¿Eternamente Seguros

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VERDADES BIBLICAS EXPLICADAS SENCILLAMENTE

E PLICANDO
¿Eternamente seguros?
Lo que la Biblia dice acerca de ser salvos

MAESTRO DE LA BIBLIA
www.davidpawson.org
Este libro está basado en una charla. Al tener su origen en la palabra
hablada, muchos lectores encontrarán que su estilo es algo diferente
de mi estilo habitual de escritura. Se espera que esto no afecte la
sustancia de la enseñanza bíblica que se encuentra aquí.
Como siempre, pido al lector que compare todo lo que digo o escribo
con lo que está escrito en la Biblia y, si encuentra en cualquier punto
un conflicto, que siempre confíe en la clara enseñanza de las escrituras.
David Pawson

¿Eternamente
seguros?
Lo que la Biblia dice
acerca de ser salvos

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¿Eternamente seguros?
Lo que la Biblia dice acerca de ser salvos
DAVID PAWSON

ANCHOR RECORDINGS
Copyright ©2017 David Pawson

El derecho de David Pawson a ser identificado como el autor de esta obra ha


sido afirmado por él de acuerdo con la
Ley de Copyright, Diseños y Patentes de 1988.

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas son tomadas de


La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI®
© 1999 by Biblica, Inc.®
Usada con permiso. Todos los derechos reservados en todo el mundo.
Traducido por Alejandro Field
Revisado por María Alejandra Ayanegui Alcérreca

Esta traducción internacional español se publica por primera vez


en Gran Bretaña en 2017 por
Anchor Recordings Ltd
DPTT, Synegis House, 21 Crockhamwell Road,
Woodley, Reading RG5 3LE

Ninguna parte de esta publicación podrá ser reproducida o transmitida


de ninguna forma o por ningún medio, electrónico o mecánico,
incluyendo fotocopia, grabación o ningún sistema de almacenamiento
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¿Eternamente seguros?
Lo que la Biblia dice acerca de ser salvos

Mi libro titulado The Road to Hell (El camino al infierno) fue


publicitado en una revista nacional en Inglaterra con estas
palabras: “Lea la autobiografía de David Pawson, El camino
al infierno”. En realidad, ese libro fue un milagro. Estaba
yendo a Italia para hablar en una conferencia, y tenía una
maleta grande con mi ropa adentro, y un pequeño maletín
negro. En el maletín estaba el manuscrito completo del libro.
Escribo todos mis libros con una pluma estilográfica, y había
un solo manuscrito. Cuando llegué al aeropuerto de Bolonia,
era medianoche. Estaba oscuro, y caía una fuerte lluvia.
Fuimos al estacionamiento, y el pastor que me recibió me
dijo: “Entre en el coche, y pondré su equipaje en el baúl”.
Llegamos a su casa una hora después. Cuando llegamos,
abrió el baúl, sacó mi maleta y lo cerró. Le dije: “Espere,
tengo mi maletín adentro”.
“No”, contestó. “Solo estaba la maleta”. El pastor no había
visto el maletín negro en el carrito de equipaje, porque estaba
tan oscuro y llovía tanto.
“Pero”, dije, “todas mis notas para la conferencia están en
ese maletín, y el manuscrito completo de un libro llamado El
camino al infierno”. Volvimos a toda velocidad al aeropuerto
a la una de la mañana. No había rastros del maletín ni del
carrito de equipaje. Fuimos a la oficina de objetos perdidos.
Dijeron que no lo habían entregado. Fuimos a la policía y

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dijimos: “Hemos perdido un maletín”, y el policía se sonrió
y dijo: “¿Perdió un maletín en Italia?”, como diciendo que
jamás lo volvería a ver.
Dormí en una cochera esa noche, y me arrodillé junto
a un mueble-cama y dije: “Señor, me has dado una
oportunidad maravillosa para averiguar si quieres que ese
libro sea publicado. Si quieres que sea publicado, tendrás que
encontrarlo y traerlo, porque yo no voy a volver a escribirlo.
Si no quieres que sea publicado, no quiero tenerlo de vuelta”.
El día siguiente conduje cien millas a la costa adriática,
al hotel de la conferencia. Temprano a la mañana disfruté
de una hermosa caminata por la playa. Un amigable perro
me acompañó y compartimos un tiempo hermoso. Cuando
volví al hotel, un hombre se me acercó y puso el maletín
en mi mano. Al día de hoy no sabemos quién era el hombre
ni dónde había estado. ¡Esto era a cien millas, la mañana
siguiente! Lo abrí, y estaba el manuscrito completo, pero el
orden de las páginas estaba cambiado. Me llevó una media
hora volver a ordenar las páginas, pero no faltaba ninguna.
Fue así que ese libro llegó a publicarse, así que estoy seguro
de que Dios quería que lo publicara. No es un tema popular.
Estoy pensando en otro libro ahora. Once Saved, Always
Saved (Una vez salvo, siempre salvo) fue escrito por un
buen amigo mío, el Dr. R. T. Kendall, acerca de quien
probablemente haya oído. Publiqué un libro con el mismo
título, con el agregado de signos de interrogación en la
segunda parte. Discrepamos en esto.
En mi breve libro sobre la Gracia, expliqué la gracia y la
gracia salvadora. Allí señalé que hay dos visiones más sobre
la gracia: una se llama gracia soberana, y la otra, gracia
gratuita. Una cuestión en la que ambas visiones coinciden
es en la frase “una vez salvo, siempre salvo”, pero por
motivos completamente diferentes. La “gracia soberana”
dice que la gracia es irresistible. Lo forzará a ser salvo, y

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lo forzará a mantenerse salvo. Lo forzará al punto en que
será completamente salvo, y usted no puede hacer nada al
respecto. Dios ha decidido. Él lo ha escogido y, por lo tanto,
será “una vez salvo, siempre salvo”. La “gracia gratuita”
también concuerda con esto. La “gracia gratuita” viene
más de la escuela dispensacional, mientras que la “gracia
soberana” viene de la iglesia calvinista o reformada. La
“gracia gratuita” dice también que, cuando uno viene a Jesús,
no solo todos los pecados pasados son perdonados sino todos
los pecados futuros también. Por lo tanto, nada que haga
usted puede detener el proceso de salvación. Haga lo que
haga, ya está firmado, sellado y entregado. Usted es salvo.
Creo que mi cuestionamiento de la frase no es solo porque
no se encuentra en la Biblia, sino que no estoy de acuerdo
con la primera parte. Ese es mi problema. Aún no soy una
vez salvo, así que aún no soy siempre salvo. Un día gritaré
lo más fuerte que pueda: “¡Soy una vez salvo, así que soy
siempre salvo!”, pero aún no lo puedo decir. Cuando mi
salvación sea completa, cuando el esposo de mi esposa sea
perfecto, entonces gritaré: “¡Una vez salvo, siempre salvo!”.
Lo más importante (me voy a repetir bastante aquí) es lo
que uno piensa que significa “salvo”. En mi entendimiento,
significa libre de todos los pecados, y ser exactamente lo
que Dios quiso que fuera cuando me hizo; restaurado a la
imagen perfecta de Dios. Dado que Cristo es la imagen
perfecta de Dios, significa que seré realmente como Jesús.
Ese es el objetivo de la salvación. Dios quiere restaurarnos.
Todo eso viene del principio mismo de la creación,
porque una de las preguntas que tenemos que hacer es:
“¿Por qué nos hizo Dios?”. Es una pregunta muy importante.
La respuesta es que ya tenía un Hijo, y lo disfrutaba tanto
que quería una familia más grande. No puedo explicar de
manera más sencilla por qué Dios lo creó a usted y a mí. Dios
quería una familia más grande como su Hijo. Hasta tanto

