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Volver a Nájera y para hablar de esta ciudad constituye para mí una espe-
cie de privilegio que debo agradecer a los organizadores de esta Semana. Es como
volver a mis orígenes en la investigación, al momento en que preparaba mi Tesis
doctoral sobre el monasterio de Santa María la Real, al que he dedicado buena
parte de mi carrera profesional, haciendo que esta tierra de La Rioja arraigara en
mi corazón ya no sólo por los lazos familiares que me unen a ella, sino también a
través del conocimiento de su pasado histórico.
Nájera, ciudad muy noble y muy leal por privilegio del rey Enrique IV conce-
dido el año 1454, posee una rica y larga tradición: es etapa en el peregrinar a
Santiago de Compostela y, durante unos años, sede de la corte de los reyes de
Pamplona. En buena parte se explica por su situación estratégica: situada en el
valle del Najerilla, sus comunicaciones son fáciles hacia el Ebro y hacia los valles
del interior, tanto por el propio valle del Najerilla como por la vía romana de
Briviesca a Zaragoza. De esta forma, Nájera y su término fueron, según expresión
de García de Cortázar, el territorio de colonización más activo de La Rioja desde
el siglo X y centro articulador del espacio, aprovechando el dinamismo del valle
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MARGARITA CANTERA MONTENEGRO
del Najerilla y al heredar el prestigio de la cercana Tricio'. Pero también hay que
destacar que la ciudad está inserta en este espacio de La Rioja que es tierra de
encuentro de influencias navarras y castellanas, así como de la mozarabía y del
resto de Europa'.
Su emplazamiento primitivo no es el actual, sino en la zona alta, bus-
cando la protección entre los cerros de la Mota o Castillo y Malpica; pero poco a
poco la población descendió hacia el valle del Najerilla debido al desarrollo eco-
nómico y demográfico y a la estabilidad política que se logró al avanzar hacia el
sur las fronteras con los musulmanes. A estos factores que explican el desplaza-
miento, Yepes añade el sentimiento religioso de devoción que movió a congre-
garse en tomo a la cueva donde apareció la imagen de la Virgen que dio origen a
Santa María la Real'.
En el siglo X, la categoría de civitas en la Rioja Alta sólo se aplica de
forma sistemática a Tricio, Nájera y Viguera 4 ; y, aún más, Nájera aparece como la
civitas por antonomasia. El término civitas o urbs denomina a un tipo de pobla-
ciones caracterizadas por el desarrollo de un poder institucional y una ascenden-
cia sobre el territorio circundante y que habitualmente incluye la dignidad episco-
pal; también habla de una población grande, dentro de los límites demográficos de
la época, y unas preeminencias mayores que las villas. Nájera fue durante los
siglos X y XI, según demuestra la documentación, el centro económico, social,
administrativo, eclesiástico y político más significativo de La Rioja, quedando los
otros centros en un segundo plano'.
La función político-administrativa de Nájera como corte de los reyes
pamploneses favoreció su crecimiento. Uno de los grandes promotores de la ciu-
dad fue Sancho III el Mayor que frenó las pretensiones castellanas y fijó las fron-
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LA CIUDAD DE NÁJERA EN TIEMPOS DEL REY GARCÍA
teras de sus dominios; también desvió el trazado del Camino de Santiago hacia el
sur, estableciendo en esta ciudad una etapa en la peregrinación y le concedió un
fuero que sería ratificado posteriormente por su hijo García III y por Alfonso VI
de Castilla (y que sólo conocemos a través de esta última confirmación, que posi-
blemente no añadía grandes novedades al texto primitivo).
Así en su reinado y en el de García «el de Nájera» la ciudad llegaría a su
culminación en poder político y religioso. Ya en tiempos de Sancho, los monarcas
residían en un palacio del que hablan los documentos y que posiblemente estaba
localizado bajo el castillo y sobre el antiguo cementerio, en el lugar conocido
como «El Alcázar»6 ; este «palatium» es al tiempo residencia del rey y centro de
administración señorial.
De todas formas, como señala Martín Duque', no se puede exagerar la
predilección que ambos monarcas sintieron por la ciudad riojana, pues no puede
perderse de vista que Pamplona sigue siendo la referencia de origen e identidad del
reino y la fundación de Santa María la Real no supuso la sedentarización del
monarca y de su séquito, aunque sus estancias en la ciudad fuesen frecuentes.
A pesar de ello, el establecimiento de la corte en Nájera supondría la pre-
sencia en la ciudad de una serie de personajes importantes y un ir y venir de gente,
como puede traslucirse de un documento del reinado de Sancho IV, el hijo y suce-
sor de García IR, por el cual el obispo de Calahorra cedía al de Pamplona la villa de
Oyón para que éste tuviese un lugar de descanso en sus viajes a la corte de Nájera8.
