Comunicación - Material para
Comunicación - Material para
Comunicación - Material para
La comunicación difunde la cultura organizativa, une a los RR. HH. de la compañía y los hace participar en
un proyecto que se entiende como común. Si querés que tu empresa destaque en su sector, asume tu
liderazgo y proyecta una política de comunicación efectiva en ambas direcciones.
El diálogo entre colaboradores y líderes es un elemento prioritario, en especial en aquellas áreas claves de
las que depende la competitividad y la innovación en la empresa. En estos escenarios, el líder tiene que
realizar un excelente esfuerzo de comunicación interpersonal.
Un liderazgo efectivo es uno de los elementos principales del éxito organizativo y recae en gran medida en
realizar una comunicación efectiva.
Gracias a una comunicación efectiva, los mejores líderes consiguen además de una mayor rentabilidad, una
menor rotación de colaboradores, logrando alcanzar metas mediante un equipo involucrado y comprometido.
Mejora tu liderazgo gracias a la comunicación efectiva
Dado que la comunicación efectiva es un elemento esencial, como líder, debes de mejorarla a través del
entrenamiento, la rectificación y la mejora de fallas en el trato de cada día con tus colaboradores.
A continuación, tres pautas que harán mejorar tus cualidades de liderazgo gracias a una
comunicación efectiva:
1. Escuchar efectivamente:
Como hemos dicho anteriormente, la comunicación del líder debe ser bidireccional. Esto también requiere
saber escuchar. Debes comprender a las otras personas, dialogando y aclarando los puntos que no han
quedado claros.
Considera una comunicación efectiva como un proceso de escucha, no solo de emisión. Comparte, transmite
e intercambia tus mensajes teniendo en cuenta la comunicación de retorno.
2. La importancia de entenderse:
Gracias a un lenguaje claro debería de producirse un entendimiento. Aunque es cierto que interpretar y
comunicar hechos a veces no es tarea fácil, aún usando un lenguaje claro. Asegura que la comunicación
llegue y sea recibida por tus colaboradores y que compartas realmente un mensaje que tenga el mismo
significado para ambas partes.
3. Compromete comunicando:
La capacidad del líder para una comunicación efectiva y la generación de buenas relaciones es igual a tener
el poder de movilizar. Si el líder es creíble, sabe lo que dice y transmite es capaz de comprometer a su
equipo con la misión de la empresa.
Así facilitar el feedback y apreciar la comunicación bidireccional, vuelve a ser un elemento fundamental
para que puedas involucrar a los colaboradores en el éxito de los objetivos.
Conociendo que la falta de una comunicación efectiva es un grave error organizativo; es necesario un
refuerzo en la capacidad del líder y de sus mandos medios para lograr las metas fijadas.
Trabaja en una comunicación efectiva, escucha y crea canales para que la comunicación en tu empresa no de
lugar a equivocaciones o malas interpretaciones.
“Sin comunicación, no puede haber liderazgo”. El ser humano por naturaleza posee necesidades sociales
como es ser parte de la sociedad, relacionarse con las personas, pertenecer a grupos sociales entre otros. La
comunicación es un elemento clave, para poder llevar a cabo esta necesidad, las organizaciones en la
actualidad se mantienen constantemente comunicándose entre sí, ya sea internamente, con clientes
externos, suplidores, o miembros de la sociedad etc.
Cuando hablamos de “Sin comunicación no puede haber liderazgo” ¿A que nos referimos? Una de las
principales cualidades de un líder es que debe ser capaz de comunicar y lograr influenciar a las personas, si
la comunicación no existe, no habrá seguidores entonces, no habrá liderazgo.
La motivación de los grupos de trabajo, depende enormemente de la comunicación que posee el líder con el
equipo. El líder debe de ser capaz de transmitir la estrategia y la visión de la empresa, así como también los
objetivos específicos de su organización. Una comunicación efectiva entre el líder y los miembros del
equipo, permite que todo fluya de una manera natural. Evitando de esta forma conflictos y problemas que
pueden surgir en el equipo debido a la ineficiencia a la hora de transmitir lo que se desea.
Cada miembro de un equipo de trabajo posee unas funciones específicas donde la comunicación debe de ser
efectiva de ambas partes, tanto entre los miembros del equipo, así como entre los miembros y el líder de
equipo.
¿Qué pasa cuando no existe una comunicación efectiva? Los principales problemas de las personas existen
cuando hay una mala comunicación. Los índices de motivación disminuyen entre los miembros del equipo,
influye en que los seguidores decidan seguir o no al líder, crea un impacto directo en la calidad del trabajo y
productividad reduciéndolos notablemente. Los miembros del equipo tienden a perder el enfoque y los
objetivos principales de la organización, siendo su esfuerzo dirigido a otras actividades. Adicional a esto
puede ocasionar frustraciones en los miembros del equipo, problemas y conflictos a la hora de las
negociaciones.