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seamos como su Hijo, Dios no puede disfrutar plenamente
de su familia. Su propio Hijo era tan fiable y obediente que,
cuando nosotros también seamos perfectos en amor, podrá
disfrutar plenamente la vida familiar con nosotros. Por eso
hizo el mundo. Por eso nos hizo a nosotros. Usted puede
entenderlo. Los padres que aman a su hijo por lo general
quieren otro como el primero. Esa fue la intención de Dios
en la creación. Cuando uno va a la otra punta de la historia,
encuentra el otro extremo de ese propósito, porque encuentra
que lo que Dios quiere es hacer un universo flamante que
jamás conocerá el pecado, que nunca será contaminado,
que nunca será arruinado por la guerra. Ha descartado este
universo presente, y hará otro. Por lo tanto, si va a poner
personas en ese universo, debe hacerlas perfectas antes. En
caso contrario, será igual a éste.
Escuché una historia de un profesor que inventó un
televisor que uno podía sintonizar con el futuro para ver
lo que ocurriría. Reunió a las personas la primera vez para
demostrar su nuevo televisor, y le pidieron que avanzara
treinta años. Giró la perilla a treinta años, apareció la
imagen, y todos dieron un grito ahogado. Toda la tierra
estaba devastada. No había más que cenizas por todas partes,
hasta donde llegaba la vista. Claramente había habido un
holocausto nuclear, y todo había desaparecido. Las personas
se quedaron mirando el televisor fijamente y entonces, para
su sorpresa, las cenizas comenzaron a moverse apenas,
y de las cenizas surgió un monito. Miró a su alrededor y
dijo: “Lo han hecho, ¿no es cierto? Soy el único pedazo de
vida que queda”. Se sentó, sintiéndose muy triste y abatido
cuando, de pronto, a solo unos metros, las cenizas volvieron
a removerse y salió una pequeña monita. El mono pensó: “La
vida no es tan mala”. Se acercó a ella y la tomó con la pata,
y dijo: “Mira lo que la gente ha hecho con nuestro mundo.
No tendremos nada para comer”. Ella le dijo: “Bueno, tengo

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algo. Pude salvar algo”. Abrió su pata, y adentro había una
manzanita. El mono la miró y dijo: “¡No empecemos todo
eso de nuevo!”.
Cuando miramos adelante, vemos un cielo nuevo y una
tierra nueva, y nuevos habitantes, personas que nunca los
arruinarán, un lugar donde no hay pecado ni tentación, y
todo puede ser disfrutado al máximo. Esa es la idea de Dios.
Él quería que el huerto del Edén fuera así, pero se arruinó
muy rápidamente. Él lo volverá a hacer, pero esta vez está
preparado para tomar personas que han arruinado su mundo
y convertirlas en criaturas restauradas a la imagen de él,
ahora perfectas y en condiciones de cuidar este mundo de
manera perfecta. Es una gran idea, y ese es el futuro. Así
que, sea que miremos el principio de la creación o el futuro
de una nueva creación, vemos el plan y el propósito de Dios
de punta a punta, de tener una familia más grande que le
agrade y con quienes pueda tener una verdadera relación.
Ese es el propósito de Dios.
Esa es la razón por la que quiero volver a subrayar que la
salvación es un proceso que requiere tiempo. Es un proceso
que toma personas viejas y pecaminosas como nosotros,
convirtiéndonos en personas nuevas. Esto es porque Dios
nos amó. Él podría haber dicho: “Voy a eliminar este mundo
y voy a eliminar a todas las personas que están en él, y
comenzaré de nuevo”. Lo podría haber hecho. Casi lo hizo
una vez, en el tiempo del diluvio de Noé. Eliminó a esa
generación, pero salvó a una familia. Lamentablemente, una
de las primeras cosas que hizo Noé cuando salió del arca
fue emborracharse y exponerse ante su propio hijo. Toda
la triste historia volvió a comenzar. Es casi como si Dios
dijera: “Está bien, eso no funciona. Tengo un plan mejor”.
El plan era salvar a pecadores y convertirlos en santos, y
luego hacer un mundo nuevo.
¿Se da cuenta de que la creación está volviendo a ocurrir,

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pero en orden inverso? En la primera creación, Dios hizo los
cielos y la tierra, y luego introdujo a las personas. Esta vez,
está haciendo a las personas nuevas primero. Cuando tenga
suficientes personas nuevas, hará un cielo nuevo y una tierra
nueva a lo último. Estamos ahora en la segunda semana de la
creación. Dios ha vuelto a trabajar, y está volviendo a crear.
Dicho sea de paso, esa es la razón por la que adoramos el
domingo, y no el sábado. Los judíos adoran el sábado, para
celebrar el final de la vieja creación. Nosotros adoramos el
domingo, para celebrar el principio de una nueva creación.
¿Una vez salvo, siempre salvo? ¿Qué significa ser “una
vez salvo”? Ya le he dicho que significa ser perfecto.
Significa ser la persona que Dios quiso que fuera. Es algo
que le requerirá a él y nos requerirá a nosotros tiempo. Las
tres etapas de la salvación son: cuando somos liberados
de la penalidad del pecado, que llamamos “justificación”,
cuando somos liberados del poder del pecado, que llamamos
“santificación”, y cuando somos liberados de la posibilidad
del pecado, que llamamos “glorificación”. Esos son los tres
pasos que Dios desea, y todos ellos constituyen la salvación.
Uno no puede decir “Soy una vez salvo” hasta que haya
logrado los tres. Posiblemente coincida con el regreso del
Señor a la tierra. Hay un versículo en Hebreos que dice que
Jesús aparecerá una segunda vez, no para tratar con el pecado
sino para traer salvación a quienes lo están esperando a él. Y
yo lo estoy esperando. Eso es futuro, y yo estoy esperando
mi salvación. Anhelo ser salvado. Será en ese momento que
gritaré: “¡Una vez salvo, siempre salvo!”, cuando la obra esté
completa. Si usted lo dice antes que ese momento, entonces
pensará que la obra ha terminado. Cuando uno usa el verbo
“salvar” solo en el tiempo pasado, mirando hacia atrás, y
dice “Fui salvo en ese momento”, está hablando como si
estuviera terminado, como si estuviera todo completo. Yo
enseño a las personas que nunca deben decir: “Fui salvo en

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ese lugar y en ese momento”, sino: “Comencé a ser salvo
en ese lugar y en ese momento”. ¡Qué diferencia hace a lo
que uno piensa cuando dice esto!
Yo comencé a ser salvo en 1947. Sin embargo, es obvio
para cualquiera que me conoce que mi salvación aún no
está completa, especialmente para mi esposa. Ella sabe que
no llegué aún, pero sabe que no soy lo que era. Me encanta
el hombre que oró: “Señor, no soy lo que debería ser. No
soy lo que seré. Pero, ¡alabado sea el Señor! ¡No soy lo que
era!”. Es ahí donde estamos todos. No estoy donde debería
estar aún. No soy lo que seré, pero ¡alabado sea el Señor
que no soy lo que era! Ese es el proceso de salvación que
está realizando Dios. Está haciendo una buena obra en mí,
y completará la obra que ha comenzado, siempre y cuando
yo coopere con él.
La pregunta es: ¿puedo interrumpir el proceso de la
salvación? ¿Puedo demorarlo? ¿Puedo detenerlo por
completo? O, como suele preguntar la gente: “¿Puedo perder
mi salvación?”. Bueno, si uno no la tiene toda, no la puede
perder toda, pero ha comenzado a ser salvo. ¿Puede uno
perder eso, o es automático e inevitable que se completará?
Note que cada vez que las escrituras hablan acerca de la
finalización del proceso, hay una expresión, no de certeza
sino de confianza. Pablo, cuando escribe a los filipenses,
dice: “Tengo confianza que el Señor que comenzó una
buena obra en ustedes la completará contra ese día.”. La
carta a los Hebreos hace lo mismo. Luego de dar una
solemne advertencia de que quienes se echan atrás no podrán
volver, porque no pueden arrepentirse, agrega: “Pero tengo
confianza que esto no les ocurrirá a ustedes. Ahora bien,
no dice: “Estoy seguro de que no ocurrirá”. Dice: “Tengo
mucha confianza de que, en el caso de ustedes, la tarea será
completada”. Tenemos que notar esa palabra: confianza.
No es la palabra “seguro”. Su significado es: Tengo mucha

