Derecho Natural Eutanasia
Derecho Natural Eutanasia
Derecho Natural Eutanasia
EUTANASIA
Apellidos y nombres
Yarumy Alejandra Acuña Mío
Yanira Marín López
Jeraldine Rivera Vásquez
Pierina Vásquez Delgado
Curso
Derecho Natural
Profesor
Damián Paredes Ulices Nilson
Ciclo
2018-II
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I: DERECHO A LA VIDA…………………………………………….6
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b. Aspecto legal (Perú) …………………………………….25
CONCLUSIONES
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INTRODUCCIÓN
Para que el acto eutanásico sea considerado como tal, debe excluir el criterio de
personas que puedan ser motivadas por incomodidad o egoísmo respecto del
enfermo. Por lo tanto, prima el interés del enfermo, sea consciente o no.
Es indudable, que el primordial derecho que puede asistir hoy a todo ser humano
es el de la vida, pero cuando se ve afectado por unas condiciones de salud
lamentables, que llevan a quien las padece a verse en una situación en la cual
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se ve recluido en una unidad de cuidados intensivos, de la cual no se sabe si
saldrá, donde su existencia está en la cuerda floja, donde puede existir una salida
irreversible, donde la existencia dependerá en el futuro de medios
extraordinarios, conectado a maquinas como el respirador artificial, cabe
preguntarse si se está cuidando la vida o prolongando la agonía que nos puede
llevar a la muerte . Sin lugar a dudas este es un tema sumamente polémico en
el que su argumento central es: ¿Puede una persona ayudar a morir a un
enfermo incurable?
Este argumento plantea a su vez una serie de interrogantes sociales y éticas, las
cuales nos han motivado a profundizar en los diferentes enfoques científicos,
éticos y religiosos de la eutanasia y realizar una revisión acerca de la llamada
muerte digna, desde nuestros antepasados hasta los tiempos actuales.
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CAPÍTULO I: DERECHO A LA VIDA
1.1 El valor de la vida y la dignidad humana
Cuando hablamos de derecho a la vida no nos referimos, evidentemente,
a la posibilidad de exigir la creación de nuestra propia vida (está claro que
la vida la recibimos sin que nadie nos pregunte), sino a que nos sea
respetada y protegida. El derecho a la vida es un derecho de todo ser
humano, y se basa en la inclinación natural a pertenecer en el ser, la cual,
proyectada al campo moral, constituye el deber de vivir, y, proyectada en
el campo jurídico, se concreta en la facultad de impedir cualquier agresión
contra la vida, y en poder mantenerla o conservarla. (Noriega 2013)
El principal responsable de proteger, defender, respetar, promover y
garantizar los derechos humanos es el Estado a través de sus diferentes
poderes y niveles de gobierno. Sin embargo, tales deberes son exigibles
también a la sociedad en su conjunto, así como a las organizaciones
internacionales relacionadas con la materia.
Acepciones generales sobre el valor de la vida
El derecho a la vida es el derecho a la existencia física y a acceder a una
vida digna. Es también uno de los derechos humanos más importantes,
pues su goce es requisito indispensable para el disfrute de todos los
demás. Todos los seres humanos gozan de este derecho desde el
momento mismo de la concepción. El Estado debe asegurar los medios
para que el ejercicio del derecho a la vida se dé en condiciones de
dignidad.
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los juicios de valor objetivamente en el primer caso, y de forma subjetiva
en el segundo. (ORTIZ RIVAS 1988)
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No se trata de una igualdad biológica porque claramente varón y mujer son
distintos, con rasgos fisiológicos y psíquicos distintos. Su igualdad se basa en
que ambos son persona, esto es, tienen naturaleza racional que la diferencia del
resto de seres. El ser persona es lo común a ambos: el denominador común, y
sus peculiares características que son el numerador variado y riquísimo que
constituyen su diferencia y complementariedad.
Podemos aceptar por tanto que el valor del ser humano es de un orden superior
con respecto al de los demás seres del cosmos. Y a ese valor lo denominamos
"dignidad humana". La dignidad propia del hombre es un valor singular que
fácilmente puede reconocerse. Lo podemos descubrir en nosotros o podemos
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verlo en los demás. Pero ni podemos otorgarlo ni está en nuestra mano
retirárselo a alguien.
Este valor singular que es la dignidad humana se nos presenta como una
llamada al respeto incondicionado y absoluto. Un respeto que, como se ha dicho,
debe extenderse a todos los que lo poseen: a todos los seres humanos. Por eso
mismo, aún en el caso de que toda la sociedad decidiera por consenso dejar de
respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo una realidad presente en cada
ciudadano. Aun cuando algunos fueran relegados a un trato indigno,
perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados, este
desprecio no cambiaría en nada su valor inconmensurable en tanto que seres
humanos. Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de pertenecer a la
especie humana, por su particular potencial genético, todo ser humano es en sí
mismo digno y merecedor de respeto.
