La Cohesion Textual
La Cohesion Textual
La Cohesion Textual
LA COHESIÓN TEXTUAL
La cohesión textual hace referencia a las articulaciones gramaticales del texto. Las oraciones que conforman
un discurso no son unidades aisladas e inconexas, puestas una al lado de otra, sino que están vinculadas o
relacionadas con medios gramaticales diversos (puntuación, conjunciones, artículos, pronombres, sinónimos,
entonación, etc.), de manera que conforman entre sí una imbricada red de conexiones lingüísticas, la cual hace
posible la codificación y descodificación del texto. Con esta pequeña noción se da inicio al tratamiento minucioso de
la cohesión textual, para lo cual, en principio, es necesario elucidar su relación con la coherencia, de manera que no
surjan ideas confusas sobre la naturaleza de estas dos propiedades textuales.
1. RELACIÓN ENTRE COHESIÓN Y COHERENCIA
El primer problema existente a la hora de estudiar la coherencia textual es la aparente oposición
cohesión/coherencia y las discrepancias existentes entre los autores a la hora de definirlas y contrastarlas. La
cohesión nace como la manifestación superficial de la continuidad de la secuencia textual y como tal parece
contraponerse a la coherencia, concepto que se emplea para referirse a la relación de las ideas del texto. Pero
cohesión y coherencia son dos condiciones estrechamente unidas, por lo que los estudiosos del tema las abordan
simultáneamente, aunque establecen distintos grados de relación. Así, De Beaugrande y Dressler (1981: 13) nos
dicen que aunque actúan simultáneamente en el texto, lo hacen con autonomía. En otros casos, los lingüistas
consideran los fenómenos tan independientes que consideran posible encontrar un texto coherente que carezca de
cohesión y viceversa. Así, Gonzales Pérez (2003) afirma que el contexto permite considerar coherentes textos sin
marcas explícitas de cohesión y presenta el siguiente ejemplo: a) La ventana estaba abierta. Hacía mucho frío. b) La
ventana estaba abierta. Hacía mucho calor. La segunda oración en ambos textos tiene significado completamente
contrario y los dos son aceptables. Ambos textos carecen de marcadores discursivos; tampoco hay en ellos
fenómenos de redundancia, anáfora o deixis propios dela cohesión, ni redundancias semánticas que enlacen las dos
oraciones que componen los dos textos. Se podría decir que la causa de que los dos textos posean la cualidad de la
coherencia resulta de nuestro conocimiento del mundo: sabemos que en el mundo existen dos variables respecto a
la temperatura exterior (calor/frío) que coinciden con el clima o ambiente de cada lugar y con las estaciones del año.
Según esto a) es perfectamente interpretable y provoca la inferencia contraria a b), esto es, “es invierno” o “estamos
en un lugar de clima frío” o “hace frío”, frente a “es verano” o “estamos en un lugar de clima caluroso” o “hace calor”,
pero esta razón, que deja el concepto de coherencia en manos del oyente, no parece que pueda explicar totalmente
por qué no son contradictorias las oraciones anteriores. Si aceptamos que el conocimiento del mundo es el que guía
nuestra interpretación de los textos, los significados totales de los mismos serían innumerables y no necesariamente
compartidos por todos los hablantes. La coherencia textual, más que con el empleo adecuado de los elementos
cohesivos tiene que ver con la manera de desarrollar la información contenida en un texto. En esta idea de que la
cohesión por sí sola no es garantía de coherencia insisten también otros autores. Mederos (1988, 24), en su obra
Procedimientos de cohesión en español, nos dice que puede existir cohesión sin coherencia: «La cohesión
proporciona una trabazón entre oraciones, pero en ningún caso garantiza por sí sola la coherencia de un texto”.