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esperanza de que, en el caso de ustedes, se completará.
Tendríamos que estudiar un poco más la Biblia y
mirar algunos de los pasajes que enseñan que el proceso
de salvación puede ser interrumpido y demorado, y aun
detenido por completo, de forma que nunca se complete.
¿Lo encuentra usted en la Biblia? Hay ochenta diferentes
pasajes en el Nuevo Testamento que le advierten que no
permita que el proceso se detenga. Cada escritor del Nuevo
Testamento tiene una advertencia a los cristianos de que no
pierdan lo que han encontrado en Cristo. Para mí, ¡ochenta
es suficiente!
Es raro que los predicadores enseñen esos pasajes de
advertencia. Nos encantan los textos que nos dan seguridad
acerca del futuro. Nos encantan textos como “estoy
convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni
los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes,
ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación
podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en
Cristo Jesús nuestro Señor”. Eso está al final de Romanos
8, y uno escucha que este pasaje es citado vez tras vez. Lo
que no señalan los predicadores es que falta una cosa de la
lista de cosas que no pueden separarnos del amor de Dios,
que es uno mismo. ¿Lo notó? Cuando Jesús dijo: “Nadie
puede arrebatarlos de mi mano”, no dijo que uno no puede
saltar de su mano. Todas esas listas de cosas que no pueden
impedir que nos mantengamos en el amor de Dios no lo
incluyen a uno mismo; ni una sola. Es un consuelo saber que
nada y nadie más puede detener el proceso de la salvación,
pero usted puede hacerlo. Esto que estoy enseñando aquí
es algo serio.
Invariablemente, las escrituras equilibran el cuadro, y
cuando hay un versículo así, uno encontrará, no demasiado
lejos, otro versículo que dice algo bastante diferente. Uno
de los pasajes de esos ochenta en el Nuevo Testamento está

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en Romanos 11: “Pero, si no te mantienes en su bondad,
tú también serás desgajado”, como fueron desgajados
muchos de los judíos. Esto está solo una página después
de esa maravillosa declaración en Romanos 8. Este es el
problema de nuestras Biblias. Dios no puso los números de
los capítulos y versículos. Por lo tanto, uno no puede citar
referencias si tiene una Biblia sin números de versículos
y capítulos. ¿Sabía que se ha publicado una Biblia así?
Uno puede conseguir ahora la versión New International
Version sin números de capítulos y de versículos. Un amigo
mío, un profesor de derecho en una universidad en Malibu,
California, produjo esa Biblia sin números de capítulos y
de versículos. Espero que consiga una copia, porque tendrá
que conocer la Biblia un poco mejor. Para encontrar algo en
la Biblia uno tiene que conocer el contexto, y tiene que leer
el contexto. Uno no puede sacar un texto como una especie
de prueba para una doctrina. Tiene que tomar el texto en su
contexto.
He notado, en la Biblia, que cada vez que hay un versículo
que dice que Dios puede guardarnos, hay otro que nos
dice que tenemos que guardarnos nosotros mismos. ¡Qué
equilibrio! Tome la cartita de Judas. Al final de la carta dice:
“Dios puede guardarlos para que no caigan, y establecerlos
sin tacha y con gran alegría ante su gloriosa presencia”. Dios
puede, pero solo tres versículos antes de esa maravillosa
promesa, hay otro versículo que dice: “manténganse en el
amor de Dios”. Ahí está el equilibrio, y si uno solo cita uno
de estos dos versículos, pierde el equilibrio. Tome las cartas
de Pablo a Timoteo. En un versículo dice: “Él puede guardar
lo que le he encomendado”. Si usted lee solo ese versículo,
no leerá el versículo compañero, aproximadamente en la
misma hoja, que dice: “He guardado la fe”. Mantenerse
es una cooperación entre usted y Dios. Él puede guardar y
usted debe guardar.

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Este equilibrio está en todas partes en las escrituras, pero
si uno solo cita un texto se queda con un balance de un
solo lado: desequilibrio. Cada vez que lea acerca del poder
capaz de guardar de Dios encontrará una exhortación para
que usted se guarde. Al mantenernos en el amor de Dios, él
guarda lo que le hemos encomendado. Ese es el equilibrio.
Esa es toda la verdad, y no una peligrosa media verdad. Así
que tenemos la responsabilidad de seguir cooperando con
Dios, de seguir creyendo en él, de seguir respondiendo a su
bondad, de seguir hasta el final y resistir. Son los que resisten
hasta el final quienes son salvos. En otras palabras, dicho sin
rodeos: No son quienes empiezan la vida cristiana lo que
son salvos, sino los que terminan en fe. ¡Qué lección! Hay
muchísimas personas que empiezan, pero no finalizan. El
Nuevo Testamento está lleno de advertencias para quienes
comienzan y no terminan. La fe es una relación continua de
confianza y obediencia. Mientras nosotros guardemos la fe,
él nos guardará a nosotros.
Miremos un par de pasajes entre esos ochenta que
dicen esta clase de cosas. Ya mencioné Romanos, pero
comencemos por los Evangelios. ¿Qué dice Juan 15? “Yo
soy la vid verdadera”, dijo Jesús, “y mi Padre es el jardinero.
Él corta toda rama en mí que no da fruto, mientras que toda
rama que da fruto él lo poda completamente para que sea
aún más fructífera. Ustedes ya están limpios por la palabra
que les he hablado”. Ahora dice: “Permanezcan en mí y
yo permaneceré en ustedes”. Nuevamente el equilibrio.
“Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes”. Pero la
advertencia subyacente es: “Si no permanecen en mí, yo no
permaneceré en ustedes”. Ahí está. Entonces, ¿qué ocurrirá
si no permanecemos? “Ninguna rama puede dar fruto por sí
sola. Debe permanecer en la vid. Tampoco ustedes pueden
dar fruto a menos que permanezcan en mí. Yo soy la vid;
ustedes son las ramas. Si un hombre permanece en mí y yo

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en él, dará mucho fruto. Aparte de mí ustedes no pueden
hacer nada”. Ahora viene la advertencia: “Si alguien no
permanece en mí, es como una rama que es tirada y se
marchita. Estas ramas son tomadas, son arrojadas al fuego y
son quemadas. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras
permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les dará.
Esto es para la gloria de mi Padre, que ustedes den mucho
fruto, demostrando que son mis discípulos”. Aquí está muy
claro. “Ustedes permanecen, ustedes se quedan, ustedes
viven en mí, y yo permaneceré en ustedes, y produciremos
fruto juntos”.
Permítame decir esto muy claramente: la vida eterna no
está en mí, sino en Cristo. Y si permanezco en Cristo, tengo
vida eterna. Él no me ha dado la vida eterna. Sigue estando
en él, como dice Juan en otra parte: Esta vida está en el Hijo.
Yo no tengo la vida eterna en mí, pero la tengo en Cristo.
Una rama no tiene vida en sí misma. La vid tiene la vida,
y si una rama permanece en la vid, seguirá viviendo. Pero
si la rama es cortada, morirá. Así que yo tengo vida eterna
en Cristo. No la tengo en David Pawson. Si permanezco en
Cristo, sigo teniendo vida eterna.
Eso es lo que dice Juan 3:16, en realidad: “Porque de
tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él siga creyente, no se
pierda, mas siga teniendo vida eterna”. [Mi traducción – el
original griego tiene todos esos verbos en el tiempo presente
continuo.] Ahí está. Si usted permanece en Cristo, tiene vida.
Pero si no lo hace, morirá. Las ramas muertas se recogen
y son arrojadas al fuego. Ahora este es solo un pasaje, que
está en el mismo Evangelio donde leemos que Jesús dice:
“Conozco a mis ovejas, y nadie las sacará de mi mano”. Uno
necesita equilibrar la idea con este pasaje, y tomar toda la
verdad en conjunto. Todo el Evangelio le dirá toda la verdad.
Permítame ir a Romanos ahora. Ya he citado ese