Los sistemas organizados de comunicación a través de la utilización de las tecnologías nos permite que los
equipos de trabajo puedan coordinar las actividades de manera fluida, crea compromiso entre todos, permite
tener una visibilidad de los objetivos y la visión de la organización, crea eficiencia en los procesos, aumenta
la productividad, intenta ser lo más transparente y clara posible, permite establecer relaciones con los socios,
clientes y aliados que serán indudablemente importantes para el éxito de la empresa. Un sistema organizado
de comunicación nos permite a través del flujo efectivo de mensajes fortalecer la organización en todos sus
aspectos.
Cabe destacar que un elemento esencial que todo líder debe poseer para comunicar efectivamente, es saber
escuchar a los demás, ya sea a los miembros del equipo, a los clientes internos y externos, a las necesidades
de los directivos entre otros. Recibir retroalimentación clara y concisa es importante, ya que permite
fortalecer y mejorar cualidades y habilidades.
En conclusión “Sin comunicación, no puede haber liderazgo”, la comunicación tiene un enorme poder en
todos los sentidos, puede destruir fácilmente una empresa y a la vez puede fortalecerla y llevar a otro nivel,
todo depende de su adecuado uso y cómo es manejada la comunicación de los líderes de la organización.
Los buenos líderes entienden la importancia de la comunicación efectiva entre ellos y los miembros de su
equipo. Un líder debe poder expresar claramente lo que se necesita dentro de una organización y poder
escuchar de forma empática cuando los demás le transmiten información. Además, idealmente, el líder se
esforzará en saber comprender más allá de las palabras, intentando prestar atención a la comunicación no
verbal para entender motivaciones y emociones de su equipo.
Así, en su comunicación juega un papel crucial la escucha empática, (el ponerse en el “lugar del otro”).
Para ello intenta contener la emisión de juicios y el interrumpir o terminar las frases. Intenta hacer que la
otra persona se sienta importante y lo hace de forma sincera.
El líder sabe escuchar con atención. Alienta siempre a los colaboradores a plantear soluciones, ideas,
alternativas, es decir, a encontrar las respuestas por sí mismos, en vez de estar preocupado en darles la
solución.
Para dar reconocimiento el líder suele realizar los elogios en público. Habla con naturalidad, de corazón.
Utiliza un lenguaje positivo y deja a la persona sintiéndose bien consigo misma.
Cuando corrige comportamientos intenta elegir un momento adecuado y en privado. Es concreto,
aclarando qué se debe mejorar y porqué y hablando de hechos concretos, no de rasgos de personalidad.
Refuerza al mismo tiempo comportamientos positivos y finaliza implicando a la persona en la mejora.
ISSN: 1668-0227
Relaciones Públicas, al sur de Latinoamérica
Año X, Vol. 33, Agosto 2010, Buenos Aires, Argentina | 164 páginas
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El liderazgo es un fenómeno social Desde hace más de una década que me ha interesado aprender y enseñar
sobre liderazgo y en numerosas ocasiones me encuentro contando y rememorando aquella escena de la
película El Náufrago (Zemeckis, 2000), protagonizada por Tom Hanks. En esta producción cinematográfica,
Check Noland, un ingeniero en sistemas de correos express, FedEx, luego de permanecer un tiempo en la
soledad de una isla, convierte un balón de fútbol llamado Wilson en su amigo. Con ello refleja la profunda
necesidad de ser en sociedad, el inevitable destino de necesitar de un otro para construir su propia identidad.
A partir de este escenario, trato de construir un puente o símil con el liderazgo. En efecto, a pesar de que
algunos puedan pensar lo contrario, no existe líder sin colaboradores. Es importante aclarar que el término
seguidores, presente en varios modelos de liderazgo, corresponde a la visión tradicional de la comunicación,
en cuyo modelo el receptor (seguidor) tiene como único rol ser receptor pasivo de la comunicación o acción
persuasiva del líder. Este enfoque, muy explotado editorialmente, transforma al líder en un superman o una
superwoman, capaz de llevar una comunicación en un solo sentido y transformar la inercia en una acción
inequívoca hacia el objetivo perseguido.
Muy lejos está el tiempo de dirigir a grupos humanos desde el enfoque del control, suponiendo que el
cambio dependía exclusivamente del líder y su mensaje. Un líder en la soledad o en la unilateralidad del
discurso es como aquel náufrago de la película mencionada, que necesita inventar al otro, su seguidor -
Wilson- para no perder la cordura y construir un espacio de significado en el cual su visión del cambio, el
construir su balsa para huir, no es posible si no hay alguien que lo apoye o por quien luchar.