1. Principio de Respeto
En toda acción e intención, en todo fin y en todo medio, trata siempre
a cada uno - a ti mismo y a los demás- con el respeto que le
corresponde por su dignidad y valor como persona. Todo ser humano
tiene dignidad y valor inherentes, solo por su condición básica de ser
humano. El valor de los seres humanos difiere del que poseen los
objetos que usamos. Las cosas tienen un valor de intercambio. Son
reemplazables. Los seres humanos, en cambio, tienen valor ilimitado
puesto que, como sujetos dotados de identidad y capaces de elegir,
son únicos e irreemplazables. El respeto al que se refiere este principio
no es la misma cosa que se significa cuando uno dice “Ciertamente yo
respeto a esta persona”, o “Tienes que hacerte merecedor de mi
respeto”. Estas son formas especiales de respeto, similares a la
admiración. El principio de respeto supone un respeto general que se
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debe a todas las personas. Dado que los seres humanos son libres,
en el sentido de que son capaces de efectuar elecciones, deben ser
tratados como fines, y no únicamente como meros medios. En otras
palabras: los hombres no deben ser utilizados y tratados como objetos.
Las cosas pueden manipularse y usarse, pero la capacidad de elegir
propia de un ser humano debe ser respetada.
2. Principios de No-malevolencia y de Benevolencia
«En todas y en cada una de tus acciones, evita dañar a los otros y
procura siempre el bienestar de los demás».
3. Principio de doble efecto
«Busca primero el efecto beneficioso. Dando por supuesto que
tanto en tu actuación como en tu intención tratas a la gente con
respeto, asegúrate de que no son previsibles efectos secundarios
malos desproporcionados respecto al bien que se sigue del efecto
principal» El principio de respeto no se aplica sólo a los otros, sino
también a uno mismo. Así, para un profesional, por ejemplo,
respetarse a uno mismo significa obrar con integridad.
4. Principio de Integridad
«Compórtate en todo momento con la honestidad de un auténtico
profesional, tomando todas tus decisiones con el respeto que te
debes a ti mismo, de tal modo que te hagas así merecedor de vivir
con plenitud tu profesión». Ser profesional no es únicamente
ejercer una profesión, sino que implica realizarlo con
profesionalidad, es decir: con conocimiento profundo del arte, con
absoluta lealtad a las normas deontológicas y buscando el servicio
a las personas y a la sociedad por encima de los intereses
egoístas.
5. Principio de Justicia
«Trata a los otros tal como les corresponde como seres humanos;
sé justo, tratando a la gente de forma igual. Es decir: tratando a
cada uno de forma similar en circunstancias similares». La idea
principal del principio de justicia es la de tratar a la gente de forma
apropiada. Esto puede expresarse de diversas maneras ya que la
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justicia tiene diversos aspectos. Estos aspectos incluyen la justicia
substantiva, distributiva, conmutativa, procesal y retributiva.
6. Principio de Utilidad
«Dando por supuesto que tanto en tu actuación como en tu intención
tratas a la gente con respeto, elige siempre aquella actuación que
produzca el mayor beneficio para el mayor número de personas». El
principio de utilidad pone énfasis en las consecuencias de la acción.
Sin embargo, supone que has actuado con respeto a las personas. Si
tienes que elegir entre dos acciones moralmente permisibles, elige
aquella que tiene mejor resultado para más gente.
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en un período de tiempo que compromiso. Mientras tanto, el extranjero estará
sujetos a todas las leyes que rigen esa ciudad.
El imperio de la ley significa que todo el mundo, incluyendo las más altas
funciones de Estado y de los titulares de una gran fortuna, está sujetos a la ley
sin excepciones. Sin esta condición, todas las demás son inútiles, porque las
garantías jurídicas y procesales de las que hablamos se vaciarían de todo
contenido concreto. Cabe señalar que el sometimiento a la ley también se aplica
a la mayoría de los votantes, ni siquiera la voluntad de la mayoría debe ser capaz
de superar las disposiciones de la ley, y debe haber una Constitución, es decir,
un conjunto de normas que son altos tenga en cuenta inmutable que una simple
mayoría de votos, y sólo revisable por los procedimientos especiales.
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1.3 Deberes y derechos frente a la vida humana
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garantía que ha demostrado históricamente la más plena eficacia es, por
encima de todas, la garantía judicial de los derechos. La respuesta que
da Hermida del Llano a la pregunta ¿de qué modo se protegen los
derechos fundamentales? es muy atinada, por cierto, y se sale de todo
esquema ordinario: "parece que una fórmula segura son ‘los deberes’ que
obligan a otros a no impedir o a respetar el ejercicio de los derechos, ya
que en caso de incumplimiento, el legislador pone a disposición del titular
del derecho diversas técnicas declamatorias que le permitirán disfrutar del
ejercicio del derecho que ha sido violado”. Incluso desde el utilitarismo, J.
Stuart Mill, opina que un derecho es una reclamación válida de protección
que se hace a la sociedad: "concibo entonces que tener un derecho es
tener algo cuya posesión la sociedad debe ayudarme a defender" (Cruz
2007)
Las garantías individuales son derechos que todo individuo posee por el simple
hecho de haber nacido, sin importar nacionalidad, raza, sexo, edad, creencias
religiosas o políticas.