También en Nájera, inmediatamente tras su reconquista, se estableció la
sede episcopal mientras la antigua de Calahorra seguía en poder de los musulma-
nes; este hecho responde al deseo y necesidad de reponer la jerarquía eclesiástica
reinstaurando las sedes episcopales visigodas'. El obispado de Nájera sería, como
F.J. GARCÍA TURZA: «Morfología de la ciudad de Nájera en la Edad Media», Hl Semana de Estudios
Medievales. Nájera del 3 al 7 de agosto de 1992, Logroño, 1993, pág. 69.
' «Monarcas y cortes itinerantes en el Reino de Navarra», Viajeros, peregrinos, mercaderes en el
Occidente medieval. XVIII Semana de Estudios Medievales. Estella, 22 a 26 de julio de 1991,
Pamplona, 1992, pág. 250.
I. RODRÍGUEZ DE LAMA: Colección diplomática medieval de la Rioja (923-1225),11, Logroño, 1976-
1979, doc. 16: el quia frequens iter acreditus eral lohanni Pampilonensi presuli ad curiam regis que
sepius in Nagera vel in Gronio celebratur.
E. SA1NZ RIPA: Sedes episcopales de La Rioja. I. Siglos IV-XIII, Logroño, 1994, pág. 173.
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MARGARITA CANTERA MONTENEGRO
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está, desde luego, asegurado en el origen de Santa María la Real'', hasta el punto
de condicionar la ubicación de la iglesia, pues el rey quiso conservar en su inte-
rior la iglesia rupestre donde se encontró la imagen de la Virgen, lo que explica
que no se erigiese en otro emplazamiento más cómodo o favorable.
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LA CIUDAD DE NÁJERA EN TIEMPOS DEL REY GARCÍA
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MARGARITA CANTERA MONTENEGRO
aguas sucias; plazas también pequeñas y casas humildes de una planta, y sólo en
el caso de las señoriales de dos, con paredes de adobe y entramado de madera,
cubiertas de teja o paja. El espacio abuhardillado bajo el tejado podía utilizarse
como granero, sobre todo en las casas más humildes.
Hay referencias de la muralla desde 1052, momento en que se citan las
puertas Antigua y Lóbrega, así como el azor o muralla de los judíos e illo azore de
foras cum sua porta; se distinguen, por tanto, unas murallas internas, que corres-
pondían a los judíos, y unas externas, que correspondían a la villa". La puerta
Antigua estaba cerca de la muralla de los judíos y la Lóbrega debe su nombre a su
situación junto al farallón llamado Paso Malo. La existencia dentro de la ciudad de
huertas y molinos a mediados del siglo XI nos habla de una baja densidad demo-
gráfica y pone de manifiesto ese carácter de aldea semirrural que, por otra parte,
no es exclusivo de esta ciudad.
Dos cauces artificiales, de reducido tamaño y en la actualidad desapare-
cidos, cruzaban la ciudad de Nájera: el río Merdancho, también llamado Merdanix,
Merdaniel o Sórdido, y el río Molinar. El primero de ellos pasaba por el centro de
Nájera, provenía del Najerilla y en él desembocaba un poco más abajo, sirviendo
seguramente de cloaca. El Molinar, que nacía del anterior, también desembocaba
en el Najerilla y su nombre indica claramente su finalidad.
Alfonso VI incorporó Nájera a Castilla en 1076, a la muerte de Sancho IV
el de Peñalén; por este hecho, la ciudad perdió la hegemonía de que había gozado
en el reino de Pamplona, y ello a pesar de que el rey castellano la favoreció en los
primeros momentos, con objeto de asegurar su fidelidad. Por este motivo, le con-
firmó el fuero antiguo, fundó el hospital de la Cadena y, posiblemente, hizo cons-
truir el puente de piedra sobre el Najerilla. La entrega de Santa María la Real a la
Orden de Cluny en 1079 perseguía asegurar esa fidelidad a su reino mediante la
presencia de los monjes cluniacenses, afectos y muy fieles a su persona; pero al
tiempo obligó al obispo a retirarse de la ciudad y establecer su residencia en
Calahorra, ya de forma permanente. A partir de ese momento, la ciudad sufre un
proceso de oscurecimiento político y social, pese a lo cual sigue siendo el princi-
pal núcleo de La Rioja; por ello, cuando en la intitulación real de Alfonso VI se
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LA CIUDAD DE NÁJERA EN TIEMPOS DEL REY GARCÍA
GARCÍA TURZA: «Los espacios de poder en la Rioja medieval», XII Semana de Estudios Medievales.
