10 Fallo CSJN - S.V.M. C. M.D.A. (324-975)
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presión, la jerarquía de los valores en colisión lleva nece-
sariamente a evitar preventivamente la producción de daños a
aquéllos, por tratarse de personas que están en plena forma-
ción que carecen de discernimiento para disponer de un aspecto
tan íntimo de su personalidad y merecen una tutela preventiva
mayor que los adultos por parte de los jueces; que esta
protección preventiva de la intimidad se encuentra prevista
también en otros ordenamientos positivos como el español y el
francés.
Contra este pronunciamiento la agencia de noticias
dedujo el recurso extraordinario que fue concedido a fs. 215.
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escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro
procedimiento de su elección.
2. El ejercicio del derecho previsto en el inciso prece-
dente no puede estar sujeto a previa censura sino a responsa-
bilidades ulteriores, las que deben estar expresamente fijadas
por la ley, y ser necesarias para asegurar:
a) el respeto a los derechos o a la reputación de los
demás, o
b) la protección de la seguridad nacional, el orden pú-
blico o la salud o la moral públicas".
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pretación deba ser restrictiva (Fallos: 316:1623).
14) Que la publicación en los medios de comunicación
masiva del nombre de la menor que en un juicio civil en
trámite -cuya exhibición se encuentra reservada a las partes y
directamente interesados (conf. art. 64 del Reglamento para la
Justicia Nacional)- reclama el reconocimiento de la filiación
de su presunto padre, representaría una indebida intromisión
en su esfera de intimidad, que puede causar, conforme al curso
ordinario de los hechos, un daño en el desenvolvimiento
psicológico y social de la niña. Ello, aun cuando la noticia
haya alcanzado el dominio público, pues su reiteración,
obviamente, agravaría la violación del bien protegido por las
normas constitucionales que tutelan la intimidad de los
menores.
15) Que el Tribunal advierte que la prohibición de
propalar "cualquier noticia vinculada a la filiación de autos"
excede la tutela que requiere la intimidad de la menor, ya que
la medida dispuesta conduciría al extremo de impedir la
difusión de noticias relacionadas con el juicio de filiación,
aun cuando se limitase debidamente la publicación masiva de
aquellos datos que pudieran conducir a su identificación.
Por ello, oído el señor Procurador General, se declara
procedente el recurso extraordinario y se revoca, con el al-
cance indicado, la resolución recurrida. Costas por su orden.
Vuelvan los autos al tribunal de origen para que por quien
corresponda se dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo a lo
expresado. Notifíquese. JULIO S. NAZARENO - EDUARDO MOLINE
O=CONNOR (según su voto)- CARLOS S. FAYT (según su voto)-
AUGUSTO CESAR BELLUSCIO (en disidencia)- ENRIQUE SANTIAGO
PETRACCHI (en disidencia)- ANTONIO BOGGIANO (según su voto)-
GUILLERMO A. F. LOPEZ (según su voto)- GUSTAVO A. BOSSERT -
ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ (según su voto).
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como garantía implícita, en el derecho privado juega como un
mandato dirigido a la magistratura, cuya función preventiva de
daños es una nueva faceta de su accionar, tanto más importante
que la de satisfacer o reparar los perjuicios causados. Agregó
que, por su situación de inferioridad, "los incapaces merecen
una tutela preventiva mayor que los adultos por parte de los
jueces, porque así se les permite nivelar sus derechos más
elementales y básicos con los de aquéllos".
pretende fundar en ellas (art. 14, inc. 3°, de la ley 48). Por
otra parte, la sentencia es equiparable a definitiva, puesto
que es ésta la ocasión pertinente para la tutela del derecho
constitucional cuya lesión aduce el recurrente.
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con el ejercicio de la libertad de expresión. En lo que aquí
interesa, el art. 13 establece que "1. Toda persona tiene
derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este
derecho comprende la libertad de buscar, recibir, y difundir
informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de
fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o
artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.
2. El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente
no puede estar sujeto a previa censura sino a responsabilida-
des ulteriores, las que deben estar expresamente fijadas por
la ley, y ser necesarias para asegurar: a) el respeto a los
derechos o la reputación de los demás; o b) la protección de
la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral
públicas". En materia de espectáculos públicos, el Pacto ad-
mite una limitación al principio sentado, al prever que "pue-
den ser sometidos por la ley a censura previa con el exclusivo
objeto de regular el acceso a ellos para la protección moral
de la infancia y la adolescencia, sin perjuicio de lo
establecido en el inciso 2" (inc. 4).