Poseen 5 características:
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Para muchas personas, la palabra “deber” todavía se refiere a la idea
de limitación de derechos, castración de libertades y autoritarismo
estatal. De hecho, los deberes fundamentales restringen las libertades
de la persona a quién se impone el deber. Sin embargo, el estudio de
los deberes fundamentales ha servido para mostrar la otra cara de la
moneda: los deberes se prestan para tutelar los derechos
fundamentales34. Además, la consolidación de los estudios sobre los
deberes fundamentales destaca la necesidad de sopesar el sacrificio
de cada persona para que no haya exorbitancias en las prestaciones
positivas o negativas requeridas del sujeto del deber. (Ana piedra,
2014)
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fundamentales se vinculan directamente “a la necesidad de los
hombres –seres gregarios por naturaleza– de vivir en la comunidad, lo
que exige la contribución de todos para que los objetivos comunes
sean alcanzados”. De hecho, los autores que se concentran en el tema
de los deberes fundamentales señalan que es necesario entenderlos
no como un contrapunto o una mitigación de los derechos, sino como
un promotor de éstos. (Abelardo, 1999)
En los pueblos primitivos han existido muchos tipos de prácticas eutanásicas que
consisten en acciones o rituales por diferentes razones: su edad avanzada, su
invalidez, su incompetencia, o por padecer una enfermedad incurable
acompañada de grandes dolores. Estas prácticas las realizaban familiares,
chamanes o hechiceros e incluían lo mismo ayudar a morir.
En Atenas, quien no desee vivir debe exponer los motivos al senador, y una vez
que haya recibido el permiso puede quitarse la vida. Esto era porque morir era
considerado mejor que vivir infeliz y causar sufrimiento a las familias. Amparaban
la idea de que el suicidio era justificable bajo la existencia de un gran sufrimiento.
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Los romanos, adoptaron varias actitudes de los griegos respecto a esto, incluso
pensaban que el suicidio era aceptable si uno creía que no valía la pena vivir.
2.1.2 Definición
Asociación Médica Mundial (Madrid, 1987) Declara que “la eutanasia, es decir,
el acto deliberado de dar fin a la vida de un paciente, aunque sea por su propio
requerimiento o a petición de sus familiares, es contraria a la ética”.
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Distanasia: proviene del griego “dis= difícil” y “tanos= muerte”. Sería
Proporcionar tratamientos médicos que alargan la vida al enfermo sin conseguir
mayor fin que la prolongación de la agonía sin tener en cuenta la calidad de vida
del enfermo.
Ortanasia: Es una palabra que procede del griego “ortos” que significa “recto” y
thanatos que significa “muerte”
Se refiere a permitir que la muerte ocurra “en su tiempo cierto”, “cuando deba de
ocurrir”, por lo tanto, los profesionales de la salud están capacitados para otorgar
al paciente todos los cuidados y tratamientos para disminuir el sufrimiento, pero
sin alterar el curso de la enfermedad y por lo tanto el curso de la muerte.
Este término elude a la actuación correcta ante la muerte por parte de quienes
atienden al enfermo en fase terminal, es decir, en el derecho del paciente a morir
sin recurrir a medios extraordinarios para mantenerle con vida.
Por su finalidad:
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Eutanasia Eugénesica, económica o social: Aquella que se dirige al
mejoramiento de la raza humana o para liberar la sociedad de la carga del
enfermo ya que consideran que tienen “vidas sin valor”.
Eutanasia Directa: cuando las acciones que se realizan sobre el enfermo tienen
la intención de provocar su muerte. Pueden considerarse aquí dos subtipos de
eutanasia:
Por su voluntariedad
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cuando el individuo ya no posee las capacidades físicas y mentales para
pedir que lo ayuden a morir pero expresó previamente que esa era su
voluntad.
cuando un individuo que no posee las capacidades físicas y mentales
para pedir que lo ayuden a morir o para oponerse, es sometido a la
eutanasia sin saber cuál habría sido su voluntad.
Ley natural:
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omisión que, por su naturaleza e intensión, causa la muerte, con el fin de
eliminar cualquier dolor.
Según Aristóteles, «la vida es aquello por lo cual un ser se nutre, crece
y perece por sí mismo». Santo Tomás afirma que llamamos "vivir" a lo que
posee por sí mismo un movimiento o sus correspondientes operaciones;
"vida” es lo que puede moverse por sí mismo, es decir, la sustancia a la
que conviene, según su naturaleza, moverse por sí misma. Vivir es auto
poseerse según Zubiri. Esta auto posesión nace por y desde la libertad
humana, que hace que el hombre sea capaz tomar su vida. Por eso, todo
ser tiende a su propia plenitud. Pensar en la vida es pensar en el
crecimiento, y en este, está la plenitud correspondiente a cada ser
viviente. Pero, mientras el crecimiento humano es conducido por la
persona misma, el crecimiento de los otros seres vivientes es conducido
por sus propios instintos inherentes a las respectivas naturalezas.
