Cap. 10 Los Pioneros Del Desarrollo (1945-1957)

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LA ECONOMÍA DEL DESARRROLLO DESDE 1945:

LAS TEORÍAS ORTODOXAS

Cap. 9 El nacimiento de la Economía del desarrollo

Cap. 10 Los pioneros del desarrollo (1945-1957)

10.1. Especificidad estructural y círculos viciosos

El rechazo de la monoeconomía esto es, de la existencia de una única teoría económica


válida para el análisis de cualquier tipo situación real, fue lo que distinguió sobre todo a los
primeros especialistas en desarrollo tras la Segunda Guerra Mundial.

El estudio de las economías subdesarrolladas exigía; en opinión de los pioneros, un


instrumental distinto del creado por y para el análisis de las economías desarrolladas.

En efecto, este presentaba una estructura productiva más rígida menos flexible que la de
los países desarrollados. A las rigideces institucionales había que sumar la falta de
flexibilidades económicas: la oferta de bienes y servicios era particularmente inelástica, de
manera que no había respuesta rápida de la producción a los movimientos de los precios, y
los propios mercados de esos bienes y servicios presentaban notables imperfecciones.

Según Gabriel Palma, el estructuralismo latinoamericano de los años treinta y cuarenta


destaco por vez primera que los países desarrollados se caracterizaban por:

- La heterogeneidad, por la coexistencia de sectores con diferencias sustanciales de


productividad laboral, los dos extremos de los cuales son el sector moderno compuesto
por las actividades de exportación y manufacturera y el sector tradicional formado por
la agricultura de subsistencia y la artesanía.
- La especialización, en el doble sentido de que exportaban unos pocos productos
primarios y de que la obtención de éstos se efectuaba en enclaves, esto es, en
segmentos productivos con escasos efectos de arrastre respecto del resto de la
economía nacional.

Tales rasgos peculiares eran, además, obstáculos formidables para el desarrollo, puesto
que generaban diversos tipos de círculos viciosos de pobreza y subdesarrollo.
Para romper tales círculos viciosos, Rosentein- Rodan y Nurkse proponían las
siguientes medidas

- Aumentar el tamaño del mercado, para aumentar el objeto de incrementar la


rentabilidad esperada, la inversión y el aprovechamiento de las economías de escala.
- Movilizar los recursos existentes para canalizarlos hacia el sector moderno y/o generar
más incentivos al ahorro.

El modelo de Lewis se basaba igualmente en el dualismo. El objetivo del desarrollo


era, en su opinión, el de utilizar en el sector moderno la mano de obra excedente en el
sector tradicional, formado por un alto número de subempleados agrícolas, con
productividad marginal del trabajo muy baja o incluso nula.

Para Leibenstein, el crecimiento demográfico elevado, junto al efecto demostración de


las pautas de consumo de los países desarrollados hacia perpetuarse el bajo nivel de
ingresos por habitante. Era, por tanto, necesario un esfuerzo crítico mínimo para sacar a la
economía subdesarrollada de la trampa de equilibrio a bajo nivel.

El resultado de todos esos círculos viciosos conducía, entre los pioneros, a la


conclusión de que en los países pobres, en aun mayor medida que en los ricos, el libre
funcionamiento de las fuerzas del mercado no conducía a la pauta de desarrollo esperada y
deseada por sus habitantes.

10.2. Crecimiento, acumulación, industrialización, protección e


intervencionismo

La primera gran obra sobre desarrollo fue el libro de Arthur Lewis The theory of
economic growth (1955). El objetivo declarado era el de acrecer la renta y la producción
per cápita. Puesto que la población crecía mucho, el incremento de la renta nacional y del
PIB debía ser también muy considerable.