Sin embargo, la mayoría de los autores perciben una relación evidente entre la expresión de la cohesión y la
coherencia. En este sentido, Halliday y Hasan las consideran, aunque diferentes, complementarias, ya que las dos son
condiciones necesarias para lograr la textura y explicar la unidad del texto (Halliday y Hasan, 1976, 23). La cohesión
establece relaciones semánticas en el texto mediante mecanismos lingüísticos como la referencia, la sustitución, la
elipsis, la conjunción o el léxico (Halliday y Hasan, 1976,13) y es esencial para lograr la coherencia. En la misma línea,
Salomón Marcus (1980:106), citado por Bernárdez, señala lo siguiente: “Coherencia significa…una cierta capacidad
de actuar como unidad, mientras que la cohesión se refiere a la existencia de conexión entre las diferentes partes. La
coherencia es de naturaleza más bien semántica, nos remite a un cierto significado global del texto; la cohesión
parece dominada por aspectos sintácticos y relacionales entre los componentes. Sin embargo, sería imprudente y
simplista considerar la coherencia como fenómeno exclusivamente semántico y la cohesión como exclusivamente
sintáctico”.
En ese sentido, se observa que coherencia y cohesión comparten el hecho de ser solidariamente
responsables de la construcción del sentido de un texto. “El texto no es coherente porque las frases que lo
componen guardan entre sí determinadas relaciones, sino que estas relaciones existen precisamente debido a la
coherencia del texto” (Bernárdez, 1982). Lo realmente importante es que coherencia y cohesión son recursos de los
que dispone el sistema lingüístico para crear textura y en último término, para crear texto, y la integración de ambos
dentro de un mismo proceso es, en definitiva, mucho más productivo que tratarlos como conceptos contrapuestos o,
al menos, separados(Chueca Moncayo:2002).
2. DEFINICIÓN
La mayoría de manuales de redacción textual denominan cohesión a la propiedad por la cual los enunciados
de un texto se relacionan correctamente desde un punto de vista léxico y gramatical. La cohesión se pone de
manifiesto en los textos por medio de diversos procedimientos, que pueden ser léxicos, si atienden a las palabras y
sus significados, y gramaticales, si se emplean recursos morfosintácticos. Sin embargo, las concepciones en torno a la
cohesión son diversas: están los estudiosos que abordan esta propiedad desde una perspectiva semántica, y aquellos
que la conciben desde una postura sintáctico-semántica. Por ello, a fin de tener una visión clara y global de la razón
de ser de la cohesión, a continuación se contrastan y se comentan sus múltiples definiciones desde las dos
perspectivas. El término «cohesión» se incorpora a la terminología lingüística como el vocablo utilizado para referirse
al mecanismo de relación oracional a raíz del trabajo de 1976 de Halliday y Hasan Cohesion in English, en el cual se
dan algunas de las claves que han servido posteriormente como punto de partida para la definición de la cohesión.
Estos autores, a partir de una concepción semántica, entienden la cohesión como las relaciones de significado que
permiten que un texto se considere «texto» y no una serie inconexa de oraciones (Halliday y Hasan, 1976, 26). En
este sentido, la cohesión es una relación de carácter semántico y por ello, a pesar de que tiene una realización léxico
gramatical, no está condicionada de ninguna forma por la estructura gramatical. Halliday y Hasan afirman que la
cohesión es el único medio de explicar las relaciones entre las oraciones de un texto, aunque no niegan la existencia
para algunos géneros o registros, de una estructura del discurso que organice las oraciones del párrafo o del texto. En
concreto, los autores definen la cohesión como el conjunto de relaciones semánticas que se crean en el texto y por
las que la interpretación de un elemento del texto depende de otro. En concordancia con los autores mencionados,
Vásquez de Aprá (2004) asegura que la cohesión es la manifestación de las relaciones semánticas, las cuales pueden
realizarse a través de los elementos gramaticales y lexicales de una lengua. En la misma línea, Mederos (1988:22),
citado por Álvarez de Mon y Rego, afirma que la cohesión es el mecanismo de trabazón oracional, pero en ningún
caso, la garantía de la coherencia textual. En tal sentido, este autor define la cohesión como el conjunto de medios