Ahora bien, dentro de esta perspectiva de la vida. El morir es un
acontecimiento de la vida y, en cuanto tal le pertenece a la misma vida
humana. La realidad de la muerte sitúa al hombre ante el profundo
misterio de su vida. La inevitable evidencia del morir no elimina el
interrogante del porqué de la muerte. Desde distintos ángulos, el hombre
ha tratado y trata de encontrar el sentido humano de esta realidad.
El morir puede ser interpretado como final (acabamiento), como
consumación
(Plenitud), como ruptura (cambio), como transformación (realización
definitiva). (Rios Patio, 2013)
La TEORÍA UTILITARISTA DE LOS DERECHOS: Para ésta, la
Eutanasia se nos muestra como una opción más práctica en el supuesto
de una existencia marcada por el dolor y sin posibilidades de
recuperación. Desde el punto de vista de esta concepción, la Eutanasia
constituye un método útil socialmente dado que:
1 Evita la prosecución de una existencia unida al sufrimiento sin
esperanza alguna
2 Disminuye el daño social que produce el mantenimiento de una
existencia improductiva.
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3 Termina con una carga familiar dolorosa sentimentalmente y gravosa
económicamente.
UTOPIA DE TOMAS MORO: En ella aparece el concepto médico y moral
de Eutanasia:
..."Cuando a estos males incurables se añaden sufrimientos atroces, los
magistrados y sacerdotes, se presentan al paciente para exhortarle, tratan
de hacerle ver que está ya privado de los bienes y funciones vitales... y
puesto que la vida es un puro tormento, no debe dudar en aceptar la
muerte, no debe dudar en liberarse a sí mismo o permitir que otros lo
liberen... esto es, la muerte no le apartará de las dulzuras de la vida, sino
del suplicio y se realiza una obra... piadosa y santa... este tipo de muerte
se considera algo honorable". Presupone la existencia de una enfermedad
intolerable que legítima la muerte voluntaria, y la Eutanasia en UTOPIA,
tiene en cuenta los derechos de la persona.
KANT: Para la compleja filosofía Kantiana, la vida no vale por sí misma,
sino en función de un proyecto de vida ligado con la libertad y autonomía,
ésta se justifica si permite la base material para una vida digna. Sin
embargo, se manifiesta en contra del suicidio, considerando que éste viola
los deberes para consigo mismo que cada individuo tiene la obligación de
respetar.
Hipócrates se opuso a la eutanasia y en su juramento establece: “jamás
daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me lo soliciten”.
San Agustín y Santo Tomás de Aquino unen a la prohibición del suicidio,
la de la eutanasia.
Ley divina:
Quienes creemos en un Dios personal que no solo ha creado al hombre sino que
ama a cada hombre o mujer en particular y le espera para un destino eterno de
felicidad y en especial, los católicos, tenemos un motivo más que los que pueda
tener cualquier otra persona para rechazar la eutanasia, pues los que así
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pensamos estamos convencidos de que la eutanasia implica matar a un ser
querido fuera del consentimiento de Dios, aquel que vela por su vida y su muerte.
La eutanasia es así un grave pecado que atenta contra el hombre y por tanto
contra Dios, el que ama al hombre y es ofendido por todo lo que ofende al ser
humano, razón por la que Dios en su día pronuncio el “No matarás” como
exigencia para todo el que quiera estar de acuerdo con él.
Para los católicos, la eutanasia como cualquier otra forma de homicidio, no solo
es un ataque injustificable contra la dignidad humana, sino también un gravísimo
pecado contra un hijo de Dios.
Para quienes tienen fe, el interrogante que sobre el mal se hacen todos los
hombres es más fuerte, pues la fe nos hace tener presente a un Dios
todopoderoso que ama a cada hombre. Pues bien, el conocimiento de que, en
realidad la providencia amorosa de Dios respecto a cada hombre es compatible
con la existencia del dolor y el sufrimiento, nos indica que el dolor, aunque no
podamos explicarlo tiene un sentido.
Cuando a Cristo se le pregunto por alguna de las facetas del dolor, fue modesto
en palabras: prácticamente solo explico que no se trataba de un castigo divino.
Pero Jesús hizo algo mejor que pronunciar palabras sobre el dolor: sufrió el dolor
total en la cruz convirtiendo ese dolor y esa muerte, por la resurrección en la
buena nueva, dándole el máximo sentido: ese dolor atroz hasta la muerte es el
máximo bien de la Humanidad y dio sentido al hombre, a la historia y al universo.
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Aceptando el dolor y la muerte, cuando nos afecte personalmente,
con la visión sobrenatural propia de un católico que sabe que
puede unirse a Cristo en su sufrimiento redentor y que, tras la
muerte, nos espera el abrazo de Dios Padre.
Ejercitando según nuestros medios, posibilidades y circunstancias,
un activo apoyo al que sufre: desde una sonrisa hasta la dedicación
de tiempo y dinero, mil cosas podemos hacer para aliviar el dolor
ajeno y ayudar al que lo padece a sacar amor y alegría y no odio.