Nájera, del 30 de julio al 3 de agosto de 2001, Logroño, 2002, pág. 495.
SAINZ RIPA: Op. cit., pág. 237. CANTERA: Op. cit.
Moret (Anales del Reino de Navarra, Tolosa, 1890-1892, II, pág. 277) y Garrán (Santa María la Real
de Nájera. Memoria histórico-descriptiva, Logroño, 1892, págs. 7-8) afirman que eran un halcón y una
perdiz; Pérez de Úrbel (Las grandes abadías benedictinas. Su Vida, su Arte, su Historia, Madrid, s.a.,
pág. 239) dice que eran un azor y una paloma; y Anguiano (Compendio historial de la provincia de la
Rioja, de sus santos y milagrosos santuarios, 1704, págs. 571-572) asegura que era un jabalí el animal
tras el que corría el rey. Este cambio es un detalle de menor importancia que no afecta al resto del rela-
to, en el que coinciden todos los autores.
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" El dominio del monasterio de San Millán de la Cogolla (siglos X a XIII), Salamanca, 1969, pág. 162.
SAINZ RIPA: Sedes episcopales, pág. 227.
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LA CIUDAD DE NÁJERA EN TIEMPOS DEL REY GARCÍA
Aunque es muy difícil establecer el cálculo de los ingresos llegados por las parias e incluso la periodi-
cidad con que se recibían, García de Cortázar (Historia de Logroño, II, pág. 96) calcula esta cantidad
donada a Santa María en unos 500 dinares anuales,
" L. VÁZQUEZ DE PARGA, J.M. LACARRA y J. URI.A: Las peregrinaciones a Santiago de
Compostela, Madrid, 1948-1949, II, pág. 20.
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MARGARITA CANTERA MONTENEGRO
invasión francesa de Napoleón, que ha dejado huellas también en las imágenes del
claustro, y la exclaustración.
El rey García no estableció en Santa María un monasterio, sino una igle-
sia a cuyo servicio puso una comunidad de clérigos, un cabildo canonical que aten-
dería al culto de la catedral y estaba presidido por el obispo cuya sede asentó en la
nueva fundación. Esta afirmación se puede hacer de forma tajante a pesar de la
imprecisión léxica de los documentos del momento", que hablan reiteradamente
de regulani congregationioni, de clérigos secundum institute canonum et legalia
decreta priorum patrum, clericorum congregatio, capitolio Sanctae Mariae y la
clara referencia a la expulsión de los canónigos instituidos por el obispo de Cala-
horra, para entrometer a los monjes cluniacenses, que alega el obispo de la dióce-
sis en uno de los momentos del largo pleito que le enfrentó con la comunidad clu-
niacense establecida en Santa María la Real por Alfonso VI.
No es un obstáculo para aceptar el carácter canonical el hecho de la ane-
xión de monasterios por el rey García III, pues una de las formas de restauración
cenobítica y eclesiástica fue agregar los pequeños monasterios e iglesias a otros
cenobios o a catedrales para facilitar la observancia, muy difícil o imposible ante
el régimen de iglesias propias y monasterios familiares abundantes en los prime-
ros momentos de la Reconquista, centros religiosos que estaban vinculados con
carácter hereditario al poder del fundador y de su familia, que los consideraban
una propiedad más, y que a menudo tenían un carácter colonizador.
El segundo paso de la fundación de Santa María la Real fue la agregación
de la alberguería de peregrinos. En la ruta jacobea era raro el monasterio o iglesia
que no tenía anejo un hospital o alberguería para ofrecer descanso y cuidado a los
peregrinos; y Santa María la Real no podía ser una excepción, de forma que debía
cumplir con el deber cristiano de acoger al peregrino, cuidar al enfermo y dar de
comer al hambriento, y especialmente dispensar a los acogidos las atenciones espi-
rituales, para que ninguno muriese sin recibir los santos Sacramentos. Para mejor
cumplir con su cometido, unos meses antes de la fundación de Santa María, el 18
de abril del mismo ario 1052, García III dotó con diversos bienes y franquezas a la
" Relación detallada de esta documentación en la que apoyo la afirmación aquí vertida, en mi libro antes
citado Santa María la Real de Nájera, siglos XI-XIV, I, págs. 82-85.
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LA CIUDAD DE NÁJERA EN TIEMPOS DEL REY GARCÍA
Relación de monasterios en Nájera: San Facundo (1052), San Pelayo (1052), San Román (1052), San
Sebastián Sopeña (1060), San Salvador de Peña (1060), San Saturnino (1060), Santa Águeda (957),
Santa Cecilia (1052), Santa Cruz (1075), Santa María (1052), Santa María Sororum (1052), San Martín
del Castillo (1052), Santas Nunilo y Alodia (1052), Santo Tomé (1052), Santos Quirce y Julita (1068).
