Desculturalizar La Cultura

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RESUMEN: DESCULTURALIZAR LA CULTURA

DESCULTURALIZAR LA CULTURA
Víctor Vich
Es muy interesante este fragmento de palabras “Desculturalizar la Cultura”.
netamente nos llama la atención por lo que define.
Recordemos también que la palabra culturalizar es Integrar en una cultura.
Entonces se nos viene a la mente varias concepciones de o que es
desculturalizar. Para Víctor Vich desculturalizar trata de promover la articulación
entre cultura, democracia y ciudadanía a fin de que las políticas culturales puedan
convertirse en dispositivos centrales para la transformación de las relaciones
sociales existentes. Debemos mencionar también que esta definición no se ajusta
a nuestra realidad política cultural en nuestro país.
Ejemplo: Hemos visto pasar por estos años a varios candidatos ayudados de una
campaña político, socio cultural, muchos de ellos utilizando estos puntos para
poder solo conseguir votos, ser simpatizantes y llegar a su objetivo PODER.
Presentan proyectos culturales como tal vez podemos mencionar a Susana
Villarán que utilizo el arte, la cultura en favor para poder llenarse los bolsillos con
el dinero de la población como ya sabemos es investigada.
 Susana Villarán: MML impulsó desde inicios del 2012 la elaboración
participativa de la “Ordenanza que instituye la política pública Metropolitana
para la Promoción y el Fortalecimiento de la Cultura Viva Comunitaria en el
ámbito de la Municipalidad Metropolitana de Lima”, desarrollada a partir de
una serie de audiencias públicas realizadas en diferentes zonas de la
ciudad a lo largo de diez meses. Esta Ordenanza constituye una política
cultural que garantiza la sostenibilidad de este enfoque, y que ya empieza a
ser reconocida como un referente importante de política cultural para la
región Latinoamericana. La ordenanza, aprobada el jueves 14 de Marzo,
representa un importante pacto entre Estado y Sociedad Civil para
reconocer, promover y fortalecer el trabajo de cientos de organizaciones de
Cultura Viva Comunitaria que desde hace años a través de su trabajo
vienen generando impactos positivos en la calidad de vida en sus
comunidades.
Personalmente soy alguien que ha participado en estas actividades culturales. He
presentado proyectos en conjunto a mi institución cultural y para poder ser
aceptada estaba lleno de requisitos hasta a veces algo imposible de presentar,
pero a la vez otra institución no podía lograrlo. A mi punto de vista era un proyecto
muy cerrado. Debemos mencionar que a la actualidad “Cultura Viva Comunitaria”
sigue existiendo, pero la forma, la estructura, esa articulación entre democracia,
ciudadanía y cultura no se está promoviendo como debe ser. Esos espacios tan
cerrados como para una exquisitez de un puñado de la comunidad, para grupos
específicos y reducidos, un espacio más que no ayuda ni contribuye a un
verdadero proyecto de socialización cultural.

En el campo de la cultura, se dice que los que hacen no reflexionan y los que
reflexionan no hacen.
Esta disociación entre los responsables de la gestión cultural y los académicos se
convierte en un obstáculo para que la cultura funcione no sólo como un espacio de
trabajo, sino también de intervención y compromiso social.
En esa área cada vez más afianzada, no se pueden elaborar políticas sin saber a
quiénes afecta la exclusión social y quiénes se movilizan para desafiarla, qué
cambios se han operado en el mundo actual, en las instituciones y en las distintas
tramas de poder en la sociedad.
NOSOTROS como futuros docentes estamos inmersos en este debate y somos
nosotros los primeros que debemos plantear proyectos culturales donde se debe
enfocar no solo el lado artísticos si no también debemos desasir a que ellos
construyan una cultura diferente en este país que lo único que quieren es que
nuestros jóvenes no sean capaces de pensar.
Desculturizar la cultura es una herramienta fundamental para que profesionales,
técnicos, artistas, activistas e investigadores articulen esfuerzos y talentos y
logren, finalmente, que las políticas culturales impulsen procesos de
transformación social en la vida cotidiana.
¿Cómo proponer políticas culturales transformadoras, que contemplen los
diversos espacios de constitución de los sujetos, desde la calle y la televisión
hasta los libros y el mundo digital? ¿Cómo pensarlas desde los aportes del
pensamiento crítico y los estudios culturales? ¿Cómo construir un proyecto
democratizador e integrador?
Necesitamos, que la cultura se involucre transversalmente en las políticas
laborales, de vivienda, seguridad o salud, dado que de ellas dependen aspectos
tan cruciales como la calidad de vida, la generación de una mayor libertad
individual y la disponibilidad de tiempo libre.
La cultura es aquella que proviene de la antropología contemporánea y que afirma
que se trata del dispositivo socializador a partir del cual los seres humamos nos
constituimos como tales, vale decir, la cultura es aquel agente que establece y
regula la forma en la que se practican las relaciones sociales.
la cultura debe concebirse como un dispositivo que contribuye a producir la
realidad y que funciona como un soporte de la misma.
En ese sentido, cualquier proyecto de política cultural debe entender la cultura no
tanto por las imágenes que representa sino por lo que hace y lo que buena parte
de la cultura hace es producir sujetos y producir (y reproducir) relaciones sociales.
Desde esta perspectiva, las políticas culturales deben proponer su propia acción
pública optando por posicionarse en debates mucho más amplios que aquellos
estrictamente definidos por el desarrollo profesional (y académico) del campo en
cuestión.
Desculturalizar la cultura posicionar a la cultura como un agente de
transformación social y revelar las dimensiones culturales de fenómenos
aparentemente no culturales.
Se trata, en última instancia, de desafiar a todas aquellas políticas culturales que,
bajo el supuesto de que la cultura es algo puro y autónomo, continúan
entendiendo su labor como una simple gestión de espectáculos con muy pocos
riesgos políticos.
Se están produciendo cambios drásticos en aquello que las sociedades
democráticas enseñan a sus jóvenes, pero se trata de cambios que aún no se
sometieron a un análisis profundo. Sedientos de dinero, los estados nacionales y
sus sistemas de educación están descartando sin advertirlo ciertas aptitudes que
son necesarias para mantener viva la democracia.
Si esta tendencia se prolonga, las naciones de todo el mundo en breve producirán
generaciones enteras de maquinarias utilitarias, en lugar de ciudadanos cabales
con la capacidad de pensar por sí mismos, poseer una mirada crítica sobre las
tradiciones y comprender la importancia de los logros y sufrimientos ajenos.

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