lingüísticos empleados para conectar semánticamente algo que aparece en una oración con algo que normalmente
ha aparecido antes. En definitiva, la cohesión permite enlazar y contextualizar las oraciones del texto (Mederos
(1988:12). Este autor, en coincidencia con Halliday y Hasan (1976), afirma que la cohesión no es un fenómeno
exclusivamente supraoracional; se trata simplemente de una relación semántica a la que le son indiferentes los
límites oracionales. Existen relaciones de cohesión tanto intraoracionales como extraoracionales, aunque son estas
últimas las que interesan a la hora de lograr la cohesión textual. Una de las aportaciones del trabajo de Mederos es la
percepción de que los cinco procedimientos de cohesión que distinguían Halliday y Hasan pueden agruparse en dos
tipos diferentes: la anáfora y la conexión. La anáfora reúne aquellos casos en que la relación de cohesión se establece
entre los componentes de las oraciones, y la conexión, en cambio, existe cuando la relación se establece globalmente
entre las oraciones. Por su parte, Louwerse (2004) aplica el término cohesión para las indicaciones textuales a partir
de las que debería construirse una representación coherente, es decir, es un rasgo del texto a través del cual se
desvela el significado del mismo. Entonces, la cohesión es una propiedad del texto, inherente a la coherencia y
reflejada en las pistas que el autor da para comprender el mensaje; estas pistas están dadas por la abundancia o
carencia deliberada en el empleo de los conectores, sin embargo, puede presentarse o no de acuerdo a la naturaleza
del destinatario al que va dirigido el mensaje, de este modo un lector poco avezado requerirá una mayor cantidad de
conectores textuales para comprender la totalidad del mensaje, mientras uno más experimentado inferirá si los datos
se concatenan mediante conexiones de tipo referencial, temporal, espacial, causal o aditiva. Finalmente, dentro de
esta postura semántica tenemos a Calsamiglia y Tuson(1999:230), quienes señalan que “la cohesión se da en el orden
interior del texto y funciona como un conjunto de enlaces intratextuales para establecer las relaciones semánticas
que precisa un texto para constituirse como unidad de significación”. Estos autores, al destacar la importancia de la
cohesión para alcanzar la unidad de significación en un texto, están poniendo de manifiesto la estrecha relación entre
coherencia y cohesión. De tal forma se puede afirmar que la cohesión propicia la coherencia y que, aun cuando la
cohesión no constituye condición suficiente para que un texto se erija como tal, el uso de elementos cohesivos le da
mayor legibilidad al texto, ya que estos permiten que se establezcan relaciones de organización y sentido entre los
elementos lingüísticos que lo componen. Desde una perspectiva sintáctico-semántico, Aragón Plaza(2000), al hablar
de cohesión, considera que hay que detenerse en aquellos aspectos del texto relativos a su forma externa, a su
estructura superficial, las cuales están basadas en los mecanismos contemplados en el sistema lingüístico: la palabra
y su poder asociativo, sus relaciones morfológicas y semánticas, las construcciones sintácticas, la conexión entre
oraciones, etc., es decir, la conexión de elementos en la oración y la conexión de secuencias oracionales, mediante
conectores supraoracionales. Líneas más adelante, el mismo autor señala que podemos relacionar la coherencia con
la estructura profunda y la cohesión con la estructura superficial, la coherencia está más cerca de lo latente y la
cohesión de lo patente. La cohesión es a la coherencia lo que el medio al fin, es el procedimiento que se sigue para
conseguir un efecto muy concreto, la coherencia, que se establece sobre todo a partir de dos mecanismos de
cohesión, la anáfora y la conexión (relación entre partes globales de un texto a través de conectivos, conjunciones,
locuciones, etc.) con una base cognitiva, gracias a la cual el uso de los recursos cohesivos depende de factores
asociados con la memoria a corto plazo. Beaugrande yDressler (1997), citado por Arellano García y Díaz Blanca,
plantean que la cohesión constituye una (la primera) de las siete normas de textualidad. Indica la manera como se
conectan los componentes del texto de manera superficial y puede darse en el interior de un sintagma, de una
oración o entre las oraciones; con lo cual se establecen redes de relación gramatical entre los elementos textuales.
