693 Fragmento1
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Tao Te Ching
ALIANZA EDITORIAL
Título original:
PAPEL DE FIBRA
CERTIFICADA
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Presentación
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Nuestra edición original es: , ,
, , 1984.
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Pero poco importa, en verdad, el asunto de la
autoría frente al valor de la sabiduría espiritual y
ética que nos regalan estos hermosos y profundos
poemas que no han perdido un ápice de actuali-
dad en sus más de dos mil trescientos años de
existencia. Hallará el lector en ellos toda una filo-
sofía que, como toda buena filosofía, es teológica,
y que incluye también elementos propios de la
Física, la Metafísica, la Ontología, la Ética, la Polí-
tica, la Retórica, la Teoría del Conocimiento, la
Psicología y la Ecología, al menos. Pero no sere-
mos nosotros los que cometamos el grosero error
de intentar analizar y explicar, aquí y ahora, la
sabiduría del Tao, pues nadie lo hará nunca me-
jor que el propio Lao Tse.
Sin embargo, sí será útil explicar, en un par de
pinceladas, cómo era la China en que se formó el
presente libro, pues, de lo contrario, difícil le será
al lector entender algunas alusiones que hallará
en él. China era entonces un reino cuyo rey go-
bernaba nominalmente sobre muchos territorios
y ciudades amuralladas de diverso tamaño que,
de facto, se habían desgajado e independizado y
no dejaban de atacarse entre sí en cientos de ba-
tallas fratricidas. El mundo era un caos, todo era
guerra y los gobernantes de cada reino o Estado
batallaban para hacerse más y más poderosos
queriendo ser el rey de la dinastía, señor de todo
el territorio. De ahí que muchos versos aludan a
querer «gobernar todos los reinos», lograr ser «la
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cabeza del mundo», apoderarse «de todos los de-
más» o «del mundo entero». De ahí también que
traten el tema de cómo hay que gobernar un rei-
no. La política y el gobierno fueron temas que de-
batieron y analizaron a fondo los grandes pensa-
dores de la China antigua, como, por ejemplo,
Confucio, Han Fei o el maestro Mo2. Nuestro li-
bro participó en tal diálogo.
Y también será útil explicar un puñado de me-
táforas de difícil comprensión. «El valle» es un
lugar que recibe, que acoge generosamente lo
que baja a él, que se pone por debajo de todo y
por ello es muy rico, porque todo lo acepta como
viene, especialmente las aguas, que a su vez son
humildes y dan vida; «la madre» es aquello que
engendra y da a luz, que es capaz de crear y de
formar, que está entre el Tao y el mundo, que da
vida y origina; y, sobre todo, «el pedazo sin ta-
llar», que alude a un pedazo de madera o piedra,
es decir, a algo que se halla en su estado total-
mente natural, no tocado aún por la mano del
hombre, en su estado prístino y puro, no estro-
peado por el artificio humano. De ahí que se des-
precie todo aquello que es un producto de la cul-
tura, como la educación, frente a todo aquello
que es un producto directo de la naturaleza, que
se estima.
2
Proporcionamos lecturas recomendadas de dichos filóso-
fos en la página 119.
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El Tao Te Ching es uno de los dos textos funda-
cionales del taoísmo. El otro es el genial Libro del
maestro Chuang Tse, en prosa. Aunque ambos,
como decíamos, no habrían sido escritos antes
del siglo IV-III antes de Cristo, la filosofía a que
dieron cuerpo sí que era muy anterior. El taoísmo
–y quizá entonces sí que existió un hombre al
que se llamó «anciano maestro» de verdad– de-
bió germinar hacia el siglo VI antes de Cristo y
desde entonces ha existido sin interrupción, aun-
que con notables cambios en su largo camino.
El primer hito debemos situarlo hacia el siglo
III antes de Cristo, cuando quedaron fijados por
escrito los dos textos fundacionales ya citados. Un
siglo después aproximadamente, en los inicios de
la duradera dinastía Han, el taoísmo comenzó a
mezclar la política con la espiritualidad en una
nueva amalgama basada en dos pilares: la des-
cripción del gobernante modelo como gobernan-
te taoísta y la explicación de diversas prácticas es-
pirituales que conducían a la pureza del alma y
la longevidad del cuerpo. A finales de la dinas-
tía Han, esto es, hacia el siglo II después de Cristo,
nació el llamado «taoísmo religioso», en virtud
del cual el autor de nuestro libro fue divinizado,
así como otros maestros taoístas del pasado, y la
fe se llenó de nuevos dioses, nuevos textos, nue-
vos ritos, nuevos monasterios y una nueva es-
tructura eclesial bien definida. Unos dos siglos
después, hacia el siglo IV, cobró vitalidad en su
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seno una corriente centrada en la búsqueda de
la inmortalidad por tres vías diferentes, a saber, la
alimentación estrictamente natural, a base de
plantas y minerales de los montes; los ejercicios
físicos, concretamente los ejercicios respiratorios,
los corporales y los sexuales (la sexualidad enten-
dida como gimnasia, no como amorosa entrega a
otro); y la pureza espiritual, basada en el desape-
go por todo lo material y social, como la fama, el
dinero o el poder; dicha corriente engendró her-
mosos textos, como El maestro que abrazó el pedazo
sin tallar, de Ge Hong (283-343).
Para no extendernos más, terminaremos este
escueto repaso de la evolución del taoísmo recor-
dando que, a partir de entonces, se fueron multi-
plicando tanto sus textos sagrados, hasta llegar a
los mil cuatrocientos libros (que se editaron y fi-
jaron en el año 1445), como sus ramas. Hoy día,
un país –la República Popular de China– donde
no existe libertad religiosa real, sino sólo nomi-
nal, cuenta con dos ramas principales: la del clero
hereditario y la de los monjes y monjas que viven
en monasterios; cuya presencia en el mundo lai-
co se reduce a la realización de rituales puntuales
a petición de personas, familias o comunidades.
El taoísmo, dada la gran estima que ha conce-
dido al mundo de la naturaleza y al ser humano
en su dimensión tanto espiritual como física des-
de sus inicios, ha influido poderosamente, de un
modo más o menos directo, como no cesan de re-
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cordarnos J. Needham y sus colaboradores en los
muchos volúmenes de Science and Civilization in
China, en el nacimiento y el desarrollo de nu-
merosas ciencias en China, como, por ejemplo, la
farmacología, la mineralogía, la biología, la mine-
ría, la botánica, la agricultura y las artes marciales
y gimnásticas, como el kungfu, el qigong o el taichí.í
La semilla de todo este variado desarrollo de
ciencias y creencias no está sino en el libro que el
lector tiene en sus manos, cuya gestación y es-
critura corrió paralela a la de las grandes obras
y enseñanzas de Platón y Aristóteles en Gre-
cia, del Buda histórico en el norte de la actual In-
dia y de numerosos libros del Antiguo Testamen-
to en el antiguo Israel, sin olvidar, dada la esencia
poética del presente libro, otros textos poéticos
coetáneos y tan cruciales en el desarrollo de la ci-
vilización europea como lo ha sido el Tao Te Ching
en la asiática: el Libro de los Salmos y (quizá) los
Libros de Job y del Eclesiastés, así como las trage-
dias de Esquilo y Sófocles.
Agradecimientos