El Tema Del Estilo en El Arte Del Paleolítico

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REVISTA CUADERNOS DE ARTE PREHISTÓRICO ISSN 0719-7012 – NÚMERO 3 – ENERO/JUNIO 2017

ISSN 0719-7012 / Número 3 / Enero – Junio 2017 pp. 19-38

EL TEMA DEL ESTILO EN EL ESTUDIO DEL ARTE PALEOLÍTICO SUPERIOR


THE QUESTION OF STYLE IN THE STUDY OF THE UPPER PALEOLITHIC ART

Dr. Marc Groenen


Université Libre de Bruxelles, Bélgica
[email protected]

Fecha de Recepción: 21 de diciembre de 2016 – Fecha de Aceptación: 02 de enero de 2017

Resumen

Se reflexiona sobre la validez del estilo como medio metodológico para el estudio del arte Paleolítico. La
evolución y uso del concepto a lo largo del tiempo, y su utilidad en la investigación actual. La conclusión es que
sólo se podrá realmente emprender el estudio del arte prehistórico si se integra también lo que es su objeto, la
imagen. Y dicha imagen sólo encontrará su sentido cuando la investigación se vuelva a centrar en el estudio
del estilo.

Palabras Claves

Arte paleolitico – Estilo – Imagen – Metodología

Abstract

Reflects on the validity of style as a methodological means for the study of Paleolithic art. The evolution and use
of the concept over time, and its utility in current research. The conclusion is that only there can truly undertake
the study of prehistoric art if it is also integrated whit what is its object, the image. And that image will only find
its meaning when the research regain focus on the study of style.

Keywords

Paleolithic art – Desing – Picture – Methodology

DR. MARC GROENEN


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El estilo: ¿una noción nebulosa perteneciente a tiempos pasados?

Desde hace más de un siglo, los prehistoriadores acumulan los documentos


paleolíticos de arte mueble y parietal que todos admiran por su calidad estética. El
descubrimiento de unas trescientas cuevas decoradas conocidas, marcado por los
extraordinarios sitios de Altamira (1879), de Lascaux (1940), de Chauvet (1994) y de
Cussac (2000), llevaron naturalmente a los investigadores a ponerse de acuerdo con que
existían unas prácticas gráficas bastante refinadas para poder definir sus características
estilísticas. En la historia del arte, el estilo es un instrumento analítico que permite
individualizar unos movimientos en el espacio y en el tiempo. En cuanto a los
prehistoriadores, más preocupados por la cronología, se dedicaron en primer lugar a
precisar la facies cultural a la que pertenecían las obras. De la “estratigrafía parietal” de
Henri Breuil1 al enfoque “estilístico” de André Leroi-Gourhan2, no faltaron los esfuerzos para
proporcionar un marco coherente a los especialistas, hasta el momento en que las fechas
C14 AMS realizadas en las obras mismas les forzaron a dominar su entusiasmo. Los
debates se cristalizaron en los años 1990, cuando fueron descubiertos los sitios rupestres
de la Foz Côa en Portugal y de la cueva Chauvet en Ardèche en Francia. Los defensores
de la autenticidad de los sitios portugueses3 habían estimado que estos grabados rupestres
podían atribuirse al Solutrense sobre la base de un análisis estilístico. Robert Bednarik4,
que fue uno de los opositores con Fred Phillips, Ronald Dorn y Alan Watchman, declaraba,
sin embargo, que la gran fragilidad de este tipo de soporte (esquisto) impedía
geológicamente atribuir a dichos grabados una antigüedad paleolítica. El debate está hoy
zanjado para la mayoría de los parietalistas, pero dañó una primera vez la moral de los que
aceptaban el principio del análisis estilístico.

En cuanto a la cueva Chauvet, las dataciones muy altas obtenidas para los dibujos
hechos con carbón vegetal habían llevado a Jean Clottes a reasignar la decoración al
Auriñaciense5 en lugar de considerar los motivos como perteneciendo a la época Solutreo-
Magdaleniense, como lo había inicialmente pensado basándose en criterios estilísticos6.
Apenas hay que recordar las reacciones críticas lanzadas contra la antigüedad de Chauvet7.

1 H. Breuil, “L’évolution de l’art pariétal dans les cavernes et abris ornés de France”. Congrès
préhistorique de France (11e session, Périgueux) (1934): 102-118. Breuil H. Quatre cents siècles
d’art pariétal. (Montignac: Centre d’Études et de Documentation préhistoriques, 1952).
2 A. Leroi-Gourhan, Préhistoire de l’art occidental (Paris: Lucien Mazenod 1965) (1971).
3 J. Clottes, “Palaeolithic petroglyphs at Foz Côa, Portugal”. International Newsletter on Rock Art 10

(1995): 2. J. Zilhão, “The age of the Côa valley (Portugal) rock-art: validation of archaeological dating
to the Palaeolithic and refutation of ‘scientific’ dating historic or proto-historic times”. Antiquity 69
(1995), 883-901.
4 R. Bednarik, “The Côa petroglyphs: an obituary to the stylistic dating of Palaeolithic rock-art”.

Antiquity 69(266) (1995): 877–883. R. Bednarik, “The age of the Côa valley petroglyphs in Portugal”.
Rock Art Research 12 (1995), 86-103.
5 J. Clottes, J. M. Chauvet, E. Brunet-Deschamps, C. Hillaire, J. P. Daugas, M. Arnold, H. Cachier, J.

Evin, P. Fortin, C. Oberlin, N. Tisnerat et H. Valladas, “Les peintures de la grotte Chauvet Pont d’Arc,
à Vallon-Pont-d’Arc (Ardèche, France): datations directes et indirectes par la méthode du
radiocarbone”. Comptes rendus de l’Académie de Sciences 320 (1995), 1133-1140.
6 J. Clottes, “Postface”. En J. M. Chauvet, E. Brunel-Deschamps et C. Hillaire (eds.), La Grotte

Chauvet à Vallon-Pont-d’Arc, (Paris: Le Seuil, 1995), 113-114.


7 Entre otras cosas: Züchner C. “La grotte Chauvet : radiocarbone contre archéologie”. International

Newsletter on Rock Art 13 (1996): 15-27. C. Züchner, “La cueva Chauvet, datada
arqueológicamente”. Edades, Revista de Historia (Cantabria) 6 (1999), 167-185. C. Züchner,
“Datations archéologiques de l’art rupestre, rien qu’une méthode subjective ?”. International
Newsletter on Rock Art 35 (2003): 18-24. C. Züchner, “La grotte Chauvet. Un sanctuaire

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En particular, puso de manifiesto la fuerza, casi dogmática, que puede tomar un


marco conceptual para los investigadores, cuando un documento lo pone en duda. Sea lo
que sea, si las críticas se centraron en la validez de los análisis de laboratorio, se referían
en realidad ante todo a la pertinencia del planteamiento estilístico mismo8. Desde los
primeros resultados de laboratorio, Michel Lorblanchet y Paul Bahn9 anuncian el inicio de
una era post-estilística, gracias a las nuevas tecnologías que deberían suplantar la
subjetividad propia de los métodos de análisis tradicionales. Poco después, R. Bednarik
radicaliza la conclusión, afirmando que “‘style’ is an archaeological construct which is
impossible to define scientifically” 10. Por eso, anuncia con bombos y platillos el obituario de
la datación estilística (“obituary to the stylistic dating”).