Iglesias en Nájera: Santa Coloma (1052), Santa María (1052), Santa María del Castillo (1052), San
Miguel (1052), San Pedro (1044).
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MARGARITA CANTERA MONTENEGRO
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LA CIUDAD DE NÁJERA EN TIEMPOS DEL REY GARCÍA
siglo XI, indicar que la pompa que rodea a los reyes no es la de los siglos posterio-
res. A pesar de todo, un número no desdeñable de nobles y criados frecuentarían la
ciudad, además de aquellos otros a los que el rey convocaba en momentos concre-
tos para que, siguiendo sus obligaciones feudales, le prestasen el debido consejo.
Entre estos oficiales del poder real ocupaban un lugar destacado los
encargados de las tenencias, que desarrollaron unos lazos propios de fidelidad y
vasallaje que el monarca recompensaba cediendo derechos derivados del ejercicio
de la justicia y con la entrega de monasterios, villas u otras propiedades en el terri-
torio de su jurisdicción".
La tenencia como distrito administrativo es el espacio cuyo gobierno ejer-
ce el tenente, dominante o senior, por delegación del rey; es un territorio de exten-
sión variable y cuyo centro suele ser una localidad en la que hay un castillo, que
le sirve de residencia habitual y desde el que defiende las tierras de su jurisdic-
ción"; sin embargo, con cierta frecuencia los tenentes se encontraban alejados del
territorio sobre el que ejercían su gobierno, sus funciones militares, judiciales y
fiscales, pues, reflejo de su posición tanto en la sociedad como en el marco gene-
ral del reino, suelen figurar en la documentación como miembros habituales de la
corte, la comitiva o aula regia como la define Peña Bocos". Los tenentes procedí-
an generalmente de las principales familias nobles de la región, y en ocasiones de
la propia familia real, y, ya en tiempos de Sancho IV el de Peñalén, desarrollaron
una marcada tendencia a patrimonializar el cargo, de forma que se va desvincu-
lando, al menos de hecho, de la delegación real, al tiempo que se reforzaba su
poder señorial sobre el territorio.
Quizás en un primer momento destacaron las funciones militares de estos
tenentes, como en el caso de Nájera en el siglo X, por la necesidad de reorganizar
los territorios recientemente reconquistados. Pero con el tiempo estos oficiales
estaban acompañados de merinos, alcaldes y adelantados, encargados de adminis-
trar el territorio en nombre del tenente; en otras ocasiones, esas funciones eran
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MARGARITA CANTERA MONTENEGRO
ejercidas por otras personas de la tierra, como parece ser el caso de García Lifuar,
miles de Fortún Sánchez".
La tenencia de Nájera en tiempos de Sancho III la disfrutaron sucesiva-
mente los seniores Iñigo Sánchez, Fortún López y Fortún Sánchez. Éste último,
cercano a Sancho III, fue uno de los más leales consejeros de García III, recibien-
do el sobrenombre de nutricius re gis y el apelativo de Buen Padre (con sus varian-
tes Bonopatre, Bono Pater o Don Patre) por ser su ayo; su fidelidad, recompen-
sada con la tenencia de Nájera durante todo el reinado", le llevó a acompañarle en
la hora de la muerte en Atapuerca.
El gobierno propio de la ciudad, estudiado para esta época por Moya
Valgañón 41 , corresponde, ya desde el siglo X, al concilium o asamblea que, en un
principio, incluía a todos los vecinos; su función era proteger los intereses de todos
ellos, delimitar y defender sus términos, así como gestionar los bienes comunales,
regulando para ello su aprovechamiento. Los integrantes del concilium tenían
libertad y personalidad propias para contratar con otras personas y defender sus
derechos, y ante este concilium se presentaban las escrituras públicas para que sus
miembros las validasen con su testimonio.
Esta última función es la que con más frecuencia recoge la documenta-
ción del período estudiado; a veces figura el concilium de la ciudad (omni
Nagerense concilio testes42), pero con más frecuencia son los propios de los diver-
sos barrios, como omni concilio de barrio de Sancti Iohannis testis, o concilium
Sancto Stephano de Subpenna... auditores et testes y fórmulas semejantes".
No se conoce de forma específica la organización del concilium naj eren-
se, pero, al igual que todas las asambleas vecinales, nombraría cada ario un núme-
ro determinado de magistrados, número que variaba de un concejo a otro, y que
son los jueces, administradores y jefes militares".