Esta red de relaciones orienta los procesos cognitivos que permiten la interpretación del texto. Estos autores
distinguen dos tipos de elementos que instauran la cohesión en un texto:1) Los elementos cohesionadores que
actúan en segmentos cortos, es decir, unidades sintácticas muy homogéneas (sintagmas, cláusulas, oraciones). En
este caso, la cohesión se consigue hilvanando los elementos mediante relaciones de dependencia gramatical de corto
alcance.2) Los mecanismos cohesionadores que afectan a segmentos más largos. En fragmentos textuales más
extensos, la acción cohesiva principal consiste en establecer los mecanismos mediante los cuales los elementos y los
patrones utilizados previamente en el discurso puedan reutilizarse, modificarse o comprimirse. Los procedimientos
que satisfacen esta función operan a largo alcance y lo hacen mediante la repetición, la sustitución, la elisión y la
conexión. Dentro de la misma perspectiva, Alcón Soler (2002) menciona que: “la cohesión se refiere a las relaciones
sintáctico-semánticas que se establecen entre los elementos formales de la frase y del texto, siendo las principales
formas de cohesión la referencia y la conexión”.
En la misma línea, Martínez Hernández (2006) manifiesta que: “la cohesión tiene que ver con los diferentes
tipos de relaciones lingüísticas, que ordenan y ensamblan las diferentes partes del texto, dotándolo de la necesaria
unidad y coherencia informativa”. Esto es, que un texto está cohesionado cuando contiene determinadas marcas
formales que permiten interpretaciones específicas de cada uno de los fragmentos que les preceden o les siguen. De
esta manera conducen al lector a la significación global del texto. La cohesión se da tanto entre las oraciones
constituyentes como entre los párrafos constituyentes del texto, y para ello emplea procedimientos de diversa
naturaleza: relaciones semánticas entre palabras utilizadas, repeticiones de vocablos, de significados, elipsis, deixis,
sustituciones pronominales, concordancias verbales y especialmente los llamados marcadores discursivos (Martínez:
2006). Veamos algunos ejemplos para entender mejor lo dicho:
Entró en la alcoba de la vidente. La moribunda yacía en la cama con los ojos cerrados, cubierta de mantas
hasta el mentón. A pesar de ello, Onofre se percató de lo vieja que era Micaela Castro a la luz de la candela que
bailaba en una triste alcuza atornillada a la cabecera del lecho.
Las tres oraciones quedan unificadas en primer lugar por contener expresiones alusivas a un mismo espacio,
una habitación: la alcoba, yacía en la cama, manta, alcuza y cabecera del lecho. La primera y tercera oración
coinciden además con el sujeto, de ahí la concordancia verbal (entró, se percató). Por último, como introductor de la
tercera oración aparece la locución a pesar de ello, que si de un lado reproduce lo expresado en la oración anterior
gracias al pronombre ello, de otro conecta las dos oraciones con un sentido adversativo. Se observa que las cuatro
últimas definiciones dan a entender que la cohesión está explícitamente revelada a través de marcas lingüísticas en la
estructura lingüística superficial del texto. Por ello, tiene carácter lineal, ya que se manifiesta en la organización
secuencial de un texto. Su naturaleza es semántica-sintáctica y contribuye en gran medida a la interpretación textual.
En general, de acuerdo a las diferentes concepciones dadas, la cohesión se considera como un encadenamiento,
como una textura de relaciones. Estas relaciones hacen posible por una parte, la progresión textual (tanto del
contenido como de las secuencias sintácticas) y, por otro, aseguran la continuidad por medio de algunos
procedimientos característicos como, por ejemplo, la repetición o la sustitución de elementos en la linealidad del
texto. Asimismo, la cohesión es el modo como los elementos que constituyen la superficie textual se relacionan entre
sí, la forma como los enunciados se combinan para asegurar el desenvolvimiento del texto. Ella pone de manifiesto la
relación y la continuidad que puede existir entre las diferentes partes de un texto. Esta continuidad es la que hace
posible que los destinatarios puedan encontrar las piezas gramaticales o léxicas faltantes indispensables para la
comprensión del mensaje. En concreto, La cohesión, garantiza que el sentido del texto aparezca en oraciones
conectadas y relacionadas que se hacen visibles en la linealidad mediante un conjunto de índices, como los
pronombres, los anafóricos y catafóricos, los marcadores de tiempo y modo, el orden de las palabras.