Rezando por los que sufren.
Facilitando el surgimiento de vocaciones a las instituciones de la
Iglesia que, por su carisma fundacional, están específicamente
dedicadas a atender a la humanidad doliente.
Acogiendo con amor sobrenatural, efecto humano y naturalidad en
el seno de la familia a los miembros dolientes, deficientes,
enfermos o moribundos, aunque eso suponga sacrificio.
Votando en los procesos electorales de nuestro país, con atención
responsable hacia la actitud de cada partido ante las cuestiones
como la familia.
Los médicos, enfermeras y demás profesionales sanitarios
promoviendo un tipo de medicina y de asistencia hospitalaria
realmente centradas en el enfermo, en el trato digno al paciente.
Los cristianos deben ver la muerte como el encuentro definitivo con el Señor de
la Vida y, por lo tanto, con esperanza tranquila y confiada en él, aunque nuestra
naturaleza se resista a dar ese último paso que no es fin, sino comienzo. La
antigua cristiandad denominaba, con todo acierto, al día de la muerte, día del
nacimiento a la vida de verdad y con esa mentalidad deberíamos acercarnos
todos a la muerte.
En todo tiempo la piedad cristiana identifico el deseo que a todos los cristianos
debe animar respecto a su muerte: que en la última agonía está muy cerca de
nosotros la Madre de Dios, como estuvo al pie de la Cruz cuando su hijo moría.
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Doctrina de la iglesia sobre la eutanasia:
Según “La Sagrada Escritura es clara al señalar que la vida es un don de Dios y
solo Él tiene poder para darla y quitarla. Bajo esta idea, toda persona, institución
o gobierno deben hacer todo lo posible para ayudar a conservar la vida propia y
la de los demás”. Por eso “no es posible que ninguna persona, institución o
gobierno considere que tiene derecho a quitar la vida de otra persona”.
Lo es, sin duda, porque uno de los deberes primordiales del Estado es el de
respetar y hacer respetar los derechos fundamentales de la persona, el primero
de los cuales es el derecho a la vida, y la eutanasia no es sino la destrucción de
vidas humanas inocentes en determinadas condiciones.
“El que, por piedad, mata a un enfermo incurable que le solicita de manera
expresa y consciente para poner fin a sus intolerables dolores, será reprimido
con pena privada de la libertad no mayor de tres años”. (Rios Patio, 2013)
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Asimismo, el Artículo 113 del Código Penal sobre la instigación o ayuda al
suicidio dice expresamente lo siguiente:
El Código Ético del Colegio Médico del Perú, establece de manera expresa la
obligación de todo médico de someterse a la jurisdicción ética del Colegio
Médico.
Otras normas:
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por constatación la muerte del individuo, podrán figurar como causas de esta en
los documentos que la certifiquen
Legislación Comparada
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3 CAPÍTULO III: ARGUMENTOS
3.1 A favor de la Eutanasia
3.1.1 Libertad personal
Todos los seres humanos tienen el derecho de elegir qué tipo de tratamientos
médicos quieren recibir en caso de necesitarlo, y no entrar en lo que se llama
“encarnizamiento terapéutico”. Esto no es más que el empeño de mantener con
vida al paciente usando los medios que el médico desee. Frente a este
encarnizamiento, se reclama la posibilidad de dejar claro que no se desea, por
ejemplo, ser resucitado en caso de muerte cardíaca.
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justificar el masoquismo, el auto tortura o la automutilación, como a veces se ha
pretendido decir, más que con afán de aclarar, con el objeto de ridiculizar.
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asociada con la dependencia de otros, molestias físicas como náuseas, vómitos
o disnea, la incapacidad de tragar o de hablar, el miedo a morir, la incontinencia,
la debilidad, la pérdida de la dignidad personal, la demencia. La vida pierde toda
calidad y significado, de forma que la muerte es preferible.
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un control sobre la forma de morir. Lo que está en juego es ser libre para tomar
responsabilidades sobre la propia vida, parte de la cual la constituye la muerte.
Cada persona tiene un nivel de tolerancia para el sufrimiento y por tanto no existe
una respuesta objetiva que se pueda aplicar a todos acerca de cuándo la vida
se hace insoportable. Por ello es necesario que el paciente se manifieste
ejerciendo su autonomía. Algunos autores creen que existe el derecho a cometer
suicidio y que no debe haber restricciones irrazonables sobre la forma en que
uno puede ejercer este derecho. El Estado no tendría derecho a privar al
paciente de su libertad de quitarse la vida. Battin ha argumentado que existe un
derecho fundamental al suicidio, pero no hay igualdad en su distribución. El
derecho del paciente a la autodeterminación ha sido un argumento central en
favor de la eutanasia. Pero a menudo se asume, sin argumento, que esto implica
el “derecho” del paciente a pedir que otra persona intervenga en su ayuda para
procurar la muerte. Un enfermo terminal puede no ser capaz físicamente por sí
solo de ejercitar la opción del suicidio. Se considera que los enfermos terminales
serían discriminados a causa de su incapacidad, ya que las personas con
capacidad física sí tendrían la opción. Se disminuiría además la ansiedad en
futuros pacientes si saben que existe la posibilidad de que un médico les asista
en el suicidio. Además, hay que considerar que aun con un adecuado cuidado
paliativo hay casos en que no es posible evitar el dolor.