Puesto que los métodos de datación actuales se refieren a menos de 5% de las


obras rupestres, los prehistoriadores no tuvieron casi ninguna otra opción que seguir
trabajando con los conceptos tradicionales. Para superar las críticas sobre la subjetividad
del método estilístico, aislaron unas características formales muy generales (perfil absoluto,
presencia o ausencia de detalles anatómicos, silueta más o menos completa...), pero la
consecuencia fue que en lo sucesivo sólo podían individualizar entidades cronológicas tan
amplias como el Auriñaco-Gravetiense (fase arcaica) y el Magdaleniense11. Sin embargo,
como lo subrayaron bien Oscar Moro Abadía y Manuel R. González Morales12, el enfoque
siempre se sitúa en el marco conceptual de una evolución lineal yendo desde lo sencillo
hasta lo complejo. Pero este esquema evolutivo ha sido debilitado por la antigüedad

aurignacien ? Les conséquences pour l’art paléolithique”. En H. Floss & N. Rouquerol (eds.), Les
chemins de l’Art aurignacien en Europe. Actes du colloque international, Aurignac (2005) (Aurignac:
éd. Musée-forum Aurignac, 2012), 409-420. P. Pettitt & P. Bahn, “Current problems in dating
Palaeolithic cave art: Candamo and Chauvet”. Antiquity 75(295) (2003), 134-41. J. Combier & G.
Jouve, “Chauvet cave’s art is not Aurignacian: A new examination of the archaeological evidence and
dating procederes”. Quartär 59 (2012): 131-152. J. Combier & G. Jouve, “Nouvelles recherches sur
l’identité culturelle et stylistique de la grotte Chauvet et sur sa datation par la méthode du 14C”.
L’Anthropologie 118 (2014), 115-151.
8 M. Lorblanchet, “Etude des pigments de grottes ornées paléolithiques du Quercy”. Bulletin de la

Société des Etudes littéraires, scientifiques et artistiques du Lot 111 (1990): 93-113. M. Lorblanchet,
“La datation de l’art pariétal paléolithique”. Bulletin de la Société des Etudes littéraires, scientifiques
et artistiques du Lot 115 (1994), 161-182.
9 M. Lorblanchet & P. Bahn (dir.). Rock Art Studies: the Post-stylistic Era, or Where do we go from

here? 2nd AURA Congress, Cairns (1992). (Oxford: Oxbow Books, 1993) V-VIII (Oxbow Monograph
35).
10 “el ‘estilo’ es una construcción arqueológica imposible de sujetar científicamente”. R. Bednarik,

“The age of the Côa valley petroglyphs in Portugal”. Rock Art Research 12 (1995): 91.
11 C. González Sainz, “Sobre la organización cronológica de las manifestaciones gráficas del

Paleolítico superior. Perplejidades y algunos apuntes desde la región cantábrica”. En R. Cacho & N.
Gálvez (eds.), 32.000 B.P.: una odisea en el tiempo. Reflexiones sobre la definición cronológica del
arte parietal paleolítico. Edades, Revista de Historia 6 (1999), 123-144. C. González Sainz,
“Representaciones arcaicas de bisonte en la región cantábrica”. SPAL (Revista de Prehistoria y
Arqueología de la Universidad de Sevilla) 9 (2000), 257-277. G. Sauvet, F. J. Fortea Pérez, C. Fritz
y G. Toselló, “Crónica de los intercambios entre los grupos humanos paleolíticos. La contribución
del arte para el periodo 20.000-12.000 años BP”. Zephyrus 61 (2008), 33-59. M. Lorblanchet, Art
pariétal. Grottes ornées du Quercy. (Rodez: éd. du Rouergue, 2010). S. Petrognani, De Chauvet à
Lascaux. L’art des cavernes, reflet de sociétés préhistoriques en mutation. (Paris: Errance, 2013).
12 O. Moro Abadía & M. R. González Morales, “Thinking about “style” in the “post-stylistic era”:

reconstructing the stylistic context of Chauvet”. Oxford Jounal of Archaeology 26 (2007), 109-125.

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Auriñaciense del arte de Chauvet13, de Pair-non-Pair14 o de Aldène15, y también por unos


cuarenta objetos de arte mueble procedentes de los yacimientos del Jura de Suabia16.

No obstante, el fin de una evolución lineal no implica el fin de un enfoque estilístico,


como lo observaron O. Moro y M. R. González17. Los grandes conjuntos rupestres de
Francia y de España exigieron competencias técnicas y gráficas complejas que contradicen
una actividad ocasional de diletante18, si bien pueden existir unas diferencias importantes
entre las obras de las redes decoradas, como es el caso, de hecho, para las producciones
de época histórica. Pero siempre que una práctica gráfica esté mantenida y que las
producciones estéticas se sitúen en un sistema de normas, el tema del estilo debe tenerse
en cuenta. Por eso, y antes de dedicarse a buscar una evolución estilística, hace falta
examinar de qué modo la noción de estilo ha sido utilizada para estudiar el arte del
Paleolítico superior. Aunque el término está ampliamente presente en los trabajos, se le
asignaron significados diversos. Es “la structure et la forme commune à plusieurs
représentations”19, “la mise en application de conventions graphiques”20, “un élément de
différenciation né de l’interaction entre des groupes humains culturellement liés”21 e incluso
“le langage formel conçu par une culture pour représenter le monde”22.

Pero también muchos investigadores intentaron desbordar el fenómeno estético,


abriendo la definición a todo tipo de testimonio arqueológico, sin preocuparse de que se
denegaban así los resultados logrados por los historiadores del arte. James Sackett, por
ejemplo, considera que el estilo “concerns a highly specific and characteristic manner of
doing something, and that this manner is always peculiar to a specific time and place”23. Del
mismo modo, Marcel Otte y Laurence Remacle consideran que “loin de se limiter aux

13 J. Clottes & J. M. Geneste, “Twelve Years of Research in Chauvet Cave : Methodology and Main
Results”. En A Companion to Rock Art editado por J. Mc Donald & P. Veth. Chichester: Wiley-
Blackwell, 2012: 595-599.
14 M. Martinez & S. Loizeau, “Datation des gravures”. En M. Lenoir (ed.), La grotte de Pair-non-Pair

à Prignac-et-Marcamps (Gironde) (Bordeaux: Société archéologique de Bordeaux, 2013), 97-100.


15 P. Ambert et al. “Attribution des gravures paléolithiques de la grotte d’Aldène (Cesseras, Hérault)

à l’Aurignacien par la datation des remplissages géologiques”. Comptes Rendus Palevol 4 (2005):
275–284.
16 H. Floss, “L’art mobilier aurignacien du Jura souabe et sa place dans l’art paléolithique”. En H.

Floss & N. Rouquerol (eds.), Les chemins de l’Art aurignacien en Europe. Actes du colloque
international, Aurignac (2005) (Aurignac: éd. Musée-forum Aurignac, 2012), 295-316. N. J. Conard,
“De nouvelles sculptures en ivoire aurignaciennes du Jura souabe et la naissance de l’art figuratif”.
En H. Floss & N. Rouquerol (eds.), Les chemins de l’Art aurignacien en Europe. Actes du colloque
international, Aurignac (2005) (Aurignac: éd. Musée-forum Aurignac, 2012), 317-330.
17 O. Moro Abadía & M. R. González Morales, “Thinking about “style” …2007, 112.
18 M. Groenen, L’art des grottes ornées du Paléolithique supérieur. Voyages dans les espaces-limites.

(Bruxelles: Académie royale de Belgique, 2016).


19 “la estructura y la forma común a varias representaciones”. D. Vialou, L’art des grottes en Ariège

magdalénienne. (Paris: C.N.R.S., 1986), 82.


20 “la aplicación de convenciones gráficas”. D. Vialou, L’art des grottes en Ariège… 1986, 382.
21 “un elemento de diferenciación originado por la interacción entre grupos humanos relacionados

culturalmente”.G. Sauvet G. “Préface”. Préhistoire ariégeoise 46 (1991), 9.


