Brujula Del Zen
Brujula Del Zen
Brujula Del Zen
Primera edición
Junio 2002
© De la traducción
Fernando Pardo
Maquetación y filmación
Freire. Grup de disseny
Impresión y encuadernación
Torres & Associats, S.L.
Depósito Legal
B-29.589-2002
ISBN
84-87403-58-1
1. Budism o
2. Budism o H inayana
3. Budism o M ahayana
C onclusión
Solo no sé ................................................................................................ 371
¿A dónde vas?
Antiguamente, el mundo era un lugar muy sencillo. Hoy en día, este mundo es
muy complicado. La razón principal de ello es que hay demasiados seres huma-
nos viviendo en este planeta. La población ha aumentado con excesiva rapidez.
En 1945, había unos dos mil millones de personas viviendo en este mundo. A
lo largo de miles y miles de años de la historia de la humanidad, sólo aparecie-
ron dos mil millones de personas, y eso era suficiente. Si lo comparamos con lo
que sucede hoy en día, las mentes de las personas eran relativamente sencillas y
claras. Pero, solamente en los últimos cincuenta años después de finalizada la
Segunda Guerra Mundial, han aparecido tres mil millones más de personas, y
ahora los seres humanos se han vuelto muy complejos. Actualmente hay
aproximadamente seis mil millones de personas en el mundo, y algunos cientí-
ficos dicen que en los próximos treinta años aparecerán otros tres mil millones
más. Estos hechos están directamente relacionados con el repentino aumento
de la cantidad de sufrimiento que los seres humanos, junto a otros seres, están
experimentando. Observemos esta cuestión con más detalle.
Hoy en día los seres humanos viven más cerca los unos de los otros, por lo
que sus relaciones se han vuelto más complicadas. Su deseo de cosas materia-
les se ha vuelto más hondo y más intenso. Su pensamiento es más complicado,
sus vidas son más complejas, y, en consecuencia, existe mayor sufrimiento que
nunca. Incluso los tiposde sufrimiento en el mundo se han ido complicando a
medida que los humanos ponen sobre el tapete nuevas armas y nuevos modos
de hacerse daño los unos a los otros. Los seres humanos no sólo se producen
sufrimiento los unos a los otros. Actualmente, hacemos sufrir mucho más al
resto de los seres que pueblan el mundo. Hacemos daño al aire, al agua, a la
hierba, a los árboles y a todas las cosas. Los seres humanos talan bosques en-
teros y están eliminando el cinturón verde. Contaminamos el agua, el aire y el
suelo. Los seres humanos siempre dicen que desean la libertad, pero en reali-
dad son los mayores dictadores de este mundo.
Por lo que es muy importante que hoy en día los seres humanos despierten.
Pronto deberán descubrir su trabajo correcto. ¿Por qué vivim osen este mundo?
¿Qué hacem osen este mundo? ¿Al nacer, de dónde venimos? ¿Al morir, a dónde
vamos? Todo el mundo contesta: “No sé.” Así es el ser humano. Los seres
humanos consideran que son animales muy inteligentes. Pero, a pesar de toda
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de violencia a edades cada vez más tempranas, haciendo cosas a otros seres hu-
manos de las que no se había oído hablar hace sólo diez o veinte años.
Todo esto es fruto de que mucha consciencia animal domina sus mentes.
Hoy en día, cada vez un mayor número de seres humanos son así. Tienen algún
tipo de consciencia animal dentro de ellos, por lo que hay mucho más sufri-
miento, puesto que no pueden relacionar su consciencia con la vida humana en
un mundo cada vez más poblado. La mayoría de las personas sólo se preocu-
pan por sus intereses. Cada vez hay más tendencia a la aparición de algún tipo
de mente combativa. Sólo siguen sus ideas y opiniones particulares, sin que les
importe lo que sucede a su alrededor. Algo está desequilibrado, por lo que el
sufrimiento aparece de un modo natural.
En la década de los años setenta, tenía en América una alumna que poseía
varias serpientes exóticas como animales de compañía. Quería muchísimo a es-
tas serpientes. Fuera donde fuera, las llevaba enrolladas al cuello. A mucha gen-
te le daban miedo, pero ella se comportaba de un modo muy natural con dichas
serpientes. Por la noche dormían en su cama. Un día vino al centro zen. Le pre-
gunté: “¿Te sentarás este fin de semana en el retiro de tres días?”
“No,” Contestó.
“¿Por qué?”