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Books, Inc. v. Sullivan@, 372 U.S. 58 -1971-; ?Organization for
a Better Austin et al. v. Keefe@, 402 U.S. 4315 -1971-;
?Southeastern Promotions, Ltd. v. Conrad@, 420 U.S. 546
-1976-). Sin embargo, ha señalado también en reiteradas opor-
tunidades que la libertad de expresión y de prensa no confiere
una inmunidad absoluta de estas restricciones. En este
sentido, en el leading case Near v. Minnesota, la Corte -por
medio de la opinión del Justice Hughes- señaló que "se ha
juzgado que el principio de inmunidad de restricción previa
está proclamado en forma demasiado amplia, si tal restricción
es juzgada siempre prohibida. Esto es indudablemente cierto;
la protección contra las restricciones previas no es absolu-
tamente ilimitada". Se agregó en esa oportunidad que el inte-
rés del Estado justifica las restricciones previas sólo en
casos excepcionales: cuando se ponga en peligro la seguridad
del país en tiempos de guerra, se amenacen los principios de
decencia pública (publicaciones obscenas) o se invada el de-
recho a la privacidad (283 U.S. 697).
Estos principios fueron reiterados en ?Schenck v.
United States@ (249 U.S. 47) donde la Corte expresó que ciertas
palabras que comúnmente estarían comprendidas en la libertad
de expresión protegida por la Primera Enmienda, pueden ser
prohibidas cuando son de tal naturaleza y utilizadas en tales
circunstancias que existe un peligro claro que causarán
perjuicios sustanciales que el Congreso tiene derecho a pre-
venir. En este sentido el tribunal estableció que "el princi-
pio de la prohibición de restricciones previas a la prensa se
limita cuando la publicación pudiera constituir un obstáculo
contra el esfuerzo del gobierno en tiempos de guerra...".
Como corolario de esta doctrina jurisprudencial, en
?Kingsley Books, Inc. v. Brown@ (354 U.S. 436) -luego de citar
el caso ?Near v. Minessota@ como uno de los precedentes más
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putación" (punto 1.) y que "El niño tiene derecho a la pro-
tección de la ley contra esas injerencias o ataques" (punto
2.), derecho que también es reconocido en forma genérica por
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ción alguna, juicio que no pueden los poderes constituidos
desconocer o contradecir. En tales condiciones, se desprende
que la armonía o concordancia entre los tratados y la Consti-
tución es un juicio constituyente (Fallos: 319:3148; 321:885;
322:875).
17) Que, sentados estos principios hermenéuticos,
como primera conclusión se advierte que la Convención Ameri-
cana confiere un lugar especial, en su jerarquía interna, a
los derechos del niño, los que -entre otros derechos funda-
mentales de la persona- no pueden ser suspendidos siquiera en
caso de guerra, peligro público o de otras emergencias que
amenacen al Estado (arts. 27 y 19), suspensión que sí podría
alcanzar -en las condiciones de marcada excepción previstas- a
los derechos reconocidos en el art. 13 del pacto. Con idéntica
significación, según ya se adelantara, el tratado admite la
censura previa -en desmedro de la libertad de expresión- en
materia de espectáculos públicos, "para la protección moral de
la infancia y adolescencia", previsión reveladora de la
primacía que se reconoce a los derechos de la infancia frente
a una concreta colisión con otros derechos también
reconocidos.
18) Que, de ese modo, la Convención Americana y la
Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño
guardan sustancial analogía y ambas confieren especialísima e
inderogable tutela a los derechos de la infancia. La necesidad
de una "protección especial" enunciada en el preámbulo de la
última, así como la atención primordial al interés superior
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difundirse por algunos medios periodísticos- correspondía
evitar preventivamente la producción de daños que tornarían
ilusoria la garantía constitucional invocada.
21) Que, en este orden de ideas, corroboran a la
conclusión precedente otras normas internacionales de jerar-
quía constitucional, que preservan específicamente la intimi-
dad de los menores sometidos a juicio. Así, mientras que el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos establece
-como regla- que toda sentencia en materia penal o contenciosa
será pública, sienta una expresa excepción "en los casos en
que el interés de los menores de edad exija lo contrario, o en
las actuaciones referentes a pleitos matrimoniales o a la
tutela de menores" (art. 14. punto 1.); a la vez que la
Convención sobre los Derechos del Niño garantiza a los menores
-en las actuaciones penales que los involucran- el respeto
pleno de su vida privada en todas las fases del procedimiento
(art. 40, punto 2., inc. b, ap. VII). Bajo este marco
normativo, adquiere especial sentido la reflexión de la cáma-
ra, en cuanto a que si se ha concedido protección especial a
los menores aun en casos en que la sociedad podría estar in-
teresada en conocer detalles sobre la comisión de delitos, con
mayor razón debe reconocerse tal reserva cuando se trata del
ejercicio de una acción de la naturaleza de la presente, en la
que está en discusión el emplazamiento en un determinado
estado de familia, cuyo resultado es incierto y forma parte de
la esfera reservada del individuo.
