Cap. 3 La Tradición Clásica: El Origen

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ANTECEDENTES DE LA TEORÍA ECONÓMICA

DEL DESARROLLO

Cap. 3 La tradición clásica: el origen


Los economistas clásicos del siglo XVIII y principios del XIX se preocuparon por el
análisis del crecimiento a largo plazo: sus causas, consecuencias y perspectivas. Ese
interés desaparecería en las corrientes inmediatamente posteriores del pensamiento
económico: el “paréntesis” neoclásico desplazó al interés hacia las cuestiones de
equilibrio; incluso el keynesiano inicial se preocupó solo por la inestabilidad a corto
plazo de las economías ya desarrolladas.

Además, lo economistas clásicos abordaron también, aunque de manera tangencial, las


perspectivas de lo que entonces se denominaban áreas atrasadas. Por tanto, no es
exagerado afirmar que las raíces de la teoría moderna del desarrollo económico se
encuentran en la gran tradición clásica de los siglos XVIII y XIX.

3.1 La acumulación de capital

Para los clásicos, la acumulación de capital es el motor principal del crecimiento


económico y de la riqueza de las naciones.

Adam Smith consideraba que el crecimiento demográfico, la expansión geográfica


internacional y la demanda de la agricultura desembocaban en una ampliación del
mercado. El aumento de la productividad laboral, junto con el incremento de la
inversión, desembocaba en un aumento en la producción total y por habitante.

El factor principal del crecimiento es pues la acumulación de capital, de la que


dependen la ampliación del mercado, el grado de división social del trabajo y el
aumento de los salarios, que permiten un crecimiento de la renta nacional y de la oferta
de mano de obra.

La interdependencia de campo-ciudades es el elemento esencial de la primera fase del


crecimiento económico. La división del trabajo agrícola y la mejora en las técnicas
agronómicas generan un excedente agrario que se transfiere a las ciudades, creando un
mercado en las urbes.
En una segunda fase de ese orden del crecimiento económico, surgen las tendencias
hacia el estancamiento de la producción, que es inevitable a largo plazo.

Para Smith si se cumplen determinadas exigencias institucionales, el crecimiento es


autosostenido. La inversión permite ampliar el mercado, fomenta la división del trabajo
y hace crecer la productividad laboral. A su vez, ese crecimiento garantiza un aumento
de los salarios y de la demanda de bienes de consumo y de los beneficios y, por tanto,
de la acumulación de capital. También está sujeto a una serie de límites que hacen que
no sea indefinido.

Thomas Malthus compartía con Smith ese análisis clásico del crecimiento, pero insistió
más que este en las consecuencias del progreso. El crecimiento hace aumentar la
demanda de mano de obra, lo que incrementa los salarios. Por otra parte, el aumento de
la población desemboca en un incremento en la oferta laboral, lo que hace descender los
salarios. A diferencia de Smith, Malthus insistió en la importancia de la demanda,
aunque considero que los factores iniciales del crecimiento se encuentran en el lado de
la oferta: formulación de capital, calidad de la tierra e invenciones ahorradoras de
trabajo.

David Ricardo también se interesó por las consecuencias a largo plazo del crecimiento
económico. Mostro más interés que Smith por la distribución, que consideraba un factor
principal de la acumulación y del desarrollo. Entendía que el crecimiento generaba
aumento de la demanda de trabajo e incremento de los salarios, de la población y de la
demanda de alimentos. La puesta en cultivo de tierras marginales haría aumentar el
coste medio y marginal de los productos agrícolas. Aumentarían los precios de los
alimentos y crecería la proporción de los salarios en la renta nacional y descendería la
de los beneficios.

Ricardo fue consiente o inconscientemente el ideólogo de la clase industrial capitalista,


entonces en pleno auge por la Revolución Industrial y opuesta a los intereses de
terratenientes y asalariados. En su análisis, además, el aumento de los salarios es la
única causa de la disminución de los beneficios y de la aparición de las crisis.