“No puedo encontrar a nadie que se cuide de las serpientes. Quiero mucho
a mis serpientes. Pero nadie puede cuidarlas bien mientras estoy en el centro
zen. Por lo que no puedo meditar.”
Le dije: “No es ningún problema. Ven al centro zen y haz una práctica fuer-
te. Puedes traerte las serpientes. Hablaré con el encargado de la casa y te dare-
mos una habitación para ti sola. Podrás hacer meditación y cuidarte de las
serpientes. ¿Te parece bien?”
Se puso muy contenta: “Sí. ¡Estupendo!” Entonces vino al centro zen e hizo
el retiro.
El primer día de retiro, el hermano de esta mujer llamó al centro zen. Estaba
muy nervioso. “¿Está mi hermana? ¿Está mi hermana? Nuestra madre se ha
puesto muy enferma. Está en el hospital, muy lejos. Hemos de ir a verla lo antes
posible.”
Pero, en lugar de apenarse por su madre, esta mujer se enfadó mucho. “No,
no puedo ir. ¿Quién se cuidará de mis preciosas serpientes cuando esté fuera?
¡A lo mejor, si me voy se morirían! Quizás alguien les de una alimentación equi-
vocada. Las serpientes son muy temperamentales, sabes…” Habló a su herma-
no con estas duras palabras. Pero a él no le sorprendió. Ya sabía cómo era.
Simplemente colgó el teléfono.
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luchan unos con otros y destruyen la naturaleza. No valoran la vida. Por lo que
actualmente el mundo en su conjunto tiene muchos problemas: problemas rela-
cionados con el agua, con el aire, con la tierra y con los alimentos. Cada día
aparecen problemas nuevos. Estos problemas no son casuales. Los seres huma-
nos crean cada uno de estos problemas. Perros, gatos, leones o serpientes; nin-
gún animal crea tantos problemas a este mundo como los seres humanos. Los
seres humanos no comprenden su verdadera naturaleza, por lo que utilizan su
pensamiento y sus deseos para crear mucho sufrimiento en este mundo. Esta es
la causa de que algunas personas digan que los seres humanos son el peor ani-
mal de este mundo. Algunas tradiciones religiosas denominan a esta clase de si-
tuación el “fin del mundo.”
Se trata sólo del fin de la consciencia humana vigente. La naturaleza origi-
nal humana no tiene este problema. En las enseñanzas budistas, en lugar de lla-
marlo el “fin del mundo,” decimos que ahora todo está completamente
maduro. Es parecido a un fruto que crece en un árbol. De entrada una rama
florece. Con el tiempo produce un pequeño brote, la flor cae. El brote va madu-
rando en fruta que, a medida que pasa el tiempo, aumenta de tamaño. Al prin-
cipio el fruto está verde, pero, con el tiempo, el lado tocado por el sol empieza
a adoptar un bello color. En este momento, sólo un lado tiene color, mientras
que el otro sigue verde. Pasa más tiempo, y ahora todo el fruto tiene un color
maravilloso. El fruto tal vez tenga una bella forma y un magnífico color, pero
todavía no huele, puesto que dentro no está maduro. Pasa un poco más de tiem-
po y el fruto alcanza su plena madurez.
Pero ahora la energía que fluye del árbol al fruto se corta. Desde este mo-
mento, una vez el fruto ha madurado completamente, los cambios en el fruto se
producen con gran rapidez, en pocos días. Su forma ya no es tan bonita, como
tampoco lo es su color. Pero interiormente tiene un sabor muy dulce, y el fruto
empieza a oler muy fuerte. Comienza a madurar en exceso. Pronto aparecen al-
gunos puntos en el fruto, pequeños puntos negros que indican que el fruto se
está pudriendo. Tras unos pocos días, el fruto está lleno de puntos. Una vez apa-
recen estos puntos en el fruto, el proceso de putrefacción no puede aminorarse o
detenerse. La fruta se pudre pocos días después de madurar. Una vez podrida,
no puede comerse. Pero en su interior este fruto tiene semillas. Cuando el fruto
se ha podrido completamente, las semillas alcanzan la madurez.