Respuesta crítica: El enfermo terminal se encuentra en una posición
extremadamente vulnerable, de forma que su capacidad de autonomía se halla
comprometida, sufriendo de depresión, ansiedad, miedo, rechazo o culpabilidad.
El pedir la muerte no tiene por qué reflejar un deseo duradero, voluntario, pasado
por la reflexión. En las condiciones en que se encuentra el enfermo terminal o
casi terminal es muy difícil tener una conciencia clara para tomar decisiones, y
la tendencia es a seguir casi ciegamente las indicaciones y sugerencias del
médico. El enfermo podría desear la muerte por deficiencias en la atención
médica, como el no poder aliviar el dolor, no por una decisión libre. Además no
es lo mismo cometer suicidio que ayudar a un suicidio. Lo último es una forma
de homicidio, aun cuando la razón por la que se haga sea por compasión.
Aunque el intento
de suicidio se haya descriminalizado, el Estado sigue teniendo interés en
prevenir contra el suicidio, incluyendo la penalización de aquellos que ayudan a
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que otro se suicide. Por otra parte, tampoco tenemos derecho a cometer suicidio,
simplemente porque la vida no nos pertenece por completo y, por tanto, nuestra
autonomía se halla limitada. Nadie puede decir que se ha dado la vida a sí
mismo. No todas las posibilidades acerca de la vida de uno mismo pueden ser
consideradas como derechos que deben ser protegidos.
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3.1.6 El argumento de la no diferencia moral entre matar y
dejar morir.
La distinción entre eutanasia "pasiva" y "activa" ha sido criticada por depender
de concepciones de causación que son consideradas problemáticas y que se
basan en la creencia de que la diferencia entre matar y dejar morir es relevante
moralmente. El discontinuar las medidas de soporte vital y la eutanasia voluntaria
activa son similares bajo el punto de vista del paciente en que su deseo
fundamental es una muerte más rápida y más confortable. Son también
moralmente similares en que ambas son hechas con la intención de acabar con
la vida. Se argumenta que la intención es moralmente irrelevante en la
evaluación de la moralidad de la acción. Por ejemplo, en el caso de dejar de
alimentar artificialmente a un enfermo en coma, claramente se atenta contra su
vida con la intención de acabarla, ya que la persona moriría de hambre. En el
caso de discontinuar mecanismos de soporte vital y permitir que el enfermo
muera, esto ocasiona días o semanas de sufrimiento. Bajo esta forma de pensar,
la eutanasia activa parece ser preferible moralmente. Para algunos, discontinuar
la ventilación mecánica no puede ser considerado negarse a recibir un
tratamiento, sino una petición de procurarse la muerte. Para Patrick Hopkins no
existe una diferencia moral intrínseca que sea esencial entre una máquina que
sustituya funciones orgánicas y órganos naturales del cuerpo; así que omitir un
tratamiento, en que intervenga una de estas máquinas es una forma de matar,
ya que priva a la persona de un órgano que puede solamente funcionar con la
ayuda de una máquina o de tecnología médica y, por tanto, necesitamos poner
a un lado nuestros prejuicios en contra de lo artificial y extender la opción de la
buena muerte (eutanasia activa) a aquellos que han sido atrapados por la
naturaleza al encontrarse en estado terminal. Si nuestra sociedad ha sido capaz
de reconocer que la vida puede ser lo suficientemente irresistible bajo
tratamientos de sostenimiento vital, tales como la ventilación mecánica o las
máquinas de diálisis, y que estas intervenciones médicas pueden ser
discontinuadas o abstenerse de ellas (lo que algunos llaman eutanasia pasiva),
entonces también la vida puede ser lo suficientemente irresistible como para
justificar la eutanasia activa.
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3.1.7 El argumento del deber de no imponer cargas pesadas
a los parientes y seres queridos.
John Hardwig ha argumentado que cuando la Medicina moderna nos permite
sobrevivir por mucho más tiempo del que podemos cuidarnos a nosotros
mismos, existe un deber o responsabilidad de morir en consideración a los seres
queridos, en quienes recae el peso económico, para no imponerles cargas
pesadas. En una sociedad en que la disponibilidad de recursos para la práctica
médica se halla muy restringida, puede no ser ético el embarcarse en
tratamientos extremadamente caros para enfermos terminales. David
Thomasma considera que podría llegarse a considerar ético el pedir suicidio
asistido o eutanasia por amor a los parientes cercanos, considerando que en la
doctrina cristiana hay instancias en que matar está justificado y a que se puede
considerar que la aceptación de Cristo de la cruz, o la aceptación de la muerte
de los mártires, es un acto equivalente al suicidio, ya que pudiendo evitar la
muerte, la aceptaron, donando su vida por los demás.