Exactamente lo mismo ocurre con el liderazgo. No es posible que exista un líder si no hay un grupo humano
dispuesto a seguirlo, a dejarse guiar por quien detenta el rol de líder, dentro de un proceso comunicacional
bidireccional, configurando un rol de perceptor (receptor y emisor) del seguidor y que lo transforma en
colaborador. Es decir, en alguien que también ejerce influencia en el líder no tan sólo como receptor de
mensajes sino como creador de respuestas y nuevos mensajes que afectan o modifican al líder.
El liderazgo es un proceso social que implica una relación con otros, una interacción entre las partes, en
definitiva una comunicación bilateral. A través de este proceso, el líder persigue afectar y/o modificar,
intencionalmente, los pensamientos y conductas de sus colaboradores, mediante la persuasión.
Muy bien lo expresaba Peter Senge en su libro La Quinta Disciplina que muchas buenas ideas no se logran
llevar a la práctica. No particularmente por la falta de mérito en la idea, ni por falta de voluntad sino por lo
que denomina `modelos mentales´. Esta resistencia a asumir el cambio muchas veces se traduce en conflicto
e inviabilidad de los planes de cambio que impulsan los líderes en las organizaciones.
En efecto, los objetivos y expectativas de otras personas no siempre coinciden con las propias porque
chocan con profundas imágenes internas acerca del funcionamiento del mundo, imágenes que nos limitan a
modos familiares de pensar y actuar. En la mente llevamos imágenes, supuestos e historias, denominados
`modelos mentales´, los que no sólo determinan el modo de interpretar el mundo, sino también la manera de
actuar.
Los modelos mentales afectan lo que hacemos debido a que inciden en lo que vemos. El problema de los
modelos mentales no radica en que sean atinados o erróneos, sino que surge cuando los modelos mentales
son tácitos, cuando existen por debajo del nivel de la conciencia, alejando la comprensión del mensaje y las
soluciones en los conflictos que enfrentamos.
Por definición, todos los modelos mentales son simplificaciones. Por lo anterior, se debería de tener siempre
presente que los modelos mentales son supuestos y no verdades; por lo cual estos siempre son incompletos.
Los conflictos pasan a ser, por tanto, síntomas de una comunicación no eficaz y pueden ser considerados
como el choque de modelos mentales o la confrontación de las diversas maneras en que percibimos o vemos
las cosas.
Uno de los primeros aprendizajes sobre el proceso de comunicación es que a mayor complejidad y
abstracción del mensaje, mayor será la posibilidad de una comunicación ineficaz debido a la actuación de
los modelos mentales.
Un segundo aprendizaje será entonces el estar consciente del necesario reconocimiento de la existencia e
influencia de estos modelos mentales con que cada parte enfrenta el proceso de comunicación.
Les propongo el siguiente ejercicio desarrollado por Chris Argyris (Senge, 1992, p.233), que sirve para
aclarar la existencia e influencia que presentan para las personas los `modelos mentales ´, utilizando un
enfoque centrado en el conflicto o resistencia al cambio.
1. Describa o narre un conflicto con otra persona: pariente, cliente, colega. Recuerde no sólo lo que decía,
sino lo que pensaba y callaba, en el transcurso del proceso de comunicación o del conflicto que narra.
2. Analice cómo usted contribuyó al conflicto, con sus propios pensamientos. Identifique sus
generalizaciones simplistas acerca de los demás.
3. Descubra cómo las simplificaciones determinaron lo que dijo e hizo.
Las simplificaciones son patrones de razonamiento que respaldan nuestra conducta. Teniendo ya presente la
influencia de los modelos mentales en el proceso de comunicación nos preguntamos cómo sigue la historia.
Es precisamente lo que plantea Robert McKee, quien especifica que `las historias llenan una profunda
necesidad humana por captar los patrones de la vida, no meramente como ejercicio intelectual, sino como
una experiencia muy personal, emocional´ (2003).
Toda comunicación lleva consigo un componente cognitivo y otro emocional. Las historias, en este
contexto, pasan a ser el formato que asume el mensaje, ya que permiten construir un espacio con un
significado compartido, en cuyo relato las emociones juegan un rol preponderante. Las emociones son
impulsoras de la acción y las historias, un relato de experiencias compartidas. Unidas actúan definiendo un
`modelo mental´ o código común que se constituye en la base
para que la comunicación sea eficaz.
Persuadir a través de historias es un proceso de comunicación caracterizado por el relato del desequilibrio y
la lucha que el protagonista o la organización, realiza o debe realizar para superar el desequilibrio, con el fin
lograr la posición u objetivo esperado. Esta lucha por la restitución del equilibrio es la trama de la historia,
nudo plagado de un estado emocional que junto con crear una interpretación compartida del mensaje
impulsa al receptor a la acción esperada por el líder o emisor. Liderazgo: impulso del cambio desde la
empatía emocional
A partir de lo expuesto, es posible afirmar que en el proceso de comunicación actúan aspectos cognitivos y
emocionales y determinan la eficacia del mismo. El elemento cognitivo lo hemos denominado `modelos
mentales´ que si se entienden como interpretaciones subjetivas e individuales llevan a que el mensaje no se
reciba ni se interprete de la misma forma como persigue el emisor o líder.