La situación actual del mundo se parece a la de este fruto. Muchos siglos de
desarrollo humano han hecho crecer este fruto. Durante mucho tiempo, esta
única flor fue sólo la creencia en algún Dios o poder exterior. Luego apareció el
fruto y se desarrolló. Pero al principio sólo maduró un lado; sólo un lado tenía
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Introducción
buen color y buen sabor, mientras que el otro no. Fue la emergencia del capita-
lismo y del comunismo en este mundo. Recientemente, los cambios en este fru-
to han empezado a suceder muy deprisa. El comunismo ha desaparecido y
ahora todo el fruto tiene el mismo color. El fruto ha madurado, y ahora sólo tie-
ne un color y un sabor: dinero. Actualmente, no existen ideologías para ideas
distintas. Todo el mundo sólo quiere dinero, y la energía de todo el mundo va
tenazmente en esa dirección. Este mundo no tiene un verdadero camino; sólo
existe el sabor del dinero. Han aparecido muchos puntos de podredumbre: lu-
gares como Oriente Medio, Ruanda, Yugoslavia, Corea del Norte, incluso aho-
ra en América, Rusia, China y Japón. Desde que se deshizo el bloque
comunista, observamos la emergencia de muchos pequeños grupos y naciones,
cada uno luchando con los demás. También se produce el despliegue de mu-
chos ejércitos privados, así como la compra y venta de armas de destrucción
masiva de un modo rutinario.
De esta manera, este fruto ha crecido durante un largo periodo de tiempo.
Pero una vez ha madurado, se pudre con mucha rapidez. Cuando un fruto se
pudre, no se puede comer. Sin embargo dentro de este fruto hay semillas. Estas
semillas ahora están listas: pueden hacer cualquier cosa.
Por lo tanto, los seres humanos deben despertar pronto y encontrar sus se-
millas originales, su naturaleza original. ¿Pero, cómo regresar a nuestra natura-
leza original? Hace unos dos mil quinientos años, Buda gozaba de una
excelente situación. Era un príncipe llamado Siddharta y tenía todo lo que que-
ría. Pero no se entendía a sí mismo. “¿Quién soy? No sé.” En esa época en
India, la religión principal era el hinduismo o el brahmanismo. Pero el brahma-
nismo no podía darle la respuesta correcta a su pregunta sobre la naturaleza
verdadera de la vida y la muerte. Por lo que Siddharta abandonó el palacio, fue
a las montañas y practicó diversas austeridades espirituales durante seis años.
Descubrió el camino intermedio entre la autoindulgencia y el ascetismo extre-
mado. Una mañana temprano, mientras meditaba bajo el árbol de Bodhi, vio
una estrella en el cielo oriental. En ese instante —¡boom !— El joven príncipe
Shiddharta alcanzó la iluminación. Despertó y se convirtió en un buda. Alcanzó
el Yo. Lo que significa que Buda alcanzó la verdadera naturaleza de un ser hu-
mano, sin depender de ninguna fuerza exterior, religión o dios. Esta es la ense-
ñanza de Buda.
Casi ningún ser humano, que vive en este mundo hoy en día, comprende
quién es. Buda fue simplemente un hombre de gran tesón y de mente tenaz que
nos enseñó la importancia de resolver simplemente este punto. Antes de morir,
debes alcanzar tu dirección. Debes alcanzar lo que eres. Si lees muchos sutras o
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de este océano del samsara, un barco de sabiduría o “barco prajna,” Pero, como
todos los barcos que surcan el océano, este barco necesita una brújula.
Digamos que quieres coger un barco de Los Angeles a Corea. A bordo has
almacenado suficiente comida, ropas y medicinas. Son necesarias para mante-
ner el cuerpo vivo. ¿Pero, cómo encontrar nuestro destino en este viaje? Lo más
importante que hay que aclarar es nuestra dirección. Si nuestra dirección no
está clara, vagaremos durante años por el océano. Nos perderemos fácilmente.
Mientras tanto, tal vez nos quedemos sin comida, o nos encallemos en alguna
isla. Por lo que nuestra dirección es la cosa más importante de todas. “¿Cómo
puedo llegar a Corea? ¿Cómo llegar ahí? ¿Dónde está Corea?”
Para encontrar nuestra dirección correcta, necesitamos una brújula. Si los
marinos carecen de brújula, aunque tengan un barco muy bueno, excelentes
mapas y un tiempo magnífico, no percibirán claramente su dirección correcta.
Evidentemente se perderán y no alcanzarán su destino. Pero cuando utilizamos
correctamente la brújula de este barco, podemos encontrar nuestro verdadero
camino. Entonces podemos percibir que, en realidad, nuestro verdadero cami-
no está siempre frente a nosotros.