3. MECANISMOS DE COHESIÓN
Las propuestas de clasificación y organización de los fenómenos cohesivos son numerosas y divergentes. A
partir de la clasificación de Halliday y Hassan en cinco tipos de enlaces cohesivos: sustitución, elipsis, referencia,
conjunción y cohesión léxica; han sido numerosas las propuestas y los criterios de organización. Halliday y
Hasan(1976)plantean la existencia de dos tipos de lazos cohesivos y, en consecuencia, de dos tipos de cohesión:
cohesión lexical y cohesión gramatical; en este sentido, son la gramática y el vocabulario los dos niveles del lenguaje
sobre los que sostiene dicha propiedad. Martínez (1994:35-72) hace una interesante síntesis, adaptada al español, de
lo postulado por dichos autores.
a) Cohesión lexical: consiste en conectar semánticamente expresiones léxicas relacionadas, bien sea por
identidad, oposición, inclusión o por continuidad, con el fin de referirse a una misma realidad sin emplear
necesariamente las mismas palabras. Incluye dos procedimientos principales: la reiteración y la coocurrencia. La
reiteración, a su vez, agrupa la sinonimia, la repetición, la superordenación y la generalización. Por su parte, la
coocurrencia tiene que ver con la forma como las palabras se vinculan unas con otras, estableciendo redes de
significado que le dan sentido al texto.
b) Cohesión gramatical: consiste en aquellos recursos generalmente de carácter gramatical, que posee una
lengua para relacionar ciertas unidades con otras que tienen un significado idéntico o parcialmente similar, sin tener
que hacer uso de la repetición. Incluye la referencia, la sustitución y la elipsis. La referencia, a su vez, puede ser de
dos tipos: exofórica, aquella que permite relacionar elementos textuales con el contexto situacional, y endofórica
cuando la relación se establece entre elementos lingüísticos en un mismo texto (relaciones anafóricas y catafóricas).
De lo planteado se desprende que la función cohesiva principal es la de mantener presentes en la memoria de quien
habla o de quien lee los referentes del discurso. Para mantener en conexión dichos referentes se hace uso, bien de
los mecanismos léxicos o bien de los mecanismos gramaticales. Tomando como base el trabajo realizado por Alida
Ares (2008), a continuación se explican y ejemplifican, de manera sintética, los mecanismos de cohesión textual.
3.1. MECANISMOS DE COHESIÓN GRAMATICAL
3.1.1. REFERENCIA: Es la que se establece entre las palabras por medio de elementos lingüísticos
(pronombres personales o relacionantes, demostrativos, posesivos, artículos definidos, comparativos, etc.) que hacen
referencia a otros términos dentro de textos. Ejemplo: Pon las manzanas en un plato y córtalas. Donde las,
pronombre relacionante, hace referencia a manzanas. Estuve paseando con Pedro, luego fuimos a su casa. El
posesivo su hace referencia a Pedro. Dentro de la referencia encontramos dos subcategorías:
a) La referencia exofórica que está constituida por las deixis personal, temporal y espacial que permiten al
receptor reconstruir un contexto de significación del texto (las personas del discurso y las coordenadas temporales y
espaciales: quién habla y a quien, dónde y cuándo). Ejemplo: “Cuando llegué aquí, no sabía, no sabía aun lo que iba a
suceder”. La frase hace referencia al narrador (yo), a una época determinada (cuando llegué) y a un lugar (aquí) que
contextualizan la acción que se describe en el texto.
b) La referencia endofórica remite al interior del texto mismo, y puede ser de dos tipos:
Anáfora, que relaciona lo que se está diciendo con algo que se ha expuesto con anterioridad. Ejemplo:
“Llama a Carmen y dile que hoy no la veré (le y la se refieren anafóricamente a Carmen). “Juan y Carmen prepararon
el examen. Él aprobó, pero ella no se presentó”.
Catáfora, que relaciona lo que se está diciendo con algo que se dice a continuación. Ejemplo: “Era eso lo
que te quería decir: que no te preocupes”. “Lo mejor de esto: que tú te ocupes de la cena y yo me ocupe de los
niños”. “¿A quién preguntaste? Al abogado”. O bien lo hace presentando el primer término de una enumeración u
oposición (En primer lugar…/ Por una parte…), de modo que el receptor espere la llegada del otro (en segundo
lugar / por otra…). Entra dentro de este segundo tipo también la llamada deixis discursiva (En el capítulo siguiente…
Como explicaremos a continuación… A continuación vamos a ver…).