Para superar aquello, se debe construir un espacio cognitivo e interpretativo común, proponiendo como
método narrar historias desde una base más emocional. Así lo evidencia, por ejemplo, el discurso
pronunciado por Nelson Mandela en el año 1994, al momento de ganar las elecciones:
Nuestro temor más profundo no es que somos meramente idóneos. Nuestro temor más profundo es que
tenemos poder más allá de toda medida. Es nuestra luz, no nuestras tinieblas, lo que nos atemoriza.
Nos preguntamos: ¿quién soy para ser brillante, maravilloso, talentoso y fabuloso? En realidad, ¿quién eres
para no serlo?
Sois los niños de Dios. Si actuáis de forma pequeña de nada le sirve al mundo. No es un acto iluminado
encogerse para que las otras personas a vuestro alrededor no se sientan inseguras. Hemos nacido para
manifestar la gloria de Dios que se halla en nosotros. No en algunos de nosotros; está en todos. Y, cuando
permitimos que nuestra propia luz brille, inconscientemente le damos permiso a la otra gente para que haga
lo mismo.
A medida que nos liberamos de nuestro propio temor, nuestra presencia automáticamente libera a los demás.
(Viola, 2001, p.191) Este acto comunicacional crea un contexto o espacio significativo distinto y común a
todos si se considera que es pronunciado por una persona que luego de veintisiete años de prisión,
lograacceder a una de las posiciones de mayor poder en su nación. Es claramente una invitación a crear una
nueva interpretación del mundo, un cambio paradigmático que lleva al colaborador a un lugar distinto al
anterior y compartido por todos.
Lo anterior refleja el rol esencial que juegan las emociones tanto en la interpretación del mensaje como en la
adopción del cambio de actitud o comportamiento que éste conlleva. Daniel Goleman, impulsor del
concepto `inteligencia emocional´, dice que si un líder pretende impulsar un cambio es necesario que
produzca resonancia en sus colaboradores (Goleman, Boyatzis y McKee, 2002).
Los líderes más eficaces saben manejar las emociones, propias y de sus colaboradores, porque comprenden
que su eficacia no depende sólo de lo que dicen y hacen sino del modo en que lo hacen. Desde esta
perspectiva, la tarea principal del líder es emocional, disipando la bruma o distorsión que producen las
emociones tóxicas en el mensaje del líder y canalizando las emociones del equipo de colaboradores en una
dirección positiva.
El líder, a través de sus actuaciones, verbales y no verbales, se transforma en el principal gestor del clima
emocional de un equipo u organización, lo que se traduce en que los colaboradores acudan al líder en busca
de contacto emocional, de empatía, de comprensión y contención. La resonancia es el resultado de la
comunicación emprendida por el líder y que impulsaría la acción sobre la base de un clima emocional
positivo.
Esta resonancia es posible por nuestro sistema limbillo, un verdadero circuito abierto o centro cerebral que
regula nuestras emociones, condicionadas por nuestro entorno emocional. Si en la primera mirada
destacábamos la importancia de hacer explícito los modelos mentales del líder y de los colaboradores, en la
perspectiva emocional del proceso de comunicación se persigue comprender y hacer explícito el clima
emocional del líder y los colaboradores, para luego encauzar esa emocionalidad hacia un tono positivo, base
para el cambio que persigue el líder.
Así, la comunicación del líder se transforma en resonante y supone el dominio de las competencias de la
inteligencia emocional que ha propuesto Goleman y que se describen a continuación: La primera es la
conciencia emocional de uno mismo. Ser conscientes de las emociones propias y reconocer su impacto. Es
una identificación de aquellos estímulos del ambiente interpersonal que nos producen las diversas
emociones, algunas positivas y otras más tóxicas. Es decir, aquéllas que nos permiten construir o destruir
relaciones de confianza, las que propician que el mensaje sea compartido, las que producen el rechazo de
quienes nos rodean, en este caso, nuestros colaboradores.
La tercera es la conciencia social, la capacidad de experimentar las emociones de los demás, comprender su
punto de vista e interesarnos activamente por las cosas que les preocupan. Es la lectura emocional de los
colaboradores, capacidad que se reconoce como empatía, la misma que buscan los colaboradores en el líder.
El cuarto aprendizaje estará dado por el crucial papel que juegan las emociones en el proceso de
comunicación del líder y los colaboradores. El primero debe desarrollar competencias que le permitan
reconocer y gestionar las emociones propias y de su equipo, a fin de despejar la bruma de la incertidumbre y
toxicidad, factores que distorsionan el mensaje. Así se logra que el cambio se produzca, signo inequívoco de
eficacia en la comunicación.
