Act. Fito
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PROCARIONTES
Introducción
Dos clases de procariontes ocasionan enfermedades en las plantas: las bacterias, que
tienen membrana celular y una pared celular rígida y, con frecuencia, uno o más
flagelos, y los mollicutes, u organismos semejantes a microplasmas (MLO), los
cuales carecen de pared celular y sólo poseen una membrana unitaria típica. Las
bacterias fUopatógenas se han conocido desde 1882; son, con mucho, el grupo más
grande de procariontes fitopatógenos, causan varios síntomas de enfermedad en las
plantas y son los procariontes fitopatógenos que mejor se conocen. Aún así, algunos
tipos de bacterias fitopatógenas, como las bacterias fastidiosas vasculares, que por
varios años se pensó que eran organismos semejantes a las rickesttsias, sólo pudieron
descubrirse hasta 1972, de ahí que sus propiedades y relaciones con las demás bacterias
sean poco conocidas. A continuación se muestra una clasificación general de los grupos
de procariontes fitopatógenos:
La mayoría de las bacterias fítopatógenas tienen forma de bastón (figuras 12-1 y 12-2);
la única excepción es Slreptomyces, que es filamentosa. Los bastones son, más o menos
cortos y cilindricos y, en los cultivos jóvenes, tienen una longitud que va de 0.6 a 3.5
um y un diámetro de 0.5 a 1.0 |om. En los cultivos viejos o en las altas temperaturas, los
bastones de algunas especies son mucho más largos e incluso pueden tener forma
filamentosa. En ocasiones se dan variaciones de la forma de bastón en forma de una
maza, una Y o una V y otras formas ramificadas, incluso algunas bacterias, en
ocasiones, pueden encontrarse dispuestas en pares o en cadenas cortas.
Las paredes celulares de la mayoría de las especies de bacterias están cubiertas por un
material viscoso y gomoso que puede ser delgado (caso en el cual se le denomina "capa
mucilaginosa") o denso, formando una masa relativamente amplia en tomo a la célula
(en cuyo caso se le denomina "cápsula"). La mayoría de las bacterias fítopatógenas
poseen delicados flagelos en forma de filamentos que a menudo son considerablemente
más largos que las células que los formaron. En algunas especies bacterianas, cada
bacteria presenta un solo flagelo, mientras que otras poseen un ramillete de flagelos en
uno de sus extremos: algunas tienen un flagelo simple o un ramillete de ellos en cada
extremo y todavía otras poseen flagelos perítricos, es decir, distribuidos sobre toda su
superficie.
En las especies filamentosas de Slreptomyces, las células constan de filamentos
ramificados cenocíticos (no septados), los cuales a menudo tienen forma espiral y
producen conidios en cadena sobre hifas aéreas.
Reproducción
Las bacterias fitopatógenas en forma de bastón se reproducen mediante el proceso asexual
conocido como "fisión binaria" o "fisión". Ésta se reproduce por la invaginación de la
membrana citoplásmica hacia la parte central de la célula, formando un tabique
membranoso transversal que divide al citoplasma en dos partes aproximadamente iguales.
Durante el proceso se secretan o sintetizan dos capas del material de la pared celular
(continuando con la pared celular externa), entre las dos capas de la membrana. Cuando
concluye la formación de dichas paredes celulares, las dos capas se separan, dando como
resultado un par de células.
Mientras que la pared celular y el citoplasma están sufriendo fisión, el material nuclear se
organiza en una estructura circular en forma de cromosoma, la cual se autoduplica y se
distribuye por partes iguales entre las dos células formadas a partir de la célula en división.
células.
Las bacterias se reproducen a una velocidad sumamente rápida. En condiciones
favorables, las bacterias pueden dividirse cada 20 minutos, de ahí que una bacteria se
divida en dos, dos en cuatro, cuatro en ocho y así sucesivamente. A esta velocidad, una
sola bacteria podría producir un millón en 10 horas. Sin embargo, debido a la
disminución del suministro alimenticio, a la acumulación de desechos metabóücos y a
otros factores limitantes, la reproducción se retarda y puede finalmente cesar. No
obstante, las bacterias alcanzan enormes números en un corto tiempo y producen
cambios químicos considerables en su ambiente. Son estos cambios ocasionados por las
grandes poblaciones de bacterias, lo que las hace tener un gran significado en el mundo
biológico en general y en el desarrollo de enfermedades bacterianas de las plantas en
particular.
Ecología y diseminación
La mayoría de las bacterias fitopatógenas se desarrollan principalmente como
organismos parásitos en las plantas hospederas y parcialmente en el suelo como
saprofitos. Sin embargo, hay grandes diferencias entre especies, en cuanto al grado de
desarrollo en uno u otro ambiente.
Algunas bacterias patógenas, tales como Erwinia amylovora, que produce el tizón de
fuego, producen sus poblaciones en la planta hospedante, mientras que en el suelo su
número disminuye con rapidez y a menudo no participa en el avance de la
enfermedad de una estación a otra. Estos patógenos han desarrollado ciclos de
infección sostenidos de planta en planta, con frecuencia a través de insectos vectores
y, ya sea debido a la naturaleza perenne del hospedante a la asociación que se
establezca entre las bacterias y sus órganos de propagación vegetativa o semilla, han
perdido los requerimientos necesarios para sobrevivir en el suelo.