22 “el lenguaje formal diseñado por una cultura para representar el mundo”. E. Guy, “Sur les

transformations de la vision artistique au Paléolithique supérieur”. Préhistoire Ariégeoise 51 (1996),


100.
23 “se refiere a una manera muy específica y característica de hacer algo, y que dicha manera

siempre es particular a un tiempo y a un lugar determinados”. J. R. Sackett, “The meaning of style


in Archaeology: a general model”. American Antiquity 42 (1977), 370.

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domaines artistiques, les styles formels s’expriment tout autant dans l’outillage, dans les
plans d’habitat ou dans toute autre manifestation sociale où l’emprise symbolique est
perceptible”24. El ejemplo más significativo de este enfoque globalizador lo encontramos
indudablemente en el simposio dedicado a “The uses of style in archaeology”25, en el que
los participantes trataron de recurrir a las consideraciones de filósofos, de historiadores, de
historiadores del arte, de sociólogos y de arqueólogos. Es obvio que cuando uno intenta
dar su pertinencia a una noción tan difícil de definir de forma integra, convocando al mismo
tiempo el estilo de la tecnología musteriense y el de las cartas de Jackson Pollock, eso sólo
puede conducir a conclusiones inquietantes (no reassuring conclusions)26.

Ampliada hasta tal punto, la definición toma sin duda alguna una perspectiva
exclusivamente conceptual, pero ya no puede aportar ningún instrumento de análisis para
abordar la imagen misma. En la medida en que se trata de producción estética, es
obviamente ella que debe estar al centro del análisis. Así pues, es sorprendente que los
historiadores del arte, que la han convertido en un elemento fundamental de su disciplina,
fueron tan poco solicitados por los prehistoriadores. Ese desinterés tuvo sin duda como
consecuencia que las respuestas fueron a menudo formuladas antes de que se hubiesen
planteado las preguntas. Sin embargo, es interesante recordar los trabajos de los pioneros,
porque sus respuestas contienen elementos que las investigaciones de hoy pueden
provechosamente volver a poner en el orden del día.

Estilo, artista y escuelas de arte

Frente a la calidad gráfica o plástica de las obras paleolíticas, los prehistoriadores


de finales del siglo XIX y del inicio del siglo XX consideraron voluntariamente sus autores
como siendo artistas extraordinarios. Édouard Piette, Louis Capitan, Henri Breuil, Henri
Bégouën ou Georges-Henri Luquet, por nombrar alguno, apoyaron todos dicha
interpretación. Los procedimientos utilizados por los escultores y los grabadores para
destacar ciertos elementos anatómicos demuestran para E. Piette “combien les artistes
avaient réfléchi à leur art”27. Por eso, “l’on ne peut se refuser à y voir des procédés d’école”28.
Además, Piette extrae las conclusiones lógicas de lo que constata: “l’existence d’une école
propageant ses procédés et les transmettant de génération en génération prouve que les
belles gravures et les belles sculptures des temps quaternaires ne sont pas de simples
manifestations d’activités individuelles et isolées, mais les productions d’un art véritable,
reposant sur des données apprises”29. Dicha maestría no se logró sin esfuerzos. La

24 “que los estilos formales no se limitan exclusivamente a los ámbitos artísticos, sino se expresan
igualmente en las herramientas, en los planos de viviendas o en cualquier otra manifestación social
donde se percibe el dominio simbólico”. M. Otte & L. Remacle L. “Réhabilitation des styles
paléolithiques”. L’Anthropologie 104 (2000), 365.
25 “Los usos del estilo en arqueología”. M. Conkey & C. Hastorf, The uses of style in archaeology.

(Cambridge: Cambridge University Press, 1990).


26 D. Whitney, “Style and history in art history”. En M. Conkey & C. Hastorf (eds.), The uses of style

in archaeology, (Cambridge: Cambridge University Press, 1990), 30.


27 “que los artistas habían estado pensando mucho en su arte”. E. Piette, L’art pendant l’âge du renne

(Paris: Masson & Cie, 1907), 71.


28 “no se puede rechazar ver en ello procedimientos de escuela”. E. Piette, L’art pendant l’âge…

1907, 71.
29 “la existencia de una escuela propagando sus procedimientos y transmitiéndolos de generación

en generación demuestra que los hermosos grabados y las hermosas esculturas de los tiempos

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habilidad de estos artistas debe haber necesitado un trabajo regular: “les graveurs
s’entretenaient la main en couvrant de gravures des pierres et des os pour se perfectionner
ou simplement pour le plaisir de dessiner”30, lo que explica estos documentos donde se
entremezclan de manera caótica unas representaciones más o menos perfectas. Para
Georges-Henri Luquet, “la haute valeur esthétique de ses chefs-d’œuvres [indique qu’] il
existait (…) des hommes qui s’appliquaient avec zèle à la création artistique et même des
artistes professionnels”31, un hipótesis compartida también por H. Breuil32.

Entonces no resulta sorprendente descubrir “hojas de estudio”, “cuadernos de


bocetos”, pero también “cuadernos de modelo” en las plaquetas grabadas procedentes de
talleres de artistas. El análisis de las plaquetas grabadas de Limeuil (Dordoña) por Louis
Capitan y Jean Bouyssonie muestra que “l’un burine d’une main ferme et souple en même
temps : la ligne, quoique fortement tracée, n’est pas rigide, mais, au contraire, du premier
jet, épouse les sinuosités de la silhouette de l’animal : c’est évidemment l’œuvre d’un
‘maître’. D’autres procèdent par lignes raides, brusques, indiquant une main tout autre”33. A
veces incluso, unos motivos superpuestos son de elaboración tan diferente que se puede
“imaginer comme un essai de copie, à côté de l’œuvre du maître : c’est le cahier de l’élève”34.
Por lo demás, este tema de la formación se justifica fisiológicamente. La opinión de Capitan
es clara al respecto: “Il est indispensable qu’une éducation compliquée ait dressé les
systèmes visuel et moteur afin de les rendre capables de reproduire, avec les nuances
infinies, les traits du modèle fixés, puis élaborés dans la mémoire”35. Por último, la presencia
de motivos parietales ampliamente distribuidos en el espacio muestra sobradamente, para
Breuil, que esta producción “n’est plus un fait individuel mais un fait social, collectif (…)
supposant l’existence d’une sorte d’institution en régissant le développement par une
sélection et un enseignement des mieux doués” 36.

En cuanto a los maestros, deberán disponer de modelos con los que podrán realizar
los grandes frescos parietales que se les están pidiendo. El bisonte grabado del sitio de La

cuaternarios no son meras manifestaciones de actividades individuales y aisladas, sino producciones


de un verdadero arte, basado en datos aprendidos”. E. Piette, L’art pendant l’âge… 1907, 72.
30 “los grabadores mantenían la destreza de sus manos recubriendo rocas y huesos de grabados

para perfeccionarse o por la alegría de dibujar E E. Piette, L’art pendant l’âge… 1907, 102-103.
31 “el valor artístico elevado de estas obras maestras [indica que] existía (…) personas que se

aplicaban con celo a la creación artística e incluso artistas profesionales”. Luquet G.H. L’art et la
religion des hommes fossiles. (Paris: Masson, 1926), 35.
32 H. Breuil, Quatre cents siècles d’art pariétal… 1952, 23.
33 “el uno cincela con mano firme y al mismo tiempo flexible: la línea, aunque trazada con fuerza, no

es rígida, sino más bien, en el primer lanzamiento, se adapta perfectamente a la silueta sinuosa del
animal: es con toda evidencia la obra de un ‘maestro’. Otros emplean líneas rígidas, bruscas,
indicando una mano completamente distinta”. L. Capitan & J. Bouyssonie, Un atelier d’art
préhistorique. Limeuil. Son gisement à gravures sur pierres de l’âge du renne. (Paris: Émile Nourry,
1924), 33.
34 “imaginar como una tentativa de copia, al lado de la obra del maestro: es el cuaderno del alumno”.