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maravilloso versículo: “En todo esto somos más que
vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy
convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni
los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes,
ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación
podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado
en Cristo Jesús nuestro Señor”. Una maravillosa promesa.
Pero dé vuelta la hoja, y leamos el capítulo 11, donde Pablo
está hablando a los creyentes gentiles acerca de los judíos.
Señala que no todos los judíos lo lograron. De hecho, de
los dos y medio millones de judíos que salieron de Egipto,
dos lograron entraron en la Tierra Prometida. Pablo, en una
de las cartas a los corintios, dice que esta es una lección
que debemos aprender. Salir de Egipto es solo el principio.
Entrar en Canaán era el fin de la redención para ellos, pero
la mayoría nunca lo logró. Dice que es una advertencia para
nosotros. No se trata de salir, sino de entrar. No se trata de
empezar, sino de finalizar. Eso es lo que importa.
Así que, luego de haber hablado de algunos de los judíos,
muchos de los cuales fueron separados del pueblo de Dios
de una forma u otra, dice, en el versículo 18: “No se jacten
acerca de esas ramas. [Los judíos que fueron separados.] Si lo
hacen, consideren esto: ustedes no sustentan la raíz, sino que
la raíz los sustenta a ustedes. Dirán entonces: ‘Hubo ramas
que fueron cortadas para que yo pudiera ser injertado’. De
acuerdo. Pero fueron cortadas por su incredulidad, y ustedes
permanecen por fe. No sean arrogantes, sino temerosos.
Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, no los
perdonará a ustedes tampoco. Consideren entonces la bondad
y la severidad de Dios. Severidad para con los que cayeron,
pero bondad para con ustedes, siempre que continúen en su
bondad. En caso contrario, ustedes serán cortados”.
Está hablando acerca de los judíos a creyentes gentiles en
Jesús. Dice que ellos fueron cortados, pero que eso no los

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haga arrogantes o seguros, porque Dios tratará con ustedes
de la misma forma que trató con ellos. Él es el mismo Dios,
y si ustedes no continúan en su bondad, ustedes también
serán cortados. No creo que uno puede torcer estas palabras.
Pueden tener un solo mensaje, y es que nosotros no estamos
más seguros que lo que fueron los judíos, si no seguimos
confiando en Dios.
Este es un pasaje serio. ¿Cuántas veces ha escuchado
citado por predicadores? El gran problema con todos los
predicadores es que escogemos los versículos de nuestras
prédicas, y no los predicamos todos. Los seleccionamos, y si
no tenemos cuidado, seleccionamos lo que les gusta escuchar
a las personas, los textos de consuelo. Y mantenemos en
silencio los otros. Creo que deberíamos predicar toda la
Biblia, toda la Palabra de Dios, todo el consejo de Dios.
De hecho, Pablo dijo a los efesios cuando partió de Éfeso:
“Ustedes saben cómo les he enseñado. Les he declarado todo
el consejo de Dios, toda la verdad”.
En Hebreos 6 dice, de hecho, que si uno se aleja de
Cristo después de haber pertenecido a él, no hay ningún
arrepentimiento posible, no hay vuelta atrás. Algunos
cristianos me han preguntado: ¿Cuánto tiene que apartarse
uno para no poder volver?”. Digo: “Es una pregunta
peligrosa; no corra el riesgo siquiera”. Había una señora rica
en Inglaterra que puso un aviso para que un chofer manejara
su Rolls Royce. Preguntó a cada postulante: “¿Cuán cerca
podría manejar hasta el borde del precipicio sin que el coche
se desbarranque?”. Un postulante dijo: “Bueno, yo llegaría a
unos dos metros del borde”. Otro dijo: “Yo llegaría hasta un
metro”. Pero un postulante dijo: “Señora, usted es tan valiosa
que no me acercaría al borde de un acantilado”, y consiguió
el trabajo. Preguntar cuánto uno tiene que apartarse para
llegar al punto de no retorno es jugar con fuego. Es alguien
que dice: “¿Cuán cerca puedo llegar sin caerme?”. Es la

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pregunta equivocada. Ni siquiera se acerque. No se aparte,
porque está bastante claro, a partir de la enseñanza de la
Biblia, que hay un punto de no retorno. No sé cuál es ese
punto. Solo Dios lo sabe. Pero no corra el riesgo. Ni siquiera
piense cuánto tiene que apartarse. Manténgase ahí mismo
con Cristo.
Ya he notado que el capítulo 6 de Hebreos dice: “aun
cuando hablamos así, queridos amigos, tenemos confianza de
mejores cosas en el caso de ustedes”. Si bien les está dando
una advertencia de un punto de no retorno, dice: “Tengo
confianza...” No seguridad. Tengo confianza de que no se
acercarán siquiera a ese punto. Pero la paciencia de Dios
puede agotarse, y tenemos que recordarlo.
Vayamos al capítulo 10, donde para mí hay una
advertencia mucho más seria, aunque muchas personas no
lo hayan notado. El versículo 26 dice: “Si después de recibir
el conocimiento de la verdad pecamos obstinadamente, ya
no hay sacrificio por los pecados. Solo queda una terrible
expectativa de juicio, el fuego ardiente que ha de devorar a
los enemigos de Dios. Cualquiera que rechazaba la ley de
Moisés moría irremediablemente por el testimonio de dos
o tres testigos. ¿Cuánto mayor castigo piensan ustedes que
merece el que ha pisoteado al Hijo de Dios, que ha profanado
la sangre del pacto por la cual había sido santificado, y que
ha insultado al Espíritu de la gracia? Pues conocemos al que
dijo: ‘Mía es la venganza; yo pagaré’; y también: ‘El Señor
juzgará a su pueblo’. ¡Terrible cosa es caer en las manos del
Dios vivo!”. Unos versículos más adelante dice: “Así que
no pierdan la confianza”.
Ahora bien, esta es una palabra seria. Preste mucha
atención. Si usted sigue pecando deliberadamente después
de haber recibido el conocimiento de la verdad, ni siquiera
la cruz de Cristo está disponible. El autor se está haciendo
eco del libro de Levítico. Todos los sacrificios en Levítico