22) Que en cuanto a los planteos vinculados con la
falta de vigencia y eventual inconstitucionalidad de la ley
20.056 -invocada como argumento corroborante por la cámara-,
los mismos carecen de relevancia para desvirtuar las conclu-
siones del a quo, que reconocen sustento propio en normas
convencionales de jerarquía constitucional. En tales condi-
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agravios derivados de la divulgación de la identidad del menor
que reclama por su filiación en juicio. Como bien lo destaca
en su dictamen el señor Procurador General, "una vez conocido
públicamente este secreto tan íntimamente guardado, son
imprevisibles los efectos perniciosos que esa circunstancia
puede causar en su personalidad, por lo que, dado que la
situación de incertidumbre señalada se genera respecto de un
incapaz, mal puede sostenerse la posibilidad de que una repa-
ración ulterior subsane el daño que dicha divulgación provo-
que". Ello máxime cuando no se ha invocado que la intervención
periodística responda al esclarecimiento de asuntos vinculados
con la cosa pública, móvil que podría justificar la existencia
de un interés social en la intromisión de la esfera privada.
25) Que a ello no empece que, para conciliar ambos
derechos -libertad de expresión y derecho de intimidad de un
menor- el control preventivo se adopte con cautela limitando
sus alcances a lo estrictamente necesario e indispensable para
satisfacer su finalidad tuitiva. Sobre la base de lo hasta
aquí expuesto, y conforme al principio de buena fe de los
tratados internacionales en juego (arts. 31 y 32 de la
Convención de Viena), esta Corte entiende que es posible ar-
monizar en el caso de autos el "conflicto de derechos" traído
por las partes, sin necesidad de violentar ninguno de los
elementos en juego.
26) Que, en el caso, un modo de conciliar ambos
derechos -evitando darles un sentido que los ponga en pugna
destruyendo unos por otros, y adoptando como verdadero el que
los concilie y deje a todos con valor y efecto- es restringir
la difusión de cualquier información relacionada con el juicio
de filiación que permita identificar al menor, lo que incluye
la difusión de su nombre e imagen así como el de su madre,
domicilio, o de cualquier otro extremo que previsiblemente
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-//-TO DE LOS SEÑORES MINISTROS DOCTORES DON ANTONIO BOGGIANO
Y DON ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ
Considerando:
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jerarquía, como es la Convención sobre los Derechos del Niño,
adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20
de noviembre de 1989 y aprobada por nuestro país por la ley
23.849.
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ajeno a los intereses en disputa y que toma sus decisiones
observando el respeto al derecho de defensa en juicio de los
involucrados. Allí se expresa "No es la oportunidad o conve-
niencia política lo que guía la conducta del juez, sino la
justicia del caso que llega a sus estrados, por lo que los
recelos que despertó en los convencionales bonaerenses las
intenciones del titular del Poder Ejecutivo no tienen justi-
ficación plena en estos supuestos" (confr. considerando 9 del
voto del juez Boggiano).
11) Que, en el precedente citado también se destacó
que el honor y la intimidad de las personas no admiten, como
regla, protección judicial sino remedios reparatorios, ya que
en el conflicto entre un mínimo estado de incertidumbre sobre
la potencialidad agraviante de la noticia -incertidumbre que
el juez despeja una vez sustanciado el proceso- y las exigen-
cias inmediatas de la libertad de expresión, debe prevalecer
ésta. Pero si ese margen de incertidumbre no se verifica, si
la conducta de quien intenta dar a conocer sus ideas no sus-
cita dudas sobre su ilicitud, no parece irrazonable conceder
al juez la potestad de impedir o limitar el ejercicio de la
libertad de expresión: máxime en los supuestos en que el daño
al honor o a la intimidad pueda adquirir graves proporciones y
no sea razonablemente posible su reparación por otros medios.
Tal como se señaló en el precedente citado "La interdicción de
la censura previa, en la Constitución Nacional, no llega al
extremo de convertir al juez en mero espectador de un daño
inexorable".
12) Que, sobre tal base es que corresponde analizar
la cuestión planteada.