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LA CIUDAD DE NÁJERA EN TIEMPOS DEL REY GARCÍA
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MARGARITA CANTERA MONTENEGRO
4. LA ORGANIZACIÓN SOCIAL
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3° Libro Becerro de Valvanera, docs. 37 y 56 para la primera; CANTERA: Op. cit.,11, doc. 13 para la
segunda; y Documentación de Leire, doc. 65, para la tercera.
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MARGARITA CANTERA MONTENEGRO
Las primeras referencias en CANTERA: Op. cit., doc. 13; la última en Libro Becerro de Valvanera,
doc.s 42, 43 y 49.
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LA CIUDAD DE NÁJERA EN TIEMPOS DEL REY GARCÍA
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MARGARITA CANTERA MONTENEGRO
" La presencia mozárabe en La Rioja es también patente en el arte, destacando como ejemplo más monu-
mental la iglesia de San Millán de Suso. Sobre ésta y otros restos mozárabes ver Manuel RINCÓN
ÁLVAREZ: Mozárabes y mozarabías, Salamanca, Universidad, 2003.
" Cartulario de San Millón, doc. 205; Documentación de Leire, doc. 46.
" Sobre los judíos de Nájera en este período me remito a Enrique CANTERA MONTENEGRO: Las jude-
rías de la diócesis de Calahorra en la Baja Edad Media, Logroño, IER, 1987, págs. 446-465.
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LA CIUDAD DE NÁJERA EN TIEMPOS DEL REY GARCÍA
Nájera contó desde muy pronto con la presencia de judíos, bien docu-
mentada en algunos textos de la época del rey García y también desde muy
pronto tuvieron un barrio propio o judería, donde se instalaron de forma preferen-
te, aunque no fueran obligados a ello. La primera agrupación se debió de realizar
en el barrio de San Miguel, pues a mediados del siglo XII, en una donación reali-
zada al monasterio de San Milán de la Cogolla, se habla de unas casas situadas en
este barrio «llamado antes el barrio judío»; poco después debió trasladarse al pie
del castillo principal de la villa, no lejos de la muralla y de la plaza del Mercado,
en el extremo sur de la ciudad. La judería estaba rodeada por una muralla que la
separaba del resto de la población, muralla que ya figura en el documento de dota-
ción de la alberguería de Santa María la Real, el año 1052 (azor de illos iudeos),
documento que sitúa el barrio hebreo en este momento junto a la «puerta antigua»,
en la pendiente septentrional del cerro coronado por el castillo principal de Nájera.
Este azor o muro era reparado a costa de la población judía de la ciudad, como se
determina en el fuero (art. 57).
Desde principios del siglo XI hay noticias de la presencia de judíos en
Nájera, que posiblemente eran descendientes de grupos que vivían allí bajo el
dominio musulmán; pero fue desde el reinado de Sancho el Mayor cuando la ciu-
dad ejerció una particular atracción sobre los judíos por el impulso que este monar-
ca dio a las peregrinaciones a Santiago y constituir la ciudad lugar de paso del
Camino, coincidiendo con el proceso de emigración de numerosos judíos desde al-
Andalus hacia las márgenes del valle del Ebro y las proximidades de dicho Camino.
En el fuero que ese monarca concedió a Nájera, aunque lo conozcamos a
través de la confirmación de Alfonso VI, se ve claramente la política de protección
hacia la comunidad hebrea, pues la caloña que se debía pagar por el homicidio de
un judío era igual a la de un infanzón o la de un monje, y muy superior a la de un
simple villano, siendo en el momento de la concesión del fuero un caso extraordi-
nario de igualación de estos tres elementos sociales que, a imitación de este fuero,
se incluiría en otros. Quizás la justificación de esta elevada suma por la caloña del
judío, además de un intento manifiesto de proteger a los hebreos, podría ser el
hecho de que, al ser el judío directamente dependiente del rey, la caloña habría de
pagarse a éste y no a la familia del difunto o herido (sólo mucho tiempo después,
por ejemplo en el fuero de Sepúlveda, se estableció que la caloña se pagase al judío
igual que al cristiano).
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MARGARITA CANTERA MONTENEGRO
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LA CIUDAD DE NÁJERA EN TIEMPOS DEL REY GARCÍA
El testimonio de la antroponimia
" J.I. RUIZ DE LA PEÑA: «Las colonizaciones francas en el Camino de Santiago», El Camino de
Santiago y la sociedad medieval, coord. Javier García Turza, Logroño, 2000, págs. 140-141.
J.A. GARCÍA DE CORTÁZAR: «El Camino de Santiago y la articulación del espacio en Castilla», El
Camino de Santiago y la articulación del espacio hispánico. XX Semana de Estudios Medievales.
Estella, 26 a 30 de julio de 1993, Pamplona, 1994, pág. 168.