Por lo tanto, si queremos entender nuestra verdadera naturaleza, debemos
practicar meditación. Mantengamos únicamente esta pregunta con intensidad:
“¿Quién soy?” No seeé… Pero existen muchas clases de enseñanzas que pode-
mos seguir durante el camino. Existen las enseñanzas del budismo tibetano, las
enseñanzas del budismo chino, el zen coreano, japonés y N am u m yoho renge-
kyo; existen el vipassana, la meditación trascendental, la meditación de la clara
luz. Existen la práctica de la Tierra Pura, el budismo tántrico y el budismo eso-
térico. Existen muchísimos tipos de enseñanza, especialmente hoy en día en
Occidente. ¿Qué es una enseñanza correcta, y como funciona? ¿Cómo apunta
directamente a la mente? ¿Cómo nos ayuda a descubrir nuestra vía correcta, la
verdad y una vida que funciona de un modo espontáneo y compasivo con to-
dos los seres? Este es el motivo de crear esta brújula: ayudarte a encontrar la
verdadera médula de las enseñanzas de Buda en las tres divisiones principales
del budismo.
En Oriente existe un viejo dicho: “Para una enfermedad cálida, utiliza medici-
na caliente. Para una enfermedad fría, utiliza medicina fría.” Los seres humanos
sufren de la enfermedad de palabra y pensamiento, por lo que, en ocasiones, la
medicina de palabra y pensamiento puede ayudarlos. Esta es la causa de que ten-
gamos estas enseñanzas de la Brújula delzen. Si no nos apegamos al habla y a las
palabras de esta Brújula y sólo mantenemos la mente no sé, cortando completa-
mente todo pensamiento, la medicina de habla y pensamiento de estas páginas
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La brújula del Zen
puede ayudarnos a descubrir nuestra vía correcta. Podremos conocer por noso-
tros mismos la médula de las enseñanzas de Buda. Pero si nos apegamos al habla
y a las palabras, incluso las palabras de Buda nos llevarán directamente al infier-
no. Por lo tanto, lo que viene a continuación son muchas clases de maravillosas
enseñanzas en forma de palabras: existen palabras hinayana, palabras mahaya-
na, palabras zen, palabras chinas, palabras sánscritas, también hay palabras co-
reanas, palabras japonesas, palabras americanas y palabras polacas. Hay
palabras verdaderas, palabras falsas, buenas palabras y malas palabras. A veces
no hay palabras. Hay muchísimas clases de palabras. Si queréis alcanzar vuestra
verdadera naturaleza, no os apeguéis a ninguna de estas palabras de enseñanza.
Si decís que el budismo hinayana es la enseñanza budista correcta, tendréis un
problema. Si decís que el budismo mahayana es correcto, tendréis un problema
mayor. Y si decís que el zen es la enseñanza correcta, iréis al infierno como una
flecha. No os apeguéis al verbo de esta Brújula. Solamente percibid hacia dónde
os señala, y entonces podréis sólo hacerlo.
Lo mejor que podéis hacer es aprender el modo de mantener una gran pre-
gunta con mucha fuerza: “¿Quién soy?” Manteniendo esta pregunta con gran
determinación, lo que aparece es sólo “no sé.” No hay pensamiento. Deja de
haber habla y palabras, porque se corta todo pensamiento. Lo llamamos “no
sé.” También lo llamamos naturaleza verdadera o verdadero sí mismo. A veces
se conoce como iluminación, satorio kensho. Pero, originalmente, este punto
no tiene ni nombre ni forma. Si lo alcanzas, alcanzarás el budismo hinayana,
alcanzarás el budismo mahayana y alcanzas el zen. Alcanzas que el hinayana,
el mahayana y el zen son el mismo punto. “¿Quién soy” El nombre de este pun-
to es “no sé.”
Por lo tanto, espero que leáis estas palabras pero que no os apeguéis a ellas,
que solo sigáis adelante con el no sé, insistáis, insistáis, insistáis durante diez
mil años sin parar, alcancéis la iluminación y salvéis a todos los seres del sufri-
miento.
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El propósito del budismo
Hace muchos siglos, el filósofo griego Sócrates solía pasear por las calles y mer-
cados de Atenas, enseñando a sus estudiantes. Les decía: “¡Tienes que conocer-
te a ti mismo! ¡Tienes que conocerte a ti mismo! ¡Tienes que conocerte a ti
mismo!” Un día un discípulo le dijo: “Siempre dices que tenemos que conocer-
nos a nosotros mismos. ¿Pero tú, te conoces a timismo?”