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eran para pecados accidentales, pecados no intencionales
en las que uno había caído, pero sin quererlo. Entonces
uno traía un sacrificio por el pecado no intencional. Pero
aquí estamos tratando con alguien que, deliberadamente,
sabiendo lo que estaba haciendo, teniendo el conocimiento
de la verdad, sigue viviendo de la misma forma. Por lo tanto,
se separa por decisión propia de la eficacia de la cruz. Es
una advertencia seria.
Considere un pasaje más: 2 Pedro 2:20-22. “Si, habiendo
escapado de la contaminación del mundo por haber conocido
a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, vuelven a enredarse en
ella y son vencidos, terminan en peores condiciones que al
principio. Más les hubiera valido no conocer el camino de la
justicia que abandonarlo después de haber conocido el santo
mandamiento que se les dio. En su caso ha sucedido lo que
acertadamente afirman estos proverbios: ‘El perro vuelve a
su vómito’, y ‘la puerca lavada, a revolcarse en el lodo’”. Me
pregunto si alguna vez escuchó un sermón sobre ese pasaje,
donde se diga: “Si, habiendo escapado del mundo al saber
que Jesús es su Salvador, luego vuelve a la vieja forma de
vivir, está peor que si nunca hubiera conocido el camino
de la salvación”. Ahora bien, si apartarse simplemente le
quitara a uno su recompensa en el cielo, pero igual podría
ir allí, francamente no está peor que antes. Este pasaje dice
que uno está peor. Haber comenzado la vida cristiana y haber
escapado del mundo, para luego volver a él, significa que uno
está peor porque ahora es más responsable. Ha conocido el
camino de la salvación, y ahora le ha dado la espalda. Sabía
lo que había hecho para usted.
Esta es una advertencia muy seria, que debemos notar
en las escrituras, la Palabra de Dios. Las personas que han
comenzado y han conocido la libertad en Cristo, la libertad
del pecado que él ofrece, y luego vuelven atrás, tienen la
característica de los perros, cuando vomitan y vuelven a

19
lamer el vómito. Conozco los criadores de cerdos. Sé cómo
son los cerdos. Si se los cuida adecuadamente, los cerdos
son unos de los animales más limpios de la granja. Pero
si no se los cuida bien, les encanta volver atrás. Cuando
uno los ha lavado y limpiado, tal vez para una exposición
agrícola, y se ven rosaditos y lindos, si los pone cerca del
barro se meterán en él. Pedro dice acá que uno está peor que
si nunca hubiera sabido, lo cual no significa que igual irá al
cielo pero perderá alguna recompensa. Significa que no irá
al cielo. Ha conocido la libertad que puede traer Cristo, y
ahora le ha dado la espalda.
¡Podría llevarlo a ochenta pasajes en el Nuevo Testamento
como estos! Un pasaje para cada escritor del Nuevo
Testamento contiene una advertencia como ésta en alguna
parte. Si lee los Evangelios, Jesús dio esa advertencia más
de una vez. Cuando contó la parábola del sembrador, dijo
que es posible recibir la palabra del reino, que comience a
crecer en usted y luego que se vea ahogada por los cuidados
de este mundo. Advertencia tras advertencia en las escrituras,
que ignoramos bajo nuestro propio riesgo.
“David, ¿estás intentando asustarnos?”. Sí, porque el
temor del Señor es el principio de la sabiduría. El Nuevo
Testamento no deja el temor del Señor atrás, en el Antiguo
Testamento. Está ahí también, en el Nuevo Testamento. ¿Qué
tenemos que temer del Señor? La respuesta es el “infierno”.
Cuando escribí ese libro sobre el infierno, dije en él: “Yo
temo el infierno”. No soy uno de esos predicadores que
dicen: “Ustedes, los incrédulos, irán al infierno, pero yo iré
al cielo. A mí no me importa, porque yo estoy bien”. Yo no
puedo predicar así. Solo puedo predicar sobre el infierno
porque temo ir ahí yo mismo. Temo, como dijo Pablo, “no
sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo quede
descalificado”. Es un temor muy saludable.
Cuando criamos tres hijos, quisimos enseñarles un temor

20
saludable, no una fobia. Una fobia es cuando el temor lo
paraliza, y lo domina de tal forma que no puede moverse, no
puede hacer nada. Queríamos que nuestros tres hijos tuvieran
temor del tráfico en las calles. Queríamos que tuvieran un
temor sano. No les dimos bicicletas hasta que tuvieran ese
temor saludable del tráfico. Una de nuestras hijas estuvo
involucrada en un accidente muy serio. Ella escapó, pero los
demás no. Les enseñamos a tener un temor saludable, temor
a la suciedad, temor a la infección, pero un temor saludable.
Se convierte en una fobia si sus hijos no andan en bicicleta en
la calle. Pero con un temor saludable pueden hacerlo. Usted
enseñó a sus hijos un temor saludable, y la Biblia también lo
hace. Hay un temor saludable del Señor. Está relacionado con
el temor a su juicio, el temor al rechazo final. Es un temor
saludable, y necesitamos más de él.
Si hay una cosa que echo de menos en muchas iglesias a
las que concurro es el temor del Señor. Hay una especie de
“compinchería” con Dios que es muy perturbador. Un joven
me dijo: “Nosotros adoramos al Dios Todoamigo en nuestra
iglesia”. Me temo que esto resume mucha de la adoración,
como si estuviésemos en una fiesta con Dios, y él es un gran
tipo, y nos estamos divirtiendo con él. “¡Terrible cosa”,
dice el autor de Hebreos, “es caer en las manos del Dios
vivo!”. He escuchado a predicador tras predicador torcer ese
versículo para que diga: “Es una cosa terrible caer fuera de
las manos de Dios”. Podría ser cierto, pero en el versículo
dice: “Es una cosa terrible caer en las manos del Dios vivo”.
En ocasiones he predicado en iglesia donde las personas han
temblado en la presencia de Dios.
Un grupo de cristianos que temblaba ante Dios eran
llamados cuáqueros1, porque literalmente temblaban en sus
reuniones, al darse cuenta de que el Dios Todopoderoso
estaba presente. Ahora se los llama la Sociedad Religiosa
1
En inglés, Quakers (tembladores). El verbo quake significa ‘temblar’.

21
de Amigos. La palabra “cuáqueros” cayó en desuso,
pero fueron los primeros cuáqueros de donde yo vivía,
en Buckinghamshire, Inglaterra, quienes salieron y
establecieron Pennsylvania, en Estados Unidos. Fue un
hombre llamado Penn, de una aldea cercana a donde
vivíamos en Inglaterra que salió y llevó el cuaquerismo a
unos de los estados del noreste de Estados Unidos. William
Penn, Pennsylvania. Era un cuáquero. Pertenecía a gente que
estaba muy consciente de la presencia de Dios. Pablo dice:
“lleven a cabo su salvación con temor y temblor, porque
Dios está obrando en ustedes”. ¿Cuándo fue la última vez
que vio a alguien llevando a cabo su salvación con temor y
temblor porque el Dios Todopoderoso estaba haciendo algo
en esa persona?
Simplemente lo comparto. Estoy enfatizando ahora un
lado de las cosas, pero es el lado que ha sido ignorado, porque
es el lado que a la gente no le gusta oír. Prometí al Señor,
cuando empecé a predicar: “Señor, quiero dar a la gente lo
que necesita escuchar, no lo que quieren escuchar”. Porque
me importa la gente a la que predico. Quiero darle a usted
lo que necesita escuchar, y estas son las cosas que necesita
escuchar. Ahora, por supuesto, esto plantea un montón de
preguntas relacionadas con la seguridad, así que permítame
tratar este tema. “¿Quiere decir, David, que no podemos estar
seguros de la salvación, que no podemos estar seguros del
amor de Dios? ¿Quiere decir que tenemos que despertarnos
cada mañana preguntándonos si estamos todavía adentro
o afuera?”. No, eso es neurótico. Yo no me levanto cada
mañana preguntando: “¿Soy salvo o no?” o “¿Seré salvo o
no?”. Dios quiere que estemos seguros de él, seguros de su
propósito en nosotros.
El Nuevo Testamento está lleno de promesas reconfortantes
para darle seguridad, pero muchos cristianos con los que
hablo están basando su seguridad en la cosa equivocada.