En el fondo se está hablando de conciencia y empatía emocional como requisitos para que el emisor del
mensaje comunique con eficacia. Lo sorprendente es que la empatía necesaria para un liderazgo eficaz es
muy posible y está al
alcance de todos nosotros, porque biológicamente somos seres abiertos a la interconexión con los demás.
Nuestra empatía tiene una base biológica, la que nos predispone a dejarnos afectar por las personas que nos
rodean.
Daniel Goleman lo expresa en un reciente artículo publicado por la Harvard Business Review (2008).
Explica que las personas que demuestran empatía y adaptación a los estados de ánimo de los demás
literalmente afectan su propia química cerebral como la de quienes le rodean. La base biológica de nuestra
conciencia y empatía social configura nuestra disposición como seres sociales o seres en comunicación o
relación con los demás.
Esta propensión a la interconexión con nuestros semejantes es la llamada `Inteligencia social´, definida por
Daniel Goleman como un conjunto de competencias interpersonales construidassobre circuitos neuronales
específicos que inspiran a otros a ser eficaces (2008).
Cada vez es más evidente, en todo ámbito de la vida, que el éxito personal y social de una persona no estará
dado por el dominio técnico o inteligencia cognitiva sino que dependerá en grado importante de su
desenvolvimiento interpersonal, pudiendo en el extremo negativo traducirse en incomunicación con todo lo
autodestructivo que esto puede conllevar.
Nuestro cerebro, constituido por más de cien mil millones de células, forma ciertas carreteras neuronales
desde las cuales permite a toda persona desarrollar su inteligencia social o empatía, porque contaría con la
ayuda de tres tipos específicos de neuronas, que denominamos neuronas sociales o comunicacionales:
Las neuronas espejo permiten detectar en forma consciente o inconsciente las emociones de otra persona a
partir de sus acciones. Reproducen esas emociones como si fuéramos un espejo emocional de los demás.
Las neuronas fusiformes permiten influir o comunicar desde la intuición porque nos capacitan para
reconocer patrones de comportamiento. Es una conexión de banda ancha por su gran velocidad y producen
una orientación social instantánea
Por último están las neuronas osciladoras, que favorecen la coordinación física con los demás, regulando el
cómo y cuándo de los movimientos corporales. Es la sincronía de los movimientos entre dos o más personas.
Es una danza física que surge desde una danza biológica. Por tanto, si el líder debe impulsar un cambio, no
sólo debe lograr construir un espacio de significado compartido (lo cognitivo) sino también desarrollar una
comunicación basada en la empatía (lo emocional).
El desconocimiento de la resistencia emocional a los cambios impulsados por el líder convierte al liderazgo
en un proceso bajo riesgo permanente. Interesante resulta la visión del cambio organizacional que nos
propone Ronald A. Heifetz, distinguiendo entre problemas técnicos y los desafíos adaptativos.
En los primeros, el cambio sería visto como un proceso de comunicación basado en modelar el mensaje con
una fuerte base cognitiva, describiendo clara y precisamente el problema desde su perspectiva técnica,
externa a los sujetos que intervienen en la comunicación. Los problemas técnicos reducirían el proceso de
comunicación al desafío de formular correcta y objetivamente el problema, fomentando un proceso
sistemático de construcción de la decisión previa formulación
y evaluación de las posibilidades de solución que la ciencia y la técnica ya disponen.
En los segundos, los denominados desafíos adaptativos, el problema radica en los mismos colaboradores,
por cuanto son sus pensamientos, valores y comportamientos los que deben cambiar para lograr el objetivo
compartido, y la respuesta para hacerlo está en ellos mismos (Heifetz y Linsky, 2003).
En este caso, el proceso de cambio tiene un fuerte componente emocional y resulta evidente que se traduce
en un proceso de liderazgo más riesgoso, porque el líder impulsa un cambio que produce una pérdida en los
colaboradores.
En los desafíos adaptativos el líder no configura los contornos del problema, más bien es una comunicación
provocativa y que resalta el rol de perceptor al entregar en los colaboradores la formulación e implantación
de la respuesta al mensaje propuesto por el líder. El líder como comunicador hace evidente los diversos
modelos mentales y estados emocionales
de los colaboradores y no ofrece una respuesta, porque ésta no existe y debe ser construida por todo el
equipo.
El líder como emisor de mensajes pasa a dinamizar el proceso de creación del equipo, asumiendo un papel
más de catalizador y contenedor del conflicto que dueño y principal impulsor de los mensajes o respuestas
que resolverán el desafío adaptativo a enfrentar. En este escenario de desafíos de cambio se pone a prueba la
capacidad comunicacional del líder, porque efectivamente persigue que los colaboradores modifiquen sus
pensamientos y comportamientos.