L. Capitan & J. Bouyssonie, Un atelier d’art préhistorique…. 1924, 39.


35 “Es indispensable que una educación complicada haya entrenado los sistemas visual y motriz para

permitirles reproducir, con los infinitos matices, los rasgos del modelo fijados y después elaborados
en la memoria”. L. Capitan, D. Peyrony & J. Bouyssonie J. “L’Art des Cavernes. Les dernières
découvertes faites en Dordogne”. Revue anthropologique 23 (1913), 164.
36 “ya no es un hecho individual sino un hecho social, colectivo (…) que supone la existencia de un

tipo de institución regulando el desarrollo gracias a una selección y a una enseñanza de los más
talentosos”. H. Breuil, Quatre cents siècles d’art pariétal… 1952, 22.

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Genière fue sin duda alguna considerado como el mejor testimonio de este tipo de modelo37.
El abrigo se encuentra en el Ain (Francia), a unos 300 kilómetros de la cueva de Font-de-
Gaume, en Dordoña, donde H. Breuil había dibujado el calco de un bisonte policromo
idéntico al esbozo grabado. La interpretación del cuaderno de bocetos ha sido un hito. Se
encontró en la pluma de autores como Herbert Kühn38 o Hans-Georg Bandi y Johannes
Maringer39, hasta el momento en que el trabajo inapelable hecho por Adolf Rieth40 demostró
que dicho grabado era una falsificación realizado, no según uno de los bisontes de Font-
de-Gaume, sino según el calco hecho por Breuil. El tema de los modelos,
considerablemente debilitado, desapareció entonces de la literatura científica.

En todo caso, por décadas se impuso la idea de que las obras muebles y parietales
habrían sido ejecutadas por artistas que recibieron ellos mismos una formación. Por lo
demás, los prehistoriadores en esa época sacaron la implicación lógica de su análisis. La
evidencia de una producción estética de calidad debía conducir a poner de manifiesto la
existencia de centros artísticos. Desde 1873, E. Piette había identificado dos escuelas
artísticas – una originaria de los Pirineos y la otra del Périgord, caracterizadas por unos
elementos estilísticos distintos41. Consideraba además que algunos artistas debían tener
una cierta notoriedad: “il y avait alors des graveurs en renom fiers de leurs œuvres. Les
personnes qui voulaient avoir des pièces d’apparat s’adressaient à eux pour avoir des objets
d’art remarquables”42. Un renombre sí, pero también un reconocimiento de parte del grupo:
“sans une société considérant leur œuvre comme d’un intérêt capital, l’artiste ne saurait
vivre et fonder une école”43.

Además, dichos centros están distribuidos desigualmente según las regiones, y por
ello es legítimo contemplar la existencia de verdaderos focos de producción regionales,
como es el caso de este “centro artístico extraordinario” de la región de Les Eyzies44. Una
vez más, es la idea de una “Escuela de arte” de valor regional que se impone naturalmente
a Louis Capitan y a Jean Bouyssonie45 para los grabados del yacimiento de Limeuil, cuando
observan el talento de la mano, la variedad y la naturalidad en la actitud de los animales
figurados. En su opinión, estas obras atestiguan “un art réaliste, dans lequel observation,
élaboration cérébrale et exécution mécanique ont atteint leur summum”46, lo que justifican
los estudios que muestran “les tâtonnements des artistes magdaléniens et les nombreux

37 C. Gaillard, “L’art préhistorique à la Genière, commune de Serrières-sur-Ain”. IPEK (Jahrbuch für


prähistorische und ethnographische Kunst) (1928), 1-12.
38 H. Kühn, Die Felsbilder Europas. (Stuttgart: W. Kohlhammer Verlag, 1952), 28-29.
39 H. G. Bandi & J. Maringer, L’art préhistorique. Les cavernes, le Levant espagnol, les régions

arctiques. (París: Charles Massin & Cie, 1952), 106-107.


40 A. Rieth, “Die Bisongravierung von La Genière. Eine Fälschung”. Germania 36 (1958), 418-420,

pl. 53.
41 E. Piette, “Sur la grotte de Gourdan, sur la lacune que plusieurs auteurs placent entre l’âge du

renne et celui de la pierre polie, et sur l’art paléolithique dans ses rapports avec l’art gaulois”. Bulletin
de la Société d’Anthropologie de Paris 8, 2e série (1873), 417-420.
42 “en esa fecha había grabadores de renombre orgullosos de sus obras. Las personas que querían

obras de ceremonia se dirigían a ellos para obtener objetos de arte extraordinarios”. E. Piette, L’art
pendant l’âge…1907, 94-95.
43 “sin una sociedad que considera que su obra era de interés fundamental, el artista no podría vivir

y fundar una escuela”. H. Breuil, Quatre cents siècles d’art pariétal… 1952, 23.
44 L. Capitan, H. Breuil & D. Peyrony, “Les figures gravées à l’époque paléolithique sur les parois de

la grotte de Bernifal (Dordogne)”. Revue de l’École d’Anthropologie de Paris 13 (1903), 209.


45 L. Capitan & J. Bouyssonie, Un atelier d’art préhistorique…1924, 35-39.
46 “un arte realista en el cual observación, elaboración cerebral y ejecución mecánica alcanzaron un

pináculo”. L. Capitan & J. Bouyssonie, Un atelier d’art préhistorique…1924, 31.

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El tema del estilo en el estudio del arte del paleolítico superior pág. 26

croquis”47. Hecho interesante, unos procedimientos técnicos idénticos, unos modos de


hacer comunes se encuentran en zonas geográficas distintas. Por eso, Breuil puede
proponer la conclusión cierta “qu’il y ait eu des collèges d’artistes, soumis à grande distance,
aux mêmes conventions et aux mêmes modes”48.

Por supuesto, con los descubrimientos de arte parietal, el interés de los


prehistoriadotes se focalizó ante todo en la fecha de dichas obras fuera de contexto. A costa
de un trabajo enorme, H. Breuil se dedicó a extraer del análisis estilístico de la imagen unos
elementos formales, para resolver la cuestión ardua de la cronología, con el fin de sacar de
dicho arte parietal una evolución coherente. Para Émile Cartailhac y Henri Breuil, [il n’est]
“pas douteux qu’il existait des traditions artistiques établies depuis des siècles. Le style
adopté et fidèlement suivi s’était transmis de générations en générations” 49. De manera
que, como todos los demás, admiten la existencia de maestros transmitiendo su saber-
hacer a alumnos. Pero en vez de utilizar las características estilísticas para identificar
centros de producción en el espacio como lo hicieron sus predecesores, las emplean para
situar las obras en el tiempo. Los trabajos ponen frente a frente unas representaciones con
segmentos incompletos o con una línea torpe, por la mayoría mal determinables, como las
de La Grèze (Dordoña), de Pair-non-Pair (Gironda) o de Chabot (Gard), a las que presentan
un trazado flexible, una silueta completa en que aparece la voluntad de dar modelado a la
figura, como las encontramos en Font-de-Gaume o en Les Combarelles.

