La Teoría Del Habitus

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La teoría del habitus.

La realidad social es un objeto de percepción, donde la ciencia social debe tomar por objeto esta
realidad y al mismo tiempo la percepción de esta realidad, es decir, los puntos de vista, las
perspectivas que, en función de su posición en el espacio social objetivo, los individuos tienen
sobre esta realidad. Esta realidad es lo que llama Bourdieu <<la sociología espontánea>>.
(Bourdieu: 1991).

Las prácticas sociales son el resultado de agentes sociales que están condicionados pero que
también tienen capacidad de acción, de elección y de reflexión sobre lo que hacen y por qué lo
hacen. Los condicionamientos sociales son de 2 tipos: aquéllos que están fuera del agente son
condiciones sociales externas o estructuras objetivas externas que se refieren a todo tipo de
condicionamiento que se sitúa ‘fuera del individuo’, como son los mercados laborales, escolares,
de la vivienda; la estructura de las organizaciones, las políticas que se implementan, entre otros
aspectos.

El segundo condicionamiento tiene que ver con las estructuras sociales incorporadas (habitus), que
se refieren a disposiciones para actuar de cierta manera más que de otra, a pensar más ciertas
cosas que otras o a percibirlas más que otras. Los agentes las van incorporando a lo largo de su
vida e historia y dentro de ciertas condiciones objetivas. Son esquemas de percepción y de acción
que proporcionan los límites de ‘lo que es posible’ o ‘no posible’.

También implica que cada agente mira al mundo, tiene una visión de las cosas, las percibe y evalúa
según el lugar que ocupa en ese mundo: cada uno de los agentes sociales comprometidos en una
situación determinada, actúa y percibe su acción y las de otros, a partir de su lugar y, más
precisamente, de su posición en el espacio social, que siempre es definida por relación al conjunto
global de posiciones.

Resumiendo: implica que la gente actúa como lo hace, según las estructuras objetivas que lo
limitan y habilitan (contexto), y según las maneras de pensar, percibir y actuar que el agente
incorpora a lo largo de una trayectoria social (Gutiérrez: 2001).

Para pasar a un segundo momento y trascender el anterior, es necesario incluir una sociología de
la construcción de las visiones del mundo, que apoyan a la construcción de ese mundo. Si el
mundo social tiende a ser percibido como evidente y a ser captado, es porque las disposiciones de
los individuos, sus habitus, es decir las estructuras mentales a través de los cuales aprehenden el
mundo social, son en lo esencial, el producto de la interiorización de las estructuras del mundo
social.

El habitus es a la vez un sistema de esquemas de producción de prácticas y un sistema de


esquemas de percepción y de apreciación de las prácticas. Los individuos, en este caso, las familias,
refieren objetivamente una condición social clasificándose ellos mismos, al elegir, conforme a sus
gustos, diferentes atributos, vestimenta, alimentos bebidas, deportes, entre otros, que convienen a
su posición.

El agente social, en cuanto está dotado de un habitus, es un individuo colectivo o un colectivo


individuado debido a la incorporación de las estructuras objetivas. Lo individual, lo subjetivo, es
social, es colectivo. El habitus es subjetividad socializada, trascendental histórico cuyos esquemas
de percepción y apreciación (los sistemas de preferencias, los gustos) son el producto de la historia
colectiva e individual (Bourdieu: 2005).

El concepto de habitus es espontaneidad condicionada y limitada. Este principio es el que hace que
la acción no sea simplemente una reacción inmediata a una realidad en bruto sino una réplica
‘inteligente’ a un aspecto activamente seleccionado de lo real, que se encuentra ligado a una
historia colmada de un porvenir probable, que los agentes oponen a las fuerzas inmediatas del
campo y que hace que sus estrategias no puedan deducirse directamente ni de la posición ni de la
situación inmediatas. El concepto de campo señala la posición que ocupa en el espacio social el
agente, es decir, la posición que tiene en los diferentes campos o poderes, a saber: el capital
económico, el capital cultural y social y el capital simbólico.

En este sentido el habitus produce una réplica y que, sin ser absolutamente imprevisible, no puede
prevenirse del sólo conocimiento de la situación, es necesario conocer su génesis a través del
tiempo (historia colectiva e individual). La respuesta está determinada por estimulaciones
condicionales y convencionales que sólo existen como tales para un agente dispuesto a percibirlas
y apto para hacerlo.

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