Permitir que el médico asista al suicidio de enfermos terminales dejará un
impacto en otras personas que sufren por enfermedad, edad o debilidad. Esto
devaluaría las vidas de estas personas, que podrían verse presionadas a que
ejerzan el suicidio asistido. Mayor presión es ejercida si existen dificultades
económicas, pero el simple hecho de sugerir esto al enfermo es un signo de falta
de generosidad. Los enfermos terminales perderían los lazos con las personas
que los acompañan en los últimos momentos de la vida, tendrían que justificar
su decisión de mantenerse vivos, en vez de aceptar que la familia y la comunidad
tienen el deber de cuidar a la persona hasta el final, aunque resulte una carga y
un sacrificio. El gesto de solidaridad que se pide a las personas que acompañan
al enfermo es liberarlo de presiones extras, ya tiene suficiente con la
enfermedad.
Ayudar a descubrir, a través del sufrimiento, el significado de la vida en su
condición presente puede liberar al enfermo del sentimiento de abandono y
desesperación que significa encarar la muerte. Para que un enfermo se sienta
tratado con dignidad, debe tener confianza en que las personas que lo
acompañan van a estar con él hasta el final y proteger su derecho a la vida.
Tampoco se puede interpretar la aceptación voluntaria de la muerte de Cristo
como un acto de suicidio.
34
Como ha señalado Tristram Engelhardt, Cristo nos ha enseñado que la vida tiene
como meta la unión con Dios y su cruz fue una forma de ofrecimiento a Dios. El
suicidio, en cambio, es un acto en que la persona se vuelve sobre sí misma y
busca la muerte sin perseguir dicha unión. Los mártires nunca aceptaron la
muerte bajo la premisa de evitar una carga sobre ellos mismos o sobre sus
parientes o hermanos en la fe. Al contrario, aceptaron con humildad la indignidad
y el sufrimiento de su muerte por una causa superior, la unión con Dios. Este
criterio no tiene nada que ver con la eutanasia o el suicidio.
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hombre de hoy está mucho menos familiarizado con el dolor que sus antecesores
y, por tanto, le teme más. Ha llegado a rechazarse tanto el dolor, que se acepta
más la muerte que el dolor o el sufrimiento. El proceso contemporáneo de no
aceptación del sufrimiento está dando como resultado la aceptación social de la
eutanasia. El sufrimiento, sin embargo, da lugar a una experiencia espiritual y se
puede encontrar significado a la vida que queda cuando uno se enfrenta a una
enfermedad que no tiene curación. La espiritualidad fortifica a la persona que
sufre y la capacita para aceptar la condición en que se encuentra. El dar sentido
al sufrimiento da sentido a una vida sufriente que tiene poca capacidad para
relacionarse. Aun considerando que la vida pueda llegar a ser irresistible, la
cuestión final es que la vida no puede ser tomada y el suicidio no es ético. La
cuestión que surge es si los creyentes tienen el derecho de extender sus propias
creencias personales a la población entera, incluyendo ateos, agnósticos y
aquellos que se rigen por lo secular. Mi argumento es que en este caso los
creyentes sí tienen este derecho porque se trata de algo que compete a la vida
misma, independientemente de la religión y, por tanto, es posible encontrar una
solución racional. Tanto los creyentes como los no creyentes han de estar de
acuerdo en que la vida y la muerte no nos pertenecen por completo, nos han
sido dadas.
No todo es autónomo en el ser humano. No nos damos la vida a nosotros
mismos, la hemos recibido de nuestros padres y nos debemos a ellos y a la
sociedad a la que pertenecemos. Por lo tanto, no tenemos un dominio absoluto
sobre nuestra vida y no podemos tomarla. Este argumento refuerza todos los
argumentos críticos en contra de la eutanasia, ya que la calidad de la vida no
puede tener mayor valor que la vida misma, la autonomía del enfermo no puede
ser absoluta en cuanto se refiere a su vida misma, la verdadera compasión no
puede consistir en eliminar al que sufre, el sufrir no puede ser razón suficiente
para aceptar el suicidio, el dejar morir está en el contexto de aceptar la muerte
como un proceso de la vida misma, y aliviar el dolor y el sufrimiento es ayudar a
la vida.
Tratar el cuerpo como si fuera un objeto que puede ser destruido viola la dignidad
intrínseca de la persona. Tenemos la responsabilidad y el deber de cuidarnos los
unos a los otros hasta el final de nuestra vida. Debemos distinguir entre poseer
algo como la vida y el hecho de poder asumirla.
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Nuestra vida la hemos recibido, no es un objeto que podamos poseer, más bien
somos responsables de lo que hacemos con nuestra vida, somos capaces de
tomar opciones y esta posibilidad nos hace ser capaces de asumir nuestra vida.
Somos seres personales vivientes, pero no poseemos nuestra vida como si fuera
un objeto.
