
e) Los derechos derivados de la titularidad de los bienes de dominio privado
f) Cualquier otro cuya titularidad corresponda a la Comunidad Autónoma.
a.- Por atribución de la Ley, cual sucede en los casos de los inmuebles que
estuvieran vacantes y sin dueño conocido, los abandonados por sus titulares, etc.
c.- Por herencia, legado o donación, que deberán ser aceptadas por el
Consejero de Economía y Hacienda, salvo el caso de las transmisiones gratuitas de
bienes de interés cultural, que serán aceptadas por la Consejera de Educación y
Cultura. En todo caso, la aceptación de herencias se entiende siempre hecha a
beneficio de inventario.
El régimen jurídico de los bienes patrimoniales tiene unas notas comunes con los
bienes de dominio público, como son la necesidad de su inventario, la facultad de
investigación e inspección, el deslinde y la policía demanial, sin embargo tiene una
serie de diferencias con éste que, en algunos supuestos pueden calificarse de
sustanciales.
V.3.1.- El registro.
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El artículo 10 de la LPCM ordena que los bienes y derechos de la Comunidad
Autónoma se inscriban en el Registro de la Propiedad de acuerdo con las normas
establecidas para los del Estado y en la Ley Hipotecaria y sus reglamentos. De esta
disposición se desprende que sólo se deben inscribir los bienes patrimoniales, toda
vez que el art. 5 del Reglamento Hipotecario exceptúa de la inscripción los bienes de
dominio público.
La facultad que tienen las Administraciones públicas de recuperar por sí mismas los
bienes de dominio público, también es de aplicación a los bienes patrimoniales pero
con una importante diferencia, cual es que su ejercicio sólo puede hacerse dentro
del plazo de un año desde que se hubiera producido la usurpación. Pasado este
plazo, la Administración, como cualquier particular, deber ejercer las acciones civiles
correspondientes en defensa de sus bienes.
V.3.3.- La inembargabilidad.
V.4.1.- Utilización.
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en este caso los principios de publicidad y concurrencia. En todo caso han de ser
explotados de acuerdo con el criterio de mayor rentabilidad, dado que estos bienes
son una fuente de riqueza para las Administraciones.
V.4.2.- Enajenación.
V.4.3.- Permuta.
Los bienes declarados enajenables podrán ser también objeto de permuta siempre
que la diferencia de valor no supere el 50 por 100 del valor mayor.
V.4.4.- Cesiones.
Los bienes que no vayan a ser afectados o explotados pueden ser objeto de cesión
gratuita, para fines de utilidad pública o interés social de otros organismos o
entidades, así como de las Corporaciones Locales. La cesión ha de ser acordada
por el Consejo de Gobierno, dando cuenta a las Cortes Regionales. Los bienes
cedidos deberán ser destinados a la finalidad para fue cedido el bien en el plazo
señalado en el acuerdo de cesión, que en ningún caso podrá ser superior a cinco
años.
V.4.5.- Transacción.
El art. 23 de la LPCM establece que no pueden gravarse los bienes o derechos del
patrimonio sino con los requisitos exigidos para su enajenación, así como que no
pueden realizarse transacciones, ni someterse a arbitraje, salvo por Decreto del
Consejo de Gobierno a propuesta de la Consejería de Economía y Hacienda.
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