Los calcos presentados en el artículo dedicado a la cueva de La Grèze, por ejemplo,


siluetean un bisonte y dos animales indeterminables, de los que sólo se nota la línea
sumaria de unos segmentos anatómicos incompletos. Para los inventores, el análisis de las
figuras de esta cueva “montre leur rudesse, le manque de souplesse et d’exactitude dans
le rendu, l’emploi de lignes courbes ou droites sans détails. Tout cela cadre bien avec leur
âge plus ancien”50. Al contrario, a los caballos y a los mamuts de Les Combarelles, con
unas “silhouettes plus étudiées, plus correctes, à traits souvent profonds”, les parecían que
las pudieran situar después de las de Pair-non-Pair51. En cuanto a las figuras policromas
de Font-de-Gaume, la complejidad técnica que combina el grabado y pinturas de colores
distintos, la organización de los colores para dar modelado a las representaciones, la
exactitud de las proporciones y la precisión de los detalles grabados, todos son tantas
características que se refieren al último periodo del Cuaternario. La calidad de algunas de
dichas representaciones, como lo subrayan además L. Capitan, H. Breuil y D. Peyrony para
dos renos afrontados, permite considerarlas como “les plus belles représentations

47 “los tanteos de los artistas magdalenienses y los numerosos bocetos”. L. Capitan & J. Bouyssonie,
Un atelier d’art préhistorique…1924, 32.
48 “que existieron collegios de artistas, sometidos a gran distancia, a las mismas convenciones y a

los mismos modos”. H. Breuil, Quatre cents siècles d’art pariétal… 1952, 23.
49 “no hay duda de que existía tradiciones artísticas establecidas desde siglos. El estilo adoptado y

seguido fielmente se había transmitido de generaciones en generaciones”. E. Cartailhac & H. Breuil,


La caverne d’Altamira à Santillane, près Santander (Espagne), (Monaco: Impr. de Monaco, 1906),
126-127.
50 “muestra su rudeza, la falta de flexibilidad y de exactitud en la expresión, el empleo de líneas

curvas o derechas sin detalles. Todo eso cuadra bien con su edad más antigua”. L. Capitan, H. Breuil
& M. Ampoulange, “Une nouvelle grotte préhistorique à parois gravées. La grotte de la Grèze”. Revue
de l’École d’Anthropologie de Paris 14 (1904), 325.
51 “siluetas más estudiadas, más correctas, con trazados a menudo profundos”. L. Capitan, H. Breuil

& D. Peyrony, La caverne de Font-de-Gaume aux Eyzies (Dordogne). (Monaco: Vve A. Chêne, 1910),
113.

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pariétales de cet animal” 52.

Claramente, la apreciación se basa en unas características formales y estilísticas,


por lo demás puntuadas de juicios de valor (figuras feas, mediocres o bastante bonitas,
hermosas…), pero que los autores intentan cruzar con el orden de las superposiciones53.
Desde ahora, el objetivo del prehistoriador es explotar las características de la figura para
sacar una evolución. La lectura diacrónica toma claramente el paso sobre el enfoque
sincrónico, que había intentado hacer É. Piette para el arte mueble del suroeste francés o
Hermilio Alcalde del Río para el arte parietal cantábrico español54.

Tipología formal y difusión gráfica

La lectura diacrónica, puesta como norma en el estudio del arte paleolítico, encontró
su realización, ya lo sabemos, en el libro extraordinario de André Leroi-Gourhan, dedicado
a la Préhistoire de l’art occidental [Prehistoria del arte occidental]. Según el autor, el análisis
de las obras demuestra “traditions stables [qui] ont assuré le mûrissement d’une symbolique
dont le développement est absolument continu depuis la première manifestation artistique
jusqu’à la fin du magdalénien”55. A decir la verdad, esta posición era la sola que pudiese
dar cuenta de la permanencia temática y formal, pero también de la constancia de las
relaciones entre los motivos parietales durante un periodo tan largo como el Paleolítico
superior. Por supuesto, el autor debe constatar que existen variantes en las
representaciones. Tras evidenciar las características formales particulares sacadas de los
documentos encontrados en contexto arqueológico, puede ordenar los documentos en el
tiempo. Como lo podíamos esperar, este trabajo de planificación se hizo basándose en el
cañamazo del evolucionismo. Resulta que dos trayectorias evolutivas inversas fueron
puestas de manifiesto. La primera conduce gradualmente unas figuras animales
esquemáticas hacia el realismo fotográfico. La segunda lleva las representaciones de sexos
humanos realistas hacia el mundo desencarnado del signo. Por lo demás, A. Leroi-Gourhan
encuentra otra vez dos nociones importantes -la mimesis y la semiosis- que van
estructurando el discurso de algunos científicos de esa época.

Pero la continuidad de las formas en el tiempo y su homogeneidad en el espacio


-que pone como condición previa (loc. cit.)- le condena a ignorar o a rechazar lo que le
podría ofrecer el análisis estilístico. Para Leroi-Gourhan, “la transmission des formes de
représentation est certaine et si la diffusion des styles est indiscutable, la théorie des
« écoles » est indémontrable”56. Sólo circula en esta época el relato, y sólo el proporciona
la trama de las representaciones. A su turno, la trama de las representaciones da un modelo

52 “las representaciones parietales más hermosas de este animal”. L. Capitan, H. Breuil & D. Peyrony,
La caverne de Font-de-Gaume aux Eyzies…1910, 75.
53 L. Capitan, H. Breuil & D. Peyrony, La caverne de Font-de-Gaume aux Eyzies…1910, 115-132.
54 M. Groenen, “Alcalde del Río y la lectura de la imagen paleolítica”. En M. Pérez Avellaneda (ed.),

Hermilio Alcalde del Río (1866-1947). En el 150 aniversario de su nacimiento. (Santander: Ed. de
Librería Estudio, 2016), 119-135.
55 “unas tradiciones estables (que) garantizan la maduración de una simbólica desarrollándose de

manera continua desde la primera manifestación artística hasta finales del Magdaleniense”. A. Leroi-
Gourhan, Préhistoire de l’art occidental. (Paris: Lucien Mazenod, 1971), 28.
56 “la transmisión des las formas de representación resulta cierta y si la difusión de los estilos es

indiscutible, la teoría de las “escuelas” no se puede demostrar”. A. Leroi-Gourhan, Préhistoire de l’art


occidental...1971, 29.

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El tema del estilo en el estudio del arte del paleolítico superior pág. 28

al “chasseur qui, de proche en proche, pouvait voir ce que son voisin savait faire”57. Pues
nos encontramos frente a unos cazadores cuyo objetivo es imitar las representaciones de
relatos – cuyo contenido hoy está perdido. La imagen paleolítica parece entonces haber
perdido el extraordinario potencial estético que había fascinado tanto a los pioneros. No
obstante, con el material iconográfico acumulado, A. Leroi-Gourhan habría podido
interrogar de nuevo el tema de la formación a través de producciones de imágenes
respondiendo a los mismos principios de construcción formal, por ejemplo. Asimismo,
habría podido trabajar a partir de recuentos cifrados menos globales, con el fin de enfocar
unos particularismos regionales. Pero su voluntad de ordenar los documentos en una serie
diacrónica continua le llevó a encerrarse en una tipología formal demasiado rígida, a
subestimar la existencia de unos estilos colectivos y, al mismo tiempo, a negar la posibilidad
de identificar unos estilos individuales. De hecho, según él, “il est matériellement impossible,
dans la même grotte, de dire si deux peintures voisines sont de la même main”58.