“No, no me conozco a mí mismo,” contestó Sócrates. “Pero comprendo este
‘no sé.’” Es una enseñanza muy interesante. La práctica budista señala a la mis-
ma experiencia, puesto que la mayoría de los seres humanos pasan sus vidas sin
el menor sentido de quienes son.
Comprendemos muchas cosas de este mundo, pero no nos comprendemos a
nosotros mismos. ¿Por qué hemos venido a este mundo los seres humanos?
¿Por qué vivimos en este mundo? ¿Por amor? ¿Por dinero? ¿Por respeto o
fama? ¿Vivimos por nuestra esposa, esposo o niños? ¿Por qué vivimos en este
mundo? Si alguien nos hace estas preguntas, tal vez respondamos: “Vivo por
mis hijos. Vivo para ahorrar el suficiente dinero, o quizás simplemente para
darme la buena vida.” La mayoría de las personas piensa así. Viven sólo para
su familia, buscando alguna fugaz respetabilidad social, tal vez para gozar del
arte o conseguir alguna posición de poder. Todo el mundo quiere gozar de una
buena situación para sí mismo. Si observamos de cerca este mundo, es fácil ver
que la mayoría de las personas comen, duermen y simplemente viven buscando
su propia felicidad personal. Pero estas cosas no son el propósito real de la vida
de los seres humanos. Son simplemente medios de vida provisionales para vivir
en este mundo. Si los seres humanos no pueden descubrir quiénes son, ¿cómo
podrán ser nunca felices?
Las seis paramitas
Generosidad
Preceptos (Conducta)
Perseverancia (Paciencia)
Esfuerzo (Energía)
Samadhi (Meditación)
Sabiduría
Las Seis paramitas son guías prácticas para el enfoque del budismo mahayana.
Ya hemos hablado de algunas de las principales enseñanzas del budismo hina-
yana. Las tres principales visiones profundas del budismo hinayana son: visión
profunda en la Impermanencia, visión profunda en la Impureza y visión pro-
funda en el No-ser. En el budismo mahayana, éstas son las Seis Paramitas. Son
las prácticas básicas del enfoque mahayana. También apuntan a nuestra direc-
ción, que es nuestro voto, vida tras vida, de practicar a fondo y alcanzar la ilu-
minación para poder salvar a todos los seres del sufrimiento.
El significado de la generosidad es muy claro. Todos los seres humanos tie-
nen posesiones. ¿Pero, por qué obtenemos y mantenemos estas cosas? ¿Son sólo
para nuestro propio placer, o son útiles para ayudar a los demás? Se trata de un
La brújula del Zen
punto muy importante. La mayoría de las personas conservan las cosas solo
para sí mismas o para su familia. Lo que crea apego, y el apego conduce al su-
frimiento. Al morir ¿qué podemos llevarnos? “Viniendo con las manos vacías,
marchando con las manos vacías; esto es humano.” Un famoso proverbio cris-
tiano dice: “El sudario no tiene bolsillos.” Cuando marchemos ¡ni siquiera po-
dremos llevarnos nuestro cuerpo¡ Por lo tanto los seres humanos no pueden
llevarse nada: ¿por qué apegarnos en esta vida a nuestras cosas? Por mucho que
valoremos nuestras posesiones, estas no pueden ayudar a nuestra verdadera na-
turaleza. Hemos de recordarlo. Por lo tanto, el budismo mahayana nos enseña
generosidad con el fin de ayudarnos a mantener nuestra dirección clara. Mi
vida es únicamente para todos los seres, por lo que mis posesiones son también
para todos los seres. Si viene dinero, está bien. Si el dinero se va, también está
bien. ¿Cómo funcionan mis cosas y mi dinero para ayudar a los demás? Esta
generosidad no se aplica únicamente a los objetos físicos: todo lo que tengo y
todo lo que soy es sólo para todos los seres.
Ya hemos hablado de los preceptos. Se trata de una parte muy importante
de las enseñanzas budistas. En la práctica budista hinayana, seguimos los pre-
ceptos con el fin de mantener una mente pura. Si nuestra mente es pura, tal vez
algún día podamos alcanzar el nirvana y salir de este reino de sufrimiento. Los
preceptos son como una valla que nos protege del mal. Impide que los ladrones
puedan robarte tu tesoro. Los preceptos mahayana son los mismos preceptos,
pero practicamos con ellos de un modo algo distinto. En la práctica mahayana,
mis preceptos y mi práctica no son sólo para mi: son sólo para todos los seres.