22
Quieren una garantía escrita en la Palabra de Dios que les dé
seguridad. Es que muchas personas no quieren ser salvadas,
pero quieren estar seguras. ¿Sabe a qué me refiero? Vienen
a la fe como si estuvieran sacando una póliza de seguro. Se
les ha preguntado: “Si muere esta noche, ¿estará en el cielo
o en el infierno?”. Como no quieren estar en el infierno,
sacan una póliza de seguro de vida. La Biblia les asegura
que están seguras. Uno no está seguro hasta que llegue, pero
puede estar seguro de que está en camino, porque nuestra
seguridad no está basada en las promesas de las escrituras.
Los primeros cristianos no tenían las escrituras, así que no
basaban su seguridad en las escrituras. La seguridad está
basada en el Espíritu; no en las escrituras, sino en el Espíritu.
Es el Espíritu mismo que da testimonio de que somos hijos de
Dios y, mientras andemos en el Espíritu, estaremos seguros
de dónde iremos. Tan pronto usted no esté andando en el
Espíritu y comience a andar por su propio camino, perderá su
seguridad. Es así como sabe que está saliéndose del camino
de Dios. Mientras se encuentre en el camino de la salvación y
el Espíritu lo esté guiando, tendrá un testimonio en su espíritu
de que está camino al cielo, y que mientras se mantenga en
el camino, lo llevará ahí. Lo estoy expresando de una manera
muy sencilla. Es como si el GPS le estuviera diciendo: “Está
en el camino correcto. Manténgase en este camino y llegará
de manera segura”. Ese es el tipo de seguridad que le ofrece
la Biblia. Es una seguridad del Espíritu Santo. Él es la fuente
de mi seguridad y, si contristo al Espíritu, la primera cosa
que desaparece es mi certeza, mi seguridad de que estoy en
el camino correcto.
Este es mi entendimiento de la seguridad. Y el testimonio
del Espíritu será confirmado por el testimonio de mi
conciencia. Si lee la primera carta de Juan, verá que aparece
muchas veces la frase “para que sepan”, y apunta primero al
Espíritu. ¿Cómo sabemos? Porque nos ha dado su Espíritu.

23
Ahí está. ¿Cómo sabemos? Porque nuestra conciencia
testifica que estamos viviendo una vida nueva. Los dos
testimonios, del Espíritu en nosotros y la conciencia en
nosotros, harán que estemos muy seguros de que estamos en
el camino al cielo. Ese es mi entendimiento de la seguridad,
y no la clase de deducción a partir de un texto que dice:
“la Biblia lo dice, yo lo creo, asunto concluido”. Eso no es
una garantía. No es la seguridad que se nos ofrece. No hay
ninguna seguridad absoluta de que lo logrará, pero de todos
modos puede estar muy seguro de estar en el camino de la
salvación que conduce al cielo.
Esa es una pregunta que me hacen cuando hablo de ser
salvo y estar seguro de ser salvo. Note que no digo: “Estamos
seguros de que hemos sido salvados”, sino “Estamos seguros
de que estamos siendo salvados”. Sabemos en nuestro
corazón, a partir de la conciencia y el Espíritu en nuestro
interior. Estoy en el camino, y llegaré ahí si me mantengo en
este camino. Es esa palabrita: si. Subráyela en la Biblia, cada
texto que tiene la palabra “si”. Por ejemplo, al principio de 1
Corintios 15, encontramos que Pablo describe los elementos
esenciales de la fe cristiana. Hay tres: la muerte de Cristo,
la sepultura de Cristo y la resurrección de Cristo. Estos son
los tres elementos fundamentales de la fe. Dice: “Este es el
evangelio que les prediqué, que ustedes recibieron y en el
cual se han afirmado. Mediante este evangelio ustedes están
siendo salvados, si se aferran a la palabra que les prediqué”.
Ese es uno de los versículos con la palabra “si”, y podría
citar muchos más que contienen esa palabrita. Dice “si”,
y siempre está seguida por una exhortación a no aflojar, a
aferrarse firmemente, a seguir adelante. Usted está en una
carrera, y no sirve de nada decir: “He comenzado la carrera,
así que tengo garantizado que la terminaré”. No, sigue
adelante hasta el final de la carrera, y llega al final de la
carrera. Es lo que hizo Jesús. Aun cuando le ocurrieron las

24
peores cosas, siguió adelante. A pesar de la vergüenza a la
que fue sometido, siguió adelante, salió adelante y terminó.
Pudo decir, en la cruz: “Está terminado”.
Recibí una profecía muchos años atrás, cuando no estaba
muy seguro acerca del futuro. Era alrededor del año 1980.
Yo era el pastor de una iglesia “exitosa” en Inglaterra, y las
cosas iban muy bien. Sabía que la iglesia tenía que avanzar,
entrar en la década del 80, pero no podía ver mi propio lugar
en ella. Fui a un retiro con unos cien pastores, y dije: “Señor,
por favor dime esta semana si seguiré liderando esta iglesia,
o si tienes otra cosa para que haga”. Ahí estaba yo. Por lo
general, un pastor en esa situación, que ha construido un
edificio nuevo, querría quedarse ahí el resto de su vida. Pero
yo quería hacer lo que quería el Señor.
Uno de los oradores de ese retiro, cuando terminó de
hablarnos, dijo: “Tengo una palabra del Señor para cuatro
hombres aquí. No sé quiénes son, pero ustedes sabrán si
son uno de los hombres a los Dios quiere hablar”. Dio tres
palabras del Señor, ninguna de las cuales tenía ningún sentido
para mí. Luego dijo: “Mi hijo, has ministrado a la medida de
tu don en el lugar donde te he puesto ciertamente. Ya no estás
restringido a quedarte en ese lugar. Pongo la tierra delante de
ti, pero hay una cosa que requiero de ti: que entregues todo
lo que falta hacer en esa iglesia en mis manos, porque es
mi iglesia, no la tuya”. Cada palabra de esa profecía estaba
atravesando mi corazón. Terminó diciendo: “Quiero que
salgas a servirme de tal forma que un día podrás mirarme a
la cara y decir: ‘Señor, lo hicimos’”.
¡Una palabra hermosa! Llevé una grabación a casa, para
que la escucharan los ancianos de la iglesia. Dije: “Se los
entrego. Creo que era para mí, pero ustedes tienen que
evaluarlo y juzgarlo. No responderé a eso a menos que
ustedes lo confirmen”. Los ancianos volvieron después y
me dijeron: “Creemos que es del Señor. Te dejaremos ir”.

25
Salí hacia lo desconocido. Sin embargo, en dos años había
hablado en doscientas ciudades y pueblos de Gran Bretaña,
y he estado viajando desde entonces. Soy un vagabundo para
el Señor, pero es algo que ha seguido. Aquí estoy. Creo en
la voluntad de Dios, pero le diré esto: no es aburrido servir
al Señor, pero es cansador. Pero creo que estoy haciendo lo
que Dios quería que hiciera.
La otra pregunta que me han hecho frecuentemente
es: ¿cómo puede usted estar seguro? ¿Cómo puede tener
seguridad bajo lo que usted está enseñando? He dicho que
creo que uno puede tener seguridad, pero no es el tipo de
garantía escrita que la gente quiere. Es una seguridad interior
del Espíritu Santo, y su conciencia le dice que está en al
camino correcto, que conduce al cielo. Si se mantiene en
ese camino, lo logrará, llegará ahí.
Otra pregunta que me hacen es sobre la predestinación.
Ahora bien, es una palabra que está en las escrituras. Creo en
la predestinación de Dios, pero las personas dicen: “Si Dios
ha predestinado algo para usted, sin duda deberá ocurrir”. No,
creo que este es un entendimiento incorrecto de la palabra
“predestinación”, tratándola igual que “predeterminación”,
que es una palabra muy diferente. Lamentablemente, muchos
no ven la diferencia. Predeterminar algo es hacer que ocurra,
forzar que ocurra. Ocurrirá si está predeterminado. Pero Dios
no predetermina, sino predestina.
¿Qué es la predestinación? Es preparar un destino para
alguien. Puedo darle una ilustración muy sencilla. Yo crecí
con la ambición de ser un granjero. Cuando terminé la
escuela, a los dieciséis años, fui a una granja y trabajé en
ella. Tal vez no lo crea, pero acostumbraba levantarme a las
cuatro de la mañana para ordeñar noventa vacas. No podría
hacerlo ahora, pero es ahí donde obtuve mi tez, ¡trabajando
al aire libre!
Bueno, disfrutaba de trabajar en la granja, y pensaba:

26
“¿Adónde me llevará esta carrera?”. Un día, mi padre me
llamó a su estudio, porque era un profesor de agricultura en
la universidad. Me dijo: “David, sé que has querido ser un
granjero, y estoy compartiendo esto contigo ahora. Cuando
cumplas veintiún años, he arreglado que arriendes una
granja para ti”. Estaba tremendamente agradecido con él
por haberlo pensado, pero le dije: “Lo lamento. No puedo
hacerlo, porque hace unas semanas mi Padre celestial me
dijo que fuera un predicador”. Había ocurrido de la siguiente
forma. Ya estaba predicando, pero no en iglesias, sino al
aire libre, en la playa, en las filas de cines, donde hubiera
personas reunidas. Mi púlpito era un viejo Jeep americano.
Lo estacionaba y me paraba atrás para predicar. Solo quería
que el mundo conociera a Jesús.
Así que llegó al punto que una mañana le dije al Señor:
“Si me dices para las doce de hoy lo que quieres que sea,
predicador o granjero, seré lo que tú quieres que sea”.
Todos mis antepasados habían sido predicadores, granjeros,
o ambas cosas, tan atrás como John Wesley. Dije: “Dime
para el mediodía de hoy, y haré lo que tú quieres”. Ese es el
tipo de guía que he encontrado muy útil, y no hago nada a
menos que Dios me lo diga claramente. Es su responsabilidad
guiarme. No es mi responsabilidad intentar leer su mente.
Es lo que pienso acerca de la guía. Le dije al Señor: “Si me
dices claramente lo que quieres que haga, lo haré. Si me dices
claramente adónde quieres que vaya, allí iré. Si me dices
claramente qué decir, lo diré. Pero tú eres mi jefe, y tienes que
decirme. Entonces sabes que lo haré”. He guardado mi lado
del trato, y él ha guardado el suyo. Es su responsabilidad.
¿A quién de ustedes, cuando va al trabajo el lunes a la
mañana, se le acerca el jefe y le dice: “Adivina lo que quiero
que hagas hoy”? No, si el jefe quiere que haga algo el lunes
a la mañana, vendrá y se lo dirá. Si no lo hace, usted supone
que quiere que haga el lunes lo que hizo el viernes, y que

27
siga a partir de donde dejó. No se mueva hasta que el Señor
se lo diga claramente. Siga haciendo lo mismo hasta que le
diga claramente: “Cambia de trabajo, cambia de lugar”, lo
que sea. He encontrado que esto es importante. Demasiados
cristianos se ponen en el lugar donde tiene que recibir guía y
tienen que hacer algo, y averiguar de alguna forma, torciendo
el brazo de Dios hasta que le diga lo que quiere que hagan. No
cambie nada hasta que él le diga. Luego cambie. Funciona
maravillosamente. Si se pone impaciente y deja su trabajo, o
deja el lugar donde está y luego trata de encontrar otra cosa
que el Señor quiere que haga, estará en problemas. No se
mueva hasta que el Señor diga: “Muévete”.
Así que esa mañana dije: “Señor, si quieres que sea un
predicador, un granjero o ambas cosas, dímelo para hoy al
mediodía”. A las diez y media estaban tomando un café con
un amigo, que también estaba trabajando en una granja, y me
miró y me dijo: “David, no terminarás detrás de un arado.
Terminarás en un púlpito”.
Dije: “Señor, eso no es suficientemente claro”. Dejé a mi
amigo, salí a la calle, en la ciudad de Newcastle, al noreste
de Inglaterra, y podría llevarlo prácticamente a la misma
piedra sobre la que estaba parado cuando me encontré con
un pastor metodista retirado que no había visto por muchos
años. Le dije: “Sr. Scott, es hermoso volver a verlo. ¿Cómo
anda?”. No contestó. Simplemente dijo: “David, ¿por qué
no estás en pastorado?”. Le dije: “Eso es suficientemente
claro, Señor”.
De modo que nunca recibí la granja que mi padre me
había preparado. Pero si la hubiera tomado siempre podría
haber dicho: “Mi padre me predestinó para ser un granjero
aquí”. ¿Entiende lo que digo? Él no lo predeterminó.
De hecho, dije no. Pero si hubiera dicho sí, podría haber
hablado de predestinación: lo que mi padre había decidido
de antemano que fuera mi destino. Eso es lo que significa

28
la predestinación. No significa que Dios me trata como un
títere y me predetermina para hacer algo. Cuando acepto
su plan, que es mucho mejor que el mío, puedo decir: “Él
predestinó”. Él preparó el plan. Yo lo acepté, y ahora sé
que, mucho antes de que lo hubiera aceptado, él lo había
planeado todo.
Cuando miro atrás a mi vida, no estoy orgulloso de muchas
cosas. Tengo cosas de las que me arrepiento. Pero su plan
para mí ha sido completamente correcto. Él me predestinó
para eso. Él tenía el plan mucho tiempo antes que yo lo
supiera, pero a los diecisiete años de edad me sometí a ese
plan y dije: “De acuerdo, Señor, haré lo que tú quieres”.
No me arrepentimiento en absoluto de eso. De hecho, no
cambiaría de lugar con nadie. Es hermoso llegar al final de
la vida y darse cuenta de que uno se mantuvo en el plan que
Dios tenía para nosotros. Él adapta el plan para cada persona,
y puedo ver que aun antes de que hubiera aceptado su plan,
me estaba preparando para él. Cuando era un granjero joven
teníamos lo que llamamos el Club de Granjeros Jóvenes.
Tenían competencias de discursos, y comencé a aprender a
hablar en público antes que me convirtiera en cristiano. Dios
estaba usando los debates del Club de Granjeros Jóvenes
para prepararme para hablar de manera clara y convincente.
Puedo ver que él tenía el plan. Estaba preparándome a mí
para el plan, y estaba preparando el plan para mí.
Esto es predestinación, y me encanta, pero no es
predeterminación. Él no me forzó a hacerlo. Yo podría
haberlo resistido. Podría haber dicho no a mi Padre celestial
y sí a mi padre terrenal, y sería un granjero ordeñando vacas
ahora. No me arrepiento, porque la agricultura se ha vuelto
una actividad realmente problemática en nuestro país.
Muchos granjeros se han suicidado, porque les resulta difícil
mantenerse. Pero no es por esa razón que no lo lamento. No
lamento ser un granjero porque me encantaba, lo disfrutaba,