13) Que el art. 13 del Pacto de San José de Costa
Rica -invocado por el recurrente- dispone que:
1. "Toda persona tiene derecho a la libertad de pensa-
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rias o ilegales en su vida privada, su familia, su domicilio o
su correspondencia ni de ataques ilegales a su honra y a su
reputación" y 2. "El niño tiene derecho a la protección de la
ley contra esas injerencias o ataques".
15) Que, en forma concordante, el Pacto Internacio-
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que los espectáculos públicos pueden ser sometidos a censura
previa con el objeto de proteger la moral de la infancia y la
adolescencia.
21) Que, por otra parte, algunos derechos fundamen-
tales no pueden ser derogados aun en tiempo de guerra o de
otras emergencias que amenacen a la Nación. La convención
Americana establece que los derechos a la personalidad jurí-
dica, a la vida y trato humanitario, libertad de esclavitud,
libertad de leyes ex post facto, libertad de conciencia y
religión, los derechos de la familia, al nombre, los derechos
del niño, de la nacionalidad y de la participación en el go-
bierno son inderogables -arts. 3, 4, 5, 6, 9, 12, 17, 18, 19,
20, 23 y 27- (confr. R. Higgins, Derogation Under Human Rights
Treaties, 48 British Yearbook of International Law, 1976-7,
pág. 281).
22) Que, en tales condiciones, la Convención Ameri-
cana misma confiere un lugar especial en la jerarquía interna
del tratado a los derechos del niño. Así la Convención Ameri-
cana y la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos
del Niño guardan sustancial armonía y ambas confieren
especialísima e inderogable tutela a los derechos del niño y
sólo una lectura o interpretación parcializada o dudosamente
regionalista de la Convención Americana podría hallar un con-
flicto de derechos cuando su misma normativa expresamente lo
resuelve o previene.
23) Que, en consecuencia, pierde sustento la crítica
que el recurrente efectúa a la ley 20.056 a la que tacha de
inconstitucional, no sólo por ajustarse a los principios que
emanan del pacto sino por conformarse a las pautas herme-
néuticas señaladas por el art. 29 del Pacto de San José de
Costa Rica y el 41 de la Convención sobre los Derechos del
Niño que establecen que deberá prevalecer cualquier disposi-
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señalar que si bien es cierto que, de acuerdo a la Convención
del Niño, el menor tiene un indiscutible derecho a conocer su
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Con relación al art. 16 se puso de relieve las normas relati-
vas a los intereses de los niños encaminadas a impedir las
interferencias arbitrarias en la intimidad del niño, así como
toda conducta perjudicial para su dignidad y fama y también
aquellas relativas al derecho de rechazar por vía judicial las
informaciones o fotografías, incluidas las publicadas por los
medios de comunicación, que vulneren el propio honor y
dignidad, la vida privada, la inviolabilidad personal o la
fama -disposiciones incorporadas al Código Civil, con arreglo
a lo que establece la Constitución- (Informes Iniciales que
los Estados Partes debían presentar en 1996 CRC/C/4/Add.4
Rev.1 15 de septiembre de 1998).
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los concilie y deje a todos con valor y efecto- es restringir
la difusión que permita identificar al menor, lo que incluye
la difusión de su nombre e imagen así como el de su madre,
domicilio, o cualquier otro extremo que previsiblemente pueda
conducir a su identificación.
36) Que el control preventivo de los jueces, a fin
de evitar un daño irreparable a un menor no implica, por
cierto que el Poder Judicial avasalle la prensa, sino la uti-
lización de una herramienta eficaz para la protección de de-
rechos fundamentales brindándole un amparo adecuado.
Por ello, oído el señor Procurador General, se declara
procedente el recurso extraordinario y se revoca la sentencia
con el alcance indicado. Costas por su orden, en atención a la
naturaleza de la cuestión planteada. Notifíquese y devuél-
vanse. ANTONIO BOGGIANO - ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ.
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la jurisprudencia de esta Corte. Por último, señala que están
"fuera de duda las buenas intenciones que inspiraron a V.E.,
aunque ellas no se compadecen con nuestra Ley Fundamental, con
un sistema democrático constitucional y con la realidad
tecnológica en materia de comunicación" y, por último, propi-
cia "un profundo cambio cultural...[que]...en materia de li-
bertad de expresión, debe erradicar toda forma de restricción
o censura y, simultáneamente, propender al desarrollo de una
política educacional que permita transformar en una idea so-
cial dominante a la responsabilidad ética, así como también a
la eliminación de falsos prejuicios sociales basados sobre la
hipocresía" (fs. 193 vta./194).
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315:1943).