Por lo tanto, el proceso de cambio más que centrarse en la modificación técnica del entorno (problema
técnico) se centra en el cambio de las personas (desafío adaptativo), haciendo en este último caso más
peligrosa e incomprendida la acción de liderazgo ejercida por el líder. La siguiente analogía, propuesta por
Ronald A. Heifetz, ilustra las claras diferencias entre un problema técnico y un desafío adaptativo. Da
cuenta de lo diversos que son los procesos comunicacionales que determinan el abordaje de problemas
técnicos o desafíos adaptativos:
La importancia y la dificultad de distinguir entre cambio técnico y adaptativo pueden ilustrarse con una
analogía. Cuando nuestro coche tiene problemas, acudimos al mecánico. La mayoría de las veces, el
mecánico puede arreglarlo. Sin embargo, si los problemas se deben al modo en que conduce un miembro de
la familia, es probable que reaparezcan. Tratar los problemas como si fueran puramente técnicos, llevando el
coche al mecánico una y otra vez para volver a ponerlo en la carretera, oculta los verdaderos conflictos. Sean
cuales sean los problemas subyacentes, el mecánico no puede resolverlos. Por el contrario, es necesario que
se produzcan cambios en la familia y esto no será fácil.
Puede que todos se resistan a los cambios, negando incluso la existencia de tales problemas. Ése es el
motivo por el que incluso aquellos que no se ven directamente afectados por un cambio adaptativo
acostumbran a experimentar incomodidad cuando alguien altera el equilibrio de un grupo o una
organización. Esta resistencia al cambio adaptativo se da, por supuesto, en los negocios.
De hecho, es el clásico error: las empresas tratan este tipo de cambios como si fueran problemas técnicos.
Por ejemplo, los ejecutivos intentan mejorar los resultados mediante reducciones de costes a gran escala.
Esto no sólo evita la necesidad de tomar duras decisiones con respecto a qué áreas habría que perfeccionar,
sino que también oculta el hecho de que el verdadero desafío de la empresa reside en el rediseño de su
estrategia.
Tratar los cambios adaptativos como si fueran técnicos permite que los ejecutivos hagan aquello en lo que
han sido excelentes a lo largo de sus carreras: resolver los problemas de los demás. Esto permite, a su vez,
que otros miembros de la organización disfruten de la paz primordial de saber que su máximo responsable
tiene un plan para mantener el orden y la estabilidad. Al fin y al cabo, el directivo no debe instigar -y las
personas no deben sufrir- cambios incómodos. La mayoría de las personas estará de acuerdo en que, a pesar
del malestar selectivo de un ejercicio de recorte de costes, éste es menos traumático que reinventar una
empresa. (Heifetz et al., 2002).
El proceso comunicacional en los desafíos adaptativos es más exigente con el líder o emisor de los mensajes,
porque deposita la eficacia de la comunicación no tan sólo en los colaboradores y el mensaje, sino
fundamentalmente en la calidad de la fuente. Como quinto aprendizaje se podría decir que el líder ante la
complejidad e incertidumbre de los desafíos que enfrenta utilizará cada vez más un mensaje provocador para
lograr el cambio deseado. De paso aumenta el peligro para su persona y rol de liderazgo. En efecto, en vez
de ejercer un liderazgo que dé seguridad a los colaboradores a través de la propuesta de respuestas, alentará
la inquietud a través de fomentar la búsqueda de cambios personales con preguntas
más que respuestas.
En suma, el enfrentar un desafío adaptativo pone el acento en el mensajero y como las noticias que trae nos
sacan de nuestra zona de comodidad, tiene un alto incentivo para que los colaboradores enfrenten al
mensajero.
Liderazgo eficaz: credibilidad en tiempos del Facebook Los dos primeros acercamientos al liderazgo nos
muestran aquellos aspectos que el líder debe ocuparse, centrando el foco del análisis en los destinatarios del
mensaje, esto es, los colaboradores. Lo primero que se destacaba es la creación de un espacio cognitivo
compartido –modelo mental común– para lo cual el relato de historias con énfasis emocional lograba
impulsar los pensamientos y acciones hacia la dirección esperada por el emisor del mensaje. La
confiabilidad de la fuente siempre ha sido clave en las comunicaciones y más aún en un mundo en que el
ritmo y dirección del cambio es cada vez más difícil. En efecto, disipar la incertidumbre que la globalización
ha instalado sólo es posible con la credibilidad del emisor-intérprete.
En esta última mirada la atención se centrará en la credibilidad del líder como fuente de cambio y elaborador
de acciones comunicacionales con su equipo de colaboradores. Los expertos en liderazgo James Kouzes y
Barry Posner (1996) ponen de manifiesto la gran valoración asignada por los colaboradores a la credibilidad
del líder.