Sabemos cual fue el impulso infundido por Leroi-Gourhan al estudio del arte parietal
del Paleolítico superior. La estabilidad de los temas representados, la distribución coherente
de los motivos, la importancia de las relaciones significantes o la necesidad de integrar los
trazados no figurativos (los “signos”) – incluso los más modestos – son tantas aportaciones
fundamentales que han renovado la investigación después de él. Pero también hay que
reconocer que su lectura “desencarnada” de las cuevas decoradas ha dejado rastros. Pocas
personas se han atrevido a aventurarse después de él en el terreno de la interpretación, y
muchas de ellas prefirieron el asiento más seguro de los hechos establecidos teniendo
como base los análisis de laboratorio. De la misma forma, es sorprendente constatar hasta
que punto se procuró no tomar en cuenta la imagen misma. Entre las redes de relaciones
que deberían unir las figuras y la decoración puesta en ecuación, no cabe sitio para la
lectura del grafismo de las representaciones.

Pues, A. Leroi-Gourhan ha rechazado deliberadamente el enfoque sincrónico


iniciado por los pioneros, y con ello todas las cuestiones centradas en el artista (formación,
proyección…). Este enfoque todavía se defenderá de vez en cuando, recibiendo unos ecos
particulares de parte de la comunidad científica. Louis-René Nougier, por ejemplo, puso de
nuevo en el telar el tema de la formación de los artistas, insistiendo más particularmente en
la calidad estética de su producción. Según él, los documentos pintados o grabados no son
unas obras de arte por el mero hecho de su alta antigüedad. Aproximadamente, el 85% de
las figuras son mediocres. El 15% que queda es el producto de auténticos artistas: “ce sont
ces grands génies anonymes qui font progresser l’image et l’art tout entier, qui créent,
entretiennent, expérimentent et développent des courants esthétiques...”59. L. R. Nougier no
precisa los criterios que utiliza para su evaluación. Sólo dice que apreció la calidad de las
obras “dans l’attente de règles esthétiques précises que les relevés exhaustifs permettront
de définir”60, como si registrar la obra impusiera en sí las reglas del juicio estético.

57 “cazador que, progresivamente, podía ver lo que sabía hacer su vecino”. A. Leroi-Gourhan,
Préhistoire de l’art occidental...1971, 29.
58 “es materialmente imposible, en una misma cueva, decir si dos pinturas vecinas pertenecen a la

misma mano”. A. Leroi-Gourhan, Préhistoire de l’art occidental...1971, 29.


59 “son estos grandes genios anónimos que hacen progresar la imagen y el arte entero, que crean,

mantienen, experimentan y desarrollan unos corrientes estéticos...”. L. R. Nougier, L’art de la


préhistoire, (Paris: La Pochothèque, 1993), 28.
60 “en la espera de reglas estéticas precisas que los censos exhaustivos permitirán definir”. L. R.

Nougier, L’art de la préhistoire… 1993, 28.

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El tema del estilo en el estudio del arte del paleolítico superior pág. 29

Para Nougier61, cada uno posee su manera de realizar la figura y un saber-hacer


propio. La calidad extraordinaria de algunos motivos de Lascaux, de Niaux o de Altamira
obliga a pensar que fueron ejecutados por artistas que recibieron una formación. El don
innato del dibujo no puede en ningún caso, según él, explicar unas obras tan perfectas, y
“les brillantes individualités qui se forment ainsi, deviennent des maîtres et transmettent leur
expérience par de véritables ateliers”62. Ellos recibieron los mejores espacios de la red. En
cuanto a algunos dibujos incompletos que aprovechan unos relieves rocosos en los mismos
sitios, y que se encuentran por lo demás a menudo en las galerías secundarias, apenas se
pueden considerar como obras de arte. Para Nougier, más bien son como “des expériences
réalisées par les aides du grand maître... Les apprentis doivent s’exercer, mais loin du
célèbre atelier!”63. Dichos maestros deben haber una cierta proyección. En todo caso,
crearon unas verdaderas corrientes estéticas. L. R. Nougier64 insistía, a este respecto, en
la diferencia que tenemos que hacer entre periodo y “escuela estilística”. La escuela
perigordiense, por ejemplo, incluye cuevas como las de La Grèze (Dordoña), de Pair-non-
Pair (Gironda) o de Covalanas (Cantabria), pero también de Lascaux – datada no obstante
al Magdaleniense antiguo. De hecho, estos sitios distintos están unidos por una continuidad
en las convenciones estilísticas (contornos rígidos, esquematismo del trazado, detalles
escasos, elementos anatómicos presentados de frente…).

La noción de corriente estética desarrollada por Nougier se dirige a unas maneras


de hacer que se encuentran en sitios que pertenecen a zonas geográficas extendidas. Se
basa en unos temas y características figurativas comunes evidenciados dentro de lo que se
podría considerar como una provincia estética. Tal noción aparece también en lo que Paolo
Graziosi65 había identificado como “arte paleolítico mediterráneo” o en lo que José Luis
Sanchidrián Torti66 reagrupa bajo la denominación de “arte de la zona meridional de la
península Ibérica”. El enfoque sincrónico, en fin, está propuesto también por Marcel Otte y
Laurence Remacle67 que sacan varios “estilos” establecidos sobre la base de unos sitios
particularmente extraordinarios (Arcy, Gargas, Lascaux, Niaux). Sin embargo, los autores
presentan dichos estilos como entidades de las que piensan que no hace falta reunir ni en
el tiempo, ni en el espacio, y en los cuales, entonces, no parece legítimo ver “une suite
d’expériences esthétiques autonomes”68. Pero la existencia de unos estilos distintos
atestigua, en cambio, “l'homogénéité atteinte par certains langages des formes (…), ce qui
démontre l'existence d'écoles, comme aux phases récentes des temps historiques”69. Este
enfoque “dividido” de las producciones estéticas no da realmente cuenta de la continuidad

61 L. R. Nougier, L’art préhistorique. (Paris: PUF, 1966), 21.


62 “las individualidades brillantes que se están formando de esta manera, se vuelven en maestros y
transmiten su experiencia a través de verdaderos talleres”. L. R. Nougier, L’art préhistorique... 1966,
21.
63 “unas experiencias realizadas por los ayudantes del gran maestro… ¡Los aprendices tienen que

practicar, pero lejos del taller famoso!”. L. R. Nougier, L’art de la préhistoire… 1993, 56.
64 L. R. Nougier, L’art préhistorique... 1966,122-146.
65 P. Graziosi, L’arte preistorica in Italia. (Firenze: Sansoni, 1973).
66 J. L. Sanchidrián Torti, “Arte paleolítico de la zona meridional de la Península ibérica”. Complutum

5 (1994), 163-195.
67 M. Otte & L. Remacle, “Réhabilitation des styles paléolithiques”. L’Anthropologie 104 (2000), 365-

371.
68 “una serie de experiencias estéticas autónomas”. M. Otte & L. Remacle, “Réhabilitation des styles

paléolithiques…” 2000, 366.


69 “la homogeneidad lograda por ciertos lenguajes de formas (…), lo que demuestra la existencia de

escuelas, tal como en las fases recientes de los tiempos históricos”. M. Otte & L. Remacle,
“Réhabilitation des styles paléolithiques…” 2000, 367.

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El tema del estilo en el estudio del arte del paleolítico superior pág. 30

sorprendente del arte del Paleolítico superior, pero allana útilmente el camino para la
definición de singularidades, dejando atrás los límites de los conocimientos relacionados a
un material tan antiguo.

Las condiciones de posibilidad de un análisis estilístico

Identificar unas singularidades es un objetivo fundamental de la historia del arte.