Se ha expresado, asimismo, que el derecho de infor-
mación, de naturaleza individual, adquiere conexión de sentido
con el derecho a la información, de naturaleza social, al
garantizar a toda persona el conocimiento y la participación
en todo cuanto se relaciona con los procesos políticos, gu-
bernamentales y administrativos, los recursos de la cultura y
las manifestaciones del espíritu como un derecho humano esen-
cial (Fallos: 314:1517). La acción de informar ha de ser pre-
servada al máximo, a fin de garantizar el pleno ejercicio del
derecho de información que constituye al periodismo escrito en
el reducto privilegiado para el pleno ejercicio de la libertad
de expresión autónoma (Fallos: 313:740, disidencia del juez
Fayt).
De igual modo, se ha resaltado que la Convención
Americana sobre Derechos Humanos es categórica cuando pros-
cribe toda forma de censura previa (Fallos: 316:2845). Este
instrumento internacional establece que las "reparaciones
ulteriores" son la única restricción ante al abuso de la li-
bertad de expresión y prevé, a su vez, que las excepciones a
esa prohibición consisten solamente en que la ley puede some-
ter a censura previa los espectáculos públicos con el exclu-
sivo objeto de regular el acceso a ellos para la protección
moral de la infancia y la adolescencia, y dispone la prohibi-
ción por ley de toda propaganda en favor de la guerra y toda
apología del odio nacional, racial y religioso, con las espe-
cificaciones de la norma (art. 13, incs. 4 y 5 de la conven-
ción). Por otra parte, también se ha pronunciado esta Corte en
el sentido de que ese especial reconocimiento constitucional
no elimina la responsabilidad ante la justicia por los delitos
y daños cometidos, pues no existe el propósito de asegurar la
impunidad de la prensa (Fallos: 310:508 y 316:703, entre
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de la libertad de expresión contenidas en la Convención
Americana fueron diseñadas para ser las más generosas y para
reducir al mínimum las restricciones a la libre circulación de
las ideas" (número 50).
En verdad, la Convención Europea, el Pacto Interna-
cional de Derechos Civiles y Políticos, y la Convención Ame-
ricana, estos dos últimos de jerarquía constitucional -como se
ha recordado en el precedente registrado en Fallos: 315:1943,
voto del juez Fayt-, establecen que los derechos que consagran
pueden ser objeto de restricciones. Sin embargo, el alcance de
esas limitaciones, en materia de libertad de prensa, es
marcadamente más riguroso en la Convención Americana. Tan así
es, que en la misma oportunidad, esa Corte expresó que la
comparación entre aquélla y otros tratados internacionales, si
bien es útil como pauta interpretativa "no podría emplearse
nunca para incorporar a la Convención criterios restrictivos
que no se desprendan directamente de su texto, por más que
estén presentes en cualquier tratado internacional".
También puede mencionarse que en el Informe de la
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Constitución Española (1978) prevé en su art. 20, inc. 2, que
la libertad de expresión "no puede restringirse mediante
ningún tipo de censura previa".
Si bien algunos ordenamientos reconocen limitaciones
al derecho de prensa, resulta necesario puntualizar qué valor
le ha sido asignado a aquéllas. Así, en el derecho alemán, se
establecen "límites en las disposiciones de las leyes
generales, en las disposiciones legales adoptadas para la
protección de la juventud y en el derecho al honor personal"
(art. 5 inc. 2 de la Constitución alemana); sin embargo, de
ello no se sigue que se encuentre autorizada la censura pre-
via; sólo se describe el ámbito preciso en el que la vulnera-
ción de esos derechos es fuente de "medidas de control y re-
presión posterior" (nachträgliche Kontroll - und Repression-
masshahmen). En efecto, con base en la ubicación sistemática
de la prohibición de la censura, se ha afirmado que la exis-
tencia de censura previa fundada en estas previsiones "debe
ser rechazada" sin más (Pieroth/Schlink, Grundrechte, ed.
Müller, Heidelberg, 1998, págs. 145 y sgtes.).
10) Que la derrota del autoritarismo y la consi-
guiente protección de los derechos del individuo no se cris-
talizó exclusivamente en la por cierto preexistente prohibi-
ción de censura previa, tan celosamente defendida a escala
mundial.
Nuestra Constitución sumó a sus principios funda-
cionales nuevos derechos y garantías que fueron construidos
también sobre un reciente pasado autoritario. Lo ha hecho
mediante diversas previsiones que regulan las relaciones de
quienes viven en nuestro país, las que deben interpretarse
como una estructura coherente y sistemática, de modo tal que
cada disposición ha de ser entendida de acuerdo con el conte-
nido de las demás.