También que actualmente influye “en las decisiones para conservar o quitar la
vida, el tema del dolor y el sufrimiento. Parece que con dolor no vale la pena
vivir” (Serrano, 2003). Esto refleja el pensamiento de una sociedad en la que solo
es bien visto el confort y el placer; en la que el dolor o el sufrimiento parecen no
tener lugar. Sin embargo, el dolor y el sufrimiento son parte de la vida misma y
pueden tener un sentido redentor. Si la ciencia dictamina que una persona está
viva y deja de suministrarle la ayuda necesaria para que continúe viviendo, en el
fondo se está cometiendo el delito de asesinato, aunque lo disfrace de no se está
matando, sino dejando morir a la persona.
a. La dignidad humana.
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por lo menos, tan indigna la vida paupérrima? Entonces, ¿por qué no eliminar a
todos los hambrientos, haciéndoles "un bien" a ellos y resolviendo de paso las
preocupaciones que su hambre causa a los demás? Esta identificación de la vida
digna con la salud y el bienestar constituiría el inicio de una pendiente hacia
concepciones de índole racista, al estilo nazi, en las que la vida del más débil
queda en manos del más fuerte. (Termes, 1996)
Se puede dar testimonio de personas que, en situaciones peores que las que a
veces reclaman la muerte, viven su deteriorada vida con sentido positivo, porque
se ven rodeados de cariñosa ayuda. Y es que, casi siempre, las invocaciones a
la muerte, cuando se producen, son en realidad peticiones angustiosas de
asistencia y afecto. Este es el verdadero enfoque de la eutanasia: superar el
egoísmo, para proporcionar al enfermo terminal, junto con los cuidados físicos,
compañía y simpatía para conducirle a una muerte natural digna.
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b. Los derechos humanos
Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin
distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o
étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los
mismos derechos humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son
interrelacionados, interdependientes e indivisibles.
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deben abstenerse de restringir los derechos humanos o de interferir en su
realización. La obligación de proteger exige que los Estados protejan a las
personas o grupos de personas de las violaciones de los derechos
humanos.
Por ello, los derechos fundamentales del hombre, y en primer lugar el derecho
a la vida, que además es irrenunciable, se encuentra fuera del alcance de toda
discusión humana.
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La dignidad de la vida humana El derecho de nacer y el de morir no son
más que hechos y sólo hechos, adornados naturalmente de toda la
relevancia que se quiera. Precisamente por ello no pueden ser tenidos
como dignos o indignos según las circunstancias en que acontezcan, por
la sencilla y elemental evidencia de que el ser humano siempre, en todo
caso y situación es excepcionalmente digno, esté naciendo, viviendo o
muriendo. Decir lo contrario es ir directamente en contra de lo que nos
singulariza y cohesiona como sociedad.
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4 CONSIDERACIONES DEL GRUPO
La vida es el don más preciado que hemos recibido de nuestro creador, por
consiguiente, su naturaleza de derecho trasciende a las consideraciones
netamente humanas, sino que tiene naturaleza de derecho divino por tanto
su protección no solo debe estar enmarcada en el derecho común terrenal,
sino que defender o proteger la vida en general no solo la humana
consideramos que es esencial ya que ello justificaría nuestro origen mismo.
Los seres humanos desde nuestros primeros días hasta la actualidad han
evolucionado en su conocimiento y en base al conocimiento nos hemos
puesto por encima de cualquier otro ser viviente de la tierra esta aparente
superioridad nos ha llevado a creernos con la facultad no solo de crear vida
artificial sino que también inmiscuirnos en las formas de cómo dar termino a
la vida, el hecho de que el ser humano pretenda legislar o reglamentar las
formas de cómo poner fin a la vida humana creemos conscientemente que
no solamente se trataría de un error sino que conllevaría a innumerables
injusticias.
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La persona como ser humano es infalible, por tanto dejar el derecho a la vida
en sus propias manos para que disponga de ella a su libre albedrio seria
extremadamente riesgoso pese a que podrían existir circunstancias en las
que aparentemente se podría justificar que las personas decidan terminar con
su vida o que terceros decidan por ti con fines aparentemente “altruistas”, no
se debe dejar pasar por alto por el hecho que las personas podrían ser
influenciadas por personas que ejercen poder mediático o dependen de ellas.
Consideramos que el derecho a la vida tiene naturaleza divina y por tanto el
ser humano no está en condiciones de decidir cuándo ponerle fin en cualquier
circunstancia ya sea por padecer alguna enfermedad incurable o sea por
algún defecto o malformación congénita, en estos casos creemos que lo más
adecuado es darle el apoyo profesional, científico para que esta persona se
recupere así como el apoyo moral para que la persona que lo padezca pueda
sobrellevar su malestar con la mejor calidad de vida pese a sus
padecimientos hasta que la voluntad que nos creó decida ponerle fin a
nuestra vida.
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CONCLUSIONES
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BIBLIOGRAFÍA
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14. Vega, J. (2000). eutanasia: concepto, tipos, aspectos éticos y
jurídicos. actitudes del personal sanitario ante el enfermo en situación
terminal. Valladolid: Colegio Oficial de Enfermería.
46
23. Galvez, M. (2014). Eutanasia.
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37. Silva Alarcón, D. (2001). LA EUTANASIA - Aspectos Legales. bioderecho.
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