Para una mirada no avisada, nada se parece tanto como dos Vírgenes con el niño, para
tomar el ejemplo clásico de la historia del arte de los periodos históricos. Sin embargo, el
tratamiento de este tema iconográfico por un artista brujense del siglo XVI es muy diferente
del de un artista florentino de la misma época. La identificación de estas singularidades
consiste en extraer del tema figurado las características formales y estilísticas que permiten
situar la obra en el espacio y en el tiempo y dedicarse a precisar lo que están expresando.
Sensu stricto, el estilo se puede definir como el estudio de la disposición de las líneas. En
el arte del Paleolítico, el análisis se refiere esencialmente al contorno, pero también a los
elementos del modelado. Pero la lectura de la imagen concierne de igual forma las
proporciones entre la representación y su modelo natural, o entre la figura y los elementos
del marco que la contiene. Depende así del análisis formal70. Pero la noción de estilo
también ha sido utilizada para definir conjuntos individuales o colectivos. Como lo recuerda
Meyer Schapiro, “par ‘style’, on entend la forme constante -et parfois les éléments, les
qualités et l’expression constants- dans l’art d’un individu ou d’une société” 71. Aunque
personalizada, la producción de un individuo se sitúa evidentemente en la de una sociedad
en una época particular, y esta relación la tiene que evidenciar y justificar el historiador del
arte. Como lo señala Jean-Pierre Néraudau, “le style de Poussin est la manière dont il a
interprété ou suscité des formes dont la constance à son époque constitue le style
classique”72.

Un trabajo de este tipo supone la constitución de un referencial suficientemente


preciso, lo que falta evidentemente en Prehistoria. Sin embargo, esa carencia no significa
que haya que renunciar al análisis estilístico, con la condición de no querer hacer cronología
a partir del estilo. De hecho, esto no quita que se pueda trabajar con las obras y constituir
un referencial formal explotando un material suficientemente representativo. El análisis de
las imágenes permite entonces sacar unas constantes susceptibles de identificar y de
caracterizar unos sistemas formales particulares en uno o varios sitios perteneciendo a una
región, fundándose en unos elementos determinados (contorno, proporciones, profundidad)
o en la ausencia intencional de detalles particulares (trazados internos), como lo propuso
Emmanuel Guy73. La forma “pictórica” se vuelve entonces en un lenguaje cuya sintaxis se
manifiesta bajo la forma de unas convenciones formales. Y, por eso, le corresponde al
prehistoriador descifrar “la construction grammaticale de ces langages afin d’en saisir les
motivations internes, la logique de représentation, et d’éclairer ainsi les concepts

70 M. Groenen, L’art des grottes ornées du Paléolithique supérieur. Voyages dans les espaces-limites.
(Bruxelles: Académie royale de Belgique, 2016).
71 “hablando de ‘estilo’, entendemos la forma constante – y a veces los elementos, las calidades y la

expresión constantes – en el arte de un individuo o de una sociedad”. M. Schapiro, Style, artiste et


société, (Paris: Gallimard, 1982), 35.
72 “el estilo de Poussin es la manera con que interpretó o suscitó unas formas cuya constancia en su

época constituye el estilo clásico”. J. P. Néraudau, Dictionnaire d’histoire de l’art. (Paris: P.U.F.,
1996), 443.
73 E. Guy, “Le style des figurations paléolithiques piquetées de la vallée du Côa (Portugal) : premier

essai de caractérisation”. L’Anthropologie 104 (2000), 415-426.

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El tema del estilo en el estudio del arte del paleolítico superior pág. 31

spécifiques qui en sont à l’origine”74. La aplicación de este principio permitió al autor


identificar lo que llama una “escuela”, apuntando, en sitios muy diferentes, unas
recurrencias formales que pertenecen a la estructura misma de la figura (figuras construidas
a partir de formas geométricas, siluetas de caballos con la línea cervico-dorsal en curvatura
triple, cabezas de uros en cuadrángulo…)75. Estas características distintas responden,
según el autor, a una concepción global recordando un poco al lenguaje figurado de la
heráldica: un arte del que “l’objectif n’est pas tant de représenter le sujet que de le
signifier”76.

Sin embargo, esa lectura de la imagen necesita una condición previa. En historia del
arte, uno sólo se puede legítimamente ejercitar el enfoque estilístico cuando uno se
encuentra frente a unas producciones de profesionales o, por lo menos, frente a unas obras
realizadas por ejecutantes que hacen de sus realizaciones gráficas una practica regular y
mantenida. Como lo habemos visto, los pioneros de la prehistoria fueron impresionados por
la maestría gráfica y técnica de las representaciones: las siluetas animales están
reproducidas de tal manera que se puedan identificar fácilmente y los elementos esenciales
del animal han sido seleccionados con el fin de aportar unas precisiones adicionales al
diagnóstico (juvenil, macho, hembra…). Por eso, pensaron que era legítimo considerar que
estas obras habían sido realizadas por artistas. Como pone de manifiesto E. Guy para
producciones como las de Lascaux, “le niveau de maîtrise technique et de compétence (…)
ne peut être sérieusement envisagé sans le passage par une formation de très longue durée
et des exercices maintes et maintes fois répétés”77. Esa conclusión se puede aplicar a
numerosos otros sitios, desde el inicio del Paleolítico superior como lo muestra la
decoración de la cueva Chauvet. Hay que insistir en ello, las representaciones animales no
son “copias conformes” de la realidad. Al contrario, son verdaderas traducciones gráficas
de dicha realidad, y estas traducciones gráficas son personalizadas.

Además, las técnicas utilizadas para realizar las obras son frecuentemente
complejas. A veces, han exigido un material adaptado, tanto en el arte mueble como en el
arte parietal, con el fin de producir un efecto visual preciso. Como lo hemos mostrado, en
la mayoría de las veces un saber-hacer técnico complejo ha sido puesto al servicio del
proyecto estético, lo que por lo demás permite definir unos sistemas estéticos coherentes.
Numerosas figuras animales del arte parietal se construyen, por ejemplo, a partir de unos
elementos sugestivos de la pared. Están adaptadas y cuadradas en función de unas
particularidades arquitectónicas significantes, que permiten orientarlas en un espacio y
camparlas en un suelo. Todos estos elementos contribuyen, de manera coherente, a dar a
estas figuras una materialidad y además una presencia hierática78. En la medida en que

74 “la construcción gramatical de dichos lenguajes con el fin de captar sus motivaciones internas, la
lógica de representación, y aclarar de esta manera los conceptos específicos de los que proceden”.
E. Guy, “Sur les transformations de la vision artistique au Paléolithique supérieur”. Préhistoire
Ariégeoise 51 (1996), 107.
75 E. Guy, Préhistoire du sentiment artistique. L’invention du style il y a 20.000 ans. (Dijon: Les

presses du réel, 2010).


76 “el objetivo no es tanto representar el tema sino significarlo”. E. Guy, Préhistoire du sentiment

artistique..., 2010, 137.


77 “el nivel de maestría técnica y de competencia (…) no se puede considerar en serio sin el paso

por una formación muy larga y ejercicios repetidos muchas y muchas veces”. E. Guy, Préhistoire du
sentiment artistique..., 2010, 134.
78 M. Groenen, L’art des grottes ornées du Paléolithique supérieur…2016. M. Groenen, “Le statut de

l’animal dans l’art pariétal du Paléolithique supérieur”. En S. Peperstraete, Animal et religión.


(Bruxelles: Ed. de l’Université Libre de Bruxelles, 2016), 37-51.

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El tema del estilo en el estudio del arte del paleolítico superior pág. 32

estas características se encuentran en cuevas decoradas ampliamente distribuidas, hay


que admitir que numerosos grupos compartían una misma concepción de la imagen.