3.1.2. SUSTITUCIÓN:
Generalmente la sustitución se hace reemplazado un término por otro de igual categoría gramatical
(habitualmente sinónimos o palabras que funcionan circunstancialmente como tales). Ejemplos: un evento/ un
acontecimiento: un terremoto / una catástrofe. Un pintor / un artista. En este caso se puede considerar como
reiteración léxica. Sin embargo, a menudo la sustitución se hace mediante las llamadas proformas léxicas, que son
palabras vacías de significado por sí mismas y que sirven como sustitutos de sustantivos, verbos, frases o párrafos
enteros. Ejemplo: “Juan trabaja con el ordenador y María hace lo mismo”. “El jueves hubo un accidente en esta
localidad. El hecho tuvo lugar a las cinco de la tarde”. “Los problemas económicos los resolveremos más adelante,
ahora de esas cosas es mejor no hablar”.
3.1.3. ELIPSIS:
L a elipsis es la omisión, la no repetición de un elemento tácito que el receptor puede reconstruir con
facilidad (sujetos, verbos…). Ejemplo: “Ángela trajo un libro y Lorenzo [Ø] un periódico” (se omite trajo). “Entramos
en un café, después [Ø] en una cervecería (entramos)”. “Teresa estaba triste. [Ø] Tenía en el rostro un rictus de
amargura” (Teresa). “Para aprender a escribir bien hay que leer mucho, [Ø] ordenar el discurso y [Ø] corregir lo
escrito todo lo que sea necesario” (hay que).
3.2.3. ISOTOPÍA:
Consiste también en la repetición de unidades lingüísticas relacionadas entre sí, pero no solo por su
significado sino también por su forma. Puede ser de tres tipos:
a) Isotopía semántica (equivale a lo que hemos definido campo semántico o campo asociativo). Las palabras
se refieren a un mismo campo de significado. Ejemplo: Al campo semántico de “casa”: cocina, habitación, sala de
estar, baño, bodega.
b) Isotopía gramatical: Cuando se repiten en el discurso construcciones sintácticas de la misma categoría
gramatical: Ejemplo: “Para tener una buena salud hay que hacer deporte, hay que llevar una dieta sana, hay que
tener equilibrio emocional” (se repite hay que + infinitivo + sustantivo).
c) Isotopía fónica: Se produce en la poesía o prosa poética por repetición de sonidos mediante rima y
aliteración. Ejemplo: “Mi amado, las montañas, los valles solitarios, nemorosos, el silbo de los aires amorosos…” (Se
imita en este verso de San Juan dela Cruz el sonido del aire mediante la repetición de las eses).
3.2.4. INTERTEXTUALIDAD:
Hace referencia a las relaciones de un texto con textos anteriores: citas de otros autores (explícitas o no
declaradas abiertamente), referencias bibliográficas, etc., dentro del texto. Ejemplo de intertextualidad:
Texto:
Los secretos de la escritura de Javier Ruiz Núñez: La voz del escritor
(…) Es importante para el escritor, saber que los lectores leen, pero también escuchan la voz de quien les
narra y la de sus personajes, de un modo muy íntimo y acentuado. La experiencia literaria tiene mucho de pulsión
auditiva. Un buen escritor y un buen lector puede que tenga un oído muy sensible. Es por esa razón que muchos
escritores afirman que una parte de su inspiración tiene mucho que ver con el oído. José Luis Sampedro, uno de esos
escritores que se admiran por su honestidad a la hora de escribir, afirma que buena parte de los pasajes con más
belleza formal, los escribió gracias, no a un escrutinio intelectual, sino “a la intensidad del momento y su buen oído”.
Antonio Muñoz Molina, un autor con un gran sentido musical, decía que lo que buscamos es “escuchar una
voz o una sucesión de voces que se entrelacen en nuestra imaginación como los sonidos de la música.
Simétricamente, la tarea del escritor es encontrar la suya y aprender a usarla, y también oír las voces de los otros y
hacer que suenen las palabras de sus personajes… el novelista es una voz que se disuelve en muchas voces y se
detiene a escucharlas todas para distinguir la única que es la suya”.