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De allí que pueda afirmarse que en la presente causa
el censor no se ha encarnado en la justicia. Esta ha debido
asumir los mandatos superiores de tutela a los niños, sin
discrecionalidad, a fin de establecer frente a ellos el ámbito
que le es propio a los derechos involucrados en el derecho de
expresión: informar e informarse.
13) Que el derecho a la intimidad consagrado en el
art. 19 de la Constitución, por cierto, no es absoluto. Pero
si su protección está garantizada en ella para todas las per-
sonas, los niños merecen especial tutela por su vulnerabili-
dad, aspecto que está considerado expresa o implícitamente en
profusos instrumentos internacionales (Convención sobre los
Derechos del Niño, arts. 8 y 16; la Convención Americana,
arts. 11 y 19; Declaración de Ginebra sobre los Derechos del
Niño; Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos,
arts. 23 y 24, Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, art. 10).
La Convención sobre los Derechos del Niño establece
en su preámbulo, con cita de la Declaración de los Derechos
del Niño, que éste "por su falta de madurez física y mental,
necesita protección y cuidados especiales, incluso la debida
protección legal, tanto antes como después de su nacimiento".
También dispone que los niños deben "recibir la protección y
asistencias necesarias para poder asumir plenamente sus res-
ponsabilidades dentro de la comunidad" y reconoce que "para el
pleno y armonioso desarrollo de su personalidad debe(n) crecer
en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad, amor y
comprensión".
Estas singularidades en torno a la situación de los
niños, ya fueron señaladas por la Corte en la causa "Arenzón";
al valorarse entonces la figura de los docentes, se reconoció
que éstos "trabajan sobre una circunstancia humana
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europeos tienen que ratificar solemnemente el derecho ilimi-
tado del niño a la niñez, el derecho al libre desarrollo, el
derecho a una vida digna de vivirse y humana. Ya no hay posi-
bilidad alguna de eludir la inclusión de disposiciones sobre
la protección de los niños en el Tratado de la Unión Europea".
16) Que similar cuestión a la que aquí se resuelve
ha sido materia de recientes pronunciamientos del Tribunal
constitucional alemán, dictados el 31 de marzo de 2000. En
ellos se afirmó que los niños gozan de una protección especial
contra los peligros que se derivan cuando son objeto de la
información a través de los medios, toda vez que se puede
afectar el desarrollo de su personalidad de un modo más grave
que en el caso de los adultos: el ámbito en el cual los niños
deben sentirse y desarrollarse libres de la observación pú-
blica debe ser protegido de un modo mucho más amplio.
Esto se fundamenta -sostuvo ese tribunal- en el
propio derecho del niño a un desarrollo de la personalidad sin
perturbaciones, las que se generarían mediante la publicación
de asuntos que resulten "indecorosos", "vergonzantes" o que
impliquen "reacciones adversas" alrededor del niño. Con base
en estos argumentos se confirmó la sentencia que ordenaba a
una editorial de revistas el cese en la publicación de
artículos y fotografías que involucraban a un menor. Cabe
señalar que no fue objeto de consideración por ese tribunal si
se estaba o no ante un supuesto de censura previa. Se per-
seguía, en definitiva, lograr "la protección eficaz de la
personalidad".
La decisión no se fundó, entonces, en las limita-
ciones a la libertad de prensa que la Ley Fundamental alemana
establece (art. 5, inc. 2), pues -como ya se afirmó- éstas
sólo describen el ámbito en el que puede generarse la respon-
sabilidad ulterior. Por el contrario, el citado tribunal se
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chos valores [y que] sólo compete a los jueces que dictan las
sentencias evaluar si su difusión lesiona >el decoro' o >la
intimidad'" (del voto de los jueces Boggiano y Petracchi en
Fallos: 316:1632).
Es claro que la irrupción de un daño de esta natu-
raleza al niño -máxime si este último es protagonista de un
conflicto familiar- atentará, inevitablemente, contra el libre
desarrollo de una personalidad en plena formación, de
conformidad con la inteligencia de la Convención sobre los
Derechos del Niño.
Es por ello que se ha entendido que la identidad,
nombre y relaciones de éstos merecen la tutela prevista por el
art. 8 de la Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada
por la ley 23.849, norma que veda su publicidad a través de
"versiones periodísticas" (doctrina de Fallos: 318:541,
disidencia de los jueces Petracchi y Fayt).