Estas consideraciones subrayan otro punto importante que concierne la relación


entre el artista y el grupo al que pertenece. La producción de obras de arte (catedrales,
paneles pintados, esculturas) sólo se puede hacer en el marco de una cultura que acepta
el medio de la imagen, y el artista debe someterse – con una libertad más o menos
importante en función de las culturas – a las convenciones en uso. Una producción estética,
de hecho, sólo se puede constituir si se sitúa en un sistema de valores y de normas
compartidos por el grupo. Como lo señala E. Guy, “toute représentation fait appel à des
formes conventionnelles indispensables à l’intelligibilité de l’image pour le milieu social dans
lequel elle a été conçue”79. En el Paleolítico, esas formas convencionales cristalizan en una
iconografía que, lejos de ser “homogénea y continua” como lo había planteado A. Leroi-
Gourhan, varía en el tiempo y en el espacio80. En la medida en que estos temas sin embargo
no son aleatorios, se refieren necesariamente a unas convenciones aceptadas socialmente
y culturalmente. Algunos de estos temas se pueden además considerar como temas
iconográficos -en el sentido de representaciones comportando unos atributos determinados
idénticos- como lo demuestran las criaturas compuestas animales y humanas distribuidas
en espacios geográficos amplios81.

Por supuesto, el reconocimiento social ha sido conseguido cuando se trata de


conjuntos parietales de formato monumental, en particular para la realización de frisos
esculpidos como en el abrigo Bourdois (Vienne), en Cap Blanc o en el abrigo Reverdit
(Dordoña), por los que evidentemente hay que excluir un trabajo individual. Pero se impone
también para unos espacios decorados como los que encontramos en Lascaux (Dordoña),
Niaux (Ariège), Altamira (Cantabria) o Tito Bustillo (Asturias). La gestión de algunos de
dichos conjuntos sólo se puede hacer gracias a la instalación y al mantenimiento de medios
de iluminación adaptados, de dispositivos permitiendo el acceso a las partes más elevadas
de la red y a la disponibilidad de los materiales necesarios. Por lo demás, tal establecimiento
de medios no es únicamente propio al arte parietal; aparece también en el arte mueble. Las
series que nos han llegado de los yacimientos de La Marche o de Les Fadets (Vienne), de
Limeuil o de La Madeleine (Dordoña), de Gönnersdorf (Renania) o de Dolní Věstonice
(Moravia) implican el establecimiento de sistemas de producción adaptados.

En Dolní Věstonice, la cantidad de estatuitas en terracota -aproximadamente 6.750


piezas para P. Vandiver82 y más de 5.760 para A. Verpoorte83- es tan importante que

79 “cada representación recurre a unas formas convencionales indispensables para que la imagen
sea inteligible para el medio ambiente en que fue concebida”. E. Guy, “Esthétique et préhistoire. Pour
une anthropologie du style”. L’Homme 165 (2003), 284.
80 G. Sauvet, R. Layton, T. Lenssen-Erz, P. S. C. Taçon et A. Wlodarczyk, “La structure

iconographique d’un art rupestre est-elle une clef pour son interprétation ?”. Zephyrus 59 (2006), 97-
110. S. Petrognani, De Chauvet à Lascaux. L’art des cavernes, reflet de sociétés préhistoriques en
mutation. (Paris: Errance, 2013). M. Lorblanchet, Art pariétal. Grottes ornées du Quercy. (Rodez: éd.
du Rouergue, 2010).
81 M. Groenen, “Thèmes iconographiques et mythes dans l’art du Paléolithique supérieur”. En M.

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Liège, 2-8 septembre 2001) (Oxford: Archaeopress, 2004), 31-40.
82 P. Vandiver, O. Soffer, B. Klíma & J. Svoboda, “The origins of ceramic technology at Dolní

Vĕstonice, Czechoslovakia”. Science 246 (1989), 1002-1003.


83 A. Verpoorte, Places of art, traces of fire. A contextual approach to anthropomorphic figurines in

the Pavlovian (Central Europe, 29-24 kyr B.P.). (Leiden: University of Leiden, 2001), 96.

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tenemos que considerar que existían talleres produciendo obras excediendo las
necesidades del grupo, y que hay que pensar en la organización de intercambios entre
grupos. Esa noción, también grata a la historia del arte, fue propuesta a menudo en los
trabajos antiguos. Se justifica cuando la producción permite responder a una demanda que
sobrepasa las simples necesidades del grupo. Los profesionales trabajando en ello deben
haber integrado unas soluciones gráficas y técnicas suficientemente singulares para que
seamos capaces de caracterizarlas y situarlas relativamente a una época y a un lugar. La
práctica del modelado para la producción de terracota en Dolní Věstonice aporta una
ilustración preciosa al nivel técnico. Asimismo, la manera de trazar la oreja “en raqueta” en
el prolongamiento de la mandíbula y el naturalismo que raya en la caricatura de las figuras
humanas en los numerosos documentos de La Marche procuran un buen ejemplo al nivel
de las convenciones gráficas. Como es además el caso para las escuelas, los talleres
implican un reconocimiento social. Son entonces indisociables de una “cultura de la
imagen”, es decir de una producción estética ejecutada según unas normas precisas,
necesitando un aprendizaje.

Las conclusiones que los prehistoriadores de la primera mitad del siglo XX sacaron
del estudio del material iconográfico del Paleolítico superior conservan una actualidad
sorprendente. Todos admitieron que la calidad gráfica y plástica de las obras de esta época,
los sistemas de convenciones a los que responden y el saber-hacer desplegado para su
realización hablan a favor de unas prácticas mantenidas permanentemente. Además,
consideraron que esas producciones eran obra de unos artistas suficientemente
reconocidos para “hacer escuela”. La distribución amplia de algunos temas iconográficos,
la utilización de unas convenciones formales o técnicas particulares en algunos sitios o
dentro de unas zonas geográficas más o menos extendidas, argumentan, en todo caso, a
favor de sistemas estéticos cuidadosamente elaborados, que debían responder a unas
normas determinadas estrictamente. Es verdad que las repuestas proporcionadas por los
pioneros fueron entregadas sin que fuesen formuladas verdaderamente las cuestiones. A.
Leroi-Gourhan habría podido explotar el material considerable del que disponía para
producir este cuestionamiento. Eso no fue el camino privilegiado por el autor de la
Prehistoria del arte occidental. El análisis de la imagen para sí misma dejó el paso al estudio
de las relaciones entre los motivos.

Conocemos la importancia que han tenido sus conclusiones, pero también han
“desvitalizado” el contenido de las producciones estéticas del Paleolítico superior. Nos
parece a nosotros que sólo se podrá realmente emprender el estudio del arte prehistórico
si se integra también lo que es objeto de él -la imagen. Y dicha imagen, a su turno, sólo
encontrará su sentido cuando la investigación se vuelva a centrar en el estudio del estilo.
Porque el estudio del estilo es el medio metodológico privilegiado para identificar unas
singularidades en las producciones de imágenes. La mirada de los historiadores del arte
podría, sin duda alguna, aportar a los prehistoriadotes unos complementos de información
fructuosos.

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Para Citar este Artículo:

Groenen, Marc. El tema del estilo en el estudio del arte del paleolítico superior. Rev.
Cuad. De Art. Preh. Num. 3. Enero – Junio 2017, ISSN 0719-7012, pp. 19-38.

Las opiniones, análisis y conclusiones del autor son de su responsabilidad


y no necesariamente reflejan el pensamiento
de la Revista Cuadernos de Arte Prehistórico.

La reproducción parcial y/o total de este artículo


debe hacerse con permiso
de Revista Cuadernos de Arte Prehistórico.

DR. MARC GROENEN

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