29
pero igual no volvería para tomar ninguna otra decisión. Así
que la predestinación encaja también.
Debo ir terminando. El temor del Señor es parte de
nuestro caminar con Dios. Un día, cuando seamos perfectos
en amor, todo el temor se irá. No habrá ninguna necesidad
de él. El amor perfecto echa fuera el temor, pero mientras
nuestro amor es imperfecto, hay un temor sano de no llegar.
Eso no me convierte en un neurótico. No me levanto cada
mañana preguntándome si soy un cristiano, pero sé que si
me salgo de ese camino de Dios y mi seguridad empieza
a desaparecer, gracias a Dios que me advierte, volveré al
camino rápidamente.
Fue por esa razón que John Bunyan escribió un libro
llamado El progreso del peregrino. Espero que lo lea. Él
veía la vida cristiana como un Camino, un sendero. Había
personas que comenzaban en ese camino y se salían de él.
Cuando Peregrino llega al río Jordán, al final del camino, ve
la Ciudad Celestial a la distancia, y se da cuenta que todo lo
que necesita hacer es cruzar ese río, tiene un amigo con él.
Ese amigo mira al río en vez de la ciudad, y dice: “Ese río
es profundo y es oscuro. No me gusta intentar cruzarlo”. El
amigo gira a la izquierda, y hay un sendero que se aleja. El
amigo deja a Peregrino y sigue por el sendero. John Bunyan
escribe lo siguiente: “Vi entonces que hay un camino al
infierno aun desde las puertas del cielo”. Fue de aquí que
obtuve el título de mi libro, The Road to Hell (El camino al
infierno). Aun al final del peregrinaje usted todavía puede
salirse del camino. Tal vez cuando llegue a mi edad, tiene que
tener el doble de cuidado de no aflojar y salirse del camino,
para terminar triunfantemente.
Mi escritor de himnos favorito es Charles Wesley. Sus
himnos están llenos de las escrituras. En una estrofa de
ocho líneas puede hacer referencia a dieciséis versículos de
la Biblia. Él estaba empapado en la Biblia, y tenía un gran

30
don para la poesía. Alguien me dijo una vez: “Si no puedes
encontrar un himno de Charles Wesley para que la gente
cante lo que has predicado, tendrás que preguntar: ‘¿Debería
haber predicado sobre eso?’”. Cubrió toda la Biblia en seis
mil canciones maravillosas. Hemos perdido la mayoría de
ellos, pero hay una canción bastante corta que escribió.
Quiero citarla para demostrar que he estado enseñando lo
correcto, porque él escribió un himno sobre el tema.

Señor, con temblor confieso,


De gracia puedo caer lejos
La sal sabor puede perder
Y nunca volverlo a tener
Para que éste no sea mi fin
Ata siempre mi alma a ti
Guíame al monte sublime
Por el amor más humilde.2

Ese es mi mensaje. Me temo que la enorme mayoría de los


predicadores evangélicos no predicarían lo que he enseñado
aquí. Pere usted no lo crea porque yo lo he dicho. No diga:
“¿Sabe lo que dice David Pawson?”. ¡No se atreva a usar
mi nombre! Estudie la Palabra de Dios. Métase en la Biblia
y averigüe si lo que le he dicho se encuentra ahí. Luego
vaya y diga a la gente lo que dice la Biblia, lo que dice la
Palabra de Dios.

2
Ah Lord, with trembling I confess, A gracious soul may fall from
grace; / The salt may lose its seasoning power, And never, never, find
it more. / Lest that my fearful case should be, Each moment knit my
soul to thee; / And lead me to the mount above, Through the low vale
of humble love.

31
32
ACERCA DE
DAVID PAWSON
David es un orador y autor con una fidelidad intransigente a las
Sagradas Escrituras, que trae claridad y un mensaje de urgencia a los
cristianos para que descubran los tesoros ocultos en la Palabra de Dios.
Nació en Inglaterra en 1930, y comenzó su carrera con un título en
Agricultura de la Universidad de Durham. Cuando Dios intervino y
los llamó al ministerio, completó una maestría en Teología en la
Universidad de Cambridge y sirvió como capellán en la Real Fuerza
Aérea durante tres años. Pasó a pastorear varias iglesias, incluyendo
Millmead Centre, en Guildford, que se convirtió en modelo para
muchos líderes de iglesia del Reino Unido. En 1979 el Señor lo llevó
a un ministerio internacional. Su actual ministerio itinerante está
dirigido principalmente a líderes de iglesia. David y su esposa Enid
viven actualmente en el condado de Hampshire, Inglaterra.
A lo largo de los años ha escrito una gran cantidad de libros, folleto
y notas de lectura diarias. Sus extensas y muy accesibles reseñas de
los libros de la Biblia han sido publicadas y grabadas en “Unlocking
the Bible” (Abramos la Biblia). Se han distribuido millones de copias
de sus enseñanzas en más de 120 países, proveyendo un sólido
fundamento bíblico.
Es considerado como “el predicador occidental más influyente de
China” a través de la transmisión de su exitosa serie “Unlocking the
Bible” a cada provincia de China por Good TV. En el Reino Unido, las
enseñanzas de David se transmiten habitualmente por Revelation TV.
Incontables creyentes de todo el mundo se han beneficiado
también de su generosa decisión en 2011 de poner a disposición
sin cargo su extensa biblioteca audiovisual de enseñanza en
www.davidpawson.org . Hemos cargado también hace poco todos
los videos de David a un canal dedicado en www.youtube.com

VEA EN
YOUTUBE
ABRAMOS LA BIBLIA
Una reseña única del Antiguo y el Nuevo Testamento del
internacionalmente aclamado orador y autor evangélico David
Pawson. Abramos la Biblia abre la palabra de Dios de una forma
fresca y poderosa. Pasando por alto los pequeños detalles de los
estudios versículo por versículo, expone la historia épica de Dios y
su pueblo en Israel. La cultura, el trasfondo histórico y las personas
son presentados y aplicados al mundo moderno. Ocho volúmenes
han sido reunidos en una guía compacta y fácil de usar que cubren
el Antiguo y el Nuevo Testamento en una única edición gigante. El
Antiguo Testamento: Las instrucciones del fabricante (Los cinco libros
de la Ley), Una tierra y un reino (Josué, Jueces, Rut, 1-2 Samuel,
1-2 Reyes), Poesías de adoración y sabiduría (Salmos, Cantares,
Proverbios, Eclesiastés), Declinación y caída de un imperio (Isaías,
Jeremías y otros profetas), La lucha por sobrevivir (1-2 Crónicas y los
profetas del exilio) – El Nuevo Testamento: La bisagra de la historia
(Mateo, Marcos, Lucas, Juan y Hechos), El decimotercer apóstol
(Pablo y sus cartas), A la gloria por el sufrimiento (Apocalipsis,
Hebreos, las cartas de Santiago, Pedro y Judas).
JESÚS
LAS SIETE
MARAVILLAS
DE SU
HISTORIA

Este libro es el resultado de toda una vida de contar “la más grande
historia jamás contada” por todo el mundo. David la volvió a narrar
a varios cientos de jóvenes en Kansas City, EE.UU., que escucharon
con un entusiasmo desinhibido, “twiteando” por Internet acerca de
este “simpático caballero inglés” mientras hablaba.
Tomando la parte central del Credo de los Apóstoles como marco,
David explica los hechos fundamentales acerca de Jesús en los
que está basada la fe cristiana de una forma fresca y estimulante.
Tanto los cristianos viejos como nuevos de beneficiarán de este
llamado a “volver a los fundamentos”, y encontrarán que se vuelven
a enamorar de su Señor.

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EXPLICANDO

David Pawson tiene un ministerio


de enseñanza mundial,
especialmente para líderes de
iglesia. Es conocido por muchos
por programas de radio y
televisión cristianos, además de
ser autor de numerosos libros.

Cada libro de la serie Explicando


examina algún aspecto importante
de la fe cristiana, y está escrito de tal
forma que presenta el mensaje de la
Biblia de una forma clara y sencilla.
En este libro, David Pawson
enseña lo que la Biblia dice
acerca de ser salvos.

Anchor Recordings Ltd


www.davidpawson.com

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