Ambos autores, preocupados de los valores personales y su relación con el liderazgo, iniciaron a comienzos
de la década de los 80 una investigación destinada a identificar las cualidades que los colaboradores más
admiraban en su líder. Observaron una uniformidad en las respuestas y los colaboradores destacaban cuatro
cualidades en el siguiente orden de importancia:
1. Honesto.
2. Progresista.
3. Inspirador.
4. Competente.
La credibilidad crea confianza, espacio cognitivo y emocional compartido, que permite que el cambio
personal y organizacional sea más eficaz y rápido, como lo destaca Stephen M.R. Covey en su libro El
factor confianza (2007).
Un ejemplo que ilustra la eficacia de un líder creíble es el relato que John Carlin, periodista del diario El
País de España, hace de la intervención de Nelson Mandela para unir la nación sudafricana a través del
mundial de rugby de 1995: El contexto que da ribetes de la capacidad de persuasión de Nelson Mandela se
comprende si consideramos que al año 1990, luego de 27 años en prisión, recupera su libertad, y siendo
electo presidente en el año 1994, convoca a su oficina al capitán del equipo de rugby de Sudáfrica, los
famosos Springboks, a la sazón, un equipo integrado en su totalidad por blancos.
Francois Peinar, el capitán de los Sprinboks se reúne con Mandela presidente, el 17 de junio de 1994,
aceptando el desafío de éste de utilizar el mundial de rugby para unir a la nación. ¿Qué habrá pasado por la
cabeza y corazón de Peinar para exponer su carrera y su vida a semejante aventura?
Aventura que concluyó con el campeonato mundial para Sudáfrica, venciendo en la final al fuerte y
mundialmente conocido equipo de Nueva Zelanda, All Black, éxito que se ve relativizado si consideramos
que el equipo sudafricano liderado por Pienar terminó adoptando como himno del equipo el tradicional
canto tribal que los negros opositores cantaban en sus protestas contra el apartheid y si consideramos que el
estadio, repleto de blancos, coreó a una voz el nombre de ¡Nelson! ¡Nelson! (Carlin, 2009, p.282).
En tiempos de facebook y twitter la credibilidad es un bien cada vez más escaso debido a la simultaneidad y
facilidad de mirada y transmisión que permiten las nuevas tecnologías. Diluyen en forma abismante la
frontera entre lo público y lo privado. Hace algunos días la misma sorpresa que Facebook preparó para sus
usuarios en cuanto a dejar por defecto sus contenidos compartidos, tomaba por sorpresa al creador de esta
red social, mostrando fotos que hasta antes de esta modificación sólo eran posibles de visualizar por sus
amigos.
Para Kouzes y Posner (1996) la credibilidad se basa en dos grandes cualidades del líder. La primera
establece que el líder o emisor del mensaje debe ser competente y la segunda se asocia con una persona
íntegra. Ser competente se vincula más con el dominio técnico del emisor sobre los contenidos del mensaje,
visión tradicional de la comunicación en que bastaba con dominar los aspectos técnicos del proceso de
comunicación para asegurar una comunicación eficaz.
Hoy se sabe que ser competente en lo técnico y cognitivo es condición necesaria y no suficiente. Se puede
ser un buen emisor de mensajes “técnicamente” bien elaborados y lógicamente construidos y no lograr que
los colaboradores se entusiasmen y dejen afectar o modificar en sus pensamientos y acciones.
La integridad hace la diferencia y se pone a prueba en tiempos de Facebook y Twitter. En efecto, si bien
Internet ha permitido mejorar la calidad técnica del mensaje al difundir más rápidamente el conocimiento,
no tiene el mismo efecto en lo que respecta a integridad.
La integridad de la fuente se la puede ver en la congruencia entre lo que decimos y hacemos. Mientras
mayor es la brecha entre ambas acciones ejercidas por el líder, menor será la eficacia de su liderazgo.
Las incongruencias y asimetrías de información propias de un mundo preinternet se han superado, haciendo
que lo privado y lo público sean parte del mismo mensaje, del mismo mensajero o fuente.
A todo nivel estamos expuestos a que la red social o Google nos descubra en nuestras brechas que afectan
nuestra integridad, diluyendo nuestro capital de credibilidad en aquéllos a quienes influimos, nuestros
colaboradores.
Algunos pensarán que basta con poner más atención en lo que decimos y hacemos, sin embargo, ello no es
así. Para la sicóloga Ellen Langer, pasamos gran parte del día en la desatención: “La mayoría de nosotros
vivimos el día a día sin reconocer las alternativas que tenemos y sin decidir activamente entre ellas”
(Langer, 2008).