Asimismo, en oportunidad de pronunciarse en un caso
que involucraba a un menor al que se atribuía ser hijo de
padres desaparecidos, la mayoría del Tribunal enfatizó que
"las cuestiones suscitadas en el incidente de disposición
tutelar [debían ser juzgadas] de acuerdo con la verdad obje-
tiva y los intereses del menor y resueltas sin descuidar lo
que resulte mejor para su persona y desarrollo espiritual,
mental y psicológico". Así se entendió que, entre otros vi-
cios, la transgresión del carácter secreto de las actuaciones
configuraba causal de nulidad (Fallos: 312:1580). La minoría,
por su parte, si bien no consideró tal extremo como causal de
nulidad de lo actuado, entendió que esa sanción no hubiera
reparado "el eventual perjuicio que la menor haya podido su-
frir al respecto" (disidencia de los jueces Petracchi y Fayt).
18) Que, justamente, proteger es resguardar de un
perjuicio o peligro; de modo tal que sólo un desconocimiento
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Igualmente entiende que la prohibición formulada por
el a quo de difundir "cualquier noticia vinculada a la
filiación de autos" excede la tutela que requiere la Conven-
ción sobre los Derechos del Niño, a la par que restringe la
posibilidad del debate público. Ambos valores quedarían ase-
gurados -en cambio- con la sola abstención de publicar todo
dato que pudiera conducir a la identificación de la niña. En
suma: la menor tiene derecho a no ser convertida en un objeto
mediático.
Por ello, oído el señor Procurador General, se declara
procedente el recurso extraordinario y se revoca, con el al-
cance indicado, la resolución recurrida. Vuelvan los autos al
tribunal de origen para que por quien corresponda se dicte un
nuevo pronunciamiento con arreglo a lo expresado. Notifíquese
y remítanse. CARLOS S. FAYT.
ES COPIA
DISI-//-
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-//-DENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON AUGUSTO CESAR BE-
LLUSCIO
Considerando:
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cional conforme al art. 75, inc. 22, de la Constitución Na-
cional.
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ción y deben entenderse complementarios de los derechos y
garantías por ella reconocidos" (el énfasis no está en el
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DISI-//-
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-//-DENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ENRIQUE SANTIAGO
PETRACCHI
Considerando:
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Nación gozan de los siguientes derechos...de publicar sus
ideas por la prensa sin censura previa...".
Por su parte, la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (Pacto de San José de Costa Rica) -que ostenta
jerarquía constitucional desde la reforma del año 1994- esta-
blece en su art. 13:
"1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensa-
miento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de
buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda ín-
dole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por
escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro
procedimiento de su elección.
2. El ejercicio del derecho previsto en el inciso prece-
dente no puede estar sujeto a previa censura sino a responsa-
bilidades ulteriores, las que deben estar expresamente fijadas
por la ley y ser necesarias para asegurar:
a) el respeto a los derechos o a la reputación de los demás,
o
b) la protección de la seguridad nacional, el orden público
o la salud o la moral públicas.
4. Los espectáculos públicos pueden ser sometidos por la
ley a censura previa con el exclusivo objeto de regular el
acceso a ellos para la protección moral de la infancia y la
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(conf. "Las Constituciones de Iberoamérica", edición preparada
por Luis López Guerra y Luis Aguiar de Luque, Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, 1992).
Esto demuestra que los arts. 14 de la Constitución
Nacional y 13 del pacto son, en cuanto a la terminante pros-
cripción de la censura previa, el resultado de una poderosa
tradición constitucional latinoamericana que no tiene parangón
en otros continentes.
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de San José de Costa Rica que los que presenta en el régimen
constitucional norteamericano. Ello otorga singularidad a esta
materia pues es conocida por todos la influencia que la
Constitución de los EE.UU. tuvo en nuestra Ley Fundamental.
Para empezar, aquella prohibición no aparece san-
cionada expresamente en el texto norteamericano, aunque se
admite casi unánimemente que el propósito principal de la
Primera Enmienda fue impedir todas aquellas restricciones
previas sobre las publicaciones tal como habían sido practi-
cadas por el antiguo régimen (Patterson v. Colorado ex rel.
Attorney General, 205 U.S. 454, 462 - 1907).
Hay coincidencia, sí, en que toda restricción previa
(prior restraint) sobre una determinada expresión adolecerá de
una fuerte presunción de inconstitucionalidad, la que será muy
difícil de evitar (Organization for a Better Austin v. Keefe,
402 U.S. 415, 418/420 - 1971), pero no hay consenso sobre cuán
riguroso debe ser el estándar aplicable para juzgar la
restricción (confr. sobre este último punto los votos de los
distintos jueces de la Suprema Corte en New York Times Co. v.