Por lo tanto, mantengo estos preceptos no para mi mismo, sino para ayudar a
los demás seres. Lo que significa que a veces, en alguna situación, romper los
preceptos también es la práctica correcta. El punto más importante es ¿por qué
lo haces? ¿Es sólo para ti o para todos los seres?
Si mantienes estos preceptos sólo para ti, para mantenerte puro, a veces no
se trata de una práctica muy clara. Digamos que un día estamos recogiendo
leña en las montañas. Vemos pasar un conejo por el camino que tenemos al
lado. Alcanza un cruce del camino y huye por la derecha. Poco después, llega
un cazador corriendo detrás de él. Lleva un gran rifle. El cazador ve que esta-
mos ahí y pregunta: “¿Qué camino ha cogido el conejo?” Acabas de tomar los
Cinco Preceptos. Uno de los preceptos más importantes que enseñó el mismo
Buda es no mentir. En muchas ocasiones a lo largo de su vida, subrayó la nece-
sidad de mantener este precepto. Ahora bien, si piensas: “Acabo de tomar los
Cinco Preceptos. Soy un budista correcto. Debo mantener una mente pura, por
lo tanto debo mantener los preceptos: ¡no puedo mentir!” De manera que le di-
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Budismo Mahayana
rás al cazador el camino que tomó el conejo. Dirás la verdad. Entonces el caza-
dor encontrará al conejo y lo matará. El conejo morirá, y el cazador creará mal
karma con el conejo. A esto se le llama mantener los preceptos sólo para noso-
tros mismos. Se trata de una práctica muy limitada de los preceptos.
Pero hay otro modo. Se trata de un camino muy amplio en el que viajas ha-
cia la liberación junto a los otros seres. Este gran camino consiste en la función
de nuestra mente clara, momento a momento, para ayudar a los demás. Por lo
tanto, cuando llega este cazador, éstas lleno de tristeza por el conejo, que puede
morir si dices la verdad. También miras al cazador y sabes que, al matar al co-
nejo, sólo creará más mal karma para sí mismo. Este mal karma le creará un
montón de sufrimiento en el futuro. Por lo que señalas a la izquierda del cruce
y dices: “¡El conejo ha ido por allí! ¡Ha ido por allí! ¡Corre!” Lo envías por el
camino equivocado. Al decir esto, has roto uno de los preceptos más importan-
tes instaurados por Buda. Pero este precepto no es para ti, para ayudarte en tu
propia situación y condición en este instante. Hemos de darnos cuenta del sen-
tido de los preceptos: dan su dirección básica a nuestra práctica. Los preceptos
existen para que podamos ayudar a todos los seres. Por lo tanto, al romper este
precepto en esta situación, has salvado la vida del conejo. También has salvado
a este cazador de crear mal karma. En la tradición mahayana, los preceptos no
son para mí —para mantener mi mente pura— sino para todos los seres. A ve-
ces a esto lo llamamos un precepto de mente clara. ¿Cómo funcionan los pre-
ceptos, de instante en instante, para ayudar a todos los seres? A causa de ello,
en nuestras ceremonias de preceptos decimos: “Sabed cuando los preceptos es-
tán abiertos y cuando están cerrados; sabed cuando mantenerlos y cuando rom-
perlos.” Se trata de un tipo de práctica muy importante.
Un famoso sutra dice: “Buda enseñó todos los dharmas con el fin de salvar
a todas las mentes. ¿Si no mantenemos todas estas mentes, ¿para qué sirven los
dharmas?” Por lo tanto, si tenemos mente, tener preceptos y mantener los pre-
ceptos son prácticas muy importantes. Pero si realmente hemos cortado todo
pensamiento y no mantenemos mente alguna, en ese caso los preceptos no son
necesarios. Al utilizar libremente el bien y el mal para ayudar a los demás, vues-
tra vida ya es un acto de bodhisattva.
Otra parte importante de nuestra práctica es nuestro esfuerzo. En la mayo-
ría de las tradiciones budistas mahayana, cada mañana se inicia recitando jun-
tos el voto: “Los seres sensibles son innumerables; hacemos el voto de salvarlos
a todos.” Lo que significa que, de instante en instante, mi vida es sólo para to-
dos los seres. Lo llamamos perseverancia. Su significado es que sea que aparez-
can buenas sensaciones o malas sensaciones, sea que nos encontremos en una
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Señalar directamente a la mente
3. ¿Ves? ¿Oyes?
El Pi-yen Lu
(Hekigan Roku) cien casos (Rinzai)
El Tsung-jung Lu
(Shoyo Roku) cien casos (Soto)