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MARGARITA CANTERA MONTENEGRO
son Domingo (18 menciones de 216 nombres diferentes) y Sancho (16), seguidos
de lejos por Fortún (9), Galindo (8), García (8), Juan (8), Jimeno o Scemeno (7),
Aznar (6) y Enneco (6) 62 . En cuanto a los nombres femeninos, Tota es el más repe-
tido (8 veces), mientras Auria (2), María (1), Dominica (1), Kisa (1), Legundia (1)
Sarracina (1), Scemena (1), Urraca (1) y Vellita (1) le siguen de lejos.
Se confirma así a través de esta relación la afirmación que Fernández de
la Pradilla hace para todo el ámbito del Reino de Nájera: la existencia de una antro-
ponimia mayoritariamente pirenaica o altonavarra (como son Sancho, Fortún,
Aznar o Tota), con una fuerte influencia castellana o autóctona (Muño y Tello)", a
los que hay que añadir aquellos otros que reflejan la presencia mozárabe, como
Muza, Kazem, Zuleiman o Suleiman, Abdella, Abolkazem, Sarracín o Saracina.
En cuanto a la forma de los nombres, algunas personas son designadas
sólo por su nombre propio (71 menciones de un total de 263 documentadas), sin
apellido ni otra denominación que pueda ayudar a identificarlas, por lo cual debe-
mos considerar que eran personas suficientemente conocidas en su entorno'. Pero
junto a ellos, también en un número muy alto (70) están aquellos que ya unen,
siguiendo la evolución señalada, dos elementos, a menudo el patronímico (como
Aznar Fortunionis, Blasco López, Domingo Vincentiz), completando a veces el
conjunto un locativo de procedencia (11) (Nuño Obecoz de Hormilla de Suso).
Otra forma frecuente de identificar a personas que llevan el mismo nombre es aña-
dir una referencia familiar (45 veces), siendo la más frecuente la filiación (21
veces), aunque no faltan para las mujeres la referencia a su marido (8) o, en otros
casos, la relación fraterna (4), aunque hay una larga gama de lazos familiares como
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LA CIUDAD DE NÁJERA EN TIEMPOS DEL REY GARCÍA
yerno (2), padre (1), madre (1), marido (1), sobrino (1), cuñado (1) o nieto (1). El
oficio era también una forma de individualizar los nombres (28), indicándonos a
veces la pertenencia a un grupo profesional especialmente valorado, como orfe-
bres, herreros o maestros y, por supuesto, los presbíteros, aunque no sea correcto
identificar la dignidad sacerdotal con una ocupación laboral en el pleno sentido de
la palabra.
La adscripción religiosa figura en 13 ocasiones, de las cuales sólo una es
la musulmana (Amuna maura) y 12 la hebrea o judeoconversa, como García
Sanger fuit ebreus.
Por último, un grupo relativamente numeroso (25 menciones) junto al
nombre de pila lleva un locativo de procedencia que nos indica la amplitud del
área de influencia de la ciudad najerense, pues junto a las frecuentes menciones a
la propia Nájera o a alguno de sus barrios (Sopeña o Subpeña, Valcuerna,
Mercado), o a localidades muy cercanas como Tricio y Alesanco que pertenecen
a su alfoz, o Uruñuela y Hormilleja, hay otras situadas a una distancia entre 10 y
15 km., como Cirueña, Bobadilla o Tobía, pero incluso otras mucho más alejadas,
como Fuenmayor65.
Este aspecto lo resalta J.A. GARCÍA DE CORTÁZAR: Historia de Logroño, II, pág. 109, que habla de
una distancia de hasta 20 km. para Nájera, cuando en otros casos suele ser de 10 o menos km.
GARCÍA DE CORTÁZAR: «La ordenación económica y social de La Rioja Alta en el siglo X»,
Homenaje a D. José AV Lacarra de Miguel con motivo de su jubilación del profesorado, I, Zaragoza,
1977, pág. 103.
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MARGARITA CANTERA MONTENEGRO
algún otro elemento que nos habla de la actividad humana, pero no hay parcelas
vacías. Hay que añadir pronto una tímida actividad mercantil para el abasteci-
miento local, desarrollada sólo en los centros más destacados de la región, entre
los que, indudablemente, está Nájera (aunque las menciones al mercado no apa-
rezcan hasta mediados del siglo XI).