Cuando habitan en el suelo, las bacterias viven principalmente sobre los órganos
vegetales y con menos frecuencia libres o saprofitamente o en su mucílago
bacteriano natural, el cual las protege de varios factores adversos. Las bacterias
pueden sobrevivir también en o sobre las semillas, otros órganos de las plantas o
insectos que se encuentran en el suelo. Sobre las plantas, las bacterias pueden
sobrevivir epifíticamente en yemas, en heridas, en sus exudados o en el interior de
varios tejidos u órganos que infectan (figura 2-9).
La diseminación de las bacterias fitopatógenas de una planta a otra o a otras partes
de la misma
, se lleva a cabo principalmente a través del agua, los insectos, diversos animales y
el hombre (figura 2-8). Aún bacterias que poseen flagelos se desplazan sólo a
distancias muy cortas. La lluvia, por su efecto "de lavado" o salpicador, lleva y
distribuye bacterias de una planta a otra, de uno de sus órganos a otro y del suelo a
las partes inferiores. El agua también lleva y separa bacterias que se encuentran
sobre o en el suelo hasta otras áreas donde puede haber plantas hospedantes. Los
insectos no sólo llevan las bacterias hasta las plantas, sino que las inoculan en ellas
al introducirlas en determinadas zonas, donde casi siempre se desarrollan. En
algunos casos las bacterias fitopatógenas persisten también en los insectos y
dependen de ellos para sobrevivir y diseminarse. En otros casos, los insectos son
importantes, aunque no esenciales, en la diseminación de ciertas bacterias
fitopatógenas. Los pájaros, conejos y otros animales que frecuentan o se mueven
entre las plantas, pueden ser también portadores de las bacterias. El hombre
contribuye a la diseminación local de las bacterias cuando manipula plantas o realiza
prácticas de cultivo, pero también las lleva a grandes distancias al transportar plantas
infectadas u órganos de ellas, hasta otras áreas nuevas o al introducir tales plantas de
otras partes. En los casos en que las bacterias infectan a las semillas de sus plantas
hospedantes, pueden ser llevadas en o sobre ellas a distancias variables mediante
cualquiera de los agentes de dispersión de las semillas.
Identificación de bacterias
Las principales características de los géneros de bacterias fitopatógenas (figura 12-3)
son las siguientes:
Agrobacterium. Las bacterias tienen forma de bastón y sus dimensiones son de 0.8 x 1.5
a 3 |jm. Se desplazan por medio de 1 a 4 flagelos perítricos; cuando presentan un solo
flagelo, éste con frecuencia es más lateral que polar. Cuando crecen en medios que
contienen carbohidratos, estas bacterias producen un abundante mucilaginoso
polisacárido. Las colonias no presentan pigmentación y usualmente son lisas. Estas
bacterias son habitantes del suelo y de la rizósfera.
Xanlhotnonas. Bastones rectos, con dimensiones de 0.4 a 1.0 x 1.2 a 3 um. Se desplazan
por medio de un flagelo polar. Cuando se desarrolla en un medio de agar a menudo son
de color amarillo. La mayoría de ellas crecen muy lentamente. Todas las especies son
fitopatógenas y se encuentran sólo en asociación con plantas o con órganos de éstas.
Se han producido medios de cultivo diferenciales en los que es posible separar a los
géneros anteriores.
El género Streptomyces puede distinguirse con facilidad de los demás géneros de
bacterias debido a su micelio bien desarrollado y muy ramificado y a sus cadenas de
conidios enrolladas. Sin embargo, la identificación de las bacterias que pertenecen a
los géneros con forma de bastón en un proceso mucho más difícil y complicado y al
efectuarlo deben tomarse en consideración no sólo las características visibles como
tamaño, forma, estructura y color, sino también las propiedades desconocidas tales
como su composición química, reacción antigénica, versatilidad nutricional, acción
enzimática, patogenicidad, susceptibilidad a ciertos virus (bacteriófagos) y su
desarrollo en medios de cultivo selectivos.
Las necesidades nutricionales de las células bacterianas se estudian para registrar las
sustancias que dichos organismos pueden utilizar o no para nutrirse. Las hidrolasas
extracelulares, es decir, las enzimas producidas cuando las bacterias crecen en
ciertos medios, son características determinantes importantes.
identificación rápida y precisa de las bacterias, y han tenido mucha demanda en los
últimos años. El uso de esos métodos se ha generalizado en fitopatología conforme ha
ido aumentando la disponibilidad de antisueros específicos por especie y patovares.
En algunos casos, en los que se cuenta con bacteriófagos específicos, las especies y
cepas bacterianas pueden identificarse con base en los bacteriófagos, (virus) que las
infectan.
Las bacteriocinas son sustancias proteínicas sumamente específicas que inhiben y lisan
sólo a ciertas cepas de bacterias indicadoras. Estas sustancias se asemejan a los
bacteriófagos en muchos aspectos, pero difieren de ellos principalmente en que no se
producen en células bacterianas hospedantes. Su producción está genéticamente
controlada por el DNA extracromosómico (los plasmidos), que se duplica con el
cromosoma bacteriano y persiste durante él tiempo en que sobrevive la cepa
bacteriocinogénica.
Los antibióticos se han utilizado en los últimos años para combatir algunas
enfermedades bacterianas y los resultados obtenidos son alentadores. Algunos
antibióticos son absorbidos por la planta y distribuidos sistémicamente. Pueden
aplicarse en forma de aspersiones o como baños para transplantes.
Sin embargo, hasta ahora, este método de control de las enfermedades bacterianas no se
ha desarrollado lo suficiente, de ahí que no pueda utilizarse para combatir cualquier tipo
de enfermedad bacteriana en el campo, aunque las investigaciones en este campo
pueden resultar extremadamente valiosas en un futuro no muy lejano.