Ahí radica la dificultad de ser buenos comunicadores, fuentes confiables. Actuamos la mayor parte del
tiempo con el piloto automático, basados y guiados por nuestras rutinas y modelos mentales, sin tomar
conciencia del impacto de nuestras acciones sean verbales o no verbales. Podremos dominar el proceso de
comunicación, pero si no somos una fuente confiable, un líder creíble, no podremos ejercer un proceso de
liderazgo eficaz en el tiempo, porque si bien en el corto plazo es posible una cierta imagen, la credibilidad es
un proceso.
Es decir, una película que irá descubriendo en cada una de nuestras relaciones la clase de fuente que somos.
El sexto y último aprendizaje estará en la necesidad de decir y hacer con atención y conciencia plena. Ello,
con el fin de ir gestionando la brecha que separa nuestros dichos de los actos. Es una brecha que socialmente
tiene una dimensión y es imposible de eliminar. Existen investigaciones que indican que decimos tres
mentiras en diez minutos, umbral socialmente aceptado. Sin embargo, mantenerse dentro del rango es un
esfuerzo consciente de que todo líder debe asumir si desea que su mensaje o liderazgo sea eficaz.
En síntesis, el liderazgo como proceso de influencia tiene su base en la comunicación y sus determinantes.
Si un líder desea impulsar el cambio y sobrevivir al intento, debe atender a los modelos mentales que son
territorios cognitivos que distorsionan sus mensajes, debiendo asumir el desafío de construir espacios de
significado compartidos a través de historias con un fuerte componente emocional. Estas historias subyacen
en la conducta y su eficaz manejo del líder le asegura la necesaria empatía social para influir.
Sin embargo, todo lo anterior será en vano, si el líder, como fuente del mensaje, no es confiable. Por ello
deberá trabajar su competencia técnica, cognitiva y, especialmente, su integridad con el objetivo de lograr la
credibilidad necesaria para estructurar el contexto de confianza que permita que su mensaje, aunque
provocativo, sea positivo y eficaz.
La Comunicación y el Liderazgo son dos habilidades que van de la mano. Por eso un líder necesita saber
transmitir las ideas más importantes. Así se comunica el líder de hoy… y del mañana:
Si sabemos dar respuesta a estas siete preguntas, habremos comprendido un poco más a las personas con las
que trabajamos. Y podremos establecer un liderazgo de éxito a través de la comunicación.
Dialogar con nuestro equipo, interesarnos por las inquietudes y preocupaciones de nuestros compañeros,
permanecer accesibles cuando se nos necesita, etc., son actitudes esenciales para desarrollar nuestras
habilidades de liderazgo y establecer una buena conexión.
Genera confianza
Queremos que nuestra gente se sienta parte del equipo. La mejor manera es empatizar con ellos. Si
conocemos sus aficiones o motivaciones, nos será más fácil ponernos en su piel y generar confianza.
Haz preguntas. Observa qué es aquello que produce motivación entre tus empleados, y trata de fomentarlo.
Algo que me encantó del taller, es que los dos instructores fueron muy
directos a la hora de evitar conflictos entre los participantes.
Cuando dos o más de ellos empezaban a querer discutir o “hacer caras”,
nos decían algo como:
––Recuerden que aquí venimos a aprender de todos, yo como instructor
aprendo de ustedes, pero no les hago ninguna cara más que la que tengo
¿verdad? Eviten hacer caras y diríjanse por favor con mucho respeto
hacia sus compañeros.
Una forma muy sutil y elegante de decirles: “Dejen de hacerle cara de
fuchi a sus compañeros”. Yo te digo a ti:
Deja de hacerle cara de fuchi al mundo entero.
Domina tus instintos, obsérvate al espejo y escucha lo que te dicen los
demás sobre tus propias expresiones faciales.
En una ocasión iba caminando hacia mi casa y una prima me saludó y
me dijo con una sonrisa: ––¿Por qué esa cara tan seria?
Me dio algo de pena, más bien creo que iba metido en mis reflexiones.
No era enojo, pero tenía razón, mi cara era de seriedad. Desde ese día
intento pensar con una cara más amigable y sonriente. Aunque parezca
ridículo, se puede lograr poco a poco.
¿Qué te dice la gente sobre tus expresiones faciales? ¿Son abiertos
contigo o temen acercarse a ti? ¿Qué crées que tu rostro les comunique?
Sé honesto contigo mismo y trabaja en eso. Nunca le hagas caras de
pocos amigos a los demás. La misma ciencia ha comprobado que la
mejor cara para seducir es la que tiene una sonrisa sincera.
Sonríe más. Te sentirás más feliz y exitoso. Click To Tweet
3. Cuida tu postura
Información General
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Beneficios de la Comunicación
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Retos de la Comunicación
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Comunicación Efectiva
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Comunicación Ineficaz
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La Comunicación y el Equipo
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Barreras de la Comunicación
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Énfasis y Definición
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