En la agricultura najerense quizás destacó la producción vitícola, ya que
puede observarse una fuerte concentración de viñas en torno a la ciudad como cul-
tivo intensivo que habla de una especialización vitivinícola (las tierras colindantes
de las viñas suelen ser también viñas, como se describe en las transacciones, espe-
cialmente por parte de pequeños propietarios67). Las buenas condiciones climato-
lógicas y edafológicas explican la continuidad de esta actividad; pero también hay
que considerar un factor social que contribuiría a dar importancia a este cultivo,
como es la presencia de la corte en la ciudad y de la iglesia de Santa María la Real
y de otras iglesias y monasterios, tanto en la propia ciudad como vinculadas a ella
por sus propiedades, que necesitaban el vino para la celebración de la santa Misa,
pero también como alimento, ya que el vino era un producto habitual en la mesa
de los monasterios, y así se regula en la Regla de san Benito, pues era un comple-
mento a la alimentación, más necesario teniendo en cuenta la norma monástica de
abstinencia perpetua de carne.
La fabricación del vino y su almacenamiento en cubas se realizaría a
menudo en las cuevas existentes en la ciudad, algunas de las cuales ya he dicho que
parece ser que se utilizaban como almacenes. También hay que unir las menciones
a «torculares» o trujales, que llegan a ser cuatro en 1052, uno de ellos de los judí-
os; habitualmente se utilizaban para fabricar aceite, pero aquí es más probable que
se tratase de prensas de vino, pues no hay menciones de olivos en estos momentos.
Junto al viñedo, el cereal ocupaba un lugar destacado en la producción
agrícola y a él se dedicaban las parcelas denominadas en la documentación de la
época terrae, hereditates o agri, también numerosas en los campos que rodean a
la ciudad. La actividad cerealera se refleja asimismo en la abundancia de molinos
situados en torno a Nájera, en la existencia del río Molinar en la propia ciudad y
de una «vía de molinos» en Tricio".
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LA CIUDAD DE NÁJERA EN TIEMPOS DEL REY GARCÍA
los molinos en el ámbito riojano fue realizado por J.A. GARCÍA DE CORTÁZAR: «El equipamiento
molinar en La Rioja Alta en los siglos X a XIII», Homenaje a fray Justo Pérez de Urbe!, I, Silos, 1976,
págs. 387-405, poniendo de manifiesto la existencia de numerosos molinos en ese espacio geográfico.
CANTERA: Op. cit., II, doc. 13 para el primero; Cartulario de San Millón, docs. 205 y 208 para el
segundo. IX C. FERNÁNDEZ DE LA PRADILLA: Op. cit., pág. 194.
C. FERNÁNDEZ DE LA PRADILLA: Op. cit., pág. 224 destaca la existencia de una presa en el
Najerilla, vinculada, como es lógico, al regadío. El fuero de Alfonso VI regula la posibilidad de rom-
per las presas del Merdaniel en verano para que todos tuviesen agua abundante para regar los huertos,
pero se penaba la rotura, tanto de las presas del Merdaniel como del Najerila, en otra circunstancia (arts.
43-45), como señala MARTÍNEZ DÍEZ: «Fueros de la Rioja», pág. 407
GARCÍA DE CORTÁZAR: Historia de Logroño, II, pág. 101. CANTERA, Santa María la Real, II,
doc. 13.
" CANTERA, Op. cit.,doc. 13.
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MARGARITA CANTERA MONTENEGRO
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LA CIUDAD DE NÁJERA EN TIEMPOS DEL REY GARCÍA
" J.F. GARCÍA 'FURZA: «Ciudades y aldeas: Nájera», Del Catábrico al Duero. Trece estudios sobre
organización social del espacio en los siglos VIII a XIII, pág. 239. Relación detallada de las diversas
vías de comunicación, tanto terrestres como fluviales existentes desde la ciudad de Nájera, en M'
Concepción FERNÁNDEZ DE LA PRADILLA: Op. cit., págs. 235-236.
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MARGARITA CANTERA MONTENEGRO
verse, aunque algunos años más tarde, a través de los fueros; así el de Logroño
establece a favor de sus vecinos la exención de portazgo en Nájera, mientras que
los vecinos de Nájera recibían en su fuero el privilegio de exención de portazgo en
Logroño, pues acostumbraban a ir a distintas partes del reino para realizar todo
tipo de negocios'.
De todas formas, esto no puede hacernos olvidar el carácter netamente
agrario de la ciudad de Nájera a mediados del siglo XI, pues el despertar del
comercio en ella debió de producirse tras su incorporación a Castilla en 1076.