La gran tradición clásica en Economía lego una teoría dinámica del crecimiento y
abordo el análisis económico desde el lado de la oferta. Pese a todo, este tiene
igualmente sus limitaciones en el mundo actual. Los clásicos contemplaron el desarrollo
como un proceso gradual, en situaciones de competencia perfecta, sobre la base de
instituciones y actitudes favorables ya existentes. En el mundo real, el desarrollo dista
mucho de ser armónico y acumulativo, se registra con importantes rigideces y desfase y
tardad mucho en generar el caldo cultivo necesario para su sostenimiento.

3.2 Los economistas clásicos y la cuestión colonial

Por lo general, los economistas clásicos eran partidarios del colonialismo europeo en lo
que entonces se denominaban “áreas atrasadas”. Las colonias eran contempladas como
fuente de materias primas y productos alimenticios a bajo coste, mercados para las
exportaciones de manufacturas, así como lugares en los que era posible disponer de
posibilidades de inversión rentable y dar salida e la población excedente mediante la
emigración.

Smith, partidario del libre comercio, no se oponía al colonialismo y al comercio


colonial, sino al mercantilismo y al monopolio de ese comercio. En su opino, el control
monopolista de ese intercambio era negativo tanto para la colonia como para las
metrópolis. Smith consideraba que los inconvenientes del monopolio de las Compañías
de las Indias eran, para las colonias, menores ventajas que las ventajas del comercio de
estas con la metrópoli británica, de manera que el efecto neto sería positivo para las
primeras, aunque mucho menor del que se registraría en condiciones de libro comercio.

Ricardo y Malthus compartieron en gran medida esas opiniones. Las ventajas que para
la metrópoli suponían el tener colonias residían en la posibilidad de importar alimentos
a bajo precio o de aliviar el exceso de la población de la primera. J. S. Mill pensaba que
el colonialismo era beneficioso para las potencias europeas, principalmente porque
ejercían una contra tendencia al descenso de la tasa de beneficios y para las propias
colonias, en grado aun mayor.

Otros economistas clásicos como Say o J. Mill, tenían la impresión de que las colonias
suponían una pesada carga para los europeos y que su única justificación era de orden
moral: superar los obstáculos sociales y políticos para el desarrollo de esas áreas.

Cap. 4 Marx: la alternativa

4.1 La heterodoxia clásica

Karl Marx fue un economista clásico peculiar. En su intento de analizar la verdadera


naturaleza del sistema capitalista hizo un auténtico esfuerzo de trascendencia para
desvelar la esencia del capitalismo. Por citar solo un ejemplo, Marx demostró que la
relación salarial oculta en realidad una relación de explotación.

Además, Marx intentó poner de manifiesto las leyes del movimiento de la economía
capitalista, razón por la cual su aportación constituye la primera teoría importante del
desarrollo.

Marx situó la relación entre capital y trabajo en el corazón mismo del análisis del
capitalismo y puso de manifiesto el carácter anárquico y las contradicciones internas de
ese modo de producción. Predijo crisis periódicas de sobreacumulación y
sobreproducción y destaco las necesidades contrapuestas del capital: la voluntad de
abaratar el factor trabajo para generar más plusvalía y la exigencia de aumentar los
salarios reales para sostener la demanda.

Marx definió, de manera precisa y rigurosa, los elementos básicos del capitalismo: la
relación salarial, la relación mercantil y un tipo determinado de organización del
trabajo. Además, puso de manifiesto que el objetivo principal de los propietarios de los
medios de producción es el de acumular riqueza en forma de valor de cambio. Él decía
que el capitalismo tiene una dinámica propia de la que carecían los modos de
producción precapitalistas.

Marx pensaba que la composición orgánica del capital tendía a crecer a medida que se
registraba la acumulación. Los factores de tal incremento son la competencia inter-
capitalista intensificada, el desarrollo de fuerzas productivas y la acentuación de la
lucha de clases. Junto con la intensificación en capital, una eventual caída de la tasa
plusvalía tendría repercusiones negativas en la tasa de beneficio.

En cuanto a la tendencia al subconsumo se trataba del resultado de la distribución


parcial a los asalariados de las ganancias de productividad. Actualmente diríamos que el
crecimiento de la productividad laboral supera al de los salarios monetarios. Aunque tal
contención de salarios contribuye a aumentar la tasa de plusvalía a mantener la tasa de
ganancia, a la larga genera sobreproducción.

4.2 Marx y las áreas atrasadas

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