United States, 403 U.S. 713, caso "De los Documentos del
Pentágono", año 1971; confr. también "Nebraska Press, Assn. v.
Stuart, Judge", 427 U.S. 539 - 1976).
12) Que esas diferencias entre las tradiciones
constitucionales norteamericana y latinoamericana -no tanto en
lo que hace a la aversión a la censura previa, sino en lo
relativo a la intensidad de su prohibición- se pusieron en
evidencia durante el proceso de gestación del Pacto de San
José de Costa Rica. En efecto, en la Conferencia Interameri-
cana celebrada en Costa Rica del 7 al 22 de noviembre de 1969,
al ponerse en consideración el que luego sería art. 13, ap. 2,
el delegado estadounidense observó que debía evitarse la
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mensajes escritos o audiovisuales" (Tribunal Constitucional de
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15) Que prohibida, como regla, la censura previa
-incluso la de origen judicial- cabe examinar si existe alguna
excepción a ella, en nuestro sistema constitucional.
Al interpretar el art. 14 de la Constitución Nacio-
nal ha sido destacado el carácter absoluto que reviste la
prohibición de la censura previa (conf. voto del juez Petrac-
chi en Fallos: 306:1892, considerando 9 y sus citas; voto del
juez Belluscio en Fallos: 315:1943, considerando 11 y sus
citas).
También el texto del art. 13 del Pacto de San José
de Costa Rica evidencia el carácter rígido de la prohibición
de la censura previa, que -como fue dicho- hunde sus raíces en
la tradición latinoamericana. "El ejercicio del derecho... no
puede estar sujeto a previa censura sino a responsabilidades
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tribunales, las autoridades administrativas o los órganos
legislativos, una consideración primordial a que se atenderá
será el interés superior del niño".
Parece claro que la norma transcripta sólo impone
-en lo que interesa- el criterio inspirador que deberá guiar
la actuación de los órganos de los distintos poderes del Es-
tado, que -como se indica- tendrán que atender primordialmente
al "interés superior del niño". La señalada actuación deberá
ser, obviamente, conforme a derecho, pues no podría con-
siderarse a la citada norma como una autorización para hacer
tabla rasa con cualquier institución jurídica so capa de que
así se tutelarían mejor los intereses del menor.
En el caso específico de los tribunales, casi es
innecesario puntualizar que el citado art. 3.1. no puede ser
leído como si concediera una implícita y genérica habilitación
para fallar siempre contra legem (menos aún si la ley es -como
en el caso del Pacto de San José- también de jerarquía
constitucional). Su alcance es el de priorizar el mentado
"interés superior" en el marco de interpretaciones y aplica-
ciones jurídicas posibles. No, en cambio, el de subvertir todo
derecho (público o privado) en aras del aludido interés.
17) Que, por otro lado, cabe reparar en que los
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A ello debe responderse que, en materia de censura,
el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.
La aversión a los sistemas de censura no se basa en la pre-
sunta deshonestidad o ignorancia de quienes los ejercen. Los
probos y los doctos han sido, históricamente, los censores más
eficazmente represivos al momento de ejercer la actividad
censoria. La propia dinámica del sistema de censura es la
nociva -con su tutela paternalista que controla anticipada-
mente lo qué se puede decir, oír o ver-, no las personas lla-
madas a ejecutarlo.
19) Que, de todos modos, no es en el terreno de la
polémica donde la cuestión debe dirimirse, sino en el de la
simple constatación de cuál es el sistema adoptado por la Ley
Fundamental. Como resulta de los textos analizados en los
considerandos precedentes surge claramente que aquél ha pros-
cripto (con las salvedades indicadas) a la censura previa como
categoría. Por ello es innecesario -o, más bien, improcedente-
considerar si el concreto acto de censura importó un ejercicio
"bueno" o "malo" de la facultad censoria. Es ésta la que no
existe como posibilidad jurídica.
Esto concluye la cuestión. No hay que formular nin-
guna elección, porque ésta ya ha sido hecha. Puede también
aquí decirse que "esta es precisamente la clase de opcio-
nes...[que la ley constitucional] hizo por nosotros" (425 U.S.
748, 770 - 1976).
20) Que las medidas judiciales tomadas en el sub
examine han consistido en impedir anticipadamente determinadas
expresiones, por el temor de que algunos daños a ciertas e
individualizadas personas fueran a producirse si aquéllas
llegaran a efectivizarse. No están comprendidas en la excep-
ción del art. 13.4. del Pacto de San José de Costa Rica y son
de naturaleza igual a las que fueron juzgadas en "Servini de
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