Vinculado al comercio siempre está el uso de la moneda. A menudo se ha
sostenido la existencia de una ceca en Nájera", en la que el rey Sancho III el
Mayor habría mandado acuñar los primeros sueldos de doce dineros en vellón
hecho que, de ser cierto, trascendería los límites puramente económicos, como
señala Rodríguez Latorre", pues desde el punto de vista económico revelaría la lle-
gada de metal a la ciudad, la convertiría en centro emisor y en lugar de cambio de
moneda, resaltaría su importancia política y habría tenido también consecuencias
culturales y artísticas, ya que habría supuesto el traslado de monederos allí. De
todas formas, el mismo autor señala que no hay ninguna referencia documental
segura que testifique la existencia de esta ceca; la única que podríamos señalar, y
no se refiere expresamente a la ceca, es la presencia en la ciudad en 1062 de un
aurifice, un orfebre, Marguan, aunque ello no quiere decir que su presencia esté
vinculada a la fabricación de moneda, pues más bien podría relacionarse con la
residencia de la corte real. Este Marguan testifica en dos documentos, lo que refle-
ja su posición social elevada, propia de este tipo de artesanos en el mundo medie-
val, pero también figura como propietario agrícola, lo que indica que su residen-
cia en Nájera era permanente, no ocasional.
Son muy escasas las noticias de artesanos en la documentación najerense de
esta época, y junto al orfebre antes citado sólo se habla de dos ferreros: Blasco y
" F. RUIZ GÓMEZ: «El Camino de Santiago: circulación de hombres, mercancías e ideas», IV Semana
de Estudios Medievales de Nájera, del 2 al 6 de agosto de 1993, Logroño, 1994, pág. 185.
" J.A. GARCÍA DE CORTÁZAR: «Introducción al estudio de la sociedad altorriojana en los siglos X a
XIV», Berceo, 88 (1976), pág. 17; M . Concepción FERNÁNDEZ DE LA PRADILLA: Op. cit., pág.
229.
76 Luis Eduardo RODRÍGUEZ LATORRE: «Una ceca en el Camino: la ceca de Nájera», IV Semana de
Estudios Medievales de Nájera, del 2 al 6 de agosto de 1993, Logroño, 1994, pág.279.
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LA CIUDAD DE NÁJERA EN TIEMPOS DEL REY GARCÍA
6. EL CAMINO DE SANTIAGO
Resulta imposible cerrar esta intervención sobre Nájera sin hacer referen-
cia al Camino de Santiago, aunque su influencia en la ciudad creció ya a finales
del siglo XI y fuese menor que en otros casos, como señala Ruiz de la Peña, pues
actuaba sobre una ciudad antigua donde pesaban más los elementos preexisten-
tes". No hace falta resaltar, pues se ha hecho ya muchas veces, la importancia del
Camino de Santiago como gran vía de comunicación entre los reinos hispánicos y
el resto de Europa, siendo elemento de influencia cultural, de articulación del espa-
cio, eje de urbanización y cauce de circulación de personas, mercancías e ideas".
Por su parte, introdujo en el espacio castellano entre 1079 y 1175 un sentido domi-
nante de comunicación este-oeste, sobre el antiguo norte-sur, entre el Mar Cantá-
brico y el Sistema Central'.
El paso por la ciudad de Nájera se debe a una decisión de Sancho el
Mayor para facilitar el trayecto que a través de Álava salía a Briviesca". En el siglo
XI en Nájera se llama al Camino strata de francos, nombre significativo de la
influencia que traerá. Los peregrinos entraban en Nájera por la antigua vía roma-
na de Tricio, con un itinerario marcado por Passini s ' a lo largo de la calle Santiago,
pasando ante la iglesia de San Miguel y saliendo por el oeste de la ciudad entre los
dos altos fortificados, para dirigirse hacia Azofra junto al Campo de Lodas, como
" J.I. RUIZ DE LA PEÑA SOLAR: «La formación de la red urbana en el tramo riojano del Camino de
Santiago y las colonizaciones francas (siglos XI-XIII)», Actas de la Reunión Científica «El Fuero de
Logroño», coords. FJ. García Turza e I. Martínez Navas, Logroño, 1996, pág. 216
" !dem, ibidem, págs. 215.
" José Ángel GARCÍA DE CORTÁZAR: «El Camino de Santiago y la articulación del espacio en
Castilla», El Camino de Santiago y la articulación del espacio hispánico. XX Semana de Estudios
Medievales. Estella, 26 a 30 de junio de 1993, Pamplona, 1994, pág. 181.
L. VÁZQUEZ DE PARGA, J.M. LACARRA Y J. URÍA, Las peregrinaciones a Santiago de
Compostela, II, Madrid, 1948-1949, págs. 11-12.
Villes médiévales, pág. 79.
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MARGARITA CANTERA MONTENEGRO
" José G. MOYA VALGAÑÓN: «El trazado del Camino de Santiago en La Rioja: aspectos de planea-
miento y construcción», IV Semana de Estudios Medievales. Nájera, del 2 al 6 de agosto de 1993,
Logroño, 1994, págs. 108-109.
" Mem, ibidem, pág. 112.
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