Los pioneros prestaron poca atención a los efectos distributivos y sociales de ese
crecimiento, que normalmente consideraban que serían de pequeña importancia. A pesar
de que hay una opinión muy extendida al respecto, los pioneros desatendieron ciertamente
esa cuestión, pero no por una supuesta confianza en que los beneficios del crecimiento
acabarían por filtrarse a los sectores sociales desfavorecidos, sino, por el simple hecho de
que aumenta el ritmo de crecimiento ya era, de por sí, una tarea suficientemente
complicada.
La industrialización era la clave del desarrollo. Tal afirmación, “tan clara como la luz
del día”, en palabras de Lewis en un informe que redactó en 1946 sobre la situación de
Jamaica, fue uno de los aspectos centrales de la teoría del desarrollo de la CEPAL. En su
“Cinco etapas en mi pensamiento sobre el desarrollo”.

La absorción de mano de obra, especialmente, en los sectores intensivos en trabajo, era


solo uno de los argumentos en favor de la industrialización, al que se sumaron muchos
otros:

- Ventajas inherentes adicionales de la industria respecto de la agricultura o la minería.


- Crítica a la teoría neoclásica de la especialización internacional basada en la
reformulación.
- -La experiencia histórica de la industrialización de los grandes países de América
Latina desde los años treinta que había demostrado que la industrialización era posible.
- Los cambios en el entorno internacional, con la sustitución, como primera potencia
económica mundial de un Reino Unido abierto al comercio por unos Estados Unidos
con mayor producción de bienes primarios y menor coeficiente importador.

Aunque todos los pioneros eran partidarios de la industrialización de los países del
Tercer Mundo como la única estrategia capaz de superar los inconvenientes del modelo
primario-exportador, las estrategias industriales fueron objeto de una importante polémica
entre los partidarios del crecimiento proporcionado. Los argumentos avanzados por los
defensores de esa estrategia eran:

- La necesidad de aumentar el tamaño del mercado.


- La posibilidad de obtener economías de dimensión o escala.
- -El aprovechamiento de las economías externas pecuniarias y de las
complementariedades de demanda.

Una crítica a esa teoría es que implica renunciar a todo tipo de especialización
internacional, lo que es negativo ya que producir de todo es menos eficiente que importar
determinados productos. Además, la teoría del crecimiento proporcionado implica
disponer de recursos financieros abundantes y perfectamente divisibles.

Por el contrario, el crecimiento desproporcionado es el que se debe a la concentración


de la inversión en unos sectores determinados, aquellos que son más aptos para fomentar
el crecimiento de otros sectores de la economía, esto es, los que tienen mayores efectos de
arrastre.

Los argumentos de los defensores de esa segunda opción eran los siguientes: la
imposibilidad de un crecimiento proporcionado en una economía subdesarrollada, la
posibilidad de aprovechar las ventajas de la especialización internacional, unas todavía
mayores economías de escala y el superior aprovechamiento de los efectos de arrastre.

Algunas críticas que recibió esa teoría fueron:

- La concentración de la capacidad inversora en solo unos pocos sectores industriales


puede suponer sobre-especialización, lo que impide la diversificación del tejido
industrial.
- -Hay dificultades para identificar los sectores con mayores efectos de arrastre.
- La agricultura queda marginada, por sus muy escasos efectos de arrastre.

Con todo, algunos economistas neoclásicos se rebelaron contra esa corriente


proteccionista e insistieron en la necesidad de que los países del Tercer Mundo respetasen
escrupulosamente la teoría de las ventajas comparativas, manteniendo su especialización
primaria. Se trataba entonces de voces claramente minoritarias y alejadas del consenso
prevaleciente en la profesión.

Por último, la intervención del Estado se hacía necesaria para eliminar los obstáculos y
crear los elementos ausentes que impedían el crecimiento económico en los países
subdesarrollados.

10.3 Valoración crítica

Se puede hacer una valoración crítica de las aportaciones de esta fase de la Economía
del desarrollo, enumerando algunos inconvenientes:

- El énfasis en la acumulación de capital físico, sin tener suficientemente en cuenta la


importancia del capital humano.
- El reconocimiento implícito de que un aumento del ahorro interior podría hacer
necesarias redistribuciones regresivas e inaceptables de la renta.
- Una clara desatención a la agricultura y a otros sectores tradicionales.
- Un pesimismo exportador excesivo.
- Una confianza excesiva en las virtudes de la intervención del Estado.

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